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tema 13 civil.

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Derecho Civil I

1º Grado en Derecho

Facultad de Derecho
Universitat de València

Reservados todos los derechos.


No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
DERECHO CIVIL

TEMA 13: La Representación


1. CONCEPTO Y CLASES

La representación es la situación jurídica en la que una persona presta a otra su


cooperación mediante una gestión de sus asuntos en relación con terceras personas.

Distinguimos entre representación voluntaria, que puede ser directa o indirecta, y una
representación legal.

Es voluntaria cuando tiene su origen en la voluntad del interesado (representado) que


legitima la actuación de otra persona (representante) en relación con sus propios
intereses de modo que lo actuado por éste produzca efectos directos en la esfera jurídica
de aquel. El representado, que no pierde ni enajena sus propias facultades de actuación,
no quiere o no puede actuar por sí.
Dentro de ella se llama representación directa a la actuación del representante realizada
en nombre del representado.
Se llama representación indirecta a la que se produce en la gestión de un asunto o
negocio del representado (de interés para él) pero actuando el representante en su propio
nombre.

La representación legal se produce la actuación del representante, que no viene


legitimada por voluntad del representado sino directamente por la Ley, ya como medio
para suplir un defecto de capacidad de obrar, o como solución para evitar el desamparo
de unos bienes que carecen de titular o éste no está en condiciones de gestionarlos por sí
mismo.

2. LA REPRESENTACIÓN VOLUNTARIA

a) El apoderamiento

Es un negocio jurídico por cuya virtud una persona concede a otra el poder de
representación. Es un negocio unilateral (nace exclusivamente de la declaración de
voluntad del representado y no se requiere la del apoderado) y recepticio (la declaración
de voluntad ha de ser conocida como presupuesto de eficacia, no de existencia, del
negocio)

El apoderamiento es un negocio abstracto porque vive con independencia de la relación


que lo origina.

Respecto de los terceros que contraten con el apoderado, ha de tratarse de terceros de


buena fe (arts. 1734 y 1738 CC), que son personas ajenas al círculo de intereses a que se
refiere el asunto, que no ha podido conocer, actuando con la diligencia exigible según el
tipo de negocio y las circunstancias concurrentes en las personas, tiempo y lugar una

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modificación, excepción o incidencia en la relación subyacente entre poderdante y
apoderado.

Requisitos del negocio de apoderamiento

- La capacidad de obrar del representado ha de ser medida en función de la que se


exige para llevar a cabo por sí el negocio para cuya conclusión se otorga el
poder de representación.
- El representante no requiere plena capacidad de obrar.

El negocio de apoderamiento se rige en cuanto a los vicios de la voluntad, por las


normas generales, por lo que es de aplicación el art. 1265 CC

Puede ser tácito (nacer de un comportamiento o de hechos concluyentes que susciten en


los terceros la confianza de que la representación existe). Para ello es decisivo el
comportamiento de representado.

b) El poder: Naturaleza y contenido

El efecto jurídico fundamental del negocio de apoderamiento es la concesión de un


poder de representación.

El representante tiene poder para gestionar asuntos o negocios del representado. El


negocio de apoderamiento habrá de determinar la extensión y el objeto en tales
facultades.
Debemos distinguir:

- Por su objeto, art. 1712 CC distingue entre mandato general (comprende todos
los negocios del mandante) y especial (uno o más negocios determinados).
- Por su extensión, se distingue según la amplitud de las facultades concedidas.
Poder concedido en términos generales (actos de administración) y poder
expreso para actos de riguroso dominio (enajenar, hipotecar o ejecutar cualquier
acto de riguroso dominio)

c) Los límites del poder

Arts. 1714, 1715 y 1727 CC usan la expresión límites para delinear las facultades que le
son conferidas al apoderado de las que no posee.

En las relaciones internas entre representante y representado, que se rigen por la idea de
confianza o fiducia en sentido estricto, parece claro que el representado ha de seguir las
instrucciones y actuar dentro de los límites. Un comportamiento contrario construiría un
incumplimiento de la relación y daría lugar a las consecuencias de responsabilidad del
apoderado.

Pero en las relaciones externas, las instrucciones se convierten en límites cuando se


formulan para que sean conocidas por los terceros, y no cuando quedan expresas
únicamente en las relaciones internas entre mandante y mandatario.

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d) La actuación del representante

Actuación en nombre propio y nombre ajeno.

La actuación en nombre del representado es la que se llama contemplatio domini, que


supone que en el negocio el representante manifiesta que actúa por otro, y además que
la otra parte acepta el carácter de representante.
Los efectos del acto de gestión representativa se producen de forma inmediata en la
esfera jurídica del representado.

En la representación indirecta, el representante actúa por cuanta del dominus, pero en su


propio nombre.

