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Textos para la Actividad 1 de la Unidad 2.

Comunicación y Transformaciones socioculturales


del siglo XXI. Clases: 7 y 13 de julio

La sociedad postindustrial, una sociedad de servicios

La fábrica dejó de ser un lugar de heterogeneidad social. En el pasado, reunía obreros y


capataces, ingenieros y patrones. Por cierto, sus relaciones eran conflictivas, pero cada uno
medía directamente su dependencia respecto de los otros. En la actualidad, los ingenieros
están en oficinas de estudios. Los empleos de mantenimiento en sociedades de servicios, y
los empleos industriales son tercerizados, robotizados o deslocalizados. Las fábricas se
encuentran en lugares vacíos: los empleos están en otra parte, ya no son un lugar de
encuentro para la gente.

Hablar de sociedad postindustrial para caracterizar las transformaciones de los últimos años
es de algún modo cobarde. En efecto, se designa al mundo por lo que ya no es y no por
aquello en lo que se ha convertido. Surgen varias posibilidades para definir directamente la
transformación actual.

En principio, puede hablarse del pasaje a una sociedad de servicios de acuerdo con la
clasificación primaria-secundaria-terciaria. Jean Fourastié, ya en 1949, anunciaba como "la
gran esperanza del siglo xx" la llegada de un mundo nuevo donde el hombre por fin sería
liberado de trabajar la tierra en las sociedades rurales, o la materia en las sociedades
industriales. Con el advenimiento de una sociedad de servicios, la materia trabajada por el
hombre es el propio hombre. Peluquero o doctor, el trabajador reanuda un contacto directo
con los humanos. Los economistas anglosajones forjaron un término fiel a la idea de
Fourastié: el "Face to Face" (o "F2F"), trabajo que exige un contacto directo entre el
productor y su cliente.

Mucha agua pasó bajo el puente desde la publicación de la obra de Jean Fourastié. Desde
un estricto punto de vista contable, no cabe duda de que el empleo pasó del sector de la
industria al de los servicios, como un siglo antes se había trasladado de la agricultura a la
industria. La misma industria se terceriza. Sin embargo, hay que descartar un malentendido.
La economía tercerizada en modo alguno está liberada del mundo de los objetos, pero
siguen creciendo en volumen a los mismos ritmos que antes. Los objetos ocupan tanto lugar
como en el pasado. Hay que seguir desplazándolos y reparándolos. En principio, la gran
esperanza de un trabajo liberado de la dureza relacionada con el mundo físico de los objetos
ciertamente no ha ocurrido, como lo testimonia el aumento regular del número de los
asalariados que padecen de dolores físicos y se quejan de desplazar objetos pesados.

En el seno de este mundo tercerizado, no obstante, los obreros de fábrica se han vuelto
minoritarios. En adelante, los obreros son más bien manipuladores o reparadores. Trabajan,
sobre todo, en un entorno de tipo artesanal, más que industrial. Los empleados también
forman una categoría en plena mutación. Hace veinte años, la mayor parte de los empleados
realizaban trabajos administrativos en empresas o en el sector público. En cambio, en la
actualidad la mayoría de ellos trabajan en el comercio o en los servicios. El cliente se
convierte en una figura central de su existencia y se presenta, a sus ojos, como quien
verdaderamente da las órdenes, en ocasiones más que el propio jefe.

Fragmento de Daniel Cohen. Tres lecciones sobre la Sociedad postindustrial (2005)


Empleo y sufrimiento

Notemos que el empleo en las empresas del sector de la economía de las plataformas es
intrínsecamente precario. No tiene ningún reconocimiento por parte de las empresas desde
el momento en que éstas lo niegan explícitamente como empleo. Para ello se escudan en la
supuesta aceptación de los socios, que al momento de instalar la aplicación para trabajar
deben explicitar de modos diversos, que no tienen ni pretenden tener ni demandar ninguna
forma de vinculación laboral con la empresa. Es un pobre argumento jurídico.

Pero el trabajo está allí y no reconoce beneficios de ningún tipo. Sin licencias por
enfermedades, accidentes, ni vacaciones, ni descansos pagos, ni cobertura de salud, ni
aportes jubilatorios realizados por la empresa, reimplanta el viejo trabajo a destajo en pleno
siglo XXI y se presenta como refugio ante la ausencia de ingresos monetarios de
contingentes de trabajadores poco calificados, en muchos casos inmigrantes.

La combinación de crisis económica, desempleo elevado, y temor al paro indeterminado se


combinan para abonar el terreno: el sector crece e incorpora a trabajadores a un ritmo
vertiginoso haciendo realidad el sueño de pocos de desterrar toda regulación laboral en
nombre de la flexibilidad.

Por otro lado, "la app" deviene un demiurgo tecnológico, capaz de regir la vida laboral de
modos despiadados. Ella asigna (o no) el empleo, define la cantidad, la paga, los tiempos
previstos para la faena. También, en base "al algoritmo" y la geolocalización vigila y
sanciona... El proceso suele estar automatizado, aunque también puede haber un anónimo
call center que se contacte con el "socio" para hacerle un reclamo sobre su desempeño.

El trabajador depende de la app, y debe estar pendiente de ella, en forma casi permanente,
sin horarios claros, ni predeterminados. Negarse a tomar un encargo, no estar disponible en
los horarios de mayor demanda, incluso reunirse con otros "socios" (la empresa conoce en
tiempo real los movimientos por la obligación que impone de permitir que los teléfonos
celulares indiquen permanentemente la ubicación de cada trabajador) suele traer
represalias. Paradójicamente, esta forma de control del trabajador es publicitada como una
garantía de seguridad para el cliente.

De este modo el empleo en estas empresas deviene una forma de trabajo que no respeta
horarios, tiempos, ni vidas privadas. La empresa, y las nuevas tecnologías, avanzan en la
expropiación completa del manejo de los tiempos, para reimplantar las formas desreguladas
del mercado laboral que parecían condenadas a la superación. La necesidad hace el resto.
El "socio" acepta por temor al desempleo.

Fragmento de Martín Unzué La coartada de la precarización (2020)

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