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Dejours C.

CAPíTULo n
EL TRABAJO ENTRE SUFRIMIENTO Y PLACER

Antes de adentrarnos en el análisis de las relaciones entre sufri­


miento e injusticia, es necesario precisar lo que entendemos por su­
frimiento. Hasta el momento hemos mencionado sobe todo las re­
laciones entre sufrimiento y empleo. Pero también debemos estudiar
las relaciones entre sufrimiento y trabajo. Las primeras nos remiten al
sufrimiento de quienes no tienen un trabajo o empleo; las segundas
al de quienes siguen trabajando. La banalización del mal se basa preci­
samente en el proceso de reforzamiento recíproco entre ambos. Es por esto
que, en primer lugar, debemos describir la dinámica de las relacio­
nes entre trabajo, sufrimiento y placer.

Intentan hacernos creer, o tenemos la tendencia a creerlo espon­


táneamente, que el sufrimiento en el trabajo se ha atenuado mucho,
o incluso que ha desaparecido totalmente gracias a la mecanización
y la robotización. Estas habrían hecho desaparecer tanto los automa­
tismos mecánicos, como las tareas de mantenimiento y la relación di­
recta con la materia que son características de las tareas industriales.
Estarían transformando a los obreros manuales "sudorosos" en ope­
radores de manos limpias, tenderían a transformarlos en empleados
y a desembarazar a "Piel de Asno"1 de su capa maloliente para abrir­
le un destino de princesa con vestidos hechos de luz de luna. ¿Quién
no recuerda imágenes de una nota televisiva o la visita guiada por
una fábrica modernizada e impecable? Desgraciadamente, todo esto
tiene mucho de cliché, porque no nos muestra más que la fachada o
la vidriera que las empresas exhiben generosamente -eso sí es cierto­
a los ojos del curioso que pasa frente a ella o del visitante..
Detrás de la vidriera está el sufrimiento de quienes trabajan. En pr:i­
mer lugar, de aquéllos que -según se pretende- ya no existen, pero
que en realidad son legión y asumen innumerables tareas peligrosas
para la salud, en condiciones no muy distintas de las del pasado,

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agravadas muchas veces por infracciones más que frecuentes al Có­ neran ingresos. Del mundo del trabajo nos llegan sólo algunos ecos
digo de Trabajo: obreros de la coiistrucción, obreros subcontratados atenuados en la prensa y el espacio público, y esto lleva a creer que
para el mantenimiento de centrales nucleares, personal de emprei¡a:s·· las informaciones sobre el sufrimiento en el trabajo que a veces tras­
de limpieza (tanto en fábricas como en edificios de oficinas, hospita­ cienden tienen un carácter excepcional, extraordinario y sin verda­
les, trenes, aviones ... ), operarios de las líneas de montaje en termina­ dera significación ni valor heurístico dentro de la situación general
les automotrices, mataderos industriales, criaderos de·pollos, empre- de quienes trabajan hoy en Europa. Y así, pese a la experiencia per­
sas de mudanzas o confección textil, etc. .,, sonal, en general discordante, son mµchos los que adoptan las mu­
Está también el sufrimiento de quienes afrontan peligros en con­ letillas de moda sobre el fin del trabajo y la libertad recuperada.
tacto con radiaciones ionizantes, Nirus, levaduras, amian�o, trabajan­ ¿En qué consiste este sufrimiento del trabajo que, como afirmamos
do en horarios. rotativos, etc. Esto� daños, relativamente recientes en aquí, sería masivamente desconocido? Hacer el inventario de las for­
la historia del trabajo, se agravan ¡y multiplican cada vez más, ocasio­ mas típicas del sufrimiento implicaría infligir a los lectores la obliga­
nando no sólo sufrimiento corpqral, sino también aprensión, o. an- ción de recorrer todos los capítulos de un tratado de pskodinámica
gustia, en quienes trabaja�. i · del trabajo. Nos limitaremos por el momento a una reseña que apun­
Detrás de las vidrieras brillant�s está finalmente el sufrimiento de ta especialmente a alertar sobre la gravedad de un problema que no
quienes temen no poder satisfac�r las exigencias, no estar a la altura ha sido suficientemente discutido.
