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AGRESIÓN

¿QUE SE ENTIENDE EN PSICOLOGIA SOCIAL POR AGRESION?


Baron y Richardson definen
AGRESION: Cualquier conducta realizada con la intención de hacer daño a otra persona o
grupo que quiera evitarlo.

LA CONDUCTA AGRESIVA: se caracteriza por ser la motivación que la impuso (hacer daño
a otro) no por sus consecuencias. Aunque el daño no llegue a producirse, si la acción se realiza
con esa intención, es un acto agresivo.
Para que se considere agresión, como es un proceso interpersonal se tiene en cuenta el punto de
vista de la víctima.
Solo si la victima quiere evitar la acción del otro, es agresión. Esto excluye el daño producido
con consentimiento como tratamientos médicos dolorosos o sadomasoquismo (a veces en
deportes).

CONDUCTA ANTISOCIAL. Comportamientos que violan las normas sociales sobre lo que se
considera una conducta apropiada, aunque no son realizadas con la intención de hacer daño a
otras personas, por ejemplo, los actos vandálicos o arrojar desperdicios en lugares públicos.

VIOLENCIA: formas más graves de agresión física o no física (violencia psicológica o


emocional) que buscan controlar, castigar o incluso destruir a otras personas. Todos los actos
violentos son agresivos (si la víctima no los acepta), pero no toda conducta agresiva tiene por
qué ser violenta.

MALDAD: tiene un carácter cruel y extremadamente dañino y el tratarse de acciones (u


omisiones) injustificadas, al menos desde el punto de vista de la víctima, implica agresión, pero
no toda agresión debe considerarse un acto de maldad.

La conducta agresiva puede adoptar múltiples formas, y en este sentido los seres humanos
hacemos gala de una enorme creatividad. Podemos agredir directa o indirectamente, abierta o
encubiertamente, de palabra u omisión.

AGRESION RELACIONAL: Es la que más interés ha despertado en los últimos años por las
consecuencias psicológicas que tiene la víctima. Es el daño intencionado a las relaciones
sociales de otra persona, a sus sentimientos de aceptación y de inclusión en un grupo. Por
ejemplo, extender rumores negativos sobre alguien a sus espaldas, retirarle la amistad si no se
presta a hacer lo que queremos, excluirla de nuestro círculo de amistades, ignorarla, todo ello
produce en la víctima lo que se ha dado en llamar “dolor social”, cuyos efectos han demostrado
ser más duraderos y nocivos que los del dolor físico.

Hay una distinción clásica en el estudio de la conducta agresiva:


LA AGRESION HOSTIL se caracteriza por ir acompañada de una fuerte carga emocional, por
ser impulsiva y por estar motivada fundamentalmente por el objetivo de hacer daño a otro. Es el
tipo de conducta agresiva que se suele producir como reacción a una provocación, de ahí que a
veces se la denominan “agresión reactiva”.
LA AGRESION INSTRUMENTAL es fría, premeditada y no está motivada exclusivamente por
el deseo de hacer daño (al menos no es ese su objetivo último), sino por otra meta diferente,
como conseguir dinero o poder a costa de otras personas. Se la denomina “agresión proactiva”

LAS RAÍCES BIOLÓGICAS DE LA AGRESIVIDAD HUMANA


Indicios que avalan el componente innato de la conducta agresiva:
 Aparece temprano en el desarrollo del niño, no solo es consecuencia del aprendizaje
(experimento Bandura).
 Se encuentra en todas las sociedades conocidas, aunque existen diferencias culturales en
cuando a su expresión.
 Diversos factores genéticos parecen predisponer a las personas a ser más o menos agresivas,
como lo demuestran los estudios de genética del comportamiento realizados con gemelos
adoptados por familias distintas.
 Se ha encontrado relación entre los niveles de testosterona y cortisol y la conducta agresiva.
La testosterona afecta al desarrollo de estructuras corporales que influyen en la probabilidad de
realizar conductas agresivas con éxito (fortaleza física), y también en la tendencia a la
dominancia.
 Un neurotransmisor, la serotonina, y algunas regiones cerebrales del sistema límbico y del
córtex prefrontal desempeñan un papel importante en el comportamiento agresivo, tanto en su
manifestación como en su control.

Los estudios genéticos y hormonales muestran una correlación perfecta con la conducta
agresiva. Se da una influencia conjunta de factores biológicos ambientales. Esa relación
confirma, la tesis evolucionista, puesto que la agresividad, ha evolucionado precisamente en
interacción con las demandas del medio.
He aquí algunas muestras de esa influencia conjunta entre factores genéticos y ambientales:
 La agresión en los seres humanos está muy regulada socialmente.
 Según el ambiente sea propicio o no, la tendencia a comportarse agresivamente se manifestará
más o menos. Por ejemplo, depende del ambiente familiar y del grupo de amigos.
 Parece haber una relación recíproca entre niveles de testosterona y agresión: niveles más altos
de testosterona en sangre correlacionan significativamente (aunque las correlaciones no son
muy altas) con una aumento de la conducta agresiva; por otra parte, el resultado de
interacciones agonísticas en las que se gana o se domina al otro también aumentan los niveles
de testosterona, no sólo en hombres sino también en mujeres.

LA INFLUENCIA AMBIVALENTE DE LA CULTURA


El comportamiento social humano, está influido por lo biológico combinado con la cultura.
Gracias a la cultura:
 los seres humanos no necesitamos recurrir a la agresión para conseguir los objetivos mediante
recursos y estatus, y asíproteger a nuestros hijos por otros medios, como la educación y el
trabajo. No obstante, la evolución no ha tenido tiempo para erradicar la agresión de nuestro
repertorio desde que la cultura la hizo menos necesaria.
 las personas aprenden, mediante la socialización, a controlar su ira y sus impulsos agresivos, y
a emplear métodos menos antisociales para obtener sus objetivos. Las normas que impone la
cultura, como forma de proteger el orden social y la convivencia, son interiorizadas por los
individuos y, de esa forma, influyen en su comportamiento.

