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HISTORIA DE ESPAÑA 30 de diciembre de 1899

BLOQUE 10
La Segunda República. La Guerra Civil en un contexto de Crisis Internacional
(1931-1939)

10.1. La proclamación de la Segunda República. La Constitución de 1931. El bienio


reformista (1931-1933)
Tras la dimisión de Miguel Primo de Rivera en 1930, Alfonso XIII decidió restablecer el
viejo sistema parlamentario. Por su parte, republicanos, autonomistas gallegos y
catalanes, socialistas y anarquistas firmaron en 1930 el Pacto de San Sebastián para
instaurar la República mediante un alzamiento militar.

Pero la caída de la monarquía la provocaron los resultados de las elecciones municipales


del 12 de abril de 1931: la Conjunción Republicano-Socialista se impuso en 41 de las 50
capitales de provincia. Alfonso XIII decidió abandonar España y el 14 de abril de 1931 se
proclamó la Segunda República y se formó un gobierno provisional, presidido por Alcalá
Zamora. Dicho gobierno estaba integrado por representantes de los partidos firmantes del
Pacto de San Sebastián.

La primera medida que toma el gobierno provisional es la convocatoria de elecciones a


Cortes Constituyentes. En las elecciones vencen los partidos de centro-izquierda. Se
organiza una comisión encargada de preparar la nueva Constitución. Se mantiene el
gobierno provisional, pero presidido por Manuel Azaña desde octubre de 1931.

En diciembre de 1931 se aprueba la Constitución, se nombra presidente de la República a


Alcalá Zamora y Azaña forma un nuevo gobierno.

Los principales rasgos de la Constitución son: la declaración de derechos ciudadanos era


amplísima; la propiedad privada de los medios de producción quedaba subordinada a los
intereses de la economía nacional; establece la separación entre la Iglesia y el Estado; las
Cortes son monocamerales y adquirían un gran poder, tanto legislativo como de control
sobre el gobierno; implanta el sufragio universal y abre la posibilidad de desarrollar un
Estado autonómico.

El gobierno formado por Azaña incluye a republicanos y a socialistas. Las principales


reformas que pondrá en marcha son:

a) Política religiosa: la enseñanza religiosa deja de ser obligatoria; se disuelve la


Compañía de Jesús; se prohíbe a las órdenes religiosas ejercer la enseñanza; se extingue
el “presupuesto de clero y culto”; se reconoce el matrimonio civil y el divorcio.

b) Política educativa y cultural: se impulsó la creación de escuelas y se subió el salario


de los profesores; además, se mejoró la formación del profesorado y se pusieron en
marcha las Misiones Pedagógicas, para llevar la educación y la cultura al mundo rural.

c) Política autonómica: se aprueba el Estatuto de Autonomía de Cataluña, y Francesc


Maciá se convierte en el primer presidente de la Generalitat. La aprobación del Estatuto
para el País Vasco quedó aplazada.
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d) Reformas militares: se cierra la Academia Militar General; se suprimen los ascensos


por méritos de guerra; se crea la Guardia de Asalto; se procura reducir el excesivo
número de oficiales y se implantaron medidas para someter al Ejército al poder civil.

e) Reforma agraria: pretendía crear una amplia clase de pequeños propietarios y acabar
con el latifundismo y la precariedad laboral de los jornaleros. Su desarrollo fue limitado,
ante la escasez de dinero por parte del Estado para llevarla a cabo.

f) Reformas laborales: se crean los Jurados Mixtos del Trabajo Rural; la obligatoriedad
de contratar a braceros locales; la extensión de la jornada de ocho horas a los jornaleros
agrícolas.

El gobierno del primer bienio se encontró con la oposición de varias fuerzas políticas y
sociales. Por una parte, la CNT y la UGT consideraban que las reformas eran
insuficientes y promovieron huelgas y levantamientos en zonas rurales. Uno de ellos
provocó la matanza de un grupo de campesinos y sus familias en el pueblo de Casas
Viejas. Este incidente sería aprovechado por la oposición política para derribar al
gobierno de Azaña.

Por otra parte, las reformas económicas generaron un gran malestar entre los
terratenientes y los grandes industriales.

Además, la Iglesia rechazó desde el principio las medidas secularizadoras.

También existían partidos políticos monárquicos y de derechas que pretendían acabar con
la República: el Partido Carlista o Tradicionalista, Renovación Española y Falange
Española.

