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INTRODUCCIÓN
1 DOLOR DORMIDO
2 UNIÓN E INOCENCIA
CONCLUSIONES
LA PRACTICA
Cambia tu enfoque
Ve de adentro a afuera
Toma responsabilidad
Siente
Observa
No albergues resentimiento
Actua desde la paz
EPÍLOGO
ACERCA DE LA AUTORA
INTRODUCCIÓN
Por otra parte, también es habitual toparse con experiencias que desatan
recuerdos y emociones relativos a situaciones o personas de nuestro pasado.
No es habitual, sin embargo, que los padres pidan perdón a los hijos. En la
mayoría de los casos no creemos que hubiera ninguna razón en especial
para que lo hicieran, pero algunas personas sí se sienten resentidas y
añoran, cuando menos, unas disculpas por parte de sus progenitores. En la
edad adulta, siguen esperando a que sus padres -u otros allegados- les pidan
perdón por las ofensas que consideran que les causaron.
Es probable que de niño o niña hayas escuchado decir a los adultos que te
rodeaban “Que Dios me perdone, pero…” justo antes de que emitieran un
juicio negativo o una dura crítica sobre alguien. Casi seguro que conoces la
aseveración “Eso no tiene perdón de Dios”.
La más potente de estas ideas suele ser que el perdón es asunto de Dios, la
cual casa muy bien con la de justicia divina. Por lo general, tardamos
muchos años -y tenemos que vivir muchas experiencias- en comprender que
el Principio o la Fuente de todo lo Real -Dios-, no tiene nada que ver con
juicios, premios ni castigos.
Otra idea inútil que solemos atesorar es que el primer paso para perdonar a
alguien -y condición sine qua non- es que ese alguien te pida perdón y que
lo haga arrepentido por haberte hecho daño. Lo mismo sucede si tú quieres
acceder al perdón de los demás -no digamos al de Dios-. Igualmente, tienes
que estar y mostrarte arrepentido.
En muchas ocasiones, deseamos que las personas por las que nos sentimos
maltratadas u ofendidas reciban una corrección o un castigo. A veces
consideramos que ese castigo ha de llegarles de nuestra propia mano.
Pareciera que eso pudiera sacarnos de nuestro estado de malestar emocional
cuando, lo cierto es que, albergar esos deseos o actuar con el fin de
imponer correcciones y castigos, intensifica nuestro malestar.
Con todo este panorama mental no es extraño que nos sintamos no solo
cargados sino, por momentos, sobrepasados. Desde nuestra frustración,
lamentamos sinceramente estar cosechando un considerable nivel de
sufrimiento en importantes áreas de nuestra vida. Pero es habitual que, al
mismo tiempo, nos sintamos no solo incompetentes para liberarnos de la
carga emocional del pasado, sino también incapaces de cambiar nuestra
situación presente.
Al parar y reconocer que mis viejos esquemas no servían más que como
lastre, al darme cuenta de que no sabía lo que tenía que hacer, descubrí una
pequeña idea nueva a partir de la cual indagar: Si no era capaz de perdonar
ni de liberarme de la carga emocional que acumulaba, quizá se debía a que
no sabía hacerlo. La cuestión entonces era si podía o no aprender.
Esa pequeña idea parecía muy real. Lejos de ser una elucubración más de
mi mente, sonaba verdadera. Esa verdad había estado ahí siempre, solo que
nunca antes me paré a mirarla. El deseo intenso de descubrir un camino
diferente, es lo que produce el milagro de que éste aparezca ante nosotros.
De esta forma nos liberamos de los conflictos del pasado, cesan las voces
del resentimiento y la culpabilidad y se desvanece la sensación de
frustración por no poder pasar página respecto a determinados episodios
que revivimos mentalmente una y otra vez. Entonces, nuestras relaciones
con los demás ascienden a un nivel de satisfacción muy superior y también
cosechamos paz interna.
Las ideas que leerás aquí no son mías en sentido estricto. Son una forma de
acercarte, aquí y ahora, lo que de la sabiduría profunda -que muchos
maestros conocen y transmiten mejor que yo- he logrado captar respecto a
lo que significa realmente perdonar.
Deseo que este trabajo sirva a tu mayor bien. Gracias por querer acoger esta
enseñanza.
1 DOLOR DORMIDO
…….
Pero lo cierto es que al bebé no le interesa -ni puede hacerlo hasta dejar de
ser bebé- juzgar ni valorar lo que siente, pues tan solo se dedica a eso: a
sentir con total intensidad. Podemos decir que su experiencia emocional es
plena. Es la que es. Los pequeños son esponjas de todo lo que está presente
en el ambiente emocional de las personas que les rodean.
