09 - Dark Elf's Devotion - Celeste King

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EL DESVÁN DE EFFY - Traducción de LILITH - Dark Elves of Protheka - Libro 9 – Dark Elf´s Devotion
LIBRO 9
A MONSTER ROMANCE
CELESTE KING
DARK ELVES OF PROTHEKA
DARK ELF´S DEVOTION
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Contenido
El mundo de Protheka
1. Vanessa
2. Keillon
3. Vanessa
4. Vanessa
5. Keillon
6. Vanessa
7. Keillon
8. Vanessa
9. Keillon
10. Vanessa
11. Keillon
12. Vanessa
13. Keillon
14. Vanessa
15. Keillon
16. Vanessa
17. Keillon
18. Vanessa
19. Keillon
20. Vanessa
21. Keillon
22. Keillon
23. Vanessa
24. Keillon
25. Vanessa
26. Vanessa
27. Keillon
28. Vanessa
29. Keillon
30. Vanessa
31. Keillon
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Esta es una traducción hecha por y para fans. El Desván de Effy realiza esta
actividad de manera altruista y sin ánimos de lucro, con el fin de dar a conocer
las obras de autoras de habla inglesa, en países de habla hispana.
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no eliminen nuestros créditos.
Si llegaran a publicarse estos libros en su idioma, por favor apoyen a la
autora comprando su obra. Este material no pertenece a ninguna editorial, y
al estar realizado por fans y amantes de la lectura, podría contener errores.
¡¡¡Esperamos de Corazón que disfruten la lectura!!!
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TRADUCCIÓN y CORRECCIÓN
EDICIÓN, PDF, E-PUB Y SUPERVICIÓN DE PROYECTOS

POR EL EQUIPO DEL DESVÁN DE EFFY
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El Mundo de Protheka
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Sinopsis
Su mirada prometía romperme...
...pero fue su tacto me arruinó para todos los demás hombres.
Siempre he oído que mis valores y convicciones son inútiles en Protheka.
Que me serían arrancados, como todo lo demás.
Yo simplemente no quería ser utilizada.
Todo eso cambió cuando mi hermana cayó enferma.
Para salvarla, vendí mi alma.
Ahora le pertenezco a un monstruo.
Lo que nunca esperé fue enamorarme de un elfo oscuro tan brutal como Keillon.
Su violencia es aterradora, y he llegado a amarla.
Porque con Keillon, sé que siempre estaré a salvo en este espantoso mundo.
Nadie me pondrá una mano encima mientras él viva.
Sólo necesitan saber que soy suya. No su mascota. No su mascota. No su deporte.
No.
Soy su compañera.
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Capítulo 1
Vanessa
Me duele la espalda al arquearme sobre los muebles, pero no me atrevo a tomarme

un descanso. En la mansión de los elfos oscuros no hay lugar para el error, y aunque
tengo suerte de que nuestro amo, Ikre Wondro, acepte humanos para desempeñar las
funciones de sirvientes en su casa, sé que no es por amabilidad.
Emma, una gran amiga mía, lleva trabajando aquí casi un año. Es una cantidad de
tiempo impresionante, pero con un amo que rara vez vuelve por aquí, es más fácil
mantener el empleo. Estoy agradecida de que me encontrara este trabajo en el que no
me veré obligada a arrodillarme ante un macho elfo oscuro como en la mayoría de las
demás ocupaciones aquí en Liiandor.
Mientras friego los alféizares, buscando suciedad en cada grieta, oigo fuertes pisadas
en el pasillo. No suenan como las de un humano; son demasiado deliberadas, casi como
si anunciaran la llegada de alguien.
Para confirmar mis temores, la puerta del dormitorio se abre de golpe y me giro para
ver a un elfo oscuro de pie en el umbral. Es alto, tiene los hombros anchos y lleva el pelo
recogido, lo que deja ver su rostro anguloso.
Sus ojos oscuros se clavan en mí.
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Trago saliva y caigo de rodillas inmediatamente. Mis ojos permanecen pegados al
suelo y sé que ya he metido la pata al mirar a mi amo. Sin embargo, como humana, es
casi imposible no provocar la ira de un elfo oscuro, aunque sólo sea respirando.
Cada suave golpe de sus botas acercándose hace que mi corazón lata con fuerza, y
tengo la sensación de que mantiene su paso lento para torturarme. Cuando se detiene
ante mí, no me atrevo a moverme y, sobre todo, no me inmuto cuando me agarra la
barbilla y me obliga a echar la cabeza hacia atrás.
Me tiembla todo el cuerpo y, aunque le hago creer que es porque tengo miedo y me
acobardo, en realidad es por la rabia que me invade. Tengo un poco de miedo de lo que
pueda hacerme, pero eso no impide que mis mejillas ardan de odio cuando este macho
me mira como si fuera un trozo de carne que está pensando en devorar.
Antes de que salga una palabra de su boca, ya sé que voy a tener que abandonar este
lugar... otra vez. Han sido tres meses agradables, pero me niego a dejar que los elfos
oscuros utilicen mi cuerpo como quieran. Trabajaré para ganar lo que necesito, pero no
renunciaré a mi cuerpo cuando mis habilidades como criada y cocinera deberían bastar
para ganar un sueldo.
Aunque estoy un poco triste por irme. Este lugar siempre tenía mucha comida
sobrante ya que los dueños nunca están aquí. Los sirvientes zagfer y humanos se la
reparten en secreto, compensando la escasa cantidad que nos pagan.
Ikre, o eso supongo que debe ser, me sonríe. Parece más un worg descendiendo sobre
un cardo que un señor saludando a su personal. Aprieto los dientes y espero que alguien
venga a salvarme antes de que sea demasiado tarde, porque la forma en que sus ojos se
iluminan cuando me sonrojo y tiemblo me dice que es de los que no perdonan.
Sin soltarme la barbilla, me lleva el pulgar a la boca y me frota los labios con fuerza.
Me muerdo un gemido cuando presiona con tanta fuerza que juraría que intenta
magullármelos, y cuando no reacciono, me hurga en la costura de los labios.
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"Abre la boca", me dice. "Déjame ver para qué está hecha esa boca, qué hará por mí
más tarde".
Quiero negarme con la cabeza, pero cuando me aprieta la mandíbula, no tengo

elección. Su mano me separa los labios y su pulgar penetra en mi garganta de inmediato.
Toso, balbuceando contra la intrusión, y él se ríe. "Vamos. Chupa. Demuéstrame que

vales la vida y dejaré que te la ganes".
Como no veo otra opción, cierro los labios en torno a su pulgar mientras él sigue
introduciéndomelo profundamente en la boca, casi haciéndome retroceder. Su mano se
clava con más fuerza en mi barbilla y me dan ganas de llorar de lo fuerte que me agarra.
Podría romperme la piel.
"Esos malditos labios. Los dioses te los dieron por algo", continúa. "Si esta parte de ti
es tan placentera, no puedo esperar a ver lo que depara el resto de tu cuerpo". Mis
muslos se contraen por reflejo, y él debe notarlo. "Eres tan jodidamente follable. No
niegues para lo que estás hecha".
Me dan arcadas cuando vuelve a golpearme en la garganta, pero él no se aparta, me

agarra la nuca con la mano que tiene libre y me introduce el pulgar en la garganta. Quiero
apartarme, pero no puedo.
Las lágrimas resbalan por mis ojos, recorren mis mejillas y él aúlla. Tenía razón sobre
la clase de elfo que es. "Me muero de ganas de romperte", sisea cuando por fin retira la
mano y me echa la cabeza hacia atrás mientras me observa toser y balbucear, con la
saliva goteándome por la barbilla.
"Dioses, imagínate si en vez de eso fuera mi polla", gime. "No te preocupes. Pronto lo
sabrás".
"Por favor", jadeo mientras empiezo a recuperar el aliento. "Por favor, déjame ir. Sólo
estoy aquí para limpiar".
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Sé que si esto sigue como él quiere, me enfrentaré a una vida peor que la muerte.
Muchos me han dicho que mis valores y convicciones son inútiles en este planeta, que
me serán arrancados como todo lo demás, pero aun así me aferro a ellos.
No seré utilizada.
"¡Ikre!"
Se pone rígido y me suelta la cabeza, de modo que caigo de rodillas y me agito. Los
mocos, la saliva y las lágrimas me cubren la cara, y no levanto la vista cuando Ikre se
pone en pie.
"Ummai", replica.
"¿Qué haces con esa zorra?".
Se burla, y cuando me atrevo a levantar la vista, veo que sigue dándole la espalda, con
sus facciones convertidas en una máscara de fastidio. "Los humanos no cuentan",
murmura.
"¡Soy tu mujer!" Se adentra unos pasos en la habitación. "Todo el mundo cuenta". Su

mirada se desliza hacia mí, y las malévolas intenciones que brillan en ella me revuelven
el estómago. "Si ella va a ser una distracción para ti, yo me encargaré".
Murmura algo en voz baja, y yo lo distingo: "...arruinarlo todo". Entonces, Ikre se da la

vuelta, sale de la habitación y me deja con su mujer.
Me sentí casi aliviada cuando oí que alguien lo llamaba, pero ahora no estoy segura
de sí debería estarlo. ¿Es peor enfrentarse a un elfo impulsado por la lujuria o a una elfa
impulsada por los celos? Ninguno de los dos acabará bien para mí, eso lo sé.
Me muevo, a punto de defender mi caso y decirle que me iré de buena gana, cuando
mi cuerpo se eleva en el aire con el movimiento de su muñeca. Mordiendo el labio
inferior, contengo el grito de sorpresa cuando me retuerce y, de repente, salgo
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despedida hacia delante, estrellándome contra la pared con más fuerza de la que
esperaba.
Un grito me atraviesa entonces. Me duelen los hombros por haberme empujado

demasiado hacia atrás y no estoy segura de que no me haya roto la nariz. Me duele toda
la cara y no tengo tiempo de recuperar el aliento antes de volver a estar en el aire.
"Aprende cuál es tu sitio", gime, y salgo despedida hacia delante, estrellándome

contra el cristal.
El cristal de la ventana me araña la piel, pero no es nada comparado con el lugar donde
aterrizo. Estamos en la planta baja, así que tengo suerte de no haber caído tan lejos. Sólo
que me arrojó directamente a su jardín de rosas, y mi peso me arrastra hacia las
espinosas enredaderas.
Las náuseas se apoderan de mí cuando intento moverme hacia delante, con los tallos
abriéndome la piel, ya de por sí sensible. Respiro hondo, aprieto los dientes y me pongo
en cuclillas. Me arde todo el cuerpo por haberme golpeado contra una pared o haberme
desgarrado con las espinas, y agonizo mientras me escabullo detrás de los pocos
arbustos que quedan y salgo de los macizos de flores.
Lo peor es que le estoy agradecida a esa mujer por haber tenido piedad de mí. Podría
haber sido peor, y yo, de hecho, esperaba que me arrancaran mis virtudes. Si aún no
tenía pensado marcharme, ahora definitivamente no me dejarán volver, así que tendré
que buscar un nuevo lugar para trabajar.
Arrastro mi cuerpo roto lejos de la casa del elfo, acaricio el solitario trozo de pan que
llevo en el bolsillo y se me llenan los ojos de lágrimas. No sé cómo voy a encontrar otro
trabajo seguro como éste, y el miedo recubre mi lengua y baja por mi garganta.
Pero sigo adelante, forzando mis pies uno delante del otro hasta que cruzo fuera de
su propiedad. En Protheka, no tengo dinero, ni estatus, ni magia ni libertad, pero
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mantengo la cabeza alta porque si dejo que me quiten mi dignidad, entonces los elfos
oscuros me lo habrán quitado todo.
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Capítulo 2
Keillon
No suelo recibir órdenes como ésta.
Y nada menos que del mismísimo Rey.
Normalmente, encargaría a uno de mis subordinados, pero es una tarea demasiado

delicada para dejársela a un soldado torpe. Son aptos para la batalla, ciertamente,
capaces en los caminos de la espada y la magia, pero no de la sutileza. Y cualquier paso
en falso podría significar un desastre para Liiandor.
Es curioso, también, que los espías hayan sido capaces de infiltrarse en la isla en
primer lugar. Aunque no sé de dónde provienen, tengo mis sospechas. Estamos
protegidos por las espirales rocosas que rodean la isla por el lado norte, pero no es así
por el sur.
El rey Kres ha garantizado nuestra seguridad en Pref, pero siempre hay tráfico desde
Kaynvu que no puede ser tan minuciosamente investigado. Pocos viajeros se desviarían
de su camino para visitar Liiandor, y menos aún tendrían la intención de convertirla en
su hogar.
Sin duda, Liiandor es un gusto adquirido.
A la luz del mundo más allá de estas montañas, el nuestro es un reino reservado que
evita enfrentarse a otras naciones si puede evitarlo. Nuestro Rey lo prefiere así.
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Y yo también.
Tengo que preguntarme quién es exactamente este espía, con una mueca curvando
los bordes de mi boca mientras recorro las estrechas calles de la ciudad baja vestido con
finas ropas de mercader, mi rostro alterado por la magia para parecer más viejo, más
rudo, para que nadie me reconozca. Aquí abajo, puedo oler el estiércol hoqin de la forma
más directa. No es un olor que se elimine fácilmente, y me alegraré de haber terminado
con mi tarea.
Mis hombres lo tenían.
Luego, sin demora, también lo perdieron.
Me aprieto las solapas mientras paso por un hueco en el áspero empedrado, palpando
más abajo para asegurarme de que mi daga sigue en su sitio, por si las cosas se tuercen.
No espero llegar a eso, pero siempre es bueno tener un plan de contingencia.
Mi magia debería bastar para inutilizar al espía, en cualquier caso.
Pero mi intención no es montar una escena, y todas las miradas se centran en mí y en

mi monedero casi vacío. Si hubiera tenido tiempo de disfrazarme más demacrado, aún
no lo habría hecho. Ya es bastante malo tener que caminar por estas calles disfrazado de
un k'sheng de monedas moderadas.
Peor aún es que esta ropa pique.
Una humana extraviada se cruza en mi camino con una pesada carga y su cuerpo se
esfuerza por seguir el ritmo de los demás esclavos. Con el menor esfuerzo, hago rodar
una piedra bajo su talón, haciéndola caer a la calle, con los productos frescos rodando
en todas direcciones. Mientras los peatones me miraban a mí, ahora se distraen con ella
y su amo, que la azota hasta que pide perdón de rodillas.
Sonrío cuando salgo de la multitud antes de que se abalancen sobre los productos.
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Para un espía extranjero, la ciudad baja es un lugar tan bueno como cualquier otro
para esconderse. Podría estar en cualquier parte, pero sólo es un elfo oscuro. La mayoría
de los residentes de Liiandor tienen un cierto aspecto, con un corte particular de tela
sólo disponible para nosotros.
Él destaca, y por desgracia para él, yo ya me he enterado de su existencia.
La distracción en la calle no era sólo para evitar que me descubrieran, sino también
para hacerlo salir, y mordió el anzuelo. Cuando todo el mundo se reunió a su alrededor,
se marchó a toda prisa, paseándose por las esquinas para evitar ser descubierto por los
guardias de la ciudad que se acercaban.
Parece un elfo oscuro normal y corriente, de rasgos sencillos y complexión sana bajo
un robusto traje de cuero que no pertenece a Pref, pero hay algo que no encaja en él.
Algo que no puedo identificar. Quizá también use magia para disfrazarse y no sea lo que
parece.
Está claro que no sabe que le persigo. Todavía no.
Más despacio, me digo. Te verá y desaparecerá de nuevo.
No quiero perder mi ventaja, pero cuando toma otra curva, no tengo más remedio
que seguirle, con todos los pelillos de la nuca erizados. Mi mano va instintivamente a por
la daga cuando me encuentro con una rugiente bola de fuego que viene directa hacia mí.
Esquivo justo a tiempo, pero no puedo levantar un muro de aire antes de que se
deslice a mi lado y vuelva a la concurrida calle. "Joder", siseo para mis adentros, girando
y persiguiéndole.
Aprieto los dientes y encuentro maná para derribar un muro de piedra delante del
espía, levantando polvo y casi arrastrándolo bajo las ruinas. El desafortunado accidente
provoca gritos de agonía entre los humanos y de furia entre los elfos. Al rey no le
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gustarán mis métodos, pero no temo ensuciarme un poco las manos para detener a este
elfo oscuro.
Se las arregla para agarrarse y se lanza contra el tráfico peatonal, con una mano
volando hacia atrás para disparar rayos mágicos salvajemente en mi dirección.
Fallan, pero alcanzan a varios desafortunados zagfer.
Me agacho bajo una viga baja y me deslizo por el callejón en un intento de cortarle el
paso, con la magia acumulándose en mi pecho, lista para explotar. La utilizo para
alimentar mi siguiente hechizo, magia de batalla que me resulta fácil. Un millar de dagas
fantasmales surcan el aire en su dirección, pero incluso cuando atraviesan su forma, ésta
desaparece, dejando sólo una imagen fantasmal.
Casi se me para el corazón.
"Joder", vuelvo a decir con más énfasis, girando en redondo. "¿Dónde estás?"
Justo cuando creo que lo he perdido, lo veo corriendo por otra calle.
Una verdadera sonrisa se forma en mi rostro mientras dejo que el viento acelere mis
pasos. "Si fueras inocente", le digo, aunque sé que no puede oírme desde esta distancia.
"No estarías corriendo".
Mis pies ya no tocan el suelo mientras lo persigo por el aire. Voy ganándole terreno y,
en menos de un minuto, vuelvo a pisarle los talones. Cuando mira hacia atrás, abre
mucho los ojos, pero no dice nada, frunce el ceño y me lanza otro rayo al corazón.
Creo un escudo de aire y lo desvío, haciendo que se disperse como chispas en el mar
de humanos y elfos oscuros. Se oyen más gritos, y los ciudadanos de delante parecen
darse cuenta de por qué tanto alboroto.
Varios elfos oscuros intentan detenerlo con espadas desnudas, pero él pasa
revoloteando junto a ellos como un fantasma.
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Se están ahogando en su propia sangre cuando vuelvo a caer al suelo y me abalanzo
sobre ellos, con los ojos fijos en mi objetivo.
No escapará, me prometo. Hay una razón por la que el Rey me confió esta misión, y
no le decepcionaré. Aprieto los dientes y sigo persiguiendo a mi escurridiza presa.
Finalmente, irrumpo en una plaza abierta y encuentro al objeto de mi persecución.
Está en el centro de una multitud bulliciosa, con los pies bien plantados. Su postura es
tan segura que me pilla desprevenido, y es entonces cuando me percato de la presencia
de otras figuras sospechosas.
Es difícil saber si son obra suya o no.
Nuestro espía tiene amigos, pienso, considerando que tal vez debería haber traído
refuerzos, después de todo. Una de estas cosas -no puedo imaginar que sea siquiera un
elfo oscuro, por la forma en que se mueve- ya es bastante difícil de acorralar. ¿Pero tres?
Dudo en atacar, la energía que me rodea palpita con intensidad.
Es demasiado tarde para huir, ya que el hechizo combinado se convierte en un calor

abrasador que casi me evapora donde estoy. Empujo el suelo con todas mis habilidades,
elevándome seis metros en el aire mientras la plaza se convierte en un baño de sangre.
Los elfos oscuros atrapados en el torrente del hechizo se convierten en poco más que
carnada de pescado, y sus desafortunados sirvientes y esclavos, también.
Esta vez no dudo y me lanzo directamente hacia la primera criatura. No puedo decir si
es la original o si hay más, pero ésta se siente tangible y real cuando me lanzo hacia ella,
seguro ahora de que no es un elfo. Tiene el tipo equivocado de magia. Demasiado cruda
y poderosa para provenir de alguien que no sea el más alto de los nobles.
Caemos brevemente antes de que lo inmovilice contra el suelo.
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Pero la multitud nos empuja, lanzándonos acusaciones a ambos por el daño que
hemos causado. No veo a los compañeros del espía, pero unas manos me apartan de la
extraña criatura. Con una ladeada sonrisa élfica, la cosa me sonríe y desaparece como si
nunca hubiera existido.
Rujo y me zafo de su agarre mientras la luz baila sobre mi piel oscura. Deberían saber
que no pueden conmigo, aunque me disfrace de k'sheng. He perdido a mi objetivo, y
necesito todas mis fuerzas para no liberar la furia fatal que arde en mi interior.
"¡No sabéis lo que habéis hecho!" Me abalanzo sobre la multitud, liberando sólo un
poco de mi magia para hacerles retroceder unos pasos. Podría castigarlos a todos por
interrumpir mi misión. Si tuviera más tiempo, tal vez podría desatar una explosión más
mortífera que la del espía. En lugar de eso, me abro paso entre la multitud, que me da
esquinazo.
No puede haber ido muy lejos.
Y si lo dejo escapar... no puedo imaginar el daño que causará en la ciudad. Cuando el

Rey se entere de mi fracaso...
"No", digo, decidido a terminar esto ahora. "No tolero el fracaso". Tampoco el Rey,
viene el pensamiento en el fondo de mi mente, espoleándome en una carrera muerta.
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Capítulo 3
Vanessa
"¡Sandy!" Abro la puerta de casa y entro a empujones. La mayor parte del tiempo
contengo mis gemidos. Aún me duele el cuerpo, pero no hay necesidad de que mi
hermana pequeña vea mi dolor. "Sandy, ¿dónde estás?"
No responde, lo que no es habitual en ella. Todos los días se apresura a saludarme

cuando vuelvo del trabajo. Sonreímos, nos abrazamos y nos reímos. Luego me dirijo a la
cocina y empiezo a preparar la cena.
"Oye, ¿Sandy?" Frunzo el ceño. Al entrar en casa, hay un silencio espantoso. E

inquietante. Esto no me gusta nada. "¿Dónde estás, mi amor? ¿Tienes hambre?"
No está en la cocina, ni en el salón. Los últimos lugares para comprobar son nuestros
dormitorios. Cuando no la encuentro en su habitación, mi corazón empieza a latir más
rápido. Empiezo a sudar frío. ¿Dónde está mi hermanita?
Entonces miro en mi habitación. Y está tirada en el suelo, inconsciente.
"¡Sandy!"
Me lanzo hacia ella, a pesar del horrible dolor en mis extremidades. Nada de eso me
importa. Mi hermana pequeña no responde a mis gritos ni a mis intentos desesperados
por despertarla. La sacudo por los hombros y grito su nombre, pero nada consigue que
vuelva a abrir los ojos.
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Empiezo a examinarla más de cerca. La sangre le gotea de la cabeza y le empapa el
pelo. Un sonido horrible sale de mi boca al darme cuenta de lo que está pasando.
Sandy se está muriendo.
Con lágrimas en los ojos, me esfuerzo por levantar su cuerpo hasta la cama. La tumbo
con todo el cuidado que puedo. Me cuesta concentrarme. No entiendo lo que está
pasando. ¿Por qué no se despierta? ¿Qué ha pasado?
Doy tumbos por la casa durante unos minutos, intentando despejarme y pensar qué
hacer. Entonces, recuerdo que hay un viejo médico humano que vive no muy lejos. Él
podría ayudarnos.
Ni siquiera me acuerdo de ponerme los zapatos al salir de casa, lo que agrava mi dolor
de piernas. Eso se convierte rápidamente en algo secundario, ya que la imagen de Sandy,
inconsciente en el suelo, persiste en mi cabeza. Es inquietante. ¿Por qué está así mi
hermanita? ¿Quién le ha hecho esto?
"¡Doctor!" Golpeo la puerta con el puño, esperando en silencio que esté cerca.
"¡Doctor, por favor, abra la puerta!"
Cuando lo hace, me mira con los ojos muy abiertos y la boca abierta. Me coge las
muñecas con suavidad, probablemente para que dejen de temblar.
"Vanessa, ¿qué te pasa? ¿Por qué te comportas así?"
"¡Es mi hermana!" Exclamo, incapaz de recuperar el aliento. "¡Creo que se está

muriendo!"
"¿Sandy?" Él sacude la cabeza. "No. No puede ser".
Me sigue hasta mi casa, tirando de mí mientras mis pies empiezan a fallar. Ahora me
sangran. Cada paso es una puñalada en la piel.
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"Por favor, siéntate. ¿Por qué no llevas zapatos? Vanessa, tienes que cuidarte".
"¡Esto no se trata de mí! Se trata de Sandy". Señalo hacia el dormitorio una vez que
estamos dentro de la casa. "Por favor, échale un vistazo. Dime qué le pasa y cómo puedo
ayudarla. No quiero que muera, doctor, no podré soportarlo".
"No te preocupes, niña. Es raro que una chica joven caiga muerta sin explicación.
¿Mostró algún síntoma antes de desplomarse?"
"¡No, estaba bien! Esta misma mañana hemos tenido una conversación normal". Mi
pecho se arruga con cada sollozo. "¡Por favor, doctor! Por favor, sálvela".
Se sienta junto a la cama y coloca la mano sobre la frente de Sandy. Lo miro, pero
estoy hecha polvo. Intento amortiguar mis sollozos con las manos, pero no funciona. El
doctor se fija en la herida sangrante de la cabeza y suspira.
"¿Tienes trapos y vendas? Tráelos aquí".
No respondo, pero me pongo en acción. Le traigo todo lo que me dice, pero hay un
brillo abatido en sus ojos que no puedo ignorar. Me pone enferma. Hay algo que
podemos hacer para salvarla, estoy segura. Esto no puede ser el fin.
"Lo siento, Vanessa, pero..."
"No me digas eso", interrumpo. Me limpio la mezcla de lágrimas y mocos que me caen
por el labio superior. "Dime qué le pasa. Quiero ayudarla".
"Es una situación complicada. No sé si debería decirlo".
"¡Doctor, por favor!" Le cojo la mano y tiro de ella. "¡Dígame qué está pasando!
Merezco saberlo, soy su hermana y su tutora".
Aprieta los labios en una fina línea. Una profunda exhalación sale de su nariz.
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"Tu hermana sufre un coágulo cerebral. Esta lesión es grave y necesita
desesperadamente una poción curativa o la visita de un sanador. Sin embargo, estas
soluciones son problemáticas. Para empezar, sólo los elfos oscuros son sanadores.
Seguro que ya sabes cómo nos tratan. Además, encontrar un sanador ya es bastante raro
de por sí".
"Por supuesto, eso está fuera de discusión". Asiento con la cabeza, mordiéndome las
uñas. "¿Y la poción? Puedo comprarla. Dime cuánto cuesta y voy a buscarla ahora
mismo".
"Ah, Vanessa". Sonríe. Con una pizca de tristeza. "No es tan sencillo. Es una poción
curativa increíblemente cara que no muchos pueden conseguir. Incluso si tuvieras el
dinero, seguiría siendo difícil de obtener. Estas pociones se venden en el mercado negro
por esta misma razón, pero aun así, se salen del presupuesto."
Me tiemblan las rodillas. Me agarro a la silla más cercana para no caer al suelo. Mi
vista se nubla al contemplar a mi hermana. Duerme plácidamente en mi cama, pero está
sufriendo.
"¿Cómo se hirió, doctor?" susurro. Caen más lágrimas y no puedo apartar los ojos de
ella. "¿Cómo ha ocurrido?"
"Es posible que se cayera mientras estaba sola en casa. Podría haberse golpeado la
cabeza con un objeto, lo que explica la herida y la posterior coagulación en el cerebro".
La culpa es mía. La dejo sola mientras me voy a trabajar. Se hizo daño y yo no estaba
para ayudarla. No pude salvarla.
"La lesión empeoró por el hecho de que estuvo tumbada durante bastante tiempo",
continúa. Esas palabras son un puñetazo en las tripas. "Lo siento, Vanessa, pero sin un
sanador o una poción curativa en unos pocos, yo diría que cinco días, no hay mucho que
podamos hacer".
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"No. Tiene que haber algo." No puedo hacerlo. No puedo perder a Sandy. "Hay algo
que puedo hacer. No voy a dejarla morir."
"Niña." Me agarra del hombro y me obliga a mirarle. "¿Cómo vas a conseguir el dinero
para esa poción curativa cuando ya te cuesta llegar a fin de mes?".
Aprieto los dientes.
"Temo decir esto, pero debes renunciar a ella. No es lo que querías oír, lo entiendo,
pero no hay nada que podamos hacer para ayudarla en este momento."
"¡Eso no es verdad!" Le aparté la mano de un manotazo. "Yo puedo ayudarla. Puedo

conseguir el dinero que necesitamos".
"¿Y cómo piensas hacerlo?".
Es una opción que siempre me ronda por la cabeza, sobre todo en los días difíciles en
los que me pregunto cuánto más puedo aguantar. Escucho historias y cuentos sobre las
mujeres humanas que frecuentan los clubes nocturnos de los elfos oscuros, vendiendo
sus cuerpos por fuertes sumas de dinero. Los elfos oscuros pagan bien y están deseando
pasar noches con mujeres humanas, aunque inflen el pecho y hablen de lo repugnantes
que son los humanos.
"Ya me las apañaré". Me seco las últimas lágrimas. ¿De qué va a servir llorar? No va a
curar a mi hermana pequeña. "Gracias por decirme qué le pasa a Sandy. Ahora sé lo que
tengo que hacer".
"Me encantaría conocer los detalles al respecto", dice. Le acompaño hasta la puerta
principal, pero se niega a salir. "¡Vanessa, mírame a los ojos y respóndeme! No te alejes
de mí cuando te estoy hablando".
Hago una pausa y le lanzo una mirada por encima del hombro mientras me quedo
cerca de la salida. "Por favor, quédate con Sandy mientras tanto. Tengo que irme".
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"¿Adónde vas?"
"A ganar el dinero que necesito para comprarle esa poción curativa". Giro todo mi
cuerpo para mirarle. "No me importa si las probabilidades están en mi contra ahora
mismo. Me niego a rendirme con ella. Voy a ayudarla aunque tenga que renunciar a todo
para hacerlo".
"¿Qué quieres decir? ¿Por qué vas a renunciar a todo?" El Doctor da un paso hacia mí.
Me doy la vuelta. "¡Vanessa, no te vayas sin contestarme!"
"Ya he tomado una decisión al respecto. No intentes disuadirme porque no

funcionará".
"No sé lo que vas a hacer, pero si eso significa arriesgar tu cuerpo y tu bienestar, ¡por
favor, replantéate tus decisiones! Puede que la pequeña Sandy ya no tenga futuro, ¡pero
tú aún lo tienes!".
"No digas eso de ella", replico. "Va a vivir".
"Es imposible que consigas el dinero en cinco días. A menos que... Vanessa".
Abro la puerta. Hay un club que veo a menudo escondido en las afueras de la ciudad
baja. Los elfos oscuros acuden en masa. Ni siquiera intentan ocultarlo.
"¡Vanessa!"
Cierro la puerta tras de mí.
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Capítulo 4
Vanessa
El mero hecho de estar de pie frente al club hace que la cabeza me dé vueltas. Apoyo
la mano en el edificio a mi lado y miro por la esquina mientras elfos oscuros y mujeres
humanas entran en el establecimiento, algunos por la entrada principal y otros por la
lateral.
El club está situado en Liiander, en las afueras de la ciudad baja. Es muy conocido
porque abastece los insaciables deseos de los elfos oscuros que ansían a las hembras
humanas. He oído rumores sobre este lugar, buenos y malos. Trago saliva cuando veo a
varios elfos oscuros entrar en el club, riéndose a carcajadas y hablando en voz alta entre
ellos. Dicen las cosas más vulgares sobre las mujeres. Se me eriza la piel.
No me gusta cómo miran a las mujeres como si fueran trozos de carne. Me van a mirar
así.
Oh, no. ¿Qué estoy haciendo? Estoy cometiendo un error.
Pero esto es por Sandy. La vocecita en mi mente no sabe cómo callarse. Ella va a morir
si no consigues el dinero a tiempo.
Quiero darme la vuelta y correr a casa, pero no soporto la idea de ver a Sandy
inconsciente en esa cama. Se está muriendo lentamente mientras yo estoy aquí
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temblando en medio de la calle. ¡Soy una cobarde! ¿Qué clase de hermana sería si me
volviera ahora?
Ella me necesita. Tengo que estar ahí para ella, cueste lo que cueste.
Con eso en mente, doy un paso adelante. Luego, otro. Sigo caminando hasta que paso
las puertas giratorias de la entrada principal, que casi me golpean la espalda al entrar.
Hay otro par de puertas. Dentro, veo luces intermitentes, innumerables cuerpos en
movimiento y música tenue. Un guardia flanquea las puertas, riendo con otros elfos
oscuros mientras se abren paso hacia el interior. Su sonrisa se apaga al verme.
"¿Qué haces aquí? Tú no trabajas aquí".
"Quiero hacerlo", respondo con la barbilla alta. Espero parecer segura de mí misma.
"¿Cómo empiezo a trabajar? ¿Con quién tengo que hablar?".
Resopla. "Conmigo. Yo soy quien deja entrar y salir a la gente de este lugar. Las chicas
humanas que trabajan aquí tienen que pasar una... inspección antes de empezar. No será
diferente para ti".
"De acuerdo, entonces". Cruzo los brazos sobre el pecho. "¿Dónde está el dueño o el
gerente de este lugar? Quiero hablar con..."
"No, no", dice agitando la mano. "No vas a hablar con él. Vas a enseñarme la mercancía
que tienes".
"¿Mercancías? No entiendo..."
"¿Eres tonta? No me extraña que hayas recurrido a vender tu cuerpo. No tienes mucho
cerebro con el que trabajar, ¿verdad?". Se da un golpecito en la frente y suelta una
carcajada. "Venga. Quítate la camiseta. Quiero que me enseñes las tetas".
"¿Qué? Cualquiera puede entrar y vernos".
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"¿Y?" Lanza un pulgar por encima del hombro. "Si quieres actuar ahí dentro, vas a
tener que acostumbrarte a que todos te miren. Ahora quítatela".
Se refiere a mi camiseta. Me sube la bilis a la garganta, pero lucho por contenerla.

