Divinas palabras es una excelente y perturbadora obra
teatral que se encuentra entre lo más granado del teatro español del siglo XX. La pieza se organiza en tres jornadas, con cinco, diez y cinco escenas en cada una de ellas, respectivamente. El número romano indica la jornada; el árabe, la escena.
(I, 1) Lucero es un tipo palabrero y atildado que anda por
las ferias gallegas a salto de mata. Se gana la vida turbiamente, adivinando el futuro con su perro Coimbra y con un pájaro en una jaula que lleva a sus espaldas. Lo acompaña Poca Pena, su “manceba” (según se afirma en el dramatis personae), con un bebé en brazos. Lucero se muestra duro, violento y amenazante contra Poca Pena y su hijo, de quien quiere deshacerse. Proclama su libertad por encima de todo. Es descreído y cínico; su perro Coimbra adivina que Pedro Gailo, el sacristán de la iglesia de San Clemente, en Viana del Prior, será engañado por su mujer.
(I, 2) Juana Reina muere de enfermedad, sola, en un
camino cualquiera. Deja a un hijo idiota e hidrocéfalo, que lleva en un carretón, por las ferias, para pedir limosna, con lo que gana bastante dinero como para vivir desahogadamente. Rosa la Tatula, limosnera, encarga a Miguel el Padronés, un leñador, y al Compadre Miau (que es Lucero, pero ahora se hace llamar por este nombre; ya no va con la mujer del niño) que den aviso a la familia.
(I, 3) La Tatula informa a Mari-Gaila (mujer de Pedro Gailo;
tienen una hija, Simoniña) que Juana Reina ha muerto. Gaila y Simoniña, que parece algo lerda, hacen un planto y lamentan su muerte, muy teatreras. La Tatula le propone alquilar el carretón con el idiota (“vale un horno de pan”, le dice), pero Gaila le da largas y no se pronuncia.
(I, 4) El alcalde pedáneo del pueblo le pone guardas al
cadáver de Juana Reina. Marica del Reino, hermana de la difunta y de Pedro Gailo hace un planto exagerado y falso sobre las bondades de la hermana. Se inicia una pequeña discusión sobre quién se quedará con el idiota en su carretón.
(I, 5) Velan el cadáver de Juana Reina en el atrio de la
iglesia de San Clemente. Todos beben aguardiente y se cuentan consejas. Con la ayuda del pedáneo, los familiares Mari-Gaila, mujer bebedora y con donaire, por un lado, y Marica del Reino, por otro, llegan a un acuerdo sobre el reparto del idiota para su explotación comercial. Tres días a la semana cada una, y los domingos, alternando. Al final, el idiota emite gruñidos y le contesta un sapo.
(II,1) Marica del Reino está enfadada porque su
cuñada Gaila no le devuelve el carretón, aunque ya le tocaba. Una vecina le cuenta que gana mucho dinero, que bebe por todas las ferias, que es aguda hablando y que se deja requebrar por los hombres. Sospecha que está en la feria de Viana. Marica dice que, cuando se lo traiga, no se lo devuelve; odia a su cuñada.
(II, 2) Los romeros y pordioseros descansan en su camino.
El ciego de Gondar le propone a Mari Gaila que conviva con él, que la quiere y harían buenos dineros, pero ella se niega. El vendedor de agua de limón apostilla el asunto; también lo hace la Tatula, que se mueve con ellos. Llega un peregrino, muy humilde y devoto; lo invitan a comer los demás. Aparece una pareja de guardias civiles; buscan al Conde Polaco, pero nadie lo conoce.
(II, 3) Feria en Viana del Prior, al lado de la colegiata. Mari-
Gaila toca el pandero y canta una canción; se arrima al Compadre Miau (es el antiguo Lucero, que había huido de la prisión de Ceuta), ahora con un ojo tapado; toca la flauta, la perra Coimbra baila a dos patas y el pájaro echa suertes. Lo acompaña el leñador Miguelín, a quien trata de maricuelo. El compadre Miau requiebra a Mari-Gaila, que se deja hacer. Aquel se muestra partidario de la república.
