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El compromiso de la retribución social en los alumnos de universidades

públicas.

Jair Alejandro Rodea Morelos.

Introducción

La revisión al contractualismo vigente respecto al compromiso de retribución


social que tiene el universitario de escuela pública, tomando como principal
ejemplo la UAEMéx, requiere un análisis a profundidad para comprender que
provoca o no a que este se lleve a cabo o inclusive se vea limitado.

En el caso de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx),


entrega a sus alumnos de nuevo ingreso (o por lo menos lo hacía) una carta
donde explica la importancia de mostrar gratitud para con la sociedad, ya que es
a través del pago de sus impuestos quien hace posible la existencia de este tipo
de programas educativos. De igual forma subraya el privilegio que supone formar
parte de la plantilla estudiantil, a la razón de que no todos los aspirantes pueden
ser alumnos de la institución.

La problemática central de este texto es si se cumple o no con la


retribución o compromiso social que adquiere el universitario de escuela pública
a través del contrato social preestablecido por las causas y misiones que motivan
la existencia de la universidad y en caso de no ser así, que factores influyen para
que suceda de esa manera. Como apoyo para este análisis se hace uso del texto
de “Misión de la Universidad” (Ortega y Gasset, 2015).

Nadie entiende donde está parado.

Ingresar a una universidad pública supone, de facto, un compromiso mayor


debido a que no todos los aspirantes cuentan con posibilidades reales de poder
ingresar a un programa de educación superior financiado por recursos públicos.
Ortega y Gasset (2015) señala que “todos los que reciben enseñanza superior
no son todos los que podían y debían recibirla; son sólo los hijos de clases
acomodadas. La Universidad significa un privilegio difícilmente justificable y
sostenible” (p. 73).
En el texto citado: Misión de la universidad; Gasset realiza un análisis
general sobre cuales debieran ser sus objetivos y cuál es la percepción que se
tiene sobre la universidad, donde este último, a consideración implícita de
Gasset, se encuentra lejos de cumplirse por todos sus integrantes. Si las
relaciones más fundamentales como la universidad – ciencia se encuentran mal
encaminadas, el principio humanista está lejos de cumplirse, ya que puede
resultar importante que suceda, pero este siempre está en segundo plano; lo
primordial siempre será el conocimiento.

En síntesis, para establecer este punto. La confusión existente sobre lo


que es y lo que no es la universidad, provoca que gran parte del alumnado no
logre dimensionar el lugar en el que se encuentra, la carta de bienvenida que
reciben los alumnos de nuevo ingreso a la UAEMéx, contiene información muy
importante sobre el contrato social que están contrayendo al ingresar a esta
institución educativa, pero que no transciende, es solo eso, una bienvenida.

El contrato social debiera ser más riguroso en cuanto al nivel de


compromiso social que se le debe exigir al universitario, desafortunadamente,
esto se ve eclipsado por la lógica popular sobre los estudios profesionales y su
relación a la búsqueda de una mejor calidad de vida, que no debiera satanizarse
este tipo de pensamiento, pero si dista de la misión real de la universidad, por
ello se establece que nadie gran parte del alumnado no es consciente del lugar
en el que está parado, no logra comprender que el ingreso a una institución
universitaria publica es en virtud de anteponer los intereses sociales por encima
de los míos, pero en la realidad es comprensible que no funcione así.
No se tiene la culpa de que las cosas sean así.

Se recupera parte de la lógica establecida en el argumento anterior. En México,


se llega a considerar a la universidad como un curso de inducción para la vida
laboral, para muestra el uso de frases populares como: estudia para que seas
alguien en la vida. La frase anterior es parte de un pensamiento aspiracional
(considero que legítimo) que busca una mejora en las condiciones de vida a
través de los estudios universitarios. Estudiar ante tal propósito, prioriza para el
estudiante sus intereses y secunda los colectivos, cuando debiera ser al revés.

Quizá no debiera existir problema si los intereses personales y colectivos


se encontraran al mismo nivel de priorización, pero, las condiciones existentes
en México sobre movilidad social vislumbran en los estudios universitarios una
(de las pocas) oportunidad para mejorar las condiciones de vida, por tanto,
debiera entenderse que el compromiso social no se encuentre en el imaginario
de un aspirante promedio a estudios profesionales.

