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Resumen de la Sentencia del 19-7-11 de la Sala 8 de la Corte de Apelaciones de Caracas


(Homicidio a título de Dolo
Dolo Eventual) Caso: Muerte del campeón olímpico
olímpico RAFAEL VIDAL
(El caso nunca llegó en Casación al TSJ).
“Corresponde a esta Alzada conocer de la presente causa, en virtud del recurso de apelación
interpuesto por…ROBERTO DETTO REDAELLI, en contra de la Sentencia Definitiva dictada por
el Tribunal Mixto de Primera Instancia, en funciones de Juicio Nº 7 de este mismo Circuito Judicial
Penal, en fecha 17 de julio de 2007 cuyo Texto íntegro fue publicado el 04 de agosto de 2007,
mediante la cual condenó al antes mencionado ciudadano a cumplir la pena de QUINCE (15)
AÑOS DE PRISIÓN, por considerarlo Culpable de la comisión del delito de HOMICIDIO
INTENCIONAL A TÍTULO DE DOLO EVENTUAL”…
HECHOS
“…a las 3:30 de la mañana aproximadamente del día 12 de febrero del año 2005… el accidente se
produjo en el momento que el conductor del vehículo Nº 1, ciudadano DETTO RADAELLI
ROBERTO, transitaba por la Avenida Principal La Trinidad El Hatillo, en sentido Este oeste, y el
conductor del vehículo Nº 2, el cual era conducido por la victima(sic) que en vida respondía al
nombre de RAFAEL ANTONIO CASTRO VIDAL(sic), transitaba por la calle Gamelotal de la
Urbanización La Esmeralda, con rumbo a la avenida Intercomunal con sentido El Hatillo, del
croquis levantado al efecto por el funcionario actuante adscrito a Tránsito Terrestre, una marca de
frenado de 32 metros, antes del punto de impacto, un evento en el cual los dos vehículos
impactan
víctima eny una
el vehículo deldeacusado
trayectoria DETTOconjuntamente
22,10 metros, RADAELLI ROBERTO,
con marcas arrastra al vehículo
de frenado de la
del vehículo
conducido por el hoy acusado y un tercer evento se produce una bifurcación en donde los
vehículos se separan y el vehículo del acusado continúa dejando en su trayectoria marcas de
frenado de 20,50 metros y un cuarto evento en donde el vehículo del imputado continúa con su
recorrido dejado(sic) impreso la marca del neumático trasero derecho en una trayectoria de 18
metros, hasta que culmina su recorrido con un total de 94,60 metros, entre marcas de frenado y
marcas de arrastres(sic).
DEL RECURSO
Los ciudadanos Abogados…actuando en representación del ciudadano ROBERTO DETTO
REDAELLI, ejercieron recurso de Apelación en contra de la Sentencia definitiva dictada por el
Tribunal de Primera Instancia, en funciones de Juicio Nº 7 Mixto de este mismo Circuito Judicial
Penal en fecha
los términos 17 de julio de 2007 cuyo Texto íntegro fue publicado el 04 de agosto de 2007, en
siguientes:
“(…)
Al no quedar probada la conducta volitiva no es posible sancionar por Homicidio Intencional. En
este sentido, no prueba la recurrida – en forma alguna – la existencia del referido dolo eventual,
pues se basa
basa en alusiones relativas a que el acusado: “debió imaginarse las consecuencias
que acarrearía su actitud”, o que “necesariamente debía tener conocimiento de tantos hechos
viales donde pierde la vida gran cantidad de personas…”, sustentando la determinación
determinació n del
supuesto dolo conforme a la posibilidad de representación.
(…)
“La recurrida por si misma excluyó la culpabilidad sentenciada, cuando sus razones jurídicas
pretenden basardebió
que el acusado al dolo eventual en
imaginarse la mera probabilidad
o plantearse de yrepresentación
como posible del hecho,
probable la colisión; esto así
obrando es,
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sobre la falsa base de un apoyo doctrinal, cuando las de mera representación son
precisamente las teorías que la doctrina desechó de forma general; vale decir, las teorías de la
posibilidad o probabilidad caracterizadas por un sentido intelectualista, según el cual basta el
planteamiento de la posibilidad (sobre el resultado) para materializar el conocimiento doloso
(cognición).
Son tesis ampliamente superadas no sólo por razones científicas sino legales. De hecho, el
primer motivo de rechazo acusa su desnaturalización de la misma conducta dolosa, pues,
como quiera que el dolo es cognición más volición, la teoría de marras resulta insuficiente al
pretender basamento en la sola representación que es a su vez cualidad presente en otras
fórmula de culpabilidad. Por ello es que, en crítica a esta teoría, advierte Roxin :
“Habría que estar de acuerdo con esta concepción si realmente fuera cierto que el sujeto ya incluye
en sus cálculos la producción del resultado y se decide contra el bien jurídico protegido siempre que
percibe la posibilidad de la realización de un tipo y a pesar de ello sigue actuando. Pero no es así.
Quien, pese a que se le hace una advertencia, adelanta en forma arriesgada o tira un cigarrillo
encendido, se percata perfectamente de la posibilidad de la lesión de un bien jurídico, pero confía no
obstante en su no producción. La situación de que alguien tenga claramente a la vista una posibilidad,
posibi lidad,
pero (aunque sea por confianza debida, negligencia o ligereza) no cuente seriamente con su
realización, es psicológicamente muy frecuente. Sucede en tal caso que el sujeto echa a un lado la
idea de las posibles consecuencias de su hecho y elude una decisión como toma de postura,
mediante la suposición, la mayoría de las veces no racionalmente fundamentable, de que todo saldrá
bien; precisamente por eso hay que apreciar sólo imprudencia conciente.”. (negrillas y subrayados
nuestros)
“La crítica es clara porque semejante posición, esto es, que apenas bastare el planteamiento
de una posibilidad, de suyo “acaba por negar la existencia de una imprudencia conciente en el
sentido tradicional” , abstrayendo al derecho penal de una realidad psicológica presente en el
hecho de no desearse ni aceptarse el resultado dañino en el marco de múltiples (realmente
incontables) casos de actuación imprudente en los que se confía que el hecho no ocurra, o en
palabras del citado: “…que todo salga bien…”. Y esta abstracción es clara con sólo imaginar
eventos cotidianos donde la conclusión impondría erradamente al dolo eventual, como, por
ejemplo: toda infracción a la luz de un semáforo que conlleva el planteamiento inevitable de un
riesgo, o todo adelantamiento riesgoso en vías y carreteras que, pese a configurar una
actuación de riesgo sobre la que es conciente el conductor, no por ello implican aceptación,
consentimiento, resignación o el deseo de su materialización. Por tanto, el inmerso peligro de la
teoría (aplicada por la recurrida), implica en que toda actuación contentiva de riesgo perceptible
se juzgará
primero como dolosa
el producto si de
de un ella deviene
cuantioso un resultado.
error en cuanto se Yabstrae
semejante
de laaplicación
antedichaes,realidad
pues,
psicológica común; en segundo lugar, incluso ilegal frente a los sistemas jurídicos – como el
venezolano – que prevén sanción específica para la actuación culposa que queda así negada y
mitigada por teorías como la utilizada en el fallo apelado; y tercero, una desnaturalización del
dolo porque éste no implica sólo el hecho de tener presentes posibles consecuencias, sino
también el decidir certera e indubitablemente contra el bien jurídico, elemento volitivo que,
desde luego, no puede estar ausente para el dolo eventual.
Inclusive, contrario al apoyo doctrinario que la recurrida pretende sugerir, el peligro de tal teoría
también lo advierte Jiménez de Asúa al comentar un ejemplo de Gallo, y concluir lo siguiente:
“Piénsese en el muy notorio ejemplo del prestidigitador que lanza cuchillos en torno al cuerpo de otra
personas, o del automovilista que guía a velocidad excesiva en un camino muy concurrido. Ellos – se
dice – prevén cierta posibilidad de ocasionar un resultado dañoso, pero fiando en su habilidad tienen
plena convicción de que ese resultado no se producirá. Más, esto significa que el agente ha excluido
de la propia conciencia la posibilidad de que el resultado se verifique (…) No podemos aceptar la
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probabilidad o posibilidad; es decir, la mera representación, como fundamento y esencia del dolus
eventualis, porque, como hemos dicho varias veces, la representación de lo meramente probable (o
posible) desnaturalizaría el concepto del dolo y el dolus eventualis…” . (negrillas y subrayados
nuestros)

También advierte Muñoz Conde y Mercedes García de Arán , que:


“Contra la teoría de la probabilidad se afirma que deja sin valorar una parte esencial del dolo: el
elemento volitivo y que, por otra parte, no siempre la alta probabilidad de producción de un resultado
obliga a imputarlo a título de dolo (piénsese por ej., en las intervenciones quirúrgicas de alto riesgo o
en la conducción de vehículos de motor a gran velocidad en una carretera de coches o motos…”.

Contiene la misma crítica Jescheck , al decir: “…la mayor o menor probabilidad de realización del tipo
no proporciona ninguna frontera sólida entre ambas formas de culpabilidad [dolo eventual ó culpa
conciente]…” E igualmente Mir Puig : “…para afirmar la presencia de dolo no basta con el
conocimiento de la peligrosidad de una acción, sino que es preciso probar la concurrencia de una
voluntad. Aquel conocimiento concurrirá también en la culpa conciente.”

