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LA RESPONSABILIDAD PROFESIONAL

DE LOS SÍNDICOS

por Agustina Noguer

Sumario: 1. Introducción. 2. La responsabilidad en sus distintas esferas. 3. Remoción


del síndico. 4. Apercibimiento o multa como sanción. 5. Multa. 6. Aspectos pro-
cesales. 7. Auto de remoción: apelabilidad. 8. Responsabilidad penal. a) Comisión
por omisión. b) La pena. 9. Responsabilidad civil. 10. Conclusión.

1. Introducción
En el marco de los procesos universales (concurso preventivo y
quiebra), vamos a encontrar a los denominados “auxiliares de justicia”,
entre los que se desarrolla la figura del síndico, auxiliar fundamental
cuyos deberes y facultades se encuentran plasmados en el artículo 275
de la ley 24.522, y de cuyo órgano desarrollaremos su respectiva res-
ponsabilidad profesional.
Para comenzar con el presente tema, podemos conceptualizar a la
figura del síndico como el funcionario público de los juicios concursales
que tiene atribuciones inderogables e indelegables, legalmente esta-
blecidas, responsable de sus actos cuya actuación se realiza en beneficio
de la ley y de la administración de justicia.
En cuanto a la indelegabilidad de la función, el artículo 252 de la
ley 24.522, expresa que tanto el síndico como los demás funcionarios
del concurso deben actuar de manera personal tanto en el concurso
preventivo como en la quiebra. Esta “actuación personal” se extiende

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incluso a aquellos actos que deban realizarse fuera de la actuación del


juzgado, aunque la doctrina y jurisprudencia contemplan los siguientes
supuestos:
a) Si no existen fondos para atender los gastos de traslado y/o
estadía, o por alguna otra razón justificable no se pudiera llevar
adelante la misma, puede solicitarse, al agente fiscal de la ju-
risdicción por medio de rogatoria al juez competente.
b) En este supuesto, el juez también puede autorizar la realización
de la tarea por un apoderado, cuyos gastos estarán a cargo del
concurso.
Claramente, la delegación de las funciones sin autorización previa
constituye un grave incumplimiento a los deberes del síndico.
Irrenunciabilidad de la función: en principio la función del síndico
es irrenunciable, siendo la misma admisible sólo cuando exista causa
grave que impida su desempeño.
En este orden de ideas, y a fin de arribar a la definición ut supra
mencionada, se desarrollaron diferentes teorías: teoría de la represen-
tación, en la que se considera que el síndico tiene una función omni-
comprensiva, siendo éste representante del deudor, los acreedores y
delegado del juez (conforme Segal), y cuyo antecedente relevante lo
encontramos en la ley 11.719.
Por otra parte la teoría organicista, el síndico es un órgano del
concurso, que se inscribe en la órbita de la administración de justicia,
por lo cual no tiene representación ni mandato específico, sino fun-
ciones que cumplir en la extensión y grado que la ley ha previsto.
En este sentido, y a efectos de identificar si el síndico es o no
funcionario público, para determinar el alcance de su responsabilidad,
nos adentraremos al Derecho Penal.
La misma norma sustantiva refiere al concepto de funcionario pú-
blico en distintos tipos legales, en especial, el artículo 77 del Código
Penal, que en su parte pertinente dice así: “...todo el que participa
accidental o permanentemente del ejercicio de funciones públicas [...]
por nombramiento de autoridad competente”.
Con lo cual del análisis del texto legal se desprende, que la figura
del síndico sería accidental en el ejercicio de las funciones públicas,

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por nombramiento de autoridad competente. Así lo indica también la


ley 24.522 en sus artículos 251 y 252 al decir: Artículo 251: “Son
funcionarios del concurso el síndico, el coadministrador y los contro-
ladores [...] de la liquidación de la quiebra”. Artículo 252: “Las atri-
buciones conferidas por esta ley a cada funcionario, son indelegables,
sin perjuicio del desempeño de los empleados”.
Esto debe complementarse con el artículo 253 de la misma ley,
donde se regula el procedimiento de designación del síndico.
La doctrina concursal también avala la lectura jurídico-penal de la
calidad de funcionario que reviste el síndico. Esa calificación determina
un régimen específico de responsabilidades: los controladores son, jun-
tamente con el síndico, funcionarios de un proceso judicial, en el cual
su cometido auxilia la función de la jurisdicción.
Algunos doctrinarios consideran que la ley habla de funciona-
rios del concurso y no de funcionarios públicos, por ende le niegan
una correspondencia plena, no obstante ello, este mismo pensamiento
acepta que, como las funciones del síndico son eminentemente pú-
blicas, la extensión de la idea podría asimilarse. Es decir, terminan
aceptando por extensión la investidura de funcionario público en el
síndico.
Atento lo ut supra expuesto, podemos arribar a la conclusión de
que la función del síndico no es representar sino cumplir con las
obligaciones que la ley le impone dentro de la órbita de su compe-
tencia; no defendiendo el interés de los acreedores sino el de la masa,
entidad compleja que involucra intereses contrapuestos entre acree-
dores entre sí y con el deudor, siempre dentro del marco de aplicación
de la ley.
Prueba de ello es que al ser “funcionario” y no “parte”, las reglas
de los artículos 14 y 18 del Código Procesal, no le conceden legiti-
mación alguna para recusar con causa al juez concursal1.
El síndico es un funcionario del concurso designado por el juez,
de quien es su subordinado a los fines ejecutivos del concurso y sus
funciones están establecidas a través de todo el cuerpo normativo de
la ley, en consecuencia, las acciones que ejerce se establecen en interés

