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Beck, Ulrich, 1998.

La sociedad del riesgo CAPÍTULO 1


Ed. Paidós, 1a. edición.
Barcelona
LA LÓGICA DEL REPARTO DE LA RIQUEZA
Y DEL REPARTO DE LOS RIESGOS

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.�ste.máticammt�-12.QJJ,uir.P.9.l:!f,S:!S'J!.._�}fil..d$.J.ie.5ga.s. Por tanto, los
problemas y conflictos de reparto de la sociedad de la carencia son susti­
tuidos por los problemas y conflictos que surgen de la producción, defini­
ción y reparto de los riesgos producidos de manera científico-técnica.
Este cambio de la lógica del reparto de la riqueza en la sociedad de la ca­
rencia a la lógica del reparto de los riesgos en la modernidad desanollada
está vinculado históricamente a (al menos) dos condiciones. En primer lu­
gar, este cambio se consuma (como sabemos hoy) allí donde y en la medida
en que mediante el nivel alcanzado por las fuerzas productivas humanas y
tecnológicas y por las seguridades y regulaciones del Estado sociaJ se pue­
de reducir objetivamente y excluir socialmente la miseria material auténti­
ca_ En segundo lugar, este cambio categorial depende al mismo tiempo de
que al hilo del crecimiento exponencial de las fuerzas productivas en el pro­
\ ceso de modernización se liberen los riesgos y los potenciales de autoame­
naza en una medida desconocida hasta el momento_ 1
1 En la medida en que se presentan estas condiciones, un tipo histórico
.del pensamiento y de la actuación es relativizado o sustituido por otro. El
concepto de «sociedad industrial o de clases• (en el sentido más ampilo de
Marx y Weber) giraba en tomo a la cuestión de cómo se puede repartir la ri­
queza producida socialmente de una manera desigual y al mismo tiempo
«legítima». Esto coincide con el nuevo paradigma de la sociedad del riesgo,
que en su núcleo reposa en la solución de un problema similar y sin em-

l. Modemir.ación se refien, a los impulsos tecnológicos de racionalización y a la lra11Sfor­


maci6n del trabajo y de la organización, pero incluye muchas cosas más: el cambio de los ca­
racteres sociales y de las biografías normales, de los estilos de vida y de las formas de amar; de
las estructuras de influencia y de poder. de las formas políticas de opresión y de participación,
de las c<mcepciones de la realidad y de las no,mas cognoscitivas_ Para la comprensión socioló­
gica de la mode.rnüación, el arado. la locomotora de vapor y el microchip son indicadores visi­
bles de un proceso que Uega mucho más abajo y que abarca y transforma toda la estructura so-
cial, en el cual se transfonnan en última instancia las fuentes de la certeza de que se nutre la vida
(KoseUeck 1977, Lepsius 1977, Eisenstadt 1979). Es habitual distinguir entre modernización e
industrialización. Por mor de la simplificación lingüística, aquí hablamos por lo general de •mo­
dernización» en el sentido de un concepto superior.
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26 SO B R E E L V O LCÁ C I V J L J Z AT O R I O
E s t o n o e s e n absoluto nuevo, pero durante mucho tiempo no se percibió e n
bargo completamente diferente. ¿Cómo s e pueden evitar, minimizar, drama­ medio del esfuerzo por superar la miseria. Adem ás, este aspecto oscuro gana
tizar, canaljzar los riesgos y peligros que se han producido si temáticamente en significado mediante el obredesruTollo de la fuerzas productivas. En el
en el proceso avanzado de modernización y limitarlos y repartirlos ailf donde proceso de modern ización quedan liberndas cada vez más fuerza destruc­
hayan visto la luz del mundo en la figura de «efectos secundarios latentes » de tivas, y esto en una medida ante la que la inteligencia humana queda per­
tal modo que ni obstaculicen el proceso de modernizació n ni sobrepasen los pleja. Amba fuentes nutren una creciente crítica de la modernización que
l fm i tes de lo «soportable» (ecológica, médica, psicológica, ociaJ mente)? detennina ruidosa y conflictivamente las discusiones públ icas .
Así pues, ya no se trata (o ya no exclusivamente) del aprovechamien to Argumentado sistemáticamente desde el punto de vista de la histori a so­
de la natural eza, del desprendim ien to del ser hu mano respecLo de obl i ga­ cial , en la continuidad de los pro eso de modern ización má rard e o más
cione tradicionales, sino que se trata también y esencialmente de problemas tempra no comienzan a solaparse las situaciones y con flicto sociaJes de
que son consecuencia del de arrollo técnico-econ óm ico mi mo. El proce o una sociedad « repartidora de ri queza» con las de una sociedad « repartido­
de modemjzació n se vuelve reflexivo, e toma a í mjsmo co mo tema · pro­ ra de riesgos » . En la República Federal de Alemania nos encontramos (ésta
blema. Las cuest iones de] desarrollo y de la aplicación de tecnología (en el e mi tesis) como muy tarde desde los años setenta al comienzo de este trán­
ámbito de la naturaleza, ia sociedad y la personalidad ) son sus ti Luidas por sito. Es decir: aquí se olapan l os dos tipos de temas y conflictos . Aún. no vi­
cue tienes de la «gestión» política y cien tífica (adm inistración, descubri­ vimos en u na sociedad del rie go, pero tampoco ya sólo en conflictos de re­
mjento, inclusión, evitación y ocu ltación) de los ri esgos d tecnologías a parto propios de las sociedades de la carencia. En la medida en que tiene
aplicar actual o potencialmente en relación a horizontes de relevancia a de­ lugar este tránsito, se produce realmente un cambio soci al que conduce
finir especi al mente . La promesa ele seguridad crece con los riesgos y ha más allá de las categorías y vías anteriores del pensamiento y de la actuación.
de er ratificada una y otra vez frente a una opinión pública alerta y crítica ¿ Posee el concepto de riesgo en Ja historia soci al el s"igniiicado que le atri­
mediante intervenciones cosméticas o reales en el desarro llo técnico-eco­ buimos aquí? ¿ o se trata de un Urphi:inome11 de la actuación h umana? ¿ o
nóm ico. son los riesgos precisamen te un rasgo característ ico de la época de la so­
Ambo « paradigmas» de la desigualdad social e refieren istemát ica­ ciedad industrial, cenera la que han de ser delimitados aquí? Sin duda, los
mente a épocas determinada s en el proceso de modernizaci ón. El reparto y liesgos no son un invento de la Edad Moderna. Quien, como Colón, partió
los conflictos de reparto en torno a la riqueza producida socialmente e n· para descubrir nuevos países y continentes aceptó « riesgos » . Pero se trata­
contrarán en primer plano mientras el pensam iento y la acwación de los se­ ba de riesgos personales , no de las situaciones globale de amenaza q u e sur­
res h umanos están dom Lnados en los paí es y en las sociedades (hoy, en gen para toda la humanidad con la fisión nuclear ? el almacenamiento de
grandes partes del llamado Tercer Mundo) por la evidencia de l a mi eria basura atómica. La palabra «riesgo» tenía en el contexto de esa época la
material , por la «dictadura de la escasez». Bajo estas condicione de la so­ connotación de coraje y aventu ra, no la de la posible autodestrucción de
ciedad de la carencia se halla y se consuma el proceso de modern i zación la vida en la Tien-a.
con la pretensión de abrir con las llaves del desarrollo científico-téc nico las También los bosques están muriendo desde hace mucho siglos, prime­
p uertas de las fuentes ocultas de la riqueza social. Estas promesas de li be­ ro debido . ª su transformación en campos, luego debido a talas masivas.
ración respecto de la pobreza y de la dependenci a que uno mismo no ha Pero la muerte actual de los bosque sucede globalmente, y en concreto
causado están en la base de la actuación, el pensamjento y la investigació n como consecuencia implfcita de la industrialización, con repercusiones so­
con categorías de desigualdad social, y en concreto desde la soci edad de cla­ ciales y políticas completamente diferente . Esto afecta, por ejemplo, tam­
ses, pasando por la sociedad de capas hasta la sociedad individual izada. bién y precisamen te a países boscosos (como Noruega y Suecia) que apenas
En los Estados del bienestar muy desarrollados y ri os de Occidente su­ poseen industrias que produzcan grandes cantidades de sustancias nocivas,
ceden dos cosa : por una parte, la lucha por el « pan de cada d ía,> pierde (en pero que han de pagar con la muerte de sus bosques y de sus especies ani­
comparació n con el abastecimi ento material hasta la primera mitad del si­ males y vegetales las emi sione de sustancias nocivas por parte de otros paí­
glo XX y con el Tercer Mundo, amenazado por el hambre) la urgencia de un ses muy indu strializados.
problem a cardinal que deja todo en la sombra. En lugar del ham bre apare­ Se dice que lo marineros que en el siglo XIX caían al Támesis no se aho­
cen para muchos seres humanos los «problemas » de la obesidad (en rela­ gaban en el agu a, sino que perecían envenenados por los fétido vapores y
c ión aJ problema de la «nueva pobreza», véanse las págs. 1 1 7 y sigs .). Sin humos de esta doaca londinense. También el paso por las estrechas calles
embar
.
go, con ello se sustrae al proceso de la moderni zación la base de Jeai - de una ciu dad medieval tenía que equival er a una tortura para l a nariz.
. ,,. o
t1mac1on
tab.:1 d . que tenía antes: la lucha con tra la carencia evidente, por l a que se « Las hece se acumulan por doquier, en las alamedas , al pie de los árboles,
� : spuesto a aceptar algunos efectos secundari os (ya no del todo) en los coches de alquiler . . . Las fachadas de las casas de París están corroí­
madv ertJdo s. das por la orina ... El. estreñimiento organizado socialmente amenaza con
En p�alelo, se difund e el saber de que las fuentes de la riqueza están L levar a todo Paris al proceso de la descomposición» (A. Corbi n•, Berlín, 1 984,
« contarrunad as» por las crecie ntes «amenazas de
los efecto s ecund arios» .
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págs. 4 1 y sigs.). Sin embargo, l lama la atención que en aquel tiempo, a di­
ferencia de hoy, los peligros atacaban a la nariz o a los ojos , es decir; eran 2. Con el reparto y el incremento de los riesgos surgen situaciones socia les
perceptibles mediante los sentidos, mientras que los riesgos civfü zatorios de peligro . Ciertamente, en algunas dimensiones éstas siguen a la de i­
hoy se sustraen a la percepción y más bien residen en la esfera de las fórmu­ gualdad de las situacione de clases y de capas, pero hacen valer una ló­
las químico-físicas (por ejemplo, los elementos tóxicos en los alimentos, Ja gica de reparto esencialmente diferente: los riesgos de la modern ización
amena �a nuclear)_. A ello va unida una diferencia más. Por entonces, se po­ afectan más tarde o más temprano también a quienes los producen o se
d(a a�1bu rr los n esgos a un infra abastecimiento de tecnología higiénica. benefician de ellos. Contienen un efecto bumerang que h ace saltar por
Hoy �1enen su ongen en una sobreproducción industrial. Así pues , los riesgos los aires el esquema de clases. Tampoco los ricos y poderosos están se­
Y peligros de hoy se d i ferencian esencialmente de los de la Edad Media (que guros ante ellos. Y esto no sólo en tanto que pehgros para la salud, sino
a menudo se les parecen exteriormente) por la globalidad de su amenaza (se­ también en tanto que peligros para la legitimación, la propiedad y la ga­
res humanos, animales, plantas) y por sus causas modernas. Son riesgos de nancia: al reconocim iento social de los riesgos de la modernización van
_ u n idas desvalorizaciones y expropiaciones ecológicas que se encuentran
la nwdem1zac1ón . Son un producto global de la maquinaria del progreso in­
dustnal y son agudizados sistemáticamente con su desarrollo ulterior. en contradicción sistemáticamente con los intereses de ganancia y de
Ahora bien, los riesgos del desarrollo industrial son sin duda tan viejos propiedad que impulsan el proceso de industrialización. Al mismo tiem­
co:'11O éste m ismo. La pauperización de grandes partes de la población (el po, los riesgos producen nuevas desigualdades internacionales, por una
".�esgo_de la pobre:za») mantuvo en tensión al siglo XIX. Los «riesgos de cua­ parte entre el Tercer Mundo y los Estados industrializados, por otra par­
hficacwn» y los «nesgos de salud » son desde hace tiempo tema de los pro­ te entre l os mismos Estados industrializados. Esas desigualdades no
cesos de racionalización y de los conflictos y aseguraciones (e investigacio­ respetan el tejido de competencias del Estado nacíonal . A la vista de la
nes) sociales referidos a ellos . Sin embargo, a los riesgos que a con t inuación universalidad y supranacionalidad del tráfico de sustancias nocivas, la su­
fi?_urarf n .en el centro y que desde hace unos años intranquilizan a la opi­ pervivencia de los bosques de Baviera depende en última .ins tancia de la
nion pubhca les corresponde una nueva cualidad. En las consecuencias que finna y cumplimiento de tratados internacionales.
Produ�en ya no están ligados al lugar de su surgimiento; más bien, ponen 3 . Sin embargo, la expansión de los riesgos no rompe en absoluto con la
e 1: peligro a la v1da en esta Tierra, y en verdad en todas sus formas de ma­ lógica del desarrollo capitaf üta, sino que más bien la eleva a un nuevo
nifestación. Comparados con ellos, los riesgos profesionales de la indus­ nivel. Los riesgos de la modernización son un big business. Son las ne­
trialización primaria pertenecen a otra época. Los peligros de l as fuerzas cesidades insaciables que buscan los economistas. Se puede calmar el
productivas muy desarrolladas química y atómicamente suprimen las ba­ hambre y satisfacer las necesidades, pero los riesgos de la civilización son
ses y categorías con las que hemos pensado y actuado hasta ahora: espacio un barril de necesidades sin fondo, inacabable, infinito, autoinstaurable.
Y '.1empo, trabajo y tiempo libre, empresa y Estado nacional, incluso los lí­ Siguiendo a Luhmann, podríamos decir que con los riesgos la economía
mites entre bloques militares y continentes. se vuelve autorreferencial, independiente del entorno de la satisfacción
La arquitectura social y la dinámica política de tales potenciales de auto­ de las necesidades humanas. Pero esto significa que la sociedad i ndus­
amenaza civilizatoria se encuentran aquí en el centro de nuestra atención. trial produce con el aprovechamien to económico de los riesgos causa­
Podemo s anticipar la argumentación mediante cinco tesis: dos por ella las situaciones de peligro y el potencial político de la socie­
dad del riesgo.
1 . Los riesgos que se generan en el nivel más avanzado del desarroJ Jo de 4. Se puede poseer las riquezas, pero por los riesgos se está afectado; éstos
las fuerzas prod uctivas (con ello me refiero sobre todo a la radiactivi­ son como asignados civilizatori amente, Dicho de una manera rápida y
dad, que se sustrae por completo a la percepción humana inmediata, esquemática: en las situaciones de clases y capas, el ser detennina a la
pero también a las sustancias nocivas y tóxicas presentes en el aire, en conciencia, mientras que en las situaciones de peligro la conciencia de­
el agua y en los alimentos, · con sus consecuencias a corto y largo plazo termina al ser. El saber adquiere un nuevo significado político. Por con­
para las plantas, los animales y los seres humanos) se diferencian esen­ siguiente, hay que desplegar y analizar el potencial político de la socie­
cialmente de las riquezas. Estos riesgos causan daños sistemáticos y a dad del riesgo en una sociología y en una teOJía del surgimiento y difusión
me:1udo irreversibles , suelen pe1manecer invisibles, se basan en interpre­ del saber de los riesgos.
taciones causales, por lo que sólo se establecen en el saber (científico o 5. Los riesgos reconocidos socialmente, tal como se manifiesta claramen­
anticientífi�o) de el los, y en el saber pueden ser transfo1mados , amplia­ te por primera vez en el ejemplo de la discusión sobre la muerte de los
dos o reducidos, dramatizados o minimizados, por lo que están abiertos bosques, tienen un contenido pol ítico explosivo muy peculiar: lo que has­
en una medida especi al a los procesos sociales de defin ición . Con ello, los ta el moment0 se había considerado apolftico se vuelve político: la supre­
sión de las "causas» en el proceso de industrialización mismo . De repente,
n:ie_dios y la� posiciones de la definición del riesgo se convierten en po­ la opinión pú blica y la política empiezan a mandar en el. ámbito íntimo
s1c10nes soc10políticas clave.
del management empresarial, en la planificación de la producción, en el
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equipamiento técnico, etc. Ahi queda claro de una manera ejemplar de Ilustremos esto con u n ejemplo. E l Rat der Sachverstandigen für Um­
qué se trata propiamente en la disputa públ ica sobre la definición de los weltfragen (Consejo de Expertos en Cuestiones Relativas aJ Medio Ambiente)
riesgos: no sólo de las consecuencias para la salud de la na turaleza y del constata en su informe que «en la leche materna a menudo se ha encon­
ser humano, sino de los efectos secundarios sociales, económicos y políti­ trado beta-hexaclorociclohexano, hexaclorobenzol y DDT en unas concentra­
cos de estos efectos secu ndarios : hundimiento de mercados, desvaloriza­ ciones excesivas » ( 1 9 8 5 , pág. 3 3 ) . Estas ustancias tóxicas están contenidas
ción del capital, controles bw-ocrático de las decisiones empresariales, en insecticidas para plantas que entre tanto han sido retirad os del mercado.
apertura de nu evo mercados, costes monstruosos, procedimientos judi­ Su procedencia no estaría clara (ibíd.). En otro lu gar se dice : « Por térmi­
ciales. En la sociedad del riesgo surge a í a impulso pequeño y grande no med io, la can ti dad de plomo que oporta l a población no es peligrosa»
(en la alarma por el smog , en el acciden te tóxico , etc.) el poiencial político (pág. 35). ¿ Qué se oculta detrás de ello? Tal vez (por analogía) , el siguiente
de las catástrofes . La defensa y administración de las mismas puede in­ reparto: Dos hombres tiene n dos manzanas. Uno se come las dos . Así pues,
cluir una reorganización del poder y de la competencia . La ociedad del por término medio cada uno ha comido una mar za.na. Trasladada al repar­
riesgo es una sociedad catastrófi.ca. En ella, el estado de excepción ame­ to de al i mentos en el mundo, e ta frase di ría que « por término medio» todos
naza con convertir e en el estado de normalidad. los seres humanos de esta Tierra están saciados . Aquí, el cinismo es eviden­
te. En una parte de la Tierra la gente se muere de hambre, mientras que en
la otra parte los problemas causados por la sobrealimentación .se han con­
l . l . REPARTOS DE L,\S S1JSTANC1AS NOCIVAS EN LAS CrENCJAS ATURALES vertido en un coste de primer rango. Puede ser que esta frase no sea cínica en
Y SITUACIO ES SOCLALES DE PELIGRO relación a las sustancias nocivas y tóxicas. Que, por tanto, la cantidad pro­
medio sea también la cantidad real de todos los grupos de población. Pero,
La discusión sobre las sustancias nocivas y tóxicas que contienen el aire, ¿lo sabemos? Simplemente para defender esta frase, ¿no hace falta saber qué
el agua y los alimen tos, y sobre la destrucción de la naturaleza y del medio otros venenos están obligados los seres h u manos a respirar y tragar? Es or­
ambiente en general, igue ten iendo lugar exclusiva o dominante mente me­ prendente la natumlídad con que se pregunta por « el término medio» . Qu ien
diante categorías o fómmlas propias de l as cienci as naturales. De este modo pregunta por el término medio excl uye ya ele este modo situ aciones de peli­
se i gnora que las « fórmulas de pauperización » de las ciencias naturales po­ gro socialmente desiguales. Pero precisamente esto no lo pu ede saber. ¿Ha­
�.een un significado social . cultural y político. En consecuencia, existe el pe­ brá grupos y condiciones de vida para los que sea peligroso el contenido de
ligro de que una discus i ón sobre el medio ambiente que tenga Jugar me­ plomo (etc.) que « por término medio no es peligros o » ?
diante categorías químico-biológico-técnicas tome en consideración al ser La siguiente frase del informe dice : « Ú nicamen te e n los niños q u e viven
humano invol untariamente sól o como aparato orgánico . Pero de este modo cerca de l os emisores i nd ustrial es se encuentran concentraciones de plomo
la discusión amenaza con cometer el error contrario al eITor que con razón peligrosas» . Caracterfstico no es sólo la ausencia de diferenciaciones socia­
ha reprochado al optim ismo de progre o indust rial que durante mucho les en éste y en otros balances de sustancia dañinas . También es carac­
tiempo ha predominado : el en-or de converti rse en una discusión natural terístico cómo se diferencia: de acuerdo con puntos de vi ta regionales en
sin el ser humano, sin la cuest ión del significa do social y cultural . Precisa­ relación a las fuentes de emisión y de acuerdo con diferencias de edad, dos
mente las discusiones ele las úl ti mas décadas , en las que se ha vuelto a des­ criterios que proceden del pensamiento biológico (o más en general: del pen­
plegar todo el arsenal de argumentos de crítica de la técnica y de la indus­ samiento de las ciencias de la naturaleza) . Esto no puede reprocharse a los
tria, han segu ido siendo en su núcleo tecnocráticas y naturalistas. Se agotan redactores del informe. Simpl emente, refleja con toda exactitud el pensa­
en el intercambio y la evocación de las sustancias nocivas que contienen el miento científico y social general en relaci ón a los problemas del medio am­
aire, el agua y los alimentos, de cifras rel ativas de crecimiento demográfico, biente. Éstos son entendi dos como un asunto de la naturaleza y de la técni­
de consumo energético, de demanda de alimentos, de falta de materias pri­ ca, de la econom ía y de la medicina. Lo sorprendente en ello es lo siguiente:
mas, etc., con un celo y exclusividad como si nunca hubiera habido alguien los daños al medio a mbi ente y la destrucción de la naturaleza causada por
(por ejemplo, un tal Max Weber) que hubiera dedicado su tiempo a mostrar la industria, con sus diver os e fectos sobre la salud y la convivencia de los
que si no tom�mos en consideración las estructuras sociales de poder y de seres humanos (que sólo surgen en la sociedades muy desarrolladas), se ca­
reparto, las burocracias, las normas y racionalidades dom:nantes, todo esto racterizan por una pérdi.da del pensamiento social. A esta pérdida se añade
es vacío o absurdo (probablemente, ambas cosas). Bajo mano se ha colado lo grotesco: esta ausencia no le llama la atención a nadie, ni siquiera a los
una idea que reduce la modernidad al marco de referencia de la técnica y l a sociólogos .
naturaleza e n el sentido d e criminal y vícti ma. Desde su propio punto d e Se pregunta por el reparto de sustancias nocivas, venenos, daños en el
pa1iida, a este pensam iento (incluido e l del ecologismo político) s e le oc4l­ agua, en el aire, en el suelo, en los alimentos, etc. Los resultados son pre­
tan los contenidos y consecuencias sociales, políticas y culturaJes de los ries­ sentados a la aterrorizada opinión pú blica diferenciados regionalmente en
gos de la modern ización. multicolores «mapas del medio ambiente». En la medida en que de este modo