Esto lo confirma Jakobs :


“se debe tratar de un juicio válido, no basta el mero pensar en la posibilidad del resultado…sólo un
conocimiento que presente al autor como causante del resultado según la experiencia válida, y no
especulativamente o por un exceso de escrupulosidad imaginativa…El mero pensar en u n ocurrirse,
sin cualidad de juicio, puede denominarse, si se quiere imprudencia consiente …”. (Negrillas y
subrayados nuestros)
No basta así, pues, la mera representación, y por tanto, es insuficiente la teoría de la
“posibilidad” o “probabilidad” que únicamente basada en ella esgrime la recurrida, por lo mismo
que explica Hans Welzel , así:
“Si de acuerdo a la representación del autor, la producción de la consecuencia concomitante no está
unida necesariamente al fin o a los medios, sino sólo en forma posible, habrá que distinguir si cuenta
con que el resultado se produzca o si, por el contrario, confía en que no acontezca”

Ahora bien, la sentencia apelada sostiene una calificación de dolo eventual sobre la sabe de un
error dramático, pues lo extrae de una supuesta probabilidad de representación sin siquiera
reparar, analizar y mucho menos acreditar si el acusado contaba o no con la producción del
resultado; esto es, sin analizar el factor volitivo del dolo, que es de mayor necesidad tratándose
del dolo eventual por la avistada similitud que tiene con la culpa imprudente; y es que la
representación del hecho – ya necesaria, segura o eventual – es factor común de ambas
modalidades de culpabilidad (dolo y culpa), y por tanto, no existiendo la diferenciación en
cuanto al factor volitivo, la conclusión no
n o arroja dolo.
Luego, éste (el dolo) no queda acreditado porque en el hecho de tránsito se produzca un
resultado fatal; pues por una parte, el elemento volitivo del dolo no está manifestado en el
resultado causal in-abstracto (v. gr. muerte o lesiones) sino en la conducta (y quepa agregar,
no la meramente representativa o interna sino la volitiva en su manifestación externa), así
como, por la otra, dado que también los resultados fatales del tránsito se atribuyen, incluso en
su mayoría, a los casos de delitos culposo. Bien vale aquí cierta mención de Muñoz Conde :
“De hecho, la continua jurisprudencia en relación con los delitos de tráfico, considerando que en la
mayoría de ellos todo lo que más se da es imprudencia o conducción temeraria, a valorar en caso de
que se produzca un resultado lesivo o mortal por el correspondiente delito de lesiones u homicidio
imprudente (arts. 142 y 142) demuestra que no es suficiente con la representación de la alta
probabilidad del resultado para imputarlo a título de dolo…”
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En el anterior sentido, téngase especialmente presente que el dolo debe probarse; lo cual exige
no sólo probar su elemento cognoscitivo sino también su elemento volitivo. Y al margen de la
discusión sobre si el primero de ellos está o no acreditado (v. gr. cognoscitivo: ello se impugna
en siguiente denuncia), lo percatado es que la sentencia apelada no acredita – en forma
alguna, bajo ningún elemento ni al empleo de prueba – el elemento volitivo del dolo que imputa
a nuestro mandante, lo cual es tanto más evidente de la lectura del fallo cuanto sus únicos
fundamentos como supuesta acreditación del dolo son: “representación del resultado”, o “pleno
de conocimientos de los graves riesgos”, ó “se representó el hecho”; y “necesariamente debía
tener conocimiento de tantos hechos vial es donde pierde la vida gran cantidad de personas…”;
también que: “debió imaginarse las consecuencias que acarrearía su actitud”, demostrando así
hallarse basada en mera representación, sin prueba de volición alguna.
Y es por las razones expuestas que, al no probarse el elemento objetivo fundamental del tipo
de Homicidio Intencional, esto es, el componente volitivo del dolo, la sentencia apelada incurre
en indebida aplicación del artículo 405 del Código Penal. Y así, respetuosamente, pedimos sea
declarado.
Por su parte, en cuanto a la solución que esta denuncia merece y la pretensión de la defensa,
léase el acápite III de esta parte quinta.
CUADRAGÉSIMO SEXTA DENUNCIA: Violación de ley en la recurrida, mediante aplicación
indebida de lo dispuesto por el artículo 405 del Código Penal.
La presente se fundamenta en el motivo dispuesto por el artículo 452, numeral 4º del Código
Orgánico Procesal Penal:
Merece denuncia aparte el que la recurrida tampoco acreditó el elemento cognoscitivo del dolo,
como incluso evidencian sus expresiones referidas a que el acusado: “necesariamente debía
tener conocimiento de tantos hechos viales donde pierde la vida gran cantidad de personas…”;
y que: “debió imaginarse las consecuencias que acarrearía su actitud”. De ellas se de sprende,
más bien, una taxativa renuncia a la probación del elemento cognitivo, porque se ciñen a la
hipótesis de una probabilidad ideal de representación, abandonando así la determinación de si
hubo representación real, esto es, confunde
confund e a la “PROBABILIDAD”, con la “REALIDAD”.
Conviene ahondar en la diferencia que existe entre posibilidad de representación y la
representación de posibilidad, porque, al fundarse el fallo en “debió” e “imaginarse”, o en “debía
tener conocimiento”; sin duda no refiere al conocimiento
con ocimiento tenido, sino a la supuesta posibilidad
de tenerlo. Aquí también surge con mayor claridad la deficiencia de la recurrida, pues la prueba
de la cognición dolosa no es dubitable sino certera; quiere decir: no proviene de aquello que
“debió ser” (probabilidad sujeta a un “deber”), sino de aquellos que “es” (real existencia), y
cuando se habla de conocimiento real (ergo: representación real), se exige la tangibilidad del
“es”, en tanto que el “debió ser”, acuña tan sólo un supuesto ideal de lo que, no sabiendo si
“es”, suponemos “pudo” o “debió”. De allí que Max Ernst Mayer (citado por Asúa ), alerte:
“Se precisa distinguir entre la posibilidad de tener la representación, de la representación de la
posibilidad del resultado. Son tan diferentes como un colegio de muchachas y una muchacha de
colegio; lo uno es un colegio y lo otro una muchacha; lo primero una posibilidad, lo segundo una
representación. Aquella posibilidad no basta; esta representación es suficiente para el dolo. En la
confusión de ambas relaciones descansa la triste fama del dolus eventualis” . (subrayado nuestro).

Se trata justamente de la triste fama que impone la recurrida, pues cuando asienta que el
acusado
saber “debiócomo
(traída imaginar” o “debía conocer”,
un supuesto tan sólo
por razones se sustenta
de deber, y deenimaginación);
que tuvo la posibi lidad así
y omite de
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determinar si, efectiva y realmente, tuvo representación, lo cual por su obvio error
metodológico, tampoco prueba ni respalda en elemento alguno (aunque aclaramos: no los
arroja el juicio porque no existen). Entonces el fallo no se basa en representación (que no la
hay), sino que bautiza como tal – equivocadamente – a la posibilidad de representación, y
como dicho por Mayer, una cosa es representación, la otra sólo una posibilidad (de
representación), que al ser sólo posibilidad, arroja la inexistencia del dolo.
De allí la severa conclusión que de un exacto ejemplo hace Frías Caballero :
“…no tuvo intención de matar pero adoptó una conducta con la que debió imagina rse que podía
causar daño (…) debió darse cuenta que circulaba a una velocidad muy alta [venía a más de 80 Km.
por hora] y que con esa actitud podría matar a alguien…”

No puede admitirse nada de lo expuesto. Para ninguna de las formas de responsabilidad


dolosa es suficiente la comprobación judicial de que el conductor pudo y debió imaginarse,
imaginar se, esto
es, pudo y debió representarse (aunque fuese de manera necesaria), la posibilidad del
resultado. Por el contrario la representación real y no meramente la posibilidad de esa
representación conforma el elemento cognoscitivo o representativo del dolo eventual…Decir
que hay dolo eventual en el hecho porque el autor “pudo” y por tanto “debió” representarse el
resultado de muerte, jamás satisface las exigencias subjeti vas del dolo eventual…”. (negrillas y
subrayados nuestros)
Consiguientemente, es evidente que una infracción de la recurrida recae en la ausencia de
acreditación del elemento cognoscitivo del dolo (eventual), pues no acredita ni concluye en la
representación real del hecho, sino en planteamientos que sólo implican un cálculo subjetivo e
hipotético del Juez según un supuesto deber ser indiscriminadamente probabilístico y también
especulable.
Lo anterior se confirma con los mismos verbos que emplea la recurrida
recu rrida como: “imaginarse” o
[tener] “conocimiento”; pues no arrojan un juicio válido en el sentido de la representación real,
sino ejercicios (imaginar-suponer) de naturaleza ideal que concluyen probabilidades azarosas.
Allí se desatiende que la efectiva cognición, distinta a la probabilidad de ésta, es la única capaz
capa z
de permitir determinación cierta sobre la decisión volitiva del individuo contra el bien jurídico;
ello porque sólo un juicio válido de la probabilidad supone una decisión realmente asumida, de
lo cual se sigue que, quien no ostenta representación real sobre el hecho, no ha podido tomar
la decisión con relación al resultado en cuanto a si acepta o no su materialización, o en otras
palabras: “quien no ha decidido ante la representación del peligro y la esperanza de que la
acción se desarrollará sin consecuencias, tampoco ha decidido que el resultado no sea
improbable” .
Ello así porque tratándose del dolo, esto es: del elemento ubicado en el componente psíquico
del individuo, resulta imprescindible reconocer – utilizando términos de Jescheck – si éste “se
toma en serio el peligro” en el marco de su razonamiento ordinario (distinto a: si tuvo la
posibilidad de…), puesto que la mera posibilidad de avistar, suponer o imaginar un peligro –
máxime con base a que “debió” o “tuvo que” – no presupone haberlo efectivamente percatado
y, en todo caso, mucho menos aceptar su riesgo ni el resultado (v. gr. casos cuando aún
avistado el riesgo este es mal calculado o simplemente incalculado por errores de apreciación,
e incluso los casos en que, aún calculados aquellos, se impone la imprudencia u otra
modalidad de la culpa, todos los cuales excluyen al dolo) . Es así como la recurrida no acredita
la representación del hecho, sino que especula sobre ella en base a proposiciones
probabilistas como: “debió imaginarse”, “necesariamente debía tener conocimiento”, y otras
equivalentes.
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Por todo lo anterior, la sentencia no acredita la representación del hecho, por lo cual no existe
acreditación del dolo (elemento cognoscitivo), siendo en tal sentido detectable su indebida la
aplicación del artículo 405 del Código Penal, pues no existe Homicidio Intencional en el caso de
marras. Y así, respetuosamente, pedimos sea declarado.
Por su parte, en cuanto a la solución que esta denuncia merece y la pretensión de la defensa,
léase el acápite III de esta parte quinta.

