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Moroleón, Guanajuato, veintiséis de febrero del

dos mil veinticuatro 2024, 200 Años de Grandeza:


Guanajuato como Entidad Federativa, Libre y Soberana .

VISTO para resolver en definitiva el juicio


ORDINARIO CIVIL, radicado ante este Juzgado bajo
número de expediente C-111/2023, que sobre construcción
de muro que impida vistas oblicuas o de costado y otras
prestaciones, promovió FRANCISCO VÁZQUEZ ZAMUDIO en
contra de ROSALVA LEMUS HERNÁNDEZ también conocida
como ROSA ALMA LEMUS HERNÁNDEZ, así como la
reconvención enderezada por ésta en contra del primero
sobre acción real reivindicatoria y otras prestaciones; y;

RESULTANDO
Antecedentes
ÚNICO. En obsequio al principio de economía
procesal se dan por íntegramente reproducidas en este
apartado, todas y cada una de las actuaciones judiciales
verificadas en el juicio que se revisa como si a la letra se
insertasen.

CONSIDERANDOS
Competencia
PRIMERO. La competencia de este Tribunal para
conocer sobre el negocio que nos ocupa, se encuentra
debidamente reglamentada por los artículos 1, 2, 16, 24 y
30 del Código de Procedimientos Civiles, en particular, la
fracción III del último de los preceptos mencionados, ya
que el ejercicio que se deriva de los artículos 831, 841, 843 y
844 del Código de Procedimientos Civiles es una acción
real relativa a un inmueble, que se encuentra sito en esta
ciudad.
Vía
SEGUNDO . La vía ORDINARIA CIVIL por la que se
orientó el procedimiento es la correcta, debido a que en
nuestra legislación procesal no se prevé una
reglamentación especifica al respecto. - - - - - - - - - - - - - - - -
Planteamiento de la litis
TERCERO. Francisco Vázquez Zamudio
demandó en la vía ordinaria civil a Rosalva Lemus
Hernández también conocida como Rosa Alma Lemus
Hernández, exigiendo como prestaciones las siguientes:
Primera. La construcción de un muro que
impida las vistas de costado u oblicuas que desde las
ventanas de la finca de su propiedad se pueden observar
sobre el inmueble de mi propiedad.
Segundo. Subsidiariamente, de no ser posible la
construcción del muro que demando como primera
prestación, la demandada deberá colocar una reja de
hierro remetida en la pared y con red de alambre, cuyas
mallas sean de tres centímetros a lo sumo en todos los
huecos y/o ventanas de la pared de su finca contigua a mi
propiedad.
Tercero. El pago de gastos y costas.
El demandante, basa o apoya sus pretensiones en
los eventos que medularmente se traen a comento:
Que es propietario el bien inmueble ubicado en la
calle Abasolo actualmente identificado con el número 217
doscientos diecisiete, antes 31 treinta y uno, de la zona
centro de esta ciudad, tal y como lo acredita con las
copias certificadas de la escrituras públicas 12,544 doce mil
quinientos cuarenta y cuatro de fecha 29 veintinueve de
octubre de 2007 dos mil siete y 12,562 doce mil quinientos
sesenta y dos de fecha 09 nueve de noviembre de ese
año, suscritas ante la fe del licenciado Abel García
Fonseca, entonces titular de la notaría pública número 1
uno de esta ciudad.
Puntualiza, que el inmueble contiguo por el lado
poniente de su propiedad, ubicado en la calle Abasolo, es
propiedad de Rosalva Lemus Hernández también
conocida como Rosa Alma Lemus Hernández, quien
edifico su inmueble a finales del año 2022 dos mil veintidós,
sin permiso de la Dirección de Desarrollo Urbano del
Municipio y con violación franca a la ley.
Sostiene, que su vecina en la construcción de su
finca violo el contenido del artículo 841 del Código Civil
para el Estado, ya que en pared oriente contigua a su finca
construyo huecos y ventanas que carecen de reja de hierro
remetida en la pared y con red de alambre, con mallas
menores a tres centímetros, incumpliendo con las
obligaciones impuestas en la norma referida.
Afirma, que esos huecos y ventanas tienen vistas
oblicuas o de costado sobre su propiedad, en donde no se
respetó la distancia de separación que debe existir entre
ambas propiedades, violentando el contenido de los
preceptos legales 843 y 844 del ordenamiento previamente
citado
Concluye diciendo el actor, que estas
circunstancias han generado incomodidad y desasosiego,
al irrumpir su privacidad y la de su familia que habita en el
inmueble, ante lo cual le ha solicitado a su vecina que
levante un muro o coloque la reja de alambre o malla que
cubra esos huecos, pero ha sido omisa en cumplir esas
obligaciones que deben imperar como vecinos.
Una vez emplazada, la demandada dio
contestación al libelo inicial, oponiendo excepciones y
defensas, refiriendo con respecto a los hechos invocados
en esencia lo siguiente:
Niega los eventos relativos a la acreditación de la
propiedad que les asiste a las partes con respecto a los
inmuebles contiguos, turnando la carga de la acreditación
de tales extremos a la parte actora accionante.
Discute, que la interpretación o falsa apreciación
del artículo 841 Código Civil es lo que ha llevado al actor a
sostener que no se cumplen las exigencias del precepto
legal, que tiene además expedito su derecho para
construir una pared contigua en la superficie de su
propiedad que cubra las ventanas o mal llamados huecos,
aunado a que estos en el primer nivel de su inmueble
cuentan con rejas de hierro, redes de alambre y malla
ciclón, mientras que las existentes en los subsecuentes
niveles elevadas conforme a la ley.
La demandada asiente que, contrariamente a lo
señalado por el actor, en la edificación del inmueble si se
respetó la distancia que contemplan los artículos 843 y 844
del Código Civil, pues las ventanas no se colocaron sobre
la barda oriente sino en una barda que se encuentra en el
interior de su inmueble en donde existe una separación
mayor a la necesaria.
Debate, que la separación no debe considerarse
desde el punto de separación de ambos inmuebles, sino
computarse en conjunto con la invasión que el actor llevo
a cabo, de .63 sesenta y tres centímetros al frente y
terminando con .51 cincuenta y un centímetros al fondo.
Indica, que la separación existente en suma con
la invasión que ha acomedido el actor es superior a la
necesaria, que desconoce la falta de paz o incomodidad
que dice ha cometido al actor, que jamás se le ha
solicitado que levante muro o reja de red con alambre y
malla para cubrir las ventanas.
La demanda opuso como defensas la Non Mutati
Libeli y la Sine Actione Agis, mientras que como
excepciones opuso la falta de interés jurídico al dudar que
el actor sea el colindante, la falta de interés jurídico al existir
invasión en el predio de su propiedad, la improcedencia
de la demanda y de la acción en seis vertientes distintas, la
oscuridad de la demanda, la falsedad de hechos y las que
se desprendan del escrito de contestación.
Concomitantemente con la contestación de
demanda, la demandada Rosalva Lemus Hernández
interpuso reconvención en contra del actor principal,
exigiendo de éste las siguientes prestaciones:
a). La declaración de que es legitima propietaria
de una fracción del bien inmueble ubicado en la calle
Abasolo número 213 doscientos trece, antes 31 treinta y
uno, centro de esta ciudad, con las medidas y colindancias
que se describirán.
b). La desocupación y entrega de la fracción del
inmueble mencionado en el inciso anterior, con sus frutos y
accesiones, o la demolición de lo construido en el mismo a
costa del demandado o, en su caso, su pago a valor real.
c). El pago de los daños, perjuicios y frutos civiles
que la cosa produce o ha dejado de percibir debido a su
ilegal ocupación.
d). El pago de gastos y costas del proceso.
El sustento de las exigencias materia de la
reconvención se sustenta en los hechos que de manera
sucinta se destacan:
Que es propietaria de la finca urbana ubicada en
la calle Abasolo número 213 doscientos trece antes 31
treinta y uno de la zona centro de esta ciudad, cuyas
medidas y colindancias describe, tal y como lo acredita
con las copias certificadas de la escritura pública 9,735
nueve mil setecientos treinta y cinco de fecha 16 dieciséis
de octubre del año 2007 dos mil siete, suscrita ante la fe del
licenciado Héctor García Torres, titular de la notaría pública
número 1 uno de la ciudad de Uriangato, Guanajuato, que
contiene el contrato de compraventa celebrado con el
propio demandante.
A finales del 2018 dos mil dieciocho, sigue
relatando la demandada y actora en reconvención,
comenzó la construcción del hospital denominado Clínica
Abasolo que actualmente se encuentra amparada en la
superficie de la escritura antes descrita y en la escritura
pública 9,833 nueve mil ochocientos treinta y tres de fecha
22 veintidós de noviembre del 2007 dos mil siete.
Fue en ese momento, dice la actora en
reconvención, en que se percató que su contraria había
levantado una barda dentro del inmueble de su
propiedad, lo cual sucedió justo después de haber tirado la
construcción antigua que existía en el mismo, haciéndola
pasar como parte de su propiedad.
Ante la invasión que dice fue acometida en su
contra, que es de una superficie de 22.04 metros
cuadrados y las medidas y colindancias que describe,
confronto al demandado solicitándole la restitución de la
fracción invadida, negándolo y amenazando a pesar de
que el mismo había sido quien había efectuado la venta,
de manera que para evitar mayor enemistad con el reo
decidió dejar temporalmente las cosas así, pero como ello
no fue posible es que solicita la restitución de la superficie
invadida.
Al dar contestación a la reconvención, Francisco
Vázquez Zamudio negó la procedencia de las prestaciones
exigidas, destacando el reconocimiento de que el
inmueble que le enajeno es el mismo que tiene en
posesión, que la propiedad de la actora en reconvención
linda por el oriente con su propiedad.
Que la fusión de los inmuebles de la parte
demandada y actora en reconvención genero la
existencia de una superficie mayor a la amparada en las
escrituras, que antes de llevar a cabo la construcción del
Hospital demolió todas las construcciones existentes,
limpiando y delimitando la superficie total de los inmuebles
fusionados, respetando los limites existentes ya sin
confundirlos con los de los vecinos.
Niega haber edificado construcciones o
levantado bardas sobre el inmueble propiedad de su
contraria, que su contraria omite proporcionar la fecha en
que ello aconteció, pero en el supuesto no concedido de
que así hubiera pasado, eso sucedió con su consentimiento
y a su vista al haberse percatado de todo ello.
El demandado en reconvención opuso como
excepciones la Improcedencia de la acción, falsedad de
los hechos, carencia de derecho, prescripción de la
acción, y las defensas Non Mutati Libeli y Sine Actione Agis.