Cada universidad tiene objetivos distintos, en su conjunto, la universidad


privada tiene finalidades diferente frente a la universidad pública: habitualmente
la universidad pública cuenta con estudios humanistas basados en el
pensamiento libre y la crítica a través de la ciencia que busca la concientización
del individuo con su entorno, por su parte, las universidades privadas buscan
que su alumnado esté preparado con las competencias necesarias para ingresar
a laborar a la iniciativa privada. De fondo son objetivos diferentes, pero no
excluyentes entre sí, estos no suelen ser analizados por el alumnado y por ello
resulta muy común escuchar quienes solo estudian en la universidad pública
porque es más barata. Las condiciones son así, no son las idílicas.

Comprender el funcionamiento de cada institución ayudaría al individuo a


entender dónde está parado y cuáles son las cosas que debe realizar por
cumplimiento del contrato social establecido: en la universidad pública debe
retribuir ya que le fueron parcialmente patrocinados los estudios, es una
obligación y muestra de gratitud. El hincapié debería ser constante por parte de
la institución, aunque es entendible que no sea así ya que se considera al
individuo ingresante a este tipo de planes de estudio como consciente del
compromiso social que tiene pendiente a realizar; pero como esto no siempre es
así, la deuda social pasa a un segundo término ya que lo importante es cumplir
el postulado popular: estudia para ser alguien en la vida.

Conocimiento elitista mal encaminado.

Este apartado solo se alineará a situaciones existentes en la UAEMéx, aunque


bien pudiera aplicar en cualquier otra institución educativa similar. El
conocimiento adquirido dentro de la institución debiera ser usado para el bien
colectivo, es parte del contrato que suscribe el alumno como forma de
agradecimiento. Esto refuerza el postulado central que la universidad pública
tiene como misión la mejora de las condiciones sociales colectivas, por ende,
quien decida acceder a estas se encuentra obligado a así realizarlo a través del
conocimiento adquirido, aunque esto resulta en parte idílico.

“Hay que humanizar al científico que a mediados del siglo último se insubordinó,
contaminándose vergonzosamente del evangelio de rebelión, que es desde
entonces la gran vulgaridad, la gran falsedad del tiempo. Es preciso que el
hombre de ciencia deje de ser lo que hoy es con deplorable frecuencia: un
bárbaro que sabe mucho de una cosa” (Ortega y Gasset, 2015:112).

Como bien establece Ortega, el hombre de ciencia sabe mucho de una


cosa, pero no siempre hace uso efectivo o el esperado de lo que sabe. La utilidad
que se le da al conocimiento recuerda un tanto al peor momento de la teoría
crítica, donde el conocimiento obtenido a través de la ilustración era
implementado con fines individuales a la búsqueda del poder o subordinación.
El ejemplo es radical frente al paradigma actual, pero demuestra que este actuar
ha sido común en el transcurso de la historia.

La elitización del conocimiento es una realidad gracias a la disparidad


económica que existe en el país, como se estableció, la universidad es vista
como una oportunidad de movilidad social y esta suele ser aprovechada; al ser
de esta manera, el conocimiento adquirido deja de ser priorizado para el bien
colectivo y termina siendo usado en la búsqueda de un empleo. El valor que
suele darle la iniciativa privada a este conocimiento resulta importante, por ello
no resulta extraño que existan académicos que sean conscientes de ello y
terminen convirtiéndose en “bárbaros que saben mucho de una cosa” (Ortega y
Gasset, 2015:112) pero que no aporten nada al entorno social.

El compromiso social no solo obliga a los alumnos universitarios, sino


también a todos aquellos que pertenecen a este tipo de instituciones financiadas
con recursos públicos, es decir, el académico también tiene una
corresponsabilidad con su entorno social; debido a que si la finalidad de estos
espacios es la mejora de las sociedades en las que están insertas, aquel que
guía no puede quedar excluido. El conocimiento no puede ni debe ser elitista,
debe estar al servicio de los demás, en especial cuando se pertenece a una
universidad pública.

Conclusión.