CUADRAGÉSIMO SÉPTIMA DENUNCIA: Violación de ley en la recurrida, mediante aplicación


indebida de lo dispuesto por el artículo 405 del Código Penal.
La presente se fundamenta en el motivo dispuesto por el artículo 452, numeral 4º del Código
Orgánico Procesal Penal:
Con todo respeto, solo puede calificarse de absurda la pretensión de la recurrida al imponer un
tipo doloso con base a la mera voluntariedad de la acción objetiva, esto es, sólo reparando en
la motorización de una acción (v. gr. “exceso de velocidad”/supuesto falso y por ende
improbado), pero desatendiendo el parámetro subjetivo del tipo. Una cosa es el dolo objetivo
manifestado en esa voluntariedad del acto, y otra – también imprescindible para el tipo – es el
elemento subjetivo contenido en la intención del autor, que para el Homicidio Intencional se
concreta en el animus necandi.
Ante esto es oportuno advertir que: toda pretensión de castigar por homicidio intencional sin la
intención de matar, es una violación absoluta contra el Derecho. Y en el dolo eventual tiene que
probarse el
e l animus necandi eventual, esto es, demostrar que la muerte es “parte del p plan”,
lan”, ya
al margen de que sea consentida, querida o aceptada, etc., empero siempre una intención
precisa e indudable. El dolo eventual no atañe, en tal sentido, a una simple expresión de la
acción voluntaria (dolo objetivo), sino que es una manifestación directa contra el bien jurídico
surgida de la intención (dolo subjetivo); por tanto no pertenece al elemento objetivo del tipo sino
a su componente subjetivo, tal como muestran los casos de su aplicación en la jurisprudencia
nacional e internacional.
En el anterior sentido, cuando la sentencia de la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo
de Justicia (No. 1703, 21/12/2000, exp. 2000-000859), considera adjudicable la figura del dolo
eventual – en el caso del conductor que al girar en “U” impacta una caseta telefónica
te lefónica y
engancha a una persona, para luego continuar su marcha por varios kilómetros con el individuo
a rastras, pese a las advertencias de varios transeúntes – es porque avistó que en el plan de
“fuga”(ojo: no en la mera infracción al tránsito) – aún no existiendo la intención primaria de
matar – se incluyó la causación de la muerte como parte secuencial de aquél, por causa del
arrastre. Y en tal sentido, detectó un animus necandi eventual contenido en dicha acción de
fuga, porque incluyó el colateral resultado de muerte concretamente centrado en el individuo
arrastrado, para poder así ejecutar la evasión.
Asimismo, cuando la misma Sala (sent. 165, del 29/04/2003, exp. 01-0827), ratifica el dolo
eventual – para el caso del individuo que dispara contra la parte trasera de un vehículo
tripulado causando una muerte dentro de él – sin duda encuentra un animus necandi eventual,
manifestado, a lo menos, como parte inevitable del plan de amedrentación; y ello lo hace por
no considerar probada la intención directa de matar en una acción incluso capaz de ser así
interpretada prima-facie (v. gr. disparar contra la cabina de vehículo tripulado), empero, sobre la
base que la intención primaria no fuera matar sino intimidar, la muerte era consecuencia ínsita
representada con el disparo, por habérsele dirigido directamente contra la cabina y, así
accesoriamente, contra la humanidad de sus ocupantes.
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También ello muestra la Sala (sent. 1463, del 09/11/2000, exp. 00-0997) al ratificar dolo
eventual – para el caso del individuo que expresando su ira al ser frustradas las intenciones
lascivas hacia una menor, e intentando intimidación, dispara contra una puerta justo al instante
de ser cerrada por su víctima (la madre del menor), causándole la muerte al traspasar el
proyectil – donde es también claro el animus necandi eventual como consecuencia accesoria
claramente representada al accionar una arma contra una puerta apenas cerrada y sabiendo
quien está detrás de ella; la muerte es por ello consecuencia del plan intimidador y la acción –
intimidación – se dirige de forma concreta hacia la persona (no hacia la puerta impactada).
Así se muestran todos los ejemplos de la Sala, en los cuales no se trtrata
ata de la demostración de
la mera voluntariedad de la acción (dolo objetivo), sino de la comprobación del animus necandi
(dolo subjetivo) por actos dirigidos contra personas – aún sin intención primaria de matar pero
si eventual – certeramente determinadas en el desarrollo del curso causal.
No menos ilustrativa es la jurisprudencia internacional, como la sentencia 2ª, del 11/06/97, del
Tribunal Supremo español en la que se dicta: “…el lanzamiento de cócteles molotov contra
furgoneta de la policía no permite apreciar, de modo indudable en los acusados, la ejecución
de una acción encaminada directamente a causar la muerte de los ocupantes del vehículo
policial … lo que no cabe dudas es que los artefactos utilizados por éstos en la comisión del
hecho enjuiciado eran idóneos para poner en peligro la vida de los ocupantes y las lesiones
sufridas por éstos conllevaban un evidente riesgo vital…de esa forma se muestra el elemento
volitivo del dolo, aunque lo sea con nota de eventual…”
También el caso de sentencia del 8/11/96 (Tribunal Supremo español), que se lee así: “…la
clase, dimensión y característica del arma empleada para matar – un cuchillo con hoja de 28
cm – la zona anatómica hacia la que se dirigió la acción lesiva – costado izquierdo, lugar donde
se alojan órganos vitales – y el ímpetu del ataque, con introducción de 20 cm de la hoja en el
abdomen de la víctima, extremos todos estos que demuestran existió al menos una intención
que, aunque no situara la muerte del contrario en el primer plano de la representación y volición
del evento directamente querido, sin embargo, fue aceptada tácitamente por el actor, supuesto
que a la luz de la doctrina legal lo es el dolo eventual.”
Otro ejemplo muy propio de la doctrina, comporta el caso de la correa de cuero, en el que
ladrones, tras escalar una morada y con el ánimo de neutralizar a su propietaria, pretenden
sólo sofocarle a fin que pierda el conocimiento, aplicando la correa de cuero alrededor del
cuello sin el ánimo de matar, empero, la excesiva presión causa asfixia mecánica y conduce a
la muerte. Caso
determinada en eldonde
marcotambién estáde
de un plan reflejado un no
robo, que acto dirigido contra
comporta la humanidad
la intención primaria odedirecta
persona
de
matar, pero acepta la muerte como consecuencia eventual de la acción ejecutada.
Como fue dicho, los citados casos evidencian que la acción principal conlleva una conclusión
accesoria potencialmente eventual (pero no probablemente eventual, pues ello es lluvia sobre
agua), dirigida contra una persona determinada por el curso causal del evento, lo cual plasma,
sino la intención directa, si la intención eventual, no manifestada en la voluntariedad objetiva de
la acción, sino en el ánimo eventual de causar la muerte, esto es: el animus necandi.
Y lo anterior es así porque sólo existe homicidio cuando la muerte representa un resultado
querido (dolo directo e indirecto) o asumido concretamente como parte de una acción o plan
(dolo eventual o condicionado), esto último, cuando el curso causal evidencia la concreta y
potencial (no dudosa) consecuencia de muerte, así sea eventual, tanto más potencial cuanto