1 Cfr. CNCom., sala D, 25-11-99, in re “Banco Extrader SA s/Quiebra s/Inc.”

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de la ley y no de los acreedores ni del deudor, y su función no es


representar sino cumplir con las obligaciones impuestas en la órbita
de su competencia legal2.
Él es un funcionario con deberes a cumplir impuestos por el plexo
normativo concursal, ya que la ley no instaura representaciones, sino
que atribuye funciones específicas y explicita deberes3.
No obstante ello, cabe destacar que esta función de colaborador
no importa que sea un simple administrador o mandatario sino que
implica por un lado un plexo de atribuciones o facultades y por otro
de deberes u obligaciones.
Asimismo, debemos señalar que más allá de las atribuciones y
deberes que la ley confiere a los síndicos, la práctica tribunalicia ha
ampliado los mismos, adaptando la normativa legal a las concretas y
complejas situaciones que se han planteado en materia concursal.
El síndico es un funcionario de los juicios concursales, quien tiene
como tal un carácter eminentemente temporario. Las funciones de la
sindicatura culminan o concluyen de dos modos diferentes: normales
y anormales, siendo un modo normal en el concurso preventivo el
cumplimiento del acuerdo4.
Aclarado el rol del síndico en el proceso, cabe señalar que más
allá de lo dispuesto por el artículo 253 de la LCQ, es en el ámbito
local donde se establecen las pautas para el desempeño de los síndicos.
En cuanto al modo de designación de la sindicatura y a sus clases,
debemos decir que la ley 24.522 introdujo una novedad al clasificar
la misma en plural y singular. Esta modificación al régimen de síndicos,
es fundamental, si tenemos en cuenta que en la resolución de apertura
el magistrado va a fijar la fecha para el sorteo del síndico, y correla-
tivamente va a determinar qué clase de sindicatura habrá de desinsa-
cularse (decisión inapelable).
Asimismo, la ley 24.522 dispone que en el concurso preventivo
el síndico cesa en sus funciones con la homologación del acuerdo
2 SCJBA, 21-4-98, “Monte Paco SA c/Buenos Aires Building”, L. L. B. A.

1999-1129; E. D. 182-342.
3 “Banco Credicoop Cooperativo Limitado c/Valmar SA s/Incidente de revisión”,

D. J. B. A. 165-179, a.1.
4 SCJBA, 11-7-2001, “CIRA SRL s/Concurso preventivo”, Ac. 79.758.

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La responsabilidad profesional de los síndicos

(art. 59, LC), salvo que se trate de un pequeño concurso, situación


en la cual tiene a su cargo el contralor del cumplimiento, por lo
que su función termina con la declaración de haber sido cumplido el
acuerdo5.
Antes de abocarnos a desarrollar el tema de la responsabilidad,
debemos decir que en el ámbito de la Capital Federal rige la Acordada
de la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial6, así
como también la resolución 57/83 del Consejo Profesional de Ciencias
Económicas de la Capital Federal, y en todo el país la ley 20.488 (ley
federal sobre profesionales de las Ciencias Económicas). Todo ello
sin perjuicio de lo dispuesto por las respectivas alzadas de los tribunales
de todo el país, en uso de sus facultades superintendenciales.
Dicho esto abordaremos la responsabilidad profesional del síndico,
haciendo un breve relato histórico en relación con el régimen disci-
plinario, el cual no sólo será de naturaleza concursal, sino que el mismo
quedará sujeto a posibles sanciones civiles y/o penales, dependiendo
el tipo de omisión u acción cometidos por el síndico y su correlativa
consecuencia.
Cronológicamente esta materia se regía por el antiguo Código de
Comercio, y luego por la ley 4156, en la que no existía un régimen
disciplinario propio, al margen de la responsabilidad civil o penal que
dicha conducta podía originar.
Con lo cual, recién con la promulgación de la ley 11.719, se es-
tableció un régimen disciplinario al incorporar la suspensión y la re-
moción ante el mal desempeño, falta grave por parte del síndico.
Pero recién con la promulgación de la ley 19.551, se incorporó el
concepto de Negligencia en el desempeño de la función de síndico,
como una conducta pasible de sanción.
Debemos destacar que este régimen se encuentra vigente en la
actualidad, y lo encontramos contemplado en el artículo 255 de la
ley 24.522.
Para adentrarnos en el tema de la responsabilidad, podemos entender
5 Conf. RIVERA, Julio César, Instituciones de Derecho Concursal, Rubinzal-Cul-
zoni, Santa Fe, 1996, t. I, p. 158; SCJBA, 11-7-2001, “CIRA SRL s/Concurso pre-
ventivo”, Ac. 79.758.
6 En pleno del día 27-9-95.