Mientras contengo las lágrimas, me levanto lentamente la camisa y me la pongo sobre
el torso. Me pongo delante del guardia mientras me mira. Sólo se fija en mi pecho.
"Aquí estarás bien", ronronea, inclinando la cabeza hacia un lado y sin dejar de
mirarme.
Levanto los brazos para cubrirme el pecho. Se me pone la carne de gallina. Me siento
asquerosa. ¿Por qué tiene que pasarme esto a mí? ¿Por qué el mundo es tan cruel?
Necesito todas mis fuerzas para no echarme a llorar.
"Aw", me arrulla. Se burla de mí. "No pasa nada. Todo acabará pronto. Te dejaré entrar
en el club cuando hagas una última cosa por mí".
Arrugo la nariz. Él sonríe. "Ponte de rodillas y chúpamela".
No. Prefiero morir.
"No voy a hacer eso", le digo bruscamente. No puedo seguir escuchándolo. Me pongo
la camiseta. "¿Dónde está el encargado? Esto es una pérdida de tiempo".
"Whoa, woah, espera. ¿Adónde crees que vas?". Me agarra del brazo y me mantiene
delante de él. "No irás a ninguna parte hasta que hagas lo que te he pedido. Ponte de
rodillas. Necesito saber lo bien que puedes usar esa boca".
"¡No!" Lo empujo lejos de mí. "¡No voy a hacerlo!"
Gruñe, empujándome al suelo. Mis rodillas chocan contra el cemento, haciéndome

gritar de dolor. Aprovecha para desabrocharse el cinturón y bajarse los pantalones por
las piernas.
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¡No, no, no! Esto no puede estar pasando.
Entiendo en lo que me estoy metiendo. Voy a hacer cosas como esta, y mucho peores,
por los clientes. Pero esa es la cosa. ¡Pienso hacer esto por un cliente, no por un guardia
cualquiera que está en un viaje de poder!
¿Cómo lo detengo? Es mucho más poderoso que yo. Si huyo, me perseguirá, me tirará
al suelo y me hará cosas horribles. Debería obedecer, ¿no? Eso será lo más fácil. Acabar
con esto e intentar olvidar lo que ha pasado.
Cierro los ojos. Se está bajando la cremallera.
"¡¿Qué coño estás haciendo?!"
"¡H-Hoshale!" El guardia corre a subirse los pantalones, pero se le caen porque se ha

quitado el cinturón. Se le nota un bulto a través de los pantalones. "Puedo explicarlo. No
es lo que..."
Grito y me cubro la cabeza cuando un chorro de magia azul oscuro surge del otro lado
de la sala y choca contra el pecho del guardia, estampándolo contra la pared.
Temblando, levanto ligeramente la cabeza y veo a un elfo oscuro de pie en la puerta

que conduce a la zona principal del club. Me mira con el ceño fruncido.
"¿Es usted el dueño?"
"Casi. Soy el gerente. Aquí mando yo". Apoya el hombro en la pared y cruza los pies
por los tobillos. Suelta una carcajada. "Entonces, explícame qué estaba pasando hace un
momento. ¿Quién es usted? No pareces una de mis chicas".
"No, no lo soy, pero quiero trabajar aquí. Necesito el dinero".
Su expresión se suaviza. "Levántate para que pueda mirarte".
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Hago exactamente lo que me dice, quitándome las arrugas de la ropa. Me rodea con
las manos en la espalda, inspeccionándome como si fuera una subasta. Tararea
suavemente para sí.
"Encajarías en nuestra actual selección de mujeres. Tienes un cuerpo increíble". Me

coge por sorpresa tirando de mi camisa holgada y recogiendo la tela sobrante detrás de
mí. Deja ver el resto de mi figura. "Los vas a volver locos, lo sé. Serás una máquina de
hacer dinero. Incluso una estrella".
"¿Cuándo puedo empezar, entonces? ¿Y cuánto puedo ganar en un día?".
Sonríe. "Estás ansiosa por el trabajo. Eso me gusta. Me gusta ver a alguien dispuesta
a darlo todo por su oficio".
"¿Eso significa que estoy contratada?"
Hoshale se coloca justo delante de mí. Se pasa la lengua por los dientes. "¿Cómo te
llamas?"
"Vanessa."
"¿Sabes bailar, Vanessa?"
"Y.…" ¿Bailar? La verdad es que no. Nunca había tenido la necesidad de bailar, pero
supongo que ahora es un requisito. "Yo sé. Sé bailar un poco".
"Eso es perfecto. Lo harás increíble aquí, te lo prometo. Vamos."
"¿Eh?" Susurro, observando cómo abre la puerta de la zona principal y me hace señas
para que le siga. El guardia sigue tirado en el suelo a su lado, inconsciente. "... ¿Qué voy
a hacer?"
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"Tienes que demostrarme que merece la pena seguir contigo. No te preocupes, sigues
estando contratada, pero quiero ver tu potencial. Necesito tener una idea de lo bien que
te desenvolverás cuando estés a solas con los clientes. ¿Entiendes por dónde voy?".
"...La verdad es que no. No."
Suspira. "Necesito que des un espectáculo. Uno muy bueno".
Me quedo con la boca abierta.
"¡Oh, vamos! No actúes como si nunca hubieras hecho esto antes. Con un cuerpo así,
sé que te has estado prostituyendo por los otros clubes de la ciudad. No te preocupes,
no te guardo resentimiento. No te guardo rencor, pero ahora tienes que demostrar lo
que vales".
Silba y atrae la atención de dos mujeres humanas que se acercan. Llevan poca ropa.
"Mimi. Ayanna. Por favor, acompaña a Vanessa al camerino y dale ropa de repuesto.
Tiene que actuar en diez minutos".
"¿Qué? Espera, ¡no esperaba todo esto!"
"¿Qué esperabas, entonces?" Hoshale se ríe. "¿Creías que ibas a entrar y que mis
clientes te iban a tirar el dinero tan fácilmente? No. Aquí tienes que ganarte tu parte.
Ahora, vamos. No podemos hacer esperar a la multitud".
"Pero..."
"Tira esa horrible ropa holgada que lleva, ¿quieres? Ponle algo más apropiado. Algo
que muestre sus tetas y curvas. ¿Me entiendes?"
"Sí, señor. Una de las chicas me tira del brazo. "Date prisa. No le hagas esperar".
"No entiendo..." Miro a Hoshale mientras Mimi y Ayanna me apartan. "¿Qué hago
mientras estoy ahí arriba?".
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"¡Ya te lo he dicho! Vas a desnudarte, bailar y montar un puto espectáculo para mis
clientes. Te echaré de aquí yo mismo si no lo haces".
Aprieto los dientes. Esta es mi oportunidad de demostrar mi valía.
Sandy. Ella es la única persona en la que pienso mientras estas mujeres me quitan la
ropa. Estoy haciendo esto por ella.
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Capítulo 5
Keillon
La música fluye por el aire con tanta violencia que siento como si me tocara
ligeramente la piel. Intento que no se me note en la cara mientras me recuesto en uno
de los lujosos sofás y recorro con la mirada el club Liiandor.
Últimamente, mi gusto por este lugar ha disminuido rápidamente. Lo atribuyo a mis

experiencias en L'amour cuando otros me invitan, diciendo que la Ciudad de los Pecados
me ha arruinado, pero no es cierto. Siempre me he sentido un poco incómodo en estas
situaciones, viendo a mujeres humanas pedir dinero así.
Nunca me han importado mucho los humanos y cómo viven, y no tengo ningún
problema en hundirme en una. Es sólo que cuando se exhiben así, con sus caras
desesperadas o sin emoción, me cuesta tragarlo.
Supongo que no soy como otros elfos oscuros. No quiero oírlas suplicar o llorar, no
cuando sé que realmente no lo disfrutan. Algunas chicas lloran mientras su excitación
gotea por sus piernas, y eso me excita. Prefiero que se corran conmigo voluntariamente,
no empujarlas más allá de su punto de ruptura. No me ciega que me monten para poder
comer, pero al menos no las atormento. Es su trabajo, como yo tengo el mío, y no veo
por qué otros quieren que estén aterrorizadas sólo para poder bajar.
Durante muchos años, me metía en sitios así para mantener mi reputación. Disfrutaba
del sexo, pero no lo encontraba tan satisfactorio como otros. Cuando encontraba una
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mujer interesante, me la llevaba, pero he empezado a dudar de mis acciones después de
mi viaje a Vhoig.
Los ojos del Archiduque siguen grabados a fuego en mi mente.
Nunca he deseado tanto a una humana.
La única razón por la que estoy aquí esta noche es porque rastreé al espía hasta este
lugar. Es un lugar fácil para esconderse, lo reconozco. Los elfos oscuros acuden aquí por
la noche, ocultos entre la multitud en la penumbra, y siempre está a reventar por la
reputación del club de procurar cualquier hembra humana para ser usada a gusto del
comprador.
Sería fácil para el espía hacerse pasar por un miembro del personal o un cliente, y en
cualquier momento podría escabullirse. Sin embargo, estoy bastante seguro de que
sigue aquí. He estado vigilando de cerca los puntos de salida, y aún no se ha ido nadie.
El espectáculo acaba de empezar.
También estoy muy en sintonía con los tipos de magia que me rodean, y este espía
tiene una rara sensación en su magia. Pocos elfos oscuros se entrenan lo suficiente como
para sentir las firmas de los demás, pero a mí me resulta más identificable que un olor o
una voz. Aunque no esté bien entrenado en el uso de la magia, puedo captar la firma de
la magia desde el otro lado de la habitación, y ahora siento rastros de ella.
El único problema es que no puedo encontrar la fuente. Estoy atrapado aquí,

esperando hasta que pueda encontrar una manera fácil de cambiar a través de la
multitud, tratando de encontrar al espía antes de que se me escape de las manos.
Mientras sigo buscando a mi objetivo, el director sale al escenario, las luces lo iluminan
mientras sonríe ampliamente. "¡Bienvenidos a Pėgre! Veo varias caras conocidas entre
el público". Aúllan ante eso, y él saluda con la mano. "¡Os alegrará saber que nuestra
primera actuación de esta noche es una chica nueva!".
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Todos se inclinan notablemente hacia delante cuando la luz cambia de color y se
suaviza, y el director retrocede hacia un lado del escenario, observándose a sí mismo
mientras se abre el telón. Hay una chica con un corsé negro ajustado, con los pechos
levantados, aunque no parecen necesitar ayuda. El corsé se detiene justo por encima de
las caderas y un tanga a juego le cruza la cintura. Calcetines blancos hasta la rodilla
completan su atuendo con zapatos de tacón negros.
Es guapísima.
Sus ojos azules son impresionantes y su piel cremosa. Tiene un ligero bronceado que
me indica que trabaja al aire libre, y supongo que llevar el pelo castaño a la altura de los
hombros le ayuda a mantenerse fresca bajo el sol. Se parece tanto a la seda que quiero
enterrar mis manos en ella.
Y no soy el único que lo piensa. Cuando empieza a sonar la música, da un atrevido

paso adelante, contoneando las caderas, y la forma en que se mueve su cuerpo
curvilíneo no concuerda con la inocencia de sus ojos. Parece fuera de lugar cuando la
miro a la cara, pero cuando sus manos caen en cascada por su cuerpo, es difícil no
seguirlas.
Desliza una mano por delante y la otra sube por sus pechos hasta agarrar su garganta
mientras se balancea. Me muevo hacia delante, intentando contenerme. Pero eso se
hace difícil cuando sus dedos encuentran los cierres del corsé y, al compás, los
desabrocha uno a uno.
Me doy cuenta de que mis ojos siguen cada centímetro de piel que queda al
descubierto y descubro la marca de nacimiento simétrica que se extiende por su vientre
en forma de mariposa justo antes de que caiga el corsé.
Unos gritos irrumpen en mis pensamientos y me doy cuenta de que otros elfos se han
puesto en pie, gritándole.
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"¡Vamos, cariño!"
"¡Separa esas piernas!"
"¡Suéltate el tanga!"
"¡Inclínate para mí!"
Se me revuelve el estómago, sobre todo cuando hace ademán de girarse hacia un lado,
bajando lentamente el primer calcetín por el muslo. Su culo firme está en el aire, y tengo
que bloquear los comentarios al respecto.
Cuando se gira hacia el otro lado para desenrollar el siguiente calcetín, mostrando
toda su espalda a la multitud durante un segundo, los gritos se convierten en un frenesí,
y el rojo bordea mi visión. No entiendo por qué me siento así, pero quiero partirles la
cara a todos los elfos oscuros que la están mirando.
La chica se levanta y se queda sólo con un sujetador transparente de encaje y una

tanga muy fina. Su mano se desliza bajo uno de los tirantes, aflojándolo, y luego se
mueve hacia el otro. Sigue contoneándose al ritmo de la música mientras se lleva una
mano a la espalda y se desabrocha el sujetador.
La sala contiene la respiración mientras ella espera a que llegue el estribillo,

aumentando el ritmo antes de dejarlo caer, y entonces la sala se alborota. Me sorprende
que nadie la haya comprado todavía, pero supongo que no quieren terminar el
espectáculo antes de tiempo.
La idea me hace querer arrasar la sala, sin permitir que nadie más la vea. Y cuando el
final de la canción empieza a sonar, la letra se apaga mientras ella se lleva la mano al
cordón de su tanga, me pongo en pie.
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No puedo aguantar más. Ni siquiera pienso en comprarla para esta noche, pero no
quiero que nadie la vea más. Ya han visto suficiente, y los ojos de todos los elfos están
clavados en ella, memorizando sus curvas pecaminosas. Su cuerpo es una obra de arte.
Ella va despacio, y yo no puedo zambullirme entre la multitud lo suficientemente

rápido.
"¡La compraré!" Grito, saltando al escenario junto al gerente. "Acaba con esto. No
quiero que nadie más vea lo que es mío".
Sus labios se curvan en una sonrisa. "¡Alto!"
La música se interrumpe y la luz se desplaza hacia el director, que sube al borde del
escenario. La mujer se escabulle hacia atrás, cruzando los brazos sobre sus pechos
expuestos.
Los elfos gritan, insultan y amenazan al director, que se queda de pie, esperando a
que se callen.
"La han comprado", anuncia. "Todos conocéis las normas. Esto es una demostración.
Si queréis ver más, tenéis que comprarla".
Los elfos me miran, maldiciéndome. Sé que habría habido una guerra de ofertas, y el
director también. Mientras vuelve hacia mí, me doy cuenta de que está pensando en el
precio que podría darme y en cómo me cobrará más.
"Tres rieles", me dice, y yo me resisto. He pagado menos por habitaciones en las

ciudades; dioses, antes pagué menos por un barco. Era una mierda, pero me duró tres
días y me llevó a un puerto mejor.
"Dos", le contesto. No quiero que vuelva a subastarla. "Tú y yo sabemos que podría
comprar un esclavo o dos por dos rieles, y ella es sólo para esta noche".
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"Sí, pero mírala". Frunce los labios, vuelve a mirar a la mujer, y casi estallo cuando
finalmente dice: "Bien. Dos rieles".
Saco las dos monedas carmesí, los triángulos negros brillan en la parte superior
cuando las dejo caer en la mano. Casi parece apropiado entregar unas monedas con el
símbolo del Guía, porque al mirar a esta mujer me siento como si hubiera muerto.
¿Qué me está pasando?
"Envíala a mi habitación privada. Número siete".
Inclina la cabeza. "Se reunirá contigo allí".
"Que no la vea nadie más", ladro.
El director se ríe. "Por supuesto."
Me marcho, sin dejar de escuchar los insultos y abucheos de los demás elfos mientras
subo los escalones junto al escenario que conducen al salón de arriba. Sonriendo,
escucho cómo el director intenta calmar al público mientras presenta a la siguiente chica,
pero todos sabemos lo mismo.
Ninguna será tan buena como ésta.
Y yo la he comprado.
Es mía.
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Capítulo 6
Vanessa
"Has causado una gran impresión", me dice Hoshale mientras me guía por los
escalones entre bastidores. "Pocas veces un elfo ha parado a una bailarina porque
simplemente tenía que tenerla. Pagó muy bien por ti".
Asiento con la cabeza, pero estoy temblando. Me quita la ropa del club, dejándome
sólo el tanga y los tacones. Mientras subimos por el fresco edificio, afortunadamente sin
cruzarnos con muchos otros ya que hay otra artista en el escenario, mantengo las manos
alrededor del pecho.
"Tienes mucha suerte. Puede que acabes cobrando más por entretener a un solo
hombre. Es impresionante".
En ese momento llegamos a la última planta: la sala VIP. No me siento afortunada

mientras los sonidos y los olores me asaltan. Aquí arriba apesta a sexo y sudor y -espero
equivocarme- a pis. El resto del club ha estado tan limpio, y no puedo creer que aquí
arriba esté olvidado. Ese olor tiene que ser a propósito.
Y me llena de miedo.
"Es un cliente nuevo", dice Hoshale. "Asegúrate de tratarlo bien".
No hay puertas en las primeras habitaciones que pasamos. ¿Tienen que pagar más por
las puertas? No estoy seguro, pero en cualquier caso, me da náuseas. No sólo porque no
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quiero que otros me vean mientras me obligan a entrar en lo que sea que este elfo
oscuro haya planeado, sino también porque puedo ver lo que está sucediendo aquí
arriba.
La primera habitación a mi izquierda ahoga cualquier otra cosa que diga el encargado.
Estoy muy concentrada en los gritos que provienen de ella, y no puedo decir si son de
placer o de dolor. No debería mirar, pero cometo el error de girar la cabeza.
Hay una mujer humana, con las piernas enganchadas en los brazos del elfo oscuro que
tiene delante. Él la sostiene en el aire, follándosela por delante, mientras otro macho la
tiene inmovilizada entre los dos. Su rostro se tensa con cada embestida, y tengo que
apartar la vista, con los músculos tensos por reflejo.
Al otro lado del pasillo, la imagen es la contraria. La mujer está desnuda y a cuatro
patas, pero nadie la toca. En su lugar, tiene platos de comida colocados a lo largo, y en
el extremo curvo de su columna, una vela está en equilibrio. La cera gotea por el borde,
corriendo hacia su piel, pero ella ni siquiera reacciona.
No es hasta que estamos casi fuera de su vista que me fijo en la otra vela que ha caído
entre sus omóplatos, solidificándose en su pelo, y cuando el elfo oscuro inclina la
segunda, aúlla de risa mientras su piel se vuelve de un rojo intenso bajo el calor.
¿Eso es lo que pasa aquí arriba? No es sólo sexo. Pensé que lo peor sería que me
pasaran por encima o que me ahogaran hasta que no pudiera respirar. No esperaba que
la tortura literal diera placer sexual a estos elfos.
¿Pero por qué no? Les encanta hacernos daño en nuestra vida cotidiana. Les encanta
oírnos gritar mientras nos cogen, nos obligan a ponernos de rodillas y utilizan nuestros
cuerpos como juguetes, no como algo que necesita funcionar. ¿Por qué no iban a
disfrutar ellos también sólo con el dolor?
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En la siguiente habitación por la que pasamos hay dos humanos y un elfo oscuro.
Esperaba que fueran dos mujeres, pero para mi sorpresa, son un hombre y una mujer.
Supongo que nada importa a los elfos oscuros mientras haya placer en ello.
Y mientras el hombre humano le habla con desprecio a la mujer, que está tumbada de
espaldas debajo de él mientras follan, diciéndole todas las cosas que le hará, el elfo
oscuro que está detrás de él lo anima. Se ríe, dando palmadas en el culo del hombre, que
está enterrado en su interior, y parece estar disfrutando del tren de folladas e insultos
sin importarle las miradas indiscretas de los demás.
No sé qué pensar. Lo único que sé es que Hoshale sigue guiándome por el pasillo, y a
cada paso me siento más aprensiva. ¿Habrá otros elfos oscuros ahí dentro? ¿Habrá más
humanos?
Apenas puedo soportar la idea de acostarme con este elfo oscuro. ¿Cómo podría
soportar que me tocara más de una persona o elfo sin que lo perdiera?
Y perderla no es una opción. Sé que me utilizarán tanto si cumplo como si no. He oído
que cuanto más me resista, más lo alargarán los elfos oscuros, disfrutando de los gritos,
así que estoy decidida a mantener la boca cerrada me espere lo que me espere.
"Aquí estamos", dice Hoshale mientras se detiene ante la última habitación al final del
pasillo. Por suerte, ésta tiene una puerta, pero sigo dudando.
Me tiemblan las piernas y, por un segundo, me planteo huir. Aquí no me retienen. Este
club no esclaviza a sus mujeres. Está abierto a cualquiera que necesite dinero y pueda
aguantar el trabajo. No estoy segura de sí soy de las segundas, pero sí de las primeras.
Con ese recordatorio, sé que no puedo ir a ninguna parte. Si huyo, mi hermana morirá,
así que respiro hondo y asiento con la cabeza.
Me pregunto si esto será suficiente dinero. ¿Tendré que volver aquí mañana? ¿La
noche siguiente? ¿Cuánto podré aguantar de verdad?
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He oído que las chicas que trabajan aquí se llevan el veinte por ciento, y él dijo que
era una cantidad considerable. Tengo que aferrarme a esa esperanza cuando la puerta
se abre con un movimiento de la mano de Hoshale.
Las mujeres de aquí no sobreviven mucho tiempo en este estilo de vida, y sé que yo
duraré aún menos que la mayoría. Espero trabajar lo suficiente esta noche para no tener
que volver a pasar por esto.
Me tiembla todo el cuerpo al entrar en la pequeña habitación, y veo que la disposición

es la misma que las demás. Hay un sofá pegado a la pared del fondo y otro frente a la
puerta. Casi se juntan en forma de L, con una mesa en el centro delante de los dos.
El sofá que tengo delante está vacío, pero en el que está pegado a la pared se sienta
un elfo oscuro. Tiene el pelo largo y oscuro, de un tono poco común entre los elfos
oscuros, y le cae en ondas por la espalda. Es salvaje, casi despeinado, y cuando le da la
luz, juro que hay algunos mechones plateados que hacen juego con sus ojos afilados.
Es hermoso.
No como la mayoría de los elfos oscuros. Tienen una bonita estructura facial y el pelo
largo, pero hay una crueldad que recubre sus rasgos. Este elfo es realmente hermoso,
aunque áspero y salvaje, y no puedo creer que me resulte atractivo.
Me quedo helada bajo su intensa mirada mientras recorre mi cuerpo casi desnudo y
se lleva una copa a los labios. No necesito ver el contenido para saber que se trata de
vino élfico, mientras él bebe un largo y lento sorbo sin dejar de mirarme.
Debería estar temblando bajo su mirada, pero siento calor en la piel donde se detiene.
No sé por qué, pero me siento obligada a acercarme y me lo trago todo. Debería odiarle
por comprarme, por considerar mi cuerpo una mercancía.
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Pero ¿cómo podría hacerlo si me he ofrecido? No es como si me hubiera sacado de la
calle y me hubiera obligado a desempeñar este papel. Si no fue él, podrían haber sido
más elfos que me miraran con una mirada más peligrosa.
¿Estoy excusando a este elfo? No estaría aquí si este mundo fuera un poco más amable
conmigo, y es gracias a los de su clase. Todo lo que tengo que hacer, lo que cualquier
mujer tiene que hacer, es porque nos hemos quedado sin opciones. Debido a los elfos
oscuros.
Pero este elfo... Hay algo en la emoción que se arremolina en sus ojos, excitación y
necesidad posesiva. No hay crueldad, no lo creo. O tal vez me equivoque.
Dioses, espero no equivocarme.
"Pórtate bien", dice Hoshale detrás de mí, sacándome de mis pensamientos, y me doy
cuenta de lo cargado que está el aire ahora que ya no estoy atrapada en la mirada del
elfo. "Pórtate bien".
La puerta se cierra cuando se da la vuelta y se marcha, y miro al elfo oscuro que me

ha comprado para pasar la noche, descubriendo que su mirada nunca me abandona. Su
tobillo derecho sigue apoyado en la rodilla izquierda. Tiene la mano derecha sobre la
rodilla doblada y la izquierda sujeta el tallo de la copa ante la boca.
Se ha recostado en el sofá tan despreocupadamente mientras me observa que esto

parece extrañamente íntimo. En el escenario, nunca olvidé lo que era, lo que hacía.
Aquí, sin embargo, no sé qué se supone que debo hacer. ¿Quiere que baile más? ¿Por
qué no se ha levantado, ni se ha quitado la ropa, ni me ha exigido nada?
He pasado toda mi vida aprendiendo a servir a esta raza, y la regla número uno y
constante que siempre he obedecido es mantener la cabeza agachada y esperar una
orden.
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La primera ya la he roto. Mantengo su contacto visual, sabiendo el infierno que puede
venir de ello.
Pero la segunda, intento cumplirla. Permanezco de pie, temblando en el centro de la

sala mientras el elfo oscuro me observa hasta que siento que no puedo más. Intento
decir que es miedo y no anticipación lo que se arremolina en mi estómago mientras
gimoteo: "Amo, ¿qué quiere que haga?".
44
Capítulo 7
Keillon
No puedo dejar de mirarla. Ni de sus curvas, ni del modo en que sus manos se aferran
modestamente a su pecho, ni del modo en que, cuanto más la miro, más intenta cubrirse.
Sigo mirándola y ella empieza a cruzar las piernas...
Dioses abajo, ella es la inocencia y el pecado personificados. Sus ojos son tan dulces,
tan penetrantes mientras sostiene mi mirada, pero su cuerpo hace que me tiemblen las
rodillas.
Es como una flor de numiscu, hermosa pero mortal. Me siento tan atraído por ella,
pero estoy casi seguro de que una probada será mortal. Incluso sin acercarme
demasiado, me tiene paralizado como la flor.
Sé que la he visto en el escenario, pero tenerla tan cerca me parece diferente, más
íntimo. No hay luces ni otros elfos en mi camino, y puedo tomarme todo el tiempo que
quiera, memorizando cada centímetro de ella.
Pero cuanto más la miro, más dolorosamente duro se me pone.
Nunca me había sentido atraído por una mujer humana. Apenas me fijo en las
mujeres, pero he estado con algunas hembras elfas oscuras, las que normalmente
intentan utilizarme por mi estatus. Ha sido bastante decente, pero nunca me había
encontrado tan rígido y necesitado con sólo mirar a alguien.
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Me relamo los labios mientras la tensión en el aire se hace imposiblemente más densa,
y cuando ella vuelve a mover su peso, un estremecimiento se dispara a través de mí.
¿Está sintiendo lo mismo que yo?
Es como si quisiera torturarme mientras chasqueo los dedos y el zumbido de la música

suena en la habitación. Nadie más puede oírlo, pero aquí parece vibrar en el aire, y me
muevo hacia delante, plantando los pies y apoyando los codos en las rodillas mientras le
sonrío con hambre.
"Hay ropa en el rincón". Sus cejas se arquean cuando lo digo, pero no parece aliviada.
Otro ramalazo de impaciencia me recorre la espalda. "Elige un traje nuevo. Quiero mi
propio espectáculo de striptease".
Se escabulle hacia la mesa del rincón, donde tres o cuatro conjuntos esperan a mi
petición. Tenía curiosidad por ver qué elegiría si le daban a elegir, y cuando coge un
conjunto azul de encaje que me moría por ver en su piel, casi me derrito en el suelo.
Se atreve a mirarme y yo asiento con la cabeza, llevándome una mano a los ojos. Está
claro que le da reparo vestirse delante de mí -más que desvestirse delante de una sala
de elfos- y a mí personalmente me encantaría la sorpresa de verla con un traje nuevo.
Espero, sorbiendo el vino amargo, hasta que la oigo acercarse.
"Estoy lista", dice.
Cuando suelto la mano, me quedo sin aliento.
Este conjunto es más revelador que el que llevaba en el escenario. El conjunto de tres
piezas es tan fino y de encaje que puedo ver su piel a través de él, y me encuentro
luchando contra el impulso de ir hacia ella y arrancárselo todo.
"Baila", le digo, y mi voz suena áspera. "Desnúdate para mí. Hazme un baile erótico".
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Lo jadeo todo y reprimo la vergüenza por mi comportamiento. Se supone que tengo
que parecer una cliente del club, así que ¿por qué no aprovecharlo? No le estoy pidiendo
nada más de lo que ya ha hecho en realidad, y he pagado por ella. Sería una pena
desperdiciar la noche...
Sus ojos se clavan en los míos cuando empieza a balancearse, y no sé a dónde mirar.
¿Debería mirar sus caderas, que quiero sujetar mientras ella hace el mismo movimiento
encima de mí, o sus labios almohadillados, que quiero ver alrededor de mi polla, o sus
pechos, que rebotan mientras ella se mueve, suplicándome que los libere para poder
morderlos y lamerlos hasta saciarme?
Gimo mientras me inclino hacia atrás, absorbiéndola todo lo que puedo, y cuando sus
manos se deslizan alrededor de su torso para desabrochar el fino cinturón que la rodea,
quiero gritar. Quiero deleitarme con este momento y desnudarla al mismo tiempo.
Da un paso hacia delante al soltarse el cinturón, dejando ver de nuevo esa preciosa
marca de nacimiento. Quiero trazarla con las yemas de los dedos, y me inclino hacia
delante cuando se acerca, abandonando el vino en favor de agarrarla por la cintura.
¿Cómo puede esta mujer hacerme perder la cabeza?
"Eso es", la animo, y ella se acerca hasta balancearse entre mis rodillas. Siento la
tentación de besarla en el vientre, un fuego arde en mi interior y necesito tocarla.
Me distrae mientras recorre su cuerpo con una mano hasta que mis ojos llegan a su
escote, que está justo encima de mí. Se suelta un tirante y luego el otro hasta que siento
que voy a explotar.
De alguna manera, los movimientos son a la vez elegantes y sexys. Es insoportable lo

bien que me seduce, y sé que ni siquiera lo intenta. Sólo intenta pasar la noche y ganar
un poco de dinero.
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Me alivia haberla comprado antes que nadie. La destrozarían, robando su inocencia
sin miramientos ni aprecio.
Nunca he dicho que me preocupe por el trato que reciben los seres humanos, pero
con ella, esta mujer entre mis manos que ahora busca el cierre de su sujetador, no quiero
que nadie más la toque.
No, ella no necesita ser rota. Su inocencia necesita ser desviada, mantenida en su lugar
mientras ella cede a sus necesidades carnosas, no arrancada. Quiero ver esos grandes
ojos azules llenos de asombro mientras la hago explotar. Quiero que se asombre de un
orgasmo, no que lo eluda.
Hay tantas cosas que quiero hacerle sin romperle el espíritu ni el alma. Quiero llenarla,
mostrarle todo lo que puedo hacer que le encante sin destruir su visión del mundo.
Quiero destrozar su mente, no su cuerpo.
Cuando su sujetador se abre, todos los pensamientos se me van de la cabeza. Hace un

ademán de deslizar lentamente la tela de su pecho hasta que sus pechos rebotan ante
mis ojos, y me quedo atónito.
Deja caer el sujetador al suelo y sigue balanceándose al ritmo de la música mientras

se lleva una mano al pelo y la otra recorre su vientre. Dejo que mis manos rocen sus
costados con el movimiento hasta llegar a la parte posterior de sus rodillas.
Inclinándome hacia atrás, tiro primero de su pierna izquierda. "Vamos", la animo.
Parece insegura y yo me relajo en el sofá, tirando de ella hasta que cae a medias
encima de mí. Le empujo la rodilla izquierda contra el sofá, luego la otra, y ella deja de
moverse un segundo, sin aliento, mientras se cierne sobre mi regazo.
El aroma de su excitación me inunda y me muevo hacia arriba, balanceándome

involuntariamente contra ella, y ella reprime un grito silencioso. No puedo evitarlo, ya
48
que quiero acercarme más, y me inclino hacia arriba, quitando casi todo el espacio que
hay entre nosotros.
"¿Has bailado antes?" gruño, con las manos en sus caderas.
Ella niega con la cabeza y yo sonrío. Casi quiero elogiarla, llamarla buena chica, pero
me lo trago. Qué florecilla.
"Es igual que el baile que hacías antes", le digo. Sé que muchos otros elfos oscuros la
habrían abofeteado por parar, por no estar desnuda o subirse a ellos sin orden, pero yo
nunca podría hacerle eso. Casi disfruto de la ingenuidad que hay en cada uno de sus
movimientos. "Sólo mueve las caderas"
Se muerde el labio inferior y quiero arrancárselo de entre los dientes mientras se

sienta sobre los talones para mantener mejor el equilibrio. Aún no nos tocamos y temo
explotar de tanta expectación. Pero no me precipito.
Se mueve por encima de mí y sé que cuando la penetre, esas caderas me van a hacer
trabajar como nadie lo ha hecho nunca. No voy a saber cómo reaccionar, y su cuerpo
pecaminoso puede dejarme en ridículo. Al menos la primera vez.
Me inclino hacia atrás para contemplar el espectáculo mientras sus manos siguen
deslizándose por su cuerpo, sus caderas mantienen el ritmo, y el calor que ha ido
creciendo poco a poco se apodera de mí. No puedo soportarlo más y agarro los bordes
del tanga de encaje que aún lleva puesto.
Se pone rígida. No se atreve a dejar de bailar, pero cuando mis dedos agarran la única
tela que la mantiene algo cubierta, aunque no del todo, todo su cuerpo se tensa. Me doy
cuenta de que se resiste a quitárselos, igual que en el escenario.
Aunque no quiero romperla ni hacerle daño para mi propio uso, no soy un hombre
débil. No soy célibe ni poseo el autocontrol de los dioses.
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Así que mis dedos aprietan la fina cuerda hasta que se clavan en su piel, y gruño:
"Quítatelos...".
Y tal como esperaba, sus ojos brillan. Hay una pizca de miedo en ellos, pero hay algo
más a lo que me aferro, que quiero explorar, y casi me deshace.
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Capítulo 8
Vanessa
Puedo hacer esto.
Sigo diciéndome a mí misma. Tengo que hacerlo. Por mi hermana. Por ella, puedo
hacer cualquier cosa.
Pero ¿es ésa la razón por la que sigo adelante o es la excusa que utilizo para justificar
lo que estoy haciendo?
Porque la forma en que sus labios siguen curvándose en esa sonrisa salvaje y sus ojos
plateados brillan con promesas que realmente quiero que se cumplan, ya no sé lo que
estoy pensando.
Me alegro de tener las rodillas apoyadas en el sofá, o ya habrían cedido. El elfo oscuro
apenas me ha tocado, solo unos ligeros roces que me hacen saltar la electricidad por
todo el cuerpo hasta que me desespero por más.
Casi me siento aliviada cuando agarra los cordones de mi ropa interior y tira de ellos.
"Quítatelos...", gruñe, y la forma en que lo dice hace que me moje más de lo que ya
estoy. Ya he empapado toda la fina tela, pero no hago inmediatamente lo que me dice.
Al principio me pongo rígida cuando me las coge, temiendo lo que pueda pasar cuando
se me caigan, pero ahora me inclino hacia delante, apoyando las manos en el sofá, a
ambos lados de su cabeza, mientras sigo moviendo las caderas.
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"Ayúdame", susurro.
Puede que sea una idiota por no obedecerle inmediatamente, pero mi mente está en
otra parte. No está en este planeta, obedeciendo las normas de sumisión habituales, y
casi espero un castigo. En lugar de eso, el elfo gruñe, bajo y profundo, y el calor se
enciende entre mis piernas mientras me arranca la ropa interior.
"Mejor", dice mientras la tira a un lado. "Ahora, apriétate contra mí".
Aunque su voz es una orden profunda, es más ligera cuando me anima y tira de mí
hacia abajo. Mis rodillas se abren hasta que me aprieto contra él, y me ayuda a mantener
el ritmo aunque no lo necesito.
Se echa hacia atrás y apoya la cabeza en el sofá con un rugido profundo y gutural. Me
recuerda mucho a un depredador por la forma en que me observa. Su mirada es aguda
e intensa, y apenas habla, solo observa y gruñe como si estuviera esperando para
abalanzarse sobre mí.
Se me endurecen los pezones y me doy cuenta de que quiero que se abalance sobre
mí.
Se mueve debajo de mí para que estemos más pegados y, a medida que avanzo,
abandonando la música para ir más rápido, más fuerte, me doy cuenta de que también
lo estoy excitando a él. Su erección se ha hecho evidente y, ¡santo cielo, este elfo es
enorme!
Si alguna vez le saco los pantalones, podría partirme por la mitad. Eso debería
aterrorizarme, pero descubro que me produce un escalofrío de excitación y casi le agarro
el botón de los pantalones.
Sé que no tengo experiencia. Estoy segura de que me costará cogerlo, pero eso no
significa que no sepa qué hacer. No soy una completa novata, como he demostrado el
resto de la noche.
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En los barrios bajos, no es difícil obtener una educación sobre la carne de todos
modos. Se pueden encontrar mujeres en callejones con elfos oscuros o humanos en celo.
Incluso me he cruzado con algunas delante de escaparates arrodilladas ante sus clientes
masculinos, casi como si estuvieran anunciando sus productos.
Yo no soy así. No soy como ellas en ese sentido, pero eso no significa que no pueda
ser igual de buena. Muchos elfos oscuros pagan mucho por chicas que no han sido
tocadas, y tengo la sensación de que la forma en que mi cuerpo reacciona ante él, al no
haber sido tocado nunca antes, me hará ganar suficientes puntos como para que me
paguen bien.
El elfo oscuro vuelve a moverse para que mis pechos rocen los suyos y su nariz casi
choque con la mía. Sus manos se clavan con más fuerza en mis caderas, tanto que
podrían hacerme moratones. Debería importarme, pero no me importa. Casi quiero que
me agarre con más fuerza, como si realmente me necesitara.
Se abalanza sobre mí y grito, haciéndole sonreír.
"¿Te gusta?", me pregunta mientras sube las caderas y me golpea entre las piernas en
el punto exacto.
Gimo al asentir, y me sobresalto cuando vuelve a hacerlo. Casi no hay espacio entre
nosotros, y me encuentro mirándole fijamente a los ojos, con las caderas ralentizándose
a un ritmo más sensual y menos desesperado. Con el elfo aún vestido, estaba llegando
al orgasmo, pero ahora me inclino más hacia él, esperando a que me bese.
Nunca antes había visto a un elfo oscuro dudar, y eso casi me hace querer saltar más
sobre él. No es que parezca inseguro. Es como si estuviera saboreando cada uno de mis
movimientos mientras su mirada salta de mis ojos a mis labios y vuelve a subir.
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Cuando levanta la barbilla, no lo dudo. Me inclino hacia delante, mi boca choca contra
la suya y juro que me siento electrizada. Una de sus manos sube para agarrarme la nuca,
tirando con fuerza de mi pelo, y quiero más.
Su lengua me roza la comisura de los labios y le dejo entrar. Está claro que tiene
experiencia, pues su lengua entra como un látigo, dominando la mía mientras gime al
sentir mi sabor.
Me someto a él, dejando que domine mi boca mientras su mano se desliza desde mi
cadera hasta mi culo. Me sobresalto al contacto, pero él me agarra con fuerza,
manteniéndome en mi sitio. Es más sexual de lo que esperaba, ya que suelo odiar a los
hombres cuando intentan agarrarme por ahí. Ahora muevo las caderas hacia su mano
mientras me aprieta las curvas, y me satisface.
Sus dedos siguen la curva de mi cuerpo, rozándome la parte superior del muslo. Me
estremezco cuando se desliza más hacia mi interior, y sé que va a aprender una cosa: no
odio esto.
Su boca tartamudea cuando las yemas de sus dedos rozan la humedad que se escapa,
y se aparta para mirarme. Desliza un dedo entre mis pliegues, recogiendo mi excitación
y observándome mientras lucho por no reaccionar. Sin embargo, no puedo contenerme
cuando se frota contra mí y mis muslos tiemblan mientras grito.
"Oh, flor, estás más excitada de lo que pensaba". Jadeo mientras levanta la mano,
mirando la resbaladiza humedad que se aferra a sus dedos. "Tan dulce y paralizante
como una flor de numiscu", murmura antes de empujar sus dedos hacia mí. "Límpiame",
susurra.
Espero sentir cómo mi cuerpo retrocede, pero sin pensarlo, me lanzo hacia él. Me
mete los dedos hasta el fondo de la boca y, en lugar de resultarme desagradable, siento
que mi cuerpo se calienta.
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Deslizo la lengua entre sus dedos, chupándolos con fuerza mientras él empuja hacia
atrás, poniendo a prueba mi boca. No me atrevo a retroceder, y no es por miedo. No
quiero hacerlo. Quiero demostrarle lo que puedo hacer.
Gime, empujando contra mí mientras me mira, y sus párpados parecen pesarse

mientras se lame los labios. "Eso es", dice. "Tómalo todo".
Hago lo que me dice hasta que me saca los dedos de la boca y vuelve a agarrarme por
la nuca. "¿Te gusta tu sabor?", bromea, y yo asiento con la cabeza.
Gruñe, como si solo pensarlo le excitara, y tira de mí hacia delante para que su boca
vuelva a reclamar la mía. Su mano libre se dirige a mi espalda, arrastrándose por la piel.
No lo hace con fuerza, pero es mucho más fuerte que antes, como si quisiera agarrar
cada parte de mí.
Su lengua roza la mía y se echa hacia atrás para lanzarme una mirada lujuriosa. "Tu
coño sabe increíble en tus labios". Y entonces vuelve a chocar contra mí mientras su
mano se desliza hacia abajo para agarrarme el culo de nuevo.
Gimo, esperando que vuelva a entrar, pero esta vez quiero más. Quiero que me toque
de verdad. Antes, apenas rozaba la piel al sentir lo mojada que estaba, pero hay tantos
lugares en los que quiero esos dedos.
En lugar de eso, me aprieta el culo y guía los dedos por el muslo, pellizcándome
ligeramente. Grito la primera vez y él se ríe, tragándose mi protesta, pero me gusta el
pinchazo. Una vez que sé lo que me espera, gimo cuando lo hace.
Sacude la cabeza cuando rompe el beso, con la mano clavada en mi muslo y una amplia
sonrisa. "Pareces tan inocente, pero en realidad no lo eres, ¿verdad?
No sé qué responder. Soy inexperta, pero en este momento no llamaría inocente a

nada de lo que estoy haciendo. También creo que sé qué respuesta quiere cuando me
lanzo hacia él, mordisqueándole el labio inferior y ganándome otro gruñido.
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"No", susurro. "No soy lo que la gente espera, pero descúbrelo por ti mismo".
Sus ojos brillan y no sé lo que he hecho. Esas palabras pueden ser peligrosas, pero no
me importa. Me está volviendo loca, y aunque tengo un poco de miedo, ahora mismo
también estoy fuera de mí. Sé lo que se avecina, así que más me vale estar ansiosa por
ello, ¿no?
Eso es lo que me digo a mí misma cuando vuelve a acercar mis labios a los suyos,
metiéndose el último en la boca y chupando tan fuerte que gimoteo. Su mano se desliza
de nuevo hacia mi culo y sus dedos acarician la piel interior de mi muslo hasta que creo
que voy a pedirle que se quite la ropa.
Así no es como pensaba que iba a ser mi noche. Nunca pensé que querría que el elfo
oscuro se desnudara, que me tocara.
¿Qué me está haciendo?
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Capítulo 9
Keillon
Esta chica sabe increíble. Está encima de mí desnuda y, sin embargo, no puedo
separarme de su boca. No soy de los que se toman las cosas con calma, pero no me canso
de ella. Su sabor me atrae mientras me agarra del pelo y me acerca. Sé que podría hacer
esto toda la noche.
Mi mano roza el borde de su coño. Quiero explorarla, ver cómo se abre sobre mí, pero
cuando empiezo a acercarme, algo me invade.
Retrocedo bruscamente, quieto mientras ladeo la cabeza, intentando determinar si

me lo estaba imaginando. Pero sé que no. Por mucho que quiera ignorarlo, sé que acabo
de sentir la magia del espía. Está aquí.
"Hey", susurra, sentándose ligeramente hacia atrás, su agarre en mi pelo aflojando.

