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perro perfecto?
Convierte a tu cachorro
en un perro feliz y sano
DEBOLS!LLO
Primera edición en Deholsillo: junio, 2015
Título original: How to Rise the Perfect Dog Through Puppyhood and Beyond
© 2009, César Millán y Melissa Jo Peltier
© 2015, Penguin Random House Grupo Editorial, S.A. U.
Travessera de Gracia, 47-49. 08021 Barcelona
© 2010, Ana Isabel Robleda, por la traducción
ISBN: 978-84-9062-547-7
Depósito legal: B-370-2015
P625477
Penguin
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¡
1 Grupo Editorial
César Millán es mexicano y llegó a Estados Unidos con los
bolsillos vacíos. Empezó a trabajar a principios de la década
de 1990 en un salón de belleza canino de San Diego. Ahí se
ganó la reputación de trabajar con casos dificiles, ya que podía
controlar a cualquier perro. Rápidamente se dio cuenta de que
podía manejar incluso a los más agresivos. Un tiempo des-
pués se trasladó a vivir al norte de Los Ángeles. Su futuro co-
mo estrella de la televisión estaba solo a un paso. Desde el año
2004 presenta en la televisión americana el programa Dog
Whisperer, además de ser autor de numerosos libros sobre el
tema. Millán también es conocido por ser el adiestrador de
perros de los famosos de Hollywood. Es autor de un gran
número de libros, entre los que destacan ¿Cómo criar al perro
perfecto? y Las normas de César Millán.
www.cesarsway.com
Puesto que este libro habla sobre cachorros, se lo dedico a mis
hijos Andre y Calvin. Cuidar a mis cachorros mientras crecían,
observar cómo empezaban a expresar su personalidad y cómo
intentaban alcanzar sus propias metas han sido las experiencias
más importantes de mi vida y me han hecho una persona mejor,
más sabia. Agradezco haber sido capaz de pasarles mi amor por
la Madre Naturaleza -un regalo que me dio mi abuelo-- y espero
que ellos continúen con la transmisión de este legado al resto del
mundo y algún día a sus propios hijos.
Índice
Agradecimientos ..... ... . ... ... . .. . ................... .... 15
Introducción . .. .. . ....... .. .......... . .............. ..... 19
10. Epílogo. Los cachorros crecen .. . ... . .... . ... ....... . .. 317
Blízzard, el labrador amarillo ... . .... .. ......... . .... . . . .. 317
E/iza, la wheaten terrier .. . ... .. ....... . ... .. .. . .. . .. . ... 318
Mr. President, el bulldog inglés ......... . .......... . ... .. . 320
Angel, el schnauzer miniatura .. . ... .. ........... . . ... .... 321
Junior, el pitbull .................... . ....... . . ...... . .. 322
15
porcionar un magnífico cuidado veterinario a todos los cachorros y los
perros adultos de mi manada.
Un criador de elevada cualificación es difícil de encontrar pero mien-
tras escribíamos este libro conocimos y trabajamos con varios de ellos,
en particular con Brooke Walker, de Covina, California, quien nos propor-
cionó a nuestro maravilloso schnauzer miniatura Angel; y Diana y Doug
Foster, de Thinschmidt German Shepherds y Assertive K-9 Training en
Corona, California. Mi gran amigo Jose Navarro consiguió obtener a nues-
tro fantástico bulldog inglés Mr. President, y por supuesto siempre estaré
agradecido a Azael Espino, que fue quien hizo llegar a mis manos a mi
perfecto pitbull Junior. Gracias también a la Southern California Labrador
Rescue por entregarnos a Blizzard y por todo el trabajo desinteresado
que lleva a cabo su organización.
Me siento orgulloso de haber comenzado a trabajar codo con codo
con Chris De Rose, Kim Sill y el resto del dedicado equipo de Last Chan-
ce for Animals. Su valiente trabajo ya está mejorando el modo en que la
gente trata a las demás criaturas con las que comparte planeta. Gracias
también a Stephanie Shain y a la Humane Society de Estados Unidos por
su campaña para poner fin a la crueldad que supone la existencia de fá-
bricas de cachorros.
Como siempre queremos dar las gracias a nuestro agente literario,
Scott Miller, de Trident Media Group; Julia Pastare, Shaye Areheart, Kira
Walton y Tara Gilbride en Random House; Steve Schiffman, Steve Burns,
Michael Cascio, Char Serwa, Mike Beller, Chris Albert y Russell Howard
en el National Geographic Channel; y Fred Fierst, abogado. César e llusion
se sienten muy agradecidos a John Steele, Michael Gottsagen y a todo
el equipo de IMG, en especial al increíble «Mr. Big», por su inagotable
apoyo y su aliento.
En cuanto a mi manada, «Team Millan», quiero expresar mi agrade-
cimiento a Kathleen Daniels, Jennifer Dominguez, Carol Hickson-Altalef,
Erick Millan, Rosalva Penuelas, Allegra Pickett, Delmi Salinas y Susan
Whalen. No hay mejor equipo que nuestro «Super TV Crew»: Nicholas
Bunker, Brian Duggan, SueAnn Finke, Miles Ghormley, Todd Henderson,
Chris Komives, Christina Lublin, Rich Mercer, Rita Montanez y Neal Tyler.
En MPH y CMI queremos dar las gracias a Bonnie Peterson, George
Gomez, Juliana Weiss-Roessler, Nicholas Ellingsworth, Todd Carney, Chris-
tine Lochman, Kay Bachner Sumner y Sheila Possner Emery... y especial-
mente a Crystal Reel por su sobresaliente labor de investigación , revisión
y su actitud siempre resolutiva. Mi esposa y yo estamos agradecidos a Sta-
cey Candella por su dedicación a nuestra Fundación César e llusion Millán
y a su misión, y a Adriana Barnes y familia por su esforzado trabajo en
nuestro nuevo Centro de Psicología Canina. También quiero expresar mi
reconocimiento a nuestros vecinos Tim y Diane Archer por haber sido tan
pacientes y habernos prestado apoyo a los retos planteados en El encan-
tador de perros. Y un agradecimiento especial a Frank y Juanita Trejo por
todo su amor y su ánimo.
Gracias a mi esposa llusion por su inagotable paciencia, sobre todo
en cuanto a los desafíos que planteó la crianza de nuestra manada de
cachorros. Y, por supuesto, gracias a quien ha sido capaz de mantener
equilibrados a todos ellos: Daddy, ¡la mejor niñera del mundo!
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rros crecieron y dejaron de ser grabados, fueron sustituidos por otros
cachorros y sus monerías.
Sean cuales sean tu formación, tu idioma, tu raza, tu credo o tu re-
ligión, tendrías que estar hecho de piedra para que las gracias de los
cachorros no te conmuevan. Su aparente indefensión y sus adorables
y torpes intentos de explorar el mundo desconocido que los rodea des-
piertan automáticamente en nosotros el instinto maternal que la natura-
leza ha implantado en lo más profundo de nuestros genes, tanto femeni-
nos como masculinos, y tanto en niños como en adultos. Y como muestran
los testimonios facilitados por los amantes de la Puppycam, prendarse de
ellos es además bueno para nosotros. Los cachorros nos acercan a nues-
tra naturaleza animal, inocente y natural. Nos liberan del estrés, mejoran
nuestra salud y nos recuerdan que la verdadera felicidad reside sólo en
el momento. Querer y criar a un cachorro puede ser una de las experien-
cias más enriquecedoras y gratificantes que se puedan tener en la vida.
Y una vez que el cachorro alcanza la edad adulta, el lazo que se crea
durante los primeros ochos meses, que es el periodo que yo defino como
la infancia, puede materializarse en la clase de relación que os sostendrá
a lo largo de la vida de tu perro y más allá.
Sin embargo, el hecho de que se nos ablande el corazón cada vez
que vemos un cachorro no nos cualifica para criar a uno de ellos. Por eso
he decidido escribir este libro.
¿Qué tienen los perros que nos hacen pensar que las habilidades
necesarias para criarlos se desarrollarán tan fácilmente como las que em-
pleamos en la educación de los cachorros humanos? ¡No conozco a muchas
personas que se crean capaces de criar a un bebé de elefante, de leopardo
o de delfín que las casualidades de la vida pudieran poner en sus manos!
Estoy seguro de que prácticamente todo el mundo diría que no se puede
criar a un bebé de foca, un polluelo de loro o a un ballenato del mismo modo
que se cría a un niño humano. Las personas hemos aprendido que ni siquie-
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ra nuestros primos más cercanos, los grandes primates, son una versión
más peluda de nosotros mismos. Hace poco leí un libro desgarrador titulado
Nim Chimpsky: The Chimp Who Would Be Human ( «Nim Chimpsky: el chim-
pancé que quería ser humano»), de Elizabeth Hess, acerca de un experimen-
to llevado a cabo en la década de 1970 mediante el que se pretendía ense-
ñar a un chimpancé el lenguaje en un contexto social, apartándolo de su
madre a una temprana edad y ubicándolo en una familia humana de eleva-
da posición social que vivía en Manhattan. Aunque Nim sobresalió en el
aprendizaje del lenguaje de los signos y pudo comunicarse con él durante
toda su vida, su naturaleza animal pronto desbordó a los miembros humanos
de su familia de adopción, que se vieron obligados a abandonarlo. El res-
to de su vida fue una existencia triste en tierra de nadie, entre casas de
adopción y centros de investigación sobre primates, y nunca consiguió saber
si era un chimpancé, un humano o un ser a medio camino entre ambos.
Una de las reglas por las que me guío en la vida es que debemos
respetar a los animales por los seres que son, no como los compañeros
casi humanos que desearíamos que fueran. Para mí desarrollar un ver-
dadero lazo de unión con un animal significa celebrar y honrar su natura-
leza animal primero antes de invitarlo a ser nuestro amigo, nuestra alma
gemela o nuestro hijo.
Aunque los cachorros pueden parecernos bebés humanos sin el don
de la palabra, lo cierto es que son primero perros. Criar un cachorro para
hacer de él un perro equilibrado y saludable requiere un proceso bien dis-
tinto del necesario para hacer de un bebé un adulto feliz y confiado. Por
mucho que nos gustaría que lo fueran, los cachorros no son el equivalente
canino de los bebés, menos aún en el momento en que nos hacemos car-
go de ellos. Mientras que los bebés son criaturas básicamente indefensas
durante muchos meses, los cachorros llegan al mundo como máquinas
diminutas de supervivencia que revelan su verdadera naturaleza animal
casi inmediatamente después de nacer. Un cachorro con tres días de vida
2T
ya luchará por reafirmar su dominancia sobre sus hermanos apartándolos
a empellones de la teta de su madre. Cuando cumple entre dos y tres se-
manas, el mismo cachorro será ya capaz de caminar solo y se esforzará
por establecer su posición dentro de la manada. Cuando un criador respon-
sable decide que el cachorro está listo para ser separado de su madre y sus
hermanos, lo cual ocurrirá aproximadamente a los dos meses, el animal
estará años por delante, en lo que a desarrollo se refiere, de lo que lo es-
taría un bebé humano a esa misma edad. Cuando adoptamos un cachorro
de dos meses, no se trata ni mucho menos de una criatura indefensa, aun-
que a veces nosotros nos empeñamos en verlo así y lo tratamos de acuer-
do con esa noción. Al hacerlo muchos de los dueños se desentienden
o menoscaban la verdadera naturaleza del cachorro: su esencia perruna.
Cuando mimamos a nuestros cachorros tratándolos como si fueran
bebés, es decir, llevándolos siempre en brazos como si fueran un bolso,
concediéndoles todos los caprichos, permitiéndoles la clase de libertades
que nunca le permitiríamos a un niño en crecimiento, estamos obstaculi-
zando su progreso desde el comienzo mismo. Sin quererlo estaremos
alimentando su miedo, su ansiedad, la agresividad o la dominancia. Po-
demos condenar a nuestros perros a una vida de inestabilidad o estrés.
Anteponiendo nuestra satisfacción psicológica a las verdaderas necesi-
dades del desarrollo de un perro, conseguiremos que sin querer aparezcan
en ellos dificultades de comportamiento.
En mi experiencia suele ser la falta de conocimiento la que induce
a los amantes de los perros con las mejores intenciones a cometer errores
cruciales. Todos los dueños de perros a los que he conocido sólo querían
lo mejor para sus mascotas. En este libro espero ofrecer distintas estra-
tegias para ayudar a los propietarios a mantener la verdadera identidad
de sus canes en lugar de transformarlos en sus bebés.
Una de las cosas fundamentales que hay que tener en cuenta sobre
su infancia es que se trata del periodo más corto de su vida. Un cachorro
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lo es desde su nacimiento hasta los ocho meses; a continuación pasa a la
adolescencia, que dura de los ocho meses a los tres años. Con la ade-
cuada nutrición y los pertinentes cuidados veterinarios la vida de un perro
en la actualidad puede durar entre diez, doce y dieciséis años, incluso
más 1. Con demasiada frecuencia he visto a personas enamorarse de las
monerías de un cachorro y después perder interés por él o, lo que es peor,
lamentar ser propietario del perro adulto en el que se va a convertir. Esto
me destroza el corazón. Tengo la firme convicción de que, cuando invita-
mos a un perro a nuestra vida en cualquier edad, estamos contrayendo
una importante responsabilidad con el bienestar del perro a lo largo de
toda su existencia. Ser propietario de un perro debe ser una experiencia
feliz y no una fuente de estrés. Por supuesto requiere determinación y com-
promiso en la etapa más temprana, pero trabajar en firme a lo largo de
ese periodo devolverá con creces a lo largo de los años de convivencia
con el can el esfuerzo realizado. Los perros nos enseñan a disfrutar del
momento, a no obsesionarnos con el pasado o el futuro. Nos enseñan que
las alegrías sencillas Ougar en el suelo, correr por el parque, lanzarse a la
piscina, tumbarse sobre la hierba a tomar el sol) siguen siendo lo mejor
que la vida puede ofrecernos. Y nos ayudan a experimentar una conexión
más profunda no sólo con los animales sino con el resto de humanos
presentes en la vida, incluso con nosotros mismos.
Si estás seguro de querer comprometerte con un perro de por vida,
tendrás ante ti una verdadera e increíble oportunidad: la de crear y moldear
al perro con el que tu familia siempre habrá soñado, así como hacer cre-
cer a otro ser haciendo de él todo lo que la naturaleza le tenía destinado.
Los cachorros han sido programados a través de su ADN para aprender
reglas y límites de las sociedades en las que viven. Si sabes comunicar
con claridad las reglas de la familia al cachorro desde el primer día, podrás
hacer de él un compañero que te respetará, confiará en ti y se unirá a ti
a un nivel que nunca imaginaste. Pero, al igual que los niños, los perros
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están constantemente observando, explorando y trabajando para intentar
determinar cómo encajar en el mundo que los rodea. Si les enviamos
constantemente las señales equivocadas en los primeros momentos de
nuestra relación, será mucho más difícil rehabilitarlo una vez haya asimi-
lado esos malos hábitos.
A lo largo de mi vida he criado cientos de perros a partir de muchas
y distintas etapas, pero cuando decidí escribir este libro quería asegurar-
me de estar siguiendo el proceso a través de varios cachorros desde su
nacimiento hasta la edad adulta. Todos los perros que he rehabilitado
o adoptado, todos los cachorros que he criado me han ayudado a com-
prender mejor la naturaleza de los perros y cómo podemos ofrecerles la
vida mejor y más equilibrada posible.
Confío en que los viajes particulares de cada uno de los animales
que aparecen en este libro ayuden a plasmar en hechos reales algunos
de los conceptos que vamos a tratar.
¿Se puede criar de verdad al «perro perfecto»? Estoy convencido
de que es así, y lo estoy porque creo que la naturaleza deposita la fórmu-
la para alcanzar la perfección dentro de todos los organismos que crea.
Como seres humanos nos gusta pensar que podemos perfeccionar la
naturaleza, y es posible que lo consigamos en algunos ámbitos, pero en
lo que se refiere a criar perros la naturaleza lo hizo bien desde el principio.
Dejemos de reinventar la rueda y empecemos a aprender de los mejores
profesores: los perros.
NOTAS
' La esperanza de vida de los perros varía en función de su tamaño: las razas de menor ta-
maño tienen una esperanza más larga (de doce años o más) que las más corpulentas (aproxi-
madamente diez años). Humane Society de Estados Unidos, Dog Profile. http://www.hsus.org/
animals_in_resea rch/species_used_in_research/dog.html .
1
Os presento a los cachorros:
Junior, 8/izzard, Angel
y Mr. President
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perlo. En el capítulo siguiente hablaremos más de cómo elegir un deter-
minado nivel de energía, pero almacena este concepto en el fondo de la
memoria para que podamos seguir avanzando en la aventura de conocer
a los cachorros.
- Junior, el pitbull
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comporta. Uno de los puntos más importantes en los que baso mis ense
nanzas, y que quiero recalcar particularmente en lo que se refiere a edu
car a un cachorro, es que un perro adulto y equilibrado puede enseñarte
más acerca de cómo «entrenar a un perro» que cualquier libro, manual
o vídeo. Daddy no tiene títulos o certificados que colgar de la pared de su
caseta, pero es el maestro absoluto en la rehabilitación de perros.
Como perro de edad avanzada, Daddy sigue disfrutando como hacía
de cachorro de los pequeños momentos de la vida, pero lo avanzado de
su edad le está pasando factura físicamente. Hace poco que he empeza
do a asimilar el hecho de que no podrá seguir desempeñando para siem
pre el papel de mi mejor amigo, colega, adlátere y encantador de perros.
En ocasiones he oído decir a algún amante de los perros refiriéndose a la
falta de un compañero canino que «nunca encontraré a otro como él»,
o «nunca podría querer así a otro perro porque ningún otro podría ser tan
maravilloso». Por supuesto es cierto que nunca habrá otro perro exacta
mente igual que Daddy, pero cuando titulé este libro Cómo criar al perro
perfecto no lo hice sólo por puro efectismo. Estoy convencido de que es
posible criar a otro perro para que resulte ser tan equilibrado, estable,
educado y perfectamente sincronizado conmigo como lo ha sido Daddy.
Y tenía un plan para conseguirlo: que fuese precisamente él quien entre
gara el testigo de su excelencia a la siguiente generación ayudándome
a criar a su sucesor ideal.
- Entregar el testigo
)O
humano, razón por la cual siempre me tomo muy en serio el instinto de
mis perros. De hecho, suelo llevarme a Daddy o a cualquier otro de los
más equilibrados canes de mi manada a las reuniones de trabajo para ver
cómo responden ante las personas con las que me encuentro por prime-
ra vez. Si uno de mis compañeros más despreocupados, serenos y sumi-
sos adopta una actitud inexplicablemente esquiva o si ignora o evita a una
determinada persona, siempre procuro estar alerta. Es posible que el
animal esté intentando decirme algo que yo necesite saber.
Acompañé a Daddy a la sala en la que estaba aquel puñado de ju-
guetones pitbull, y la imagen fue como la de un digno mandatario entran-
do en un aula de jardín de infancia. Uno de los cachorros intentaba llevar
la voz cantante y establecer su dominación sobre los niños de la familia
subiéndose en ellos y mordiéndolos, así que probé a presentárselo a Daddy.
Su reacción fue gruñirle y alejarse de él. A su edad no anda uno con la
paciencia o la energía de sobra para aguantar a jovenzuelos maleducados
o avasalladores. Otro de los cachorros que elegí, un tipo con un nivel más
bajo de energía, tampoco le interesó y decidió ignorarlo sin más. Los pe-
rros de cierta edad no malgastan su preciada energía en cachorros que
los molestan. ¿Cómo reaccionaría entonces Daddy ante el cachorro gris
que me había robado la cartera? Recé para que nuestra energía y nues-
tro instinto estuvieran en la misma longitud de onda en aquella decisión
tan importante.
Alcé al pequeño asiéndolo por la piel del cuello y le presenté su
trasero a Daddy, quien de inmediato demostró interés. Lo olfateó a con-
ciencia y a continuación me hizo un gesto con la cabeza para que lo
dejara en el suelo. Cuando lo hice, el cachorro bajó la cabeza en señal de
sumisión y buenas maneras ante Daddy. Estaba claro que con tan sólo
ocho semanas su madre ya le había enseñado los fundamentos de la
etiqueta canina: respeto por los mayores. Daddy siguió olisqueándolo,
dejando claro que había atracción entre ellos. ¡Pero lo más increíble ocurrió
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a continuación! Cuando mi perro terminó de investigar al cachorro y quiso
alejarse, el pequeñín lo siguió sin dudar. Desde aquel instante quedé
convencido de que aquel montoncito gris de pelo iba a ser el hijo espiritual
de Daddy, y que Norteamérica iba a tener en breve otro modelo de pitbull
sereno y educado en el que mirarse .
H
preciosos. Acababan de recibir la segunda tanda de vacunas así que sus
expedientes médicos estaban en orden a pesar de que habían sido res-
catados de la calle.
Dado que el objetivo de este proyecto era la prevención y no la in-
tervención, quería escoger a un cachorro con una inclinación natural a la
sumisión y la calma y criarlo para que siguiera siendo así de modo que
pudiera llegar a ser el perro ideal de una familia. Fue cuestión de segun-
dos decidir que el amarillo sería el elegido. Lo vi olfatear un poco a su
alrededor con curiosidad contenida y después sentarse con tranquilidad
sobre las patas traseras. Unos minutos más tarde se tumbaba plácida-
mente en el pavimento caldeado por el sol. El negro, sin embargo, se
comportaba con recelo y se mostraba nervioso y sobreexcitado. Nos daba
la espalda y tiraba hacia atrás de la correa. Habría podido trabajar con
él y rehabilitarlo sin grandes dificultades, pero para este libro quería algo
diferente: quería utilizar el equilibrio natural con que la Madre Naturaleza
dota a los perros y mostrarte a ti, lector, cómo alimentar y mantener ese
estado.
Valerie y Geneva se sorprendieron de que escogiera al labrador
amarillo porque pensaban que me atraería más el otro cachorro más
activo. «El amarillo me parecía muy perezoso», comentó Valerie. A pesar
de la experiencia que les respaldaba tras haber tratado mucho tiempo con
perros, no habían distinguido una energía nerviosa de otra juguetona.
Cuando les señalé los signos de esa energía nerviosa que mostraba el
cachorro negro, Geneva comprendió de qué hablaba. «¿Puedo pregun-
tarte cómo llegan a estar así?», inquirió. «¿Es que nacen ya así?». Le
expliqué que a veces los cachorros padecen experiencias que los asustan
y que hacen de ellos animales inseguros, sobre todo si no tienen una
madre atenta o un líder de la manada que los guíe en esa experiencia del
modo correcto. Un perro normal ha de mostrarse curioso aunque en un
principio pueda manifestar esa curiosidad con reservas. Cuando obser-
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vamos una conducta excesivamente tímida y temerosa, nos encontramos
ante una bandera roja en potencia.
Algunos cachorros nacen débiles o asustados, los renacuajos de la
camada, y la verdad es que en un hábitat natural lo más probable es que
no hubieran sobrevivido. Como humanos solemos sentirnos mal por ellos,
pero tenemos que aprender a ayudarlos a sobreponerse a ese estado men-
tal. De no hacerlo, de sentir sólo lástima por ellos, estaríamos fomentando
esa conducta. Es un acto maravilloso rescatar perros que se encontraban
perdidos en el ámbito físico, pero tenemos que aprender a rescatarlos del
miedo que los atenaza en el ámbito psicológico. Ningún perro debería tener
que vivir toda su vida atemorizado, y esa clase de rehabilitación ha de em-
pezar por nuestra propia energía, serena y firme. Es fácil acercarnos a un
cachorro nervioso y decirle: «¡Vamos, cariño! ¡No pasa nada! ¡Tranquilo!».
Creemos que bañándolo en amor y rodeándolo de comodidades podemos
ayudarlo, pero en el caso de un cachorro nervioso semejante actitud sólo
logrará acrecentar su ansiedad o su excitación. Mostré a Valerie y a Gene-
va cómo se podía usar el olor para distraer al cachorro negro y ayudar a su
cerebro a salir de ese estado negativo y nervioso. Pasé ante su morro una
lata de comida orgánica para perros pero teniendo cuidado de no invadir
su espacio. Bastó con que el aroma le llegara a la nariz para que el joven-
cito prestara atención, se sentara sobre las patas traseras y relajara las
orejas. No utilicé palabra alguna. No lo acaricié. Manteniéndome sereno,
fuerte y en silencio y distrayendo su olfato, es decir, su sentido más desa-
rrollado, conseguí sacarlo de su ansiedad.
«Lo cierto es que este chiquitín amarillo», continué, «en manos de
un dueño que no le proporcione reglas ni límites, que sólo le dé afecto,
afecto y afecto, podría acabar tan sobreexcitado o nervioso como el negro.
Mi objetivo es nutrir el estado natural y sereno que poseen durante los
ocho primeros meses de su vida. A los ocho meses se termina la infancia
y llegan a la adolescencia, que es el momento en el que empiezan a de-
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safiar, pero si se los ha criado estableciendo reglas y límites siempre sa-
brán cómo recuperar ese equilibrio».
Mientras charlaba con las damas del Southern California Labrador
Retriever Rescue, mi pequeño Marley había aguardado tan relajadamen-
te que el sol lo había hecho caer en un profundo y pacífico sueño. Volví
a echar mano de la lata de comida. «Con los cachorros en ocasiones
podemos crear una reacción de nerviosismo o miedo si los sobresaltamos
mientras duermen», expliqué. Moví de un lado al otro la lata de comida
ante su morro pero no se despertó hasta notar un empujón que le dio el
otro labrador al pasar junto a él atraído por esa misma comida. «¿Os
habéis dado cuenta de que no se ha despertado sobresaltado? Es un
comportamiento normal entre cachorros de la misma manada el empu-
jarse, pisarse o despertarse los unos a los otros, de modo que he desper-
tado su cerebro de un modo familiar y no asustándolo, puesto que mis
manos no le son aún conocidas».
Una vez tomada la decisión me dispuse a presentar al nuevo cacho-
rro ante la manada, pero puesto que para los cachorros las primeras
impresiones son siempre importantes tenía que hacerlo bien. Atraído por
la comida, nuestro Marley en miniatura me siguió tan feliz hacia la zona
interior del Centro de Psicología Canina, hasta la valla misma tras la que
la manada esperaba alborozada a su miembro más joven; el pequeño la
olfateó con cuidado y luego comenzó a mover el rabo. De haberse mos-
trado demasiado excitado o demasiado descarado la manada lo habría
percibido como negativo, pero el jovencito mantuvo la cabeza agachada
en señal de respeto. Estaba preparado.
Quiero insertar aquí una pequeña nota sobre salud y seguridad en
cachorros (un asunto que consideraremos con mayor profundidad en los
siguientes capítulos). Antes de presentar al nuevo labrador a mi manada,
las señoras del SCLRR y yo teníamos que estar seguros de la buena
salud del cachorro para que la salud del resto de mis perros quedase
protegida. Las voluntarias del SCLRR se habían asegurado antes de que
los dos cachorros candidatos estuvieran saludables y que hubieran reci-
bido sus dos primeras tandas de vacunas. Aun a pesar de las vacunacio-
nes, el sistema inmunitario de un cachorro está en periodo de desarrollo
hasta los cuatro meses, y es durante esta etapa crucial de su vida cuan-
do aún son susceptibles a las enfermedades, particularmente al parvo-
virus. El parvo se transmite a través de las heces de perros infectados.
Por tanto, antes de que el SCLRR firmase el permiso en virtud del cual
yo podría elegir a un cachorro para que interactuara con mis perros, que-
rían que yo verificara que todos los perros del centro estaban al día en
sus vacunas, que nuestras instalaciones estuvieran en las debidas con-
diciones sanitarias y que no habíamos tenido ningún brote reciente de
parvo o de otras enfermedades contagiosas. Una vez que todo estuvo
comprobado, dieron su aprobación. En este caso se aunaban los esfuer-
zos de la organización de rescate y del que iba a ser su nuevo propietario
por preservar la salud y el bienestar del cachorro. Debemos mostrarnos
cautos especialmente en este periodo de la vida de un cachorro en el que
su sistema inmunológico aún está en desarrollo, pero al mismo tiempo
tampoco debemos privarlo de una socialización normal, que es igualmen-
te importante para su bienestar general.
Con una mano lo agarré por la piel del cuello y lo sostuve en alto.
Este gesto lo relajó de Inmediato, aunque soportaba el peso de su cuerpo
con la otra mano puesta bajo sus cuartos traseros. Después lo acerqué
al suelo y lo presenté tal y como lo habría hecho su madre. Tenía el rabo
parcialmente entre las patas como muestra de cierta ansiedad, así que
esperé a que se relajara antes de dejarlo en el suelo. Los otros perros lo
olfatearon con delicadeza y lo aceptaron de inmediato. En diez minutos
andaba ya explorando tranquilo y feliz su nuevo entorno. Aquel mucha-
chuelo podía parecerse al Marley literario y cinematográfico, pero iba a te-
ner una experiencia muy distinta en la vida.
37
t Sigue tu instinto: Angel, el schnauzer miniatura
39
dominación entre ellos, pero si el juego se vuelve demasiado intenso in-
tervendrá para que la situación vuelva a estar bajo control. En cuanto
la cachorra se relajó como diciendo «vale, mamá, ya lo he entendido», la
madre se volvió con nosotros. Éste es el ejemplo perfecto de la rapidez,
la precisión y la sencillez de las correcciones que aplican las madres
caninas; es en su firmeza, su serenidad, su benevolencia y su método
donde reside la fuerza de estas correcciones que yo invito a emular a mis
clientes. Observando e imitando el comportamiento de las buenas madres
caninas como Binky he desarrollado mis propias técnicas.
Brooke tenía tres cachorritos para mostrarme: dos machos, uno con
un collar azul, otro con el collar verde y una hembra con un collar rosa. La
hembra era la más pequeña de los tres, pero después de ver cómo se
abalanzaba sobre su hermano de collar verde me imaginé que su nivel
de energía iba a ser muy alto. El claro favorito de su dueña, y el que ella
había pensado que iba a elegir yo, era el portador del collar azul, Mr. 8/ue,
un schnauzer negro como el carbón y cejas, pecho, pies y rabo plateados.
Me lo presentó como «el más listo de la camada». «Fue el primero en
todo: el primero en salirse de la paridera, el primero en ladrar. Fue el pri-
mero en acercarse a los demás cachorros cuando ninguno caminaba aún
e incluso fue el primero en levantarse sobre sus cuatro patas. Tiene una
brillante inteligencia natural y grandes dotes de liderazgo».
La descripción que me había hecho de la energía de los dos pri-
meros cachorros colocaba al macho del collar verde en el último puesto
de la jerarquía familiar, pero para mí no era un animal temeroso o an-
sioso, y poseía un nivel de energía medio, no bajo. Para poner a prueba
sus temperamentos los coloqué a los tres sobre las sillas del jardín, cada
uno en una. Mr. Blue no tardó un segundo en bajarse de la silla y acudir
corriendo a mi lado: quería estar en el centro de la escena. Apenas
Brooke volvió a subirlo a la silla, el cachorro volvió a bajarse. Ms. Pink
tardó algo más en bajarse pero al final no pudo soportar la espera y si-
guió el ejemplo de su hermano más dominante. De los tres sólo Mr.Green
fue capaz de quedarse sentado y limitarse a observar. No gimoteó, ni se
revolvió inquieto; simplemente se quedó esperando, atento, a que le
dijera lo que tenía que hacer a continuación. Le pedí a Brooke que me
hablara de su experiencia con él. «Creo que va a ser una mascota es-
tupenda porque es un animalito encantador. Su temperamento es más
tranquilo que el de su hermano, menos independiente, pero personal-
mente me gustan más los perros independientes porque son muy fáciles
de entrenar».
Al igual que las voluntarias del Southern California Labrador Retrei-
ver Rescue, Brooke se sorprendió de que eligiera a Mr. Green, un perro
de energía media, como animal con el que ilustrar este libro. Le recordé
que, a pesar de que como encantador de perros suelen gustarme los
animales de un elevado nivel de energía, la mayoría de dueños potencia-
les no poseen tanta experiencia como nosotros dos, de modo que un
cachorro independiente y dominante podría desbordarles al llevarlo a casa.
Mi objetivo para este libro es encontrar cachorros que puedan iniciar su
andadura en la vida como animales de nivel medio de energía, es decir,
adecuados para un propietario o una familia media e incluso inexperta,
y al mismo tiempo compartir con los lectores el modo en que deben man-
tener un determinado estado de ánimo durante los momentos cruciales
de la infancia de un cachorro.
Tras decidirme por Mr. Green pedí a Brooke el favor de que me
facilitara una toalla o un trapo con el olor de su familia canina para ayu-
darlo con la transición desde su manada a la mía. Pero Brooke hizo mu-
cho más: se presentó con sus papeles, es decir, pasaporte que acredita
que se trata de un schnauzer miniatura, su certificado del American Ken-
nel Club (AKC)*, documentos con las fechas, el lugar y el tipo de vacunas
43
el morro y le dejé seguir el olor mientras al mismo tiempo lo empujaba
con suavidad por los cuartos traseros para que subiera. Así pude guiarlo
fácilmente a la caja en la que iba a llevarlo hasta su nuevo hogar y su
nueva familia en Santa Clarita. Una vez llegamos a casa, mis hijos que-
daron tan prendados de su dulce temperamento que enseguida lo bau-
tizaron con el nombre de Angel.
44
lo derribasen mordiéndolo en el cuello. Los primeros bulldog, descendien-
tes de los antiguos mastines asiáticos cruzados con pug, fueron criados
por su ferocidad, su resistencia y su sorprendente tolerancia del dolor.
Cuando en 1835 esta clase de peleas fue declarada ilegal en Inglaterra,
una generación menos sanguinaria, más benigna de amantes de los bull-
dog se hizo cargo de la raza y consiguió apartar gran parte de la fiereza
del bulldog inglés O/de. Pero esa beligerancia, esa persistencia y lo que
muchos llaman «testarudez» siguen estando grabadas en el ADN de todos
los ejemplares de esta raza. En algunos casos particulares puede resultar
ser todo un reto canalizar esas tendencias relacionadas con la raza.
Una de las características más desconocidas de los bulldog de todas
las variedades es que en cierto modo nacen con una minusvalía, ya que
el diseño humano los ha hecho poseer un morro retraído y plano dotado
de orificios nasales muy pequeños. La Madre Naturaleza no pretendió en
ningún momento que los cánidos poseyeran esta clase de morro, pero
en la historia de los bulldog los humanos llegaron a la conclusión de que
un hocico de estas características permitiría que la mandíbula fuera más
fuerte y se agarrara con más fuerza al toro. El hecho de que los animales
de esta familia resuellen y ronquen suele sobrellevarse con buen humor
y comprensión por parte de sus propietarios, cuando en realidad se trata
de uno de los efectos secundarios de un diseño tan poco natural para un
perro.
Otra consecuencia de su físico único es que su sentido del olfato no
suele estar tan desarrollado como el de otras razas, lo cual les merma la
capacidad para seguir un rastro o la búsqueda del camino de vuelta si se
pierden o quedan separados accidentalmente de su manada. Del mismo
modo pueden caer en la costumbre de usar más el sentido de la vista que
el del olfato a la hora de responder ante el mundo que los rodea, lo cual
no es natural en un perro y puede provocar que se vean inmersos en más
conflictos con otros perros por el hecho de que establezcan contacto vi-
45
sual con un desconocido demasiado pronto o en un momento inadecuado.
Dado que soy de la opinión de que la nariz de un perro es la clave de su
comportamiento, quise criar desde su nacimiento a un bulldog inglés, de-
cidido a darle la crianza conducida por el olfato que recibe el resto de mis
perros. Quería sacar de él las mejores cualidades relacionadas con su
raza (paciencia, lealtad y afecto) en un intento de conseguir que crezca
más de acuerdo con su naturaleza como perro que como bulldog.
El bulldog de mis sueños me llegó el mismo mes en que tuve a An-
gel de manos de un conocido mío que hace mucho tiempo que está
especializado en criar bulldog ingleses con un temperamento dulce y dig-
no de confianza. Mi amigo sabía que yo andaba buscando un cachorro
de un nivel de energía medio y una de sus perras había parido una ca-
mada entre la que se encontraba un muchacho blanco y castaño que
parecía llevar puesto un amplio pijama. Era el único macho de su cama-
da; de hecho, nació por cesárea, lo que suele ser habitual en la mayoría
de bulldog, un efecto más de la manipulación genética humana que ha
hecho que la cabeza y el pecho de los cachorros sean demasiado anchos
para las estrechas caderas de sus madres, más de lo que el canal del
parto puede soportar. Nuestra investigadora Crystal Reed me acompa-
ñó a elegir a este cachorro. Estaba encantada porque el bulldog inglés
es su raza favorita. Dejé que eligiera ella el nombre y lo llamó General
George Washington o, como le decimos coloquialmente y para abreviar,
Mr. President.
Si has visto algún episodio de El encantador de perros, quizá hayas
conocido a dos de los muchos bulldog que he rehabilitado: Jordan, en la
primera temporada, y Matilda, en la tercera, ambos obsesionados con los
monopatines, a los que atacaban hincándoles los dientes para agarrar-
los y no soltarlos aunque su vida dependiera de ello. Los comportamientos
obsesivos que tienen que ver con la boca, ya sea masticar o abalanzarse
sobre un objeto y no soltarlo, son uno de los rasgos más antiguos de los
11
bulldog que ya he mencionado antes y que su propietario deberá contro-
lar y erradicar lo antes posible. La infancia de un perro es el mejor mo-
mento para bajar el volumen de este comportamiento relacionado con la
raza y que ha resultado en el cliché «testarudo como un bulldog».
Mr. President comenzó a dar muestras de su naturaleza de bulldog
en cuanto lo llevé a casa. Él ha sido el único cachorro de los que he cria-
do en este proyecto que ha tenido un problema relacionado con la boca.
Cuando un cachorro alcanza los dos meses, al dueño se le presenta la
oportunidad perfecta de detener o redirigir este comportamiento antes de
que escale y acabe convirtiéndose en un problema. Con Mr. President
comencé distrayéndolo con olores agradables para él, no sólo con el fin
de redirigir su energía obsesiva, sino para animarlo a utilizar más su olfa-
to. Si su nivel de intensidad es demasiado alto, un contacto leve en el
cuello o en las ancas lo hará salir de su obsesión de inmediato. Hablare-
mos más ampliamente del modo de redirigir y corregir los comportamien-
tos no deseados en el capítulo 4.
47
California, donde alberga a su manada de cincuenta perros entre anima-
les rescatados y en rehabilitación. Por tanto, los nuevos cachorros iban
a criarse en Casa Millán, nuestro rancho a las afueras del valle de Santa
Clarita, desde donde haríamos excursiones a diario a nuestro nuevo
Centro de Psicología Canina, un oasis exterior a pocos minutos de dis-
tancia, mientras trabajaba en él para abrirlo en otoño de 2009. En resumen:
el corazón de nuestra manada familiar (incluidos mi mujer llusion y mis
dos hijos, Calvin y Andre) lo conformaban los cuatro cachorros: Junior, Bli-
zzard, Angel y Mr. President, mi pitbull senior Daddy, de quince años, nues-
tros chihuahuas Coco y Minnie, de cinco y dos años respectivamente, el
jack russell terrier Jack, de cuatro, Apollo, un rottweiler de aproximada-
mente dos años y medio, y el yorkie de dos años Georgia Peaches, un
superviviente de una fábrica de cachorros al que había rescatado hacía
poco mientras estaba en Atlanta para una conferencia. Por otro lado
y dado que el Centro estaba en constante estado de cambio, también me
llevaba a casa a algunos de los animales de El encantador de perros que
necesitaban una rehabilitación más intensa y así los cachorros quedarían
expuestos a un cambiante abanico de distintas razas, edades y niveles
de estabilidad.
Mi experimento con cachorros estaba listo para arrancar. El objetivo
era criar a cuatro perros equilibrados de distintas razas, mantener la es-
tabilidad con la que habían nacido y evitar que pudieran desarrollar algún
tipo de problema. El libro lo protagonizaremos estos cuatro cachorritos
y yo a medida que vayan pasando por sus distintas etapas de desarrollo
con el fin de que podáis ver cómo he ido aplicando los distintos conceptos
de psicología canina a su crecimiento.
Comencé por instalar una verja bajita y colocar las casetas en las
que dormían nuestros perros dentro del garaje, que tiene siempre una
puerta abierta que comunica con el jardín. Este trabajo me hacía sentirme
inspirado y lleno de energía, y lo mismo podía decirse de Calvin y Andre,
que entusiasmados se ofrecieron para ayudar a preparar nuestra casa
para esta excitante experiencia. Durante siete meses toda mi familia se
iba a ver inmersa en el puro deleite que es observar a estos perritos mien-
tras atravesaban la etapa más mágica de su vida, que es la de cachorros
y la adolescencia.