La voluntad del representante y del representado

El representado, único que puede reglamentar sus propios intereses, ya a través del
apoderamiento o de la ratificación, interviene en el negocio, pero también interviene el
representante, que determina el contenido y efectos negociales dentro del margen de
opción y decisión que le haya dejado su principal.

Buena y mala fe

El representado de mala fe no puede aprovecharse de la buena fe de su representante, y


en lo demás se toma en consideración el estado subjetivo del representante.

Si la mala fe está en el representante, el representado ha de responder de su conducta, y


no es justo que, en perjuicio de terceros, se ampare en la disociación entre quien actúa y
el que debe recibir los efectos del negocio.

e) El ejercicio del poder de representación

Puede producirse la sustitución del representante, arts. 1721 y 1722 CC, de los que se
deducen 3 reglas fundamentales:

I. Si al representante se le ha prohibido la sustitución, lo hecho por el sustituto


será nulo.

II. Si no se le ha facultado para sustituir se ha de entender que no se le ha


autorizado ni prohibido. Puede sustituir pero responde de la gestión del
sustituto

III. Si se ha autorizado expresamente, no responde el representante si el sustituto


era capaz y solvente.

La sustitución tiene dos variantes: por vía de transferencia (quedando el representante


fuera de la relación de apoderamiento) y por vía de delegación (el representante, dentro
del círculo de facultades que tiene, da un poder para actuar a otra persona).

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Un abuso de poder generará el deber de resarcir o indemnizar los daños, pero dará lugar
a un negocio válido frente a terceros, salvo que se trate de terceros que hubieran podido
o debido conocer el carácter abusivo de desviar el acto de ejercicio de poder.

f) El representante sin poder

Cuando una persona lleva a cabo una actividad externamente representativa pero sin
tener para ello un poder de representación suficiente, se produce un caso de
representación sin poder.

Puede ocurrir porque carece de poder absoluto (art. 1259 CC), porque el poder no es
suficiente para el acto que se trata (art. 1727 CC) o porque el poder que existió se ha
extinguido.
En todo caso se requiere que la actuación representativa sea recognoscible, esto es, que
la persona que actúa manifiesta actuar por y para el dominus negotii.

Se trata de un negocio incompleto o inacabado que queda abierto a la posibilidad de ser


completado por una declaración posterior del dominus, la ratificación.

Antes de la ratificación produce cierta vinculación, y además el negocio ha quedado


delimitado en cuanto a su contendido objetivo y a su alcance, además que si no hay
ratificación, el falsus procurator puede haber incurrido en responsabilidad frente a la
otra parte contratante.

g) La ratificación

Consiste en una declaración de voluntad unilateral y recepticia, expresa o tácita,


mediante la cual el dominus negotii acepta la actuación del gestor y asume sus
consecuencias. Es un negocio unilateral.

El CC alude a la ratificación en el art. 1259 pero no la regula.

El principal efecto es la consideración del negocio como válido y eficaz, con lo que
queda suplida la falta de apoderamiento previo.
Aun sin base legal concreta, el efecto de la ratificación es retroactivo, es decir, que el
negocio se tiene por válido y eficaz desde que se celebró.

Pero la ratificación no perjudica los derechos adquiridos por terceros durante el tiempo
que media entre la celebración del negocio y la ratificación.
Se somete a los requisitos de forma del poder, puesto que viene a suplir a posteriori la
previa inexistencia del poder.
Debe producirse dentro del término señalado en el negocio que se trata de consolidar, o
en otro caso, será tiempo inhábil el que transcurra hasta tanto no sea revocado el
negocio por la otra parte contratante.

Ha de ser pura, no condicionada y referida a todo el negocio. La capacidad requerida es


necesaria para celebrar el negocio jurídico que se ratifica.

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h) La extinción del poder

En defecto de una regulación específica se han de aplicar las causas de extinción del
mandato, que se refieren en general al mandato representativo.

Revocación

Arts. 1732 y 1733 CC el poder se extingue por revocación Se trata de un negocio


jurídico unilateral y recepticio, que realiza el poderdante sin necesidad de que haya
mediado justa causa ni de invocarla.
Destinatario de la declaración es el principio el representante. El efecto es que el
representado no quede vinculado en lo sucesivo en los actos del representante.

Puede también ser tácita, cuando se produce el nombramiento de un nuevo mandatario


para el mismo negocio, p.ej.

Producida la revocación, el poderdante puede compeler al apoderado a que le devuelva


el documento en que conste el poder.

La renuncia

Art. 1732 CC dispone que el mandato se acaba por la renuncia del mandatario
(representante). Puede renunciar poniéndolo en conocimiento del mandante y que si éste
sufriera perjuicios deberá indemnizarle.
Pero debe continuar con su gestión hasta que el mandante haya podido tomar las
disposiciones necesarias para ocurrir a esta falta. Es un deber derivado de la buena fe.

Muerte, quiebra o insolvencia del representante o representado.