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Doctrina

ésta como una modalidad de la responsabilidad civil, caracterizada


porque los hechos o presupuestos de que deriva pertenecen a la acti-
vidad propia, en este caso a las funciones que la ley le asigna. La que
debe ser cumplida con eficiencia y conforme a los fines para los que
fue creada.
Por ende, su incumplimiento apareja la aplicación de sanciones
que deberán ajustarse a diversos factores, tales como los antecedentes
del caso, la actuación del funcionario, su conducta, la gravedad del
hecho imputado, la razonabilidad en la aplicación de la sanción en la
que debe encontrarse subsumida la regla de gradualidad y proporcio-
nalidad7.
Con lo cual, en cuanto a las funciones del síndico podemos decir
que controla la actividad del deudor (arts. 15 a 17, ley 24.522) y
audita contablemente todo el proceso de verificación del crédito, mien-
tras que en la quiebra administra el patrimonio del fallido (arts. 109,
110, 142 y ss., ley 24.522), audita en el proceso de verificación y
tiene funciones de liquidador (arts. 203 y ss., ley 24.522).
En el proceso de quiebra, el síndico tendrá una responsabilidad
mayor, y de manera enunciativa podemos enumerar:
a) la administración de bienes del fallido;
b) la toma de posesión de los mismos;
c) la contratación para la conservación de dichos bienes;
d) la incautación de los libros de comercio y documentación;
e) la conservación adecuada de los bienes de terceros;
f) el cobro y percepción de créditos que benefician al fallido;
g) la venta de bienes;
h) la concreción de locaciones u otros compromisos sobre bienes
desapoderados;
i) la distribución de fondos del concurso entre acreedores quiro-
grafarios y privilegiados, entre otras.

7 Conf. CNCom., sala F, 22-6-2010, “Pérez, José Luis s/Concurso preventivo

s/Incidente de remoción”; en igual sentido, sala B, 6-3-95, “Zadicoff s/Quiebra”, L. L.


1995-D-566; íd., 23-3-94, “Canale, Rodolfo s/Quiebra”, dict. fiscal 60.884; sala C,
30-11-95, “Tex-tail SRL s/Inc.”, dict. fiscal 74.055; íd., 31-8-99, “Crawford Keen y
Cía. s/Quiebra” del 20-2-92.

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La responsabilidad profesional de los síndicos

En relación con la responsabilidad y su consecuente penalidad, el


artículo 255 de la ley 24.522, párrafo III, señala a la negligencia, falta
grave o mal desempeño de sus funciones, como causales de remoción
del síndico en la quiebra, remoción que causa la inhabilitación para
el desempeño del cargo de síndico por el término que indica la norma,
y puede importar también la reducción de los honorarios a regularse
por su desempeño, entre un 30% y 50%.
Para poder hacer un análisis puntual de la conducta del funcionario,
vamos a abordar los conceptos de negligencia, falta grave y mal de-
sempeño.
Cabe destacar que si bien la ley califica de grave sólo a la falta
(no así a la negligencia ni al mal desempeño), la realidad es que en
los tres supuestos debe darse esa gravedad que acarree la sanción y
teniendo en cuenta las disvaliosas consecuencias que ocasiona.
La negligencia se configura por medio de un dejar de hacer aquello
a que se está obligado por disposición del juez o de la ley, en el modo,
tiempo y lugar en el que se debe hacer. Se trata de una conducta
caracterizada por el abandono y la dejadez, la mora y la desatención
en el cumplimiento de los deberes pertinentes8.
Se trata de una conducta omisiva, de abandono y dejadez en atención
a deberes judiciales, administrativos, de información, etcétera. No tiene
necesariamente que ocasionar perjuicio; basta la situación de peligro
que provoca la mencionada conducta, ya que, siendo funcionario, el
síndico debe cumplir sus deberes de modo diligente, atento, indelegable
y, además, indeclinablemente9.
El mal desempeño, en cambio, consiste en un hacer inadecuado,
vinculándose así con el cumplimiento defectuoso.
No se trata de un “no hacer” o “hacer fuera de tiempo” la tarea,
sino de llevarla a cabo de manera formal, pero desenfocada respecto
de lo que la ley exige, ya sea de modo expreso, ya a través de la
finalidad implícita10.
Un ejemplo de ello sería presentar el informe individual del ar-
8 Conf. SEGAL, R., Sindicatura concursal, Depalma, Buenos Aires, 1978, p. 253.
9 C1ªCCom. de Mar del Plata, sala I, 3-6-2003, “Vianni, Néstor Hugo s/Quiebra”.
10 Conf. RUBÍN, M., Régimen disciplinario de los síndicos concursales, en E. D.

del 18-4-2000.

