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LOSSONGHAYS
DESDE EL SIGLO XII AL XVI
S. M. CISSOKO
Al final de una larga evolución de casi ocho siglos, los songhays (o songhoys)
establecidos en las·dos riberas del medio Níger erigieron en el siglo xv un Estado
poderoso, unificaron una gran parte del Sudán occidental y permitieron de este
modo el florecimiento de una brillante civilización en gestación desde hacía si-
glos. Para mayor claridad, nos dedicaremos a estudiar los grandes rasgos de civi-
lización en la medida en que podamos conocer los datos de los dos Ta '11/s/J de
Tombuctú {Tinbuktü) 1, en las fuentes árabes y europeas y en las tradiciones
songhays.
t AI-Sa' di, trad. franc. O. Houdas, reed. 1964., M. Kati, trad. franc. M. Delafosse, O. Houdas,
reed. 1964. Estas dos obras escritas por sudaneses hacia la mitad del siglo xv11 constituyen las fuen-
tes fundamentales de la historia de los songhays y del Sudán occidental para nuestro período.
206 AFRICA ENTRE LOS SIGLOS XII Y XVI
Probablemente hacia 1275, y más seguramente entre 1285 y 1300 5, los ejér-
citos mandingas conquistaron el reino de Gao. Hacia 1324-1325, Mansa Kanku
Masa , de regreso de su peregrinación, construyó una mezquita en Gao. Los man-
dingas organizaron el meandro del Níger bajo la dirección de los farin, o gober-
nadores, y estimularon su desarrollo económico. Gao se convirtió en una
importante plaza comercial y en una de las ciudades más bellas de Sudán 6•
La dominación mandinga no fue continua. El jaa de Gao era, en realidad,
un tributario que se aprovechaba de las dificultades de Malí para liberarse. En
todo caso, parece que el final del siglo XIV señala también el final de la domina-
ción mandinga sobre Gao. Una nueva dinastía, la de los sonníes, fundada por
'Ali Kolon en el siglo XIII, se declaró independiente y expulsó a los mandingas.
Esta dinastía, cuyo origen plantea problemas no resueltos, habría venido de
Kükya, según Boubou Hama 7, y expulsó a los mandingas de Gao. Los sonnies
- o sii, o chi- fueron guerreros. Los tres últimos salieron de Gao y llevaron la
guerra hacia el oeste, hacia el rico Masina y el imperio de Malí. SonnI Madawu,
padre de SonnI' AII, emprendió una gran expedición de razias contra Niani, capi-
tal del imperio mandinga, la saqueó y se llevó veinticuatro tribus serviles que per-
tenecían al mansa. Su sucesor, SonnI Sulayman Daama, a su vez, invadió y destruyó
Mema, centro de la provincia soninkés del imperio de Malí, y obtuvo un rico bo-
tín. Las guerras aumentaron los medios de acción de la monarquía. El rey de Gao
se convirtió en auténtico dueño y señor del meandro del Níger. La llegada de Sonru
AII en 1464 condujo a la dinastía a su apogeo.
SonnI 'AlI Ber cambió el destino del reino de Gao. Abandonó la política de
razias de sus predecesores para emprender una conquista territorial 8 • Para ello
tenía un ejército aguerrido y bien estructurado, mandado por jefes valientes; una
flotilla por el Níger dirigida por el ki koy (el ministro del río y de la flota); una
infantería siempre acrecentada por el enrolamiento de los guerreros vencidos, y,
sobre todo, una caballería que, por su gran movilidad, fue la punta de lanza de
las conquistas del gran sonni. SonnI 'AII Ber a la cabeza de sus jinetes, durante
todo su reinado, recorrió en todos los sentidos el Sudán nigeriano, desconcertó
a sus adversarios por la sorpresa y rapidez, e impuso su autoridad por la violencia
y el miedo. Adquirió en el ánimo de sus contemporáneos una reputación de in-
vencible y encarnó el genio de la guerra.