de las obligaciones de la organi{ación del trabajo: obligaciones de
tiempos, ritmo, formación, infor�ación, aprendizaje, nivel de cono­
cimiento y diplomas, experienci�, rapidez en la adquisición de habi­
----�-·---
l. El temor a la inco�etencia----
¿Qué es lo que se entiende por lo "real del trabajo"? Lo real se de­
lidades intelectuales y prácticas (Dessors y Torrente, informe de in­
fine como aquello que resiste a los conocimientos, los saberes, los sa­
vestigación, 1996) así como adap¡:.ación a la "cultura" o a la ideología
beres-hacer y, globalmente, al control. En el trabajo, lo concreto toma
de la empresa, a las exigencias �el mercado y las relaciones con los
una forma mostrada por las ciencias del trabajo a partir de la déca­
clientes, los particulares o el pú9lico, etc.
da del 70 (Daniellou, Laville, Teiger, 1983). Básicamente, se da a co­
Las investigaciones clínicas y �os trabajos de campo a que hemos
_nocer.. al_ sujeto2 por_ un_ desfasille_ irreductible.. <'!ntre _la.organización
procedido en los últimos años, t?nto en Francia como en el extran-·
jera, revelan un mundo de sufrimiento que está detrás de la vidriera
prescripJa deJJ,r_;;tb.ajQ y__la __organización_ r�al_ del_ trabajo. En efecto, sea
cual sea la calidad de la organización del trabajo y su punto de vista,
del progreso y a veces provoca �ncredulidad. Cuando hay informa­
en las situaciones comunes de trabajo es imposible cumplir con los
ción, ésta es individual. y provieni de la propia experiencia de traba­
objetivos de la tarea respetando escrupulosamente las prescripcio­
jo, o indirectamente de alguien Fercano que sufre y cuenta su sufri­
nes, las consignas y los procedimientos... Una ejecución estricta con­
miento. Pero, ¿cómo imaginar que informaciones tan discordantes
duciría a la situación bien conocida de la "huelga de celo" o trabajo
en relación con el discurso genéral, y personales por añadidura, no
a reglamento. -�l celo es precisamen_�--�od9._�g��H�-.9��J.2�.QP�.!.'!<12::
sean excepciones o anomalías sin gran significación en un mundo
res agr�gan a la <>,rg�!��s-�<>_n. px�s.cx.ip_�E':fª E���E_l�.-�Í!.S�, todo lo
que se está liberando de las mis�rias de la condición obrera gracias
que realizan individual y cole,�ti_"ªmente_y que__no corresponde�­
al progreso técnico? En los últirrlos veinte años, en vez de realizar in­
"_ej_e_CE_�§.!l.'- La gestión concreta del defasaje e�tre lo prescripto y lo
vestigaciones sociales o trabajos :sobre el mundo del trabajo común,
real tiene que ver con "la movilización de /,os resortes afectivos y cognitivos
los periodistas se dedican a hacer "notas" sobre la vidriera brillante
de la inteligencia" (Dejours, 1993a; Bohle y Milkau, 1991; ·netienne l'"
del progreso. Hay poco interés por el sufrimiento cotidiano ... ¡y sin
Vernánt, 1974).
