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1.

SEGUNDA EVALUACIÓN

B. EL SIGLO XIX ESPAÑOL

TEMA 5. La construcción del Estado Liberal (1833-1874)

5.1. Isabel II: las Regencias. Las guerras carlistas. Los grupos políticos, el Estatuto
Real de 1834 y la Constitución de 1837.

El reinado de Isabel II se divide en dos grandes etapas, las regencias (durante su minoría
de edad, 1833-1843) y el reinado efectivo (1843-1868), a lo largo de las cuales se instauró
el sistema liberal en España.

Las regencias (1833-1843)

Regencia de Mª Cristina de Borbón (1833-1840):

en un principio la regente mantuvo como jefe de Gobierno al moderado Cea Bermúdez,


que se limitó a realizar reformas técnicas (división provincial por Javier de Burgos, 1833).

Cuando estalló la guerra carlista Mª Cristina buscó el apoyo de los liberales nombrando
jefe de gobierno a Martínez de la Rosa que promulgó el Estatuto Real (1834) cuyo con-
servadurismo no satisfizo a los liberales y provocó la movilización de los progresistas en
plena guerra carlista.

Después de varios gobiernos fallidos, se produjo el pronunciamiento militar de la Gran-


ja (1836) que forzó a la regente a reinstaurar la Constitución de 1812 y nombrar presi-
dente al progresista José María Calatrava.

Su ministro de Hacienda, Mendizábal, promovió reformas que liquidaron el modelo eco-


nómico Antiguo Régimen (desamortización del clero regular y supresión de la mesta,
diezmo, señoríos y mayorazgos.).

En 1837 se aprobó una Constitución consensuada por progresistas y moderados con la


Corona.

En 1840 un nuevo Gobierno moderado trató de eliminar la elección democrática de los al-
caldes, provocando movilizaciones progresistas contra Mª Cristina, que cedió la regencia
a Espartero.
Regencia de Espartero (1840-1843): durante este período se aprobaron importantes me-
didas:
recorte de los fueros vasco-navarros1
, desamortización de los bienes del clero
secular y una ley librecambista en 1843 que provocó fuertes altercados en Barcelona y
una dura represión.
Esta decisión y el cierre de las Cortes, por las críticas a su política autoritaria, le privó
del apoyo de los progresistas.
Poco después los generales moderados O'Donnell y Narváez promovían un pronuncia-
miento militar. Finalmente, Espartero marchó al exilio y se anticipó la mayoría de edad
de Isabel II (tenía 13 años) iniciándose su reinado efectivo.

La Primera Guerra Carlista (1833–1839)


Causas de la Guerra
El carlismo tuvo su origen en el problema sucesorio de Fernando VII. Fernando VII,
que no tenía descendencia, abolió en 1830 la ley Sálica (Pragmática Sanción2) tras
quedar embarazada la reina Mª Cristina. Cuando nació Isabel, el hermano del rey y hasta
entonces heredero Carlos Mª Isidro, no reconoció sus derechos al trono y se exilió en
Portugal.
Dado que Carlos contaba con el apoyo de los absolutistas más radicales, Fernando VII
buscó un acercamiento al liberalismo moderado para garantizar los derechos de su hija.
En 1833 falleció el rey dejando a su hija Isabel, de tres años de edad, como heredera del
trono y a Mª Cristina como regente. A su vez, Carlos se autoproclamó rey con el nombre
de Carlos V en El manifiesto de Abrantes [Texto 1]. Poco después comenzaba la
guerra.
Bandos del conflicto:
a) Isabelinos: organizados en torno a la regente, Mª Cristina de Borbón, defendían un
liberalismo basado en la monarquía constitucional. Estuvieron apoyados por la alta
nobleza, la jerarquía eclesiástica, las clases urbanas, el Ejército, y las monarquías
constitucionales europeas Gran Bretaña, Francia y Portugal, (Cuádruple Alianza,
1834).y

