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Preguntas Final
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Delito
El delito es una acción, típica, antijurídica y culpable. Hay autores que suman la punibilidad
a la definición.
Escuela positivista (Lombroso): quien con sus investigaciones sobre la población carcelaria
del norte de Italia lo llevaron a la conclusión de que el delincuente es un anormal, con
ciertos caracteres psicosomáticos que permiten diferenciarlo de las demás personas: se
planteó así una teoría sobre el “delincuente nato”.
Escuela causalista (Franz von Liszt): sostenía que el delito se componía por un injusto
objetivo (acción típica y antijurídica) y una culpabilidad subjetiva. Y planteó el enfoque
analítico dividido en estratos de análisis: acción, tipicidad, antijuricidad y culpabilidad. La
concepción del delito se basaba en una estructura que respondía a un injusto objetivo,
comprensible de la acción, la tipicidad y la antijuridicidad; y una culpabilidad subjetiva,
contenedora del dolo y la culpa.
La base del sistema era el concepto de acción concebido por Liszt y Beling en términos
totalmente naturalísticos, como el movimiento corporal (acción en el sentido estricto) y
modificación en el mundo exterior (resultado)
Escuela finalista (Hans Welzel): plantea una visión del injusto y la culpabilidad de carácter
objetivo-subjetivo y construye las bases de la acción sobre una visión ontológica que se
define a partir del concepto de voluntad final. La culpabilidad se convierte en un juicio de
reproche por el injusto cometido con algunos presupuestos ineludibles, entre los que se
incluye la posibilidad de obrar de otro modo y la capacidad para hacerlo.
Vincula la subjetividad al injusto de manera que lo modifica llevando el sistema del delito a
un esquema subjetivo-objetivo tanto en el injusto como en la culpabilidad. Tipicidad de
carácter complejo que alberga dos elementos, uno objetivo y otro subjetivo, que contiene el
dolo y la culpa, dividiendo el error y trasladando una forma del mismo al tipo y manteniendo
otro como presupuesto de la culpabilidad. El dolo pasa de la culpabilidad al tipo.
El funcionalismo tiene una versión moderada, liderada por Roxin, y una versión más radical,
encarnada en la figura de Jakobs.
Reconoce los elementos del delito propuestos por el finalismo, pero los orienta en un
sentido político-criminal, y apuesta por la punibilidad como presupuesto orientado a
perseguir los fines de la pena en el derecho penal. Por tanto, establece su objetivo en el
deber de resolver los problemas del sistema social. Por ello, el legislador penal debe
imaginarse todos los casos posibles, hipotéticos y eventuales y tratar de incrustarlos en una
norma positiva penal, sin que ninguna arista del comportamiento humano quede fuera.
Acción
La acción o conducta es el primer elemento que requiere el delito para ser considerado
como tal. Se define como un comportamiento humano voluntario que comunicacionalmente
produce un resultado relevante en el ámbito jurídico-penal. Es considerada una actitud o
cambio de un ser humano que comunicativamente tiene una repercusión normativa desde la
perspectiva de un observador.
También la acción se caracteriza por ser todo comportamiento exterior evitable. Es decir, un
comportamiento que el actor hubiera podido evitar si hubiera tenido motivo suficiente para
hacerlo.
XX
Dado que la conducta se caracteriza por ser un acto humano voluntario, que pudiera haber
sido evitable en caso que el actor tuviera motivos suficientes para evitarlo, se excluye la
conducta cuando el accionar no depende del actor. Es decir, todo movimiento que no esté
guiado por el sistema cognitivo es irreflexivo, y por ende, no comunica ningún
comportamiento social relevante desde la perspectiva de la voluntad humana. No hay
acción cuando el movimiento corporal se realiza sin dominio de la voluntad, cuando no es
propio del autor, sino de lo casual o de lo casual sin dominio.
El origen de las situaciones que excluyen la conducta puede ser interno o externo al
individuo, y son: la fuerza física e irresistible, los movimientos reflejos o el estado de
inconsciencia absoluta.
El art. 34 del código penal establece en su inciso 1 y 2 que no son punibles el que no haya
podido en el momento del hecho comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones
por “insuficiencia de sus facultades, por alteraciones morbosas de las mismas o por su
estado de inconsciencia”, ni el que “obrare violentado por fuerza física irresistible”.
Fuerza física e irresistible se caracteriza por ser una fuerza o violencia material que opera
sobre los músculos de una persona, anulando el control de su voluntad y produciéndole
inmovilidad o movimiento que por tanto no controla ni ordena el sujeto, lo que supone una
eximente por falta de acción.Es decir, existe una fuerza ajena que actúa sobre el hombre
convirtiéndolo en una masa mecánica.
Expresamente está mencionada la no punibilidad en el art. 34, inc. 2 del código penal que
establece que no será punible “ el que obrare violentado por fuerza física irresistible”.
Únicamente se considera causa de exclusión de la acción como base de lo injusto a la
fuerza “física” exterior irresistible. En cambio, la violencia moral, o coacción queda fuera de
esta causal, que tendrá relevancia en el juicio de la acción como base de la culpabilidad.
Ejemplo: persona A empuja a persona B que embiste contra persona C y le ocasiona una
lesión.
Los movimientos reflejos son casos en donde el propio organismo reacciona frente a una
situación determinada, pero en donde no hay ninguna intervención de la voluntad del autor.
Son movimiento que, aunque generados por el sistema corporal del sujeto, no pueden ser
evitados ni controlados.
Por ejemplo:
Para que no exista acción, la inconsciencia debe ser plena, es decir, total. En estos casos,
el estado en que se encuentra el autor impide afirmar que el acto haya sido voluntario. En
cambio, corresponde analizar el contenido de la acción como base de la culpabilidad en
aquellos casos en que simplemente existe un trastorno en la conciencia.
Ello ocurre, por ejemplo, en el sueño profundo, en caso de delirios febriles de alto grado,
desmayos, etc.
En la teoría de la “actio libera in causa”, nos encontramos bajo aquellos supuestos en los
cuales el autor pone en marcha un comportamiento actuando de forma responsable, pero
que sólo desemboca en una acción típica cuando aquél ha perdido capacidad de acción; en
otras palabras: el sujeto provoca en forma imprudente, su falta de acción.
Por ejemplo: un controlador aéreo que padece síndrome de ansiedad ingiere durante su
trabajo unas pastillas destinadas a contrarrestar esa enfermedad, excediéndose en el
consumo. Como consecuencia, se queda dormido y se provoca un accidente aéreo. El no
cumplir su función, provoca el accidente. Aunque estuvo en estado de plena inconsciencia,
si el observador se retrotrae al momento de la ingesta, el estado de sueño se provocó por la
defraudación de un rol.
c) Que se hipnotice al sujeto con su consentimiento, sin intención delictuosa por parte de
éste. Cuando el sujeto a diferencia del anterior, en éste tiene la plena conciencia de que va
a ser sometido a una sesión de hipnotismo, y como manifiesta al principio conoce sus
efectos, no lleva la intención de cometer un delito. En éste último el sujeto es responsable
de un delito culposo, con culpa con representación o sin ella, según el caso, cuando un
sujeto se somete a una serie de pruebas de índole psíquica, sobrenatural o de pruebas
científicas, donde se pone a disposición su voluntad, en alguno de los casos, si su voluntad
es manejada sin su consentimiento, es ajeno de toda responsabilidad, pero si sabe que al
poner su voluntad en otra persona, y que ésta la utilizara para un fin delictivo, es
responsable a titulo doloso pues su voluntad lejos de estar a su disposición lo esta para otra
persona, pero con su consentimiento.