Pero además de transmitir las normas contra la agresión, la cultura a veces contribuye a su
presencia:
 En este sentido, Baumeister, menciona las “matanzas idealistas” de Stalin, Hitler, Mao y los
Jemeres Rojos, perpetradas por grupos (el líder y sus seguidores) que creían que la violencia era
necesaria para crear una sociedad mejor. Y esa creencia, que lleva a racionalizar y justificar
todo tipo de actos violentos y contrarresta cualquier escrúpulo moral, no se puede achacar a la
biología, sino a la cultura.
 Lo mismo ocurre con la identidad y la dignidad de las personas, otro producto de la vida
cultural, cuya amenaza (mediante críticas, faltas de respeto, insultos o injurias, por ejemplo)
muchas veces promueve respuestas agresivas por parte de los individuos o grupos afectados.
Otros procesos, como el nacionalismo extremo, los conflictos religiosos o la influencia de los
medios de comunicación, serían impensables sin la existencia de la cultura.

¿CÓMO SE EXPLICA LA CONDUCTA AGRESIVA EN PSICOLOGÍA SOCIAL?


Las primeras teorías psicológicas pretendían explicar todo el comportamiento agresivo bien por
el carácter innato o bien aprendido. Es el caso de la teoría frustración-agresión y de las teorías
del aprendizaje.

LA AGRESIÓN COMO IMPULSO


teoría de la frustración-agresión,
Freud. Teoría en parte inspirada en sus primeros escritos, considera que toda la conducta
agresiva humana es resultado de un impulso interno del organismo que se activa cuando a éste
se le impide conseguir una determinada meta que intenta alcanzar (no se trata de un instinto
siempre presente, como postulaba Freud). Esa interferencia inesperada en el logro de una meta
por parte de un agente externo (otra persona) es lo que se entiende aquí por frustración, es decir,
no tiene una connotación emocional sino conductual. En la primera versión de esta teoría, sus
autores defendían dos postulados:
1. Toda conducta agresiva es resultado de la frustración.
2. La frustración siempre da lugar a alguna forma de agresión.

Miller la modificó en parte, admitiendo que la frustración instiga otros impulsos aparte del de
agredir, como puede ser el de huir de la situación. No obstante, seguía afirmando que la
agresión siempre va precedida de frustración.
Esta teoría niega la posibilidad de que la agresión se deba al aprendizaje y a la influencia de la
cultura y, considera que toda agresión tiene como objetivo hacer daño a quien obstaculiza la
obtención de la meta que el agresor perseguía.

Berkowitz: como la evidencia empírica demostraba que no toda agresión es producto de la


frustración, ni siempre que alguien se siente frustrado en sus objetivos agrede a otros, trató de
ampliar dicha hipótesis proponiendo tres matizaciones:
o La frustración no provoca la tendencia a agredir, sino el estado afectivo negativo que la
frustración desencadenada.
o Cualquier suceso o estímulo aversivo (no sólo la frustración) produce un estado de ánimo
negativo (es decir, un sentimiento que la persona quiere disminuir o eliminar) que puede llevar
a la agresión o a la huida.
o El que la agresión se produzca o no dependerá de la interpretación cognitiva que se haga de la
situación y de la presencia de claves externas asociadas a la agresión.

Por tanto, lo que propone Berkowitz ya no es una relación directa entre bloqueo de una meta
(frustración) y respuesta agresiva, sino un proceso más complejo en el que intervienen factores
cognitivos y emocionales.

LA AGRESIÓN COMO COMPORTAMIENTO APRENDIDO


El condicionamiento instrumental propone que las personas tendemos a repetir aquellas
conductas por las que hemos obtenido recompensas y a no repetir aquellas por las que hemos
recibido un castigo. En el caso de la conducta agresiva, la recompensa puede consistir en lograr
la meta que nos proponemos realizando esa conducta o en obtener aprobación social por
llevarla a cabo. Por ejemplo, un niño tenderá a recurrir a la fuerza para quedarse con su
juguete favorito si en ocasiones anteriores eso le ha permitido conseguir su objetivo, pero no lo
hará si esa conducta le ha causado problemas con los adultos; y también se mostrará
provocador si se siente respaldado y alentado por otros, pero no si ese comportamiento está
mal visto entre sus compañeros y estos le han dejado solo o le han rechazado cuando ha
provocado a alguien (proyecto Kiva finlandés para bullyng).

El condicionamiento clásico. A él nos referimos a continuación, al exponer el modelo


neoasociacionista. Como se explicaba, al hablar de aprendizaje de las actitudes, básicamente
consiste en que, si se asocia repetidas veces un “estímulo condicionado” (inicialmente neutro)
con un “estímulo condicionado acaba provocando la misma respuesta que el incondicionado, es
decir, una conducta agresiva. Por ejemplo, aprendemos a asociar ciertos símbolos con
determinados grupos. Un caso muy claro es el de la esvástica, o cruz gamada, que Hitler utilizó
como símbolo del poder de la “raza aria”.
(Técnica Ludovico (naranja mecánica): https://www.youtube.com/watch?v=4gZq2TxrxVo
https://www.youtube.com/watch?v=rwcP1wjKrjs )