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Doctrina

tículo 35 de la ley, sin el respaldo documental correspondiente, o no


fundar las opiniones que lo sustentan.
Finalmente la falta grave se comete transgrediendo una prohibición,
que puede ser explícita o implícita en la ley. Se trata de una conducta
antijurídica, activa y concreta de peligro o daño. Situación por ejemplo
que se da cuando emita una opinión desfavorable, cuando debía ex-
cusarse.
La conducta del síndico, para ser pasible de cualquiera de las san-
ciones previstas en la ley, no necesariamente debe ocasionar perjuicio.
Basta la situación de peligro que ella provoca, ya que, por su calidad
de funcionario de la administración pública, le incumbe cumplir con
las obligaciones de modo diligente, atento, indelegable e indeclinable11.

2. La responsabilidad en sus distintas esferas


En cuanto a su responsabilidad, Argeri lo circunscribe a las si-
guientes esferas:
Civil: las cuales vienen regladas por los principios comunes del
Derecho Civil.
Profesional: derivan de la aplicación de sanciones que lo inhabilitan
para el desempeño de la función de síndico (por ej.: remoción).
Penal: quedan sujetos a las disposiciones del Código Penal.
Jerárquico-disciplinarias: llamada de atención, suspensión, entre
otras, las cuales se originan en las facultades ínsitas al órgano juris-
diccional para hacer cumplir al síndico los deberes a su cargo.
Corresponde la sanción: a) cuando se solicita postergación de la
junta, luego de vencido el plazo de ley sin haber presentado el informe12;
b) cuando su actuación es dubitativa y poco clara motivando injusti-
ficado retraso en el procedimiento13; c) por presentar informe incom-
pleto14; d) por no haber valuado el activo del concurso con prudencia15;

11 CCCom. de San Martín, sala II, 22-8-2000, “Carballo, Eduardo Alberto s/In-

cidente de remoción de síndico”.


12 CNCom., sala B, 14-6-56, L. L. 83-247.
13 CNCom., sala A, 16-12-58, L. L. del 6-9-59, fallo 2421-S.
14 CNCom., sala B, 9-12-59, L. L. 99-98.
15 CNCom., sala A, 29-12-59, L. L. 99-398.

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La responsabilidad profesional de los síndicos

e) por no mantener el recurso ante la Alzada16; f ) por presentación


tardía del informe agravado por excusa torpe ante la Alzada17; g) cuando
el síndico luego de la quiebra entregó a terceros libros del fallido18;
h) por haber dado explicaciones insuficientes para justificar su negli-
gencia19; i) por presentación del informe deficiente que impuso al juez
postergar la junta20; j) por negligencia, así como por falta de aceptación
del cargo21.
Ética: La misma constituye la base de todo proceso profesional sano
y decoroso. Así el síndico podrá proceder en forma digna, leal, veraz
y de buena fe. Para ello no deberá prestarse a simulaciones de ninguna
especie, no firmará informes, pericias, dictámenes, ni certificaciones
que no hayan sido preparados o revisados personalmente o bajo su
directa vigilancia, asegurando la corrección de sus manifestaciones y
su obrar con total independencia de criterio. Estos criterios serán ex-
puestos en forma clara, precisa y objetiva, en afán de colaboración
(auxilio) al juez, consignando en lo posible la fuente de donde fueron
extraídos los datos y demás elementos utilizados para su formulación.
No deberá usar la técnica para distorsionar la realidad, porque pre-
cisamente la verdad será una norma permanente de conducta. La di-
ligencia, competencia y genuina preocupación serán estandartes siem-
pre altos en defensa de los legítimos intereses que le han sido confiados.
En todos los casos será un fiel vocero de la aplicación de la ley,
disposiciones reglamentarias y las resoluciones del Consejo Profesional
de Ciencias Económicas. En este ámbito, la actuación del síndico será
revisada por sus pares.
En los supuestos de responsabilidad por negligencia, falta grave o
mal desempeño del síndico en los concursos, tres son las sanciones
previstas por nuestra ley 24.522, a saber: remoción –en los casos más
graves–, apercibimiento o multa22.
16 CNCom., sala B, 19-10-60, L. L. 101-941.
17 CNCom., sala B, 9-8-61, J. A. 1962-I-126.
18 CNCom., sala C, 16-3-62, L. L. 108-930, fallo 8452-S.
19 CNCom., 8-11-39, L. L. 16-698.
20 CNCom., sala B, 21-3-56, Gac. Foro 219-67.
21 CNCom., Superintendencia, 6-4-56, Gac. Foro 219-174.
22 CCCom. de Lomas de Zamora, sala I, 20-2-2003, “ETV SA s/Concurso pre-

ventivo s/Inc. de apelación”.