Por último, una parte del ejército no aceptaba la legalidad republicana, lo cual se
manifestó en el golpe de Estado fallido del general Sanjurjo en 1932.

En 1933, tras la dimisión de Azaña y la caída de su equipo de gobierno, se celebrarán


nuevas elecciones.

10.2. El gobierno radical cedista (1933-1935). La Revolución de Asturias. El Frente


Popular, las elecciones de 1936 y el nuevo gobierno
En septiembre de 1933, un cúmulo de circunstancias obligaron a Azaña a dimitir. Sin un
ejecutivo estable, Alcalá Zamora disolvió las Cortes y fijó fecha para una consulta
electoral.
En esas elecciones las mujeres votarían por primera vez. Los anarquistas
propusieron abstenerse y la izquierda concurrió separada, mientras que la derecha se
agrupó y venció. Fue precisamente la CEDA de Gil Robles quien obtuvo más escaños,
seguido de cerca por el Partido Radical de Lerroux. La izquierda fue duramente
castigada.

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La consecuencia inmediata fueron las insurrecciones más violentas de los


anarquistas, que durante el mes de diciembre protagonizaron distintos levantamientos por
toda España.
Los dos primeros gobiernos que se formaron estuvieron presididos e integrados en
su mayoría por miembros del Partido Radical ya que la CEDA supo comprender que no
podría gobernar y esperó hasta 1934. Fue una etapa caracterizada por una política de
«rectificación»:
a) Se aprobó una Ley de Amnistía, de la que se beneficiaron los sublevados de
Sanjurjo.
b) Se impidió la aplicación de la ley sobre congregaciones religiosas.
c) Se adoptaron medidas a favor de la Iglesia.
d) Se emprendió la contrarreforma agraria.
e) Se presentó un proyecto de reforma constitucional sobre aquellas cuestiones más
polémicas de la constitución anterior (no pudieron cumplirse por falta de tiempo).
Esta política de «rectificación» provocó la radicalización de la izquierda popular.

Con los ojos puestos en los cambios europeos (ascensión de Hitler en Alemania,
supresión de partidos en Austria…) la izquierda se planteó una revolución para
septiembre. Se aplazó, pero finalmente la formación de un nuevo gobierno más de
derechas que los anteriores al incluir por primera vez tres ministros de la CEDA (4 de
octubre de 1934), detonó que la UGT convocase la huelga general nacional, que fue
sofocada con facilidad, excepto en Madrid, Vizcaya, Barcelona y Asturias. En Barcelona
se proclamó el Estado catalán dentro de la República Federal Española, que no pervivió
ni un solo día siendo suspendido el gobierno autonómico, acusado de rebeldía.
El único lugar en que triunfó la insurrección fue en Asturias, por la Alianza
Obrera, proclamando la Revolución Socialista de los Consejos Obreros. El gobierno
reaccionó enviando a tropas de Marruecos al mando de Franco para sofocarlo. Hubo gran
cantidad de muertos y una dura represión posterior.

La principal consecuencia de esta revolución obrera fue una radicalización política. Por
parte de la derecha, Calvo Sotelo fundó el Bloque Nacional que pretendía una monarquía
con una fuerte autoridad, contando con la ayuda del ejército. Dentro de este se creó la
Unión Militar Española para acabar con la República.
Por parte de la izquierda, se creó el Frente Popular, agrupando desde los
republicanos hasta los anarquistas, pasando por los comunistas.

A finales de 1935, el Partido Radical de Lerroux se hundió por escándalos de corrupción


y de nuevo se disolvieron las Cortes y se convocaron elecciones.
En estas el reparto de escaños favoreció a la izquierda, aunque los votos de la derecha
y el centro sumaban más. Al día siguiente de las elecciones, tanto Gil Robles como
Franco, presionaron –en vano- para declarar el estado de guerra.
El primer gobierno del Frente Popular estuvo compuesto por republicanos, sin la
participación de socialistas, llevando a cabo prestas medidas:
a) Amnistía para los represaliados de la revolución de 1934; b) Restauración del
Estatuto de autonomía para Cataluña; c) Expropiación y adjudicación de tierras a
los campesinos, al amparo de la reforma agraria de 1932; d) Destitución del
presidente de la República, eligiendo a Manuel Azaña.
Durante la primavera de 1936, se vivió un clima de radicalización social y política
que se manifestó en violentos enfrentamientos, verbales en las Cortes y físicos en las
calles.
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10.3. La Guerra Civil: la sublevación militar y el estallido de la guerra. La


dimensión internacional del conflicto
La creciente polarización política arrastraba a amplios sectores sociales en dos
direcciones opuestas: hacia los fascismos y hacia los movimientos revolucionarios. Se
extendía el clima de violencia y enfrentamiento entre izquierdas y derechas.