La extinción por muerte es consecuencia del intuitus personae. Art. 1739 CC obliga a
los herederos a poner en conocimiento del mandante la muerte del mandatario.

La insolvencia es la situación en que se encuentra un patrimonio cuyo pasivo es


superior al activo, por lo que comprenderá además de la quiebra, el concurso de
acreedores.

(*) ver art. 1734 CC

i) El poder irrevocable

Los arts. 1732 y 1733 CC configuran el mandato como revocable. El factor de confianza
o de fiducia parece componente natural de la relación de apoderamiento, por lo que, en
principio debe entenderse todo poder como revocable.

El apoderamiento, sin embargo, es muchas veces un negocio instrumental, un


mecanismo de actual intereses o posiciones jurídicas que no se avienen con la idea de
revocabilidad, porque sería tanto como dejar al arbitrio de una de las partes el
cumplimiento de las obligaciones.

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Al amparo de la libertad de pactos, puede configurarse un poder como irrevocable, y
este efecto puede tener 2 modos de eficacia: eficacia obligacional (se presenta cuando la
revocación que realiza el poderdante produzca los efectos de un incumplimiento,
creando el deber de resarcir daños y perjuicios, pero sin que afecte a la revocación) y
eficacia real (cuando la revocación queda impedida, de modo que la eventual
declaración de voluntad del poderdante en este sentido carecería de validez y eficacia).

La irrevocabilidad del poder se presenta con la eficacia obligacional. La real se da


cuando el poder es complemento o instrumento de una relación jurídica que no puede
quedar al arbitrio de una de las partes.

La irrevocabilidad adquiere especial protección respecto de los terceros de buena fe, es


decir los que no hayan podido o debido conocer, comportándose de acuerdo con la
diligencia exigible, la revocación.

j) La representación indirecta

La actuación del representante puede ser llevada a cabo actuando en nombre propio,
aunque por cuenta del dominus negotii. Ello da lugar a lo que se ha denominado
representación indirecta.

El representado encarga al representante que realice por su cuenta el acto que sea, pero
no en su nombre. Regulado en art. 1717 CC.

La representación indirecta no es representación en sentido jurídico sino en sentido


económico.
Al negar que se trate de una verdadera representación llegamos a consecuencias que una
autorizada opinión ha calificado como peligrosas e injustas (Díez-Picazo).
Así, en un mandato para adquirir, el mandante carecería de acción revindicatoria, puesto
que el negocio de adquisición no sería un verdadero negocio representativo.
El mandante dispondría solo de una acción personal para obligar al mandatario a
transferir el resultado de su gestión, y en caso contrario a exigirle daños y perjuicios.

La transmisión directa entre el representado y la otra parte contratante de los derechos


que se enajenan a través del negocio representativo, es además la más acorde con el
común sentir, pues lo que se adquiere por encargo y con dinero de otro ha de ser para
ese otro, y no para el que lo adquiere.

El art. 1717 CC dice que “el mandante no tiene acción contra las personas con quienes
el mandatario ha contratado”.

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3. LA REPRESENTACIÓN LEGAL

Se habla de representación legal cuando la actuación del representante viene legitimada


por la Ley ante situaciones en que se ha de tutelar o proteger la esfera jurídica de
determinadas personas que carecen de capacidad de obrar, o bien para salvaguardar
bienes carentes de titular actual o cuyo titular no está en condiciones de gestionarlos por
sí mismo.

Art. 1259 CC “ninguno puede contratar a nombre de otro sin estar por éste autorizado o
sin que tenga por la Ley su representación legal”.

La concesión por la Ley de representación legal presenta algunas notas características,


en contraste con la representación voluntaria:

- Existe estricta tipificación legal y un numerus clausus de supuestos


- Se rige por la propia norma que crea el supuesto y señala las facultades del
representante, los límites de sus poderes y, en su caso, los órganos de control.
- El representante no depende de la voluntad del representado ni de instrucciones
de éste.

Por lo tanto, el abuso del poder significa en este campo, una contravención de la Ley.
En general, la ley indica el procedimiento para designar al representante y concede los
poderes y facultades.
Viene impuesta automáticamente y es irrenunciable salvo excusa legal.

Los supuestos más importantes de representación legal están en el Derecho de la


persona y de la familia

La representación orgánica

Es un caso en que puede verse un supuesto distinto de la representación en sentido


propio. Se trata de la emisión de la declaración de voluntad de las personas jurídicas
mediante sus órganos, aunque se suele aludir en las leyes, en la jurisprudencia y en la
doctrina a los representantes de las personas jurídicas.

No hay un negocio de la persona física, pero con efecto para la persona jurídica, sino
que hay un negocio de ésta y para ésta realizado por el órgano adecuado para
verificarlo, a través del cual la persona jurídica desenvuelve su capacidad de obrar, que
consiste en una actividad que le es directamente imputable a ella.

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