embargo está tan cereal El únic9 martirio propuesto a la curiosidad
de nuestros conciudadanos es e� de las víctimas de la violencia y las Esto puede ilustrarse con el caso de un joven médico de poca ex­
atrocidades de la guerra, que su�eden lejos. Las medias tintas no ge- periencia pero a cargo de un servicio de reanimación. Aunque no ha
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terminado su formación, se le ha dado la responsabilidad de todo el de engaño como en el caso relatado, lajos de ello) que trastornan y
ser vicio. Muchos colegas han sido trasladados y por eso hay puestos. desestabilizan a los trabajadores más experimentados. Sucede en el
, manejo de aviones, en las industrias de proceso y en todas las situa­
libres, pero el director del hospital se niega a contratar más personal.:
Para "tapar agttjeros" se toma a este estudiante, con una remunera­ ciones de trabajo técnicamente complejas, que implican riesgos pa­
ción que no guarda ninguna proporción con lo que costaría un ti_tu­ ra la protección de las personas o la seguridad de las instalaciones. A
lar (es simplemente otro caso de "habilitación" abusiva y fraudulen­ los trabajadores que están en estas situaciones muchas veces les resul­
ta, frecuente en muchas industrias riesgosas [Mendel, 1989)). ta imposible determinar si sus fracasos tienen que ver con una falta
El joven médico, serio y trabajador, realiza correctamente las tareas de competencia o con anomalías del sistema técnico. y_e_sta_Ji,,\�!lli:.
que se le encomiendan. Todo marcha sobre rieles y V<!, ganándose de perplejidad constimy1; una causa . de ang:!,lstia y sufrimiento que to­
progresivamente la confianza del equipo médico, los enfermos y sus _xp,tla fºrrnª.Jietmied._Q_a ser incomeet�n.te,An.9...P-ºct.�r�iij:i;· a:·ra:ar�
familias. Todo el mundo reconoce su competencia. Pero hay algo turaº· ser_ inc?,_P.�-º-�-�-�f!°'!.!!.l¿l,!"_.�9._rf���.:i.m�n.t�. �Ü:!J.<\,!;Íqn,e_s inu$u�J�s
que ensombrece el conjunto. El joven médico está sumamente preo­ qJn_�S.E�?,,c;l._�, . en 1�. q ue, justamente, . esté . i.nv:p}µp:?.,<:Ll Ja responsa�
cupado por la impresión persistente de que hay demasiados deceso_s bilidad..
en el servicio. Algunos de sus enfermos mueren pese a los pronósti­
cos favorables. Se debate con los resultados incomprensibles de algu­
nas de sus decisiones, sobre todo cuando prescribe asistencia ventila­
toria con "respirador artificial" en enfermos intubados. Muchos de. Otra causa frecuente de sufrimiento en el trabajo surge de circuns­
esos enfermos sufren de asfixia y él no logra entender por qué. Em­ tancias en cierto modo opuestas a las mencionadas. En estas circuns­
pieza a pensar que probablemente ha cometido errores diagnósticos tancias tampoco hay problemas de competencia o saber-hacer. Pero
o terapéuticos, pero no logra descubrirlos. Se siente cada vez más -�Q.l.l.qY..e el que...tr.abaja.sepalo..que..ckb.e. ha�e.r,.nn_p.ue.de.hfl,!=�JLQ. PQI:
perturbado, pierde confianza en sí mismo y finalmente resuelve con­ que.. se_lo impiden_ restricciones soci,a!es del ..trabajo. Los colegas le
sultar a un psiquiatra para que lo ayude a luchar contra una depre­ ponen palos en las ruedas, el clima social es desastroso, cada cual tra•
sión ansiosa. Esto provoca sorpresa en el servicio, dada la considera­ baja en soledad y todo el mundo retiene información, impidiendo la
ción que se le tiene. Cada vez más cerrado e irritable, se aísla, se eno­ cooperación, etc. En las así llamadas tareas de ejecución proliferan
ja y poco a poco va perdiendo la confianza de su equipo, que descu­ este tipo de dificultades que de una u otra manera impiden que el
bre las causas de su perplejidad, empieza a dudar de su competencia trabajador realice correctamente su trabajo, porque se lo acorrala
y luego a tenerle desconfianza. entre procedimientos y reglamentaciones incompatibles entre sí
Recién seis meses después, ya con una situación psíquica franca­ (Dejours, Rapport..., 1991).
