Está en la página 1de 5

Violencia y Poder

El poder y la violencia tienen una relación histórica, se ha visto manifestada en muchas

ocasiones, desde situaciones domésticas hasta momentos definitorios de la historia de un país o

del mundo entero. La violencia se ha convertido en el instrumento del poder y juntos han creado

situaciones favorables para el poseedor de recursos (políticos, económicos, coercitivos, etc.) que

deja en desventaja a la víctima, a veces con la única opción de someterse para su supervivencia.

Según la Organización Mundial de la Salud (2002) la violencia es “el uso intencional de la

fuerza o del poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo

o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños

psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”. Se incluye aquí, la violencia interpersonal:

comportamiento suicida y conflictos armados. Cubre actos que no se limitan al acto físico, como

amenazas e intimidaciones. Se extiende hasta la muerte y lesiones y consecuencias que podrían

ser menos notorias: daños psíquicos, privaciones, deficiencias del desarrollo.

La violencia puede ser una herramienta del poder en el sentido que, la persona apoderada

posee recursos que le dan una ventaja sobre la otra persona o grupo, esto le da la posibilidad de

tener control sobre diferentes aspectos de la vida de los otros. El poder puede tomar una

naturaleza violenta, pero no en todo caso porque a veces también basta con saber el potencial de

violencia puede tener un poder. Según Corsi (2003) existen tres elementos que caracterizan la

agresividad, el primero es la transitividad en que se explica que la agresividad está dirigida de un

agresor a un agredido; la segunda es la direccionalidad, existe un receptor; la tercera es goal

directedness que es la intención de dañar para evitar ser dañado.


La violencia es una manifestación de poder por medio de la fuerza física, psicológica,

económica, política, etc. e implica la existencia de un desequilibrio o asimetría entre los

implicados que puede darse de manera simbólica o real, como en un rol complementario:

maestro-alumno, hombre-mujer, padre-hijo, etc. esto se materializa en la dominación del otro, lo

que podría ser por discriminación o incluso en un intento de eliminar esas diferencias al estar

harto de la situación. La violencia se distingue de la agresión porque es un medio para conseguir

un fin, no un fin en sí mismo, es definido desde lo cultural.

El poder es omnipresente e invisible para muchas personas. En países latinoamericanos

funciona de manera que una minoría privilegiada impone sus intereses sobre la sociedad,

marginando a la mayoría popular. De manera histórica, miles de personas se han sometido a los

dictámenes de los más poderosos y han cumplido exigencias deshumanizadas, dejándoles en

condiciones de vida infrahumanas. El poder real traducido en autoridad legal o modelo moral

que posee recursos en esta minoría, puede librarse de los estragos que causan al sistema y posee

además mecanismos coercitivos que pueden incluir armas.

El poder puede verse también desde escenarios más cotidianos entre el maestro y el alumno,

el padre y el hijo, el patrón y el empleado. Liberarse del poder no es asunto sencillo ya que

cualquiera de los anteriores puede hacer obedecer su autoridad, pelearse contra esta es una

condena, obedecer significa ignorar las motivaciones personales y razones sociales que también

resultan moldeadas por el poseedor de poder. El poder puede llegar a ser la razón última de vida

para una persona, no es necesariamente el motivo más valioso o auténtico, pero así puede ir en

contra de la razón, sin embargo, no debe confundirse con violencia física, el poder puede ser

violento, pero no se fundamenta en fuerza física, más si puede valerse de herramientas como esta

en ocasiones. El poder violento permite influir la forma en que se comportan las personas y los
grupos de forma inmediata, esto también incluye una forma mediata en que configura el mundo

de las personas y determina sus acciones. Así se asegura que se vaya en la dirección de los

intereses del grupo o la persona poderosa, cuestionar la autoridad se vuelve más complicado

porque esta ha sido configurada como necesaria y natural de la forma de vida y por lo tanto va en

contra de la naturaleza misma atentar contra la autoridad, así, quien se rebele sabe que pone en

riesgo la supervivencia de sí mismo y de su familia.