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s e exponga l a si tuación del medio ambiente, esta manera d e exponer y pen­ Frente a ello, los peligros son u n producto adicional d e una sobreabundancia
sar es muy adecuada. Pero si de ahí se extraen consecuencias para los seres que hay que impedir. Éstos hay que o suprim.irlo o negarlo , hay que reinter­
humanos , el pensamiento que está en la base se co1tocircuita : o bien se su­ pretarlos. Así pues, a la lógica posiliva de la apropiación se contrapone una
pone que todos lo seres humanos (independientemente de los ingresos, la lógica negativa del eliminar, del evitar, del negar, del reinterpretar.
educación , la profesión y de las posibilidades y hábitos de alimentación, vi ­ M ientras que los i ngresos, la educación, etc., son para el individuo bie­
vienda y tiempo libre que van unidos a el lo) están dañados en. la misma me­ nes consumibles, experi mentables, la existencia y el reparto de peligros y
dida en los centros regionales de sustancias nocivas estudiad os (lo que aún riesgo siempre están mediadas argumentativamenre. A menudo, lo que per­
habría que demostrar) . O bien se excluye a los seres humanos y a los daños judica a la salud y destruye la naturaleza no lo puede conocer la propia sen­
que sufren y se habla sólo de u tancias nocivas y de sus repartos y efectos sación, los propios ojos, e incl uso all í don de aparentemente está a la luz del
sobre la región . día la construcción social 1e hace necesitar para su constatación «objetiva »
En consecuenci a, la d iscusión sobre las sustancias nocivas que tiene lu­ del juicio del experto. Mucho de los nuevos riesgos (contaminaciones nu­
gar con las categmías de las ciencias naturales se mueve entre l a i nferencia cleares o químicas, sustancias nocivas en los alimentos, enfermedades civi­
errónea de daños biol ógi cos a daños sociales y una consideración de la na­ lizatorias) se sustraen por completo a la percepción humana inmediata. Al
turaleza y del medio ambie nte que excluye el daño select ivo a las personas centro pasan cada vez más los peligros que a menudo para los afectados no
y los significados sociales y culturales que van unidos a ello. Al mismo tiem­ on visibles ni perceptibles, peligros que en ciertos casos no se activan du­
po, no se toma en cuenta que las mismas sustancias nocivas pueden tener rante la vida de los afectados , sino en la de su de cendientes; se trata en
un significado complet amente diferente para personas diferentes de acuerdo todo caso de peligros que precisan de los «órganos perceptivos» de la cien­
con la edad, el sexo, los hábitos al imenticios, el tipo de trabajo, la informa­ cia (teorías, experimentos, instrumentos de medición) para hacerse «visibles»,
ción, la educación, etc. interpretables, como peligros . El paradigma de estos peligros son las muta­
Especialmente grave parece el problema de que la investigaciones que ciones genéticas causadas por la radiactividad , que, imperceptibles para los
parten únicamente de sustancias nocivas individuales ;amás pueden averi­ afectados, dejan a é tos por completo (tal como muestra el accidente en el
guar la concen tración de sustancias nocivas en el ser humano. Lo que pue­ reactor de Harrisburg) a la merced del juicio, de los errores, de las contro­
de ser « no peligroso» en relación a un producto individual taJ vez sea extre­ versias de los expertos.
madamente peligroso en el « receptáculo del con umidor final» en que se ha
convertido el ser hum ano en e] e tadio avanzado de la comercialjzación to­
tal. Aquí tenemos un error de ca1egorías: un análisis de las sustancias nod ­ Pensar ju nto lo separado: la conjetura de causalidad
vas basado en la naturaleza y en el producto no está en condiciones de res­
ponder a la pregunta de la falta de peligro, o al menos no lo está mientras el Pero esta dependencia respecto del saber y esta invisibilidad de las si­
«peligro » y la «ausencia de peligro» tengan algo que ver con las personas tuaciones civilizatorias de peligro no bastan para determinar conceptual­
que tragan y respiran ( véanse al respecto más detalladamente las págs. 7 2 y mente a las mismas; tales situaciones contienen en sí ya componentes ulte-­
s1 �s.). Es b1e1_1 sabido que la ingestión de varios medicamentos puede supri­ riores. Las afirmaciones sobre los peligros nunca son reducibles a meras
mrr o potenciar el efecto de cada uno de ellos. Ahora bien, el ser humano no afirmaciones sobre hechos. Contienen constitu tivamente tanto un compo­
vive (todavía) sólo de medicamentos. También respira las sustancias noci­ nente teórico como un componente nomwtivo . La constatación en nif1os de
vas dd aire, bebe las del agua, come las de la verdura, etc. Con otras palabras: «concentraciones de plomo no peligrosas» o de «elemen tos de pesticidas en
las ausencias de peligro se suman de una manera peligrosa. ¿Son de este modo la leche materna» no es en tanto que tal una situación civilizawria de peli­
cada vez menos peligrosas, tal como sucede con las sumas de acuerdo con gro, como tampoco lo es la concentración de n i trato en tio o la presencia
las reglas de las matemáticas ? de dióxido de sulfuro en el aire. Hay que añadir una interpretad ón causal que
haga aparecer esto como producto del modo industrial de producción, como
efecto secundaiio sistemático de los procesos de modernizaci ón. Así pues,
1 . 2 . LA DEPE�ENCIA RESPECTO DEL SABER DE LOS RIESGOS DE LA M ODERNlZACIÓN en los riesgos reconocidos sociaJrnente se presuponen las instancias y los
actores del proceso de modernización con todos sus intereses parciales y
Tanto los riesgos como las riquezas son objeto de repartos, y tanto éstas dependencias, y además éstos son puestos en un nexo directo (basado en el
como aquéllos constituyen situaciones: situacione de peligro o situaciones de modelo de causa y efecto) con daños y amenazas completamente separados
cl�se. Sin embargo, tanto aqui como allá se trata de un bien completamente de ellos en sentido social, material, local y temporal . La mujer que da el pe­
diferente y de otra disputa sobre su reparto. En el caso de las riquezas socia­ cho a su h ijo de tres meses en su pequeña vivienda en los arrabales de una
les, se trata de bienes de consumo, de ingresos, de oportunidades de educa­ gran ciudad se encuentra de este modo en una «relación inmediata • con la
ción, de propiedades, etc., en tanto que recursos escasos a lo que se aspira. industria química que produce pesticidas para plantas, con los campesinos
34 SOBRE E L VOLCÁN C ! VJ L I ZAT O R I O R E PA RTO DE LA R I Q U EZA Y R E PA RTO DE LOS R I E S G O S 35