que el individuo
arrastra la asumeen
al individuo y actúa
el planyadedecidido
defuga,
cidido contra
o el el bien
disparo jurídico,
hacia como
la cabina ocurre con
tripulada, el camión
igualmente el
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disparo contra la puerta antepuesta a una persona, y lo mismo la correa de cuero o la puñalada
en el costado.
Resta entonces verificar que, nada en la recurrida demuestra acreditación alguna sobre el
elemento subjetivo del tipo, esto es, sobre el animus necandi. Ninguna de sus apreciaciones e
interpretaciones evidencian el ánimo eventual de matar, sino que pretende apenas basarse en
la mera voluntariedad de lo que denomina conducción a exceso de velocidad; sin que muestre
cómo es que tal conducción (no probada ni existente en el caso presente) – más allá de que
formalmente represente una infracción al tránsito – plasma la intención eventual de matar a una
persona. Tampoco acomete explicación alguna acerca de la intención eventual de matar que
pretenda considerarse ínsita a lo que denomina competencias ilegales o piques (tampoco
probados ni existentes en nuestro caso), ni acredita ni demuestra cómo es que tal sedicente
competencia – aún considerada imprudente, negligente o irresponsable – supone un plan
necesariamente compuesto con el ánimo de matar, auque fuera de forma eventual.
La recurrida no acredita por ello el elemento subjetivo del tipo, porque una simple actividad de
riesgo, incluso contraria a los límites de la ley y hasta una muy riesgosa: NO ES EL
PRESUPUESTO DE LA INTENCIÓN DE MATAR, ni de suyo supone acto concreto o directo
emprendido contra persona determinada como parte accesoria de un plan. Lo que es más –
debe reiterarse – suponer que baste la simple incursión del riesgo para considerar acreditado el
dolo (como pretende la recurrida con menciones genéricas sobre las teorías del riesgo
permitido y el prohibido ), implica un agravio contra la ciencia y contra los sistemas jurídicos
que exigen analizar tanto los géneros (culpa o dolo) como los grados de la culpabilidad. Implica
desnaturalizar la consistencia del injusto, conforme a lo cual, bastará la simple infracción a un
semáforo o la mera aceleración por sobre el límite legal, para excluir toda posibilidad culposa,
sustituyéndola en forma mecánica, automatizada e irreflexiva, esto es, con base a la sola
voluntariedad objetiva de esa acción, en la intención o ánimo de matar, conclusión tanto ilegal
como inaceptable, pues, siendo ello así, la intención de infringir el tránsito llevará ínsita,
también, la intención de matar (juzgada por el resultado).
Ciudadanos Magistrados, es evidente que la sentencia apelada pretende sustituir la voluntad
objetiva del acto omitiendo acreditar el elemento subjetivo del tipo, y por ello, omite demostrar y
acreditar el animus necandi. Por tanto, no hay acreditación de la intención de matar, lo cual
conduce a la inexistencia del dolo subjetivo, y asimismo, se percata que la recurrida viola la Ley
por indebida aplicación del artículo 405 del Código Penal. Así, respetuosamente, pedimos sea
declarado.
Por su parte, en cuanto a la solución que esta denuncia merece y la pretensión de la defensa,
léase el acápite III de esta parte quinta.
CUADRAGÉSIMO OCTAVA DENUNCIA: Violación de ley en la recurrida, mediante aplicación
indebida de lo dispuesto por el artículo 405 del Código Penal.
La presente se fundamenta en el motivo dispuesto por el artículo 452, numeral 4º del Código
Orgánico Procesal Penal:
LA RECURRIDA ACREDITA QUE NO HUBO DOLO. Contrario a lo que culmina dictando, y
dentro de la mayor de sus contradicciones, los hechos que la misma recurrida da por probados
arrojan que no hubo dolo posible, sino al contrario, actuaciones dirigidas a evitar el resultado.
(…)
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Por lo tanto, no hay posibilidad alguna de concluir que existe acción dolosa, pues no hubo
manifestación volitiva contra el bien jurídico. No hubo aceptación ni asunción en el acusado,
menos indiferencia o resignación; y mucho menos deseo o intención de que el hecho (colisión y
su resultado) ocurriera. Antes al contrario, la acreditada maniobra de evitación refleja es la
negación del resultado, su inaceptación, la ausencia de resignación, la preocupación contraria
a la indiferencia y sobre todo, la absoluta ausencia de intención, incluso eventual. Ello porque
tanto no era parte de un plan para el acusado el producir daño, y menos la muerte del occiso ni
siquiera en forma eventual, cuanto que – a juicio incluso de la contradictoria recurrida – ejecutó
tales maniobras para evitarlo.
La gran contradicción que pesa sobre la recurrida se finca en su ligereza al hablar de la mera
probabilidad de representación e insistir constante y tozudamente en una tesis intelectualista (v
.gr. teoría de la posibilidad o probabilidad) excluida de la aceptación jurídica y de todo criterio
racional”…
“…no se acepta, admite ni se desea, aquello que se evita y en especial aquello ante lo cual se
“…no
ejecutan actividades directamente destinadas a evitar. Máxime así en el ámbito de la ciencia
jurídica, pues ya se ha dicho que no existe dolo si no hay una decisión tomada y ejecutada
contra el bien jurídico; y no se emprende ejecución contra un bien jurídico mientras se actúa
con el fin y – especialmente – dentro de ese ánimo de evitar.
Por ello Jakobs, al comentar la tesis de Armin Kauffman sostiene: “…la voluntad activada para
evitar el resultado
clase son excluiría
irrelevantes para lalademostración
voluntad de ejecución:
del dolo...”En todo caso,comenta
. Asimismo, las actitudes
Roxin de cualquier
: “Cuando el
individuo deja que las cosas sigan sin hacer nada en contra, a menudo se puede deducir que el
mismo se ha resignado al resultado. Si por el contrario, realiza esfuerzos para evitar el
resultado, entonces con frecuencia confiará en el éxito de aquellos y por lo tanto tampoco
actuará dolosamente…”.
(…)
En cuanto a la solución que esta denuncia merece y la pretensión de la defensa, véase el
siguiente acápite.
III
La decisión propia
Con arreglo a lo dispuesto por el artículo 452, numeral 4º del Código Orgánico Procesal Penal,
tras declararse con lugar las denuncias relativas a violación de Ley (como hemos pedido y
pretendemos sea), corresponde el dictado de una decisión
decisión propia
propia””...
DE LA DECISIÓN APELADA
La sentencia recurrida, dictada por el Tribunal de Primera Instancia en funciones de Juicio Nº 7 de
esta misma Circunscripción Judicial, establece:

“…DETERMINACIÓN PRECISA Y CIRCUNSTANCIADA DE LOS HECHOS QUE EL TRIBUNAL


ESTIMA ACREDITADOS

(…)
10

“4.- Declaración del…Médico Forense…”…


Forense…”…examino
examino al cadáver apreciando las siguientes lesiones
politraumatismo generalizado, traumatismo de tórax cerrado, traumatismo de abdomen cerrado, que se
describen ampliamente en el protocolo de autopsia y del reconocimiento médico se certificó como un
traumatismo generalizado debido a un hecho vial ”…
(…)
“6.- Declaración del ciudadano…
ciudadano …en su condición de funcionario adscrito al Cuerpo de Investigaciones
Científicas, Penales y Criminalísticas, quien…
quien…manifiesto la Experticia Realizada de Mecánica y Diseño al
Vehículo: HUMMER…En la mayoría cuando ocurre un accidente la mayoría de los conductores se
aferran al volante y lo doblan, pero ese no presentaba ningún signo de dobladura. Pregunta: Cuando los
conductores como Usted señala doblan un volante por el impacto del choque? Respuesta: Si, por el
impacto del choque que uno se aferra más o menos aguantarse para uno no sufrir también el
impacto...Pregunta: El tablero no presenta hundimiento ni partiduras en ningunas de sus partes?
Respuesta: No...El Air Bag, es la bolsa de seguridad que cuando viene el impacto del golpe se activa
para que la persona no se estrelle contra el parabrisas y las válvulas que la activan van cerca del
parachoques cuando viene el impacto fuerte se activan para proteger al conductor y al compañero…
Bueno el Air Bag no se activo, el golpe no llego a activar la válvula que activa el Air bag…”
(…)
“15.- Declaración del ciudadano…
ciudadano …en su condición de Funcionario adscrito al Cuerpo de Investigaciones
Científicas, Penales y Criminalísticas, quien…
quien …manifiesto la experticia N°…“…El
N°…“…El vehículo Toyota se
convirtió en un amasijo? Respuesta: Si eso quedo si se puede decir como un amasijo de hierro, por la
forma
donde en que quedo….
se ubica ElYvehículo
el piloto… Hummerellehecho
definitivamente impacto al vehículo...
se produce porquePor el lado izquierdo,
consecuencia? por el lado
Respuesta: Una
velocidad considerable del vehículo que no le permite un frenado para llegarle.”…
llegarle. ”…
(…)
“19.- Declaración del ciudadano…
ciudadano…en su condición de Funcionario de Transito adscrito al Comando de
Tránsito Terrestre, quien…
quien…manifiesto el acta policial… “…
“…Según
Según los rastros de frenos y la magnitud del
impacto se puede determinar que el vehículo Hummer no circulaba a una velocidad moderada. Pregunta:
Circulaba a exceso de velocidad entonces? Respuesta: Si hablamos como dice el artículo 254 numeral 2
literal b no circulaba a la velocidad que se establece en un área de intersección… hay 32 metros de
rastros de frenos, posteriormente lo sigue arrastrando hasta acá donde vuelvo y tomo otra medida de 22
metros de rastros de frenos continuo verdad hasta otro punto de impacto que deja 22 metros después
aquí cuando el logra liberar el vehículo por que este vehículo logra una maniobra de arrastre y sale
despedido hacia la acera ahí sigue rodando solo y sigue dejando huellas de frenado dejando esta
cantidad de rastros de metros de frenos, esa es toda la trayectoria que realiza el vehículo Hummer.
Pregunta: Que cantidad de rastros de frenos Usted pudo apreciar desde el momento mismo del primer
impacto hasta que es liberado el vehículo? Respuesta: Con la sumatoria de todos los rastros de frenos
hay una sumatoria como dice el expediente de 92, 60 metros…”…
(…)
“30.- Declaración del ciudadano...: “…En ese lapso de conocimiento del señor Detto, Usted sabe que él
ha tenido inclinación al deporte a la velocidad? Respuesta: deportivamente sí. Pregunta: le gusta la
velocidad al señor Detto. Respuesta: deportivamente sí. Pregunta: El tiene vehículos, sabe que él es
propietario de vehículos aptos para hacer competencias de velocidad? Respuesta: Sabia que tenia
vehículos. Pregunta: Que vehículos tenía si Usted se recuerda? Respuesta: un Ferrari y un Mazda...”…
Mazda...”…
(…)
“33.- Declaración del ciudadano: LEONARDO JOSE BRITTO LEON, en su condición de Testigo…
Testigo …,
expuso:
Hatillo, al“… yo venía
pasar manejando
la Trinidad un carro…
carroesa
y al empezar …porespecie
la Avenida principalque
de autopista creoempieza
que se llama
dondeIntercomunal El
está el edificio
11

