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MORALES GODO(*))
El autor nos ofrece los principales lineamientos acerca del abuso de derecho, una de las
categorías de más difícil aprehensión por parte de la doctrina civilista. Así, nos muestra que la
concepción del abuso de derecho no puede darse sino desde una perspectiva valorativa, con
miras a resolver y determinar cuándo un individuo hace uso abusivo del derecho caso por
caso. Por ello, concluye que la situación traída a colación por la sentencia comentada sí
configura un caso de abuso de derecho.
RESOLUCIÓN
I. INTRODUCCIÓN
Uno de los temas más controvertidos en el campo del Derecho ha sido, sin lugar a dudas, el
abuso del derecho. Para comprender con más claridad el tema es necesario remontarnos al
siglo pasado y efectuar un examen al tratamiento que realizaban los sistemas jurídicos de los
derechos subjetivos, ya que el abuso del derecho viene a constituir una reacción frente a la
exaltación, por sobre todas las cosas, de tales derechos subjetivos.
El siglo pasado representó la plasmación jurídica de los principios liberales, individualistas,
triunfantes con la Revolución Francesa: la libertad, la igualdad, el derecho a la propiedad
(inmiscuido dentro del concepto de libertad) fueron defendidos a ultranza. Estos principios,
indudablemente, fueron revolucionarios en su época, dentro del contexto histórico que les dio
origen y se desarrollaron. Después de todo, la lucha se libró contra el poder absolutista y el
poder de los monarcas, quienes se transmitían el poder político por herencia. La burguesía
floreciente comenzó a acumular riqueza, pero carecía de poder político, y los principios
invocados por los enciclopedistas fueron adoptados por los revolucionarios, representantes de
la burguesía de dicha época, quienes reclamaban libertad e igualdad para todos en sus
derechos.
Esta reacción contra el absolutismo generó la defensa de estos principios con un carácter
marcadamente individualista. La libertad contractual, la autonomía de la voluntad y el derecho
de propiedad se respetaban absolutamente, no podían ser materia de controversia. Nadie
podía pensar en sancionar al titular de una prerrogativa jurídica que en el ejercicio de la
facultad otorgada por la norma (derecho subjetivo) ocasionaba un daño a otra persona. Poco
importaba las desigualdades reales existentes entre los contratantes, lo que importaba era la
igualdad formal. El pacta sunt servanda ejercía su imperio plenamente.
Gustav Radbruch, en su obra Introducción a la Filosofía del Derecho, nos refiere que “el
exponente de esta concepción individualista del hombre, es el concepto jurídico de persona. Es
este concepto igualitario en el que se equilibran y nivelan todas las diferencias existentes entre
los hombres: es persona, para los efectos jurídicos, así el rico como el pobre, lo mismo el débil
individuo que la gigantesca persona colectiva. En el concepto de persona se cifran la igualdad
jurídica y la libertad de ser propietario, la cual se convierte, en manos del económicamente más
fuerte, en una libertad para disponer de cosas, en una libertad para disponer de hombres, ya
que quien manda sobre los medios de producción, es decir, sobre las posibilidades de trabajo,
tiene también en sus manos la palanca de mando sobre los trabajadores. La propiedad,
cuando, además de conferir a quien la ostenta un poder sobre las cosa, le atribuye un poder
sobre los hombres, se llama capital. La libertad de contratación, asociada a la libertad para ser
propietario, es, traducida a la realidad social, la libertad del socialmente poderoso para dictar
sus órdenes al socialmente impotente, la necesidad de este de someterse a las órdenes de
aquel. Por donde la libertad de la propiedad, combinada con la libertad contractual, forma,
sobre la base del concepto formal de igualdad de la persona, el fundamento jurídico del
capitalismo y, por tanto, de la desigualdad efectiva o material”(1).
