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Johan Galtung, así como otros investigadores del Movimiento por la Paz,
desde una concepción global de violencia, definen el triángulo de la violencia,
señalando tres tipos o vértices (Jiménez – Bautista, 2012):
A. Violencia directa: verbal, psicológica y física. Es el tipo de violencia
donde una persona o entidades humanas causan un daño directo a otro,
sin que haya apenas intermediaciones. Así, para eliminarla, bastaría con
que esa persona o grupo quisiera dejar de hacer daño. La guerra, el
homicidio, el maltrato, el acoso escolar, serían ejemplos de la violencia
directa.
B. Violencia estructural: sería una violencia indirecta, ejercida mediante
mediaciones, estructuras o el sistema. Está relacionada con la injusticia
social u otras circunstancias que impiden que las necesidades humanas de
la población sean satisfechas, cuando con otros criterios de
funcionamiento y organización podrían serlo. Galtung señala como
ejemplos de violencia estructural la pobreza condicionada
estructuralmente, la represión política, la contaminación o la alienación.
C. Violencia cultural: manifestaciones mediante actos o rituales que dan
reconocimiento a la violencia estructural y directa. La violencia cultural
sería todo aquello que, desde la cultura (ideas, normas, valores, la
tradición), legitime o promueva la violencia de cualquier tipo. Está muy
relacionada con los otros tipos de violencia, especialmente con la
estructural, justificando situaciones de desigualdad a través de ideas,
prejuicios, el arte, la educación, la ciencia, el derecho, los medios de
comunicación o cualquier otro medio cultural o simbólico, ofreciendo una
visión interesada, favorable a los grupos de poder. Jiménez – Bautista
(2012) señala la capacidad de la educación y el lenguaje para luchar
contra esa violencia cultural, tan sutil, con la que vivimos. Para ello, la
educación debe promover el dialogo en la resolución de conflictos, el
análisis crítico del lenguaje, del uso de éste de forma no discriminatoria, el
desarrollo de contravalores de la cultura dominante (consumismo,
mercantilización, cultura del placer y lo inmediato, supremacía del
individualismo, competitividad, valores del “tener” frente al “ser”), etc.
Otros autores, como Bourdieu (1999), añaden un cuarto tipo de violencia:
D. Violencia simbólica: Hace referencia a los símbolos que utiliza la
violencia estructural (ritos, ropa, lengua, etc.) y también se refiere al
poder simbólico, es decir, a la capacidad de determinar socialmente lo que
tiene valor, a nivel económico, social o cultural. Los símbolos religiosos y
la pena de muerte serían ejemplos de violencia simbólica. Puede definirse
como “esa violencia que arranca sumisiones que ni siquiera se perciben
como tales apoyándose en unas «expectativas colectivas», en unas
creencias socialmente inculcadas” (Bourdieu, 1999, p. 173).