Proter & Gamble yo veo que viene un carro a muy alta velocidad por el mismo canal donde yo iba que
era el canal rápido, en ese momento cuando veo que viene un carro a alta velocidad pues decido
cambiarme de canal y me ubico en el canal del medio después veo que la persona en lugar de continuar
su camino por el canal rápido se ubica detrás de mi carro y me empieza acosar, paso del canal del
medio al canal de la derecha y otra vez el conductor en lugar de continuar su camino por los otros dos
canales que tenía despejado, se ubica detrás de mí y ahí es cuando de verdad se encima siento unas
luces muy incandescente de un carro que esta modificado las tengo montadas encima cuando intentó
cruzar al canal del medio otra vez ahí recibo el primer impacto pierdo un poco el control del vehículo y
recibo un este
finalmente segundo
carro impacto,
me logro un tercer
sacar de losimpacto y no de
tres canales recuerdo cuantos
subida cuatro sucesivos
canales más yhasta
de subida que
los cuatro
canales de bajada… Usted iba solo en ese vehículo? Respuesta: No iba con dos personas… si yo
mencione a una persona en la oportunidad que denuncie y yo quiero, me imagino que van a hacer
preguntas sucesivas, dejar bien claro
c laro que yo no reconocí
re conocí a la persona que yo denuncie principalmente
porque yo no lo conocía sin
si n embargo
e mbargo yo si puedo afirmar que en el momento del choque las personas
que estaban dentro de mi carro Johana y Adriana ellas si dijeron que era Roberto Detto, es Roberto es
Roberto, asustadas estaban diciendo eso”…
eso”…
(…)
IV

F U ND
ND A M E N T OS
OS D E H E C H O Y D E D E R E C H O

DE HEC HO

“Es criterio unánime de este Tribunal Mixto del Juzgado Séptimo de Primera Instancia en funciones de
Juicio del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas, que durante el debate que hoy
culmina, quedo plenamente demostrado que el día 12 de febrero de 2005, siendo aproximadamente las
3:30 a,m., frente al Centro Médico Docente La Trinidad, ubicado en la Intercomunal de El Hatillo,
Municipio Baruta Estado Miranda, el vehículo modelo Hummer, conducido por el acusado ROBERTO
DETTO, impactó de manera violenta el vehículo Toyota Corolla, conducido por el ciudadano Rafael Vidal
Castro, quien a consecuencia del impacto perdió la vida en forma instantánea, tal como aseguró el
Doctor Igualmente quedó demostrado que las causas que ocasionaron dicha colisión son totalmente
imputables al acusado ROBERTO DETTO”…
DETTO”…
(…)
En primer lugar corresponde reflexionar sobre el hecho público, notorio y comunicacional que sobre todo,
para los habitantes de Caracas, ha significado la cantidad de muertes y lesionados por hechos viales
ocasionados mayormente por un grupo de personas que han convertido las autopistas y otras vías en
pistas de carrera de las comúnmente conocidas como piques callejeros, al punto que existen lugares
donde se reúnen generalmente a partir de las 11 de la noche, preferiblemente los viernes, convirtiendo
autopistas y carreteras en una verdadera guillotina, incrementando notablemente las estadísticas de
hechos violentos los fines de semana, basta conectarse a la página web youtube.com y en el buscador
colocar: piques en Caracas o piqueros en Caracas. Ante esta realidad no podemos permanecer
indiferentes quienes formamos parte de la sociedad y por ende estamos inmersos en su cotidianidad,
además de tener el difícil deber de aplicar la ley en su justa medida, para cuyo fin ante todo debemos
buscar la verdad.
(…)
“…la causa principal del hecho fue el exceso de velocidad, de ello no cabe duda, dada las
“…la
especificaciones aportadas por los expertos cuyas explicaciones coinciden en lo que a esto se refiere, y
lo que de alguna manera explica tal exceso es la presunta existencia de una competencia de las
llamadas piques que realizaba el acusado con su Hummer y el conductor o conductores de otro u otros
vehículos, lo cual en criterio del tribunal, resultó ser cierto
cierto”…
”…
12

(…)
“…el
“… el acusado Roberto Detto, a bordo de su camioneta Hummer, la madrugada del 12 de febrero de
2005, conduciendo a exceso de velocidad, realizando lo que comúnmente conocemos como piques
callejeros, chocó frontalmente la parte lateral izquierda del vehículo Toyota Corolla, conducido por Rafael
Vidal Castro, quien por esta causa falleció”…
falleció ”…
V

EL DER ECHO

“La conducta desplegada por el acusado, esto es, el exceso de velocidad aunado a la práctica de
competencias prohibidas en el perímetro de la ciudad, así como el desinterés manifiesto hacia el debido
conocimiento y respeto de las más elementales normas de tránsito denotan un desapego total hacia lo
que en sentido lógico debe ser el comportamiento de todo ciudadano. En este sentido la doctrina ha sido
pacifica al sostener como elemento general de la culpabilidad que la representación del resultado
hubiese debido y podido convertirse en motivo de contraste ya que el reproche de la culpabilidad
descansa precisamente en que las representaciones y los juicios del autor hubiesen debido bastar para
producir frenos anímicos de eficacia contra la ejecución del hecho. En razón de ello antes de actuar, el
autor debe tener debidamente en cuenta los intereses en conflicto. El derecho exige de aquellos a
quienes subordina que se ajusten en sus decisiones a las regulaciones valorativas por él establecidas.
El acusado en pleno conocimiento de los graves riesgos que representaba conducir su vehículo a gran
velocidad, además de hacerlo utilizando un vehículo que por sus características de alguna manera
aseguraban
agravante quesurepresenta
integridadelfísica
hechoante
ciertoundeevento de tal magnitud,
ser propietario como
o de disponer en efecto
de varios sucedió,
vehículos conpor
y optar el
utilizar precisamente uno que no portaba placas de identificación, lo que permite pensar que no sólo se
representó el hecho, sino también la posibilidad de evadirse ya que difícilmente podrían identificarlo,
menos aún si el hecho ocurre en condiciones de nocturnidad. Si a esto añadimos que una vez ocurrido el
suceso solo se preocupó por su traslado inmediato a una clínica sin importarle la suerte de su amigo y
compañero…
compañero …quien lo acompañaba y sufrió lesiones aparentemente más graves que las que pudo sufrir
el acusado, decimos aparentemente porque inexplicablemente nada surgió en este sentido durante la
investigación, lo que llevo a decretar el sobreseimiento de las mismas en fase intermedia, tampoco se
preocupó por la suerte
s uerte del ocupante del vehículo que impactó, pues aseguró el acusado que se enteró
que era Rafael Vidal la persona fallecida una vez en el Hospital de Clínicas Caracas, razón por la que de
acogerse la tesis de la defensa que pretende afirmar que Rafael Vidal no murió instantáneamente, sino
que permaneció con vida por más tiempo, lo que arrojaría es que hubo ausencia total del debido socorro
para con la víctima, no
no solo atribuible al acusado sino al resto dde
e los presentes.
Si agregamos que, el acusado por su actividad diaria, es decir por conducir casi todos los días trayectos
largos tal como manifestó, necesariamente debía tener conocimiento de los tantos hechos viales donde
pierde la vida gran cantidad de personas a causa, entre otras, de estas competencias practicadas al
margen de la ley, generalmente por personas muy jóvenes, y lejos de adecuar su conducta al rechazo a
estos eventos en zona prohibida, los practica, como quedó demostrado, lo cual demuestra conducta
transgresora a las normas que regulan el tránsito vehicular y que son de obligatorio cumplimiento, lo que
a todas luces es violatorio de las más elementales normas de convivencia y respeto hacia los derechos
humanos, sobre todo el derecho a la vida, por lo que forzosamente debía conocer el riesgo no permitido
que son tal conducta asumía.
El acusado debió imaginarse las consecuencia que acarrearía su actitud ”…
(…)
Con relación a lo que debemos entender como riesgo no permitido, resulta oportuno señalar el criterio
que en este sentido sostiene Gunter Jakobs, en su obra “La Imputación Objetiva en el Derecho Penal”
pág.permitido,
no 53, a saber: “…deja de
prohibiendo ya estar
por supermitido aquelconcreta
peligrosidad comportamiento queincluso
o abstracta, el Derecho mismo define
bajo amenaza como
c omo
de pena o
13

de multa. A través de la creación de la prohibición de la puesta en peligro – que es al menos de carácter


abstracto -, el comportamiento queda excluido del ámbito de lo socialmente adecuado, es definido como
perturbación de la vida social, y ello, además, sin tener en cuenta el resultado del comportamiento…” lo
que ilustra el autor con el siguiente ejemplo, entre otros: “…crea un riesgo no permitido quien conduce un
automóvil estando ebrio, quien lo conduce demasiado aprisa o, infringe algún otro precepto que regule el
tráfico rodado…”
De allí que podamos concebir que la conducta desplegada por el acusado, es considerada por la