La Guerra Civil fue el resultado final de una multiplicidad de factores (profundas


desigualdades económicas y sociales, radicalización de actitudes ante la religión y el
clero, violenta confrontación de ideologías opuestas, etc.), que interactuaron y se
reforzaron entre sí, hasta provocar una profunda división en el seno de la sociedad
española.

Desde el triunfo del Frente Popular, un grupo de generales, con la adhesión de grupos de
la derecha (Falange, monárquicos, carlistas…), preparaba un alzamiento militar. Su
objetivo era establecer un régimen autoritario bajo el gobierno de una Junta Militar
presidida por el general Sanjurjo. La organización del alzamiento estaba a cargo del
general Mola y contaba con el apoyo financiero de Juan March y de contactos
extranjeros.

El primer gobierno del Frente Popular realizó importantes cambios en el ejército y


trasladó a algunos altos mandos sospechosos para disminuir su capacidad de actuación.
Estas medidas no sirvieron para frenar la rebelión militar, cuyos preparativos estaban
listos a finales de junio.

El alzamiento se inició el 17 de julio en Melilla, Ceuta y Tetuán y al día siguiente se


extendió por la Península. El 19 de julio el general Franco se puso al mando de las tropas
sublevadas en África. Al frente de la sublevación debía ponerse el general Sanjurjo, pero
murió el 20 de julio al estrellarse el avión que le traía a la Península. En los primeros días
la sublevación triunfó en la Andalucía occidental, Marruecos, Canarias, Galicia, la
meseta norte y Navarra, pero sin la cornisa cantábrica (Asturias, Cantabria y País Vasco).
La iniciativa del alzamiento fue casi exclusivamente militar. Lo que estaba previsto como
un golpe militar rápido se transformó en una guerra civil da casi tres años de duración.

La intervención extranjera tuvo una importancia capital en el desarrollo del conflicto


dentro de España. Es muy dudoso que el ejército sublevado hubiera podido hacerse con la
victoria final sin la ayuda de Alemania e Italia. Y el curso de los acontecimientos en la
España republicana estuvo condicionado por su dependencia de la Unión Soviética.

La Alemania nazi ofreció a los sublevados la ayuda militar de la Legión Cóndor y


asistencia económica. La Italia fascista proporcionó una ayuda mayor, incluso, que la de
Alemania en número de hombres y valor económico. Portugal apoyó diplomáticamente a
los rebeldes y envió voluntarios. En 1937, el Papa Pío XI reconoció el régimen
franquista, después de que casi todos los obispos españoles firmaran un documento en
apoyo del alzamiento militar.

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El temor a que se desencadenara una guerra en Europa inclinó a los países democráticos a
inhibirse en el conflicto español. Francia y Gran Bretaña firmaron un Pacto de No
Intervención, al que se adhirieron otros 25 países europeos. Sin embargo, el Comité fue
del todo ineficaz. Los únicos países que apoyaron al bando de la República fueron la
antigua Unión Soviética y México. La Unión Soviética aportó hombres y material
armamentístico. El gobierno de México proporcionó armas, alimentos y apoyo
diplomático, aunque su aportación fue inferior a la de la Unión Soviética. Por último,
debe destacarse la participación en las filas republicanas de las Brigadas Internacionales.

10.4. Fases militares de la Guerra Civil. La evolución política y económica en las dos
zonas. Consecuencias económicas y sociales de la guerra. Los costes humanos
La Guerra Civil desde el punto de vista de las operaciones militares se puede dividir en
tres grandes fases: de julio de 1936 a marzo de 1937, el avance de los sublevados fue
rápido y se extendió por algo más de la mitad de la Península, aunque fracasó en su
objetivo prioritario: la conquista de Madrid. De abril de 1937 a noviembre de 1938, los
sublevados ocuparon la zona industrial de la franja cantábrica (de Asturias a Vizcaya) y
llegaron al Mediterráneo, dividiendo la República en dos zonas incomunicadas entre sí:
Cataluña, al norte; Madrid y Levante, al sur. De diciembre de 1938 a marzo de 1939, que
concluyó tras la conquista de Cataluña y posteriormente la de Madrid.