mente deteriorada, se le ocurre una idea. Antes de poner a un nue­ Tomemos el ejemplo de un técnico en mantenimiento encargado
vo enfermo en ventilación asistida, se coloca a sí mismo la máscara del control técnico de las tareas realizadas en una central nuclear
de oxigeno. Y se ahoga al inhalar algo que, por el olor, identifica de por un subcontratista a cargo de las tareas mecánicas. Son obras
inmediato como formol. Una investigación le permite descubrir que enormes con un trabajo de gran dimensión que exige mucha seguri·
la empresa responsable del mantenimiento y esterilización de los dad en las instalaciones. Los trabajos son realizados por equipos de
aparatos de reanimación no respeta los procedimientos para ganar obreros en turnos rotativos, día y noche. Pero el técnico responsable
tiempo y paliar la falta de personal. También en este caso hubo una del control, empleado de la empresa contratante (la que firma el
decisión de ahorro presupuestario tomada por la dirección de la em­ contrato con la empresa subcontratista), está solo. No puede vigilar
presa subcontratista. las obras las veinticuatro horas del día, ya que debe descansar y dor­
En las situaciones comunes de trabajo son frecuentes estos inciden­ mir. Pero tiene que firmar las fichas y hacerse responsable de la cali­
tes y accidentes de origen incomprensible (no siempre hay voluntad dad del servicio realizado por el subcontratista.
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Pese a sus pedidos reiterados de ayuda, éi es el único''responsable consumir mucho tiempo y trabajo. Por eso insisten en que, con pos­
y, para evii:ar que salgan pe1jud(cados los �rabajadores en situación,, terioridad al hecho alegado, las barreras siguieron funcionando apa­
precaria de la empresa subcontrl:ttista, debe firmar las fichas y ace·p: rentemente bien, sin nuevos incidentes. El t�no de la discusión sube
tar la palabra deljefe del 'turno noche en cuanto a calidad del servi­ entre los compañeros. El ingeniero se niega a abandonar la investi­
cio realizado, No es una situaci4n psicológica fácilmente acep�ble gación. Y defiende su opinión sobre la gravedad del incidente, que
por un técnico que conoce bie� el oficio mecánicó'�practicado du­ los otros minimizan. Hasta que, al final, el jefe de depósito · · pone un
rante veinte años y que también¡ sabe bien cuántos engaños o tr,am­ punto final a la discusión:
pas puede ocultar éste. Con la reprganización del trabajo, ·como con­ Jefe de depósi.to: ¿Hubo descarrilamiento?
secuencia de las últimas reforma� estructurales, se crean para él cier­ Ingeniero: No
tas condiciones que lo colocan en una situación psicológica extrema­ Jefe de depósito: ¿Hubo colisión con un vehículo o u.n peatón?
damente dolorosa
.
en relación coh los valores del trabajo bien hecho, Ingeniero: No
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el sentido de la responsabilidad y la ética profesional. Jefe de depósito: ¿Hubo heridos o muertos?
Esta obligación de hacer mal el trabajo, de tener que darlo por ter­ Ingeniero: No
minado o mentir es una fuentei importantísima y extremadamente Jefe de depósi.to: Entonces, no hubo incidente. El asunto queda cerrado.
frecuente de sufrimiento en el trabajo, presente· tanto en la indus­ Al salir de la reunión de personal, el ingeniero no se siente bien,
tria,. como en los servicios, o en }a administración. ha perdido el equilibrio, no entiende la posición de los otros ni, so-.
