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Muestran una curiosidad mental por lo extranjero e interés por una europeización,
que no se contradice con el amor por España. Sin embargo, con el tiempo dominará
en ellos la exaltación casticista. Y Unamuno llega a hablar de la “españolización de
Europa”.
➔ El afán por conocer y exaltar lo castellano y español lleva a los autores a
desear viajar por los pueblos y aldeas de España.
La historia se concibe como fuente donde buscar los valores permanentes, las
verdades, la esencia de España. En este sentido, un concepto muy interesante,
creado por Unamuno, es el de “intrahistoria”: rechazan la historia escrita por
historiadores; les interesa el pensamiento y el sentimiento del pueblo, que con su
trabajo diario construye la realidad histórica profunda. En esa vida intrahistórica,
silenciosa y contínua está la sustancia del progreso, la verdadera tradición.
Hay una notable renovación de la lengua literaria, de manera que se oponen al estilo
literario anterior y cuidan la forma de expresión. En un principio, coincide con la
típicamente modernista, pero pronto se aprecia una voluntad de ir de las “ideas” al
fondo: esta será la primera nota común del “lenguaje generacional”.
Tienen un estilo subjetivo, en el que domina una visión sentimental de las tierras y las
gentes. Todo ello desemboca en un gusto por la descripción de carácter subjetivo, de
viejas ciudades o de los pequeños pueblos, o de la naturaleza áspera del yermo
castellano, que muestran los estados de ánimo del autor.
El lenguaje es muy rico y cuidado, con términos tomados de los clásicos españoles;
pero por un gusto especial por las palabras tradicionales y “terruñeras”, que recogen
en los pueblos o desentierran de la literatura antigua.
AUTORES
Baroja, Azorín y Maeztu, que constituyeron el “Grupo de los Tres” a través de un
manifiesto. También están: Unamuno y, aunque de pertenencia más discutible al
Grupo son, Antonio Machado y Valle Inclán, aunque parte de sus obras compartan la
preocupación por España. En Machado esta preocupación no se hace patente hasta
1912, con Campos de Castilla. Y Valle Inclán evoluciona desde el Modernismo hasta
una literatura crítica basada en la deformación, pero sus presupuestos ideológicos y
estéticos están lejos del Grupo del 98.
PÍO BAROJA
Es el gran novelista de esta Generación, que concibe la novela como una realidad
porosa y permeable en la que cabe todo. Sus novelas son fragmentarias, incompletas
y abiertas; con mezcla de acción y reflexión.
➔ Entre sus títulos se puede citar La busca (1904), El árbol de la ciencia (1911) y
Zalacaín el aventurero (1909).
MIGUEL DE UNAMUNO
Es el escritor más peculiar del 98 por su carácter crítico e independiente. Su
inquietud y angustia se muestran en todos los temas que aborda, de forma que su
producción literaria está impregnada de contenido filosófico e ideológico. Por ello,
sus novelas son una proyección de sus inquietudes personales. Toda su obra posee
un sentido unitario y dialéctico, basado en su preocupación por España y por la
existencia de la muerte, la relación entre Dios y los hombres, la eternidad, la nada, la
razón y la fe.
Sus novelas están dominadas por un tono reflexivo, llenas de monólogos y diálogos,
sin apenas referencias temporales y espaciales. Se trata de una novela peculiar, a la
que Unamuno llamó “nivola”.
En sus obras aparece un hilo argumental muy simple, con una confesión
autobiográfica y reflexiones sociales y la visión sentimental del paisaje. Sus
personajes son idealistas y meditabundos.
La imagen en que se basa la greguería puede surgir de una forma espontánea, pero
su formulación lingüística es muy elaborada, pues recoge sintética, ingeniosa y
humorísticamente la idea que quiere transmitir: “La luna el ojo de buey de la
noche”; “El polvo está lleno de viejos y olvidados estornudos”.