"¿Qué pasa?"
Casi parece decepcionada, sobre todo cuando mueve más mi mano debajo de ella.
Está claro que no quería parar y, cuando me giro para mirarla fijamente a sus penetrantes
ojos azules, siento la tentación de decirle que no es nada y zambullirme en ella.
Pero entonces otro zarcillo de esa magia me alerta, y me obligo a recordar que estoy
aquí para hacer un trabajo. No puedo distraerme más. Aunque quiera destrozar a esta
mujer, sé qué es más importante.
57
Le acaricio la nuca con más ternura que en toda la noche mientras sacudo la cabeza.
"No pasa nada".
La atraigo hacia mí y saboreo un último beso y la sensación de su cuerpo pegado al

mío antes de separarme, inclinándome para susurrarle al oído. Su espalda se arquea y su
cabeza se inclina hacia un lado, como si esperara que le besara el cuello.
En lugar de eso, le susurro al oído. "Creo que es hora de que duermas".
Antes de que pueda responder, presiono el punto de acupuntura del sueño en su

cuello, potenciado con mi magia, y se cae. La cojo, la tumbo en el sofá y le peino el pelo
hacia atrás.
Miro a mi alrededor y no veo ninguna manta, pero con un chasquido de dedos invoco
una de los pisos inferiores. Aunque no tengo conocimientos avanzados de magia,
conozco algunos hechizos clave, y ese es especialmente útil en el campo de batalla.
Mientras envuelvo su cuerpo desnudo con la manta, me doy cuenta de lo extraño que
es esto. Nunca he sido amable con nadie y, sin embargo, esta noche no he sido yo mismo
por culpa de esta mujer.
Sinceramente, me está arrancando emociones que nunca pensé que experimentaría

mientras me quedo junto a la puerta de la habitación y la miro. Cuando salgo, lanzo un
hechizo de barrera que se romperá al amanecer. No debería despertarse antes y no
quiero que nadie la moleste, sobre todo porque la he dejado tan indefensa.
Con la mujer apartada, concentro mis sentidos en la tarea que tengo entre manos.
Aquí fuera, en el pasillo, la magia es más fácil de rastrear y, con un gesto de la mano,
envío un rastreador a lo largo del rastro mágico. He tardado mucho en aprender este
hechizo, pero me resulta mucho más fácil encontrar a alguien ahora que puedo detectar
las diferencias perceptibles de la magia en el aire.
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Mi magia lo recorre, pulsando una fina vena dorada que me guía hacia delante.
Desaparece en una puerta que hay más adelante en el pasillo y yo despliego mi magia,
dejando que me cubra las manos antes de golpear la puerta con el tacón de la bota.
La cerradura se rompe y la puerta se abre, y lo primero que veo es una mujer humana.
No se parece en nada a la chica que dejé atrás, que siento que ya me está atrayendo de
vuelta. Esta mujer es delgada, demasiado delgada, y rubia.
Su cuerpo está arrugado en el suelo, con la cara manchada de sangre, y no estoy

seguro de si está desmayada o muerta. Chasqueo la lengua, apartando los ojos de ella.
Ese no es mi problema, aunque me despierta un sabor a miedo.
¿Quién le ha hecho eso? ¿Está en apuros la chica que dejé atrás?
Aparto las preocupaciones, recordándome a mí mismo que no importa. No estoy aquí

por eso. Todo era una treta para rastrear al espía.
Entonces, ¿por qué me siento tan vacío desde que la dejé en esa habitación?
¡Joder!
Necesito poner mi cabeza en orden, y me sumerjo en mi magia, usándola para aclarar

mis pensamientos. Es otra herramienta que uso en el campo de batalla, aunque más para
mis hombres que para mí. Suelo vivir para la lucha y no necesito ayuda para
concentrarme en la tarea que tengo entre manos.
Ahora mismo, sin embargo, me cuesta concentrarme en mi misión. Los zarcillos de mi

magia se entretejen en mi mente mientras empujo la puerta para abrirla y, de repente,
sólo puedo pensar en el espía.
Es aún más fácil cuando veo los zarcillos dorados de mi hechizo rastreador que
conducen a la esquina trasera de la habitación. Se arremolina en torno a un elfo oscuro
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sentado en el suelo, con una luz verde que le recorre la pierna mientras intenta curarse
una herida que no sé si es mía o de alguien que se cansó de sus travesuras.
"Ahí estás", gruño, y la puerta se cierra tras de mí con un hechizo de barrera que
impide la entrada a cualquiera.
Agradezco que estas habitaciones estén insonorizadas. No es que tema que alguien
me detenga. Los elfos oscuros no son precisamente conocidos por intervenir para ayudar
a otros durante un altercado. Es más bien que no quiero que una multitud de elfos
borrachos distraiga y se burle de mí y le permita escabullirse de nuevo.
Su magia forma una gruesa escayola alrededor de su pierna mientras se pone de pie
para mirarme, y sonrío. "Ahora no puedes huir, y ese parece ser tu único truco".
Sus ojos se desorbitan, pero no suelto ni un suspiro antes de saltar hacia delante. Me
abalanzo sobre él y estrello nuestros cuerpos contra la mesa del centro de la habitación,
que se rompe debajo de nosotros.
Antes de aterrizar del todo, le rodeo el cuello con las manos. Podría acabar con él sin
acercarme tanto, pero a veces, cuando se trata de algo personal, me gusta usar las manos
y no la magia. Se siente un poco mejor reclamar una vida que es legítimamente mía
cuando late bajo mis palmas.
El elfo golpea el suelo con los pies, se agita e intenta apartarme. Sus manos rodean las
mías y una capa de electricidad verde recorre mi piel, pero tengo un hechizo de
protección que anula cualquiera de sus ataques.
Tose y balbucea, me araña y, para mi sorpresa, me asesta un fuerte golpe en el codo,

retorciéndomelo y me suelto, más por la impresión que por el dolor. No esperaba que
supiera luchar, y cuando se pone de lado y se desliza por debajo de mí con mi peso tirado,
lo miro con curiosidad.
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Ya estoy en cuclillas mientras él se agita, la magia que rodea su pierna herida se
debilita y me alerta de lo realmente limitado que es su poder. Sacudo la cabeza y le digo:
"Sólo estás empeorando las cosas".
Lanzo una mano hacia delante y el resplandor naranja sale de mi mano para golpearle
con el doble de fuerza en el pecho. Se golpea contra el sofá, cayendo sobre su respaldo,
y yo salto por encima de los muebles.
Aterrizo sobre el espía y me arrodillo sobre su pecho. Llevo dos dedos a su cuello,
tocando otro punto sensible. Mi magia fluye sobre él desde el cuello hacia abajo,
envolviéndolo en una trampa fácilmente maniobrable para que se lo entregue al Rey.
"Esto debería aguantarte hasta que volvamos al castillo".
El espía suelta una carcajada, sacudiendo la cabeza maníacamente. "No", tose, y su

cuerpo se retuerce violentamente, luchando contra mi agarre, y mis cejas se pellizcan de
confusión. "No, mi trabajo ha terminado aquí".
Me sonríe y resoplo. "No creo que estés en posición de negociar".
Me doy cuenta demasiado tarde de que sus venas se están ennegreciendo, subiendo
por su cuerpo hasta que su piel es un amasijo de finas líneas negras. Sigue riendo
mientras echa la cabeza hacia atrás, la mandíbula recubierta de negro, y yo me lanzo
hacia delante.
"¡No!"
Le toco el pulso en el cuello, enviando una ráfaga de hechizos curativos a través de su

torrente sanguíneo. No estoy del todo segura, pero parece que se ha lanzado un hechizo
envenenador. Mi magia lucha por erradicar lo que ha hecho, pero ha ido demasiado
lejos, y en segundos sus ojos se vuelven de cristal y su boca se abre, floja.
Está muerto.
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"¡Hijo de puta!" grito, golpeando el sofá con la palma de la mano y haciéndolo volar
por la habitación. Se estrella contra los demás muebles rotos -aunque ni siquiera estoy
seguro de cuándo rompimos el segundo sofá- y se detiene al chocar contra la pared del
fondo.
Me levanto y sacudo la cabeza. Puede que haya perdido la información, pero al menos
he detenido al espía. Lo he despachado como debía, así que he cumplido mi misión.
Lanzo una bola de fuego al cuerpo, que envuelve la piel en llamas. Me doy la vuelta y
salgo de la habitación antes de que el humo y el olor a carne quemada me chamusquen
la nariz. El hechizo sólo sirve para quemar la piel, así que sé que cuando alguien se dé
cuenta de que algo no va bien ahí dentro, no habrá rastro de la pelea ni de mí.
Salgo de la habitación y bajo las escaleras. Me detengo junto al encargado, le dejo una
propina para la chica y le ordeno que le suba ropa, ropa de verdad, y que la deje en la
puerta. Levanta las cejas pero asiente, y le digo que no nos moleste hasta el amanecer
para que no intente vendérsela a otro comprador esta noche.
Mientras se da la vuelta para cumplir mi petición, me escabullo por la puerta lateral

de la diligencia hacia la noche. Espero sentir alivio u orgullo, pero lo único que siento es
un poco de vacío. Mientras vuelvo a mi hotel, no dejo de mirar hacia el club y hago todo
lo posible por no volver.
¿Qué me está pasando?
62
Capítulo 10
Vanessa
Abro los ojos lentamente, esperando sentir algún tipo de dolor entre los muslos. Nada.
Me incorporo y me observo los brazos, las piernas y el abdomen. Ningún moratón en

forma de mano salpica mi piel. Sigo desnuda, pero envuelta en una manta. Miro a mi
alrededor, pero el elfo oscuro no aparece por ninguna parte. Permanezco en silencio
unos segundos, preguntándome si oiré su voz a lo lejos, pero no hay nadie.
Me sacudo el polvo y, al abrir la puerta, veo un montón de ropa. La cojo y me visto

rápidamente antes de volver a abrir la puerta. Esta vez, encuentro a Hoshale apoyado en
la pared con los brazos cruzados. Me está esperando. Antes de que me dé cuenta, me
lanza algo y casi no lo cojo. Es una pequeña bolsa de terciopelo que está a punto de
reventar.
Está repleta de dinero, pero no me parece correcto. El elfo oscuro y yo no hicimos

nada juntos. No lo complací, pero aún así me dejó una propina. No creo que eso suela
pasar por aquí.
"Hiciste un buen trabajo ahí dentro", dice el encargado, sonriendo al ver cómo no
puedo apartar los ojos de la bolsa. "Mencionó estar contento con el servicio, así que me
dio este dinero para que te lo diera a ti".
"...Gracias."
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"No me des las gracias. Tú eres la que ha hecho el trabajo duro. Ese cliente parecía
difícil de contentar, pero has conseguido derribar sus muros. Buen trabajo". Hoshale se
ríe. "En este club, pagamos directamente a nuestras mujeres. Por eso tenemos muchos
clientes habituales que se pasan por aquí y ganan algo de dinero con nosotros en vez de
vender en la calle."
Asiento con la cabeza. No puedo creer lo que he hecho. He salido de esta situación
con mi dignidad intacta, más o menos. No he tenido que hacer nada más que besarle
para conseguir el dinero. ¿Son las cosas siempre tan fáciles en un lugar como este?
"Todavía tenemos algunas normas que debemos seguir. Para empezar, nuestras
mujeres deben tener cuerpos de muerte. Como el tuyo". Asiente en mi dirección. Sus
ojos recorren mi cuerpo, pero estoy demasiado fascinada por el dinero para prestarle
atención. Sin embargo, lo observo con mi visión periférica. "Puedes volver cuando
quieras si necesitas el trabajo".
"Claro", susurro. Agacho la cabeza. "Nos vemos".
"Igualmente".
Me apresuro a salir de allí antes de que la vergüenza de tener a ese elfo oscuro
mirándome con descaro empiece a hacer mella en mí. Fuera, el aire es fresco y
vigorizante. Me revuelve el pelo. Mi duro trabajo para Sandy está dando sus frutos.
Nunca me había sentido así. Estoy realmente viva.
Llevo la bolsa al pecho, cierro los ojos y suspiro profundamente. Gracias.
Podría caer de rodillas y llorar de felicidad ahora mismo, pero tengo una misión que
cumplir. Agarro la bolsa con fuerza antes de serpentear por las calles en dirección al
mercado negro. Muchos tipos sospechosos me miran al pasar. Algunos incluso se fijan
en la bolsa que llevo, así que procuro no quedarme quieta demasiado tiempo. Este
dinero es para Sandy. No para nadie más.
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Por fin, mi hermana pequeña recibirá la curación que necesita. El Doctor cuidará de
ella y estará bien. Nosotros estaremos bien. Nuestra vida está mejorando, todo gracias
a ese elfo oscuro.
Por alguna razón, su imagen permanece en mi mente. Me la quito de encima al entrar

en la tienda del viejo doctor. Agarro con fuerza la bolsa del dinero con las manos
mientras me acerco al mostrador. Lleva en la mano dos viales de líquido morado.
"Me gustaría comprar una poción curativa. Por favor". Dejo el dinero sobre el
mostrador. "Necesita curar coágulos cerebrales".
Suspira. "Es una de las pociones más caras que hay".
"¡Pero tengo el dinero!" Hago un gesto hacia la bolsa. "Por favor. Creo que es
suficiente".
De mala gana, vacía la bolsa y empieza a contar el dinero. Es angustiosamente lento.

Aprieto los labios en una fina línea, observando cómo su dedo se posa en cada moneda
y tira de ella hacia un lado. Murmura números y me lanza una mirada de vez en cuando.
Si esto no es suficiente, ¿qué hago? ¿Volver a ese asqueroso lugar?
Por favor, por favor, no.
"Bueno", dice, juntando el dinero en un montón. "Puedes permitirte un vial de esta

poción. Apenas tuviste suficiente".
Joder, sí. No puedo contener la sonrisa que se forma en mi cara. ¡Sandy se va a curar
de su coágulo cerebral! ¡Va a vivir!
"¡E-Eso es perfecto! Me gustaría comprar uno inmediatamente".
"El único problema es que ahora mismo no tengo suministro para ello". El doctor
vuelve a colocar todo el dinero en la bolsa, la ata y me la desliza de nuevo. Sin más. "Lo
siento."
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"... ¿Qué?"
"Los viales de esa poción curativa tardarán un mes en llegar a mi tienda". Se aparta de
mí. Coge un trapo del borde del mostrador y empieza a limpiar las estanterías. "Lo siento.
Quizá debería habértelo dicho antes".
"No. No, por favor". Sacudo la cabeza y agarro el mostrador con las manos hasta que
los nudillos se me ponen blancos. "Esto no puede estar bien. Seguro que tienes algo
guardado. ¿Puedes ir a comprobarlo?"
"Ya lo he hecho. Llevo un registro minucioso de todas las pociones curativas que poseo
y esa en concreto se me acabó la semana pasada. Ya he hecho el pedido de un nuevo
lote, pero tardará un mes en llegar. Lo lamento. No es fácil conseguirla".
"¿Puede volver a comprobarlo? Por favor. Sólo necesito un poco. ¡Incluso medio vial!
Probablemente lo tengas, ¿no?"
"¿No te funcionan los oídos, chica?" El médico me fulmina con la mirada. Deja de
limpiar. "Ya te he dicho que no tengo la poción curativa que buscas".
Golpeo su mostrador con el puño. Aparecen manchas rojas en mi visión. Apenas

puedo pensar.
"¡Es para mi hermana! Necesita la poción antes de cinco días o morirá". Mis puños
tiemblan. "¡Eres el único médico que vende pociones curativas para humanos!"
"¿Qué quieres que haga? ¿Esperas que destroce el mundo entero sólo para que tu
hermana viva?". El médico se ríe cruelmente, sacudiendo la cabeza. "Las mujeres
alucináis más de lo que pensaba".
"¿No se supone que los médicos son útiles?"
"Ya basta." Da la vuelta a la esquina, me mete la bolsa del dinero en el pecho y me

agarra del brazo. "No tengo la poción. Ahora vete".
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"¡Espera!"
Me lanza a la calle y caigo al suelo de rodillas. La bolsa cae cerca de mi cuerpo y la cojo
antes de que alguien me la quite delante de las narices. Es lo último que necesito ahora.
"¡Por favor! Necesito tu ayuda". Me reúno y lanzo todas mis fuerzas hacia la puerta,
con la esperanza de volver a entrar en la tienda. El médico la cierra desde dentro. "¡Por
favor, déjeme volver a entrar! Comprueba el almacén una vez más, por favor. No puedo
perder más tiempo".
Golpeo la puerta con la palma de la mano hasta que empiezo a sentir un dolor agudo
en la mano. No me disuade. Hago lo mismo con la otra mano hasta que me duelen las
dos. Le suplico al médico que abra la puerta. Incluso me dirijo a las ventanas delanteras
y empiezo a golpear con los puños, pero él corre las cortinas para que no me vea gritar.
"¡Sólo necesito un poco de esa poción! Por favor". La desesperación me atraviesa el

pecho. Se me saltan las lágrimas. No me doy cuenta de las miradas ni de las risas que me
dirigen los seres que se cruzan conmigo por la calle. "¡Déjame hablar contigo una vez
más! Por favor".
No quiero rendirme, pero ¿qué otra cosa puedo hacer? El único médico de los
alrededores que vende pociones curativas para humanos ignora mi petición de ayuda.
Todos los que se cruzan conmigo se ríen, se burlan o directamente me ignoran. Estoy
sola en esta lucha y mi pobre hermanita sufre un coágulo cerebral que no puedo arreglar.
¿Qué puedo hacer? Me sangran los puños de tanto aporrear la puerta de la tienda.
Me habré roto un hueso o dos, pero no me importa. Esto no es nada comparado con la
lesión que pone en peligro la vida de mi hermana.
"¡Dime dónde puedo comprar una poción curativa! Por favor."
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No hay respuesta. Como mis manos son inútiles, empiezo a patalear. La puerta hace
ruido. Descargo mi ira contra la estructura de madera hasta que no me queda energía
en el cuerpo.
Probablemente parezco una loca para todos los que pasan. Me siento como una loca.
Me enfurece la falta de ayuda, lo que tengo que hacer para ganar dinero y el hecho de
que todo lo que hice por Sandy ya no importa. Se va a morir.
Mi hermanita va a morir. Deslizo la espalda por la tienda y me tomo la cabeza entre

las manos. El dolor de perderla me volverá loca. No quiero perderla. Haría cualquier cosa
por cambiar de lugar con ella. Para aliviar su sufrimiento. Estoy atrapada en un agujero
y no importa lo desesperadamente que intente levantar las paredes, nada funciona.
Soy un fracaso. Soy patética. ¿Para qué sirvo? Nadie me respeta, ni los humanos ni los
elfos oscuros. Estoy a punto de perder la única luz de mi vida por una herida que no
puedo curar yo misma.
Estoy sollozando histéricamente delante de esta tienda, sin esperar ayuda alguna.
Pero, de repente, una voz grave me interrumpe.
"¿Qué haces?"
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Capítulo 11
Keillon
No sé qué pensar de esta situación, pero despertó mi curiosidad. Al principio, vine al

mercado negro en busca de información. Aquí hay traficantes que merodean en las
sombras, dispuestos a soltar todo tipo de detalles por el precio justo. En mi bolsillo, tengo
unas cuantas bolsas listas para lanzárselas cuando las encuentre.
Sin embargo, no esperaba encontrar esta. Es la hembra humana que no se me ha ido

de la cabeza desde la última vez que la vi. Está llorando frente a una vieja tienda de
medicinas, con las manos en el pelo y la espalda apoyada en la puerta cerrada.
Es ruidosa. Oí el alboroto desde más lejos y vine a ver si apuñalaban a algún borracho
decrépito. Eso suele ser un buen entretenimiento.
Pero es sólo ella. Tiene un aspecto lamentable. Me resulta fácil apartarme de la

mayoría de las escenas y fingir que nunca las he visto, pero esto es diferente. Conozco a
esta humana. La vi en ese club. Es completamente tentadora. ¿Cuáles son las
probabilidades de que nos encontremos de nuevo?
Hay una razón para esto, estoy seguro.
"¿Qué estás haciendo?"
Levanta la vista, con los ojos hinchados y enrojecidos. No sé cómo ayudarla. ¿Me
inclino y le acaricio la cabeza? ¿La ayudo a levantarse?
69
No. Ahora empieza a llorar con más fuerza, lo cual es vergonzoso. ¿Qué hago? No es
que quiera hacerle daño, pero los desconocidos que pasan por allí probablemente
piensen que soy un ladrón o un violador que quiere hacerle daño.
Por suerte, no son de los que se lanzan a por una mujer humana cualquiera.
En el fondo de mi mente, resisto el impulso de dar un paso atrás y alejarme. No debería

preocuparme por los humanos. Son como las piedrecitas que se atascan en las suelas de
mis botas. Están hechos para ser pisoteados, pisados y barridos.
Ella fomenta una emoción interesante en mí. No quiero verla así. Es patético. Me da
pena y no puedo evitar agarrarla por la muñeca y ponerla en pie. Ella suelta un pequeño
sonido.
"Estás ensuciando el camino", le digo.
Rápidamente, se quita el polvo. Sus manos tiemblan, están rojas y sangran por algunos
arañazos. Incluso en este estado, mis ojos recorren su cuerpo y me imagino llevándola a
un lugar más apartado. Pienso en las posibilidades que tengo con ella. Las distintas
posturas en las que podría ponerla. El éxtasis que sentiría con su cuerpo entre mis
manos.
Sigue llorando. Sigue secándose los ojos, pero las lágrimas siguen saliendo. Frunzo el
ceño. Me dan ganas de arrancarme la piel.
"Ven." La cojo de la muñeca y empiezo a arrastrarla por las calles. Se resiste, intenta
arañarme los dedos, pero es inútil. "Estate quieta. Podemos hablar en un lugar más
aislado".
"¡No quiero ir!"
"Lo harás."
Siento que la lucha la abandona cuanto más la arrastro. Finalmente...
70
La llevo de vuelta al hotel, ignorando las miradas extrañas y las risitas mientras me
dirijo a mi habitación. Está lloriqueando detrás de mí, pero mi objetivo es llevarla a mi
habitación y averiguar qué está pasando. ¿Qué puede hacer que esta mujer humana
actúe de forma tan errática en medio de las calles del mercado negro?
"De acuerdo". La empujo bruscamente a la habitación del hotel, cierro la puerta y echo
el pestillo. "¿Qué te ha pasado? ¿Por qué estabas llorando fuera de esa tienda?"
"Yo... yo no..." Respira demasiado rápido y las palabras no pueden salir de su boca.
Mira alrededor de la habitación y recurre a abrazarse a sí misma. "No lo sé. Esto es
complicado".
"Qué suerte tienes. Tengo tiempo". Mi pie se enrosca en la pata de una silla, tirando
de ella hacia mis piernas. Me siento. "Anda. Explícate antes de que empiece a aburrirme.
No toleraré este comportamiento mucho tiempo".
"Mi hermana está enferma", dice, luchando contra el hipo y los sollozos. "El doctor
dice que es un coágulo cerebral y que necesita una poción curativa especial para la
dolencia. Por eso fui al club. Necesitaba el dinero para pagar la poción".
La desesperación nubla sus ojos. Nunca había visto algo así. Está dispuesta a vender
su cuerpo por un familiar. Eso es noble, aunque increíblemente estúpido. Nunca me
pondría en una situación tan precaria por mi familia, pero eso es probablemente porque
no me gustan mucho, para empezar. Que vivan o mueran, no es nada para mí.
"¿Asumo que no conseguiste el dinero que necesitabas, entonces?" Le dejé una buena
suma allá en el club. ¿No lo recibió todo? Voy a destripar a ese molesto gerente si cogió
algunas monedas mientras nadie miraba.
"¡No, no, lo hice! Apenas fue suficiente, según el Doctor, ¡pero dijo que no tenía viales!
El próximo lote llegará dentro de un mes, pero no puedo esperar un mes. Mi hermana
morirá en cinco días si no le consigo una poción curativa".
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"¿Una poción curativa es lo que te lleva a vender tu cuerpo a los elfos oscuros?". Me
humedezco los labios mientras observo su cuerpo. Lleva ropa desgastada que enmascara
la mayor parte de su figura, pero aún puedo ver las curvas. "Qué pena".
"Estoy dispuesta a hacer cualquier cosa para salvar a mi hermana. No quiero

perderla".
Normalmente, hago la vista gorda ante las acciones de los humanos. Son pequeñas
criaturas tontas y la mayoría de sus decisiones no tienen mucho sentido.
Sin embargo, esta humana me cautiva de una manera que me hace girar la cabeza.
¿Qué tiene? Creo que es su cuerpo lo que me vuelve loco. Es absolutamente hermosa, y
no soporto la idea de que se entregue para ganar algo de dinero. No debería seguir
deshonrándose, es impropio.
No ha habido otra humana que me haya embelesado como ésta. Tiene algo único y
pienso descubrirlo.
Nadie más puede tenerla. Quiero que sea mía.
"Puedo ayudarte a resolver tus problemas, ¿sabes?". Inclino la cabeza y la miro con
los ojos entornados.
Ella me mira con asombro y la boca ligeramente abierta. Qué mona. Me está volviendo
loco.
"¿Sabes dónde puedo encontrar un frasco de poción curativa?". Junta las manos y
traga saliva. "¿Por favor? Haré lo que sea por ella. Es para mi hermana pequeña".
"Cálmate." Levanto una mano. "Tendrás tu poción curativa siempre y cuando puedas
darme lo que yo quiera, cuando yo quiera. ¿Me entiendes?"
"Sí. Por supuesto".
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Está entusiasmada con esto. Eso me gusta. Tan ansiosa por complacer.
Me meto la mano en el bolsillo y saco un frasquito de líquido morado que brilla con la
luz. Lo sostengo sobre mis ojos, lo giro y observo el líquido desde todos los ángulos.
Es una de las pociones curativas más avanzadas que existen, capaz de curar incluso las
heridas más mortales.
Los coágulos cerebrales, por ejemplo, se curan en segundos con una poción curativa
como ésta. Es una de las mejores que existen y es más de lo que este humano puede
soñar con pagar. Estoy dispuesto a dársela.
Con una condición.
Mira con los ojos muy abiertos el frasco que tengo en las manos. Su respiración se
entrecorta ligeramente y casi da un paso hacia mí. Le hago una seña.
"Toma. ¿Quieres verlo?"
"¿Qué es?"
Sonrío. "¿Te vendes por un objeto que nunca has visto antes?".
"¿Es una poción curativa?". Se le cae la mandíbula. "¿Ésta es la que curará a mi

hermanita?".
"La curará de cualquier enfermedad. Coágulos cerebrales, insuficiencia cardíaca, lo

que sea. Esta poción es potente y vale una fortuna, pero quiero dártela a ti".
"¿En serio?" Se tapa la boca con la mano. Luego, se tranquiliza. "Gracias. Muchísimas
gracias. No sabes cuánto te debo".
"Lo sé." Me río en voz baja. "La poción vale más de diez mil ipias. ¿Entiendes lo caro
que es eso? Seguro que no. Es una cifra insondable".
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"¿No es algo que pueda ganar en un día o dos de trabajo en el club?". Su voz es
pequeña y mansa.
Qué pregunta más estúpida. No la suelto en voz alta porque se está calmando tras su
sesión de llanto y no quiero provocar otra tan pronto.
"Nunca. De hecho, tendrías que trabajar toda tu vida en ese club para poder permitirte
algo así. Es difícil de conseguir, pero aquí está. Justo delante de tus ojos".
"¿Puedo...?" Ella lo alcanza. "¿Sostenerlo? "
Justo cuando está a punto de rodear el frasco con los dedos, se lo quito. Se sobresalta.
"No vas a tocarlo hasta que me des lo que quiero".
"¿Qué es lo que quieres? Puedo darte todo lo que tengo, pero por favor". No aparta
los ojos del vial. "Por favor, dame el vial".
"¿Ni siquiera vas a escuchar mi petición?". Me burlo, disfrutando de cómo tiembla su

labio inferior mientras me burlo de ella. "Extraños modales."
"¿Qué quieres?"
"Quiero que seas mi amante hasta que me canse de tu cuerpo". Eso es lo que pasa
cuando un elfo oscuro se acuesta con una humana. La pasión es fuerte, pero de corta
duración. Luego se desvanece.
Ella traga saliva.
"Siento curiosidad por ti", digo en voz baja, concentrándome en sus rasgos una vez
más. "Eres agradable a mis ojos".
Me duele el cuerpo por ella, pero la humana no necesita saberlo.
74
Capítulo 12
Vanessa
Su amante. Considero, mirando fijamente el vial en su mano.
"Si acepto, ¿puedo quedármelo?".
Vuelve a sonreír con encanto, curvando los bordes de su boca. "Soy un elfo de
palabra", dice con facilidad, y su expresión se suaviza a medida que me asimila. "Pero es
un trato de lo tomas o lo dejas, y una vez que aceptas, no hay vuelta atrás".
Asiento con la cabeza y vuelvo a asentir. "Sí, lo haré".
La confusión arruga su frente. "Ni siquiera has oído las condiciones".
"No importa", digo. "Si hace lo que dices, haré todo lo que me digas".
"Cuidado, humana", me advierte. "Ni siquiera me conoces. ¿Cómo puedes estar

segura de que no romperé ese bonito cuerpo tuyo una vez hecho el trato?".
Tiene razón, no le conozco.
La verdad es que no.
Pero después de anoche, tengo una sensación sobre él, y estoy empezando a pensar
que es todo ladrido. He visto lo que les pasa a los humanos en manos de los elfos
equivocados, y él no parece ese tipo de criatura. Incluso en el club, parecía albergar
desdén por los de su propia especie.
75
Me pongo a su alcance, ignorando el vial para mirar fijamente sus ojos plateados. "Me
arriesgaré".
Dos veces me habrá salvado de un destino peor, si su palabra tiene algún peso. Y su
bondad no tiene igual. Mientras que otros elfos oscuros me han escupido y tratado como
basura, no hay condescendencia en su tono cuando hablamos.
No soy su igual.
Ambos lo sabemos, pero casi puedo imaginar que lo somos, a puerta cerrada. No se
apresura a golpearme cuando me paso de la raya, e incluso me ha prometido una
pequeña fortuna en medicinas por... ¿qué? ¿Ser su amante?
Pasaría toda una vida en las minas si eso significara que Sandy mejorara y pudiera
llegar a adulta, libre de su aflicción. Y este elfo oscuro promete que pronto perderá el
interés en mí. Aunque tenga una estricta lista de exigencias, podría tolerarlas
indefinidamente mientras mi hermana pueda vivir.
Me considera con dureza. "¿Eso es un 'sí'?"
"¿No lo he dicho ya?"
"Me gustaría oírlo otra vez", dice, cogiéndome la mano entre las suyas y dándoles la
vuelta como si quisiera introducir el frasco en ellas. Pero me besa la palma. El calor de
sus labios persiste incluso cuando se aparta. "Para que no haya confusión".
Se me corta la respiración ante ese simple gesto.
"Lo haré. Seré tu amante".
El elfo oscuro me estudia. Ni siquiera sé su nombre y, sin embargo, me estoy

prometiendo a él sin dudarlo. Vuelvo a mirar el frasco, noto cómo cierra el puño en torno
a él y me lleva hasta el sofá, arrastrándome con él para que me siente en su regazo.
76
Estar tan cerca me recuerda al baile que bailé para él, pero esta vez, una tensión
diferente casi se rompe entre nosotros. Como en un truco de magia, observo su mano
para asegurarme de que el frasco no desaparece por algún juego de manos. "¿Cuáles son
tus condiciones?"
Me sonríe, apartándome los mechones de pelo de la cara. "Un poco más despacio. No
hay prisa. ¿Cómo te llamas, flor?".
Mi mandíbula se tensa, pero el frasco no desaparece.
Es como si lo retuviera como rehén, como si no le hubiera dicho ya que a mi hermana

se le acaba el tiempo. Necesitaba esta medicina ayer. "Vanesa", susurro, intentando
contener mi pánico. "¿Y el tuyo?"
"Keillon".
"Keillon", hago eco. "Es un placer."
Sus ojos plateados recorren mi figura. "El placer es todo mío. De verdad".
Cuando su mirada baila sobre el hueco de mi garganta, desvío la mirada por primera
vez. "Ahora que las formalidades están fuera del camino..."
"Las condiciones", concluye.
"Sí."
Creo que va a alargar esto eternamente cuando por fin habla. "No soy el tipo de elfo
que hace este tipo de cosas. Tengo responsabilidades con la Corona que tienen prioridad
sobre otras facetas de mi vida. Así que lo haré sencillo."
"Hay dos reglas que debes seguir para que esto funcione".
Asiento lentamente.
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Ahora que la medicina está casi a mi alcance, los nervios vuelven a acosarme. Sé muy
bien lo que es estar atado a un elfo oscuro que considera a los humanos poco más que
muebles para su diversión, y sólo puedo rezar a los Trece para que él no sea uno de ellos.
Tal vez todo esto ha sido un truco. No lo pondría fuera de su clase, pero Keillon realmente
parece diferente.
Tengo que confiar en mi instinto.
"Primero, mientras estés conmigo, no puedes volver a ver a tu familia". Hace una
pausa para que comprenda sus palabras. No era exactamente lo que esperaba, pero
parece ser un elfo oscuro importante, y supongo que tiene sentido. "En vista de ello, te
permitiré escribir a casa, siempre y cuando dejes el sobre sin cerrar para que yo pueda
leer el contenido antes de que salga. No puedes decir nada de mí ni de nuestro acuerdo,
¿entendido?".
Su mano se desliza por mi cintura mientras me mira fijamente a los ojos.
"Lo entiendo."
"No creo que vaya a ser una cita larga", dice divertido. "Así que ten por seguro que
pronto me aburriré de ti".
Aprieto los labios. No duele, exactamente, no como las palizas de mis antiguos amos.
Ni como cuando me tiran por la ventana contra un rosal. Pero aún me escuece un poco.
"Tampoco soy irrazonable", corrige. "Recibirás una buena compensación por el

tiempo que pases conmigo y, cuando termine contigo, quedarás liberada de nuestro
acuerdo. Incluso podrías volver al club, si te parece bien".
Hay algo en su expresión que me dice que no está siendo completamente sincero
conmigo, pero lo ignoro. Cualquier cosa por ese frasco. "¿Y la siguiente regla?"
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Sus hermosos labios se curvan. "Siempre ansiosa, flor". Luego, suspira, su boca forma
una línea seria. "Segundo, necesito tu completa obediencia. Harás lo que yo diga, cuando
yo lo diga, sin cuestionarlo".
Puedo ver por qué esta regla es la segunda.
He oído que a los elfos oscuros les van algunas cosas perversas y, por lo que vi en el
club, es muy posible que no sobreviva a sus pasiones pasajeras.
Cualquier cosa, me recuerdo, por Sandy.
Incluso mi propia vida.
"De acuerdo", digo fácilmente. "Es una oferta muy generosa".
Demasiado generosa.
Ni siquiera él parece creerme. "¿No vas a preguntar cuánto dinero pienso darte?".
"Me vas a dar la medicina, ¿verdad?".
"Por supuesto", dice a su vez, sacándolo de su mano y poniéndolo en la mía. "Y una
ipia al día mientras dure nuestro acuerdo".
Apenas puedo contener un grito ahogado.
Es demasiado, pero no lo rechazo. Siento un dolor en el pecho. Este elfo oscuro va a

