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Organización Administrativa Mexicana
Organización Administrativa Mexicana
Los órganos desconcentrados son una forma de organización administrativa que se encuentra en un punto
intermedio entre la centralización y la descentralización. Estos órganos se incorporaron como figura en el derecho
positivo de México con la expedición de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal en 1976.
Características:
1. Forman parte de una dependencia de la administración centralizada.
2. Mantienen subordinación jerárquica del titular del ramo.
3. Poseen autonomía para el ejercicio de la competencia otorgada.
4. Deben ser creados, modificados o extintos por un instrumento de derecho público (ley, reglamento,
acuerdo o decreto).
5. Su competencia se limita a cierta materia o territorio.
6. Carecen de personalidad jurídica
En algunos casos especiales, existen órganos desconcentrados que poseen personalidad jurídica y patrimonio
propio. Aunque tienen cierta autonomía orgánica, siguen subordinados al titular de la dependencia. Ejemplos de
esto incluyen al Instituto Politécnico Nacional, el Instituto Nacional de Bellas Artes y el Instituto Nacional de
Antropología e Historia.
La desconcentración se diferencia de la delegación en que esta última se refiere a la transferencia de facultades
de un órgano a otro. En la delegación, un órgano otorga facultades a otro que carece de ellas. Por otro lado, en la
desconcentración, los órganos ya están dentro de la misma organización y se les asignan ciertas competencias y
responsabilidades sin que cambie la titularidad de esas competencias.
La desconcentración administrativa y los órganos reguladores
1. Transformación en la Administración Pública: En los últimos años, ha tenido lugar una importante
transformación en la administración pública mexicana. Esto ha involucrado la creación de órganos
desconcentrados autónomos, que se diferencian de la estructura tradicional y subordinada de los órganos
desconcentrados que operan bajo la dependencia de una secretaría de Estado o departamento administrativo.
2. El Concepto de Autonomía: La "autonomía" es un término clave que encapsula esta nueva forma de
organización. Estos órganos reguladores disfrutan de un grado significativo de autonomía en comparación
con los órganos desconcentrados tradicionales, lo que significa que pueden tomar decisiones sin una
interferencia política excesiva.
3. Tendencia hacia la Autonomía: La autonomía se considera una tendencia importante en la gestión de asuntos
públicos. Existe una persistente idea de que para un funcionamiento más eficaz de las instituciones públicas,
es esencial garantizar que los órganos tengan un margen de autonomía que les permita tomar decisiones
basadas en criterios técnicos y reducir la interferencia política.
4. Desarrollo Gradual: La autonomía de estos órganos reguladores se ha desarrollado gradualmente, y en muchos
casos, han acumulado atribuciones legislativas, jurisdiccionales y administrativas que no corresponden a los
órganos centrales. Esto marca un cambio en la relación tradicional de "delegación" de poderes desde los
poderes centrales a los órganos desconcentrados.
5. Nueva Economía y Regulación: La autonomía de los reguladores es vista como necesaria para garantizar la
regulación efectiva de los sectores estratégicos de la economía. Esto implica la necesidad de un ambiente
institucional fuerte que permita la competencia y la liberalización.
6. Órganos Reguladores en México: Se mencionan ejemplos de órganos reguladores en México, como la
Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas (CNSF),
Comisión Federal de comunicaciones (COFETEL), Comisión Federal de Competencia (CFC), Comisión
Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (CONSAR).
La autonomía de los órganos reguladores:
1. Autonomía técnica: Esta se refiere a la capacidad de los órganos reguladores para tomar decisiones
basadas en criterios técnicos y expertos en lugar de estar sujetos a influencias políticas. Esto asegura que
las decisiones se tomen en función de la mejor información disponible y de acuerdo con las necesidades
del sector regulado.
2. Autonomía operativa: Implica que los órganos reguladores tienen la independencia para llevar a cabo
sus funciones sin interferencia indebida de otros poderes, como el ejecutivo o el legislativo. Esto les
permite gestionar su día a día sin intervención política constante.
3. Autonomía funcional: Se relaciona con la independencia en la ejecución de sus funciones regulatorias.
Los reguladores tienen la capacidad de crear regulaciones, supervisar el cumplimiento de las mismas,
resolver disputas y aplicar sanciones según su juicio técnico y de acuerdo con las normativas establecidas.
Poder de decisión y mando
De esta suerte, aun cuando las atribuciones corresponden por igual a la secretaría, su ejercicio no corresponde
al titular de la misma sino a un órgano de su estructura. Hay pues un desplazamiento en el ejercicio de la
competencia. Al desplazamiento de la competencia le sigue la eliminación del poder del secretario y del Ejecutivo
para instruir a dichos órganos sobre el sentido de sus decisiones.
La autonomía de los órganos reguladores implica que tienen la capacidad de tomar decisiones sin estar sujetos a
instrucciones directas de las autoridades superiores. Esta autonomía se basa en la idea de que las decisiones
regulatorias deben basarse en criterios técnicos y expertos para garantizar el mejor resultado en el mercado y
minimizar la interferencia política.
Sin embargo, este planteamiento plantea un dilema importante. Por un lado, se busca garantizar una regulación
eficiente y basada en la experiencia técnica para corregir "fallos" en el mercado y lograr un mejor desempeño
económico. Por otro lado, se deben preservar los poderes constitucionales y la legitimidad democrática del
Ejecutivo y los secretarios de Estado, que son los responsables de la administración y la conducción política.