Más adelante su atención se va a centrar en el lenguaje y después en los
logros y metas físicas. Poco a poco olvidará que, al principio, su sentir era
su universo y, en el mejor de los casos, habrá adquirido una serie de ideas -
casi todas erróneas- acerca de las emociones. En el peor de ellos relegará al
baúl de los recuerdos su época infantil, reprimirá sus emociones y, de una
forma totalmente programada y automatizada, renunciará a una de las áreas
más importantes -si no la que más- de su condición humana. La mayoría de
las personas combina estos dos mecanismos de confusión y represión
emocional.
Sin embargo, como nos pasó a todos, tus padres y las personas adultas que
te rodeaban, recelosas de sus propias emociones, te instruyeron con el fin de
protegerte de las tuyas. Sin querer, te empujaron a desconfiar de una parte
de ti mismo. Te inculcaron lo que era correcto e incorrecto sentir, las
emociones a las que había que aspirar y aquellas que teníamos que rechazar
de plano.
Todos nosotros fuimos criados por personas ciegas, que habían dado la
espalda a su mundo emocional porque quienes les criaron también lo habían
hecho previamente.
…….
Todas las personas hemos pasado por situaciones similares a las que he
descrito más arriba, en las que los adultos de nuestro entorno nos
transmitieron su supuesto saber acerca del mundo de las emociones. Este
era un saber cargado de prejuicios, recelos e ideas erróneas.
A menos que pongas tu voluntad en desarrollar tu aspecto emocional vas a
tener que pagar un precio en forma de carga que se irá acumulando y que se
verá reflejada una y otra vez en el conjunto de tu experiencia de vida y,
concretamente, en tus relaciones familiares y personales.
Te aseguro que eres el capitán del barco y que sabes navegar. Solamente
requieres una puesta a punto. Atrévete a atravesar el proceso del perdón
liberador. No es un proceso de aprendizaje como tal, sino una forma eficaz
de conectar con tu sentir y con todo tu saber emocional olvidado.
…….
Los conflictos, internos o con los demás, pero sobre todo, entender bien en
qué consiste superarlos y hacerlo, son el vehículo idóneo para nuestra
curación emocional. En concreto, nuestra sanación va a depender en gran
medida de la capacidad que desarrollemos para perdonar las ofensas y el
daño que creemos que otros nos han causado.
De nuevo señalaré que nada ni nadie puede causarte daño, pero sí que
algunas actitudes, comportamientos y situaciones despiertan en ti el dolor
que supuso relegar tus emociones. Lo hacen para que dejes de resistirte a
sentir y lo hagas con urgencia.
Sentir es sanar pero, si ante cada conflicto o desafío, en vez de sentir todo lo
que haya que sentir sin juzgarlo y hacerlo de principio a fin, te dedicas a
culpar al otro, a la situación o a ti mismo, nunca saborearás los frutos de la
dicha y la paz.
…….
Las distorsiones que fabrica nuestra mente producen una especie de velo
que solapa la información real, de forma que ésta no puede ser captada
eficazmente. Son esos errores perceptivos los que producen inquietud y
malestar en nosotros y no la situación en sí.
…….
Los conflictos no nos definen ni definen nuestras relaciones con los demás.
Si lo haces, harías bien en dejar de llamar “tóxicas”, “conflictivas”, etc. a
las personas o a los vínculos con ellas para empezar a considerar seriamente
que lo que llamas experiencias negativas o conflictos son un reflejo, una
llamada, una señal de lo que el ámbito emocional requiere de ti en cada
momento.
Recuerda que primero lo sentíamos todo, pero poco a poco, con la irrupción
de los objetos mentales -pensamientos-, fuimos asociando situaciones del
exterior con algunos movimientos emocionales internos. También fuimos
adoptando como propias las ideas y asociaciones mentales de los demás
acerca de llorar, gritar, temer, estar eufórico, reir,... A día de hoy nuestro
campo emocional es el gran desconocido por nuestra conciencia. Está tan
condicionado y reprimido que lucha por salir en cuanto se le presenta la
ocasión. Es una parte constitutiva de ti y no va a dejar de llamar a tu puerta
hasta que lo atiendas y pongas orden ahí adentro.
Para deshacer los errores perceptivos, para ver la vida con realismo, para
perdonar hay que sentir. En definitiva, para ser humanos hay que sentir. No
temas sentir, no hay nada de malo ahí adentro. Solo hay dos alternativas
respecto a tu ámbito emocional: o lo diriges tú, lo liberas y lo sanas o sus
irrupciones en tu experiencia llegarán cuando menos te lo esperes. Sin tu
atención amorosa será tu pensamiento, utilizado de forma disfuncional, con
su repertorio de creencias erróneas el que determinará, una vez más, lo que
hay que hacer, cómo son las cosas y qué debes o no sentir... Tú sabes que
ese es el camino directo al sufrimiento.
2 UNIÓN E INOCENCIA
El siguiente paso que has de dar y urge que lo hagas ahora mismo, es
hacerte cargo de esa realidad que bulle dentro de ti. Es importante que lo
hagas justo desde donde te encuentras, estés como estés y esté pasando lo
que sea que esté pasando allí afuera. Tu contexto externo, la situación en la
que se desenvuelve tu experiencia actual es tu aula de aprendizaje.