El tipo es la descripción legal de una conducta estimada como delito que lesiona o hace
peligrar bienes jurídicos protegidos por la norma jurídico-penal. Es una concepción
legislativa. Es la descripción de una conducta hecha dentro de los preceptos legales, lo cual
constituye un instrumento de seguridad jurídica al establecerse, el conjunto de ellos, las
conductas prohibitivas y susceptibles de dar lugar a la imposición de una pena al sujeto
activo del hecho punible. Así, El tipo penal (ley penal) describe un determinado campo del
lenguaje que servirá al observador de referencia para la construcción de la imputación.
La tipicidad objetiva son los elementos objetivos que configuran la conducta prohibida;
mientras que la tipicidad subjetiva son los componentes subjetivos que se presentan en los
elementos objetivos que configuran la conducta prohibida (dolo y culpa).
En el tipo objetivo se analizan los sujetos, activo y pasivo, autor y víctima, también las
circunstancias de tiempo, lugar, modo y ocasión. Así como el significado de las palabras
expuestas en el aspecto objetivo de la ley penal. En el tipo objetivo no se tiene que analizar
lo que está adentro del autor.
El tipo objetivo es además el objeto del tipo subjetivo, en su configuración anticipada (dolo)
o anticipable (imprudencia o negligencia).
Diferencia entre delito de resultado y de mera actividad
Delito de resultado son aquellos tipos en los que el resultado consiste en una consecuencia
de lesión o de puesta en peligro separada espacial y temporalmente de la acción del autor.
Ocurre cuando se requiere un resultado separado de la acción típica.
Son delitos de mera actividad aquellos en los que la realización del tipo coincide con el
último acto de la acción, y por tanto no se produce un resultado aparte. No son separables
acción y resultado.
En los delitos de mera actividad, para comprobar la consumación del hecho solo es
necesario revisar la concurrencia propia de la acción del autor. En los delitos de resultado,
es necesario comprobar la relación causal entre el acto y el resultado.
En los delitos de peligro, el hecho sólo supone una amenaza más o menos intensa para el
objeto de la acción. En dichos delitos no se precisa del resultado, sino basta con el simple
riesgo en que se pone al bien jurídicamente tutelado.
Hay dos clases de delitos de peligro: los delitos de peligro concreto, en donde la realización
del tipo presupone que el objeto de la acción se haya encontrado realmente en peligro. Es
decir, si no se produció el resultado fue por pura casualidad. Por ejemplo: la la puesta en
peligro del tráfico rodado, que requiere que el autor ponga en peligro la vida o integridad de
otra persona o cosas ajenas de valor considerable.
Los delitos de peligro abstracto la peligrosidad típica de una acción es motivo suficiente
para su penalización. No requiere la producción real de un peligro. Por ejemplo, conducción
en estado de embriaguez o tenencia de armas.
En los delitos instantáneos, la acción coincide con el momento de consumación del delito,
en tanto que en los delitos permanentes, la consumación del delito se prolonga en el tiempo
Los delitos cualificados por el resultado son delitos dolosos que están sometidos a un marco
penal especial, en donde su comisión trae consigo un resultado más grave.
Por ejemplo: “Si con las lesiones se hubiere causado la muerte del lesionado, se impondrá
una pena de prisión no inferior a tres año”.
Los delitos comunes son aquellos que pueden ser cometidos por cualquier persona. En el
Código son los que comienzan con “quien…” o “el que..”.
Los delitos especiales son aquellos que sólo pueden ser cometidos por un autor que reúna
una determinada cualidad. Por ejemplo: los delitos de funcionarios en el ejercicio de su
cargo; deber de secreto profesional
Los delitos especiales se distinguen por ser propios e impropios. Los delitos propios el
elemento especial de la autoría opera fundamentando la pena (ej. funcionario). En los
delitos impropios el elemento del autor sólo opera agravando la pena (ej. agravado por el
vínculo).
La atipicidad ocurre cuando hay una falta de adecuación de la conducta al tipo penal. Se
dice que hay ausencia de tipicidad cuando no concurren en un hecho todos los elementos
del tipo descrito en la normativa; y cuando la ley penal no ha descrito la conducta que en
realidad se nos presenta con característica antijurídica, ausencia de tipicidad.
Los elementos descriptivos son aquellos que reproducen determinados datos o procesos
corporales o anímicos. Son verificados de forma cognitiva por el observador. Por ejemplo
“edificio” o “sustraer”. No requieren un análisis valorativo de los términos, tan solo
observarlos y describirlos.
Los elementos normativos son aquellos cuya concurrencia presupone una valoración, tanto
técnica como jurídica. Por ejemplo los términos “injuria” o “ajeno”, requieren que se valore la
interpretación de los términos.
¿Qué significa imputar? ¿Qué condiciones se tienen que dar para imputar
objetivamente?
Para saber si hay una tipicidad objetiva hay que hacer una operación: imputación al tipo
objetivo
Para que se pueda imputar objetivamente se tiene que dar: la causalidad, la defraudación
de un rol (elevación del riesgo tolerado) y que el resultado del hecho pueda explicarse a
partir de la defraudación el rol.
Para el Derecho Penal, la causalidad se constituye como una relación que debe existir entre
una acción u omisión y un resultado delictivo, elaborando distintas teorías acerca de esta
relación de causalidad, tales como la Teoría de la Equivalencia o de la condictio sine qua
non que exige una relación plena entre causas y resultado, la Teoría de la condición más
eficaz, o la denominada Teoría de la causalidad adecuada que considera como causa de un
resultado aquella actividad normalmente adecuada que para producirlo.
Teoría de la equivalencia de las condiciones (sine qua non): el fundamento de dicha teoría
se basa en que todas las condiciones sin las cuales no se hubiera producido el resultado
son causas por igual. Una acción es causa del resultado si, suprimida mentalmente de
realización, el resultado no se hubiera producido. Cada una de las condiciones que
contribuyen para el surgimiento de una consecuencia debe ser considerada como causa, de
manera que ninguno de los varios factores determinantes del resultado tiene una
importancia superior a los demás. Dicha teoría tiene el problema del regressus ad infinitum,
en donde se le otorga una extensión excesiva al encadenamiento causal. Esto causó que se
comiencen a elaborar teorías limitadoras de la causalidad, de manera tal que el empeño de
la doctrina posterior a la conditio sine qua non radicó en tratar de limitar y determinar qué
causas son relevantes dentro de esa causalidad interminable e indeterminable.
Teoría de la causalidad adecuada: sostiene que las causas que se tienen que tomar en
cuenta son aquellas que eran idóneas para provocar el resultado, según las reglas de la
ciencia y experiencia. Al igual que en la teoría de la conditio sine qua non, aquí también se
utiliza el mecanismo de supresión hipotética, pero solo será causa aquella que, según la
experiencia, sea en general (por ello la designación de generalizadoras) idónea para
producir el resultado típico.
XX
Un rol es un sector del sistema de orientación total de un actor individual que se organiza
sobre las expectativas en relación con un contexto de interacción particular, en el cual está
integrado con una serie particular de criterios de valor que dirigen la interacción con un álter
o más en los roles complementarios adecuados
Los roles generan expectativas y las mismas se protegen o institucionalizan por medio de
las normas. A partir de allí la conducta propia se establece según la estructura esperada del
otro.
¿Qué implica el quebrantamiento del rol?
A partir del quebrantamiento del rol la conducta pasa a ser lesiva para la organización del
sistema social, porque se transforma en un riesgo jurídicamente relevante, y por lo tanto
prohibido. Para poder imputar un hecho a una persona como su autor, debe poder
acreditarse que dicho individuo se encontraba en posición de que se le exigiera una
determinada función acorde a un rol, y que esta función fue desatendida en virtud de un
incorrecto ejercicio de ese rol.
Entre autor, víctima y tercero, según los roles que desempeñen, ha de determinarse a quién
compete, por sí solo o en conjunto, el acontecer relevante; quién se ha constituido, por
medio de la defraudación de su rol, en el factor comunicativamente relevante en el suceso.