Se sugiere que se necesita un equilibrio entre la autonomía técnica y la responsabilidad política. Esto implica que,
aunque los órganos reguladores tengan la autonomía para tomar decisiones basadas en el conocimiento técnico,
deben hacerlo dentro de un marco de políticas generales y objetivos definidos por el Ejecutivo y los secretarios
de Estado.
Poder de nombramiento:
El poder de nombramiento en el contexto de los órganos reguladores es un aspecto crucial para comprender la
relación entre estos órganos y las autoridades superiores. La forma en que se lleva a cabo el nombramiento de los
titulares de los órganos reguladores tiene un impacto significativo en su autonomía y funcionamiento. El proceso
de nombramiento incluye la designación de las personas que ocuparán los cargos, así como la duración de sus
mandatos y las circunstancias bajo las cuales pueden ser removidos.
En contrapartida, las formas de limitación, que a la vez determinan los grados de autonomía, son:
1. Nombramiento por periodos escalonados (por ejemplo, COFECO, CRE, COFETEL).
2. Nombramiento por diversos funcionarios (por ejemplo, CNBV, CONSAR).
3. Intervención de órganos parlamentarios en el procedimiento de nombramiento (la no objeción del Senado
en los casos de la cFC y de COFETEL).
4. Requisitos personales de los funcionarios (profesión, conocimiento, experiencia, previsión de conflicto de
intereses).
5. Causas tasadas de remoción (responsabilidad de servidores públicos, debido proceso).
Algunos aspectos importantes relacionados con el poder de nombramiento en los órganos reguladores son los
siguientes:
Designación de Titulares: El proceso de nombramiento implica la selección de las personas que ocuparán los
puestos de liderazgo en los órganos reguladores. Esta decisión es de gran importancia, ya que los titulares tendrán
un papel fundamental en la toma de decisiones regulatorias.
Duración del Mandato: La duración de los mandatos de los titulares de los órganos reguladores puede variar. En
algunos casos, los nombramientos pueden ser a largo plazo, lo que brinda continuidad en las políticas y decisiones
regulatorias. En otros casos, los mandatos pueden ser más cortos, lo que permite una mayor rotación de titulares.
Limitaciones y Requisitos: Los procedimientos de nombramiento pueden incluir requisitos específicos para los
titulares, como su experiencia, conocimientos técnicos o la prevención de conflictos de interés. Estos requisitos
buscan asegurar que los titulares estén calificados para tomar decisiones regulatorias.
Intervención Parlamentaria: En algunos casos, el proceso de nombramiento puede requerir la aprobación o no
objeción por parte de un órgano parlamentario, como el Senado. Esta intervención puede tener un impacto en la
autonomía de los órganos reguladores, ya que el parlamento puede influir en la selección de titulares.
Escalonamiento de Nombramientos: El escalonamiento de los nombramientos puede implicar que no todos los
titulares sean reemplazados al mismo tiempo. Esto puede tener como objetivo preservar la continuidad y la
memoria institucional de los órganos reguladores.
Poder de revisión
El poder de revisión en el contexto de los órganos reguladores se refiere a la capacidad de estos órganos para
revisar y corregir sus propias decisiones o las decisiones de otros órganos, como los secretarios o funcionarios de
la administración pública. Este poder de revisión puede ser ejercido tanto antes (ex ante) como después (ex post)
de que se haya tomado una decisión.
La inexistencia de algún recurso ante el secretario o la eliminación de la revisión ex post convierte al órgano
regulador en la instancia administrativa límite. Esto significa que las decisiones tomadas por el órgano regulador
no pueden ser revisadas o modificadas por instancias superiores, como el secretario o el Ejecutivo. Esto puede
ser parte de la estrategia para garantizar la independencia y autonomía de los órganos reguladores en el ejercicio
de sus funciones.
Poder de información
El asunto es relevante, ya que es obligación del presidente de la República informar por escrito anualmente al
Congreso del estado general que guarda la administración (art. 69 de la Constitución). Para cumplir con tal
obligación, el Ejecutivo debe estar en condiciones de hacerlo; para ello debe requerir información, y los
funcionarios de la administración están obligados a proporcionársela (salvo aquella que esté específicamente
tutelada por algún deber de confidencialidad).
Poder presupuestal
El poder presupuestal se refiere a la capacidad de tomar decisiones y controlar el presupuesto asignado a una
entidad u organismo gubernamental. En el contexto de los órganos reguladores, como mencionas en tu pregunta,
se observa una tendencia a establecer ciertas garantías de carácter presupuestario que limitan los poderes de los
secretarios de Hacienda, del presidente de la República y de los titulares de los ramos correspondientes.
Unidades de Gasto Autónomo: Esta técnica presupuestaria consiste en crear unidades de gasto específicas para
los órganos reguladores. Estas unidades de gasto autónomo tienen un presupuesto asignado que es independiente
de otros fondos y que no puede ser transferido a unidades presupuestarias diferentes. Esto garantiza que los
órganos reguladores tengan control sobre su propio presupuesto y no estén sujetos a decisiones discrecionales de
los secretarios de Hacienda u otras autoridades.