Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
favor del primero y en forma extraordinaria acogiéndose a los veinte años previstos
en el artículo 2532 antes de ser reformado por la Ley 791 de 2002, un predio ubicado
en la zona urbana de Bogotá, por haberlo ocupado en calidad de señor y dueño desde
el mes de junio de 1989, efectuando mejoras y construyendo casa de habitación
personal, explotándolo y vigilándolo. Primera instancia accedió a las pretensiones,
decisión revocada por el ad-quem al no encontrar demostrados el animus y el corpus.
Dos cargos se propusieron frente a la sentencia con fundamento en errores de hecho
por suposición y preterición del material probatorio y errores de hecho al valorar
documentos en copia simple y pruebas aportadas fuera de las oportunidades
procesales. La corte no casó la sentencia al no encontrar acreditados los errores
enunciados.
MARGARITA CABELLO BLANCO
Magistrada ponente
I. ANTECEDENTES
2
Por su parte, la curadora ad litem de las personas indeterminadas dijo que al
no constarle los hechos, no efectuaba oposición a lo impetrado (fl. 114 c. 2).
3
la posesión del bien materia de este proceso, como lo clarificó dicha Corporación en
el auto A-197 del mismo año, explicativo de aquella, pues el vocablo “posesión” que
dijo debía mantener el reclamante (aquí demandante), fue utilizado en su sentido
gramatical o común y no jurídico, es decir, no se mantuvo a aquel como poseedor y
por ende, le correspondía demostrar el ejercicio de la «posesión» alegada.
6.2. Respecto del segundo grupo de testigos citados por el actor, el ad quem
indicó que de ellos tampoco se deducen los elementos de la posesión, más bien
generan dudas respecto de la época en que el accionante ingresó al terreno, los
comportamientos de señorío desplegados, la cobertura y publicidad de los mismos.
Así, después de citar lo declarado por Luis Enrique Monroy Martínez y Luis
Enrique Martín Vivas, el Tribunal advirtió en aquel, incertidumbre en cuanto al
momento en que el convocante entró al citado terreno, “pues se resalta una
prolongada ubicación por fuera del lote”, no es preciso en cuanto a la eficacia y
transcendencia de los actos desarrollados y no alude a una ocupación general, ni
explotación económica que corresponda a las dimensiones del predio, en tanto que el
segundo deponente también arroja serias dudas respecto del tiempo durante el cual se
ha comportado como dueño, pues no da cuenta de lo acontecido en los últimos 14
años, desde 1988 en que trabajó como vigilante de las bodegas de la demandada, ni
de los actos que así lo demuestren, pues expresó que el señor Torres Ojeda lo
ayudaba a cuidar el terreno, lo que arroja conclusiones distintas a las que tuvo en
cuenta el a quo para acoger las súplicas demandatorias.
4
con la sociedad demandada, pues en esos casos, el examen de ellos debe ser más
riguroso y si superan el análisis en cuanto a su precisión, coherencia, seriedad y
objetividad, deben tenerse en cuenta, máxime cuando por esa circunstancia pueden
“explicar el conocimiento de los hechos”.
Así mismo aludió a las pruebas fotográficas que evidencian el estado del
predio y la habitación que en algún momento tuvo el actor en su interior que no
corresponde a verdaderos actos posesorios con publicidad y notoriedad, pues solo
muestran un pequeño cobertizo que apenas supera la altura de la maleza, un terreno
de gran dimensión vació, sin ninguna obra o actividad, como las indicadas en el
artículo 981 del Código Civil.
LA DEMANDA DE CASACIÓN
CARGO PRIMERO
5
modificados por los preceptos 1°, 5° y 6° de la Ley 791 de 2002, y numeral 1° del
canon 407 del Código de Procedimiento Civil.
2.1. Respecto del primer supuesto, indica que “el Tribunal tergiversó y
cercenó la prueba a tal punto que llegó a suponer lo que no está probado”.
iv) Así mismo acusa al Tribunal de efectuar una valoración contraevidente del
testimonio de Luis Enrique Monroy Martínez, puesto que de su afirmación alusiva a
que el poseedor limpiaba la parte exterior del predio no se deduce que haya existido
una prolongada ubicación por fuera del mismo, como aquel lo estimó.