El quebrantamiento de este rol por sí solo tampoco completa la imputación, si no explica por
sí mismo el resultado como su consecuencia. Pueden existir quebrantamientos de roles que
no supongan imputación, dado que dicha defraudación no ha tenido relevancia en la
producción del resultado. Por ejemplo, el que un objeto olvidado por el médico cirujano
dentro de un paciente luego de una cirugía, jamás provocó ninguna molestia o lesión.
Principio de confianza: siempre que dos comportamientos sociales estén entrelazados entre
sí por un contacto, no se le puede imputar al autor el resultado, si podría confiar que el otro
iba a actuar conforme al rol. Cuando el comportamiento de los individuos se entrelaza, no
forma parte del rol del ciudadano controlar de manera permanente a todos los demás; de
otro modo no sería posible la división de trabajo. Por ejemplo, el cirujano confía en que el
material que utiliza en la intervención quirúrgica ha sido debidamente esterilizado y que los
indicadores del estado del paciente funcionan correctamente.
También puede darse cuando la víctima y el autor son a la vez inseparables con relación a
la concreción del riesgo. Por ejemplo, un conductor se aproxima a un cruce desarrollando
una velocidad mayor a la permitida, pero al llegar al referido sector otro conductor viola la
luz roja continuando el curso prohibido, razón por la cual ambos vehículos colisionan y se
producen lesiones recíprocas, pudiéndose determinar que son producto del impacto entre
los vehículos. Cabe en este caso acreditar la imputación de la defraudación a ambos
conductores, en virtud de las lesiones que recíprocamente se provocaron por su actuación
También pueden ocurrir los resultados hiper condicionados, que se presentan cuando entre
varios riesgos cada uno de ellos permite aclarar sólo circunstancias concomitantes, pero no
el curso causal conducente al resultado. Se trae como ejemplo para este caso la hipótesis
de un montacargas en el que se han realizado tareas de mantenimiento incorrectas y asi
soporta sólo la mitad de la carga teórica máxima, pero se lo utiliza con una carga superior
varias veces a la carga teórica. El montacargas se precipita al vacío provocando daños.
Tanto el sobrepasar la carga teórica como la falta de capacidad de carga por errado
mantenimiento pueden explicar la caída. Pero no es dable acumularlos, pues si un riesgo ya
está completo antes de que el otro se cree, pierden sentido las normas para evitar otro
riesgo. La anterior realización de una defraudación a un rol social no implica la exclusión de
la puesta en marcha de la segunda o posterior defraudación, salvo que la primera por sí
misma hubiera provocado el resultado, es decir, hubiera agotado las consecuencias que se
pretenden evitar. Es perfectamente válido acumularlas, si en conjunto provocan el resultado
concomitantemente, pero no si sólo una de ellas es capaz de provocarlo de manera
precedente
Conclusiones:
El valor del riesgo: los resultados que son producto de la asunción de riesgos permitidos en
sociedades modernas altamente tecnificadas no pueden ser objetiva mentes imputados.
Mientras los delitos de acción suponen la infracción de una prohibición de hacer, los de
omisión suponen una desobediencia a un mandato de acción.
Por ejemplo, ante la muerte del niño se imputa homicidio a la madre que omitió alimentarlo,
lo que se hace es considerar que matar es equivalente a no evitar la muerte, pues en
ambos casos se predica la subsunción en la misma norma (arts. 79, 80, incs. 1° y concs.,
CPen.).
La imputación por delito omisivo depende así no sólo de la inactividad del autor, sino que
además requiere que el agente haya estado en condiciones de realizar la acción ordenada.
Clases de omisión
Existen dos modalidades de la omisión: delitos propios e impropios de omisión. Mientras los
delitos propios de omisión están expresamente previstos en el derecho vigente; los
impropios carecen de tipificación expresa, por lo que surgen de una equiparación con los
delitos de comisión, sobre la base de considerar que es equivalente no impedir un resultado
que causarlo.
Los delitos propios de omisión contienen un mandato de acción, cuya tipicidad no requiere
que el autor haya evitado la lesión del bien jurídico, como es el caso de la omisión de auxilio
(art. 108, CPen.). Estos casos sólo requieren que el sujeto no realice una acción, por lo que
su punibilidad no depende de la existencia de un delito de comisión.
En los delitos impropios de omisión, la realización del tipo supone infringir un mandato que
impone evitar la producción de un resultado, como sucede con los casos de abandono de
personas calificado, en los que se requiere evitar lesiones (art. 106, párr. 2°, CPen.), o la
muerte de la víctima (art. 106, párr. 3°, CPen.).
Cuando no existen previsiones legales expresas, los delitos impropios de omisión son
consecuencia de una construcción teórica y de decisiones jurisprudenciales que deducen su
existencia de mandatos contenidos en los tipos de acción, lo que supone la conversión de
normas prohibitivas (ej.: no matarás) en imperativas (deberás respetar la vida).
En primer lugar, la existencia de una situación típica que genera un deber ( como es el caso
de quien encuentra perdido o desamparado a un menor de diez años o a una persona
herida, inválida o amenazada de un peligro cualquiera). El deber surge cuando el
destinatario puede actuar sin riesgo personal con lo que no concurre la situación típica si
actuar implica generar peligro para sí o para terceros.
En segundo lugar, debe haber una omisión de realizar la acción ordenada. Es decir, realiza
el tipo aquel agente que estaba obligado a actuar y que no arbitra los medios necesarios
para cumplir el mandato que le ha sido impuesto (como sucede con el deber de dar aviso
inmediatamente a la autoridad).
En tercer lugar, el omitente debe haber tenido poder de hecho para ejecutar la acción. La
omisión sólo es típica cuando el sujeto obligado tiene capacidad o poder de hecho para
desarrollar la acción mandada. Así, por ejemplo, dado el impedimento físico que padece, no
puede predicarse que concretó una infracción al deber de actuar un paralítico que no auxilió
a un menor de diez años que se ahogaba en una piscina.
Es necesario que haya un hecho del resultado en los delitos impropios de omisión, idéntico
a los delitos de comisión, con la salvedad de que en estos casos sólo pueden ser autores
determinadas personas.
A su vez, debe haber: capacidad de evitación (el autor haya sido en abstracto capaz de
evitar el resultado mediante una acción); causalidad "hipotética" (lo que se imputa es
impulsar resultados evitable); no se puede imputar comisión por omisión si el sujeto no evitó
un riesgo que hubiera podido llevar a cabo, por ser un riesgo permitido; para el autor debe
haber sido posible evitar el resultado, con una probabilidad rayana en la seguridad
Tanto en los delitos propios como en los impropios de omisión, la imputación subjetiva
requiere conocer los elementos del tipo objetivo.
Esto significa que la exigencia en los delitos propios de omisión dolosos es que el autor
conozca la situación que generó el deber de actuar y las circunstancias que fundamentan la
posibilidad de realizar el comportamiento omitido.
Con respecto a los delitos impropios de omisión dolosos, el dolo requiere conocer: 1) la
situación generadora del deber de actuar (conocimiento de la amenaza de producción del
resultado); 2) las circunstancias que fundamentan la posición de garante; y 3) las que
fundamentan la posibilidad de actuar
UNIDAD V. EL DOLO Y EL ERROR EN LA TIPICIDAD
El tipo subjetivo
El dolo
El dolo implica el conocimiento de todos los elementos del tipo y la voluntad de realizarlos.
Tiene como objeto todos los elementos del tipo objetivo.
El dolo contiene un elemento ético y otro volitivo o emocional. El elemento ético está
constituido por la conciencia de que se quebranta el deber. El volitivo o psicológico consiste
en la voluntad de realizar el acto; en la volición del hecho típico.
En el dolo eventual hay una representación del resultado y una mínima voluntad de
realizarlo. El resultado se acepta en caso de que se produzca sin importarle las
consecuencias en caso que se realice. El autor comunica con su comportamiento un
menosprecio por el sistema jurídico, y que no le importa que el resultado suceda aunque no
lo desee.