Existe una concepción antigua que considera al Derecho como ciencia exacta, absoluta,
donde los derechos subjetivos pueden ejercitarse sin contemplación de ninguna clase; pueden
ejercerse indefinidamente y con cualquier propósito; la finalidad para la cual fueron
establecidos no entra cuestionamiento. Dura lex sed lex, la ley es dura pero es la ley; feci sed
jure feci, ha ocasionado un perjuicio, pero tenía derecho de hacerlo.
Al intentar una definición del abuso del derecho es necesario aclarar, previamente, que
autores como Planiol y José Puig Brutau consideran que la expresión abuso del derecho
implica una logomaquia: de un derecho se puede usar, pero no abusar; el derecho cesa donde
el abuso comienza; o es derecho o es abuso. Son términos contradictorios. Abuso implica
ilicitud. Sin embargo, la expresión abuso del derecho ha merecido la aceptación del más amplio
sector de la doctrina y, por ende, es utilizada en la mayoría de las legislaciones. Sostienen
algunos autores que la correcta expresión sería abuso en el ejercicio de los derechos.
Conforme a esta definición, el abuso del derecho no implica la colisión de derecho de una
persona con el derecho de otra, ya que en este supuesto el problema no se resuelve con la
teoría del abuso del derecho, sino con la teoría de la colisión de derechos. El abuso implica el
ejercicio de un derecho objetivamente reconocido, por lo tanto, lícito. Algunos autores, como
Marcial Rubio Correa, señalan que se produce como una laguna específica del derecho; que
comienza el acto siendo lícito, pero que se produce una penumbra, un vacío entre lo lícito y lo
ilícito, que debe ser resuelto por el juez aplicando los métodos de integración jurídica(3). Para
Fernández Sessarego, el abuso de derecho es un ilícito sui géneris, con la característica
principal de que se trata del ejercicio irregular de un derecho concedido por el sistema jurídico
que choca con un interés existencial no reconocido objetivamente. El maestro peruano
diferencia el abuso de derecho de lo que vendría a ser la colisión de derechos(4).
Se trata de un sujeto de derecho a quien el sistema jurídico le concede un derecho y este es
ejercido de manera irregular provocando una rearmonía social, una situación injusta, pero al
frente no tiene otro derecho que colisione, pero sí una situación existencial digna de protección
jurídica. Es indudable que el aspecto valorativo será determinante al momento de asumir la
institución para fundamentar una decisión.
a) De acuerdo con un primer criterio, habría abuso de derecho cuando ha sido ejercido sin
interés alguno y con el solo propósito de perjudicar a terceros. Este es un antiguo criterio que
hoy en día ha sido dejado de lado, por cuanto si el motivo determinante del actuar es la
intención de causar daño, estamos frente a un ilícito civil regulado por la norma general de la
responsabilidad civil extracontractual.
b) De acuerdo con un criterio más comprensivo y de técnica jurídica más depurada, a
decir del mismo Borda, habría abuso de derecho cuando este se ha ejercido en contra de los
intereses económicos o sociales que inspiraron la ley.
Los dos últimos criterios son los más aceptados doctrinariamente. Algunos consideran que
el criterio moral es el más fecundo y decisivo para obtener una decisión justa.
Vista ya la definición de la figura del abuso del derecho y los criterios a adoptarse para
poder resolver un caso concreto, tanto por los jueces que son, en definitiva, los que resuelven,
como por los abogados que deben saber enfocar su defensa para producir convicción en los
magistrados, observamos que con esta figura se ponen frente a frente dos valores jurídicos
igualmente respetables, por un lado, la seguridad jurídica y, por otro, la justicia.
Los que subrayan la prevalencia del valor justicia consideran que no es posible admitir el
ejercicio de los derechos más allá de los límites de la buena fe y que los derechos se elaboran
para cumplir determinadas finalidades económicas o sociales; los derechos no pueden ser
puestos al servicio de la malicia, de la mala fe, de la voluntad de dañar al prójimo; aquí existe,
como señala José Martín Bernal, un criterio de eminente solidaridad.