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Doctrina

Dichas sanciones no son acumulables y no pueden ser impuestas


al mismo tiempo, sin perjuicio de que quien haya sido sancionado con
apercibimiento o multa, sea removido por hechos nuevos23.
Con relación al poder jurisdiccional sólo puede, dentro del régimen
concursal, hacer uso de modo reglado de la posibilidad sancionatoria
concreta que demande la naturaleza del acto antijurídico, por lo cual
no es discrecional, salvo, únicamente, respecto a la graduación de la
pena misma24.
Cuando la aplicación de la sanción se motiva en la actitud “negli-
gente” del profesional en el desempeño de su función sindical, tal
calificación –genéricamente– consiste en omitir hacer aquello a lo cual
se estaba obligado, por la ley o por el juez en las particularidades de
tiempo, modo y lugar en que debía efectuarse, vale decir, se trata de
una conducta omisiva, de abandono y dejadez en atención a deberes
judiciales, administrativos, de información. No tiene necesariamente
que ocasionar perjuicio; basta la situación de peligro que provoca la
mencionada conducta, ya que, siendo funcionario, el síndico debe cum-
plir sus deberes de modo diligente, atento, indelegable y, además, in-
declinablemente25.
Es correcto regular las sanciones, teniendo en cuenta la trascen-
dencia funcional de la sindicatura y el hecho de que la exigencia legal
de idoneidad profesional (título y antigüedad: art. 253, LCQ) es un
elemento de agravación de la responsabilidad por el mayor conoci-
miento de los hechos y las consecuencias que aquélla presupone26.
Las sanciones no son acumulables y no pueden ser impuestas al
mismo tiempo, sin perjuicio de que quien haya sido sancionado con
apercibimiento o multa, sea removido por hechos nuevos27.
La ley 24.522 –en la que se fundamenta la sanción al profesio-
nal– conserva identidad en los aspectos señalados con la anterior ley

23
CCCom. de Lomas de Zamora, sala I, 20-2-2003, “ETV SA s/Concurso pre-
ventivo s/Inc. de apelación”.
24 SCJBA, 11-7-2001, “CIRA SRL s/Concurso preventivo”, Ac. 79.758.
25 C1ªCCom. de Mar del Plata, sala I, 3-6-2003, “Vianni, Néstor Hugo s/Quiebra”.
26 SEGAL, ob. cit., p. 247.
27 CCCom. de Lomas de Zamora, sala I, 20-2-2003, “ETV SA s/Concurso pre-

ventivo s/Inc. de apelación”.

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La responsabilidad profesional de los síndicos

(art. 255, ap. 2)28, y si bien el nuevo régimen ha introducido reformas


en lo que a la actuación y poderes de los acreedores se refiere, no ha
cambiado las responsabilidades y el carácter de la actuación de la
sindicatura.
No sólo se mantienen las sanciones de remoción y multa, sino que
se agrega la reducción de la remuneración como un elemento más
para reprimir la negligente o dolosa actuación del síndico (art. 255,
ley 24.522)29.

3. Remoción del síndico


Esta sanción máxima sólo se aplica en aquellos supuestos expre-
samente previstos (art. 279, ap. 2, ley 19.551) de negligencia, falta
grave o mal desempeño.
Ontológicamente, están asimilados al fin de su encuadramiento pu-
nitivo dentro del juicio concursal. Tienen tales conductas antijurídicas
identidad punible, descartándose para ellas las sanciones de multa y
apercibimiento30.
Una de las causas por las que el síndico de un concurso puede ser
removido es la negligencia, concepto que ya hemos definido con an-
terioridad.
Las situaciones a que dan lugar los presupuestos legales (negligen-
cia, falta grave o mal desempeño) hacen viable la remoción, porque
los mismos tienen igual entidad ontológica a los fines queridos por el
legislador.
Éstas son figuras que, al igual que los delitos, se presentan como
acciones típicas, antijurídicas, culpables y sometidas a condiciones ob-
jetivas de punibilidad.
Cabe señalar que la sanción máxima sólo se aplica en aquellos
supuestos expresamente previstos por la ley.
Al margen de la remoción, hemos señalado que además se puede
adicionar una reducción de hasta un 50% en sus honorarios.
28 SCJBA, 11-7-2001, “CIRA SRL s/Concurso preventivo”, Ac. 79.758.
29 CCCom. de Mar del Plata, sala III, 14-11-95, “Farmacia Central 12 SCS
s/Quiebra”.
30 SCJBA, 11-7-2001, “CIRA SRL s/Concurso preventivo”, Ac. 79.758.