TEORÍAS PSICOSOCIALES DE LA AGRESIÓN


El modelo neoasociacionista cognitivo
Berkowitz, parte de la teoría de la frustración-agresión, y propone un mecanismo causal que
explica por qué los estímulos o situaciones que nos resultan aversivos (como una meta
frustrada, una provocación, o factores ambientales desagradables) pueden instigar nuestra
tendencia a agredir centrándose en la agresion reactiva y hostil, es decir, la que no es
premeditada. Ese mecanismo causal es, para Berkowitz, el estado afectivo negativo y se
desarrolla:
1. Una experiencia desagradable nos provoca un estado afectivo negativo.
2. Debido a una programación biológica, ese estado afectivo negativo automáticamente activa
en nosotros tendencias de ataque y de huida (es decir, de afrontar la situación para acabar con el
estímulo aversivo y, al mismo tiempo, de escapar de él). Esas tendencias se manifiestan a través
de una serie de respuestas fisiológicas y reacciones motoras, que por condicionamiento clásico
tenemos asociadas en nuestra mente con determinados pensamientos y recuerdos.
3. Cuando nos percatamos, aunque sea de forma preconsciente, de esas reacciones corporales y
mentales asociadas al ataque o a la huida, se desarrolla en nosotros una experiencia emocional
de ira o de miedo, respectivamente. Aunque más específicas que el afecto negativo inicial, estas
emociones son en un principio muy básicas y poco elaboradas.
4. Si estamos lo suficiente motivados, podemos dar un paso más y pensar en cómo nos
sentimos, hacer atribuciones causales sobre qué ha hecho que nos sintamos así, y considerar las
consecuencias, los riesgos y nuestras experiencias anteriores, así como la norma sobre lo que es
apropiado sentir en ese tipo de situaciones. Se convierte en un procesamiento controlado y
deliberado, que da lugar a sentimientos más elaborados de enfado, irritación, celos, desprecio u
otros derivados de la emoción inicial de ira, y más diferenciados del miedo.
5. La tendencia a agredir, instigada por el afecto negativo, se transformará en conducta agresiva
con mayor probabilidad cuando se den las siguientes condiciones:
 cuando la activación interna provocada por la experiencia aversiva sea lo suficiente intensa.
 cuando haya algún blanco disponible para descargar en él la agresión.
 cuando falle la autorregulación, es decir, cuando actuemos de forma impulsiva, sin pensar en
lo que hacemos ni lo que sentimos (sin procesamiento cognitivo deliberado)

Berkowitz dice que la experiencia emocional de ira, los sentimientos y el procesamiento


cognitivo, acompañan a la agresión, pero no son su causa.
 Es el estado afectivo negativo, instiga el comportamiento agresivo.
 el procesamiento cognitivo deliberado posterior es el que inhibe o potencia nuestra tendencia
a agredir.

Se instiga cuando
1. los estímulos tienen un significado agresivo para la persona es decir, están asociados con la
agresión en su mente.
2. Cuando le recuerdan alguna experiencia desagradable y, por asociación, sin necesidad de
experimentar un estado afectivo negativo, producen el mismo efecto que dicha experiencia,
activando pensamientos, emociones y reacciones ligadas a la agresión.

Teoría del aprendizaje social


A Bandura le interesaban las influencias externas que la instigan y mantienen la agresión.
Según su teoría del aprendizaje social, o por observación, el comportamiento agresivo se
aprende no sólo por las consecuencias que tiene para el que lo realiza (recompensas o castigos),
sino, sobre todo, viendo a otras personas comportarse agresivamente (Experimento niños-bobo:
https://www.youtube.com/watch?v=zVynCNGxYmU)

Una vez observada y aprendida, la conducta puede ser imitada, pero no es necesaria la
ejecución de la conducta para su aprendizaje. Esto se debe a que el proceso no depende de
refuerzos contingentes con la ejecución, sino de la atención prestada a la conducta del modelo,
y esa atención puede estar motivada por refuerzos anticipados incorporados a nuestro repertorio
conductual. Pensemos, por ejemplo, en un niño que ve cómo su hermano mayor consigue lo que
quiere de sus padres mediante amenazas o acciones agresivas (o aprender a través de los medios
de comunicación o la ficción).
No obstante, lo más probable es que, si se ha observado y aprendido una conducta, se lleve a
cabo, es decir, se imite en ese mismo momento, más tarde o en otro contexto (el niño puede
recurrir a las amenazas para conseguir algo de sus compañeros).
La probabilidad de imitación aumenta si es un semejante, si nos resulta atractivo, y si recibe
algún premio por agredir o su comportamiento agresivo permanece impune. A estas
recompensas que recibe el modelo por su conducta las llama Bandura refuerzos vicarios,
porque no es el propio observador quien los recibe, aunque tienen el mismo efecto para hacer
atractiva la conducta. No obstante, aunque los refuerzos vicarios aumenten la probabilidad de
imitación, se ha comprobado que no son imprescindibles, y que se puede adquirir la conducta
simplemente por observarla en otro.

En Resumen: Cuanto más positivas sean las consecuencias para el modelo, mayor probabilidad
habrá de que el observador incorpore esa conducta y que la repita en futuras ocasiones.

Teoría de la escalada de violencia: (https://www.youtube.com/watch?v=ziIU2V_2C2A)


Escalada de violencia: Dinámica que se genera cuando una vez que se inician acciones
agresivas, la parte afectada también responde con violencia.
Puede originarse a partir de una agresión aislada que es seguida de una respuesta agresiva de
mayor intensidad o a partir de repetidas acciones de exclusión social o humillación que
finalmente son respondidas con violencia de gran intensidad. (asesinatos recientes en colegios
americanos).

La espiral del silencio: la agresión pública y silenciosamente tolerada


(https://www.youtube.com/watch?v=lWavdNaLU3w
https://www.youtube.com/watch?v=H7fJPGbOr7Q)
Noelle-Neumann: Esta mujer acuñó el término “espiral de silencio” para describir las corrientes
de opinión que se producen como consecuencia de la falta de expresión de opiniones
diferentes a las que los hechos parecen apoyar.
En el contexto de agresión, se refiere al proceso por el que la no intervención y el silencio de
los observadores de agresiones o de actos violentos son interpretados como una señal de
conformidad, de modo que lo que es sólo opinión de una parte llega a ser considerado como
una manifestación de aceptación generalizada.
En esta situación la víctima pierde la esperanza de encontrar apoyo para evitar y defenderse
de tal trato, los agresores persisten en su conducta impunemente y los observadores van
desarrollando diversas estrategias de afrontamiento.

Modelo General de Agresión


Según Berkowitz, agredimos para acabar con un estímulo externo que nos hace sentirnos mal.
Según Bandura, agredimos porque hemos aprendido que, haciéndolo, podemos conseguir lo
que nos hemos propuesto. Estas dos explicaciones se relacionan con la distinción que
apuntábamos al principio entre agresión hostil y agresión instrumental. El modelo que vamos a
exponer a continuación tiene la ventaja de ser aplicable a cualquier tipo de conducta agresiva.