Ya he dicho que todas las personas nacemos como seres emocionales que
no tienen reserva alguna para sentir lo que sienten los seres humanos. Como
hemos visto antes, esto es así hasta que los juicios sobre las emociones
hacen su aparición en el ámbito del pensamiento, momento en el cual
comenzamos a reprimir o a evitar muchas de ellas. Las sepultamos en el
fondo de nuestro inconsciente o, para entenderlo mejor, las rechazamos
forzándonos de ese modo a olvidarnos de ellas.
…….
¿Cómo somos los seres humanos? Somos iguales. Sí, la naturaleza humana
es la misma en cada uno de nosotros. Obviamente no somos iguales en
nuestras características físicas, ni en nuestra personalidad, ni en la forma en
la que nos comportamos. No son iguales nuestras historias de vida.
Tampoco es fijo ni el mismo para todos, el grado de consciencia -o
inconsciencia- al que me he referido antes.
Si notas que la afirmación anterior te lleva a sentirte culpable por lo que sea
que estás viviendo ya que acabas de darte cuenta de que, de algún modo, tú
mismo lo has provocado es porque de nuevo has desconectado. Si has
sentido cualquier atisbo de culpa o inquietud es porque tu mente ha tomado
el mando de forma autónoma para dictarte una vez más lo que debes sentir.
Este proceso reactivo es muy común y sucede cuando algo que acabamos
de descubrir acerca de nosotros mismos es contrario a nuestros viejos
paradigmas. No te inquietes, solo es un automatismo mental que pretende
hacerte regresar a lo conocido aunque eso conocido sea un pensamiento
erróneo y frustrante. Con razón se dijo que la verdad nos hace libres.
Saber que eres inocente sienta y se siente muy bien. No escuches en este
momento a esa voz que grita en tu interior: “Siéntete fatal porque tienes la
culpa de todo”. Sigue leyendo, por favor.
…….
…….
Los pensamientos del tipo “Siempre me pasa lo mismo”, “¿Por qué otra
vez?” “No puedo más con esto” “De nuevo me abandonan, me gritan, me
hieren, me…, me…” aparecen de forma automática. Has de hacerte
consciente de ellos, apartarlos con firmeza y sustituirlos por otros más
acordes con esta nueva forma de afrontar las situaciones que estás
adquiriendo ahora.
…….
No pases por alto que lo que interpretas del exterior es un reflejo de lo que
previamente, en el pasado, has interpretado. Ahora se te presenta la
oportunidad de mirar toda la escena con otros ojos, sin miedo, con la mirada
del adulto al que ya no le asustan los monstruos porque sabe que son
ficticios.
Todo lo que te ha dado miedo hasta ahora, todas tus supuestas fuentes de
preocupación, frustración o dolor, son tus oportunidades para comenzar a
trabajar en el desarrollo de tu músculo emocional. Puedes, a través de tus
circunstancias actuales, por difíciles que te parezcan, tomar tus
instrumentos de navegación y retornar a tu interior para reconocerte,
atenderte con amor y volver a sentir.
Esas circunstancias o personas que consideras la causa de tus males son los
desafíos que se presentan ante ti hoy para que acometas esta feliz tarea. En
algunos casos esos desafíos son tus propios resentimientos en relación a
hechos pasados. Has de aceptar todas esas situaciones para recuperar esa
parte de ti a la cual, inconscientemente, le diste la espalda.
En ese viaje no estás solo. Te aseguro que vas a encontrarte con muchos
compañeros en el camino. Hay más buscadores como tú que te aportarán y
a quienes aportarás apoyo y visión.
…….
Así, nuestra parte más primitiva se enfoca en ver los ataques, los peligros,
etc. activando en nosotros la desconfianza, el miedo y generando las
reacciones de huída o lucha. La parte evolucionada del Ser Humano se
enfoca en todo lo contrario, en apreciar no solo la utilidad y benevolencia
del entorno, las cosas y las personas, sino en las posibilidades que éstas
tienen de convertirse en más útiles y más benevolentes para nosotros.
No tiene ningún sentido práctico juzgar como malo un día de lluvia pero
nosotros lo hacemos habitualmente. Es ese juicio lo que hace despertar en
nosotros frustración y enojo, los cuales forman parte de nuestro repertorio
emocional como del de cualquier otro ser humano. Estos sentimientos no
surgen precisamente porque la lluvia nos haya perjudicado realmente en el
pasado.
Del mismo modo cuando juzgamos, por ejemplo, un divorcio o una ruptura
sentimental como algo malo -no digamos un conflicto interpersonal o una
disputa-, estamos obviando todo lo que he señalado anteriormente acerca de
los distintos grados de inconsciencia con los cuales nos relacionamos entre
nosotros. Lejos de aprender algo sobre este tipo de situaciones cuando se
presentan, solemos culparnos, culpar a la otra parte y repetir los patrones
emocionales no conscientes de siempre. En la siguiente disputa, con la
misma persona, con otra o en la próxima relación sentimental volveremos a
repetir el ciclo interminable.