Metodología
Previamente a efectuar el análisis de la demanda
génesis del juicio que versa sobre la construcción de un
muro que impida las vistas, es necesario considerar que la
acción reconvencional ejercitada por Rosalva Lemus
Hernández es la declaración de ser legitima propietaria de
una fracción invadida, su desocupación, entrega o
demolición, por lo que la naturaleza intrínseca de esta
última acción genera la necesidad de efectuar su estudio
primigenio porque de ser procedente la misma haría
necesario variar el punto de partida de las líneas limítrofes
de los inmuebles colindantes, que dice no guarda la
distancia permitida en relación con las ventanas y huecos,
materia de la acción principal ejercitada.
Ya que, aun y cuando la acción ejercitada por la
actora en reconvención no se le haya atribuido una
designación, de su estudio integral y sistemático se advierte
que se trata de la acción reivindicatoria, la cual tiene por
objeto ser declarada como legitima propietaria y su
desocupación y entrega, cuyo estudio lógico debe ser
preferente con respecto a la construcción de un muro que
impida las vistas de costado u oblicuas que tiene como
base la existencia de una separación limítrofe indiscutible
de ambas propiedades.
En ese sentido, en el Considerando posterior se
abordará en primer lugar el estudio de la acción
reconvencional ejercitada por Rosalva Lemus Hernández, y
en segundo plano la acción principal de Francisco
Vázquez Zamudio, en un considerando independiente,
trayendo a análisis cada una de las pruebas ofertadas
según el objetivo perseguido con relación a cada acción,
circunstancia que en nada agravia a las partes, pues lo
trascedente es que se lleve a cabo un estudio exhaustivo
de la Litis.
Estudio de la Acción Reconvencional
CUARTO. Aun y cuando quedaron reseñados los
hechos materia de la controversia, para efectos ilustrativos
se traerán a comento nuevamente las consideraciones
fácticas esenciales de que se duele la actora
reconvencional, que son la base de la acción ejercitada,
sin dejar de abordar el problema planteado, los hechos
controvertidos, las hipótesis de solución, su comprobación a
través de las líneas argumentativas, y las conclusiones a
manera de solución del problema.
De conformidad con el artículo 84 del Código
Procesal Civil del Estado, El actor debe probar los hechos
constitutivos de su acción y el reo los de sus excepciones .
Concomitantemente a ello, es menester
ocuparnos del estudio de las defensas dilatorias impetradas
por el demandado, ello de conformidad con lo dispuesto
por el artículo 357 de la Ley Procesal de la Materia, en el
entendido que si algunas de estas resultare procedente no
se decidirá el fondo de la controversia, dejándose a salvo
los derechos de la parte actora; empero si ninguna de las
defensas representare obstáculo procesal, se decidirá el
asunto en lo principal, condenando o absolviendo, en todo
o en parte, según el resultado de la valuación de las
pruebas.
El demandado Francisco Vázquez Zamudio opone
como excepciones la improcedencia de la acción, la
falsedad de hechos, carencia de derecho, prescripción de
la acción, Non Mutati Libeli y Sine Actione Agis.
El demandado opone como excepciones la de
Sine Actione Agis o carencia de acción, la cual no
constituye propiamente hablando una excepción, pues no
es otra cosa que la simple negación del derecho
ejercitado, cuyo efecto jurídico, solamente puede consistir
en el que generalmente produce la negación de la
demanda, o sea, el de arrojar la carga de la prueba al
actor, y el de obligar al juez a examinar todos los elementos
constitutivos de la acción, a lo cual se encuentra obligado
este juzgado de conformidad con lo establecido por los
artículos 227, 358 y 361 del Código de Procedimientos
Civiles, de manera que la misma se estima improcedente.
Por otro lado, en tanto a la excepción consistente
en Non mutati Libeli, cuyo efecto es que no se pretendan
varias los hechos durante el curso del procedimiento, la
misma se declara improsperante ya que la Litis es de
carácter cerrado y se centra en los hechos invocados
dentro de la etapa postulatoria, sin que exista posibilidad
de varias los mismos con posterioridad ni se advierta de
autos que se haya verificado tal acontecimiento al no
haberse corregido o mejorado los hechos contenidos en la
demanda, pues de otra manera se generaría un
desequilibrio procesal entre las partes.
Las diversas excepciones opuestas por el
demandado tienen la característica común de ser de
carácter perentorias, esto es, fueron dirigidas con el objeto
de destruir la acción ejercitada por la actora en
reconvención, de manera que las mismas serán estudiadas
en conjunto con el fondo del asunto y las pruebas
aportadas al litigio.
En ese orden de ideas, y toda vez que no existe
obstáculo procesal alguno, procede definir el fondo del
negocio de conformidad con lo dispuesto por el artículo
358 del Código Procesal que a la letra prescribe: La
sentencia se ocupará exclusivamente de las personas,
cosas, acciones y excepciones que hayan sido materia del
juicio. - - - - - - - - - - -
Empezaremos por las consideraciones legales
atinentes al problema planteado, en la medida que se
consideren necesarios para la solución del problema, para
después analizar estos elementos con los hechos
controvertidos aducidos por las partes y las pruebas
aportadas a los autos como sustento de ello.
Consideraciones legales
La acción reivindicatoria, es una acción real que
compete al dueño de una cosa contra el poseedor de ella,
para que se declare que el primero tiene dominio sobre
ella y se la entregue el demandado con sus frutos y
accesiones. Quien ejerce esta acción reivindicatoria, debe
probar para que ésta proceda: Que es propietario del bien
que reclama; que el demandado es poseedor del bien
objeto del juicio y la identidad del bien que reclama el
actor con el bien poseído por el demandado, elementos
que demostrarán por cualquiera de los medios de pruebas
reconocidos por la ley, lo cual encuentra sustento en la
siguiente tesis jurisprudencial:

Época: Octava Época, Registro: 219236, Instancia:


Tribunales Colegiados de Circuito, Tipo de Tesis:
Jurisprudencia, Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de
la Federación, Núm. 53, Mayo de 1992, Materia(s): Civil,
Tesis: VI.2o. J/193, Página: 65. ACCION REIVINDICATORIA.
SUS ELEMENTOS. La reivindicación compete a quien no está
en posesión de la cosa de la cual tiene la propiedad y su
efecto es declarar que el actor tiene dominio sobre ella y
se la entregue al demandado con sus frutos y accesiones.
Así, quien la ejercita debe acreditar: a).‐ La propiedad
de la cosa que reclama; b).‐ La posesión por el demandado
de la cosa perseguida y c).‐ La identidad de la misma, o
sea que no pueda dudarse cual es la cosa que pretende
reivindicar y a la que se refieren los documentos
fundatorios de la acción, precisando situación, superficie
y linderos, hechos que demostrará por cualquiera de los
medios de prueba reconocidos por la ley.

Luego, la reivindicación compete a quien no


está en posesión de la cosa, de la cual tiene la propiedad y
su efecto será declarar judicialmente que el actor tiene
dominio sobre ella y que el demandado se la entregue con
sus frutos y accesiones en los términos previstos por el
Código Civil aplicable.
En ese contexto se puede válidamente concluir
que la acción reivindicatoria constituye la más propia y
eficaz defensa ordinaria de la propiedad, pues tiene como
finalidad el reconocimiento del derecho de dominio y, en
consecuencia, la restitución de la cosa que indebidamente
retiene un tercero con el cual no se mantiene ningún
vínculo jurídico.
Estudio de los hechos y pruebas desarrollados
Ahora bien, trasladando estas consideraciones
legales al plano factico, se encuentra plenamente
acreditado que Rosalva Lemus Hernández también
conocida como Rosa Alma Lemus Hernández es
propietaria de la finca urbana ubicada en la calle Abasolo
número 213 doscientos trece, antes 31 treinta y uno, de la
zona centro de esta ciudad, lo cual se demuestra con las
copias certificadas de la escritura pública número 9,735
nueve mil setecientos treinta y cinco de fecha 16 dieciséis
de octubre del año 2007 dos mil siete, suscrita ante la fe del
licenciado Héctor García Torres, titular de la notaría pública
número 1 uno de la ciudad de Uriangato, Guanajuato.