El modelo general de agresión constituye la integración de las aportaciones de otros modelos, y


pretende tener en cuenta factores biológicos, ambientales, psicológicos y sociales para explicar
cómo aparece un acto agresivo en una situación concreta y, también, cómo se desarrolla a lo
largo del tiempo. En el primer caso, describe cómo ciertas variables propias de la persona y
otras presentes en la situación se combinan para provocar procesos afectivos, cognitivos y
activadores que pueden preparar el terreno para la conducta agresiva, a través de evaluaciones
automáticas o más controladas de lo que está sucediendo.

La agresión reside en características personales del actor (p.e. su grado de irascibilidad) y en


estímulos externos (como una provocación por parte de otro), que coinciden en una
determinada situación y evocan en esa persona un conjunto de procesos internos
interrelacionados (cogniciones, emociones y síntomas de activación).

 Alguien irascible necesitará una mínima provocación por parte de un extraño para entrar en un
estado de cólera, caracterizado por pensamientos agresivos, sentimientos negativos y síntomas
corporales de activación. Este estado interno, a su vez, da lugar a una evaluación rápida y
automática de la situación (“el comportamiento de esta persona es intolerable”). Si el actor
carece de tiempo, capacidad y/o motivación, actuará de forma impulsiva a partir de esa
evaluación automática, con agresión o sin ella según sea el resultado de dicha evaluación.

 En caso contrario, tendrá lugar una reevaluación más controlada y elaborada, en la que
intervienen el razonamiento y los juicios morales, y que implica buscar distintas
interpretaciones alternativas de la situación y lleva a la selección y ejecución de una respuesta
conductual concreta. Dependiendo de esa reevaluación, la respuesta será agresiva (“lo ha hecho
a propósito, así que me voy a vengar”) o no agresiva (“no tenía intención de perjudicarme, así
que vamos a intentar calmarnos un poco”). Además, esa acción puede ser fría y calculada o bien
contener una fuerte carga emocional.

Por supuesto, como ocurre en toda interacción, la decisión conductual que tome el actor
provocará una respuesta en la víctima, que marca el comienzo de un nuevo episodio que puede
desembocar en una escalada de la agresión o en un descenso o desaparición de ésta, siempre en
función de los dos implicados en la interacción.
Más allá de un episodio concreto, el modelo también contempla el desarrollo del
comportamiento agresivo a lo largo del tiempo. Cada episodio agresivo es considerado como un
ensayo de aprendizaje social en el que los esquemas (de personas, de situaciones, de acciones)
adquiridos por observación o por propia experiencia y relacionados con la agresión se repiten,
se refuerzan y se acaban automatizando. Cuanto más a menudo la persona realiza actos
agresivos sin consecuencias negativas, o más se expone a la violencia de los medios o del
ambiente, más fácil será elegir ese tipo de actos en el futuro al relacionarse con los demás, más
accesibles le resultan los guiones de ese tipo de situaciones y más rápidamente se activan sus
cogniciones relacionadas con la agresión (creencias y expectativas sobre la hostilidad de los
demás, por ejemplo). Todos esos procesos combinados acaban afianzando la agresión en el
repertorio conductual de la persona y haciendo que forme parte de su personalidad.

¿POR QUÉ AGREDIMOS A OTROS?


FACTORES DE LA SITUACIÓN
¿Por qué es más probable que las personas se comporten agresivamente en unas situaciones que
en otras? Bushman y Huesmann, en su revisión del tema, distinguen entre factores que instigan
o precipitan la agresión y factores que interfieren en los mecanismos inhibidores de la agresión.

Factores que precipitan la agresión


la mayoría tienen una naturaleza social,
 Instigadores sociales:

La provocación es, probablemente, el principal detonante de agresión.


 El rechazo y la exclusión social, como vimos, aunque estas formas de agresión tienen en las
víctimas a veces un efecto sociópeto (de intento de reparar la relación o búsqueda de otros
contactos) o sociófugo (de evitación, pasividad y letargo), en muchas ocasiones las personas
reaccionan agresivamente cuando son rechazadas por otras personas o por su grupo. La relación
entre rechazo y agresión no se limita a experiencias recientes, sino que incluso el recuerdo de
episodios pasados es suficiente para instigar la tendencia a agredir. Además, esa agresión no se
dirige sólo a la persona o personas implicadas en el rechazo al agresor, sino que muchas veces
se extiende a otros. La respuesta agresiva parece más probable cuando la persona rechazada no
tiene expectativas de volver a ser aceptada.
 la percepción de ser injustamente tratado. La gente, por lo general, considera que existe una
norma implícita que establece que todo el mundo tiene derecho a ser tratado con justicia.
Cuando perciben la situación como justa, incluso aunque no consigan lo que quieren, las
personas suelen sentirse respetadas. En cambio, cuando consideran que se ha violado su
derecho a un trato justo y respetuoso, tienden a sentirse heridas y menospreciadas, a
experimentar ira, y a reaccionar agresivamente para recuperar una imagen positiva ante sí
misma (autoestima) y ante los demás.

Esa percepción de injusticia es la que está en la base de muchos movimientos colectivos de


protesta, que se originan porque la gente experimenta lo que se conoce como “privación
relativa”. Este fenómeno, intergrupal, consiste en la imposibilidad percibida de alcanzar lo que
se considera una aspiración razonable o justa porque otra persona o grupo lo impide. Se
denomina privación relativa porque el que la sufre se siente provocado en relación con un
determinado criterio (por ejemplo, lo que considera que merece o que le corresponde por
derecho). Es decir, no es la privación en sí misma la causa del conflicto, sino la privación en
comparación con lo que uno (o el propio grupo) espera o cree que debería tener.
Las personas y los grupos se basan en varios criterios para decidir que sus aspiraciones son
razonables:
 Las normas sociales que especifican lo que cualquiera debería conseguir en esas
circunstancias.
 La propia experiencia en circunstancias similares del pasado.
 Los resultados obtenidos por otros que se consideran comparables a uno mismo o al propio
grupo.
 Lo que dicen otros que uno, o el propio grupo, merece.