q u e se ven forzados por l a s d irec trices agrarias d e Ja Com unidad Europea a ci ón en la economía, e n l a s ciencias naturales, e n las disciplinas técni cas.
una producción masiva especiali zada y a abonar en exceso, �te. Queda abier­ Las �onstataciones del riesgo son una simbiosis aún desconocida, no de�a­
ta la cuestión de en qué radio se puede o debe buscar efectos secundarios. rroll ada, entre ciencias de la naturaleza y ciencias del es_pínt 1;1 , entre raCJo­
Hasta en la carne del pingüino del Antái1ico se ha descu bierto recientemen ­ nalidad cotidiana y racionalidad de los expertos, entre mteres y hecho. Al
te una sobredosis de DDT. m ismo tiempo, no son ni sólo lo uno ni sólo lo otro. Son las dos rn s� s en una
,Estos ejemplos m uestran dos cosas: primero, que l os riesgos de la mo­ forma nueva. Ya no pueden ser aisladas por uno u otro especialist � y s � r
dernización se presentan de una manera universal que es al mismo tiempo desarrolladas y fijadas de acuerdo con los propios est �ndares de rac 10nal � ­
esp �cífica . e ine � pe �ífi ca local mente; y segundo, cuán incalculables e impre­ dad. Presuponen una colaboración más allá de las trmcheras _ de las d : sc1 -
decibles son los mtnncados cammos de su efecto nocivo. Así pues, en los ries­ plinas, d e los grupos ciudadanos, d e l as empresas, d � la ad1Tlln_1 s tracwn Y
gos de la modernización se reúne cau salmente lo que está separado por el de la po1ítica, o (lo cual es más probable) se resquebraJan entre es tas en de­
contemdo, por el espacio y por el tiempo, y de es te modo es puesto al mis­ finiciones opuestas y luchas de defin iciones.
mo tiempo en u_n nexo de responsabiJi d.ad social y jurídico. Pero las conje­
tu ras de causalidad se sustraen (lo sabemos como muy tarde a partir de
Hume) � toda percepción. Son teoría. Han de ser afü1didas siempre en el Racionalidad científica y racionalidad socia l
pensamiento, han de ser supuestas como verd<1deras, hay que creérselas.
L_os riesgos son invisibles también en este sentido. La causal i dad supuesta Aqui radica una consecuencia i mpo_rtant� y esencial :_ en !_as de�n icio_ nes
s1empre queda más o menos insegura y provisional . En este sen t i do se tra­ del riesgo se rompe el monopo lw de racionalidad d� las czencws : Las pre t en­
ta (tam bién en la concienda cotidiana del riesgo) de una conciencia. teórica siones, los intereses y los puntos de vista en conflicto de los ?,J versos acto­
y por tanto cientifizada . res de la moderni zación y de los grupos de afectados son ob ugados en l_as
definiciones del rie go a ir juntos en tanto que causa y efecto, cu lpable y � 1c­
Ética implícita
tima. Ciertam ente, muchos cien tíficos se ponen a traba3ar con to �lo _el_ un­
petu y el pathos de su racional idad objetiva; su esfuerzo por 1 � ?bJet1V1d ad
crece proporcionalmente con el cont.eni? ? político de su� defi mc10ne s._ Pero
Tampoco basta con esta conexión causal de lo separado institucional­ en el núcleo de su trabaj o quedan re m 1 t1dos a expectat ivas y valorac1 0nes
mente. La vivencia de los riesgos presupone un horizonte normativo de se­ sociales y que por tanto les están dadas: ¿dónde y cómo hay_
que trn zar_ los
guridad perdida, de confianza rota. Incluso allí donde los riesgos se presen ­ l ímites entre daños aún aceptab les y y a no aceptab l � s ? ¿A que comprormso �
tan revestidos con cifras y fórmulas (pero sin pal ¡i. bras), qu eda n vincu lados pueden llegar los patrones presupuesto� ahí? Por eJen:1plo , � hay ;ue asumn
al lugar, son condensaciones matemáticas de nociones heridas de la vida dio-­ e c onó­
la posibilidad de una catástro fe e�ol óg¡ca para satis facer mter �ses _ _
na ?e ser vivida. A su vez, éstas ti enen que ser creídas, es decir, no son e;. micos? ¿Qué son necesid ades?, ¿qu é son presunt as necesid ades . , e que son
penmen table así. En es te sentido, los riesgos son negativos de u topías en necesidades a cambia r? . .
La pretens i ón de raciona lidad de las c! �ncias ?e �venguar ob¡ etivamen­
.
que lo humano (o lo que queda de el lo) se consenra en el proceso de mo­
dernización y vuelve a ser animado. Pese a la desfiguración, en última ins­ te el conteni do de riesgo del riesgo se debilita a s1 m1sma_ perman
enteme n­
tancia este horizonte normativo en el q11e se hace visible lo arriesgado del te: por una parte, reposa en un castillo de naipes de suposzc i � nes especu !ativas
nesgo no puede ser suprimido mediante la matematización o la experimen­ exclusiv amente en el mar o de unas �fi:m�c wnes de p10bab1 -
y se mueve <:
tación. Tras todas las objetivaciones aparece más tarde o más te mprano la lidad cuyas prognos is de segurid ad stncto sensu rn s1qu 1cra
pueden ser re­
cuestió � de la aceptación y por tanto una vieja cuestión nueva: ¿ cómo que­ fu ta das por accide ntés reales . Por otra parte, � ay que ha_ b er adopta do una
remos v1v1r? ¿ Qué es Jo humano en el ser hum ano y lo natural en la natura­ ica con sentido de }os nesgos . Las consta­
posició n axiológ para poder habI m:
_
leza que hay que conservar? Hablar de «catástrofe • , como es cada vez más taciones del riesgo se basan en pos1b1l tdades matem aucas e mtere �es _soCJa­
habitual, es en es te sentido la expresión exagerada, radicalizada, objetiviza­ men te all í donde se pr sen '. an con certeza tecrnca . Al
les incluso y precisa �
da, de que no se quiere este desarrollo. ocuparse de los riesgos civilizatorios, las c1enc1a _ s ya han ab � 1don_ a do s�
Estas yi ejas preguntas nuevas (¿qué es el ser humano?, ¿cómo hemos de ental y han contrai do u n matnm o ? JO poh­
fundam ento en la lógica experim
tratar a _la naturaleza?_) pueden circular entre la vida cotidiana, la politica y aam o con Ja economia, la política y la ética, o más exactam
ente: viven con
la ciencia. En el estad10 más avanzado de] desarrollo civilizatorío vuelven a éstas sin h&ber formali zado el matrim onio. . .
. .,
estar en boca de todos, tam bién o precisamente all í donde aún llevan la ca­ Esta heterodeterminación ocul ta en la mvest1g a: 1on del nesgo se con­
peruza de las fórmulas matemáticas y de las controversias metódicas. Las tando con
vierte en un problema allí donde los científicos se s1guen _presen
con_stata:i o nes del riesgo son la figura en que la ética (y por tan to también racion alidad. Los estud10 s _sobre la_ segu�
la pretensión de monop olio de la
la filosofía, la cultura, la politica) resucita en los cen tros de la moderniza- ridad de los reac tores nuclea res se limitan a valorar determ mados nesgos
36 SOB R E L VO ÁN C l V I L I Z A TO R JO
R E P A R T O DE L A R I Q E Z A Y R E P RTO D E L S R I · SG OS 7