Además, tampoco es necesario que el dolo esté presente durante toda la acción ejecutiva.
No es necesario que llegue hasta la consumación. Basta que concurra en el momento en el
que el sujeto se dispone a la producción del resultado y abandona el control del curso
causal. Por ejemplo, una persona pone una bomba en un avión, luego se arrepiente y llamá
pero la bomba explota igual. Ni siquiera es ya necesario posteriormente un dolo "latente", en
el sentido de un mantenimiento del plan del hecho.
En los delitos de dos actos el dolo debe concurrir en ambas acciones ejecutivas y no puede
formarse a posteriori en sólo una de ellas. Por ejemplo, si antes de la muerte de la víctima a
la que se ha herido imprudentemente el sujeto concibe el plan de no llamar a un médico y
dejarla morir, entonces el dolo subsiguiente puede fundamentar un nuevo homicidio por
omisión, pero no convertir la comisión imprudente en un hecho doloso.
En el dolo acumulativo con una conducta quiero realizar dos tipos. Por ejemplo, tiro una
piedra que rompe una ventana para matar a alguien. Con una conducta realicé el tipo de
lesión y el tipo de homicidio. Se le aplican las reglas del concurso ideal (una conducta,
muchos tipos penales). Si se produce sólo uno de los resultados (p.ej. el vecino no es
alcanzado), en relación con el resultado no realizado sigue quedando subsistente en su
caso la punibilidad por una tentativa dolosa.
En el dolo alternativo con una conducta quiero realizar un tipo u otro. Puede darse de dos
formas. La primera es cuando el actor tiene dudas sobre la relevancia típica de la conducta.
Es decir, no sabe si está realizando una conducta típica u otra. Por ejemplo, A le quita la
cartera a B que está tirada en el piso sin saber si está vivo o no; no sabe si es hurto o
apropiación indebida. El sujeto cuenta con ambas posibilidades, por tanto posee tanto un
dolo como el otro.
El segundo caso es cuando el actor tiene duda si alcanzará a un objeto u a otro. Por
ejemplo, le apunto con una pistola a alguien sabiendo que al lado hay otra persona que
podría alcanzar también o no. Para saber qué imputar, hay autores que dicen que hay que
castigar por cada uno de los tipos alternativos, imputándose como delito consumado el tipo
realizado y como tentativa de delito el no realizado. Hay otros autores que sostienen que el
sujeto siempre querría realizar sólo un tipo (del que únicamente ignoraría cuál va a ser), de
modo que sería injusto castigar más de una vez. También se sostiene la idea de castigar en
cada caso sólo por el delito más grave.
XX
La teoría del error
El error de tipo es el error sobre las circunstancias del elemento del tipo objetivo. Implica
que el autor no se represente en lo absoluto que está realizando alguno de los elementos
del tipo objetivo o desconocimiento de alguno de los elementos del tipo objetivo. Error e
ignorancia, ambos están considerados en el error de tipo. Se define al error como una
noción falsa sobre algo, y a la ignorancia como la falta de toda noción sobre algo
En este sentido, quien en la comisión del hecho no conoce una circunstancia que pertenece
al tipo legal no actúa dolosamente. Cabe aclarar, que para que haya dolo es suficiente para
el conocimiento la representación de que el propio actuar conducirá posiblemente a la
realización de un tipo. El conocimiento sólo falta por tanto cuando quien actúa no ha incluido
en absoluto en su representación un elemento del tipo.
Establece el art. 34, primer párrafo: "No son punibles: El que no haya podido en el momento
del hecho, ya sea por (...) error o ignorancia de hecho no imputables; comprender la
criminalidad del acto o dirigir sus acciones”
Por ejemplo, si una persona dispara a un espantapájaros pero resulta ser una persona, no
actúa con dolo. Sin embargo, si la persona duda de si tiene delante de sí una persona o un
espantapájaros, pero se aventura y dispara a pesar de todo, se le castiga por delito doloso.
El error de tipo no presupone ninguna falsa suposición, sino que basta con la falta de la
correcta representación.
Errores como tales hay en todos los niveles (tipicidad, antijuricidad, culpabilidad,
punibilidad).
El error de tipo, que se distingue del error de prohibición en que éste último no supone el
desconocimiento de un elemento de la situación descrita por el tipo, sino (sólo) del hecho de
estar prohibida su realización
La diferencia principal entre ambos casos radica en que, en el error de tipo, el sujeto actúa
sin conocimiento de lo que realmente está pasando, es decir, comete un delito o un acto
ilegal pensando que estaba haciendo otra cosa diferente y que era legal, mientras que, en el
error de prohibición, el sujeto es consciente de lo que está haciendo, pero piensa que es
legal.
Ej. fumo marihuana en la calle y digo que está permitido (prohibición) vs. transportaba una
caja que adentro tenía marihuana pero no lo sabía (tipo)
En el error de prohibición directo, el sujeto desconoce la prohibición y actúa pensando que
lo que está haciendo es legal. Un ejemplo de este caso sería un indígena que masca coca
pensando que en España es legal porque en su cultura lo es, pero en realidad aquí no está
permitido. En el error de prohibición indirecto, el sujeto actúa sabiendo que nuestro
ordenamiento prohíbe esa conducta, pero piensa que por unas circunstancias determinadas
puede realizarla. Un caso muy típico de este error es el de un supuesto de legítima defensa:
un sujeto quiere matar a otro, sabiendo que está prohibido, pero piensa que actúa bajo
legítima defensa.
El tipo vencible es aquel error que aplicando el debido cuidado pudo haber sido evitado, por
lo que puede considerarse error imprudente. El tipo invencible es aquel error que aplicando
el debido cuidado no pudo haber sido evitado, ni aun aplicando la diligencia debida (error
«no imprudente»).
Si el error de prohibición es
Conocer los elementos normativos y/o descriptivos implica tener una percepción sensorial
de las circunstancias descriptivas del hecho y una comprensión intelectual de las
circunstancias normativas.
Con respecto a los elementos descriptivos basta con la percepción del elemento. Por
ejemplo, falta el dolo de homicidio cuando alguien no ve que atropella a una persona en la
oscuridad. En las circunstancias normativas del hecho el conocimiento presupone en
cambio su comprensión intelectual. Por ejemplo, quien no ha comprendido que la cosa que
toma es propiedad de otro, sino que se considera a sí mismo su propietario, le falta el
conocimiento de la circunstancia del hecho "ajena".
Distincción entre error de los elementos normativos del tipo y error de subsunsión
En este sentido, la doctrina mayoritaria entiende que para el dolo basta un conocimiento
aproximado de su significado normativo, con una valoración paralela en la esfera del
profano o con conocimiento de la concurrencia en el hecho del significado o sentido social o
del sentido material auténtico del elemento, de modo que si el sujeto no tiene siquiera ese
conocimiento, habrá un error de tipo excluyente del dolo, y si es invencible, también de la
imprudencia; cuando no se da ese error de tipo, estaremos ante un error de subsunción
Si entiende el contenido del significado social, será un error de subsunsión. Ej.: empleado
que comete delito y no sabe que es funcionario >> error de subsunción que no aplica a
excluir el dolo, después pasaría a analizarse como error de prohibición.
Es un error que recae sobre el conocimiento de las normas que complementan el tipo penal
en blanco. Estas son tipos que sólo contienen una norma sancionadora, pero que dejan sin
embargo su integración a otras leyes, reglamentos o incluso actos administrativos
Cabe señalar el caso en donde hay una desviación del curso causal y se aplica el aberratio
ictus. Ejemplo: A fija bajo el coche de B un artefacto o "máquina infernal" que explota al
arrancar el coche. A quiere matar de este modo a B. Contra lo que esperaba A, no viaja con
el coche B, sino su chófer C; éste halla la muerte en la explosión.