El inmueble antes comentado, consta de las


siguientes medidas y colindancias: 266.57 metros
cuadrados y las siguientes medidas y colindancias: Norte:
línea quebrada de: 1.90 metros y 5.17 metros con Héctor
Gutiérrez; Sur: 6.29 metros con calle Abasolo; Oriente: 38.67
metros con Consuelo, MA. Azucena, Artemio y Francisco
Rodríguez Zamudio; Poniente: línea quebrada de 5.51
metros, 0.11 metros, 12.44 metros, 0.26 metros, 2.42
metros,0.16 metros, 7.73 metros, 0.19 metros, 3.47 metros y
7.79 metros con Guillermina Guerrero Gordillo.

El derecho de propiedad que le asiste a la


demandante con respecto a este inmueble, fue adquirido
mediante contrato de compraventa celebrado con el
propio actor principal, es decir, con Francisco Vázquez
Zamudio, quien le enajeno el mismo desde el 16 dieciséis
de octubre del 2007 dos mil siete.

El inmueble antes descrito, se encuentra


fusionado a otro que también es propiedad de la actora
reconvencional, mismo que adquirió con posterioridad
mediante compraventa celebrada con Guillermina
Guerrero Gordillo, el 22 veintidós de noviembre del 2007 dos
mil siete, según las copias certificadas de la escritura
pública 9,833 nueve mil ochocientos treinta y tres de esa
fecha suscrita ante la fe del licenciado Héctor García
Torres, titular de la notaría pública número 1 uno de
Uriangato, Guanajuato.

El objeto indirecto de esa traslación de dominio


fue la finca urbana ubicada en la calle Abasolo número 29
veintinueve de la zona centro de esta ciudad, el cual
consta de una superficie total de 217.50 metros cuadrados
y las siguientes medidas y colindancias: Norte: 5.00 metros
con Otilia Cerna; Sur: 5.00 metros con calle Abasolo;
Oriente: 43.50 metros con Leonor Zamudio; Poniente: 43.50
metros con Celia Guerrero Gordillo.

Como se anticipó, ambos inmuebles se


encuentran fusionados, es decir, con circundantes y
vecinos, constituyendo un inmueble que comprende la
superficie de ambos inmuebles, siendo importante señalar
que cada uno de estos inmuebles se encontraba edificado
y delimitado en el momento de su venta, es decir, desde
los meses octubre y noviembre del 2007 dos mil siete, pues
del avaluó catastral presentado como medio de traslación
del dominio de esos bienes raíces llevados a cabo por el
Ingeniero Salvador López Pantoja y Raúl Antonio Pérez
Zamudio, se advierte con plena claridad que ambos
contenían construcciones de 789 metros cuadrados y 1717
metros cuadrados, respectivamente.

Con los medios de prueba antes comentados,


se encuentra plenamente acreditado el primer elemento
de la acción reivindicatoria ejercitada, pues la propiedad
que le asiste a la actora en reconvención con respecto al
bien inmueble fusionado y vecino no fue controvertido por
el demandado y actor principal, sino confesado al asimilar
que el inmueble contiguo a su finca por el lado poniente es
propiedad de Rosalva Lemus Hernández.

La acreditación del segundo de los elementos


no se encuentra a debate, pues es un hecho que el actor
Francisco Vázquez Zamudio es el propietario y poseedor
del bien inmueble ubicado en la calle Abasolo número 217
doscientos diecisiete (antes 31 treinta y uno) de la zona
centro de esta ciudad, que corresponde al área
colindante de su propiedad fusionada por el viento del
lado oriente, al converger ambas partes en ese sentido, en
ser vecinos.
Para llevar a cabo la fusión de ambos inmuebles
y la posterior edificación o construcción del Hospital
Clínica Abasolo , que comprender ía la superficie de
terreno de ambos terrenos, se tuvo que emprender la
demolición de las construcciones habidas en los inmuebles.

La edificación y construcción del hospital


Clínica Abasolo a dicho de la propietaria aconteció a
finales del mes de abril del 2018 dos mil dieciocho, mientras
que el actor principal aduce que tuvo lugar a finales del
año 2022 dos mil veintidós.

Aun y cuando la edificación de ese hospital


haya sido en una u otra fecha, lo cierto es que tuvo que
existir una demolición previa de las construcciones habidas
en ambos, en donde claramente ya se encontraban
delimitados con barda de tabique y piedra los inmuebles
de los vecinos, es decir, las medidas y colindancias se los
predios ya se encontraban fijadas desde los meses de
octubre y noviembre del 2007 dos mil siete en que tuvo
momento la compra de esos inmuebles por parte de
Rosalva Lemus Hernández.

Estos datos son importantes, si se compaginan


con el tercero de los elementos de la acción ejercitada,
que es la identidad, con precisión de la situación, superficie
y linderos de la fracción que dice la actora en
reconvención invadió el actor principal.
Dentro de su escrito reconvencional la
demanda Rosalva Lemus Hernández señala que el acto de
privación tuvo lugar a finales del mes de abril del 2018 dos
mil dieciocho, cuando se percató que el demandado
levanto una barda dentro del inmueble de su propiedad,
justo después de tirar las construcciones antiguas que
existían en los inmuebles fusionados para empezar la
construcción de la clínica, que como destaco de una u
otra manera fueron anteriores a abril del 2018 dos mil
dieciocho en que se inició la construcción del hospital.

No existe medio de prueba alguno que permita


corroborar que la barda limítrofe de Francisco Vázquez
Zamudio con Rosalva Lemus Hernández haya sido
levantada a finales del 2018 dos mil dieciocho, por el
contrario, de las escrituras 12,544 doce mil quinientos
cuarenta y cuatro y 12,562 doce mil quinientos sesenta y
dos, de fecha 29 veintinueve de octubre y 09 nueve de
noviembre del 2007 dos mil siete, suscritas ante la fe del
licenciado Abel García Fonseca titular de la notaría
pública número 1 uno de esta ciudad, se advierte que el
inmueble ubicado en la calle Abasolo número 217
doscientos diecisiete antes 31 treinta y uno de la zona
centro de esta ciudad, ya se encontraba delimitado en sus
cuatro vientos con barda, ya que la adjudicación y
compraventa de ese inmueble dan parte de que se
trataba de una casa habitación, en donde el propio
Francisco Vázquez Zamudio ya vivía, los avalúos de ambos
inmuebles como parte del traslado de dominio
administrativo llevado a cabo con motivo de esas escrituras
indica que desee aquel entonces se trataba de una finca
urbana construida y delimitada.

Entonces, es inviable e incoherente que


Francisco Vázquez Zamudio hasta el mes de abril del 2018
dos mil dieciocho haya levantado una barda para
delimitar su propiedad por el viento del lado poniente,
porque el inmueble de su propiedad ya se encontraba
delimitado y se trataba de una casa habitación ya
construida por todos sus vientos, de lo cual dieron parte
desde ese momento los avalúos fiscales practicados por los
peritos que se encuentran adjuntados a los títulos de
propiedad del actor principal.

Esto, sin que se pase inadvertido que fue


precisamente Francisco Vázquez Zamudio quien enajeno a
Rosalva Lemus Hernández el inmueble en que ahora indica
existe un faltante, una fracción invadida con motivo de la
edificación de una barda, cuando en realidad las bardas
de la propiedad de aquel datan de muchos años atrás,
desde cuando el adquirió la propiedad de esa casa
habitación.

Con la finalidad de acreditar la construcción de


la barda poniente por parte de Francisco Vázquez
Zamudio, la actora en reconvención aporto la prueba
testimonial a cargo de Adrián Gutiérrez de la Cruz y Carlos
Alberto Morillo Daza, a la que se le niega cualquier valor
probatorio y alcance demostrativo, porque si bien es cierto
que ambos convergen en manifestar que conocen a las
partes y saber del conflicto existente con respecto a sus
propiedades, no menos cierto es que ninguno de los
testigos manifestó en qué momento se llevó a cabo la
edificación, construcción o levantamiento de esa barda,
pues solo indicaron que existía una invasión, pero no como
es que esta se dio o cometió, saber que la problemática
aconteció en abril del dos mil dieciocho pero no desde
cuando esta la barda.

Testimonial que valorada en confrontación con


las documentales antes mencionadas, genera la
inverosimilidad del dicho de los testigos negándosele
cualquier valor probatorio de conformidad con los artículos
168 y 22º fracción II del Código de Procedimientos Civiles.

Esto, debido a que su dicho es incongruente al


aducir que Francisco se aprovechó que la señora estaba
construyendo para construir una barda, tomando un
pedazo o fracción de propiedad que ya había vendido,
cuando es poco creíble que un inmueble que ya estaba
perfectamente delimitado haya sido demolido solo por la
fracción del viento del lado poniente para volverse a
levantar por completo a solo escasos centímetros de
donde se encontraba, en el caso, sesenta y tres
centímetros del lugar donde ya se encontraba según los
avalúos catastrales y pruebas periciales practicadas.

A la luz de las consideraciones que anteceden,


en nada abona a los intereses de la actora en
reconvención la prueba pericial en materia de
identificación de inmueble y medición, por lo que
corresponde al objeto de identificar la fracción invadida,
porque aun y cuando existiera ese faltante o si existiera una
fracción invadida, el derecho al reconocimiento de la
propiedad de ella ha prescrito.

Así es, una de las excepciones opuestas por el


demandado en reconvención Francisco Vázquez Zamudio
fue la prescripción de la acción, indicando con respecto a
la misma que se encuentra prescrita por el transcurso del
tiempo, en el particular, desde el 2007 dos mil siete en que
adquirió la propiedad a la fecha en que han transcurrido
más de quince años de conformidad con los artículos 1255
y 1256 del Código Civil.

