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Ghana se hallaba al norte de las dos curvas divergentes de los ríos Senegal y
Níger, extendiéndose desde el norte y el noreste del alto Níger
hasta la ruta del oro en el sur, englobando el Awkar, al norte y el
Hodh, al sur. Esta región era conocida por entonces
como Wagadu (el país de los rebaños), ya que el Sahel
sudánico tuvo un clima húmedo que favorecía la cría de ganado
y la agricultura. Y por ende, el contacto entre las zonas sahariana
y sudanesa generaba una fructífera función comercial en la región. El reino de
Ghana sitúa sus confusos orígenes en el siglo VIII, hasta la conquista almorávide
de la capital en 1076, que le provoca una lenta decadencia que se prolonga hasta
la primera mitad del siglo XIII.
En los primeros siglos, hasta que los dos cronistas árabes mencionados le sacaron
de las tinieblas, habitaban el Hodh y el Awkar pastores bereberes y agricultores
sedentarios negros, además de numerosos mestizos. El elemento humano
dominante eran los Ba fur, sin olvidar a los songhay del este. Pero fueron
los soninké los fundadores del imperio de Ghana. Tradiciones y leyendas se
entremezclan con la realidad en los orígenes de Ghana. Existió, quizás desde el
siglo IV, una dinastía de 44 príncipes blancos (seguramente bereberes), que reinó
sobre el Wagadu en la primera mitad del siglo VIII, que dominaron a los soniké.
Estos príncipes se fueron mestizando cada vez más hasta finalizar en una dinastía
negra. Según Delafosse, en una de las intrigas palaciegas entre los príncipes
blancos y sus dignatarios negros, un dirigente soninká se rebela y toma el poder
en 790, tomando el nombre de Kaya Maghan Sissé, primer rey negro de Ghana, y
fundador de la dinastía de los Sissé. Comienza la expansión ghanesa,
adquiriendo la estructura de un verdadero imperio a partir del s. X, ocupando desde
el Tagant hasta el alto Níger, y desde Senegal a Tombuctú, dominando otros
estados como los negros sureños de Tekrur y Sosso, el delta central de Níger al
este y principados bereberes. Fue la época de la introducción del camello y de la
forma de vida árabe en la región.
Los límites de este imperio se situaron en su máximo esplendor al este del Níger,
con Tombuctú como región fronteriza; al norte, los reinos bereberes
de Mesufa, Lemtuna, y Goddala, semivasallos de los Sissé; al sur
el río Senegal era la frontera; y al oeste el reino bereber
de Awdaghost, sometido más adelante. A mediados del siglo IX,
el reino bereber de Lemtuna logró unificar a los otros estados
bereberes de la zona, hasta comienzos del s. X, cuando se
desintegra la unidad bereber. Ghana aprovecha la situación y
restablece su autoridad sobre el Hodh y Tagant, y domina el reino bereber
de Awdaghost, donde se nombró un gobernador negro que, instalado en su capital,
controlaba las caravanas de sus vasallos bereberes.
La plenitud del reino de Ghana se prolongó desde mediados del siglo X hasta la
invasión almorávide. En este momento se extendía al sur hasta las minas de oro
del Faleme y Bambuk, en las riberas del Níger, al este hasta la región de Tombuctú,
al oeste hasta la actual Mauritania y en el norte se perdía en el Sahara. Era un
estado próspero gracias al rico comercio del oro y otros productos que
atravesaban su territorio en caravanas. El Gran Consejo del Rey estaba
constituído por grandes dignatarios, algunos ex-esclavos o musulmanes, y también
se asociaban al gobierno los hijos de monarcas vencidos que quedaban como
rehenes en la corte. La sucesión era matrilineal (al morir el emperador, era enterrado
en una gran tumba bajo una cúpula y lo sucedía el hijo mayor de su hermana mayor),
y el emperador no era musulmán, sino animista, como la mayoría de sus súbditos.
El principal culto era el de Bida, dios-serpiente de Wagadu, antepasado-totem de
los Sissé. La corte era magnífica y resplandecía por su gran profusión en oro.
La riqueza en la que se basaba el imperio de los Sissé era sin lugar a dudas,
el comercio del oro, que provenía de las regiones meridionales del reino.
El monarca ejercía un monopolio sobre este oro. También los mercaderes
magrebíes intercambiaban con los indígenas lanas, algodón, sedas, sal por oro.
Además los mercaderes norteños también obtenían marfil, gomas y esclavos.
La gran ruta que unía el Magreb con el Africa Negra pasaba por Awdaghost y por
Sidchilmassa, capital de los bereberes zenata, al sur de Marruecos.
REINO DE AKSUM
CULTURA NOK