NOTAS
'Peters, S. L., «Bulldogs Sitting Pretty on Top Dog Lis!», USA Today, 17 de enero de 2008,
http://www.usatoday.com/news/nation/2008-01 -16-favorite-dogs_N.htm.
2
La pareja ideal: cómo elegir
al cachorro perfecto
51
y suspirar al pasar junto a un cachorro por la calle. Muchos de mis clientes
son hombres y mujeres de negocios implacables en su vida profesional
pero se derriten como si fueran de mantequilla al ver un cachorro. Según
el psicólogo canadiense y experto en comportamiento animal doctor Stan-
ley Coren: «Son muchos los mamíferos jóvenes que poseen feromonas
que les confieren el característico olor a bebé. Uno de los propósitos de
estas feromonas es despertar el instinto protector en los de su propia
especie, o al menos bloquear cualquier hostilidad. Sin embargo y debido
a la similitud entre mamíferos, otros animales responden también a ese
estímulo» 1 . Las palabras de Coren nos ofrecen una explicación parcial de
la profunda «amistad» que se desarrolla entre un animal de más edad
y más protector y otro más joven y de especie distinta. Tanto si se trata de
Koko el gorila y su cachorro de gatito como si es una leona y un lobezno,
la compulsión innata que empuja a cuidar a las crías está grabada a fue-
go en la herencia genética de todos los mamíferos.
Pero la dulzura que desprende un cachorro puede ser su perdición ...
y la nuestra. La ternura que experimentamos y que nos empuja a llevarnos
el cachorro a casa es una respuesta emocional y no racional. John Grogan
captura a la perfección la experiencia universal de «enamorarse perdida-
mente de un cachorro» en su maravilloso homenaje a un labrador tan
encantador como impredecible que es el libro Marley y yo. «Jenny y yo nos
habíamos puesto de acuerdo antes de ir. Íbamos a conocer a los cachorros,
haríamos unas cuantas preguntas y no llevaríamos una idea preconcebida
en cuanto a si estábamos o no preparados para llevarnos un perro a casa...
Yo le había dicho: "Es mejor no tomar una decisión precipitada". Pero ape-
nas llevábamos treinta segundos allí cuando me di cuenta de que tenía
perdida la batalla. No me cabía la menor duda de que antes de que se
2
acabara el día uno de aquellos cachorros sería nuestro» •
Son incontables las ocasiones en las que me han relatado varia-
ciones sobre este mismo tema cuando alguien solicita mi intervenció n
en el problema de un perro. Por desgracia esas historias no siempre
terminan transformándose en un éxito de ventas editorial y una aplau-
dida película. Son más los casos en que termina con unos dueños de-
silusionados y frustrados que se tiran de los pelos y que acaban dejando
a su cachorro en una organización de rescate o un albergue. Y a veces
esos abandonos resultan en que el inocente animal termina perdiendo
la vida.
Cuando decides llevar un cachorro a casa, lo que tienes entre tus
manos es un animal que en pocos meses será un perro adulto, y no un
muñeco de peluche que se quedará pequeñito y adorable para siempre.
Los amantes de los animales, y en particular quienes trabajamos con ellos
a diario, nos tomamos muy en serio el desbordante número de perros que
languidecen en perreras y albergues. En estos últimos años criadores
responsables, organizaciones de rescate e incluso albergues han desa-
rrollado una mayor conciencia de las consecuencias que acarrea que uno
de sus animales acabe en manos de una persona que no es realista en
cuanto a su capacidad de cuidar de un cachorro. En muchas ocasiones
instan al posible propietario a que firme un contrato e incluso llegan a pro-
gramar una visita al nuevo hogar del cachorro para asegurarse de que el
entorno es el adecuado para criar a un perro. La criadora de Angel, Brooke
Walker, hace que todas las personas que se llevan a su casa uno de sus
schnauzer miniatura con pedigrí firmen un contrato en el que se expone
que, en caso de que las circunstancias cambien y el propietario no pueda
hacerse cargo del perro, se lo devolverán a la criadora para que ella le
busque un nuevo hogar. Además se ocupa de que les coloquen un micro-
chip a todos sus perros de modo que si alguna vez llegan a perderse
puedan devolvérselos a ella.
Dos adiestradores profesionales y criadores laureados con los que
he trabajado, Diana Foster y su esposo Doug, llevan treinta y cuatro años
al frente de su negocio Thinschmidt German Shepherds en Corona, Ca-
53
lifornia. No sólo crían pastores alemanes de pedigrí con un temperamen-
to excelente para ser mascotas de una familia, sino que también los adies-
tran . Diana nos describe el detallado cuestionario que entrega a los
potenciales dueños antes de darles en adopción uno de sus purasangres:
«Siempre tenemos una larga conversación. Lo primero que les pregunto
es si han tenido antes un pastor porque hay personas que no se hacen
una idea de hasta qué punto es un perro imponente porque de pequeños
son una monada. Pero tienen que comprender que estos animales son
criados premiando su tamaño y su fuerza, y deben ser conscientes de lo
importante que es un adiestramiento temprano. Siempre les pregunto por
qué quieren un pastor. ¿Va a ser un perro guardián que permanecerá
fuera de la casa constantemente? Si es así, no le vendemos uno de nues-
tros cachorros porque no están criados para eso. Nuestros perros son
animales familiares. A continuación les pregunto si hay niños en la familia.
¿Tenéis algún otro perro? ¿Es hembra o macho? ¿Eres una persona
activa? ¿Tienes intención de que el perro esté con la familia? ¿Dónde va
a dormir? Proporcionamos también un esquema con sugerencias acerca
de cómo preparar la casa para el perro. No queremos entregar a ningu-
no de nuestros cachorros hasta no estar seguros de qué clase de vida va
a tener».
Al igual que los Foster, Brooke Walker considera cuidadosamente
a quién le va a entregar uno de sus schnauzer miniatura.
«Si se trata de una pareja ambos profesionales de carrera con hijos
pequeños, sabemos que no van a tener el tiempo necesario para poder
educar como es debido a uno de estos cachorros. Mis perros son encan-
tadores con los niños (ése no es el problema), y el perro va a sobrevivir
con que se ocupen de sus necesidades básicas, por supuesto, pero si el
perro no recibe la atención individual que necesita estaremos hablando
de una clase de vida que no me gusta para mis cachorros. Suelo pregun-
tarles cómo creen que encajará el perro en la dinámica de la familia. Si
54
lienen un jardín ha de estar vallado. Eso es imperativo. Para la gente que
vive en piso requiero un compromiso por su parte de que van a pasear al
perro, y no me refiero a ir hasta la esquina. Tiene que ser un paseo largo
por su bienestar psicológico. El hocico de un schnauzer miniatura está
siempre funcionando y necesitan la estimulación de cambiar de panorama
y escuchar sonidos nuevos».
Brooke también dispone de un cuestionario que todos los dueños
potenciales deben completar para que ella les permita tomar posesión del
perro. «En primer lugar exijo que hayan contactado previamente con un
buen veterinario. Suelo pedirles que me enseñen al menos una tarjeta
del profesional en cuestión para asegurarme de que han hablado con él
y que ya está al corriente de su decisión. La gente que ya ha tenido perros
Antes suele tener su propio veterinario, pero los nuevos propietarios deben
encontrar un profesional en el que confiar antes de llevarse el perrito
a casa. Quiero que vengan a visitar a los cachorros cuando tienen dos
semanas, pero si es la primera vez que van a tener un schnauzer, les
sugiero que vayan antes a una exposición canina y que pasen un tiempo
conviviendo con los animales adultos. Tienen que enamorarse de la mis-
ma manera del animal adulto que del cachorro porque quiero que mis
perros tengan una misma casa para toda la vida».
Si no estás seguro de poseer la capacidad necesaria para criar a un
cachorro, pregúntate si Brooke te daría su aprobación tras contestar a las
siguientes preguntas:
- ¿Tienes un veterinario? ¿Es especialista o al menos posee amplia
experiencia tratando perros de razas pequeñas o terrier?
- ¿Has puesto en su conocimiento el hecho de que vas a tener un
nuevo cachorro?
- ¿Has concertado una cita para que lleve acabo una evaluació,n
de la salud del cachorro en los tres días siguientes a su llegada a tu
casa?
55
- ¿Es la primera vez que tienes un cachorro? ¿De qué raza? ¿Dón-
de lo compraste? ¿Cuánto üempo vivió? ¿Qué puedes contarme acerca de
tus experiencias con los perros que has tenido antes?
- ¿Enseñas a tus perros a usar la caseta?
- ¿Tienes niños? ¿De qué edad? ¿Qué responsabilidades tendrán
ellos para con el cachorro? ¿Se comportan bien ahora con sus perros?
- ¿Tienes un jardín vallado? ¿Qué tamaño tiene? ¿Es seguro?
¿Tienes piscina? ¿Es segura, de modo que no pueda caer el animal ac-
cidentalmente en ella cuando no haya un adulto presente?
- ¿Trabajas? ¿Cuántas horas pasaría solo el perro? (Brooke dice que
le encantan los jubilados porque el perro está siempre con ellos. Piensa
que los perros deben ir a todas partes con los humanos... menos al cine).
- ¿Puedes permitirte cuidar de un perro? ¿Lo llevarás al veterina-
rio con regularidad para sus exámenes de salud? ¿Lo alimentarás con
comida de calidad y evitarás darle de comer en exceso? (¡Nada de restos
de la mesa ni de consentir que nos los pida!) .
56
- Los compradores tienen que firmar un contrato de venta antes de
llevarse al cachorro.
- El contrato de Brooke estipula que si el propietario sufre un cam-
bio drástico en su vida y se ve obligado a desprenderse del animal debe-
rá devolvérselo a ella. Si algún miembro de la familia está dispuesto a ha-
cerse cargo del perro, Brooke querrá conocerlo y que le conteste algunas
preguntas.
- Deberá ser informada de cualquier enfermedad por insignificante
que pueda parecer. Si el perro llegara a fallecer, pagará para que se le
haga la autopsia y así poder registrar cualquier información últil para el
futuro de su programa de cría.
Diana Foster y su esposo son unos criadores tan serios como Brooke
en lo referente a encontrar a los dueños más apropiados para sus galar-
donados cachorros de pastor alemán. «Lo más duro de ser criador es in-
tentar vencer la ignorancia», dice Diana. «Un pastor alemán es mucho
perro, pero la gente sólo se da cuenta de lo monos que son los cachorros
y piensa que por eso va a ser fácil. Criamos perros con un temperamento
maravilloso, pero los animales no se crían solos. Cuando detecto que una
persona no es consciente de todo esto y la rechazo, le parece increíble».
Los Monks of New Skete, también reputados criadores de pastor
alemán, nos proporcionan otro ejemplo de este fenómeno en su estupen-
do libro The Art of Raising a Puppy. Cuando enseñaron a una de sus
posibles compradoras el formulario que debía cumplimentar para poder
comprar el cachorro, exclamó: «¡Dios mío, ni que estuviera adoptando
a un niño!»ª. Sinceramente la apreciación de esta mujer no andaba muy
desencaminada. Como padre puedo dar fe de que criar a un perro salu-
dable y equilibrado no es una tarea tan complicada como criar a un ser
humano saludable y equilibrado, pero en cuanto a compromiso son tareas
muy parecidas.
57
4I ¿Tendrás tiempo para él?
A diferencia de lo que ocurre con los perros adultos, durante los seis
u ocho primeros meses de vida un cachorro requiere supervisión cons-
tante, y seguirá necesitando una significativa cantidad de tiempo hasta
bien entrada la adolescencia. En la manada natural los cachorros cuen-
tan con la vigilancia y la supervisión constantes de los adultos con los que
conviven y nunca están solos durante demasiado tiempo. Con esto no
quiero decir que tengas que estar con tu cachorro veinticuatro horas al
día los siete días de la semana durante ocho meses, ya que la realidad
de nuestra vida significa que tenemos que enseñar a un cachorro a do-
minar algo que para él es completamente desconocido: estar solo. Ense-
ñar a un cachorro a estar en la caseta desde una edad temprana puede
solventar este problema y evitar la ansiedad por la separación con la que
me encuentro a diario en mi trabajo. Trataré tanto el modo de enseñar a un
cachorro a estar en su caseta como la ansiedad por la separación en el
capítulo 4, pero ten en cuenta que llevar un cachorro a casa significará
que tendrás que reorganizar la agenda de la familia durante un tiempo.
Los cachorros también necesitan estimulación regular a través del juego
y, si no tienes otro perro que pueda ocuparse de esta tarea por ti, correrás
el peligro de que la mente inactiva del cachorro lo haga meterse en líos
cuando estés despistado.
59
Tras investigar las distintas razas de terrier eligieron un soft coated
wheaten terrier4 y decidieron acudir a un criador en lugar de buscar en
organizaciones de rescate o albergues. «Al escoger un animal de pura
raza con un linaje conocido confiamos en evitar cuantiosas facturas de
veterinario durante la vida del perro. Trabajar con César me aportaba
credibilidad con los criadores con los que contactamos, ya que algunos
son reticentes a la hora de entregar un pura sangre a propietarios prime-
rizos por lo que les preocupa la calidad de vida que se le vaya a dar, pero
al contestar de un modo tan específico a las preguntas de su cuestionario
el criador quiso saber cómo es que tenía un conocimiento tan extenso en
ese ámbito. i Y cuando le dije que era cámara de El encantador de perros,
el trato quedó hecho! ».
Pero Chris y Johanna son personas dedicadas a sus profesiones,
y cuando empezaron a planear la llegada de su cachorrita, de nombre
E/iza, enseguida se dieron cuenta de que su estilo de vida iba a tener que
cambiar. «Sabía por César dónde nos estábamos metiendo y que tener
al cachorro implicaría muchos cambios y algunos sacrificios. Incluso llegué
a tomarme dos semanas de vacaciones para estar con E/iza mientras se
acostumbraba a nuestra casa. Sabía por César que necesitaría al menos
dos paseos de larga duración cada día, y nunca nos saltamos esa norma.
A diario me levantaba una hora antes de lo normal para sacarla a pasear,
y por las tardes salíamos otra vez antes de darle la cena. Esa rutina la
hemos mantenido hasta el día de hoy. Cuando tuve que incorporarme al
trabajo, contratamos a un profesional para que paseara a la perra dos
veces por semana por las tardes, y aunque no siempre era posible debido
a las grabaciones, intentaba ir a casa a la hora de comer para que pudie-
ra salir de su caseta los días en los que no paseaba con esta otra perso-
na». Con el fin de asegurarse de que E/iza nunca pasaba más de cuatro
horas seguidas metida en su caseta, Johanna se las arregló para trabajar
desde casa los días en los que la persona contratada para sacarla a pasear
60
no estaba disponible o cuando Chris estaba rodando muy lejos y no podía
Ir a casa a mediodía.
r
Horario de la famllla Komives para los primeros meses de El/za
\..~ - - -- ~ - - -- -- - - - - -- - - -- -- ~
61
Como los Komives reconocen, los cachorros requieren compromiso,
concentración y energía. Si no estás preparado para cuidar a un perro
durante el resto de su vida, no te enamores de una carita adorable y te
lleves al perrito a casa cediendo a un capricho. Pero la buena noticia es
la siguiente: si crías a tu perro desde cachorro tendrás la mejor oportuni-
dad de desarrollar el íntimo lazo entre humano y perro con que todos
soñamos. Los cachorros nacen sin dificultades de comportamiento y, si
tienen una buena madre junto a la que crecer durante las primeras ocho
semanas de vida, suelen llegar a tus manos sin las manías y las neurosis
que molestan a muchos perros adultos. Los cachorros vienen con una
correa «de serie»; es decir, que nacen con el instinto de seguir. De ese
mismo modo se sienten empujados a buscar la estabilidad y el equilibrio,
y experimentan hambre de conocimientos, lo que los anima a absorber
reglas y límites impuestos por su familia. Si inviertes el tiempo y la dedi-
cación adecuados en los primeros ocho meses de vida de tu cachorro,
dispondrás de una increíble oportunidad para nutrir e influir en el perro de
tus sueños, el compañero fiel de toda una vida.
65
Puedo comprender esa línea de pensamiento, ya que la mayoría de los
que amamos a los animales no podemos soportar ver a un perro, a cual-
quier perro, y menos a una cría, que no tenga una casa en la que lo quie-
ran. Pero según Stephanie Shain, de la American Humane Association:
«Lo que todas estas personas de buenas intenciones están consiguiendo
es abrir otra caja que una fábrica de este tipo llenará de inmediato con un
cachorro. En realidad la clave de todo esto está en el negocio, en el dine-
ro que se puede ganar. Si la gente dejara de comprar cachorros de fábri-
ca, éstas dejarían de ganar dinero».
La Humane Society está decidida a poner fin al horror de estas ex-
plotaciones, pero dado que siguen siendo legales en la mayoría de Esta-
dos el único modo de conseguirlo es que este negocio de carne canina
deje de ser rentable para sus inversores. Si nadie lo compra, el cachorro
del escaparate de una de esas tiendas de mascotas carentes de ética
terminará en un albergue o una organización de rescate en cuanto se le
haya borrado la expresión tierna. Ése será el momento de adoptarlo si de
verdad se quiere ayudar y si se está convencido de poseer la paciencia
y la experiencia necesarias para enfrentarse a los muchos problemas de
comportamiento y salud que pueden acompañar a esta clase de perros.
De este modo los criadores de este tipo no obtendrán beneficio y tampo-
co las tiendas que los venden, y estarás ayudando de verdad a dar un
paso hacia la solución del problema de las fábricas de cachorros, que es
echarlos del negocio para siempre.
66
1 :n primer lugar quiero decir que no hay nada deshonesto o carente de ética
11- 11n
; llevarse a casa un cachorro que ha nacido en el jardín de un vecino.
1 :so sí, hay que ser consciente de que carecerás de garantías en cuanto
11 que el cachorro no esté predispuesto a padecer problemas de salud
crónicos o hereditarios o dificultades de comportamiento. Ésta es la razón
de que te aconseje que, si eres un dueño inexperto o si temes no poder
permitirte las facturas del veterinario ante una enfermedad larga, no tomes
oste camino. Algunos de estos criadores pueden albergar las mejores
Intenciones pero la mayoría tendrá poca o ninguna experiencia a la hora
de seleccionar con el fin de obtener la mejor salud y el óptimo tempera-
mento, y pueden no saber nada en absoluto del linaje (incluido el historial
Hanitario o de comportamiento) de los padres del cachorro. Por desgracia
hay también muchos criadores de este tipo que no piensan en el bienes-
lar del perro, sino que utilizan los cachorros que traen al mundo para
uanar un poco de dinero extra.
Si has decidido tomar el camino del criador para comprar tu cachorro,
lo mejor que puedes hacer es buscar a personas como Brooke o como
los Foster, con un elevado nivel de calidad y una reputación excelente.
s. Como hemos mostrado anteriormente, un gran criador te hará un montón
de preguntas, algunas incluso bastante personales. No te sorprendas si
le dice que antes de entregarte al perro quiere ir a ver la casa en la que
va a vivir para confirmar que tu jardín es un lugar seguro. Los criadores
responsables se toman muy en serio el emplazamiento de sus perros, ya
que no quieren contribuir de ningún modo a la creciente población de
perros abandonados y no deseados en el país. Un criador digno de con
lianza tendrá a bien contestar todas las preguntas que quieras hacerle
sobre la cría, sus prácticas, la raza de perro que estás pensando comprar
y la historia completa de las camadas, padres y su línea sanguínea. Des-
confía del criador que no comparta esta clase de información contigo o
se comporte como si lo estuvieras entreteniendo demasiado.
Preguntas que cualquier criador reputado debería poder
contestar
68
~
.,
Lo que hará siempre un criador reputado
70
Cómo encontrar una organización de rescate
71
cobran suelen considerarse donaciones que se reinvierten en los elevados
costes que supone rescatar y cuidar a esos animales.
Hay que tener en cuenta, eso sí, que los cachorros que llegan a es-
tas instituciones suelen durar muy poco en ellas, pero siempre se puede
dejar el nombre en sus listas de espera para que se pongan en contacto
en cuanto reciban un nuevo cachorro.
Al igual que con los criadores, hay que ser diligentes a la hora de
elegir una organización de rescate. Lo primero que hay que hacer es ase-
gurarse de que se trata de verdad de una organización sin ánimo de lucro
que no hace de fachada de una fábrica de cachorros o de vía de salida para
los excedentes de un criador, o que no se trata simplemente de alguien
que quiere ganarse un poco de dinero aparcando animales, un compor-
tamiento patológico que puede ser un peligro para la salud pública. La
Humane Society es el mejor lugar al que acudir para localizar un grupo
debidamente reconocido en tu zona. Petfinder y Pets911 son también
fuentes excelentes.
,..
Una organización de rescate debidamente reconocida
tendrá
.
t Buscar a tu cachorro en un refugio
73
una fábrica de cachorros; las tiendas de mascotas no saben qué hacer
con los ejemplares que rebasan la edad en la que son tan monos, así que
terminan en los albergues. A veces también aparecen allí perras preñadas
o criando. En otras ocasiones son perros que provienen de los llamados
«aparcamientos» de perros, o han de hacerse cargo de ellos en caso de
abandono por fallecimiento, desahucio o ejecución hipotecaria. Para con-
seguir un cachorro en un refugio de tu zona pásate por allí y deja tu nom-
bre en su lista de espera. The Humane Society proporciona una lista de
consejos para ayudarte a discernir si tu refugio local reúne las condiciones
mínimas aceptables .
.
Una organización de rescate debidamente reconocida
tendrá la obligación de
74
~ Utilizar el pentobarbital sódico administrado por personas
capacitadas y compasivas cuando sea necesaria la euta-
nasia.
~ Castrar o esterilizar a todos los animales cuando vayan
a ser adoptados o exigir de sus adoptantes que lo hagan
poco después de su recepción, asegurándose de su cum-
plimientoª.
75
el caos de la elección. Durante semanas los medios especularon sin cesar
sobre cuál sería el cachorro que elegiría. En los programas matutinos del
domingo expertos de todo tipo debatían acerca de los méritos de esta
raza o aquélla. ¿Cuál sería ideal para el presidente? ¿Qué raza sería más
compatible con la alergia de Malia? Criadores y amantes de los perros de
todo el país enviaron misivas a la Casa Blanca con fotos de posibles ca-
chorros y montones y montones de consejos de buena voluntad.
Es fácil comprender que los Obama, que nunca habían tenido perro,
experimentaran cierta confusión acerca de esta decisión tan importante.
Existen más de ciento cincuenta razas reconocidas por el American Kennel
Club y cientos más de variaciones sobre ellas. Elegir la raza adecuada es
un factor importante que hay que considerar cuando estamos buscan-
do un cachorro para la familia, especialmente en lo referido al tamaño
y las necesidades particulares, estilo de vida, compatibilidad con el entor-
no y factores como la comida y los requerimientos de ejercicio, pero en
mi opinión el nivel de energía del cachorro es un factor clave a la hora de
decidir si seréis compañeros ideales de por vida, y esto se debe a que
todos los perros son precisamente eso, perros, en primer lugar. Yo pienso
en cualquier perro primero como animal, luego como perro, después como
raza y por último le asigno su nombre, o lo que la mayor parte de la gen-
te llama «personalidad». Cuando los humanos acometimos la tarea de
diseñar perros para satisfacer nuestras propias necesidades y deseos, no
creamos las características elegidas de la nada sino que adaptamos y re-
finamos los rasgos básicos de los perros que existían ya. En otras palabras:
tomamos lo que la Madre Naturaleza ya había dado a las distintas espe-
cies de canes y lo reformamos a nuestro gusto. Considero la raza como
una inyección adicional que funciona como hiperimpulsor del instinto na-
tural del animal.
Todos los canes son depredadores, pero tras miles de generaciones
hemos creado razas deportivas con el fin de que esas facultades resulten
excepcionales en ellas. A todos los perros les gusta escarbar y perseguir
pequeñas presas, pero los terrier están excepcionalmente orientados a es-
carbar y descubri r roedores. A todos los perros los vuelve locos correr,
pero los greyhound pueden correr a sesenta y cuatro kilómetros por hora,
y los husky pueden hacerlo durante horas y horas. Todos los perros poseen
la capacidad de luchar entre ellos, pero las razas de molosos fueron di-
señadas genéticamente para pelear hasta la muerte. Cuanto más pura es
la línea sanguínea mayor será la influencia de la «inyección» en el com-
portamiento de tu perro. Ésa es la razón de que algunos propietarios digan
que los chuchos son mascotas más dulces porque según ellos su ADN
está más mezclado y las conductas relacionadas con la raza están más
diluidas por este motivo.
Como norma general, cuanto más pura es la raza de un perro, más
deseo sentirá éste de satisfacer la finalidad impresa en sus genes y, por
tanto, más determinación y atención requerirá por tu parte saciar esas ne-
cesidades relacionadas con la raza de un modo constante y satisfactorio.
Cuando reflexionamos acerca de la raza más adecuada a nuestras
características, siempre debemos hacerlo con tiempo. Lee cuanto puedas
acerca del grupo que te interesa, prestando atención especial al trabajo
para el que fue criado. Después pregúntate : ¿Podré proporcionarle el en-
torno adecuado, dedicarle el tiempo suficiente y ofrecerle la estimulación
apropiada para que queden satisfechas sus necesidades innatas? Por
ejemplo, si te has enamorado de la carita desaliñada y el pequeño tamaño
de los terrier, ¿estás preparado para destinar una parte de tu preciado
jardín a su necesidad biológica de escarbar, o estás tan enamorado de tu
césped que cualquier daño que pueda sufrir te hace perder los papeles?
Si admiras el físico esbelto y elegante de un pointer o un weimaraner,
¿dispones del tiempo y la energía necesarios para jugar con él en el parque
al escondite o a juegos de caza varios días a la semana o lo mantendrás
confinado en tu piso y sólo lo llevarás hasta la esquina para que se alivie?
77
Si anhelas desesperadamente disfrutar de la compañía de un pastor aus-
traliano, ¿estarás dispuesto a llevarlo a clases de pastoreo o a juegos de
agilidad de un modo regular? Cuando satisfacemos todas las necesidades
de nuestros perros considerándolos como animales, perros y razas distin-
tos, nos devolverán lo invertido siendo los amigos más leales y encanta-
dores que podamos imaginar. Si están insatisfechos, crearemos dificultades
que pueden hacer que tanto su vida como la nuestra sea desesperante.
78
Los medios seguían revolucionados con el asunto cuando llegó a la
familia Obama su nueva mascota, Bo, en abril de 2009. Un entorno car-
gado de nerviosismo no es la energía idónea que un cachorro debe per-
cibir al llegar a su nueva casa, pero por desgracia ésa va a ser su vida en
la pecera que es la Casa Blanca. Mientras el personal intentaba contener
a las docenas de periodistas gráficos que lo fotografiaban a toda velocidad,
el bueno de Bo, un perro ya corpulento con seis meses, con unas patas
blancas como si llevara botas y el pelo rizado y negro como la noche,
comenzó a trotar por el césped con Malia detrás. Yo estaba viendo en
directo las imágenes de la presentación de Bo desde nuestras oficinas de
Burbank mientras hablaba vía satélite con Wolf Blitzer, de la CNN. «Oh,
oh», me lamenté sin acordarme de que el micrófono estaba abierto. «Me
parece que van a necesitar mucha ayuda». No estoy seguro de que Wolf
comprendiera lo que yo quería decir. Mientras que muchos norteamerica-
nos estaban viendo la imagen perfecta de un perro feliz y juguetón, yo
estaba viendo otra cosa gracias a los conocimientos que me ha propor-
cionado el modo que tengo de ganarme la vida. La primera impresión que
Bo había recibido de la familia Obama era que se trataba de un grupo
desorganizado y sobreexcitado de seguidores.
Lo que la Primera Familia no debe olvidar es que para Bo ellos no
son la familia del presidente, sino que los considera en función de la ener-
gía que proyectan hacia él. El presidente Obama ha sido bendecido de
modo natural con una energía fuerte, serena y firme, razón por la que
parece casi imperturbable en tantas situaciones complicadas. Pero tengo
un montón de clientes que desempeñan puestos de liderazgo en el mun-
do del espectáculo o de los negocios cuyos perros los consideran unos
peleles. A veces las capacidades de liderazgo no se traducen bien del
mundo humano al canino.
¿Han elegido los Obama el perro adecuado a su nivel de energía?
Son todos ellos personas atléticas y de elevado nivel de energía, lo cual
79
es bueno porque estos canes, en virtud de su naturaleza trabajadora, no
son precisamente carne de sofá . « Yo diría que no es un perro de una
energía exageradamente alta», dice su criadora, Martha Stern, de Boyd,
Texas. «Aunque sí que posee un nivel algo más que medio. En una esca-
la del uno al cinco, seguramente sería un tres». Si los Obama pueden
encontrar tiempo en su apretada agenda para dar un largo paseo con Bo
todos los días (un paseo como es debido, es decir, con el perro caminan-
do a su lado y no tirando de ellos con la correa), empezarán a canalizar
su desbordante energía y a crear la clase de lazo entre humano y perro
que puede abrír un canal de comunicación incluso en un momento de gran
excitación en un can con un nivel elevado de energía. También deberán
asegurarse de que esté agotado y hambriento a la hora de la comida para
ayudarlo a ver que la familia es la fuente de su alimento. Por supuesto
tratándose de la familia del presidente contarán con un montón de perso-
nal que los ayude y apoye, por no mencionar el acceso ilimitado a los
mejores adiestradores del país que los ayudará a llenar carencias, pero
me gustaría poder ver a un perro de la Casa Blanca que honre y respete
a su presidente y a su familia como líderes indiscutibles de su manada.
Casi todos los residentes de esta institución han fallado, en mi opinión, en
lo referido a tener un perro que sepa cómo comportarse y que sea sereno
y sumiso. Mantengo los dedos cruzados para que los Obama resulten ser
la excepción.
80
terminado nivel energético, pero cada perro en particular tendrá un nivel
de energía concreto. Un viejo pastor alemán con un nivel bajo será una
mascota mejor para una familia tranquila con niños que un explosivo ca-
chorro de golden retriever. Para un dueño inexperto que quiera un perro
pequeño, un terrier de nivel medio de energía será una elección mejor que
un chihuahua nervioso y enérgico. A la hora de elegir a un cachorro saber
leer su nivel de energía es tan vital como poseer un conocimiento enci-
clopédico de las diferentes razas.
83
Imagínate el estrés que debe soportar la madre si es obligada a parir una
y otra vez en un espacio diminuto hasta que su cuerpo acabe agotado por
el esfuerzo. No hay modo de evitar que las experiencias de la madre se
reflejen en su descendencia, tanto en su temperamento y su energía como
en la psique de los cachorritos que traiga al mundo.
86
111 madre suele dar de comer a las crías, algo que ocurre casi siempre
11 intervalos regulares, cinco veces al día. Entonces escojo ese momento
para ir a visitarlo. Al mes los cachorros ya caminan, y suelo pedir al criador
que los tenga en un lugar separado para luego hacer entrar a la madre
y que los amamante, y así poder observar en qué orden se acercan a ella.
De ese modo se puede percibir de inmediato cuál es la energía de cada
uno. Puede verse cuál es el más agresivo, el más ansioso, el que posee
una energía más sumisa, media o despreocupada. En ese mismo momen-
lo se los puede clasificar como de energía baja, media, elevada o muy
elevada.
También se puede emplear el método que utilicé para escoger a An-
gel: sentamos a todos los cachorros en distintas sillas o en un banco para
observar cuánto tiempo están dispuestos a permanecer esperando hasta
que algo los distraiga o los empuje a bajarse. Los de energía baja y media
son perfectos para propietarios inexpertos, familias con niños o propieta-
rios que ya tienen en casa un perro de elevado nivel de energía. De hecho,
la gran mayoría de los problemas para los que se solicita mi intervención
son consecuencia de que el propietario convive con un perro que posee
un nivel de energía más elevado que el suyo. Los animales de mayor
energía son adecuados para los Todd Henderson, Brooke Walker y Diana
Foster del mundo: personas muy activas o dueños muy experimentados.
Aunque Chris Komives es una persona muy activa y de grandes
dosis de energía, su esposa Johanna es una mujer tranquila y de energía
media, y siempre es mejor buscar a un animal que encaje con el menor
nivel de energía presente en la familia para que todo el mundo pueda ser
su líder sin grandes dificultades. «Como queríamos un terrier, éramos
conscientes de que nos íbamos a encontrar con un perro de energía me-
dia o alta», decía Chris. Pero, puesto que eran novatos, los Komives de-
cidieron seguir mi consejo y escoger un perro de energía media para
estrenarse . Sin embargo, el criador tenía otra opinión. «Los criadores
tienen mucho que decir a la hora de decidir qué cachorro te vas a llevar
de la camada. Por desgracia la criadora tenía mucha confianza en mí por
ser el cámara de El encantador de perros, así que nos dio al que ella
consideraba "el más espabilado de la camada". Y ahora me acabo de
enterar, a raíz de que César llevara a Angel a casa, de que "el más espa-
bilado de la camada" es el cachorro dominante y de mayor nivel de ener-
gía. Es decir, que las cosas no salieron como estaban pensadas. En de-
fensa de la criadora he de decir que hablé con ella sobre la posibilidad de
participar en concursos de agilidad con la perra, y para eso es más apro-
piado un animal de mayor energía». Y por esta razón E/iza puso a los
Komives ante unos cuantos desafíos inesperados al alcanzar la adoles-
cencia, de los que trataremos en próximos capítulos.
Pero también he de decir que en lo referido a escoger un nivel de
energía la experiencia desbanca al nivel de actividad porque incluso los
corredores de maratón tienen que irse a trabajar durante el día. Poseer
amplia experiencia práctica con los perros nos proporciona la ventaja que
sólo el conocimiento instintivo puede facilitar. Una persona con discapa-
cidad física puede no ser muy activa pero por contra puede ser capaz de
manejar a un perro de asistencia con un alto nivel de energía gracias a que
comprende perfectamente lo que es el liderazgo, la paciencia y cómo
canalizar la energía del animal haciendo cosas como encender las luces,
abrir las puertas y guiar a esa persona a la parada del autobús. Una per-
sona cuya energía sea serena y firme de modo natural, combinada con
la experiencia, será capaz de manejar al perro más energético aunque
pueda tener limitaciones físicas.
Por último y teniendo en cuenta que el lenguaje de los perros es la
energía veinticuatro horas al día, siete días a la semana, un can será
capaz de decirnos mucho más acerca de la energía de otro can que cual-
quier sistema de medida humano. Cuando llevé por primera vez a Daddy
a conocer al cachorro de pitbull al que traspasaría su legado de energía
88
1umisa y firme dejé que fuera él quien me mostrara los distintos niveles
de energía de los cachorritos que estaba estudiando. ¿Recuerdas cómo
Dsddygruñó al cachorro que se había mostrado dominante con los hijos
de mis amigos? Mi pitbull supo desde el primer instante que ese compor-
tamiento no respondía a las ganas de trabar amistad o al espíritu del
perro sino que era sin duda la clase de energía dominante que puede
provocar problemas dentro de una manada. Daddy pasó de largo ante
otro cachorro que daba muestras de un nivel menor de energía pero que
también apuntaba síntomas de nerviosismo y ansiedad hasta que al final
gravitó hacia el perrito más calmado y de mejor comportamiento de la
camada. Haz caso de Daddy y no permitas que tus emociones se inter-
pongan en el camino emprendido para encontrar al cachorro perfecto
para ti.
NOTAS
91
necesitamos saber de cómo criar a los cachorros lo tenemos delanto
de las narices en la forma del milagro que es una madre canina y su des-
cendencia.
Recuerdo con todo lujo de detalles la maravilla que era para m1
contemplar a diario en mi infancia el fenómeno del nacimiento, la vid,1
y la muerte de los animales que se desarrollaba constantemente anto
mis ojos mientras viví en la granja de mi abuelo. Nunca me cansaba do
observar los intrincados rituales que las madres seguían para criar a su~;
cachorros. Las mejores lo hacían parecer algo sencillo, como si siguieran
un programa predeterminado. Imaginémonos un programa de ordenado1
en el que se carga una aplicación. El ordenador nos diría: «Haz clic a lit
izquierda y encontrarás tal cosa. Haz clic a la derecha y encontrarás litl
otra. Haz clic en la parte inferior y aparecerá esto ... ». Este mensaje s11
repetiría una y otra vez y sería perfecto siempre. Los perros de la granj,1
seguían un programa sorprendente, con un flujo natural y muy preciso
Era un programa sutil pero al mismo tiempo seguro e inalterable. Estai.
perras con las que yo crecí habían tenido a sus propias madres como
modelo, pero incluso una perra inexperta puede ser una magnífica madro
dado que el programa que siguen para criar a sus cachorros lo lleva11
impreso en su ADN.
Una de estas madres primerizas que pasó la prueba con sobres¡¡
liente fue la de Angel, una schnauzer miniatura llamada Binky que ac,-1
baba de cumplir año y medio cuando tuvo su primera camada. La criado
ra de Angel, Brooke Walker, me contó varios detalles del nacimiento d"
Angel que no sólo ilustran el procedimiento meticuloso de una criador,,
concienzuda sino también la sabiduría innata y la energía serena y firm1,
de una madre canina ejemplar.
La primera camada de Binky
«Lo primero que hago cuando quiero que una de mis perras críe
ns acudir a mi veterinario para que le haga una citología completa y ase-
uurarme de que no hay ningún obstáculo que pueda impedir que para
por sus propios medios», nos cuenta Brooke. «Hay que ser previsor.
1 uego pido que le realicen un análisis de sangre para comprobar cuáles
1ion sus niveles de progesterona y así estar segura de cuándo está
lista para criar» . Después de realizar esta versión canina del método
Ogino Brooke puede predecir con bastante exactitud cuándo llegarán
los cachorros. Binkyfue cubierta el 22 de agosto de 2008, lo que signi-
lica que entre cincuenta y ocho y sesenta y tres días más tarde los
cachorros estarán lo suficientemente maduros para nacer. Utilizando
osta fórmula pudo saber que la fecha probable de parto para Binky
1;ería el 18 de octubre de ese mismo año ... ¡el día del cumpleaños de
Angel!
«Cuando una de mis perras lleva ya un mes preñada, acudo al ve-
lorinario para que le haga una prueba de ultrasonidos y así poder ver
cuántos cachorros trae. El útero de una perra es muy distinto del de una
mujer», nos explica. «Su forma es parecida a la de un cuerno. Hay dos
1.0nas donde crecen los embriones, y la naturaleza se ocupa a la perfec-
ción de ello. Suele haber dos en un cuerno y dos en el otro, o tres y tres,
o tres y dos. En el caso de Binky tuvimos dos en el cuerno izquierdo, dos
on el derecho y justo en el centro gemelos».
Brooke se volvió loca de alegría ante la posibilidad de que la perra
luera a tener gemelos idénticos, ya que como criadora iba a ser su prime-
ra experiencia, pero su veterinario se mostró mucho más reservado ante
tal contingencia. No tardaría en averiguar el motivo.
A medida que avanzaron las semanas Brooke preparó su dormitorio
para que el parto tuviese lugar allí.
93
«Preparé una cesta en mi dormitorio porque durante las primeras
cuarenta y ocho horas no salgo de la habitación» . Por supuesto, cuando
va a parir en la naturaleza, una perra salvaje ni quiere ni necesita la asis
tencia de un ser humano, ni la de otra perra de la manada; de hecho, una
hembra preñada se alejará de la manada para prepararse un nido y todos
los demás miembros respetarán las señales que les envíe llegado el mo
mento y le dejarán espacio suficiente. Una hembra preñada en una ma
nada de perros es digna de tremendo respeto y elevado estatus, pero
como la criadora cauta que es Brooke quiere estar disponible en cualquier
momento por si se presentara una emergencia con los cachorros o l,1
madre, sobre todo tratándose de una primeriza como Binky. «Suelo ponrn
a la perra en su paridera un par de días antes para que se vaya sintiendo
cómoda en ella». Dado que las hembras salvajes eligen por sí mismas ol
lugar en el que quieren parir, no siempre es fácil que sea el humano quie11
decida dónde deberá tener lugar el acontecimiento. En el caso de Binky
fue así: «La primera vez que la metí salió disparada. Tuve que animarl,1
con paciencia y cariño, animándola con juguetes y toallas, alguna que otrn
golosina y alabándola por el tiempo que pasaba metida». Tras el primo,
día de incomodidad Binky comenzó a sentirse bastante cómoda en s1,
paridera, que constaba de una caja de algo más de un metro por un mo
tro con paredes altas para evitar las corrientes de aire, una zona elevad;1 _
periódicos, toallas, una manta eléctrica en el suelo y lo que se conoc,,
como salvacachorros, una especie de barra que impide que un cachorr11
pueda resultar aplastado por la madre si cayera a espaldas de ésta. Tocl11
estaba preparado para el gran día.