La prescripción positiva, es aquella por la cual se


adquieren derechos mediante el transcurso del tiempo y
cumpliendo los requisitos exigidos por la ley. Esto en virtud
de la inacción o conducta pasiva de un propietario que
deja que otra persona posea un inmueble por cinco años si
es de posesión de buena fe, o diez años si es de mala fe; o
bien, si se trata de un bien mueble de tres años si es de
buena fe y cinco años si es de mala fe. Esta es la
prescripción adquisitiva o positiva, conocida mejor como
usucapión.

Al efecto, el artículo 1246 del Código Civil del


Estado, dispone:

La posesi ón necesaria para prescribir debe ser: I.‐


Civil en los términos de la parte final del artículo 1039;
II.‐ Pacífica; III.‐ Continua; IV.‐ Pública ;

Por su parte, el artículo 1247, señala:

Con los requisitos a que se refiere el artículo


anterior los bienes inmuebles se prescriben: I.‐ En cinco
años cuando se poseen con justo título y con buena fe;
II.‐ En diez años cuando se poseen con justo título y de
mala fe ;

El artículo 1248, establece:


Los bienes inmuebles prescribirán también en veinte años
aun cuando la posesión sea sin justo título y de mala fe, siempre
que sea civil, pacífica, continua y pública. No operará esta causa
de prescripción si el hecho que dio origen a la posesión, hubiere
sido declarado delito por sentencia ejecutoria .-

La causa de la posesión es un hecho que


necesariamente debe demostrarse para acreditar la
prescripción positiva, dado que el título de dueño no se
presume, y quien invoca la usucapión tiene la obligación
de probar que empezó a poseer como si fuera propietario,
lo cual constituye propiamente la prueba de la
legitimación del poseedor en el ejercicio de su posesión,
pues no basta que éste se considere a sí mismo,
subjetivamente, como propietario y afirme tener ese
carácter, sino que es necesaria la prueba objetiva del
origen de su posesión, como es la existencia del supuesto
acto traslativo de dominio.

En el caso, se encuentra plenamente


comprobado con las escrituras públicas 12,544 doce mil
quinientos cuarenta y cuatro y 12,562 doce mil quinientos
sesenta y dos, de fecha 29 veintinueve de octubre y 09
nueve de noviembre del 2007 dos mil siete, suscritas ante la
fe del licenciado Abel García Fonseca titular de la notaría
pública número 1 uno de esta ciudad, que Francisco
Vázquez Zamudio empezó a poseer con el carácter de
propietario el bien inmueble ubicado en la calle Abasolo
número 217 doscientos diecisiete antes 31 treinta y uno de
la zona centro de esta ciudad, el cual se encontraba
perfectamente delimitado en todos sus vientos, incluyendo
la barda del lado poniente de su propiedad, que es el
viento del lado con quien a la postre seria colindante con
Rosalva Lemus Hernández.

Conforme al artículo 1047 del Código Civil, el


poseedor actual que prueba haber poseido en tiempo
anterior, con el mismo título, tiene a su favor la presunción
de haber poseído en el intermedio, circunstancia que
cobra aplicación porque en el momento de la suscripción
de los documentos antes descritos, se dio parte con el
hecho de que Francisco Vázquez Zamudio se encontraba
en posesión y vivía, conforme a su credencial para votar,
en el inmueble ubicado en la calle Abasolo número 31
treinta y uno ahora 217 dos cientos diecisiete, de la zona
centro de esta ciudad, inmueble respecto del cual ha
permanecido en posesión de manera ininterrumpida y por
causa de esos mismos títulos de propiedad.

Posesión que ha perdurado desde ese año 2007


dos mil siete en que adquirió a la propiedad a la fecha, en
donde se ha ostentado como poseedor y detentador del
inmueble en las mismas condiciones en que se encontraba
cuando lo adquirió, que obviamente incluían la existencia
de los limites amparados en su escritura y la barda
perimetral existente en todos sus vientos, incluyendo la
barda poniente que no fue edificada en abril del 2018 dos
mil dieciocho sino con anterioridad a la adquisición del
propio Francisco Vázquez Zamudio, la cual ha sido
inamovible desde ese entonces y ha detentado la posesión
de la misma de manera pública, pacifica, continua y de
buena fe por más de veinte años.

En ese orden de ideas, si demostrado se


encuentra que la posesión que adquirió Francisco Vázquez
Zamudio fue por medio de un acto subjetivamente valido,
como lo es el contrato de compraventa y la adjudicación
de octubre y noviembre del 2007 dos mil siete, ello es
suficiente para establecer que su posesión si es apta para
prescribir, pues aun y cuando se pudiera pensar que el
titulo adolece de defectos, en si es bastante para hacerlo
creer dominador de la cosa, tan es así que se condujo
como tal a partir de esa fecha, data en que se le entrego
la posesión real y material del bien y ha continuado
ocupando.

De manera que, la excepción adelantada


cobra plena aplicación, porque si desde el año 2007 dos
mil siete Francisco Vázquez Zamudio se ha encontrado en
posesión del inmueble de su propiedad con un título de
propiedad que no solo es subjetivamente valido sino valido
en toda la extensión de la palabra, es obvio que ha
operado a su favor la prescripción positiva del inmueble en
las condiciones en que se encuentra, haciendo
improcedente la reclamación de la fracción invadida.

La identidad o identificación de la fracción


invadida a través de la prueba idónea que sería la pericial
en arquitectura o en identificación de inmueble y
medición, que sería el último elemento de la acción
ejercitada, a nada practico conllevaría ante la
operatividad de la excepción de prescripción positiva.

Ya que, aun y cuando se llegara a la conclusión


de que efectivamente existe una invasión de una fracción
lo cierto es que la misma ha prescrito a favor de Francisco
Vázquez Zamudio, quien adquirió el inmueble con las
edificaciones y limitantes que hasta la fecha imperan, lo
cual ha perdurado desde el año 2007 dos mil siete a la
fecha, que comprenden más de cinco años, que es el
término correcto para prescribir positivamente cuando
existe justo título y buena fe, de conformidad con la
fracción I del artículo 1247 del Código Civil.

Inclusive, si se llegara a dar valor y


convencimiento probatorio pleno al dictamen pericial
emitido por el perito de la parte actora en reconvención,
arquitecto Luis Fernando Villafuerte, para arribar a la
conclusión de la existencia de una fracción faltante que se
desprende de la simple suma de las distancias de cada
uno de los inmuebles hacia la esquina más próxima que era
la calle 12 de octubre, que como se aprecia si existe un
faltante, en nada trascendería para el resultado de la
acción reivindicatoria ejercitada, porque tomando en
cuenta el tiempo transcurrido ha operado la prescripción
positiva a su favor, de ahí que resulte improcedente su
acción.

La excepción de prescripción que se tuvo por


probada tiene como mero efecto la destrucción de la
acción en reconvención entablada por Rosalva Lemus
Hernández, mas no así que se establezca la existencia de
algún derecho a favor de Francisco Vázquez Zamudio,
porque la prescripción fue hecha valer como excepción y
no como acción, que sería la única forma en que se
crearía algún derecho a su favor sobre el inmueble o
fracción del mismo.
Declaración

En conclusión, deviene declarar fundada la


excepción de prescripción opuesta por el actor principal y
demandado en reconvención Francisco Vázquez Zamudio,
a quien se absuelve de todas y cada una de las
prestaciones que le fueron exigidas por parte de la
demandada y actora en reconvención Rosalva Lemus
Hernández .