cua ntificables en el ca o de accidente p robable


. Así pues, de de el propio
p u n t o d e partida se l im ita ya la d i me nsionaJidad d e l riesgo a l a manejabili­
los riesgos civifü.atorios. S l lega, por decirlo así, a u n a uperp rod u cc i ó n d
ri go q u e en parte relati vizan, en parte e � o_i;1 plem enta n , � n parte e
dad iécnica . Por el con t rario, pa ra ampl ias partes de la pob l.ac i ó n y de los _
adver mio de la energía n u c l e a r l o pri ncipal prec i amente I potencial d i p u t a n mutuamen te ) a s u p remacía. Cada pos 1 c 1on de � n terés , n l n ta de­
_
de ca tá tro (e d la energía n uclea r. U na probabiJidad d ac iden t manten i ­ f nde rse con defi n i c i o n e del. riesgo de st modo al J ar lo � 1 e go que
d a en 1 m í n i mo es d ma iado elevada al l í d o n de u n acc iden t ign i fi c a e l atacan a u m o nedero. La a me n aza al u l o , a l as p l a n tas, al alJ"e , al ag u a
ex term i nio . Además, en l a d iscu s i ó n pública d scmpeña n una [u nci ó n pro­ y a to a n í m a l e adoptan un lugar especial en esta l ucha de t � do contra t -
_
dos por l as defi n i c i ones d l r i e sgo me s ven ta� osas en 1 � medid en q u e h a ­
p iedades del riesgo que no on tratada en los e tuclios sobre el ríe ·go , por � _
jem p l o la difusión de las armas n udeare , la con t ra d i c ión n t re l a hu ma­ ce n hablar a l bien común a las voces de qu ienes no tJ nen voz � tal vez, 1 t
_
n idad (el rro r, el fracaso) y la eguridad, la d uración e i rrevers i bi lidad de conces ión a la h ie1·ba y a las lombrice del dere h o a � VO r Pª } V O � ' vo to
ro c i e ra reflexionar a lo eres h u m a n o ) . Es t a plural 1 zac1on es evidente
l a s grande d e c i iones tecnol ógi cas que se toman y que ju gan on la vida
para la reíerencia de los r i e s gos a lo valo res y a l i n t r e � es: el al anc , l a
d la generac ion s fu tu ra s . Co n o t ras pal a b ras, en l as d isc u iones sobre e l _ _ _
riesgo queda clara l a f ract u ra entre l a racion a l i dad cie n t (fi.ca la raciona l i ­ urgenci a ta exi stenc i a de lo nesgas o c� an con l a pl ur� hdad d va_Ior s .
d a d social en el t ra t o con l o potenciales civi l i za todo d e pel i gro . Se habla de i ntereses. No tan evidente qu esto m fl u e obr La i n terpretación d 1
o n t e n ido de lo ri go .
sin escu h a r al o t ro . Por u n a pa rte, e p l a n tean c u e tione qu n pueden ..
er ·on t stada p r los o t ro ; por otra parte, e con le t a a pregu ntas con re - E l n xo causal qu se establece e n lo riesgos en tre lo efectos no ,vo,
.
pue tas que así no dan con e l núcleo de aque l l o por l o que se había pregu n­ actual O pot e n i ale el sistema ? e l a � ro� u c ión i ndustri al abre u n a p l u
- :
tado q u.e aviva lo m i dos. r l i dad ca ¡ infi n ita de i n t rpr ta 1 0ne r n d 1 V 1 d uales . En el fondo, se p u ele
_
C i rtamente, la racio nalidad ci ntífi_ a l a ra i on a l i d ad so ial s s pa­ (ul meno tenta t ivamente ) poner a t odo en rc_ l aci? n co n todo m i entra · :
mant e nga el mode l o Fu nd amenta l ( l a mod rmza c t ón o mo cau sa , e l da 1 0
r� n , per al mi mo tiem po quedan e n L Telazadas de mucha maneras y r m i­ , _ '.
como e f t ecu ndario) . M ucha co a no p d ran ·er confi rmada • H � s l ,
t t da la u n a a la o tra. tricto sensu , e ta d i t i nc i ó n se vuelve i n c l u o cada v z
meno · po ible. El u·atamie nto científico de lo rie gos del desa1To l l o i n d u - lo que ha a sido co n firmado tendrá qu asten rs fr� nle � la duda 1 L -
.
i n l ica permanente . Per s sen c i al que pese a la can l td � d m m e n a de P
� ial queda rem i t i do a las expectat ivas o ial e a los hori zon tes axiológico ,
tgual qu al r vé la di u i n o ial la percepc i ó n d l o rie gos queda r - -, i bi l idades de i n t rpreta ión iemp re e pon ga en r ]ac i ón mu tua a on­
m i t ida a arg u m nto i n tíficos. Ca i abochorna d a , la i nve l i ga ión del rie - d icion il ldivid u ales . T m mo co m o ejem plo la m ue r t e d los bos� u e s .
M i •n lra , tomó n c o n s i d rac ión como cau a y u l pabl es a l bo tng , ,
go sigu la huel las de l a · pregunta de la « h o til idad a l a t n ka » que fue
1 1 .., rd i llas O al i n t i tulo fore t a l '01Tespond iente, a ú n no s� trat � b � ap a re n ­
lla mada a ontener y gra ias a Ja cual , por lo demás, ba experi men tado en
lo últim año u n fom nto material i n p rado. La crít ica e in tranqu i l i dad l \ 'l 1 1 • n t de un « rie go de la mod rn j zac ión » , sino de n g! Jg e n c i a fore tnl o
púb l i a viven esencial men te de la d ial c t i c a de expert y con traexpert o . Si1 1 1 1 • ornc idad ani m a l .
, abr un espectro el cau a culpabl s comp.l tament difer� n t e cu a n-
argum e n tos i n t ífico r í t ica a n t i i n t iñca de los argu men to cient íficos
do .., u p ra e te di agnóstico ei- rón o (t ípicamente local � q l:1 e los nesgo han
quedan romas , má aún : a menudo ni i qu i ra pued e n pe rcibi r I obj to y el
proce o ( por lo general « inv:i i b l e ») de su crítica y de su m i edos . Por variar " l ' q1 1 •b ra r C n íl ict ivamente e n ] ca m i n o a u reconoc1 �1 1 e n t o
. .
º�-
que l a mu rt de los bo ques cons u � c1a de la zndus111alr-
u na Erase célebr : i n rac ionalidad ac ial , Ja racional idad ci ntífica stá va­
cía ; s i n ra ional iclad cien t f fi c , la rac ionalidad acial e iega . , u ,1 n i . \o n t o n es la mu rte de los bosques convierte en un p rob l � m a
Con e l l o no p retendemo haber d i b ujado una i m agen general de armo­ t 1 1 1 1 , i d •ro. • n cl i ionado i temática m e n te, ya no l ocal , sin q u e re� u • ·re
_
, , 1 1 1 , 1 o n •s polít icas . Una vez q u e e ha i m p u to este c a m b 1 0 d � óp t 1 a , s
n ía . AJ con trario: e tra ta de preten siones de raci onal idad que com p i t e n y
l u c h an de manera on íl i t iva por su pr e m i n ncia . En uno otro l u gar s \ 1 ll l ' l 1 1 0 i b l muchísi m a co as: ¿e el d i.óxido de s u l fu ro , lo mtrat , u,
ponen cosas d i t i n tas en el cent ro, e m a n t ienen vari able o constan tes cosas l < 1 1 1 1 m i c.J a n l , , los h i d rocarburo u o t ra cosa q u e no o � ocemos hoy I q u
d i f r n t c · . M ien tra que a l l í la pri macía de l a t ran sfo rm ación e en cuen t ra 1 1 . . . t ...l'!\U ra u n ot oño terno ú l ti mo, la caída d las hoJa ? E tas fórmu l a.
_ _
· n · 1 n do i n d u t rial d produc i ó n , aqu í n l a ma nejabfüdad te n o l ógica , 1 1 1 1 1 1 1 1 , , .., " • 1 1 1 nt ien n en pie por s í m i ma � 61? en ª ? ª � •� cia . T ras l l a s ,
Tl
d l' l m, p ro a b i l i dacles de acc idente , etc. 1 1 1 1 11 1,..,a-. , r,. u n a · d l a indus L Ti a , gru po cono � r n � o , c1enu ficos p rofe
_ .
1 1 d 1 q 1 1 •th n • n la l í nea de t iro de la crí Uca pu� l tca . P u e s t � da « au a» 1 e­
_
, . 1 11 ll 1 t L 1 '",{ ) ia l m n t e a bajo u n a presión m asiva de camb10, con 1 1 � el
r ,
f '/1 1 , ,/1 1 /1 1 1 / rl, · d, • {1 1 1 ir · im ws: (Ida 1 ez más riesgos 1 ¡ 1 1 1 i . 1 d ,· , K l'i 11 n qu su rge. Aunqu e se responda a e ta prcs10n p u b l 1 c a ,
,
\ , , ¡ , 1 1 \ 1 ., w n t ;1 s , ·e h u nden lo m er ados, ha q u e vo] v e r a g a n ar ) « n-
_ _ � _.
1 1 1 1 1 1 d l ' 1 1 1 .., �: l i n tes median te gra ndes y co tosa ca mp a � as p u bh 1 tai 1a _ •
1 11 1 1 1
1 t c 1 1 1 1 t • 1 1 u lc 1 I L ·o1 i ·o v l : 1 1 \ · Í ' rcn i a a x i al gi a d los riesgos generan
, 1 11 1 i ¡ 11 11 11 •1 1 1 -.. · l , 1 oh-, · 1 v a b l • ¡1l1 1 ra fidad e nflictiva de defin iciones de
1 1 , rn l l l ' l' I , ran n taminador por t a n to el au ten t ico '.'ª esm<:> »
_
? .
1
qu , i n · talar fi nal mente en las cen L rales térm i ca vahos 1 -1-
-----, 11

38 SO B R E EL VOLCÁN Cl VI L JZ A TO R J O REPARTO D E LA R I Q U E Z A Y R E PA R T O DE L O S R IE S G O S 39

mos d i�positiv�s desul furnntes y desnitrificant es que se encuentren e n e l ú l ­ Con otras palabras: a la división del trabajo muy diferenciada le corres­
umo mveJ técrnco? ¿ O_ t odo esto no servirá de nada, y a q u e l os más ru versos ponde una complicidad general, y a ésta una irresponsabil idad general.
vie_ntos nos traen gratis a casa (o al bosque) desde los tubos de escape y las Cada cu al es causa y efecto y por tanto n o es causa. Las causas se diluyen en
ch imeneas de los países vecmos l as sustancias n ocivas que hacen morir eJ una mutabilidad general de actores y condiciones, reacciones y contrarreac­
bosque? ci ones. Esto procura a la idea de sistema evidencia social y populandad.
. Allí donde cae la l uz que b usca causas estalla, por decirlo así, un incen­ E ·to deja claro de manera ej emplar dónd e reside _ el sig?ificado biográ­
d io,_ Y l os « bomberos de la argumentación » (reunidos rápidamente y mal fico de la idea de sistema: se puede hacer algo y seguir haciéndolo s in tener
eqmpa�os) han de apagar y sal var con un poderoso chorro de contrai nter­ que responsabilizarse personalmente de ello. Se actúa, por decirlo así, :� l a
pret_a c1on 1 � que hay q u e apagar y salvar. Quien de repen te se ve pues to en ausencia d e uno mismo. Se actúa físicamente s i n actuar moral y pobtlca­
la p1:� ta p_ubhca de la prod ucción de riesgos refuta, si le va bien, con una mente. El otro generalizado (el sistema) actúa en uno y a través de uno: ésta
« ant1c 1enc ia»_ que poco a poco va insti tucionaJizándose los argum entos qu e es la moral civilizato1ia de los esclavos, en la que social y personalmente se
lo atan a l a pi cota, y �one en juego otras causas y por tanto otros culpables . actúa como si uno se encontrara bajo un destino natural, baj o la «ley de
la imagen se multipl ica . Los accesos a ]os med i os se vuelven decis ivo s . La gravedad» del sistema. De este modo se busca un culpable a la vista del in­
msegundad dentro de la indus tria se agudiza: nadie sabe quién será el si­ minente desastre ecológico.
gmente al que llegará el anatema de la moral ecológica. Los argumen tos
b_u enos o _ al menos presen tables públicamente se convierten en una conru­
c1�n del ex.1to en los ne_gocios . Los relaciones pú blicas, los «carpinteros de El contenido de riesgo: el acontecimiento futuro que activa la actuación
a1 gumentac10nes » , obtienen su oportunidad en la empresa.
Sin embargo, los riesgos no se agotan en consecuencias y dafios que ya
ha n tenido lugar, sino que contienen esencialmente un componente futuro .
Cadena s causa les y ciclos de daPios. la idea de sistema Éste reposa tanto en la prolongación al futuro de ios ?�os ya visibles com?
en una pérdida general de confianza o en la supos1c16n d� un «fortaleci­
Por decirlo expre amente una vez más: todos estos efectos se presen tan miento del riesgo» . Así pues, los riesgos tienen que ver esenctal mente con_ la
con 1 �_dependencia de cuán consistentes parezcan desde un punto de vista previsión , con destrucciones que aún no han tenido lugar, pero gue son m­
c1en r_1 hco las interpretaciones causales aceptadas . Por lo general, dentro de minentes, y que precisamente en este significado ya son re �es �oy. Un
bs ciencias y de las disciplinas afectadas divergen mucho las opiniones al ejemplo tomado del informe sobre e1 medio ambíe�k : _ el ConseJo senala qu_e
respecto. Así �ues, el efecto social de las de(i.niciones del riesgo no depende de hasta ahora las altas concentraciones de nitrato debidas al abono con m­
su co11s1stenc1a cien tífica . trógeno apenas afectan (o no afectan en absoluto) a las �guas subte�neas
, _Con todo, esta plural idad de i nterpre taciones tiene un fundamento en l a de las que tomamos el agua corriente. Esas concentracwn�s son d1suel�a
log1ca de los nesgos de l a modernización. Al fin y a l cabo, aquí s e intenta en el subsuelo. Sin embargo, no se sabe cómo sucede esto m durante cuan­
poner a los efectos �oc_1vos en relación con fac tores inruvidu ales apenas ais­ to tiempo seguirá sucediendo. Buenas razones hablan en favor de no pro­
l ables en el _ co�1p! eJo s 1sterna del modo indust1ial de producción. A ]a i nter­ longar al futuro el efecto de hltro de Ja capa de i::irotección._ « Hay que �emer
d�pend enc 1 a s1stem1ca de los especializadisi mos actores de la modemiza­ que en unos años o decenios las actuales er�s10nes de m_trato habran al ­
c i on en l� economía, la agricultura, el derecho y la política Je conesponde can..zado con un retraso coITespondiente al tiempo de flmdo las capas_ de
la ausen cia de cau�as y responsabilidades aislables: ¿contam ina la agricul­ agua más profu ndas� (pág. 29). Con otras palabras: �a bomba de rel0Je1ia
tura. _el suelo o son los agricul tores sólo el eslabón más débil en la cadena de ya está en m archa. En este sentido, los riesgos se refieren a un futuro que
!os_ cicl os ? el d �.ño? ¿Son tal vez sólo mercados de consumo subordinados a. hay que evitar. . .
J a 1� d u s t n a qmm i_ca � �] forr aje y del abono?, y ¿tendría que comenzar por En contraposición a la evidencia palpable de las nquezas, los n esgos
aq� 1 una desm tox1 �ac10n preventiva de ios suelos? Pero las au toridades po­ tienen algo de irreal. En un sentido central, son al mismo tiempo reales e
dr.ian hab �r proh1b1do ya hace ti empo ]a venta de_ los venenos o haberla li­ irreales. Por una parte, muchos peligros y destrucciones ya son reales: aguas
� 1 ta� o dras tica men:e- Pero no lo h acen . Al contrario: con el apoyo de la contaminadas y moribundas, la destmcción del bosque, nuevas enferrne? a­
cie? c ia expiden contmuamente pennisos para la producción de venenos . « no des , etc. Por otra parte, la auténtica pujanza social del argumento del r:1es­
peligrosos » que_ nbs afec_tan � todos nosotros. ¿ Tiene toda la culpa, pues, la go reside en la proyección de amenazas para el futuro. Son, en �ste sentido,
Jungla de au tondades, ciencia y política? Pero al fin y al cabo éstos no cul­ riesgos que all í donde hacen acto de aparición caus� �estrucc101:es de _una
tivan los campos. ¿Así que l os culpables serán los campesinos? Pero a éstos medida tal que actuar después de ellas se vuelve pr:actlcamente 1mpo: 1 ble,
los � an puesto en manos de la Com unidad Europea, tienen que superpro­ y que por tanto poseen y des pliegan una relevancia para 1� a �tuac1on y_a
duc1 r abonando en exceso para sobrevivir económicamente . . . como conj eturas, como amenazas p ara el futuro, como prognosis prevenh-