A estas alturas ya te habrás dado cuenta de que son nuestros juicios sobre lo
que es bueno o malo de la experiencia humana, los que complican nuestro
desarrollo emocional. El juicio de lo bueno y lo malo produce atracción y
repulsión respectivamente. La separación entre el bien y el mal que hace
nuestra mente, produce ansia por conservar lo deseable y miedo a perderlo
cuando lo tenemos y temor y preocupación porque suceda lo indeseable y
ansiedad por evitarlo. Este estado de lucha interna es conocido como estrés
y, lamentablemente, muchas personas viven afincadas en él el noventa y
nueve por ciento del tiempo.
Aceptar la realidad tal como acontece y con ella también a los demás con
sus actitudes y conductas, así como nuestra experiencia emocional ante todo
ello, no significa justificar las acciones que nos disgustan, negar los efectos
que pueden provocar esas acciones ni las emociones que desatan en
nosotros. Es justo todo lo contrario.
La escritora Byron Katie en su libro “Amar lo que es” dice: “Cuando crees
que existe una razón legítima para sufrir, te apartas totalmente de la
realidad”. Además sufres, claro.
Puede que te sientas más seguro con tu conocido modo de catalogar las
situaciones, las relaciones y con tu sufrir de siempre. Es posible que éste se
haya convertido en parte de tu zona psíquica de comodidad y temas que el
cambio sea peor.
No confundas sentir dolor con sufrir. El dolor no quiere nada serio contigo,
así que puedes liberarlo y así serás tú quien te liberes. Sin embargo, eliges
al sufrimiento como compañero, éste se aferrará cada vez más a tu mente y
no va a haber quien os divorcie salvo tú cuando así lo decidas. Yo espero
que sea hoy mismo.
3 EL PERDÓN QUE TE MERECES
Sabemos que hemos perdonado cuando, tras atravesar todo el dolor que ha
despertado en nosotros una determinada situación, sentimos, en lo más
profundo de nosotros, que nunca hubo nada que perdonar.
Como quiera que fuese, muchas personas hemos pasado gran parte de
nuestra vida sintiéndonos frustradas al no conseguir perdonar de la forma
que se supone que teníamos que perdonar la cual era y es, bastante
incomprensible, por cierto.
Debido a esto puede que creas que eres una persona rencorosa o incapaz de
perdonar. Puede que hayas ido acumulando culpa y resentimiento no solo
hacia quienes crees tus ofensores, sino también hacia ti mismo por no poder
perdonarles a pesar de esforzarte mucho en ello.
Lejos de acentuar las diferencias, saber que cada quien actúa desde su grado
de integración emocional, es importante para afirmarnos en las ideas de
inocencia y común unidad. Hacer de este nuevo enfoque un motivo más de
catalogación y separación nos conduce al mismo lugar al que nos conducía
cualquier otro viejo criterio.
Todas estas formas de entender el perdón y de practicarlo favorecen que las
ideas de culpa y separación entre buenos y malos, santos y pecadores,
ofensores y ofendidos, etc. Estas ideas alimentan el miedo, la desconfianza
y, en definitiva aportan conflicto a nuestra mente.
Si además de sufrir por lo que sea que crees que estás obligado a sufrir,
sufres porque no puedes pasar página de antiguos agravios o perdonar, estás
generando dentro de ti mayor bloqueo y carga emocional.
…….
Verás como el nuevo enfoque hará que sientas que todo va sobre ruedas. No
es que antes no fuera sobre ruedas, solo que éstas eran cuadradas. Te
aseguro que vas a notar la diferencia.
Actuó, actué del mejor modo que fue posible. Pensar que pudo haber sido
de otra manera es complicarse la vida.
Obviamente, pasará un tiempo hasta que logres integrar ese concepto del
perdón y llevarlo a la práctica de una forma lo suficientemente consistente
como para no sentirte ofendido ni por nada ni por nadie. Transcurrirá un
periodo más o menos largo en el que seguirás percibiendo ataques y
conflictos en tus relaciones personales más íntimas y en muchas de tus
interacciones con conocidos y meros desconocidos.
…….
He dicho en más de una ocasión que nadie nos puede dañar y que el perdón
auténtico consiste en experimentar este hecho a nivel emocional, de forma
que comprendamos que realmente nunca hubo nada que perdonar.
A partir de ahora, cada vez que se presente ante ti una situación en la que te
consideres dañado u ofendido, sabrás que tienes la oportunidad de
implementar todo lo nuevo que has aprendido sobre el perdón, integrar su
verdadero significado y disfrutar de todos los beneficios que ello conlleva.
¡Empezamos!