Estudio de la Acción Principal


QUINTO. Dentro del presente considerando, se
llevará a cabo el análisis de la acción principal que
Francisco Vázquez Zamudio enderezo en contra de
Rosalva Lemus Hernández sobre la construcción de un
muro que impida las vistas oblicuas,
Indica el actor principal que en la propiedad de la
demandada que es vecina por su lado poniente, se llevó a
cabo la construcción de una finca, en la cual se violento el
contenido del artículo 841 del Código Civil porque
construyo en su pared huecos y ventanas que carecen de
reja de hierro remetida en la pared y red de alambre, con
mallas menores a tres centímetros, incumpliendo con las
obligaciones impuestas en esa normatividad.
Señala enfáticamente, que los huecos y ventanas
de la finca tiene vistas oblicuas o de costado sobre su
propiedad, sin que en ellas se haya respetado la distancia
permitida por la ley desde la línea de separación de ambas
propiedades, incumpliendo con las normas que se derivan
de los artículos 843 y 844 del Código Civil.
La defensa de la demanda se concentra en
señalar que esas ventanas o huecos abiertos en su
propiedad, reúnen los requisitos contemplados en el último
de los numerales mencionados.
Que las ventanas o huecos que existen en el
primer nivel de su propiedad, que es un hospital
denominado Clínica Abasolo , cuentan con rejas de
hierro, redes de alambre y malla ciclón adecuada que
impide las vistas oblicuas, mientras que en los niveles
restantes guardan la distancia y se encuentran elevadas
conforme a la ley.
Señala, que el actor principal tiene expedito su
derecho para construir una pared contigua en la superficie
de su propiedad que impida las vistas, pues lo sobresaliente
es que su inmueble cuenta con luz.
Afirma, que la distancia existente entre el límite de
las propiedades y el de las ventanas o huecos tiene una
distancia superior a un metro, lo cual no debe ser
contemplado desde ese plano sino también desde la
perspectiva de que el actor invadió parte de su terreno,
una fracción que si se tomara en cuenta haría más
evidente el cumplimiento de la distancia mínima que
deben guardar las vistas oblicuas o de costado.
Al dar contestación a la demanda, el parte reo
opuso como excepciones y defensas la falta de interés
jurídico y legitimación del actor, la improcedencia de la
demanda y de la acción, en seis vertientes distintas, así
como la oscuridad de la demanda y falsedad de hechos.
De conformidad con el artículo 84 del Código
Procesal Civil del Estado, El actor debe probar los hechos
constitutivos de su acción y el reo los de sus excepciones .
Concomitantemente a ello, es menester
ocuparnos del estudio de las defensas dilatorias impetradas
por el demandado, ello de conformidad con lo dispuesto
por el artículo 357 de la Ley Procesal de la Materia, en el
entendido que si algunas de estas resultare procedente no
se decidirá el fondo de la controversia, dejándose a salvo
los derechos de la parte actora; empero si ninguna de las
defensas representare obstáculo procesal, se decidirá el
asunto en lo principal, condenando o absolviendo, en todo
o en parte, según el resultado de la valuación de las
pruebas.
Del cumulo de las excepciones opuestas por la
demandada principal Rosalva Lemus Hernández, se
aprecia se aprecia que ninguna de ellas tiene la
característica de ser dilatoria, de ahí que todas ellas a
excepción de la oscuridad de la demanda y falsedad de
hechos deben ser estudiadas en conjunto con el fondo del
asunto.
Ahora, respecto de las dos excepciones en
comento, la excepción de oscuridad de la demanda es
improcedente e infundada, ya que el escrito inicial de
demanda guarda las características expuestas en el
artículo 331 del Código de Procedimientos Civiles, ya que
los hechos contenidos en la misma fueron narrados de
manera clara, suscinta y congruente, precisando las
exigencias que pide de su contraria, prueba de ello es que
la demandada se encontró en posibilidad de pronunciarse
de manera detallada con respecto a cada uno de los
puntos de la demanda, de ahí que la excepción en
comento deba ser declarada improcedente como se
anticipó.
En cuanto a la excepción de falsedad de los
hechos, la misma debe seguir la suerte de la anterior, pues
de la narración fáctica de los hechos contenidos en la
demanda y su contestación se aprecia que las partes si son
vecinos colindantes, de ahí que sea necesario dilucidar las
cuestiones materia de las prestaciones al gozar de
legitimación procesal para accionar debido a que son los
propietarios y poseedores de los fundos vecinos.
En ese orden de ideas, y toda vez que no existe
obstáculo procesal alguno, procede definir el fondo del
negocio de conformidad con lo dispuesto por el artículo
358 del Código Procesal que a la letra prescribe: La
sentencia se ocupará exclusivamente de las personas,
cosas, acciones y excepciones que hayan sido materia del
juicio. - - - - - - - - - - -

Consideraciones Legales

La luz es una de las necesidades básicas del ser


humano. La adecuada luz y ventilación de un inmueble
son condiciones mínimas de salubridad. El derecho privado
se encarga de regular como han de ser esas relaciones
entre los particulares de distintos derechos de propiedad
en cuanto a las luces y las vistas, otorgándoles los
mecanismos necesarios para su protección.

Dentro de los límites del derecho de propiedad,


el propietario sólo puede obtener luz y ventilación de mera
tolerancia.

El limite por razón de luces y vistas se traduce en


la fijación de un régimen de distancias legales para la
apertura de ventanas que permitan: por un lado, obtener
luz y ventilación; y por el otro lado, de forma más
completa, la obtención de vistas, más luz y mayor
ventilación.

El Código Civil establece distancias mínimas


para edificaciones en los artículos 835 a 846. Estas
distancias son relaciones de buena vecindad, no
servidumbres propiamente dichas, lo cual también se
efectúa con respecto a las plantaciones.

Los artículos 843 del Código Civil, tratan sobre


distancias de la construcción de ventanas, balcones o
voladizos que tengan vistas rectas u oblicuas a la finca
vecina que no estén separadas por vía pública.
La finalidad del régimen de distancias legales es
la preservación de la intimidad. Pero esa intimidad no es un
valor absoluto como derecho fundamental, por cuanto se
puede renunciar a ella, de manera que se puede disponer
de tal forma que se permite un ius prospectus sobre el
fundo en la medida que voluntariamente acuerden las
partes.

No obstante, la realidad es que dichas


distancias mínimas no son suficientes para preservar
suficientemente la privacidad e intimidad. A pesar de ser
conscientes de lo insuficiente que pueden resultar, en
algún sitio se ha de poner el límite.

Entonces, la finalidad de los artículos 841 a 844


del Código Civil, es la de establecer unos límites que
contribuyan al respeto a la privacidad, evitando una
observación directa por medio de la vista de lo que
sucede en el predio colindante.

El Código Civil, en los artículos 843, diferencia


entre vistas rectas y vistas de costado u oblicuas. El primero
de los artículos citados dispone que: No se pueden tener
ventanas ni balcones u otros voladizos semejantes, sobre la
propiedad del vecino, prolongándose más allá del límite
que separa las heredades. Tampoco pueden tenerse vistas
de costado u oblicuas sobre la misma propiedad, si no hay
un metro de distancia.
Según el Diccionario de la REA vista es definida
en su segunda acepción como visión (II acción y efecto de
ver). Visión se define como la contemplación inmediata y
directa sin percepción sensible. A su vez, recta se define en
su primera acepción de la siguiente manera: (Del lat.
rectus). Que no se inclina a un lado ni a otro, ni hace
curvas o ángulos.

De esta manera, las vistas rectas las podríamos


definir como: aquella visión que permite la contemplación
inmediata y directa que no se inclina a un lado ni a otro, ni
hace curvas o angulos, desde la pared paralela a la linea
que divide las propiedades.

Las vistas rectas o de frente son conocidas


como aquellas que se abren en pared paralela a la línea
que divide los predios, o en el hombre que tiene la cabeza
en su posición natural al, usarlas: en aquellas mira aquél
perpendicularmente sobre la linea divisoria entre la pared y
el fundo del vecino.

Por el otro lado, oblicuo se define como


sesgado, inclinado a, traves o desviado de la horizontal.
Podríamos definir las vistas oblicuas como aquella visión
que permite la contemplación inclinada a través o
desviado de la horizontal formando un ángulo que no es
recto, desde la pared paralela a la línea que divide las
propiedades.
Las vistas oblicuas son vistas de costado o
laterales, son conocidas como aquellas que se practican
en una pared que forma ángulo con la línea divisoria de los
predios: para usarlas, el hombre tiene que colocar la
cabeza hacia uno de los lados.

Respecto de las vistas de costado u oblicuas la


distancia mínima es menor que las rectas, un metro (en
lugar de dos metros).

El computo de las distancias, en las vistas


oblicuas, conforme al artículo 844 del Código Civil, se
computan desde la línea de separación de las dos
propiedades. Respecto del cómputo, parte de la existencia
de una línea de separación de las dos propiedades, o sea
aquella en que el muro en que están practicados los
huecos forman ángulo determinado por la expresada
separación de las dos propiedades y de la pared en que se
abran las ventanas.

Del contenido del artículo 841 del Código Civil,


se advierten elementos que es necesario destacar para su
mejor entendimiento:

El dueño de una pared que no sea de copropiedad,


contigua a finca ajena, puede abrir en ella ventanas, o
huecos para recibir luces a una altura tal que la parte
inferior de la ventana diste del suelo de la vivienda a
que dé la luz dos metros a lo menos, y en todo caso con
reja de hierro remetida en la pared y con red de alambre,
cuyas mallas sean de tres centímetros a lo sumo.
Naturalmente, solo el propietario de una pared
que no sea medianera puede abrir ventanas y huecos en
ella para recibir luces, de ahí que solo en pared privada
está permitida la apertura de huecos y ventanas.

Los huecos son de mera tolerancia y destinados


a dar luz y ventilación. No faculta para la obtención de
vistas, pues las vistas son obtenidas a través de las
ventanas.

Entonces, los huecos proporcionan luz y aire,


mas no vistas con violación a la privacidad, sus dimensiones
son distintas naturalmente.

La finalidad de que las características del hueco


sean con reja de hierro remetida en la pared y con red de
alambre no es otra que la de evitar que el vecino
colindante arrojara algún tipo de sustancia. De esta
manera, la protección excede de las luces y vistas, por
cuanto protege de inmisiones.

Han existido supuestos en donde el


incumplimiento de las distancias es mínima a las
legalmente permitidas, en donde la distancia es escasa,
por decir a centímetros, ahí acarrearía un perjuicio mayor
el cierre de las mismas por no respetar apenas centímetros
desde la línea de separación, por lo que se debe ponderar.
En este caso se debe tener en cuenta el
margen de error del perito al trazar la línea divisoria entre
las dos propiedades, en donde la sentencia no solo se
debe dictar con arreglo al artículo 17 del Código Civil, sino
también considerando que las normas deben ser
interpretadas con arreglo a la realidad y contexto social
del tiempo en que han de ser aplicadas.

Existen casos también en donde el material


utilizado es traslucido o translucido, que es aquel cuerpo
que deja pasar la luz, pero que no deja ver nítidamente los
objetos. Se trata de material translucido, no transparente, y
su finalidad no es otra que la de permitir el paso de la luz.

El empleo de este material traslucido pasa a


formar parte integrante de la pared como un trozo o
porción de la misma a la cual aparece unida. Este guarda
la misma línea y cumple la misión propia del resto de la
pared, consistente en cerrar el edificio. El material impide la
visión y a la vez permite el paso de luz en intensidad
limitada.

Ese tipo de construcción no permite la


inspección o fiscalización del fundo ajeno contiguo por no
suponer una apertura de huecos que gravarían el fundo
ajeno.