Primeriza o no, Binky pasó la prueba de maravilla. «Es lo que tie110
de increíble la naturaleza. Ella supo lo que tenía que hacer de inmediat11
Por supuesto se quejó un poco cuando la vulva comenzó la dilatacic'11,
y también con las primeras contracciones. En el primer parto esas zon;i·.
deben dilatarse mucho y puede ser algo doloroso». Pero Binky siguió.,¡
94
plo del cañón. Ms. Pink, hermana de Angel, fue la primera en salir. «Ano
I1°1 el momento del comienzo del parto y también cuando salió el primer
,:nchorro. Había preparado también una báscula. Binkytuvo su primer ca-
chorro a mediodía, una hembra, que pesó 155,92 gramos. También inten-
11·1 encontrar algún detalle significativo que pudiera identificarla y así al
posarlos a diario poder estar segura de que estaban ganando peso».
En cuanto salió al mundo su primer cachorro Binky demostró que
lha a ser una supermamá. Parecía fascinada y encantada con su nuevo
hobé e inmediatamente comenzó a limpiarlo a lametazos y a morder el
cordón umbilical para cortarlo como si ya lo hubiera hecho antes otras mil
voces. Brooke permaneció a su lado todo el tiempo para asegurarse de
que el cachorro conseguía llegar hasta el pezón y que la placenta había
unlido entera. En la naturaleza las madres suelen comerse este tejido rico
'
on
f nutrientes pero Brooke había descubierto que si eran demasiadas la
lngesta de placentas podía causarles problemas a las mamás schnauzer.
.. siempre dejo que se coman al menos una porque son muy nutritivas,
poro suele darles una diarrea bastante fuerte. Yo no tenía ni idea cuando
me enfrenté a la primera camada; sólo sabía lo que había leído en los li
llros, y dejé que la perra se comiera las cinco placentas... ¡Madre mía!
10ué desastre!».
Cuando la primera cachorrita estaba ya alimentándose, la estimula
t:ión consiguió que el cuerpo de Binky se preparara para el siguiente
11acimiento. El segundo cachorro, otra hembra, salió a continuación, a las
12.30. Luego hubo una larga espera. En un principio Brooke no se inquie
ló ya que, a diferencia de los perros con camadas muy numerosas, las
uchnauzer miniatura tardan horas en completar el parto, pero cuando
llagaron las cuatro de la tarde y no había nacido ningún otro cachorro supo
que algo iba mal. «Alguien que no le dedicara el tiempo necesario o ca-
1ociera de los conocimientos adecuados podría haber pensado que todo
había terminado y que la perra estaba descansando, pero yo sabía que
95
algo pasaba. Seguía teniendo contracciones y no salía nada, y me di cuen-
ta de que Binkyempezaba a estar muy cansada».
Brooke llamó al veterinario con el fin de que le pusiera una inyección
de Pitocin para inducirle las contracciones, y un cachorro enorme comen-
zó a coronar. En aquel momento comprendió por qué su veterinario estaba
tan preocupado por los gemelos que habían visto con los ultrasonidos.
«Desde entonces he investigado mucho sobre el tema y se trata de una si-
tuación que rara vez suele acabar bien. Casi siempre se trata de una
anormalidad». El cachorro de Binkyera hidrocefálico, lo que significa que
tenía una cabeza anormalmente grande. «Tuvimos que darle un masaje
y ayudarla tirando de él. En cuanto salió, Binky siguió empujando y el
número cuatro nació a las cuatro y media. El número cinco lo hizo a las
cinco». El número cinco resultó ser mi hombre, Angel, el último de los ca-
chorros en salir al mundo.
El cachorro hidrocefálico de Binky ilustra el hecho de que los huma-
nos debemos comprender, en mi opinión, que la maternidad para una
perra no es una experiencia emocional sino instintiva. El cachorro hidro-
cefálico nació muerto y Binky no le prestó la más mínima atención. No
intentó revivirlo ni limpiarlo. Su única preocupación era dar a luz cachorros
vivos y asegurarse de que estaban seguros y sanos. Sabía que debía
pasar página y atender a los cachorros con posibilidades de vivir. «Fue
como si la perra sintiera que por fin podía seguir adelante. Por supuesto,
si yo hubiera visto que la perra sufría por ello, me habría quedado destro-
zada, lo cual no nos habría ayudado a ninguna de las dos».
Como seres humanos sentimos un gran apego por el proceso del
duelo, aunque ello signifique sufrir por un ser al que aún no hemos co-
nocido. Yo he padecido esa desgracia en mi propia familia con un herma-
no menor que yo que nació muerto, y el dolor que supuso esa experiencia
aún rodea a mi familia como una espesa niebla. Mi madre sigue sintien-
do una profunda tristeza y un agudo sentido de culpa por una tragedia
que ocurrió hace más de treinta años. Pero en el caso de los perros se
trata de buscar un bien mayor, el de la supervivencia de toda la camada,
y en una perspectiva aún mayor: la supervivencia de la manada. Una
madre que tenga un cachorro muerto o enfermo intentará revivirlo, pero
nunca perderá el tiempo en lamentarse por su muerte. Su preocupación
Inmediata pasará a los cachorros vivos, de manera que una perra nunca
alimentará la debilidad entre sus cachorros. Desde el momento que nacen
la madre les hace saber con delicadeza pero con firmeza que deben
aeguir sus reglas si quieren sobrevivir. La madre canina no contempla
a sus hijos; es más: si uno de ellos tiene dificultades para encontrar el
lugar en el que alimentarse, lo ayudará pero sólo hasta cierto punto. Si
el cachorro no puede seguir el ritmo del resto de la camada, puede in
cluso llegar a dejarlo morir. En lo referido a criar cachorros los humanos
tenemos que recordar que este pragmatismo sereno y firme es el estado
natural de la mente de su líder principal, es decir, de su madre. No de
aeamos perder la empatía y la ternura que nacen en nuestros corazones
y nos hacen querer cuidar a los cachorros, pero debemos reconocer el
ejemplo de la perra y no olvidar que los cachorros responden de un modo
natural a este pragmatismo que reina en su mundo. Sus sentimientos no
se resentirán cuando su madre les imponga unas reglas firmes. De hecho,
están esperándolas para poder sentir que el futuro les aguarda seguro
y equilibrado.
97.
tivos. Su único propósito en la vida era comer y dormir. Sin embargo, en
esta fase ya se estaba estableciendo una jerarquía entre los hermanos.
Brooke me contaba cómo el hermano más dominante de Angel, Mr. Blue,
siempre era el primero en alimentarse, el primero en apartar a los demás.
A eso me refiero yo cuando digo que el nivel de energía de un perro es
innato en él, pero no significa que el hermano mayor de Angel vaya a ser
de adulto un perro difícil de controlar. Gracias a los excelentes genes
y a los ejercicios de socialización a los que Brooke somete a sus cachorros
antes de ser adoptados, con un dueño sereno y firme Mr. Blue será en su
madurez una mascota obediente y de primera categoría. Pero su nivel
innato de energía significa que la tendencia natural de Mr. 8/ue ante si-
tuaciones desconocidas será la de hacerse cargo si no hay otro líder que
pueda marcar la dirección. Por el contrario, Angel tiene una tendencia
innata a sentarse y esperar a ver qué ocurre antes de dar un paso al
frente y ofrecer su liderazgo. Ésa es la clásica respuesta de un perro con
un nivel medio de energía.
Los cachorros maduran mucho más rápido que los humanos. Sus
dos primeras semanas de vida pueden compararse con toda la infancia
de un ser humano, pero incluso en esta etapa de tanta indefensión mues-
tran su determinación a luchar para mantenerse vivos. Parecen tan pe-
queñitos e inermes en esta primera fase de su vida que algunas personas
mal informadas pueden mostrarse reticentes a manipularlos o a exponer-
los a cualquier estrés. Lo cierto es que incluso de recién nacidos el cere-
bro de un cachorro se desarrolla con rapidez y comienza a sentar las
bases de lo que será su respuesta ante cualquier experiencia que le plan-
tee el mundo que lo rodea. Los criadores bien informados saben que un
programa cuidadosamente controlado de manipulación es vital en esta
época ya que prepara a los cachorros para que sepan solventar mejor los
problemas y manejarse con más eficacia frente a agentes estresantes,
desafíos y nuevas experiencias que puedan tener en el futuro.
«Yo manipulo a mis cachorros para que el contacto con los humanos
forme parte de lo que han conocido desde su nacimiento. Una de las
primeras cosas que hago es soplarles suavemente en la cara. Quiero que
asocien mi olor con el alimento del mismo modo que asocian el de su
madre. A la semana les corto por primera vez las uñas y luego sigo ha-
ciéndolo cada semana. También permito que experimenten el aire de un
secador puesto al mínimo desde su primera semana de vida. Aunque
a esa edad no pueden ver ni oír, quiero que se familiaricen con su olor
y con la sensación del aire caliente en la piel. Muchos de mis cachorros
están destinados a ser perros de exposición, y quiero que el acicalamien-
to forme parte de su rutina desde el principio para que nunca pueda ser
un hecho extraño o inquietante para ellos».
Como la mayoría de criadores responsables, Brooke tiene estable-
cida una rutina con los cachorros durante sus dos primeras semanas de
vida que consiste en manipularlos unas cuantas veces cada día durante
un tiempo que va de tres a cinco minutos y que está encaminada a ace-
lerar su desarrollo físico y psíquico1.
Cuando tienen tres días, Brooke concierta una visita con el veteri-
nario. Lo primero que hace es amputarles la cola, una práctica menos
común en otras partes del mundo pero que en Estados Unidos sigue
siendo un procedimiento estándar para schnauzer miniatura con calidad
de exposición. Brooke nos explica que este procedimiento, junto con el
corte de las orejas, no se originó por razones estéticas. Estas prácticas
comenzaron como una operación necesaria para la supervivencia de
estos terrier de trabajo cuando fueron «diseñados» hace ciento diez
años 2 • «Los schnauzer miniatura se criaron en Alemania para que libe-
raran los graneros de verdaderas hordas de ratas. No se trataba de una
o dos ratas como podemos ver en la actualidad en nuestras casas, sino
de verdaderos ejércitos de estos roedores que si están juntos se atreven
a lanzar un ataque en masa contra un perro. Si el animal tiene las orejas
o el rabo largos, esas partes son puntos vulnerables a los que atacar,
de modo que en su origen estos dos órganos se cortaban por razones
prácticas».
Durante la misma sesión Brooke hace que el veterinario les quite
los espolones, que vienen a ser como el pulgar de los humanos en
cuanto a su emplazamiento, pero que crece un poco más arriba en la
pata que el resto de dedos y que no llega a establecer contacto con el
suelo. Es un vestigio que ahora no posee función alguna o que la posee
sólo en algunas razas (como en el perro pastor del Pirineo, cuyos dobles
espolones en las patas traseras se cree que mejoran la estabilidad a la
hora de conducir ganado sobre los peñascos de la alta montaña). La
mayoría de perros las poseen sólo en las patas delanteras y pueden
colgar sueltas, quedar atrapadas o en contadas ocasiones causar irrita-
ciones menores o serias a la mano del perro, particularmente en las
razas de terrier que han sido criadas para excavar. «En los schnauzer
sólo causan problemas. La uña siempre se queda enganchada en algo,
de modo que eliminarla desde un principio es algo que hacemos para
mejorar su salud».
Sin embargo, son muchos los veterinarios que opinan que a los
perros les va perfectamente bien sin tener que quitárselas. Cuando nos
planteamos algo de este tipo, hemos de ponerlo en el contexto de que los
perros actuales son resultado de una ingeniería genética que pretende
apartarlos de su diseño original. Algunas características de este diseño
se han quedado sin función en el cuerpo de la nueva raza, y los procedi-
mientos como extirpar un espolón son la consecuencia directa de que
hayamos variado las disposiciones de la Madre Naturaleza.
100
Lo más importante que hay que comprender respecto a las dos prime-
ras semanas de vida de un cachorro es que está experimentando el mundo
de un modo completamente distinto a como lo haría un bebé humano. Co-
noce tres categorías distintas: olor, tacto y energía. Su madre es un olor, un
cuerpo caliente que proporciona refugio y comida, pero que también es
fuente de energía serena y firme. Es dulce pero enérgica cuando empuja
a un cachorro que no quiere alimentarse, o cuando lo coloca donde ella
quiere que esté, o cuando lo limpia y estimula su aparato digestivo. No trata
a su camada como si se fueran a romper y no se siente «mal» si necesita
comunicarse con ellos en el lenguaje del contacto y la energía para decirles:
« No, estás mamando con demasiada fuerza. Apártate». Las primeras expe-
riencias de tu cachorro estuvieron llenas de reglas y límites claros.
/
Periodo neonatal
-101
• El periodo de transición: de la segunda
• a la tercera semana
Entre los doce y los catorce días los cachorros entran en lo que so
denomina periodo de transición, que dura aproximadamente otra semana.
Comparado con los bebés humanos, su paso de recién nacido a párvulo
ocurre a la velocidad de la luz. Los cachorros empiezan a sostenerse
sobre las patitas, a buscar la mejor posición e incluso a jugar a la domi-
nancia con sus hermanos. Son más deliberados en sus actividades, y
la madre empieza a mostrarse mucho más firme en sus correcciones
y su disciplina. En la etapa temprana de desarrollo de los cachorros no
hay un solo momento en el que la madre no sea un modelo de liderazgo,
o en el que deje de imponer reglas y límites.
En esta fase el cachorro empieza y termina de adquirir sus dos
sentidos finales. Según el cuadro de Brooke, Angel nació el 18 de octubre
y abrió los ojos el 1 de noviembre. El momento que marca el final de esta
etapa en la vida del cachorro es el momento en que empieza a oír; en el
caso de Angel, ese día fue el 8 de noviembre, veintiún días después de
su nacimiento. Un criador concienzudo seguirá manipulando a los cacho-
rros del mismo modo que lo hizo durante la fase neonatal, y también
empezará a exponerlos a distintos sonidos e imágenes. En el caso de
Brooke empezará a permitir que los desconocidos, incluidos los futuros
o posibles propietarios, empiecen a visitar a los perros. «Tengo reglas
estrictas en cuanto al momento en que la gente puede empezar a venir
a visitar a los cachorros. No permito que vayan calzados y tienen que
desinfectarse las manos, pero quiero que otras personas empiecen a to-
carlos. Quiero que oigan otras voces y distintos sonidos, como los jugue-
tes que hacen ruido o el secador de pelo. La aspiradora es uno de los
ruidos que incluyo siempre ya que suele inspirarles un miedo cerval».
Dado que en El encantador de perros he tenido que ocuparme de muchos
102
casos en los que los perros tenían un miedo visceral a aspiradoras y se-
cadores de pelo, aprecio en lo que vale el duro trabajo de los criadores
como Brooke y el esfuerzo que hacen para que los perros superen pron-
to ese temor.
Al igual que ella, Diana Foster está convencida de la importancia
de exponer a los cachorros en esta etapa tan temprana a imágenes,
sonidos y olores del entorno con los que se encontrarán cuando estén
en el «mundo real ». «Una vez que comienzan a oír un poco empezamos
a manipularlos cogiéndolos en brazos, acariciándolos, pero también
poniéndoles grabaciones. Empezamos a las tres semanas poniéndoles
grabaciones con el sonido de la leña quemándose, aspiradoras, niños gri-
tando, coches, cláxones, portazos ... Todo lo que podría oírse en el seno
de una familia normal , porque a esa edad aún no hay miedo en ellos.
Tienen el consuelo de su madre, la lámpara de calor que les resulta tan
agradable. No tienen frío ni hambre. Ni tiemblan ni saltan . Y de este
modo conseguimos que todos esos sonidos vayan quedando en su
subconsciente. Así evitamos lo peor que les puede suceder, como aquel
pastor alemán que se moría de miedo cada vez que oía gritar a un niño.
Cuando ocurre algo así, el perro acaba mordiendo a alguien, lo que lo
lleva a la perrera y a la eutanasia , cuando en realidad no es culpa
suya ».
Al llegar al punto vital de las tres semanas, Angel y sus hermanos
caminaban aunque con torpeza y respondían al sonido de la voz de Brooke.
Estaban a punto de entrar en lo que seguramente constituye el periodo
más significativo en el desarrollo inicial de un cachorro: la etapa de la
socialización.
10
Periodo transitorio
\..
Las semanas que van entre la sexta y la novena figuran entre las
más importantes de la vida de tu cachorro, un tiempo durante el cual
aprenderá las lecciones de cómo ser un perro entre perros, lecciones
impartidas por su madre, sus hermanos y cualquier otro perro adulto con
el que esté viviendo. De la tercera a la sexta semanaª los cachorros aún
interactúan de un modo primario con sus hermanos y con su madre. Se
aventurarán a alejarse un poco de ella y de su guarida, pero no tardarán
en volver corriendo. Esta primera fase de la socialización es el momento
de la «toma de conciencia»: de su cuerpo, de su entorno, de sus herma-
nos y del consuelo que es su madre.
Durante la segunda fase de la socialización del cachorro que em-
pieza alrededor de la quinta semana interviene el poder de la manada.
Su manada primaria en ese momento está compuesta por su madre y sus
hermanos. Experimentando a base de prueba y error y gracias a su ina-
gotable deseo de jugar, aprende de sus hermanos a navegar en el mun-
do social. Ellos son los que le enseñan hasta dónde puede morder o con
qué fuerza abalanzarse, cómo dominar, cómo someterse y las demás
habilidades básicas para establecer una comunicación con los de su
especie. Si tu cachorro fuera un cánido criado en el mundo salvaje, el
resto de miembros adultos de su manada aparecerían en este momento
y participarían en su educación para asegurarse de que cuando creciera
fuese un buen ciudadano canino. Las sociedades de cánidos, ya sean
lobos, perros salvajes o canis familiares, son mundos increíblemente or-
ganizados en los que las reglas de la manada se establecen por igual
para todos sus miembros, desde el principio, sin excepciones. La mana-
da al completo se adapta cuando llegan los cachorros y reorganizan su
vida para participar en la crianza. Incluso en el Centro de Psicología
Canina algunos de los perros de mi siempre cambiante manada asumen
el papel de «tata» o de «maestro» con cualquier cachorro nuevo o ado-
lescente que se una al grupo.
Cuando los cachorros andan entre las seis y las siete semanas, la
madre comienza a mostrarse menos posesiva con ellos y permite que
los demás miembros de la manada la ayuden con la carga de trabajo. En
las manadas de perros salvajes la crianza de los jóvenes es verdadera-
mente un asunto de familia. A veces incluso otros adultos que no son la
madre comparten el trabajo de dar de comer a los más mayorcitos y cuan-
do vuelven de cazar regurgitan la comida para alimentarlos. Más impor-
tante aún es el hecho de que toda la manada se involucra en la educación
de los cachorros, incluida la imposición de disciplir:ia. Los perros adultos
trabajan juntos para formar lo que podríamos denominar un «sistema de
escuela pública» sorprendente, integral y basado en la colaboración con
el fin de sacar adelante una nueva generación saludable y productiva. Si
algún miembro adulto de la manada cree que los cachorros están des-
madrándose en sus juegos, puede emplear el contacto físico (un empu-
jón, o incluso un mordisco firme pero desprovisto de agresividad) para
comunicárselo. Si un adulto e incluso un adolescente cree que el ca-
chorro no ha entendido cuáles son los modales que deben guardarse en
la mesa, puede que emita un gruñido para advertir al cachorro que se
aleje de su comida. Todos los miembros de la manada son conscientes
de que tener cachorros obedientes, bien adaptados y conocedores de
las normas sociales es necesario para la supervivencia de la manada en
su conjunto.
Sin embargo, los canes domésticos no viven sólo con otros perros,
sino que viven y deben confiar en los seres humanos. En cierto modo,
el cachorro necesita aprender a ser «bilingüe», es decir, a hablar tanto el
lenguaje canino como el humano, para poder manejarse en el mundo.
Cientos de miles de años evolucionando codo con codo ha valido a nues-
tros perros una comprensión innata de nuestra energía y nuestro lengua-
je corporal, un dominio que resulta tan impresionante como el de nuestros
primos más cercanos en la evolución de las especies: los otros primates.
No obstante, ser un animal doméstico no garantiza una comprensión
automática. El humano sigue siendo una segunda lengua para los ca-
chorros. Para que puedan llegar a ser buenas mascotas los cachorros
necesitan una interacción positiva con los humanos día a día durante el
periodo que va de las cinco a las nueve semanas. También necesitan que
se les exponga a las distintas clases de estímulos que les aguardan en
el mundo moderno. Por eso un criador diligente debe participar tan ac-
tivamente como lo haría su madre canina durante el periodo de sociali-
zación de la vida de sus cachorros, exponiendo a cada uno de ellos
a distintos aspectos de la cultura humana y presentándoles las particu-
laridades de la sociedad medio canina medio humana en la que han
nacido.
106
/'
Periodo de socialización
8 semanas: Empieza
a mostrarse
temeroso y se
sobresalta con
facilidad
Se muestra cauto
con todo lo nuevo
que descubre en
su entorno
Diana Foster describe la rutina que su marido y ella siguen con cada
camada de pastor alemán que crían: «A las cinco semanas empezamos
a meter en casa a los cachorros uno a uno para poder acostumbrarlos en
solitario a la compañía de los humanos. Sienten tal dependencia de estar
los unos con los otros y con la madre que cuando los metemos en casa
y los dejamos en el suelo automáticamente empiezan a llorar, así que los
tenemos en brazos un poco y luego se los devolvemos a la madre. Es
bueno ponerles un poco de estrés para que aprendan a enfrentarse a él
pero unos minutos al día es más que suficiente. Poco a poco vamos alar-
gando la duración para que el perro se acostumbre a estar lejos de la
paridera y con la gente».
Los Foster también intentan asegurarse de que sus cachorros de
pastor estén expuestos de continuo a una serie de estímulos nuevos.
108
reales y estresantes durante esta etapa. «Intentamos situarlos en la par-
te de nuestra finca en la que hay más movimiento. Nuestra propiedad
tiene dos hectáreas, pero nunca los llevamos a la parte de atrás o bien
a lo alto de la colina desde donde no se puede ver lo que pasa. Los colo-
camos en la parte delantera, que es por donde pasa toda la gente que
viene a ver a nuestros perros, donde se bajan del coche los niños, gritan-
do; también hay más perros ladrando, música, nuestros empleados, el
camión de la basura ... Dado que cuando son pequeños no podemos sa-
carlos al mundo, les traemos el mundo a casa para que, cuando oigan
ruidos fuertes o algo los asuste, puedan volver aullando a la parte de atrás
de su zona. A mis empleados les pido que no hagan nada, que no se
acerquen a ellos, no les hablen ni los cojan en brazos. Que dejen que
se las apañen solos. Y poco a poco empiezan a acercarse hacia la fuente
del ruido, van haciéndose más valientes hasta que se dan cuenta de que
esa cosa grande y mala no va a hacerles daño a ellos, y se quedan tran-
quilos. Cuanto menos hagas, mejor para ellos. Si tuviera que escribir un
libro sobre cómo criar cachorros en esta etapa creo que lo titularía ¡No
hagas nada!».
A los perros les encanta la regularidad, una práctica importante para
su desarrollo, tanto en etapas tempranas como a lo largo de su vida. Brooke
Walker mantiene un régimen estricto en su casa cuando está socializan-
do a sus cachorros de schnauzer miniatura: «En cuanto se seca la hierba
si hay rocío, los saco al jardín. Todos hacen sus necesidades nada más
salir. Luego desayunan. Después se quedan fuera y juegan. A continuación
vuelven a entrar para echarse una siestecita. Luego salen de nuevo, co-
men, hacen sus necesidades y juegan. Después vuelven a entrar. Es una
rutina. Les doy de comer tres veces al día cuando la madre deja de darles
de mamar, un periodo que suele durar unas cuatro semanas. Binky resul-
tó ser una madre excepcionalmente dedicada, ya que les dio de comer
y los limpió hasta la quinta semana».
109
Brooke me refirió que yo había sido la única persona a la que le
permitió adoptar a uno de sus cachorros antes de las diez semanas, ya
que suele gustarle domesticarlos y acostumbrarlos a controlar sus esfín-
teres para cuando han de marcharse. «Es fácil enseñarlos a no hacerse
sus necesidades en casa. Cuando salen por la mañana los felicito cuando
hacen pis y caca en el exterior. Salen y los felicito. Si hacen sus necesi-
dades, también los felicito. Hago esto muchas veces. Las personas que
se llevan a mis cachorros suelen llamarme para contarme lo sorprendidos
que están de que mis cachorros ya estén domesticados. También tengo
en casa perros adultos, que son unos maestros magníficos, de modo que
mis cachorros son mucho más listos a las ocho o diez semanas porque los
perros adultos son ejemplos magníficos para ellos».
Diana Foster y Brooke Walker enseñan a sus perros a controlar sus
esfínteres durante el periodo de socialización, que empieza alrededor de
la sexta semana, una vez que han sido destetados. Es una idea muy in-
teligente ya que como veremos en el siguiente capítulo lo más difícil, la
cosa que para ellos va más contra natura y que tendrás que enseñarle es
a estar solo contigo o sin su manada. Entrenar a un cachorro para que
acepte cortos periodos de soledad en su caseta mientras aún está en la
fase en la que las pautas más básicas de comportamiento se están gra-
bando en su cerebro lo ayuda a aprender que ese rato de soledad forma
parte del comportamiento de su manada ... aunque para él sea absoluta
y decididamente ajeno a lo dispuesto en su ADN.
«Cuando se hacen un poco más mayores, digamos alrededor de la
séptima o la octava semana, me gusta revolverlo todo», explica Diana.
«A veces los tengo juntos en camada. Corretean, juegan y duermen jun-
tos, y en un momento dado los separo. Pongo a cada uno solito en una
caja y en un cercado. Empiezo a acostumbrarlos a esto porque sé que
una vez que lleguen a una casa no van a tenerse los unos a los otros para
hacerse compañía. Empezamos poco a poco, en periodos de media hora.
IIO
Los pongo en las cajas y todos empiezan a aullar. Después de diez o quin-
ce minutos se quedan todos dormidos».
«No hay un solo cachorro de los que salen de mi casa que no adore
su jaula», presume Brooke. «Echo una golosina al fondo de la jaula y les
digo: "¿Quieres una galleta? Pues la tienes en tu jaula". De este modo
piensan "¡Guau! La jaula es mi sitio favorito porque me dan una galleta
cuando entro". Dejo que se echen dentro la siesta y que salgan después.
Empiezo por periodos cortos de tiempo que voy ampliando de forma gra-
dual. Así acostumbrarlos a su jaula o su caseta es lo más fácil del mundo».
111
con los que jugar al tira y afloja entre ellos, objetos que tienen casca-
beles o que suenan, distintos tipos de pelotas para perseguir, diferentes
cosas que los estimulen. Cada día les hago pasar por un grupo distinto
de objetos».
Esto dice Diana Foster de sus cachorros de pastor alemán: «Lle-
gado este momento ya no necesitan a su madre para su supervivencia,
pero nos gusta que estén con ella cuanto sea posible por el modo natu-
ral en que les impone la disciplina. Por ejemplo, les hace comprender que
no deben tocar su hueso o los detiene si empiezan a desbocarse en el
juego. Sus correcciones son rápidas y es posible que el cachorro lance
un grito y salga corriendo con el rabo entre las patas. ¿Qué suele hacer
en ese caso una persona corriente? Pues coger al cachorro en brazos
y decirle: "¡Ay, pobrecito! ¡Ven conmigo!". Todo el mundo siente deseos
de rescatarlos o pena por ellos cuando ocurre algo así, pero con ese
comportamiento lo único que están consiguiendo es reforzar la idea for-
mada en la mente del cachorro de que ha ocurrido algo malo. ¡Pero en
su mundo no es así! Sólo ha sido una corrección, un aprendizaje. Su
madre no se preocupa lo más mínimo y deja que los cachorros asimilen
la situación a su manera. Así es como crecen y como aprenden. Puede
que se aleje lloriqueando, pero un par de segundos después ya está ju-
gando otra vez con sus amigos. No tiene importancia. Sólo los humanos
se la damos. Soy como César: me siento durante horas sólo a observar
a los perros. ¡Hay tanto que aprender con tan sólo mirarlos! En especial
de una buena madre».
Binky, la madre de Angel, resultó ser tan buena criando que no dejó
de imponer disciplina a sus cachorros siempre que lo requerían hasta el
día mismo en que cada uno de ellos fue adoptado. En gran parte fueron
esas enseñanzas las responsables de que Angel se mostrara siempre tan
alerta y tan abierto a aceptar las reglas y las estructuras desde el momen-
to mismo que vino a vivir con nosotros.
112
• Socialización temprana: la fase cauta
• (entre ocho y nueve semanas)
II3
aparece, se enrosca y se esconde de otros perros. Pero cuando está aquí
solo es un animal juguetón, que come bien y pasea como es debido con
la correa. Utilizo con él una voz firme para las órdenes y no las palabras
suaves que empleo con los recién nacidos. En resumen: hay que evitar
que el cachorro se haga daño, pero no hay que rescatarlo». Para evitar que
una cría desarrolle miedo o problemas de ansiedad, los dueños no debe-
rían interferir con la naturaleza del proceso de aprendizaje, que incluye
sentirse incómodo y cometer errores. Esto significa que debemos dejarles
investigar todas las situaciones nuevas que se presenten manteniendo el
orden de nariz-ojos-orejas, y permitir que desarrollen sus propias estra-
tegias a la hora de asumir nuevos retos ... incluso los que les asusten.
Trataremos esto más a fondo en el siguiente capítulo.
"4
proviene de una criadora del más alto nivel como lo son Brooke o Diana,
tendrá la ventaja añadida de haberse graduado en un curso para princi-
piantes en las peculiaridades del mundo humano, entre las que figuran el
ritual de la alimentación, el concepto de frontera entre dentro y fuera e in-
cluso un poco de entrenamiento con jaulas o con el control de esfínteres
para subir nota.
Tu primer trabajo como su nuevo líder de la manada es continuar
ampliando su educación utilizando ese mismo sentido común natural.
NOTAS
' Fogle, B., The Dog's Mind: Understanding Your Dog's Behavior, Macmillan, 1992, pág. 74.
·· Los schnauzer miniatura se exhibieron como raza aparte ya en 1899. American Kennel Club,
Miniature Schnauzer History, http://www.akc,org/breeds/miniature_schnauzer/history.cfm.
Según Bruce Fogle, la socialización con otros perros llene lugar entre las cuatro y las seis
semanas. y con los humanos de la cuarta a la décimosegunda. Por tanto, es válido decir que
los cachorros interactúan primero con sus compañeros de camada y con su madre entre la
segunda y la sexta semana de vida . Fogle , B., The Dog's Mlnd: Understandíng Your Dog 's
Behavior, Macmillan, 1992, pág. 69.
4
El cachorro llega a casa: facilitar
la transición de la camada a la
familia
117
manada, es decir, de su madre y sus hermanos de camada, a vivir con la
mía propia, compuesta por mi familia humana y mis perros.
t El viaje a casa
II8
a depender. También deberás proveerte de una cesta de transporte o una
jaula. Si esta cesta será después su caseta definitiva, puedes pedirle al
criador que la utilice con anterioridad, una semana o dos, para que el
cachorro se vaya acostumbrando a ella. También podrías llevarle un ob-
jeto, bien una toalla o una camiseta, que esté impregnada de tu olor para
que se la ponga en la cesta, siempre y cuando (y esto es muy importante)
no haya estado en contacto con otro perro que no haya sido vacunado
o con cualquier otro tipo de mascota. Cuanto más podamos utilizar la
nariz de nuestro perro con el fin de irle preparando para futuras situacio-
nes, más fácil será para ellos asimilar cualquier cambio.
1 ·19
,,,
Las cestas de plástico rígido:
120
vuelve, los coge por la piel del cuello y los traslada hasta donde necesiten
estar; a continuación sigue avanzando y deja que sean ellos una vez más
quienes encuentren el modo de seguirla. No se pasa el día llevando a sus
cachorros de un sitio a otro. Si lo hiciera, nunca aprenderían a arreglár-
selas por sí solos, y eso sería desastroso para la manada.
Es importante que tengamos en cuenta lo que haría su madre cuan-
do intentamos ayudarlos a pasar de lo que era su inicio hasta lo que será
la nueva situación en la que van a vivir la mayor parte de su infancia. Ser
el compañero que tu perro va a tener a lo largo de su vida implica ayudar-
lo a superar las circunstancias nuevas y los desafíos con que se va a en-
contrar, pero no rescatarlo de esas mismas situaciones o hacerle todo el
trabajo. La naturaleza, con la ayuda añadida de la madre, ya ha creado
una estrategia para la educación de un cachorro cuya efectividad se ha
puesto a prueba con el paso del tiempo. Tenemos que ser conscientes de
que a veces nuestras mejores intenciones pueden impedir que los cacho-
rros reciban el beneficio del plan casi infalible de la Madre Naturaleza,
y esas mejores intenciones, en el caso de muchos propietarios de perros,
suelen traducirse en llevar a los perros en brazos a todas partes como si
fueran bebés, con lo que los perritos no pueden tener la sensación de
cómo se llega al lugar al que quieren ir. Esta forma de actuar va contra su
naturaleza y puede dificultar seriamente su aprendizaje y su desarrollo.
Si quieres utilizar el método que yo empleo para que el cachorro
suba al coche y a su cesta, aparca el vehículo lo más cerca que puedas
del lugar donde lo vas a recoger de modo que sea posible que te siga
hasta allí. Muchos de los mejores criadores, entre los que se encuentran
Brooke y Diana, ya habrán condicionado a sus cachorros a la sensación
de la correa, de modo que podrás empezar este proceso de aprendizaje
con este primerísimo ejercicio que haréis juntos.
Una vez que llegues al coche, abre la puerta o el portón trasero
y levanta al cachorro por la piel del cuello, pero deja que apoye sólo las
121
manos en el asiento o en la zona de carga. De este modo su cerebro
desencadenará de forma automática la necesidad de poner también las
patas traseras donde aterrizaron las delanteras. Lo habrás ayudado a con-
seguir este logro monumental, pero no le habrás hecho todo el trabajo.
Serás un compañero en la experiencia del aprendizaje.
A continuación el cachorro querrá explorar aquel espacio nuevo para
él, primero con el cuerpo y luego con la nariz, lo cual te permitirá utilizar
comida para animarlo a entrar en la cesta de transporte. También se sen-
tirá atraído por el objeto que porte el olor de sus hermanos y su madre.
Asegúrate de que está relajado y cómodamente instalado en la cesta
antes de cerrarle la puerta. Nunca jamás cierres la puerta mientras el
cachorro está nervioso o ansioso; con ello contribuirías a desarrollar una
posible fobia a la caseta e incluso ansiedad por la separación . Para con-
cluir: colócala de modo que pueda olerte y verte durante el tiempo que
dure el viaje a casa.
¡No olvides que para tu cachorro el olor y la vista son mucho más
importantes que las palabras! De hecho, el sonido puede reforzar a veces
el temor o la ansiedad que pueda estar provocándole la nueva aventura.
Si tu cachorro no deja de gimotear durante el viaje y tú no dejas de decir-
le no pasa nada, no pasa nada, lo que en realidad le estarás comunican-
do, y no con palabras sino con la energía que hay detrás de su sonido, es
que su incomodidad y su angustia están bien. También se deberá evitar
el tono de voz chillón y tembloroso, además de esa especie de deformación
de las palabras con que algunas personas se dirigen a los bebés y a las
crías de animales. Si sientes pena por él, la primera impresión que se
llevará de ti el cachorro es que eres una criatura de energía débil. Como
siempre, una energía silenciosa, firme y serena es mucho mejor para el
cachorro que hablarle o incluso que acariciarlo.
Para calmar a un cachorro que se muestra muy ansioso yo siempre
recomiendo utilizar el olor con el fin de distraerlo en un primer momento,
122
y cuando el animal empiece a relajarse, reforzar ese cambio con una
golosina si es necesario. Pero acariciar y consolar a un cachorro asusta-
do pueden provocar lo contrario de lo que se pretende: un cachorro que
1e enfada siempre que se lo mete en un coche o en una cesta.
Aquellos que hayáis leído mis otros libros sobre cómo rehabilitar
perros adultos ya estaréis familiarizados con las instrucciones: tendrás
que pasear al perro recién llegado por el barrio entre media y una hora
antes de invitarlo a entrar en casa. Con ello se consigue iniciar el lazo que
deberá uniros, y estimulará la experiencia de la migración para que sien-
ta el hecho de trasladarse a tu casa como la migración de una zona a otra
y que por ello tenga sentido para el animal a un nivel primario.
En el caso de los cachorros recomiendo una versión abreviada de
este proceso. Antes de dejar entrar al cachorro a casa es importante que
se haya hecho una idea de cuál va a ser el entorno en el que habrá de vi-
vir, que pruebe brevemente los olores, los sonidos y las imágenes de tu
Jardín, de tu casa y del barrio. Debes empezar a comunicar a tu perro que
el camino de entrada a tu casa, los setos o la valla de madera marcan el
comienzo de tu territorio. Si el cachorro ya ha tenido alguna experiencia
con la correa o se muestra abierto a llevarla, colócale una correa corta en
la parte alta del cuello para que puedas disponer de controlarlo con co-
modidad. Ésta será la situación ideal tanto para establecer la rutina que
habrá de durar toda la vida como para salvaguardar la seguridad del ani-
mal. A continuación déjalo en el suelo y camina hacia la casa, asegurán-
dote de entrar tú antes que él. No permitas que se distraiga o que olfatee
el suelo. Chris y Johanna Komives describen el siguiente protocolo que
siguieron con su nueva cachorrita, E/iza. «Cuando fui a recogerla al cria-
123
dor le puse la correa (el criador ya la había familiarizado con ellas), y le
di un corto paseo antes de subirla al coche», nos cuenta Chris. Es obvio
que había tenido en cuenta lo aprendido durante las seis temporadas de
rodaje de El encantador de perros. Se trata de un ejercicio que siempre
recomiendo a los clientes que quieren adoptar a un perro adulto, pero
también es un modo estupendo de empezar la vinculación con un nuevo
cachorro. «Había colocado la cesta de transporte en el coche así que subl
a la perrita y esperé a que estuviera tranquila antes de cerrar la puerta
e iniciar el viaje. Cuando llegamos a casa, eché agua con lejía por la ace-
ra y llegué hasta dos casas más allá; a continuación recorrí con ella esa
distancia antes de entrar al jardín. Luego dejé que lo explorase y acto
seguido le enseñé la zona del vestíbulo de atrás que habíamos preparado
para ella».
Si vives en un piso deja al cachorro a un metro o dos de la puerta
y espera a que entre detrás de ti. La paciencia es la clave porque puede
que se sienta un poco desorientado y algo reticente al principio. La duda
es normal en los cachorros porque todo es nuevo para ellos. Como ha-
blábamos en el capítulo anterior, puede encontrarse aún en la fase «cau-
ta» que marca el final del periodo temprano de socialización, de modo
que no debes forzarlo si «pisa el freno». Ten siempre en cuenta mi fórmu-
la nariz-ojos-orejas. Utiliza un hueso de morder, una golosina, un muñeco
con olor o bien el objeto impregnado del aroma de su madre o de sus
compañeros de camada para hacer reaccionar a su olfato. Al final apare-
cerá su curiosidad natural y su disposición a ir detrás de ti. Aunque al
principio pueda mostrarse muy tímido, su programa lleva incorporado la
orden de seguirte. Es importante que permanezcas tranquilo, relajado
y que aceptes sin reticencias su indecisión natural. El día que tengas
pensado llevar a tu mascota a casa reserva unas cuantas horas e incluso
buena parte del día para el proceso de modo que no te impacientes. No
olvides que la energía que compartas con tu cachorro será también la
124
suya. Si estás tenso y frustrado, reflejará esa negatividad de inmediato.
Presentarle el que va a ser su nuevo entorno debería ser una actividad
placentera para ti, y no frustrante o estresante.
125
En nuestra casa todos los perros nuevos, incluidos Junior, Blizzard, Angel
y Mr. President, empezaron su residencia en sus cestas, colocadas en el
amplio y bien ventilado garaje del que disponemos, con una puerta abier-
ta al jardín lateral y puertas para cachorros por las que salir a otra zona
acotada adicional. Por supuesto en el garaje están también los perros
adultos y equilibrados que viven con nosotros. No recomiendo mantener
a un perrito enjaulado y solo en un garaje o en una estancia distante
y cerrada porque estar tan aislado de los ruidos y los olores de una ma-
nada puede resultarle muy angustioso.