Consideramos por nuestra parte que ambos valores son importantes y que no se trata de
optar en términos absolutos por la prevalencia de uno sobre otro. Cada caso concreto nos dará
una respuesta, por ello el juez se convierte en una figura clave para el desarrollo de la teoría
del abuso del derecho. La labor creadora de la función judicial puede y debe traducirse con
todo su esplendor a través de la aplicación de esta teoría, porque al juez se le exige que
resuelva de manera razonable, socialmente aceptable y justa.
El Código Civil de 1984 regula el abuso del derecho en el artículo II del Título Preliminar,
estableciendo, a diferencia del Código Civil de 1936, las consecuencias de la constatación del
abuso. Este dispositivo niega amparo al abuso del derecho y el interesado puede adoptar las
medidas necesarias para evitar o suprimir el abuso. Vemos que también se protege en forma
preventiva a una persona cuando en el ejercicio abusivo de un derecho puede causársele
daño.
Lo propio hace la Constitución Política del Estado de 1993, que incluye la institución del
abuso de derecho, lo que no había ocurrido con la Constitución de 1979, por cuyo motivo el
Código Civil de 1984 debió considerarlo en el Título Preliminar.
Para dar una respuesta coherente, debemos cotejar lo señalado anteriormente como marco
teórico y los hechos que constituyen la causa petendi de la pretensión planteada por las
demandadas.
a) Se declaró fundada la demanda con el argumento de que si bien la propietaria del lote
uno. C, demandada en la causa, ha acreditado su derecho al referido bien con el título de
propiedad correspondiente, lo que le permitiría legítimamente construir un cerco en dicha
propiedad, para lo cual –inclusive– tiene autorización municipal, también es cierto que las
demandantes alegan en su demanda que este ejercicio del derecho a construir un cerco que
tendría la demandada genera un conflicto con intereses derivados de la propiedad del bien
contiguo, por lo que consideran que el ejercicio del derecho a construir un cerco, derivado del
derecho de propiedad y autorizado por la municipalidad respectiva generaría una situación
injusta con ellas, por cuanto no solo altera el valor económico del bien, sino además las
condiciones climáticas, belleza arquitectónica y el derecho a utilizar la plazoleta de volteo.
b) Sin embargo, a ello hay que agregar lo señalado por los peritos en sus distintos
informes, cuando señalan que la construcción del cerco impediría a las demandantes,
propietarias del inmueble contiguo lote dos - C, el acceso a su propiedad, más que un disfrute
de condiciones climáticas, pues de concretarse la construcción del cerco perimétrico se cortaría
el acceso a la propiedad de las actoras, lo que sí constituye un recorte a su derecho de
propiedad, esto es, al disfrute pleno de su propiedad, pues únicamente tendrían un acceso
peatonal.
c) De otro lado, el acceso que a la fecha se ha venido utilizando se ha considerado como
un área pública, sin que en ningún momento la parte demandada lo haya cuestionado,
agregándose, además, la existencia de un grifo público contra incendios instalado dentro del
área controvertida. Se demuestra, asimismo, que el cerco no solo impediría el acceso a la
propiedad de las demandadas, sino que se trata del único acceso vehicular a la urbanización.
d) Además, se ve de las fotos que la urbanización ha sido constituida con el primigenio
plano de ubicación o lotización en el que no se incluía los seiscientos metros cuadrados de la
demandada, por lo que así se han proyectado y construido existiendo, por lo tanto, el “buzón” y
el grifo de agua en lo que hoy sería parte de la propiedad de la demandada, que además no lo
consideró el primigenio propietario como suyo dado que se ve de la construcción del bien (lote
uno - C) que se ha construido una línea o recta de los demás inmuebles, sin tener una
continuidad o indicio de tener dominio sobre parte del terreno que le correspondería y que se
encuentra al frente de su propiedad, además de la existencia de veredas circundantes que la
demandada nunca cuestionó o –al menos– no se ha acreditado, siendo el cuestionamiento a
las resoluciones municipales respecto de la entrega de la obra y no a construcciones
existentes.