doctrina
probable criminal como dolo
la consecuencia de eventual, es decir,
su ejecutoria cuando el
y sin embargo sujeto activo
continua se representa
procediendo como
del mismo posible
modo, ace
aceptao
pta
su conducta, pese a los graves peligros que ello implica, por lo que puede afirmarse que además de
aceptar, quiere el resultado.
En el dolo eventual, el autor se manifiesta contrariamente al valor, el resultado de daño no lo amedrenta,
aún en el caso de grave responsabilidad, ello por el contenido egoísta de la voluntad del fin, él actúa
independientemente de lo que ocurra, es por ello que la imputación excede de la culpa consciente.
En relación a este punto, sostiene el maestro Jiménez de Asùa: “…lo antijurídico es el concepto que
relaciona al acto con la cultura, en sentido de oposición… lo contrario al deber es el concepto de relación
entre el autor y el acto antijurídico y lo contrario al derecho, la antijuricidad es el concepto que relaciona
el acto con la cultura…” o lo que es lo mismo que de lo que el autor es consciente en el dolo es de la
violación del deber.
Ahondando un poco más, encontramos el criterio que en este sentido revela Antonio
Antoni o Quintana Ripollès,
en
sumosu obra:
de la “culpa
La culpa en lujuria
(la ex Derecho dePenal” cuando expone:
los romanos) “ La culpa
en la frontera consciente,
del dolo, al constituir
permanece el extremo
en el terreno de
aquella, pero en mayor proximidad al dolo eventual que a las demás formas de lo culposo… queda ahora
por fijar este lábil
l ábil concepto de “culpa consciente” que no exactamente el de culpa con previsión, como
entendiera la vieja doctrina… Y es que la no previsión entra como factor constituti vo de toda culpa, la
consciente como la inconsciente, hasta el punto de que al faltar se destruiría su esencia y con ella la de
la culpabilidad. Toda culpa es, por definición, una falta de previsión de resultado determinado
antijurídicamente por una conducta, estribando su relevancia jurídico penal en que dicha carencia fuere
contraria a un deber. No es, pues, la previsión de ese resultado lo que en verdad determina la culpa
consciente, sino el grado de esa previsión como posible y no probable, pues en caso contrario surgiría el
dolos eventualis…”. Resume el autor: “…puede afirmarse que el punto de conexión entre la culpa
consciente y el dolo eventual se halla en el elemento negativo de no querer el resultado; y el de
diferenciación, en ser estimado dicho resultado como improbable en la culpa y como probable en el
dolo…” Resulta oportuno reflexionar acerca de quién es más peligroso, si aquél que directamente decide
matar a un sujeto determinado, o aquél, que sin importarle a quien mata, ejecuta acciones, con
resultados
creo que lospreviamente representados,
dos son igualmente a sabiendas
peligrosos y dañinosdey que
la gran posibilidadestriba
la diferencia que existe deelque
en que ello ocurra,
primero siente
desprecio hacia un sujeto determinado, mientras el segundo desprecia el derecho a la vida de cualquier
sujeto, no importa de quien se trate, lo que se traduce en constante zozobra para la ciudadanía, ante la
posibilidad de perder la vida, a causa de tales
tales acciones. Este tipo de conducta concreta muertes y graves
lesiones casi a diario, afectando gravemente la paz y seguridad personal de la comunidad. Es por ello
que quien decide comparte plenamente el criterio sostenido por Alfonso Reyes Echandìa, en su obra
Derecho Penal, parte general, quien en este sentido señala:” En general las distinciones hechas sobre el
dolo, algunas de las cuales hemos reseñado aquí, no tiene mucho interés práctico, y no pocas de ellas
han sido severamente criticadas por considerárselas mero bizantinismo jurídico. La culpabilidad derivada
de la comisión de un hecho típico, antijurídico y susceptible de ser calificado como dolosa, no se modifica
cualquiera sea la especie de dolo que se deduzca en el caso concreto; quizás pueda servir en alguna
hipótesis como circunstancias de agravación o atenuación punitiva; en este sentido, recuérdese la
distinción entre dolo de propósito… y el dolo de ímpetu…, pero aún en tales casos la estructura del dolo
permanece inalterada…”. Es decir que habiéndose cometido el homicidio con dolo directo, i ndirecto o
con dolo eventual, desde esta la óptica criminológica, debe dársele el mismo tratamiento, dado que en el
delito tipo no se hace ninguna distinción, ya que sólo requiere de la intención dolosa, no importa qué tipo
14

de dolo, basta con que éste se compruebe para que el hecho encuadre en el supuesto previsto en la
norma para que esta se aplique sin distinción alguna.
Así pues habiéndose demostrado la culpabilidad del acusado en los términos expuesto, deberá
responder por la comisión del delito de Homicidio intencional a título de dolo eventual, previsto y
castigado en el artículo 407 del Código Penal vigente para la fecha. Así se decide.
PENALIDAD

El artículo…
artículo…de la normativa sustantiva penal aplicable, establece para todo aquel que intencionalmente
cause la muerte de alguna persona, pena de presidio de doce a dieciocho años, cuyo término medio
conforme el artículo 37 de dicha normativa, es de quince (15) años de prisión , que en definitiva deberá
cumplir el ciudadano ROBERTO DETTO REDAELLI, como autor responsable del Homicidio Intencional,
a titulo de dolo eventual, cometido en perjuicio de quien en vida respondiera al nombre de RAFAEL
VIDAL CASTRO”…
CASTRO”…

MOTIVOS PARA DECIDIR

“Con motivo del recurso de apelación de que hoy conocemos, entendemos que nuestra
competencia para conocer de la presente causa, nos está dada”…
(…)
“Cabe aquí, traer a colación doctrina que explica muy bien el criterio seguido por el Tribunal de la
causa sobre este punto particular:
“Rastros de Frenada. Carecer de ellos.
Otros signos demuestran la velocidad.
1625. I. Es criterio pacífico que la velocidad imprudente no sólo se determina según los kilómetros
horarios de su marcha, sino también cuando ello importa la pérdida culposa de dominio del vehículo.
II. Aunque el perito no haya podido establecer las velocidades de los rodados por carecer de rastros de
frenada, esta carencia no impide estimar la velocidad a través de otros elementos, por ejemplo la falta de
dominio sobre el conducido, y además la entidad de la colisión, habiendo pacífica jurisprudencia que
indica que la violencia del impacto es signo de alta velocidad.

III. No es legítimo invocar prioridad de paso cuando el beneficiario de la preferencia lleva una velocidad
excesiva; la presunción de culpa de quien viola la obligación de ceder paso cede ante la velocidad
excesiva del vehículo con vía preferente…”. Negril la añadida.

“Doctrina según la cual advertimos que la velocidad en demasía, bien puede quedar
suficientemente demostrada con la entidad de la colisión, tal como lo ha hecho el Tribunal en la
recurrida, cuando hace incluso la explicación de que el vehículo tomó la forma del frontal de la
camioneta, donde adicional a ello y lo vimos en denuncias respondidas con antelación, quedó
además establecida la existencia de muchos rastros de freno e incluso de rastros de arrastre que
dejó el vehículo cuando fue arrastrado; además de lo cual, establece igualmente la doctrina, que
tal exceso de velocidad, es una causa que se coloca por encima de la preferencia de paso, si es
que ésta quedara demostrada, lo cual no ha ocurrido en la presente causa.
(…)
“…en la recurrida quedó demostrado que:
15

1) Que a las 3:30 de la madrugada del día 12 de febrero de 2005, se produjo una colisión entre
vehículos en la Avenida Intercomunal de El Hatillo, La Trinidad, de la cual resultó el deceso del
ciudadano RAFAEL VIDAL CASTRO, a causa del impacto producido por el vehículo tripulado por
el acusado ROBERTO DETTO REDAELLI, tal como se lee en la recurrida así:
“…Es criterio unánime de este Tribunal Mixto del Juzgado Séptimo de Primera Instancia en funciones de
Juicio del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas, que durante el debate que hoy
culmina, quedo plenamente demostrado que el día 12 de febrero de 2005, siendo aproximadamente las
3:30 a,m.,Baruta
Municipio frente Estado
al Centro Médicoel Docente
Miranda, vehículo La Trinidad,
modelo ubicado
Hummer, en la Intercomunal
conducido de ROBERTO
por el acusado El Hatillo,
DETTO, impactó de manera violenta el vehículo Toyota Corolla, conducido por el ciudadano Rafael Vidal
Castro, quien a consecuencia del impacto perdió la vida en forma instantánea, tal como aseguró el
Doctor Igualmente quedó demostrado que las causas que ocasionaron dicha colisión son totalmente
imputables al acusado ROBERTO DETTO…”.

2) Que la colisión de marras, tuvo lugar a causa de la conducción, a exceso de velocidad por parte
del ciudadano ROBERTO DETTO REDAELLI, quien con su vehículo impactó y generó en arrastre
el vehículo conducido por el ciudadano RAFAEL VIDAL CASTRO, según dimana de la recurrida,
así:
“…se logró demostrar que la colisión en la que perdiera la vida RAFAEL VIDAL, ocur rió a 3:30 de la
mañana, en la vía El Hatillo, frente al Centro Médico Docente La Trinidad, ocurre porque el vehículo
modelo Hummer conducido por el acusado ROBERTO DETTO, impactó frontalmente contra la parte
lateral
duda, izquierda del vehículo
pues quedó Toyotademostrado
ampliamente Corolla conducido
con el por RAFAEL VIDAL,
Levantamiento que de
delello no cabe
hecho la menor
efectuara el
funcionario…
funcionario…adscrito al Cuerpo Técnico de Vigilancia de Tránsito y Transporte, destacado en el Módulo
Vial ubicado a pocos metros del lugar desprendiéndose que el vehículo Hummer distinguido con el N° 1
conducido por el acusado, circulaba a exceso de velocidad por zona urbana con intersección…”.