Si se parte de la individualización según el lugar y el momento del hecho, hay que apreciar
aquí también un error in persona irrelevante: A quería hacer saltar por los aires al ocupante
del coche y así sucedió también. Por otro lado el caso se aproxima más a la aberratio ictus,
porque aun después del comienzo de la tentativa (la colocación de la bomba) el suceso
extemo se ha "torcido". A pesar de ello es preferible seguir manteniendo aquí también la
imputación del resultado al dolo y apreciar por tanto un error in persona irrelevante y un
hecho consumado. Porque el que C, que está sentado en el coche, muera porque A le lance
una bomba creyendo que se trata de B, o, por el contrario, porque A haya fijado la bomba al
automóvil suponiendo que B y no C montaría en el coche, es una diferencia tan sutil que no
comporta aún un enjuiciamiento jurídico diferente
En el error sobre el proceso causal, el sujeto se equivoca sobre el curso que realmente
sigue el acontecer típico. Se quería causar el resultado, pero se lo termina causando por
otro curso causal. Existe una disparidad entre lo que planeo como actor y lo que termina
sucediendo. Ocurre en los delitos de resultados donde hay una acción, el resultado y el
nexo causal.
Para saber en qué casos es relevante la desviación para incluirlo como error de tipo, y en
qué casos no, lo decisivo es únicamente si la desviación es "esencial" o "inesencial".
Si la desviación del curso causal no afecta al resultado, sino al modo de su producción, será
mucho más raro que impida la imputación al dolo, porque al sujeto le importa por regla muy
general el resultado y no el modo de su producción.
Por ejemplo: A tira a B al agua desde un puente alto con dolo de matar, pero éste no muere
ahogado, como se había representado A, sino por el choque contra la base del pilar del
puente, se cumple el tipo objetivo del homicidio, porque esta clase de muerte es una
consecuencia adecuada del peligro creado por A y puede serle imputada por tanto como
obra suya. Ambas formas de morir eran prosibles de antemano al lanzarle desde el puente y
son equivalentes en relación con el fin perseguido por el sujeto.
En resumen pueden suceder dos casos. En primer lugar, aquellos casos en donde la
desviación del proceso causal que excluye la posibilidad de imputación objetiva del
resultado por ruptura de la necesaria relación de riesgo. Ejemplo: Se quería matar, pero sólo
se hiere, y el herido muere por un accidente que sufre la ambulancia. En este caso, no hay
imputación objetiva del resultado a la conducta inicial, no concurre el tipo objetivo del delito
consumado y subsiste la tentativa.
En segundo lugar, existen los casos en donde la desviación del proceso causal no excluye
la posibilidad de imputación objetiva del resultado causado. Pueden sucederdos cosas, por
un lado, el error será irrelevante si el riesgo concretamente realizado no constituye una
clase de riesgo distinta a la abarcada con dolo directo o eventual (ejemplo: es irrelevante
que el disparo dirigido al corazón dé en otra parte vital, porque ambos riesgos son especies
de la misma clase: matar de un disparo). Por otro lado, hay error relevante si es otra clase
de riesgo (por ejemplo estrangula y hiere, luego lo arroja al agua y muere). En el último caso
se aplica la teoría de dolus generalis.
La aberratio Ictus (o desviación en el golpe), tiene lugar cuando como consecuencia de una
desviación del curso causal, el resultado tiene lugar en un objeto de la acción diferente a
aquel a que el sujeto quería alcanzar. Por ejemplo: A quiere matar de un disparo a B, pero
en vez de a B alcanza mortalmente a C, que estaba al lado.
Se diferencia del error in objecto en que no supone la confusión del objeto por otro, sino
sólo que se yerra la dirección del ataque. Respecto del error en el proceso causal, la
diferencia es que en la aberratio ictus el objeto lesionado es distinto al que se quería
lesionar.
La aberratio ictus puede suceder en dos casos: cuando el resultado causado y el buscado
poseen la misma significación jurídico-penal, y cuando el resultado corresponda a un tipo
distinto al que se perseguía.
En el primer caso, el resultado causado y el buscado poseen la misma significación
jurídico-penal. Ejemplo: se apuntaba a Pedro y se mata a Juan. La discusión tradicional
sobre el tratamiento de este grupo de casos se mueve entre los polos de la teoría de la
concreción y la de la equivalencia.
Cabe distinguir el caso en donde La aberratio ictus ha de excluir también la pena del delito
consumado, según todas las teorías, cuando conduce a un curso causal que cae ya fuera
de lo adecuado. Si A dispara sobre B, la bala no da a B, golpea en una pared, rebota y tras
repetidos choques en otros objetos mata de manera totalmente imprevisible a un transeúnte
a la vuelta de la esquina de la calle, desde un principio sólo se puede castigar a A, también
según la teoría de la equivalencia, por tentativa de homicidio. Pues si las desviaciones
imprevisibles del curso causal impiden la imputación al tipo objetivo, incluso cuando el
objeto al que se dirige la acción resulta finalmente alcanzado, con más razón ha de ser así
cuando la desviación conduce por añadidura a la lesión de otro objeto.
El dolus generalis tiene lugar cuando el sujeto cree haber producido el resultado con la
primera parte de la acción, mientras que en realidad el resultado sólo tiene lugar mediante
la segunda parte de la acción. Por ejemplo: A lesiona a B con dolo homicida, toma
erróneamente por muerta a la víctima inconsciente y, para encubrir el delito, lanza el
supuesto cadáver al agua, donde entonces se produce la muerte al ahogarse B.
¿Qué es la antijuricidad?
Una acción que esté amparada por una causa de justificación es en todo caso conforme a
Derecho. El comportamiento justificado se trata de una conducta conforme a derecho, por lo
tanto, es un comportamiento aceptado como socialmente tolerable sólo en consideración a
su contexto, es decir a la situación de justificación
El art. 34 inc. 3 establece que no son punibles “el que causare un mal por evitar otro mayor
inminente a que ha sido extraño”. En este marco, el estado de necesidad justificante es
quien de manera no participativa y ajena se encuentre padeciendo un mal, pueda evitarlo si
para tal necesidad provoca otro mal de menor entidad que aquel del que se encuentra
amenazado.
Para que se dé este supuesto se tienen que dar los siguientes requisitos: existencia de un
mal; que el bien que se esté queriendo evitar sea “mayor” al que se esté perjudicando por la
acción; que el mal sea inminente; y que el que va a lesionar tiene que ser ajeno a ese mal
que estoy purgando.
En primer lugar debe existir un mal proveniente de la naturaleza o hecho natural, o del
hombre, que ponga en juego un bien jurídico del que causa la acción antijurídica. En
segundo lugar, el mal que se quiere evitar debe ser mayor al mal que se está causando
para evitarlo. En este sentido, coliden dos bienes jurídicos y se debe ponderar para ver si el
mal provocado importa menor intensidad de lesión que el que se encuentra en juego y se
pretende conjurar. En tercer lugar, el mal debe ser inminente, lo que indica que debe estar
por producirse más o menos de manera inmediata. La situación debe ser tal que indique
emergencia. Este peligro debe ser real, porque si no el autor la está obrando bajo un error
de prohibición. En cuarto lugar, el autor debe ser extraño a la producción del mal que lo
amenaza.
Por otro lado, el estado de necesidad disculpante se produce cuando entran en conflicto
bienes de igual valor. En este tipo de estado, el interés sacrificado es del mismo valor que el
salvado (igualdad de bienes jurídicos). Por ejemplo: caso del náufrago que mata a otro en
mar abierto, pues la única tabla que flota sólo puede resistir el peso de uno de ellos, no
pudiéndose exigirle al autor del homicidio una conducta distinta a la de salvar su vida, en
otras palabras, una conducta acorde a la norma. Precisamente la inexigibilidad de otra
conducta en quien actúa en este tipo de estado de necesidad, traslada esta figura dentro del
elemento de la culpabilidad.