bre todo, su unanimidad. Tiene dudas y y_a no sabe si simplemente_
Presentamos un segundo eje�plo. �§1ª_'=.'E�petando el �spíritu del r.�gl��!::!!9..Y. una ética del ��g_tido co­
Se trata de un ingeniero, reci�ntemente destinado a un depósito .!!!ÍW- (al· tiempo que sus colegas le oponen una negación de la reali­
de la SNCF (Empresa Nacional qe Ferrocarriles) .'Unos días después dad)_Q.§.!,_p_Qr el contrmq.,_ está dando pruebas de un perfeccionismo
de suUegada, se pone en su co1ocimiento que ha ocurrido un ind­ y una terquedad fuera de lugar, en cuyo caso toda-su vida profesio: .. ·
• • •--u__.,..,,,,., •• ..,_,_ _..__ , ,., ,� - •• . ...._,.,___,,.,. ___ ..... , •• • -•• • •-••• .. - .. •• ' -- •• •••• • • • • •-•• •.-�•• ,.,,,,.,.,,._,__,

dente en el sector de las vías que, está bajo su responsabilidad. La ba­ t:,al debe -��E..E��x�!l.íl:.<!�-.-�n los días siguientes, sus colegas evitan
rrera de un paso a nivel no _se l:iajó al pasar una formación. En ese compartir los almuerzos con él y hablarle. El pobre hombre ya no en­
momento no había nadie en la iuta, ni a pie ni en automóvil. tiende nada. La presión aumenta. Se siente cada vez más angustiado
El ingeniero reporta el incidepte al personal de la dirección. Los y perplejo. Dos días después, en su lugar de trabajo, se arroja al va­
sistemas automáticos no funcion;aron. Según parece, después del ac� cío desde lo alto de las escaleras, atravesando las barreras (baran­
cidente, y sin ningún tipo de intc;:rvención_ técnica ni reparación par­ das). Es hospitalizado con fracturas múltiples, depresión, estado de
ticular, las barreras siguieron f'l¼ncionandó correctamente. Pero el confusión y tendencia suicida (se trata de un caso de alienación sq­
acontecimiento tuvo lugar. ¿Cuál es la causa? ¿Dónde está el desper­ cial, que debe diferenciarse de la alienación mental clásica definida
fecto? Silencio generalizado entre los colegas. El nuevo ingeniero in­ por Sigaut [Sigaut, 1990].)
siste, pero _los demás minimizan: la importancia del hecho. El inge­ Contrariamente a lo que se podría creer, las situaciones de este ti­
niero no lo entiende así y, consi?erando que se trata de un inciden­ po no son para nada excepcionales en.el trabajo, aunque tengan un
te gr�ve, exige un� investigación;técnica completa. El personal va ais­ desenlace menos espectacular.
lando poco a poco al nuevo empleado que se ha puesto problemáti­
co. ¿Por qué? Porque, con los cambios de estructura y la disminución 3. Sin esperanzas de reconocimiento
de personal efectivo, el plantel g�rencial se ve abrumado con una so­
brecarga de trabajo tal que· prefiere "evadirse". No pueden admitir A veces, los obstáculos de lo real pueden superarse, como en el ca­
oficialmente esta situación y sd limitan a rechazar la investigación so del médico reanimador. Otras, hay que capitular ante los obstácu­
propuesta por el nuevo colega,/ que preanuncia dificultades y va a los que impiden la calidad del trabajo, como lo hizo el técnico mecá-
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_g��� su_cintro una q:,isi_$ �� i<i_(':!11_f:id.ad., Y esto es lo que confiere a la
nico. En otros casos se hace posible trabajar en buenas condiciones
técnicas y sociales. Pero, cualquiera sea el resultado, en general im-. relación con el trabajo su dimensión propiamente dramática. Al no
.eFc:a, �µa serie de esfuerzos que compromet�n toc!a,)!1_ _p_�,r:�onªfü:l.ád: contar con los beneficios del reconocimiento de su trabajo ni poder
acceder al sentido de la relación que vive con ese trabajo, el sujeto se
y la inteligencia de quien trabaja. Hay seguramente holgazanes y des­
honestos pero, en su gran mayoría, quienes trabajan se esfuerzan por enfrenta a su sufrimiento y nada más que a él. Sufrimiento absurdo
hacer las cosas lo mejor posible y ponen en ello mucha energía, pa­ que sólo genera sufrimiento, dentro de un círculo vicioso, y que
sión y compromiso personal. Lo justo es que este aporte sea recono­ pronto será desestructurante, capaz de desestabilizar la identidad y
cido. Cuando no lo es, cuando pasa desapercibido en medio de la in­ la personalidad y de causar enfermedades mentales. Por eso no hay
diferencia general o los demás lo niegan, el resultado. es un sufri­ neutralidad en el trabajo en relación con la salud mental. Sín embar­
miento muy peligroso para la salud mental, como hemos visto en el go, los análisis sociológicos y políticos subestiman masivamente esta
caso del ingeniero de la SNCF, y se prodúce una desestabilización de dimensión "pática" del trabajo, con consecuencias teóricas que abor­
las referencias en que se apoya la identidad. daremos más adelante.