darme todo lo que deseo, a cambio de unas cuantas noches -a lo sumo, unas cuantas
semanas- en las que lo mimaré como él quiera. Debería estar eufórica.
En cambio, me siento sucia.
Esto es lo que hacen las prostitutas, y empiezo a darme cuenta de lo difícil que es
venderse al mejor postor, sin importar el precio. Cuando entré por primera vez en aquel
club, pensé que ganaría unos cuantos jetons fáciles bailando, pero esto es demasiado.
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La cabeza me da vueltas cuando asiento con la cabeza, apretando el frasco contra mi
pecho. "Soy tuya".
"Eso es lo que me gusta oír", murmura y me arrastra hacia él mientras su dulce aliento
me inunda. "Te daré tiempo para entregar la medicina, y cuando vuelvas a este hotel,
nuestro trato entrará plenamente en vigor. No le dirás nada a tu familia de lo que ha
ocurrido entre nosotros, ni siquiera que sabes quién soy".
Sacudo la cabeza. "No lo haré. Te lo prometo".
Hay una suavidad en sus ojos que derrite mis preocupaciones. "Buena chica", me dice,
provocándome un escalofrío no del todo inoportuno. "Pero primero...", dice, cortándose
mientras se inclina para besarme suavemente, rozando apenas nuestros labios al
principio.
Separo los labios y gimo cuando introduce la lengua.
Es igual que anoche, cuando me acarició despacio, sin manosearme innecesariamente

ni rasgarme la ropa. Sigo su ejemplo, apretándome a él con un poco más de urgencia. Mi
mente está en otra parte, pero no tengo miedo de demostrarle lo agradecida que estoy.
Su risita es profunda cuando se retira para mirarme. "Aunque aprecio tu entusiasmo",

empieza, y su mano se desliza hasta apoyarse en mi cadera. "¿No debería probar primero
la mercancía?".
Aunque estoy impaciente, doy mi mejor impresión de calma y serenidad.
"¿Qué te apetece?"
Esboza esa maldita sonrisa que hace que me tiemblen las rodillas mientras mira su
abultada entrepierna. "Quiero que te arrodilles".
La sorpresa me invade, pero me bajo de su regazo para arrodillarme entre sus piernas.
"¿Así?"
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"Exactamente", dice. "Ahora, chúpamela".
81
Capítulo 13
Keillon
Mantengo una expresión neutra mientras mi cuerpo se tensa por la excitación. Esta
mujer hace que me duelan las pelotas, pero no quiero que se dé cuenta. Al menos por
ahora, tiene que saber que mando yo. Si no puedo controlarme, ¿cómo voy a dominarla
a ella?
Le acaricio el pelo castaño y me complace ver cómo toquetea los botones de mis
pantalones. "¿Qué pasa, flor? ¿No has hecho esto antes?".
Vanessa se muerde el labio inferior. "Claro que sí."
"No hay que avergonzarse de la inexperiencia", le digo, apreciando cómo su mirada

inocente se cruza con la mía. Tenía mis sospechas en el club, pero ahora sé que nunca
ha hecho esto antes. Algo se enciende dentro de mí, ardiente. Le acaricio la mejilla con
los nudillos. "¿Quieres que te enseñe?"
Sus ojos se desorbitan y su boca intenta formar palabras, pero no lo consigue.
Imagino cómo la punta de mi polla se apoyaría en su labio inferior. Imagino también

su calor envolviéndome, y el dolor de mi entrepierna se intensifica.
Creo que la necesito.
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Aunque mi cuerpo parece relajado, estoy a punto de atacar, tenso de potencia,
mientras ella se afana en los botones con renovada obstinación, esta vez consiguiendo
desabrochar dos de ellos. Cuando mi polla sale, ella hace un pequeño "oh" con la boca.
Al principio la dejo explorar, sus dedos recorren las venas palpitantes de mi polla como
si fuera la primera vez que la ve. Mi cuerpo se tensa y mi polla salta un poco, haciéndola
retroceder unos centímetros. "No le tengas miedo", murmuro, aliviándome con una
caricia. "No es un arma".
"Lo sé", dice, casi a la defensiva.
Estoy ansioso por pintarla con mi liberación, pero si manejo esto mal, el resto de
nuestro acuerdo no será algo envidiable. Y si es tan inexperta como sospecho, tendré
que ser suave con ella. "Déjame enseñarte cómo".
Le tiembla la mandíbula, pero hay suficiente incertidumbre en su mirada que me

anima.
Agarro sus manos, que son pequeñas entre las mías, y las cierro alrededor de mi base.
"Así", le digo, deslizándolas hacia arriba y añadiendo presión; sus dedos se tensan tras
unos cuantos empujones, mientras ella se hace cargo del sencillo movimiento. ¿Puede
ver lo bien que reacciono ante ella?
¿Sabe cómo puede destruirme?
"Ahora, besa la punta".
Otro destello de esos ojos fríos y me cuesta mantener la cordura. Pero su boca se
cierra sobre mí mientras observa mi expresión de piedra.
No me derrumbaré, me digo. No me derrumbaré.
Sus labios se separan y, antes de llegar a mi polla, su lengua sale disparada para trazar
la cresta de mi cabeza. Algo se aprieta en mi interior y me absorbe mientras la punta se
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llena de precum. Su cálida exhalación me envuelve antes que su boca, y me absorbe con
un pequeño gemido en el fondo de su garganta. Cierra la boca sobre la gota y concluye
el beso. "¿Así?"
Dioses, pienso, sálvame de mí mismo.
"Sí", digo en el tono más autoritario que puedo conseguir, cogiéndole las manos y
animándola a otro barrido. "¿Quién te ha dicho que puedes parar?".
Se le dibuja una expresión de culpabilidad y luego una mirada de determinación.

"Nadie", dice, acariciando con más énfasis, calibrando la forma y el grosor de mi polla.
"¿Qué más quieres que haga?"
Imagino cómo se estremecería su cuerpo bajo el mío si perdiera el control de mí

mismo y la montara aquí mismo, en el sofá. Todo a su tiempo, me aseguro a mí mismo,
chasqueando la punta de mi polla contra la suavidad de sus labios. "Bésala otra vez, pero
esta vez abre un poco más la boca".
Así lo hace, dejándome entrar un poco antes de que sus dientes rocen mi piel sensible.
Me duele la base de la columna de anticipación.
"Más", le ordeno.
Un acalorado rubor florece en sus mejillas y se extiende hacia abajo, sobre la suave
turgencia de sus pechos bajo la sencilla túnica. Y ella va un poco más allá, mi punta golpea
el paladar de su boca, haciéndome flaquear.
Se retira, luego se hunde un poco más sin dar instrucciones, su lengua ahueca mi
longitud mientras me deslizo en su maravillosa garganta. Trabaja a mi alrededor antes
de que ella no pueda aguantar más y se aleje de nuevo, sus manos diligentes acariciando
incluso mientras se recupera.
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"Buena chica", le digo, arrastrando las uñas por su delgado brazo. "Lo estás haciendo
muy bien para ser tu primera vez".
No dice nada, con el ceño fruncido por la determinación. Hay algo que incluso un elfo
puede temer en su expresión. Es bueno, entonces, que haya desechado esa noción de
terror hace tiempo, mientras me someto por completo a su manejo.
Vanessa sólo necesitaba un empujoncito antes de que el ímpetu se apoderara de mí y

se le ocurrieran algunas ideas. Vuelve a besarme la punta, recorre mi cuerpo con los
labios y llega al punto entre mi polla y mis doloridos huevos. Como consuelo, besa cada
uno de ellos antes de volver a rozar la punta con los dientes y atrapar otra gotita entre
los labios.
Lo prueba antes de volver a por más, con un nuevo tipo de ansia inspirando sus
acciones. Me inclino completamente hacia atrás y le permito explorar, luchando contra
las ganas de correrme en su boca cuando su calor vuelve a apoderarse de mí. Quiero que
esto dure, pero sé que debo ser breve, o estaremos aquí toda la noche y no querré
dejarla marchar por la mañana.
Después de todo, aún tenemos un acuerdo.
Sus suaves sacudidas se vuelven febriles y le alboroto el pelo oscuro, entrelazando los
dedos antes de agarrar un puñado y arrastrarla aún más hacia mi polla. Me dije a mí
mismo que la dejaría llevar la iniciativa, pero cuando me rodea sorprendida, casi me
corro otra vez.
Suelto a Vanessa cuando lucha por respirar y se levanta con un grito ahogado. Le gotea
saliva de la boca y se la limpia, mientras sigue respirando con dificultad. Su mirada
insegura se posa en mí, como si no estuviera segura de sí pretendo golpearla por
necesitar aire.
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Me acaricio a mí mismo, deteniéndome en la punta mientras me pregunto qué clase
de amos habrá tenido antes que la hayan hecho tan dócil y dispuesta. Una hembra elfa
me habría escupido a la cara y me habría llamado egoísta antes de salir furiosa de la
habitación.
Pero esta humana, esta hermosa mujer, vuelve a atenderme.
Su tacto enciende el calor en mi interior y se hace cargo de mí, acariciándome

diligentemente con besos y dedos de fuego. Vuelve la presión, que me hace penetrar
más profundamente en su boca. Esta vez acepta más de mí, probablemente porque se
da cuenta de cuánto puede aguantar antes de sentirse abrumada.
Su mano libre se desliza por mi muslo mientras se coloca sobre mí, forzándome a bajar
con su propia embestida ansiosa, haciéndome ahogar con mi siguiente elogio. "Muy...
bien".
Arrastra suavemente los dientes por mi cuerpo antes de dejar libre la boca para
hablar. "¿Sólo 'bien'?"
"Para una principiante", corrijo, negándome a dejar que piense que es una experta,
aunque mi cuerpo me pide a gritos que acabe conmigo. Hay un destello de inseguridad
en sus ojos cuando vuelve a penetrarme, atreviéndose a demostrarme lo contrario.
Se me escapa un gemido y dejo que lo intente.
No sé cuántas mentiras más voy a decir cuando me rodea la punta y se sumerge hasta
casi alcanzar la empuñadura con sus generosos labios. Se queda ahí, cortando de nuevo
sus vías respiratorias y empujándome hasta el fondo de su garganta.
Mi polla se estremece y sé que estoy a punto de estallar.
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Hay tantos sitios donde quiero meterla, pero esta vez pienso en cómo se verá mi
semilla en su cara inocente. Vuelvo a agarrarla del pelo y la arrastro justo cuando se me
escapa el primer chorro caliente.
Su boca sigue abierta, atrapando un poco antes de que adorne su rostro con mi propia
marca de perlas. Y ella lo acepta. Como todo lo demás, permite lo que de otro modo
sería una desgracia para su gentil carácter.
Cuando termino, la suelto y me retiro. "Vete a casa. Llévale la medicina a tu hermana

y asegúrate de que tus asuntos están en orden".
Se queda entre mis piernas, limpiándome el semen con una manga.
Su expresión nerviosa no tiene precio, como si ya hubiera olvidado la naturaleza de

nuestro trato y estuviera recordando por qué me la chupó en primer lugar. ¿O es
decepción porque no la animé más?
"Te espero aquí esta noche. ¿Lo entiendes?"
Asiente con la cabeza y se levanta. Todavía parece aturdida cuando se marcha, con
paso un poco inseguro, antes de desaparecer por las escaleras. Cierro la puerta con
fuerza y me acerco a la ventana para verla escabullirse entre la multitud, sin que la
mayoría se dé cuenta.
Estar con ella me hace sentir tan bien, pero ¿estoy haciendo lo correcto?
87
Capítulo 14
Vanessa
Aprieto el frasco con fuerza en el puño. Respiro hondo, entro en mi casa y encuentro
al viejo doctor sentado en un taburete junto a mi hermana pequeña. Está tumbada en la
cama con un trapo blanco sobre la frente. Está dormida. Sus mejillas están teñidas de
rosa.
"Vanessa", ronca. "¿Dónde has estado? Sandy ha preguntado por ti varias veces, pero
no sabía qué decir".
"No tiene que preocuparse por mí, Doctor. Gracias por toda su ayuda con mi hermana
pequeña. Se lo agradezco de todo corazón". Se levanta cuando me acerco a él. Le tiendo
la mano y le doy la ampolla. "Toma esto. Es lo que necesita para mejorar".
Sus ojos se abren de par en par cuando se da cuenta de lo que le acabo de dar. Por si
fuera poco, también le entrego la bolsa llena de monedas que Keillon me dio en el club.
Balbucea.
"¿Qué es esto?" Sacude la cabeza. "¿Cómo has conseguido estos objetos? ¿Estás
bien?"
No. En absoluto.
Sonrío, pero tiembla y se desvanece rápidamente. Me mira con el ceño

profundamente fruncido.
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"Y.…" ¿Lo digo? ¿Me desahogo con este pobre viejo doctor que ha hecho tanto por mí
cuando nadie más lo ha hecho? "Ya me han atendido. Por favor, no se preocupe. Y por
favor". Intenta devolverme la bolsa del dinero, pero se la empujo suavemente hacia el
pecho. "Coge el dinero. Es para cuidar de mi hermana pequeña".
"¡Esto es demasiado para semejante tarea! No puedo aceptarlo".
"Lo aceptarás". Mi voz es severa. Sus cejas se disparan hacia arriba. "Tienes que cuidar
de ti y de mi hermana pequeña mientras me voy".
"... ¿Irte? ¿Qué quieres decir? Vanessa, ¿qué significa esto? ¡Todavía no me has
explicado cómo conseguiste esta poción curativa! ¡Es casi inapreciable! ¡No tenías dinero
para esto!"
"Sí, sí, fue un regalo".
"¿Un regalo? ¿Qué...?"
Sigue acosándome con preguntas. Demuestra que le importo, pero por dentro quiero
arrugarme y berrear como una niña. ¿Por qué no acepta mis ofrendas y me deja arruinar
mi vida en paz? No me gusta enfrentarme al hecho de que estoy tomando decisiones
horribles.
"Como dije, me voy por un tiempo. Pueden ser unos días, semanas, meses, no lo sé,
pero me aseguraré de enviar dinero. También me gustaría enviarle cartas a Sandy para
ponerla al día sobre mi vida, y que ella haga lo mismo conmigo."
"¿Qué te ha pasado?" El Doctor deja el dinero y el frasco sobre la mesilla de noche de

Sandy. "¿Quién te hizo esto? ¿Cómo has cambiado en un abrir y cerrar de ojos?"
"Yo no cambié."
"Esta no eres tú. Tú no eres así". Toma mis manos entre las suyas. Las aprieta
suavemente. "Te veo como a una hija. Te vi crecer en este lugar miserable y vi cómo
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sacabas lo mejor de lo que la vida te daba. Me duele verte caer en espiral por este camino
sin retorno".
"¡No lo estoy!" El quiebre en mi voz me delata.
Intenta abrirme la boca para ver si tomo algún tipo de droga ilícita, pero me resisto.
"¿Por qué actúas como si pudieras hacerlo todo sola, hija mía? Puedes pedir ayuda".
"¡Nadie puede ayudarnos! Somos humanos impotentes". exclamo, poniendo distancia

entre él y yo. "Tengo que hacer esto por nuestra supervivencia. Es por Sandy. Estoy
dispuesta a renunciar a todo lo que tengo por ella".
"Vanessa..."
"Por favor, cuida de mi hermana pequeña. Es todo lo que te pido. Es la única ayuda
que puedes proporcionarme para seguir adelante". Señalo el frasco. "Una vez que tome
la medicina, se curará, pero habrá que cuidar de ella, ya que estaré fuera durante un
tiempo".
"¿Y eso por qué?" Me sonríe con tristeza. "¿Por qué te vas?"
Sacudo la cabeza. No puedo contestar.
"No sé lo que me espera donde voy, pero va a ser difícil. No será un paraíso donde
vivir mis días con los pies en alto".
"Entonces, ¿por qué te vas a un sitio horrible?".
"Porque es por la supervivencia de mi hermana. Quiero darle una vida mejor, y esta
es mi única opción para lograrlo."
El Doctor suspira, cerrando los ojos. Parece como si nuestra conversación hubiera
conseguido ahondar las arrugas de su rostro.
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"Sandy a veces es muy quisquillosa con la comida", digo, mirando su forma dormida.
"Le gustan los huevos del mercado, así como la carne de gallus. Es su favorita. No le gusta
mucho el resto de la carne".
A pesar de su reticencia, el Doctor toma nota de todos los gustos y aversiones de

Sandy, y de otros pequeños detalles sobre ella que puedo enumerar de memoria.
Desenrosca el frasco y le levanto la cabeza de la almohada. Le vierte lentamente la

poción en la boca. Hace efecto casi de inmediato. Su piel recupera el color. Mi hermanita
suelta un pequeño suspiro de alivio, incluso dormida.
"Está mejor", susurro, tapándome la boca para acallar mis sollozos.
El Doctor asiente, me palmea el hombro, pero no dice nada más. No creo que quiera
discutir sobre mi inminente decisión. Se retira a la cocina, mientras yo permanezco junto
a la cama de Sandy. Paso los dedos por su barbilla, admirando la cresta de su nariz y la
curvatura de sus mejillas.
Es la última vez que veo a mi hermanita durante un tiempo indefinido. Respiro hondo.
Las lágrimas brotan rápidamente.
El sol se pone y el cielo se tiñe de naranja y morado. Le planto un beso en la sien a

Sandy. Luego, le susurro lo mucho que la quiero. Ella es el mundo para mí.
Probablemente ya me habría clavado una daga si no fuera por ella.
Por Sandy, estoy dispuesta a ir hacia cualquier extremo.
Eso es lo que estoy haciendo ahora, ¿no? Vuelvo a Keillon, donde me espera mi
destino.
"Por favor, cuídate, Vanessa", dice el Doctor. Está apoyado en la encimera de la cocina
con una taza de líquido caliente en las manos. "Quiero volver a verte algún día, y estoy
seguro de que Sandy también".
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"Voy a volver", prometo. "Sólo que no sé cuándo".
"Se está recuperando bien gracias a la poción".
"¿Sí?" La miro fijamente con una pequeña sonrisa en la cara. Las lágrimas caen sin
parar, pero intento detenerlas con el dorso de las manos. "Es una luchadora. Estoy
orgullosa de ella".
"Espero que no esté tomando la decisión equivocada".
El Doctor no encuentra mi mirada confusa. En silencio, se lleva la taza a los labios y

bebe un largo sorbo.
"Lo hago por ella".
"No sé si Sandy querrá que te destruyas por ella".
Sacudo la cabeza. Él no lo entiende. Nadie lo entiende. No saben que al final todo

beneficiará a Sandy. El dinero que Keillon me dé, lo enviaré aquí. Si necesita más
tratamiento, podremos permitírnoslo. Esto es bueno.
Soy fuerte. Puedo hacer esto por ella. Pero tengo que dejar de llorar. Hago una pausa
en la puerta principal para limpiarme la cara y frotarme debajo de los ojos hasta que la
piel queda en carne viva.
"¿Recuerdas lo que te dije?" El doctor vuelve a mirarme. "Cuídate ahí fuera".
"Lo haré. Tú deberías hacer lo mismo. Y por favor, asegúrate de que Sandy no sufra
más. Si necesita algo, mándame una carta". Le doy la nota de la dirección de un pequeño
buzón que Keillon había pegado al lado del frasco. "Haré todo lo que pueda para ayudar".
Asiente. "Si necesitas algo, dímelo a mí también. Quiero ayudarte".
Sonrío. A estas alturas, ya no necesito ayuda. Ahora estoy sola.
92
"Claro", respondo. Para calmar sus nervios. "Gracias por todo, doctor. Estoy deseando
volver a verle pronto".
Seré fuerte. Me muerdo el labio y no me vuelvo.
No lloraré más. Esos días hace tiempo que quedaron atrás.
Hago el camino gradual hasta el hotel de Keillon. Es inconfundible, incluso en la

distancia. Sólo lo mejor de lo mejor se aloja en un lugar como éste. Desde luego, él es
uno de ellos.
A cada paso que doy hacia su habitación, el miedo aumenta en mí. ¿Qué me va a hacer
pasar? Va a humillarme. Romperme. Me hará suya, pero luego me dejará de lado cuando
se aburra.
Él mismo lo dijo. Va a suceder.
Llamo a la puerta de su habitación de hotel. Me hace pasar a la habitación y me sienta

en una silla. Está muy bien vestido. Hay algunas velas encendidas sobre la mesa, así como
dos platos vacíos uno frente al otro.
"¿Qué es esto?" pregunto, estupefacta con lo que estoy viendo. "Creía que estabas..."
"¿Qué? ¿No puedo invitarte a una buena cena?". Keillon sonríe. Aprieto los muslos.
"Debes de tener hambre. ¿Has comido algo en todo el día?".
"No". Normalmente no puedo permitirme comidas para mí. Recurro a comer las
sobras. "Yo no".
"Bueno, entonces esto es perfecto". Me tiende la mano para que la coja. "Cenemos
juntos".
93
Capítulo 15
Keillon
Pensé que Vanessa iba a ser más receptiva a cenar conmigo. Incluso con sus curvas
naturales, me doy cuenta de que está demasiado delgada. Se le notan las costillas y tiene
las mejillas hundidas. No debería preocuparme tanto.
Sinceramente, no sé qué decirle. Sólo hemos tenido una conversación y no me

apetece volver a hablar de su hermana enferma.
Por un lado, se pondría a llorar y la primera vez fue desgarrador. No creo que sea capaz
de soportarlo otra vez.
Y no quiero que eso sea lo único de lo que hablemos. No sé nada de ella, y aunque
normalmente intento mantenerlo así con las mujeres con las que me acuesto, si me
quedo con Vanessa a largo plazo, me gustaría que nos habláramos de algún modo.
Pero Vanessa no ha dicho una palabra desde que llegó la comida. No estoy muy seguro
de lo que le gusta, así que pedí una serie de platos que tenían buena pinta y los llevé a
mi habitación. Incluso emplaté su comida yo mismo, y ella se ha quedado mirándola.
No sé qué esperaba. Supongo que pensé que engulliría la comida y que me sentiría
orgulloso de ver cómo sus curvas empezaban a rellenarse a medida que comía mejor,
aunque no es que debiera preocuparme por esas cosas.
"¿Está todo a tu gusto?" Pregunto, y ella se limita a asentir.
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Ni siquiera levanta los ojos hacia mí, y me irrito. ¿Por qué actúa así de repente? Le he
hecho un buen trato. Ya le he demostrado que no le haré daño, le pago bien y le doy de
comer. ¿Por qué se enfada?
Suelto el tenedor de golpe con un resoplido apenas contenido, pero ni siquiera eso
consigue llamar su atención. Estoy a punto de perder la cabeza.
"¿Por qué estás tan callada?" exclamo, y luego, respirando hondo, intento contener la
rabia. "No quiero una amante con la que no pueda hablar. Sería una pérdida de tiempo.
Es como follarse a una muñeca. Quiero una compañera de cama, no un juguete".
Vanessa levanta la cabeza despacio, con los ojos entrecerrados mientras me evalúa, y
me sorprende el destello de ira que hay en ellos. Casi me dan ganas de sonreír, porque
al menos consigo que reaccione.
"¿No es esto lo que quieres?", me gruñe, y me sorprendo. No esperaba que me

contestara así, y no debería excitarme tanto que lo haga. Es más peleona y menos
inocente de lo que pensaba. "¿Alguien obediente? ¿Una marioneta?"
Tiene la boca fruncida y parece tan infeliz que quiero arreglarlo. Puedo recordarle lo
beneficioso que puede ser para los dos.
Su desafío me provoca una excitación que me recuerda a la noche del club. Parecía
tan inocente con esos grandes ojos azules, pero su cuerpo me suplicaba que le metiera
los dedos en el coño. Hay tanto oculto bajo su fachada cuidadosamente elaborada, y
quiero atravesarla.
Me divertiré mucho educándola porque no sólo me encanta este comportamiento,

sino que me encanta corregirlo. Me encanta verla quebrarse y luego tratar de
compensarlo, como cuando le ordené que se quitara la ropa interior y no lo hizo. En lugar
de eso, se la arranqué y me besó tan desesperadamente que me olvidé por completo de
lo que se suponía que tenía que hacer esa noche.
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En un instante, estoy alrededor de la mesa, pellizcándole la barbilla mientras le inclino
la cabeza hacia atrás para que me mire. El miedo tiñe sus ojos, pero, aunque parece
intentar ocultárselo incluso a sí misma, veo ese atisbo de excitación. Le gusta que me
ponga así y estoy deseando complacerla.
Jadea cuando aprieto con más fuerza, pero no intenta zafarse. De hecho, creo que se
inclina hacia arriba cuando me inclino para besarla con fuerza, nuestros labios se
magullan mutuamente mientras mi lengua arremete contra ella. Sus labios se separan
con un suave gemido, y se arquea hacia atrás para darme mejor acceso cuando me
abalanzo sobre ella, dominándola solo con la lengua.
Puede que Vanessa me mire con desdén, pero su cuerpo la delata sin que se dé cuenta.
Prácticamente se desmaya en la silla, y tengo que luchar para mantenerla pegada a mí
mientras gime contra mí.
Me echo hacia atrás y veo cómo sus ojos se abren lentamente. Sus ojos siguen
encapuchados por el deseo, y no se me escapa cómo se aprietan sus rodillas al moverse.
Puede que mi dureza la asuste, pero parece excitarla aún más.
"Deberías aprender las palabras adecuadas para complacerme", siseo, acercándome

lo suficiente para provocarla. Sus ojos se clavan en mi boca mientras le digo: "La próxima
vez, puede que tu desobediencia no se traduzca en lo que tú quieres. Puede que te meta
otra cosa en la boca, como mi polla".
Sus cejas se levantan, pero no de miedo. Se lame los labios hinchados y pienso en
desabrocharme los pantalones en ese momento. Parece que lo está deseando y, joder,
tengo que contenerme para no penetrarla hasta el fondo de la garganta.
Puede que Vanessa no tenga experiencia, pero lo que le falta de conocimiento lo

compensa con vigor. Aunque tenga que guiarla un poco, sabe chupar mejor que nadie.
Su boca es perfecta.
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Le paso el pulgar por el labio inferior, presionando con fuerza mientras le abro la
mandíbula. Me palpitan las pelotas y chasqueo la lengua. "¿Es eso lo que quieres, mi
pequeña flor? ¿Quieres tragarte mi polla? ¿Quieres que te recuerde lo que se siente al
cumplir tu propósito?".
Abre más la mandíbula y se retuerce. Me doy cuenta de que quiere resistirse, pero no
se atreve, aunque se le llenan los ojos de lágrimas. Sonrío, enarcando las cejas mientras
espero a que me ruegue que la suelte.
Pero no lo hace. Las lágrimas no caen, ni siquiera cuando le meto el pulgar en la boca,
rozándole la garganta para recordarle lo que está por venir. Se queda sentada,
aguantando, y aunque mi polla se pone dolorosamente dura, frunzo el ceño. Quería que
cayeran esas lágrimas. Qué pena.
Le suelto la mandíbula y ella cierra la boca sin protestar. Está siendo tan obediente, y
aunque quiero un poco de ese fuego que baila en sus ojos, el mero hecho de tocar su
boca pecaminosa me ha nublado la mente. Me gustaría provocarla más, ver cómo
reacciona, pero mi cuerpo ya me lo está pidiendo a gritos.
No es una decisión consciente, sino que me inclino sobre ella y esta vez le doy un suave
beso en la nuca. Enredo suavemente los dedos en su pelo, sin tirar demasiado fuerte.
Sus labios se abren para mí, pero no los rozo.
La retengo mientras mi otra mano desciende por su cuerpo hasta tocar su hermoso
pecho. Mis dedos rodean su camiseta y noto que el pezón se endurece a través de la
tela. Lo pellizco, retorciéndolo dolorosamente hasta que gime en mi boca.
Cuando lo suelto, me inclino hacia atrás con una sonrisa y, aunque me mira como
diciendo que le he hecho daño, sus muslos se rozan. Puede que proteste por el dolor,
pero a los dos nos gusta.
97
"Tengo muchas cosas reservadas para ti", le digo en un susurro ronco, agarrándola del
pelo para echarle la cabeza hacia atrás. Traga saliva cuando me sumerjo, mi nariz recorre
su cuello hasta llegar a la concha de su oreja. " "Sólo espera."
Sé que le dije a Vanessa que sólo quería sacármela de encima, pero con la excitación
que me recorre, tengo la sensación de que no va a aburrirme tan fácilmente como
esperaba.
Viendo que la comida sigue intacta, decido que ya hemos terminado de cenar. No
tiene sentido que nos quedemos aquí sentados cuando está claro que a los dos nos
apetece algo más, así que le doy un tirón de la silla hacia atrás y ella jadea, arrancándome
una profunda carcajada.
Me encanta lo receptiva que es Vanessa. Me pone a cien y estoy impaciente por ver
cómo reacciona bajo el minucioso escrutinio que puedo hacerle, sin distracciones.
Hay tantas cosas que quiero hacerle, y mi mente se debate por dónde empezar
mientras la levanto de la silla. Encierra las piernas a mi alrededor mientras la levanto, sus
brazos suben para agarrarme el pelo de la nuca, y puedo sentir lo caliente que está su
centro apretado contra mí.
No, puede que Vanessa actúe como si no le gustara lo que le estoy haciendo, pero sus
piernas tiemblan cuando nos acercamos a la cama y la forma en que se muerde el labio
inferior la delata.
La tumbo en el colchón, me inclino sobre ella y paso la nariz por encima de su piel. No
la toco mientras aspiro su excitación, sabiendo que, a pesar de su comportamiento, esta
noche se va a romper ante mí.
Le sonrío y levanto la vista para mirarla a los ojos. Son cautelosos, nerviosos, pero la
piel que se le pone de gallina y los dedos crispados que me agarran las sábanas me dicen
que lo único que le preocupa es que vuelva a burlarse de mí.
98
Esto va a ser divertido.
99
Capítulo 16
Vanessa
No puedo entender lo que Keillon me está haciendo. Debería odiarle. Debería odiar la
forma en que me agarra, la forma en que me amenazó en la mesa.
En lugar de eso, me ha empapado.
Tiemblo debajo de él mientras roza mi cuerpo con su nariz, y quiero que sea su boca.
Me muero por que me toque, desde aquella noche en el club, aunque me esfuerce por
olvidarlo.
Cuando se mete entre mis piernas, suelto un suave gemido, pero no me toca. Vuelve
a subir, se cierne sobre mis pechos y quiero que me los agarre, que me los pellizque,
algo. Esta espera es una auténtica tortura.
Sus llamativos ojos grises se clavan en mí y me dedica esa sonrisa suya tan
característica. "No voy a tocarte", me dice, y todo mi cuerpo se contrae. Casi podría llorar
de anticipación, y las palabras ya están en mis labios cuando continúa. "No voy a hacer
nada a menos que me lo supliques".
Sus manos suben y bajan por mis costados como lo hicieron en el club, agarrándome
el culo, los muslos, pero nunca donde yo quiero. Lo hace a propósito.
100
"Tienes que suplicármelo, Vanessa", susurra, acercando sus labios a mi piel. El espacio
entre su boca y mi estómago es eléctrico. "Tienes que pedirme que te devore. Suplícame
que te marque".
Grito cuando me pellizca el muslo, y estoy segura de que me estoy derramando a

través de los pantalones por la excitación acumulada. Tiemblo por la fuerza y, aunque
deberían aterrorizarme sus bruscas acciones y la forma en que domina mi cuerpo -y me
aterrorizan-, tiemblo de excitación.
Me duele el cuerpo, un dolor imposible que me hace querer meter la mano entre las
piernas. Nunca he estado tan mojada en toda mi vida, y cuando Keillon besa un suave
rastro a lo largo de mi vientre, juro que me voy a prender fuego.
Estoy chorreando por las piernas, mis caderas se mueven por su propia voluntad
mientras él me masajea la parte posterior de los muslos. Está claro que sabe acercarse
lo suficiente a donde lo necesito sin tocarme. Está intentando volverme loca, lo juro. Me
va a destrozar la cabeza con este tipo de tratamiento.
Gimo cuando me acaricia el culo y me levanta las caderas, pero él vuelve a subir por
mi torso, apartando la cara de entre mis piernas. Suelto un gemido y él se ríe. Levanta
los ojos hacia los míos y sé que puede ver la desesperación en mi rostro.
Cuando sus dedos se enganchan en mi cintura, levanto las caderas y él suelta la tela,
dejándome desnuda y empapada en su cama. Me recorre el interior de los muslos,
estremeciéndome, y arqueo la espalda, con más ganas de llorar que nunca.
Mi cuerpo está tan tenso que me duele, y estoy a punto de intentar arrastrar su cara
entre mis piernas cuando por fin... por fin siento la yema áspera de sus dedos rozando
mis pliegues.
"¡Keillon!" grito, y una risita profunda me sale al encuentro.
"¿Sí?"
101
"Dios, por favor".
La presión aumenta a medida que se desliza entre mis pliegues, pasando un dedo
hasta mi clítoris. Mis muslos intentan apretarse, pero él me obliga a abrirme y me
observa estremecerme mientras dibuja círculos apretados alrededor del pequeño bulto.
"Ruega por ello", me recuerda.
Asiento con la cabeza echada hacia atrás mientras se me escapan gritos ásperos. Ya
tengo la garganta ronca y, sin embargo, no es suficiente. Necesito más, y es como si él
pudiera sentirlo cuando desliza un dedo hasta mi abertura.
"¡Sí!", grito. grito mientras lo introduce dentro de mí.
Mi cuerpo se aprieta contra él y me penetra varias veces antes de añadir otro dedo.
Su brazo me sujeta las caderas mientras empuja dentro de mí, la presión es excesiva,
pero no es que no lo quiera. Mi cuerpo se sacude salvajemente mientras él me penetra.
"¡Oh, joder!"
Aprieto las sábanas con las manos mientras trato de aguantar, sobre todo cuando su
pulgar me presiona el clítoris, y aprieto la mandíbula, jadeando. Nunca había sentido
algo así, y me doy cuenta de que estoy canturreando una y otra vez.
"¡Keillon, no pares! Oh, por favor, ¡no pares! ¡Por favor, por favor, por favor!"
Sigue empujando dentro de mí con sus dedos, y mi mente está confusa. Siento que
todo mi cuerpo está ardiendo y estoy tan fuera de mí que ni siquiera sé lo que digo. Todo
lo que sé es que un intenso calor se está desplegando en mi estómago, envolviendo
fuertemente mi columna vertebral, y estoy bastante segura de que estoy a punto de
unirme a los dioses. Lo que está haciendo va a ser mi fin.
"¡Keillon!" Grito, sintiendo que todo se viene abajo, y justo cuando mi espalda se
arquea y estoy a punto de quemarme aquí mismo, me suelta los dedos.
102
Me desplomo contra la cama, abro los ojos y se me llenan de lágrimas. El dolor que
siento dentro de mí es tan intenso, tan extremo, que tengo ganas de gritar y berrear
porque necesito que él lo calme.
Me levanto bruscamente para mirarle mientras se lame los dedos. Me sostiene la

mirada mientras se mete cada uno en la boca, limpiándome lenta y meticulosamente.
No sé qué está haciendo, pero la esperanza florece en mi pecho. ¿Quizá va a darme algo
más?
Se inclina sobre mí y me da un suave beso en los labios que me hace derretirme.

Quiero más y él lo sabe, sobre todo cuando me saboreo en sus labios.
Cuando se retira, le brillan los ojos y espero a que descienda sobre mí. Incluso le tiendo
la mano para ayudarle a quitarse la ropa, pero solo me hace un leve gesto con la cabeza
mientras retrocede.
Quiero suplicarle. Pero con esa sonrisa que sé que solo significa problemas, dudo que
ceda.
"A partir de ahora, tú tomarás la iniciativa de acercarte a mí".
Y eso es todo lo que dice. Se da la vuelta, sale del dormitorio y entra en la habitación
contigua de la suite, mientras yo lo sigo con la mirada, incrédula.
Hace una pausa justo cuando está a punto de marcharse y mis piernas se aprietan,
esperando que sólo sea parte de su broma. Pero no se da la vuelta. Ladea la cabeza y me
dice: "Ah, ¿y Vanessa? Asegúrate de levantarte pronto. Iremos a mi casa por la mañana".
Y me quedo mirando la puerta cerrada.
Quiero gritar. Siento todo el cuerpo demasiado tenso por la forma en que me
atormentó, sé que él sabe lo que hizo. Es imposible que sea tan maestro y no entienda
que me llevó al borde del abismo y luego me empujó hacia atrás.
103
Un suave gemido sale de mi garganta mientras me muevo en la cama, todo tan
sensible y doloroso... y no en el buen sentido.
Estoy segura de que Keillon iba a destrozarme, y yo lo deseaba, aunque no debiera.