Estudio de los hechos facticos y pruebas aportadas


Es incuestionable que Rosalva Lemus Hernández
y Francisco Vázquez Zamudio son colindantes. La primera
es propietaria de la finca urbana ubicada en la calle
Abasolo número 213 doscientos trece, antes 31 treinta y
uno de la zona centro de esta ciudad, mientras que el
segundo es titular de la finca urbana ubicada en la calle
Abasolo número 217 doscientos diecisiete, antes 31 treinta y
uno, de la zona centro de la misma ciudad.

Rosalva Lemus Hernández acredita su titularidad


respecto de ese inmueble con las copias certificadas de las
escrituras 9,735 nueve mil setecientos treinta y cinco y 9,833
nueve mil ochocientos treinta y tres, de fechas 16 dieciséis
de octubre y 22 veintidós de noviembre del año 2007 dos
mil siete, suscritas ante la fe del licenciado Héctor García
Torres, titular de la notaría pública número 1 uno de la
ciudad de Uriangato, Guanajuato.

Los actos de adquisición de la propiedad de la


demandada principal se trataron de contratos de
compraventa, el primero celebrado con el propio actor
Francisco Vázquez Zamudio y el segundo con Guillermina
Guerrero Gordillo, adquiriendo dos propiedades o lotes de
terreno ubicados en la calle Abasolo, circunvecinos, en
donde a la postre edificaría el hospital Clinica Abasolo .

Por el otro lado, Francisco Vázquez Zamudio


acredita la propiedad de su inmueble con las escrituras
12,544 doce mil quinientos cuarenta y cuatro y 12,562 doce
mil quinientos sesenta y dos, de fecha 29 veintinueve de
octubre y 09 nueve de noviembre del 2007 dos mil siete,
suscritas ante la fe del licenciado Abel García Fonseca,
titular de la notaría pública número 1 de esta ciudad.

De ahí que, Rosalva Lemus Hernández y


Francisco Vázquez Zamudio son colindantes y vecinos, el
inmueble de este último linda con el de la primera por el
lado poniente, y aquella es colindante de este a la inversa,
por el lado oriente.

La existencia de la titularidad de ambos


contendientes con respecto a las fincas vecinas legitima su
accionar, ya que la acción que se deriva de los artículos
841, 843 y 844 del Código Civil, no solo puede ser ejercitada
por los legítimos propietarios, sino también por los
poseedores, al tratarse de un derecho real emanado de la
vecindad y de la propiedad, conforme al artículo 846 del
Código Civil.

Bajo estas consideraciones, se estima declarar


infundada desde este momento la excepción
superveniente de improcedencia de la demanda inicial y
de la acción expuesta bajo el argumento de que el actor
Francisco Vázquez Zamudio no es el poseedor o habitante
de la propiedad colindante ubicado en la calle Abasolo
número 217 doscientos diecisiete de la zona centro de esta
ciudad, porque como se ha dicho en líneas anteriores, el
ejercicio de la acción no corresponde de manera exclusiva
al poseedor de la finca sino también al propietario,
carácter que le reviste al actor principal.

Entonces, en nada trasciende para la


legitimación activa de la acción la circunstancia de que
Francisco Vázquez Zamudio habite o no el inmueble,
porque las normas de vecindad que se desprenden del
contenido de los artículos 835 a 846 del Código Civil dotan
de facultades al propietario para exigir su cumplimiento.

El incumplimiento endilgado por el actor de


conceptualiza en el hecho de que la propiedad de la
demandada, en donde a la fecha se ubica o fue edificado
el hospital Clínica Abasolo , no se respetaron los límites
para las vistas oblicuas o de costado, que conforme al
artículo 843 del Código Civil debe ser de un metro de
distancia.

Asimismo, indica que en la finca de la


demandada existen huecos y ventanas que carecen de
hierro remetida en la pared y con red de alambre, con
mallas menores a tres centímetros.

La demandada, al dar contestación señalo que


la distancia de un metro con respecto a las vistas oblicuas
se encuentra satisfecha, que todas las ventanas o huecos
se construyeron sobre una barda que se encuentra en el
interior de su propiedad distando un metro desde su
existencia al límite de ambas propiedades, que en el primer
nivel de la propiedad las ventanas que existen se
construyeron sobre barda interior y se adicionaron rejas de
hierro, redes de alambre y malla ciclón, mientras que en los
restantes niveles la distancia sigue siendo la reglamentaria.

Del desahogo de la prueba confesional a cargo


del actor Francisco Vázquez Zamudio, no se advierte
circunstancia que alguna que beneficie a los intereses de
la parte demandada, ya que el mismo se limitó a desplegar
la postura que asumió desde el escrito inicial de demanda,
de ahí que a la misma se le confiera pleno valor probatorio
de conformidad con los artículos 98 y 204 del Código de
Procedimientos Civiles.

Como prueba de la acreditación de la


distancia existente entre las ventanas y el límite de los
predios vecinales se acopio a los autos la prueba pericial
con dos vertientes distintas, pero con un mismo objetivo,
identificándose como pericial en identificación de
inmueble y medición y pericial en arquitectura, reducido a
esclarecer la distancia existente entre las ventanas y
huecos de la propiedad de la demandada y el limite
existente con la propiedad del actor.
El desahogo de ambas pericial estuvo a cargo
del ingeniero arquitecto Antonio Albor Ortiz, como perito
de la parte actora, como perito de la parte demandada el
arquitecto Luis Fernando Villafuerte Guzmán, y como perito
tercero en caso de discordia a la arquitecta Ma. De la Luz
Camarena Ramírez, con el resultado en autos, a las cuales
se les confiere valor y alcance probatorio de conformidad
con los artículos 146 y 216 del Código de Procedimientos
Civiles

Del contenido integral de las periciales


practicadas por todos los especialistas se aprecia que es
indudable la existencia de ventanas en el predio de la
demandada, las cuales se encuentran en los niveles o
plantas primera, segunda, tercera y cuarta, a la par de que
unánimemente señalan que en la planta baja se encuentra
un sótano y planta baja en donde no hay ventanas ni
existen huecos.

Las vistas generadas por las ventanas existentes


se tratan de vistas oblicuas o de costado, porque la vista
que las mismas generan es desviada de la horizontal o
recta que se genera desde la pared paralela a la línea que
divide las propiedades.

Las ventanas que existen en la pared de la


demandada, no generan una vista directa e inmediata
desde la línea paralela que divide las propiedades, pues
estando parado sobre la línea paralela que divide las
propiedades para poder observar el inmueble del actor es
necesario que la visión se incline hacia un costado o lado
para poder observar el inmueble del actor.

En el primer nivel, cuya altura se encuentra a


nivel del suelo, se encuentran ventanas, las cuales fueron
edificadas sobre un muro interior del inmueble propiedad
de la demandada. Estas ventanas se encuentran todas
revestidas con reja de hierro remetida en la pared y con
red de alambre, con malla ciclónica.

En este primer nivel no existen huecos sino


ventanas, los huecos por su intrínseca dimensión deben ser
inferiores a las de las ventanas, los huecos solo tienen por
objeto dar luz y ventilación mas no así generar vistas,
deben impedir asomarse o inspeccionar el fundo ajeno.

En los restantes niveles, segundo, tercero y


cuarto es donde se encuentran las ventanas, respecto de
las cuales existe también coincidencia en el hecho de que
las mismas no cuentan con reja de hierro remetida en la
pared ni red de alambre.

Durante el desarrollo de la inspección judicial, se


constató que esas ventanas que se hayan en los niveles
segundo y tercero se encuentran en barda interior de la
propietaria, no sobre la barda del vecino, ventanas que
cuentan con vidrio traslucido, esmerilado y persianas.

Por el otro lado, las ventanas que se encuentran


en el tercer nivel se encuentran inconclusas, porque esa
última planta se encuentra inconclusa su construcción al
faltar aplanado de techo y detalles estéticos,
encontrándose deshabitada.

Evidenciada la existencia de las ventanas en los


niveles segundo y tercero, es necesario cuestionar el
debido cumplimiento del artículo 841 del Código Civil, que
indica la posibilidad de abrir ventanas o huecos en pared
propia para recibir luces a una altura tal que la parte
inferior de la ventana diste del suelo de la vivienda a que
dé luz dos metros a lo menos, y en todo caso con reja de
hierro remetida en la pared y con red de alambre, cuyas
mallas sean de tres centímetros.

Como se dijo con anterioridad, el derecho que


tutela dicho precepto es el de recibir luces, iluminación y
ventilación, mas no así el de vistas, pues la distancia entre
la ventana o hueco es de dos metros del suelo de la
vivienda a la parte inferior de la venta o hueco. El objetivo
de la reja de hierro remetida en la pared es evitar arrojar
sustancias, basura, etc., intromisiones en la finca.
La distancia existente entre el nivel del suelo o
de la banqueta a que se encuentran los predios en
conflicto y la apertura de las ventanas cubiertas con maya
de acero y cintilla plástica blanca que se hayan en el
primer nivel es superior a los dos metros, de ahí que no solo
se cumple con la distancia sino también con evitar
intromisiones al contener esa maya de acero y cintilla.

Como se dijo en líneas anteriores, la reja de


hierro remetida en la pared y red de alambre con mallas
menores a tres centímetros, tiene como objetivo primordial
el impedir que el titular del predio arroje sustancias, basura
u objetos al vecino, mas no impedir la luz, las vistas o
ventilación, mas no así impedir la luz o la ventilación.