Un ejemplo extremo de lo que puede ocurrir cuando se desencadena un conflicto por este
motivo es el tristemente famosos motín de la prisión de Attica:

Sucedió en 1971, los reclusos, en su mayoría afroamericanos y puertorriqueños, habían


reclamado meses antes que cesaran los duros castigos y mejorase la vida en la prisión, donde
sólo se permitía una ducha semanal o un rollo de papel higiénico por mes, entre otras
limitaciones. Las autoridades responsables habían prometido a los presos numerosas mejoras
en las condiciones de la cárcel, pero por diversas razones no se produjeron, lo que hizo que los
presos se sintieran muy frustrados. El resultado fue una revuelta en la que perdieron la vida un
total de 43 personas, entre ellas 10 rehenes y más de 80 heridos.
Los incidentes comenzaron el 9 de septiembre y terminaron cuatro días después, cuando las
fuerzas estatales abrieron fuego de forma indiscriminada y arrojaron gases sobre los
amotinados y más de una treintena de empleados que habían sido tomados como rehenes.

La frustración asociada con la privación relativa es una fuente de energía que aumenta la
probabilidad y la intensidad de los esfuerzos para luchar contra dicha privación, y, si la causa se
atribuye a una persona o a un grupo, esa energía suele transformarse en ira, que impulsa hacia
una respuesta agresiva y si la situación de privación continúa puede llegarse a un estado de
desesperanza que hará descender las aspiraciones y reducirá el conflicto sin haberse resuelto el
problema.
 Instigadores no sociales

Los factores no sociales instigadores de agresión más estudiados son las claves agresivas y los
estresadores ambientales.

Las claves agresivas son objetos o imágenes que están presentes en la situación y que activan
en nuestra memoria pensamiento y/o emociones relacionados con la agresión. El proceso que
interviene aquí es el “priming”. Una de las claves más estudiadas por los psicólogos sociales es
la presencia de armas.

En un experimento ya clásico, Berkowitz y LePage demostraron que:


 los participantes, a los que previamente se les había provocado, actuaban de forma más
agresiva hacia el provocador cuando había un arma en la sala que cuando había un objeto
neutro o no había ninguno. Numerosos estudios han confirmado este efecto, incluso en personas
que no tenían un estado de ánimo negativo debido a una provocación previa. Otros resultados
relacionados con las claves agresivas son los siguientes:
 No sólo las armas, sino cualquier estímulo que la persona relacione con la agresión (p.e. las
películas violentas) puede aumentar la saliencia de pensamientos agresivos con su mera
presencia en la situación.
 No es necesario que la persona sea consciente de esa presencia para que el efecto de priming
se produzca, lo que indica que las claves agresivas funcionan de forma automática.
 Lo que sí es fundamental para que un determinado estímulo active cogniciones agresivas en
la persona es que ésta lo asocie con la agresión, tal como sostiene el modelo neoasociacionista.
Es decir, el significado agresivo no es una propiedad inherente del estímulo, sino que se lo
asigna la persona a partir de su experiencia previa y de sus estructuras de conocimiento
almacenadas en la memoria.

Así lo demostraron Bartholow, Anderson, Carnagey y Benjamín en un estudio en el que


comparaban el efecto de las armas en participantes cazadores y no cazadores, a los que se
presentaban imágenes de dos tipos de armas: de caza y revólveres. Tal como los autores habían
predicho, el efecto en los cazadores fue más fuerte cuando se les presentaron imágenes de
revólveres (asociados con agresión a personas) que cuando las imágenes representaban armas
de caza (asociadas para ellos con una actividad lúdica no agresiva). No ocurrió lo mismo en el
caso de los no cazadores.

La implicación de estos estudios es que la exposición repetida a las claves relacionadas con la
agresión (a través de los medios o de los videojuegos, por ejemplo), a fuerza de activar
frecuentemente pensamientos, emociones y opciones de respuesta agresivas, termina por
hacerlos crónicamente accesibles, lo que probablemente contribuye a una mayor tendencia a
comportarse agresivamente, ya sea como reacción ante una provocación o como medio para
conseguir algún objetivo deseado.

Los estresores ambientales: el calor, hacinamiento o multitud y el ruido, se relacionan con la


agresión a través del aumento de la activación fisiológica (arousal) y el estado afectivo negativo
que provocan, y parecen afectar más a la conducta agresiva hostil que a la puramente
instrumental.

 La relación entre calor y agresión se conoce como “hipótesis del calor”, se confirma
comparando datos de archivo sobre regiones geográficas y periodos temporales con distintas
temperaturas. La explicación vendría dada por el modelo de escape del efecto negativo, que
propone que, cuando el estado afectivo alcanza un determinado nivel de aversividad, lo que
provoca no es agresión sino huida. El efecto del calor se manifiesta por dos vías: una directa,
aumentando la irritabilidad y los sentimientos de hostilidad, y otra indirecta, activando
pensamientos agresivos.
 El hacinamiento es una experiencia psicológica desagradable provocada por la percepción
que tiene la persona de que hay demasiada gente en el espacio que se encuentra. Es, por tanto,
una sensación subjetiva, que no debe confundirse con la densidad (número de personas en un
espacio concreto).
 El ruido fuerte, así como una provocación o la exposición a películas violentas. Por otra
parte, no es el ruido en sí el que instiga las reacciones agresivas, sino el hecho de que sea un
fenómeno incontrolable.

Factores que interfieren en la inhibición de la agresión


La agresión es una tendencia natural que tenemos en nuestro repertorio desde que nacemos,
como con los animales. Lo que aprendemos, por experiencia directa o por observación, es cómo
y cuándo manifestarla, y cómo y cuándo inhibirla. Hay algunos factores situacionales que
obstaculizan la inhibición:
El consumo de alcohol,
el anonimato, porque el agresor piensa que es poco probable que otros le identifiquen y le
hagan responsable de sus actos agresivos. El anonimato es una estrategia habitualmente
utilizada por los criminales (ladrones, terroristas), disfrazarse o llevar máscaras, mezclarse en
un grupo grande o presentarse con una identidad falsa (por ejemplo, en comunicaciones a través
de Internet). Incluso cuando no se busca deliberadamente, hay situaciones en la vida diaria que
producen cierta sensación de anonimato que se asocia con la impunidad, por ejemplo, estar
dentro de un coche.