6
v) De la declaración vertida por Luis Enrique Martín Vivas, el censor señala
que el fallador incurrió en suposición al no dar por probado estándolo que para 1988
el inicial demandante se encontraba en el inmueble, ni vio que el deponente coincide
con las versiones de los demás acerca de la ocupación de aquel como maestro de
albañilería, a la vez que omitió la aseveración consistente en que mientras duró su
contrato de trabajo no realizó en el inmueble actividad distinta a «la explotación de
las vacas conjuntamente con el demandante», y finalmente critica a la Corporación
de segunda instancia por no especificar cuáles son las dudas que le surgen de esa
declaración, referidas en su fallo.
xi) Igualmente advierte que los documentos valorados por el fallador para
creerles a los testigos sospechosos «no prueban nada, porque nada dicen», pues el
proveniente del Comité de Deportes de Fontibón en el que se acota que
Construcciones Los Sauces Ltda. es la poseedora inscrita del terreno, ejerce actos de
señorío desde hace más de 20 años y le ha otorgado permiso para practicar deporte
7
dentro de él, resulta inverosímil, dado que con el permiso para jugar fútbol no se
acredita la condición de dueño.
xiii) Cita los contratos de trabajo suscritos entre esta y Jaime Rojas Ocampo,
José Alben Árias Quiroga y Pablo Andrés Londoño Osorio para realizar labores de
celaduría y vigilancia en el predio de la Carrera 94 N° 20-01, sin explicar lo que se
desprende de ellos.
ii) Tampoco hizo referencia a los escritos firmados por varios vecinos en los
que afirman conocer a Juan Eustacio Torres como único poseedor del inmueble de la
carrera 93 y 96C Con Calle 22 ó 16 (nueva).
8
v) El Tribunal, agrega, desconoció documentos integrantes de la querella 522
de la mencionada anualidad, en la que el actor dijo que «el día 9 de mayo a las 7 pm
llegó al predio donde hace 17 años estoy trabajando como vigilante» el señor que
conoce como José Pablo amenazándolo por si tocaba la valla, lo que indujo al
convocante a solicitar protección policial y reclamar el retiro de esta, elementos de
juicio que según el censor, prueban que protegió el predio con los medios a su
alcance, dada su situación económica y social.
CONSIDERACIONES
9
corporales, muebles o inmuebles, así como los demás derechos reales, cuando han
sido detentados en la forma y por el tiempo que el legislador ha previsto.
El canon 762 del Código Civil ha definido la posesión como «…la tenencia de
una cosa determinada con ánimo de señor o dueño…», es decir que para su existencia
se requiere del animus y del corpus, esto es, del elemento interno, psicológico o
intención del dominus, que por escapar a la percepción directa de los sentidos es
preciso presumir a partir de la comprobación plena e inequívoca de los
comportamientos materiales y externos ejecutados continuamente y por todo el lapso
que dure aquélla.
Así entonces, los citados elementos, por constituir manifestación visible del
señorío, llevan a inferir la intención o voluntad de hacerse dueño, mientras no
aparezcan otras circunstancias que demuestren lo contrario y por tanto, el
prescribiente debe acreditarlos plenamente para que esa posesión como presupuesto
de la acción, le permitan al juzgador declarar en su favor, la pertenencia deprecada.
10
base en ellos, concluyó que no se había acreditado el término para usucapir, pues no
existe precisión respecto del momento en que el demandante ingresó al predio a
ejercer actos posesorios, ni la clase y notoriedad de estos, pues inclusive, este mismo
es inconsistente al sostener en el primer libelo que su posesión había comenzado en
junio de 1989, afirmación que posteriormente los cesionarios de derechos litigiosos
variaron sin explicación atendible, al reformar la demanda, para decir que tal inicio se
produjo el 28 de junio de 1985.
6.1. Respecto del inicial apartado, obsérvese que William Arturo Ávila afirma
tener 33 años para la época de su declaración y conocer al actor hace más o menos 25
años en posesión del predio Los Sauces, quien cuidaba ganado y tenía un cultivo
pequeño, habiendo construido inicialmente una casa de «paroy», como en tela y
después una en tejas porque aquella le fue quemada «y de ahí para acá vendió el
ganado y se dedicó solamente a cuidar la finca». Al solicitársele explicación de
porqué el citado lapso no coincide con el que se desprende de la inicial manifestación
del demandante quien afirmó haber ingresado al predio en el año 89, lo que arrojaría
un término de 17 años, respondió: «En ese tiempo yo viví en una casa al frente del
lote y ahí vivía alguien, supongo que él mismo, porque cuando volví después al
mismo sitio, él estaba ahí. Yo salí como a los siete años y medio y volví cuando yo
cumplí los once años. Pues yo creo que es, porque siempre ha estado ahí». En cuanto
a la actividad del convocante señaló: «Yo sé que vive ahí, más no sé a qué se dedica,
aparte de cuidar la finca». Al interrogársele si sabía que Juan Eustacio Torres
hubiera adelantado acciones por perturbación a su posesión o enfrentado procesos en
su contra por ocupación de hecho contesto: «La verdad no sabría del proceso porque
pensé que el terreno era de él (…) pienso que era él porque vive ahí, más la
procedencia no se» (fls. 164-168 c.1).