Afamado como gran mago, estaba considerado como un hombre extraordi-
nario y carismático; el pueblo le dio el título de daali 9 •
Como sus predecesores, SonnI 'AII fue atraído por la rica región del oeste,
las ciudades nigerianas y el delta central del Níger. Etapa tras etapa, conquistó
Jenne y una parte de Masina, donde hizo perecer a muchos fulbes («peules») y,
sobre todo, conquistó Tomboctú (1468). Atacó a los tuaregs y los rechazó hasta
el norte del Sabe!; hacia el sur, dirigió varias expediciones contra los dogon, mos-
sis y baribas . En 1483 alcanzó y batió cerca de Jenne al rey mossi Masere l, que
regresaba de Walata cargado con un rico botín, y acabó con las amenazas de in-
cursiones mossis en el valle del Níger. A su muerte por accidente en 1492, estaba
al frente de un gran imperio centrado sobre el Níger, que se extendía desde Dendi
hasta Masina. Lo organizó según el modelo mandinga. Creó nuevas provincias
confiadas a soberanos que llevaban los títulos defari o forma 10 (mandinga), de
koy o de mondzo (songhay).
Nombró un cadí en Tomboctú y probablemente en otras ciudades musulma-
nas. Todos estos agentes del Estado dependían directamente del sonní. Así, el Es-
tado patriarcal y consuetudinario de Gao se convirtió en un Estado centralizado
B Sobre el imperio songhay se puede consultar también A. W. Pardo, 1971, págs. 41 -59.
9 M. Kati (trad. franc. M. Delafosse y O. Houdas, reed. 1964, pág. 84), traduce daali por el «Al-
tísimo» y cree que este título debe ser aplicado a Dios.
10 Cf. más abajo.
LOS SONGHA YS DESDE EL SIGLO XII A XVI 211
que controlaba a todos los países nigerianos. SonnI'AlI facilitó el desarrollo eco-
nómico del joven imperio. Aunque fracasó en su intento de excavar un canal des-
de el Níger a Walata, en cambio habría construido diques en el valle del río y
favorecido la agricultura.
Política religiosa
SonnI 'AlI Ber encontró grandes dificultades por parte de la aristocracia mu-
sulmana, sobre todo en Tomboctú, donde las ulemas, dos siglos después, lo pre-
sentaron a la posteridad como un soberano cruel, tiránico y libertino. Su
rehabilitación está hoy conseguida 11 • Las razones de su oposición a los ulemas
del imperio eran políticas e ideológicas. Por su educación en el país materno, el
Faru (Sokoto) era un mal musulmán que no abandonó nunca los cultos tradicio-
nales songhays. En cuanto a los ulemas, no cesaban de criticarlo, y muchos de
ellos se unieron a los tuaregs de Akil A\< Mélaul, a los que combatía entonces.
Por encima de todo simboliza la cultura tradicional de los songhays frente a
las fuerzas nuevas, el islam y las ciudades.
La muerte de SonnI'AlI abrió una crisis de guerra civil. SonnI Baare se negó
a convertirse al islam. Un partido musulmán, dirigido por el hombori loi Mo-
hammed y su hermano Ornar Komdiago, se sublevó contra el nuevo sonní y lo
venció en Anfao, en la región de Gao. Mohammed Touré o Sylla se apoderó del
poder soberano con el título de askia y fundó una dinastía musulmana.
Askia Mohammed era de origen soninke, del clan de los Ture («Touré») o
Sylla 13 , procedente de Takrur. Aunque iletrado, era un ferviente musulmán, un
hombre equilibrado, moderado, y un político previsor. Su victoria fue la del is-
lam y se apoyó en las fuerzas nuevas para engrandecer y consolidar el imperio
fundado por SonnI'AlI Ber. El hecho importante del comienzo del régimen fue-
ron menos sus conquistas que su peregrinación a La Meca.