Diana Foster recomienda que las familias ignoren a los cachorros
durante la mayor parte del primer día en que lo tengan en casa, pero, eso
sí, que mantengan la jaula en un rincón distante del salón o la cocina
desde el que puedan sentirse parte de la manada aunque no le esté per-
mitido participar en las actividades de la familia. De este modo aprenden
que el hecho de que la familia esté nerviosa no significa que ellos deban
responder de igual manera, una habilidad vital para los cachorros de las
razas más poderosas que de adultos llegarán a ser ejemplares fuertes
y corpulentos. El cuarto de lavado o la antesala de la cocina es un lugar
ideal para este tipo de instalaciones. Algunas personas llevan la jaula del
cachorrito al dormitorio para minimizar su soledad durante las primeras
noches para al final acabar dejándolo allí de manera indefinida. La zona
que escojas no debe ser una parte de la casa que te produzca un orgullo
especial, de modo que si ocurre un accidente no pierdas la paciencia
y culpes al cachorro por un error que no es «culpa suya».
Soy un gran entusiasta de las puertas para bebés, ya sean de metal,
de alambre, madera o plástico. Suelo tener un amplio surtido de ellas en
el garaje y las utilizo para una amplia variedad de fines: como barrera, como
límite con el que dibujar el camino por el que quiero que transiten los perros
e incluso como herramientas para modelar el comportamiento en las pistas
que organizo de modo regular para desafiar y satisfacer la necesidad de
126
trabajo de mis perros. Sin embargo, es importante recordar que un cacho-
rro inteligente puede empujar con facilidad o saltar por encima de alguno
de los modelos más ligeros. Es cuestión tuya interponer un límite invisible
además de otro físico donde hayas decidido dejar a tu perro.
t Controles al azar
127
terrier como Angel puede que se dejen llevar por el impulso instintivo de
excavar en la tierra de ese magnífico ejemplar de helecho que te costó
doscientos dólares cuando tú no estés mirando, así que asegúrate de
quitar las plantas del suelo o de las habitaciones en las que hayas pen-
sado permitir que acceda el cachorro. Por otro lado, hay unas cuantas
plantas de interior que pueden ser tóxicas para los perros:
-Aloe vera
- Helecho plumoso
- Planta de la judía
-Cactus
- Caladium u oreja de elefante
- Difenbaquia
- Hortensia
-Ficus
- Lilas
-Muérdago
-Filodendro
- Poinsetia o flor de pascua
- Crisantemo
- Planta sombrilla
- Algunas variedades de hiedra
- Ficus benjamina
128
-Jacinto
- Tejo japonés
- Solanum pseudocapsicum o cereza de Jerusalén
-Calanchoe
- Espuela de caballero
- Lirio del valle
- lpomoea leari o volúbilis
-Belladona
-Adelfa
- Abrus precatorius o peonía
- Campsis radicans o enredadera de trompeta
-Tulipán
-Glicinia
t Aprovisionamiento
129
- Accesorios para aseo: cortaúñas, cepillos, cepillo para las pulgas,
champú especial para perros, toallitas para higiene de las orejas, cepillo
de dientes y dentífrico para perros.
- Empapadores.
- Puertas para bebés.
- Hueso para morder en material natural (yo soy un entusiasta de
los bastoncillos para perros, pene seco de toro, porque los huesos de piel
cruda pueden ser difíciles de digerir para un cachorro).
- Golosinas para recompensa aprobadas por tu veterinario.
- Bolsas de plástico o recogedor de cacas.
- Cama o colchoneta.
- Varios juguetes estimulantes.
t A prueba de presidentes
r30
que revisara a fondo su piso teniendo en cuenta que iba a recibir la vi
J sita del presidente.
Crystal nos informaría más tarde: «Mi puesta a punto comenzó por
la cocina porque es allí donde alojaría a Mr. President cuando no pu
diera llevármelo conmigo adonde fuese, como a la carnicería o a un res
taurante, ya que no tardé en darme cuenta de que nadie se tragaba el
cuento de que yo era ciega y él, mi perro guía. En la cocina tuve que ase
gurarme de que no podía echar el guante a ninguno de los productos de
limpieza que guardo bajo el fregadero. Entre los seguros para bebés y la
cinta aislante conseguí un estupendo resultado. A continuación les tocó
el turno a los armarios de la despensa. Los bulldog no tienen el mejor
olfato del mundo, pero Mr. President rápidamente se enteró de que la
comida estaba ahí dentro. No tardé en darme cuenta de que tenía la ha
bilidad suficiente para abrir la puerta de la despensa. Yo había instalado
una cámara en la cocina para poder tenerlo vigilado a través del ordena
dor cuando estaba en el trabajo en aquellas contadas ocasiones en las
que no podía llevarlo a nuestras oficinas, donde siempre son bienvenidos
los perros. Aquel día yo estaba allí, trabajando, cuando lo vi abrir la puer
ta de la despensa y empezar a sacar las bolsas de galletas para perro
que yo había guardado en los estantes más bajos. Me aterró la posibilidad
de que se comiera el plástico en el que vienen las galletitas así que me
puse de pie de un salto, cogí el coche y corrí hasta mi casa que queda en
la zona oeste de la ciudad, a unos cuarenta y cinco minutos de la oficina.
Por fortuna Mr. President tiene buen gusto: se había comido todas las
galletas y había dejado el plástico, pero aún me alegro de haber instalado
la cámara para poder saber qué estaba haciendo en cada momento. Tam
bién transformé mi salón y mi dormitorio para que fueran a prueba de
cachorros: escondí o quité del suelo cualquier cable o cordón que pudie
ra apetecerle morder, así como zapatos y otras cosas que tenía por aquí
y por allá y no quería que pudiera comerse. Luego pasé bien la aspirado-
13 1
ra porque tenemos hojas, ramitas y cosas así que arrastra el viento y que
podían haberse colado dentro, y yo no quería que pudiera comérselas.
César me había advertido de que vigilara de cerca su tendencia a mor-
disquearlo todo y que redirigiera su energía. Me recomendó los bastonci-
llos para perros porque eran mejor que los palitos de piel cruda, ya que
éstos pueden ser difíciles de digerir para un cachorro, así que me asegu-
ré de tener un montón de bastoncillos para perros. ¡Me resultaron tremen -
damente útiles! ».
.
Lista de control para organizar nuestra casa a prueba
de cachorros
13z
r
.::., Vallar o cubrir piscinas, tuberías calientes o cualquier otro
depósito abierto de agua .
.::., Quitar cualquier planta potencialmente peligrosa tanto de
interior como de exterior.
.::., Mantener bajada la tapa del inodoro.
.::., Recordar que los cubos de basura deben estar cerrados
y asegurados.
1 33
un elevado nivel de energía como Mar/ey, los problemas pueden multipli-
carse a la velocidad de la luz. Pocas semanas después de su llegada
Mar/ey se comportaba como una estrella del rock borracha que se hubie-
ra empeñado en destrozar la habitación de un hotel: «Todos los objetos
que en casa quedaban a la altura de la rodilla o por debajo fueron despa-
rramados por aquel arma de destrucción que era el rabo de Marley: las
mesitas bajas quedaron vacías, las revistas por los suelos, las fotografías
arrasadas, las botellas de cerveza o de vino volaron por los aires. Incluso
llegó a romper uno de los cristales de una puerta francesa».
La decisión que tomaron los Grogan de permitir que Mar/ey explo-
rara su nuevo entorno a sus anchas constituye uno de los errores más
comunes que he visto cometer a los propietarios noveles. Y no soy el
único. «Lo peor de lo peor que se puede hacer con un cachorro cuando
te lo llevas a casa es presentarle toda la vivienda de golpe», recalca Broo-
ke Walker. Diana Foster opina lo mismo. «No necesita toda la casa ni todo
el jardín. Los dueños de esos animales son los típicos que me llaman dos
semanas después de haberse llevado al perro quejándose de que se
suponía que era un perro bien educado, y no un animal fuera de control» .
Por desgracia algunos de los libros más conocidos de cuantos ofrece el
mercado referidos al entrenamiento de cachorros abogan por dejar que
el recién llegado corra libre por la casa aduciendo que le «debes su liber-
tad». Libertad, según me dicta la experiencia, significa algo bien distinto
para un cachorro que para nosotros, e incluso para un perro de edad.
Tu perrito de ocho o diez semanas viene de vivir con su madre, quien
le proporcionó reglas específicas y límites desde el primer día. El cacho-
rro podía corretear, jugar y explorar, pero siempre dentro de unos límites.
Podía pelear, morder y abalanzarse, pero siempre dentro de unos lími-
tes. Si ha tenido un criador concienzudo, también habrá aprendido a
sentirse seguro dentro de un mundo de límites humanos. Para él ese
mundo de estructuras bien definidas significa comodidad, seguridad y tran-
134
quilidad. La estructura le proporciona armonía, serenidad y un creciente
sentimiento de confianza en sí mismo. Si la libertad es igual que la paz de
espíritu resulta que la estructura proporcionará al perro los fundamentos
de su libertad.
Por oposición al primer día de los Grogan con Marley, veamos el
primer día de Chris y Johanna Komives con E/iza: «Cuando nos la llevamos
a casa decidimos que fuera directa al vestíbulo de la parte de atrás, que
es el lugar que habíamos preparado para ella. Allí teníamos su jaula, su
comida y una puerta para perros (pero decidimos dejarla cerrada hasta
1- que se manejara bien con la jaula). Durante la primera semana repartió
s su tiempo entre la jaula y el jardín trasero. Luego la llevé al salón con la
il correa y le presenté el que iba a ser su sitio: una colchoneta para perros.
o Mientras estuviera en el salón no podría moverse de allí. Empezamos a
1- enseñarle a acatar órdenes desde el principio. Aprendió a sentarse,
o a estarse quieta, a tumbarse y a irse a su sitio. Más o menos una semana
más tarde le enseñamos la cocina».
Los Komives seguramente no podrán escribir un libro acerca de las
rarezas de E/iza, pero su casa está intacta y tienen una perra a la que
pueden llevar a cualquier parte con toda confianza y ¡sin preocuparse
porque pueda destruir algo o que puedan demandarlos!
Una vez que traspasas el umbral de tu casa depende de ti supervi-
sar y controlar cómo experimenta por primera vez tu cachorro su nuevo
entorno. Los Komives escogieron el modo infalible de comunicar al cacha-
rro la idea de que somos los humanos quienes controlamos todo el espa
cio que hay dentro de los muros de una casa. Para los cachorros de entre
ocho a diez semanas la amplitud de un entorno desconocido puede pa
recer algo sobrecogedor e intimidante. Tener un espacio bien definido
y que reconozcan como suyo es un modo de consolarlos. Si has seguido
mis instrucciones hasta este momento, habrás precintado una pequeña
zona, un área segura en la cual habrás colocado la jaula o la cama de tu
135
cachorro. Las puertas para bebés funcionan estupendamente como ba-
rreras porque el cachorro puede olerte y verte tras ellas estando en una
zona limitada. Los Komives decidieron hacer pasar a E/iza por la puerta
principal y a continuación llevarla de inmediato a su zona.
136
cachorro de labrador amarillo de dos meses, que dormía en su propia jaula
pero al lado de las de los otros dos perros en el garaje de casa. Y puesto
que Mr. President y Angel llegaron a casa prácticamente al mismo tiempo,
los dos se aceptaron de inmediato como hermanastros y han sido insepa
rables desde entonces, compartiendo siempre la misma jaula como si fueran
hermanos de nacimiento. Gracias a los perros de mi manada ninguno de los
cachorros que aparecen en este libro tuvo problemas para acostumbrarse
a su nueva vida. Sin embargo, lo más probable es que tú no tengas un perro
equilibrado que esté dispuesto y le satisfaga hacer de canguro de tu cacho-
rro, de modo que sólo dependerá de ti reducir el trauma que el cachorro
pueda sufrir en la primera noche que pasa lejos de su familia de nacimiento.
Cuando llegue el momento de irse a dormir coloca la cesta, la caseta
o la colchoneta del cachorro en la zona en la que quieras que se quede,
cubriendo todas las superficies duras con periódico o una toalla. Una cama
elevada en la parte de atrás y papeles en el suelo impedirán que el cachorro
tenga que dormir sobre sus propios excrementos en caso de que haya algún
accidente nocturno. Si ocurriera, cambia toda la cama y limpia y desinfecta
a conciencia la jaula al día siguiente para que el cachorro no perciba el olor
de sus propios excrementos y se acostumbre a aliviarse allí. También debe
rías equipar la jaula o la cama con un objeto que esté empapado del olor de
su madre y sus hermanos, un buen juguete para morder como un bastonci
llo para perros, y quizá incluso un juguete blando que suene corno si tuviera
un corazón dentro, ya que puede consolar bastante al cachorrito.
Durante los primeros días o las primeras semanas procura que el
lugar de descanso del perrito no esté tan alejado de ti que no pueda oler
te o sentir tu presencia; por ejemplo, un garaje cerrado en el que el ca
chorro esté solo puede estar bien cuando lleve dos o tres meses en la
casa, pero la primera noche podría provocarle pánico. Si has creado un
espacio para él en el cuarto de la lavadora o en el pasillo, puedes elegir
empezar con el adiestramiento de la noche o con la domesticación en ese
'37
mismo lugar, pero prepárate para pasar una noche larga y sin descansar.
La mayoría de cachorros lloran, y algunos incluso llegan a gritar, cuando
se les separa de su manada. Para minimizar esta reacción asegúrate de
que esté lo más cansado posible antes de acostarse. Cuando empiece
a dar muestras de cansancio, haz que te siga hasta donde va a estar su
lugar de descanso. No lo cojas en brazos y lo metas en la jaula, ni lo co-
loques en el colchón; deja que lo encuentre él solo. Utiliza el olor, nariz-
ojos-orejas, una golosina o simplemente tu presencia para atraerlo y que
se acomode en ese lugar. Proporciónale un juguete que llame su atención
o una sabrosa golosina. Si llega hasta allí por sus propios medios, y es-
pecialmente si lo hace siguiendo una golosina, asociará su nueva guarida
con una agradable relajación. No olvides que aunque hayas creado el
paraíso más lujoso y acogedor del mundo para que duerma, si se lo pre-
sentas de un modo negativo tu cachorro nunca querrá quedarse en él.
Si se trata de una jaula con una puerta que se cierra, asegúrate de
que está tumbado y tranquilo antes de cerrarla. Es posible que necesites
hacer uso de un poco de paciencia al principio. Utiliza un sonido o tu propia
energía para mostrarle tu rechazo al gimoteo y luego espera con tranqui-
lidad junto a la jaula hasta que el cachorro se haya calmado por completo.
Puede incluso que empiece a quedarse dormido (no olvides que necesitan
dormir mucho: casi dieciocho horas al día durante el periodo de mayor
crecimiento) . Entonces cierra despacio la puerta y sal de la habitación.
En un momento determinado es posible que tu cachorro se despier-
te en mitad de la noche y empiece a llorar, algo que a ti puede parecerte
horrible, pero que es perfectamente normal. A excepción del momento en
que tengas que sacarlo a orinar (algunos perros, como Angel, ya estaban
condicionados para pasar toda la noche en su cesta, pero otros como
E/iza seguían necesitando salir cada pocas horas), no debes acudir co-
rriendo ante su angustioso llanto. Nunca hay que consolar a un cachorro
que llora. ¡Ya sé, ya sé! ¡Sé que suena horrible! Sí, tu cachorro lo está
pasando mal en ese momento, pero es importante dejar que lo supere
solito. El único modo posible de superar de un modo permanente esa
ansiedad es que aprenda a solucionar el problema por sí mismo. Debes
concederle el espacio y la dignidad que se gana superando los propios
miedos aunque te sientas mal oyéndolo llorar. Si sales corriendo a cal-
marlo cada vez que llora, aprenderá muy rápido dos cosas: primero, que
puede controlarte con su llanto y que puede hacer que aparezcas lloran-
do, y, segundo, que te parece bien su gimoteo porque lo estás reforzando
con consuelos, atenciones y una golosina. También es posible que estés
creando el escenario perfecto para acabar teniendo un cachorro nervioso,
temeroso y dependiente. Pasar por alto sus exigencias en esta etapa es
también vital para evitar el problema de la ansiedad por la separación. Así
que cómprate unos tapones, tómate un vaso de leche caliente antes de
meterte en la cama y repite conmigo: «Esto también pasará». Confía en
mí: pasará antes de que te des cuenta.
Para minimizar el habitual trauma de la primera noche suelo reco-
mendar que se coloque la jaula o la cama cerca del dormitorio o dentro
de él durante las primeras noches posteriores a la llegada del cachorro.
Es posible que la primera noche no te deje dormir (y no, no puedes con-
solarlo ni cobijarlo) , pero si la jaula está cerca de tu cama podrás darle un
golpecito y hacer el sonido que quieres que tu cachorro asocie con el
comportamiento no deseado. De este modo conseguirás que su mal com-
portamiento no vaya a más, a veces durante el tiempo necesario para que
consiga relajarse. Si el animal se tranquiliza durante un periodo de tiempo
significativo, podrás recompensarlo con alabanzas o incluso con una go-
losina. Un bastoncillo es fantástico para esta función porque compromete
el olfato y distrae la mente. Recompénsalo sólo si está tranquilo. Luego
vuelve a ponerte los tapones y no le hagas caso.
A la noche siguiente tu cachorro habrá reducido ese comportamien-
to y puede que incluso lo haya olvidado. Empezará a sentirse cómodo
1 39
estando cerca de ti o en el espacio familiar de su jaula. Este método ofre-
ce también la ventaja de que el cachorro empezará a comprender tus
patrones de sueño humano y aprenderá a imitarlos. Si no tienes pensado
que el perrito se quede en tu dormitorio indefinidamente, tres días debe-
rían bastar para que se aclimate a su nuevo estilo de vida. Puede que
vuelva a pasarse la noche llorando cuando lo lleves a su emplazamiento
definitivo para dormir, pero si lo cansas y te aseguras de que esté relaja-
do antes de acostarlo no tardará en ajustarse a su nuevo lugar.
No olvides que tu energía y tu actitud para acomodarlo tendrán un
tremendo impacto en el enfoque que le dé el cachorro. Si te sientes fatal
por tener que ponerlo en el cuarto de la lavadora y te agobia el peso de
la culpa porque crees que se puede sentir abandonado estando allí, es
muy probable que el cachorro se contagie de tus emociones negativas
respecto al sitio. Debes decidirte por algo que te haga sentirte bien y ase-
gurarte de que está cansado, relajado y sumiso antes de decirle buenas
noches. Ésta será la mejor garantía para toda una vida con un hábito de
dormir saludable y feliz.
142
• Un cachorro acostumbrado a su jaula: una noche de juerga
• para Angel
l 43
tumbado panza arriba en el sofá mientras nosotros lo acariciábamos vien -
do un DVD», me contó Melissa. Pero yo estaba un poco preocupado por
cómo se enfrentaría a su primera experiencia de dormir fuera de casa
Tenía sólo cuatro meses y hasta aquel momento nunca había experimen•
tado una noche traumática gracias al entrenamiento temprano de Brooku
con la jaula y, por supuesto, a la reconfortante presencia de los demás
perros de mi manada. Pero estaba acostumbrado a dormir en la mism;i
jaula que su hermano adoptivo Mr. President. ¿Cómo le iría solito en ur1
territorio extraño y con dos desconocidos?
Pues resultó que Angel era un verdadero ángel tanto dentro como
fuera de casa: « Lo saqué a dar un último paseo para que pudiera aliviar-
se e hicimos un corto pero rápido sprint para que se cansara. De todor;
modos el día había sido estupendo para él, de modo que, cuando llegó el
momento de irse a la cama, coloqué la jaula en un rincón del dormitorio
desde el que pudiera verlo y lo invité a entrar con un bastoncillo. Estaba
muy cansado y era obvio que para él la jaula era el lugar donde relajarse,
así que entró , se tumbó y comenzó a masticar tranquilamente. Cuando ya
estuve convencida de que estaba relajado, cerré la puerta y nos dispusi-
mos a irnos también a la cama. César me había comentado que le preo-
cupaba que empezase a gimotear si se despertaba por la noche, pero no
protestó. Cuando abrí los ojos por la mañana, me lo encontré de pie den-
tro de la jaula mirándome, obviamente listo para salir pero sin mostrar
ansiedad sino esperando con paciencia a que fuese a sacarlo. ¡Qué en-
canto! No tuvimos un solo incidente y disfrutó con entusiasmo del paseo
matutino. Cuando llegó el momento de volver con César, se subió a la
jaula feliz y esperó a que le colocase el cinturón . Una vez más volvió
a hacer dormido el trayecto de vuelta».
La noche que Angel pasó fuera de casa ilustra lo increíblemente
beneficioso que es para el bienestar de un perro el entrenamient o de
jaula, ya que lo ayuda a adaptarse a todo tipo de circunstancias nuevas
144
y abre para él la posibilidad de una vida llena de aventuras. Me sentí muy
orgulloso de Angel... De él y de Melissa por haberse prestado a reforzar
las lecciones hasta ese punto.
1 47
berías buscar un lugar en el que se sienta seguro, un lugar que huela y que
encuentre familiar. Para que su digestión sea regular debe sentirse relajado
mientras se alivia. Si un perro está asustado, nervioso, inseguro o incómo-
do, se cerrará en banda y no conseguirá eliminar.
Como siempre ten presente que tu propia energía es un factor de peso
que has de tener en cuenta en el entrenamiento de tu perro. Si estás ner-
vioso, impaciente, o pretendes meterle prisa para que se alivie cuanto antes
puedes conseguir que se estrese y que no lo haga. Cuando los nuevos
propietarios de un cachorro llaman a Diana Foster para pedirle consejo con
la domesticación de su pastor alemán, ella siempre les pide que revisen su
propia energía y su comportamiento para asegurarse de que no son ellos
quienes están haciendo una montaña de la experiencia. «Sacas al perro.
Estás toda nerviosa y le chillas mientras lo animas: ''Vamos, chiquitín, haz
caca. Anda, haz caca. ¡Hazlo por mami, que te quiere mucho!". El animal
empieza a corretear alrededor, todo excitado, mirándote y preguntándose:
"¿Qué está intentando decirme?". Lo estás distrayendo de tal modo que es
incapaz de relajarse. Entonces tú piensas que no lo va a hacer porque no
tiene ganas, así que te lo llevas a casa y al poco se hace pis en la alfombra.
Y el drama vuelve a empezar». Si éste es tu patrón de comportamiento,
Diana te recomienda que vuelvas a entrar a casa y que si tienes un jardín
vallado dejes al animal allí durante quince o veinte minutos y que te alejes
unos pasos para darle espacio y que pueda relajarse.
En los primeros momentos de la domesticación asegúrate de no
salir corriendo a la calle para que, en cuanto tu perrito se haya aliviado,
volver corriendo a casa. Para la mayoría de canes estar al aire libre es ya
una recompensa en sí mismo. Si tu perro asocia el contener sus funciones
corporales con la recompensa de un juego o un paseo, será una motiva-
ción más para que practique ese autocontrol.
Aparte está la cuestión de las alabanzas. «Alabar a tu cachorro cuan-
do hace lo que se espera de él es muy importante», dice Brooke, y yo
estoy de acuerdo. Las alabanzas no tienen por qué ser una celebración
ruidosa y exagerada de las cosas: puede bastar con tu aprobación. Tu
perro detectará la energía positiva que emana de tu silencio complacido
y satisfecho, lo que puede ser un modo mucho más intenso de comuni-
carse contigo que cualquier exclamación.
Las golosinas también pueden ser una manera de recompensar
un comportamiento adecuado en la domesticación aunque recomiendo
irlas retirando en cuanto el cachorro haya asimilado con regularidad el
patrón establecido. Eso fue lo que aconsejé a Crystal Reel cuando se
llevó a Mr. Presidenta casa. «César me había dicho que con Mr. Presi-
dent funcionaba bien todo lo relacionado con la comida, así que decidí
utilizarlo como refuerzo positivo para recompensar un buen comporta-
miento en el control de esfínteres. Mientras el perro estuvo conmigo
siempre tuve a mano César's Discipline Organic Dog Treats (golosinas
orgánicas para reforzar la disciplina) con ternera orgánica. Al principio,
cada vez que Mr. P. salía a hacer sus necesidades fuera, lo recompen-
saba con una golosina y mis vibraciones positivas. Poco a poco fui re-
duciendo las golosinas para que pudiera sentir sólo mi energía satisfecha
cada vez que lo hacía bien».
Crystal comparte con nosotros el horario que le funcionó con Mr.
President, ya que no tuvo un solo accidente en la casa durante la semana
que estuvieron juntos:
7.00 h. Saco a Mr. President de la jaula. Inmediatamente lo llevo al
lugar designado para orinar. A continuación le pongo la correa y vamos
andando al sitio que más le gusta para defecar. Le gustaba aliviarse en
tres lugares distintos.
Si Mr. President no defecaba a esta hora, lo hacía a las 8.15 y vice-
versa.
8.15 a 8.30 h. Tras su desayuno vuelvo a sacarlo para que haga sus
necesidades antes de subir al coche para ir a trabajar.
149
9.00 h. Corto paseo antes de entrar a la oficina. Normalmente vuul
ve a orinar.
11.00 h. Primer descanso para sacar a Mr. P. a hacer caca (a veco·,
lo hace a esta hora; otras, a las 13 h).
13.00 h. Segunda salida con Mr. P. para hacer caca (también es 1111
descanso para comer, así que salíamos de la oficina para tomar algo co11
mis compañeros de trabajo y sus perros).
15.30 a 16.00 h. Tercera salida de Mr. P. para hacer caca. (Norm,11
mente habría necesitado orinar también a esta hora).
18.00 a 19.00 h. Corto paseo antes de subirnos al coche para volver
a casa. En esta salida orina.
19.30 a 20.30 h. Volvemos a salir tras la cena de Mr. P. Es cuando
damos nuestro paseo vespertino.
21.30 h. Ya en la jaula para pasar la noche.
Me quedé muy impresionado con el firme trabajo que tanto Mr. Pre -
sidentcomo Crystal habían llevado a cabo en mi ausencia. No olvides que
se trata de un cachorro de tres meses y medio que se ha adaptado de
inmediato a una situación totalmente nueva para él. Con una energía
serena y firme y un enfoque positivo tu cachorro, al igual que Mr. Presiden/,
podrá sintonizar su instinto natural y aprender la lección de la domestica
ción sin dificultades.
Enseñar a tu cachorro a estar en un espacio reducido o en una jaula
en los momentos en los que no puedes supervisarlo es también de gran
ayuda para la domesticación. «Lo que intento hacer comprender a la gente»,
dice Diana Foster, criadora y adiestradora, «es que la clave reside en la
prevención. Si no les das la oportunidad de que se hagan pis en la alfombra,
nunca sabrán lo que es hacerse pis en la alfombra. Y si te mantienes firme
en ese propósito durante los primeros meses, poco a poco podrás ir dándo-
le más libertad. Nuestros cachorros nunca tienen accidentes dentro de casa,
150
y no es porque los hemos reñido; ni siquiera los hemos tenido que corregir.
Simplemente no les hemos dado la oportunidad de cometer un error» .
rp
Comunicar límites
Modelos
I\2
nuevo de viaje con el equipo de El encantador de perros y conmigo. Cuan-
do Blizzard llegó, Junior ya pudo impartir su clase de buenos modales al
pequeño labrador amarillo de la familia, quien a su vez influyó en Angel
y Mr. President, quienes tardaron apenas un par de semanas en domes-
ticarse. Es algo hermoso: generación tras generación de perros enseñan-
do los unos a los otros cómo ser animales equilibrados.
t Empapadores
1 53
aliviará. A medida que el cachorro comience a utilizarlos de forma correcta
y a refinar y madurar su comportamiento, podrás quitar tres de ellos y dejar
sólo uno en el lugar preciso al que acuda el animal en cada ocasión.
Para atraer al cachorro al empapador busca un trozo de hierba o de
tierra con olor a orina o heces de otro perro. Puede que te parezca algo
desagradable, pero la presencia de los excrementos de otro perro estimu-
lará el cerebro de tu cachorro y lo empujará a aliviarse justo encima. Ya
no necesitarás hacer esto cuando se haya condicionado al uso de los
empapado res.
En la zona de mi casa o de la habitación del hotel en la que coloco los
empapadores siempre uso un filtro de aire para asegurarme de que el olor
no se extienda y pongo el lugar de descanso para el perro lo más lejos po-
sible de ellos ya que, al igual que a los humanos, les gusta que el dormitorio
y el baño estén en lugares distintos. En cuanto me levanto recojo los empa-
padores usados y acto seguido friego el suelo de debajo para que no quede
ni rastro de olor. Cuando se usan empapadores, periódicos o cualquier otra
cosa para que se alivie el cachorro es imprescindible hacerlo: hay que reti-
rar el empapador usado de inmediato y limpiar el suelo de debajo porque
un perro no quiere orinar en un lugar en el que ya lo haya hecho antes
Además de contribuir así al entrenamiento de tu perro facilitando un nuevo
uso del mismo lugar, estarás manteniendo tu entorno limpio e higiénico.
1 54
pezar desde el principio. Los accidentes forman parte del proceso y la
única respuesta correcta por tu parte es la paciencia. Dar más importan-
cia de la debida a un accidente de esta naturaleza es una de las peores
cosas que se pueden hacer porque estarás enseñando a tu cachorro que
si se orina puede obtener una determinada respuesta de ti. No importa lo
joven o lo viejo que sea tu perro: siempre estará leyendo tu estado emo-
cional y tu energía y actualizando tu expediente para conocer tus motiva-
ciones. Cuando el cachorro hace algo que desencadena una emoción
negativa en ti, pasa a considerarte débil y se dice: «Ah, he encontrado una
forma fácil de controlar a este humano». Más adelante, si está aburrido,
se siente solo o no tiene otra cosa que hacer, puede decidirse a orinar sin
más para que le proporciones un entretenimiento gratuito. Al igual que los
niños, los perros eligen ser los destinatarios de atención negativa antes
que sentirse ignorados.
¡Nunca jamás corrijas o castigues! No te creas esa antigua noción
según la cual hay que restregarle al cachorro el morro en sus excremen-
tos o pegarle si se lo hace en casa. Para él esto no tiene sentido. Lo que
debes hacer es mantenerte sereno y firme y sacarlo a donde se supone
que debe aliviarse (o al empapador, si es la única opción disponible). Si
lo pillas en el momento, utiliza un contacto ligero o un sonido para dis-
traerlo o quitarle la idea de la cabeza, llévalo al sitio escogido fuera y es-
pera a que se tranquilice y acabe con lo que estaba haciendo. Estás uti-
lizando una oportunidad en la que tu cachorro iba a cometer un error como
posibilidad para reforzar el comportamiento que sí quieres que tenga. De
ese modo le estarás diciendo: «No importa lo que hagas. En todas las
situaciones seré yo quien tenga la respuesta adecuada y quien siempre
posea la energía serena» . Esa clase de respuesta neutra pero de confian-
za es la verdadera esencia del liderazgo.
Si se hace del modo correcto la domesticación, no tiene por qué ser
un periodo turbulento sino simplemente una etapa en la que hay que
1 55
añadir algo de trabajo extra para que tu cachorro tenga un horario por el
que guiarse en las primeras semanas de vida en tu casa. No permitas que
el estrés innecesario tiña este periodo natural y simple, y acabe echando
a perder la alegría que rodea a la primera edad de tu cachorro.
.,
Lo que hay que hacer y lo que no cuando se domestica
a un cachorro
1 57
que sí establecen. El perro, antes miembro de una manada coherente y cl11
buenos modales, de pronto se da cuenta de que toda la atención est1\
centrada en él, excepto cuando se supone que debe quedarse solo. En ol
folleto que entrega cada vez que un nuevo dueño se lleva a uno de su:,
pastores alemanes Thinschmidt Diana describe cuál puede ser el dese11
lace más probable de una situación como ésta: «El perro llega a una cas11
nueva y la familia lo abraza, lo acaricia y habla con él sin que haya hecho
nada para ganárselo. Le prestan mucha atención y pocas veces se qued11
solo más de unos cuantos minutos ... Al final llega la hora de irse a dormil
y la familia lo coloca por fin en la jaula. De sentirse centro de atención casi
constante pasa al más absoluto aislamiento. Es demasiado para cualquio,
perro, y la situación le causa un enorme estrés y una acuciante ansiedad
Ahora tenemos a un cachorro ladrando y gimoteando en la jaula. ¿Po,
qué? Él ya ha asociado tu casa con una libertad absoluta para ir adondo
le plazca y con tener gente siempre con él. ¿Dónde se han metido todos'/
¿Por qué ya no le prestan atención? El cachorro quiere más de lo quo
tenía un rato antes. Te has metido tú solo en una trampa y vas a tener quo
preguntarte si ha merecido la pena» 2 •
Si le presentas la casa a tu manera, si le enseñas desde un principio
a estar en su jaula, si restringes su territorio a una zona segura y limitada
durante sus primeras semanas o meses en casa, estarás creando las
reglas y los límites que le proporcionarán un marco en el que disfrutar do
un futuro seguro y feliz.
- Expresar desacuerdo
'!9
O ¡Establecer contacto nunca significa golpear! Los cachorros y la mayo
ría de los perros son muy susceptibles a un ligero contacto como el quo
utilizarías para llamar la atención de un amigo en un cine a oscuras
O Tocar a un cachorro en el lateral del cuello o en los cuartos traseros.
O Utilizar la mano en forma de garra que imita el mordisco de una madrn
en un lado del cuello, en el músculo, no en la garganta. Con esta mano
no se pellizca; es un contacto firme , pero que no ejerce presión . La
presión debe ser proporcionada al nivel de comportamiento (por ejem-
plo: un perro adulto que ha entrado en zona roja necesitará más presión.
comparado con un cachorro que sólo ha empezado a morder un za -
pato y que apenas necesitará un mínimo contacto). Todos los perros
reconocen esta sensación por haberla experimentado en su etapa de
cachorros y responden ante ella de un modo primario.
O La oportunidad de este tipo de corrección es crucial; debe tener lugar
en el momento exacto de la trasgresión y terminar en el instante en
que el cachorro se relaja y cambia el comportamiento. Esperar a que
el comportamiento haya pasado no tiene sentido para un perro porque
viven en el momento. Causa y efecto deben ir unidos.
O Un contacto firme es eficaz; media docena de pequeños empujones
o pellizcos sólo sirven para empeorar la situación.
160
con la idea: «No me gusta ese comportamiento», otro que signifique: «Sí»,
«Ven» o «Me gusta lo que estás haciendo».
- Yo utilizo el «Chsst» para transmitir disgusto.
- Un sonido parecido al de un beso representa una acción positiva,
una llamada de atención o la indicación de que quiero que me sigan.
- ¡No importa lo más mínimo qué sonido sea! («Chsst» no es una
palabra mágica). Es la energía serena y firme y la intención que se oculta
detrás de ese sonido lo que soporta el peso de la comunicación. Eso sí:
asegúrate de usar siempre el mismo sonido.
- Escoger el momento adecuado para emitir el sonido es funda-
mental. Es mejor utilizarlo cuanto antes si el comportamiento no deseado
se repite. En cuanto al sonido positivo, no debes repetirlo a menos que tu
perro ya esté dando síntomas de mostrar el buen comportamiento que
tú deseas. De este modo el sonido refuerza la acción.
- No utilices el nombre del perro para corregirlo. Al igual que el
sonido positivo, utiliza su nombre sólo cuando te esté dando una respues-
ta positiva.
Hay otro modo más en que los perros se corrigen los unos a los
otros y es no prestando atención al trasgresor. Si un comportamiento no
deseado permanece en un nivel bajo, sobre todo si está destinado a llamar
tu atención, ignorarlo puede resultar tan eficaz como el contacto o la co-
rrección mediante el sonido. Un compañero de juegos de la camada pue-
de darse media vuelta e ignorar a otro si éste empieza a jugar con dema-
siada vehemencia. Si el primer cachorro sigue queriendo jugar, ha de
encontrar el modo de conseguir que el segundo le dé lo que quiere. Prác-
ticamente del mismo modo bloquear, darse media vuelta y no prestar
atención a un animal que salta sobre nosotros en cuanto nos ve entrar
por la puerta puede ser efectivo si la intensidad de ese asalto no es de-
masiado elevada aún.
La acción que ejecutes para corregir un comportamiento debe ser
siempre proporcionada en intensidad al nivel del comportamiento que IR
ha suscitado. Lo bueno de los cachorros es que si los supervisas de cer-
ca desde un primer momento nunca tendrás que permitir que un compor-
tamiento no deseado llegue hasta un punto en el que sea necesaria una
corrección intensa.
t Redirigir y recompensar
Sean cuales sean las reglas y los límites que elijas para tu perro
deberás hacerlos respetar desde el momento mismo en que el cachorro
entre en tu casa por primera vez, y tienen que ser reforzadas con consis-
tencia por todos los líderes de la manada que haya en la familia. Tu perro
necesita saber qué terreno pisa desde el principio: qué rutina va a esta-
blecerse y qué es aceptable y qué no lo es en su nueva manada. Si somos
claros en cuanto a esas reglas desde el primer día, estaremos poniendo
al cachorro en el camino correcto para alcanzar el éxito como miembro
de su nueva manada, qué es lo que esperas de él. .. y lo que él, en el
fondo, quiere para sí mismo.
166
ocurriera así que salía desde el sitio en que me había escondido y de
inmediato dirigía su comportamiento. Me quedaba todo lo lejos de él que
era posible, dado que en algún momento quería poder estar a kilómetros
de distancia de él, y teníamos una conversación utilizando mi «iChsst!»,
el lenguaje corporal y mi energía para comunicarle: «No estoy de acuerdo
con tu comportamiento, quiero que te tranquilices». Levantar un dedo
significa siéntate, y cuando Angel obedecía yo me aseguraba de su nivel
de energía. En un principio y a pesar de estar sentado, notaba que seguía
en estado de alerta, bostezando. Muchas personas cometen el error de
creer que cuando un perro bosteza significa que está relajado, pero los
cachorros bostezan a menudo cuando se sienten ansiosos o frustrados
por una situación de la que no saben cómo salir. En el caso de Angel
podía deducirse de su mirada ansiosa y de su cuerpo tenso que aún no se
había relajado, de modo que permanecía allí hasta que conseguía que
se mantuviera en el estado relajado que yo pretendía. Tras unos trein-
ta segundos y una vez que él se había relajado volvía a esconderme.
La segunda vez que lo dejé solo habían transcurrido un par de mi-
nutos cuando empezó a pasearse de un lado a otro. Luego salió corrien-
do hacia un lateral de la casa en un movimiento típico de escape. Lo
empujaba su programación para la supervivencia diciéndole: «Necesito
encontrar el modo de volver a entrar en contacto con mi familia». Por esto
tenemos que ser muy pacientes y preparar la separación por etapas. En
este caso volví a salir y a dirigirme a él; luego esperé y de nuevo me escon-
dí. Cada vez que intentaba quedarme un poco más lejos de él para corre-
gir su comportamiento y cada vez que hacíamos el ejercicio Angel se
mantenía tranquilo un poco más de tiempo antes de que la ansiedad hi-
ciera mella en él.
Supe que estábamos progresando la tercera vez que lo corregí. Tras
esperar unos minutos y no oírle gimotear me colé a una habitación y me
asomé por la ventana. Y allí estaba mi pequeño schnauzer, tumbado en
el patio, descansando al sol con los ojos cerrados. Eso era exactamente
lo que pretendía. No había necesidad de ponerse nervioso ni de recom-
pensarle porque su comportamiento, haber vencido la ansiedad, era la
recompensa en sí misma. Lo que hago en lugar de preparar una recom-
pensa cuando veo ese progreso en uno de mis perros es darle gracias en
silencio a Dios por ayudarme a enseñarles que no pretendo hacerles
ningún daño cuando me voy y que no es malo separarse de mí, sino que
forma parte de nuestra forma de vida. En mi caso dar gracias a Dios con-
tribuye a relajarme, y de este modo mi energía crea un entorno más rela-
jante para mis perros y mi familia.
NOTAS
1
American Society for !he Prevention of Cruelty to Animals, Toxic and Non-Toxic Plants, hlip://
www.aspca.org/pet-care/poison-control/plants/index.jsp?plant_toxicity=non-toxic-to-
dogs&page= 14.
2
Foster, D., Arriving Home with Your New Puppy, Thinschmidt German Shepherds, 2009.
3
Para mayor información sobre las diferentes teorías relacionadas con la disciplina y las re-
compensas que se aplican a la hora de rehabilitar perros, véase mi libro El líder de la manada,
capítulo 2.
5
Un cachorro saludable: cuidados
básicos de salud
170
turamente para asegurarse de que no había ningún problema de salud
oculto que pueda afectar a futuras generaciones de sus schnauzer minia-
tura campeones.