Sara Inés Aragón Rodríguez afirmó que el antes nombrado lleva más de 23
años como poseedor del lote en el que tuvo varias cabezas de ganado, vendía leche y
evitaba que entraran ladrones, zorreros y gente consumidora de vicios. Agrega que
cuando el demandante llegó había como una montaña y él hizo una especie de túnel
11
«y encima sólo puso sólo (sic) unas tejitas y con el tiempo ya hizo con parales, él le
hizo forma. Anteriormente con la montaña no se veía. Después él construyó con los
parales la vivienda, hizo dos divisiones» (fls. 301-305 c.1).
Por su parte, Luis Enrique Martín Vivas manifestó haber entrado a trabajar
como vigilante de una bodega en la constructora Los Sauces en el año 88 y veía que
Juan siempre permanecía en el lote, por lo que le preguntó a uno de sus jefes
«llamado César Rodríguez Junior que él qué era ahí», respondiéndole «el vive ahí
está cuidando». Comenta haber tenido unas vacas en sociedad con el demandante y
que hace poco se enteró que este «tiene un parqueadero ahí sobre la avenida de
propiedad de él», y en esa época veía que «él salía y entraba de ahí del potrero
común y corriente». Agrega que en «el lote había un poco de matas de lulo silvestre y
él limpió todo eso porque ahí se mantenía mucho drogadicto por eso mantenía todo
limpio. Lo que era las cercas él lo arreglaba sobre la avenida veinte, avenida
principal de Fontibón», agregando que no ha visto a nadie más en el predio y «vivía a
unos doscientos metros de la avenida 20 hacia el fondo dentro del lote, un cambuche,
una casa ahí de madera y plástico, casi a la mitad de la parte del frente del lote». Al
ser interrogado sobre si en su contrato de vigilancia se incluyó «un terreno que usted
debía vigilar y cuidar. Contestó. En parte sí estaba mencionado el lote y la bodega».
Informa que se trata de un predio grande que puede tener unas cuatro fanegadas y que
después de finalizar su vínculo laboral, lo único que sabe es que el convocante está
como propietario del terreno. (fls. 166-174 c.2).
12
manera ostensible con el contenido objetivo y material de los elementos de
persuasión recaudados, pues el examen que condujo al ad quem a sostener que estos
le permitían tal inferencia, corresponde a un razonamiento admisible de lo que ellos
reflejan.
Véase que Pablo Andrés Londoño Osorio quien dijo trabajar desde 2004 para
Construcciones Los Sauces como celador encargado de cuidar las bodegas y un lote
de propiedad de esta, con área aproximada de 68.300 m² ubicado en la Cra. 94 n° 20
01 en Fontibón, informó que el 16 de junio de 2006 se dio cuenta que de dicho
inmueble entraba y salía una persona que por su aspecto era habitante de la calle, a
quien le pidió que se retirara, obteniendo respuesta agresiva de este, por lo cual
procedió a avisarle a sus empleadores y estos le indicaron que tratarían de sacarlo
porque eso era una «propiedad privada». En compendio, manifiesta que la señalada
empresa ha tenido la vigilancia y mantenimiento de la finca, en la que se han
realizado actividades deportivas, a más de pagar los impuestos generados por el
terreno y los salarios de los vigilantes.
Johan Jaime Blanco dijo laborar desde 1998 para «Redes Electricas S.A.,
quien a su vez es la propietaria mayoritaria de Constructora Los Sauces», deponente
que fue coincidente con el anterior, respecto de los actos de señorío desplegados por
la mencionada compañía constructora, titular del derecho de dominio del bien raíz
disputado, pero además de las labores de «vigilancia y cerramiento» referidas por
13
aquel, agregó que durante varios años, «Redes Eléctricas» realizó en el señalado
predio las despedidas de fin de año de sus empleados, al igual que actividades
deportivas e inclusive, se le autorizó a la Asociación Deportiva de Fontibón para
llevar a cabo diversos torneos de fútbol. Refirió los acuerdos de voluntades que la
accionada celebró para vigilar el lote de la Cra. 96 n° 16G-01, al igual que para el
cerramiento del mismo. Agregó que el 14 de junio de 2006 César Augusto Rodríguez
García (q.e.p.d.) quien fue presidente de Redes Eléctricas le informó que dos de sus
funcionarios «le habían manifestado que una persona al parecer indigente, había
abierto un hueco en el costado norte del terreno y lo había tapado con algunas
mantas pernoctando en él. Este hueco o cambuche (…) no tendría un área de dos por
dos metros», del que posteriormente constató su existencia (fls. 379-381 c.2).