FACTORES INTERNOS DEL INDIVIDUO


Factores emocionales
La emoción que tradicionalmente más se ha asociado a la agresión es la ira, desde el supuesto
de que la ira causa directamente agresión. Anderson y Bushman distinguen varias formas en que
esta emoción puede causar agresión:
 La ira preactiva (mediante el proceso de priming): pensamientos, esquemas de situaciones y
reacciones motoras expresivas asociadas con la agresión, que se utilizan para interpretar la
situación.
 La ira aumenta el nivel de activación del organismo, aportando energía a la conducta que sea
dominante en ese momento.
 La ira misma sirve como clave informativa que puede ayudar a interpretar situaciones
ambiguas, siempre en un sentido hostil. Este proceso es diferente de la preactivación, puesto
que es la propia experiencia emocional (y no en los procesos asociados a ella) en la que se basa
la interpretación. Por ejemplo, cuando no está muy claro quién es el culpable, cuál es la causa
del problema o qué respuesta es la más adecuada, si la persona siente ira inferirá respuestas a
todas esas preguntas que vayan en una dirección consonante con esa emoción.
 La ira hace que la persona que la siente preste especial atención a los estímulos o sucesos que
la han provocado, y que los procese de forma más profunda. Eso facilitará que los recuerde
mejor después y reviva el estado en el que se encontraba durante el episodio original y, de esa
manera, sus intenciones agresivas se mantendrán durante más tiempo.
 La ira interfiere en la inhibición de la agresión, y lo hace de dos formas: al activar un guión (o
esquema de situación) relacionado con la agresión, puede justificar acciones agresivas como la
venganza, que forman parte de las opciones de conducta incluidas en ese guión.
Pero la ira puede promover el comportamiento agresivo incluso cuando no se siente realmente,
sino que se interfiere. Zillmann encontró en varios estudios en los que los participantes
etiquetaban erróneamente como ira la activación que les había provocado una fuente neutra, es
decir, irrelevante para la agresión. En realidad, el proceso es algo más complejo. Zillmann lo
llamó transferencia de la excitación, y consiste en que, cuando dos episodios que provocan
activación (excitación) en una persona se producen cerca uno del otro en el tiempo, la
activación procedente del primero se suma a la del segundo y puede ser atribuida erróneamente
a este último. Si, por ejemplo, nos hemos pegado una buena carrera para alcanzar el autobús y,
justo al llegar, el conductor cierre la puerta y se va, nuestra reacción será probablemente mucho
más agresiva. Ahora bien, esa atribución errónea sólo se producirá si la persona no es
consciente (o se ha olvidado) de cuál es la fuente real de la activación neutra (en el ejemplo
anterior, la carrera), porque si tiene claro el origen de esa activación no la atribuirá al episodio
aversivo (frustrante, provocador, o de otro tipo).

Factores cognitivos
La activación de scripts o guiones (esquemas que representan situaciones y guían la conducta
de las personas cuando se encuentran en ellas). Esos esquemas son estructuras de conocimiento
almacenado en la memoria, incluyen expectativas sobre cómo se comportan las personas que se
encuentran es esas situaciones y sobre las consecuencias de diferentes opciones de conducta.
Los guiones se adquieren mediante la experiencia con cada tipo de situación, ya sea
directamente o de forma vicaria, es decir, por observación. Una vez aprendidos, pueden ser
recuperados en cualquier momento y servir de guía para la conducta.
Los guiones agresivos, que se suelen adquirir durante el periodo de socialización: En ellos van
incluidas creencias normativas sobre cuál es el comportamiento normal en esas situaciones,
creencias que guían la decisión de si una determinada respuesta es apropiada o no en esas
circunstancias. Por ejemplo, a partir de lo que ha observado en otros, o de lo que le ha ocurrido
a él en varias ocasiones, un niño quizá desarrollará la creencia normativa de que se puede (es
normal) devolver el golpe si te pega un compañero en una pelea (un tipo de situación), pero no
si te pega un adulto como medida disciplinaria (otro tipo de situación diferente). Cuando más
frecuente sea la exposición a episodios agresivos, más se reforzarán los guiones
correspondientes y más accesibles estarán en la memoria, con la consecuencia de que la persona
los recuperará con mayor facilidad y los utilizará preferentemente como guía de su
comportamiento.
sesgo atributivo hostil los individuos con un historial de comportamiento agresivo atribuyen la
conducta del otro a intenciones hostiles, sobre todo cuando la conducta es ambigua. Esto ocurre
porque presta más atención a las claves agresivas que a las que indican buenas intenciones por
parte del otro. Este sesgo activa un guión agresivo y aumenta la respuesta agresiva. Este sesgo
se da en las personas que suelen reaccionar agresivamente ante el comportamiento de los demás
(agresión activa), pero no en los que tienden a provocar a otros (agresión proactiva), lo que
sugiere que se trata de una respuesta bastante automática adquirida como resultado de la
experiencia repetida de tener que defenderse de los ataques de los demás.