Cuando exista colisión entre bienes o derechos desiguales el Estado debe proteger el
derecho superior o más valioso; por tanto, el que sacrifica un derecho inferior para salvar
otro de mayor importancia, no será castigado. Si los derechos en conflicto son iguales no
puede hablarse de justificación, sino sólo de inculpabilidad ya que lo que fundamenta aquí
la irresponsabilidad del agente es la inexigibilidad de conducta distinta.
La legítima defensa es la que resulta necesaria para evitar, en uno mismo o en otro, una
agresión actual y antijurídica. Se afirma que en tanto se está lesionando un derecho del que
se defiende, y dadas las especiales circunstancias en que esto se produce, el atacado no
puede esperar la asistencia del Estado y; por lo tanto, tiene el derecho a ejercer su defensa.
Nadie está obligado a soportar lo injusto.
Quien se defiende se mantiene en su rol de ciudadano contrafácticamente, ante la
defraudación de la norma, y es el agresor el que opta libremente por poner en riesgo sus
bienes en virtud de su conformación errada del mundo normativo. Así, el agresor, al querer
como válido en la generalidad su agresión, se coloca en riesgo
El art. 34, inc. 6° enumera los requisitos de la legítima defensa: "No son punibles (...). El que
obrare en defensa propia o de sus derechos, siempre que concurrieren las siguientes
circunstancias: a) Agresión ilegítima; b) Necesidad racional del medio para impedirla o
repelerla; c) Falta de provocación suficiente por parte del que se defiende"
En primer lugar, la legítima defensa implica como presupuesto que exista una agresión
ilegítima como amenaza de lesión a un bien jurídicamente protegido. Por tal carácter de
definición, la agresión sólo puede provenir de un comportamiento humano reflexivo. La
agresión debe ser antijurídica, lo que en modo alguno exige la configuración de la tipicidad.
No cabe legítima defensa cuando alguien está actuando en legítima defensa u otra causal
de justificación. La exigencia de la ilegitimidad de la agresión importa la posibilidad de
considerar como tal a los comportamientos realizados por niños o inimputables o
inculpables, puesto que aquí existe comportamiento de naturaleza antijurídica.
En segundo lugar, debe haber una necesidad racional del medio para impedirla o repelerla.
El empleo de racionalidad en el medio implica que el comportamiento defensivo es el
necesario y racional para hacer cesar o impedir la agresión. No se trata de ponderar bienes
o males, sino de analizar que el comportamiento defensivo no implique un desarrollo de
capacidad de evitación más allá del necesario para evitar el ataque lesivo.
El art. 35 CP establece: “El que hubiere excedido los límites impuestos por la Ley, por la
autoridad o por la necesidad, será castigado con la pena fijada para el delito por culpa o
imprudencia.”. Por tanto, el exceso tiene como efecto práctico convertir en culposa la
responsabilidad inicialmente dolosa. (siempre y cuando el delito imputado tenga la forma
culposa también). Es decir, si el delito cometido por quien se defendió fue, por ejemplo, un
homicidio y se excedió al defenderse, podrá tener responsabilidad por homicidio pero en su
forma culposa con la respectiva disminución considerable de la pena.
Diferencia de legítima defensa con estado de necesidad
En la legítima defensa debe haber una agresión ilegítima proveniente de una persona
humana. Requiere que sea típica y antijurídica. En estado de necesidad debe solamente
existir un mal que ponga en juego un bien jurídico ajeno, puede provenir del ser humano
como también de la naturaleza o animales.
En estado de necesidad el bien que se esté queriendo evitar sea “mayor” al que se esté
perjudicando por la acción. Debe haber una ponderación de bienes al momento de aplicarla.
En la legítima defensa no es necesario la ponderación de bienes, es suficiente que se esté
atacando un bien jurídicamente protegido.
En ambos debe ser inminente y no debe haber existido una provocación o participación del
que se defiende para la creación de ese mal.
Art. 34 CP - “No son punibles: (...) 7º. El que obrare en defensa de la persona o derechos de
otro, siempre que concurran las circunstancias a) y b) del inciso anterior y caso de haber
precedido provocación suficiente por parte del agredido, la de que no haya participado en
ella el tercero defensor. (...)"
El supuesto que indica el Código Penal hace referencia al tercero que presta ayuda a quien
se defiende habiendo provocado suficientemente quién se comporta conforme al injusto,
pero el citado tercero que presta la ayuda y es ajeno a la provocación actúa conforme a
derecho.
Por ejemplo, el uso de la fuerza por un agente de policía en los supuestos en que está
permitido legalmente.
¿Qué ocurre cuando hay un error sobre los elementos objetivos de la causal de
justificación?
Hay dos soluciones doctrinarias para estos casos: una ubica al error como un error de tipo,
y la otra lo ubica como un error de prohibición.
La primera solución proviene de la teoría de los elementos negativos del tipo. Dicha teoría
establece que tipo y antijuridicidad se funden en un tipo global (o total) de injusto , que
incluye dentro de sí la totalidad de los elementos sustanciales para el juicio de injusto
(elementos positivos y negativos, escritos y no escritos, relevantes para la comisión y para
la omisión). En el análisis del tipo se debe contemplar la parte positiva y la parte negativa.
Con respecto a la parte positiva, los elementos contenidos en las descripciones de los
delitos de la Parte especial han de comprobarse positivamente para que se cumpla el tipo.
Mientras que en la parte negativa, las causales de justificación se convierten en elementos
negativos del tipo en cuanto que su no concurrencia es presupuesto del cumplimiento del
tipo. Por tanto, dicha teoría llega a la conclusión de que las causas de justificación excluyen
no sólo la antijuridicidad, sino ya el propio tipo. Establece que la suposición equivocada de
circunstancias justificantes es un error de tipo que excluye el dolo por aplicación inmediata
y conduce, en su caso, a la punición por delito imprudente.
¿Qué ocurre cuando hay un error sobre los elementos subjetivos de la causal de
justificación?
Ejemplo 1: Una esposa enojada derriba a golpes a altas horas de la noche a un ladrón
armado que estaba abriendo la puerta de la casa, creyendo erróneamente tener ante sí a su
marido de vuelta otra vez de una juerga.
Una concepción anteriormente ampliamente difundida pero hoy defendida casi sólo ya por
Spendel , se fija exclusivamente en si la actuación del sujeto está objetivamente amparada
por una situación de justificación. La citada solución no es ya sostenible como mínimo
desde el momento en que pretende justificar totalmente el hecho del sujeto. Pues es
evidente que quien actúa ha tenido dolo de cometer un delito y lo ha traducido en acciones
ejecutivas. Según la opinión aquí defendida, ya dominante, para la justificación es en
principio suficiente que el sujeto actúe objetivamente en el marco de lo justificado y
subjetivamente con conocimiento de la situación justificante.
UNIDAD VIII. LA CULPABILIDAD
La culpabilidad
¿Qué es la culpabilidad?
¿Cuáles son las condiciones que deben concurrir para afirmar que un autor es
culpable?
Inimputabilidad
Error de prohibición
U
¿Qué es la obediencia debida?
U
UNIDAD X. FORMAS IMPERFECTAS DE EJECUCIÓN DELICTUAL
El iter criminis es el proceso que se desarrolla entre el momento en que nace la idea
criminal y su consumación. Las etapas del iter criminis son:
● ideación
● preparación
● ejecución
● consumación
La ideación es la primera etapa, constituye una operación del sistema cognitivo, ya que se
desarrolla dentro de la esfera del pensamiento del individuo. Consiste en la idea acerca del
plan a desarrollar en la conformación del delito que se llevará a cabo. Dicha etapa es
impune, dado que nunca el mero pensamiento puede generar responsabilidad penal
(principio de reserva - art. 19 CN).
La consumación es la total realización del tipo objetivo del delito. Por consiguiente, se
entenderá que el delito ha quedado consumado cuando reúne todos los elementos que
describe el correspondiente tipo de la parte especial del Código Penal
¿Cuándo se da el comienzo de la ejecución?