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Doctrina

Esta sanción accesoria ha sido criticada al considerar el carácter


alimentario de los honorarios.

4. Apercibimiento o multa como sanción


Las situaciones que dan lugar a la aplicación de sanciones menores
(apercibimientos o multa) no están mencionadas en forma “expresa”
por la ley, pudiendo rescatárselas por inferencia y así, podrán aplicarse
cuando la falta cometida por el síndico sea leve, o cuando no existiendo
ni negligencia, falta grave o mal desempeño en las funciones, se pro-
duzcan violaciones de cargas o deberes procesales sin mayor trascen-
dencia, propias del derecho adjetivo, o bien dentro de las de índole
estrictamente concursal en cuanto sean de escasísima significación31.

5. Multa
La negligencia exhibida por la funcionaria al no cumplir con la
fundamentación requerida por el artículo 35 de la ley 24.522 debe
ponderarse por el tribunal, en ejercicio de sus facultades de superin-
tendencia, conforme a los antecedentes del encartado.
Ello así, ante la carencia de antecedentes de sanciones, como
de que aquella negligencia fuere recalcitrante, exhibiendo la persis-
tencia de una conducta contraria a los intereses del concurso, como
asimismo que generara un perjuicio irreparable y de envergadura para
la masa, no cabe remover a la causante, sino aplicarle una multa
(arts. 279, ley 19.551, y 255, ley 24.522)32.

6. Aspectos procesales
En cuanto al aspecto procesal, debemos destacar que la aplicación
de las sanciones disciplinarias tramitarán por vía incidental, garanti-
zándose el debido proceso y el derecho de defensa, con lo cual el
mismo debe ser notificado al síndico a efectos de que pueda realizar

31
CCCom. de Mar del Plata, sala I, 3-6-2003, “Vianni, Néstor Hugo s/Quiebra”.
32
CCCom. de San Nicolás, 25-2-97, “Abella, Timoteo y Rouxel de Abella, An-
gélica s/Concurso preventivo. Incidente de apelación”.

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La responsabilidad profesional de los síndicos

su descargo y en su caso recurrir la sanción, contrariamente al principio


concursal de inapelabilidad de las sanciones concursables.

7. Auto de remoción: apelabilidad


Sin perjuicio de que el artículo 255 de la ley 24.522 prevé sólo la
apelación ante la Cámara de la resolución mediante la cual se remueve
al síndico, dicha apelabilidad debe ser extendida a las demás sanciones
previstas por la misma norma, esto es el apercibimiento y la multa;
en tanto que por las mismas se puede generar un “gravamen irreparable”
en relación con dicho funcionario concursal33.
En el supuesto de que fuere removido el síndico, y esa sanción
quedara firme, éste dejará de ejercer sus funciones en todos los con-
cursos preventivos y quiebras en que hubiese sido desinsaculado, y
será designado, en su reemplazo, un suplente.
Además, el síndico removido será inhabilitado por un período que
puede oscilar entre los 4 y los 10 años, lo cual no importa la pérdida
de los honorarios por las tareas efectivamente cumplidas hasta allí.
En el aspecto de la remoción, es numerosa la jurisprudencia relativa
a la posibilidad de suspender de manera preventiva o provisoriamen-
te al síndico mientras se sustancie su remoción. Si bien la suspen-
sión no se encuentra prevista de manera expresa como sanción autó-
noma, la facultad del juez de suspender al síndico deriva de las fun-
ciones del magistrado como director del proceso. Con lo cual la sus-
pensión del funcionario no constituye una sanción sino una “medida
cautelar”.
Por otro lado, los tribunales han señalado que procede la morige-
ración de la sanción de remoción a un síndico por la multa equivalente
a la remuneración mensual del juez de primera instancia sobre la base
de un criterio de proporcionalidad entre las faltas y la sanción. Esto
puede darse en supuestos tales como la negligencia por parte del síndico
para diligenciar un mandamiento de constatación o incautación en el
domicilio de la fallida, o hubiese demorado la activación de algún
trámite relativo a la enajenación de los bienes.
33 C1ªCCom. de Mar del Plata, sala I, 1-10-2002, “Janik, María C. s/Pedido de

propia quiebra. Rec. de queja”.