la rumiación. es un proceso cognitivo que se relaciona con la activación fisiológica, con la


emoción, con las atribuciones y con las intenciones de conducta, y puede aumentar la agresión
por cualquiera de estas vías. Por ejemplo, puede hacer que la persona sea más consciente de las
reacciones fisiológicas y las emociones que experimentó durante el episodio (aumento del ritmo
cardiaco, rabia, etc.), que realice atribuciones hostiles sobre las intenciones del otro (“me estaba
tomando por imbécil”), y que le dé vueltas a cómo desearía haber reaccionado en respuesta a la
provocación. La consecuencia de todo este proceso es muchas veces un desplazamiento de la
agresión hacia otra persona que tenemos a mano, y que puede ser totalmente inocente o haber
cometido el error de gastarnos una broma inoportuna o de causarnos alguna leve molestia.
Esta redirección de la agresión se produce sobre todo cuando no es posible o aconsejable
vengarse del provocador (porque ya no está accesible o por miedo a las represalias), y supone
una reacción desmesurada ante un comportamiento que, en circunstancias normales, no habría
merecido una respuesta agresiva de tal intensidad pero que, debido a la rumiación, es
interpretado de forma hostil (estrès del trabajo y descargar en casa).
Desconexión moral, que consiste en considerar que los criterios éticos o morales que rigen el
propio comportamiento en situaciones normales no se aplican en un caso concreto. Este proceso
de reinterpretación cognitiva de la situación actúa infiriendo en las inhibiciones que suelen
funcionar en las personas en contra de comportarse de forma agresiva, reduciendo la
autocensura. Es lo que ocurre cuando individuos con principios morales aparentemente
normales se comportan con otros de forma inhumana, cometiendo actos como tortura o
genocidio (cárcel – zimbardo: https://www.youtube.com/watch?v=Fu_r2drYJTA
https://www.youtube.com/watch?v=4edr-uK7sd0).
Hay varios mecanismos por los que se puede producir la desconexión moral:
 justificación moral: Se justifican las acciones agresivas apelando al bien de la persona (como
el padre maltrata a su hijo “para que aprenda”) de la sociedad, o a la salvaguarda del honor.
 deshumanización de la víctima. Cualquier sistema interno autorregulador de castigo por
cometer actos violentos contra otras personas queda desactivado si al otro no se lo considera
persona, porque ya no se aplican los mismos criterios morales. Además, al situar al otro en una
categoría no humana, no sólo se considera aceptable la agresión contra él, sino que ese tipo de
conducta forma parte del guión.

FACTORES DE RIESGO
El ambiente familiar
Numerosos estudios longitudinales han encontrado una clara relación entre el clima de agresión
y violencia existente en la familia durante la infancia y las creencias y conductas agresivas que
los individuos muestran en etapas posteriores de su vida. Hay varios factores que explican esa
relación. Por una parte, de acuerdo con lo que hemos visto al exponer modelos de conducta y el
niño aprende observándolos. Y no sólo adquiere pautas de comportamiento que incorpora a su
repertorio, sino también guiones de situaciones que presencia habitualmente y que, por tanto,
acaban afianzándose y resultando muy accesibles en su mente. Además, como se identifica con
su padres, adopta sus esquemas sobre la realidad y sus creencias normativas sobre qué
conductas son apropiadas o no. Por otra parte, las relaciones agresivas dentro de la familia
suelen ir acompañadas de otras prácticas en relación con la crianza de los hijos, como rechazo y
frialdad en el trato y empleo de fuertes castigos físicos. En cuanto al castigo físico fuerte, se
asocia también con un aumento de la agresión posterior, porque el niño aprende a considerarlo
como una forma normal y aceptable de resolver los conflictos.

Las amistades
Las relaciones con los compañeros de edad constituyen otra poderosa influencia sobre la
agresión. Aunque hay casos en que los niños moderadamente agresivos son considerados
populares, como modelos a los que imitar, por lo general, los niños cuyo comportamiento está
dominado por la agresión son rechazados por sus compañeros, lo cual genera un aumento de la
conducta agresiva que, a su vez, provoca más rechazo. Al sentirse marginados por sus
compañeros no agresivos, los niños agresivos tienden a asociarse con otros que también lo son,
entrando a formar parte de sistemas sociales como las bandas violentas, que promueven normas
favorables a la agresión y acciones agresivas. De esta forma, se ven atrapados en una situación
en la que la aceptación social depende de que cometan más actos agresivos. Incluso cuando, en
lugar de buscar ese tipo de compañías, optan por aislarse (encerrándose en su habitación, por
ejemplo), suelen pasar el tiempo con la televisión o los videojuegos, rodeándose de modelos
agresivos a los que imitar.

La cultura
Existe la etiqueta “culturas de violencia” para hacer referencia a aquellas culturas en las que la
agresión se considera aceptable y justificable en determinadas situaciones. Un ejemplo
paradigmático son las llamadas culturas del honor. Una cultura del honor es un tipo de cultura
colectivista que otorga un gran valor a la reputación de la persona, es decir, a su imagen social.
Como compartida, tolera y justifica que se responda a cualquier amenaza a la propia reputación
con agresión, incluso violenta, para restaurarla. Esto se manifiesta muy claramente en los
estados sureños de EEUU, por ejemplo, en la forma en que los medios de comunicación
presentan los sucesos en función de que se trate de violencia por cuestiones de honor o por otra
causa, siendo dicha presentación mucho más favorable en el primer caso; y también en las leyes
de esos estados, que reflejan mayor aceptación de la violencia cuando se trata de defender la
propia reputación.

Los medios de comunicación


La agresión y la violencia están muy presentes en los medios de comunicación. El efecto se
produce sobre todo cuando la violencia se presenta vinculada al éxito y no resulta castigada, y si
aparece como justificada. De todas formas, no se trata de un factor instigador de agresión, sino
de un factor de riesgo: no todo el que consume habitualmente el contenido violento en los
medios será muy agresivo, aunque el riesgo de serlo será mayor entre los altos consumidores.
Por otra parte, la violencia de los medios puede reforzar el efecto de otros factores de riesgo,
sobre todo el de la exposición a la violencia en la vida real (familia, amigos, comunidad).