3) Que el vehículo conducido por el ciudadano ROBERTO DETTO REDAELLI, dejó marcas entre
frenado y arrastre, por noventa metros, de las cuales, por acreditación que la apelada extrae del
testimonio pericial del funcionario que levantó el accidente, de nombre …, sesenta metros
corresponden a marcas de arrastre del vehículo de la víctima, conforme lo estableció la sentencia
impugnada, así:
“…tenemos que, objetivamente, se logró demostrar que la colisión en la que perdiera la vida RAFAEL
VIDAL, ocurrió a 3:30 de la mañana, en la vía El Hatillo, frente al Centro Médico Docente La Trinidad,
ocurre porque el vehículo modelo Hummer conducido por el acusado ROBERTO DETTO, impactó
frontalmente contra
de ello no cabe la parteduda,
la menor lateralpues
izquierda
quedódelampliamente
vehículo Toyota Corolla conducido
demostrado por RAFAELque
con el Levantamiento VIDAL,
del
hecho efectuara el funcionario…
funcionario …, adscrito al Cuerpo Técnico de Vigilancia de Tránsito y Transporte,
destacado en el Módulo Vial ubicado a pocos metros del lugar desprendiéndose que el vehículo Hummer
distinguido con el Nº1 conducido por el acusado, circulaba a exceso de velocidad por zona urbana con
intersección, que la Hummer no portaba placas de identificación, que dejó un total de marcas de frenado
y arrastre de más de noventa (90) metros contados desde que el vehículo que él conducía inicia la
maniobra de frenado hasta que se detiene”
(…)
Tal apreciación del Tribunal logra contundencia al escuchar a la experta …cuya declaración permite
concluir que el vehículo tripulado por el acusado iba a tal exceso de velocid
velocidad
ad que luego de impactar con
el Corolla lo arrastró sesenta (60) metros aproximadamente y la declaración del experto…
experto …quienes luego
de ratificar el contenido de las experticia suficientemente explicadas por…, señalaron que el vehículo
Hummer tenía en buen estado el sistema de frenos…”.
16

4) Que el acusado debió representarse y estar conciente de los riesgos y peligros, así como las
consecuencias de su proceder, al conducir a exceso de velocidad, dadas las condiciones y
dimensiones de su vehículo, e igualmente, por el hecho de no portar placas identificativas, y
porque en la zona del impacto ocurren múltiples accidentes, así como, porque es un
experimentado conductor, y porque estaba en un “sano juicio”, entendido por esto que no se
encontraba bajo los efectos de sustancias alcohólicas o estupefacientes, tal como se desprende
del texto que infra se transcribe y que es extraído del fallo impugnado:
“..El acusado en pleno conocimiento de los graves riesgos que representaba conducir su vehículo a gran
velocidad, además de hacerlo utilizando un vehículo que por sus características de alguna manera
aseguraban su integridad física ante un evento de tal magnitud, como en efecto sucedió, con el
agravante que representa el hecho cierto de ser propietario o de disponer de varios vehículos y optar por
utilizar precisamente uno que no portaba placas de identificación (…)
Si agregamos que, el acusado por su actividad diaria, es decir por conducir casi todos los días trayectos
largos tal como manifestó, necesariamente debía tener conocimiento de los tantos hechos viales donde
pierde la vida gran cantidad de personas
personas (…)
El acusado debió imaginarse las consecuencia que acarrearía su actitud, pues en el curso del debate no
se pudo demostrar que el ciudadano Roberto Detto Radaelli, conducía bajo los efectos de alguna
sustancia estupefaciente o psicotrópicas (…) también es importante destacar que los ciudadanos…
fueron conteste al decir que conocían al acusado, que no consume alcohol ni drogas, que ni siquiera
cigarrillos fuma, concatenado con la declaraciones de los Drs…
Drs …quienes fueron los médicos que
atendieron
acusado noalencontraron
acusado Detto Radaelli
evidencia Roberto
de que en …bajo
en…
estuviese los cuales manifestaron
los efectos de algunaque cuandoestupefaciente,
sustancia atendieron al
todo lo cual refuerza la tesis que el ciudadano: Roberto Detto Radaelli se encontraba en su sano
juicio…”.

5) Que el semáforo dispuesto en la intersección ubicada a la altura de la urbanización “Las


Esmeraldas”, en la Avenida Intercomunal El Hatillo, La Trinidad, no obedece a una circunstancia
condicionante en la ocurrencia de la colisión que cegó la vida de quien en vida respondiera al
nombre de RAFAEL VIDAL CASTRO, toda vez que el hecho causante fue el exceso de velocidad
adelantado por el acusado ROBERTO DETTO REDAELLI, y porque a esa velocidad excesiva
considera imposible la observancia de normas de tránsito como el señalado semáforo.
Es un hecho demostrado por el Tribunal Mixto y la sentencia recurrida, que el acusado ROBERTO
DETTO REDAELLI, al transcurrir por la vía Intercomunal El Hatillo, La Trinidad, en horas de la
madrugada del día 12 de febrero de 2005, conducía a exceso de velocidad, por ende,
contraviniendo las regulaciones del tránsito en vía urbana, y está igualmente demostrado en juicio,
que tal proceder constituyó la causa de la colisión angular entre su vehículo y el conducido por la
víctima RAFAEL VIDAL CASTRO en la intersección, que ocasionó su muerte.
En efecto, se exigía de ROBERTO DETTO REDAELLI que su maniobra de evitación mediante el
accionar que hizo de los frenos fuera efectiva para evitar el impacto y la muerte de un ciudadano,
para lo cual era requerido que no imprimiera el exceso de velocidad que hizo inútil su maniobra de
evitación mediante frenado y cobró la vida de una persona. Por esta razón la conducta del
acusado y sus consecuencias plenan el juicio de culpabilidad y le hacen responsable de dicho
deceso, bajo título de dolo eventual.
Para abundar sobre el Dolo Eventual y el nexo causal en ese delito, es oportuno traer a la
presente resolución judicial, la sentencia dictada por la Sala Constitucional de nuestro máximo
Tribunal, de fecha 12 de abril de 2011, en la causa Nº 10-0681, mediante la cual con ponencia del
Magistrado
el homicidioFrancisco Carrasquero
doloso previsto y con carácter
y sancionado en el vinculante, se del
artículo 405 establece
Códigoentre
Penalotras cosas
incluye enque
su
17

esencia, el dolo de consecuencia eventual o dolo eventual, que en el Dolo Eventual se entiende,
que el sujeto se representó la materialización del resultado como posible aunque no como seguro;
y no obstante tal posibilidad de resultado ya representada, el sujeto desarrolla la actividad y esto,
está considerado como contenido en lo que sería la organización o planificación de aquel
resultado y por tanto, es una manifestación de la conducta dolosa, en los siguientes términos:
“…Son varias las clasificaciones doctrinales del dolo (se califican de doctrinales pues la Ley
generalmente no las discrimina sino que se reconocen de suyo en el propio concepto del dolo o, en
nuestro caso, en el concepto de “intención” –artículo
–artículo 61 del Código Penal-), pero a los efectos del
presente asunto interesa distinguir entre el dolo directo (directo de primer grado o intención –
–stricto
stricto
sensu-), el dolo indirecto (directo de segundo grado o de consecuencia necesarias) y el dolo eventual
(dolo condicionado o de consecuencias eventuales). Clases de dolo que también pudieran denominarse
(y así se hará en lo que resta de esta decisión, a los efectos de facilitar la comprensión de esas
categorías doctrinales), respectivamente, dolo de primer, segundo y tercer grado.
Es decir que, ante la multiplicidad de denominaciones que se plantean en la doctrina y la jurisprudencia
para designar cada una de las clases del dolo, y frente a la posibilidad de existir confusiones en esta
materia que afecten la seguridad jurídica, el acceso a la justicia y otros derechos constitucionales, esta
Sala empleará en la presente decisión las denominaciones dolo de primer grado para hacer referencia al
comúnmente denominado dolo directo, directo de primer grado o intención stricto sensu, dolo de
segundo grado para designar el dolo indirecto, directo de segundo grado o de consecuencias necesarias,
y dolo de tercer grado para significar el dolo eventual, dolo condicionado o de consecuencias eventuales
(que alguno, inclusive, también denominan dolo indirecto, término que otros emplean para señalar el dolo
de consecuencias necesarias).
Con el dolo de primer grado (directo) el sujeto persigue directamente lesionar o poner en peligro el
interés jurídico penalmente tutelado y lo logra, p. ej. el sujeto quiere violar y viola, quiere robar y roba o
quiere matar y mata. En el dolo de segundo grado (indirecto) el agente no busca con su actuar realizar
directamente la conducta típica pero sabe que indefectiblemente la desplegará, es decir, sabe que,
aunque no busca inmediatamente el resultado típico lo alcanzará infaliblemente con su acción u omisión,
p. ej., el agente quiere provocarle la muerte a otro y lo mata (dolo de primer grado),
gr ado), pero
p ero sabe que al
estallar el explosivo que utilizó también matará necesariamente a un amigo suyo que sabía que estaba
en el lugar y, sin embargo, hace detonar la bomba (dolo de segundo grado); en cambio, si bien en el dolo
de tercer grado (dolo eventual) el agente tampoco busca realizar directamente la conducta típica, sabe
que posiblemente – –yy no seguramente- la desplegará, en otras palabras, si bien en el dolo de segundo
grado el sujeto se representa el delito como consecuencia inevitable de su acción u omisión, en el dolo
de tercer grado el mismo advierte que la ejecución del delito sólo es posible, en otras palabras, que sólo
se representa o se entiende que se representó la materialización del resultado (que incluso podía
angustiarle o no ser lo que aspiraba que ocurriera) como algo posible y no como algo seguro. Así, actúa
con dolo eventual el sujeto que, a pesar de saber que posiblemente lesionará el interés penalmente
tutelado p. ej. la vida, sin embargo, despliega su obrar aceptando, asintiendo, consintiendo, asumiendo,
abarcando, tolerando, afirmando o conformándose con tal circunstancia que, en definitiva, se incluye
dentro su organización o planificación y, por tanto, dentro del dolo.
Como puede apreciarse, en los tres supuestos el agente, gracias a su saber causal, es decir,
fundamentado en lo que estima puede ocasionar (delitos de acción) o no evitar (delitos de omisión), se
propone desplegar una acción u omisión, con la diferencia en que en el primer caso (dolo de primer
grado o dolo directo) existe una perfecta correspondencia entre lo que el sujeto desea y su
comportamiento encaminado a lograrlo o, desde otra perspectiva, entre lo que desea y el resultado
perseguido (desea provocar el daño y lo hace, desea poner en peligro el interés protegido y lo hace),
mientras que en los otros dos (dolo de segundo y dolo de tercer grado) no existe tal perfección, pero no
por ello dejar de ser considerada dolosa la
l a conducta en esos supuestos, pues igualmente existe un nexo
entre lo que el mismo conoce que segura o posiblemente (respectivamente) ocasionará y su
comportamiento y, sin embargo, encamina su actuación hacia su objetivo a pesar de ello, en evidente
ultraje hacia el interés jurídico penalmente
pen almente tutelado.
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En efecto, en el dolo de primer grado o dolo directo existe correspondencia, coincidencia o congruencia
perfecta entre lo que el agente desea lograr y lo que efectivamente consigue, mientras que en las otras
dos manifestaciones del dolo no existe tal congruencia, pues en ellas no persigue directamente el
resultado causado, sino que sólo se representa, en el dolo se segundo grado o indirecto, que el resultado
seguramente ocurrirá (incluso aun cuando el mismo le desagrade), mientras que en el de tercer grado o
dolo eventual sólo prevé que posiblemente acaecerá (aun cuando anhele que no ocurra) y, no obstante,
sigue desplegando su comportamiento aceptándolo o incluyéndolo dentro de configuración personal
junto con las consecuencias del mismo. Tal aceptación, desde cierto enfoque, es equiparable al
elemento
formas delvolitivo delcomo
dolo, tal dolo lo
o, ha
en reconocido
otras palabras, al “querer”,
la doctrina desderazón
hace por
máslade
que,
un evidentemente,
siglo…. las tres son