535
Doctrina

Con relación a la sanción de remoción, la jurisprudencia ha indicado


que la misma procede, entre otros casos, cuando el síndico hubiese
promovido acciones cuya persecución no continuó, o cuando no in-
virtiera los fondos depositados en la quiebra, lo que causara un perjuicio
económico para los acreedores.
En resumidas cuentas, en la aplicación de cualquiera de las san-
ciones ut supra mencionadas, ante la duda, habrá de jugar a favor del
afectado, puesto que aunque el régimen disciplinario no es ámbito
propio del Derecho Penal, se aplican sus principios basales, sobre todo
los que hacen a la garantía del debido proceso34.
El deber de responsabilidad del síndico es correlativo a la función
que se le asigna, la que debe ser cumplida con eficiencia y conforme
a los fines para los que fue creada. Su incumplimiento, entonces, apareja
la aplicación de sanciones que deberán ajustarse a diversos factores
anteriormente mencionados.

8. Responsabilidad penal
Para hablar de responsabilidad penal debemos adentrarnos en el
concepto de la conducta delictual:
La dogmática jurídico-penal moderna, insiste en que para que el
delito exista debe tratarse de una acción, típica, antijurídica y culpable.
Los posmodernos, como Roxin, sostienen que la misma puede definirse
como la acción típicamente antijurídica y responsable, pues para esta
corriente de pensamiento, no basta con la culpabilidad, sino que además
la pena a aplicar debe tener una función y un fin, debe ser útil, debe
tener un sentido.
Con lo cual, conforme esta corriente, no cualquier conducta humana
es un delito, pero sí puede constituir una infracción a normas de otra
rama del Derecho, ya que no todo el derecho represivo está contemplado
en el Código Penal en forma excluyente. También existe, conforme
Soler y Núñez, el denominado derecho disciplinario que tiene en miras
la tutela disciplinaria de la función administrativa.

34
Arg. mutatis mutandis, CNCom., en pleno, 27-8-88, “Armadores Argentinos SA
s/Calif. Conducta” y art. 3º, CPPN.

536
La responsabilidad profesional de los síndicos

Al exigir la teoría del delito una serie de requisitos para que se


esté frente a un ilícito, es dable señalar que de parte del síndico debe
existir una acción (conducta) y ésta debe ser típica, es decir debe estar
previsto el delito (la conducta) en un tipo penal concreto, siendo a su
vez este antijurídico (es decir jurídicamente reprochable), para –final-
mente– ser culpable, lo cual significa que el sujeto, pudiendo hacerlo,
no se motivó con la norma de prohibición.
Sin perjuicio de lo expuesto, el juez determinará en el caso concreto
si existe la posibilidad de que opere algún principio de oportunidad
(según el Código Procesal) o bien la suspensión del juicio a prueba,
si correspondiere, lo que hará que no se aplique pena o que ésta se
restrinja al cumplimiento de las obligaciones asumidas por el imputado.

a) Comisión por omisión


Los síndicos son llamados por la ley para colaborar en la tarea
judicial, con lo cual tienen tareas de control o vigilancia primordial-
mente y de protección del crédito o la masa (si se quiere esta inter-
pretación).
Rubín señalaba que “el síndico siempre debe informar al juzgado
sobre cualquier actividad que sospeche lesiva para el concurso”.
Con lo cual con relación a las funciones y obligaciones inherentes
al desempeño del cargo de síndico, se va a originar el problema de
la omisión y de la comisión por omisión.
Sin embargo este no hacer, no siempre alcanza para constituir delito,
pues se encuentra ausente alguna de las categorías estructurales que
integran el obrar criminal. Es de advertir, que el delito a analizar puede
o no prever la conducta culposa (por ej.: el robo es siempre doloso),
es decir la presencia o no del dolo. Cuando este dolo no aparece, y
la figura penal prevé la culpa, los propios jueces penales, allí entonces,
se recurre a la vía de la sanción disciplinaria o procesal, juzgando la
actitud del síndico como de negligencia, mal desempeño o falta grave.

b) La pena
Abordaremos este tema, pues es de buen cuño jurídico que los
propios miembros de la justicia se estén hoy preguntando sobre la