1 Aprobación de la Ley Paccionada Navarra y supresión del Pase Foral vasco, que venían a establecer la supremacía
de las leyes nacionales respecto de las forales.
2 La Pragmática Sanción había sido aprobada por las Cortes en 1789 pero Carlos IV no llegó nunca a promulgar.
b) Carlistas: absolutistas cuyo lema “Dios, patria, Rey y fueros” expresaba su defen-
sa del Antiguo Régimen, es decir la monarquía absoluta de derecho divino, la so-
ciedad estamental y los derechos forales. Su mayor implantación fue en las provin-
cias vascas, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo. Estuvieron apoyados por la baja
nobleza rural, el bajo clero, militares reaccionarios y gran parte del campesinado y
fueron reconocidos por Rusia, Austria y Prusia.
Etapas del conflicto (1833-1839): [Mapa 1]
a) Ocupación de zonas rurales (1833-1835): control de las partidas3 carlistas de la
región vasconavarra (salvo las grandes ciudades) y de amplias áreas rurales de
Aragón, Cataluña y Valencia. El general Zumalacárregui organizó un fuerte ejérci-
to con las partidas vasconavarras, aunque fracasó en el sitio a Bilbao, en el que
murió.
b) Ofensivas carlistas (1835-1836): intento del carlismo de extender el conflicto al
resto de España mediante dos expediciones militares dirigidas por el general
Gómez y por el propio Carlos V, que estuvo a punto de entrar en Madrid. Fracasa-
ron por la falta de apoyo al carlismo en las ciudades. El general liberal Espartero
alcanzó gran prestigio tras levantar el segundo sitio carlista a Bilbao (batalla de
Luchana, 1836).
c) Fin de la guerra (1837-1839): los fracasos dividieron al carlismo facilitando que
Espartero firmase con el jefe carlista Maroto en 1839 el Convenio de Vergara
[Texto 2]. Este acuerdo buscó la reconciliación nacional: los carlistas aceptaron de-
poner las armas y reintegrarse en la vida civil; a cambio Espartero se comprometió
a evitar las represalias, pedir a la regente el mantenimiento de los fueros y la incor-
poración en el ejército nacional de los oficiales carlistas que lo deseasen, con su
grado.
Consecuencias de la Primera guerra carlista:
El triunfo liberal en la primera guerra carlista tuvo importantes consecuencias:
- Consolidación de Isabel II en el trono, asentando el liberalismo en España.
- Absorción de los recursos económicos generados por la desamortización de
Mendizábal, retrasando la industrialización del país.
- Aumento del protagonismo de los militares en la vida política.
- Pérdidas humanas y materiales propias de toda guerra.
A pesar de su derrota militar, el carlismo siguió contando con un fuerte apoyo entre sus
bases dando lugar a dos guerras más a lo largo del siglo XIX.

3 Partida: pequeño grupo de paisanos convertidos en guerrilleros sin un mando militar superior.
Grupos políticos y constituciones

Grupos políticos
- Liberales: durante la minoría de edad de Isabel se confirmó la división del liberalismo en
dos corrientes. Ambas corrientes defendían la monarquía constitucional frente al
absolutismo, pero los
progresistas apostaban por la soberanía nacional (limitación de los poderes del rey) y
amplios derechos individuales (incluyendo la libertad religiosa).

Por el contrario, los moderados defendían amplios poderes para la Corona (soberanía
compartida con las Cortes), derechos individuales limitados (sufragio censitario muy
restringido) y la confesionalidad del Estado.

Los principales apoyos del liberalismo fueron la alta nobleza, el Ejército y las clases
urbanas.
- Carlistas: absolutistas que defendían el Antiguo Régimen y los fueros. Su lema era
“Dios, patria, rey y fueros”. Estuvieron apoyados por la baja nobleza rural, el clero, los
campesinos de las provincias vascas, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo.

Constituciones
Durante la minoría de edad de Isabel se aprobaron dos constituciones, reflejo de la
inestabilidad política del momento.
a) Estatuto Real (1834) [Texto 3]: no era propiamente una constitución, sino una Car-
ta Otorgada4 de carácter muy conservador, pues reservaba gran poder a la Corona:
- Ausencia de reconocimiento de la soberanía nacional y los derechos individuales.
- Las Cortes eran bicamerales: Cámara de los Próceres (miembros designados por la
Corona) y de los Procuradores (elegidos por sufragio censitario muy restrictivo). No re-
dactaban leyes, simplemente solicitaban su elaboración a la Corona.
b) Constitución de 1837 [Texto 4]: de carácter moderado, fue acordada por progre-
sistas, moderados y la Corona, que renunció al absolutismo a cambio de obtener
más competencias que en la Constitución de 1812.
 Soberanía nacional.