Si vas a adoptar un cachorro de un albergue o una organización de
rescate, intenta recabar cuanta información te sea posible sobre los padres
del cachorro o, al menos, sobre la zona en que fue rescatado y la salud
general de los animales que habitan allí. Asegúrate de que haya sido
objeto de un exhaustivo examen veterinario y de que te llevas todos los
informes sobre las vacunaciones y otros procedimientos a los que lo hayan
sometido desde que lo rescataron. Desde luego no puedes preguntarle al
cachorro:«¿ Y tenía tu mamá tendencia a las infecciones de ojos?», pero
cuanta más información puedas reunir sobre su pasado mejor preparado
estarás si te encuentras algún problema genético o ambiental en el futuro.
Si adoptas a un perro adulto en un albergue u organización de rescate,
alguno de los dueños anteriores o de los trabajadores de la organización
es posible que pueda aportar alguna información médica relevante. Ase-
gúrate de no llevarte el perro a casa sin preguntar antes.
171
dólares, para cuidados rutinarios, pero añade quinientos setenta y cuatro
dólares al año para tratamientos quirúrgicos 1 , una cantidad considerable
en cualquier caso.
La mayoría de nosotros no queremos que nuestros hijos anden por
ahí sin la cobertura de un seguro médico porque entendemos las posibles
consecuencias que una enfermedad inesperada o un accidente puede
tener sobre nuestros ahorros familiares. Lo mismo puede ocurrirle a un
perro. Todos tenemos nuestras estrecheces en la difícil situación econó-
mica de hoy pero yo aconsejo que los propietarios de un perro o un ca-
chorro creen un fondo aparte en el que depositen dinero destinado a su
mascota; será un fondo que no se podrá tocar y que servirá para casos en
los que haya que incurrir en gastos médicos relacionados con el perro
en caso de urgencia. Por supuesto a tu perro no le importa lo más mínimo
si tienes o no una cuenta bancaria a su nombre pero en mi opinión cual-
quier paso responsable que demos para proteger la calidad de vida de
nuestros perros sirve en esencia para hacer crecer nuestro nivel de ener-
gía serena y firme. Cuando estamos relajados y confiamos en nuestra
capacidad de cuidar de nuestros perros pase lo que pase, esa tranquili-
dad sirve para reforzar nuestro papel como líder inquebrantable de la
manada.
Una segunda opción es un seguro de salud animal. A menudo me
preguntan si no se trata de una estafa, y la respuesta es no, siempre
y cuando investigues antes de suscribirlo, lo hagas con una empresa de
buena reputación y tengas expectativas realistas al respecto. De hecho,
algunas de las empresas más progresistas como Google lnc., Hilton Ho-
tels Corporation, Ford Motor Company y McDonald's Corporation han que-
dado tan impresionados con la utilidad de este tipo de oferta que han
empezado a proponer pólizas conjuntas para los trabajadores que son
dueños de una mascota 2 • Esta clase de seguros no están pensados para
cubrir los exámenes rutinarios básicos o las vacunaciones. Ésos deberás
incluirlos en los gastos generales de tu casa. La American Animal Hospi-
tal Association, AAHA (Asociación Norteamericana de Hospitales para
Animales), hizo un estudio que demostró que la mayoría de propietarios
de mascotas se sentían preparados para afrontar unos gastos médicos de
urgencia que oscilaban entre quinientos a mil dólares, pero que les preo-
cuparía que la factura pudiera ser mayor3 • Como resultado de esta inves-
tigación la AAHA ha pasado varios años trabajando directamente con la
industria de los seguros para animales con el fin de desarrollar pólizas
con primas más bajas. Ahora la AAHA y otras organizaciones como la
ASPCA y la Humane Society han empezado a clasificar e investigar a las
empresas que ofrecen pólizas de salud animal, así que los dueños ya
no tienen que preocuparse por si son víctimas de una estafa potencial.
Existe una página web que compara las diferentes ofertas: http://www.
petinsurancereview.com.
- Vacunación
173
comedores más decididos serán los que se nutran con la mayor parte do
esta magnífica bebida que se ofrece en cantidades limitadas. Pero el ca
lostro sólo puede proporcionar una protección temporal. Cada nueve días
el nivel de anticuerpos del cachorro cae a la mitad hasta que alrededor
de los cuatro meses ese nivel es tan bajo que ya no puede protegerlos, do
modo que quedan a merced de parásitos y virus. Por eso los veterinarios
prescriben una serie de vacunaciones que suelen comenzar alrededor do
la sexta o la octava semana de vida y que continúa hasta la decimosexta
(los cuatro meses).
La administración de las vacunas se espacia en un periodo de entre
tres a cuatro semanas para que los anticuerpos puedan surtir efecto asl
como para proteger el delicado sistema del cachorro de los posibles efec-
tos secundarios. También se escalonan para que la vacuna no anule el
anticuerpo natural proporcionado por el calostro o viceversa. Nunca per-
mitas que se repita o que se vacune por primera vez a tu cachorro si no
han pasado catorce días desde la dosis anterior4 • Si has comprado a tu
cachorro a un criador, es muy probable que le hayan puesto ya al menos
la primera ronda de vacunas antes de llegar a tus manos; seguramente
lo habrán desparasitado al menos una vez además de recibir sus primeras
dosis de anticuerpos contra el moquillo, parvovirus, hepatitis y coronavirus
o tos de las perreras. La mayoría de veterinarios recomiendan seguir el
siguiente protocolo.
3 semanas Desparasitación.
6 semanas Desparasitación de los más comunes que pueden
atravesar la placenta de la madre y transmitirse
1 74
/
1 75
semanas. Estamos hablando de moquillo, hepatitis y parvovirus. La rabi.i
debe ser tratada de un modo distinto, a los cuatro meses y después al
año. Por tanto, el cachorro debe recibir, en una situación ideal, no má~;
de tres series de vacunas. Pero siempre insisto en que cada cual hag,1
su propia investigación al respecto, y que consulte con su veterinario
y con algún otro más».
En lo que se refiere a la controversia de la vacunación contra l;i
sobrevacunación, yo suelo ponerme del lado de la Madre Naturaleza; es
decir, que quiero hacer todo lo posible por asegurarme de que mis cacho-
rros tienen la más completa inmunidad posible contra enfermedades pe-
ligrosas, pero al mismo tiempo creo que una tendencia a la sobrevacuna-
ción ha dañado más que ayudado a muchas generaciones de perros. En
mi último libro, Uno más de la familia, analicé en profundidad mis encuen-
tros con muchos de los principales expertos en este campo, incluido el
pionero de la medicina veterinaria holística, el doctor Marty Goldstein, y lei
muchos de los estudios y de las investigaciones más convincentes, todo
lo cual me ha conducido a esta conclusión.
En 2006 la American Animal Hospital Association, AAHA (Asociación
Norteamericana de Hospitales para Animales), se sumó también a estas
filas al iniciar una nueva estrategia para la vacunación de nuestros perros
basándose en años de investigación que habían llevado a la conclusión
de que sobrevacunar a los perros contribuye a enfermedades crónicas,
dolencias e incluso la muerte. Las nuevas pautas dividen las vacunas en
tres categorías:
- Básicas: vacunas que deben ser administradas a todos los
perros.
- Opcionales: vacunas que deben ser consideradas si el estilo de
vida de un perro en concreto o los factores de riesgo así lo requieren.
- No recomendadas: las vacunas no recomendadas por la AAHA
bajo ningún concepto.
í
Vacunas básicas Moquillo•
Hepatitis (adenovirus-2) •
Parvovirus •
Rabia
• MHP - vacuna 3 en 1.
·• Puede considerarse en función de la zona de residencia, sólo en aquellas en
las que la enfermedad constituye un riesgo cierto.
1 77
opción para los dueños más dedicados es pedir al veterinario que haga
un título de anticuerpos para el moquillo, parvo o rabia, por el que se
puede conocer cuál es el nivel de inmunidad del sistema del perro en
el momento en que se lleva a cabo la prueba. Si el perro tiene suficien-
tes anticuerpos, el nivel del título será elevado, prueba de que las va-
cunas han hecho su trabajo y tu perro está protegido. Con un elevado
nivel de títulos puede deducirse que no necesita un recordatorio, aunque
incluso un nivel bajo no significa necesariamente que se deba adminis-
trar una vacuna. Para más información acerca de esta clase de títulos:
www.hemopet.org.
Hay un periodo corto de más o menos una semana en el que al
cachorro no le queda prácticamente inmunidad de su madre y las vacu-
nas aún no han hecho efecto y no han empezado a funcionar. Este in-
tervalo puede dar lugar a que incluso los cachorros más cuidados pue-
dan ponerse enfermos, pero el peligro potencial puede exagerarse
hasta el punto en que algunos dueños se vuelven un poco paranoicos
y mantienen a sus cachorros en casa y aislados durante meses, con lo
que al final consiguen crear un perro frustrado y antisocial. «Les digo
a mis clientes que cuando hayan transcurrido diez días desde la prime-
ra vacuna deben empezar a socializar a sus perros», declara el doctor
Charlie Rinehimer, de la Universidad de Northampton. «Les aconsejo
que durante ese tiempo no se acerquen a lugares como parques para
perros, donde no se puede tener ni idea de las vacunas o el estado de
salud de los perros presentes, pero que vayan a visitar a amigos que ten-
gan perros, que den paseos con el animal sujeto por la correa o que
salgan de excursión . Transcurridas dieciséis semanas, en mi opinión todo
se puede hacer ya».
t Parvo
179
te su periodo más sensible de desarrollo. El parvo os un organismo oxl111
•
madamente contagioso que se asienta en el recubrimiento intestinal 1111
los cachorros y que puede ser letal. Aunque se detecte a tiempo, el Inri,,
miento requiere cuarentena y es extremadamente caro. «Recuerdo l,1 prl
mera vez que vi un caso de parvo estando en la escuela de veterinari1, ..
nos cuenta la doctora Terifaj. «Los cachorros morían cuando creíanH , ..
que iban a sobrevivir y sobrevivían cuando los dábamos por muertos. 1 •,
muy duro». El parvo se extiende a través de las heces de los perros inf<•lC
lados y algunos perros adultos pueden ser portadores del virus sin prn
sentar síntomas.
La doctora Terifaj nos da sus explicaciones, que reflejan fielment,,
lo que ocurrió en nuestra casa con los cachorros de yorkie: «Con el par
vovirus lo más probable es que los cachorros se hayan visto expuestos al
agente antes de la adopción. Las perreras, los criadores cuestionables.
los refugios y las tiendas de mascotas son caldo de cultivo para todo lip!,
de virus. El cachorro expuesto no dará muestras de la enfermedad duran
te cinco o siete días, que es el periodo de incubación. A menudo ocurre
que un cachorro de aspecto saludable llega a una casa y unos cuantos
días más tarde de pronto se pone enfermo. Entonces la gente piensa que
han sido ellos quienes lo han expuesto al virus, pero en la mayoría de
casos no es así. La mayoría de cachorros enfermos que yo he visto pro
venían de tiendas de animales o de Internet, y a su vez el origen se sitúa
casi siempre en las fábricas de cachorros. Se los transporta desde allí,
o nacen en unas instalaciones contaminadas y bajo condiciones de estrés.
Las enfermedades infecciosas campan a sus anchas por las fábricas de
cachorros pero no entre los animales que provienen de criadores respe
tables o de albergues y organizaciones de rescate».
A pesar de mi reciente experiencia con el virus sigo creyendo que
son muchos los dueños que tienen tanto miedo de que sus cachorros
puedan contraerlo que los sobreprotegen, aislándolos en el interior de
180
sus casas durante semanas e incluso meses y privándolos del tan ne
cesario ejercicio y socialización con los de su propia especie. En capí
tulos posteriores ofreceré más sugerencias de cómo socializar de un
modo seguro y de cómo ejercitar a los cachorros de menos de dieciséis
semanas.
En el caso de los cachorritos de yorkie, me alegro de poder decir
que el chiquitín que sobrevivió recibió medicación y pasó un periodo de
cuarentena, y que ahora es un saludable y querido adolescente que vive
cómodamente en la casa de uno de los incondicionales de la Fundación
César e llusion Millán.
181
fermedad de Lyme (también epidémica entre los humanos de esa región) .
mientras que la bajada en enfermedades que pueden prevenirse es m,1
nifiesta. «La verdad es que ya no vemos enfermedades a consecuenc1;1
de errores graves cometidos por los dueños. La gente parece habersu
informado más sobre la necesidad de una serie de vacunas y de preven
ciones contra el gusano del corazón. La mayoría de errores que vemo:,
tienen que ver más con el comportamiento».
Buena nutrición, un programa de vacunación concienzudo, revisione:,
veterinarias periódicas, chequeos y un programa de mantenimiento e11
casa sirven como medidas de prevención para muchos de los problema:;
que afectaban tanto a los perros adultos como a los cachorros en el p,1
sado más reciente. La doctora Terifaj y el doctor Rinehimer nos han ofre
cido sus respuestas a las preguntas más frecuentes referidas a la salud
de los cachorros.
¿Hay algún síntoma en el comportamiento de mi cachorro que pue
da ser entendido como una señal de alarma sobre su salud?
Lo que la gente tiene que saber es que cuando un cachorro vomita
y no come ... ¡está enfermo! Los cachorros tienen dos estados: el de jue-
go y el de sueño. Si está correteando y jugando y presenta un poco de
diarrea, seguramente estará bien, pero si no juega, vomita y no come debe
acudir al veterinario inmediatamente.
Mi cachorro no consigue controlar sus esfínteres. ¿ Cómo puedo
saber si hay alguna infección del tracto urinario?
El hecho de que al cachorro le cueste trabajo controlar sus esfínte-
res no significa que tenga una posible infección del tracto urinario. Si la
tuviera, los síntomas serían dificultad para orinar y micciones frecuentes ,
Si la vejiga está infectada, su revestimiento se inflama. Cuando la orina
salada baja desde los riñones le quema, y el perro trata de deshacerse
de ella de inmediato. Si hay sangre en la orina o si huele de modo inusual,
debe acudir al veterinario.
182
¿Cómo contrae el perro el gusano del corazón y qué puede hacerse
al respecto?
El gusano del corazón pasa de perro a perro a través de los mos-
quitos. La larva tiene que pasar la muda en el mosquito para ser infeccio-
sa. El cuidado preventivo es una pastilla mensual como Heartguard, que
mata cualquier larva que pueda estar en el perro. La filariosis o gusano
del corazón sólo puede determinarse con un análisis de sangre y puede
tratarse, aunque el tratamiento, mejor en la actualidad que los compues-
tos de arsénico que se utilizaban en el pasado, es arriesgado y caro, así
que la prevención es la mejor actuación.
¿ Cómo puede protegerse a un cachorro frente a la infestación por
pulgas?
Una buena dieta y un aseo regular puede prevenir la mayoría de
infestaciones por pulgas. Se debe cepillar a los cachorros con un peine
especial para las pulgas. A veces atraparás a la pulga pero la mayoría
encontrarás unas partículas negras que parecen pimienta y que son sus
deposiciones tras haber succionado y digerido la sangre del perro. Para
determinar si lo que encontramos son excrementos de pulga o simple
suciedad, restriega una de ellas en un papel con un poco de alcohol. Si
se trata de excrementos de pulga quedará una mancha de color rojo san-
gre en el papel. Un protector contra las pulgas como Frontline o Revolution
debería bastar para solucionar el problema.
t Dentición
18¡
no los productos que contengan conservantes artificiales, colorantes o cual
quier subproducto cárnico o de grano.
Y resístete también a la tentación de dar de comer más de la cu e11
ta a los cachorros con apetito desmedido así como a las golosinas e11 •
tre horas, un hábito difícil de romper una vez que el cachorro deja d11
crecer y de quemar esas calorías de más. La obesidad está empezan
do a convertirse en un problema tan serio entre los perros como entr
los humanos.
Tabla de alimentación
186
lo óptimo mientras ellos se concentran en su tratamiento. Serás tú quien
deba preparar al cachorro para las visitas al veterinario y para que el ritual
de asistir a su consulta o a la peluquería sea un viaje lleno de diversión
y de sensaciones positivas.
El método que he utilizado con los cachorros criados para este libro,
así como con los perros adultos que tengo a mi cuidado empieza con
acostumbrarlos a viajar en coche desde el primer día que los tengo en
casa. Si un cachorro se estresa dentro de un coche, estará diez veces
más nervioso de lo normal cuando llegue a la consulta del veterinario, de
modo que eres tú quien debe conseguir que subir y bajar del coche sea
para él una respuesta tan automática como lo es entrar y salir por la puer-
ta de tu casa cuando vais a pasear. Dar un paseo en auto no debería ser
una experiencia traumática para tu perro sino el indicador de que está
a punto de experimentar algo maravilloso. Yo llevo a mis perros en coche a
todas partes y ellos han llegado a asociar esta experiencia con la diversión,
la aventura y la proximidad. No saben adónde vamos cuando se suben
atrás, pero sí tienen la certeza de que yo haré de ello una experiencia
siempre positiva.
Si tu cachorro se muestra dubitativo o ansioso, condiciónale hacién-
dolo entrar y salir del coche cuando no vayáis a salir a ninguna parte. Deja
las puertas abiertas, ofrécele una golosina y juega con él en el coche
mientras está parado. Una vez que hayas repetido este ejercicio las veces
suficientes para que subir y bajar del coche sea algo fácil para él, añade
un corto paseo alrededor de la manzana para que se acostumbre a la
sensación de movimiento. Poco a poco podrás ir alargando la duración de
estos paseos. Por último añade un destino que suponga una experiencia
en sí mismo, y ve variándolo para exponer a tu cachorro a distintos entor-
nos: llévatelo a casa de unos amigos, a la de tu suegra, a la biblioteca
local o a tu café favorito, asegurándote siempre de tener en cuenta su
nivel de inmunidad y, por tanto, su exposición a otros perros. Deja que el
cachorro se baje del coche, recompénsalo yvuelve a llevártelo a casa. u,,
beneficio añadido de estos ejercicios es que hacen subir significativamei,
te el nivel de tu liderazgo a los ojos de tu cachorro. Cuantos más sitio·.
visites con él mostrando tu energía serena y firme, más te reconocerá 111
cachorro como la persona que puede guiarlo en cualquier experiencia s11,
importar el destino.
No obstante, algunos propietarios que han conseguido condicion,11
a sus cachorros a los desplazamientos en coche crean otro problema: l;1
sobreexcitación. El cachorro se pone tan nervioso ante la idea de ir e11
coche que no puede calmarse, lo que crea un caos que puede ser desd11
una molestia a un peligro en la carretera. La sobreexcitación puede acl
quirir forma de ladrido, gemido, de movimientos hiperactivos o incluso dn
babeo. El entrenamiento de jaula es el método más obvio para atempera,
este problema. Si has condicionado a tu perro para que se manteng, 1
tranquilo en su jaula, cargarla en el coche será para él sinónimo de tran
quilidad. Sigue el mismo procedimiento que hemos descrito antes pero
añade la jaula y no prestes atención al cachorro hasta que se muestro
sereno y sumiso. Corrígelo con un «Chsst» o un golpecito en lo alto do
la jaula si su nerviosismo aumenta. Luego practica el ejercicio sin su
jaula utilizando una barrera de seguridad o un cinturón de seguridad para
perros.
Chris Komives puso en práctica este ejercicio con E/iza cuando so
dio cuenta de que la perra babeaba demasiado en el coche. Tenía cuatro
meses. «La metía en el coche parado, esperaba a que se calmara y luego
la hacía salir y volver a entrar. Jugábamos en el asiento trasero. No tardó
en dejar de babear». Yo no dejo de desafiar a mis perros para que se
muestren serenos y sumisos en el interior del coche, incluso cuando en
torno a nosotros se esté desarrollando alguna actividad estimulante. El
otro día, sólo por diversión, metí en el coche a un montón de cachorros
para que compartieran conmigo la experiencia de entrar en un túnel de
188
lavado y que pudieran experimentar los distintos sonidos, imágenes y olo-
res. Todos ellos, Junior, Blizzard, Angel, Mr. Presidenty un bulldog francés
llamado Hardy que estaba de visita, se mantuvieron tranquilos durante
toda la experiencia.
Si tu cachorro se siente ya seguro acompañándote a cualquier par-
te y a cualquier hora, empieza a acostumbrarlo a la visita al veterinario
y al peluquero canino habitual. Dado que puedes encontrarte con un
perro enfermo en cualquier parte, no pongas en marcha esta parte del
ejercicio hasta que tu cachorro tenga cuatro meses y su calendario de
vacunaciones esté completo. Siempre recomiendo acostumbrar primero
al perro al vecindario de la consulta del veterinario aparcando a un par de
manzanas de distancia para ir caminando (o patinando) hasta allí. De este
modo estás imitando la migración de una manada de perros. Cuando
hayáis llegado hasta la consulta, el desplazamiento habrá tenido sentido
para él. Si el cachorro es joven aún y no se siente seguro en sitios des-
conocidos, no lo presiones demasiado y empieza, por ejemplo, con un
paseo por la zona de aparcamiento. No dejes que tire de la correa ni que
vaya olfateándolo todo, pero concédele su tiempo esta primera vez. Acér-
cate un par de veces a la consulta sólo por diversión y pide al veterinario
o a sus ayudantes que den al cachorro una golosina o algún juguete di-
vertido cuando lleguéis. ¿Te acuerdas de las piruletas tan estupendas que
tenía tu pediatra cuando eras pequeño?
También es importante que el cachorro vaya conociendo al veteri-
nario, y que él ponga en práctica la regla de no tocar, no hablar y no
establecer contacto visual en los primeros encuentros. Por último, revisa
tu propia energía en estas visitas. ¿Eres de ese tipo de personas que
siempre se ponen tensas poco antes de ir a ver al médico o al dentista?
¿Te preocupa siempre cómo se comportará tu perro durante el examen
que le haga el veterinario? A menos que tu energía sea serena y firme no
podrás asegurarte de que tu perro se muestre también relajado. Él siem-
pre imitará tu energía, y los cachorros en particular absorben todas la:i
pistas que el líder de su manada les envía sobre cómo deben sentirso
y reaccionar cuando se encuentran en entornos desconocidos.
Lo siguiente que debes hacer para asegurar que la paz reine en l,1
visita al veterinario o al peluquero canino es presentar a tu cachorro toda~;
las formas en que un profesional puede examinarle ·1a cara y el cuerpo
Dado que todos los veterinarios recomiendan que se realicen revisiones
regulares de ojos, oídos, boca y dientes del cachorro, ésta es la oportu-
nidad perfecta de poner en práctica la actividad. «Las orejas de un ca
chorro deben ser revisadas al menos una vez a la semana», dice Charliri
Rinehimer, doctor en medicina veterinaria. «Y más a menudo si se trata
de un perro con las orejas caídas como los cocker o los springer spaniel
También deberán revisarles las almohadillas de las patas tras largos
paseos o sesiones de juegos sobre superficies duras por posibles abra-
siones o arañazos. Si los paseos son por el bosque o entre hierbas altas,
pásale un cepillo por el pelo para evitar pulgas y garrapatas». La hora del
baño es otra buena oportunidad para hacer revisiones sanitarias de ru-
tina al cachorro. «Otro concepto erróneo muy extendido es el de que In
gente no bañe a sus perros con regularidad por creer que se les seca
la piel. ¡Esto no es cierto! Baña a tu perro cuantas veces te parezca ne-
cesario» aconseja la doctora Paula Terifaj. «Hay que limpiarles las orejas
y buscar en ellas posibles rojeces e irritaciones. La boca también debe ser
revisada en busca de enrojecimientos y asegurarse de que no haya se-
creciones. Mientras bañamos al perro, debemos buscar posibles bultos
¡También tendrás que levantarle el rabo! Sé que no es agradable mirar
ahí detrás, pero podrías encontrarte con sorpresas, como lombrices. S1
empiezas a hacer estas revisiones a tu cachorro, lo ayudarás a acostum-
brarse y desempeñarás un papel activo en el cuidado de la salud de tu
perro. No te limites a decir a tu veterinario "Hola, aquí te traigo a mi perro
para que te ocupes de él" . Tener un papel activo en las rutinas de salud
de tu cachorro te ayudará también a evitar costosas facturas de veteri-
nario a largo plazo».
191
t Rituales de salud
193
Mi ritual de higiene con Mr. Presidentdebe servir como ejemplo parn
conseguir que el cuidado de la salud y la higiene de cualquier cachorro
se transforme en un interludio agradable. Aplicando este método lo pro
pararás para que en un futuro otros profesionales puedan manipularlo
y así estarás tomando parte activa en su salud y en su higiene, ademtrn
de reforzar al mismo tiempo el lazo existente entre vosotros, la construc
ción de toda una larga vida de confianza.
NOTAS
1 www.americanpetproducts.org
2
McWhinney, J., «The Economics of Pet Ownership», lnvestopedia.com, http://www.inveslo
pedia.com/articles/pf/06/peteconomics.asp.
' The American Animal Hospital Association, «AAHA Seal of Acceptance », http://healthypol
com/sealofaccept.aspx. '
'Terifaj, P., How to Protect Your Dog from a Vaccine Junkie, Bulldog Press, 2007, pág. 42.
5
En 2006 American Animal Hospital Association revisó sus pautas acerca del uso de las vu
cunas en perros. 2006 AAHA Canine Vaccine Guidelines Revises, recuperada el 5 de mayo
de 2008 de http://www/secure.aahanet.org/web/startpage.aspx?site=resources.
' Terifaj, P, How to Protect your Dog from a Vaccine Junkie, Bulldog Press, 2007, pág.17.
6
Conectar, comunicarse
y condicionar: cómo aprende
tu perro
Una madre ardilla y su bebé se pasaron todo un día en uno de los caminos
del campus de la UCLA repitiendo una y otra vez una tarea aparentemen-
te infructuosa:. que el bebé ardilla saltara por encima de un muro de un
metro vei.nlé dé alto. Tales ejercicios de aprendizaje son algo cotidiano en
el mundo ár'lirnal, pero este incidente en particular fue registrado por la
cámara de vídeo de un estudiante universitario que después decidió col-
garlo en YouTube. i El reportaje recibió la increíble cantidad de quinientas
mil visitas! Cuando me enteré, me alegré de saber que algo así le estaba
llegando a tanta gente ya que para mí este sencillo vídeo de un aficiona-
do ilustra a laipe[f~ión lo que pretendo que los lectores s,e lfeven de este
libro sobre el apréndizaje de los animal~si,fiicómo nosotros podemos con-
tribuir, en lugar de entorpecer, a estepfoc!;l$Ó natural.
En el vídeo la madre ardilla está enseñando a su hijo qgn .!:JI. ejemplo
cómo se debe saltar por encima de un muro. La madre ¡¡:j¡ii:écélener un
arsenal inagotable de paciencia ya que se lo demuestra con'gr,áci1es movi-
mientos una y otra vez. El pequeño por fin hace acopio de valor y lo intenta
unas cuantas veces, pero sólo consigue subir un poco antes de caer. En
ese momento el preocupado estudiante de UCLA que presencia el drama
1 95
decide intervenir colocando una mochila apoyada en la pared para que I;,
ardillita intente escalar. En un principio el animal huye despavorido al v, ,,
aquel objeto desconocido, pero tras unos minutos vuelve y llega a la co,,
clusión de que la mochila podría ser una buena escalera y decide encar;i
marse a ella; sin embargo, el objeto resulta no ser lo suficientemente aII,,
para permitir que el bebé alcance la parte de arriba del muro. Otro estudian
te entra en escena con un par de sacos de arena que resultan ser más alto·.
que la mochilla. De nuevo el pequeño roedor desaparece. En esta ocasirn,
la madre lo acompaña para que vuelva a intentarlo. Salta y espera sobre ul
muro justo encima de los sacos y desde allí, animando a su hijo en silenc11,
y con su energía, ve cómo su bebé trepa a lo alto de los sacos y con uII
último y heroico esfuerzo consigue encaramarse al muro de cemento.
Lo primero que se me vino a la cabeza cuando vi el vídeo fue l;1
pregunta: «¿Qué habría pasado de tratarse de una perra y su cachorro?,,
No me cabe la menor duda de que los mismos preocupados estudiante:,
habrían tomado en brazos al cachorrito y lo habrían depositado al otro lad<,
del muro. Puede que incluso lo hubieran consolado y acariciado al hacer
lo. Luego habrían seguido su camino satisfechos de haber rescatado a u11
animal indefenso cuando con ello el cachorro se habría perdido una expc
riencia de aprendizaje que algún día podría salvarle la vida. Lo cierto e~;
que, en la mayoría de situaciones, los animales (incluso los más jóvenes)
distan mucho de estar indefensos. Son listos, están llenos de recursos
y decididos a sobrevivir. Lo que los humanos interpretamos como rescatw
puede convertirse en realidad en una interferencia en el proceso natural
que ha de seguir un cachorro para su aprendizaje, su crecimiento y s1I
dominio del nuevo entorno. En el vídeo de la ardillita de UCLA el animal en
cuestión quedó a salvo de su destino por ser una criatura salvaje. Los
estudiantes trataron a una ardilla salvaje de un modo bien distinto a como
lo habrían hecho de haber sido un perro o un gato doméstico. iY lo que
hicieron con la ardilla resultó ser exactamente lo correcto! Ayudaron al
animal no rescatándolo sino cooperando con él, ofreciéndole dirección pero
sin solucionarle directamente el problema. Nuestro comportamiento ha de
ser sólo una cooperación: primero hemos de conectar, después comuni-
carnos y por último condicionar (o entrenar) a nuestros cachorros.
'97
brazos por primera vez, el animal ya empieza a aprender de él. El camino
a casa en el coche ya es una lección en sí mismo. El momento de cono-
cer a la familia lo es también. Los perros pasan veinticuatro horas al día
aprendiendo. Incluso cuando se les pide que se relajen y no hagan nada,
están aprendiendo a ser pacientes. Todo lo que hacemos con un cachorro
desde el momento en que lo recogemos es una experiencia de aprendi-
zaje para él. Así que empezamos a entrenar a nuestro perro en cuanto
empezamos a estar con él y, por tanto, deberíamos empezar a enseñarnos
a nosotros mismos a comportarnos y a establecer todos los buenos há-
bitos necesarios antes incluso de llegar a tener el perro».
El entrenamiento de una madre canina se hace también a través de
la conexión. Ella establece una relación muy intensa con sus cachorros,
expresada a través de un liderazgo constante, sereno y firme. Ésta es la
razón de que aconseje a todos los amos de perros que piensen en «co-
nexión» y luego en «comunicación» antes que en «adiestramiento» o «con-
dicionamiento». Aprende a conversar con tu perro del mismo modo que
lo haría otro perro, utilizando energía, lenguaje corporal y contacto visual,
antes de pedirle que domine los intrincados patrones de la sintaxis huma-
na. Tus conversaciones tendrán un significado mucho más profundo para
tu perro y estarás compartiendo con él una verdadera conexión. La co-
nexión es el lenguaje de la energía, es la piedra angular de la unión que
ha de durar toda la vida entre tu perro y tú. Has de entablar esa conexión
y satisfacer las necesidades de tu perro antes de pasar a condicionarlo.
1 99
convierte en un cordón físico a través del cual viaja tu energ ía hasta el
cachorro y viceversa.
Muchos son los criadores más concienzudos que empiezan a en-
trenar con la correa a los cachorros antes de que se los lleven sus futuros
dueños. Brooke Walker ya había trabajado con Angel antes de que se
viniera conmigo a casa con ocho semanas. Brooke empieza el proceso
poniéndoles cintas de papel al cuello justo cuando los cachorros comien-
zan a andar. En un principio lo hace para identificarlos y así conocí yo
a Angel, cuando no era más que Mr. Green al lado de su hermano, Mr.
8/ue, y de su hermana, Ms. Pink. «Como mis cachorros no suelen salir de
casa antes de los tres meses, empiezo a introducirles el uso de la correa
cuando tienen entre ocho y nueve semanas. Iniciamos los ejercicios du-
rante sólo cinco minutqs dos veces al día. Los hago caminar du rante
periodos de tiempo muy cortos sosteniendo una golosina delante del mo-
rro para animarlos a avanzar. Suelo compararlo con el momento en que
se enseña a un niño a nadar y el adulto se va alejando y alejando de modo
que el niño se anime a dar una brazada más para alcanzarlo».
El método que emplea Brooke para que los perros aprendan a llevar
la correa encaja perfectamente con mi filosofía de ser un socio y no un
dictador en el aprendizaje del perro. Suelo recomendar que los cachorros
lleven mientras juegan una correíta muy corta durante breves periodos de
tiempo (por supuesto, siempre bajo supervisión) para que se vayan acos-
tumbrando a la sensación extraña para él de llevar algo al cuello mientras
experimenta la diversión y la libertad del juego. No olvides que nosotros
estamos acostumbrados como humanos que somos a levantarnos todas
las mañanas y ponernos objetos ajenos a nuestro cuerpo como ropa,
zapatos y adornos, pero para un perro el collar, la correa, el arnés, las
botitas o los jerséis son sólo eso: cosas completamente extrañas. El con-
dicionamiento es precisamente el proceso de conseguir que lo que no es
natural acabe siéndolo. Los adiestradores que trabajan con animales sal-
200
vajes o exóticos, por ejemplo, los tigres en trucos de magia, empiezan
condicionando a sus animales a las correas y los collares lo antes posible.
Cuanto más joven se acostumbra un cachorro a llevar correa, más normal
será la sensación para él.
En cuanto a las herramientas en sí, en mi opinión menos es más.
De hecho, los cachorros que he criado para este libro han llevado todos
unas correas de nailon colocadas en la parte alta del cuello para propor-
cionar un mayor control, y ésa ha sido mi herramienta número uno. También
soy un entusiasta de las llamadas «correas de exposición», es decir, unas
delgadas tiras de cuero con una lazada al final que se utilizan en las ex-
hibiciones caninas. Son cortas, ligeras y facilitan un máximo control con
la mínima tensión. Si quieres que tu cachorro conozca el halti o cualquier
otro método de guiado no agresivo, el momento correcto de hacerlo es
entre los cuatro y los seis meses.
Nunca utilices un collar de castigo o cualquier otra herramienta
avanzada con un cachorro de menos de seis meses, pero si pertenece
a una de las razas más poderosas y muestra síntomas de sobreexcitación
o se abalanza al llegar a la adolescencia, consulta con un profesional
para que te ayude a decidir cuál es la herramienta más adecuada para
ayudarte a solventar el problema. Si intentas prevenir cualquier dificultad
de comportamiento cuando es cachorro, estoy convencido de que llega-
rás a estar tan en sintonía con tu perro que no necesitarás ninguna
herramienta avanzada o ayuda extra en el futuro. Pero, si la necesitas,
asegúrate de pedir ayuda antes de que los problemas se escapen a tu
control.
Y ten siempre presente que no se trata de la herramienta en sí mis-
ma, sino de la energía que hay tras ella. ¡Eso es lo que verdaderamente
importa! Tu energía se transmite a través de la correa directamente al
perro, de modo que, si te sientes incómodo con la herramienta que estés
empleando, él lo notará y reaccionará en consecuencia.
201
Otro detalle importante del entrenamiento con la correa es que debes
propiciar que sea el cachorro quien acuda a la correa y nunca al revés,
imponiéndosela por la fuerza. Deberás tener paciencia en las primeras
ocasiones. Haz un lazo que sea una vez y media el tamaño de la cabeza
de tu cachorro y pónselo delante para que lo olfatee. Puedes impregnar-
lo de un aroma orgánico o bien poner una golosina al otro lado del aro.
Deja que antes la haya examinado bien y se sienta cómodo con ella. Acér-
casela sin prisa y deja que le toque la frente y la nariz. Cuando el cachorro
dé muestras de estar relajado y de sentir curiosidad por la herramienta,
muéstrale la golosina al otro lado del lazo y deja que pase la cabeza por
él para alcanzarla. A continuación cierra con suavidad el lazo. Si el cacho-
rro sigue estando tranquilo, dale una recompensa: acarícialo, alábalo o dale
una golosina. La aventura del paseo que acompaña al uso de la correa es
en sí la mayor de las recompensas, al mismo tiempo que consigue que el
perro lo asocie con algo positivo. Por eso son tantos los dueños de perros
que dicen que su can se pone nervioso en cuanto ven que va a echar mano
de la correa: por la asociación del buen rato que ésta representa.
Repite varias veces este ritual y verás cómo consigues que el ca-
chorro pase la cabeza por el lazo sin titubear cuando se lo pongas delan-
te. Si tu cachorro lleva collar y simplemente pretendes enganchar la correa,
nunca lo persigas para hacerlo cuando llegue el momento del paseo. Una
vez más, deja que sea él quien acuda a ti. Utilizando la fórmula probada
de nariz, ojos y orejas, despierta la nariz de tu cachorro y asegúrate de
que esté de pie o sentado mientras enganchas la correa al collar. Tú ten-
drás que permanecer relajado y en silencio, con la imagen de la madre
de tu cachorro en la mente, siempre serena y confiada. Y que tu energía
sea también siempre positiva. ¡Sacar un cachorro a pasear debe ser una
de las experiencias más gozosas de tu vida!
Los cachorros mantienen periodos de atención muy cortos, así que
cuando sean jóvenes no prolongues ni endurezcas el tiempo que pasen
202
con la correa puesta (entre cinco a diez minutos al principio), y haz que
ese tiempo sea divertido, esté lleno de sorpresas agradables y de recom-
pensas. Cuando las lecciones más cortas comiencen a resultarle fáciles,
ve alargándolas de manera gradual. De este modo conseguirás que tu
cachorro se quede siempre deseando más y llegará un momento en que
espere con ansia el momento de la correa porque para él representará
aventura, ejercicio, alabanzas y, por encima de todo, la oportunidad de
estrechar lazos contigo, su líder de la manada.
Dominar el paseo
20
,,.
4. Sostén la correa de un modo natural y relajado, como si
llevaras el bolso o una cartera. Mantén alta la cabeza, yér-
guete, echa los hombros atrás. Si el cachorro empieza
a tirar, da tú un suave tirón de la correa y suelta inmedia-
tamente la tensión una vez que el cachorro vuelva a la
normalidad. Durante el resto del tiempo mantén al mínimo
la tensión. Tu cachorro debe ir caminando a tu lado, ni ti-
rando hacia un lado ni arrastrándote. Si el animal no capta
el concepto en un primer momento, utiliza un objeto como
un bastón o un paraguas para crear un obstáculo y ayu-
darlo a comprender. Coloca el objeto bloqueando el cami-
no del cachorro para crear un límite que pronto será invi-
sible.
5. Si el animal comienza a deambular, a distraerse o parece
mostrarse reacio a avanzar, utiliza un bastoncillo para perros,
una golosina ofrecida en la palma de la mano o un juguete
con olor que despierte su olfato. Luego sigue adelante una
vez que hayas conseguido redirigir su atención.
6. Que tu perro se ponga nervioso cuando vea algo anormal
o a otro perro en la calle no significa que tú también tengas
que ponerte nervioso. Mantén centrada tu atención y, sobre
todo, tu energía serena y firme, y continúa caminando. Una
leve corrección tirando de la correa lateralmente le comuni-
cará: «¡No te distraigas y sigue caminando!». Si es necesario,
colócalo de espaldas al foco de la distracción y establece
contacto visual con él. Espera a que se siente, se relaje y con-
tinúa con el paseo .
....
r .,
7. Cuando hayáis dado un satisfactorio paseo de diez, quince
o veinte minutos, déjalo en libertad y que pasee un poco a su
antojo sin quitarle la correa, que olfatee el suelo (sólo si
estás en una zona segura o tu cachorro ha completado su
tercera ronda de vacunas) o que haga pis y caca. Esto ya es
una recompensa en sí. Transcurridos entre tres y cinco mi-
nutos continuad con vuestro paseo estructurado.
8. Cuando lleguéis a vuestro destino o volváis a casa, repetid
el mismo procedimiento detallado en el paso 3. Sé tú el pri-
mero en atravesar el umbral y después invítalo a hacer lo
mismo. ¡No olvides que a los ojos de tu perro el que entre
primero en ese espacio será su dueño! Asegúrate de que se
muestre sereno y sumiso mientras le quitas la correa.
.... ...
205
que el cachorro camine como es debido con la correa, elige un lado y no
lo varíes hasta que haya comprendido bien la lección.
Los propietarios a los que he ayudado se maravillan siempre del
cambio que se produce de la noche a la mañana una vez que dominan el
arte del paseo con el que antes fuera un perro problemático. Para los
adultos recomiendo al menos treinta minutos de paseo dos veces al día
para que el animal pueda desprenderse de la energía que tiene contenida
y para establecer el ritual de unión primaria que conlleva el paseo. Añadir
una mochila a un perro adulto puede intensificar el paseo o compensar el
tiempo que no puedes dedicar a una sesión más larga. Para los cachorros
con patas más cortas y periodos de atención todavía breves los paseos
pueden ser cortos, incluso sólo de diez minutos al principio, pero siempre
siguiendo las normas que hemos dado antes, y tendrás que establecer la
rutina de dos o más paseos estructurados al día en cuanto llegue a casa
contigo. Lo importante aquí es la estructura y el ritual. Estás imprimiendo
en el maleable cerebro de tu cachorro esta rutina: será el modo en que
se gane el alimento y el agua.