El reconocimiento no es un reclamo marginal de quienes trabajan.
Muy por el contrario, se presenta como un elemento decisivo en la
dinámica de movilización subjetiva de la inteligencia y la personali­
dad en el trabajo (lo que se designaba tradicionalmente en psicolo­ Siendo así las cosas, aunque el reconocimiento esté en el horizon­
gía con el término de "motivación en el trabajo"). te de expectativas de los trabajadores, pocas veces lo recibe de mane­
El reconocimiento esperado por quien moviliza su subjetividad en ra satisfactoria. Ylo esperable es que el trabajo genere una multipli­
el trabajo pasa por formas extremadamente reguladas que fueron cidad de manifestaciones psicopatológicas. Para hacer un análisis y
analizadas y explicadas hace algunos años (juicio de utilidad y juicio un inventario de estas manifestaciones se decidió emprender una se­
de belleza) e implica la participación de ciertos actores, también rie de investigaciones clínicas bajo el nombre de "p§.Í,,<:(?R.?J<?}?gía
---del
·--·
ellos rigurosamente ubicados en relación con la función y al trabajo !n!'bajn".
de quien espera el reconocimiento (Dejours, 1993b).
No es indispensable retomar aquí el análisis de la "psicodinámíca Al comenzar estas investigaciones, en la década del 50, nos esforzá­
del reconocimiento". Basta con reconocer su existencia para com­ bainos por delimitar y caracterizar los efectos deletéreos del trabajo
prender el importante papel que juega en el destino del sufrimiento sobre ia salud mentai de ios trabajadores a fin de constituir una clí­
en el trabajo y la posibilidad de transformar el sufrimiento en placer. nica de las "enfermedades mentales del trabajo". Pese a algunos re­
Porque, efectivamente, de ese reconocimiento depende el sentido sultados espectaculares -en particular, la neurosis de los telefonistas
del sufrimiento. Cuando se reconQ_f� la calidad de mi trabajo, lo que (Begoin, 1957)-, no se llegó a describir una patología mental del tra­
adqui_ere sentido son mis esfuerzos, �is añ_gustias, mis oudas,--mís·c1e:· bajo comparable a la patología de las afecciones somáticas profesio­
. nales, cuya variedad y especificidad es bien conocida.
cepciones y_mis d.e.s,alientos. Todo-ese sÜfrimieñ"to notlie"en-vañoy
no sólo ha contribuido a la organización del trabajo, sino que, a cam­ §.�-�l-�llfrip:1i�_nto .n.o �stá_?,�9..1?.P�ªg,9 po,r .una descompensación.
bio, ha hecho de mí un sujeto diferente del que era antes del reco­ psicopyrtológica (es decir, por una ruptura del equilibrio psíquico
nocimiento. El suJeto :euede trnnsfrrl(J;:§�.re_�Qno.ciwiento del traba­ que se manifiesta en la eclosión de una enfermedad mental), t:s__p_�:':::..
jo al t�_gi�1J.:Q._4.e.Ja..c.onslx::µ_�(:!Qfl ..��-su J��p._tj_�.Q: Y ese momento se g_ue el sujeto d§pli_e.g4,._rnp_![_a.,_�__c.ie.r..tas .. .defensas_qµeJe .permiten .