4 Ley Fundamental del Estado que, a diferencia de una Constitución, no está elaborada por las Cortes, sino que es concedida graciosamente por el
Rey.
 Reconocimiento amplio de derechos individuales (expresión, imprenta, igualdad
jurídica, etc.), aunque sigue sin reconocerse la libertad religiosa y, además, el
Estado asume la financiación de la Iglesia.
 Poder ejecutivo: el rey renunciaba a gobernar indirectamente, pero nombraba y
cesaba al presidente del Consejo de ministros 5, y obtenía el derecho a convocar y
disolver el Parlamento y el derecho de veto6.
 Poder legislativo: el Parlamento era bicameral (Congreso, y Senado con capacidad
de bloqueo).
 Sufragio censitario. Los diputados eran elegidos por sufragio censitario directo y los
senadores mediante de sufragio censitario indirecto (senadores elegidos por el rey
entre una terna de aspirantes votados por los electores).
 Poder municipal: elección democrática de los alcaldes.

5.2. Isabel II: el reinado efectivo. Los grupos políticos y las constituciones.
Los 25 años de esta etapa (1843-1868) estuvieron marcados por el conservadurismo,
reflejado en la preferencia constante de Isabel II hacia los moderados (Narváez y Bravo
Murillo). En estas circunstancias, los progresistas solo podían alcanzar el poder mediante
un pronunciamiento militar7. Distinguimos las siguientes etapas:
a) Década Moderada (1844-1854): los Gobiernos de Narváez y Bravo Murillo des-
tacaron por su conservadurismo y afán centralizador:
- Constitución de 1845: de carácter conservador (soberanía compartida, etc.)
- Limitación de derechos individuales: varios derechos reconocidos en la
Constitución fueron limitados posteriormente mediante normas como la Ley
Electoral (redujo el derecho a voto al 1% de la población) o la Ley de Imprenta.
- Política centralizadora: unificación jurídica (Códigos Civil y Penal) y fiscal (Ley
Mon, que estableció dos tipos de impuestos: directos sobre los inmuebles y
actividades productivas, e indirectos o consumos), y centralización política
(designación de gobernadores provinciales y alcaldes por el Gobierno).
- Reforzamiento del orden público (fundación de la Guardia Civil, 1844).
- Recuperación del poder de la Iglesia con la firma del Concordato8 de 1851
[Texto 5], que reconciliaba a las autoridades liberales con la Iglesia tras las
desamortizaciones. A cambio de reconocer al régimen isabelino, la Iglesia obtenía

5 Nombre que recibe el presidente del gobierno en España hasta la dictadura de Franco.
6 Facultad que posibilita impedir la promulgación de una ley aprobada por el Parlamento.
7 Durante el reinado de Isabel II hubo casi 40 pronunciamientos.
8 Concordato: Tratado sobre asuntos eclesiásticos que un Gobierno estatal firma con la Santa Sede.
su financiación económica por el Estado y el reforzamiento de su influencia
(prohibición de otros cultos, control de la enseñanza, censura, etc.).

La política centralizadora de los moderados, que atentaba contra los fueros, y


el fracaso del proyecto de boda entre Isabel II y Carlos VI dieron lugar a la Segunda
Guerra Carlista (1846-1849). El Ejército isabelino se impuso sobre las partidas
carlistas, muy activas en Cataluña.

b) Bienio Progresista (1854-1856): el autoritarismo de Bravo Murillo, la crisis eco-


nómica y los escándalos financieros de la camarilla que rodeaba a Isabel II provoca-
ron en 1854 la Vicalvarada, un pronunciamiento militar protagonizado por los gene-
rales moderados O’Donnell y Serrano, contrarios a la deriva autoritaria del Gobierno.
Pese

a su fracaso inicial, O’Donnell consiguió el apoyo de progresistas y demócratas


con la promesa de amplias reformas, recogidas en el Manifiesto de Manzanares (redac-
tado por Cánovas del Castillo). La movilización militar y popular obligó finalmente a Is-
abel II a nombrar Jefe de Gobierno al progresista Espartero dando así comienzo el
Biaenio Progresista.

Durante este bienio se desarrollaron leyes de importante calado económico: desamor-


tización civil de Madoz, creación del Banco de España y ley General de Ferrocarriles.
Asimismo, se redactó una constitución, que el Parlamento no tuvo tiempo de aprobar
(Constitución non nata de 1856).