(II, 4) Pedro Gailo y su hermana Marica del Reino
conversan al lado de la tumba de la hermana muerta. Marica le informa a Pedro que su mujer lleva mala vida por las ferias y que él, en consecuencia, está deshonrado porque la otra se acuesta con hombres. Le pide que ponga orden y se vengue. Este no quiere creerla, pero al final sí lo hace. Se siente angustiado y confuso.
(II, 5) Estamos en una chabola medio caída, al lado de la
playa, cerca del puerto de Viana, se entiende. Séptimo Miau, un “farandul”, según se dice en la acotación, requiebra a Mari-Gaila; ambos parecen algo bebidos. Al final, se meten a la chabola y se acuestan. El carretón lo dejan fuera; cohetes de fuegos artificiales.
(II, 6) La acción se centra dentro de la humilde casa de
Pedro Gailo, en una mano un cuchillo y en la otra una frasca de aguardiente. Gailo está borracho; le dice a su hija que matará a Gaila para recuperar su honra. Le propone a Simoniña que se acueste con él, como venganza, pero ésta se niega y logra llevarlo a la cama.
(II, 7) En un hostal a la salida de Viana. Rosa
la Tatula aparece con una peseta que le dio el Miau para que cuidara del idiota, Laureano. Miguelín invita a una copa al idiota, que paga a Ludovina, la ventera. Luego le siguen dando de beber alcohol en grandes cantidades; Laureano el idiota muere. Ludovina quiere que lo saquen del hostal por miedo a los guardias. Llega Mari-Gaila y hace un planto y lamenta que ya no obtendrá más beneficio económico.
(II, 8) Encuentro de Mari-Gaila con el macho cabrío, que
aparece en un risco y en el campanario de una iglesia. Berrea “Jujurujú”, pero luego habla de verdad. La invita a ir al baile, pero ella se resiste. Ella se desvanece y se siente llevar por los aires. Aparece, sin saber cómo, a la puerta de su casa. (II, 9) Plena noche, en la humilde casa de Gailo. El matrimonio Gailo riñe, pero la hija los calma. Simoniña lleva el carromato con el cadáver del idiota a la puerta de la casa de Marica del Reino.
(II, 10) Marica del Reino se encuentra el carretón en la
puerta de su casa al amanecer. Los cerdos le han comido la cara y las manos. Está enscandalizada. Serenín de Bretal, campesino que oficia de razonador y sereno, deduce que lo trajeron a escondidas y se lo dejaron allí.
(III, 1) Los rapaces tiran piedras al tejado de los Gailo y a
ella le cantan “puta” y a él “cornudo”. Llega la Tatula y habla en secreto con Mari-Gaila. Después aparece Marica del Reino con el cadáver del idiota diciendo que no quiere saber nada. Acuerdan adecentarlo y pedir lismosna a la puerta de la iglesia tres días con el fin de obtener dinero para un entierro. Se recriminan el desenlace del desdichado; la Tatula maniobra a solas con Mari-Gaila.
(III, 2) La Tatula le da unas medias de regalo a Mari-Gaila,
de parte de Séptimo Miau. Las acepta de buena gana. Le cuenta la verdad sobre la muerte del baldado. Miau se había burlado de Miguelín echándolo a los caminos en calzoncillos. El maricuelo lo incitó a beber hasta el final. Queda concertada una cita con Miau.
(III, 3) A la puerta de San Clemente, con el cadáver del
idiota, pidiendo, está Simoniña. Va sacando algo de dinero. Séptimo Miau la enreda con su palabrería y alaba al difunto como fuente de dinero y a su madre por hermosa. Habla con tensión con Gailo, que no quiere saber nada de él. Tatula le da la cita a Miau con Gaila, lo que le agrada mucho.
(III, 4) Miguelín el Padronés, el Maricuela, descubre a Miau
y a Gaula fornicando en las brañas. Se lo dice a todo el mundo, para que los escarnezcan. La persiguen, ella medio desnuda, por el campo. Le sale Milón de Arnoya, un hombre grande y fornido, que pretende violarla. Ella le da una pedrada, pero no le vale de nada. Luego le dice que su mujer, en casa, no es tan fiel. Milón queda confundido y la suelta. El gentío la obliga a quitarse la ropa y queda desnuda. La suben al carro cargado de heno de Milón y la llevan desnuda a casa.