Quiero decir, ¿qué me pasa? ¿Por qué sigo pensando en su boca y sus manos sobre mi
cuerpo, deseando que vuelva?
Gimo mientras vuelvo a tumbarme en la cama. Sabe muy bien que no voy a dormir
esta noche después de esto. Estoy bastante segura de que no podría terminar lo que él
empezó ni aunque lo intentara, y creo que esa es parte de la razón por la que me ha
dejado así.
Sabe que me quedaré aquí toda la noche pensando en él, en mi castigo por haberme
pasado de lista, y que nunca podré alcanzar lo que iba a darme. Cree que esto me pondrá
a raya, me enviará a buscarle.
Y lo que me asusta es que tiene razón.
Incluso ahora, mis miembros se crispan mientras considero ir tras él. Me pregunto si
salgo y me desnudo, si lo beso y me muelo contra él como la noche que nos conocimos,
¿me dará lo que necesito?
En el fondo, ya sé la respuesta. Dudo que Keillon responda bien a más desobediencia,

así que me revuelvo bajo las mantas, gritando contra una almohada.
¿Cómo he acabado aquí? Sé que estaba dispuesta a intentar cualquier cosa para salvar
a mi hermana, pero creía que me comprometía a vender mi cuerpo durante una noche,
al menos eso esperaba.
Pero ahora, en cuestión de días, he pasado de ser el ama de llaves de una casa vacía a
retorcerme en una cama que no es la mía, esperando las caricias de un elfo oscuro. Y lo
peor es que no me arrepiento de nada.
104
Ni siquiera es que me alegre de haber podido salvar a mi hermana, aunque eso forma
parte de ello. No, lo principal que no deja de golpearme es que me alegro de haberlo
hecho porque su contacto es algo que nunca habría podido imaginar. Puede que no
estuviera en mi mente cuando acepté este acuerdo, pero sé que estaba en mi
subconsciente.
Y ahora me asalta una pregunta que me susurro en voz alta.
"¿Va a destruirme?"
105
Capítulo 17
Keillon
En cuestión de una semana, ni siquiera me reconozco.
Pensé que sólo tardaría unos días en sacarme a Vanessa de encima. La traje a mi casa,
planeando doblarla y romperla hasta saciarme. Sin embargo, creo que soy el único que
se rompe.
Al principio, era sólo diversión. Mi mansión está en el extremo occidental de Liiandor,

y ofrece muchas más oportunidades que la diminuta habitación de hotel. Me he
esforzado al máximo para mostrarle a Vanessa cuántas superficies se podían aprovechar
en las numerosas habitaciones.
No sé cuándo cambió todo. He estado intrigado, incluso posesivo con ella, desde la
primera noche que le puse los ojos encima. No la olvidé cuando salí de aquel club como
normalmente olvidaría a otra mujer.
Pero después de los tres primeros días, me di cuenta de que mis interludios con ella
no eran puramente físicos.
Esos tres días, perseguí a Vanessa por toda la mansión, exhibiéndola sobre superficies
y poniéndole el borde para oír sus dulces gritos. La llevaba al límite hasta que esa boca
inteligente la metía en problemas, y entonces la castigaba.
106
Mi polla se sacude sólo de pensarlo. Empiezo a pensar que mi dulce flor disfruta
ahogándose con mi polla mientras le niego el orgasmo. Sus ojos brillan de excitación
cuando la obligo a arrodillarse ante mí, y está demasiado dispuesta a abrir la boca,
sacando la lengua, cuando le recuerdo que cuide sus palabras conmigo.
Sin embargo, no puedo precisar el momento en que cambió. Pasé de estar a su lado
para mi propia satisfacción, a llevarla a través de una experiencia lenta y dichosa, mi
corazón latiendo al ritmo de sus gemidos como si ella fuera lo que me mantenía con vida.
Juro que ella lo sabe. Sabe que cada una de sus miradas y caricias casi me deshacen
de una forma que jamás habría podido prever. He visto sus labios torcerse mientras se
me resistía deliberadamente, tratando de empujarme a la ira. No me cabe duda de que
lucha contra mí por la emoción, no porque no me quiera.
Y luego hay momentos en los que se muestra increíblemente obediente, como si no

pudiera saciarse de mí. Sus ojos brillan cuando me arranca gemidos y su cuerpo se curva
cuando jadeo por su nombre.
Pensaba que le había comprado tiempo para poder limpiar de mi cuerpo el tóxico
control que ejercía sobre mí, pero empiezo a darme cuenta de que sólo he contribuido
a que se extienda.
La forma en que hace que mi corazón se agite y mi estómago se retuerza con sólo una
mirada no es buena. Nunca había tenido tan poco control sobre mí mismo, y me afectó
mucho el cuarto día, cuando me di cuenta de que no podía tener ni una pizca de
moderación o control con ella. Claramente subestimé lo mucho que me afecta.
Así que he recurrido a evitarla, al menos hasta que pueda entender cómo manejar
estos sentimientos. Prácticamente me he escondido, olvidando incluso mi trabajo
mientras actúo como si fuera un intruso en mi propia casa.
107
No sé cuánto tiempo habría durado si mi querido primo no se hubiera presentado en
mi puerta. Quiero rechazarlo, deseando haber hecho señas al zagfer que me avisó de su
llegada en lugar de bajar las escaleras.
Pero ya no puedo permitirme ese lujo. Vanessa ha oído la puerta y ha bajado

corriendo, con la ropa demasiado ajustada para que la vean los demás. Sus conjuntos
han sido confeccionados para mí, para mi disfrute, y ahora que está echando un vistazo,
pienso en romperle el cuello.
Ella ni siquiera parece darse cuenta -o quizá esté acostumbrada a que la miren- de que
él sigue sus curvas, el profundo corte de su escote, el oleaje de sus caderas. Lucho contra
todo instinto de atacar a mi pariente.
Aprieto los dientes mientras espero a que vuelva a prestarme atención, pero no lo
hace. Aprieto los puños, mis brazos se tiñen de un suave naranja cuando mi magia se
arremolina en respuesta a mi ira, y casi gruño al ladrar: "Arcon". Su mirada abandona
por fin a Vanessa y la lujuria que desprende casi me hace perder los estribos. "¿Qué
haces aquí?"
No es exactamente una cálida bienvenida, pero no soy conocido por eso. Es lo más
agradable que puedo hacer en este momento.
Y es mucho más cálida que las siguientes palabras que salen de mi boca cuando él
evita mi pregunta.
"¡Primo! ¿Por qué escondes un trozo de carne tan bueno?". Se mueve ligeramente
hacia Vanessa, y el fuego baila en la punta de mis dedos. "Es justo que lo compartas.
Recibes el mejor trato, y nos lo ocultan al resto".
Creo que me voy a quemar. "Yo nunca comparto". Mis palabras destilan tanta
amenaza como la magia que ahora recorre la habitación, y Arcon parece darse cuenta
108
por fin, sobre todo cuando la expresión de Vanessa se vuelve cautelosa y coloca su
cuerpo de modo que ahora estoy entre ellos dos.
La mirada de mi primo pasa del asombro a la curiosidad y a la confusión cuando se da

cuenta de lo protector que estoy siendo con esta humana. Sé que no es normal. No es
propio de mí reclamar nada, pero que un elfo oscuro, sobre todo uno de mi estatus, sea
tan posesivo con una humana... Seguro que llama la atención.
Detrás de mí, mi magia acaricia a Vanessa, haciendo un balance subconsciente de ella.

Noto cómo tiembla, y casi me dan ganas de reír. Si no fuera por Arcon, me habría burlado
de ella, preguntándole dónde está ahora esa boca tan lista.
Me asombra cómo puede pasar de actuar como una fiera a una virgen inocente y de
nuevo a una mujer diabólica en cuestión de una noche. Me encanta, pero he descubierto
con la aparición de mi primo que las únicas sorpresas que quiero son qué tipo de mujer
estoy a punto de acostarme, no quién se presenta en mi puerta.
"Mis disculpas, primo. Qué descortés he sido al entrar y asumir lo que es tuyo". Inclina
la cabeza, pero sé que es todo para aparentar. Está celoso de lo que tengo, y no confío
en él.
"Entonces dime". Mi rabia está apenas velada en mi voz. "¿Qué haces aquí?"
Sus ojos se dirigen a Vanessa, pero no se detienen. "He venido a invitarte. Voy a asistir
a una exposición y pensé que te gustaría venir. Sé que, a veces, te gusta probar lo que
hay aunque no participes en la compra". Una vez más, mira hacia Vanessa. "Aunque,
parece que esta vez sí tienes una esclava de la que presumir".
La rabia, fresca y caliente, se derrama a través de mí, y apenas consigo contenerla

antes de evaporar a un elfo oscuro de estatus superior que seguramente se hará notar
si está ausente.
109
No quiero ir. Estoy seguro de que puede leerlo en mi postura. Las fiestas son
enfermizas, donde los elfos oscuros se presentan con sus esclavos para presumir de
quién tiene los mejores. Los humanos son reclamados para pasar la noche por quien sea,
y aunque he ido a algunas de esas fiestas para salvar las apariencias -y desahogarme-, no
quiero a Vanessa ni cerca.
Sin embargo, sé que no puedo tener eso. Está claro que ha venido porque se ha
enterado de que ahora tengo una mascota, y si rechazo la invitación, arriesgo mi
reputación. Seré la comidilla de la ciudad, y aunque no me importa lo que los demás
piensen de mí, tengo que mantener un perfil bajo mientras el Rey y yo seguimos
determinando si hay más espías por ahí. Llamar la atención sobre mí mismo no ayudará
con eso.
"Envíame los detalles y nos vemos allí".
Arcon enarca las cejas cuando vuelve a mirar a Vanessa, y luego sus ojos se desvían
hacia el fuego que sigue entrelazándose entre mis dedos. Pero no dice nada. Ambos
sabemos que tengo todo el derecho del mundo a exhibir mis bienes sin permitir que
otros la toquen. No es habitual.
Se le escapa una sonrisa socarrona y está claro que cree que va a tener la oportunidad
de probarla en la fiesta. Casi gruño, queriendo acabar con esas ideas, pero entonces
Arcon se da la vuelta y suelta: "Enviaré a un criado con una invitación formal".
Y luego silba una alegre melodía mientras abre la puerta con la mano, sin esperar a
que me despida. Lo sigo con la mirada mientras sale a la calle hasta que la puerta se
cierra por sí sola.
"¿Keillon?" susurra Vanessa detrás de mí, y dejo que se me caigan los hombros; la
magia empieza a desvanecerse ahora que no estoy tan nervioso.
110
Me giro hacia ella y sus ojos me paralizan igual que la primera noche que la vi, igual
que la flor de numiscu que me incapacitó cuando era un soldado raso del ejército de
Liiandor. Oh, mi dulce flor, ¿qué vamos a hacer?
Pero no lo suelto. Mantengo la mandíbula apretada y la mirada dura, incluso cuando

ella se acerca un paso y me pregunta: "¿Adónde vais?".
"Vamos a una fiesta. Una fiesta de esclavos, por así decirlo, donde todos exhiben sus
mascotas". Resoplo y me paso una mano por la cara. Espero que vea lo molesto que
estoy por la situación, pero sus ojos se abren de par en par y sus fosas nasales se
encienden.
"¡No voy a ir allí!", suelta, y su fuego vuelve de inmediato.
Me da un vuelco el pecho y le agarro la mandíbula con una mano, apretando hasta

que sus labios se separan con un grito de dolor. "No estás en posición de tomar ese tipo
de decisiones". Mi sonrisa es maliciosa, y casi me siento mal por ello. "Es hora de que te
des cuenta de lo bueno que soy contigo, Vanessa".
111
Capítulo 18
Vanessa
El agarre de Keillon me magulla la mandíbula y, a diferencia de su tacto normalmente

agresivo, me asusta. Normalmente, la forma en que me trata, como si me necesitara tan
desesperadamente que no le importara si me rompo, me excita, pero esto, esto no
parece una burla o una exigencia mientras planea destrozar mi cuerpo.
No, el duro destello de sus ojos y la forma en que sus dedos se clavan en mi piel me
dicen que ahora está hablando muy en serio, y que haría bien en mantener la boca
cerrada. Hundo los dientes en el labio inferior y odio cómo tiemblo al asentir.
Suelta la mano y yo respiro hondo cuando pasa a mi lado y se dirige a su despacho.

Apenas ha salido de allí y he estado pensando si debería entrar y rogarle que me tome.
Pero una parte de mí ya siente que eso no le gustará. Se enfadará, y no de la forma

que me hará ganar un delicioso castigo y placer sexual. Esto sólo lo alejará más de mi
alcance.
Así que me doy la vuelta, subo las escaleras a toda prisa mientras me tiembla todo el
cuerpo y llego a mi habitación antes de desmoronarme.
No sé por qué todo ha salido tan mal. Echo mucho de menos a Keillon, la sensación de
sus manos en mi cuerpo y la forma en que me abraza mientras me hace cantar su
112
nombre. Hay algo en la forma en que sus ojos me miraban; sus labios se entreabrían
cuando me corría, como si me respirara, como si yo le diera vida disfrutando de él.
Ahora todo eso ha desaparecido, y aunque no puedo negar que mi cuerpo pide a gritos
lo que él puede hacer, mi corazón también lo echa de menos. Echo de menos la
conversación fácil, la compañía. Me gustaba estar con él. Me encanta su ferocidad, sus
pensamientos mesurados, la forma en que la pasión puede apoderarse de él y llevarlo a
nuevos lugares.
Puede que él no se dé cuenta, pero dejé de verlo como un amo elfo oscuro en ese
hotel. Quizá sea una tontería, pero me gusta cómo es conmigo. Sé que nunca me hará
daño de verdad, y el dolor punzante que siempre borra con cuidado después me ha dado
más alegría de la que jamás podría imaginar.
Sé que ha intentado mantener la distancia entre nosotros, y eso me ha roto el corazón.

No sé qué hice que le molestó tanto, pero tengo que suponer que no se aburrió de mí
sin más. Si lo hubiera hecho, me habría mandado a casa.
Aunque la idea de que lo hiciera me aterra, y no sólo porque ya no tendría la barriga

llena y necesitaría encontrar un trabajo. No quiero estar lejos de él. Incluso en su
ausencia, siento que me he ido acercando a él a medida que inspeccionaba su casa,
leyendo los libros muy gastados y examinando todo lo que había expuesto. De alguna
manera me reconforta y me duele al mismo tiempo.
Respiro hondo y me pongo nerviosa. Keillon no dejará que nadie me haga daño. Tengo
que creerlo. Tengo que confiar en él. Debería centrarme en disfrutar de la noche con él
porque por fin volveré a estar a su lado.
Es fácil mantener estas convicciones sola en mi habitación durante toda la tarde, pero
a medida que se acerca la noche y los sirvientes de Keillon aparecen en mi habitación, el
pavor se me hunde en el estómago. No comprendo lo que está ocurriendo mientras me
113
friegan y me ponen un traje fino y de tirantes que recuerda demasiado al que llevaba en
el escenario del club.
Es de cuero grueso que pica y no cede, pero los tirantes que me rodean el estómago
y apenas me cubren los pechos no son tan malos como el collar que me ponen en el
cuello.
Podría vomitar cuando me doy la vuelta para mirarme.
¿Cómo ha podido Keillon hacer esto? Pensaba que, si nada lo impedía, yo era suya.
Detuvo mi baile antes de que estuviera desnuda en el club. Su magia se arremolinaba en
el aire cuando su primo me miraba. Pero ahora que vamos a una fiesta donde todo el
mundo va a estar mirando a los humanos, ¿me quiere en esto?
Nunca entenderé a este elfo oscuro ni sus motivos.
Pero tengo que confiar en él si quiero pasar esta noche, aunque ya tenga un mal
presentimiento inundando mis venas.
Los sirvientes me dicen que estoy lista para irme, y me giro sobre piernas temblorosas
para alcanzar la puerta. Tengo que confiar en él. Tengo que confiar en él. Tengo que
confiar en él.
Me lo repito una y otra vez mientras bajo las escaleras. Keillon me ha pagado bien, me
ha tratado mejor de lo que esperaba y, en definitiva, he disfrutado de mi tiempo con él.
Tengo la esperanza de que haya algo detrás de esto que no estoy viendo, y no sea sólo
su lado sádico saliendo ahora que me he aburrido.
Cuando llego a la planta principal, lo veo de pie junto a la puerta, que está abierta de
par en par. Tiene la mandíbula apretada y los hombros rígidos. Parece tenso, y eso sólo
me pone más nerviosa.
114
Se gira cuando me detengo a su lado y sus ojos me recorren, pero no hay ningún
destello de lujuria o excitación como normalmente. No sé quién es, pero este no es el
Keillon que conozco.
"¿Qué vas a hacerme?"
Dejo que la pregunta salga de mis labios en un susurro tranquilo, y cuando sus ojos
brillan con ira, temo haberme excedido. Empiezo a temblar más violentamente, y no
tiene nada que ver con el frío de la crujiente noche.
No entiendo a este elfo oscuro que tengo delante, mirándome como si fuera un
inconveniente y no alguien a quien ha pagado para estar aquí. Se enfadó cuando no quise
compartir una conversación con él, y ahora sigue mis movimientos como si fuera a
romperme.
Y entonces me doy cuenta. Soy una idiota.
Porque me está mirando como un elfo oscuro.
Me permití creer que Keillon era tan diferente que parecía olvidar que así es como me
han tratado toda mi vida. Estoy acostumbrada a las amenazas apenas veladas, al trato
duro, al mal uso de mi cuerpo y mis habilidades. ¿Por qué me choca tanto que Keillon
sólo actúe como cualquier otro elfo oscuro, como si pudiera ser otra cosa?
Porque yo esperaba que fuera otra cosa, algo más, algo mejor.
"Voy a mostrarte la realidad de la vida". Sus labios se mantuvieron en una fina línea.
"Voy a enseñarte lo que debería pasarle a alguien tan desafiante como tú".
Levanta la mano como si estuviera pensando en tocarme, y siento un cosquilleo en la

piel. ¿Por qué lo deseo tanto?
No importa, porque la suelta y aparta la mirada mientras un carruaje se detiene al pie

de la escalinata que lleva a la casa.
115
"Como he dicho, me he portado bien contigo", murmura bruscamente, y se da la
vuelta para marcharse. "Quizá ha llegado el momento de domarte". Sus ojos se desvían
hacia mí y sus labios se curvan. "Yo también voy a divertirme haciéndolo". Sé que quiere
parecer cruel, pero las palabras no llegan a sus ojos.
El corazón me martillea en el pecho. Lucho por no llorar mientras le sigo, y me

aterroriza lo que me deparará esta fiesta. Keillon no me tranquiliza y quiero gritarle.
¿Quién es éste?
Me siento en silencio mientras viajamos por las calles de Liiandor, reflexionando sobre
el repentino cambio que ha experimentado Keillon en los últimos días. Sabía que los elfos
oscuros podían tener cambios de humor volátiles, pero creía que, después de todo, tenía
bien claro quién es Keillon. No pensé que podría tener un cambio de personalidad
completo. Pero lo ha hecho.
Y sé que eso no es muy prometedor para mí mientras nos detenemos frente al palacio.
Me siento mal del estómago mientras lo asimilo todo.
Los elfos bajan de los carruajes a nuestro alrededor, vestidos con finas sedas
cuidadosamente ajustadas al cuerpo. Detrás de cada elfo hay varios humanos. La
mayoría parecen sucios, cubiertos de moratones y cortes. Algunos sangran activamente
mientras sus amos los arrastran, atados por los tobillos y las muñecas con cadenas.
Lo peor es que los demás se burlan de ellos. Los elfos se ríen mientras hacen tropezar
a los humanos, observando cómo se desparraman por la hierba, con cortes recientes de
los que mana sangre a borbotones, ya que ni uno solo de los humanos lleva nada
remotamente protector, yo incluida.
Ahora me golpea con fuerza. Sabía que Keillon me trataba mejor de lo que pensaba.
Me daba felicidad y comida y no abusaba de mí. Pero no lo había considerado tan
amable. No hasta ahora.
116
Hasta este momento, ha sido una transacción, y cada uno cumplíamos un papel. Ahora
entiendo cuánto me ha dado y cuánto he dado por sentado. Tal vez me había puesto
demasiado cómoda con él, me la chupaba demasiado, y él ha decidido castigarme de la
peor manera esta vez.
Tal vez disfruto chupándosela, pero no quiero otro elfo oscuro cerca de mí. Y se me
viene encima que pretende demostrarme lo mucho que me da forzándome a las mismas
situaciones que he evitado toda mi vida.
"Prepárate para lo que hay que hacer", me dice con otra sonrisa que no se le ve bien
en la cara mientras abre la puerta de un tirón.
Y me saca a la noche de los horrores que me esperan.
117
Capítulo 19
Keillon
Borro la preocupación de mi mente mientras sujeto las cadenas alrededor de las

extremidades de Vanessa. Podría enviar magia a través del metal para calentarlo, pero
sé que brillarían. Los demás lo verían, y aún no sé cómo explicaría al Rey que su feroz
general se ha ablandado.
Pasé la tarde en mi estudio bebiendo. Debería haber estado revisando unos

documentos nuevos que me había dejado esta mañana uno de los tenientes, pero no
podía concentrarme en otra cosa que no fuera esta maldita fiesta.
En lugar de eso, me había bebido una buena cantidad de botellas mientras pensaba a
qué me enfrentaría, dejando que los demás vieran a Vanessa vestida con su lencería de
cuero. Sabía que tendría que estar alerta para alejar a cualquiera que pensara que ella
estaba en juego.
Con el paso de las horas, intenté dejar de preocuparme, dejar de preocuparme en

absoluto por la mujer humana que tenía encima. Pero no pude. No podía dejar de pensar
en que no quería a nadie más cerca de ella. Por desgracia, soy incapaz de cambiar el
sistema de castas, y con mi posición, sería un insulto para el propio Rey que yo no
estuviera aquí.
118
No sólo necesito mantener un perfil bajo ante los rumores, sino que además no puedo
dejar que los demás piensen que ella es especial. Sólo atraerá más atención hacia ella, y
no puedo permitirlo.
Entre mi trabajo, mi conexión con el Rey, las expectativas sobre mí, los cotilleos de
Liiandor y la intriga resultante en torno a Vanessa, todas las razones se iban acumulando.
No había forma de salir de esta fiesta, y con cada botella de licor que me bebía, me
encontraba más y más perdido en mi situación.
Al caer la noche, conseguí controlar mis emociones. Con eso quiero decir que conseguí
acallarlas. Necesitaba el aire de un general arrogante, y podía presentarlo.
Podía usar esta noche para darle un ejemplo a Vanessa, pero no porque quisiera
quebrar su espíritu. Tenía que saber que nunca haría nada que la perjudicara. Sólo quería
arrojarla a mis brazos una vez que se diera cuenta de la clase de protección y cuidados
que podía proporcionarle... tal vez de forma permanente.
Alejé los pensamientos de la borrachera, aunque ya no sentía los efectos del licor. Sigo
culpando a la bebida de las incesantes ideas de que ella es algo más que una chica que
compré para unos buenos revolcones.
Antes de que nadie se dé cuenta de mi indecisión, tiro de la cadena de Vanesa y la

arrastro hasta el palacio. Las cabezas se giran a medida que me acerco y, aunque estoy
acostumbrado, odio la forma en que sus miradas se posan en Vanessa. La rabia hierve
en mí, pero la contengo mejor que delante de Arcon. No puedo permitir que nadie me
vea tratándola de forma diferente.
Mantengo la cabeza alta mientras nos acercamos a la sala de banquetes. Tengo que
luchar contra el impulso de darme la vuelta y comprobar cómo está, tranquilizarla.
Mantengo una postura rígida, con los músculos tensos mientras lucho contra ellos, y me
obligo a sentarme en el asiento libre de la mesa principal, que sé que es el mío.
119
Tirando de las cadenas, hago que Vanessa se tumbe en el suelo junto a mi asiento y
me hundo en la silla. Tiene lágrimas en los ojos y quiero secárselas para asegurarle que
esto es sólo un espectáculo. Aunque tengo un lado muy violento que a menudo aflora
en la cama, nunca le haré daño de verdad. Puede que tenga moratones, pero los mirará
con cariño.
Me doy cuenta demasiado tarde de que los demás me observan mientras la miro
fijamente. No estoy seguro de la ternura de mi expresión, así que tengo que mitigarla.
Dejo que los bordes de mis labios se curven mientras me inclino más hacia ella y digo en
voz lo bastante alta para que todos me oigan: "¿Vas a llorar, cariño?".
Me mira lentamente, pero no me fulmina con la mirada. Mi polla empieza a

endurecerse al pensar en todos los comentarios que normalmente me lanzaría, en lo
devastadora que parecería mientras me mira con lágrimas corriendo por su cara.
Cómo me gustaría castigarla por eso. Y sé que ella lo disfrutaría.
Pero ella conoce su lugar aquí. No hace nada que requiera una reprimenda, y me
alegro. Sé que aquí en palacio, mis castigos no serían suficientes. Otros me exigirían más,
hacerla sangrar y gritar por sus transgresiones, y no estoy seguro de poder cumplirlo.
Se me tensan las pelotas cuando ella baja los ojos obedientemente y sacude la cabeza.
Joder, qué guapa está siendo tan sumisa. Casi quiero presionarla para ver hasta qué
punto está dispuesta a ceder ante mí. Quiero ver su boquita desafiante frunciendo el
ceño mientras obedece mis órdenes, incapaz de arremeter. Quiero saber qué aspecto
tiene cuando cede por completo ante mí.
Sé que después de todo esto, no voy a poder contenerme cuando lleguemos a casa.
Ya reboso la necesidad de reclamarla, de tomarla, de hacerla mía, pero no lo haré aquí.
No, esperaré a que estemos en casa para follármela como me muero de ganas, para
recompensarla por ser una mascota tan perfecta. Apenas puedo soportar la espera.
120
Pero hasta entonces, tendré que seguir luchando contra estos elfos que nos rodean
como worgs. Actúan como si fuera una presa fresca, sangrando, y están hambrientos. Se
siente casi animal mientras tengo que reclamar mi presa una y otra vez.
"¡Primo!"
Contengo un gemido. Ya no tengo suficiente paciencia para esto. No me sorprende en

absoluto girarme y ver a Arcon y a su grupo a mi alrededor, con los ojos clavados en el
culo regordete de Vanessa, sentada de rodillas. No hay duda de que es la más guapa y
una de las pocas que no está cubierta de mugre.
"Arcon."
"¡Has venido!"
Quiero poner los ojos en blanco. "Sí, pero seguro que tienes cosas mejores que hacer,
primo, que quedarte aquí y decir lo que es obvio".
El desprecio en mi tono es lo suficientemente obvio como para que el grupo se gire,

asintiendo mientras se retiran. No dudo de que volverán, y mientras otro elfo oscuro
emprende nuestro camino, me inclino para susurrarle a Vanessa para que piense que
estoy ocupado.
"Compórtate", le advierto, aunque no hace falta. La desesperación baila en sus ojos

mientras observa a la chica humana que tiene enfrente.
El elfo oscuro, que no es su amo, la ha empujado con el pecho sobre la mesa y le ha

manchado la cara de comida mientras la penetraba. Otros a su alrededor tienen
humanos en sus regazos, arrodillados entre sus rodillas o inclinados ante ellos. Los
humanos se pasan como una botella de vino, se prueban y se pasan al siguiente elfo.
Sus ojos se abren de par en par mientras lo asimila todo, y se me pone dura. Me
encanta ver cómo trabaja su garganta y, aunque no tengo intención de dejar que nadie
121
la toque, no me importa que vea esto. Ya es hora de que aprecie un poco más lo que
hago por ella, y quizá eso despierte un poco más de entusiasmo en sus acciones.
Sé que lo hará por mí. Verla casi desnuda de rodillas ante mí mientras otros envidian
lo que tengo me ha dado una furiosa erección que no puedo reprimir.
"Keillon". Mi sonrisa cae cuando Arcon reaparece detrás de mí, solo esta vez.
"Seguramente es hora de desencadenar a tu mascota". Inclino la cabeza hacia atrás para
mirarle con una mirada amenazadora, pero eso no le disuade. En lugar de eso, levanta
la voz para que todos puedan oírle. "Tienes aquí a la mejor esclava. Déjame probarla. Te
será muy útil".
La mayoría de los elfos oscuros no necesitan ser convencidos. Es raro que alguien se
preocupe lo suficiente por su propiedad como para no prestarla, al menos por esta
noche.
Pero yo no soy la mayoría de los elfos oscuros.
Le hago un gesto brusco con la cabeza. "Yo no comparto".
"Estás en una fiesta de exhibición", se burla Arcon.
Levanto una ceja, sin encontrarme con su mirada por miedo a que lo ataque. "He
venido a exhibirla, no a dejar que uno de vosotros, idiotas, la rompa. Se ha amoldado a
mí, es flexible como yo quiero. No necesito que arruinéis lo que he creado con tanto
cuidado".
Todo es mentira, por supuesto, pero ellos no lo saben. Vanessa no se mueve, no se

atreve a delatar mis mentiras. Estoy orgulloso de ella por haberse portado tan bien, y
puede que le muestre lo que mi gratitud podría darle de camino a casa.
Pero esa fantasía se detiene cuando una voz chirriante corta el aire, habiendo
escuchado la conversación mía y de Arcon. "¿Se ha ablandado el legendario Keillon?".
122
Lanza una carcajada exasperante. "¿Te ha agarrado de las pelotas esta pequeña
humana? ¿Te está cabalgando tan fuerte que crees que deberías mantenerla a salvo de
todos nosotros?".
La estruendosa carcajada me descoloca. Si quieren ver si me he ablandado o no, si mi

humana es la que necesita ser protegida, se lo demostraré.
Antes de que nadie pueda moverse, estoy al otro lado de la mesa. Líneas naranjas se
entretejen entre los elfos, enganchándose alrededor de su piel y quemando donde toca
mientras agarro la cabeza del elfo oscuro -uno que ni siquiera sé que está tan por debajo
de mí- y lo golpeo contra mi rodilla.
Con el agudo crujido de su nariz, la orgía se detiene, los humanos son apartados en
favor de la violencia. Si hay algo que los elfos oscuros adoran más que follar, es hacer
sangrar a los demás.
Estoy decidido a ser el más perjudicial aquí esta noche.
123
Capítulo 20
Vanessa
Keillon arremete. Ataca al elfo oscuro que tiene delante, clavándole las uñas en el
cuello y estrellándolo contra el suelo. Le golpea con el puño en la cara tres veces hasta
que el otro elfo oscuro finalmente le da una patada.
Pronto, utilizan la magia y lanzan rayos de energía hacia las cabezas del otro. Keillon
se defiende de su primo y sus amigos con facilidad, incapacitándolos con los puños y
rematándolos con sus dardos dorados de magia.
Le observo, con una mueca de dolor cada vez que se acerca. Los otros elfos oscuros
hacen todo lo posible por aturdirlo, pero no lo consiguen. Keillon es un maestro con su
magia y su técnica de lucha. No les permite ganar ventaja, aunque esté luchando solo.
Mis piernas se aprietan instintivamente. Siento la humedad que se filtra a través de

mis bragas y sobre mi piel mientras le veo luchar. No debería sentirme así. Está mal,
incluso es una barbaridad, excitarse mientras destripa a esos elfos oscuros, pero no
puedo evitarlo con Keillon.
Me lleva al límite y me encanta cada segundo.
Keillon roba un arma de las manos de uno de sus enemigos. Es una larga daga que
brilla en la luz. De un fuerte golpe, rebana la garganta de un elfo oscuro que le tiende
una emboscada desde su lado derecho. La sangre le salpica a él y al suelo, mientras el
elfo oscuro jadea y balbucea en sus últimos momentos antes de caer muerto.
124
A nuestro alrededor, los elfos oscuros y sus esclavos humanos observan atónitos cómo
continúa la lucha. Nadie intenta intervenir. Siguen mirando, mientras otros siguen
follando. Algunos de ellos hacen ambas cosas a la vez mientras Keillon acuchilla a los
elfos oscuros que le causan problemas.
¿También les excita esto? Si es así, me alegro de no ser la única.
Estos últimos días, he luchado contra la atracción que siento por él. Es eléctrica. La
siento correr por mis venas cada vez que estoy cerca de él.
Me produce escalofríos. Me hace desearlo aún más. Quiero sus manos por todo mi
cuerpo. Que sea lo único en lo que piense.
Parpadeo. Y vuelvo al momento. Keillon lucha por someter a su primo. Ambos están
empapados de sangre. Keillon le da un rodillazo en el abdomen y otro en la cara,
tirándolo al suelo.
Los otros elfos oscuros están animando, incluso levantando copas en honor a la pelea.
Están demasiado cerca de mí. Algunas salpicaduras de sangre han llegado a mi piel, así
que me escabullo entre la multitud en un intento de escapar de la matanza.
En mi camino, mi pie casi choca con la cabeza decapitada de un elfo oscuro. Tiene los
ojos muy abiertos y un hilo de sangre le chorrea por la frente. Evito vomitar y me alejo a
toda prisa, pero la imagen persiste en mí incluso cuando cierro los ojos.
Esto es normal en estos elfos oscuros. Sexo y violencia. Es lo único que realmente les
importa.
"¿Crees que al final los matará a todos?" Un elfo oscuro señala a Keillon. Arroja una
moneda lavanda al suelo delante de su esclavo humano, que mira sin comprender la
pelea que se está produciendo. "Apuesto una ipia a que sí".
125
"¿Sólo una ipia? Apuesto cinco". Otro elfo oscuro ofrece otras cinco monedas iguales,
que repiquetean contra el suelo. "Es uno de los mejores luchadores que hay. Fueron
tontos al intentar ponerlo a prueba. Míralos ahora. Están muertos".
"¿Qué crees que dirá el Príncipe sobre esto? ¿Y el Rey?"
"¿A quién le importan? ¡Esos bastardos engreídos de la realeza ni siquiera saben

pelear!"
Me abro paso entre la multitud. Detrás de mí, oigo un fuerte grito. Mirando por
encima de mi hombro, veo a Keillon acuchillando el pecho de un elfo oscuro. Parece
como si estuviera cortando un trozo de carne para la cena. Tiene mucha sangre en las
manos, la cara y el pecho. La multitud enloquece.
No sé si seguiré sintiéndome segura. Los cuerpos se amontonan. Algunos elfos oscuros

que ni siquiera estaban involucrados en primer lugar se han unido para intentar luchar
contra Keillon. Están tratando de probarse a sí mismos, pero no está funcionando. Keillon
es poderoso. Su magia dorada los aturde antes de que se den cuenta de lo que está
pasando, y luego los remata con un golpe mortal en el cuello, la cabeza o el pecho.
Es despiadado.
Mientras escudriño a mi alrededor, encuentro a una esclava humana acobardada a los

pies de otros dos elfos oscuros que están cautivados por la lucha. Están al borde de sus
asientos, rugiendo y golpeando sus puños en el aire con cada muerte que Keillon
consigue.
Ella se arrastra, cubriéndose la cabeza y haciendo muecas. Intenta escapar, pero no

sabe cómo.
Es peligroso, pero me abro paso a hombros entre la multitud de despiadados elfos

oscuros y sus indiferentes esclavos para llegar hasta la chica. Parece más joven que yo.
126
"¿Qué ocurre?" Grito por encima de la multitud. "¿Estás herida? ¿Necesitas ayuda?"
"Necesito salir de..." La multitud ahoga sus palabras. Me inclino más para oírla. "No
puedo respirar. Me siento mareada. Necesito irme".
"¿Con quién estás?"
"Él... murió". Su mandíbula se aprieta. "Tu elfo oscuro lo mató".
Keillon sigue clavando su daga en el vientre de los elfos oscuros que se le cruzan.
"¡Venid conmigo! Puedo ayudarte!"
"¿Cómo?" Ella grita mientras hay más sangre salpicando en todas direcciones. Levanta
el brazo sobre la cara para protegerse. "¡Déjame en paz!"
"¡No! ¡Ven conmigo! Tenemos que sacarte de aquí". La cojo del brazo y la ayudo a
ponerse en pie. Le cuesta mantenerse en pie, así que tengo que arrastrarla hasta un lado
de la habitación. "¡Ayúdame un poco!"
"Ya no quiero vivir", susurra, dejando que su cabeza ruede hacia un lado. "Lánzame a
tu elfo oscuro y deja que me mate. Ya no tengo fuerzas para luchar".
"No digas esas cosas". Usando todas mis fuerzas, la dirijo a un rincón oscuro donde
estamos aislados, lejos de la carnicería. "Aquí. Te pondrás bien".
La chica suspira y cae de rodillas. Solloza y se cubre la cara con las manos. ¿Cuándo
van a dejar de luchar? Keillon no se detiene. Esto va a terminar mal.
"¿Cómo te sientes ahora?" Me bajo a su lado, poniendo una mano en su hombro. Su

cuerpo se agita violentamente con sus sollozos. "Siento lo que te pasó...".
"¡No hables más de eso!".
127
Me estremezco y aparto la mano de ella. "Lo siento. Sé que es un momento difícil para
ti".
"¿Por qué me ayudas? ¿Por qué no vas a estar con tu elfo? ¿Por qué no evitas que
mate a todos en esta habitación?"
Buenas preguntas. No tengo la fuerza para detener a Keillon en este momento. Está
perdido en la violencia y sólo hay sed de sangre en sus ojos.
"Sólo quiero asegurarme de que estás bien."
"No lo estoy." Ella se encoge de hombros lejos de mi toque. "Así que déjame en paz".
"¿Qué te hizo desplomarte cerca de la pelea de allí? ¿Te has hecho daño? ¿Te golpeó
algo durante la pelea? Estaban lanzando hechizos mágicos, así que es posible que te
golpeara alguno".
"Creo que sí", responde. "En un momento estaba entre la multitud. Al siguiente,
estaba aturdida y en el suelo, haciendo todo lo posible por arrastrarme. No sé cómo
ocurrió. Fue demasiado rápido".
"Bueno, me alegro de haberte visto y haberte sacado de allí. Hoy ha muerto