Cambia tu enfoque sobre lo que significa perdonar
Sin dar este paso no es posible continuar. El primer hito de este proceso
consiste en acceder a la información veraz acorde con el verdadero
significado del perdón, para enfocarte en ella. Esta información ya se ha
puesto a tu disposición en la parte teórica de este libro.
Por diferente o chocante que sea este nuevo enfoque en contraste con tu
sistema de creencias, es necesario que te abras a irlo integrando como
propio. Tienes que saber que para poder liberar totalmente la carga
emocional, ambas formas de pensar no pueden coexistir. Bien es cierto que
pasará un tiempo de transición hacia el nuevo enfoque, en el que todavía
estará presente, en algún grado, el viejo. Esa situación te generará un poco
de tensión que paulatinamente irá desapareciendo.
…….
Una de las prácticas más potentes para lograr los objetivos que buscamos
ahora, es la del “encuentro con tu niño o niña interior”. Con este
ejercicio estarás atendiendo tu pasado emocional infantil.
El miedo, la ira, la tristeza que sientes de adulto, no son más que los ecos de
esas mismas emociones que quedaron bloqueadas cuando eras una niña o
un niño pequeño.
…….
Practica el ejercicio que expongo a continuación una vez al día durante una
semana seguida. Su duración es de diez a veinte minutos.
. Después dedica otros dos o tres minutos más o menos a descubrir sus
emociones. ¿Tiene miedo o se siente valeroso(a)? ¿Siente rabia, culpa o
tristeza o está alegre, tranquilo(a), ilusionado(a)?
. Cuando creas que ya has observado lo suficiente a este niño o niña en sus
aspectos físico, mental y emocional, imagínate a ti mismo, de adulto, tal
como estás ahora, entrando en su habitación.
…..
Si has llegado hasta aquí es porque decidiste cambiar tu enfoque acerca de
lo que significa perdonar y también has entrado en contacto con tu ámbito
emocional a través de la práctica del encuentro con tu niño o niña interior.
Haber dado estos dos pasos es decisivo para integrar el verdadero
significado del perdón.
Te doy la enhorabuena porque este proceso ya no tiene vuelta atrás para ti.
Podría ser que te quedases parado un tiempo en algún punto del camino,
pero es imposible que retrocedas. La carga emocional que ya has liberado y
el reconocimiento que, en mayor o menor grado, has hecho de tu inocencia,
han puesto unos cimientos firmes para que recorras, sin ningún obstáculo, el
resto del camino.
A partir de aquí aprenderás a abordar tus experiencias concretas, actuales o
pasadas, desde el nuevo enfoque y siendo mucho más consciente del papel
real que juegas en ellas que no es, en absoluto, ni el de víctima ni el de
verdugo.
Los cinco pasos que completan el proceso los puedes aplicar una o varias
veces a cada situación según lo necesites. Hazlo hasta que vivas esa
experiencia con paz, en cuyo caso ya no te va a ser necesario practicar más.
Cada vez que abordes una de tus experiencias con este método apreciarás
diferentes matices en ella, también en tu forma de interpretarla y de sentir.
No tengas prisa, el proceso de liberación de tu carga emocional es un arte
minucioso que has de llevar a cabo con paciencia y buen ánimo, poniendo
atención a cada oportunidad que se te vaya presentando.
El objetivo de esta práctica y del tercer paso del proceso de perdón que te
propongo es que te hagas cargo de las emociones que experimentes ante
cada circunstancia, para lo cual has de tomar responsabilidad sobre lo que
estás viviendo tú.
Este paso implica que decides no reaccionar ante lo que está sucediendo,
que te retiras asumiendo la responsabilidad de lo que sientes ante los hechos
que se están produciendo porque vas a ocuparte de ti. En ese momento,
renuncias conscientemente a quejarte, a dejarte llevar por tus impulsos
actuando inconscientemente y a forzar cambios en la situación.
Tu primera lista solo puede describir lo que sucedió, lo que hicieron otras
personas o tú, lo que dijeron o dijiste. Los hechos pueden listarse en el
orden tal como se desarrollaron o como te vengan a la cabeza, no importa.
No puedes incluir en esta lista ninguna interpretación o juicio. No puedes
incluir lo que crees que pensaron los demás, las supuestas intenciones de
nadie. Tampoco los “porqués” ni tus convicciones de ningún tipo, solo los
hechos.
Cuando hayas terminado haz la segunda lista, la cual ha de incluir tan solo
tus emociones. De nuevo serán cinco como máximo.
Es posible que no identifiques exactamente lo que estás sintiendo, puede
que tan solo percibas incomodidad, falta de paz, inquietud,... Llámalo como
quieras, anótalo en tu lista.