- Inmunidad y paseos
206
de un punto de vista puramente etológico retener a un cachorro dentro de
una casa y limitar su capacidad de hacer ejercicio es una receta para el
desastre. Imagínate que tuvieras un hijo y que lo retuvieras dentro de casa
hasta la adolescencia. ¿En qué clase de persona crees que se convertiría?
Es probable que no tuviera ni idea de cómo relacionarse con el mundo de
fuera y se mostrara tímido y antisocial, o puede que se decantara por el
otro extremo, lleno de frustración reprimida, y que se transformara en una
fuerza destructiva en cuanto probara la libertad. Un cachorro sobreprote-
gido puede experimentar una reacción similar si es recluido en cuarente-
na durante la adolescencia.
Hay muchos modos de mantener un cachorro a salvo de contraer
enfermedades mientras al mismo tiempo te aseguras de satisfacer todas
sus necesidades físicas y psicológicas. Intenta dominar el paseo en un
patio trasero o en el jardín, en el camino de entrada a la casa o en una
zona limitada y desinfectada de la acera (Chris Komives utilizaba una so-
lución de diez partes de agua por una de lejía para impregnar y desinfec-
tar la sección de acera de delante de su casa por la que empezó a pasear
con E/iza), o incluso sobre una cinta de correr colocada en el interior de tu
casa como último recurso (puedes correr tú en la cinta junto al cachorro
para simular el ritual migratorio sin correa). Nadar al lado de un cachorro en
la piscina, en particular si se trata de un perro de aguas, puede tener el
mismo efecto. Utiliza tu imaginación, además de la cautela, para iniciar este
ritual de unión y el hábito del ejercicio desde el primer momento.
Diana Foster dice: «Siempre hacemos hincapié en el paseo y en el
ejercicio. Los pastores alemanes son perros muy fuertes y con un montón
de energía, y necesitan ejercicio aeróbico. Camina en zonas de aparca-
miento o en calles concurridas en las que hay muchos coches, autobuses
y ruidos ... raramente verás a otros perros. Evita áreas en las que haya
clínicas veterinarias o tiendas de animales. Por supuesto tendrás que evi-
tar que circule por la calzada y no dejes que olfatee el suelo. El paseo no
207
es para eso, su finalidad es la estructura del aprendizaje de la marcha
correcta con correa. Sólo has de asegurarte de que caminas con tu ca-
chorro en un entorno controlado. En las clases que impartimos a los
cachorros que nos traen me aseguro de que todos estén vacunados. No
permito entrar a ningún animal enfermo. Si andan con descomposición, si
tosen o si tienen los ojitos malos, no se les permite la entrada. Hay que
extremar los cuidados con los cachorros, ¡pero eso no significa que no
haya que sacarlos de casa! ».
- Obstáculos en el paseo
208
chicarrón de tres meses, el chihuahua explorador quizá me siga hasta la
siguiente manzana de mi barrio mientras que los otros dos puede que sólo
me sigan a unos metros de la puerta.
Tú como propietario has de ser sensible a los límites de tu cachorro.
No debes dejar de ofrecerle desafíos, pero tampoco debes presionarlo
obligándolo a ir más allá de lo que su instinto le aconseja. Lo que debes
hacer es ir añadiendo un metro más cada día a vuestro paseo. Incremen-
ta de forma gradual la distancia, pero no obligues a un cachorro pequeño
en un lugar desconocido o en una circunstancia nueva para él si su ins-
tinto le aconseja lo contrario. Aminora la marcha y deja que asimile la
experiencia a su propio ritmo. Si ignoras o bloqueas continuamente sus
instintos, nunca podrás alcanzar la confianza necesaria para conectar con
él de verdad. Y no olvides que el instinto superior de los perros (los cinco
que le vienen de serie y el tan aclamado sexto sentido) representa en gran
medida lo que más valoramos en ellos.
209
Ya entrada la noche, Melissa sacó a Angel para que se aliviara y des-
pués dar un paseo más corto por el parque que queda frente a su domi
cilio con la esperanza de que se cansara por última vez antes de echarso
a dormir. Durante unos minutos fue trotando a su lado despreocupada-
mente hasta que vio que el camino por el que transitaban conducía a una
zona a la que no llegaba la luz de las farolas; entonces se paró en seco
y no hubo modo de hacerlo continuar. «En un principio traté la situación
como si fuera un perro adulto que hacía una parada; yo seguí adelante»,
nos cuenta Melissa. «Pero Angel se negaba a moverse. Es más, se puso
todavía más testarudo cuando intenté acercarlo a mí tirando de la correa
Probé a animarlo con un palito de mascar (antes había funcionado), pero
ni siquiera conseguí despertar el interés de su olfato. Le pedí que se sen-
tara y establecí contacto visual con él, pero Angel no dejaba de mirar
camino adelante. Empecé a darle vueltas a la cabeza intentando encon-
trar una solución. ¿Qué haría César en una situación semejante?».
Melissa decidió respetar el instinto de Angel, dar media vuelta y echar
a andar hacia su casa, que era la decisión correcta. No es que Angel tu-
viera miedo de la oscuridad, ya que en otra ocasión había salido del
Centro de Psicología Canina en una noche negra como la boca de un lobo
con el resto de la manada. El problema en aquella ocasión era que se
sentía guiado por un humano que sabía escribir sobre perros desde un
punto de vista meramente intelectual, pero no instintivo. En aquella ocasión
la compañera humana de Angel no estaba analizando la situación como
lo haría un perro equilibrado, sino que se estaba lanzando hacia delante
sin olfatear, o sin dejar que Angel lo hiciera, un territorio totalmente inex-
plorado. No había podido utilizar su nariz para estudiar el camino oscuro
que tan amenazador le parecía y, puesto que los ojos tampoco le ofrecían
información alguna, decidió detenerse. Eso es utilizar de modo correcto
el instinto. Incluso Daddy habría reaccionado de ese modo aun siendo un
perro adulto. Daddy ha aprendido que normalmente puede confiar en el
210
humano que lo guía, de modo que si Melissa hubiera querido continuar
habría tenido que dejar que Angel se tomara su tiempo, que se moviera
un poco, que olfateara, que avanzara otro poco y que volviera a oler. An-
gel estaba utilizando su sentido común innato y quería pisar sobre segu-
ro, que es lo que queremos que hagan nuestros perros. Si conseguimos
conectar de verdad con nuestros cachorros y trabajamos con ellos en
sociedad a medida que van desarrollando su confianza ante cosas nuevas,
lugares desconocidos y caminos oscuros y misteriosos, conservaremos
su instinto, un rasgo de gran valor, y no les haremos perder la tan precia-
da confianza que habrán depositado en nosotros.
t Energía y paseo
2 1l
necesarias para devolverlo a la rutina. Y con cada paseo reglamentado
que des te acercarás más a tu perro, serás más líder y él, más seguidor.
Atribuyo gran parte de mi relación íntima y casi física con Daddy a los
miles y miles de paseos perfectos que hemos completado juntos. Pero es
ahora cuando has de invertir para conseguirlos.
En los dos años que han pasado desde que me mudé con mi fami-
lia a Santa Clarita Valley nuestros vecinos Adriana y Terry Barnes y sus
hijos, Christian de 11 años y Sabrina de 14, han llegado a ser unos que-
ridos y muy allegados amigos. Sin embargo, cuando nos mudamos a nues-
tra nueva casa, a Adriana no le entusiasmaba la idea de tener viviendo
al lado al encantador de perros. Tenía pánico a los perros grandes, y muy
en particular a los pitbull. La sangre se le helaba en las venas cuando me
veía paseando a Daddy. Pero mi encantadora esposa, llusion, es capaz
de ganarse al más pintado y Adriana comenzó a trabajar con nosotros
cuando empezamos a diseñar el Centro de Psicología Canina que íbamos
a construir en la tierra que habíamos comprado en las inmediaciones, de
modo que cada vez pasaba más por nuestra casa (y veía más a menudo
a nuestros perros). Daddy es el pitbull que puede hacer cambiar la opinión
de cualquiera sobre su raza en particular. «Es que tenía algo en la mira-
da», me decía Adriana. «Una especie de conexión que me hizo saber
que podía fiarme de él». Las cosas han cambiado mucho para ella, tan-
to que ahora su marido y ella me ayudan a llevar el Centro de Psicología
Canina de Santa Clarita Valley. Terry estaba encantado porque es un
amante de los perros, y sus hijos llevaban tiempo queriendo tener uno.
Dejé que adoptaran a Mol/y, una dulce dachshund de baja energía que
había rescatado en Ensenada, y la vida con ella resultó tan buena que los
212
chicos, en especial Christian, empezaron a hacer campaña para que
adoptaran un cachorrito.
Por desgracia la familia tuvo una mala experiencia con una cacho-
rrita de labrador tiempo atrás, cuando los niños aún no andaban. Adriana
recuerda: «Era un animal de verdad incontrolable. Se pasaba el tiempo
persiguiéndonos y para mí fue demasiado. La dejábamos en el jardín de
atrás y literalmente se lo comió. Todo. Considerándolo desde la perspec-
tiva que tengo ahora, con lo que César me ha enseñado, estoy segura de
que podría haberse arreglado. No le prestábamos la atención necesaria,
ni paseábamos con ella, ni hacía ejercicio. No supimos mostrarle el cami-
no al equilibrio. Yo pensaba que era un animal agresivo cuando en realidad
su único problema era el aburrimiento» .
Estaba convencido de que mis vecinos se merecían una segunda
oportunidad de modo que cuando Blizzard, el labrador amarillo que res-
catamos para este libro, cumplió los cuatro meses, se lo presenté a Adria-
na. Dado que mi contacto con la familia es muy intenso Blizzard se bene-
ficiaba por partida doble: contaría con el cariño y la comodidad de ser un
perro de familia y al mismo tiempo tendría acceso a vivir y jugar con la
manada de mi casa y con la del centro. Adriana y su familia aprenden
rápido y todos han madurado su capacidad de liderazgo gracias a los
desafíos que les ha proporcionado un perro como Blizzard. Pero la diná-
mica de la familia Barnes ofrece un ejemplo perfecto de cómo distintas
energías pueden afectar al mismo perro.
213
embargo, su hermano Christian es un chaval más despreocupado, más
callado, y cuando Blizzard llegó a su casa se sentía mucho menos segu-
ro con él, algo que el cachorro percibió de inmediato. Mientras Sabrina
podía sacarlo a pasear sin problema ninguno, el enérgico labrador tiraba
de él hacia delante o hacia los lados.
«César dice que Christian y Blizzard poseen la misma energía»,
dice el padre, Terry. «Por tanto, siendo los dos de la misma energía, el
perro no lo va a escuchar. Mi hijo es muy callado y muy tímido, y creo que
ésa es la clave. Sabrina reacciona de inmediato si Blizzard empieza a ti-
rar, mientras que Christian le grita: "¡Quieto! ¡No!". Es decir, intenta diri-
girlo con palabras y, como dice César, "Los perros no hablan nuestro
idioma"».
A pesar de su bajo nivel de energía, cuando Blizzard se entusiasma
Christian se pone tenso y muy nervioso. «Es sólo un cachorro», dice Sa-
brina con perspicacia. «Quiere saber a quién debe seguir. Es como un
niño. Y con Christian es como si hubiera dos cachorros, los dos hiperac-
tivos, y por eso no sale bien».
«Creo que es porque llevo demasiado tensa la correa», admite Chris-
tian, «y luego Blizzard empieza a tirar delante de mí. César me ha ense-
ñado a relajarme y a ponerme de nuevo a su altura».
Empecé a trabajar con Christian en el paseo en cuanto me di cuenta
del problema porque es vital que el cachorro considere a todos los seres
humanos de una casa como sus líderes. Y cuando no estaba yo su her-
mana Sabrina intervenía, de tal modo que dice haber notado una gran
mejoría en la técnica de su hermano. «Ya se ha acostumbrado a salir de
paseo con él. Hacen más ejercicio y juegan mucho más juntos, y creo que
ahora están empezando a sentirse unidos de verdad. Se ve crecer la
confianza entre ellos».
Confianza y respeto son los principales ingredientes de una relación
perfecta humano-perro. Dominar día a día la técnica del paseo con el
214
cachorro es el modo mejor y único de garantizarte una profunda conexión
con tu perro que dure para toda la vida.
215
- Jugar como un perro
A todos los perros les encanta correr, a todos les gusta perseguir
cosas (aunque no todas las razas saben de un modo innato recuperar pie-
zas, cualquier perro puede aprender), y todos los perros pueden seguir
un rastro utilizando la nariz. Un juego muy sencillo que suelo utilizar para
sacar de mis cachorros su lado de perro sin que sus tendencias relacio-
nadas con la raza puedan hacerles perder el control es atar una cuerda
al final de un palo largo y luego colgar de la cuerda un muñeco de trapo
blando (su favorito es un pato relleno de plumas). Entonces hago bailar
al muñeco delante del cachorro y lo muevo en círculos. La mayor parte
de la gente movería el palo con rapidez, lo que conseguiría que el cacho-
rro se pusiera muy nervioso. Pero lo que yo hago es manipular el palo
despacio, deteniéndome y volviendo a empezar. De este modo estimulo
al mismo tiempo la conducta de juego y de caza en el cachorro. Cuanto
más rápido juega, más energía física agota, mientras que, si el juego es
lento, agota más energía mental y más se esfuerza, ya que el instinto de
depredador requiere una mayor concentración. Este juego es muy útil si
llevas el cachorrito a rastras con una correa corta. De este modo la correa,
el palo y tú, que controlas el juego, no simbolizáis la sobreexcitación y el
caos, sino que el juego en su conjunto representa el desafío y la concen-
tración, que hacen que el cachorro explote su naturaleza como animal
y perro.
Con este tipo de ejercicios que trabajan la parte de animal-perro en
tu cachorro también podrás empezar a observar los rasgos relacionados
con la raza que el juego o el instinto depredador hacen aflorar. Cuando
tenían tres y cuatro meses, comencé a utilizar con regularidad este juego
con Angel, el schnauzer miniatura, y Mr. President, el bulldog inglés. Había
muy poca diferencia en cómo jugaban ambos: los dos acechaban al pato
y lo perseguían como perros.
216
Sin embargo, las diferencias de raza de cada uno de ellos se reve-
laron en el momento de capturar el juguete. Angel lo acechaba con su
postura perfecta de perro de exhibición y luego se abalanzaba sobre él
con toda su energía. Después de pelearse un poco con el muñeco, lo
soltaba sin más y dirigía su atención a otra cosa. Mr. President se mos-
traba más tranquilo que Angel durante la fase de acecho, pero una vez
que le hincaba el diente al pato seguía maltratándolo a menos que inter-
viniera yo de inmediato para obligarlo a soltarlo. En este punto he de
asegurarme de que juegue como un perro y no como un bulldog. Si entra
en estado bulldog, su juego no tendrá límites e intentará matar al pato. Es
mucho más difícil quitar un juguete a un ejemplar de una raza poderosa
cuando el comportamiento relacionado con la raza alcanza ese nivel. Si
Mr. President, aun siendo un cachorrito de cuatro meses, se dejara llevar
por completo de su estado bulldog, ni siquiera la comida conseguiría dis-
traerlo de su objetivo de destrozar el juguete. Mientras que el juego del
cachorro se mantenga en la zona «animal-perro», siempre podrás utilizar
el olfato para distraerlo.
217
a dificultades de comportamiento si se sienten frustrados; por ejemplo, si
se obsesionan con objetos que se mueven con rapidez, como monopati-
nes y bicicletas.
Al pretender que la crianza de Mr. President fuera más dirigidH
a su naturaleza de perro que a la de bulldog, mi objetivo era conseguir
que primero utilizara siempre la nariz. Uno de los medios que empleó
para trabajar este objetivo fue jugar con él a esconder la comida. En el
garaje construí una carrera de obstáculos utilizando barreras, cajas
y contenedores. Luego froté la comida en varios puntos con el fin do
que quedaran impregnados de su olor pero ocultando la comida verda-
dera en el lugar más difícil de encontrar. Dado que el interés de M,
President por la comida es muy grande éste resultó ser un modo estu-
pendo de conseguir que utilizara más el olfato que los ojos. Hago esto
ejercicio con todos los cachorros (con Angel en particular es también
un modo de ponerlo en contacto con la raza terrier que lleva dentro),
pero con Mr. President servirá en el largo proceso que conducirá a li-
berarlo del impulso a veces destructivo de su impronta genética do
bulldog.
t Carrera de obstáculos
218
Consciente de que había adoptado un terrier con una elevada dosis
de energía y una mente que iba a necesitar desafíos constantes, Chris
Komives preparó su propia carrera de obstáculos para su wheaten terrier
E/iza. «E/iza posee un intenso instinto de juego y le he construido saltos,
túneles y otros obstáculos en el jardín para desafiarla. Tiene pelotas, dis-
cos, juguetes de cuerda y de otros materiales que son su recompensa
a lo largo de la carrera de obstáculos. Por las tardes. después de volver
del paseo pero antes de cenar, practicamos entre diez y quince minutos.
Los fines de semana o cuando tengo días libres hacemos trabajo de agi-
lidad por las tardes, también sólo en sesiones de entre diez y quince mi-
nutos». Chris explica un detalle que los dueños deben tener presente
cuando organicen juegos mentalmente estimulantes o sesiones de con-
dicionamiento con sus cachorros: «Es obsesiva por naturaleza y creo que
se cansa antes que yo. En cualquier caso debo estar atento para no so-
brecargarla». Con los cachorros bueno y breve debe ser la norma. Como
se dice en el mundo del espectáculo: «Que la audiencia se quede con
ganas de más».
t Alimentar la raza
219
4 81/zzard, el retriever
Los labrador retriever son perros de caza diseñados por los humanos
para buscar y recuperar la pieza cazada. Los labradores tienen una boca
blanda, lo que quiere decir que llevan la pieza con delicadeza para no
mutilarla o destruirla. Por ello son también compañeros de juego idealeR
para los niños, aunque esa boca blanda debe ser cultivada en los labra•
dores desde la infancia. «A 8/izzardle gusta jugar a morder con Christian»,
me cuenta Terry. «Sabrina le toca en el cuello y el perro abandona de
inmediato, pero con Christian llega hasta el límite ». Mi siguiente tarea
consiste en ayudar a la familia a que Christian se transforme en un líder
fuerte con B/izzard cada vez que se pase un poco de la raya en el uso do
la boca.
En lo que se refiere a recuperar la pieza, todos los ingredientes
están en los genes de los labradores, pero lo que es innato no siempro
aparece de un modo natural, tal y como descubrió John Grogan en Mar·
ley y yo. «Era todo un maestro en la persecución de la presa. Lo que no
terminaba de comprender del todo era el concepto de devolverla. Su
actitud podría describirse con la siguiente frase: si tanto quieres el dicho·
so palo, salta tú al agua a buscarlo. Me lo dejaba a los pies, pero, cuando
yo me agachaba para cogerlo, Marley estaba preparado, me lo quitaba
de las manos y salía corriendo con él por la playa haciendo eses. Luego
volvía hasta casi toparse conmigo y me desafiaba a perseguirlo. ¡Se su-
pone que eres un labrador retriever! , le gritaba yo, ¡y no un labrador
huidor!».
La solución de John al problema era tentar a Marley con un segundo
palo, basándose en la teoría de que un perro suele querer lo que otro
perro (o humano) tiene en la mano más que lo que él ya tiene en la boca
Tras un día agotador de prueba y error él y su caprichoso labrador hicieron
algunos progresos, pero su descripción del evento deja claras dos cosas :
22 0
que Mar/ey no respetaba a John y que John no era ni de lejos el líder de
su manada. Marley trataba a John como habría podido tratar a un herma-
no de camada (provocándolo y tomándole el pelo} pero un seguidor no
juega así con un líder. Es posible que Marley confiara en John y se sintie-
ra unido a él, pero no lo respetaba lo suficiente para que hubiera podido
guiar al cachorro en crecimiento hasta hacer del labrador impreso en sus
genes el adulto que debería haber sido.
Tengo buenas noticias para todos los futuros dueños de Mar/eyque
pueda haber: existe un modo mucho más sencillo y directo para conducir
las habilidades de un labrador (o de cualquier otro perro) que meterse
a ese juego tan frustrante que es «el mío es mejor que el tuyo». Todo se
reduce al concepto de ser el líder de la manada y a ejercer el control del
juego a través de la conexión con el cachorro. Tan pronto como Blizzard
llegó a casa conmigo lo llevé a las colinas del Santa Clarita donde tenemos
el Centro de Psicología Canina para empezar a dar rienda suelta al retrie-
ver que lleva en los genes. La clave, el ingrediente secreto que le faltaba
a John Grogan, es el contacto visual. Cojo la pelota y la retengo para
llamar la atención de Blizzard, porque cada vez que un objeto se mueve
para el cachorro es como si cobrara vida. Espero a que se siente en un
estado sumiso y activo, mirándome a los ojos y esperando mi señal. Sólo
cuando al fin se muestra concentrado en el contacto visual establecido
conmigo y aguarda lanzo la pelota. No lo hago cuando está sobreexcitado,
ni tampoco cuando está fijado en la pelota en sí. Lanzar una pelota a un
cachorro cuando su atención está clavada en ella puede sembrar la
semilla de la obsesión. Blizzard está jugando conmigo, y no con la pelota.
No continúo con el juego si no me la devuelve, pero, puesto que ha reco-
nocido con su contacto visual que el juego es mío, su deseo es devolver-
me la pelota para que volvamos a empezar. Este juego, como cualquier
otro al que me dedico con mis perros, también tiene un comienzo claro,
decidido por mí, y un claro final, decidido también por mí. Le comunico
221
que el juego ha concluido asegurándome de que está sentado y relajado,
y no revolviéndose nervioso, esperando otra partida. Este ejercicio es u11
ejemplo de cómo la conexión, la comunicación y el condicionamiento puo
den combinarse para satisfacer las necesidades de nuestros perros. Lo
más hermoso de todo esto es que este tipo de comportamiento ya so
encuentra impreso en el ADN de un retriever. Mi cachorro sólo necesil11
que sea yo quien se lo muestre.
No tienes que ser dueño de un labrador o de un ejemplar de cuol
quiera de las demás razas deportivas para jugar así con tu cachorro. Con
liderazgo, contacto visual y muchas repeticiones un perro de cualquio,
raza puede beneficiarse del ejercicio que supone acceder al perro quo
lleva dentro. He educado a Junior para que pueda ser un magnífico retrio
ver: es un verdadero placer verlo correr tras la pelota con un cuerpo tan
musculoso como el suyo, salpicándose de la hierba y el barro que arran
ca con las patas de las colinas tostadas de California. Se supone que lou
pitbull no son retriever, pero Junior siempre me trae la pelota. De hecho,
devolverla se ha convertido para él en un gesto de buena educación y res
peto hacia sus superiores. Por su propia voluntad lleva juguetes a Daddy,
me los trae a mí o a cualquier otro ser humano al que quiera complacer
Angel, un terrier, también es un magnífico retriever. Utilizando el método
del contacto visual, dará alcance y devolverá cualquier pelota que se In
lance. Incluso Mr. President ha aprendido a devolver con la ayuda de lu
disciplina, la repetición y los ejemplos de los demás miembros de la ma-
nada. Para un perro nacido con instinto de retriever la recompensa es 111
consecución de la tarea encomendada mientras que para otras razas
tendrás que aumentar esa misma recompensa añadiendo más alabanzas,
más caricias o alguna golosina. Sea cual sea la raza de tu perro, no subes-
times el poder de un juego tan sencillo como el de lanzar una pelota y quo
el animal la busque y te la devuelva para reforzar la conexión entre tu
cachorro y tú.
222
Las recompensas por el buen comportamiento y los
incentivos pueden ser
223
supervisarlo constantemente y no olvides que la piscina debe estar valla
da para evitar posibles accidentes potenciales que puedan poner su vidn
en peligro.
¿Cómo aprenden a nadar? Pues ¡estilo perrito, por supuesto! Mé•
tete en el agua tú antes y deja que te vea lo mucho que disfrutas en ella
Sólo con eso conseguirás despertar su curiosidad y puede que te siga por
su propio pie. De no ser así, anímalo a entrar tirando suavemente de la
correa, o dejándose llevar de su olfato al seguir una golosina que lleves
contigo. Es posible que cuando se vea rodeado de agua se asuste un
poco, pero tú no tienes por qué. Sujeta su cuerpo con firmeza y con ambas
manos y deja que sus patas adopten de modo natural el ritmo del chapo-
teo. Muévete con él en brazos en el agua durante un rato para que so
acostumbre a la sensación. Una vez que sientas que ya se le ha pasado
el miedo, puedes alejarte un poco (más o menos un metro) y dejar quo
vaya nadando hasta ti.
«Pero ¡es que 8/izzardtiene miedo al agua!», se me quejaba Chris-
tian poco después de que su familia y él se hubieran llevado al perro a casa
con unos cuatro meses. «No quiere ni oír hablar de meterse en la piscina»
El enfado de Christian era comprensible ya que, al fin y al cabo, uno de los
atractivos del labrador es su historia de nadador y de retriever en el agua
A pesar de lo mucho que Christian y su hermana Sabrina querían a Mol/y.
la dachshund madurita que adoptaron de mi casa, estaban deseando tener
un perro activo y juguetón que se zambullera con ellos en la piscina de su
jardín. Lo tranquilicé diciéndole que el hecho de que Blizzard dudara un
poco ante el agua no quería decir que fuera un labrador defectuoso. Al
igual que le pasaba a Marley en sus primeros y torpes intentos de cobrar,
los genes de Blizzard respecto del agua estaban en él. Los perros sólo
necesitan guía y liderazgo para sacar esas cualidades de sí mismos.
Decidí iniciar a Blizzard en mi propia piscina cuando tenía unos
cinco meses, mientras rodábamos el episodio de El encantador de perros
224
en el que participaba un cruce de labrador y mastín de nombre Joe. He
conseguido que todos nuestros canes acaben siendo perros de agua.
Aquel día en particular estaban implicados Junior, Angel, Mr. President,
Jack el jack russell, Hardy el bulldog francés y un bulldog inglés de nombre
Chuckie que se encontraba de visita. Un pitbull, dos terrier y tres bulldog
nadaban conmigo en la piscina corno si hubieran nacido en el agua; sin
embargo, había otro más que aún nos contemplaba desde tierra firme con
la cabeza gacha y proyectando una energía cargada de nerviosismo: Bli-
zzard, el único perro de aguas del grupo.
Le coloqué al cuello una correa de nailon para poder tener algo más
de control sobre él y me dispuse a animarlo con comida. A medida que
iba acercándolo al agua donde el resto de la manada jugaba y chapotea-
ba pasándoselo de miedo, empezó a cerrarse en banda. Sé por experien-
cia que ofrecer comida a un perro que se ha cerrado sólo sirve para que
acabe rechazándola, y cada rechazo menoscaba la confianza que hay
entre los dos. Para él significa que no soy capaz de entender lo que pre-
tende decirme.
Dejé, por tanto, a un lado la estrategia de la comida y me torné mi
tiempo. Me metí en el agua y lo fui animando para que se acercara. Cuan-
do ya estaba en el borde, lo torné en brazos. Sentí que se quedaba com-
pletamente inmóvil, así que no lo metí en el agua de inmediato, sino que
lo mantuve en brazos durante unos treinta segundos, hasta que noté
que empezaba a tranquilizarse y entonces puse en marcha mi estrategia
de socios: coloqué sus patas traseras en la escalera de la piscina donde
cubría menos y dejé que apoyara las delanteras en mí para que fuera
acostumbrándose a la sensación del agua. Luego, despacio, lo solté. Tenía
que poner las manos en alguna parte y de pronto se encontró sentado
y erguido sobre el peldaño de la escalera. Parecía sorprendido de estar
así, pero se podía leer en su lenguaje corporal: «Oye, pues no se está tan
mal aquí» . Obviamente no era el agua lo que le parecía tan terrible, sino
que lo que parecía confundirle era más bien la transición desde la tierrn
seca al agua.
Me quedé allí sentado con tranquilidad durante tres minutos más,
dejando que se acostumbrara a ta sensación; entonces me alejé un poco
más y tiré suavemente de la correa. Él se echó hacia delante y yo lo su-
jeté por debajo para dejar que se moviera con las cuatro patas a un tiem-
po y que descubriera qué debía hacer para nadar. Luego poco a poco fui
dejando de sostenerlo hasta que él mismo decidió abandonar mis brazos
y nadar hasta el final de la piscina. Tiré de él para que volviera y tras de-
jarle descansar un momento retrocedí y lo animé a venir hasta mí. Repe-
timos el ejercicio varias veces y Blízzard fue sintiéndose cada vez más
cómodo en el agua y más confiado en sus movimientos.
A continuación intenté conducirlo de nuevo desde la tierra seca al
agua, y lo consiguió con muchas menos dudas que antes. Lo hizo tan bien
que añadí un juguete al ejercicio y dejándose llevar por su instinto Blizzard
supo lo que tenía que hacer: volver a mí con el juguete en la boca. De ese
modo me confirmó que su genética estaba empezando a desbancar al
miedo inicial a lo desconocido. A continuación lancé el juguete muy lejos
en el agua y Blizzard salió disparado a buscarlo. Lo animé con muchos
elogios. Al final de la sesión entraba y salía del agua como Pedro por su
casa . Hicimos este ejercicio más de diez veces, y en el curso de unos
treinta minutos Blizzard pasó de ser un labrador temeroso del agua al
perro de aguas que por nacimiento le correspondía ser.
- El olfato de un schnauzer
227
hasta que me di cuenta de que su olfato había empezado a funcionar
y ladeaba ya la cabeza hacia los tarros. La primera vez seis tarros resul-
taron ser demasiados ya que Angel se sintió desbordado y rápidamente
se distrajo, así que reduje el número a cuatro. Angel fue olfateándolos
todos hasta llegar al que contenía la colilla; lo empujó y se quedó junto
a él. Repetimos el ejercicio tres veces hasta que Angel me miró una vez
descubierta la colilla como si quisiera preguntarme: «¿ Y qué saco yo de
todo esto? ». Lo recompensé con un montón de afecto durante un buen
rato y captó el mensaje sin dificultad. «¡Yo sólo he tardado un instante en
encontrar eso y me he ganado un montón de afecto!» . Inmediatamente
después volvió a la fila de tarros, empujó con el hocico el que contenía la
colilla y volvió a mirarme.
A los cuatro meses más de diez minutos seguidos de un ejercicio
como éste saturarán la capacidad de concentración de un cachorro,
pero si sigo desafiando a Angel con cosas de este estilo, ¿quién sabe?
A lo mejor algún día puede que lo contrate el ayuntamiento para limpiar
de colillas de cigarrillos toda la playa de Malibú ... Alimentando el olfato de
Angel estoy desafiando su naturaleza de perro y honrando su raza
de terrier.
- Combatir la raza
228
Junior es un pitbull, pero su energía ha sido canalizada hacia otras
actividades productivas: actividades perrunas tales como correr, recuperar
piezas, nadar (le vuelve loco nadar, más que a cualquier perro de aguas
que haya conocido) y, al igual que a Daddy, le encanta ayudarme a reha-
bilitar perros inestables con su energía serena y sumisa. Empecé desa-
fiando a mi pitbull gris pizarra de este modo cuando era sólo un cachorro:
me lo llevaba a los rodajes de El encantador de perros cuando tenía entre
tres y cuatro meses y allí le enseñaba que nunca respondíamos a perros
agresivos, ansiosos o sobreexcitados. Este último es el trabajo más im-
portante de Juniory el menos natural para él (o para cualquier otro perro),
ya que su inclinación natural al encontrarse con un animal inestable es
corregirlo y, si esa corrección no consigue el fin deseado, atacarlo. Pero
la energía mental y la concentración que Junior necesita emplear para
este trabajo le recompensan de un modo excepcional.
229
zzard y las volteretas que hacían jugando al tira y afloja con sus muñecos
de cuerda y sus peluches. Por su raza de bulldog se sentía mucho más
atraído que su hermano Angel por aquel estilo duro y competitivo de jue-
go. Cuando Mr. Presidenttenía cuatro meses, le dejé empezar a jugar con
los mayores y participar en sus actividades para poder observar y guiar
sus reacciones. Elegí un muñeco (una ardilla de trapo con olor a vainilla)
y lo lancé a la refriega para que Mr. Presidentfuera el primero en cogerlo.
Incluso siendo tan pequeño se despertaría su naturaleza beligerante de
bulldog . Sacó pecho, se cuadró sobre el muñeco protegiéndolo con su
envergadura como haría un quarterback preparándose para dar una pa-
tada al balón y se hizo su dueño. Luego lo cogió en la boca y comenzó
a deambular por allí mirando a los mayores que lo seguían ... y desafián-
dolos.
Para muchos dueños que un bulldog tan pequeñajo intentara ha-
cerse el duro ante otro enorme pitbull y un labrador larguirucho sería una
monada encantadora e incluso serviría de tema para algún que otro vídeo
casero. El peligro es que si permites que la intensidad de esta clase de
juego suba muchos grados o que lo haga con mucha asiduidad estarás
alimentando la peor parte de los genes de un bulldog: el lado cabezota
con el que suelo lidiar cuando me llaman para rehabilitar a un ejemplar
de esta raza. Por eso es importante empezar a establecer límites y a su-
pervisar desde muy pronto: para que tu cachorro quede programado para
no jugar con tanta intensidad que corra el peligro de descontrolarse. Si
el perro empieza a gruñir quedamente, si domina al juguete con todo su
cuerpo o si parece querer despedazarlo, ha llegado el momento de in-
tervenir.
Cuando Mr. President empezaba a ponerse en este estado, yo me
acercaba tranquilamente y me ponía de cuclillas frente a él. Las primeras
veces él me respondía poniendo la barbilla encima del muñeco y mirán-
dome a los ojos con fijeza. Me estaba desafiando apoyándose en su lado
230
bulldog. De haber querido, podría haber empleado comida, teniendo 011
231
Cuando enseñaba a Mr. Presidenta entregarme a mí los juguetes
quería que lo hiciera exactamente del mismo modo que Junior y Blizzard
lo hicieron ante Memphis: soltando el juguete y alejándose sin más. Podría
haber intentado quitárselo, podría distraerlo con comida y arrebatárselo
cuando no estuviera mirando, pero de ese modo echaría a perder el pro-
pósito de utilizar el juego como medio para conectar y comunicarme con
mi cachorro. No quiero engañarlo ni tomarle el pelo; quiero que siempre
confíe en que voy a comunicarme con él con claridad y de un modo directo,
como lo haría otro perro. Por tanto, espero con cal,m a.. ., uno o dos minutos
las primeras veces ... hasta que se convence de que no voy a renunciar
de ningún modo y voluntariamente me ofrece el muñeco y se aleja.
Algunas personas querrán añadir una orden a este ejercicio, como
«Suelta» o «Dámelo», o incluso el ruido que yo hago, «Chsst», que sim-
plemente significa «no estoy de acuerdo con lo que estás haciendo en
este momento», pero es importante recordar que no debemos repetir esa
orden una y otra vez mientras el cachorro aún está intentando dilucidar lo
que queremos, ya que puede llegar a asociar esas palabras y esos soni-
dos con retener el juguete. Lo que se debe hacer es pronunciar la orden
sólo en el momento en que el cachorro suelta el juguete y a continuación
recompensar/o con alabanzas, afecto o una golosina. Puede que tu perro
esté dispuesto a poner a prueba tu determinación, pero si pones en prác-
tica este ejercicio de un modo regular llegará a comprender que eres tú
quien controla todos los objetos que hay en la casa y que el hecho de quo
se encuentre un juguete en el suelo no significa que pueda jugar con él.
Fijar límites de este modo sirve como medida preventiva contra lu
posibilidad de criar un perro que arrebate y destruya objetos que le están
vetados. Si como hemos visto las muestras de determinación de Mr. Pre-
sident son enormemente firmes a una edad tan temprana, ¡imagínate has
ta qué punto pueden intensificarse cuando llegue a la adolescencia y em
piece a poner a prueba esos límites! Con los bulldog y otras razas
232
poderosas debes empezar muy pronto a hacer esta clase de ejercicios de
propiedad, y tener mucha paciencia ya que de este modo evitaremos tener
una lucha de poder cuando sea un adulto capaz de hacer mucho más daño.
Así es como yo he criado a Daddy y a Junior y así es como han llegado
a ser perros educados y respetuosos dentro de un cuerpo de pitbull.
~ "'I
233
su nivel de nerviosismo. Acércate a él con calma y determi-
nación, mirándolo con firmeza hasta que el cachorro se sien-
te o se relaje.
4. Para conseguir que tu cachorro suelte un objeto primero
debes reclamarlo con la mente y con tu energía. No puedes
dudar y debes mostrar con absoluta claridad cuál es tu in-
tención. No negocies, ni le ruegues, ni mental ni verbalmen-
te. No repitas órdenes del tipo «¡Suéltalo!» si no te ha obe-
decido la primera vez. Tu cachorro no se lo va a tomar de un
modo personal. No debería tener problemas para darte lo
que él sabe que te pertenece.
t Tira y afloja
El juego de tira y afloja les gusta a todos los cachorros, así que ¿qué
puede tener de malo? Yo personalmente nunca practico ese juego con
mis perros, ya sea un chihuahua o un mastín. No quiero que llegue a pen-
sar que puede medir sus fuerzas con las mías, aunque sepa que puedo
ganar siempre. Si tienes un bulldog o un ejemplar de cualquiera de las
razas poderosas, te insto a que no adquieras este hábito, no importa lo
mono que pueda ponerse tu cachorro cuando intenta quitarte de la mano
tus calcetines favoritos. A los perros les encantan esta clase de juegos,
pero pueden desarrollar con ellos el instinto depredador que a su vez
puede acarrear un comportamiento obsesivo que en el futuro resultará
difícil de apaciguar. Cuando son cachorros podrás ganar sin dificultad,
pero cuando ese perro tenga seis meses, cada vez que se haga con la
234
victoria se dará cuenta de que puede controlarte. Este juego alimenta el
comportamiento dominante y obsesivo en el cachorro, que es exactamen-
te el opuesto al perro sereno y sumiso que quieres crear.
Tampoco querrás tener un perro que piense que puede poseer algo
que te pertenece. En el mundo de un cachorro tú eres dueño de todo y le
das permiso para jugar con determinadas cosas. Si tu perro tiene un ob-
jeto y tú lo quieres, tiene que saber que deberá soltarlo en cuanto se lo
pidas. Ésta es la ley que debes instaurar desde una edad temprana para
que la siga respetando a lo largo de toda su vida.
Sin embargo, en la manada salvaje los cachorros suelen promover
esta clase de juegos con sus compañeros de camada. Si tienes más de
un perro, un juego de tira y afloja supervisado entre cachorros puede
satisfacer su deseo de practicarlo sin enseñarle malos hábitos que más
adelante pueden constituir un quebradero de cabeza. Los perros adoran
los desafíos y una competición lo es siempre. Cualquiera que haya pasa-
do un tiempo entre un grupo de perros (o de niños en edad preescolar)
sabrá que da igual que haya muchos juguetes desperdigados por el sue-
lo: todos los perros (o todos los niños) mostrarán interé_s por el que un
compañero tenga en su poder.
Mientras Blizzardtuvo cinco, seis y siete meses, permití que jugara
al tira y afloja con Junior siempre bajo supervisión y que ambos pudieran
beneficiarse de ello. Para Blizzard el labrador el beneficio consistía en
disfrutar del juego, de la competición, del desafío para su mente y sus
reflejos, de la sensación de tener el juguete de cuerda en la boca y con
el fin de desarrollar en él la capacidad de «perder con estilo», lo que
significa, en términos humanos, saber cuándo hay que pedir clemencia.
Para Junior los beneficios eran aprender a jugar con suavidad como lo
hacen los labradores y no con toda la intensidad que puede desarrollar
un pitbull, aunque en su caso, al año y medio, era ya más «perro» que
«pitbull». Junior también aprendía la sabiduría que se desprende de en-
2 35
señar reglas y límites a un miembro más joven de la manada. Siempre
intercedo en estos juegos para asegurarme de que todo el mundo es
consciente de que en cuanto yo hago acto de presencia el juguete se me
ha de entregar. De ese modo siempre tengo la posibilidad de parar o ini-
ciar una sesión de juegos si me parece que se están poniendo demasia-
do violentos.
2 37
palabra que utilicemos con los perros debe ser sencilla y debemos ser
consistentes en su uso para la acción que queramos obtener. Por otro
lado, siempre es mejor usar una sola palabra más que una frase o incluso
dos palabras, ya que a menudo el perro oirá sólo la última. Por eso, si
queremos captar su atención, diremos por ejemplo su nombre, "Ben".
Después añadimos "Siéntate", y no "Siéntate, Ben". Si ponemos su nom-
bre después de cada orden, lo único que oirá será precisamente eso y no
significará nada para él».