Los estímulos violentos difundidos por los medios pueden afectar al comportamiento agresivo a
través de diversos mecanismos. A corto plazo, produce un aumento de la activación fisiológica
y de emociones relacionadas con la agresión, y hace más accesibles los pensamientos agresivos,
además de promover la imitación de los actos agresivos observados. La exposición habitual a
este tipo de contenidos crea una base para el aprendizaje observacional que fomenta el
desarrollo de estilos atributivos hostiles y de guiones agresivos. Además, al presentar la
violencia como algo normal y apropiado, se potencias actitudes favorables a la agresión y la
aceptación normativa de ese comportamiento, que desinhibe este tipo de conducta. Por último,
se produce una paulatina desensibilización (es decir, una respuesta tanto fisiológica como
emocional cada vez menor ante estímulos violentos), que se traduce también en un descenso de
la preocupación empática ante el sufrimiento de otros. Todos estos procesos se ven agravados
con el uso de internet, donde no sólo es posible acceder una y otra vez a contenidos violentos
más fácilmente que en otros medios, sino también poner en práctica conductas agresivas
dirigidas a personas reales, como ocurre en el ciberbullying.

recomendar que se reduzca el consumo y, por otra, fomentar que éste sea crítico, educando a los
usuarios sobre los potenciales riesgos del consumo de este tipo de contenido y enseñándoles a
analizar lo que ven y cómo evitar identificarse con los personajes violentos.

Factores personales
Además de estos factores ambientales que predisponen a la agresión, existen también una serie
de características personales que aumentan la tendencia a comportarse de forma agresiva, lo que
explica por qué no todo el mundo se comporta igual ante una misma situación:
 Factores biológicos: ya hemos mencionado la relación entre agresión y bajos niveles de
serotonina y cortisol combinados con altos niveles de testosterona. Y también que parece haber
una predisposición genética.
 Ragos de personalidad: hay personas que poseen un “estilo atributivo hostil”, es decir, son
especialmente propensas a percibir en los demás una actitud hostil, y, por tanto, a esperar que se
comporten de acuerdo con esa actitud y a interpretar sus reacciones (en situaciones ambiguas)
de forma congruente con esa expectativa. Por otra parte, las personas con una autoestima
exageradamente alta e inestable (los llamados “narcisistas”) son más propensos a experimentar
ira y a reaccionar de forma muy agresiva cuando sienten amenazada la elevada imagen que
tienen de sí mismos.
 Búsqueda de autoestima positiva: esta relación entre narcisismo y agresión contradice la
creencia popular de que las personas agresivas tienen una baja autoestima y recurren a ese tipo
de comportamiento para aumentar su sentimiento de valía personal. En realidad, las personas
con una autoestima negativa intentan potenciarla buscando la aprobación y el apoyo de los
demás, no volviéndose hostiles hacia ellos.
 Autocontrol: También conocido como “autorregulación”, se trata de la capacidad de ajustar la
propia conducta a las normas que rigen en la sociedad o en un contexto concreto, y sirve como
inhibidor interno de la tendencia a reaccionar agresivamente cuando nos encontramos ante
estímulos instigadores o a recurrir a la agresión para obtener un objetivo deseado. La
investigación ha demostrado que la falta de autocontrol es uno de los correlatos más fuertes de
la conducta criminal, en especial los crímenes violentos.

 Creencias personales:

autoeficacia. Las personas que creen que pueden llevar a cabo determinadas acciones agresivas
con éxito, y que esas acciones producirán los resultados deseados, seleccionarán con mucha
mayor probabilidad este tipo de comportamientos que las que no tienen esa confianza en la
propia eficacia.
la catarsis, que consisten en considerar que, agrediendo, uno se desahoga y se siente mejor.

creencia en un mundo justo, según la cual cada uno tiene lo que se merece, puede llevar a la
persona a aceptar y justificar la agresión y la violencia mediante el proceso de culpabilización
de la víctima.
 Diferencias de género: los resultados coinciden en que los hombres agraden más que las
mujeres, aunque esa diferencia sólo es importante en cuanto a la agresión física. Las mujeres
eligen formas de agresión indirecta y relacional más que directa y física.
LA AGRESIÓN GRUPAL
La agresión que llevan a cabo los grupos tienen mucho en común con la agresión interpersonal:
puede surgir a partir de la activación procedente de la provocación, la frustración u otro
estímulo instigador, o por el deseo de alcanzar algún objetivo concreto.
Un factor esencial y más característico de la agresión grupal es el papel de las normas
favorables a la agresión que se desarrollan dentro del grupo, suelen surgir de la interacción
grupal, y los miembros las interiorizan y ajustan su conducta a ellas, bien porque se sienten
identificados con el grupo o bien para evitar ser castigados o rechazados por él (ejemplo
película La ola).
Existen múltiples modalidades de agresión grupal. En unos casos, la agresión se produce en el
seno del grupo y, en otros, entre grupos distintos. Con objeto de aclarar conceptos:
 Bullying: también llamado “acoso escolar”, aunque muchas veces se lo considera un
fenómeno interpersonal (entre acosador y víctima), la mayoría de las veces implica a otras
personas, que actúan como observadoras o como animadoras del acosador, a menudo movidas
por el miedo a represalias por parte de éste.
 Bandas violentas: son grupos bastantes cohesionados, que se caracterizan por emplear
diversos símbolos para representar pertenencia de sus miembros y que suelen presentar un
elevado índice de actividad criminal, normalmente contra otras bandas.
 Disturbios colectivos: son una forma de violencia colectiva que tiene lugar en contextos
específicos y es llevada a cabo por grupos sociales transitorios. El proceso psicosocial
subyacente se conoce como “desindividuación”.
 Terrorismo: forma de violencia impulsada por motivos políticos, que puede ser perpetrada por
individuos, grupos o agentes estatales, y que pretende provocar sentimientos de terror e
indefensión en la población con el fin de influir en sus decisiones y modificar su conducta.

PREVENCIÓN Y REDUCCIÓN DEL COMPORTAMIENTO AGRESIVO


Una de las estrategias, basada en el aprendizaje por condicionamiento instrumental consiste en
“desaprender” a comportarse agresivamente. La idea es que, si el refuerzo positivo (premio)
contribuye a que se adquieran conductas, el castigo hará que dejen de realizarse e, incluso, que
lleguen a extinguirse. Por muchos motivos, es mucho más eficaz hacer hincapié en recompensar
comportamientos deseables que centrarse sólo en penalizar los indeseables.

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