(III, 5 y último) Gailo oficia una oración por el idiota, que allí sigue, ya hediendo, pero los jóvenes lo interrumpen tocando las campanas de la iglesia. Le dicen que su mujer es prostituta. Se da de cabezadas contra las tumbas. Sube al campanario y ve cómo viene su mujer desnuda en el carro de Milón. Se tira del campanario abajo, pero no muere. La gente se ríe de él y le llaman cornudo y castrado. Él, en tono solemne, dice en latín: “Qui sine peccato est vestrum, primus in illam lapidem mittat”. La gente queda como transfigurada y cambian de actitud. Todos se vuelven a sus casas y quehaceres y deciden cerrar la boca por si la justicia los sigue. Gailo mete a Gaila, de la mano y desnuda, a la iglesia. Todo está como sobrecogido por el poder de las divinas palabras, en latín.
2. Tema de la tragicomedia Valle-Inclán aborda varios temas, pues estamos ante una obra ambiciosa: -La ignorancia del pueblo llano, producto de la falta de educación, acarrea la milagrería y la credulidad absurda. -La miseria moral y física produce personas de comportamiento muy inmoral, injusto, mezquino y violento. -La violencia física se suele desatar a causa de la frustración, la incultura y la sujeción a unas normas tradicionales ridículas. -La venganza, producto del rencor, es una motivación principal entre personas amargadas y frustradas. -La ignorancia produce milagros aparentes, producto del temor atávico a las fuerzas espirituales fuera de nuestro control.
3. Apartados temáticos En esta ocasión, Valle-Inclán ha optado por un desarrollo temático clásico, regido por la lógica y la secuenciación temporal: -Primera parte, o jornada: presentación de los personajes y el conflicto. Accedemos a un mundo mítico, medio onírico, con personajes alucinados y conflictos casi increíbles: la discusión por quién se queda con el cadáver del idiota, fuente de ingresos de primer orden para gente muy pobre. -Segunda parte o jornada: desarrollo del conflicto, con algunas ramificaciones argumentales. Mari-Gaila se hace con el carromato y se echa a la vida de ferias y romerías. Le gusta y entra en líos amorosos, haciendo buenos dineros. Una consecuencia lógica es la muerte del pobre muchacho impedido. -Tercera parte o jornada: el desenlace o resolución de la intriga. Es muy sorprendente, triste y amarga. Se obra como un milagro. Es verdad que nadie muere, también que la gente parece que recapacita, pero no por un proceso de pensamiento, sino por el taumatúrgico de unas palabras en latín: quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
4. Personajes Esta obra está poblada por muchos personajes cuya relevancia argumental es similar. No podemos hablar de un protagonista, sino que media docena larga de figuras poseen la misma importancia. Veamos las más relevantes: -Mari-Gaila: es la esposa de Pedro Gailo y madre de Simoniña. Primero realiza un planto aparatoso y gesticulante por la muerte de su cuñada Juana Reina, pero pronto desvela que su interés es quedarse con el idiota para lucrarse, en un primer momento, y vivir una vida libre y sin ataduras, de feria en feria, inmediatamente después. Deja atrás a su familia y recorre con éxito distintas poblaciones, donde muestra su inteligencia práctica. Al enamorarse de Séptimo Miau, busca su perdición, pues los vecinos la vejan violentamente. Se muestra firme de carácter, fría y calculadora, pero todo se le va de las manos porque no sabe esquivar la manipulación sentimental y los pequeños sobornos de Miau. Su afición desmedida al aguardiante contribuirá a su ruina final. -Pedro Gailo: es el sacristán de la iglesia de San Clemente; viste sotana y parece que comprende algo de latín. Cuando puede, se las da de hombre de iglesia y leído, acompañado de su libro religioso. Su hermana Marica del Reino le malmete por los andares de su mujer y le exige reparación de su honra. Es pusilánime, de modo que cede, a lo que ayuda su tendencia a la bebida, que le nubla el juicio. En un momento de confusión, amaga con atacar a su propia hija. Atrabiliario e imprevisible, las palabras finales que pronuncia en latín amedrentan a la concurrencia y le permiten rescatar a su mujer de la turba. -Simoniña, la hija de los Gailo, es quien más sentido común muestra. Imita a su madre de palabra y de hecho, pero mantiene una