Por piedad y por política, el nuevo soberano se dirigió a los santos lugares
del islam en 1496-1497. Iba acompafiado de un ejército de 800 jinetes, de nume-
rosos ulemas, y llevaba con él una suma de 300.000 dinares para sus gastos. Visi-
tó en El Cairo a uno de los polos del islam, el gran maestro de Al-Azhar, Al-Suyuti,
que le aconsejó sobre el gobierno. Compró en La Meca una concesión para los
11 Los defensores de Sonni 'Ali: J. Rouch (1953), B. Hama (1968), Cheikh Anta Diop (1960),
R. Mauny (1961), Cissoko Sekéné Mody (1966) y otros historiadores han corregido la injusticia hecha
al Gran Sonni y explicado su acción por el contexto histórico en el que él se encontraba.
12 Sy/lanke: palabra soninke que quiere decir perteneciente a la familia de los Sylla.
13 Los dos nombres son dados por los Ta'rikb. El askia debía ser probablemente del clan sylla;
en la época ture (touré) era un titulo religioso igual que sise (cissé). El título ture fue adoptado por
los conquistadores marroquíes.
212 ' AFRICA ENTRE LOS SIGLOS XII Y XVI
14 Según estas tradiciones orales recogidas en Tomboctú, donde aún se ven las huellas de un ca-
nal que va hacia Kabara.
LOS SONGHAYS DESDE EL SIGLO XII A XVI 213
a envenenar las relaciones con los sultanes de Marruecos. Estudiamos estos pro-
blemas a través de los tres reinados principales.
hbal<- I (1539-1549) 15 es descrito por los Ta'ri/sb como un príncipe autorita-
rio, que se hizo respetar y obedecer. Su hermano Dawüd condujo una expedición
contra la capital del imperio de Malí y la saqueó. Con l~bal<- I surgió el problema
de Teghazza. El sultán de Marruecos, el saadiano Muhammad El Shay\s:t.1, reivin-
dicó la propiedad de las minas de sal, pero fracasó en su intento de ocuparlas.
Isbal<- I reaccionó mandando invadir el Draa marroguí 16 por jinetes tuaregs.
Dawud (1549-1583), hijo de Askia Mohammad I, tuvo un reinado largo y prós-
pero, como consecuencia del florecimiento del imperio songhay. Los Ta'rrlsb nos
describen a Askia Dawüd como un príncipe inteligente, muy astuto, abierto de
espíritu y amigo de los letrados. Había ejercido importantes funciones políticas
y tomado parte en todos los problemas bajo el reinado de sus hermanos : por eso
tenía gran experiencia en los asuntos y en el trato con las personas.
El imperio alcanzó su apogeo bajo el reinado de Askia Dawüd. Conoció un
gran desarrollo económico e intelectual. El valle del río era cultivado intensamen-
te y las grandes ciudades comerciales conocieron el máximo de su actividad. Era
ésta la época en que las caravanas transaharianas predominaban sobre las cara-
belas atlánticas, según expresión de V.M. Godinho 17 • El askia sacó gran prove-
cho de esta prosperidad general y hasta formó un depósito de dinero procedente
de las tasas sobre los negocios y sobre el territorio imperial. Sus almacenes reci-
bían millares de toneladas de cereales recolectados a través del imperio . Dawüd
fue, como su padre, un gran mecenas. Distinguió a los letrados y los colmó de
atenciones y regalos. Contribuyó a la restauración de las mezquitas y socorrió a
los pobres. ·
En el plano militar, el askia realizó numerosas campañas de pacificación en
Mesina, al este, y sobre todo, entre los mossis, a los que saqueaba con razias.
El problema más grave seguía siendo la cuestión de Teghazza . El sultán de Ma-
rruecos, Mulay Ahmed al-Man~ür, continuó reivindicando las minas. Al parecer
se encontró un compromiso que salvaguardó los derechos y la propiedad songhay.