En 1856 la fortísima conflictividad social y la hostilidad de los moderados y del pro-


pio O´Donnell, desembocaron en el cese de Espartero por la reina.

c) Vuelta al moderantismo (1856-1868): el Partido Moderado (Narváez) y la Unión


Liberal (O’Donnell) se alternaron en el poder. Lo más destacado fue el crecimiento
económico, la política exterior colonialista (guerra de Marruecos, expediciones mili-
tares a México y Conchinchina), la ley de educación de Moyano y la estabilidad so-
cial.
El régimen entró en crisis desde 1866 por el descrédito de la reina, la muerte de
Narváez y O’Donnell, la crisis económica y el aumento de la conflictividad social
por el avance de demócratas y republicanos en las ciudades.
En 1866 los líderes progresistas (Prim), demócratas (Martos) y poco después unio-
nista (Serrano) firmaron el Pacto de Ostende para derrocar a los Borbones y esta-
blecer un sistema auténticamente democrático. Así, en 1868 triunfó la llamada Revo-
lución Gloriosa, iniciada en Cádiz con el pronunciamiento del general Prim y el almi-
rante Topete, que provocó el exilio de Isabel II en Francia y el inicio del Sexenio De-
mocrático.

Grupos políticos

Los partidos políticos decimonónicos eran agrupaciones de notables liderados por


militares (espadones). Su representatividad social era escasa, pues no necesitaban apoyo
popular al ser el sufragio censitario y estar el proceso electoral controlado por el Gobierno.
Este control, junto a la falta de neutralidad política de Isabel II (que siempre prefirió a los
moderados), provocaban que la única forma de acceder al poder fuese mediante un
pronunciamiento militar.
- Partido Progresista: propugnaba la soberanía nacional, amplios derechos
individuales y un sufragio censitario, pero extenso. Su principal figura fue el general
Espartero.
- Partido Moderado: defendía la soberanía compartida (rey y Cortes), amplios
poderes para el trono, derechos individuales limitados, un sufragio censitario muy
restringido y la confesionalidad del Estado. Su conservadurismo contó con el apoyo de
Isabel II, los terratenientes y la alta burguesía. Su principal líder fue el general Narváez.

En la segunda mitad del reinado de Isabel II surgieron dos nuevos partidos que, junto al
avance del republicanismo, hicieron más complejo el panorama político:

✔ Partido Demócrata: escisión del Partido Progresista que defendía el sufragio univer-

sal, la limitación del poder de la Corona, reformas sociales y la ampliación de dere-


chos individuales (libertad de cultos, derecho de asociación). Rivero fue el líder más
destacado.
✔ La Unión Liberal: ideológicamente situado entre progresistas y moderados. Sus líde-

res, los generales O`Donnell y Serrano procedían del partido moderado.

Constituciones
La Constitución de 1845 fue la única aprobada durante el reinado efectivo de Isabel II,
pues la redactada durante el Bienio Progresista no llegó a ser aprobada por la rapidez con
la que finalizó esta etapa (Constitución non nata de 1856).
Durante el reinado de Isabel II se aprobaron tres constituciones, reflejo de la inestabilidad
política del momento:
- Constitución de 1845 [Texto 6]: de carácter conservador, fue aprobada por iniciativa
de Narváez:
 Soberanía compartida (Corona y Cortes).
 Reconocimiento de derechos individuales (expresión, igualdad jurídica, etc.), que
podían limitarse mediante leyes aprobadas posteriormente.
 Confesionalidad católica del Estado.
 Corona: podía convocar y disolver el Parlamento, y vetar las leyes aprobadas.
 Poder legislativo: Cortes bicamerales divididas en Congreso (sufragio muy
restrictivo, de solo el 0,8% de la población) y Senado (senadores designados por la
Corona con carácter vitalicio).
 Centralización Política. El gobierno controla los municipios nombrando los alcaldes.

5.3. El Sexenio Revolucionario: la Constitución de 1869. Gobierno provisional,


reinado de Amadeo de Saboya y Primera República.