conducta más o menos coherente. Que sea miedosa no le impide desembarazarse del acoso de su padre, o de pedir lismosna con cierta dignidad para enterrar a su primo el idiota. -Marica del Reino: hermana de Pedro Gailo y de Juana Reina, también es avariciosa y desea quedarse con el idiota y su carretón, pero las argucias de su cuñada se lo vedan. Aun con todo, reconoce que ha logrado alguna ganancia. Sus arteras intenciones se aprecian bien cuando malmete a su hermano contra su esposa por ser infiel. -Rosa la Tatula: es una mendiga de gran inteligencia práctica y muy mala bilis. Anda con el resto de los pordioseros de feria en feria. Quiso quedarse con el carretón, pero no pudo porque Mari-Gaila no quiso tratos con ella. Parece que de ese rencor le viene su deseo de venganza contra aquella, que lo logra buscando su perdición. Hace de celestina y fomenta la relación de Mari- Gaila con Miau para que ella pierda su reputación y acabe mal, como de hecho acaba. Digamos que es una de las triunfadoras del drama, pues todo acaba a su satisfacción. -Séptimo Miau: estamos ante el personaje más cínico y taimado de toda la pieza. Medio embaucador, medio brujo, cruel y lujurioso, se porta guiado por su egoísmo atroz. Abandona cruelmente a Poca Pena, en la primera escena, cuando se hacía llamar Lucero, con un bebé en brazos. Se gana la vida adivinando el futuro de la gente con una perra y un pájaro enjaulado; es muy artero e inteligente. Alguien le llama el castellano, de donde deducimos que no era gallego; había estado en prisión en Ceuta por delitos mayores años antes. Esta luego aparecerá muerta, y él ni niega ni acepta haber sido el asesino, aunque parece haber sido el peregrino. Muy palabrero, embauca a Mari-Gaila y logra enamorarla. Una vez que yace con ella, se desentiende, pues en las escenas finales no hace acto de presencia. -Miguel el padronés, mozo leñador: tiene un papel relevante porque provoca la muerte del idiota a base de alcohol, en un acto irresponsable. Por esta acción, lo ridiculiza Miau, que le llama maricuelo, cosa que él no niega, echándolo a la calle en paños menores. Luego, por venganza, descubre a la gente del pueblo dónde yacen Miau y Gaila. Está será escarnecida y él se sentirá satisfecho con esta traición. -El hijo idiota, Laureano: es el muchacho con hidrocefalia a quien su madre, Juana Reina, lleva por las ferias, para recaudar dinero por su exhibición. No puede hablar, pero lo hacen alcohólico y por ello muere. Realmente, es quien paga los platos rotos de un mundo degradado, cruel, alcoholizado e irracional. -El ciego de Gondar, enamorado de Gaila, pero rechazado por esta; un alcalde pedáneo que se las da de leguleyo y oficia como un juez; un peregrino falsamente devoto que es quien mata a Poca Pena; un vendedor de agua de limón chismoso; la ventera de Viana, solo preocupada por su negocio, sin que se le dé un ardite por la muerte del idiota; etc., son otros personajes de menor relevancia que pueblan la obra. Todos ellos muestran una pésima catadura moral, siniestras intenciones y un cinismo egoísta estremecedor.
5. Lugar y tiempo de la acción dramática Divinas palabras es una pieza de ambientación galaica en su totalidad. La acción discurre en una población gallega costera, Viana de Prior, y en un pueblo con su colegiata y la iglesia adosada de San Clemente, cuyo sacristán es Pedro Gailo. El campo de los alrededores, con casucas diseminadas, también es un escenario que se repite frecuentemente. Dentro de este espacio geográfico amplio, cada escena suele optar por un lugar concreto bien preciso: la humilde casa de Gailo, el lavadero, el atrio de la iglesia, un hostal a la salida de Viana, cruce de caminos donde reposan los mendigos, etc. Todos ellos son de un reconocible ámbito gallego: cruceros, maizales, caminos estrechos que “galguean” por las colinas, etc. La pieza que comentamos fue publicada en 1919, de modo que su composición sería simultánea o inmediatamente anterior a ese año. La obra recrea un tiempo contemporáneo al de la escritura: unos pueblos y aldeas atrasados, atávicos, bastante hambrientos, incultos y supersticiosos dan la medida de esa época. Se iluminan con candiles, se desplazan andando o en carros y carretones: estos rasgos señalan la época de principios del siglo XX.
