La filosofía medieval surgió a partir del siglo II después de Cristo. El periodo
comprendido entre los siglos V y VI se conoce como la época escolástica, que perduró hasta el siglo XV. La patrística y la escolástica constituyen las dos etapas principales de la filosofía medieval. La filosofía y la religión en el siglo II tuvieron como protagonista a Orígenes, quien vivió entre el año 185 y 254 después de Cristo. Uno de los representantes más importantes de la patrística fue San Agustín, nacido en el año 354 y fallecido en el 430 después de Cristo. La escolástica, segunda etapa crucial para el desarrollo de la filosofía medieval, tuvo como preocupación principal comprender la revelación divina utilizando la razón humana. Su objetivo era integrar la filosofía griega con la revelación divina, buscando armonizar la fe y la razón. Entre los representantes importantes de la escolástica se encuentran San Anselmo, Santo Tomás y Juan Duns Scoto. En esta época, se debatía la relación entre la fe y la razón, y cómo algunos autores intentaban conciliarlas mientras que otros no. Un autor influyente de la patrística fue San Agustín, nacido en Tagaste, Roma. Antes de su conversión al cristianismo, Agustín era pagano. En el año 384, se trasladó a Milán, donde comenzó a enseñar retórica y entró en contacto con las doctrinas platónicas. Su vida cambió en el año 386, cuando se convirtió al cristianismo, y a partir de entonces desarrolló una filosofía propiamente cristiana y religiosa, incorporando elementos de la filosofía platónica. En el año 391, se convirtió en obispo de Hipona. San Agustín consideraba dos grados de realidad: una realidad inmutable, eterna e incorruptible, que era Dios, y otra realidad creada por Dios, cambiante y finita. También estudió al hombre, argumentando que el camino hacia la felicidad era a través de la interioridad del alma. Sostenía que el hombre conoce gracias a la luz natural de Dios, quien irradia nuestras razones con su luz universal y eterna, permitiéndonos contemplar verdades universales y eternas. Santo Tomás de Aquino, nacido al norte de Nápoles en 1225, fue un representante destacado de la escolástica. Tomó elementos de la filosofía aristotélica y sostuvo que la fe y la razón eran compatibles, considerando que el hombre podía conocer a través de dos vías: por el cuerpo, con la ayuda de los sentidos, y por el intelecto, abstrayendo formas y esencias de las cosas sensibles para alcanzar el mundo espiritual. Respecto a Dios, afirmaba que Por el cuerpo, es decir ayudado por los sentidos, gracias a su intelecto el hombre puede abstraer de las cosas sensibles sus formas y esencias y remontarse al mundo espiritual. Respeto a Dios afirma que la existencia del mismo es un conocimiento natural del ser humano ósea que el hombre podría llegar al conocimiento de Dios gracias al uso de la razón y que todas las criaturas razónales podían poseer a Dios por medio del conocimiento y del amor. También Identificaba el fin del hombre con su bien, que era la felicidad, y proponía una unión eterna del alma con Dios.