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TEMA 6 LA REVOLUCIÓN LIBERAL EN EL REINADO DE

ISABEL II (1833-1868)

Entre 1833 y 1868 se produjo el paso defnitivo del Antiguo Régimen a un estado liberal. El proceso
de consolidación del estado liberal fue complejo por las luchas entre los liberales y los absolutistas,
pero también entre los liberales moderados y los liberales más progresistas y radicales, que querían
modelos diferentes de revolución liberal burguesa y representaban intereses diferentes en todos los
campos: constitucional, económico, libertades, etc. Además, en este periodo, los militares intervinien
activamente en la vida política.

1.- LAS GUERRAS CARLISTAS Y LA CUESTIÓN FORAL


1.1. IDEARIO Y APOYOS SOCIALES
Cuando Fernando VII murió en septiembre de 1833 su hija primogénita fue proclamada reina, con el
nombre de Isabel II. Debido a la minoría de edad de Isabel fue nombrada regente su madre Mª
Cristina de Borbón que contó con el apoyo de los liberales. Los grupos favorables al absolutismo se
negaron a reconocer a Isabel como legítima sucesora a la Corona española y se sublevaron contra el
gobierno de María Cristina de Borbón. Los sublevados proclamaron rey al infante don Carlos María
Isidro (hermano de Fernando VII). Daba así comienzo un largo conficto bélico que estuvo presente a
lo largo del reinado de Isabel II y en todo el siglo XIX.
El enfrentamiento se produjo entre:
a) Carlistas (tradicionalistas, realistas o apostólicos)
Su lema era “Dios, patria, rey y fueros”. Defenden:
• La confesionalidad del Estado católico frente a los ataques liberales a la Iglesia y la
separación de la Iglesia y el Estado.
• El absolutismo, frente al principio de soberanía nacional, basado en su origen divino y
legitimista (sólo los varones podían reinar).
• Los fueros navarros y vascos frente al centralismo.
Socialmente eran apoyados por una parte del clero y de la baja nobleza rural, los mandos
intermedios del ejército y gran parte del campesinado.
Su área de infuencia fueron las zonas rurales de Navarra y el País Vasco, en Cataluña y en el
Maestrazgo (aragonés y valenciano).
b) Isabelinos (cristinos o liberales)
Ante el levantamiento carlista, la regente María Cristina, contó desde el principio con parte de los
absolutistas (alta nobleza, jerarquía eclesiástica…) que habían sido siempre feles a Fernando VII y
que se mantuvieron al lado de su hija. Aunque a los isabelinos se les identifcaba ideológicamente
con la causa liberal.
Geográfcamente encontraron su apoyo en las áreas urbanas y, en general, en el centro y sur del país.
Las bases sociales eran: alta nobleza, jerarquía eclesiástica, altos mandos militares, clases urbanas e
intelectuales.
Lo que empezó como un pleito dinástico se convirtió en una guerra civil que enfrentó a liberales y
absolutistas. La causa fundamental de la crisis bélica es el rechazo del sector absolutista -carlismo- a
las medidas políticas, sociales y económicas que supone la implantación del régimen liberal apoyado
por la Regente, basado en un Estado centralista.