e) De los hechos expuestos y de las consideraciones esgrimidas por los jueces de
primera y segunda instancia, estaríamos frente a un derecho de propiedad, por parte de la
demandada, respecto del bien ubicado en el lote C - uno, que si bien originariamente tenía un
área de 300 m2, posteriormente, y, por razones diversas, se amplió a 600 m2. Este derecho
está inscrito en los Registros Públicos, lo que le brinda mayor seguridad. En ese sentido, el
derecho constitucional a la propiedad resulta total y absolutamente amparado, pudiendo la
propietaria, usar, disfrutar y disponer del bien, lo que incluye el hacer construcciones en este.
g) Sin embargo, la construcción del cerco que, en términos generales y abstractos, sería
un derecho derivado del derecho de propiedad, perfectamente legítimo y posible, en los
términos concretos de su actuación causa una situación de injusticia en lo que se refiere a la
propiedad contigua, porque estaría impidiendo el acceso vehicular de los propietarios del
referido bien.
h) Teniendo en consideración los antecedentes del caso, esto es, la forma como se
generó la urbanización, las áreas que fueron materia de venta y los espacios libres que fueron
quedando, las construcciones se efectuaron en función de dicha configuración catastral. Sin
embargo, la situación del inmueble de propiedad de la demandada, en cuanto al área que le
correspondía se alteró, provocando también la alteración de los espacios libres considerados
por los vecinos como públicos.
i) Si bien se podría sostener que estamos frente a un conflicto de derechos, por cuanto,
de un lado, está el legítimo derecho a la propiedad que ostenta la demandada y que cuenta con
autorización municipal para construir el cerco dentro de los perímetros de su propiedad y, de
otro, el derecho de las demandantes, propietarias del bien contiguo, de poder usar y poseer el
referido bien sin molestia alguna, dentro del cual estaría el derecho de poder acceder al ingreso
del inmueble, optamos por considerar que el ejercicio del derecho que tiene la demandada
resulta abusivo.
j) Hay que tener en consideración que el cerco se estaría levantando dentro del área
perimétrica de propiedad de la demandada. Como propietaria del bien tendría derecho a
hacerlo, pero en las circunstancias anteriormente descritas, no guarda coherencia con la
vecindad, generando una situación a todas luces injusta.
k) Hemos señalado como marco teórico que en el tema del abuso en el ejercicio de un
derecho, siempre se expresa el tema axiológico, valorativo. Los jueces deben resolver las
causas aplicando el derecho objetivo, pero las normas deben ser interpretadas a la luz de las
circunstancias del caso concreto, utilizando los métodos de interpretación o las instituciones
jurídicas reconocidas por nuestro sistema, para dar soluciones razonables y justas. No
cualquier resolución. Ni siquiera aquella que es producto de una aplicación absoluta de un
derecho, tampoco aquellas que se denominan soluciones legales, pero a todas luces injusta. El
juzgador debe tener la habilidad para encontrar el método de interpretación adecuado que le
permita extraer los argumentos para justificar la decisión de aquello que él considera justo. Por
las mismas razones deberá utilizar las instituciones que el sistema jurídico reconoce, con
mayor razón, las de carácter constitucional, como es el abuso del derecho y que le permitiría
sustentar una posición determinada.
NOTAS:
(2) JOSSERAND, Louis. Del abuso de los derechos y otros ensayos. Ed. Temis, Bogotá,
1982, p. 4.
(3) RUBIO CORREA, Marcial. Para Leer el Código Civil. III. Título Preliminar. Primera
edición, Ed. Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 1986, p. 40 y ss.
(4) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. Abuso del derecho. Ed. Astrea, Buenos Aires,
1992, p. 135 y ss.
(5) BORDA, Guillermo. Manual de Derecho Civil. Parte General. Ed. Perrot, Buenos Aires,
1972, pp. 31-32.