El poder se da en las relaciones sociales, se basa en la posesión de recursos y produce un

efecto en la relación social. Al decir que se da en las relaciones sociales, se hace referencia a el

grado de influencia, que va desde la simple fuerza física que se puede tener sobre otro, hasta el

aparato de un estado en que su dominio abarca distintos aspectos, las relaciones se basan en el

sentido de oposición y conflicto de forma asimétrica; y así se llega la segunda característica del

poder en que se basa en la posesión de recursos, uno de los miembros posee algo que el otro no o

lo posee en menor grado, este desequilibrio vuelve a uno superior y le da poder sobre aspectos de

la vida del otro. Estos recursos y este poder usualmente tienen el potencial y se traducen

finalmente a fuerza física que intenta obtener sumisión, obediencia, dominio sobre el otro. Según

French y Raven (1959/1971) a este se le llama poder coercitivo, basado en que el sujeto de poder

media los castigos y en respuesta, el otro se somete para evitar el castigo de lo contrario es

materialmente forzado a someterse a las imposiciones sin dejar otra alternativa.

El poder por lo tanto puede ser visible e inconfundible por medio de la fuerza física pero también

puede ser sutil. Según el Análisis Transaccional, existen juegos de poder, siendo este definido

como energía física o poder de la psíquica, superando la resistencia que hagan las personas.

Pueden ser activos o pasivos, los primeros se caracterizan de transacciones para conseguir lo que
se desea sabiendo que habrá resistencia, los segundos son transacciones dadas ante algo a lo que

quiere hacerse resistencia. Existen cuatro clasificaciones, la primera es burda y física, donde

entran el asesinato, violación, encarcelamiento, tortura, golpes, empujones, portazos, etc.; Sutil y

física, en que se toca, abalanza, invade el espacio, toma el brazo, se hace sentar o levantarse a

alguien, se da palmadas en la cara o cabeza, se ocupa un espacio visible, estos se asocian al

comportamiento masculino como algo normal, es usado muy a menudo por los hombres sobre

las mujeres; burdo y psicológico en que se dan insultos, eleva la voz, tonos amenazantes,

interrupciones, enojos, ignorar, mentiras descaradas; sutil y psicológico como la lógica falsa,

humor sarcástico, descontar, actitud, mentiras por omisión, publicidad, propaganda, etc.

Las personas están entrenadas a obedecer desde la infancia y de ahí, que los juegos de poder

funcionen. Gracias al análisis transaccional se puede estudiar desde un aspecto más relacional

que puede aplicarse a la práctica clínica, entender la naturaleza de la violencia y el poder es

deber del psicólogo, así como debe de estar alerta ante situaciones de poder sutil que intervengan

en su relación terapeuta-cliente o las consecuencias que puedan estar afectando directa o

indirectamente al cliente. Así, es importante saber las distintas formas en que se responde a los

juegos de poder, que puede ser la escalada, reaccionando con un juego de poder mayor, sin

embargo, es una estrategia fallida ya que puede esperar una respuesta aún mayor, puede que

nunca termine, que uno se someta o que sea asesinado; sumisión, que sugiere seguir los deseos

de otra persona, es una estrategia fallida aunque a veces puede evitar enfrentamientos

innecesario; antítesis, procedimiento táctico para neutralizar el juego de poder, se basa en la

defensa y no en movimientos ofensivos, así, una respuestas de antítesis debe acompañarse de

convicción y puede encaminarse a una solución cooperativa.


Bibliografía:

 Steiner, C., Devós, A. (2010). El otro lado del poder. Editorial Jeder. Sevilla, España.

 Baró, M. (1989). Sistema, grupo y poder. UCA editores. San Salvador, El Salvador.

 Corsi, J. (2003). Maltrato y Abuso en el ámbito doméstico. Ed. Paidós, Buenos Aires.

 Boggon, L. (2006). Violencia, agresividad y agresión: una diferenciación necesaria.

XIII Jornadas de investigación segundo encuentro de investigadores en psicología del

Mercosur. Facultad de Psicología-Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires,

Argentina. Recuperado de: https://www.aacademica.org/000-039/357.pdf

 OMS (2002). Informe mundial sobre la violencia y la salud. Washington, DC: OPS

 Myers, D. (2005). Psicología social. Hope College. Holland, Michigan.

También podría gustarte