demasiada gente, tanto humanos como elfos oscuros". Ni siquiera quiero mirar en la
dirección de Keillon. Veré las pilas de cuerpos. Las cabezas decapitadas. Los miembros
ensangrentados. "No te hubiera querido en la confusión."
"Debería haber sido yo."
"No estoy de acuerdo. Creo que deberías..."
Un repentino zumbido golpea mis oídos y me hace perder el equilibrio, incluso

estando sentada. Mi mundo da vueltas durante unos segundos. Espero a que el zumbido
disminuya, ya que es ensordecedor. La chica me observa con expresión confusa. Tiene
las cejas juntas.
128
"¿Estás bien?"
"Sí, yo... no sé qué me ha pasado ahí, pero estoy bien". En realidad, empiezo a
sentirme peor. Mi visión se está ennegreciendo por los bordes y estoy perdiendo el
sentido de la orientación. "Por favor, dime que estás bien. Espero que no te hirieran en
el fuego cruzado".
"Creía que ya habíamos hablado de esto", dice. "No sé qué me pasó allí, pero la magia
de alguien debe haberme golpeado. Me tiró al suelo. Pensé que estaba muerta hasta
que llegaste tú. Pero ahora tú..."
Sus palabras se apagan. Todo se vuelve estático a mi alrededor. Intento enfocar su

cara, pero mis ojos no lo consiguen.
"¡Tienes los ojos bizcos! ¿Qué pasa?"
Oigo sus palabras, pero me parecen muy lejanas. Me estoy perdiendo. Me duele la
cabeza y me dan ganas de arrancarme el pelo.
"Túmbate. Túmbate. Tengo que conseguirte ayuda o algo".
"No, por favor. No llames la atención. Déjame descansar".
"¿Estás segura?"
No respondo. En cambio, siento que mi conciencia se aleja, así que bajo la cabeza al
suelo
"¡Eh!" Una mano me da una palmada en la mejilla. "¡Despierta!"
Ya es demasiado tarde. Estoy demasiado lejos.
129
Capítulo 21
Keillon
Podría matarlos a todos. Creo que la mayoría lo sabe, si no todos. Las monedas
tintinean mientras los espectadores observan a los últimos que se atreven a enfrentarse
a mí.
Cuando despido al último elfo, agarrándolo por la garganta y dejando que mi magia le
atraviese la piel hasta hacerla tan fina y maleable que sea fácil arrancársela sólo con las
uñas, me detengo, jadeante. Miro a mi alrededor y se oyen gruñidos y gritos de emoción,
ya sea porque he ganado o porque he hecho perder mucho dinero a alguien.
En cualquier caso, espero que todos vean que no soy un elfo oscuro con el que se
pueda jugar. Pensé que ya era obvio, pero tuve que defender mi posición, siendo
desafiado en lugar de ser temido. Los elfos oscuros que quedan no parecen dispuestos a
unirse a los demás en Glacies. Sé que los que están aquí esta noche irán a ese helado
más allá en lugar de a Helias, donde sé que un día descansaré como un gran guerrero.
Pero esa noche no será esta noche. No, esta noche me llevaré a Vanessa a casa y le
mostraré por qué todo esto valió la pena para mí. Voy a reclamarla como es debido.
Mientras esa sonrisa de suficiencia se extiende por mi cara, me giro hacia donde la
dejé.
Sólo para ver ese espacio vacío.
130
El corazón me retumba y me doy la vuelta para mirar las mesas de alrededor. No la
veo allí agachada, y me invade la rabia al pensar que debe de haberse hecho daño. El
rojo tiñe mi visión mientras recorro la sala, mirando a todo el que me cruzo hasta que
me doy cuenta de que no está herida.
Simplemente no está aquí.
La rabia que me recorre las venas no puede con la preocupación que me atenaza el
pecho. Me siento mal y el terror se apodera de mí mientras salgo al pasillo.
Vanessa tampoco está aquí y no veo ni rastro de ella. Sé que eso debe significar que
se ha ido a otra parte del castillo, ya sea para huir de la pelea o porque alguien la ha
obligado, no lo sé.
Todo lo que puedo pensar es que este no es un lugar para que ella vague sin mí. Está
en peligro sin mí a su lado y estoy seguro de que ella lo sabe. No se arriesgaría a vagar
por ahí con tantos elfos oscuros clamando por hacerse con ella.
¿Lo haría?
Borro todos los miedos de mi mente. No me están ayudando. De hecho, los

pensamientos me distraen, impidiéndome captar cualquier cosa que pueda ayudarme.
Recorro los pasillos del palacio en busca de alguien que pueda haberla visto. No veo a
nadie, los guardias han corrido a la habitación cuando estalló la pelea. Yo maté a algunos
de los más jóvenes, pero muchos se limitaron a arrastrar los cadáveres.
Parece que he agotado su personal con mi caos, y no hay suficientes guardias para
apostar en los pasillos. Estoy seguro de que sólo las entradas y salidas y la realeza siguen
protegidas. Lo que ha dejado a Vanessa completamente expuesta.
131
Lo peor es que todos los elfos oscuros de este edificio están muertos, trabajando o
encerrados en una habitación como el demonio. ¿En serio no hay nadie aquí para dar
testimonio?
Mi magia brota de mí antes de que sea capaz de controlarme, y caigo en viejos hábitos
mientras le susurro. "Vanessa", le digo a los zarcillos que serpentean por el edificio.
"Encuéntrala".
Espero a que me busque por todo el edificio, pero no palpita. No se fija en su objetivo
y se me encoge el corazón cuando los zarcillos empiezan a disiparse. Mi rastreador se
basa en un rastro mágico, y Vanessa no tiene ninguno.
Es entonces cuando empiezo a sentir pánico. Casi arranco las paredes mientras la
busco. "¿Dónde estás?" Grito, rezando a todo dios y diosa para que se esconda y me
escuche.
No aguanto más. Siento que me estoy volviendo loco mientras me quedo sin aliento.
No entiendo lo que siento en el pecho cuando arranco una puerta de las bisagras de una
patada al oír gemir a una mujer. No es Vanessa la que está atrapada bajo el elfo oscuro,
así que sigo avanzando.
Sé que no se iría por su propia voluntad. Sabe lo que le ocurrirá. En la cena le dejé
claro de lo mucho que la estaba protegiendo, y no creo -no, lo sé- que se arriesgara por
despecho. Se lo guardaría para el viaje en carruaje a casa.
Mis labios se curvan en una sonrisa triste al pensar en el viaje en carruaje a casa. Lo
había estado deseando tanto, decirle lo buena chica que era y alabar su cuerpo para que
estuviera al borde y lista para mí cuando por fin llegáramos a mi mansión. Quería darle
más placer del que pudiera imaginar.
Quería arruinarla para cualquiera menos para mí.
132
Se me ha secado la boca y se me ha hecho un nudo en la garganta al darme cuenta de
que alguien más podría estar haciendo eso ahora. Arruinándola. Y no de la forma que
ella se merece.
Mi puño atraviesa la pared al pensarlo. "¡No!" grito.
Nadie más puede tocarla.
¿Por qué no es rabia lo que siento al pensarlo? Es pánico. Es tristeza. Y siento que me
han arrancado el corazón del pecho cuando empiezo a dudar de si la encontraré. ¿Por
qué siento...
¿Con el corazón roto?
Es tanto más doloroso cuanto que por fin admito lo que he estado evitando. Me rompe
el corazón perderla, saber que alguien podría hacerle daño, porque Vanessa me importa
más de lo que jamás creí posible.
Me golpeo las rodillas al soltar las palabras, y puedo sentirlas en los labios, haciendo
que las lágrimas me llenen los ojos.
La amo.
Sacudo la cabeza, tonto por haberlo ocultado durante tanto tiempo. Me encanta lo
luchadora que es, cómo ama con tanta fiereza que pasaría por esto por su hermana. Me
encanta cómo se recupera tan fácilmente de cosas que romperían a gente menos fuerte
y cómo nunca ha dejado que el mundo la doblegue o le quite su dignidad.
Incluso me encanta esa maldita boca suya que la mete en los líos adecuados.
Una mano temblorosa me toca los labios y tengo que luchar para contener los
sollozos. Una vocecilla me dice que soy un general y que no debería estar de rodillas
llorando a un humano.
133
Pero no me importa.
No me importa que Vanessa sea humana ni quién o qué soy yo. Ella es mi compañera
y nada puede cambiar eso. Nada cambiará jamás lo ferozmente que la necesito, lo mucho
que la deseo. Fui demasiado estúpido para darme cuenta, y puse en peligro su vida al
tratar de forzarnos a asumir papeles que no estábamos destinados a desempeñar.
Nunca nada me había dolido tanto, y no sé cómo curarlo. Estoy a punto de estrellarme
contra el suelo, de dejar que se lleve mi corazón porque no lo necesito si no puedo tener
a Vanessa, cuando oigo pasos.
Levanto la cabeza lentamente para ver a uno de mis lugartenientes y confidente

íntimo, Vanir. "¡Señor!", grita mientras se detiene ante mí. "Su mascota..."
Me pongo en pie al instante. "¿Dónde está?"
"En la habitación del Príncipe Rostraf."
Apenas pronuncia las palabras, me doy la vuelta y salto al siguiente piso con mi magia.
No pierdo el tiempo con escaleras o incluso algunas paredes ahora que sé mi destino.
Salto de las barandillas y me estrello contra el edificio hasta dejar a mi paso un amasijo
de mi ira.
Mi tacón choca contra la puerta, haciéndola volar hacia dentro, y de un paso me quedo
helada. Vanir no había mentido cuando dijo que Vanessa estaba aquí... Pero no estaba
preparado para la escena.
Su hermoso cuerpo está tenso sobre el colchón, sus miembros se esfuerzan por
acomodarse a las cadenas que sujetan sus muñecas y tobillos. Tiene la cara desencajada
mientras intenta luchar contra sus ataduras, y las náuseas me invaden cuando me doy
cuenta de que le han cortado las correas de cuero.
134
Vanessa está desnuda, abierta de par en par para el Príncipe, y no se puede negar cuál
era su intención con ella. Iba a tomar lo que es mío, y por un segundo, todo lo que puedo
ver es rojo.
Las llamas naranjas me envuelven los brazos y estoy pensando en golpear el suelo con
el puño y quemar todo este edificio maldito para pagar por sus pecados cuando ella me
ve. Sus ojos azules se clavan en los míos y se abren de par en par, no de miedo ni de
sorpresa, sino de un alivio que hace que me flaqueen las piernas.
Sus labios se separan con un suave jadeo y, de repente, recupero el control de mi

cuerpo. Ya no vibro con la magia tensa mientras la acojo, el dolor me inunda por lo que
estuvo a punto de ocurrirle.
Habrá tiempo de sobra para castigar a Rostraf. No me importa que sea un Príncipe.
Sólo tengo que sacarla de aquí.
Pero entonces una figura en la esquina da un paso adelante, y nada, ni siquiera los
gritos de Vanessa, pueden detenerme de casi destripar al Príncipe en el acto.
"¡Keillon!" Vanessa grita mientras mi cuerpo se cubre de nuevo de esa potente magia.
Y por muy hermosa que suene, no puedo llevármela hasta que me haya librado de
esta amenaza.
Él debe pagar.
135
Capítulo 22
Keillon
"¡Keillon!"
Apenas puedo oír la voz de Vanessa por encima del estruendo de mis oídos. Mi magia
me llena hasta el borde y juro que estoy literalmente ardiendo. El olor a tela chamuscada
llena el aire mientras mi rabia lanza llamas por el suelo.
"¡Keillon!" Vanessa vuelve a gritar, y Rostraf se ríe entre dientes, con los ojos llenos
de diversión ante su evidente pánico.
Veo a mi compañera en la cama por el rabillo del ojo y, por mucho que quiera ir a
verla, sé que es mejor acabar primero con el Príncipe. Si la desengancho, podría acabar
arrastrada o involucrada en la pelea. Aunque sus súplicas y su llanto casi me arrancan el
corazón del pecho, mis ojos permanecen fijos en Rostraf.
Quiero arrancarle esa sonrisa de la cara.
Doy un paso más hacia él mientras un profundo gruñido me sube por la garganta y él
se lleva el puño a la boca, pero no consigue ocultar su sonrisa. Está disfrutando,
haciéndole daño y enfadándome, creyéndose inmune a mi ira por su título.
Oh, qué equivocado está.
Rostraf detiene mi acecho mientras levanta la mano, juntándolas lentamente

mientras sacude la cabeza. "Impresionante, Keillon. Realmente impresionante".
136
Aprieto los dientes y lo miro. Mis dedos se flexionan y noto cómo las llamas se
convierten en bolas listas para abrasarle la piel. "Estás jugando a un juego peligroso, Ro".
Suelta una carcajada al oír su apodo. Siempre fui alguien a quien el hijo menor del Rey
admiraba, y lo recuerdo de niño, jugando con una espada sin filo mientras aprendía la
técnica adecuada. Desde entonces le había llamado cariñosamente Ro.
Parecía que nuestro vínculo era lo bastante fuerte como para evitar que me clavara
aquella espada en la espalda.
"¡Estoy realmente impresionado! Has sido muy rápido, más de lo que esperaba. Pensé
que tendría mucho más tiempo para...". Sus ojos se dirigen hacia Vanessa, que se
retuerce, con las rodillas temblorosas mientras intenta ocultarse de su vista. "Explorar".
"¡No la tendrás!" Las llamas salen volando de mí con esas palabras, pero Rostraf las
elimina del aire con facilidad. Puede que tenga magia, pero sus habilidades nunca
estarán a la altura de las mías.
"Cálmate. Nunca quise quedármela. Sólo quería una muestra, probar lo que es tan
bueno que niegas a todos los demás. Debe de ser increíble, ¿no?".
Se ríe entre dientes y, justo cuando gira la cabeza hacia la cama, siento que se me
quiebra la determinación. No me importa mi posición, ni que sea un príncipe, ni lo que
haga el rey. Lo único que me importa es desgarrarle la maldita garganta.
"Sabes deliciosamente poco, mascota..."
"¡No le hables, joder!" Salimos volando por encima de los muebles dispuestos en la
sala de estar frente a su cama, cayendo sobre una enorme silla que se astilla bajo
nosotros. "¡No la mires, joder!"
137
Su magia se vuelve gélida cuando intenta protegerse de las llamas de mi ira, y golpeo
su pecho con las palmas de las manos, esperando ver la piel chamuscada. Rostraf grita,
y ahora soy yo quien se ríe.
Retrocedo para darle un puñetazo, cuando unos brazos me agarran. Parece que sus
inútiles guardias tienen realmente un propósito, ya que me apartan de él. Echo la cabeza
hacia atrás mientras aúllo de risa, y por primera vez los ojos de Rostraf se abren de
miedo.
Qué bien. Así debería ser.
Con un profundo rugido, dejo que mi magia inunde mi cuerpo, y poderosas ráfagas
golpean el pecho de los dos que me sujetan. Inmediatamente llevo la mano a la
empuñadura de mi espada, siempre tan hábil en combate como con la magia, si no más.
Están jugando a un juego peligroso mientras avanzan hacia mí, y sé que lo saben. A
medida que los guardias se acercan, bailo entre ellos, observando la aprensión que se
dibuja en sus rostros mientras los derribo con un movimiento de muñeca. Cada golpe
decisivo llena el aire con un grito y cubre el suelo con más sangre, haciendo que mi
corazón cante. He nacido para esto.
Rostraf se pone en pie justo cuando atravieso una oleada de soldados y me doy cuenta
de que va a por Vanessa. "¡No!" Grito, lanzando una mano hacia él.
Mi magia le rodea los tobillos y le hace caer de bruces al suelo. Con otro empujón,
dejo caer un escudo alrededor de Vanessa y la magia disuelve las cadenas, de modo que
sigue sujeta a la cama, pero no inmovilizada. Me retuerzo para que ella quede detrás de
mí y pueda luchar contra todo lo que se nos viene encima.
La cantidad de guardias que entran en la habitación me sorprende, pero entre mi

poderoso brazo-espada y mi magia, los reduzco. A medida que aumenta su número, más
138
y más golpes caen sobre mi cuerpo, y pronto me encuentro de rodillas, luchando por
respirar mientras la sangre me gotea por las costillas.
Pero sigo luchando. Cada vez que veo que Rostraf intenta ponerse en pie, me invade
una nueva rabia, que mantiene mi magia fluyendo para que pueda lanzar llamas por el
suelo mientras retuerzo mi espada entre las costillas de los guardias o les corto la
garganta.
Pero no toco al Príncipe. Lo estoy salvando. Se merece una muerte especial, y cuando
acabe de masacrar a todos los guardias que pueda reunir el palacio, le daré su golpe final.
Me obligo a volver a ponerme en pie cuando hay una pequeña pausa de guardias que
me atacan con el uso de un anillo de fuego. Me da tiempo suficiente para estabilizarme
antes de que el hechizo desaparezca.
Ahora los guardias vienen hacia mí en grupos de tres o cuatro, así que tengo que
girarme para esquivar cada ataque, dejando un lado de mí expuesto. Uso mi magia para
bloquear mientras golpeo, pero empiezo a sacar del fondo de mi pozo.
Los golpes se cuelan a través de mis defensas, y jadeo cuando mis piernas chocan
contra el borde de la cama. Me sirve de recordatorio, y golpeo el suelo con el pie,
dejando que una poderosa onda los haga retroceder a todos. Con los dientes apretados,
me cuesta incluso mantener el escudo de Vanessa en su sitio, pero no me rendiré.
Protegeré a mi compañera hasta que mi corazón deje de latir, e incluso entonces

rogaré a los dioses que me envíen de vuelta, que me dejen terminar mi misión antes de
reclamar mi alma.
Pero entonces una ráfaga recorre la habitación más poderosa que mi magia o la de los
guardias o incluso la del Príncipe. Caigo de rodillas, mis miembros ya no están bajo mi
mando, mientras los pocos guardias que quedan retroceden.
139
A través de la carnicería se abre paso el rey Kres, con la cabeza alta y los ojos
encendidos mientras me observa. Sé que debería inclinarme ante él, que debería
someterme, arrastrarme y rogarle que me perdone la vida por amenazar a su hijo.
Pero no puedo. Ni siquiera puedo procesar las palabras. Mi cuerpo no las conjura
mientras mi magia se dispara contra su instinto. Pase lo que pase, tengo que luchar para
proteger a mi compañera, y parece que mis convicciones naturales son más poderosas
que la sociedad de elfos oscuros contra la que siempre he luchado en mi alma, o más
poderosas de lo que se ha construido. Nadie puede obligarme a ajustarme a ella.
Rostraf debe pagar. Todos ellos deben pagar por lo que le hicieron. Ella no se merecía
esto, y en el fondo, sé que es culpa mía. Nunca debí haberme ido de su lado, pero tenía
que defenderla. Me dejé llevar y dejé demasiado espacio para que alguien se la llevara.
Pero el Príncipe nunca debió atreverse. No puedo echarme atrás aunque quisiera, y
mientras el Rey se cierne sobre mí, me cuesta no gruñirle.
"Keillon", me saluda el Rey, esperando que me postre.
Las palabras que salen de mí ni siquiera suenan como mi voz. Son un gruñido
profundo, casi una amenaza. "Nadie puede tocarla".
Los ojos de Kres se abren de par en par, y sé que nuestra historia personal es lo único
que le impide masacrarme en el acto. Es una clara señal de falta de respeto, y aun así,
incluso cuando la rabia cubre el shock, lucho contra su agarre.
Hasta que siento una mano suave en mi hombro. Me quedo quieto, dándome cuenta
demasiado tarde de que el escudo que rodeaba a Vanessa había caído.
Sus manos recorren mis hombros, y empiezo a fundirme en su abrazo cuando se

cierran sobre mi pecho. "Keillon", me dice al oído, y me sorprende que el Rey se haya
quedado quieto, observando la interacción. "Detén esto".
140
Sacudo la cabeza, pero no con tanta convicción como antes. "Te han hecho daño.
Tienen que pagar por esto. Tengo que obligarles".
Vanessa me acaricia el pecho y noto que todo se afloja bajo ella sin que yo se lo
ordene. "Estoy bien. El único que está herido aquí eres tú, y no quiero que me lo pongas
peor".
"Vanessa..." Mi voz es una súplica desesperada.
"Keillon, por favor." No suena como una petición. "Detén esto. Por mí. Por favor".
La suavidad de su voz y la sensación de sus manos sobre mí rompen el resto del control
del Rey. Eso hace que mi magia se dispare y me libere -o quizá se le haya caído a él- y me
doy la vuelta, nunca había estado tan desesperado por algo como lo estoy por Vanessa.
La atrapo, con sus brazos aún alrededor de mi cuello, y tiro de ella hacia mí, enredando
mis dedos en su pelo. No me importa quién esté mirando ni lo que piensen mientras
aprieto sus labios contra los míos en una apasionada demostración.
Tienen que saber que es mía. No mi mascota. No mi esclava. No alguien a quien follar.
Sino mía.
Mi compañera.
141
Capítulo 23
Vanessa
No estoy segura de si la "prisión" en la que pasamos la noche se debe al estatus de

Keillon o a las circunstancias que rodean a su hijo, pero el Rey nos coloca en una
habitación de invitados en el extremo opuesto de la mansión.
Para mi sorpresa, me encierran en la habitación con Keillon. Hay guardias apostados

fuera de la habitación y no se nos permite salir, pero sigue siendo el alojamiento más
agradable en el que he estado nunca. La mansión de Keillon rivaliza con ella, pero hay
algunos lujos que sólo la familia real puede permitirse.
"No debes salir de aquí", dice el rey Kres en la puerta. "Si necesitas algo, díselo a uno
de los guardias. Mañana discutiremos tus acciones".
Un escalofrío recorre mi espalda cuando su mirada va de Keillon a mí, y luego se da la

vuelta, se va y la puerta se cierra de golpe. No necesito preguntarle a Keillon para saber
que tiene un sello mágico, así que no podríamos huir aunque quisiéramos.
Pero, ¿por qué querríamos hacerlo si nos han colocado en habitaciones de invitados
en lugar de encerrarnos en las mazmorras que sé que hay aquí?
Al instante, sus brazos me rodean, abrazándome. Keillon me da la vuelta y me acaricia

la cara mientras recorre mi cuerpo. Se me pone la piel de gallina sin que tenga nada que
ver con la temperatura, pero él no lo sabe.
142
"¿Estás bien?", me pregunta, sus ojos escrutando cada centímetro de mi cuerpo con
preocupación en la mirada. No puedo conciliar a este hombre con el de antes, el del viaje
en carruaje y el de la cena. "¿Te ha hecho daño?"
"No", digo en voz baja. "Ya le he dicho que estoy bien".
Se muerde el labio inferior antes de volverse hacia el armario. Me sorprende ver

túnicas y ropa de recambio en ellos, y saca una, envolviéndome el cuerpo. "Debes de
estar helada.
Sacudo la cabeza, reprimiendo una carcajada al ver su ropa empapada de sangre y

rota. "Estoy en mucha mejor forma que tú".
Keillon por fin baja la mirada hacia su cuerpo, agarra la tela hecha jirones y se la
arranca del torso. "Estaré bien", gruñe, agitando una mano sobre sus heridas. Me
sorprende ver que la mayoría ya están curadas y que, al pasar la palma de la mano por
ellas, los cortes y los tajos se cierran.
"Ven." Le cojo de la mano y le llevo al cuarto de baño contiguo. Le señalo la bañera,

sin importarme si se enfada. "Siéntate."
Levanta las cejas, pero hace lo que le digo. Se sienta en el borde de la bañera y yo me
giro para coger agua y jabón para limpiarle la piel sucia. Mientras recojo lo que necesito,
pregunto en voz baja: "¿Por qué nos ha metido aquí el rey? ¿Por qué no en las
mazmorras?".
Keillon resopla. "Porque su hijo empezó. Eres mía por derecho, y ni siquiera un
príncipe puede arrebatarte".
Asiento con la cabeza, agachándome frente a él mientras empiezo a bajarle el agua

caliente por la frente. "¿Por eso viniste a por mí? ¿Para demostrar tu punto de vista?"
143
Me coge la barbilla con la mano y me quedo helada. Ha estado intentando enseñarme
cuál es mi lugar, y está claro que esta noche no he aprendido nada. Sigo dejando que mi
boca me meta en problemas.
Pero cuando nuestros ojos se cruzan, no veo ira en ellos. No son suaves ni amables; él
nunca lo es, pero no me habría enamorado de él si fuera cualquier otra cosa. Veo esa
preocupación que me dice que a Keillon realmente le importa lo que me pase.
Sólo su mirada hace que me golpee mucho más fuerte. Como si toda esta noche, el
miedo que sentí y la comprensión que me invadió y el alivio -y el deseo- que sentí
mientras él luchaba contra todos los que intentaban acercarse a mí, no pudiera negar lo
mucho que me he enamorado de este chico.
Nunca pensé que podría amar a un elfo oscuro, pero aunque Keillon es feroz, rudo y
peligroso, no es cruel. No hace las cosas innecesariamente, y puedo ver lo apasionado
que es. ¿Cómo podría no desearlo?
Especialmente sabiendo lo que esa boca puede hacer...
¿Pero puedo esperar más? ¿No es una tontería pensar que porque se haya empeñado
en tenerme como suya quiere de mí algo más que mi cuerpo? Lleva días evitándome
antes de arrastrarme a esta fiesta, y no sé qué pensar de él.
¿Cómo puedo estar tan perdidamente enamorada de él si no sé qué soy yo para él?
Keillon se lame los labios, provocándome un calor palpitante, sobre todo con mi mano
aún sobre su pecho haciendo pequeños círculos, y parece que le cuesta un esfuerzo
extremo susurrar: "No".
Arqueo las cejas, habiendo olvidado mi propia pregunta. "¿No?"
144
Sacude la cabeza. "No. No, no intentaba demostrar nada. No, no te traje aquí porque
quisiera exhibirte o asustarte. No, no arriesgué mi posición y reputación masacrando a
todos en el palacio porque una persona fuera contra mí. No."
"Entonces, ¿por qué?" Estoy temblando, aterrorizada por lo que va a decir. "¿Por qué
pasar por todo eso? ¿Por qué besarme delante del Rey?"
Aunque sé que los elfos oscuros no tienen problema en follar delante de los demás,
había algo en este beso, algo como si me estuviera reclamando. Era tan desesperado,
tan sincero, y parecía que no sólo me necesitaba, sino que también quería que todos lo
supieran.
Su rostro se contrae. No diría que es una expresión amable, pero me doy cuenta de
que le embargan las emociones. Sus sentimientos no suelen aflorar, aparte de la
diversión y la ira, claro, pero he empezado a ser capaz de captar los rastros que se
escapan por las grietas.
"Porque te amo".
Se me para el corazón y me habría caído de culo si aún me hubiera sujetado la

mandíbula con la mano. La tela en mi mano cae al suelo, y sus rodillas se aprietan para
sostenerme mientras todo mi cuerpo se vuelve gelatina.
"Keillon..."
Sacude la cabeza. "Vanessa, estoy fascinado contigo desde la primera vez que te vi.
Estaba en el club por negocios, ni siquiera interesado en las chicas, y me dejaste sin
aliento. Nunca me he sentido como cuando estoy contigo, y, y.…"
Suelta un suspiro frustrado, y sé que esto tiene que ser duro para él. Me apoyo en las
rodillas y deslizo la mano por su hombro hasta pasarla por detrás de su cuello.
"¿Y?"
145
"Y dejé que las expectativas de otros te pusieran en una situación peligrosa. Nunca
debí traerte aquí, y quizá una pequeña parte de mí sí quería exhibirte. Eres tan
increíblemente hermosa, y.…". Una sonrisa se dibuja en sus labios. "Te veías tan
condenadamente bien ahí sentada, siendo obediente, como una buena chica".
Joder. ¿Por qué tiene que decir cosas así que me desatan? Me chorrean las piernas
mientras lo dice, sabiendo muy bien que yo estaba pensando lo mismo durante la cena.
"Creía que te gustaba mi bocaza", susurro, poniéndole a prueba.
Chasquea la lengua. "Te castigo por esa boca tan lista. Pero te recompensaré por
haberte portado tan bien esta noche".
Quiero derretirme contra él, pero antes tengo que decirle la verdad. No puedo dejar
que piense que todo esto ha sido culpa suya porque, por mucho que me aterrorizara
venir aquí esta noche, haría cualquier cosa que me dijera. Me encanta lo duro que es
Keillon, cómo me castiga y me complace, y lo ferozmente protector que es.
Y los dioses saben que yo estaba empapada viéndole destrozar a cualquiera que me
mirara.
¿Cómo podría no pensar que eso es sexy?
"Keillon", susurro, apretando mi pecho contra el suyo para que nuestras caras queden
a escasos centímetros mientras él sigue inclinándose sobre mí desde su posición. "Yo
también te amo".
Se le corta la respiración y todo su cuerpo se pone rígido. Le aprieto con fuerza y le

agarro del pelo.
"Sé que eres bueno conmigo y que harás todo lo que esté en tu mano para
protegerme. Me has dado tanto y.… no puedo mentir. Me gusta la forma en que me
controlas, intentando que me someta y castigándome cuando no lo hago. Sé que nunca
146
irás demasiado lejos conmigo, y eres la primera persona en la que he podido confiar, a
la que me he entregado".
Me inclino hacia ti y nuestras narices se rozan. "Amo lo que soy cuando estoy contigo,
y te amo a ti. "
Keillon se queda inmóvil un instante más, y justo cuando estoy a punto de echarme
atrás, pensando que quizá todo esto sea una broma cruel, me coge por la nuca y nuestros
labios chocan.
Me besa de la misma manera que lo hizo en la habitación del Príncipe, como si

estuviera tan desesperado por mí que podría morir sin este beso. Me abraza como si no
pudiera soltarme y, aunque me aprieta el pelo y me clava la mano en la cadera, sé que
nada de eso es el comportamiento brutal de un elfo oscuro.
Nunca me había dado cuenta de lo divertida que podía ser esta personalidad
dominante, pero cada palabra que decía iba en serio, incluso las partes que no me había
confesado a mí misma. Me gusta no tener que preocuparme ni pensar demasiado en
nada. Sé que no me hará daño, y eso me ha permitido revelar algunas partes de mí misma
que creía desaparecidas.
Cuando me muerde el labio, suelto un suave gemido y una sonrisa se dibuja en sus
labios.
También me ha enseñado partes de mí que ni siquiera conocía. Como que necesito un

poco de dolor con mi placer.
Con Keillon, soy una persona diferente.
Y me gusta.
147
Capítulo 24
Keillon
Mi corazón retumba con la confesión de Vanessa. Creo que siempre he sabido lo que
sentía por ella, pero oír que yo también le importo hace que todo mi cuerpo se sienta
ingrávido. No sabía si ella podría ver más allá de mi naturaleza violenta. Nunca seré tan
suave como un humano.
Pero cuando gime contra mi boca con cada tirón de pelo y cada mordisco en el labio,
me doy cuenta de que eso es lo que le gusta de mí. Puedo darle más de lo que le daría
un simple macho humano.
Para demostrárselo a los dos, la agarro por las caderas y la golpeo contra mí mientras
me levanto. Sus piernas me rodean por la cintura, pero cuando me dirijo hacia el
dormitorio, se echa hacia atrás para mirarme, arrugando un poco la nariz.
Casi se me para el corazón. De repente me doy cuenta de que puede que no me quiera.
Después de tanto tiempo, había supuesto que su cuerpo me deseaba. Tal vez había
estado cumpliendo nuestro trato todo este tiempo, cuando mis motivos eran más
carnales.
Pero sus labios se curvan en una sonrisa adorable y deshace el nudo de mi pecho con
una suave risita. "Eres muy sangriento", susurra, y no puedo evitar soltar una risita.
148
Claro que es eso. Estoy embadurnado en sangre y vísceras, algo a lo que estoy
demasiado acostumbrado, por toda la cara de mi compañera. ¿Cómo podría pensar que
ella querría eso? Puede que mi chica sea sucia, pero no en ese sentido.
Asiento con la cabeza y la atraigo hacia mí tirándole del pelo mientras con la otra mano
le acaricio el culo. Espero a que rechine contra mí, con la voz entrecortada por suaves
gemidos, antes de dejarla caer al suelo.
Vanessa me fulmina con la mirada mientras me aseguro de que no se caiga, y la agarro

con una fuerza que sé que la moja hasta lo indecible. Con un tsk, la reprendo. "Sabes que
no debes comportarte así".
Su mirada se suaviza un poco, sobre todo cuando le paso el pulgar por el labio inferior
con tanta brusquedad que mi polla se estremece de anticipación. El pequeño gemido
que emite se convierte rápidamente en un gemido cuando le meto el pulgar en la boca.
Como una buena chica, Vanessa lo chupa furiosamente.
"Sí", susurro, y sus ojos se iluminan. "Eso es."
Saco la mano de su boca, observo su labio hinchado y su cara sonrojada, y me cuesta

darme la vuelta. Llego a la ducha, la abro y el agua está caliente al instante.
Me doy la vuelta, enarco una ceja y me agarro la cintura del pantalón. "Ven a ducharte
conmigo. Me quito la ropa empapada de sangre, manteniendo el cuerpo en ángulo para
que no vea mi erección. Casi me río al ver cómo baja la mirada, y la decepción parpadea
en su mirada mientras me mantengo oculto.
Desaparezco bajo el agua con una risita y, casi de inmediato, siento los delgados
brazos de Vanessa rodeándome la cintura. Una mano se desliza por mi pecho y la otra
me agarra el pene, recorriéndolo mientras el agua tibia nos cubre.
"Creía que ibas a recompensarme", susurra contra mi espalda, y yo sonrío.
149
"¿Es eso lo que quieres, mi flor?" Gimo mientras me acaricia la cabeza. "¿Quieres que
te haga correrte?"
Vanessa gime apoyando la frente en mi espalda. "Por favor".
Sonrío. Sin respuesta, me doy la vuelta y la cojo por las caderas. Un aullido muere en
su garganta mientras la levanto contra la pared hasta que su cuerpo queda a la altura de
mi cara. "Keillon", grita, y puedo oír su desesperación.
Me aprieta las pelotas lo mucho que me confía su cuerpo. Me deja manejarla de

cualquier manera, siendo tan obediente porque sabe que nunca le haré daño.
Joder, la amo.
"¿Por eso te has portado tan bien esta noche, mascota?".
Rozo con la nariz el interior de su muslo, mantengo las manos agarrando sus caderas
mientras empujo sus piernas sobre mis hombros. Sus manos se deslizan por mi larga
melena, tirando con fuerza de ella mientras la mantengo pegada a la pared.
Vanessa gime cuando paso por encima de su centro chorreante para besarla a lo largo
del otro muslo. "Keillon", gime, intentando resistirse a mi agarre. Ni siquiera le preocupa
caerse, aunque está precariamente encaramada.
"No has respondido a mi pregunta, florecilla".
"¡Sí!", jadea. "Sí, me estaba portando bien para que me recompensaran".
"¿Y crees que mereces esa recompensa?" Mi cabeza está ahora entre sus piernas
mientras recorro con mi lengua el exterior de sus pliegues.
"¡Sí!" Se retuerce de necesidad mientras grita. "Sí. Lo necesito".
150
Esa desesperación me desata. Ella realmente estaba tan buena esta noche, y necesito
probarla. Después de casi perderla, necesito sentir a Vanessa por todas partes. Necesito
marcarla como mía, reclamarla de verdad, antes de perder esa oportunidad.
Entierro la cara contra su vientre, lamiendo su centro hasta que grita. Dejo que guíe
mi cabeza hasta su clítoris, haciendo lentos y apretados círculos a su alrededor hasta que
Vanessa empieza a maldecir en voz baja.
Esa es su señal, lo he aprendido. Es entonces cuando la provocación está empezando

a llegar a su límite y se va a pasar de lista sólo para conseguir algo.
Decido darle lo que quiere esta noche, chupando su clítoris en mi boca con tanta
fuerza que se agita contra mí. Desplazándola ligeramente, enrosco mi brazo derecho
alrededor de su muslo para que mi mano siga trabajando sobre su perla mientras le meto
la lengua hasta el fondo.
"¡Joder!", grita, sus muslos se aprietan contra mi cabeza, y no me importa si me ahogo