/
• .,¡r
40 SO B R E E L VOL CÁN C I V J LIZATOR J O
R E PA RTO DE LA R I Q U E Z A Y RE PARTO DE L O S R I E S G O S 41
vas. E l centro d e l a conciencia d e l riesgo n o reside e n e l presente, sino e n el
tra que éstos siguen, al igual que las ri quezas, el esquema d e clases, per? al
f�:u ro . En la sociedad del ri esgo, el pasado pierde la fuerza de determina­
revés: las riqu ezas se acu mulan arriba, los riesgos abajo. Por t� nto, �o� ne� ­
cwn para. � ] presente. En su lugar aparece como «causa» de la vivencia y de
gos parecen fortalecer y no sup1imir la sociedad de clases. A la rnsufic1 �nci a
la act uacion vresentes el futuro, es decir, al go no existente, construido, fic­
t1crn. Hoy nos �onemos en acción para evita1; m itigar, prever (o no) los pro­ de los sumi nistros se aiiade la falta de seguridad y una sobreabundancia de
riesgos que habría que evitar. Frente a ell_o , los ric�s (en ingresos, en po �e1;
blemas Y las cns1 de mañana y de pasado manana. La prognosis medi ante
cálculos de modelo de problemas en el mercado laboral tiene un efecto in­ en educación) pueden comprarse la egundad y la libertad respecto del nes­
go. Es ta «ley" de un reparto de lo riesgos específic? de las clases y, por_ t anto,
mediato sobre la .actitud educativa; la anticipación del desempleo i nminen­ ,
te es una determ inante esencial de la situación vital y del estado de án imo de la agudización de Jo con trastes de clase medi ante la concentr�c10n de
los riesgos en los pobres y débiles estuvo en vigor durante m�cho tie n:po Y
del pres en '. e; la prognos ! s de l a des trucción del medio ambien te y la ame­
_ sigue estándolo hoy para algunas dimensiones centrales �el nesgo: el nesgo
naza atom1ca mtranqu 1hzan a una sociedad y on capaces de sacar a la ca­
lle a grandes partes de la generación joven. Así pues, el debate sobre el fu. de no conseguir u n empleo es hoy mucho mayor para quienes no han es_tu­
tu.ro se_ basa en una «variable proyectada» , en una « causa proyectada» de ]a diado que para quienes están muy cualificados. Los riesgos de dañ_o, radia.c1ón
actuación presen te (¡�er onaJ y política) cuya relevancia y sign ificado cre­ e intoxicación que están vincu l ados aJ trabajo en l_ as empresas � dustnales
cen de .una manera d !J'ectamente proporcional a su incalculabilidad y a su correspondientes están repartidos de manera desigual en las diversas pro­
contemdo de amen � za; una cau�a que proyectamos (que tenemos que pro­ fesiones . Son en especial la zonas resídenciales baratas para grupos de po­
yectar) para detem1111ar y organi zar nuestra actuación presente. blación con ingresos baj os que se encuentran cerca de los centros de p_roduc­
ción industrial las que están da ñadas permanentemente por las diversas
sustancias nocivas que hay en el aire, el agua y el suelo. Con la amenaza de
Legi tima ción : « efectos secu ndarios la pérdida de ingresos e puede obtener una tolera-?cia superio1: , .
lazen tes »
Pero este efecto social de filtro o de fortalec 1m1ento no es lo uruco que
Pe::o esto pre up�m � que J o riesgos han crenera consecuencias específicas de clase. También las posibilidades Y las
so _ soc1a] de �eco �ocm i ento . Sm � atravesado con éxito un proce­ �apacidades de enfrentarse a l as situaciones de riesgo, de evitarlas, de com­
� em barg o, los riesgos on primero bien es
evita r _cuya znex1 sten cza se supo ne hasta a pen arlas, parecen estar repartidas de manera desigual para . capas de in­
lema : 111 dubio pro prog ressu , lo cual quie nuevo aviso , de acue rdo con el gresos y de educación divers �s: quien di_s pone d�l almohad �n financiero �e­
re deci r: in dubio, mirar hacia otro
lado . � e!J o va un ido al m ism o tiem po un cesario a largo plazo puede mten tar evitar los r: e�gos med1ant� la elección
modo de legit imac ión que se di­
7nesgas pueden qu
f rencJ a c laram ente del repa rto desig ual
de las riquezas sociales . Pues lo
del lugar de residencia y la configuración de la v1v1 enda (o med1�nte un� se­
gunda viv-ienda , las vacacion_es, etc.). Lo mi � o vale para 1� ahmentac1ón,
edar legit i m ado si no se ha
Así pues , en la civil izac ión cien t i fi zada las visto ni queri.do su prod ucci ón. la educación y el correspondiente comportam1ento en relación a la com1d�
situacion es de peligro tiene n que
rom per l a tend enci_ a a la tabu izac ión que y a la infonnación. Una bolsa de dinero s� ficientem ente llena pone en la si­
las rode a y «nacer cien tífic ame n­
te » . Esto sucede por lo general en el e tatus tuación de regalarse con huevos de « gallmas sanas » y ?º;1 hoias de . �lechu­
de un «efecto secundario laten te»
que al mism o tiem p cons i nt y legi tima gas sanas » . La educación y u n comportamiento sens1b1e en �elac10n a I_a
? � � la realidad del peligro. Lo que no
se ve �a �poco podJ a ser ev1ta ao, fue coproduc información abren nuevas posibilidades de enfrentarse a los nesgas Y evi­
un hiJo d1f1 cil y no deseado sobre cuya acep ido con la mejor inten ción, es tarlos . Se puede evitar detemünados productos (por ejempl o, hígados d� re­
tació n hay que disc u tir adic io­
nal men te. El esqu ema de pens amie nto
del «efecto secu ndar io laten te» re­ ses viejas con un alto contenido de plomo) y vanar de tal modo el menu se­
prese nta, pues, una espe cie de salvocond ucto manal mediante técnicas de alimentación informadas que los metales pesados
que a_un tiempo confie a consec uenc ias , un destino natu ral civ:il izato rio presentes en el pescado del mar del Norte ean disueltos,_ com .1:Ie_tados, re­
lativizados (¿o tal vez agudi zados?) mediante los contemdos toxicas ?e la
que habría que evitar, las repa rte
selectivamen te y las justifica .
carne de cerdo y del té. Coci nar y comer se co nvierten en una espec1e de
. .
química implícita de los alimentos, en una especie de coc1 � a de venen ? s � on
l . 3 . RIES GOS ESPECIFIC O$ DE CLASE pretensión de minimalizar; en relación a '.º cual se req1.11eren conoc1 '.111en­
tos muy am plios para tomarle el pelo mediante ! ª «tecnologfa de la al :m7 n­
_
. El t_iJ::o , el mod elo y los med ios de] reparto de los riesgos se diferenci an tación » a la superproducción de ustancias nocivas y tóxicas en la �u1m1ca
s1ste mat1ca
. men te de los ?el reparto de la riqu eza. Esto y en la agricultura. Sin embargo, es muy probable que como reaccion l�s .ª_
chos nesg os �stén repa rtido s de una man era específic no excl uye que mu­ noticias sobre intoxicaciones que aparecen en la prensa y en la telev1s10n
En este sent ido, hay amp lias zonas de a de las capas o clase s.
sola pam iento entre la soci edad de surjan hábi tos «antiquímicos» de alimentación y � e vj d� repartid?s de una
clase s Y la sociedad del riesg o. La histo manera específica en las diversa capas. Esta « antiq� 1m1ca» ,cot1d1ana �que
1ia del repa rto de los riesgos mues-
a menudo es puesta en circulación entre los consumidores en confonmdad

1 •
42 S O B R E E L V O L C Á N C l V J L I Z AT O R J O
R E P A RTO D E LA R I Q U E Z A Y R EPA RTO D E L O S R I E S GO S 43
con l as normas d e empaquetamiento c o m o segunda posibilid ad d e la in­
dustria química) trastornará (ya lo ha hecho) en capas cultas, con ingresos no hay nada peligroso. Donde y a n o hay escapada, _ se acaba por n o pen �a�
elevados y preocupadas por la alimentación codos los ámbitos del abasteci­ más en ello . El fatalismo ecológico del final de los tiempos hace 9-ue e� pe n
miento (desde la comida ha sta la vivienda, desde la enfermedad hasta el dulo del estado de ánimo privado y político oscile en todas las direcci� n es .
tiempo libre) . Se podría derivar de ahí la tesis general de que preci samente Actuar es al fin y al cabo de ayer. ¿Se pod rá soportar con cava la omni pre -
esta manera reflexiva y económicamente poderosa de enfrentarse a los ries­ sencia de pesticidas?
gos afianza viejas desigualdades sociales en un nivel nuevo . Pero con ello no
se llega al núcleo de la lógica del reparto de los riesgos.
En paralelo a la agud.ización de las s ituaciones de riesgo, los caminos El efecto bumera ng
privados de huida y las posibilidades de compensación se angos tan y al mis­
mo tiempo son propagados. La potenciación de los riesgos, la imposibi­ Contenido en la globalización y sin embargo claramei:ite difere �te de
lidad de evitarlos, la abstinencia política y la proclamación y la venta de po­ ella es un modelo de reparto de los riesgos en el que se encierra �� a uena
sibilidades privadas de evitación se condicionan . Esta fuga privada puede cantidad de dinamita política: los riesgos afectan más tarde o mas tempra­
ser útil en relación a algunos alimentos; pero en el aprovisionam iento de no a quienes los producen o se benefician de ellos. los nesgas mueSlran en
agua todas las capas soci ales dependen de la misma conducción; y que las su difusión un efecto social de bumerang : tampoco los _ ricos Y los poderosos
barreras e pecíficas de clase caen ante el veneno que contiene el aire que to­ están seguros ante ellos. Los efectos secun_danos anteriormente latentes gol :
dos respiramos queda claro como muy tarde al contemplar los «bosques es­ pean tamb ién a los centros de su producción. Los propios actores de /ª m�
queletizados» en los « idilios rurales» alejados de la industri a . En estas cir­ demización caen de una manera enfática y muy con��eta en el re mo mo cee
cunstancias, lo único que nos protegería de una manera realmente efectiva ]os peligros qu e desentadenan y de los que se benefician . Esto p uede su
sería no comer, no beber, no respi rar. Y esto sólo nos serviría en parte . Pues der de fonnas muy diversas .
Volvamos a tomar el ejemplo de la agricultura . En la Repu� , . ¡-ica Feder;1
es bien sabido lo que les pasa a las piedras . . . y a los cadáveres en el suelo .
de Alemania, el consumo de abonos artificiales pasa entre 1 9 ::> } Y 1 9_8 3 e
1 43 a 378 kilogramos por hectárea, el consumo de produc{os 9-�.11rnico� pa�a
1 .4. LA GLOBALlZAClÓN llE LOS RIESGOS CM LTZATORIOS entre 1 975 y 1 983 de 25. 000 a 3 5 .000 toneladas . La � roduccrnn_ P01 • ect
rea también aumentó, pero en ningún caso con la misma velocidad q u e e 1
Dicho con una fónnula: la m iseria es jerárquica, el smog es democrático . consumo de abonos y pesticida . Se dupl icó en _el c�o de lo� cereales Y er�
Con la exteusión de los riesgos de la modern ización (con la puesta en peli­ un 20 % mayor en ]as patatas. A un increment_? z�fra proporc10nal de la P:�
gro de la, naturaleza, de la salud, de la ali mentación, etc.) se relativizan las ducción en relación al u o de abonos y de quunICa se le �on trap o� el u� ­
mento supra proporcional de los daños a la naturaleza v1s1bles _Y o o�osos
t�
diferencias y los limites sociales. De ahí se siguen extrayendo consecuencias
muy diversas. Sin embargo, objetivamente los riesgos despliegan dentro de para los propio campesinos: un rasgo sobresaliente de este peh�roso esa­
su radio de acción y entre los afectados por ellos un efecto igualador. Ahí re­ rrollo es el fuerte descenso de numerosas especies veg etal es � �r al �:

1
viven en libertad. Las «listas rojas» que registran como «certifica os
"!tt
side precisamente su novedosa fuerza política. En este sentido, las socieda­
función» oficiales esta amenaza existencial s�n -c ada vez más l�as . 1 s
des del riesgo no son sociedades de clases; sus situaciones de peligro no se ras oe pastos, 5 1 9 eS t an n P
pueden pensar como situaciones de da es, ni sus confli ctos como conflic­ 680 especies vegetales que hay en las tier � á. : • gr
tos de clases . De una manera drástica disminuye la población de las especre s e P � aro s
Esto queda más claro aún si tomamos en consideración el modelo espe­ vinculadas a las praderas, como la cigüeña blanca, el cho�bto O la pratu�co­
cial de reparto de los riesgos de l a moden1ización: éstos poseen una tenden­ la; en Baviera, por ejemplo, se intenta sa lvar lo� últimos e1em pl_ar� media� ­
cia inmanente a la globalización . A Ia ·producción industrial le acompaña un te un "programa de incubación de la pradera . .. Entre los annn �', es\:
universalismo de los peligros, independientemente de los lugares de su pro­ �fectados tanto los eslabones supremos de las cadenas de a�mentacion (
ducción: las cadenas de alimentos conectan en la práctica a todos los habi­ Pá;aros
J
predadores,
· ,
los búhos, las libélulas) como los especiah �ados en una
· ¿ o, por eJ·emplo los grandes insectos o e1