El Sexenio Revolucionario (1868-1874)


El Sexenio Democrático fue una etapa histórica caracterizada por la inestabilidad política
y la división entre los protagonistas de la Revolución Gloriosa (progresistas, unionistas y
demócratas).
Isabel II apenas contaba con apoyos tras 25 años de reinado por su política de exclusión
de los progresistas, la muerte de las dos principales figuras del moderantismo (O´Donnell
y Narváez), la crisis económica y la extensión de las ideas democráticas y el
republicanismo en las ciudades.
En este contexto, los partidos de la oposición (progresistas y demócratas) firmaron el
Pacto de Ostende [Texto 7] con el fin de derribar la monarquía borbónica y establecer un
régimen auténticamente democrático. Poco después el nuevo líder de la Unión Liberal, el
general Serrano se unía al movimiento antiisabelino, dejando a la reina aislada con el
único apoyo de los moderados.
Tras el fracaso de varias insurrecciones, en septiembre de 1868 se produjo en Cádiz el
pronunciamiento del Almirante Topete y de los generales Prim (progresista) y Serrano
(Unión Liberal). Los sublevados llamaron a la población a formar juntas locales contra el
Gobierno en el Manifiesto de España con honra [Texto 8], convirtiendo el golpe militar en
una revolución popular popularizada como La Revolución de Septiembre o La Gloriosa.
La derrota de las fuerzas gubernamentales en Alcolea (Córdoba) aseguró el triunfo
revolucionario y el exilio de Isabel II a Francia.
Los revolucionarios tenían como objetivo establecer un régimen auténticamente
democrático. Para ello se formó un Gobierno provisional que agrupaba a unionistas,
progresistas y demócratas presidido por Serrano, que convocó elecciones a Cortes
constituyentes mediante sufragio universal masculino.

La Constitución de 1869
El triunfo progresista en las elecciones a Cortes constituyentes [Gráfica 1
 ] determinó el carácter de la Constitución de 1869 [Texto 9], cuyas principales caracte-
rísticas son:
 Soberanía nacional.
 Amplios derechos individuales, incluyendo el derecho de asociación (reclamado por
los demócratas y el incipiente movimiento obrero) y la libertad de cultos.
 Monarquía parlamentaria como forma de gobierno. El rey mantuvo su poder modera-
dor (elección del presidente; convocatoria y disolución de las Cortes; derecho de veto).
 Cortes bicamerales, elegidas por sufragio universal masculino directo (Congreso) e
indirecto (Senado).
 Aconfesionalidad del Estado y libertad de cultos (aunque se mantuvo el sosteni-
miento estatal del clero).
 Democracia municipal, mediante elección democrática de alcaldes por los vecinos.

Gobierno provisional, reinado de Amadeo de Saboya y Primera República


El Sexenio Democrático se divide en tres etapas:
a) Gobierno Provisional (1868-1871): aprobada la Constitución, Serrano fue nom-
brado regente de forma provisional, hasta que el Gobierno, presidido por Prim, en-
contrase para el trono un miembro de una dinastía europea liberal, no Borbón y
aceptado por el resto de potencias [Imagen 1]. Tras arduas negociaciones el Parla-
mento ofreció la Corona a Amadeo de Saboya (dinastía reinante en Italia).
b) Reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873): Amadeo I trató de implantar un régi-
men monárquico plenamente democrático, pero encontró numerosos obstáculos:
- Asesinato de Prim, su principal valedor al ofrecérsele la Corona, días antes de la
llegada del Rey a Madrid.
- Rebelión independentista cubana: provocada por la negativa de los sectores con
intereses económicos en la isla a realizar reformas políticas (autonomía
administrativa) y abolir la esclavitud.
- Tercera Guerra Carlista: el pretendiente carlista, Carlos VII, aprovechó el amplio
rechazo al nuevo Rey para instigar una nueva insurrección, que controló amplias
áreas rurales de Cataluña, Valencia y la región vasco Navarra.
- Rechazo al nuevo Rey de sectores vinculados a Isabel II y los moderados:
monárquicos borbónicos (agrupados en torno a Cánovas del Castillo, fundador del
Partido Alfonsino), nobleza y la Iglesia (opuesta a los Saboya 9 y a la Constitución
por reconocer la libertad de cultos).
- Avance del republicanismo y el movimiento obrero: el Partido Demócrata se
disolvió dando lugar al Partido Republicano Federal por Pi y Margall, y los grupos
marxistas y anarquistas fundaron la Federación de la Región Española (FRE),
Sección Española de la AIT10.
Ante tantas dificultades y la falta de apoyos, Amadeo abdicó [Texto 10] y abandonó
España (febrero, 1873).
c) Primera República (1873-1874): Las Cortes proclamaron la República como solu-
ción de urgencia ante el vacío institucional provocado por la abdicación del Rey, eli-
giendo presidente a Figueras.
Los republicanos, que constituían un grupo político minoritario, sin experiencia de
gobierno y dividido (federalistas y unitarios), tuvieron que hacer frente a numerosos
problemas.
- Desmesuradas expectativas de las clases populares, que pretendían aprovechar
la oportunidad para llevar a cabo una revolución social (reparto de tierras a
campesinos, mejoras salariales y abolición de quintas y consumos).
- Desarrollo de dos guerras, una civil (tercera guerra carlista) y otra de
emancipación (Cuba).