aquí. No puedo saciarme de esta mujer mientras me la bebo, mis dedos la acercan tanto
al borde del orgasmo que tiembla.
"¡Keillon!" Vanessa está inclinada hacia delante, gritando con los dientes apretados, y
está necesitando una fuerza inmensa para mantener el equilibrio con sus movimientos
salvajes. No voy a pedirle que se contenga, y menos cuando dice mis palabras favoritas.
"¡Oh, Dios, voy a venirme!".
Pellizco su clítoris con la lengua para frotar sus paredes, que me aprietan con fuerza
mientras alcanza el clímax. Sigo lamiéndola, disfrutando de su dulce sabor, hasta que se
relaja con una respiración profunda y agitada.
Levanto la cabeza y le sonrío. "¿Ha merecido la pena?
Vanessa asiente con los ojos en blanco. "Ha merecido la pena".
151
Deslizo sus piernas por encima de mis hombros y la vuelvo a bajar para que se apoye
en mis caderas, con su culo entre mis manos. Me rodea el cuello con las manos y tira de
mí para darme un beso dulce y lento que hace que me duela la polla.
"Ahora te toca a ti."
Intenta zafarse de mis brazos, pero niego con la cabeza. "Esta vez no, dulce flor". Me
inclino y beso la punta de su nariz, su mandíbula, su garganta. "Esta vez no." Sigo
besándola por el otro lado hasta que puedo presionar mi frente contra la suya. "Vanessa,
te deseo, toda tú, si estás preparada".
Aprieta las caderas contra mí mientras se muerde el labio inferior. "Estoy preparada
desde nuestra primera noche juntos. No hay nadie mejor que tú, Keillon".
Solo el sonido de mi nombre en sus labios me hace querer enterrarme en ella, pero sé
que tengo que ir despacio. Puedo ser rudo, pero no insensible ni cruel. No le haré más
daño del necesario.
Atraigo los labios de Vanessa hacia los míos y la beso despacio mientras introduzco mi
pene entre sus labios y la rozo hasta hacerla gotear. Jadea suavemente cada vez que
golpeo su clítoris, y mientras empiezo a descender lentamente por su cuello, mordiendo
sus puntos favoritos, acerco la punta de mi polla a su abertura.
Está tan dolorosamente apretada que su cuerpo se aprieta contra la intrusión, pero
cuando le muerdo la piel, su coño se agita y me deja penetrarla un poco más. Cuando
llego a su clavícula, ya le he metido toda la cabeza.
"Oh, Keillon", gime, con la cabeza apoyada en la pared. "Quiero más de ti." Le pellizco
la piel del pecho. "Necesito más."
Me río suavemente, pero sé que es solo para distraerme de lo difícil que me resulta
contenerme. Empiezo a moverme despacio, penetrándola lo más suavemente posible
152
con movimientos largos. Es doloroso para los dos, y cuando estoy completamente dentro
de ella, los dos estamos dibujando.
Aprieto la cabeza contra su hombro, temeroso de moverme mientras su cuerpo se

aprieta a mi alrededor, y suelto un suave murmullo. "Joder, Vanessa".
Me aprieta más. "¿Qué?" Su voz suena tan suave e insegura que tengo que levantar la
cabeza.
"Te siento aún más increíble de lo que esperaba".
Se le iluminan los ojos azules y se mueve, tratando de apretarme. "¿De verdad?"
"Oh, dulce flor, me temo que voy a estallar si me muevo".
Sus manos se agarran a la base de mi cráneo, tirando de mi pelo con fuerza. "Pero lo
quiero". Joder, la forma en que lo gime va a ser mi perdición. "Quiero sentirte dentro de
mí durante días. Quiero que me destruyas para cualquier otra persona. Y quiero que te
corras dentro de mí para que no se pueda negar que soy tuya".
Esta mujer... Maldita Glacies, esta mujer, con sus ojos inocentes y su cuerpo
pecaminoso. Me va a romper con sus suaves caricias y esa puta boca sucia.
"Te prometí una recompensa", le digo, deslizándome lentamente. "Y te la voy a dar".
Mis manos se clavan en sus caderas para sujetarla mientras la penetro con un
profundo gemido, y ella suelta un grito que estoy seguro que los guardias pudieron oír.
Qué bien. Que lo hagan.
La mantengo inmovilizada con el hombro pegado al suyo y las manos pellizcando sus
caderas mientras la penetro, dándoselo todo. Quiero reclamarla, asegurarme de que
sepa que nadie podría hacerla correrse como yo, y cuando su cuerpo se aprieta tanto a
mi alrededor que sé que no podré salir, la penetro hasta el fondo, llenándola con mi
liberación tal y como me pidió.
153
Vanessa me agarra la cara mientras nuestros orgasmos nos reclaman y me da un
fuerte beso en la boca. "Te amo", jadea antes de tragarme de nuevo.
Madre mía cómo la amo.
Y nunca la dejaré marchar.
154
Capítulo 25
Vanessa
Cuando me despierto, un sobresalto me inunda. Nunca me había despertado en la

cama con nadie excepto con mi hermana, y al sentir unos gruesos brazos rodeándome y
la piel desnuda apretada contra mi espalda, el pánico me hace intentar escapar.
Pero entonces oigo la voz más dulce. "Mía", retumba Keillon en mi oído mientras me
arrastra de nuevo contra su cuerpo. "Mi flor". Me da un beso en la cabeza y no estoy
segura de que esté despierto.
Pero no me importa, me acurruco contra él y me impregno de su aroma. Sólo hay una

persona que quiero que me abrace así, y no puedo evitar la suave risita que se me escapa
por la emoción de despertarme a su lado.
"¿Te pasa algo, dulce muchachita?".
Muevo las caderas por reflejo. Su voz es tan sexy por la mañana, y me encanta. Me
sorprende ver lo empalmado que está. Su mano se desliza por mi cuerpo, me agarra por
la cadera y me aprieta contra él.
"¿No tuviste suficiente anoche?" Me pellizca la oreja.
Dioses, estoy dolorida después de lo de anoche. Keillon no solo me cogió por fin, joder,
por fin, sino que me hizo el amor por toda la habitación hasta que quedé tan agotada
que tuvo que llevarme a la cama.
155
Eso no quiere decir que no pudiera mantener el ritmo después de las pocas horas de
descanso que tuve.
"Anoche... fue increíble". Sacudo la cabeza, contenta de que no pueda ver mi enorme
sonrisa y cómo se me sonroja la piel. "¿Pero tenemos tiempo para más?".
Inmediatamente, estoy debajo de él, su cuerpo se cierne sobre mí, y con una mirada
a su parte superior descubierta y su hermoso rostro, sé que podemos hacer tiempo.
Keillon se inclina para besarme, larga y lentamente, y yo gimo mientras abro las piernas
para él.
"Encontraré tiempo para ti, dulce flor".
"Keillon..." Arrastro mis manos por su espalda, sintiendo cómo sus músculos se
flexionan bajo mi mano, y su boca empieza a bajar por mi garganta. Mi espalda se arquea
para encontrarme con él, y justo cuando jadeo, sintiendo su polla presionando mi
entrada, la puerta se abre de golpe.
Inmediatamente, Keillon se interpone entre la puerta y yo, con su magia cubriéndole

la piel, y me levanta la manta por los hombros antes de que pueda respirar.
¿Por qué me excita tanto que sea tan protector conmigo?
Antes de que Keillon pueda soltar algo más que un gruñido, el guardia ladra: "Se
requiere su presencia".
La magia naranja se enciende a su alrededor, y el guardia que está detrás añade,

mucho más suavemente: "Por el Rey".
La puerta se cierra de golpe y la magia cae, al igual que la cabeza de Keillon. Se

desploma y me pongo de rodillas para rodearle la cintura con los brazos. Le planto un
beso entre los omóplatos, y finalmente me agarra las manos y me las aprieta.
"Podemos afrontar esto", le digo. "Juntos."
156
Nos preparamos rápidamente, Keillon me encuentra ropa improvisada en el armario.
Cuando salimos de la habitación, los guardias nos siguen incluso después de la insistencia
de Keillon en que conoce este palacio mejor que ellos y puede llegar al salón del Rey por
sí mismo.
En cuanto entramos en la sala del trono, los guardias retroceden y cierran las puertas.
Keillon se acerca al borde del trono, se arrodilla e inclina la cabeza. Me tiro al suelo a su
lado, esperando a seguir su ejemplo.
"Debería enviarte a la muerte", comienza el Rey sin saludar. "Ese es el castigo por
atacar a un miembro de la realeza".
El pánico golpea lo más profundo de mi corazón, pero oigo al Rey suspirar. "Keillon,
levántate".
A mi lado, el elfo oscuro se levanta, y yo no me muevo hasta que Keillon me da un

codazo. Levanta la vista hacia el rey, que mira a su general con expresión exasperada.
"La has cagado de verdad, ¿lo sabías?".
Parpadeo, sorprendido por la falta de formalidad entre el rey y Keillon. Por otra parte,
debían de trabajar en estrecha colaboración, ya que Keillon era de tan alto rango. Debían
de tener un vínculo diferente al que todos tenían normalmente con el Rey.
"Señor, puedo explicar..."
El Rey Kres lo detiene con la mano. "Esto no puedes explicarlo, Keillon. No puedes
decirme lo importante que era la misión o cómo el resultado compensa la carnicería que
dejaste atrás. Atacaste a un miembro de la familia real. Esto no es como las otras veces".
El silencio es denso, y me siento sofocada por el aire al ver cómo el rey se pasa la mano
por la cara. "Estás siendo degradado". Los hombros de Keillon se ponen rígidos, pero es
el único indicio de que esta noticia le molesta. "Ya que has hecho tanto por tu país,
puedes conservar tu vida como teniente".
157
"Gracias, señor", exhala, y tengo que reprimir un suspiro de alivio.
Pero está claro que lo he sentido demasiado pronto cuando la mirada del Rey se dirige
a los guardias de la pared del fondo. "Llevad a la humana a los campos de ejecución.
Resolveremos este problema fácilmente, y entonces tal vez". Sus ojos se dirigen a Keillon.
"¿Puedes mantener la cabeza erguida?".
Puro terror se apodera de mí, pero sin razón, cuando la magia de Keillon parpadea a
lo largo de sus brazos. Me arropa y lanza una mirada despiadada a los guardias que se
acercan. Ya parecen recelosos de él.
"Nadie se la llevará mientras yo siga respirando", gruñe, y las cejas del rey Kres se
enarcan.
Lo único que me pregunto es qué será de mi hermana. ¿Cuidará Keillon de ella en mi

ausencia? Si me condenan a muerte, ¿seguirá el Doctor cuidando de ella
indefinidamente? Tengo que esperar que así sea, porque mi otra opción es dejar que
Keillon se sacrifique por mí, y no puedo seguir dejando que eso ocurra.
Lanzo una plegaria silenciosa para que alguien cuide de Sandy cuando yo no esté.
Mi mano agarra el bíceps de Keillon y su magia se apaga cuando se gira para mirarme,
sin dejar que las llamas se acerquen a mi piel. "No puedes ganar todos los combates que
te enfrentes por mi causa", le digo.
Sacude la cabeza y lanza una mano hacia los guardias, que retroceden unos pasos.
"Lucharé contra cualquiera que crea que puede amenazarte".
Se me saltan las lágrimas y me muerdo el tembloroso labio inferior. "Voy a ir con ellos",
le digo, con voz gruesa. "Por favor, cuida de Sandy por mí. Por favor, no dejes que le pase
nada".
158
Doy un paso atrás y él me levanta el brazo con tanta fuerza que casi caigo contra su
pecho. "Cuidarás de ella tú misma. No irás a ninguna parte".
No puedo evitar que las lágrimas se escapen. Se deslizan por mis mejillas, calentando
y manchando mi piel. Tentativamente, alzo la mano para tocarle la cara, acariciando su
áspera mandíbula.
"Te amo". Siento como si me arrancara un trozo de corazón al soltar las palabras. He
pasado tanto tiempo protegida, y ahora que he encontrado a alguien que me trata como
Keillon, tengo que renunciar a él. Tengo que renunciar a todo.
Pero no me arrepiento de haberlo hecho por él.
"Vanessa..."
"¡Suéltame!" Mi tono es más débil de lo que pretendía, pero las palabras siguen siendo
poderosas.
La angustia se arremolina en sus ojos. Sus ojos parpadean entre mí y los guardias que
se acercan y, para mi sorpresa, su magia no fluye por el suelo. Juro que puedo ver su
corazón romperse en sus ojos, y cuando habla, su voz es áspera y ronca. "No puedo."
Se da la vuelta, con la desesperación reflejada en cada movimiento de su cuerpo

mientras mira fijamente al Rey. Tiene los hombros caídos y le tiemblan las manos. Le
tiembla la mandíbula, y me doy cuenta de que no es porque no le salgan las palabras; en
sus ojos brillan lágrimas que intenta no derramar.
"Renunciaré a mi territorio". La voz de Keillon no suena como él mismo. Sus palabras

salen gruesas y rotas. "Renunciaré a mi título. Ni siquiera necesito ser teniente. Me
sacrificaré por su vida".
Por primera vez, veo en el rostro del Rey algo más que un cansado enfado. Sus cejas
se levantan y su mirada se posa en mí. No puedo decidir si me gusta la atención o no,
159
pero Keillon me arrastra delante de él, aprisionándome en sus brazos mientras
prácticamente suplica a su Rey.
"Señor, dígame lo que tengo que hacer y lo haré. No puedes llevártela. Sé que metí la
pata. Puedo admitirlo. Pero esto no fue por ella".
El rey Kres suelta un silbido y, para mi sorpresa, una sonrisa se dibuja en su rostro. Me
mira fijamente mientras dice: "Debes de ser una hechicera". Nunca he oído a Keillon
admitir que...". El Rey se ríe suavemente. "Que la ha cagado. Siempre es por una razón
u otra".
Entonces, sus ojos se desvían detrás de mí. "Llévatela".
"¡No!" Keillon me aplasta contra su cuerpo. "Señor, por favor."
Los ojos de Kres son duros cuando se posan en el general formal. "Dame una buena
razón para perdonarla".
El corazón me retumba en el pecho y me estremezco contra el cuerpo de Keillon,

aunque él intente mantenerme firme. No puedo soportarlo, y tengo tanto miedo de que
esto le cueste la vida. Casi grito que no hay razón para protegerme cuando dice
suavemente: "Es mi compañera".
La ceja del Rey se arquea. "¿Tu qué?"
Keillon se pone rígido y se coloca detrás de mí mientras mira al Rey. Con voz profunda
y autoritaria, dice: "Vanessa es mi verdadera compañera".
Juro por los dioses que en ese momento se me para el corazón.
160
Capítulo 26
Vanessa
No sé qué pensar de Keillon ahora mismo. ¿Está diciendo todo esto sólo para
protegerme? ¿Realmente le mentiría al Rey y renunciaría a todo sólo por mí? Sé que dijo
que me ama, pero creo que no entiendo este tipo de amor.
O tal vez no creía que los elfos oscuros fueran capaces de eso.
Pero debe ser verdad, ¿no? Una pareja es algo sobre lo que los elfos oscuros no
mienten. Es para siempre, y saben qué clase de compromiso es ese. Es más que un
matrimonio. Se entrega a mí para toda la vida, pase lo que pase.
Trago saliva, dispuesta a protestar. Se ha dejado llevar por el momento y al cabo de

una semana se habrá olvidado de mí.
Pero entonces Keillon me agarra por los hombros y me hace girar. Sus ojos grises
buscan los míos, y puedo ver la intensidad en ellos. Arden con una pasión que nunca
había visto en los ojos de un elfo oscuro, sobre todo cuando me habían mirado antes.
Me acaricia suavemente los hombros con los pulgares y tengo que luchar contra un
escalofrío al sentir su piel sobre la mía. Hay tanta electricidad entre nosotros que es
imposible ignorarla. Es imposible que pueda tener esto con otra persona, ¿verdad?
Ya sé que no lo haré. Me pasaré la vida comparando a todo el mundo con él, echándole
de menos, deseando tenerle. Lo amo tanto que duele.
161
Entonces, ¿por qué creo que él no podría sentir lo mismo?
"Vanessa", dice en voz tan baja que estoy segura de que nadie más puede oírlo. Sus
manos me rodean los brazos y empiezo a temblar. Se me llenan los ojos de lágrimas y
tengo tanto miedo de romper este momento que contengo la respiración. "¿Quieres ser
mi compañera?"
Levanto la mano tímidamente para tocarle la mejilla y él se vuelve hacia mí. Me viene
a la mente la noche anterior, pero no es el sexo salvaje ni su confesión lo que me invade.
Es la forma en que me besó delante del Rey, la forma en que no le importó que nadie
nos viera porque debía tenerme en ese momento.
Y con esa imagen bailando en mi mente, le sonrío. "Sí".
Parpadea y se le afloja un poco la mandíbula. "¿De verdad?"
Asiento con la cabeza y suelto una suave carcajada. "Sí. ¡Sí! Por supuesto".
Lo rodeo con los brazos, y los de Keillon bajan hasta rodearme la cintura mientras me
aprieta contra su pecho. Cuando una de sus manos se posa en mi nuca, tirando
ligeramente de mi pelo, me inclino hacia atrás, ansiosa por tener sus labios en los míos.
Cuando el Rey habla, recordamos que no estamos solos. "Bueno, esto es... intrigante".
Separándonos, nos giramos para mirar al rey Kres, y dejo que mi mano se entrelace
con la de Keillon, no dispuesta a soltarlo aún.
Espero que Keillon se ponga rígido o le grite al Rey por llamar intrigante a nuestro
amor, pero para mi sorpresa, sólo asiente. " Una humana y un elfo oscuro", dice con una
suave sonrisa.
"Una vez llamaste a eso un concepto tonto de apareamiento".
"Yo era un tonto entonces".
162
El rey Kress frunce los labios mientras nos mira a Keillon y a mí, y mientras se echa
hacia atrás, relajando el cuerpo, asiente con la cabeza. "Para un verdadero compañero,
casi cualquier crimen es perdonable. Si estáis dispuestos a comprometeros el uno con el
otro ahora, ante mí, puedo perdonarla. Nadie la tocaría una vez emparejada, y
evitaremos otro desafortunado incidente como éste".
¿Ahora? Mi cuerpo se paraliza. Una cosa es que Keillon me llame su compañera. Otra
es esperar que se comprometa conmigo ahora. Es demasiado, y me giro para decirle que
no tiene que hacer esto por mí. Es un suicidio social -por no hablar de su carrera- estar
emparejado con una mujer humana.
Pero cuando le miro, ya me está observando con emoción en los ojos. "Sé que no es
perfecto, pero estoy listo para reclamarte como mía". Me aprieta la mano. "He sido tuya
desde aquella primera noche, y debería haberlo dicho antes. Esto nunca se trató sólo de
nuestro acuerdo".
Se me llenó la garganta de lágrimas mientras asentía. "No querría a nadie más".
Se vuelve hacia mí y toma mi otra mano entre las suyas. Apretándolas, me envió otro
voto de confianza. Keillon no hace esto sólo para protegerme o mantenerme en el
acuerdo. Me quiere de verdad, me desea, y aunque nuestro amor sea salvaje e intenso,
también es hermoso.
Y nunca quiero dejarlo ir.
"Hagámoslo", susurro.
Mi apuesto elfo sonríe y, sin apartar los ojos de mí, alza la voz para que el Rey lo oiga.
"Estamos más que listos, señor".
Juro que veo el fantasma de una sonrisa recorrer el rostro del rey Kres mientras nos
escucha, pero no dice nada sobre lo que piensa de nuestro emparejamiento. "Como Rey
163
de Liiandor, invoco a los dioses de abajo para que observen esta unión y las promesas
que vienen con ella".
No sé nada de casarme, ni como humana ni como elfa, pero cuando la boca de Keillon
se tuerce en los bordes, sé que me guiará a través de ello como me ha guiado a través
de todo lo demás.
"Vanessa", dice con claridad suficiente para que le oigan todos los presentes. "Cuando
te conocí, supe al instante que no eras como ninguna otra mujer que haya conocido. Me
has cambiado, y ahora, no puedo mirar el mundo de la misma manera. No sabría qué
hacer sin ti a mi lado".
Las lágrimas resbalan de mis ojos y él se detiene un momento para secármelas. Me

giro para besarle la palma de la mano y su respiración se agita. Me sorprende ver que le
brillan los ojos cuando levanto la cabeza.
"No puedo imaginar una vida sin ti, y por eso prometo hacer todo lo que pueda por ti.
Trabajaré cada día para hacerte feliz, para mantenerte, para ser el compañero que te
mereces. Quiero que mi vida sea un regalo para ti, una forma de cuidarte como siempre
deberían haberte cuidado".
Cuando termina, mirándome expectante, me doy cuenta de que la garganta me arde

demasiado por las lágrimas no derramadas como para poder hablar. Intento aclararme
la garganta, pero solo consigo forzar un sollozo hacia arriba, y la sonrisa de Keillon se
vuelve triste.
"¿No es esto lo que quieres?".
Niego con la cabeza, alzando la mano para tocar su mejilla mientras olvido por
completo dónde estamos. "Sí que lo es. No lloro por eso".
"¿Entonces por qué?" Su voz tiembla ligeramente y me doy cuenta de que se está
poniendo nervioso.
164
Me muerdo el labio y consigo pronunciar las primeras palabras sin derrumbarme.
"Porque no puedo creer la suerte que tengo". Respiro entrecortadamente, sin
molestarme en pensar las palabras que salen de mi boca. No quiero contenerme, y es
hora de que Keillon sepa todo lo que siento por él.
"Desde el día en que te conocí, nunca pude creer lo afortunada que soy. Eres un elfo
increíblemente guapo, valiente y generoso. Me has mostrado una faceta tuya que sé que
mantienes oculta, y esa confianza significa para mí más de lo que podría expresar con
palabras. Me has defendido cuando nadie más lo haría, y has abierto tu lado juguetón
mientras me perseguías por tu mansión. Me has enseñado tanto, no sólo sobre ti, sino
sobre la vida".
Los ojos de Keillon brillan de sorpresa y afecto, y sigo adelante, sin dejar que nada me
haga dudar de lo que estoy a punto de decir. "Sé que no eres tan duro como has dado la
impresión, y me encanta tu rudeza. Tienes un corazón bondadoso debajo de todo, pero
no te quiero a pesar de tu dureza exterior. Te quiero más por eso. Te quiero por cada
comentario sarcástico, cada mirada burlona y cada suave caricia que lo dice todo, y
prometo pasarme el resto de mi vida y más allá intentando demostrarte lo mucho que
me gusta todo eso".
Keillon parece ahogado y yo ni siquiera me molesto en ocultar mi sonrisa de

suficiencia. Como esperaba, suelta un comentario inteligente. "No era una competición,
¿sabes?". Su voz es demasiado estrangulada para que me crea que está haciendo algo
más que intentar disimular lo mucho que le afectaron mis palabras.
"Si lo fue, yo gané", susurro, apretando sus manos.
"No me cabe duda de que sois verdaderos compañeros", anuncia el rey Kres, y casi me
sobresalto. Me había olvidado de él. "Si los dioses de abajo lo desean, ¡vuestra unión
será completada!"
165
Todos hacemos una pausa, y no sé a qué estoy esperando. Pero entonces veo que los
reflejos de los espejos e incluso de algunas ventanas parpadean con una llama verdosa
que fluye por la superficie, calentándola hasta que las superficies parecen brillar.
El rey Kres se inclina hacia delante, sus ojos se abren de par en par, y los labios de
Keillon se entreabren de asombro. Se ríe, recuperándose ante el Rey mientras grita:
"¡Creo que hemos sido bendecidos!".
Eso saca al Rey de sus pensamientos y asiente. "Sí, creo que los dioses están muy
complacidos", dice, y casi me dan ganas de preguntarle qué habría pasado si me hubiera
matado a mí en su lugar, como un pequeño recordatorio. Dejo las palabras fuera de mi
boca cuando nos dice: "Podéis besaros, completando vuestra unión".
Keillon toma mi cara entre sus manos, bajando la cabeza. Justo antes de que sus labios
rocen los míos, susurra: "Siento que hayamos tenido que emparejarnos así. Ojalá hubiera
podido darte más".
Le rodeo el cuello con los brazos. "Soy feliz mientras te tenga a ti".
Lo atraigo hacia mí, saboreando su gusto, y justo cuando empiezo a perderme en él,
oigo al Rey detrás de nosotros. "No quiero interrumpir, pero creo que lo que está a punto
de suceder no debería ocurrir en mi salón del trono".
Nos separamos, mi piel se pone de un rojo furioso, y Keillon inclina la cabeza hacia el
Rey. Kres lo despide con una sonrisa. "Ambos sois libres de marcharos, y creo que lo
mejor es que abandonéis el palacio durante un tiempo".
Me río entre dientes cuando Keillon me saca de la sala del trono. Me coge en el pasillo,
me levanta en brazos mientras me besa, y cuando nos separamos sin aliento, susurro:
"Llévame a casa".
166
Capítulo 27
Keillon
No creo que consiga llegar al carruaje antes de arrancar esta ropa del cuerpo de
Vanessa. Lo de anoche fue maravilloso, pero nuestros besos tienen un nuevo punto de
desesperación, una necesidad de reclamarnos como nuevos compañeros.
No me importa quién nos vea mientras camino por el palacio con Vanessa en brazos,
sus piernas rodeando mis caderas y mi cara pegada a su cuello. Conozco estos pasillos
tan bien que ni siquiera necesito levantar la vista mientras me dirijo a la puerta principal.
En lugar de eso, mantengo toda mi atención en su cuerpo, mordisqueando su tierna piel
hasta que jadea.
"¡Kiellon!" Vanessa me agarra el pelo con las manos y tira con fuerza de los mechones
hasta que me arde el cuero cabelludo, lo que agrava mi palpitante erección. No me
extraña que le guste que la castigue. La mezcla de dolor y placer es demasiado deliciosa.
"¿Sí, mi dulce flor?" Mi voz es un suave ronroneo contra su piel, y la hace estremecerse
contra mí.
"¡Me estás volviendo loca! ¿No puedes esperar hasta que lleguemos a nuestro
hogar?"
Lo dice otra vez. Hogar. No tu mansión. No tu casa. Ella lo llama su hogar, y eso sólo
empuja mi necesidad de hacerla desmoronarse debajo de mí a niveles inimaginables.
167
"No", gruño mientras empujo las puertas delanteras con el pie. Mi carruaje espera al
pie de la escalinata, y uso mi magia para bajar los escalones y no tener que preocuparme
de dónde caen mis pies. "Te necesito ahora".
La puerta se abre de golpe con un movimiento de mi reposo y dejo a Vanessa sobre el

banco empenachado, clamando hacia el interior de la cabaña. En cuanto se cierra la
puerta detrás de mí, mi chófer arranca.
No pierdo el tiempo, agarro la parte delantera de la camisa de Vanessa y la levanto de

un tirón. La tela se rasga con facilidad y un suave suspiro sale de sus labios. Sé que le
gusta cuando estoy así de desesperado por ella, así que no me contengo.
"No tendré ropa cuando volvamos", protesta.
Mi polla se sacude y la agarro por la cara, tirando de ella para que me mire. "¿Estás
discutiendo mis decisiones?".
Saca la lengua y se la pasa por el labio inferior. Solo de verla se me contraen las pelotas.
Pero lo que hace que toda la sangre se oxide en mi erección es la forma en que sus
dientes se hunden en ese labio mientras sacude la cabeza.
"Lo siento", gime. "No me castigues".
Joder. Sabe lo que hace, pero la expresión lastimera de su cara me va a volver loco.
Sobre todo porque me ayuda a quitarle los pantalones mientras se los bajo con una
mano, sin soltarle la mandíbula ni romper el contacto visual.
Mis dedos recorren el interior de sus piernas y ella se estremece cuando rozo sus
pliegues resbaladizos para bajar por el otro muslo y volver a subir. Sus caderas se
sacuden y me doy cuenta de que se estremecería contra mí si no pensara que voy a
seguir provocándola.
"¿Te mereces que te libere?" le pregunto.
168
"Sí", grita, abriendo más las piernas.
Mis ojos se pierden entre ellas, y ella gotea sobre mis asientos. Si fuera menos
hombre, perdería todo mi autocontrol ahora mismo. En lugar de eso, dejo que mis dedos
hagan un perezoso círculo justo fuera de sus pliegues, evitando apenas su clítoris y su
dolorido centro.
"Has sido una buena chica", arrullo. "Tan buena ante el Rey. Quizá merezcas algo a
cambio".
"¡Por favor!" El tono desesperado de su voz hace que mi mano se mueva sin que yo lo
decida. "¡Joder!", grita cuando meto dos dedos en su interior, curvándolos para estirarla
y frotar sus paredes al mismo tiempo.
"Eso es, mi amor", le digo mientras suelto su mandíbula y bajo la mano hasta su pecho.
Pellizco su pezón y lo retuerzo mientras con el pulgar de la otra mano subo hasta su
clítoris.
Sus paredes se agitan alrededor de mis dedos mientras sigo bombeando, frotando la
delicada perla con el movimiento, y una gota de humedad se escapa de mi polla mientras
veo cómo la espalda de Vanessa se arquea de placer. Toma todo lo que le doy, lo bebe
con avidez, y me dan ganas de arrancarle los dedos y llenarla con mi polla en su lugar.
Pero estaba dispuesta a sacrificar su vida por mí, así que puedo aguantar unos minutos
más de rigidez para llevarla al orgasmo.
"YO... YO..." Sus palabras se pierden en su locura, y sonrío.
"Usa tus palabras, chica dulce".
"¡Tu boca!"
Tiro con fuerza de su pezón, lo suelto y veo cómo su pecho rebota. "¿Y qué pasa con
mi boca?"
169
"¡La quiero!" Casi grita mientras fuerza las palabras entre los pantalones. "Quiero tu
boca en mi clítoris".
Chasqueo la lengua y siento una oleada de calor entre las piernas. "Tan exigente con
esa boca inteligente". Le doy un golpecito en el clítoris y ella inspira bruscamente. "Me
las pagarás".
"Por favor, Keillon", gime Vanessa, y acerco mi boca a su vientre.
Despacio, voy mordisqueando su suave carne hasta que su cuerpo tiembla. Cuando
llego al punto entre sus piernas, casi vibra.
Aparto el pulgar y muevo la muñeca mientras le meto otro dedo. Sigo bombeando con
movimientos lentos y medidos, y acerco mis labios a su clítoris. Lo soplo suavemente y
veo cómo se le pone la piel de gallina con una risita.
"Ke... ¡Oh!"
Le chupo el clítoris con fuerza y acelero el ritmo con los dedos, y sé que está a punto.
Sus dedos arañan el asiento en busca de placer, su cuerpo se inclina bajo mis pies, y yo
continúo haciéndolo hasta que su respiración se entrecorta y estalla en un grito agudo.
Suelto el clítoris y continúo con los dedos, reduciendo la velocidad hasta que su
espalda vuelve a chocar contra el asiento. Saco la mano con un chasquido satisfactorio y
le sonrío suavemente mientras sus ojos se agitan.
"¿Es eso lo que querías, dulce muchacha?".
"Sí", murmura.
El carruaje se detiene de golpe, me arranco la camisa y levanto a Vanessa en brazos.

Le tiro de la camisa por encima de la cabeza, de modo que su cuerpo queda cubierto por
la gran extensión de tela, y la saco del carruaje y la llevo a mi habitación.
170
Se queda acurrucada en mis brazos y, cuando me arrodillo en el borde del colchón,
sus brazos me agarran. "No me bajes".
"Necesitas descansar", murmuro mientras le doy un beso en la sien. No ha abierto los

ojos desde el orgasmo y me doy cuenta de todo lo que ha pasado en el último día.
"Te necesito." Sus ojos azules se levantan lentamente para mirarme y siento que se
me corta la respiración, como siempre que me clava su aguda mirada. Una suave sonrisa
se dibuja en sus labios. "Aún no me ha tomado mi pareja".
Un gruñido agudo me atraviesa y la vuelvo a arrojar sobre la cama. Ella tira mi camisa
al suelo y yo me quito los pantalones. Mientras que el paseo en carruaje había sido una
lenta y delicada provocación, el frenesí que vivimos ahora es un asunto apasionado y
apresurado.
Vanessa tira de mí mientras me arrastro por la cama y sus talones se clavan en mi culo.
Hago una pausa mientras ella intenta atraer mis caderas entre sus piernas. "No quiero
precipitarme contigo."
Me aparta el pelo de los ojos. "Tienes toda la vida para provocarme hasta el olvido.
Sólo por esta noche, por favor dioses, fóllame hasta reventar".
Juro que he muerto y me he ido a Helias para tener una compañera como ella. Con un
rápido movimiento de caderas, empujo entre sus pliegues y su cuerpo me absorbe.
Vanessa suelta un grito ahogado cuando levanta las caderas para recibir mi embestida,
y yo mantengo una mano junto a su cabeza para no aplastarla. Con la otra, le clavo los
dedos en la cadera, manteniéndola quieta mientras le abro la rodilla con el codo. Su
cuerpo se abre para acogerme más profundamente y la aporreo.
Sus uñas se deslizan por mi espalda, empujándome mientras golpeo sus caderas.
Nunca he sido tan enérgico con ella, pero tiene razón. Quiero follármela a fondo, cogerlo
todo para mí. Esta es la primera vez que estoy con mi pareja, y aunque normalmente me
171
gusta el juego de la persecución, para provocar y bordear, esta noche, quiero ser
engullido por ella.
"¡Coño, Keillon!" Grita fuerte, y aunque toda la mansión puede oírlo, no es suficiente
para mí.
Me balanceo sobre mis talones, agarrando sus rodillas y empujándolas hacia su pecho
mientras la penetro más profundamente. Se retuerce debajo de mí, con el vientre
abultado mientras se la meto hasta el fondo y la sujeto.
"¡Es tan profundo!", jadea. "Keillon, no puedo... voy a.…". Sus palabras se interrumpen
con un grito agudo cuando la penetro profundamente, su cuerpo tiembla a mi alrededor,
y si no estuviera ya a punto de correrme, su orgasmo me habría obligado a hacerlo.
Vanessa se aprieta contra mí como nunca antes lo había hecho, y es casi doloroso
cuando aprieta mi polla. Su cuerpo se estremece a mi alrededor, sacando toda mi
liberación, y cuando caigo hacia delante, cogiéndole la cabeza, me recorre el pecho con
los dedos.
Le beso la coronilla, rodando hacia un lado mientras seguimos juntos, y ella pasa una
pierna por encima de mi cadera. Me mira a los ojos azules y me susurra: "Te amo".
"Y yo te amo a ti, mi dulce flor", le digo, apretándola más contra mi cuerpo.
Y siempre la querré.
Pero no tengo que decírselo.
172
Capítulo 28
Vanessa
Estoy más nerviosa de lo que esperaba, trayendo a Keillon para que conozca a mi
hermana. Keillon y Sandy son las dos personas que más quiero en este mundo, pero me
pregunto si... se llevarán bien.
La perspectiva de Keillon sobre los humanos ciertamente ha cambiado, pero sólo

hemos sido él y yo por un tiempo.
¿Sandy le caerá bien?
¿Le gustará él a Sandy?
Intento no preocuparme demasiado. Keillon ha hecho más que suficiente para

demostrarme su devoción, así que debería confiar en él. Confiar en que será amable con
Sandy.
"¿Estás listo?" Le pregunto a Keillon. Estamos frente a la puerta de mi antigua casa

con Sandy. He estado visitándola allí, hablándole de Keillon, queriendo facilitarle mi
nueva relación.
Fue todo un shock para mi hermana pequeña que estuviera saliendo con un elfo
oscuro. No entré en demasiados detalles sobre cómo Keillon y yo habíamos llegado a
estar juntos, pero le dije que él me quería y que era la razón por la que últimamente
podía cuidar de ella.
173
"Creo que sí", responde Keillon a mi pregunta. Apoyo las manos en su pecho y le miro
a los ojos. El gris frío me ayuda a calmarme y respiro hondo.
"Yo también lo creo", susurro. Keillon se inclina para besarme la frente antes de que
entremos en mi antigua choza.
Sandy está esperando con el Doctor. Él es quien la ha estado vigilando mientras yo la

preparaba para mudarse a nuestro nuevo hogar.
Al principio, la mudanza le causaba aprensión. Esta choza es el único hogar que ha

conocido, pero cuanto más le describía la belleza de los jardines que rodean la mansión,
y las diferentes habitaciones en las que podrá jugar.
Incluso le prometí que le dejaría elegir la habitación que quisiera que fuera suya (y por
suerte Keillon accedió a esa petición después).
Así que hoy será el día en que nos llevemos a Sandy con nosotros. Mis visitas han
incluido algo de equipaje. Como teníamos tan poco dinero, no acumulamos mucho, pero
quería asegurarme de que Sandy tuviera todo lo que necesita cuando se vaya.
Camino delante de Keillon mientras nos acercamos a Sandy.
Me arrodillo y Sandy corre a mis brazos para abrazarme. La abrazo con fuerza,
agradeciendo a los dioses que esté tan bien.
Noto que la cara de Sandy se mueve y su boca se acerca a mi oído.
"¿Es el elfo?" Sandy se ha estado refiriendo a Keillon como "el elfo". Parece asustada
de decir su nombre. Sospecho que es por los años que le han dicho que ni siquiera mire
a los elfos oscuros a los ojos.
Es un gran paso que se refiera a Keillon.
174
Echo la cabeza hacia atrás para poder mirar a Sandy a los ojos. Sus ojos azules
coinciden con los míos y están muy abiertos por la curiosidad.
"Sí, Keillon es mi compañero", le susurro. "¿Quieres saludarlo?" Los ojos de Sandy

pasan de mí y miran a Keillon. Sigo su mirada. No le mira directamente a la cara, sino que
posa su mirada en su pecho.
Siento que su manita me aprieta el brazo. Miro a Keillon y asiento con la cabeza,
indicándole que puede acercarse.
Cuando se inclina a mi lado, Sandy se apoya en mí. Le froto la espalda para

tranquilizarla.
"Hola", empieza Keillon. "¿Te llamas Sandy?"
Sandy me mira en busca de permiso, y yo sonrío para hacerle saber que puede hablar.
Vuelve a mirar a Keillon antes de asentir y esconder la cara en mi brazo.
Tenía la sensación de que Sandy sería tímida con Keillon porque es un elfo oscuro,
pero hasta ahora está haciendo un buen trabajo.
Keillon se lleva la mano al bolsillo y oigo un crujido. El ruido llama la atención de Sandy,
que asoma la cabeza y fija los ojos en el caramelo que Keillon tiene entre los dedos.
"¿Tu hermana me ha dicho que te gustan los dulces?". Antes de venir a casa, Keillon
había pasado por una confitería. Le ayudé a elegir algo que sabía que le gustaría a Sandy.
"¿Quieres uno?" Sandy empieza a extender la mano, pero luego la aparta