Una expedición marroquí ocupó, no obstante, las minas bajo el reinado de Askia
Al-Hadj Muhammad III (1583-1586). Los tuaregs llegaron a explotar Tenaouda-
ra (Taoudeni) a 150 kilómetros al sur de Teghazza, que terminó en ruinas .
A la muerte de Muhammad III, su hermano Muhammad IV Bano fue nom-
brado askia en 1586. Este acontecimiento provocó la guerra civil. Muchos de los
hermanos del askia, entre ellos el balama de la región de Tomboctú, Al-Saddil<-,
se revelaron. Al frente de todas las fuerzas de Kurmina y de las provincias del
oeste, Al-Sadd* marchó sobre Gao en 1588. Fue proclamado askia por Tomboc-
tú, pero fracasó nuevamente contra el nuevo askia de Gao, Ispal<- 11. Este repri-
mió cruelmente la rebelión y diezmó los ejércitos del oeste. El imperio se encontró
así moralmente escindido. Decepcionado, el oeste se desinteresó de Gao y mu-
chos de sus príncipes songhays se unieron sin dificultad a los invasores marro-
quíes en 1591, tres afias después de la guerra civil. El imperio songhay se
derrun:1bará, pues, víctima de sus propias contradicciones.
15 Al-Sa'dí, trad., franc. O. Houdas, reed. 1964, págs. 157-164.
16 Ibid, págs. 163-164, cf. también R. Mauny, 1949, págs. 129-140.
11 V. M. Godhino, 1969.
214 AFRICA ENTRE LOS SIGLOS XII Y XVI
La monarquía
La monarquía de Gao, rica y con una larga tradición de gobierno, estaba fun-
dada bajo el asida, sobre los valores islámicos y consuetudinarios. Según las anti-
guas costumbres songhays y sudaneses, el rey era padre de su pueblo, dotado de
un poder semisagrado, fuente de fecundidad y prosperidad. Era venerado, y para
acercarse a él había que postrarse.
La otra tradición era islámica. El monarca de Gao, musulmán desde el siglo
XI, debía gobernar, en principio, según los preceptos coránicos. Estas dos tradi-
ciones se combinaban. Una u otra eran puestas de relieve según la personalidad
de los soberanos. Askia Muhammad I y Askia Dawad se apoyaron en el islam;
SonnI' AII y la mayor parte de los demás asidas eran más songhays que musul-
manes.
El emperador residía en Gao, rodeado de una corte numerosa, la sunna, que
comprendía a miembros de su familia, grandes dignatarios y griots geseres y ma-
bos. Se sentaba en una especie de estrado, rodeado por 700 eunucos. El wandu
(griot) hacía el oficio de heraldo. Numerosos sirvientes, generalmente esclavos,
bajo la dirección del hu hokoroy koy, mayordomo de palacio, aseguraban las di-
ferentes servicios domésticos. El encargado de la guardia rosa se ocupaba del ves-
tuario 18 •
A la muerte del soberano, le sucedía el mayor de sus hermanos. En realidad,
la fuerza decidía las sucesiones: de ahí las crisis periódicas. El nuevo asida era
proclamado por la sunna y entronizado en la antigua capital de Kukia.
El gobierno real
l8 ¡Casi 210 vestidos de seda, paño y cotonada! Cf. M . Kati, o.e., págs. 260-261.