traduce afectivamente por un sentimiento de alivio, de placer, de le­ �ntrolarlo� La investigación clínica demostró que, en el campo ele
vedad de ser, a veces, e incluso de elación. X..el trap_tlo se inscribe así la clínica del trabajo,junto a los mecanismos de defensa clásicos des­
. . La ident idad c9..�iti��y�Ja._ �r:
_en la din�m.Jfª--º�)é3..;;l,utori:e���Z.é3.(:t_§11 criptos por el psicoanálisis, están las defensas . constr.u.J4�.Y. !iQ,H�IlÍ.�
.
m
_ �§� _g�Jual.u.d.m.e.n.tal. NQ h.ªY.-�risi§_psJcgpªJqlógica qµ_e__i:1.<>.. �en- �as t;�b,��j-g,12.�e,n�P.?�}?._S._tra,�aj<!4.wes .. Se trata de las "estrategias co-
30 Sl
lectivas de defensa", huella esp<¼cífica de las restricciones reales del sufridC?.P.OL�l. su.jeto, �t�9 .�l _ql±�.. -��.t�..P-l!�.c:!:e -�,1�s�t �� .�?.�e.ter, pe:>¡;_
trabajo. En un primer momento fueron descriptas las estrategias co­ su tr<l;P,?-j9, �ctos que reprµebª moralmente. En otros términos, po­
lectivas características de los trabajadores de la construcción y · lá' dría ser que hacer el mal, es decir infligir al otro "un sufrimiento in­
obra pública, luego las de los oper�dores del control de producción debido" (según la concepción propuesta por Pharo, sobre la cual vol­
en la industria química, los agerites de mantenimiento de las centra­ veremos más adelante [Pharo, 1996]), ocasione también un sufri­
les nucleares, los soldados enel ejército, las de los marinos, enferme­ miento a quien lo hace en el marco de su trabajo. Y.sL.es._e.ap._�p.e.
ras, médicos y cirujanos, los pilotos de caza, etc. Daremos algtinas construir defensas contra este -�ufrimiento,. ¡mede ..salvaguardar. s.u
descripciones de esto en el capítulo VII, punto 3. ��q�Üib??_ll�!_q�_i-�_?: ¿ 12_e:i� el sufrim!e�!!!.,.!"!:.�l trabajg y la luclia__!4�ri:si�.·
Las investigaciones se desarrdllaron a partir de la inversión de la va contra el sufrimiento una inddencia soóre las posturas moral,es singulares
pregunta inicial. Más que seguir focalizando las inasequibles enfer­
medades mentales del trabajo, suomp_rQQQ. que, en la mayoría de
iii.íl _
s. alla<Üel�as,_s.?ó.!¿J��con4ii.4ii.·c..<!M�tjvqJ_en-if_.c.i;,rrjpojiotíi(c9·rHis��
ta ahora; esta.°j:>regunta no ha sido planteada porque los especialistas
los casos,J9.t. �ª1:>.aj_�-�9.!��- S!?.!1.8.�!'�!l. �:!:! 11.2rmaj_ig-ªg. ¿Cómo hacen de la teoría sociológica y filosófica de la acción son geúeralmente re­
estos trabajadores para no volverrse locos, a pesar de los requerimien­ ticentes a dar un espacio, en sus análisis, al sufrimiento subjetivo.
tos del trabajo a que se ven confrontados? Lo @igmátii:.o.e�}�-'.E..?!.:.
malidad" en sí misma.
Se ínterpreti.-f;n-;rmalic;!ad _c@moel_resultado"g_�_ un compromiso 1 N. de T.: El cuento infantil de Charles Perrault es de lectura muy corriente en Fran•
_entre.. el sufrimien_�? yl'1 lucha (individual__o colectiva) contra_el � cia.