La teoría objetivo-material establece que hay comienzo de ejecución cuando el bien jurídico
ha corrido peligro. Por lo que la compra del arma es acto preparatorio porque el bien jurídico
no ha corrido peligro, en tanto que apretar el gatillo sería acto ejecutivo por el peligro que
supone para la vida de la persona contra quien se dirigió el disparo. Dicha teoría considera
que la tentativa es peligrosa (punible), cuando una persona prudente con los conocimientos
del autor, y además los de un observador objetivo en el momento del hecho (ex ante),
habría considerado probable la consumación.
Debe concluirse que las teorías objetivas no permiten establecer una diferencia esencial
entre el acto preparatorio y el de ejecución, pues el peligro como concepto cuantificable no
es adecuado para ello. Entre preparación y tentativa a lo sumo se pueden distinguir grados
de riesgo, pero no peligros cualitativamente diversos.
La teoría individual-objetiva tiene en cuenta, por un lado, el plan del autor (aspecto
individual) y por otro lado, el grado de peligro cercano que para el bien jurídico representa la
acción realizada (aspecto objetivo). Según este punto de vista, acercarse a la víctima sería
acto preparatorio, salvo que hacerlo para disparar el arma forme parte del plan del autor,
caso en el cual debe ser apreciado como acto de ejecución
La tentativa es el tipo que castiga no la consumación del delito, sino aquellos casos en que
el autor ha comenzado a ejecutar una acción con el propósito de consumar un delito y no lo
logra por circunstancias ajenas a su voluntad. En la tentativa no se alcanzan a concretar los
elementos objetivos del tipo, por lo que la conducta no se adecua totalmente a lo que prevé
la norma correspondiente.
Cuando un sujeto es autor de una tentativa su comportamiento merece una pena, pues
aunque no lesionó el bien jurídico, dado que comenzó la ejecución de un delito, puso de
manifiesto un plan criminal.
La técnica legislativa utilizada para castigar la tentativa es prever normas en la parte general
(arts. 42 a 44, CPen.),
Art 42 CP - El que con el fin de cometer un delito determinado comienza su ejecución, pero
no lo consuma por circunstancias ajenas a su voluntad, sufrirá las penas determinadas en el
artículo 44.
Clasificación de la tentativa
Interesa esta distinción porque difieren los requisitos que se exigen en uno y otro caso, para
hacer decaer la pena por el desistimiento del autor (arts. 42 y 43, CPen.). Por otra parte,
aunque en los dos casos se aplica la misma escala de punibilidad, la tentativa inacabada es
menos punible, porque a los fines de la individualización de la pena debe tenerse en cuenta
la extensión del peligro causado (art. 41, inc. 1° infine, CPen.) que es mayor en la tentativa
acabada.
La tentativa idónea se da cuando, en las circunstancias en que fue realizada, la acción del
autor pudo llegar a la consumación, como sucede, por ejemplo, si el veneno aplicado a la
víctima no la mató, porque se realizó un lavado de estómago exitoso.
La tentativa inidónea se da cuando la acción jamás hubiera podido consumar el tipo, por
ejemplo, si la dosis de veneno que utilizó el autor era insuficiente.
Esta distinción es también importante porque mientras una tentativa idónea es siempre
punible (art. 42, CPen.), no sucede lo mismo con las inidóneas pues algunas son punibles y
otras no (art. 44 infine, CPen.)
El derecho vigente ha previsto una atenuación obligatoria, e incluso una exención facultativa
de la pena prevista al autor de una tentativa inidónea (art. 44 infine, CPen.), pero es en
principio punible.
Puede ser inidónea por el sujeto, por el objeto o por los medios.
La tentativa inidónea por el medio se trata de aquellos casos en los que el autor cree estar
utilizando medios aptos para consumar el hecho típico, como por ejemplo, si el autor quiere
matar a su enemigo colocando azúcar en su taza de café. Se presenta aquí el problema de
establecer criterios que permitan: A) incriminar los casos que son merecedores de pena, por
ejemplo, una tentativa de homicidio utilizando una dosis insuficiente de veneno; y B) que
permanezcan impunes las llamadas tentativas irreales o supersticiosas, como, por ejemplo,
el caso del sujeto que reza todos los días rogando a Dios que muera su vecino. En términos
generales, en derecho comparado prevalece el criterio de considerar punible la tentativa
realizada con medios inidóneos e impune la supersticiosa.
La tentativa inidónea por el objeto se presenta cuando el error del autor se vincula con el
objeto sobre el que recae la acción. Por ejemplo, una tentativa de homicidio realizada sobre
un maniquíque el autor confundió con una persona, o una tentativa de aborto cuando la
mujer creyó erróneamente estar embarazada.
Según la teoría del tipo, para estos supuestos de inidoneidad o inexistencia del objeto suele
postularse la impunidad del autor, predicando que la conducta no sería típica. Según este
punto de vista, sólo podría hablarse de tentativa cuando falta la pieza final para la
consumación, lo que no sucedería cuando desde el principio faltan otros elementos del tipo,
como en los casos en que el autor se apoderó de una cosa propia creyéndola ajena. Otras
teorías discuten que se es punible igual, que se debe considerar el punto de vista de un
espectador; si es punible en ese momento, se podrá punir.
La tentativa inidónea por el sujeto se presentan en los delitos especiales propios, porque
exigen una determinada calidad en el autor, como sucede con el prevaricato, pues de
conformidad con la descripción del tipo sólo puede ser cometido por un juez. La doctrina
dominante aprecia a la calidad de autor en los delitos especiales como un elemento de la
antijuridicidad. Consiguientemente, cuando un sujeto que no es funcionario recibe una
dádiva procurando consumar un cohecho, comete un error de prohibición al revés. Se
ofrece como fundamento, que el sujeto que no es funcionario no tiene el deber de
abstenerse de realizar un cohecho pasivo (art. 256, CPen.), aunque crea que esa norma lo
obliga. Su comportamiento no sería una tentativa inidónea punible, sino un delito putativo
impune.
Para que la tentativa sea punible el tipo objetivo exige que estén cumplidas dos exigencias:
1) que exista comienzo de ejecución, y 2) que el resultado no se produzca, toda vez que
requiere que el hecho no se haya consumado por circunstancias ajenas a la voluntad del
autor.
El tipo subjetivo prevé que el autor debe haber tenido el fin de cometer un delito
determinado. No es punible la tentativa en el delito imprudente. La exigencia del dolo como
presupuesto del tipo subjetivo permite concluir que no existe tentativa en los delitos
culposos, lo que es indiscutible en derecho argentino ya que la norma requiere que el autor
haya obrado con elfin de cometer un delito determinado.
En Argentina la escala penal de la tentativa es una escala penal atenuada. Villariño fallo
plenario numero 2, dice que se disminuye a ⅓ el máximo y a la ½ el mínimo. Lo que implica
que al momento de graduar la pena en los casos de tentativa se podrá disminuir la pena
correspondiente al delito consumado de un tercio a la mitad de la pena a aplicar
¿Cuándo se da el desistimiento? Efectos
Opera el desistimiento voluntario para el código penal cuando el delito no se consuma por la
propia voluntad del autor, quien de esta manera o bien deja de obrar en la comisión del
hecho punible aun no finalizado o evita la producción del resultado por acciones comisivas
tendientes a evitarlo. La tentativa de delito puede desistirse mientras objetivamente no
exista para el autor una imposibilidad de consumación, si la consumación se hubiere vuelto
imposible entonces no habrá desistimiento.
Desde que aún no ha creado todas las condiciones necesarias para la producción del
resultado, en la tentativa inacabada es suficiente que el autor interrumpa el comportamiento
delictivo, en virtud de una renuncia voluntaria y definitiva a seguir realizando el hecho que
había comenzado a ejecutar
Autoría
Tipos de autoría
Definir coautoría
Participación
¿Qué es la participación?