LOS SONGHAYS DESDE EL SIGLO XII A XVI 215
El gobierno central
Los agentes del gobierno central formaban el consejo imperial; que debatía
todos los problemas del imperio. Un secretario-canciller redactaba las actas del
consejo y se ocupaba de la correspondiente del soberano, de la redacción y de
la ejecución de sus cartas. Otros agentes con funciones más o menos conocidas
se ocupaban de los diversos departamentos administrativos. Propiamente hablan-
do, no había una especialización estricta de las funciones. Los Ta'rrlsb nos ofre-
cen la lista de los dignatarios del poder central, de los que citamos los
principales 19 •
El hi koy (dueño del agua) era el jefe de la flotilla. Esta función era una de
las más antiguas e importantes a causa del papel del Níger en la vida de los anti-
guos songhays. El hi koy se convirtió en uno de los más altos dignatarios de la
corte, una especie de ministro del interior, que dirigía a los gobernadores de pro-
vincias. En cualquier caso se aprecia bajo el reinado de Askia lsbal< I que el hi.
koy reprende al poderoso gobernador de Kurmina, el príncipe Dawod, y le orde-
na incorporarse sin demora a su provincia.
El «!ari mondzo» o «monjo» era el ministro de agricultura. Es muy posible
que se ocupase de la dirección de numerosos territorios dispersos a través del im-
perio, que reportaban anualmente importantes rentas. Esta función tan impor-
tante era confiada generalmente a príncipes de sangre, y hasta a delfines. El fari
mondzo debía, ciertamente, solucionar los conflictos referentes a las tierras. Fun-
ciones similares estaban aseguradas por el hari farma, inspector de las aguas y
de los lagos; por el saw farma, inspector de los bosques, y por el werney, encarga-
do de la propiedad.
El «ka/isa farma» (ministro de Finanzas). Esta función está mal definida en
los Ta'ri/sb. Debía referirse a la tesorería imperial. Se sabe que los askias eran
muy ricos y que sus rentas en especie o en dinero estaban centralizadas en Gao.
El kalisafarma aseguraba la guardia del Tesoro y las dependencias del soberano.
El depósito del dinero formado por los Askia Dawod estaba, sin duda alguna,
bajo su gestión. El ka/isa farma era ayudado por el werney farma, dueño de los
bienes; el bana farma, encargado de los salarios, y el doy farma, jefe de compras.
El «balama». Su función era militar. Los Ta'T'l/s/J no la precisan. El balama
era en otros tiempos el jefe del ejército. En el siglo XIV la función debió perder
su importancia. No existe mención alguna del balama al frente de los ejércitos
imperiales. El balama se convirtió en jefe de un cuerpo de ejército estacionado
en la región de Kabara-Tinbuktú y dependiente ciertamente del Kurmina farin .
La función parecía estar reservada a príncipes de sangre.
Al parecer existían en Gao otros departamentos referentes al gobierno del im-
perio, pero no constan en los Ta'rr/sb. Mencionemos al koreyfarma, ministro en-
cargado de los extranjeros blancos, y a los comisarios imperiales, a los que el
emperador enviaba periódicamente en misión a las provincias para solucionar pro-
blemas urgentes, a cobrar las contribuciones extraordinarias a los comerciantes
19 Una lista completa de los agentes del gobierno imperial es ofrecida por O. N. Kodjo (1971,
págs. 270-272) y J . Rouch (1963, págs. 192-193).
216 AFRICA ENTRE LOS SIGLOS XII Y XVI
Los songhays adoptaron dos sistemas de gobierno según fueran los territo-
rios.
Un primer grupo comprendía las provincias conquistadas gobernadas por je-
fes nombrados y revocables en todo momento por el askia. Estos gobernadores,
jerarquizados, ejercían todo el poder soberano, a excepción de la justicia, confia-
da a los cadíes. Llevaban los títulos siguientes: fari o /arma, o Jarba, derivado
de la institución mandinga farin . El imperio de Malí había instituido a los farin
(gobernadores) en el meandro del Níger: SonnI ' AlI y los askia conservaron la
función y el título. El koy era una institución songhay y significaba «jefe», pero
de menor importancia. Lo mismo ocurría con el mondzo, que se aplicaba tanto
a una localidad (Tombuctú mondzo) como a un departamento ministerial (jari
mondzo); el título cha de Marenfa y otros no son desconocidos.