9 La Santa Sede se enemistó con los Saboya por encabezar el proceso de unificación italiana, que incluyó la conquista de los Territorios Pontificios
(reducidos a la Ciudad de El Vaticano).
10 También conocida como Primera Internacional, la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores) fue fundada en Londres en 1864 con el objetivo
de coordinar los esfuerzos de los partidos obreros de cada Estado por liquidar el sistema capitalista y establecer una sociedad sin clases.
- Aislamiento internacional. La Primera República solo fue reconocida por EE.UU. y
Suiza.

Figueras convocó elecciones a Cortes Constituyentes, que eligieron presidente al


federalista Pi y Margall e iniciaron la redacción de una Constitución. El proyecto,
que convertía España en una república federal tuvo el rechazo de monárquicos,
republicanos unitarios y paradójicamente también de los sectores más radicales del
federalismo (intransigentes) que promovieron una insurrección conocida como
movimiento cantonalista. Los cantonalistas proponían una República federal
constituida de abajo a arriba a partir de la libre unión de cantones (municipios). La
revolución cantonalista, a la que se sumaron miembros de la AIT (Asociación
Internacional de Trabajadores), se extendió por numerosas poblaciones de Levante
y Andalucía, siendo rápidamente sofocada por el ejército, excepto en Cartagena.
Los acontecimientos cantonalistas provocaron la dimisión de Pi y Margall, el
descrédito del federalismo y el alejamiento de la burguesía del proyecto
republicano al asociarla al caos y a la revolución social. Tras Pi y Margall gobernó
durante unas semanas Nicolás Salmerón que dimitió, siendo nombrado el
moderado Emilio Castelar. Castelar dio un giro conservador a la República: reforzó
el poder ejecutivo y el ejército con el objetivo de acabar con el caos.
d) El final del Sexenio (1874) A pesar del moderantismo de Castelar el general Pavía
dio un golpe de Estado y disolvió el Parlamento. Poco después se formó un go-
bierno provisional presidido por el general Serrano que gobernó de forma dictatorial
en un intento de restablecer el orden (ocupó Cartagena, último foco cantonalista) y
conseguir el apoyo de la burguesía.
Mientras tanto Cánovas preparaba la Restauración de forma pacífica de la dinastía
borbónica en la persona de Alfonso XII, que tuvo lugar tras un golpe de Estado
perpetrado por el general Martínez Campos en Saguntohm (diciembre 1874).
2.1. Al-Ándalus: evolución política.
La evolución política de Al-Ándalus atravesó varias fases. En el Emirato dependiente (711-756) la
conquista musulmana de la península tras su victoria en Guadalete condujo a conflictos internos
por la distribución de tierras. En el Emirato de Córdoba (756-929), Abderramán I se autoproclamó
emir, marcando la independencia política aunque religiosamente sometido al califa de Bagdad. El
Califato (929-1031) proclamado por Abderramán III supuso la independencia política y religiosa. El
esplendor inicial fue seguido por una crisis y el fin del califato en 1031. Los primeros reinos de
taifas (1031-1086) surgieron con la división de Al-Ándalus en pequeños estados. Los Imperios
almorávide y almohade (1085-1195) influyeron en la formación de segundas y terceras taifas,
conquistadas por los cristianos en el siglo XIII tras la batalla de Navas de Tolosa. El Reino nazarí de
Granada, último reducto musulmán (siglo XIII-1492) se convirtió en un importante centro cultural y
artístico.