Entonces, todas las ventanas de la primera


planta se encuentran dentro de los parámetros, ya que se
impide la vista oblicua al existir la malla ciclónica
entrecruzada y plastificada entre cubierta que la perita
tercera en discordia identifico como cintilla plástica
blanca, de ahí esa planta no vulnere el derecho primordial
a la intimidad o privacidad que regula el derecho de
vecindad con respecto al tema, al no poder observarse
desde esa planta el interior del inmueble del actor.

Dentro del desahogo de la inspección judicial se


dio fe de desde la primera planta era posible tener vista
hacia el interior del inmueble del vecino, pero que ello era
haciendo un esfuerzo al tener que ver entre los espacios de
la malla ciclónica previamente a que se abrieran las
persianas de que cuentan todas las ventanas, de manera
que esta circunstancia hace palpable que con respecto a
la primera planta del hospital Clínica Abasolo no existe
violación a la normatividad referente a la privacidad o
intimidad del vecino, porque se impide tener vista directa
sobre el inmueble del actor e inclusive arrojar sustancias u
objetos.

Con respecto a las ventanas habidas en la


segunda y tercera planta del hospital Clínica Abasolo , los
peritos convergen en señalar su existencia, y el punto de
inflexión entre ellos se concentra en el cómputo de las
distancias.

El artículo 844 del Código Civil indica que la


distancia de que habla el artículo anterior, referente a las
vistas oblicuas o de costado, se mide desde la línea de
separación de las dos propiedades.

Si la distancia debe calcularse desde este


punto, para las vistas oblicuas la distancia de un metro
debe contarse desde la línea de separación de las
propiedades hasta la arista de las jambas de la venta. La
forma de computar así la línea de arranque del metro para
las vistas de costado lo es porque la vista se genera no
desde la abertura realizada, sino desde el vidrio o ventana
que es donde se da la vista.

Aun y cuando la vista es una percepción


sensorial, lo cierto es que la distancia no debe tomarse
desde el plano donde se ubique o coloque el sujeto, sino
desde el objeto que permite precisamente la vista, en este
caso el vidrio ya empotrado.

Entonces, el inicio del muro que contiene el


vano no podría considerase el punto de arranque o de
término de la distancia existente en relación con el límite
de los inmuebles, porque existen ventanas en donde la
posibilidad generar vistas se da más allá del inicio de la
abertura en el muro, sino con posterioridad que es en
donde se haya el objeto que permite las vistas.

Es importante señalar que cuando se llevó a


cabo el desahogo de la inspección ocular del inmueble, se
dio fe de que los vidrios insertados en las ventanas son de
aquellos considerados como traslucidos, es decir, de
aquellos que solo permiten pasar la luz e impiden generar
vista hacia el exterior, aunado a que existen percianas en
cada una de esas ventanas.

La existencia de esas ventanas con material


traslucido hace palpable que existe una imposibilidad libre
o fácilmente accesible de ver nítidamente los objetos que
se encuentran del otro lado, en este caso, del inmueble
propiedad del actor.

Estas ventanas que se encuentran al oriente de


la Clínica Abasolo , con orientación de norte a sur, en la
según y tercera planta, solo fueron medidas de manera
correcta por el perito de la parte demandada, arquitecto
Luis Fernando Villafuerte Guzm án, que midió desde donde
se encuentran colocadas las ventanas hasta el límite de
ambas propiedades, tomando en cuenta ladrillo y enjarre
de cada uno de estos elementos, quien asumió que muy
ajustadamente se llega a 1.02 un metro con dos
centímetros o 1.07 un metros con siete centímetros.

Pero aun y cuando se tuviera como punto de


medición de las distancias la ventana o el borde o vano de
la ventana en confrontación con el límite de ambas
propiedades, lo cierto es que la distancia existente entre
ambos puntos no es significativa. No es significativa porque
se trata de 0.06 seis centímetros faltantes para la perito
tercero en discordia arquitecta Ma. De la Luz Camarena
Ramírez, mientras que para el perito del actor, ingeniero
Antonio Albor Ortiz, existe un faltante de 0.03 tres
centimetros.

En supuestos en los que el incumplimiento lo es


por pocos centímetros, se debe tener en consideración el
importante perjuicio que acarrearía el cierre de las mismas
por no respetar a penas seis o tres centímetros desde la
línea de separación. Aquí es donde cabe ponderar el
margen de error del perito o especialista al trazar la línea
divisoria entre las dos propiedades, interpretando las
normas con arreglo a la realidad y contexto social del
tiempo en que han de ser aplicadas, así como los principios
generales del derecho a que hace referencia el artículo 18
del Código Civil.

Así, ponderado el hecho de que en todas las


ventanas de la segunda y tercera planta del hospital
Clínica Abasolo se haya vidrio translucido que solo
permiten pasar la luz e impiden generar vista hacia el
exterior, así como la circunstancia de que pudo existir un
margen de error en el momento de trazar la línea de
apertura de las vistas oblicuas o su medición hasta el límite
de los predios, es que resulte improcedente acoger las
pretensiones de la actora relativas la edificación de un
muro.

Si la esencia del derecho de la demandada se


constriñe a tener acceso a la luz y ventilación y encuentra
su límite en el del actor que gira respecto a su intimidad y
privacidad impidiendo intromisiones de sus vecinos a través
de vistas, es que en el caso se considere que no se ha
violentado en su contra del actor el contenido de los
artículos 841 y 843 del Código Civil, porque aun y cuando
se partiera de la base de que la medición de la distancia
mínima de la construcción de las ventanas oblicuas o de
costado debe ser desde la ventana, desde la línea exterior
o interior de la pared en que se abre la ventana hasta el
límite de las propiedades, lo cierto es que la distancia
existente no es significativa, tanto como para orillar a la
construcción de un muro que impida las vistas.

Esto, porque aunado a que la distancia


existente no es significativa o sobresaliente para que
pudiera generarse una notoria diferencia por seis o tres
centímetros, también es incuestionable que las ventanas
que se ubican en las plantas segunda y tercera del Hospital
Clinica Abasolo permiten solo el paso de la luz y evitan
generar vistas al inmueble del actor, al ser vidrios traslucidos
esmerilados que por su propia esencia solo buscan
allegarse de luz.

Entonces, la vista generada con seis centímetros


o tres centímetros mas no genera una abismal diferencia
como para que pudiera generarse una percepción más
reducida o más amplia, sumado al hecho de que el
mecanismo de los vidrios traslucidos impide de manera más
nítida observar hacia el predio del vecino, reduce al
campo de visión, que encuentra obstáculo además de las
persianas existentes en la segunda y tercera planta que no
son un impedimento para observar pero si para ver con
nitidez al constituir un campo que impide la recepción de
vista inmediata, como se dejó constatado en la inspección
judicial practicada en el hospital Clínica Abasolo .

Así, es improcedente ordenar a la demandada


lleve a cabo la colocación de una reja de hierro remetida
en la pared y con red de alambre, cuyas mallas sean de
tres centímetros a lo sumo, en todas las ventanas existentes
en la segunda y tercera planta, porque el objetivo de estas
medidas no es impedir las vistas, iluminación o ventilación,
sino única y exclusivamente evitar la intromisión del vecino
arrojando algún tipo de sustancia o basura, pero no
impedir vistas, iluminación o ventilación.

Esto, sin negar la posibilidad que tiene el actor


de levantar muro en su pared propia para impedir las vistas,
tal y como lo establece el artículo 842 del Código Civil.

Finalmente, respecto de las ventanas existentes


en cuarto nivel, dentro de la inspección judicial practicada
al inmueble se dio parte de que se trata de una planta
deshabitada por estar inconclusa su construcción, ya que
carece de aplanado del techo y detalles estéticos, pero los
ventanales existentes en esa planta carecen de vidrio
traslúcido y de persianas, de manera que las vistas
generadas a través de esa cuarta planta son directas, al no
encontrar obstáculo alguno que permita observar el predio
del vecino.
De igual manera, los ventanales en este nivel
también carecen de reja de hierro remetida en la pared y
red de alambre con malla, pero se insiste, esta medida en
los ventanales únicamente es para evitar intromisiones del
vecino, es decir, evitar que se puedan arrojar sustancias,
basura, objetos, etc., en el predio del vecino.

Declaración Judicial

Entonces, aun y cuando el cuarto nivel se


encuentre deshabitado o inconcluso, el mismo carece de
cualquier medida directa o indirecta que evite generar las
vistas inmediatas al predio vecino, de ahí que sea
procedente condenar a la demandada para que en ese
cuarto nivel lleve a cabo la inserción de una película
polarizada, o bien, de un vidrio traslucido en todas las
ventanas que, como se dijo, ya existen pero carecen de
estas particularidades, con la finalidad de que a través de
cualquiera de estas opciones se impida observar hacia el
predio del vecino con facilidad, es decir, que no deje ver
nítidamente los objetos a través del mismo, solo
permitiendo el paso de luz.

Esta medida, consistente en la inserción de una


película polarizada adherida a los vidrios existentes, o bien,
de un vidrio traslucido que no deje ver nítidamente los
objetos a través del mismo, sino solo el paso de luz, se hace
extensiva a las plantas primera, segunda y tercera, porque
lo sobresaliente e importante es generar una percepción
de privacidad e intimidad en el demandante, de ahí que
aun y cuando los vidrios de estas segunda y tercera planta
se encuentre dotado de este material, deberá asegurarse
que se impide ver nítidamente los objetos a través de los
mismos, sin rendijas que lo permitan y sin que se permita el
retiro de las persianas, que constituyen también un
obstáculo directo para poder observar.