1
¡ I alimentac1on que va d esaparec1en
tantes de la Tiena. Atraviesan las fronteras. El contenido en ácidos del aire ,,
tiempo de ve cion m­
el � d("
néctar de las flores disponible durante todo _ et �
no ataca sólo a las esculturas y a los tesoros artísticos, sino que ha disuel to �
ya desde hace tiempo las barreras aduaneras modernas. También en Cana­ forme, pág. 20). Así pues, los antiguos «efectos secundanos t � a vert; ��,
dá los lagos tienen mucho ácido, también en las cumbres de Escandinavia Se Convierten en efectos principales visi bles que ponen en_ peligro su P
• - d e nesgos d
'
se mueren los bosques . pios centros causales de producción . La prod uccwn . . ed1 a mo­ . .
Esta tendencia a la globalización tiene consecuencias que en su genera­ demización sigue el giro del bumerang. La agricul tura intensiva m �stnª1
lidad son a su vez inespecíficas . Donde todo se transforma en peligros, ya subvencionada con mill ardos hace crecer dram áticamente _ el contef�º de
plomo en la leche materna y en los niños no sólo en las cJUdades e1anas.
GOS 45
Y R E PA RT O DE L O S R I E S
R E P A R T O DE L A R I Q U E Z A
44 S O B R E EL V O L C Á N C I V l L I Z AT O R I O

ra los dem ás en el campo de batalla de


l ógicas de fe, cad a cual ejecuta cont re­
Tambi�n so�ava � e muchas TI?-� neras l a base natural d e l a produ cción agrí­ tica de la « tierr a quem ada , , con un
las opo rtun idad s de mercado la polí está o se cons id er a
cola misma. de �c1ende la fertJ.hdad de los campos , desaparecen animales v dura" dero . Lo qne
plantas necesarws _para la vida, crece el peligro de erosión del suelo. sulta do contundente, pero rara vez ca de valo r es ta disti n ción es
o econ ómi
contam inado (para la pérd ida soci al
Este efect? socialmente circular de peli gro se pued generalizar: bajo el
irrel evan te) pued e pert enec er a su prop ietario o a quie n quiera . Con:
casi
techo de los n esgos de la modernización se produce más tarde o más tem­ d, pierde su utili dad y su valor. Asi
prano la umdad del cu l a�le y de la víctima . Esto es evidente para el caso serv ando los títul os jurídicos de propieda ógi a• nos n o tran o" ante una
ecol � �
!? pue , en el caso de la «expropi ación � � _n
peor, para la guerra atom1ca , pues ésta aniquila tam bién al agresor. Aquí cont m wdad ¡und ica de la propieda d .
. expropia ción social y econ ómi ca con una
para el aire , el -uel o y el agua . V�
e
ued � claro que la Tierra se ha convertido en una catapu lta que no respeta
_
(as diferencias Esto vale para los alimento s igua l que q vive
entre rkos y pobres, bl anco y negros, ur v norte, este v todo para quie nes viven de lo ue
oeste. Pero el efecto no se da hasta que no se da, y entonces deja de ser po;­ para todo lo que vive en ellos y sobre a» deja clar o que todo lo que cons­
de resid enci
en ellos . Hab lar de «venenos
que a no h�y nada más . Así pues, esta amenaza apocalíptica no deja hue­ oria puede ser incl uido .
tituy e nuestra cotidianeida d civil izat
ás de ello es muy senc illa: todo lo q
ue
llas perceptible� en el ahora de su amenaza (véase Günther Anders, 1 98 3 ) . detr
La te is fundame ntal que está a los in tereses de p ro ­
N o sucede lo m1smo e n e l caso de l a crisis ecológica. Ésta socava también na za tam bién
amenaza a la vida en esta Tierra ame med ios de vi �
1l
las � ases naturales y �conómicas de la agricul ura y, por tanto, del abas te­ viven que la vida y los a
piedad y com ercialización de quienes
de
c miento d e la población en conjunto. Aquí son visibles efectos que no se era surge una au téntica cont rndic­
_ en el ca po de referencia
P; asrnan solo de la naturaleza, sino también en se conviertan en mercanc ía. De esta man tre los intereses de gana ncia y de
, en
1:1 ció n , que se agu diza siste máticam ente
los mone� eros d � los n� os, en la sl.'J ud de los poderosos. Desde una gargan­
d que imp ulsa n el proces o de indu st1ialización y sus num ewsas con­
propieda
ta auto'.1zada y : m q�e mfluya la pertenencia a uno u otro partido político , en peligro y expro pi a n la propied ad Y
se perciben aqw somdos muy chillones, apocal ípticos. secuenci as amenaza doras, que pon en ieda d y de ia ganancia de la vida) .
las ganancia s (por no hablar de la prop reactor nuc l ear o una catástrofe
Cuando se produce un acci dente en un izac ión salen «ma ncha s blan­
la civil
quím ica, en el estadio más avanzado de ame naza . También los acci dentes
Desvalorización y expropiación ecológicas
el map a, símb olos de lo que nos
cas» en
ósit os de basura tóxi ca o:ansforman a
tóxicos o el descubrimie nto de dep as
� sí pues, el efecto bumerang no tiene que plasmarse sólo en .la amena­ ra tóxic a » . Pero tam bién hay forro
z_ � directa de la _ v_1da, �ino �ambién en medios delegados: el dinero, las pro­ poblaciones en «poblacio nes de basu no sólo a
tam inad os pone en pe l i gro
furtivas . El pescado de ios mar es con a las muc has p so­
piedades, la leg1t1mac1ó� . ns�e efecto golpea no sólo al causador individual por ello ta111 bién er

'1
11
�e una manera retroactiva directa; también implica a todos globalizando e
igualando: la muen� de los bosq ues no sólo hace desaparecer especies de
pa_ Jaros completas, S I D O que también reduce el valor económko de la pose­
lo sere s humanos que lo com en, sino de smog, a la larga muere la tierra;
nas que vive
Reg ione s
n
indu
de él
stria
. En
les
el
ente
caso
ras
de
se
alarm
tran
a _
sforman en c1Ud adr.s fant asm ales . fa
­
11
se paran las máq uinas de las ind �1s
efecto bum eran g lo quiere así: tam bién p n n ­
sión del bosque Y de la tierra. Donde se construye o se planea una central smog no tom a en consideración el
trias causadoras. Pero no sólo ellas . El
nuclear o tén:11ca ca�n los pr_ecios del suelo. Las zonas urbru1as e industria­ aliza ndo e igualando , afec ta a todos , con inde­
cipio de la ca usació n . Glob
les, las au topi: tas Y 1�s artenas principales del tráfico dañan a la tierra en ucci ón <l.e smog. Sin dud a, el smog
s_u entorno mas próximo. facluso annque todavía se discute si por este mo­ pen dencia de la participación en la prod balneari os. La obli gación legal de
los
tivo ya ahora o er:i un fu t� ro cercano el 7 % del territorio de la República Fe­ no es un med io propagand ístic o para inación del aire (igu al que .las te� ­
dar a conocer pública men te la con tam ­
deral de � emama estara � � añado por sustancias nocivas que ya no se hacer muy rápi damente a los adm i
-
podra_ � ultivar n ada. El pnncip10 es el mismo: la poses ión se desvalori za, es peraturas del aire y del agua) debería stria de las vacacio nes (que hasta el
indu
_ nistradores de ]os baln earios y a la ni­
expropiada ecologzcamente de manera furtiva.
mom ento siITT.t en sien do part idar ios de una polí tica que combata la defi
Este efecto se puede generalizar. Las destmcciones y las amenazas que pol ítica que com bata efica zme nte 1as
s� f:en la natural eza Y el rnedio ambiente, las noticias sobre los elementos ción ) part id�os decididos de una
_ _
toxico� q �e conL1�nen los alimentos y los objetos de consumo: los acciden­ sustancia s nocivas.
t� s 9-� 1m1co_s, tóx1co o nucleares operan como desvalorización y expro­

�1 ac 1 ? n fu_rt1va o galopant� de lo derechos de propiedad. Mediante la pro- nes de clase
_
ucc10n s1 � freno de los nesgos de la modernización se ejecuta en pasos y Las situ acion es de riesgo no son situ acio
sal:05 contmuados, a �eces �n agudizaciones catastróficas, una política de n de los riesgo s de la moderniza­
De esta man era, con la generaliz ació al que ya no se p�1ede com pren­
' 1
la Tierr� qu.e se va volviendo manimable. Lo que se com bate como « pel igro a soci
ción se pone en marcha una dinámic
iedad imp lica no propiedad y, po
r
comurusta» se consuma de otra forma en la suma de las acciones propias gorí as de clas e. La prop
der con las cate
1 dando el rodeo por la naturaleza contaminada. Más allá de las guerras ideo�

1 • 1
1 11 11 IL ■
'11

T O D E L A R I Q U E Z A Y R E P A R T O DE L O S R I E S G O S 47
A R
P
R E
4 6 S OB R E E L V OL CÁ N C I V I LI ZA T O R IO
as que tragamos y re piramos con
ta nt o, u na rela ción social de te nsió n y d e c o nf licto al c o n u m i o r u n a de . Las us ta n ci
d cisión
en la que s e pue den for ­ a jan con el
e zon » del co nsu mo no r mal. V i
¡ ,
l a ir e s o
¡ m a r y afia n zar du r ade ram ente id en tidad es so ciales r e c íprocas ( «l o s d e arri ­ l a c o mi da y co n
«p
n oli es

a u a . P e de es conders e en cualqu ier cosa, y atra viesan con


ba los de abajo» . E l pa no ra m a es co mpl etament e d ife r e nte e n las
l

, situa­ vi en t o y c o n e g n

p a l v i d a (el aire, la a l
) ime ntación , la rop a, los muebles
u
i
,
ciones de pe ligr o. Q uien e st á af e c tado por pel i gr o lo pasa mal, p e r o no le lo m ás n e ce sa r o r a
aa s
I'1 quit a n ada al otr o , a q ui n no e st á a fectado. E tar af e c ad o y no e tar af e c
t ­ et c.) t o d a s a s z o
l a t
l
n
e st i t am nte Al revés
p
r ot e idas de la modern idad, que pa ra lo de má están
g
ue las riquezas, que so n a t r activas,
t ado n o p o lar izan c omo po se e r y no po ee r. E xpre a d o e n la
a n al og ía : a la c onc r o ad r c . q
s ie mpre es pos ible y ne­
e
re n e a las cuale
t
an
y f
· 1 «cl ase» de los af e c ta d os no se l e contrapo ne la «d a e» p e r o ta m b i n pu e de n r epe e
é l r
de los no af e ct a d o . los daños se cue la n i mp l íc i ta me n te y s i n e
l
En tod o cas o, a Ja «cl ase• de l o s afe ct ados se le c ont r a pone l a « c l ces ar i a l a e e c c ió n , l o s r ie sgos y
l

a e» de l o s l d l ib e ( ! ) . En este se n t ido , hacen que su r ja u na nueva


aún no afec tado s . L a ga o pante ta a d e infl ac i ó n d e la inc o lu midad freno d e a
i s ió
c on d u­ ec n
e cie de « adsc r i t i v idad c i v i l izato r ia del riesgo » . És ta re­
r
l
ce a qu ien es aún hoy s on «pro pietarios » ( d e salu d y bi e ne tar) ma ri p p
a n a a la s asign a ció n, un ae a c t os a l des t i no e s ta me n ta l e n la Edad Media . Aho ra
fil as d e l os « po b res » y p asa d o maria n a a l a comunidad d e pa
r i a s d lo in­ cu e rda e n alg u n pc
sd de s t i n d p elig ro e n la ci vili2ació n desa r ro llada e n e
o

váli d os y mu tilad os. El de conci er to de l as auto ridade a l a o , l


s v ista de los a c ­ h ay u na e s p e ci e e e
e d n o od emo escapa mo s po r má s cosa s que haga mo s ,
cidentes t ó xicos y de .l o s esc ándalos s o bre la basura t óx i ca y l a av al an c h a d y e qu l e p
c ua l s n a
e e « e d i f r n cia » ( ue e s la que t iene u n ra n e fe cto ) d e que to
1
c u e s tion es j uríd ic a , d e co mp e tenci a y de repa raci ón q u e aqu a e e q g ­
co n l a p q ue
ñ
e pone n en
a mane ra simila r.

l c é l de u n
í
o
movi mie nt o h abla n u n l en gua je muy c laro . Es decir: l a li ber tad re spec o de do s e s ta m o s c o n f r on tad
n
1 1 o
1 t l e
e l c i i li z a c ión d e s a rr ol lad a (qu e habí a ap a re cido p a r a des ­
rie go e co nvi er t e de repente en un dañ o irr e ve r i b l e. L os conf lic t os qu As í p u s , n
a o s po sibilidade s d
e si c i on e s , pa r a ab ri r a lo se re s hum an
\'
u rge n e n t orn o a l o s rie sgos de la modern ización es tal lan p o r ca usa s s iste mo n tar l as a e
­ gn a
l s d e la s imp o si ci on e s d e l a n at u ral e z a ) su r g e un a nov ­
e
r
má ti ca s que c o in ci de n co n el m otor d el p rogre o y de l a ga n a nc i a . S e r efie ­ d eci sió n v lib er a
undi a l d e peli g r o s fre nt e a l a cua J l a s po sib ili d a ­
o
a l
re n a la m e did a y a la extens ión de los p eli gros y d e a ci n gl o b ym
do s a a sign
ó
la prete nsion e de re ­ e d ci s i ó n a e na s exi t e n , pue s la s sustancia s nociva s Y
p ar ación y/o camb io de curs o q u e brotan de ahí. E n es d e p
l
e s o s c o nflictos e t r at a d es in di vidu a
a pe cto s ele me ntale
de la c uestió n d e s pod em o s segu i r expoli ando a la na turalez a (incl uida a
a
tóxi c s e s

e n tr el a za. da c o n l a bas e n at ura l , co n lo s
i n
o i n d us t ria l. L a v iv enci a d e esta r afectad o p o r u n rie -
p r pi a) y, p or tant o , de si aún so n corr e c tos nuestro c onceptos « p rog re o»J
l
d e l a vida e n m u n d
? , ce rad o a la e d c i i ó n h a c e c o m rensibl e bue n a p art e de l shoc k d e l a f u ­
e s p ,
«bi ene star » , « cr ecim ient o e c o nó mico », «racio na li d ad cie n tí fica». En e t go r
e t e d l e n t i mie nt o d e « ausenc i a d e fut ur o » co n qu e m ucho
sen t id o, l os co n fli cto s que e st allan aquí ad o p tan el car á c te
r de l u ch a s ci v il ­ ri a impot e n y e s
sament e us u ­
., 1 za toria s de fe en tor no al cam in o c o rrec t o de la mo derni d ad. Es tas l u chas s
i
a d e u na m a n
er a
dis
on
ant e y e n un a c r í tic a forzo
r eacc i o n n éx it e l a c iv i liz aci ó n téc nic a : ¿s e ,pued e con egu r y co ­
1 e
i
d
n
parece n en algun o s aspe ct os má a la s lucha s religio as de fe
d e la Eda fruct u a ri a a l o o s í
d di t n c r tic a f r e nt e a aqu ell o d e l o qu e n o s e p ued e sca par
ed ia que a l os confü ctos de cl as e de l i gl o XI X y de comie nzo d e l s a c a ?
i