Tipos de participación
¿Qué es la instigación?
¿Qué es la complicidad?
U
UNIDAD XII. CONCURSOS DE DELITOS
Al autor que ha cometido un delito le corresponde una pena, por lo que sólo cuando el
sujeto realiza más de un delito, pueden plantearse acumulaciones de penas. Sólo es posible
imponer varias penas cuando al autor se le pueden imputar distintos delitos, porque ha
realizado diversas acciones.
Los supuestos de pluralidad o posible pluralidad de delitos a analizar pueden dividirse en las
siguientes categorías:
A. Concurso aparente: hay un delito único y un único encuadre típico, razón por la cual
existe un solo tipo a aplicar. Ello puede darse mediante la aplicación de un tipo
individual que recepta comportamientos aparentemente plurales o la existencia de
relaciones típicas de exclusión entre varias figuras típicas, que hacen que, frente a
un hecho, unas excluyan a las otras hipótesis. Estas hipótesis o casos se
caracterizan por que se nos presentan en apariencia como un concurso cuando en
realidad existe un solo delito.
B. Concurso ideal: existencia de un único hecho, que sería tipificado o caería en el
Código Penal bajo más de un tipo o sanción penal.
C. Concurso real: existe una pluralidad de hechos independientes con encuadramientos
típicos correspondientes a cada uno de esos hechos, existiendo proporcionalidad en
tal sentido.
Esclarecer la índole del concurso que se presenta en un caso tiene directa incidencia en la
escala penal aplicable, pues permite determinar el máximo y mínimo de la pena, ya que si el
concurso es:
A. Aparente, procede la exclusión de las penas previstas en los tipos excluidos, los que
no tienen incidencia alguna.
B. Ideal, se aplica solamente la escala que fijare pena mayor, con lo que el delito
menos grave sólo incide dentro de ese marco, es decir para la individualización
judicial de la pena.
C. Real, la pena aplicable tiene como mínimo, el mínimo mayor, y como máximo, la
suma resultante de la acumulación de las penas correspondientes a los diversos
hechos (art. 55, CPen.), suma que no puede exceder de cincuenta años de reclusión
o prisión.
Así Sucede, por ejemplo, con la acción de quien se apodera de una cosa mueble utilizando
violencia contra la víctima, que además de estar contenida en la descripción del tipo de robo
(art. 163, CPen.), parece además realizar los tipos de hurto (art. 162, CPen.) y lesiones (art.
89, CPen. En ese ejemplo, el robo (art. 163, CPen.) es el tipo principal o primario, en tanto
que los desplazados (arts. 89 y 162, CPen.) son tipos residuales o secundarios
En la exclusión por especialidad, hay dos normas que tienen relación de género a especie,
cuando una de ellas reproduce todos los recaudos de la otra, más un elemento adicional
que la torna preferente por su mayor especificidad. Resulta aplicable la norma especial. Por
ejemplo, quien mata a su padre realiza simultáneamente el tipo básico de homicidio (art. 79,
CPen.) y el agravado de parricidio (art. 80, inc. 1°, CPen.), pero en virtud del principio de
especialidad al autor sólo se le imputará el segundo tipo.
Una norma penal es subsidiaria cuando su aplicación está supeditada a que el hecho que
prevé no esté contenido en otra disposición que establece una pena mayor. Así, un tipo es
subsidiario de otro principal cuando ambos describen distintos grados de afectación del
mismo bien jurídico, de modo que se aplica exclusivamente el más grave, procediendo la
exclusión por subsidiariedad del tipo menos grave.
La subsidiariedad es expresa cuando el texto legal contiene una norma supeditada a que no
se aplique otra que contiene un delito más grave, como sucede con el tipo de violación de
domicilio cuya pena se aplica si no resultare otro delito más severamente penado (art. 150,
CPen.). Hay subsidiariedad tácita cuando debe ser deducida como consecuencia de una
interpretación del sentido y alcance de dos tipos, como sucede con los tipos de peligro
(estadio previo) con relación a los de lesión (forma más intensa de tutela), porque se trata
de un mismo ataque delictivo. Así, por ejemplo, la incriminación de quien conserva en su
poder materias o instrumentos conocidamente destinados a cometer una falsificación (art.
299, CPen.), es subsidiaria respecto de la falsedad documental (art. 292, CPen.).
Existe un concurso propio cuando los distintos tipos legales configurados se aplican en
forma conjunta y no alternativa, por lo que no se excluyen recíprocamente, sea porque una
acción realiza más de un tipo (concurso ideal); o porque varias acciones realizan más de un
tipo, o más de una vez el mismo tipo (concurso real).
La absorción es el principio que rige en los casos de concurso ideal, en los que como hay
unidad de acción debe aplicarse sólo la pena del delito más grave, por lo que la incidencia
del otro tipo está limitada únicamente a la individualización judicial.
La norma de derecho argentino que prevé el concurso real sigue el criterio de combinación.
Los supuestos de concurso real son resueltos en el derecho vigente (art. 55, CPen.)
mediante una escala combinada, cuyo límite inferior es el mínimo previsto para el delito
mayor, y cuyo tope es la suma de los máximos, no pudiendo nunca superar los cincuenta
años de reclusión o prisión.
Art. 54 CP: “Cuando un hecho cayere bajo más de una sanción penal, se aplicará solamente
la que fijare pena mayor.”
Existe concurso ideal cuando un hecho cayere bajo más de una sanción penal, lo que
presupone que los tipos penales involucrados no se excluyan entre sí. En consecuencia,
hay concurso ideal cuando una acción realiza varios tipos penales.
Para que haya concurso ideal debe haber: unidad de acción y pluralidad de normas. Se
requiere una única acción con entidad para lesionar una pluralidad de leyes, siendo
suficiente que los distintos tipos contengan aspectos parciales de la conducta. También la
acción debe producir una pluralidad de lesiones de la ley penal.
Para la punibilidad del concurso ideal, el derecho vigente utiliza el principio de absorción, ya
que dispone la aplicación de la pena mayor. Como ha habido una sola conducta, no
corresponde acumular ni combinar las penas previstas para cada delito como ocurre en el
concurso real. Se impone, en consecuencia, sólo una pena, que surge de la norma que
contiene la amenaza penal más grave. Si los máximos son iguales, prevalece el mínimo
mayor.
Art. 55 CP: “Cuando concurrieren varios hechos independientes reprimidos con una misma
especie de pena, la pena aplicable al reo tendrá como mínimo, el mínimo mayor y como
máximo, la suma aritmética de las penas máximas correspondientes a los diversos hechos.
Sin embargo, esta suma no podrá exceder de (50) cincuenta años de reclusión o prisión”
Hay concurso real cuando el autor cometió varias acciones punibles que dan lugar a un solo
proceso penal.
Cada acción por separado constituye un delito autónomo, pese a lo cual nuestro sistema
nunca estuvo orientado por el principio de acumulación, sino por el de combinación.
Tratándose de hechos reprimidos con una misma especie de pena, si bien la norma (art. 55,
CPen.) estableció la acumulación de los máximos previstos para cada delito, también previó
que la suma no puede exceder del máximo legal previsto para la especie de pena de que se
trate.
Así, por ejemplo, ante la concurrencia de tres delitos, reprimidos (i) con prisión de uno a seis
años. (ii), de cinco a quince años, y (iii) de ocho a veinticinco años; la escala resultante de la
aplicación del Código de 192] suponía un mínimo de ocho años de prisión (el mayor de los
mínimos), y un máximo que no podía superar los veinticinco años de prisión, pues era el
máximo fijado para esa especie de pena, aun cuando la suma supere esa cantidad.
Si concurren hechos reprimidos con penas divisibles de reclusión o prisión, rige el principio
de absorción en cuya virtud se aplica la pena más grave, teniendo en cuenta la pena menor.