Rúbrica

Todos los periodos y fechas


Guadalete
Significado emirato independiente y califato
Navas de Tolosa

2.2. Al-Ándalus: economía, sociedad y cultura. El legado judío en la Península ibérica.


Al-Ándalus destacó por su próspera economía urbana y comercial, siendo Córdoba la mayor ciudad
europea de la época. La agricultura se benefició de sistemas de regadío y nuevos cultivos, mientras
que la artesanía de productos de lujo floreció en talleres de Toledo, Córdoba y Granada. El
comercio, basado en monedas como el dinar de oro, impulsó importaciones de productos de lujo y
exportaciones de manufacturas. La sociedad fue urbana y diversa, incluía musulmanes árabes,
bereberes y muladíes, junto con comunidades del libro como los mozárabes y judíos. La cultura
andalusí fue un centro importante para el conocimiento, destacando en filosofía, astronomía,
literatura y arte, especialmente la arquitectura con la mezquita de Córdoba y La Alhambra. Por
último, el legado judío en la península se manifestó en su prosperidad durante este período,
destacando figuras como Maimónides y su contribución intelectual y cultural.

Agricultura
Artesanía
Comercio
Sociedad
cultura
Legado judío

2.3. Los reinos cristianos: evolución de la conquista de la Península y organización política.


La conquista cristiana de la Península atravesó tres fases: formación y consolidación de reinos
cristianos (siglos VIII-X), con el surgimiento del reino astur en Covadonga (722) y su
transformación en el reino de León así como Navarra, Aragón y los Condados Catalanes; fin de la
hegemonía musulmana (siglos X-XIII), marcada por la ocupación de las taifas de Toledo por
Castilla y Zaragoza por Aragón y la resistencia de almorávides y almohades; y fin de la Reconquista
(siglo XIII-1492), con la expansión de Castilla, Aragón y Portugal, culminando en la toma de
Granada en 1492.

En cuanto a su organización política, los reinos cristianos tenían monarcas, asesorados por la curia
real, pero su autoridad estaba limitada por la nobleza, la Iglesia, las Cortes y los fueros de las
ciudades. Castilla era una monarquía centralizada, mientras que la corona de Aragón era una
confederación de reinos con una monarquía pactista, requiriendo la aprobación de las Cortes para
las decisiones del rey.

2.4. Modelos de repoblación. Organización estamental.

En el proceso de repoblación de las tierras reconquistadas, se identifican tres modelos: Presura


(norte del Duero y sur de los Pirineos): campesinos libres ocuparon la tierra, mientras la nobleza e
Iglesia establecieron señoríos. Concejos (del Duero al Tajo): ciudades fundadas con fueros que
otorgaban privilegios a los vecinos. Repartimientos (del Tajo al Guadalquivir; Bajo Aragón,
Levante): La corona compensó a nobles y órdenes militares con latifundios por su apoyo en la
Reconquista; en la corona de Aragón permanecieron numerosos mudéjares.

En cuanto a la organización estamental de la sociedad, se caracterizó por una división rígida en


estamentos (nobleza, clero, estado llano), con desigualdad jurídica a favor de nobleza y clero que
disfrutaban de privilegios. Además, existía un régimen señorial en el que los reyes otorgaban
latifundios a la nobleza a cambio de su apoyo militar y lealtad.

2.5. La Baja Edad Media en las Coronas de Castilla y de Aragón y en el Reino de Navarra.
La Baja Edad Media (siglos XIV-XV) estuvo marcada por crisis demográficas, económicas y políticas,
incluida la peste negra y revueltas sociales. En el Reino de Castilla, la unión con León, la expansión
por el Atlántico y guerras civiles, como la de Enrique de Trastámara contra Pedro I, caracterizaron
este periodo.

La Corona de Aragón, tras la conquista de territorios mediterráneos, enfrentó conflictos con


Francia y Castilla. El Compromiso de Caspe (1412) llevó a la dinastía castellana de Trastámara al
trono aragonés, marcando una etapa de conflictos sociales y guerras civiles.

En el Reino de Navarra, vinculado inicialmente a Francia, la unión con Castilla bajo Enrique IV
generó tensiones internas y guerras. La región experimentó conflictos sociales, dinásticos y
enfrentamientos contra Castilla.

Rubrica

Crisis
Reino castilla: resumen principales hechos
Corona Aragón: resumen principales hechos
Reina Navarra: resumen principales hechos

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