Medida que se considera procedente acoger,


porque es indudable que la sola existencia de esos
ventanales si genera sosobra en la tranquilidad y
pacificidad del vecino Francisco Vázquez Zamudio, pues
de no existir las mismas el desarrollo de su vida rutinaria sería
más íntimo con una percepción más privada de su
entorno, de su hogar, de ahí que las medidas deban ser
enérgicas pero sin generar la construcción o demolición de
bardas como lo solicitaba la parte actora, que sería más
gravoso y tedioso para las partes al generarse una nueva
obra con molestias para ambos.

Aun y cuando pudiera considerarse que lo que


se alcanza a percibir del inmueble del demandante es el
patio con los tendederos, teja de aluminio, techo del
inmueble y varios árboles, no así dormitorios o baños según
la inspección ocular desahogada, indudablemente la
percepción intima de su hogar ha variada con la existencia
de esas ventanas, al generarle sospecha de que lo estén
observando, pacientes o personal de la clínica, pero esta
circunstancia debe ser ponderada con el derecho de la
vecina demandada a gozar de luz y ventilación, así como
con la mínima separación que guardan las ventanas
oblicuas con el límite de separación de los predios, de ahí
que se considere justa y acertada la medida tomada.

Lo que se debe de observar con el presente


fallo es evitar generar más fuente de conflicto entre los
colindantes, sin soslayar sus derechos a la privacidad,
intimidad y de luces y ventilación, de ahí que se haya
tomado esta medida de insertar una película polarizada o
un vidrio traslucido en todas las ventanas que, como se
dijo, ya existen pero no son vidrios traslucidos, con la
finalidad de que a través de los mismos no se pueda
observar hacia el predio del vecino, solo permitiendo el
paso de luz.

Para el cumplimiento de la determinación antes


asumida, la parte demandada Rosalva lemus Hernandez
también conocida como Rosa Alma Lemus Hernandez,
goza de un plazo de treinta días naturales, que se
considera ajustado tomando en consideración la cantidad
de ventanas existentes, de cuyo cumplimiento deberá
informar a este órgano jurisdiccional y a la parte actora, a
fin de que en diligencia judicial programada mediante
actuario que cuenta con fe pública pueda constatar por el
actor Francisco Vázquez Zamudio, el cumplimiento a
dichas medidas.

En el caso de no dar cumplimiento a la


determinación asumida en el plazo concedido, conforme
a lo establecido en el artículo 1555 del Código Civil, a costa
de la demandada se comisionará un tercero para su
cumplimiento, cuyos costos serán solventados por la
demandada dentro del procedimiento de ejecución de
sentencia.

Costas

SEXTO. Debido a que de conformidad con lo


hasta ahora razonado, ambas partes resultan perdidosas al
no haberse acogido sus pretensiones en la forma y términos
en que fueron solicitadas, y a fin de evitar más conflictos
entre los propietarios de las fincas vecinas, se les absuelve
del pago de gastos y costas de la presente instancia,
atento a lo dispuesto por el párrafo tercero del artículo 11
del Código Procesal de la entidad.

Resulta aplicable la siguiente tesis


jurisprudencial: -

Época: Décima Época, Registro: 2000544, Instancia:


Primera Sala, Tipo de Tesis: Jurisprudencia, Fuente:
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro
VII, Abril de 2012, Tomo 1, Materia(s): Civil, Tesis:
1a./J. 23/2011 (10a.), Página: 392. COSTAS. CONDENACIÓN
FORZOSA Y POTESTAD DE EXONERAR DE SU PAGO (LEGISLACIÓN
PROCESAL CIVIL DEL ESTADO DE GUANAJUATO). El artículo 11
del Código de Procedimientos Civiles para el Estado de
Guanajuato, establece que deberá condenarse al pago de
costas a la parte que pierda en juicio, y prevé un
supuesto de excepción como facultad del juzgador en caso
de que las dos partes pierdan, consistente en exonerarlas
de tal obligación. Por su parte, el artículo 12 del mismo
ordenamiento prevé otra hipótesis para exonerar de la
condena en costas, que se actualiza cuando la parte que
pierda no haya, con su actitud, provocado el juicio y
hubiera procedido en éste con ecuanimidad, sin haber
alterado las cuestiones ni provocado dilación o
entorpecimientos injustificados. En consecuencia, como
regla general procede la condena en costas a la parte
perdidosa en el proceso, y es facultad discrecional del
juzgador exonerarla de dicha carga únicamente en los
supuestos precisados; lo que no puede traducirse como una
obligación de la autoridad de motivar el por qué no es
procedente la exoneración, ya que la garantía de legalidad
se vería colmada al fundar y motivar debidamente la
procedencia de la condena impuesta y cumpliendo con los
requisitos previstos en los artículos 14 y 16 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
pues la adecuada formulación de la condena respectiva
conlleva, en sí misma, que no operó la excepción para
exonerar a la perdedora; lo anterior, siempre y cuando no
haya solicitud de parte en el sentido de que se pronuncie
respecto de alguna excepción. Entonces, la condena en sí
misma y la eventual cuantificación que determine el
juzgador, están sujetas a control constitucional y podrán
ser combatidas ‐agotados los mecanismos procesales
respectivos‐, a través del juicio de amparo.

En mérito de lo expuesto, fundado, motivado y


con apoyo además en lo estipulado por los artículos 224,
225, 226, 360, 361 y correlativos del Código de
Procedimientos Civiles vigente en el Estado, es de resolverse
y se:

RESUELVE

PRIMERO. Este Juzgado resultó competente para


conocer y resolver el conflicto expuesto, así como la Vía
Ordinaria Civil fue la correcta.
SEGUNDO. De conformidad con lo razonado en el
Considerando Cuarto del presente fallo, se declara
improcedente e infundada la acción reconvencional
reivindicatoria instada por Rosalva Lemus Hernández
también conocida como Rosa Alma Lemus Hernández , y
en esa medida procedente y fundada la excepción de
prescripción positiva opuesta por el demandado Francisco
Vázquez Zamudio .
TERCERO. De conformidad con lo razonado en
el Considerando Quinto del presente fallo, se decreta
parcialmente procedente la acción principal ejercitada
por Francisco Vázquez Zamudio, y en esa medida,
parcialmente procedentes las defensas y excepciones
opuestas por la demandada Rosalva Lemus Hernández
también conocida como Rosa Alma Lemus Hernández .

CUARTO. Se condena a Rosalva Lemus


Hernández también conocida como Rosa Alma Lemus
Hernández , para que en el cuarto nivel del Hospital Clínica
Abasolo ubicado en la calle Abasolo número 213
doscientos trece, antes treinta y uno, de la zona centro de
esta ciudad, lleve a cabo la inserción de una película
polarizada, o bien, de un vidrio traslucido en todas las
ventanas que, como se dijo, ya existen pero carecen de
estas particularidades, con la finalidad de que a través de
cualquiera de estas opciones se impida observar hacia el
predio del vecino con facilidad, es decir, que no deje ver
nítidamente los objetos a través del mismo, solo
permitiendo el paso de luz.

De igual manera, se condena a la demandada


para que esta medida, haga extensiva a las plantas
primera, segunda y tercera, porque aun y cuando los
vidrios de las ventanas de las segunda y tercera planta se
encuentren dotados de este material, deberá asegurarse
que se impida ver nítidamente los objetos a través de los
mismos, sin rendijas que lo permitan y sin que se permita el
retiro de las persianas que existen, que constituyen también
un obstáculo directo para poder observar, bien sea
insertando la película polarizada adherente al vidrio o
constatando que el vidrio traslucido existente que no deje
ver nítidamente los objetos a través del mismo, sino solo el
paso de luz.

QUINTO. Para el cumplimiento de la


determinación antes asumida, la parte demandada
Rosalva Lemus Hernández también conocida como Rosa
Alma Lemus Hernández, goza de un plazo de treinta días
naturales, que se considera justo tomando en
consideración la cantidad de ventanas existentes, de cuyo
cumplimiento deberá informar a este órgano jurisdiccional
y a la parte actora, a fin de que en diligencia judicial
programada mediante actuario que cuenta con fe pública
se pueda constatar por el actor Francisco Vázquez
Zamudio y el actuario adscrito a este juzgado, el
cumplimiento a dichas medidas.

En el caso de no dar cumplimiento a la


determinación asumida en el plazo concedido, conforme
a lo establecido en el artículo 1555 del Código Civil, a costa
de la demandada se comisionará un tercero para su
cumplimiento, cuyos costos serán solventados por la
demandada dentro del procedimiento de ejecución de
sentencia.

SEXTO. De acuerdo a las consideraciones antes


razonadas, ambas partes resultan ser perdidosas al no
haberse acogido sus pretensiones en la forma y términos en
que fueron solicitadas, y a fin de evitar más conflictos entre
los propietarios de las fincas vecinas, se les absuelve del
pago de gastos y costas de la presente instancia, atento a
lo dispuesto por el párrafo tercero del artículo 11 del
Código Procesal de la entidad.
Notifíquese electrónicamente a Francisco
Vázquez Zamudio y por ese mismo medio a Rosalva Lemus
Hernández también conocida como Rosa Alma Lemus
Hernández, en el domicilio procesal electrónico señalado
en autos.
Dése de baja el expediente de los Libros de
Gobierno de este Juzgado, aviso de ello a la Superioridad
por medio de estadística mensual, y en su oportunidad
archívese como asunto totalmente concluido.
Así lo resolvió y firma el Ciudadano Licenciado
SALVADOR CARMONA BUTANDA, Juez de lo Civil de este
Partido Judicial que actúa en forma legal con Secretaria
licenciada ANA MARÍA ÁLVAREZ MORA, que autoriza y da
fe de lo actuado. - DOY FE.-
.

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