En el dolo de tercer grado o dolo eventual aunque el sujeto no quiere, no acepta, no admite o no asume
directamente que se produzca el hecho penalmente dañoso (a diferencia del dolo de primer grado –
directo- y, desde cierto enfoque, de segundo grado – –indirecto-),
indirecto-), sin embargo, admite su eventual
realización, de allí que lo eventual no es precisamente el dolo si no la consecuencia de la conducta (el
dolo eventual es dolo y no eventualmente dolo), es decir, el resultado típico, entendido como la lesión o
puesta en peligro del interés jurídico penalmente tutelado que, como se sabe, en algunos tipos penales
(que tutelan bienes jurídicos tangibles), se traduce en la producción de un evento separado en el tiempo
y en el espacio de la conducta (tipos de resultado ––material-),
material-), p. ej. el homicidio, las lesiones, los daños,
etc., en los que reviste mayor complejidad e interés la determinación de la relación de causalidad, como
primer estadio de imputación objetiva -del resultado-.
… En este orden de ideas, es importante precisar
pre cisar que el dolo eventual es una denominación creada y
tradicionalmente aceptada para designar un concepto elaborado por los estudiosos del Derecho con el
propósito de reconocer como dolosas aquellas conductas en las que el autor conoce y acepta (quiere)
desplegarlas pero no tiene la certeza de que a través de las mismas efectivamente producirá el resultado
desvalorado por el tipo penal y, sin embargo, sigue actuando a pesar de ello. Por ello comúnmente se
afirma que el dolo eventual es el dolo de menor entidad que pudiera determinar algún trato privilegiado
respecto de las otras formas de dolo, sobre la base de alguna circunstancia atenuante (pero se ratifica,
no por ello deja de ser dolo).
Al ser una categoría fundamentalmente doctrinal y jurisprudencial no necesariamente debe ser referida –
al menos directamente- en los textos legales, máxime si sobre varios aspectos sustanciales de la misma
la doctrina y la jurisprudencia aun no llegan a un acuerdo; en todo caso, en el contexto de nuestro
Código Penal, la misma se encuentra, al igual que el dolo de primer y segundo grado, señalada en el
artículo 61 (fórmula general que ni siquiera define el “dolo” ni discrimina entre sus clases o formas de
manifestación, sino que simplemente alude a la “intención” –entendida
–entendida allí como dolo lato sensu-, pero
lógicamente ello no debe interpretarse como la inexistencia del dolo en el Código Penal) y en los
artículos que contienen los respectivos tipos dolosos, p. ej., en el artículo 405 eiusdem.
Precisamente por ello, en lo que concierne al Código Penal, no se define, p. ej, la acción, la tipicidad, la
antijuridicidad, la culpabilidad y la punibilidad, así como tampoco se describe su esencia, contenido,
finalidad, alcance o relaciones con el resto del plexo doctrinal o normativo, pero no por ello dejan de ser
las categorías elementales sobre las cuales el Poder Judicial fundamenta y debe fundamentar
constantemente la responsabilidad penal de las personas sometidas a juicio.
Asimismo, en el Código Penal Venezolano no se define ni caracteriza el dolo de primer grado (dolo
directo), mucho menos el dolo de segundo (de consecuencia necesaria o segura) y el de tercer grado
(dolo eventual o de consecuencia eventual), pero no por ello se debe de dejar de reconocer su existencia
dentro del mismo. Ello implicaría tanto como desconocer la causalidad, la imputación objetiva, la culpa
(imprudencia lato sensu), el error y otras instituciones fundamentales en el ámbito del Código Penal y del
resto del ordenamiento jurídico-penal.
Que el dolo eventual haya sido señalado en tal o cual Código Penal (p. ej., en el artículo 22 del código
penal de Colombia
Col ombia se indica lo siguiente: “La conducta es dolosa cuando
c uando el agente conoce los hechos
constitutivos de la infracción penal y quiere su realización. También será dolosa la conducta cuando la
realización de la infracción penal ha sido prevista como probable y su no producción se deja librada al
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azar”), o en tal o cual proyecto de reforma de nuestro Código Penal (p. ej. en el artículo 52, único aparte,
dl Proyecto de Código Penal presentado por el Ex-Magistrado Dr. Alejandro Angulo Fontiveros, se
establece que “habrá dolo eventual cuando el agente se representa como probable la consecuencia de
su ejecutoria pero continúa procediendo igual”) mientras que en e n el nuestro no se haya incluido una
referencia de ese tipo no incide sobre su reconocimiento por parte del mismo y, por tanto, no lo excluye
de nuestro orden legal y, para ser más precisos, no excluye la posibilidad de sustentar una sentencia
condenatoria por el delito de homicidio intencional sobre el sólido cimiento del dolo eventual.

Al
delrespecto, señalar
dolo y que, que como
por tanto, en nuestro
no existe en él elCódigo Penal no
dolo eventual, se ha
sería hecho
tanto discriminación
como alguna
decir que, como respecto
en el citado
texto legal colombiano o en el referido proyecto de Código Penal no se aludió expresamente al dolo de
segundo grado o de consecuencias necesarias, entonces no existe tal figura en ellos y, por tanto, no se
podría fundamentar la responsabilidad penal ssobre
obre la base de ese concepto (con relación a ese último,
en caso de llegar a ser efectivamente una ley).
Si bien se tiene en cuenta la complejidad del dolo eventual, no por ello es imperativa su descripción en el
ordenamiento jurídico, así como tampoco es imperativa la definición de los criterios generales de
imputación al tipo objetivo, de las diversas formas de error o de todas las causas de exclusión de la
antijuridicidad…”.

Es con base a los hechos y consideraciones anotadas, así como en acatamiento a la Sentencia
vinculante antes parcialmente transcrita, que se ha de concluir que contrario a lo pretendido por
los recurrentes, el Tribunal demostró el tipo subjetivo, es decir, el DOLO, requisito necesario para
la aplicación del artículo 405 del Código Penal al caso concreto, por lo cual no existe en la
presente causa el pretendido vicio de Violación de Ley a que hace referencia el ordinal 4º del
artículo 452 del Código Orgánico Procesal Penal; y siendo así, el ciudadano ROBERTO DETTO
REDAELLI, es responsable, a título de dolo eventual, de la colisión que condujo a la muerte del
ciudadano RAFAEL VIDAL CASTRO, en horas de la madrugada del día 12 de febrero de 2005, en
la vía Intercomunal de El Hatillo, La Trinidad, y en tal sentido, deberá ser sancionado por la
comisión del delito de Homicidio Intencional a Título de Dolo Eventual, tipificado por el artículo 405
del Código Penal.
Adicionalmente considera este Ente colegiado, que no le asiste la razón al recurrente
Adicionalmente recurrente,, en lo que
respecta a que el nexo causal tendría que ser atribuible a la infracción del semáforo, pues la
sentencia apelada dio por acreditado, en uso de sus atribuciones soberanas de valoración
probatoria como antes vimos, que a la velocidad que conducía el acusado ROBERTO DETTO
RADAELLI “…es totalmente imposible dar cumplimiento a señalización alguna…”, con cuya
apreciación encuentra satisfacción y conformidad esta superioridad sentenciadora, en el marco de
una imputación dolosa como la que corresponde al tipo de Homicidio Intencional, por apreciación
del elemento subjetivo del tipo que la sentencia apelada deduce, aplicando la denominada Teoría
de Dolo Eventual en lo que respecta a la conducción vehicular creadora de riesgos y con
consecuencias predecibles, que perfectamente es demostrativa de responsabilidad penal de tipo
intencional. En consecuencia y bajo las circunstancias anotadas, no se ha detectado en la
recurrida, la errónea interpretación de norma alguna y menos aún, de la contenida en el artículo
405 del Código Penal y por tanto, no le asiste la razón a los recurrentes en lo respecta a las
últimas cinco (05) denuncias. Y ASÍ SE DECIDE.
En consonancia con todo lo antes expuesto, lo procedente en derecho es DECLARAR
PARCIALMENTE CON LUGAR el recurso interpuesto, CONFIRMAR la Sentencia recurrida ”…

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