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Hasta el momento hemos hecho referencia a algunos aspectos de la ciencia normal que muestra
sobre todo su carácter “dogmático”. Pero ello no puede agotar una descripción de la ciencia normal
y del paradigma; de lo contrario no es posible explicar cómo suceden esos cambios abruptos que
Kuhn denomina “revolución científica”. De ese modo vamos a hablar también, aunque suene
paradójico, de cómo el desarrollo mismo de la ciencia normal, al tiempo que implica una reaseguro
permanente del paradigma ya constituido, significa también la condición de posibilidad de una
innovación profunda, o sea, una revolución científica.
Esto es, a medida que “avanza” la ciencia en períodos normales, se gana en precisión y detalle, se
vuelve cada vez más sensible a los problemas y a la llamadas “anomalías”. Las anomalías son
aquellos problemas no resueltos en ese trabajo de “ajuste” teórico/empírico cuya existencia no
implica necesariamente una “falsación” teórica como se pensaría desde Popper. Tampoco las
anomalías se podrían reducir a ciertos fenómenos en sí mismos, por ejemplo, el trayecto de un
cometa. El trayecto de un cometa se constituye en una anomalía – o puede interpretarse así - en
tanto supone un trasfondo paradigmático determinado (por ejemplo, en una astronomía aristotélica
que supone un orden de esferas rígidamente conectadas y una región supralunar inalterable) con
quien se articula de manera problemática.
Asimismo, no toda anomalía conduce inevitablemente a una “crisis” de paradigma. Ello ocurrirá
sólo en ciertas condiciones que impliquen un cuestionamiento de principios teóricos, conceptos
fundamentales, y con ello logren socavar la confianza en el paradigma. El período de crisis
configura una situación particular, excepcional (no habitual en la ciencia) de malestar, inseguridad,
incertidumbre. Los científicos a menudo intentan resolver el problema y se resisten a abandonar el
paradigma aún cuando pueden notar que se va debilitando cada vez más. Las críticas, dudas,
interrogantes aparecen principalmente no porque los científicos deliberadamente la provoquen sino
a pesar de su resistencia a admitirlas. Entonces, el período de crisis significa además de confusión,
un freno a la producción de conocimiento, al avance acumulativo, pues naturalmente se debilitan
las -hasta el momento - bien asentadas bases. Las preguntas y confusiones sobre cuestiones
elementales, básicas, conllevan también intento de solución “descabellados”, surgimiento de otros
paradigmas posibles; el período de crisis es también una instancia creativa y filosófica. La
existencia y convivencia de paradigmas rivales da la pauta de una crisis grave que finaliza con la
aceptación de un nuevo paradigma.
Claro que un paradigma nuevo no puede aceptarse en términos, por así decirlo, “racionales”. No se
trata de comparar y evaluar entre dos paradigmas, quién es más consistente, explicativo, o lo que
sea que actúe como criterio. En principio debemos decir que los criterios y argumentos posibles que
se puedan desarrollar pertenecen siempre a determinados paradigmas y cada paradigma será
juzgado lógicamente correcto desde “si mismo” y juzgará al otro como incorrecto pues suscribe a
un conjunto de normas y criterios diferentes.
Una investigación de tipo “psicológica” y “sociológica” puede contribuir a entender el cambio de
paradigma. Nos puede mostrar cómo es que los científicos se resisten hasta el final a abandonar su
paradigma a pesar de que todas sus flagrantes debilidades han sido puestas en evidencia y cómo un
nuevo paradigma gana la adhesión de una nueva comunidad científica pues sus miembros ya son
formados en la nueva visión.
En última instancia, Kuhn apela a la psicología de la “Gestalt” para explicar el cambio de
paradigma, como un cambio total u holístico en la percepción que acontece sin poder ser
exhaustivamente explicado cómo sucedió, simplemente se adopta una nueva manera de ver e
interpretar las cosas. Así, los problemas del viejo paradigma ya no significan nada o a lo sumo se
otorga otro sentido y no constituyen más anomalías; las anomalías son otras.
De esa manera, también Kuhn describe al cambio como una especie de “conversión religiosa” ,
conllevando una transformación inesperada que configura de manera radicalmente distintas las
cosas, la visión y modo de actuar sin poder explicar – salvo utilizando los argumentos típicos, los
principios y criterios del propio paradigma nuevo- por qué se ha elegido este nuevo paradigma.
Por último, un nuevo paradigma termina de asentarse cuando paulatinamente toda la comunidad
científica lo adopta. La revolución científica significa no un cambio individual en unos cuantos
científicos sino de la comunidad científica en su totalidad. Aquellos que persisten en el viejo
paradigma, los “disidentes”, serán excluidos y hasta que no desaparezcan, su práctica ya no será
considerada “científica”.
Para la próxima clase, hablaremos un poco más sobre la educación científica, la relación entre los
paradigmas y la inconmensurabilidad. Desarrollaremos también un poco más las diferencias entre
Popper y Kuhn y con ello concluimos la unidad 2.