En caso de que estés haciendo este ejercicio en relación a una situación del
pasado que necesitas integrar, anota no solo tus emociones de aquel
momento, sino también las actuales. Utiliza para ello estos dos
encabezamientos: “En aquel momento me sentí…” y “En relación a todo
ello, en este momento me siento…”
Cuando tengas tus dos listas elaboradas coloca una leyenda a modo de título
a cada una de ellas tal como te muestro a continuación.
Ejemplos:
…….
Una emoción a la que no le pones resistencia es como una ola que te inunda
por un momento -unos minutos quizás-, nada más. Acepta lo que sientes, no
te resistas. Ni siquiera desees que se vaya. La única razón por la que una
emoción te resulta desagradable es porque la rechazas mentalmente. Es tu
niño o niña interior quién teme sentir esa emoción.
…….
Retírate a sentir lo que estás sintiendo como único responsable que eres de
ello, hazlo sin culpar a nada ni a nadie. Acalla tu mente. Tan solo entra en
contacto con tus sentimientos, déjate sentirlos, permítete experimentarlos
sin pensar erróneamente en qué o quién los causó. Te aseguro que esas
emociones estaban ahí antes de que te sintieras herido por una circunstancia
u otra persona, todas ellas tienen causas diferentes a las que crees y más
profundas. Por lo tanto estás ante la oportunidad de dejarlas ser. Permite
que esas emociones se desbloqueen, que se expresen a través de ti. Verás
que muy pronto recuperarás la calma.
Del mismo modo harás con tus emociones cuando surjan. Las observas, las
aceptas, las dejas que te atraviesen. Siente sin juzgar aquello que vaya
llegando.
…….
Este ejercicio puedes realizarlo como práctica cotidiana, una vez al día,
dedicándole al menos diez minutos cada vez. Resulta muy eficaz para ir
conociendo tus bloqueos emocionales e irlos liberando.
Antes de comenzar con la práctica del paso número cinco en una situación
concreta, te propongo un ejercicio general preparatorio.
Esta práctica consta de cuatro partes diferenciadas, así que también puedes
hacerla en cuatro momentos diferentes. En ese caso, has de dedicar un
mínimo de media hora de tu tiempo a cada parte.
La primera parte consiste en revisar una por una las áreas que te propongo,
preguntándote cómo piensas respecto a cada una de ellas. Has de distinguir
si te enfocas en lo que para ti tienen o pueden tener de peligroso o
amenazante o, por el contrario, estás apreciando no solo lo que te resulta
grato, sino todas sus potencialidades de mejora.
Las áreas sobre las que vas a hacer esta reflexión son las siguientes: Salud,
Trabajo/creatividad, Prosperidad/dinero y Relaciones. Puedes hacer una
reflexión muy general de esta última área o distinguir entre: amistades,
familia, pareja e hijos. Hazlo como prefieras.
Anota todos los pensamientos que descubras. Luego pregúntate con qué
frecuencia piensas así y, si puedes, identifica en qué ocasiones te ves más
inclinado a sostener determinadas ideas, tanto las temerosas como las que
reflejan tu confianza en los demás.
…….
Si identificas que las acciones tuvieron efectos concretos más allá de los
puramente emocionales de los que cada quien ha de ocuparse, anótalos.
Negar los efectos que las conductas -tuyas o ajenas- han causado es un error
que te puede hacer caer en la resignación y la apatía. Eso sí, no fantasees
sobre posibles efectos futuros ni des por hecho determinadas consecuencias
sin comprobar que existen en realidad. Luego manten tu mente abierta
porque una vez analices la situación con calma, aparecerán soluciones
prácticas para restablecer todo aquello que sea reparable o para prevenir
nuevos conflictos. Anota todo lo que se te ocurra en este sentido.
Todas esas consideraciones las harás sin emitir juicios de culpabilidad sobre
nadie. Los juicios te devuelven a la casilla de salida, al conflicto mental que
originó que se despertaran en ti intensas emociones. Si durante esta fase del
proceso te ocurre, no te alarmes, regresa al punto de responsabilizarte de
todo lo que se mueve a nivel emocional dentro de ti y siéntelo.
“Yo no deseaba que esto ocurriera (o que ocurriera de esta forma) pero
ahora que veo que ha sido así, quiero poder aceptarlo”.
“No hay una única forma de ser feliz. La vida es diversa y cada situación
ofrece distintas posibilidades. Quiero descubrir lo que de bueno me pueden
ofrecer estos acontecimientos ”.
“Ya que tengo que vivir esta situación que (no entiendo, no me agrada, me
resulta dolorosa, etc.) voy a vivirla desde la calma”.
“No puedo hacer nada por evitar la inconsciencia ajena pero sí puedo
ponerme manos a la obra respecto a la mía y eso es lo que voy a hacer por
mi propio bien y el de todas las partes”.
Hasta aquí este paso del proceso que no es fácil. Sin embargo, no podemos
llegar al final, liberados, sin haberlo hecho.