6.1.3. Dado que el Tribunal igualmente sostuvo que los anteriores testimonios
merecían credibilidad por hallarse corroborados con otros elementos de convicción,
dentro de los que se cuentan algunos documentos a los que el censor les desconoce
capacidad persuasiva, por estimar que «nada dicen y, por tanto nada prueban, y como
nada prueban no pueden servir para apuntalar la credibilidad de un testigo
sospechoso porque suponen una prueba», cabe señalar que por este aspecto, el error
de hecho enrostrado al citado juzgador, tampoco aparece acreditado con las
características que hacen viable su acogida, pues no se advierte protuberante o de
bulto y por el contrario, ellos resisten el aludido argumento.
En efecto, los diversos convenios referidos tanto por el juzgador, como por el
impugnante extraordinario y allegados en fotocopia autenticada por el deponente
Mauricio Alejandro Rodríguez Zamudio, de los que el sentenciador extrae que la
empresa demandada «no había perdido el control sobre el inmueble, en principio, al
menos hasta 1998», lo que «corrobora la insuficiencia en el término de posesión», no
acreditan la equivocación enrostrada, según el contenido material de los que
continuación se mencionan:
14
iii) El «Contrato civil de obra» de fecha 28 de junio de 2006 realizado entre la
aludida accionada en condición de «contratante» y Colombiana de Postes Medina y
Henry Ltda. como «contratista» lo fue para «realizar el cerramiento general al
inmueble ubicado en la Carrera 96c N° 16g-01 de la ciudad de Bogotá D.C.» (fls.
393-395 c.1).
6.1.4. Debido a que el ad quem, estimó así mismo, que las «pruebas
fotográficas incorporadas al proceso, que no fueron refutadas 1, evidencian el estado
del inmueble y la habitación que en algún momento tuvo el demandante en su
interior, que no corresponden a verdaderos actos posesorios, con publicidad y
notoriedad (…) [pues] muestran un pequeño cobertizo, que apenas supera la altura
de la maleza; y (…) un terreno de gran dimensión, vacío, sin ninguna obra o
actividad, como por ejemplo alguna de las indicadas en el art. 981 del C. Civil»,
tampoco demuestran el yerro fáctico atribuido al fallador, dado que lo expuesto por
este, corresponde a lo que en ellas se percibe.
Se itera que los indicados retratos fueron presentados por la parte demandada
dentro de la diligencia de inspección judicial, con sustento en el numeral 3° del
artículo 246 del Código de Procedimiento Civil, en donde intervino el actor y su
apoderado, momento en el que aquella justificó su aportación para acreditar las
condiciones en que se hallaba el predio el día de «la diligencia de lanzamiento por
ocupación de hecho, efectuada por la inspección 9 A de Policía de Fontibón, entre el
mes de octubre de 2006 y febrero de 2007 (…) en la cual se puede apreciar sin lugar
a dudas el pequeño espacio que ocupaba para esa fecha el aquí pretendido poseedor
del terreno, fotos que pido al señor juez constatar con las edificaciones que al fondo
se aprecian fotos en las que se puede ver el pequeño espacio que ocupaba con su
cambuche el señor Juan Eustacio Torres, que era imperceptible y por ende
clandestino, como en la diligencia practicada por la Inspección, se dejó (sic), de ser
subterráneo entre montones de tierra y con plásticos, como lo confirmó en esta
diligencia, el actor y donde se delimitó que solamente ocupaba cuatro por cuatro”,
denotando que ello «deja ver, su condición de indigente, como lo hemos sostenido,
quien se pudo mimetizar a que crecía el pasto a más de 1,50 (sic)», personaje que ha
sido «auspiciado por una asociación de camioneros para apoderarse del lote» y
dañarlo. Los documentos aportados fueron admitidos por el juzgado de conocimiento,
el que además, dispuso agregarlos al expediente (fl. 286 c.1).