M i glo xx . s e rv ar u na
n c ia r a l a d istanc i a crític a sól o porq� e n o s e pu�d e esc� ­
Lo ne sgo s y l a d est ru cc iones in du tr iales a m p oco r s pe tan la f ron
­ ¿ Es co r r e c t o r e n u _ _
t fu i r s e e n l o in ev itabl e co n s arca sm o o cm 1 mo , md1fer en cia
e
te ras de los Estados . Liga n la v ida de
u n a mata de h_i e rba d e l b o s q ue d par a eU o y r e g
a
e o j úbil
Ba viera a a cuerdo e fic aces s o b re la luc h a i nte rn aci o ?
on a l c o ntra l a s s us tan ­
c ia no c iva s . La s up ra na ci onal i da d del t ráf ico de ust an
ci as noc iv as impi d e
qu e u na naci ón actúe por sí sola. A pa rtir de a hora , l os países indu t.riali za
­ N v
do ti ene n q u e di fe re nciar se también de a cuerdo con su balanc es naciona u e sa d es ig u alda d es in t ernac i onales

es
de e mi s ión o n m isión. C on o tra s pal abra : surge n d es igu a lda de s i n tema l
i ci
o ­ ai u di al de las si tua c i on de p eli gr n o pued eng ­
g ua a c ó m a
es
l
l i n o e
na le s e ntre l os diversos Es ad o indus tri alizados c on b al ance « acti vos Pe ro
t »
as desigu a ldad es acial es dent ro de la socieda d d el 1iesg o .
n
l n u v
« e q uili bra dos» y «pas ivos» de la s sustancia s noc iv as , o dich o m á cla ra m e ñ a r o br e a s
e

n u e e ci al a l H d ond e (de nu evo a esca la int ernaciona l� l as s ­


t e: e ntr e l os paíse que arrojan la porquer.ía y los que re sp iran � És t a s s rg n e n
s
i
l a porqu e r e p
ía si tu a ci on es de ri esgo se so lapa n: el pr o le tariad o d
y l a e
i
de lo otr o o han d e pa garl a con muer tes , e xpro pi a ci ones y des val ori zaci tuac on es de cl e
o ­ a s , jun to a l a s refin e ­
s

rie s g o v i ve ba · o la chim ene


a

n es . A e ta di tinci ón y al materi al p a ra conf l i c to que la s o cied a d m u n ia l d


d el s
es t á e n su b a se t e ­ o s industriaJ s d e l Te r c er Mund o.
L
n en l s centr
drá que. a rías y las f b ca s q u í m c s � _
á ri i a o

c mo o d a r e p ro n t o t a m b i é n l a « c o m un i d a d s oc i a l i s t a d e E s t a d o s is t ori a» (D er Spt �g�9• el c 1den te tó � ­


t ro f e i d ust r d la h � � � J
« m a y o r c at ds
á n i al e

e rm o
an » .
s o 1 ru on publi c a mundia
h la c i a d h i dú de Bh op al , ha hecho q u e la p l
co en u n
de e ll . L as ind u stri as con ries go se ha n trasladado a l o s
o
i
to m e c on cie c n a de atr a ­
na «fuer za
no es ca u ali da d. H ay u c
pa í se s de u e ld os b aj o s. Es
to
r e
La s ilu a c ió n d e p e l ig o c o mo d e s t i n o d p e l i g ro e t e la o bre za e xtr em a y l o s 1 i e g os ex t r em o • E n la e ­
ción » si s te m á ti c a n p s
te apreci ­
r

d e r p o d e l o s riesg os s on e s p ec i alm en a
A la i n man ej abilidad su p ranac io nal de los ties go s tación de m a n
i ob l e ar t
de l a m ode ml zaci n r a
ó d l a n p rovinci a s s u bdesarrollad as » Y ser í a u n nec i o in g e nu
. o
s p a r a
d as

s u s d e a a s e «
c o rr e s p o n d e e l m o d o d e s ió n . u n s i
l e d ifu S i v i i b il d a da p e n a ej a a b i rt
1 11 1 11 11 11

50 S O B R E E L V O L C Á N CJ VILIZ AT O R JO
RE PART O DE LA R I Q U EZA Y R E PA RT O DE LOS RIESG O S 51

n e s para la produ cción d e ri esgos. Aquí hay que distinguir exactamente en­
tre la a tención cu l tural y política y la difusi ón real de los ri esgos .
Las sociedades de clases son sociedades en las q ue, más allá de l as dife­
rencias de clases, se trata de la satisfacc i ó n visible de necesidades mate­
riales. Aquí se contraponen el ham bre y la sobreabundancia, el poder y la
impotencia. La miseria no tiene necesidad alguna de cerciorarse de sí mis­
Bhopal ma. Existe. A su ü1mediatez y eviden c i a le corresponde la evidencia mate"
rial de la 1iqueza y del poder. En este sentido, las certezas de las sociedades
e Bú falos , ' eas Y penos cayenm muertos en de clases son las ce11ezas de la c ul tura de la visibilidad: el hambre contras­
las c";¡t�! ��:;�: �::;�� 1i����� t 't
por doqu ier perso nas a h �gad as·. acu� �:J: 1oras en el calor de Asia cent ral. y ta con la saciedad , los palacios con las barracas, la pom p a con los harapos.
: _con¡ esdpum Estas evidenci as de lo palpable ya no valen en las sociedades del riesgo.
contraídas
• y arafiando la lierra·' eran 3 O OO La f'rna es e l a e n la boca, las manos
t1nua men te se añad en nuev as vfcti mas •, las au a sema na d a, y con- Lo visible queda a la som bra de las amenazas invisibles . Lo que se sustrae a
_ las. _Probable m ente , 20.000 pers onas qued torid ades va han de•f:��l o la perceptibilidad ya no coinci de con lo irreal, incluso puede poseer Lm grado
d as . en l a c 1 u d ad de Bho pal se des le arán ciega s. Unas 200. •too es�á� �tar en-- superior de realidad amenazante . La necesidad inmectiata compite con el
óe 1
apocalipsis industrial sin precedent�s :n 1thi: ��: ��::nc�or��?º al l � n�s u n contenido de riesgo conocido . El mundo de la carencia o de la sobreabun­
h

�� �e tóxi ca que se puso com o_un sudario sobre 6�


������ �;:s 1 e bl a d s. u ndo por fin se disipó, se exten k:f�: ��t���
t
dió el olor dulzón
dancia visibles se oscurece bajo el poder de los riesgos.
La apuesta entre la riqueza perceptible y los riesgos no perceptibl es no
• 1
' de l a putrefacci: • �� • me ¡o �e �a paz, la cmd ad se había trans pueden ganarla éstos. Lo visible no puede porfiar con lo invisible. La para­
' '
1 cam o d b ª fonn ado en un
doja quiere que precisamente por ello los riesgos invisibles ganen la apuesta.
1 1 j golp�. Pr�n� f�f ;l1�
5 s
!:d��: ;:�1: il:�;:c:�� ���� �;;1
sen� devoraron los cadáveres. El ceme
r 0
su c�ema toro, 2 5 de
i q ue ama s e q �ero La ignorancia de los riesgos no perceptibles, que encuentra su justifica­
nter.i o de los � usul manes se qued o pe-­
1 ' 1

qu
" eno_ • Hub 0 que a bnr • . ción (y que de hecho la tiene, como en el Tercer Mundo) en la supresión de
· v1 eps tumb as. se violaron man dato s sagr
Y ados del Isl la miseria palpable, es el terreno cul hffal y político en el que florecen, crecen
en�::1�:;st::cb:�áse l amenta uno de l os e n te1Tadores, "poner a dos mue: �¡ y prosperan los riesgos y las amenazas. De acuerdo con las relaciones de po­
• nos lo perdone: ponemos tres, cuatro y hast t
págs. J 08- 1 09) . a más "• (ibld ., der y los patrones de relevancia vigentes, en el solapamiento y en la compe­
tencia entre, por una part e , las si tuaciones problem¡_\ticas de la sociedad de
clases, industrial y de mercado y, por otra parte, las de la sociedad del Iies­
go vence la lógica de la producción de riqueza, y precisamente por ello al fi­
nal la sociedad del riesgo. La evidencia de la miseria impide la percepción de
los riesgos; pero sólo su percepción, no su realidad ni su efec to: los riesgos
negados crecen especial mente bien y rápido. En un nivel determinado de la
producción social que se caracteriza por el des arrollo de la industria quí­
mica (pero también por la tecnología nuclear, la microelectrónica y la tec­
nología genética), el predominio de la lógica , los conflictos de la produc­
ción de riqueza y, por tanto, la invisibilidad social de la sociedad del riesgo
no son una prueba de la irrealidad de ésta, sino al contrario: son un motor
de su surgimiento y por tanto una prueba de su realidad.
Esto Jo enseña el solapamiento de situaciones de clases y de riesgo en el
Tercer Mundo; pero no menos e1 pensamiento y la actuación en los países
industiializados ricos: el afianzamiento del crecimiento económico tiene la
prioridad absoluta. La amenaza de la pérdida de puestos de trabaj o sinre de
1 . 5. Dos fPOCAS, DOS CUCT URAS: LA RELA pretexto para ampliar los niveles permi tidos en la emisión de toxinas, rela­
CIÓN ENTRE PERC EPCI ÓN
Y PROD UCCf ó DE RIES GOS jar su control y evitar qu e se investigue la presencia de elementos nocivos

J u ªs desi?� aJd ad e s de las soci edad es


den��l� ::; !, _cond1c1_ 0n� e, ésta
des igua J �e la nqueza_ soci al apen
de clases y del riesg o pue­
s p_ueden prod ucir aqu éllas . El repa
110
en los alimentos. En previsión de las con ecuencias económicas, hay fami­
lias enteras de elementos tóxicos sobre l as que no existe ningún control; le­
galmente, no existen, así que pu eden ser puestas libremente en circulación.
De paso, se oculta la contradicción de que entre tanto la lucha contra los
as ofrece muros supe rabl es Y just ifica
cio- riesgos para el medio ambiente se ha convertido en un sector industriaJ flo-

52 SOB RE E L VOLCÁ C I V I L I Z AT O R I O R E PA RT O D E L A R I Q U E Z A Y R E PA RT O D E L O S R J E S G O S 53

reciente que garantiza a muchos millones de per onas en Ja República Fe­ funden (los medios de comunicación de masas). En este sentido, la socie­
deral de .Alemania puestos de trabajo seguros {dem as iado seguros). dad del riesgo también es la sociedad de la ciencia, de los medios y de la in­
Al mism ? tiempo, se agudizan los instrumentos de la « dominación » defz­ fonnación . En ella se abren así nuevos contrastes entre quienes producen
. las defin iciones del riesgo y quienes las consumen .
nuona � el nesgo y �e esgrimen las hachas correspondientes: quienes ponen
_ Esta tensi ones entre la supresión del riesgo y el negocio, la producción
de mamfiesto los riesgos son difamados en tanto que alarm istas y produc­
tores de nesgas. Su exposición de los riesgos es cons iderada «no demostra­ y el consumo de las definiciones del riesgo, atraviesan todos los ámbitos de
da» ; los efectos que ellos revelan para los sere hu manos y para el medio actuación social . Aquí se encuentran fuentes esenciales para las « lu chas
_ de defi.nición » por la medida, el grado y la urgencia de los riesgos .
ambiente, « muy exagerados». Haría falta más inve tigación -se dice- an­
tes de sab �r qué s �c�de y de p�der tomar las medidas correspondientes . El aprovecham iento de los riesgo al expandersc el mercado favorece
_
, solo un raptdo crec1m1ento una oscilación general entre ocultar y desvelar los riesgos, con la consecuen­
Ademas, del producto ocia] podría crear los
presupuestos para una mejor protecci ón del medio ambiente. Se evoca la cia de que al final ya nadie sabe si el «probl ema» no sera la « solución» o al
c� nfianza en la ciencia y en la inve tigación . Simplemente, su racionalidad revés, quién se beneficia de qué, dónde se descubren u ocultan autorías me­
aun no habría encontrado las ol uciones para todos los problemas . Frente diante conjeturas causales y si lo que se dice de los riesgos no será expre­
a ello, la crítica de la ciencia y los miedos al futuro son estí o-matizados sión de una dramaturgia política que en realidad pretende algo completa­
como «irracionalismo » . Ellos serían -se dice- las auténticas c:usas de to­ men te distinto .
dos los males . Pues el riesgo formarla parte del progreso, igual que la ola de Si n embargo, al contrario que las riquezas los riesgos siempre polarizan
proa del ?arco en alta mar. El riesgo no sería una invención de la Edad Mo­ de una manera sólo parcial, desde el lado de las ventajas que procuran, y en
derna, e mcluso ería aceptado en muchos ámbitos de la vida social. Los ac­ un nivel inferior de su despliegue. Tan pronto como el contenido de la ame­
cíd � n tes de nttfico, por ejemplo. Cada año desaparece una ciudad alemana naza se hace visible y crece, se derriten las ventajas y las diferencias. Los
de tipo medio sin dejar huellas. Incluso a eso nos hemos acostumbrado. Así riesgos crean más tarde o más temprano amenaz.as que a su vez relativizan
p � es, se concluye, aún queda mucho espacio y aire para los accidentes tó­ la. ventajas vinc_uladas a ellos, y precisamente el crecimie n to de los pel igros
a través de toda la pluralidad de intereses hace que sea real Ja comun idad
� cos y para cat� strofes menore (que además son muy poco probables a la dd riesgo. Así pues, bajo el «techo» de los riesgos surgen comunidades a pe­
vista de la tecnología alemana de seguridad) con materias radiactivas resi-
duos, etc. sar de los contrastes: para evitar las amenazas que proceden de la energía

11 ·
nuclear de la basura tóxica o de la destrucción de la naturaleza , los miem­
. T�mpoco el predominio de esta interpretación puede enoañar sobre su bros de l as diversas clases, partidos, gmpos profesi9nales y grupos de edad
1rre � 1dad . Su victoria es pírrica. Donde vence, produce lo q;e niega: l as si­
tuac10nes amenazantes de la sociedad del riesgo. Pero esto no es un con­ se organizan en iniciativas ciudadanas.
suelo, sino más bien un crecimiento del peligro. En este sentido, la sociedad del ríe go produce nuevos contrastes de in­
tereses y- una novedosa comunidad de amenaza, cuya solidez política aún
está por-ve1� En la medida en que se agudizan las amenazas de la moderni­

l 'r 1 . 6, LA UTOPÍA DE LA SOCIEDAD M UNDIAL z.ación, y se generalizan y suprimen las zonas no afectadas que aún puedan
quedar, la sociedad del riesgo despliega {a diferencia de la sociedad de cla­