El imperio estaba dividido en dos grandes provincias: Kurmina, al oeste, y
Dendi, al sudeste. La función de kurmina fari o kan/ari fue ejercida con escasas
excepciones, por príncipes de sangre y frecuentemente hasta por el delfín impe-
rial 20 • El Kurmina fari residía en Tendirma. Era el segundo personaje del Esta-
do. No se conocen con certeza los límites de su mando. Parece que mandaba en
todas las provincias del oeste de Tomboctú, pero ello no es seguro, porque los
gobernadores de esta región eran nombrados por Gao y dependían del askia. Sin
embargo, hacia finales del siglo XVI, el poder militar de Kurmina fari se impuso
en todas las provincias del oeste, de las que él se convirtió en auténtico jefe. Dis-
ponía, en efecto, de un poderoso ejército de casi cuatro mil hombres; podía con-
trarrestar el poder de Gao, y lo hizo en varias ocasiones.
El Dendifari, gobernador de la provincia de Dendi, supervisaba todas las pro-
vincias del Dendi, es decir, la parte sudeste del imperio . Era el tercer personaje
del Estado; el titular era generalmente un gran dignatario de la corte. Su ejército
debía ser algo menos importante que el de iurmina. Se ocupaba de la defensa
de las marchas meridionales del imperio. Otras provincias, de segundo orden, es-
taban gobernadas por jefes nombrados por el askia. Eran los siguientes: el bara
koy, el dima koy, el hombori koy, el arabindafarma, el bengafarma, el kalacha,
y el baguena /arma, que había perdido su título de askia, etc.
Las ciudades comerciantes, como Tomboctú, Djenné, Thegazza y Walata, go-
zaban de cierta autonomía bajo la dirección de sus koys o mondzos. Las activida-
des comerciales y artesanales y la importancia de la población necesitaban la
presencia de numerosos agentes administrativos. Así, en Tomboctú, junto al cadí
encargado de la justicia y del Tombuctú koy, jefe de la ciudad, había un personal
importante, como el asara mondzo, especie de comisario encargado de la política
de mercados, de la ciudad y de la ejecución de las sentencias del cadí; los inspec-
Administración indirecta
Recursos financieros
La justicia
DESARROLLO ECONOMICO
Se pueden distinguir dos sectores económicos, uno rural y tradicional, y otro ur-
bano y comercial.
Sector rural
Los Ta'r1/sb nos facilitan pocas informaciones sobre las actividades rurales.
Las técnicas agrícolas apenas evolucionaron después de estos tiempos. La azada
(el kaunu de los songhays), el abono animal, la práctica de la jardinería en el va-
lle, el cultivo itinerante en la sabana, etc., son siempre los mismos desde hace si-
glos. En cambio, el valle del Níger se hallaba más intensamente ocupado por una
población densa, que se entregaba a la agricultura, a la pesca o a la ganadería.
Grandes propiedades pertenecientes a los príncipes o a los ulemas de las grandes
ciudades eran explotadas por esclavos residentes en las aldeas de cultivos. El as-
kia mismo era uno de los grandes terratenientes. Sus campos dispersos en el valle
eran cultivados por comunidades de esclavos, bajo la dirección de administrado-
res, llamados fanfa. Se cobraba una especie de renta sobre las cosechas, que se
enviaba a Gao 27 • Lo mismo ocurría con los esclavos privados.
En cuanto a la pesca, los sorkos, los dos y los bozos pescaban peces que luego
eran secados, ahumados y vendidos en todo el imperio. Asimismo, la ganadería
de bovinos y caprinos en el límite sabeliano, en Masina o en Bakhounou, y la
de bueyes por las poblaciones sedentarias del valle del Masina, constituían un re-
curso importante de leche y carne, sobre todo para las poblaciones urbanas.