1
El Juzgador se refirió a las fotografías obrantes a fls. 218 a 223, 229, 404 y 405
c.1.
15
6.1.5. Finalmente, en lo que respecta a la inspección judicial y dictamen
pericial que en sentir del sentenciador «nada acreditan en cuanto a la antigüedad de
la posesión, pues dan cuenta de obras que se encontraban en desarrollo (…)» y que
según el censor «[l]a tergiversación surge evidente (…) porque se nota que el
Tribunal tomó sólo la última parte (…) de la descripción total del predio», tampoco
muestran el error garrafal que amerite el derrumbamiento de la sentencia.
16
Debido a la particular naturaleza del recurso de casación, y específicamente
que este no encarna una tercera instancia que le permita al recurrente asentar
desinhibidamente su parecer en torno a los elementos de persuasión recaudados, es
esencial, para efectos de su prosperidad, que se configure el factor de la
contraevidencia del juicio del sentenciador y, por ende, que el censor deba orientar su
labor impugnativa a mostrar los palmarios desaciertos en la apreciación de tales
probanzas, concretando las que fueron objeto del desatino y la manera como afectó la
decisión.
17
Es más, de las declaraciones vertidas por petición del actor se infiere que este
comenzó a instalarse en inmediaciones del terreno cuya usucapión pretende, sin
ningún ánimo posesorio, según se desprende de los testimonios consignados en el
punto 6.1 de estas consideraciones, pues inició en una «zorrita de esferas» sobre la
que hizo «un cambuchito», y en algún tiempo, que no fue determinado estuvo
ubicado en «la parte de afuera de los árboles, sobre el césped, sobre el pasto de
afuera de la cerca (…)», como lo expuso Luis Enrique Monroy Martínez, y aunque
también informa que posteriormente ingresó al predio, no se dijo cuándo ocurrió ese
hecho, como tampoco en qué momento principió a conducirse como dueño y cuáles
las conductas asumidas que permitieron esa deducción, pues la construcción del
cambuche o ubicación de unas «tejitas» encima de la especie de túnel que utilizaba
como morada y que no se veía, al igual que la limpieza de «la parte de fuera de
esquina a esquina», no se muestran como constitutivos de posesión y aunque se dice
que posteriormente construyó unas enramadas, rellenó el inmueble e hizo un
parqueadero, tales comportamientos no superan aquel lapso, pues según se consignó
en la inspección judicial y dictamen pericial incorporados en 2008, esos actos son
recientes (aproximadamente seis meses).
18
una valla que dice no votar basura, sin consultarme, cuando todos los vecinos saben
que llo (sic) he mantenido limpio el terreno», y 522 de la indicada anualidad, en la
que el actor dijo que «el día 9 de mayo a las 7 pm llegó al predio donde hace 17 años
estoy trabajando como vigilante» el señor que conoce como José Pablo a amenazarlo
por si tocaba una valla instalada por la titular del derecho de dominio del inmueble,
en lugar de acreditar los actos posesorios y el tiempo necesario para prescribir, lo que
acreditan es que la condición en que se hallaba era distinta a la de poseedor con
ánimo de señor y dueño.
7. Dentro de este contexto, es dable señalar que así pudiera extraerse por
medio de agudas elucubraciones una conclusión distinta de la que exteriorizó el
sentenciador, debe privilegiarse la de este, mayor aún si se tiene en cuenta que la
prosperidad de una acusación como la que se viene analizando, exige que el discurso
casacional sea tan persuasivo, que su sola consideración, contrastada con los
elementos de juicio, sea de tal entidad que de inmediato se imponga la conclusión
planteada por el impugnante, descartando otra lectura del material probatorio, lo que
no acaece en el presente asunto, y en esa medida, ha de respetarse la discreta
autonomía del juzgador, en cuanto atañe a la evaluación de los elementos materiales
de prueba, pues se itera, no se acreditó una conducta valorativa de ellos apartada por
completo de toda sindéresis y ponderación que la haga ver absurda o arbitraria, o lo
que es igual, carente del más mínimo respaldo, pues solo así puede derribarse una
sentencia cuando se trata de la clase de yerro esgrimido por el censor.