1
D : este modo, tamb (én y p�edsamente en la negación y en la no per­ ses) una tendencia a la unificación objetiva de los daños en las situaciones
cepc1on surge la comunidad ob¡etiva de una ituación de amenaza 0o-loba!. de amenaza global. En el caso límite, amigos y enenúgos, el este y el oeste,
Tras la pluralidad �e inte�eses amenaza y crece la reali dad del riesgo, que aniba y abajo, la ciudad y el campo, negro y blanco, sur y norte están ex­

1
ya no respet � la.s d1ferenc1as _Y las fronteras sociales y nacionales. Tras los puestos a la presión igualatoria de los riesgos civilizatorios que se poten ­
muros de la md1fercnc1a pro� fera el_ peligro. Naturalmente, esto no signifi­ cian. Las sociedades del riesgo no son sociedades de cl ases, eso a ú n es de­
ca qi._1e a la :11sta de los crecientes nesgos civiJizatorios emerja la gran ar­ masiado poco. Contienen en sí una dinámica de desarrollo que hace saltar
las fron teras y es democrática de base, y que además obl iga a la humanidad
°: º � ia. Precisam.ente en �1 trato con lo_s riesgos resultan muchas diferen­ a unir e en la situación de las autoamenazas civilizatorias.
c1ac10nes y conflictos sociales nuevos. Estos ya no siguen el esquema de la
s ?c1edad de clases. ·Surgen sobre todo de la doble faz de los riesgos en la so­ En consecuencia, la sociedad del riesgo dispone de nuevas fuentes del .
c1eda ? de merca�o desarrollada: los riesgos son aquí no sólo riesgos, sino conflicto y del consenso. En lugar de la supresión de la carencia aparece la
tamb1en , opoi:umdades �e mercado . De ahí que precisamente con el des plie­ supresión del riesgo . Aunque falten (todavía) Ja conciencia y las formas po­
g� e de la sociedad del �1.esgo se d 7splieguen los contrastes entre quienes es­ líticas de organización para ello , se puede decir que la sociedad del 1iesgo
tan �fe_ctados por los n esgas y qwenes se benefician de ellos. De una mane­ supera en la dinámica de la amenaza que pone en marcha las fronteras de
ra s1m1Jar cree � el significado �ocia! y poütico del saber, y por tanto el poder los Estados nacionales y las de los sistemas de alianzas y de los, bloques eco­
sobre los medios que lo configuran (la ciencia y la investigación) y lo di- nómicos. Mientras que las sociedades de clases son organiza bles en form a
11 1
"

54 SOBRE E L V O L CÁ C l \l l LI ZAT O R l O R E PARTO DE LA R J Q U E Z A Y R E PA RTO D E L O S RIESG O S 55

pol ític_a y social d e


de Estados nacionales, las sociedades del riesgo hacen surgir " comunida­ niend o hasta hoy sus dificu ltades con ello. L a eviden cia ctiva. Las con­
des objetivas de amenaza» que en última instancia sólo se pueden alcanzar amen te e era acerta da, retroa
esta supos ición es , precis porqu
es, tan � ra_nde s
son grand
en el marco de la sociedad m undial. quista s del movim iento obrero polític o y sindic'.11 El moV1m 1ento
señala r hacia el fu � uro.
El potencial civi lizatorio de au toamenaza desplegado en el proceso de que socavan u antigu a función de de
mode rnizac ión hace, pues, que la utopía de una sociedad mundial se vuel­ obrero se convierte más en conse rvado r de lo conse guido que en . fuen .te
respu estas a las s1tuao ones
va un poco m ás real o al menos más urgente . Igual que en el siglo XJX los la fantasía política que busca y encuentra l as
seres humanos tuvieron que aprender ( bajo pena de la decadencia econó­ amen azantes de la socied ad del riesgo . ) le coJTesponde
m ica) a someterse a las condiciones de la sociedad industrial y del trabajo A] sujeto polític o de la socied ad de clases (al proletariado s �1�nu men­
por pehgro
a alariado, hoy y en el fu turo tienen que aprender (bajo el azote del a poca­ en la socied ad del riesgo sólo el da1'io causa do a todos
11 1
rse facil ;I1 ente .
lipsi civilizatorio) a sentarse a una mesa y, má allá de la fronteras, en­ tales m6s o meno s palpables . Algo así si.empre puede oculta
. ¡· contrar e imponer sol uciones para las amenazas que ellos m ismos han cau­
sado. Una presión en esta dirección ya se sien te hoy. Los problemas del
Para ello son comp etente s todos y nadie . Cada cual
una pierna . Con la otra pierna se � ncuen tra en ! �
,
cha
por
por
lo demá
su P \ L �
s, solo con
sto de �ra­
nes auto­
, por su caslta , por sus afic10
11
medio ambiente sólo se pueden resolver mediante d iscusiones y acuerdos bajo (por sus ingres os , por su famili a
sto agu­
1
eso, se ve en ap os). 1:,
int ernacionales, y el camino que lleva ahí pasa por reuniones y pactos que movilísticas , por sus vacaciones, etc.; si pierd e �
urn ersales
1
organ izar politi camen t : los dan �� �
vayan más allá dt:: las alianzas milit ares. La amenaza por el almacenamien­ diza las preguntas: ¿se pueden t 1cos . ¿ No s_e
s poh_
to de armas atómicas con una capacidad de destrucci ón inimaginable in­ no palpabl es ? ¿Son « Lodos » capac e- de llegar a ser sujeto ,1�
I ·!¡ , tranqu iliza a la gente en l os dos hemisferios m ilitares y hace surgir una co­ infiere demasiado precip itada y frívola mente desde la globa li? � d de si;
comu nidad de una volun tad y actua c1on poht 1ca .
munidad de amenaza cuya solidez política aún ha de demostrarse. tuació n de amen aza a la nes para per­
· No son la globa lidad y el daño universal justamente ocasio no
as? , ¿p ara ,hacer
�ibir o percib ir altera dame nte las situaciones proble mátic
otros? ¿No son las fuente s de las que se nutre la busqu e-
El vacío político carga r con ellas a
da de cabeza s de turco?
Pero tal es i ntentos de ga nar al menos un sentido polít ico al miedo que
no se puede comprender no pueden ocultar que desde el punto de vista po­
?
lítico-organ izativo estas nuevas comunidades o bjetivas de amenaza se en­ ¿ De la solidaridad de la m iseria a la solida ridad del mi�do
cuentran hasta ah ora suspendidas en lffi espacio vacío de aire. Al contrario:
colisionan con los egoísmo de los Estados nacionales y con las organiza­ Aunque la expresión política esté abierta, las consecu� ncias polí� icas son
c i ones de pa rtido y de intereses predominantes dentro de la sociedad in­ ambi guas. En el tránsito de la sociedad de c�ases a l_a sociedad d: l �1 ysgo co­
dustrial . Para tal es rie gos globales que van más allá de los grupos 110 hay mienza a cambiar la cualidad de la comumdad. Dicho esq_uemat1ca 1:1 e � t � ,
lugar en la j ungla de la sociedad corporativa. Aquí, cada organ i zación tiene en estos do tipos de sociedades modernas se abren paso sistemas � 1olog1-
su cliente l a ) su «en torno social » , formado por adversarios y aliados , que cos com pletamente distintos. La sociedades de clases re _tan refendas en
hay que activar empl earlo contra los otros. La comunidad de las situa­ su dinámica de desarrollo al ideal de la igualdad (en sus diversas formula­
ciones amenazantes pone al tejido pluralista de organizaciones de interés ciones, desde la «igualdad de oportu nidades» ha ta las varian_tes de los 1:1 0-
anl problemas insol u bles . Rompe las rutin as de compromiso habituales . delos socialistas de sociedad). No sucede lo mismo con la soc1e�ad del nes­
E s verdad que recen las amenazas, pero n o son transformada políti­ go. Su contraproyecto normativo, que está a su base y la es: 1 mula, es la
camente en una política preventiva de dominación del riesgo , más aún: no seguridad. En lugar del sistema axiológ� co ele � a ociedad . «desigu al " ap are­
está claro qué tipo de política y de instituciones pol íticas está en condici o­ ce, pues, el siste ma axiológico de la s � c1edad 1 :13 egura._ � 1entras que la u� o­
nes de hacerlo. Ciertamente, surge una comunidad incomprensible que co­ pfa de la i gu aldad contiene una multitud de �rnes positivos ?e los cam�10�
rresponde a la incom prensibibdad de los riesgos; pero es más un deseo que sociales, la u topía de la seguridad resta pecuhannente negati�a Y defensiv� .
una reali dad. Al mismo tiempo, surge con este abismo un vacío de compe­ en el fondo, aquí ya no se trata de alcanzar algo_ «b_u_eno», smo y a ó! o de
tencia e institucionaliclad políticas, incluso de ideas al respecto. La apertu­ evitar lo peor. El suefio de la sociedad de clases s1gn! fica que to_dos qmere n
ra de la cuestión de cómo gestionar políticamente las amenazas se encuen­ y deben participar en el pastel . El objetivo de la sociedad del nesgo es que
tra en u na clara desproporción con la creciente demanda de actuación y de todos han de ser protegidos del veneno . . . ., . .
política. En confonn idad con ello se diferencia también la s1tuac10n s? oal bási­
Tras ello se oculta, junto a muchas otras cuestiones, la cuestión del su­ ca en que los seres humanos se encuentran _t � nto a� uí como alh, la_ situa­
jeto político. Vari os teóricos de las sociedades de clases del siglo XIX eligie­ ción en que se reúnen , que los mueve y los d1v1de o Junta. �� fuerza 1mpul�
ron como tal (con buenas razones) al proletmiado. Han tenido y siguen te- sora de la sociedad de clases se puede resu mir en la frase. 1 Tengo hambre.
11 1 1

56 SOBRE EL VOLCÁN ClVILJZATORIO


P_or 1 �ontrario, el movimiento que se pone en marc
ha con Ja sociedad del
n� s :
,,? se expresa en la fr�se: ¡Tengo miedo! En lugar de
m1se11a aparece la comumdad del miedo. En
Ja comunidad de fa
, este sentido , el tipo de lasocie­
dad del• riesgo marca una epoca social en la que la solidaridad surcrepor mie-
do Y se convierte en una fuerza política. CAPfTU.LO 2
Sigue sin estar nada claro cómo
oper�J_a fue1 z· a ad hesiva del iedo. ¿Hasta qué punto
_ :11 pueden resistir lasco­
muru a d es d e l miedo' ¿Que motivaciones y enero-
"' fas de actuacio'n las
nen en mo ,· m •1 n t o., ¿ Có mo se comporta esta nueva comunidad ', po -
: 11 TEORÍA POLÍTICA DEL CONOCIMIENTO
solidaria E LA SOCIEDAD DEL RIESGO
�e lf� miedos?s'. ¿Hace altar la fuerza social del miedo el cálculo indivi­
ua � ] beneficio? ¿Hasta qué punto están di pue
tas aJ compromiso las
co!11umd ades de amenaza que generan miedo? ¿En
_ qué formas de actua­
on e or aniza n? ¿Impuls el miedo al irracionali
r nau� � _ � smo, al extremismo, al
� s o. El miedo no habia sido hasta
� ahora una base
cw?al . G Ta�poco vale ya esta uposición? ¿ erá el miedo de la actuación ra­
ena ma�e1:1 �I. una base m uy ine table para los movim , al revés que la mi­
� _ iento
rá ser d1v1d1da la comunidad del miedo por la fina corríe s políticos? •Po­ Quien se sienta conmovido por las cuestiones anteriores le tiene que in­
contramformacwnes? _ nte de aire d� las
< teresar-junto con la pe1icia tecnológica, química, biológica y fam1acológi­
ca- el potencial social y político de la ociedad del liesgo. Eso es lo que aquí
se seguirá. Para ello se propone como punto de partida una analogía con el
siglo XIX. Mi tesís es que la sociedad del riesgo consiste también en una for­
ma de depai1peración que es comparable, por un lado, con la depauperación
de las masas trabajadora de la mitad del siglo XJ.X y, sin embargo, por otro
lado, no lo es en absoluto. ¿Por qué «depauperación» y en qué sentido?

2. l. ¿DEPAUPERAClÓN CIVll .lZATORtA?

Las consecuencias vividas de manera catastrófica por la mayoria de la


humanidad están vinculadas, tanto en el siglo XlX como ahora, al proceso
ocia! de .industrialización y de modernización. En ambas épocas se trata
de intromisiones drásticas y amenazantes en las condiciones de vida hu­
mana. Esta intromisiones se presentan en conexión con determinadas eta­
pas en el desarrollo de las fuerzas productivas, de ]a integración de merca­
dos y de las relaciones de propiedad y de poder. Podría tratarse cada vez de
diferentes tipos de consecuencias. Entonces: miseria mate1ial, escasez, ham­
bre, estrechez. Hoy: amenaza y destrucción de las bases naturales de'la vida.
Pero también existen coincidencias, como el contenido de peligrosidad y el
carácter sistemático de la modernización con la que aquél se genera y cre­
ce. Allí dentro yace su propia dinámica: ninguna voluntad maliciosa, sino el
mercado, la competencia, la división del trabajo -sólo que hoy todo esto
un tanto universalizado-. Tanto ahora como entonces, la latencia (las con­
secuencias colaterales latentes) sólo puede r9mperse, en ambos casos, a tra­
vés del conflicto. Entonces al igual que hoy en clía, los hombres salían y sa­
len a la calle, hubo y hay una crítica ruidosa contra el progreso, contra la
tecnología, hubo «ludismo» -y sus contraargumentos.
. Luego vino la aceptación paulatina de los problemas -como también
puede observarse en la actualidad-. Ante la producción sistemática de do­
lor y opresión, los problemas se vuelven más y más visibles, y deben ser re-

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