Si bien todos los individuos tienen una corresponsabilidad de retribución social


con su comunidad, esta responsabilidad se fortalece cuando un estudiante
accede a un programa de estudios universitarios financiado con recursos
públicos, tal como sucede con las universidades públicas. Por lo menos en
México, los alumnos de estas instituciones tienen la obligación de la retribución
social, ya que son los contribuyentes quienes hacen posible la existencia de este
tipo de universidades.

Es comprensible que el contrato social establecido, tomando como


ejemplo la UAEMéx, dicta que el universitario debe realizar acciones en pro de
su comunidad como agradecimiento por el patrocinio de sus estudios, al tiempo
que el espíritu humanista de estas instituciones públicas secunda tales acciones.
Cumplir esto es básico, ya que lo ideal sería el involucramiento perpetuo por
parte del universitario en su comunidad, haciendo uso del conocimiento
adquirido en la búsqueda de solucionar problemáticas existentes en su entorno,
lamentablemente esto no siempre funciona así.

El contexto mexicano determina que los universitarios actúen de tal forma,


ya que, por costumbre o creencia popular, se piensa que la universidad es un
paso importante si se quieren mejores condiciones individuales respecto al factor
económico; evidentemente la finalidad última de la universidad no es esta, sino
la de promover la universalidad del pensamiento y con ello buscar beneficios
colectivos a través de la implementación de los conocimientos.

No es posible señalar culpables absolutos, ya que la universidad pública


como institución presupone que el aspirante a pertenecer a su comunidad
entiende los principios y compromisos sociales que la rigen, quizá piensa que
por ello buscan su ingreso. Por otro lado, el alumno, habitualmente puede elegir
en que institución estudiar solo en función del presupuesto con que cuente, si
tiene suerte (y los conocimientos necesarios), podrá acceder a una universidad
pública ya que estas suelen ser las más económicas, y si ese es el factor
determinante, no puede esperarse que el nuevo alumno comprenda el sitio al
que está llegando y la responsabilidad social que se espera de él.

Al parecer existe un problema de intercomunicación institución –


aspirante. La universidad vive en un mundo utópico sobre la percepción que
considera tiene la población sobre ella. El conocimiento es elitista y tiene cabida
principal en la lógica laboral, por ello se ve a la universidad como un curso de
inducción para poder acceder a la vida laboral, cuando en realidad, esta no es
parte de las misiones de la universidad. No resulta raro que la retribución social
sea considerada por la universidad como primordial pero que a ojos de la
sociedad en general se vea a la universidad como parte de la vida laboral. Ni la
universidad ha sabido comunicar sus objetivos ni la sociedad ha entendido la
verdadera finalidad de la universidad.

Por ello retomo y concluyo: la carta que me fue otorgada cuando ingresé
a la universidad es importante porque me ayudo a comprender el tipo de
compromiso que tengo con la sociedad en agradecimiento a la oportunidad
brindada debido a que no todos tienen acceso a ella. El gesto es bueno y ayuda,
pero es necesario recordarlo constantemente. Si, existe un servicio social, pero
me consta, porque lo he presenciado, que muchos compañeros no entienden la
razón de la existencia del servicio social, la finalidad es la misma, retribuir algo
de lo mucho que te ha otorgado la sociedad con la oportunidad brindada, pero
tampoco los culpo porque considero que la universidad no ha hecho los
esfuerzos necesarios para dejar en claro el punto y toda la lógica subsecuente,
ya que es su razón de ser.

Es entonces un problema de comunicación solucionable, que requiere


voluntad de la institución y un cambio de paradigma respecto a la utilidad que
encuentra la sociedad en la universidad, y de acuerdo con nuestra realidad, no
considero que la universidad esté dispuesta a solucionarlo: si deja de serle útil al
campo laboral, gran parte de la sociedad pudiera reconsiderar el valor de su
existencia, ya que dentro de su lógica no tendría utilidad a su entendimiento, por
tanto considero que, por ejemplo, la UAEMéx no aprueba que sea vista la utilidad
que la sociedad busca darle pero tampoco hace nada por cambiarlo debido a
que eso podría comprometer su existencia y no estamos como para andar
cerrando estos lugares de conocimiento. Por ello, el contrato o contractualismo
adquirido observa deseable la retribución social pero no se promueve en su
totalidad, es más una elección.

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