Sobre el particular, la Sala en sentencia CSJ SC, 17 de mayo. 2011, rad. 2005-
00345 reiteró:
19
tiene virtualidad suficiente para aniquilar una sentencia si no va acompañado
de la evidencia de equivocación por parte del sentenciador, error que, según
lo precisa el artículo 368 del Código de Procedimiento Civil, debe aparecer
de manifiesto en los autos lo que equivale a exigir que sea palmario; ‘... si el
yerro no es de esta naturaleza, prima facie, si para advertirlo se requiere de
previos y más o menos esforzados razonamientos, o si se manifiesta apenas
como una posibilidad y no como una certeza, entonces, aunque se demuestre
el yerro, ese suceder no tendrá incidencia en el recurso extraordinario...’
(…).
CARGO SEGUNDO
20
CONSIDERACIONES
Por eso, para su acreditación, se impone llevar a cabo una comparación entre
la sentencia y el medio persuasivo, con miras a evidenciar que de acuerdo con las
reglas propias de su petición, decreto, práctica o apreciación, el juicio del
sentenciador no podía ser el que en efecto realizó, esto es, que si consideró apta la
prueba para demostrar el hecho o acto, debe ponerse de presente que en realidad no lo
era; o si la desestimó como idónea, corresponde puntualizarse que sí era adecuada,
obviamente, sujetándose a las normas reguladoras de la actividad probatoria dentro
del proceso, las cuales, al resultar conculcadas, configuran el señalado yerro de jure y
por tanto permiten acusar su infracción al amparo de la primera causal de casación.
En relación con esta clase de desatino, la Sala, en sentencia CSJ SC, 9 dic.
2011, rad. 2005-00140-01, precisó:
Así mismo, en fallo CSJ SC, 21 jun. 2011, rad. 2007-00062-01, reiteró:
21
Así, aludió a los propios testimonios solicitados por el demandante, lo mismo
que a la documentación aportada por el testigo Mauricio Alejandro Rodríguez
Zamudio, «que da cuenta de actos celebrados en relación con el terreno de que se
trata, referidos a obras, vigilancia, aprobación de proyecto urbanístico, incluso
actuaciones policivas adelantadas en 2004 y 2005 a instancia de miembros de la
comunidad, en las cuales se habla de un potrero vacío y sin cerramientos, trámites en
los que no se advierte la presencia del acá demandante».
22
arrendatarios del predio que ocupaban como tenedores desde 1980, que aparece en
original; varios contratos de celaduría continua celebrados desde el año de 1988 y
sus documentos anexos afiliación al ISS, que aparecen en copia autenticada, al igual
que los pagos por sus liquidaciones, los pagos de impuesto predial durante todos los
años y unos contratos de cerramiento del lote. De similar forma, en copia auténtica, se
encuentra un trámite ante la inspección de policía de Fontibón contra el gerente de la
entidad demandada, promovido desde el mes de julio del año 2004 aproximadamente,
denunciado por los vecinos del sector reclamando la limpieza del predio por el
peligro que presentaba para la comunidad.
Ahora, las fotografías integrantes de las páginas 219 a 225 del cuaderno n° 1,
fueron allegadas por la parte demandada en el curso de la diligencia de inspección
judicial practicada el 12 de febrero de 2008, manifestando que hacen relación a la
vista del terreno en su totalidad y del pequeño espacio que ocupaba el señor JUAN
ESTACIO TORRES con su “cambuche”, tomadas el día de una diligencia de
lanzamiento por ocupación de hecho que fue realizada por la inspección 9ª de la
alcaldía de Fontibón, proceder que igualmente se halla autorizado por el numeral 3°
del artículo 246 ibídem, según el cual «[d]urante la inspección podrá el juez, de
oficio o a petición de parte, recibir documentos y declaraciones de testigos, siempre
que unos y otros se refieran a los hechos objeto de la misma»; y las visibles en folios
404 y 405, panorámicas de la heredad, se insertaron por el declarante antes
nombrado, con miras a ilustrar las condiciones en que esta se encontraba en octubre
de 2006 y febrero de 2007, época en que se llevó a cabo el acto de lanzamiento por
ocupación de hecho ya referido, adelantado por la inspección 9 A de Policía de
Fontibón.
23
Corporación2, como por la Corte Constitucional en el fallo CC C-023/1998, también
lo es que, el señalado desliz se torna intrascendente, habida cuenta que el ad quem
coligió la ausencia de los requisitos para usucapir, de otras pruebas tanto
testimoniales como documentales, aquí también referidas, las cuales ostentan
suficiente contundencia para sostener la decisión opugnada extraordinariamente.
V. DECISIÓN
2
Ver entre otras, la sentencia CSJ SC 4 nov. , rad. 2001-00127-01.
24