En lo que se refiere a la evolución política en la España republicana, el 19 de julio de


1936 el presidente del gobierno, Giral, ordenó la distribución de armas entere los obreros.
La sublevación militar supuso la desarticulación inmediata del Estado republicano. Salvo
en el País Vasco, en el resto de la zona republicana fueron las organizaciones obreras las
que ejercieron realmente el poder. En septiembre de 1936 se constituyó un nuevo
gobierno presidido por Largo Caballero, en cuya composición había republicanos,
socialistas, comunistas, anarquistas y un nacionalista vasco. Este nuevo gobierno se
propuso crear un ejército con mando unificado y restablecer el poder del Estado. La
insurrección de 1937, en Barcelona, de grupos anarquistas y del POUM para evitar la
disolución de las Milicias Antifascistas provocó la dimisión de Largo Caballero. Al frente
de un nuevo gobierno se colocó Negrín, que dio la máxima prioridad a la guerra, con el
apoyo de los comunistas, que ocuparon puestos clave del ejército, a la espera del estallido
de la guerra en Europa. Pero en marzo de 1939, el coronel Casado se sublevó contra el
gobierno de Negrín, con la intención de negociar la paz con Franco. Ello precipitó el final
de la contienda.

En las zonas controladas por los sublevados, al convertirse el golpe de Estado en una
guerra prolongada, se creó una Junta de Defensa Nacional. Sin embargo, el poder
efectivo lo ejercía cada general en su sector. Los militares sublevados carecían de
proyecto político propio. Este vacío ideológico se apreció en las primeras medidas
decretadas por la Junta, dirigidas a acabar con las huellas de la República. Franco
consiguió que la Junta de Defensa le proclamara jefe de Estado y Generalísimo de los
Ejércitos en octubre de 1936. A partir de ese momento, en el bando sublevado, se pasó a
un poder concentrado y unipersonal en manos de Franco. Este, consciente de la
importancia de controlar bajo su mando las fuerzas políticas que apoyaban la
sublevación, promulgó el Decreto de Unificación en 1937, por el cual se fusionaban todas
las organizaciones políticas adeptas en una sola: FET y de las JONS. En este partido
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único Falange tenía un papel preponderante, pero Franco se convertía en el jefe supremo.
El primer gobierno se creó en 1938. En él, Franco, además de ser el jefe del Estado,
asumió la presidencia del gobierno.

Cuando comenzó la guerra, la República controlaba todas las zonas industriales y las
principales ciudades. En los primeros meses de la guerra, la República también perdió el
control sobre la economía. La colectivización de empresas privadas fue una práctica
habitual en Cataluña y Levante, donde el movimiento anarquista impulsaba a hacer la
revolución al mismo tiempo que la guerra. En el País Vasco, la propiedad fue respetada
en la mayoría de los casos. Los gobiernos republicanos aceleraron la reforma agraria. En
cuanto a la financiación de los costes de la guerra, la República se vio obligada a recurrir
a la emisión de deuda pública y a depositar en Moscú las reservas de oro del Banco de
España. Al comienzo de la guerra los sublevados disponían de la mayor parte de las
tierras de cultivo. El control de la producción fue estricto en las zonas ocupadas por los
rebeldes. Respecto a la financiación de la guerra el bando sublevado recibió ayuda de los
regímenes fascistas de Italia y Alemania.

Por lo que se refiere a los costes humanos, el número total de víctimas mortales durante
la guerra pudo haber superado las 500.000. La crueldad fue norma común en los
territorios controlados por ambos bandos. Los militares sublevados, cuando conquistaban
un pueblo o ciudad, eliminaban sistemáticamente a miembros y simpatizantes de partidos
y sindicatos de izquierdas, pero también a maestros e intelectuales. Se calcula que la cifra
de víctimas mortales de esta política de terror pudo ascender a casi 100.000 personas. En
la zona republicana también fueron frecuentes las ejecuciones de cualquiera que resultara
sospechoso de ayudar o simpatizar con los sublevados. No obstante, el número de
ejecuciones en esta zona fue sensiblemente inferior. Pero por desgracia la represión se
continuó aplicando por el régimen franquista, una vez acabada la guerra. Entre 28.000 y
50.000 personas fueron fusiladas; muchas más, encarceladas; y un número impreciso de
trabajadores de la Administración Pública, separados de sus cargos o sancionados de
alguna forma. Por último, hay que mencionar el exilio: en torno a 500.000 españoles
abandonaron el país huyendo de la represión franquista; muchos de ellos para no regresar
nunca.

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