6. Aspectos estilísticos En Divinas palabras aparecen los rasgos estilísticos propios de Valle-Inclán; en sí mismos son muy caracterizadores y originales. A continuación, presentamos los más llamativos: 1) Esta es una de las obras valleinclanescas del ciclo mítico. Centradas en su Galicia natal, ofrece una fotografía tragicómica y risible por su deformación gesticulante y ridiculizadora y amarga del mundo rural. Es el paso previo a la estética del esperpento. Ya aparecen aquí la presentación la realidad en sus aspectos grotescos, feos, histriónicos e hirientes a los sentidos. El autor trata a los personajes del drama como muñecos de guiñol, deformados, desfigurados física y moralmente hasta hacerse repelentes. En este sentido, son personajes bastante planos, sin apenas evolución. El autor los utiliza para denunciar una realidad sórdida y fea en sí misma, además de injusta y egoísta. La fórmula y su presentación literaria tuvo tanto éxito que ahora “esperpento” es un sustantivo de uso normal en la lengua española. 2) Las acotaciones (sobre todo, las iniciales de cada cuadro) son verdaderos textos literarios en sí mismos. Casi podrían pasar por relatos independientes, pues se presenta con una precisión estética un marco y unos personajes que quedan totalmente dibujados en la mente lectora. Veamos, a modo de ejemplo, las dos acotaciones iniciales de la primera jornada, escena I: San Clemente, anejo de Viana del Prior. Iglesia de aldea sobre la cruz de dos caminos, en medio de una quintana con sepulturas y cipreses. PEDRO GAILO, el sacristán, apaga los cirios bajo el pórtico románico. Es un viejo fúnebre, amarillo de cara y manos, barbas mal rapadas, sotana y roquete. Sacude los dedos, sopla sobre las yemas renegridas, las rasca en las columnas del pórtico. Y es siempre a conversar consigo mismo, huraño el gesto, las oraciones deshilvanadas. PEDRO GAILO.- …Aquéllos viniéronse a poner en el camino, mirando al altar. Éstos que andan por muchas tierras, torcida gente. La peor ley. Por donde van muestran sus malas artes. ¡Dónde aquéllos viniéronse a poner! ¡Todos de la uña! ¡Gente que no trabaja y corre caminos!… PEDRO GAILO se pasa la mano por la frente, y los cuatro pelos quédanle de punta. Sus ojos con estrabismo miran hacia la carretera donde hacen huelgo dos farandules, pareja de hombre y mujer con un niño pequeño, flor de su mancebía. Ella, triste y esbelta, la falda corta, un toquillón azul, peines y rizos. El hombre, gorra de visera, la guitarra en la funda, y el perro sabio sujeto de un rojo cordón mugriento. Están sentados en la cuneta, de cara al pórtico de la iglesia. Habla el hombre, y la mujer escucha zarandeando al niño que llora. A esta mujer la conocen con diversos nombres, y, según cambian las tierras, es Julia, Rosina, Matilde, Pepa la Morena. El nombre del farandul es otro enigma, pero la mujer le dice LUCERO. Ella recibe de su coime el dictado de POCA PENA. La selección de objetos que aparecen en el cuadro nos pinta una realidad total y detallada, denotada y connotada con gran precisión poética. La adjetivación ciñe los objetos, los dota de ecos sinestéticos muy impactantes. La fuerza caracterizadora es incisiva y expansiva en la imaginación lectora. La naturaleza, viva y variada, juega un papel muy relevante con personificaciones audaces que enriquecen la significación total. La ironía, la hipérbole y las metonimias multiplican la significación de retratos de individuos siniestros y de lugares medio lunáticos. 3) Los recursos estilísticos se emplean con un acierto total. Una enorme cantidad de procedimientos retóricos felizmente usados crean un texto muy bello, connotativo, sorprendente y original.