Para entenderlo mejor, también podemos pensar en esa culpa primaria como
una sensación honda de no ser suficientes o no merecer el amor de los
demás. Si no recibiste todo el amor que necesitabas de niño o de niña -lo
cual es algo común a todos nosotros- hiciste la asociación inconsciente de
que no eras merecedor de todo aquello que anhelabas y sí de las anomalías
del trato que recibiste.
Curar las heridas provenientes de nuestro pasado infantil, nos libera del
resentimiento hacia nosotros mismos. Mientras este resentimiento persista,
vamos a proyectarlo en los demás.
La dinámica del resentimiento es tremendamente perniciosa. Consiste en
seguir reforzando nuestra creencia inconsciente de no ser merecedores del
amor sino del rechazo. Guiados por esa herida emocional, nos enfocamos
en determinadas conductas y actitudes de los demás que parecen confirmar
esa supuesta falta de amor o ese rechazo. La persona resentida juzgará, con
una ceguera absoluta, que los demás -especialmente algunas personas- están
obrando mal respecto a ella. Lo paradójico -y lo tortuoso también- de esta
dinámica es que, en realidad, está interpretando la información
inconscientemente, de acuerdo al trato que le dieron de niño y que es el que
cree merecer.
…….
Como ves, la práctica de este sexto paso no es diferente de la del resto del
proceso. De nuevo se trata de ir hacia adentro y abrirte a sentir todo lo que
estés sintiendo.
…….
Al mismo tiempo, a medida que lleves a cabo esta práctica, vas a sentirte
liberado de la sensación de no merecimiento, contactarás con tu propia
inocencia ademaś de con la de los otros.
Luego aparta los pensamientos que han aparecido y céntrate en sentir las
emociones. De nuevo, puede que haya llanto o que tengas sensaciones
físicas -calor, temblor,...- fruto de esa energía que te recorre. Ya lo sabes,
aunque esas oleadas de sensación te resulten desagradables acógelas por un
momento. No juzgues lo que está sucediendo, no rechaces nada. Ocurre lo
que tiene que ocurrir, déjalo ser. Estás sintiendo lo que no te habías
permitido sentir durante mucho tiempo.
Es el momento de conectar con tu niño o niña interior y reconfortarle.
“Todo está bien”, le dirás. “Puedo cuidar de ti, estamos juntos en esto”.
Cuando sientas las emociones que suscita tu relación con tus padres, lo
harás hasta el final, sin restricciones. Mientras, te tratarás con extrema
comprensión y cariño.
Una vez hayan pasado las oleadas de emoción vas a conectar con tu propia
inocencia y con la de tus padres, integrando las afirmaciones siguientes, las
cuales irán sustituyendo paulatinamente a los pensamientos que surgieron al
inicio de este ejercicio. Léelas despacio, siente todo lo que estas ideas te
evocan.
“No hay una única forma de ser feliz en la infancia, ni existen los padres,
las madres ni las familias perfectas.
Poco a poco, el resentimiento que albergabas hacia tus padres -sea mucho o
poco- irá surgiendo para ser liberado. Hay personas que tienen bien
identificado el resentimiento que albergan hacia sus padres pero en otros
casos no es así. No te asustes si lo que sientes haciendo esta práctica no lo
esperabas. Es señal de que habías reprimido tus emociones de rabia y dolor
tras una aparente infancia feliz o unas relaciones perfectas con tus
progenitores. Todo lo que descubras a través de esta práctica estaba ahí,
estaba condicionándote sin saberlo, necesitaba ser liberado y ya lo está. No
obstante, repite el ejercicio más veces si crees que lo necesitas.
Tras hacer esta práctica en relación a tus padres, puedes llevarla a cabo en
relación a tus hermanos u otros familiares que fueron significativos durante
tu infancia. Luego, aplicando este mismo ejercicio pero utilizando las
afirmaciones que viste en el paso número cinco, puedes pasar a liberar el
resentimiento que guardas hacia cualquier otra persona.
Sin duda, el proceso en relación a otras personas te resultará mucho más
fácil cuando te hayas liberado del resentimiento hacia tus progenitores.
Restablece la comunicación cuando puedas actuar desde la paz
En esos momentos, deja pasar los pensamientos que te dicen que es “ahora
o nunca” o que “si no actúas ya, no podrás revertir la situación jamás”, etc.
Tienes ante ti una nueva oportunidad de sentir. En este caso siente tu
impaciencia con compasión por ti mismo, atiende con cariño a tu niño o
niña interior que reclama todo ya, ayúdale, ayúdate a esperar mientras llega
el momento para actuar. Si procedes con la impaciencia como con el resto
de emociones y te dejas atravesar por ella sintiéndola, esa impaciencia
desaparecerá y podrás seguir tranquilamente con tu proceso.
Cualquier acción ha de llevarse a cabo desde la paz y el respeto a nosotros
mismos y a la otra persona. Sólo podremos actuar desde este lugar de paz
cuando el proceso de perdón esté muy avanzado. Valora con cuidado
cualquier acción que desees emprender pero no postergues tu actuar por
miedo sino priorizando completar el proceso de perdonar sin prisas.