¿A qué edad debes empezar a condicionar a tu perro para que obe·
dezca órdenes? Los Grogan recibieron varios consejos algo cuestionables
al respecto por parte de amigos que veían cómo el cachorro de labrador
crecía rápidamente y los arrastraba de un lado para otro por el camino en
el que paseaban, paralelo a la Florida's lntercoastal Waterway. «Tenemos
amigos veteranos ya en el cuidado de perros y nos dijeron que no tuvié-
ramos prisa con lo de las órdenes. "Es demasiado pronto", nos dijo uno
de ellos. "Disfrutad del cachorro mientras podáis. Enseguida crecerá y ya
empezaréis con el entrenamiento"».
Si has leído este libro hasta aquí, reconocerás sin duda lo ilógico de
este planteamiento. ¿Te imaginas que alguien dijera, hablando de un niño
de seis a diez años, «déjalo disfrutar de su niñez y no te preocupes por
enseñarle a leer y escribir hasta que no haya cumplido los doce»? La
infancia de un perro (desde su nacimiento hasta los ocho meses) es el
periodo más intenso y condensado de crecimiento tanto físico como men-
tal. Entre las ocho y las dieciséis semanas el cerebro del perro alcanza
su índice más alto de crecimiento. Los resultados de muchos estudios de
comportamiento y numerosos electroencefalogramas demuestran que los
cachorros de ocho semanas funcionan casi al mismo nivel de aprendiza-
je que los perros adultos. Sin embargo, a medida que los cachorros ma-
duran (alrededor de la semana décimosexta 1) la facilidad con la que apren-
den empieza a declinar notablemente. Ésa es la razón de que cuando se
empieza pronto a enseñar a un cachorro a respetar límites, a enfrentarse
a desafíos en forma de juegos o tareas, así como a responder a órdenes
verbales y señales, estés ayudando a su cerebro a desarrollarse hasta
alcanzar su máximo potencial.
«Entrenar no es reprimir», dice mi colega Clint Rowe, adiestrador
animal veterano de Hollywood. «Es desarrollar y moldear la consciencia
de un animal y el acceso a su cerebro. Pienso que desarrolla la conscien-
cia de sí mismo de un animal porque para que aprendan de buen grado
tienes que ser consciente de sus propios pensamientos y asociaciones
antes de poder enfocarlos. Lo más importante a la hora de adiestrar a un
animal es ser consistente y tener un objetivo claro en mente. Si careces
de ese objetivo, el animal tampoco lo tendrá».
Si primero has desarrollado una conexión con tu cachorro, él estará
dispuesto de manera automática a complacerte. Martín Deeley señala el
disfrute de la sesión de entrenamiento como la motivación número uno
para un cachorro: «Divertirse y recibir ayuda clara y concisa para hacer
lo que se espera de él, todo recompensado con una sonrisa y una expre-
sión de felicidad. Un cachorro no llega al mundo deseando ser un líder
sino que busca alrededor liderazgo y guía, busca una mano firme y aten-
ta que le muestre el modo correcto de hacer las cosas y que lo recom-
pense con una caricia, una sonrisa y la aceptación dentro de la manada.
Incluso espera recibir alguna reprimenda, firme pero no áspera, y apren-
de de ella. La motivación para llevar a cabo una acción determinada o un
comportamiento no siempre se genera esperando una recompensa po-
tencial pero sí puede surgir por un deseo de evitar el peligro, el conflicto
y lo que podríamos llamar la ausencia de recompensa».
Incluso descubrir cuáles son sus limitaciones es satisfactorio para
un cachorro porque está en su programa el hecho de interiorizar las reglas
que rigen dentro de una estructura social. La vida tranquila en una mana-
da de cánidos salvajes depende de la capacidad de cada uno de sus
l 9
miembros de aprender y respetar las restricciones y los límites del grupo
Un cachorro feliz es aquel que comprende claramente qué comportamien•
tos merecerán la aprobación del resto de la manada.
La sangre azul que corre por las venas de Angel, su linaje como
descendiente de perros de exhibición campeones, le ha proporcionado
una ventaja genética a la hora de iniciar el proceso de obediencia. Lm1
schnauzer miniatura figuran entre las razas de perro más fáciles de adies•
trar. Me resultó sencillo enseñarle a sentarse alzando un solo dedo de 111
mano a modo de señal en cuanto llegó a nuestra casa. Sentarse es una
respuesta automática de un cachorro cuando está indeciso sobre lo quo
debe hacer, de modo que sólo me costó algunos días de recompensas
(en un principio en forma de golosinas, y después sólo elogios) que Angol
respondiera de modo satisfactorio al verme levantar el índice. Así es como
he condicionado a Daddy, Junior y a los demás perros a los que he ense-
ñado a sentarse a una orden mía. A los cuatro meses confirmamos qua
había interiorizado el comportamiento la noche que se quedó a dormir en
casa de Melissa, ya que pudo conseguir de él sin dificultad alguna que so
sentara y que respetara los límites espaciales que le impuso utilizando
una mano. Ésta es otra ventaja de empezar a edad temprana con esto
entrenamiento silencioso: que puede transferirse fácilmente a otra perso-
na que pueda estar al cuidado de tu perro.
«Tumbado» es una respuesta un poco más complicada de aprender
para los cachorros, ya que tumbarse puede no resultar natural para ellos
si no están cansados. Cuando Angel iba a cumplir los cuatro meses lo
llevé al Centro de Psicología Canina con el fin de empezar a condicionar-
lo para que se tumbara a mi orden. El gesto que quería que aprendiera
era alzar un dedo en el aire y después bajar el brazo para que compren-
diera que él debía hacer ese mismo movimiento con el cuerpo.
Mis únicas herramientas eran algunas golosinas y tres mesas plega-
bles largas puestas una a continuación de la otra. Colocarlas de este modo
para permitir, digamos, la huida es un modo estupendo de trabajar con un
cachorro porque puedes mantener el contacto visual con un perro peque-
l'lo sin tener que estar agachado y sobrecargar la espalda. También obliga
al cachorro a estar centrado en ti porque tú eres el único medio para volver
a bajar al suelo y porque no puede alejarse si se aburre o se distrae. Es
Importante utilizar el «trabajo de equipo » para conseguir que el cachorro
suba a la mesa: utiliza una rampa o una escalera y anímalo a subir con un
olor o una golosina (escondida detrás de la mano para que no pueda co-
gerla, sino que la huela o la lama) o, como yo hice con Angel, cógelo por
la piel del cuello apoyando sólo las patas delanteras sobre la mesa para
que sea él solo quien descubra cómo poner las traseras. De este modo el
cachorro es un participante activo y motivado en el ejercicio.
Para comenzar la sesión lo coloqué en un extremo de la mesa y des-
perté su olfato con la golosina que tenía en la mano, dejándole olerla pero
no comérsela, y luego la escondí dentro de la mano bajo la mesa. Esta-
blecí contacto visual con él, alcé el dedo y lo bajé despacio. Luego espe-
ré a que dedujera qué había querido decirle. Habría sido más fácil empu-
jar su trasero hacia abajo para conseguir la posición de tumbado y luego
haberle dado la golosina para hacerle comprender que eso era lo que
quería. Éste es el método exprés que prometen algunos de los adiestra-
dores con resultados instantáneos, y no es que yo diga que no funciona,
pero creo que, si el perro descubre la estrategia por sí solo, el proceso
queda impreso en su mente de un modo más profundo y lo recuerda me-
jor. Al mismo tiempo sirve para reforzar su autoestima porque le he su-
puesto un desafío y él solo ha encontrado la solución . De este modo lo
animo a intentar solventar cualquier otro problema que se le presente.
Una vez más vuelvo a establecer contacto visual con Angel y le pido
que observe mi mano mientras repito el movimiento de tumbarse. Angel
se sentó y bostezó: como ya he dicho, el bostezo es a menudo una señal
de que un perro se siente frustrado, atascado mentalmente o que estÁ
pensando algo. Dejé que me lamiera la mano pero sin darle aún la golo-
sina. Me quedé callado y aguardando con paciencia hasta que en un
momento dado Angel vio la luz: se tumbó y yo le di la golosina. A mí mo
había parecido que habíamos tardado una eternidad, pero cuando con-
sulté el reloj ¡resultó que apenas habían transcurrido cuatro minutos!
A continuación caminé hasta el lado más alejado de la mesa para
repetir la misma rutina. ¡En aquella ocasión tardó apenas cuarenta se-
gundos en tumbarse y ganarse la golosina! Decidí arriesgarme a propo-
nerle el ejercicio por tercera vez, pero transcurrido más o menos un mi-
nuto se distrajo y se alejó hacia el otro lado de la mesa. Esto es típico en
los cachorros: diez minutos de entrenamiento intenso es mucho para
ellos. «En un principio», nos cuenta Clint Rowe, «las sesiones de entre-
namiento deben oscilar entre un minuto y cinco porque los cachorros so
cansan mentalmente enseguida y necesitan descansar. Los treinta años
que acumulo de experiencia en el adiestramiento me han enseñado
(aunque carezco de datos empíricos que lo apoyen) que durante los
periodos de descanso las conexiones entre las células cerebrales crecen
y se desarrollan otras nuevas ». Angel dio muestras de cansancio mental
al aumentar la frecuencia de los bostezos. Me estaba diciendo: «Ahora
sólo soy capaz de hacer lo que me pides dos veces». De este modo supo
que al día siguiente podría volver a hacer este ejercicio otras dos veces ,
y así en adelante , pero en aquel momento no podía poner punto final
dejándole el mal sabor de boca del fracaso porque sería eso lo que él
recordaría. Tenemos que sobreponernos a nuestra propia impaciencia
y esperar a que nuestros cachorros sean capaces de concluir una taren
con éxito.
Para dar a Angel su final feliz lo llamé con el sonido parecido al beso
y acudió de inmediato. Cuando llegó, lo recompensé con una golosina.
Entonces hicimos un intento más. Angel se sentó frente a mí bostezando
y suspirando al principio: en ese momento estaba muy cansado y aburri-
do. Pero exactamente un minuto y diez segundos más tarde completó el
ejercicio. No sólo lo recompensé con la golosina, sino con una buena
ducha de afecto. ¡Se lo merecía!
Esta sesión de entrenamiento, por corta y suave que fuera, estaba
cargada de significado. Sentamos las bases del movimiento de tumbado
y reforzamos órdenes que él ya conocía: mover mi dedo hacia delante
significaba «sentado», moverlo hacia un lado significaba «sígueme» y el
sonido parecido a un beso significaba «ven». Cuatro lecciones en una
sesión de diez minutos. Si un cachorro se aleja corriendo tras una sesión
sabrás que lo has presionado demasiado, y yo supe que había tenido
éxito y no lo había sobrecargado de trabajo cuando Angel volvió a acer-
carse a mí nada más bajarlo de la mesa. Las mesas ahora contienen una
asociación positiva para él. «Éste es el lugar en el que paso un rato con-
centrado con mi humano, donde me desafían y donde me recompensan
con deliciosas golosinas».
t Métodos de entrenamiento
2 43
función del animal. Cuando le tocó el turno a Wilshire, un dálmata de ocho
semanas adoptado por los bomberos de Los Ángeles al que debía ense-
ñarle la combinación de «parar, tumbarse y rodar», empezó recompen -
sándolo con golosinas y utilizando un c/ickercomo señal de que Wilshiro
había completado con éxito su tarea. Un tiempo después las golosinas
dejaron de ser n.ecesarias y el sonido del clicker se transformó en la re-
compensa. «Un c/ickeres sólo la confirmación de que lo que han hecho
está bien y que después les aguarda una recompensa. Decir "bien" es lo
mismo, o incluso no decir nada ni darle pista alguna puede funcionar
del mismo modo. No olvides que ellos son artistas que observan constan-
temente nuestro lenguaje corporal, así que saben cuándo estás satisfecho
Lo que ocurre al final es que el estado mental se define por la recompen-
sa y hacer lo que se espera de ellos termina por ser en sí mismo parte do
la recompensa».
Existen muchas posibilidades diferentes a la hora de adiestrar a un
animal y tendrás que investigar un poco, empleando tu sentido común .
y sobre todo el conocimiento de tu cachorro. En el apéndice se incluyen
los títulos de algunos libros excelentes de adiestramiento de cachorros
«Lo que mejor funciona es un buen adiestrador empleando las herra
mientas adecuadas para obtener el comportamiento que se espera del
perro que se está entrenando », insiste Martín Deeley. «No importa cuál
sea la herramienta o el sistema: el objetivo es siempre tener un perro
que se porte bien, que responda a las órdenes de buen grado y quo
entienda cuáles son los límites en la vida diaria. Las herramientas pue
den cambiar dependiendo del perro, del adiestrador, de la situación , del
propietario, de la tarea que haya que realizar y de la complejidad d11
ésta, así que el mejor modo de conseguirlo es emplear el método quo
funcione».
~ ~
NOTAS
Hace muy poco entré por casualidad en una pequeña tienda de mas-
cotas con la intención de comprar unos palitos para cachorros cuando
me tropecé con lo que habían dado en llamar una «clase para cacho-
rros» en la que se pretendía socializar a perros jóvenes. Había entre
ocho y diez personas y cada uno había llevado a su cachorro. Había un
husky siberiano, un chihuahua, un lhasa apso, un golden retriever,
un jack russell y unos cuantos cachorros más de razas que no recuer-
do. Los propietarios estaban reunidos en círculo mientras los cachorros
se volvían locos en el centro. No había guía alguna y los animales eran
de edades distintas, poseían diferentes niveles de energía y el desa-
rrollo de sus habilidades sociales incluía todo el abanico de posibilida-
des. Para decirlo en una sola palabra: un caos. Vi al chihuahua (¿a que
siempre son ellos?) dominando la clase y atacando al husky siberiano.
Ya no era un juego; aquello estaba creciendo y convirtiéndose en una
pelea en toda regla. El profesor, alzando la voz, dijo medio en broma
medio en serio: «¡No, no, no! ¡Eso no se hace en clase!». Una vez que
el propietario del chihuahua hubo apartado a su cachorro, el profesor
dijo: «Ahora vamos a dar a nuestros perros una galleta». Tuve que mor-
2 47
derme la lengua para no gritar: «¿Por qué? ¿Por qué los estáis recom
pensando?».
Por fortuna recordé a tiempo que estaba en la tienda como cliento
y no como encantador de perros, así que me mordí la lengua, pagué lo~:
bastoncitos, me volví a la seguridad del coche y una vez allí respiré hon•
do y me quedé pensando en el significado de «clase para cachorros»
Para mí una clase dirigida a cachorros debería servir para enseñar mo
dales, fomentar energía serena y sumisa y enseñarles a comportarse en
sociedad. Una clase ideal para mí sería lo más parecida posible a la cla•
se de educación que el animal recibiría en una manada salvaje dondo
habría un perro mayor y sabio como Daddy, un perro adulto, quizá una
madre con grandes habilidades para enseñar y un perro de mayor energía
y edad adolescente como Junior. Los adultos serían todos animales equ1 •
librados y experimentados que enseñarían límites a los cachorros y le::
ofrecerían un buen modelo que imitar. Habría unos cuantos cachorro'.;,
por supuesto, y al menos un humano con amplia experiencia que lo su
pervisara todo. Ésa es la clase para cachorros que a mí me gustari,1
ofrecer en el Centro de Psicología Canina, una clase en la que los ca
chorros puedan aprender a comportarse en un entorno social con su:,
iguales pero siempre bajo la supervisión de perros adultos y más sabios,
así como de un líder de la manada humano y responsable.
Los cánidos son de los animales más sociales que existen en l:i
naturaleza. Ése es uno de los rasgos que más los acerca a los humano:,
y es una de las razones por las que nuestras dos especies han desarro
liado unos lazos de unión tan especiales durante miles de años. Pued11
que hayas enseñado a tu cachorro a sentarse, a estarse quieto, a acud11
cuando se le llama, a llevarte el periódico, las zapatillas e incluso a ap;i
gar la luz y a darte las buenas noches con un ladrido, pero, si no sab11
llevarse bien socialmente tanto con humanos como con otros perro~.:.
aún no tienes un cachorro equilibrado y, si no lo está, no podrá crecrn
y llegar a ser un perro que pueda disfrutar de todas las alegrías y las
aventuras de la vida.
z49
noveles se toman su consejo como una ofensa: «Me he encontrado con
niños que lloraban diciendo: "¡Qué mala es! No nos deja jugar con el
cachorro". Un hombre se me acercó hasta casi rozarme para decirme:
"¡Habéis perdido la cabeza! ¿Cómo podéis pretender que le pida a una
niña de 9 años que no toque al perro? ¡Yo creía que me llevaba a un
perro bien educado, y no que iba a tener que hacer todo ese trabajo!"
La gente no piensa en lo que es mejor para el perro. Por eso los refugios
están a reventar. La gente cría perros fuera de control y después no los
quieren».
No es fácil para un niño contenerse y no jugar con un cachorro
recién llegado, razón por la que los padres tienen que estar dispuestos
a proporcionar supervisión. Los cachorros que llegan a una casa nuevc1
suelen mostrarse reticentes además de inseguros (cosa natural) en un
entorno nuevo. Los niños que se dirigen con demasiada vehemenci,1
a un cachorro tímido o inseguro pueden crear un perro demasiado tími-
do, temeroso o, lo que es peor, agresivo por miedo. Todo esto puede
desembocar en un mordisco, y en ese caso la tendencia es culpar al
cachorro por esa agresividad. Por otro lado, un cachorro extrovertido
y activo puede empujar a los niños a que jueguen con él con demasiado
vigor, lo cual puede elevar el nivel de nerviosismo del cachorro hasta un
punto que cuando el animal se haga grande puede ser difícil de atem-
perar. «El mayor problema que tenemos es los niños que se tiran al
suelo a jugar con el perro a las peleas, al tira y afloja, a morderse y ara-
ñarse, con lo que el perro se vuelve demasiado bruto en su juego», dice
Diana. «Se trata de prevenir. Y con los niños la cosa se complica porque
en la actualidad los padres tienden a malcriarlos. Les dejan hacer lo que
se les antoja. Entonces el perro se hace adulto, pierde el control y em-
pieza a hacer daño a los niños, y como consecuencia de ello la famili,1
ya no lo quiere porque ha dejado de ser tan mono y tan divertido, y por-
que hace daño».
,.
Consejos para niños y mascotas
2jl
t Presentarle un bebé al cachorro
2¡ J
pollo a la que no haya deseado hincarle el diente, de modo que comer -
lo justo junto a la burbuja que protege al bebé fue una asociación agra-
dable para él.
Pero el estado mental del perro no era lo único que entraba en juego
en aquel momento. Hunter había mantenido una energía dulce y relajada
desde el principio del ejercicio. Vive con tres perros, de modo que aquell,1
experiencia no le era del todo desconocida y Lindsey, cuya energía va
a imitar Hunter, permaneció totalmente tranquila y relajada. Siempre y cuan
do no cambiemos el estado mental del bebé, podremos influir en el ca
chorro. Si nos asustamos o nos dejamos llevar por la ansiedad, el bebt'I
copiará esa energía y también se asustará. Nunca presentes un perro
a un bebé que esté irritado, a una madre nerviosa o preocupada. Habrá~;
de hacerlo cuando el animal esté tranquilo y sumiso, y no cansado, irrita-
do o sobreexcitado. Es más fácil influir en un perro que en un humano,
y una vez más no olvides que un cachorro de cuatro meses madura mucho
más rápido que un bebé de tres.
Como toque final para el ejercicio me llevé a Mr. Presidente hico
pasar a Angel, que tiene la misma edad que su «hermano» bulldog y la
misma falta de experiencia que él con bebés. La reacción de Angel fuo
la ideal. Cuando lo enfrentamos a la novedad que era para él un bebé, su
primera reacción fue mirarme a mí para saber cómo proceder. Luego l,1
curiosidad le ganó la partida y se acerco a Lindsey y a Hunter para olla•
tearlos. En un momento determinado se acercó demasiado y Lindsey lo
bloqueó con delicadeza. Angel captó el mensaje de inmediato y retrocedi<'i
un poco, estirando luego más el cuello. Su olfateo fue delicado, respetuo
so y cortés. Después de haberse saciado de aquel nuevo olor retrocedió
un poco más para darles a la madre y al hijo su espacio. Recompensé s11
estado alerta pero relajado con un montón de caricias y afecto. Había
percibido la energía delicada de Hunter y la imitaba de un modo respe
tuoso y fértil.
254
t Presentarle a alguien nuevo
ll 1
t Peligrosamente adorable
«Con Angel ocurre una cosa: es tan guapo que su atractivo resulta
una gran responsabilidad». Es lo que me decía Melissa Peltier cuando me
contaba cómo había ido la primera noche que pasó con mi schnauzer
miniatura de sangre azul. Ella y su marido, John Gray, se llevaron a Angel
a cenar a la terraza de un concurrido café, su primera experiencia en un
lugar público lleno de gente. El jovencito se portó de maravilla: bebió agua
en un cuenco colocado bajo la mesa y se mantuvo sentado, relajado pero
alerta, pendiente de todo cuanto acontecía alrededor. El problema fue que
Angel es tan guapo que todo el mundo que pasaba junto a él insistía en
acariciarlo. «No podíamos cenar tranquilos porque la gente se volvía loca
con él. "¡Qué monada de cachorro!". "¿Puedo acariciarlo?". Si se trataba
de un adulto solían hablar conmigo primero y en ese caso Angel dispo-
nía de la posibilidad de observarlos, estudiar su energía y olerlos mientras
hablábamos. Si yo les daba permiso para acercarse a él y si lo hacían con
delicadeza, todo iba bien y Angel incluso mostraba curiosidad por cono-
cerlos, pero un hombre se acercó con dos niños que tendrían entre 8 y
1O años, y mientras el padre hablaba conmigo los chiquillos se fueron di-
rectos hacia el perro para acariciarlo. Me di cuenta de que Angel se sentía
desbordado. Había cambiado por completo su lenguaje corporal: estaba
tenso y parecía querer esconderse dentro de sí mismo, así que les dije:
"Aún es un poco tímido. Es un cachorro y creo que ya ha tenido suficiente".
Me reprendí por no haber sido más rápida y haber advertido a los niños que
no se acercaran a él de ese modo, porque habían invadido su espacio. Me
he dado cuenta de que si un dueño deja que algo así le ocurra a un perro
tan sensible como Angel con demasiada frecuencia y sin prestar atención
a lo que el animal está intentando comunicar podría llegar a ser un perro
temeroso o incluso a morder por miedo. Es decir, el hecho de que un ca-
chorro sea tan bonito como Angel constituye definitivamente un peligro» .
t Leer la energía de tu cachorro
2~9
do en situaciones sociales tanto en un sitio como en otro. Cuando criamos
cachorros sin que tengan a ningún otro perro alrededor, es vital que ha-
gamos lo necesario para socializarlos a una edad temprana con el fin de
que aprendan a leer las señales y a comprender la importancia de la
etiqueta entre los de su propia especie.
t Socialización e inmunidad
161
Tras la última ronda de vacunaciones de E/iza invité a Chris a traer-
la al centro un día de rodaje para que yo pudiera supervisar su presenta-
ción a la manada. En un principio E/iza se mostró muy ansiosa y corrió
a refugiarse en un rincón. Chris quiso intervenir, pero le pedí que la igno-
rase: no quería que contribuyera a su inseguridad. Fue un miembro de la
manada el que se acercó, la olfateó y la invitó a unirse al grupo. Al final
del día E/iza correteaba con la manada y jugaba con Junior.
«Animado por lo bien que le había ido con la manada», me contaba
después Chris, «la llevé al parque para perros al día siguiente. Por des-
gracia los perros que encontramos allí no estaban equilibrados y al notar
su debilidad acudieron en tromba a ella. E/iza salió corriendo asustada
a buscar el amparo del primer humano que encontró. Después y para
compensar se mostró mucho más osada a la hora de acercarse a otros
perros». La siguiente ocasión en que E/iza acudió al centro me di cuenta
de que se ponía muy nerviosa en compañía de otros perros. Chris, en su
deseo de fomentar su sociabilidad y de ayudarla a vencer la timidez, había
permitido que la presencia de otros perros fuera sinónimo de nerviosismo
para ella, así que le enseñé que debía esperar a que estuviera tranquila
antes de permitirla entrar al jardín. Al concederle el tiempo necesario para
equilibrar su energía antes de que la manada la saludara E/iza consiguió
mostrar la verdadera exuberancia de su personalidad y se pasó el resto
del día jugando encantada con todos.
262
perros ajenos a su manada. En cuanto terminó su protocolo de vacunación
llevé a Angel y a Mr. President al Central Park de Santa Clarita con el fin
de supervisarlos en su primera experiencia oficial en un parque para pe-
rros. Decidí empezar por Angel en aquella ocasión. El rocío todavía brilla-
ba sobre la hierba pero el sol de la primavera ya calentaba con fuerza
cuando nos acercamos a la zona vallada donde los animales van sin co-
rrea. Había sólo unos cuantos perros con sus dueños en el parque, la
ocasión perfecta para una primera presentación.
Abrí la puerta de la zona del parque reservada a los perros de menor
tamaño satisfecho de comprobar que en Central Park se separaran las
razas de mayor y de menor tamaño. Si llevas a un cachorro a una zona
en la que hay demasiados perros grandes jugando, es posible que se
sienta intimidado desde un principio y no queremos que nuestros cacho-
rros se lleven una primera impresión negativa de cualquier cosa durante
esta etapa crucial de su vida. Al coger en brazos a Angel sentí su cora-
zoncito latiendo apresurado y lo dejé con delicadeza junto a la puerta para
quitarle la correa. Se sentía seguro conmigo pero empezaba a dudar del
olor de aquellos perros desconocidos. Es importante reconocer las seña-
les físicas que nos envían nuestros cachorros: son las primeras pistas
sobre lo que debemos vigilar en su comportamiento.
También es vital tener en cuenta cuál es nuestra propia energía en el
momento en que introducimos al cachorro en el parque para perros. Si es-
tamos tensos, distraídos o, como en el caso de Chris Komives, preocupados
en exceso por cómo resultará la experiencia para nuestro cachorro, el animal
lo percibirá y reaccionará en consecuencia. Debes permanecer tranquilo
y neutro, y comunicar a tu perro que pase lo que pase tendrás siempre la
solución adecuada. Yo me senté en un banco al lado del parque para obser-
var tranquilamente a mi schnauzer miniatura en su nueva aventura.
Dos beagle se acercaron corriendo a saludarlo. Me impresionó lo
educados y tranquilos que se mostraban, ambos eran los embajadores
1(q
perfectos del parque. Angel sentía curiosidad pero también inquietud ante
aquellos dos perros mayores que él y los olfateaba pero no se ofrecía
a jugar. El hecho de que se mostrara tan respetuoso en una situación
nueva me reafirmaba en mi convicción de lo bien que comprendía Angel
los modales y los límites sociales. Estaba diciendo: «No estoy seguro al
cien por cien en esta situación, pero sí siento curiosidad». ¡Perfecto! No
obstante, lo que sí hizo fue caminar hasta un extremo del recinto, alzar la
pata y orinar, un gesto muy maduro para un chavalín de cuatro meses.
Un perro blanco y diminuto que parecía un cruce de caniche toy se
acercó a Angel y ambos se olfatearon con cautela. «No me convences»
le estaba diciendo el perro blanco y Angel respondía: «¡Yo tampoco me
siento seguro contigo!». Tras la primera ronda de presentaciones Angel le
hizo su primera invitación para jugar, pero su ofrecimiento debió parecerle
demasiado dominante al perrito blanco y retrocedió. ¿Debía intervenir?
Pues resultó que el perrito blanco sabía cuidar de sí mismo: salió corrien-
do. «No quiero jugar contigo porque eres demasiado inquisitivo para mí» le
decía con aquel gesto. Angel reaccionó bien: no intentó forzar la situación
y aceptó el no como respuesta. En términos de etiqueta canina, era una
reacción fantástica. Lo que hizo fue venir a mi lado para buscar mi apro-
bación. Yo le di una golosina por haberlo hecho. «No pasa nada porque
alguien no quiera jugar conmigo. Siempre puedo volver junto a mi amo
para que me devuelva la seguridad».
No pasamos más de quince minutos en aquella primera visita al
parque para perros; en realidad ya es bastante exposición tratándose de
un perro de cuatro meses, pero nos marchamos con una nota feliz: mi
pequeño Angel demostró poseer los modales perfectos para acometer
muchas otras visitas al parque.
A continuación le tocaba el turno a Mr. President, y el pequeño bra-
vucón se chocó con la puerta en su deseo de conocer a los beagle que
le daban la bienvenida; para ello estaba utilizando los ojos, y no el olfato,
y por otro lado se le veía sobreexcitado, sacando pecho en ese gesto tan
típico de los bulldog. Su comportamiento sirve como ejemplo de cómo la
biología y el lenguaje corporal de un bulldog pueden enviar involuntaria-
mente un mensaje desafiante a otros perros aunque éstos no pretendan
amenazarlo. No es un modo recomendable de entrar en una situación
social nueva, así que supe que iba a tener que permanecer más alerta
con él que con Angel. Esperé a que Mr. President se hubiera relajado un
poco y luego lo dejé entrar.
Echó a correr nada más poner la pata dentro tras el mismo perrito
blanco que había rechazado a Angel. Llevaba las orejas hacia atrás, lo
cual señala energía sumisa, pero al mismo tiempo su aproximación era
muy enérgica, muy bul/dog. El perrillo se volvió y le lanzó un mordisco de
advertencia: no quería jugar con él. Me sentí orgulloso de Mr. President
porque al igual que Angel captó el mensaje y no insistió. Sin dejarse arru-
gar, salió al trote para investigar a los beagle: los saludó de un modo muy
educado y comenzaron a relacionarse de un modo informal. Parecían
sentirse más cómodos invitando a Mr. Presidenta jugar, seguramente
porque era menos maduro en aquel momento: él no había alzado la pata
para marcar, lo cual daba a los beagle la sensación de que podían con-
trolar el juego. Los oí aullar por primera vez, pero fue un aullido lúdico. Me
gustó que Mr. President hubiera tenido la oportunidad de experimentarlo
porque yo no tengo beagle en casa. Estaba recibiendo la noción de que
el aullido de un sabueso no significaba una amenaza, sino que era sólo
su forma de expresarse. Por eso es tan importante presentar a tu perro la
mayor cantidad de razas de perros posible. Es como presentar a tu hijo
a niños de diversas nacionalidades: se vuelven más tolerantes y compren-
den que no hay por qué sentirse amenazado si alguien se expresa de un
modo distinto.
Mr. Presidentvolvió a mi lado tras haber jugado con los beagle y des-
pués de despertar su olfato le di una golosina. Estaba reforzando tanto su
26¡
buena predisposición hacia aquella aventura como su respuesta de man-
tenerse en contacto conmigo. Al salir del parque me fui con la sensación
de que el día no podía haber ido mejor. Por distintas que fueran las razas de
Angel y Mr. President los dos se habían enfrentado a una nueva situación
social compartiendo la misma energía lúdica pero activa y sumisa al mis-
mo tiempo.
,..
Consejos para presentar a tu cachorro en el parque
para perros
270
impidiendo que desarrolle esa habilidad fundamental en la vida que es la
de aprender a calmarse solo sin que alguien te tenga en brazos.
Como siempre, yo abogo por la prevención. Puedes evitar el proble-
ma de los saltos desde el primer día poniendo en práctica la sencilla regla
de no tocar, no hablar y no establecer contacto visual cada vez que al
principio veas a tu cachorro. De este modo le estás enviando una señal
de tranquilidad y lo estarás ayudando a permanecer centrado en su olfa-
to. La nariz lo ayudará a mantenerse sobre el suelo y los ojos y las orejas
reaccionarán de otro modo. Chris y Johanna Komives siguieron con E/iza
el camino de la prevención desde el primer día y los resultados han hecho
que valiera la pena. «No le damos afecto si salta sobre nosotros, sino que
esperamos a que esté sentada o, mejor aún, a que se haya ido a su sitio
antes de reconocer su presencia cuando volvemos del trabajo».
El segundo paso es reclamar la posesión de cada movimiento que
hagas. Sé dueño de tu propio espacio e ignora o rechaza los saltos mo-
viéndote con tranquilidad y firmeza. Cuando Angel tuvo su «fiesta del pi-
jama» en casa de Melissa y John, no intentó en ningún momento subirse
sobre John, pero, cuando estaban jugando, sí que lo intentó con Melissa
por todo el apartamento. Con suma claridad fue capaz de distinguir la
energía más fuerte de él frente a la más blanda de ella, iª pesar de su
experiencia de seis años de trabajo conmigo!
Aunque Melissa no pudo disimular la esencia de quién es, sí que
tenía la formación y los conocimientos para conseguir redirigir su energía
y bloquear aquel comportamiento no deseado. Lo único que tuvo que
hacer para convencer a Angel de que debía dejar de saltar fue darse la
vuelta, mirarlo a los ojos y poner la palma de la mano delante de él, un
gesto que Angel reconoció de inmediato como «quieto». A continuación
esperó a que retrocediera y abandonara su espacio, se sentara relajada-
mente y sólo entonces ella siguió con sus cosas. Tuvo que hacerlo varias
veces a lo largo de la visita, pero al final consiguió detenerlo en el mo-
mento que parecía que iba a empezar a saltar. «Paciencia y repetición»
fueron las soluciones, según nos dijo. «Tuve que mostrarme firme con mi
negativa aunque he de reconocer que estaba adorable».
Al final ésa es la clave para detener un comportamiento no deseado
en un cachorro: asegurarte de que no te dejas llevar por los sentimientos,
ni por lo encantador que puedas encontrar al cachorro en esa actitud. Si,
es muy posible que sea el perrito más lindo que hayas visto nunca, pero
tú, como líder de la manada, tienes que mirar más allá y hacer honor a lo
que el cachorro necesita de ti en ese momento.
273
cachorros te están entrenando a ti para que respondas ante sus estímulos
cuando debe ser al contrario.
Por último, morder es importante para un cachorro de entre cuatro
y seis meses porque así le alivia el dolor de la dentición. No es natural,
en particular durante este periodo crucial, pedir a un cachorro que no
muerda nada de nada. Lo que debes hacer en lugar de prohibírselo es
tener un montón de juguetes que pueda morder para redirigir su compor-
tamiento. Yo siempre elijo algo natural como un bastoncillo para perros
o incluso un muñeco de peluche relleno con algo en lugar de un objeto de
goma. Cuanto más natural sea el objeto, o cuantas más capas tenga que
morder para llegar al olor o al sabor que se oculta dentro, más se com-
prometerá su mente para descubrirlo. Por eso el cachorro siempre que
puede se cuela en tu armario y busca tus mejores zapatos de piel: por el
desafío de la caza y porque están hechos del material más natural. Yo soy
un gran entusiasta de los bastoncillos porque teniendo en cuenta cómo
anda la economía en los últimos tiempos muchos de ellos son verdade-
ramente duraderos. Un bastoncillo de siete dólares puede durar hasta seis
meses, es decir, prácticamente toda la infancia de tu cachorro. Ocultán-
dolo dentro o detrás de algo, enterrándolo o buscando de otro modo una
forma nueva de presentarle un desafío al cachorro, el mismo juguete
puede usarse una y otra vez de modos siempre nuevos y estimulantes.
Antes de dejar a Crystal con Mr. President durante las dos semanas
en que mi esposa y yo íbamos a estar de viaje, me aseguré de que fuera
consciente de que el animal era muy bulldog en cuanto a expresarse
masticando. «Me alegré enormemente de que César me lo hubiera ad-
vertido con antelación», recuerda Crystal. «Utilizaba un ligero contacto en
el cuello o en los cuartos traseros de.Mr. President para llamar su atención.
Así podía recuperar el objeto que no quería que me estropeara y ofrecer-
le otro apropiado para morder. El mayor desafío al que me enfrenté aque-
llas semanas fue reclamar mi espacio dentro del coche. En un principio
274
Mr. President estaba como loco por morder la palanca de cambios, el
freno de mano, los tiradores de las puertas y el anclaje de los cinturones
de seguridad. Tuve que emplear mi energía porque no podía utilizar el
contacto visual mientras conducía. Las golosinas no funcionaban porque
eran sólo una rápida distracción para él y creo que además reforzaban su
mal comportamiento. Pero, si le ofrecía un bastoncillo nada más entrar en
el coche, se olvidaba de comerse el cinturón».
Si vuelves a casa y te encuentras con que tu perro se te está co
miendo el mejor bolso de piel que tienes, intenta contener la rabia que
puedas sentir en ese momento, respira hondo, mantén la calma y la fir
meza y no olvides que no hay nada personal en las asociaciones de un
cachorro. No alejes tú al animal del objeto ni se lo quites de la boca. Debes
corregir y redirigir. Con los cachorros redirigir con olor es casi siempre
eficaz. Utiliza el momento en que se encuentra la nariz del cachorro y haz
que se fije en el objeto nuevo y adecuado que le ofreces. A continuación
reclama el objeto prohibido como de tu propiedad. Por fortuna la aten
ción de los cachorros es de poca duración, algo a lo que puedes sacar
provecho cuando quieras apartarlo de comportamientos no deseados.
No olvides que los perros entienden por naturaleza el concepto de
propiedad, que alguien reclame un objeto o un espacio. Es algo que hacen
los unos con los otros constantemente. Chris Komives utilizó el poder de
la propiedad para cortar de raíz los deseos de E/iza de masticar para
calmar su ansiedad. «Las pocas veces que E/iza ha destrozado algo mor
diéndolo lo he achacado a ansiedad. Masticó el cable del ordenador por
tátil de Johanna cuando nos fuimos a un concierto y la dejamos sola todo
el día (aproximadamente doce horas). Es probable que el cordón oliera
a Johanna, así que decidió aliviar su ansiedad masticándolo. Al día si
guiente llevé a casa un montón de cables y le enseñé que me pertenecían.
Dado que el hecho de que le gustara morderlos podía significar que ne
cesitaba más metal en su dieta, empecé a darle hígado como golosina.
2 75
No ha vuelto a tocar un cable desde entonces. También se ha comido un
par de cordones de los zapatos (pero no se metió con los zapatos en sí) .
Repetí el mismo ejercicio que con los cables y no ha vuelto a tocar un solo
cordón».
Morder, o jugar a morder, es algo que los cachorros hacen con sus
hermanos de camada y se trata de un comportamiento totalmente instin-
tivo para ellos. Es una forma de interacción social así como una práctica
lúdica enfocada a la supervivencia en el mundo salvaje. En la naturaleza
los hermanos de un perro, su madre o los perros adultos de la manada
les enseñarán enseguida qué nivel de intensidad deben aplicar al mordis-
co. A Junior le encanta jugar duro con Mr. President y Blizzard, pero, si la
presión de las mandíbulas se vuelve un poco agresiva, los corrige de in-
mediato. Es importante tener en cuenta que el mordisco que para un pitbull
adolescente es demasiado sería extremadamente doloroso, y puede
que incluso llegara a causarle heridas a un ser humano. Marcar, al igual
que masticar, es un modo natural que utilizan los cachorros para explorar
el mundo con la boca. Ninguno de ambos comportamientos indica nece-
sariamente un temperamento agresivo o dominante, pero si permites que
tu cachorro juegue a dominarte con la boca mientras los dientes son pe-
queños e inofensivos aprenderá a utilizarlo como herramienta para con-
trolarte cuando sea lo bastante mayor para poder hacer daño de verdad.
«Si se permite este comportamiento, la mordida lúdica del cachorro suele
convertirse en un problema de agresión al llegar a la edad adulta», ad-
vierte Diana Foster hablando sobre sus pastores alemanes. «Habrá apren-
dido a usar la boca y los dientes para conseguir lo que quiere».
He permitido que Blizzard, Angel y Mr. President me exploraran las
manos como lo harían en el mundo salvaje, siempre y cuando no apreta-
ran. Cuando de modo natural empezaban a incrementar la presión para
poner a prueba los límites de mi tolerancia, ponía la mano en forma de
garra sobre su cuello y la parte final de la cabeza, imitando lo que otro
perro haría con la boca, y la mantenía así hasta que se relajaban. Es algo
natural que un cachorro quiera poner a prueba los límites, pero también
lo es que los acepten. Lo que yo hago es imitar lo que su madre, Junior
o Daddy, e incluso otro cachorro, harían en esa misma situación.
Es importante, sin embargo, que la ocasión sea la adecuada. No te
excedas en las correcciones: no pellizques y no la prolongues una vez
que tu cachorro se haya relajado porque puede interpretarlo como un
desafío. Cuando pongas en marcha este ejercicio con tu cachorro, sería
conveniente que emplearas un guante para asegurarte de que estás re-
lajado y de que no pierdes el control. Si te preocupa sentirte incómodo
o que pueda hacerte daño, estarás proyectando una energía débil al ca-
chorro, ¡algo que sin duda él intentará aprovechar! No respetará límite
alguno que intentes imponerle si tu estado mental es débil o inseguro. Los
cachorros actúan por instinto: si perciben aunque sea durante una décima
de segundo una grieta en tu liderazgo, la compensarán de inmediato.
