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En este texto, el autor hace un análisis profundo de la administración pública, la

forma en la que se organiza y los distintos tipos de organismos que la consituyen,


hace un especial énfasis en las funciones y límites a sus facultades que tiene en lo
general, cada uno.

Primeramente, explica que la organización de la administración pública es


compleja, y la definición de su estructura parte de lo que se establece en la
constitución en cuanto a la división de poderes, o funciones.

Se hacen algunas referencias históricas en lo que concierne a la forma de


organización constitucional, partiendo del supuesto que nuestro modelo es
presidencialista, y que se lleva en algunos aspectos, de manera muy similar al de
Estados Unidos de América; lo anterior sin dejar de lado la influencia del modelo
francés que tuvio hasta principios de la década de 1980.

En nuestro régimen presidencial, el poder ejecutivo es el jefe de la administración


pública, y tiene diversas funciones realcionadas con la administración, por
ejemplo, decidir la orientación de las políticas públicas. Para estudiar las formas
de organización administrativa, se identifican los sujetos que en ella actúan, para
precisar sus características orgánicas, y naturaleza jurídica.

La administración pública centralizada es una forma de organización que tiene su


modelo histórico en la administración napoleónica, que requiere de unidad de
mando y estructura piramidal. Es decir, “existe cuando los órganos se encuentran
colocados en diversos niveles pero todos en una situación de dependencia en
cada nivel hasta llegar a la cúspide en que se encuentra el jefe supremo de la
Administración Pública”.

El poder de mando, es la facultad de “ordenar o dar instrucciones de los


funcionairos superiores a los inferiores, sea señalando lineamientos para el
ejercicio de sus funciones o predeterminando el sentido de los actos
administrativos.” Aquí el auto hace una nota a pie de página que parece muy
relevante: no incluye el poder de decisión por considerar que más que un poder
derivado de la jerarquía, atiende al tipo de atribución que tienen los órganos,
plantea la idea de que todo sujeto administrativo decide, incluso subordinado
puede tener una facultad de decisión de la que carece el superior. Esto es muy
importante, pues delimita la libertad con la que las personas dentro de la
administración juzgan, resuelven u optan por una alternativa u otra.

Se añade que el complemento del poder de mando, es el deber de obediencia de


los funcionarios inferiores, por lo que su incumplimiento genera responsabilidad
administrativa. En materia de disciplina militar la relación de subordinación es
mucho más estricta, y el incumplimiento genera responsabilidades incluso
penales.

En el marco de la obediencia, es deber de las personas servidoras públicas


comunicar por escrito al titular de la dependencia o entidad en la que preste sus
servicios cualquier duda que tenga respecto a las órdenes recibidas por sus
superiores, sobre todo, cuando puedan implicar violaciones a cualquier disposición
jurídica o administrativa.

El poder de nombramiento y remoción se refiera a la “facultad de las autoridades


superiores para designar a las personas titulares de los órganos que les están
subordinados.” En este rigor, se habla de la atribución constitucional que pertence
al poder ejecutivo para designar libremente a sus secretarios de Estado y a otras
personas en funciones esenciales de la admnistración. Sus limitaciones deben
estar previstas en los mismos ordenamientos, por ejemplo, los nombramientos
condicionados a la ratificación del Senado.

Por el contrario, las remociones deben ser decididas por criterios de esencialidad
dada la función de gobierno y las justificaciones de autonomía de los órganos.
El poder de vigilancia, según Gabino Fraga, se realiza mediante actos materiales o
jurídicos que consisten en exigir la renición de cuentas, practicar investigaciones o
informaciones sobre la tramitación de los asuntos. Las facultades de revisión
emanan del deber de las personas servidoras de cumplir con diligencia sus
funciones.

En el poder disciplinario vale la pena hacer algunas anotaciones pertinentes. El


autor lo definen como la facultad del superior para imponer correctivos o
sanciones por la transgresión de los deberes del servidor público,
específicamente, dice que “el poder disciplinario es una forma de garantizar la
eficacia del poder del mando” Hace una distinción entre el derecho disciplinario
que parte de la relación jurídica de dependencia del servidor y el derecho
sancionador, que en cambio, dirige a los administrados.

Agrega que “la eliminación del poder disciplinario puede tener conscuencias para
la efictividad el poder de mando y en el desempeño de la función administrativa.”
Aquí, es prudente hacer una crítica importante. Si bien, este texto se escribió hace
más de 10 años, los tintes profundamente punitivistas que tiene no puden
obviarse.