537
Doctrina

necesidad de imposición o no de una pena, tornándose para algunos


la cuestión más relevante del Derecho Penal.
Para introducirnos diremos que la polémica sobre fin y función de
la pena, también tiene marcada vigencia. Hegel y Kant fueron dignos
representantes del retribucionismo. Para ellos, la culpabilidad que el
autor carga por el hecho cometido, debe ser retribuida, compensada.
Los cultores de esta posición sintetizaban la propuesta diciendo que
el delincuente ha causado un mal y por ende debía ser retribuido con
otro mal. Se paga un mal con otro mal.
En contra de esta escuela surgió la idea de prevención general, que
apuntaba, mediante la utilización del miedo y la racionabilidad del
hombre, a enseñar a la generalidad de la gente lo que no se debe
hacer. Esta tesis también fue avalada por Feuerbach, creando la teoría
psicológica de la coacción, donde a través de la intimidación se pre-
tendía educar. La prevención general será negativa cuando tienda a
intimidar a quienes están en peligro de cometer similares hechos. Es
como mostrarles una pantalla para que vean lo que les pasa a quienes
cometen delitos. La prevención general positiva (Jakobs) tiende a ase-
gurar la confianza en la norma. El delito violenta la norma y la pena
restablece la confianza en la norma.
De tilde moderno es la teoría de la unión, que combina retribución
con rehabilitación. Entienden estos defensores que la culpabilidad es
la medida de la pena, como límite máximo, pero sí se puede –por
razones preventivas– bajar el mínimo. Dicen: es cierto que los delitos
no pueden quedar impunes, pero también es cierto que la imposición
de pena debe estar justificada... debe tener sentido.
La finalidad que pretende la nueva Ley Penitenciaria 24.660 es
lograr que el condenado adquiera la capacidad de comprender y respetar
la ley, procurando su adecuada y necesaria reinserción social (art. 1º).
Se rescata una visión humanista teniendo en cuenta el fin de prevención
especial.
La pena, debe cumplir una “función” resocializadora y su implan-
tación y ejecución dependerá de la política jurídica del Estado. Pero
¿podrá hacerlo ante quien no se reprochó la conducta lesiva?... Nosotros
insistimos en la búsqueda del sentido, aquel legado que alguna vez
nos dejó el maestro Viktor Frankl.

538
La responsabilidad profesional de los síndicos

9. Responsabilidad civil
En cuanto a la responsabilidad, es considerada responsabilidad civil
aquella que conlleva el resarcimiento de los daños causados, ya sean
por uno mismo o por un tercero por el cual se deberá responder.
Para que pueda llegar a surgir la responsabilidad civil de quien es
síndico, parecería suficiente decir que éste debería haber incurrido en
culpa leve o negligente, teniendo en cuenta que la culpabilidad se
valora en función de diligencia y naturaleza de la profesión que está
siendo ejercida.
Así, la responsabilidad civil de quienes son auditores gira en torno
a la reparación de los daños que se causaron a su cliente o a un tercero
por haber incurrido en negligencia o dolo en ocasión de cumplir su
función.
En cuando al daño patrimonial, podemos mencionar el fallo “Amia-
no”, en el cual al omitir el síndico inscribir en el Registro de la Pro-
piedad del Inmueble la inhibición general de bienes del fallido ordenada
por el juez, produjo un daño patrimonial que no se hubiera producido
si el inmueble no hubiera estado en condiciones de ser adquirido por
el tercero.
Es así que la propia Ley de Sociedades reza en su artículo 296
que los síndicos son solidaria e ilimitadamente responsables por el
incumplimiento de obligaciones que la ley, el estatuto y el reglamento
le imponen; incluso por cualquier daño producido por dolo o culpa
grave, o en virtud de producirse abuso en el desarrollo de sus facultades.
Dicha responsabilidad es de carácter solidario e ilimitado en virtud
de que el síndico responde de manera conjunta con la sociedad o con
los integrantes del resto de los órganos societarios.
La propia ley expresa en su articulado que es el síndico, al igual
que los directores de la sociedad, quien debe conducirse dentro de la
sociedad con rectitud, fidelidad, y todo ello con fundamento en prin-
cipio que acarrea tener que resarcir o reparar los daños que han sido
causados.
Dicha responsabilidad surge a partir de que, quien es síndico de
una sociedad, acepta como tal su cargo no pudiendo entonces extenderse
por los actos anteriores y retroactivos a dicha aceptación.

539
Doctrina

Es por ello que la responsabilidad de quien ejerce el cargo de


síndico suplente comienza desde que éste pasa a tener el carácter de
síndico titular, por lo que podemos decir que el hecho de ser suplente
lo exime de responsabilidad.

10. Conclusión
En resumidas cuentas, el síndico en el ámbito civil debe resarcir
aquellos daños causados por él, ya sea actuando u omitiendo actuar
antijurídicamente cuando a consecuencia de ello se origine un daño,
a su vez esa acción u omisión en el ámbito concursal la podemos
encuadrar dentro del concepto de negligencia, mal desempeño o culpa
grave, la cual teniendo en cuenta la gravedad puede ser pasible de
remoción, apercibimiento o multa, y en cuanto a la aplicación del
ordenamiento penal, sólo será alcanzado si el hecho está comprendido
en algún tipo penal.
Cabe destacar que si bien la reforma del Código Civil y Comercial
aborda el tema de la responsabilidad desde la esfera de la prevención
y posterior resarcimiento, en lo atinente al desempeño del síndico en
el proceso concursal no tuvo mayores cambios.

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