2 79
Proyectar una energía serena y firme de un modo constante y manifestar
un liderazgo confiado durante los meses de infancia de tu cachorro es
como comprarse una póliza de seguros: seguirás mereciendo el respeto
de tu perro de por vida.
Otra ventaja de usar un guante cuando se está enseñando a un
cachorro a inhibir un mordisco es que de este modo evitarás el error tan
común de tirar o intentar apartar la mano cuando sientes los dientes del
cachorro hundiéndose en tu piel. Esta clase de movimiento desencadena
el instinto depredador del perro y acrecentará su nerviosismo. «Demasia-
das caricias (durante más de cinco segundos), seguidas de un movimien-
to rápido al querer apartar la mano de la boca para acariciar la cabeza,
algo que los niños suelen hacer, animará su deseo de morder», dice Dia-
na. Cuando Blizzard se fue a vivir con los Barnes, aprendió enseguida
que podía dominar a Christian con este juego del mordisco simulado pre-
cisamente por esta razón. Blizzard crecía a toda velocidad y el peligro de
que pudiera hacer daño a Christian era real. Fue Sabrina, su hermana
de 14 años, quien le enseñó a mantener la calma durante estos incidentes
y consiguió que Blizzard se sometiera a él antes de que continuaran con
los juegos .
280
nido lugar los accidentes y, quizá lo más importante, se ha dejado llevar
por los sentimientos al encontrarse con un mueble o una alfombra echados
a perder. El perro no comprende que hayas pagado tres mil dólares por
el sofá, pero sí entiende que te encuentras en un estado emocional ines-
table y que en ese momento proyectas energía negativa directamente
hacia él.
Para evitar que esto ocurra no des la oportunidad al cachorro de
crear un accidente de proporciones épicas en tu casa. Hasta que estés
seguro de sus hábitos, mantenlo en una zona controlada, reducida y fá-
cil de desinfectar cuando no puedas supervisarlo de manera directa.
Utiliza empapadores si es necesario, y desinfecta siempre la zona de
debajo y de alrededor del empapador. Prepara a tu cachorro para el éxito
y no para el fracaso: si reduces el drama que suelen generar los acciden-
tes de esta naturaleza, puede que te sorprendas de lo fácil que resulta
encauzarlo todo.
Con todas las quejas que escucho sobre lo horrible que es enseñar
a un cachorro a controlar sus esfínteres me resulta interesante que ocupe
la quinta posición en la clasificación de los problemas más habituales con
los cachorros, y no la segunda o incluso la primera. Atribuyo este hecho
a que los estadounidenses se toman muy, muy en serio el estado de su
casa. Puede que los saltos, los mordiscos o el ladrido de un cachorro los
molesten, pero desde luego se niegan a vivir en una casa que huela a pis
o a caca. Pueden vivir con un par de marcas en las manos de los dientes
de su perro o recibir algunas quejas de los vecinos, pero una mancha en
una valiosa alfombra oriental los hará imponer la ley sin que les tiemble
la mano. ¿Hay prueba mejor de hasta qué punto es capaz un cachorro de
calibrar la seriedad de los límites que le imponemos? Si te sientes inde-
ciso sobre si quieres o no imponer los límites necesarios para la corrección
de estos problemas, el cachorro notará tu ambivalencia y el comporta-
miento no deseado continuará.
281
• Problema número 6: no acudir cuando se lo llama
• (23 por ciento)
28¡
vez que él ya hace ademán de venir hacia mí. De ese modo comienza
a asociar el nombre o el sonido con la acción de seguir ( «Esto es lo que
oigo cuando estoy siguiendo»). La conexión es clara y precisa.
El siguiente nivel de este ejercicio se realiza con una correa larga,
un sonido y el instinto de seguir. Deja que se aleje de ti un poco, pisa la
correa para anclarla, da la espalda al animal y echa a andar. En cuanto
él empiece a seguirte vuélvete a mirarlo y pronuncia su nombre o haz el
sonido que quieres que asocie con «ven». Recompénsale en cuanto llegue
a tu altura.
Practica utilizando el sonido positivo o el nombre de tu cachorro sólo
en las ocasiones en las que te siga de modo natural: cuando lo saques
de la jaula por la mañana, cuando lo alabes por haber hecho bien su
aprendizaje de control de esfínteres, cuando lo llames para comer y cuan-
do estéis realizando una actividad que le guste. Asegúrate de que la
energía que hay tras su nombre es siempre positiva, serena y firme. Cuan-
to más domine el olfato en tu perro, más puede llegar a costarle compren-
der que el sonido puede desbancar al olor cuando llega el momento de
decidir sobre una acción. Pero con un dueño paciente y dedicado cualquier
cachorro puede aprender a establecer esa conexión. Mientras, ten siem-
pre a mano un palito para perros, un objeto perfumado o una golosina con
la que conseguir captar su atención. Intenta pensar como un cachorro
y ver el mundo en la perspectiva «nariz-ojos-orejas», y al final podrá apren-
der a pensar como tú.
A todos los perros les gusta escarbar por naturaleza. Algunos, como
las razas terrier, tienen una ración extra en su ADN que los empuja a es-
carbar aún con más ahínco. Para ellos hacer agujeros en la tierra puede
constituir el principal recurso para dar salida al estrés, el aburrimiento o la
ansiedad. Necesitamos proporcionar a nuestros perros otra opción que
desbanque a esta actividad ; por otro lado, pertectamente normal.
La zona en la que está situado nuestro nuevo Centro de Psicología
Canina rebosa de vida salvaje. Desde el momento en que Angel llegó, con
dos meses, comenzó a fijarse en mi jack russell de cuatro años, Jack,
mientras éste recorría el rancho buscando galerías de topos. El ADN de
Angel le gritaba: « i Escarbar! i Para eso he nacido yo! ». A pesar de que
sus ancestros fueron criados para descubrir en la tierra ratas y otros roe-
dores no quiero que se aficione a cazar topos. Necesito redirigir su ener-
gía escarbadora hacia un terreno seguro pero que le mantenga ocupados
la mente y los genes.
En el corazón de nuestro Centro he creado un área especial para
este propósito: una montañita de arena salpicada de nidos abandonados
de roedores se ha convertido en el «escarbadero» oficial donde se llevan
a cabo actividades muy simples destinadas a satisfacer esa necesidad
latente en ellos. Hago que los perros se centren en una pelota de tenis
y la escondo después en lo más hondo de uno de esos agujeros. Es ma-
ravilloso ver cómo un grupo de cachorros de razas diferentes se dejan
llevar por su talento natural y sus tendencias cuando los enfrento a un
ejercicio tan simple. Junior, con su corpachón de pitbull , sale disparado
hacia el banco de arena y arranca verdaderas bolas de tierra como si
fuera una excavadora. Ensancha el agujero en un abrir y cerrar de ojos
pero de un modo totalmente indisciplinado: es todo agitación y múscu-
lo pero con muy poca determinación. Con Mr. Presidentes fácil ver por
qué escarbar y encontrar tesoros escondidos no son precisamente el lado
fuerte de un bulldog. Por supuesto que intentará unirse a la fiesta, pero
con su morro chato y su cabezota sólo podrá mirar con torpeza en el in-
terior del agujero en dirección al objeto escondido. Sin embargo, Angel ha
sido la estrella de la montaña desde el primer día. Mientras Junior está
28 5
empeñado en agrandar la boca del agujero y Mr. Presidentsigue mirando
a todas partes, preguntándose si alguien sabe qué hay que hacer para
recuperar la bola, Angel se deslizará dentro del agujero como un buzo do
la marina, desaparecerá durante un instante y luego reaparecerá muy
orgulloso con la bola en la boca.
Su recompensa es una ración extra de elogios y afecto. Es impor-
tante que comprenda lo orgulloso que me siento de su habilidad, que mo
alegra su alegría y que estoy nutriendo sus instintos de terrier, pero redi-
rigiéndolos como es debido. Está aprendiendo que escarbamos en busca
de pelotas de tenis y no de topos, y que sólo escarbamos porque el hu-
mano quiere que lo hagamos. Esto es prevención en estado puro; sé que
Angel no va a escarbar en mi paisaje zen en el futuro porque ya estoy
satisfaciendo su necesidad innata de un modo mucho más rico y más
entretenido para él.
Si tienes un ejemplar de terrier o de cualquier otra raza con un
potente instinto escarbador, o bien si tienes problemas con un compor-
tamiento obsesivo de tu cachorro en este sentido, te sugiero que designes
una zona en tu jardín apropiada para el tamaño de tu mascota. También
puedes proporcionarle un cajón de arena si es lo bastante profundo. Ahí
podrá escarbar hasta saciarse. Entiérrale algo interesante en la zona,
como un bastoncillo para perros o un juguete con olor. Luego lleva a tu
animal y deja que olfatee. Si no empieza a escarbar por sí solo, comien-
za a hacerlo tú, acabará por contagiarse y querrá hacer lo mismo que
tú. Si la zona que puedes proporcionarle es poco profunda, puedes par-
ticipar en el juego y cubrir de nuevo la zona que él ya ha escarbado, lo
que convertirá el desafío en algo todavía más interesante para él. O pue-
des dejarlo solo para que disfrute por sí mismo de la aventura y que así
el momento en que localice el objeto y lo lleve hasta ti lo alimente de
verdad. Después del ejercicio recoge la zona, desinfecta el objeto y deja
el montículo como estaba antes de que el perro empezara a escarbar
286
para que todos los días le resulte interesante, como si fuera siempre la
primera vez.
El siguiente paso es mostrar a tu perro que la zona que has desti-
nado a este fin es la única en la que se puede practicar esa actividad. Una
vez que haya tenido éxito en su búsqueda, llévalo a una zona del jardín
que quieras mantener fuera de su alcance. Deja algo en el suelo pero
bloquea de inmediato a tu perro si intenta acercarse y dirige su atención
hacia ti sin permitir que su olfato ni los ojos ni los oídos se distraigan.
Utiliza el lenguaje corporal para declarar tuya esa zona. Luego vuelve al
montículo y deja que escarbe de nuevo. Repite este proceso unas cuantas
veces a la semana, o a diario si tu perro ya ha incurrido en ese mal hábi-
to, hasta que te quede claro que el cachorro conoce las reglas y los lími-
tes de escarbar en su entorno.
Si vives en un piso, busca una zona del parque en la que pueda
realizar estos ejercicios, o quizá alguna playa amiga de los animales. Para
hacerlos en interiores la criadora de Angel, Brooke Walker, proporciona
a sus schnauzer miniatura recién nacidos un laberinto de túneles alfom-
brados para nutrir y satisfacer su necesidad innata de actuar como sub-
marinos. Satisfaciendo esas necesidades genéticas desde el primer día
podemos prevenir casi cualquier problema de comportamiento .
.
biendo uno a uno los peldaños. Una vez que hubieron conseguido
ascender cuatro o cinco peldaños apretó el paso y Angel, aún un poco
dubitativo pero ya animado a continuar, la siguió rápidamente. Lo mis-
mo pasó en su edificio, pero tras tres intentos comenzó a subir y bajar
como un profesional.
291
portamiento empeorará en lugar de mejorar. Los adiestradores caninos
llaman a esto extinction burst (extinción de la conducta al no conseguir el
objetivo que antes reforzaba dicha conducta). Por desgracia es precisa-
mente en ese momento en el que los propietarios, frustrados, se rinden
ante las exigencias de su perro al no ser capaces de enfrentarse a él. De
haber resistido un poco más, el comportamiento habría comenzado a me-
jorar. Interrumpirlo cuando está empeorando refuerza el comportamiento
que se está intentando evitar. Poco después de alcanzar el punto máximo
en el que el perro está por completo fuera de control, empezará a rendir-
se y a tranquilizarse .
NOTAS
1
Max Planck lnstitute far Evolutionary Anthropology, http://www.eva.mpg.de/English/research.
htm.
9
El espíritu adolescente: los
cambios de la adolescencia
Cuando comencé a notar que Angel alzaba la patita para orinar, lo que
constituye uno de los primero~ síntomas de un comportamiento de mar-
cación, me pareció el equivalente canino a la ocasión en que Calvin, cuan-
do tenía 9 años,: me dijp que ya le h!!bía ,ll~gado la hora de echarse novia.
Para mí fue el rnprn~r:iio de darme cu~mtá, no sin cierta tristeza y como
les sucede prácticámente a todos los padres, de que mis hijos estaban
creciendo a toda velocidad .
Los especialistas en comportamiento canino no se ponen de acuer-
do sobre el momento en que ep;ipiéza la adolescencil¡l. <;le los perros. Puede
acaecer muy temprano, alrede,dor,dé la decimosE!xtas~mana (como es el
caso de Angel), o puede demorarse incluso hastalos ocho meses. Nor-
malmente los perros de menor talla maduran antes que los de las razas más
corpulentas. También se observan diferencias entre los machos y las hem-
bras. La experiencia me ha hecho inferir que un perro entre los seis y ocho
meses es ya un adolescente, ya que es a part,ir dé lqs seis mesE:,s cuando
el instinto de reproducción empieza a hacer adtp q~ presencia. A ~stl¡l. ~ad
mi dulce Angel empezó a transformarse en un diablillo que montaba 'cual-
quier cosa que se moviera, pero dado que se trataba todavía de un cachorro
en sus comportamientos no constituía una amenaza para los demás perros.
Si Angel fuera un humano, sería como si hubiera empezado a despertár-
2 95
sele la curiosidad por revistas como Playboy pero aún no supiera qué
hacer con ellas. Considero los ocho meses la edad media de la verdadera
entrada en la adolescencia, un periodo que suele materializarse en un
comportamiento osado e impredecible que puede prolongarse hasta los
dos o los tres años. Durante esta fase de su vida el cerebro del perro sigue
en proceso de maduración pero su cuerpo está prácticamente desarrolla-
do del todo. De los seis a los ocho meses el perro seguirá teniendo las
características físicas y el comportamiento de un dulce y adorable cachorri-
to, pero un día te despertarás y te darás cuenta de que ya no lo es. Habrá
dejado de jugar, de gruñir y de ladrar como tal.
«E/iza no empezó a ladrar hasta la adolescencia», me contaba Chris
Komives cuando su wheaten terrier tenía casi un año. «Ladra principal-
mente cuando está en casa, así que deduzco que se ha vuelto un poco
territorial con la edad. Cuando lo hace, le digo que no y la mando a su
sitio para que se relaje. Por desgracia y como todo adolescente, interpre-
ta a su modo la orden. Ha aprendido a saltar y subirse al alféizar de la
ventana desde donde ladra hasta quedarse afónica a cualquier perro que
pase, y cuando éste ha desaparecido vuelve a su sitio y se tumba, de
modo que me he dado cuenta de que había confundido el adiestramiento
con la psicología del perro. Ahora la corregimos en el mismo alféizar
y hacemos que se calme allí mismo, en el sitio en el que ha empezado
a ponerse nerviosa y a ladrar».
La interpretación que hace E/iza de la orden de Chris para adaptar-
la a su capricho es un magnífico ejemplo de lo que haría un perro adoles-
cente que conoce las reglas pero que intenta comprobar hasta qué punto
puede salirse con la suya. De cachorro tu perro confiaba en recibir ins-
trucciones tuyas y sentía un impulso irrefrenable e innato de seguirte y de
encajar en tu manada, pero al llegar a la adolescencia empieza a pensar
por su cuenta y a poner en tela de juicio los límites que tanto trabajo te ha
costado imponer durante los formativos ocho meses anteriores. Si empie-
zas a desviarte del programa y tu perro comienza a creer que las reglas
se aplican sólo en ocasiones, correrás el riesgo de que empiecen a esta-
blecerse patrones negativos de comportamiento que podrían atormentar-
te durante el resto de su vida. Si vuelves a la línea básica de enseñanza
y te riges por el patrón que ya has instaurado, tendrás la oportunidad de
establecer un lazo aún más profundo con tu perro y de construir una co-
nexión más madura y significativa con él.
Me entristece saber que son muchos los propietarios que acaban
rindiéndose cuando un cachorro que antes era un animal manejable de
pronto triplica el tamaño y comienza a ponerlos a prueba. Hasta entonces
el dueño, que había vivido en una falsa sensación de seguridad, tiene de
pronto la impresión de que no puede enfrentarse a los cambios. «Basta
con analizar cuál es el grupo más numeroso en cuanto a edad se refiere
de animales recogidos en los refugios», dice mi amigo Martín Deeley.
«Desde los ocho meses a los dos años 1 • Es el periodo en el que muchos
los animales quedan confinados al jardín trasero de la casa por los pro-
blemas que causan dentro. Es síntoma de que algo ha cambiado en ese
periodo. Lo que en realidad ocurre es que el dueño empieza bien pero
acaba relajándose porque el cachorro es bueno y pequeño, y cualquier
dificultad de comportamiento que pueda surgir se racionaliza achacándo-
lo al "estado de cachorro". En un tiempo muy corto el perro se hace más
grande, más fuerte, más maduro mental y sexualmente (si no ha sido
esterilizado o castrado), y desarrolla una personalidad más intensa, más
activa e incluso con rasgos extremos. Nos enfrentamos a los actos de
rebeldía de un adolescente ». Ésta es la razón por la que aconsejo a mis
clientes que se centren en prevenir dificultades de comportamiento o en
ponerles coto desde una edad temprana antes de que puedan llegar a ser
crónicos. Deben erigir una base sólida de reglas y límites durante la in-
fancia y no flaquear nunca, ni apartarse de esas líneas maestras por
grande o desafiante que pueda llegar a ser su perro.
297
- Cambios físicos
t Madurez sexual
299
habrá un leve sangrado. Su deseo frecuente de orinar y su susceptibili-
dad (una especie de síndrome premenstrual) suelen ser también ban-
dera roja de aviso.
300
mencionar la gran tragedia que es el número de perros abandonados
y sin hogar en Estados Unidos), hace que resulte irreal la idea de permi-
tir a nuestros perros procrear con libertad. Así son las cosas. Por eso
estoy absolutamente convencido de que en Norteamérica castrar y es-
terilizar a nuestros perros es la única opción ética para aquellos que no
somos criadores profesionales. Se lo debemos a ellos : estamos en la
obligación de evitarles el sufrimiento extremo tanto físico como psicoló-
gico que provoca no poder reproducirse cuando su cuerpo les pide a gri-
tos que lo hagan.
¿Cuál es el momento ideal para esterilizar o castrar a nuestro perro
adolescente o preadolescente? En mi opinión , la edad ideal ronda los
seis meses. Aunque la mayor parte del crecimiento ya se ha concluido en
ese momento, las hormonas sexuales aún no han dominado su compor-
tamiento. Algunos criadores de perros de exhibición que pretenden moldear
especímenes físicamente perfectos esperan un par de meses más para
asegurarse de que el animal ha terminado de madurar, pero yo pienso
que castrando o esterilizando a los seis meses estamos impidiendo que
el cerebro reciba esas señales tan intensas del mundo de las hormonas.
De este modo tu perro no tendrá que soportar el sufrimiento y la frustración
que suponen sentir la necesidad de emparejarse y no tener nunca la
oportunidad de hacerlo.
Existen muchos mitos acerca de estos dos procedimientos: que cam-
bian la personalidad del perro, que detienen su crecimiento, que lo hacen
engordar. Si he ganado alguna reputación gracias a mi trabajo como en-
cantador de perros, quiero utilizarla para desmentir estos bulos. «Una
esterilización o castración temprana proporciona un gran número de be-
neficios para la salud del animal», declara el doctor Rick García, uno de
mis veterinarios favoritos. «Se previene el cáncer testicular, los tum~res
mamarios y otros cánceres del sistema reproductor. Evitamos las hernias
perianales e impedimos el desarrollo de otras muchas enfermedades que
301
un perro puede padecer al tener en su sistema demasiadas hormonas
sexuales de las que no podrá desprenderse a lo largo de los años. Hay
quien dice que los perros corren más peligro de volverse obesos tras la
castración o la esterilización, pero si se los alimenta con una dieta correc-
ta y se les proporciona ejercicio con regularidad, no tiene por qué haber
ningún problema en este sentido».
Durante el tiempo que llevo trabajando en Norteamérica he ayudado
a cientos de perros y sus dueños a comprender mejor la operación y a pre-
pararse psicológicamente para ella. Para todos ellos el proceso ha sido
una experiencia positiva de la que no se ha derivado ninguna consecuen-
cia física, psicológica o espiritual negativa. «Las ventajas desde el punto
de vista del comportamiento son numerosas», añade el doctor García.
«La castración evita que el animal sienta el impulso de orinar en la casa
y en los límites de su territorio, y la agresividad que de ello se deriva y que
puede desembocar en problemas de dominancia y violencia hacia otros
perros e incluso hacia miembros de la familia. Esterilizarlos hace de ellos
animales más manejables, más fácilmente adiestrables y los transforma
en mascotas más plácidas para el hogar. La única desventaja es que no
puedes criar con él, pero en su conjunto los beneficios desbancan a los
inconvenientes».
Qué duda cabe de que ni la castración ni la esterilización son una
«píldora mágica» con la que eliminar todos los comportamientos no de-
seados. Tu papel como líder de la manada sereno y firme así como tu
continuidad a la hora de satisfacer el resto de necesidades de tu perro
mediante el ejercicio, la disciplina y el afecto siguen siendo las únicas
garantías contra los malos hábitos o las dificultades de comportamiento.
Pero esterilizar y castrar te evitarán la avalancha de hormonas que llegan
al cerebro y que empujan a los perros a desear reproducirse, así como
las consecuencias debidas a la frustración que experimentan al no poder
dar rienda suelta a ese deseo.
3 02
- El cáncer de Daddy: un aviso
3°3
t Mr. Presidenta la mesa de operaciones
Cuando Mr. President cumplió los seis meses, decidí que había
llegado la hora de que pasara por el quirófano para que pudiera disfrutar
de una larga y saludable vida libre de frustraciones. «Por Díos, ¿cómo
puede hacerle eso a un ejemplar tan perfecto como Mr. President?», me
preguntó un desconocido extremadamente educado. La respuesta es que
aunque Mr. Presidentes un perro muy guapo no hay demasiadas hembras
disponibles para él. No es cuestión de publicar un anuncio en prensa
y buscar a una hembra de bulldog inglés genéticamente perfecta. Yo no
soy criador. Mucha gente considera una idea excelente cruzar a sus perros,
pero, como ya hemos visto en el capítulo 2, evitar el riesgo de las enfer-
medades de transmisión genética y los problemas de comportamiento es
una tarea complicada y científica que nunca debe dejarse en manos de
un aficionado, aparte de que estoy convencido de querer evitar camadas
no deseadas que acaben convirtiéndose en perros que haya que sacrificar
simplemente porque no podamos encontrarles un hogar. En mi opinión la
responsabilidad moral y la vergüenza son nuestras, y con ello estamos
creando un karma negativo para toda nuestra especie. Dejando la crianza
a los profesionales no sólo creamos perros saludables para las genera-
ciones venideras sino que evitamos que los perros no deseados lleven
una vida llena de sufrimiento.
Un procedimiento no traumático
306
cosiendo toda la incisión. Yo le había pedido que extirpase todo el saco del
escroto para dejarle la zona limpia y bonita, así como para evitar algunas
irritaciones que se pueden dar si al animal le queda el saco vacío colgan-
do, de modo que necesitó un poco más de tiempo para suturar la herida.
Aun así, el procedimiento en su conjunto duró poco más de quince minutos.
Hubo una última inyección con la que le garantizaba veinticuatro horas libres
de dolor e inflamación además de protección antibiótica. Por último y an-
tes de llevar a Mr. Presidenta la zona de recuperación que consistía en
una mantita caliente dispuesta en un rincón de la unidad móvil, le sacaron
un poco de sangre para poder revisar sus títulos de inmunidad.
Menos de veinte minutos después de que su operación hubiera em-
pezado, Mr. President comenzó a despertar e intentó inmediatamente
ponerse de pie. Temblaba un poco, en parte de frío y en parte porque su
cuerpo empezaba a eliminar la anestesia. Capté la atención de su olfa-
to con el juguete, lo que sirvió para que se pusiera alerta de inmediato:
incluso estando medio grogui, su espíritu era el de siempre. A continuación
y como la mejor medicina hice pasar a su gran amigo Angel para que lo
animara. Angel se acercó a él con suma delicadeza. Por supuesto no tenía
ni idea de que su hermano había sido castrado, pero sabía que olía de un
modo distinto y que se encontraba en un estado diferente.
Un momento después sacamos a Mr. President envuelto en su man-
ta a que lo caldeara el sol spbre ta hierba. El doctor se quedó sorprendido
de su fortaleza y de su capacidad de recuperación. «Si ya puede mante-
nerse en pie, está bien para volver a casa», me dijo. Como si hubiera
podido entenderle, Mr. President se levantó e intentó correr... pero tas
patas aún no lo sostenían debidamente y acabó cayendo de culo tras unos
cuantos y tambaleantes pasos. Sin arrugarse volvió a ponerse en pie e in-
tentó salir corriendo tras Angel, que lo animaba a jugar. Unos cuantos
pasos más y de nuevo volvió a caer. «No pasa nada», me dijo Rick. «Co-
rrer hará que su circulación recupere enseguida la normalidad» . Saqué
una golosina para Angel y al oír el ruido del envoltorio Mr. President reac-
cionó de inmediato: la idea de comer lo despertó todavía más. Aunque no
iba a poder tomar comida ni agua (de esta última sólo un sorbo para que
no se le secara la lengua) durante tres horas más, Mr. President, aún algo
aturdido, salió andando tras de mí, de Angel y de la tentadora golosina de
vuelta a nuestro coche. Con una intervención que en su totalidad había
llevado menos de media hora le había regalado a mi joven bulldog toda
una vida de mejor salud física y psicológica.
308
pidez y corregir cualquier intento de mal comportamiento». El adiestrador
de Hollywood Clint Rowe está de acuerdo. « Tendrás que refrescar a tu
cachorro los límites e incluso redefinirlos. Bastará con que te ciñas al
entrenamiento que hayas adoptado en su infancia. No pongas al cachorro
en una situación en la que no puedas mantener lo que le ordenes. No lo
pongas en situación de que pueda ignorarte o no cumplir lo que le pides.
No lo amenaces. Impón las normas con calma y consistencia» .
t Distracciones
3 IO
ge de este modo al autocontrol y la curación, y conseguir este objetivo
(para cualquier perro) es un trabajo muy duro. Por otro lado, los ejercicios
mentales a los que lo someto constantemente refuerzan mi posición como
líder.
Clint Rowe comparte esta misma observación tras haber adiestrado
a tantos perros para las películas de Hollywood. «El mejor modo de de-
safiar a un perro adolescente suele ser hacerlo trabajar mentalmente. Por
ejemplo, acometer un entrenamiento estructurado mientras se pasea:
sentarse, pararse, tumbarse y esperar. Hacer que te observe y que pien-
se. Que sea divertido. Si se trata de ir a recuperar algo, se puede hacer
varias veces seguidas pero siempre de un modo estructurado para que
él tenga que pensar y encontrar la solución por sí solo: tiene que sentarse
antes de que pueda salir a recuperar la pieza, o sentarse, tumbarse y vol-
ver a sentarse. Varía las instrucciones para que tenga que concentrarse,
y detén el juego cuando aún esté encantado con él. Esto es lo que hacen
los líderes». Cuanto más consistente sea tu liderazgo, menos errático se
volverá su comportamiento.
t Un patinazo en sociedad
311
rrido con el resto de perros adultos que había conocido, Troy no conside-
ró su sugerencia como el gesto de un cachorrito encantador e inofensivo.
Cuando Mr. President le tocó las narices, Troy reaccionó ... , iY a punto
estuvo de propinarle un buen mordisco! Intervine de inmediato, pero me
di cuenta de que Mr. Presidentno había dado marcha atrás: su respiración
era acelerada, tenía los ojos inyectados en sangre ... , había pasado de ser
perro a bulldog en apenas una décima de segundo. Al final del ejercicio
caminaban el uno al lado del otro como viejos amigos, pero las reacciones
de Mr. President poseían el potencial de hacerle dar un patinazo desas-
troso tan relativamente habitual durante la transición de la adolescencia
a la edad adulta. Cuando vuelve a dar muestras de ese comportamiento
belicoso ahora que ya es un perro casi crecido, corre el riesgo de desen-
cadenar la ira de otros perros. Es casi más importante mi supervisión en
esta etapa de su vida, hasta que empiece a comprender que los perros
adultos esperan de él unos modales bien distintos.
Chris Komives se enfrentó a un escollo similar con E/iza recién es-
terilizada en una visita al parque para perros. «Cuando llegó a la adoles-
cencia, perdió por completo la timidez y se volvió más osada», nos con-
taba. «Cuando era una cachorra, me preocupaba que evitara interactuar
con otros perros, de manera que la animaba a relacionarse. Ahora que es
una adolescente tengo que recordarle que baje las revoluciones a la hora
de acercarse a otros perros porque puede resultar desbordante. Si va con
la correa, se vuelve loca por conocerlos y se frustra si la contengo. Em-
pieza a jadear, a gruñir y a dar vueltas sobre sí misma, lo que suele inti-
midar a los dueños. Para trabajar con este problema la he llevado a otros
parques sin quitarle la correa y si empezaba a jadear y a gruñir le aplica-
ba una corrección, y la recompensaba cuando entraba en un estado se-
reno dejándola correr y jugar. Hemos hecho grandes progresos, pero he
tenido que aprender a ignorar a la mujer que me decía a voces que era
un obseso del control y que debería dejar que jugara o a la pareja a la
312
que oí decir en voz baja que detestaban a la gente que utilizaba el parque
de perros para adiestrar a sus animales».
Tal y como Chris ya ha aprendido, puede ser necesario un verdade-
ro compromiso para mantener nuestro papel de líder de la manada firme
y sereno ante el impredecible comportamiento de la adolescencia. La
rebelión es una parte natural de este proceso, y como líder tendrás que
estar siempre pendiente de lo que le pase a tu perro. Tienes que mostrar-
te sereno y confiado, firme y positivo, para estar seguro de que podrás
minimizar los problemas que surjan y poner fin a los conflictos de los que
siempre ha de salir reforzado un buen comportamiento. Ve por delante de
tu perro: prevé los problemas y evítalos o solvéntalos de modo que puedas
seguir siendo siempre el líder ante sus ojos. «Tenemos que ser conscien-
tes de que el comportamiento está en constante cambio y de que los
perros nunca dejan de aprender. El adiestramiento tiene lugar veinticuatro
horas al día y nunca termina (puede que lo que no termine nunca sea la
adolescencia). Es posible que todos nosotros seamos adolescentes algo
envejecidos», comenta Martin Deeley. Si aceptamos esto como una fase
normal en el desarrollo de nuestro perros, entonces podremos estar pre-
parados para trabajar con ellos y asegurarnos de que los buenos hábitos
no se pierdan y que puedan crearse otros aún mejores para la vida.
31 3
,..
que todas las interacciones terminan en una nota positiva,
es decir, con el buen comportamiento reforzado.
~ Sé consistente: no importa lo rebelde que pueda ser tu
adolescente. Demuéstrale que nada de lo que haga puede
dar al traste con tu autoridad serena y firme.
~ Sé paciente: tu perro no será adolescente para siempre.
Los resultados del duro trabajo que tendrás que acometer
irán quedando patentes con todos los éxitos que alcances.
Al final de dos o tres años habrás establecido unos buenos
hábitos que harán de tu perro el compañero ideal de por
vida.
3 lj
la que es capaz de crear un Daddy o un Junior o cualquier otro modelo
que tú desees que tu perro soñado pueda interpretar.
Ésta es tu recompensa cuando te decides a criar al perro perfecto.
Enhorabuena. Ahora es mucho más que una posibilidad: es un hecho que
has logrado.
NOTAS
' Para mayor lntormación acerca de la sobrepoblación de mascotas: Clancy, E. A., y Rowan,
A. N., Companion Animal Damographics in lha United States: A Hlstorical Perspectiva, HSUS.
org, hltp://www.hsus.org/web-files/POF/hsp/soa_li_chap02-pdf.
' Diamond Davis, K., Tha Can/ne Behavlor Series, http://www.vertJnarypartner.com/content.
plx?P=A&A=1701&S=1&Source1D=47
10
Epílogo
Los cachorros crecen
Mientras preparábamos este libro he podido ver crecer a todos los cacho
rros que aparecen en él: los he visto partir de la torpe infancia a la des
garbada y a veces airosa adolescencia. Todos los perros que he tenido el
honor de criar me han hecho conocer a fondo la naturaleza de su raza
y su especie, añadiendo una nueva perspectiva y una mayor profundidad
al trabajo que hago a diario. Blizzard, Angel y Mr. President me han ofre
cido verdaderas perlas de conocimiento y ahora, casi un año después de
que iniciara mi «proyecto cachorro», estos animales siguen repartiendo
el maravilloso regalo de su existencia a los humanos que hay en su
vida.
317
y un buen grupo de revoltosos compañeros caninos con los que jugar. Es
una situación que encaja con él a la perfección porque ha madurado has-
ta llegar a ser el labrador perfecto: un muchacho desenfadado, abierto, un
poco bobalicón a veces y siempre dispuesto a correr nuevas aventuras.
Es un miembro muy popular en la manada, tanto con sus integrantes
habituales como con sus visitantes, y si su nivel de energía es a veces un
poco elevado, siempre hay alguien como Junior o Angel para recordarle
que debe pisar el freno.
Blizzard recibe siempre bien y con cariño tanto a los humanos como
a los individuos de su propia especie. Por la noche le gusta acurrucarse
con el resto de la familia Barnes y Mol/y, el dachshund, para disfrutar de
su entretenimiento favorito: ver películas en la televisión . Ha vencido el
temor que le inspiraba el agua y le encanta jugar en la piscina con Chris-
tian , cuyas dotes como líder van creciendo gradualmente. Blizzard ha
llegado a ser lo que se esperaba de él : un labrador amarillo modélico,
prueba viviente de que existe un modo mejor de criar a Marley.
318
da quedarse con la manada de César mientras grabamos la siguiente
temporada de El encantador de perros. Toda la energía que tiene podría
meterla en problemas con algunos casos en zona roja. Cuando se parez
ca más a Junior y a Daddy, crecerá mi confianza».
Aparte de su tendencia a mostrarse demasiado exuberante al en
contrarse con otros perros, la vida de E/iza es un sueño para un terrier.
«Nos levantamos a dar un paseo todas las mañanas antes de desayunar.
Los fines de semana, si a las siete no me he levantado, viene hasta la
puerta del dormitorio y espera. La dejamos dormir en el salón, pero
durante el día permanece en el jardín de atrás y en el vestíbulo trasero.
Según he visto gracias a la cámara que hemos instalado para observar
la, se pasa la mayor parte del día durmiendo, pero hacia las tres se le
vanta y sale. Los fines de semana o los días que libro salimos juntos
a dar una caminata por el Runyon Canyon de un par de horas de duración
o por las montañas de San Gabriel o a la playa para perros. La verdad
es que ahora, cuando tengo días libres, los dedico a hacer cosas con
ella. Desde luego hago más ejercicio ahora que antes. Por las noches la
llevo a dar un paseo o a correr; después le doy de cenar y la aseo. Los
miércoles acudimos a clases de agilidad. La vida es mucho más entre
tenida desde que está con nosotros. Es una verdadera delicia tenerla en
casa».
Además Chris ha aprendido tanto de sí mismo como de criar a un
cachorro gracias a su experiencia con E/iza. «Aunque estaba convencido
de estarme comportando con serenidad y firmeza, el hecho de que mi
perra se muestre nerviosa se debe a que yo alimento esa energía. Ahora,
cuando la veo así, me pregunto: ¿de verdad estoy tranquilo? Luego, cuan
do me relajo, ella se calma también. Es posible que la mime demasiado.
Johanna me ha dicho que si nuestra casa se incendiara está convencida
de que salvaría primero a la perra y a ella después. Sé que debería re
flexionar».
319
4I Mr. President, el bulldog inglés
320
a la maldición de las alergias a las que los bulldog son tan propensos.
«Ahora está recuperado por completo», nos dice, «pero el doctor Garcia
me dice que los bulldog tienen necesidades especiales en lo que respec-
ta a alergias de piel, y que eso es algo que vamos a tener que controlar
a lo largo de toda su vida. Sin embargo y gracias a su crianza con César,
tengo que decir que acudir a la consulta del veterinario es pan comido
para Mr. Presídent».
Gracias a su adorable dueña, el adolescente Mr. Presídent está dis-
frutando del clásico estilo de vida de Los Ángeles: «Se pasa el día en una
oficina de producción», nos relata Crystal, «luego su asistente, es decir,
yo, lo lleva al plató en el que rueda un programa de televisión de gran
éxito. Creo que la vida no podría ser mejor para este perro».
J21
pañía y no un animal de concurso, así que me pareció conveniente some-
terlo a la operación», nos dijo. También tiene un nombre nuevo: Sír Albert
Angel, Albert para abreviar. Su pasatiempo favorito es pasear, jugar con
sus muñecos de morder e ir al parque para perros. ,,En su tiempo libre le
gusta relajarse tumbado en el sofá, algo que sabe que no le está permi-
tido ... y que sólo hace cuando nos ausentamos un rato. Le hemos puesto
el apodo de PigPen ("gorrinote") porque a pesar de su pedigrí de elevados
vuelos no pierde la ocasión de rebozarse en el barro cuando se le pre-
senta la oportunidad, y luego te mira con esa carita que ... en fin».
- Junior, el pitbull
322
verdadero embajador para el mundo; un Gandhi canino, un Martín Luther
King. Tengo el convencimiento de que estamos presenciando sólo el co-
mienzo de lo que Junior va a alcanzar en el transcurso de su vida.
A medida que Daddy va avanzando hacia la jubilación, Junior em-
pieza a afianzarse sobre sus cuatro patas para hacerse con el liderazgo
de la manada. En cualquier situación nueva puedo percibir la sabiduría de
Daddyen él, en su intuición y en sus reacciones. Los criadores pretenden
siempre que los genes de los reproductores pasen de generación en
generación pero con Junior lo que he pretendido ha sido que la esencia
psicológica y espiritual de Daddy se reflejara en él. A pesar de lo que me
entristece pensar que Daddy esté enfrentándose ya al ocaso de sus días
sobre la tierra, me consuela saber que su legado permanecerá no sólo
en mi corazón sino en el impacto que ha tenido en Junior y la influencia
que éste ejercerá en el mundo. Junior portará los dones de Daddy en el
siguiente nivel con el beneficio añadido de tener un dueño de más edad
y más sabio (¡eso espero!) además de una manada de humanos compro-
metidos, entre los que se encuentran también mis hijos, para apoyarlo
y ayudarle a llevar a cabo su objetivo. Es el sueño de cualquiera, ¿no os
parece? Que la siguiente generación sea mejor que la precedente. A tra-
vés de Junior y las futuras generaciones de cachorros, Oaddyvivirá para
siempre.
2. La pareja ideal
The Monks of New Skete, The Art of Raising a Puppy, Little, Brown and
Company, 1991.
325
Last Chance for Animals
www.lcanimal.org
Petfinders.com
www.petfinders.com
Pets911.com
www.pets911 .com
3. La sabiduría de la madre
5. Un cachorro saludable
326
The American Animal Hospital A111ool11llon
www.aahanet.org
Terifaj, P., How to Protect Your Dog from a Vaccine Junkie, Bulldog Press,
2007.
The Monks of New Skete, The Art of Raising a Puppy. Little, Brown and
Company, 1991.
-, How to Be Your Dog's Best Friend: The Classic Training Manual for Dog
Owners, Little, Brown and Company, 2002.
Rutherford, C., y Neil, D. H., How to Raise a Puppy You Can Live With,
Alpine Blue Ribbon Books, 2005.
Kilcommons, B., y Wilson, S., My Smart Puppy: Fun, Effective, and Easy
Puppy Training, Warner Books, 2006.
327
César Millán's Sit and Stay the César Way: Vol. 4 Mastering Leadership
Series.
http://www.cesarmillaninc.com/products/dvds.php
9. El espíritu adolescente
/J, MIXTO
Papel JM1)C-.dtmla d•
--
FS C
P!Jitn1H ,-poneablel
FSC- C 117695
¿Quieres traet un P.errito a casa P,ero tienes
miedo de que un animalito tan adorable P.Ueda
convertirse en tu peor pesadilla? ¿Tu cacliorro
no para de morder los muebles? ¿Es incaP.az de
caminar con correai ¿No sabes qué liace~ P,ara
enseñarlo a controlar los esf(nteresi ¿No te liace
caso cuani:lo lo llamas? iEstás i:lesesperai:lo
por~ue no sabes ~ué liacer P.ara ~ue
i:le e de llorar o aulla~?.
$11.95
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