En la actualidad, la población carcelaria a aumentado consideramente y es una


tendencia que se sostiene. Este crecimiento se ha generado por diversas razones,
sociológicas, políticas, jurídicas y económicas; sin embargo, en gran parte se debe
a la cultura que se genera desde las esferas del poder público. La falta de
compromiso por parte de los representantes en los poderes se ve reflejada en la
criminalización de personas, y no en la creación de políticas públicas y
procedimientos que generen una verdadera prevención del delito, o en este caso,
de la adecuada vigilancia de las personas servidoras públicas. Se han hecho
numerosos estudios sobre impunidad y la poca eficacia que tiene el sistema
carcelario. No obstante, parecen no existir, puesto que los códigos penales siguen
engrosándose, y los delitos que merecen penas privativas de la libertad
aumentando. El adecuado funcionamiento de la administración pública, depende
en gran medida de las personas servidoras, por lo que no se puede dejar a un
lado el entendimiento del contexto en el que se desenvuelven.

El poder presupuestario es otra técnica de control, así como la resolución de


conflictos de competencia.

La Presidencia de la República tiene un carácter unipersonal, lo que quiere decir


que hay coincidencia entre órgano y cargo. Sin embargo, este cuenta con
unidades de asesoría de apoyo técnico y de coordinación que el propio Ejecutivo
determina de acuerdo con el presupuesto asignado. Las que se mencionan en la
lectura son: la Secretaría Particular del Presidente de la República, la
Coordinación de Gabinetes y Proyectos Especialees, la Coordinación de Imagen y
Opinión Pública, la Coordinación de Comunicación Social, la Coordinación de
Asesores y la Coordinación General de Administración. Se deben distinguir estas
unidades administrativas de apoyo, de los órganos administrativos, que sí tienen a
su cargo la aplicación de alguna ley o los creados para la realización de funciones
prioritarias o servicios públicos, que están adscritos directamente al Ejecutivo.

Las Secretarías de Estado son “órganos complejos a los que la ley distribuye
competencia en asuntos de orden administrativo que a su vez es distribuida entre
los órganos simples que las componen.” La figura del secretario de Estado tiene
una regulación constitucional que le otorga facultades y responsabilidades,
algunas indelegables como la conducción de las políticas y la deicsión de los
instrumentos que las formalizan; otras, sí se pueden trasladar a otros órganos.

La Consejería Jurídica se encarga, principalmente, de revisar las iniciativas de ley,


los reglamentos, decretos , acuerdos y órdenes emitidos por el Ejecutivo.
Como se vió anteriormente, el texto es de hace más de 10 años, por lo que se
habla de la Procuradoría General de la República, que tenía las funciones de tener
la responsabilidad del Ministerio Público en la persecución de los delitos y de
porucrar la defensa de la Constitución en los juicios en los que se controvierte su
aplicación e interpretación.

Por otro lado, los gabinetes y decisión integradas por el Ejecutivo, los secretarios
de Estado y jefes de departamento, a los cuales puede integrarse el procurador
general de la República y los titulares de entidades paraestatales.

Los órganos de coordinación nacional son aquellos cuya competencia e


integración exceden los ámbitos federal y local. “Son órganos de coordinación de
los distintos niveles de Gobierno en materias que requieren la concurrencia de las
diversas administraciones.”

A juicio del autor, se debe distinguir los órganos desconcentrados como un tipo
orgánico; a diferencia de la desconcentración que se refiere a una técnica
relacionada para su Constitución. Es decir, como dice Serra Rojas: “por la
existencia de órganos administrativos que no se desligan del poder central y a
quienes se les otorgan ciertas facultades exclusivas para actuar y decidir, pero
dentro de los límites y responsabilidades precisas, que no los alejan de la propia
administración.” es importante resaltar que para el autor la desconcentración no es
una forma de delegación de facultades, ya que esta se refiere a un modo de
establecimiento de funciones, y la desconcentración es un modo de
establecimiento orgánico.

En lo que respecta a la autonomía, hace una fuerte crítica, ya que habla que
detrás de su modelo existe una enorme desconfianza en la capacidad del Estado
para regular la economía.
Otro tipo de organismo muy importante a analizar fueron las empresas de
participación estatal mayoritaria, las cuales se pueden tratar de asociaciones
civiles o sociedades mercantiles, en las cuales el Gobierno federal o una o más
entidades paraestatales, de manera conjunta o separada, aportan o son
propietarios de más del 50% del capital social.

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