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https://www.alainet.org/es/articulo/181403
Algunas de las definiciones de violencia no se distinguen claramente del
concepto de agresión, tales como la de Elliot et al. (1989) “amenaza o uso de la
fuerza física con intención de causar heridas físicas, daño o intimidación a otra
persona” o la de Reiss y Roth (1993) “conductas emitidas por sujetos que
intencionalmente amenazan o infligen daño físico sobre los otros”. No obstante,
se aprecia que éstas y otras definiciones de violencia se caracterizan por incluir
los términos “intimidación” y “amenaza”, no presentes a veces en las
definiciones de agresión. El término violencia se suele emplear para referirse a
conductas agresivas que se encuentran más allá de lo “natural”, en sentido
adaptativo, caracterizadas por su ímpetu, intensidad, destrucción, perversión o
malignidad, mucho mayores que las observadas en un acto meramente
agresivo, así como por su aparente carencia de justificación, su tendencia
meramente ofensiva, contra el derecho y la integridad de un ser humano, tanto
física como psicológica o moral, su ilegitimidad, ya que suele conllevar la
ausencia de aprobación social, e incluso su ilegalidad, al ser a menudo
sancionada por las leyes. Las características de la violencia apuntadas no son
elementos definitorios de la agresión, ya que, a veces, una conducta agresiva
puede ser legítima, no tiene por qué ser ilegal, puede emplearse para
defenderse de un ataque externo, y a menudo, posee un motivo que justifica su
aparición, de lo que se deduce que no se puede equiparar todo acto agresivo
con la violencia. Habitualmente, los términos agresión o agresividad suelen
emplearse para etiquetar comportamientos “animales”, mientras el concepto
violencia suele reservarse para describir acciones “humanas”. Esto es debido a
que los etólogos han detectado agresiones en toda la escala animal, no así la
violencia, casi exclusiva del ser humano.
https://www.redalyc.org/pdf/3440/344030758001.pdf