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Despidos, depresión y coaching. Autor: Elena Cocho.

Psicologa, Coach y Consultora de desarrollo.


En tiempos de crisis las empresas aligeran sus estructuras y muchos
profesionales se quedan sin trabajo con lo que ello conlleva: sentimientos de falta de valía,
de confianza en uno mismo. Entonces surgen muchas preguntas: ¿por qué a mí?, ¿qué he
hecho mal?, ¿qué me falta?, si me he esforzado mucho más que mis compañeros y ellos
permanecen en la empresa...

Algunas personas reaccionan enfadándose ("mi jefe es un impresentable",


"después de tanto esfuerzo, me lo pagan así"), es decir, poniendo toda responsabilidad fuera
de ellos mismos. Otras personas reaccionan deprimiéndose y machacándose ("seré que
no soy suficientemente bueno", "tengo que esforzarme más, si ya me lo decían en el
performance/evaluación", "tengo que aprender a callarme y ser más político", "tengo que
aprender a venderme mejor") es decir, ponen toda responsabilidad en sí mismos.

En el proceso de responsabilizarse en exceso y macharse, el concepto que


tenemos de nosotros mismo se ve debilitado, y por tanto la autoestima[1][1][1] baja.
Nuestra cabeza nos dice una cosa ("no pasa nada, soy bueno, esto es una oportunidad,,,",
"voy a encontrar trabajo", "si me han hecho un favor...") y nuestro cuerpo nos transmite
otro mensaje diferente (dolor en el pecho, nudo en la boca del estómago, alteraciones del
sueño, sensación de angustia, ansiedad...), todo ello nos indica que nos sentimos mal, que
nos tambaleamos y comienza una guerra entre la razón y el corazón.

Yo también pasé por la desvinculación, vamos que me despidieron, y estuve


meses castigándome, en lugar de aprovechar para disfrutar haciendo las cosas que estuve
posponiendo por falta de tiempo, me castigué, me machaqué y me menosprecié. Me impuse
unos horarios kafkianos, me reprendía por no haberme esforzado más, por no haber sido
políticamente correcta, por no haberme callado en determinadas situaciones, por no acceder
siempre a quedarme trabajando hasta las mil...por miles de motivos.

Si no somos capaces de cortar la "espiral de machaques "podemos caer en un


juego de autodestrucción. A mí me salvó la fuerza, la capacidad de lucha y la confianza en
mí misma.

¿Cómo es mi coaching con mis clientes que han sufrido un despido?

1. ¿Donde estoy y que siento? (coaching de procesos):

Lo primero es saber cómo se siente el coachee con la nueva situación, como se siente con
su ex-empresa, como se siente con su ex-jefe, su ex-equipo, sus ex-homólogos...como se
siente en este momento de su vida en general.

Les ayudo a que pongan nombre a las emociones y a que puedan cerrar y despedirse de
su etapa anterior (de forma simbólica). Es importante que se expresen todos los temas
pendientes con jefes, compañeros y colaboradores. Así el coachee se pone en un punto de
equilibrio, no hay lastre, esta limpio y en paz y se puede ir hacia adelante, hacia la meta
u objetivo del cliente, así podemos construir en lugar de quedarnos estancados,
atrapados, sintiéndonos heridos y rechazados.

2. ¿Donde quiero ir? Identificación de la meta (coaching de plenitud)

Para poder comenzar a caminar, hay que saber dónde se quiere ir, ¿donde quieres estar
dentro de un tiempo?, ¿cómo te gustaría sentirte?, ¿qué esperas de tu vida profesional?

Se llega a la meta mediante diferentes herramientas de coaching, usando visualizaciones (yo


futuro, propósito de vida), apoyándonos en los valores y trabajando con las creencias
potenciadoras y limitadoras. En esta etapa suelo incluir un DAFO y un CAME, que ayude
identificar el nivel de competencia actual y el objetivo (donde se quiere llegar).

Una vez diseñada de la meta, vamos trabajando por objetivos para alcanzarla, haciendo

[1]
preguntas potentes, ¿qué quieres hacer en la vida?, ¿qué te apasiona?, ¿a qué te quieres
dedicar?, ¿qué deseas?, ¿cómo está relacionado lo que quieres con tus valores?, ¿qué diría
tu yo futuro de tu elección?, ¿quién te va a apoyar en este cambio?, ¿de qué recursos
personales dispones?...

3. Abriendo perspectivas (coaching de equilibrio)

Pueden surgir dudas, el cliente comience a dudar de su capacidad, de sus recursos, comienza
a sentir que no puede, que no va a poder, que es muy difícil y ve el problema, pero no la
solución. Uso el coaching de perspectivas para que el cliente visualice el problema y explore
diferentes formas de acercamiento al problema, que pueda sentir en su cuerpo la energía de
los diferentes puntos de vista y que pueda reducir la distancia entre su visión actual y la
visión de la solución.

En este punto, ya podemos ver la desvinculación como una oportunidad de desarrollo


personal y profesional, en lugar de fracaso personal y laboral. No nos engañemos, cuando
algo nos afecta en lo profesional, nos lo llevamos a lo personal. Contar a la familia que nos
han despedido es un trago, los niños preguntan, los padres y madres quieren saber, las
esposas y esposos se preocupan...

En algunos casos, también complemento el coaching con sesiones de consultoría,


hago un seguimiento de la búsqueda de trabajo, así como entrenamiento en entrevistas de
trabajo y revisión del CV.

Vivir una desvinculación no es fácil -y más en tiempos de crisis-, pero las


personas que pasan un proceso de desarrollo personal salen fortalecidas, con más
determinación, más confianza en sí mismas y más herramientas para comenzar de nuevo su
trayectoria profesional.

[2]
[2][1]Notas

El autoconcepto es la imagen del yo que tiene cada persona, la construcción mental de


cómo se percibe a sí misma. Si este concepto es positivo, mejorará la autoestima. El
autoconcepto incluye todos los parámetros que son relevantes para la persona: desde la
apariencia física hasta las habilidades o creencias.

Destacamos tres características esenciales:

No es innato: el autoconcepto se va formando con la experiencia y la imagen proyectada o


percibida en los otros.

Es un todo organizado: el individuo tiende a ignorar las variables que percibe de él mismo
que no se ajustan al conjunto y tiene su propia jerarquía de atributos a valorar.

Es dinámica: puede modificarse con nuevos datos, provenientes de una reinterpretación de


la propia personalidad o de juicios ajenos.

[2]

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