En efecto, una gran parte de los recursos agrícolas (semillas, pescado, carne)
mantenía el comercio y permitía a los habitantes rurales procurarse productos de
·primera necesidad, como la sal.
Sector comercial
zona de reencuentro estaba formada por las ciudades, cuyos habitantes sacaban
gran beneficio del corretaje. Algunos mercaderes, bien organizados, tenían su-
cursales en muchas ciudades y seguían con provecho las fluctuaciones de los pre-
cios. Disponían de una flotilla comercial sobre el Níger así como de camellos y
bueyes, que empleaban para el transporte de sus mercancías. El puerto de Kabara
se hallaba lleno de toda clase de mercancías cuando llegó León el Africano a co-
mienzos del siglo XVI 29.
Los intercambios tenían lugar mediante trueque y, más generalmente, por me-
diación de moneda: cauris para los pequeños negocios; oro, sal y cobre, según
los mercados. Sudán recibía de importación tejidos, cuya mayor parte venían de
Europa 30 (Venecia, Florencia, Génova, Mallorca, Inglaterra, Francia, etc.); sal
de Taghazza y de ldjil; armas, caballos, cobre, abalorios, azúcar y productos del
artesanado magreb((calzado, lana, etc.). La sal era el nervio que movía este co-
mercio . Era transformada en bloques rectangulares de veinticinco a treinta kilo-
gramos y distribuida por todo el interior del país. Sudán exportaba oro, esclavos,
marfil, especias, cola, cotonadas, etc. El oro en polvo -el tibr- o en pepitas
procedía de las minas de Bambuk, de Bure, de los países mossis y, sobre todo,
del país asante, Bitu. Era el eje del comercio transahariano y abastecía a Euro-
pa 31 • En cuanto al comercio sudanés, comerciaba los productos locales. Había
mercados en todas las aglomeraciones importantes, en los lugares de encuentro
de los campesinos que intercambiaban sus mercancías y compraban a los vende-
dores ambulantes sal, tejidos y otras mercancías llegadas del norte. Por ejemplo,
los cereales del delta central o de Dendi eran llevados hacia Tomboctú, Gao y
el Sahel; la cola y el oro, del sur iban al norte, de donde partían las mercancías
transaharianas. Djenné desempeñó un papel considerable como mercado de atrac-
ción y distribución de productos de todo el oeste africano.
En resumen, los intercambios favorecieron el enriquecimiento de las ciudades
nigerianas y produjeron cierto bienestar a los habitantes del campo, pero desgra-
ciadamente sólo se intercambiaba una pequeña parte de los productos locales, agrí-
colas y artesanales. Lo principal giraba en torno a los productos de extracción
y recolección. Resumiendo, el comercio transahariano se parecía más al trato a
pequeña escala que a una auténtica economía comercial, basada en una producti-
vidad local. Por eso no pudo cambiar las estructuras sociales ni favoreció una
revolución de las técnicas. Permitió, no obstante, cierto progreso material en las
condiciones de vida de las poblaciones nigerianas y en el refinamiento de la aris-
tocracia. El gran boubou, las babuchas, la comodidad en la vivienda y la varie-
dad de la alimentación eran signos de progreso en la sociedad nigeriana.
SOCIEDAD
economía comercial que dio origen a una sociedad urbana, diferenciada en sus
actividades, un poco marginal con relación a la sociedad global, fundamental-
mente rural.
Sociedad rural
vueltas campesinas. Las rentas exigidas por sus duefios nunca resultaban aplas-
tantes para los esclavos. El inventario de la fortuna de un regidor imperial en Dendi
da, por el contrario, la impresión de cierto bienestar en el campo. Los campesi-
nos vendían incluso parte de sus productos en los mercados locales y compraban
así otros productos, como sal y tejidos, y de este modo se iniciaban intercambios.