A estas alturas del proceso ya has de haberte dado cuenta de que no hay
ninguna razón para seguir reviviendo -o resintiendo- del mismo modo una
determinada experiencia. De hecho, en la medida que te sientas en paz
respecto a una situación concreta, te verás inspirado a actuar de un modo
completamente novedoso, creativo, en el que descubrirás capacidades que
tu miedo y resentimiento ocultaban. Sentirás ligereza y facilidad al actuar.
A nivel del pensamiento, ya conoces -y has aplicado- las ideas del nuevo
enfoque a la situación concreta que deseas aceptar y perdonar. Ya has
sentido -y seguirás sintiendo mientras sea necesario- las emociones que esta
situación despierta en ti.
La primera vez que hagas esta práctica en relación a una situación concreta,
has de haber hecho el resto de ejercicios al menos una vez, aplicados a esa
misma situación.
Por otra parte: ¿Qué has descubierto de tu pasado infantil como fruto de
dejar ser a tus emociones? ¿Has detectado como tus heridas no resueltas
influyen en tus experiencias y en tus relaciones con los demás? En concreto,
en esta situación ¿Puedes ver la relación entre tu carga emocional y algunas
de tus reacciones o interpretaciones de los hechos?
Por ultimo, contacta con tus emociones del momento. Adopta la postura de
meditación que más cómoda te resulte y dedica unos minutos a observar tu
interior: ¿En qué medida está ahora tu mente libre de juicios? ¿Qué
emociones ha despertado en ti la práctica anterior? ¿Sientes las mismas
emociones que al principio respecto a la situación? ¿Con la misma o
distinta intensidad? ¿Hay alguna emoción nueva en este momento? ¿Estás
sintiendo agradecimiento? ¿Hacia qué o hacia quien y por qué?¿Qué sientes
en relación a la posibilidad de actuar o restablecer la comunicación?
¿Aparecen prejuicios o ideas negativas sobre la evolución de esta situación
en el futuro?
El segundo movimiento de esta práctica consiste en valorar el grado de paz
interior que has alcanzado con respecto a la situación.
Como fruto de las reflexiones que acabas de hacer quizá hayas observado
que, a menudo, todavía necesitas pararte a sentir y atender las emociones
que la situación despierta en ti o que aún estás liberando resentimiento -en
relación a la situación en cuestión o respecto a las personas significativas de
tu infancia-. Es posible que notes que todavía tienes que profundizar más en
el sentir tal como se describe en los pasos número cuatro y seis. Quizá
quieres seguir trabajando en sustituir las creencias erróneas por las ideas del
nuevo enfoque del perdón.
Una vez hayas detectado aquello que consideras que “te falta” para estar en
paz con la situación y con las personas, valora cuidadosamente también
todos los avances que has hecho en este proceso de perdonar. Las
reflexiones anteriores también te habrán dado muchas pistas acerca de estos
avances. Párate a sentir tu propio reconocimiento por ellos. Siente tu
satisfacción y las ganas de continuar.
Créalo a tu imagen y semejanza. Crea ese final desde el amor que eres,
desde el perdón que te mereces.
EPÍLOGO
Espero que este libro te haya ayudado a descubrir cuánto amor hay -por ti y
por todos los implicados- en cada una de las circunstancias que atraviesas
independientemente de cómo las percibas e interpretes. Seguro que ya te
has dado cuenta de lo irrelevantes que son para el amor cada una de las
conductas inconscientes que tú o el resto de personas exhibimos en cada
situación. Hasta esas conductas y situaciones que aparentan ser
perjudiciales, han sido concebidas por y para amar. Aunque su sentido
último, a menudo, no está a nuestro alcance y es muy difícil que nuestra
mente se conforme a esa idea, siempre podemos decidir confiar en que
"algo mayor que nosotros", sostiene la voluntad de amar de todos y opera
para el mayor bien.
Otras publicaciones:
“Psicología de la Buena Noticia”
"Vida. Un deseo que ya es tuyo"
“Las cosas que nos pusieron tristes”
“Un cofre de oro”
Cursos y talleres.
patriciafrancoandia@gmail.com
psicologiadelabuenanoticia.wordpress.com
@patriciafrancoandia_autora
[1] Los tiempos que se marcan en el ejercicio no han de contarse, se intentarán mantener de
forma intuitiva.
[2] Si notas que el resentimiento que albergas en relación a alguna persona, situación o hacia ti
mismo se alarga en el tiempo y es demasiado opresivo para ti, no sigas con este proceso de autoayuda
a solas. Pide el apoyo de un profesional de la psicología.
[3] Puede que tu progenitor haya fallecido o no tengas -ni tengas por qué tener- relación con él.
Recuerda que el perdón es algo que se produce en tu interior y no necesariamente produce cambios
en la situación externa.