rápidamente. Keillon sonríe y abre el caramelo. Se lo mete en la boca.
"Está muy bueno", comenta. Se saca otro del bolsillo y se lo tiende. Esta vez, Sandy se
apresura a coger el caramelo de Keillon.
175
Keillon y yo observamos a Sandy mientras mira hacia abajo y desenvuelve lentamente
el caramelo. Lo enrolla entre los dedos durante unos segundos. No solemos comer
caramelos por lo caros que son.
Después de admirar la golosina, Sandy se la mete en la boca. Sonríe mientras lo chupa.
"¿Dije la verdad?" pregunta Keillon.
"¡Sí!" murmura Sandy entre dientes. Me río de su repentino entusiasmo.
Nos levantamos del suelo y tomamos asiento. Sostengo a Sandy en mi regazo mientras
Keillon se sienta a nuestro lado. Sandy se abre un poco más, ya no está tan tensa.
Balancea los pies de un lado a otro mientras Keillon le hace todo tipo de preguntas.
Le pregunta qué le gusta, a qué juega, qué cosas le interesan. Sonrío porque ya le he
contado a Keillon mucha de esta información porque quería ponerle al día de todo lo
relacionado con Sandy.
Pero aquí Keillon se relaciona con Sandy sólo porque quiere hablar con ella. Conectar
con ella.
Keillon ha recorrido un largo camino. La actitud que tenía hacia los humanos cuando
nos conocimos, que somos meros esclavos, ha desaparecido. Si no hubiera estado allí
para presenciarlo, la evolución de Keillon me habría parecido imposible.
Me hace preguntarme si hay esperanza de un Liiandor mejor. Quizá sea un sueño

elevado y un poco ingenuo por mi parte, pero presenciar el cambio de Keillon me da
esperanzas.
Miro al Doctor, que nos observa a los tres con interés. Beso a Sandy en un lado de la
cabeza y le digo que siga hablando con Kellion mientras yo hablo con el Doctor.
"Hola, doctor", susurro. Cruzo los brazos sobre el pecho, sintiéndome un poco
cohibida.
176
"Hola, Vanessa. Me alegro de verte".
"Gracias por cuidar de Sandy".
"Por supuesto", sonríe. Los dos miramos a Keillon y Sandy hablar. "¿Eres feliz?"
La pregunta del Doctor me sorprende un poco, pero tiene sentido. Siempre ha estado
pendiente de mí, preocupado por mi seguridad y la de Sandy.
Asiento a la pregunta del Doctor.
"Sí, lo soy". El Doctor no parece convencido y mira a Keillon.
"¿Y él te quiere? ¿Tú le quieres?"
"Nosotros nos amamos. Keillon me pidió que fuera su pareja delante del Rey", le
revelo. Los ojos del Doctor se abren de par en par ante mi confesión. Me lo había
guardado para mí, pero quiero demostrar que Keillon siente verdadera devoción por mí,
que va más allá del interés pasajero que los elfos oscuros muestran por los humanos.
El Doctor suspira.
"No puedo decir que apruebe, ni siquiera que entienda del todo lo que está pasando,
pero confío en que sabes lo que haces, y sé que nunca harías nada que hiriera a Sandy".
Si no creyera en Keillon, no le presentaría a Sandy ni haría que viniera a vivir con

nosotros. Creo que es un hombre cambiado que nos dará a mí y a mi hermana una vida
mucho mejor.
Una con amor.
"Te mereces toda la felicidad del mundo, Vanessa, y espero que la consigas", termina
el Doctor. Al borde de las lágrimas, le doy un abrazo.
177
"Gracias", respiro. "Gracias por todo". El Doctor se despide cordialmente de Sandy
antes de marcharse. Me había preguntado si habría algo que pudiera hacer para
agradecerle todo lo que ha hecho por mí y por Sandy, pero cuando se lo planteé, me dijo
que no me preocupara.
Es un verdadero ángel en los barrios bajos y sé que mejorará la vida de todo aquel a
quien toque.
Keillon, Sandy y yo recogemos el resto de las cosas de Sandy para prepararnos para
volver a nuestro nuevo hogar.
"¿Podemos tener un minuto?" pregunto.
"Por supuesto", asiente Keillon, saliendo de la casa. Tomo la mano de Sandy y

caminamos por las pocas habitaciones de la choza. No es un paseo largo, pero tiene
mucho peso. Nos despedimos de las paredes que habían sido nuestro refugio durante
los últimos años.
No era grandioso ni magnífico, pero era donde había criado a mi querida hermana, y
había buenos recuerdos. Uno que habíamos hecho juntos.
"¿Cómo te sientes, Sandy?"
"Estoy bien", responde ella. Este es el final de un capítulo de nuestras vidas, pero sé
que lo que viene a continuación será mucho mejor. Para los dos.
Nos reunimos con Keillon fuera, donde nos está esperando. Se da la vuelta cuando nos
acercamos.
"¿Estás lista?", pregunta. Respiro hondo, exhalando un pasado al que me había

aferrado tanto tiempo. Agarro la mano de Keillon, de modo que lo sujeto por un lado y
a mi hermana por el otro.
"Creo que sí", respondo.
178
"Yo también lo creo, flor", sonríe.
179
Capítulo 29
Keillon
"Hay una parte de la casa que aún no hemos explorado", le digo a Vanessa mientras
la conduzco escaleras arriba.
No le había dicho a Vanessa que había mandado construir una casa para los tres. No
me parecía que mi mansión tan cerca del palacio y de otras partes peligrosas de Liiandor
fuera buena para ellas. En lugar de eso, intenté pensar en todo lo que Vanessa y su
hermana pudieran querer o necesitar y tenerlo en la nueva casa justo a tiempo para
nuestro regreso.
Les di a ella y a Sandy una gran visita por la primera planta, pero después de enseñarle
a Sandy su propia habitación, que es más grande que la antigua casa de Vanessa,
perdimos a su hermana.
Me reí al ver cómo Sandy abría el armario y revolvía los cajones, emocionada. Nunca
había tenido tanto y me alegraba de poder dárselo, aunque Vanessa parecía un poco
avergonzada. Había alejado a mi compañera después de aquello para dejar que su
hermana explorara más en paz.
Y tal vez no estaba tan acostumbrado a tener que quitarle las manos de encima.
"Te has superado", me dice.
180
Niego con la cabeza. "No, esta casa es sólo un pequeño regalo para ti". La cojo por la
cintura y la giro para que me bese. "No es nada comparado con lo que has hecho por
mí".
Vanessa pone los ojos en blanco mientras se separa de mí, pero el tinte de su piel me
dice lo mucho que eso significa para ella. Eso es lo que me gusta de mi pequeña flor: es
feroz y dulce a partes iguales.
Abro de par en par la puerta del dormitorio principal y le hago un gesto para que entre.
Sus ojos se abren de par en par al entrar y sus dientes se hunden en el labio inferior.
La había diseñado siguiendo el modelo de la habitación del palacio donde le confesé

mi amor por primera vez. El cuarto de baño es idéntico, ya que me di cuenta de que
estaba perfectamente diseñado para complacer a mi compañera, y aunque añadí
algunos toques personales al dormitorio, está claro que ella puede ver las similitudes.
"Keillon", murmura, tocándose los labios como si no estuviera segura de qué decir.
"Oh, vaya".
"¿Te gusta?" pregunto tentativamente.
Vanessa se da la vuelta y se detiene en medio de la habitación para mirarme fijamente.

Sus ojos azules buscan los míos y salta hacia mí. La atrapo, la atraigo hacia mí y sus
piernas se cierran en torno a mis caderas.
Le acaricio el culo y su cuerpo se amolda a mí como si estuviera hecha para mí. Estoy
casi seguro de que así es.
Sus manos me acarician las mejillas y me detiene cuando agacho la cabeza para
besarla. Hago una pausa y enarco las cejas. "¿He hecho algo mal?"
181
Niega con la cabeza, con la mirada fija en mi boca. Me doy cuenta de que me desea
tanto como yo a ella. No nos habíamos quitado las manos de encima desde que nos
conocimos, y esta habitación me trae muchos recuerdos.
"No, es que no quería estropear la visita". Me mira por encima del hombro un instante
y me doy cuenta de lo que está pensando. "¿Ese es el baño?"
Asiento con la cabeza, tragando saliva mientras le acaricio el culo. "Sí, y creo que
necesitas una ducha. Estás sucia".
Ella me sonríe, y los dos sabemos que no lo está. Sólo quiero quitarle la ropa y meterla
en el agua caliente.
Vanessa me sigue el juego. "Yo también lo creo". Me suelta la cara y se agarra el

dobladillo de la camisa. "Tu chica sucia", ronronea mientras se la arranca por la cabeza,
y madre mía, nunca he estado más duro.
La llevo al cuarto de baño contiguo mientras me quita la túnica y, cuando la pongo de

pie para abrir el grifo, me arranca los pantalones. Sus dedos se aferran a mi erección y
gimo antes de girarme para levantarla de nuevo.
Le arranco los pantalones del cuerpo y me abro paso bajo el agua con los hombros,
justo cuando capturo su boca. Vanessa suspira contra mí y le muerdo el labio inferior.
Está sensible de tanto preocuparse por Sandy, pero no protesta cuando tiro de él.
Cuando la aprieto contra la fría baldosa, empieza a retorcerse y yo la agarro del pelo,
echándole la cabeza hacia atrás para que me mire fijamente. "¿Se está volviendo mi
florecilla demasiado peleona? ¿Necesita que le recuerde quién manda?".
Sus ojos brillan de excitación y el calor se apodera de mí cuando sisea: "Sí".
182
Suelto una risita y Vanessa cae de rodillas inmediatamente. Echa la cabeza hacia atrás,
con la boca abierta, y espera a que le meta la polla hasta la garganta. Me doy cuenta
demasiado tarde de que ése era su plan. Sabía que le diría que lo hiciera como castigo.
"Qué chica más sucia", le arrullo mientras le acaricio la nuca. "Querías esta polla,
¿verdad?"
Asiente, con los ojos fijos en mí mientras me acaricio. Le doy con la punta en el labio
inferior y suelta un suave gemido. "Dilo", le ordeno, y joder si no es una visión mientras
sus piernas se aprietan por mi tono. Sigo pensando que no podría querer más a esta
chica, pero cada día encuentro una nueva razón para no dejarla marchar.
"Quiero tu polla", me dice con esa voz suave e inocente que sé que es una maldita
mentira.
"Enséñame lo que puedes hacer".
Vanessa se lanza con entusiasmo, me agarra la base de la polla con una mano y me
toca los huevos con la otra. Mueve la lengua alrededor de la cabeza, chupando
suavemente antes de hundirla de repente.
"¡Joder!" Gruño, mi mano vuela a la parte posterior de su cabeza.
Pero no tengo que mover las caderas. Ya está trabajando mi longitud con sus labios,
empujándome hacia su garganta una y otra vez hasta que juro que voy a acabar en un
tiempo récord.
Sigue haciéndolo, y cuando mis pelotas se agitan, sus manos vuelan hasta mis caderas
y me entierra profundamente en su garganta. Tararea suavemente y noto que el
orgasmo empieza a recorrerme la espalda.
La agarro por la cabeza y la echo hacia atrás, y en su cara se dibuja un gesto de

decepción. Es tan hermosa que casi vuelvo a enterrarme en su garganta.
183
"Ponte de pie", le digo.
Se levanta y le doy la vuelta para que apoye las manos en la pared. Se levanta sobre
las puntas de los pies, agitando el culo en el aire, y le paso la mano por el trasero
regordete.
"¿No te ha gustado?", me pregunta en voz baja, y noto un matiz de inseguridad en su

voz.
Le doy un beso entre los omóplatos. "Oh, dulce chica". Sigo los besos por la base de
su columna antes de alinearme detrás de ella. "Estaba a punto de correrme en tu
garganta." Con un movimiento hacia delante, empujo profundamente dentro de ella y
gime. "Pero la primera vez que te llene en esta casa, quiero que sea aquí". Empujo más
profundo para enfatizar. "Quiero reclamarte primero".
"Oh", jadea, y eso es todo lo que consigue mientras intenta mantenerse erguida con
mis embestidas.
Sus piernas empiezan a temblar cuando la embisto y le rodeo la cintura con un brazo,
levantándola para que me apriete la espalda contra el pecho. Con la otra mano, agarro
la parte posterior de uno de sus muslos y lo coloco sobre mi brazo para sostener su peso
y conseguir un mejor ángulo.
"Keillon", grita cuando la penetro y sonrío.
"¿Sí, mi dulce flor?"
"Joder, qué bien se siente".
Le doy otro empujón experimental y vuelve a gritar. Me preocupaba que fuera

demasiado profundo, pero parece que mi compañera no se cansa de mí.
"¿Te vas a correr por mí, cariño?". Le pregunto.
184
"Yo..." Aprieta los dientes mientras jadea con cada embestida. "Estoy tan cerca".
"Puedes tocarte", la animo. Normalmente, mi chica no necesita hacerlo, pero su
maldita garganta me ha llevado demasiado cerca de mi límite.
"Te deseo", gime, y yo me inclino y acerco mis labios a su garganta.
Le doy un mordisco en la piel y le muerdo el lóbulo de la oreja mientras muevo el brazo

que la sujeta contra mí hacia abajo. Mis dedos rozan su clítoris mientras susurro: "Lo que
quieras".
Le pellizco el clítoris y ella da un respingo, casi cayéndose de mis brazos. Me río

suavemente antes de empezar a frotar con fuerza alrededor de su sensible perla. Pongo
los pies en el suelo y acelero el ritmo, penetrándola profundamente.
Sé cuándo va a correrse Vanessa antes de que lo haga. Sé leer su cuerpo, y ella ni

siquiera puede decírmelo antes de gritar, apretando mi polla y forzando la liberación que
he estado conteniendo.
Dejo caer su pierna y la empujo hacia mí para llenarla al máximo. Suelta los gemidos
más dulces mientras mueve las caderas, forzando con sus movimientos la liberación de
los dos.
Le doy un beso en la sien, esperando a que baje, y cuando echa la cabeza hacia atrás
para encontrarse con mis labios, salgo de ella. Vanessa me dedica una de sus
impresionantes sonrisas y bromea: "Ahora sí que necesito una ducha".
Cojo el jabón y enarco las cejas con una sonrisa sugerente. "Déjame ayudarte".
Ella asiente y yo me arrodillo ante ella, masajeando su cuerpo mientras la limpio.

Tardamos casi una hora en terminar la ducha de tanto... bañarnos.
185
Capítulo 30
Vanessa
No esperaba pasar nuestro aniversario así.
Para ser sincera, no había pensado mucho en cómo pasaríamos Keillon y yo nuestro
primer aniversario juntos. Nunca había sido tan ilusa como para pensar que alguna vez
me casaría o me emparejaría como para tener ese tipo de fantasías, pero con mi
magnífico compañero, me he estado empapando de él.
Fue él quien sacó el tema, lo que me habría sorprendido hace un año. Desde entonces
he aprendido que él es el más considerado de los dos.
Yo siempre he sido una persona considerada, pero él es el tipo de elfo que recuerda
lo mucho que le gustó a Sandy aquel pastelito del mercado el mes pasado y se asegura
de desviarse a casa para comprar la mitad de las existencias del comerciante. Y nunca
dice nada. Simplemente se lo deja en su salón como si hubiera aparecido
misteriosamente.
Es de los que me preparan un baño cuando fuera hace frío porque se ha dado cuenta
de que prefiero las duchas largas y los baños de burbujas a acurrucarme bajo las mantas,
aunque nunca lo haya dicho.
Keillon es observador y se toma muy a pecho todo lo que hago.
186
Lo que me hizo sentir mucho peor cuando me preguntó qué quería hacer por nuestro
aniversario. No es que lo haya olvidado. Simplemente no había pensado en planear nada,
y cuando se me escapó que tenía una sorpresa para él, supe en un segundo que había
cometido un error.
No hay forma de que pueda estar a la altura de lo que Keillon planee. De hecho, estoy
segura de que sigue planeando algo. Si organizo un picnic al atardecer junto al estanque,
tendrá nuestra habitación cubierta de mis flores favoritas, con un baño preparado y
preciosas luces flotantes proyectando un resplandor sobre la habitación lista para
cuando volvamos.
¿Cómo se supone que voy a competir con él?
"¿Vanessa?"
Levanto la cabeza y me doy cuenta de que la doctora Rey me está mirando. Era la
mejor doctora humana que pude encontrar a este lado de Liiandor, y aunque sé que
Keillon puede permitirse curanderos -estoy bastante segura de que hay algunos de
guardia en nuestra casa-, quería ver a un médico humano.
"¿Perdón?"
Sonríe. "Mucha gente también está un poco ida cuando viene aquí. He dicho que te
he hecho las pruebas".
Asiento con la cabeza. Cuando vine a hablarle de mis síntomas, me dijo que necesitaría
una muestra de orina y de sangre para determinar realmente lo que me pasaba. La
doctora Rey es uno de los raros médicos con suficiente acceso a la medicina como para
hacer pruebas, aunque no entiendo qué son exactamente.
"¿Quieres saber lo que he encontrado?", me incita.
Me levanto, obligándome a concentrarme. "Sí, por favor.
187
"Estás embarazada."
Se me abren los ojos y se me desencaja la mandíbula al mirarla. No es que no se me
hubiera ocurrido, pero no deja de ser sorprendente. Entonces, un calor me recorre el
cuerpo, me levanto de la mesa y corro hacia la puerta.
"¡Gracias, doctora!" grito mientras salgo corriendo a las bulliciosas calles de Liiandor.
Me rodeo el vientre con los brazos y me miro el cuerpo. La emoción me recorre el

cuerpo y me doy cuenta de que tengo mucho que hacer antes de esta noche.
"Te has superado a ti misma", me dice Keillon mientras tiro de él hacia la cima de la
colina que domina todo Liiandor. La puesta de sol es preciosa, y me acomodo en la manta
donde está nuestro picnic.
"Creo que no he hecho lo suficiente", le confieso.
Me coge la cara con las manos y se arrodilla. "Tu presencia es todo lo que necesitaba.
Todo lo demás es demasiado". Me da un beso en la frente, en la punta de la nariz y luego
en los labios.
No puedo evitar sonreírle cuando dice cosas así. A veces pienso que es curioso lo
diferentes que son las dos caras de Keillon. A veces puede ser tan rudo y otras veces no
es más que dulce.
Va a ser un buen padre.
"¿No hay vino élfico?", pregunta mientras mira la cesta.
Tengo que esforzarme para no sonreír. "Supongo que olvidé ponerlo en la lista".
188
Lo ignora y en su lugar saca una botella de agua con gas. "Ah, bueno. No la
necesitábamos".
"¿Quieres hacer los regalos antes o después de cenar?". le pregunto, intentando no

parecer demasiado ansiosa.
Los ojos de Keillon brillan mientras me asimila. "Voy a decir antes porque parece que
estás a punto de reventar".
Suelto una risita. No puedo evitarlo. Estoy nerviosa. "¡Culpable! ¿Qué me has
comprado?".
"Eres difícil de comprar", refunfuña mientras se saca una caja del bolsillo y me la
ofrece. "Pero he oído hablar de una pequeña tradición humana...".
Abro la caja y encuentro un precioso anillo en el centro. Es un anillo negro y grueso

que brilla cuando le da la luz, y en el centro tiene engarzado un diamante de buen
tamaño.
"Keillon..." Se me llenan los ojos de lágrimas al darme cuenta de a qué se refiere. Yo

también he oído que algunos humanos usan anillos para simbolizar su amor, colocándolo
en la mano izquierda, donde hay una vena que lleva al corazón. "Es precioso".
"Déjame verlo en ti, mi dulce flor".
Le tiendo la mano y me lo pone en el dedo. Encaja a la perfección y jadeo suavemente.

"Queda aún mejor en mi mano".
Me lleva los dedos a la boca y me da un ligero beso en cada nudillo. "Así es".
"¡Me toca a mí!" chillo, soltándome de él, y sus cejas se levantan.
"¿Crees que me has superado?".
Le tiendo una caja plana y cuadrada. "Puede que sí".
189
Keillon se ríe mientras la coge y abre la caja. Por un momento, se queda mirando el
contenido y, despacio, levanta el primer objeto. Es un pequeño gorro de punto con rayas
doradas y verdes, los colores del emblema de su familia.
"¿Vanessa?" Mira entre el gorro y yo. "No creo que me quede bien, mi amor".
Sonrío más. "Sigue".
Saca la pequeña manta a juego. Al darle la vuelta, ve el escudo de la familia en una

esquina y respira entrecortadamente. Estoy segura de que se ha dado cuenta en cuanto
ha abierto la caja, pero espero a que lo procese.
"Vanessa..." Sus ojos grises se levantan hacia los míos y se arremolinan con un torrente
de emoción. "Soy... Eres..." Sacude la cabeza. "Necesito oírlo".
Me pongo de rodillas y gateo hasta acomodarme en su regazo. Tomo una mano, la

presiono sobre mi estómago y susurro: "Estoy embarazada".
Nunca me preocupó la reacción de Keillon, pero la forma en que se ilumina me llena

de alegría. Me mira el vientre y nuestras manos unidas y, de repente, exclama: "¡Santas
Helias! Voy a ser padre".
Suelto una risita, sacudiendo la cabeza. "¿Qué es 'Helias'?"
Hace una pausa, mirándome fijamente. "Has vivido en Liiandor toda tu vida, ¿y no
sabes lo que es Helias? ¿Las bendiciones de los dioses en el más allá? ¿El lugar soleado y
pecaminoso para vivir la eternidad si les complacemos?".
"El Cielo", digo, aunque dudo de mí mismo. "Los humanos dicen mucho Cielo".
Frunce la nariz. "¿Qué demonios es el Cielo?"
"Creo que es lo mismo". Frunzo los labios. He pasado toda mi vida rodeada de
humanos, evitando a los elfos oscuros, y muchos humanos de la ciudad baja aún
190
practican viejas religiones en secreto. Supongo que es ahí donde lo he oído. He evitado
tanto a los elfos oscuros que nunca he oído nada más allá de lo básico de sus Trece, e
incluso de lo que me contaron otros sirvientes.
Keillon sacude la cabeza. "Helias es para los elfos oscuros más fuertes y sus parejas.
No puede ser lo mismo. Un elfo oscuro honorable va a Helias y un cobarde egoísta e
irreflexivo va a Glacies para ser atormentado. El Cielo no tiene sentido. ¿Qué significa
eso?"
Entrecierro los ojos. "Que no hayas oído hablar del Cielo antes no significa que no sea
real. He oído a elfos oscuros referirse al Infierno antes. Es el equivalente humano de
Glacies".
Mi compañero me mira fijamente. "Debemos educarte sobre los Trece más a fondo
antes de que nuestro pequeño esté aquí".
"¿Y si quiero enseñarle otras cosas?"
"Será un guerrero. Debe traer honor a los Trece".
Le doy una palmada en el pecho. "Creía que habías superado tu fase de 'testarudo y
siempre tienes razón'".
Me coge la mano. "No puedo evitar tener razón".
Keillon me quita la otra mano del aire antes de que le dé otro golpe. "Puedes ser tan
insufrible."
"Y sin embargo, llevas mi descendencia".
"Tal vez no sea tuya", me burlo, sólo para ponerme en su piel. No me importa cómo
llame al más allá mientras esté con él, pero odio cuando es un sabelotodo y quiero que
nuestro aniversario se centre en cosas más importantes. "Te has ido demasiado".
191
Tal y como esperaba, Keillon se enfada. Me da la vuelta y me golpea la espalda contra
el suelo mientras se cierne sobre mí. "¿Qué has dicho?", gruñe.
Me levanto para pellizcarle el labio inferior. "Estaba bromeando. No dejaría que

ningún otro hombre se metiera entre mis piernas".
"Ese es un juego peligroso al que tú y tu sabelotodo estáis jugando".
"Quizá sea porque hace tiempo que no me castigan como es debido". El calor me
inunda las piernas al decirlo. "Tendrás que recordarme quién manda".
Mi compañero enseña los dientes y siento un escalofrío. "Con mucho gusto."
192
Capítulo 31
Keillon
No estoy necesariamente sorprendido de que me llamen al estudio del Rey. Solía estar
aquí semanalmente, pero eso era cuando era general.
He sido despojado de ese título y no me molesta. No cuando me dio a Vanessa.
No me molesto en llamar a la puerta del rey Kres. Me está esperando, y a pesar de lo

ocurrido con su hijo, que sé que ni siquiera le cae tan bien, eso no ha destruido la relación
que hemos construido.
Abro la puerta de un empujón y veo al Rey sentado detrás de su escritorio. No levanta

la vista, aunque no espero que lo haga, así que me acerco a la silla que tiene delante, en
la que probablemente he pasado más tiempo que nadie, y me desplomo en ella.
Estoy acostumbrada a que Kres esté tan absorto en su trabajo que ni siquiera se fije
en mí, así que me estiro, esperando a que por fin levante la vista. Pero hay algo raro en
él. Está tenso, con los hombros demasiado tensos y la mandíbula muy apretada.
Me inclino hacia delante, sin saber si debo decir algo, cuando sus ojos se clavan en los
míos. "Tenemos un problema".
Parpadeo, confusa. "¿No es algo que deberías hablar con tu nuevo general?"
193
Me aparta con un gesto. "Ahora que has reclamado a tu compañera, todo puede
perdonarse. Además, sé que no puedes ser teniente. Masacrarías a cualquiera que se
interpusiera en tu camino, y yo sólo sería un hombre menos".
Sonreiría si pensara que está bromeando, pero puedo ver la mortal seriedad en sus
ojos. Ambos sabemos que lo que dice es cierto, pero no es sólo eso. Hay algo que está
realmente mal.
"¿Señor?"
"Las cosas están cambiando en Liiandor". Se echa hacia atrás, suspirando por lo bajo.
"Quise ignorar las señales, pero ahora ya no puedo. No hay forma de acallar el malestar.
Demasiada gente lo sabe".
Enarco las cejas. He estado tan absorta en mi compañero y mi nueva familia que no
sé de qué está hablando. ¿Hay rumores que provocan un levantamiento?
"¿Qué se dice?"
Kres aprieta la mandíbula, el músculo se le eriza de lo fuerte que la aprieta. Nunca lo

había visto así. "Se ha avistado una criatura pálida". Ante mi confuso silencio, añade: "Un
antiguo ser con alas. Lo único que podría causar inquietud entre los elfos oscuros".
Ahora, no estoy seguro de lo que le ha pasado al Rey. Suele ser un hombre racional,
pero ahora parece un demente.
"Señor, no hay nada que no podamos manejar. Puedo empezar a rastrear ahora. Sólo
dígame dónde fue vista esta criatura por última vez, y la buscaré para que podamos
obtener respuestas".
Kres suele ser rápido con los planes, pero se me queda mirando con los ojos en blanco.
¿Está asustado? ¿Resignado? No lo sé, pero su expresión no es la de un rey.
Nunca antes había mostrado un lado así, ni siquiera a mí.
194
"Era un vrakken".
Durante un segundo me quedo atónito, pero en cuanto la palabra se procesa en mi
cabeza, liberando un recuerdo, suelto una carcajada. No es mi intención, pero parece
tan nervioso, tan alterado, ¿y por qué? ¿Por un mito? Un cuento de miedo para niños.
Sacudo la cabeza. "Señor, no puede hablar en serio. ¿Todo el mundo está alterado por
un mito? Probablemente fue uno de esos humanos. Tal vez Nielmor se hizo un nuevo
monstruo". El maestro de circo es conocido por tales actividades.
"Nielmor está muerto", escupe. "Probablemente a manos de ese engendro, que no es

un mito ni un cuento infantil".
"Tal vez una vez caminaron por este planeta, pero-" Extiendo las manos. "¿Dónde han
estado? Nunca he visto ninguno y he recorrido toda Protheka".
Kres se levanta de la silla y camina hacia las ventanas de la pared del fondo. Me giro
en la silla, le sigo con la mirada y temo que se haya desquiciado. No hay nada en sus
movimientos que me indique que ha perdido la cabeza, pero sus palabras...
No pueden ser reales, ¿verdad?
"Los vrakken son la especie más antigua de este planeta. Algunos dicen que son
incluso más antiguos que los elfos oscuros, que fuimos creados para expulsar a las bestias
de un planeta que no les pertenecía". Sus ojos están en el cielo, y su nariz se arruga
mientras dice: "Fracasamos. Las criaturas aviares eran más fuertes de lo que
pensábamos, y aunque no se adaptaban a nuestra forma de vida por su debilidad al sol,
resistieron en la guerra".
Sus ojos se clavan en mí, y la emoción que arde en ellos me retiene en mi sitio. "No
sabemos qué fue lo que realmente los alejó, pero huyeron bajo tierra. Hicieron un túnel
bajo la superficie, y sólo podíamos esperar que se encontraran con los Trece para que
fueran borrados de la existencia."
195
"¿Pero no lo fueron?" Mi tono rebosa escepticismo.
"Si uno fue visto, entonces no. No debieron serlo. Deben de haber estado bajo la
superficie, recuperándose y reagrupándose". Da unos pasos hacia mí y me pongo tensa.
"Me temo que vienen a por la guerra".
"¿Qué hacemos?" Respiro.
No estoy seguro de creerle. Voy a tener que investigar por mi cuenta, además de
escuchar las divagaciones de un Rey que ya se encuentra bajo una inmensa presión.
Entre el espía y las constantes luchas intestinas, Liiandor ya está bastante tenso.
Si hay una criatura que tan pocos conocen aterrizando aquí y matando a elfos oscuros
superiores, estamos en problemas. No tengo ni idea de cómo luchar contra una criatura
antigua, y si ya salimos a duras penas vencedores de una guerra una vez, no estoy seguro
de estar preparado para enfrentarme a otra.
Pero siempre lucharé por mi país.
Y por mi familia.
Kres vuelve a apretar la mandíbula mientras sigue mirando por la ventana. "Una vez
los hicimos pasar a la clandestinidad. Lo volveremos a hacer".
No sé qué decirle. Tengo claro que si un oponente está dispuesto a volver, entonces
no somos tan fuertes como Kres intenta decir. Tenemos muchas luchas que afrontar en
la superficie, y ahora también nos atacan desde abajo.
"Señor." Me levanto de la silla para mirarle. "¿Sabe cuántos tienen?"
Sacude la cabeza. "Los Vrakken se multiplican fácilmente, y no mueren. No pueden.

Pueden ser reducidos a la nada, pero seguirán viviendo, curándose, así que su número
no ha hecho más que crecer. Aunque no es probable que tengan un ejército tan grande
como el nuestro".
196
Aprieto los dientes. "¿Permiso para hablar libremente?"
Me levanta las cejas. "¿Cuándo te has mordido la lengua?".
No le digo que lo he hecho en toda la conversación. Me quedo mirándole expectante

hasta que asiente.
"Si esto es una amenaza, tenemos que empezar a tirar de recursos. Necesitamos más
información, más hombres entrenados. ¿Deberíamos contactar con los reinos de Oshta?
Seguro que con la ayuda de las otras naciones podemos vencer esta amenaza antes de
que nos dominen".
Resopla. "Oshta sólo tiene elfos oscuros débiles. Beben hasta emborracharse y se
pierden en los humanos". Podría estar describiendo a Liiandor, pero tampoco digo eso.
"No, planearé algo antes de que esos bastardos supongan una amenaza real para
nuestras tierras. Los derrotaremos nosotros mismos, demostrando que nuestro reino es
el más grande de Protheka".
Me paro, incapaz de moverme mientras proceso lo que está diciendo. Prefiere caer
como nación antes que pedir refuerzos. Seguramente, no puede hablar en serio.
Pero nada indica que esté bromeando conmigo. Kres realmente ha perdido la cabeza.
Tal vez fui un tonto al creer lo que dijo sobre el vrakken. Tal vez debería renunciar al
propio ejército si este es el tipo de batalla para la que nos está preparando.
Hay demasiados pensamientos pululando por mi mente, así que me quedo quieto
hasta que me mira. "He pensado que deberías saber a qué nos enfrentamos. Te llamaré
cuando tenga más información. Puedes retirarte".
Nunca he tenido tantas ganas de salir de este palacio. Necesito saber si lo que dice es
cierto o si ha sido envenenado y hechizado.
197
Prácticamente estoy corriendo hacia la puerta, dispuesta a arrasar el mercado en
busca de información, cuando la voz del Rey me detiene en seco. "Oh, ¿y Keillon? He
oído que te felicito. Una familia es algo precioso. Asegúrate de protegerlos bien".
Me giro lentamente y se me hiela la sangre. El rostro de Kres es duro, casi amenazador.

"¿Cómo lo has sabido? No hemos hecho ningún anuncio".
Cruza el estudio para volver a sentarse en su silla. "Tengo mis métodos", dice, y luego
baja los ojos a su escritorio, esperando que me vaya.
Me muevo insensiblemente, intentando averiguar quién me ha estado siguiendo.

¿Quién podía saber esa información cuando hemos mantenido el secreto tan cerca de
nosotros? Se me hace un nudo en el estómago mientras salgo corriendo del palacio.
Tengo que volver a casa con Vanessa. No sé qué trama Kres y, por primera vez, eso me
asusta.
Lo peor es que no sé qué creer. Hay demasiadas incertidumbres cuando se trata de

esta situación, y como general, eso no presagia nada bueno. Tengo mucho trabajo que
hacer, por mi familia, al menos.
Primero, necesito perder cualquier espía que Kres tenga sobre mí.
Y luego, tengo que responder a las preguntas que están empezando a extenderse por
Liiandor.
¿Quiénes son los vrakken?
¿Y por qué están resurgiendo?
Fin
198

09 - Dark Elf&#39;s Devotion - Celeste King

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¡¡¡Esperamos de Corazón que disfruten la lectura!!!

EDICIÓN, PDF, E-PUB Y SUPERVICIÓN DE PROYECTOS

Su mirada prometía romperme...

...pero fue su tacto me arruinó para todos los demás hombres.

Siempre he oído que mis valores y convicciones son inútiles en Protheka.

Que me serían arrancados, como todo lo demás.

Yo simplemente no quería ser utilizada.

Todo eso cambió cuando mi hermana cayó enferma.

Para salvarla, vendí mi alma.

Ahora le pertenezco a un monstruo.

Su violencia es aterradora, y he llegado a amarla.

Nadie me pondrá una mano encima mientras él viva.

Sólo necesitan saber que soy suya. No su mascota. No su mascota. No su deporte.

Me duele la espalda al arquearme sobre los muebles, pero no me atrevo a tomarme

Sus ojos oscuros se clavan en mí.

Quiero negarme con la cabeza, pero cuando me aprieta la mandíbula, no tengo

Toso, balbuceando contra la intrusión, y él se ríe. "Vamos. Chupa. Demuéstrame que

Me dan arcadas cuando vuelve a golpearme en la garganta, pero él no se aparta, me

"¿Qué haces con esa zorra?".

"¡Soy tu mujer!" Se adentra unos pasos en la habitación. "Todo el mundo cuenta". Su

Murmura algo en voz baja, y yo lo distingo: "...arruinarlo todo". Entonces, Ikre se da la

Un grito me atraviesa entonces. Me duelen los hombros por haberme empujado

"Aprende cuál es tu sitio", gime, y salgo despedida hacia delante, estrellándome

No suelo recibir órdenes como ésta.

Y nada menos que del mismísimo Rey.

Normalmente, encargaría a uno de mis subordinados, pero es una tarea demasiado

Sin duda, Liiandor es un gusto adquirido.

Mis hombres lo tenían.

Luego, sin demora, también lo perdieron.

Mi magia debería bastar para inutilizar al espía, en cualquier caso.

Pero mi intención no es montar una escena, y todas las miradas se centran en mí y en

Peor aún es que esta ropa pique.

Él destaca, y por desgracia para él, yo ya me he enterado de su existencia.

Está claro que no sabe que le persigo. Todavía no.

Más despacio, me digo. Te verá y desaparecerá de nuevo.

Fallan, pero alcanzan a varios desafortunados zagfer.

Casi se me para el corazón.

Finalmente, irrumpo en una plaza abierta y encuentro al objeto de mi persecución.

Es difícil saber si son obra suya o no.

Dudo en atacar, la energía que me rodea palpita con intensidad.

Es demasiado tarde para huir, ya que el hechizo combinado se convierte en un calor

Caemos brevemente antes de que lo inmovilice contra el suelo.

No puede haber ido muy lejos.

Y si lo dejo escapar... no puedo imaginar el daño que causará en la ciudad. Cuando el

No responde, lo que no es habitual en ella. Todos los días se apresura a saludarme

"Oye, ¿Sandy?" Frunzo el ceño. Al entrar en casa, hay un silencio espantoso. E

Entonces miro en mi habitación. Y está tirada en el suelo, inconsciente.

Sandy se está muriendo.

"Vanessa, ¿qué te pasa? ¿Por qué te comportas así?"

"¡Es mi hermana!" Exclamo, incapaz de recuperar el aliento. "¡Creo que se está

"¿Sandy?" Él sacude la cabeza. "No. No puede ser".

"¿Tienes trapos y vendas? Tráelos aquí".

"Lo siento, Vanessa, pero..."

"Es una situación complicada. No sé si debería decirlo".

Aprieto los dientes.

"¡Eso no es verdad!" Le aparté la mano de un manotazo. "Yo puedo ayudarla. Puedo

"¿Y cómo piensas hacerlo?".

"Ya he tomado una decisión al respecto. No intentes disuadirme porque no

"No digas eso de ella", replico. "Va a vivir".

Cierro la puerta tras de mí.

Oh, no. ¿Qué estoy haciendo? Estoy cometiendo un error.

"¿Qué haces aquí? Tú no trabajas aquí".

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