En el plano espiritual, el islam no arraigó en el campo . Los campesinos siguie-
ron aferrados a los valores de su tierra. Las regiones más rurales , Dendi y el sur,
a pesar de una islamización superficial, permanecían aún apegadas a sus creen-
cias tradicionales. Así, los habitantes del campo abiertos a la economía de merca-
do permanecieron algo cerrados a los valores espirituales que venían de la ciudad ,
segundo elemento de la sociedad nigeriana.
Movimiento religioso
ploraba esta situación en una carta a Al-Ma~~rlr y luchó contra ella sin lograr
cambiarla.
Los songhays profesaban un culto a los hole (dobles) y a los genios que pue-
blan la naturaleza, y cuyos favores es necesario atraerse 37 • Su «panteón» conta-
ba con varias divinidades, entre las que figuraban Hake Dikko -divinidad del
río- y Dongo -dios del rayo-. Sus magos curanderos, los sonnyankes, consi-
derados como descendientes de la dinastía venida a menos de los sonnis, gozaban
de una veneración popular y protegían a la sociedad contra los espíritus maléfi-
cos y los brujos o tierkei. Se daba culto a los muertos por cada jefe de clan. Así,
la religión tradicional, tan viva en el campo, estaba al servicio de la sociedad para
su protección, su equilibrio psíquico y su continuidad.
El islam, yuxtapuesto a sus creencias, se implantó poco o mucho en el campo.
Pero, urbano y aristócrata, acabó por adaptarse para extenderse más. Por consi-
guiente, era ya un islam negro y tolerante. Ganó terreno con la acción de Askia
Mohammed I y de los doctores musulmanes y por la expansión pacífica del co-
mercio, al que estaba íntimamente unido desde sus orígenes en el Africa negra.
Askia Mohammed I, aconsejado por los grandes doctores Al-MaghrlI de Touat 38
y Al-Suyütl 39 de El Cairo, y por una pléyade de marabutos de su -imperio, la em-
prendió con los fetiches; acosó a los compafieros de los sonnis, los malos musul-
manes; impuso el cadí y el derecho malekita a muchas comunidades, e hizo la
djihad (guerra santa) contra los «infieles» mossis. Los comerciantes ambulantes
y otros hicieron lo demás y llevaron la religión hasta el corazón de las regiones
forestales del sur.
Así, al final del siglo XVI, el islam dominaba en todo el meandro del Níger,
desde Masina hasta Dendi y, además, era muy avanzado. En las ciudades es don-
de se puede practicar mejor la vida religiosa. Djenné y Dia en el delta central,
Gao y Tomboctú, etc., tenían sus mezquitas, su imán, su cadí, sus cementerios
y numerosas escuelas animadas por hombres de gran piedad y por santos, hoy
día venerados aún en el meandro del Níger. Tomboctú fue un modelo. Las tres
grandes mezquitas -Jingereber, Sidi Yaya y Sankoré, estas dos últimas contrui-
das en la primera mitad del siglo xv-, la reputación de sus santos y doctores
(el sharif Sidi Yaya, muerto en 1464, y el cadí Matimud ben 'Umar Akit, muerto
en !548, y muchos miembros de su familia, como el cadí Al-Akib, que restauró
las grandes mezquitas, etc.) Je valieron el renombre de ciudad santa de Sudán.
Su universidad abrió a todo el Sudán occidental a la difusión de. la cultura islámica.
Movimiento intelectual
37 Jean Rouch (1954 y 1960), Boubon Hama y J. Boulnois (1954) corrigen la concepción islamo-
céntrica de la historia songhay.
38 E.H.R. M.'Baye, 1972.
39 J. Hunwick, 1970.
226 AFRICA ENTRE LOS SIGLOS XII Y XVI
dán. Fundamentalmente fue una cultura de élite, que afectó a muy pocos sudane-
ses. Se basaba en la escritura, pero no integró las lenguas y las culturas autóctonas.
Por ser urbana, permaneció al margen y se derrumbó con las ciudades que fueron
su origen.