_frj_mj_�.ll.�2.-�P.-.�LtJ'AP.?-jo. Yen este!caso la n.Qm1ª1idad no imp.lica la au­
2 El término "sujeto" aparecerá con frecuencia en este libro. No es un término ge­
. senda de sufrimiento. Al.. contraríoJ .J}odemos__sostener __ un.. !;'..0� neral que designa al sujeto tanto como hombre o mujer, una persona cualquiera o
_<1-e "normalidad_ en el sufrimientl:>", en que la normalidad aparece no un agente indefinido. Cada yez q�e _est1: �_érmi�_o_llP�!'ez.ca �ei:á, t@:a hablar de aquél .
como el efecto pasivo de un cortdicionamiento social, de un confor­ 0 aquélla que experimenta afectivamente la ¡¡j_r.µación que estamos indagando. Afec•
mismo cualquiera o una "normalización" peyorativa y menosprecia­ tivamente, es decir a modo de emoción o sentimiento, que A.O..S!:m simpl�mente el_
ble, obtenida por "interiorización" de la dominación social,_sino co- ��l!tc!:Q.d.�!.P�l1.���iep.J9 Jin�. sobre todo y ante t�do, un_ e_�:3-d� del cuerpo. La
afectividad es la forma por la cual el cuerpo se expenmenta a s1 mismo en el reen­
!!!.4? un resul tad.9J;Q_1!ql!iJ!.a.�.9.. �-11)?:J��D--ª �.9Jltl'ªJª-_g����t¿1b.!J.iz3:�!P.!!:. cuentro con el mundo. La..afec.tív.ida.d...r.�m�!5:U!J. fundamento de la subj�tividad. !¿_
P.�!��-P�<?Y?_c a�3.: P.?!:. �?.�.�-'::.':l�<:�I?..���t.?.�. ��� _g"f!p:ajo.. , subjetividad es dad_;i,ydviene,_ no es una creadó�J'.:.o esendafde la subjetividad es
del orden de lo invisible. El sufrimiento no se ve. El dolor tampoco. El placer no es
Las investigaciones sobre psic;odinámica del trabajo realizadas en visible. Estos estados afectivos no son mensurables. Se experimentan "con los ojos
los últimos veinte años revelaron estrategias defensivas más contras­ cerrados". Que la afectividad escape siempre a la medida o la evaluación cuantitati•
tadas. El análisis detallado del fu,:1cionamiento de estas estratie_gi�_f.t!: va y pertenezca a la noche, no justifica que le neguemos realidad ni que rechacemos
vela tamb ién que p,u�g�J!.J�Qti.tribJ!ÁLí!..h��.�.!..,���':.P.��!�}9 que n de por oscurantismo a aquéllos que osan hablar. Nadie ignora qué es el sufrimiento y
<:i � qué es el placer, y cada cual sabe que sólo se experimenta en la intimidad de la ex­
__!:_>.ería serl�! Por eso, las estrategias defensivas juegan un papel para- periencia interior. Lo que puede mostrarse del sufrimiento o del placer sólo está���­
P-_§jico, .P�!º _(;apjtil:1, dentro de los resortes subjetivos de la domina­ _g_�.i�.'?.· Negar o d�spreciar la subjetividad y la afectividad, no es ciirá cosa que negar
ción a que nos hemos referidos :antes. en-el hombre aquello que hace a su humanidad, es negar la vida misma (Henry,
Las estrategias defensivas, necesarias para la protección de la salud 1965). Este libro se rebela contra todas las formas de condescendencia y desprecio
mental contra los efectos deletéreos del sufrimiento, pueden funcio­ frente a la subjetividad, que se han transformado en el credo de las··elites · gerencia•
les y políticas y la contraseña del intelectual parisino. ,,,
nar también como una trampa! que desensibiliza ante aquello que El término "sujeto" no aparecerá en el texto cada vez que, por lo que acabamos de
produce sufrimiento. Y, más allájde esto, a veces permiten que no só­ decir de la subjetividad, sea imposible reemplazarlo por agente, actor, trabajador,
lo resulte tolerable el sufrimiento psíquico, sino también el sufrimien­ operador, ciudadano o persona, términos que cada cual remite a una serie de con­
!!?. ético, si entendemos por tal el sufrimiento que resulta no de un mal
r
notaciones específicas y a teoñas o disciplinas distintas.

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