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1.2. LA PRIMERA GUERRA CARLISTA
La guerra estalló en 1833, y fnalizó en 1840. Se desarrolló sobre todo en dos áreas: el territorio
vasco-navarro y el Maestrazgo, aunque afecta a todo el país. Las fases fueron:
1. - Etapa de iniciativa carlista (1833-35): el foco principal estuvo en el País Vasco y Navarra,
pero hubo otros en Aragón, Cataluña, Valencia y las dos Castillas. Los liberales frenan a los
carlistas en las ciudades: en una de ellas, Bilbao, murió el general carlista Zumalacárregui.
2. - Extensión del conficto (1835-37): se inician expediciones al sur del Ebro, donde se puso
de manifesto el escaso apoyo al carlismo, que no era capaz de cohesionar territorios,
fracasando en la toma de Madrid y Bilbao (defendida por el general Espartero).
3. - Victoria liberal: ante la imposible victoria, el carlismo se dividió en facciones: una
derecha intransigente, reacia a la rendición o pacto; y un sector moderado, que con Maroto a
la cabeza frmó la Paz o Convenio de Vergara (1839); mientras otro general, Cabrera,
continuó la Guerra en el Maestrazgo hasta 1840.
El fnal de la guerra signifcó el triunfo del liberalismo. Y lugares como Navarra y País Vasco, que
conservaban sus Fueros a pesar de los Decretos de Nueva Planta, sufrieron la restricción foral. A
pesar de su derrota militar, el carlismo siguió latente, y en algunos momentos de crisis volverá a
resurgir, dando lugar a dos guerras más.
1.3. LA SEGUNDA GUERRA CARLISTA (1846–1849)
También llamada guerra dels matiners (madrugadores), se desarrolló en zonas rurales de Cataluña y
tuvo como pretexto inmediato el fracaso en las negociaciones para casar a Carlos VI (hijo de Carlos
Mª Isidro) con Isabel II, lo que habría resuelto el pleito dinástico.
No tuvo ni el impacto ni la violencia de la primera. No fue un conficto convencional, se caracterizó
por la insurrección de partidas guerrilleras, especialmente en zonas rurales de Cataluña. El ejército
isabelino obtuvo fnalmente la victoria.
1.4. LA TERCERA GUERRA CARLISTA (1872–1876)
En esta ocasión, los carlistas se enfrentaron primero a un rey perteneciente a una nueva dinastía,
Amadeo I y después a la I República. Se desarrolló en Cataluña, Navarra y el País Vasco.
La restauración de los Borbones en el trono (1875) supuso el declive del carlismo, ya que la derecha
monárquica se aglutinó en torno a los descendientes de Isabel II. En febrero de 1876, el pretendiente
carlista (Carlos VII), cruzó la frontera en dirección a Francia.
1.5. LA CUESTIÓN FORAL
A sus reivindicaciones iniciales, los carlistas añadieron la defensa del mantenimiento de los fueros
del País Vasco y Navarra, así como su recuperación en Cataluña, Aragón y Valencia. La defensa de
la cuestión foral dio un gran apoyo popular al carlismo en dichas regiones.
En el Convenio de Vergara (1839) se incluía una ambigua promesa de mantenimiento de los
privilegios forales de vascos y navarros.
En 1841 se aprobaron varias leyes según las cuales Navarra perdía: sus aduanas, su exención militar
y sus instituciones. A cambio, los navarros consiguieron un sistema fscal muy benefcioso,
consistente en el pago de una contribución única anual (de reducida cuantía) a la Hacienda estatal.
En 1876, tras el fn de la tercera guerra carlista, las Cortes abolieron los fueros de las provincias
vascas aunque, en contrapartida, en 1878 se aprobaron los denominados conciertos económicos,
que resultaban ventajosos para la población vasca.

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2.- MINORÍA DE EDAD DE ISABEL II (1833-1843): LAS REGENCIAS
2.1. LOS PARTIDOS POLÍTICOS DE LA ESPAÑA ISABELINA
Las ideas liberales llegan al poder, pero divididas en dos corrientes:

- Moderados. Se apoyaban en los grandes terratenientes, nobles, funcionarios de prestigio, alto clero
y mandos militares, burguesía comercial y fnanciera. Anteponen la autoridad y el orden a la
participación de las masas en la política ya que consideran que esta debe quedar en manos de una
minoría ilustrada y propietaria. Defendían:
- El sufragio censitario muy restringido.
- La soberanía compartida entre el rey y las Cortes.
- Los intereses de las clases más altas.
- La política económica proteccionista.
- La confesionalidad del Estado.
- La limitación de los derechos individuales (prensa, opinión, reunión y asociación).
Sus representantes son Martínez de la Rosa y Narváez. Elaboran laConstitución de 1845.

- Progresistas. Tenían su base social en los sectores más dinámicos de la burguesía nacional y, en
general, en las clases populares urbanas (artesanos, comerciantes, profesiones liberales) y ofciales
del ejército. Eran partidarios de:
- La soberanía nacional y ampliación del sufragio. Defendían también el sufragio censitario,
pero eran partidarios de ampliar el cuerpo electoral.
- Limitar el poder de la Corona y su intervención en la vida política.
- La Milicia Nacional y dar más poder a los municipios (cargos elegidos por vecinos).
- La política librecambista.
- La libertad religiosa y derechos individuales más amplios.
Espartero, Mendizábal y Prim, son sus representantes. Elaboran la Constitución de 1837.
La lucha por el poder político entre moderados y progresistas, generará un clima de inestabilidad
política acentuada por el protagonismo de los militares en la vida política, que utilizaron el
pronunciamiento militar como forma habitual de llegar al poder, unas veces defendiendo posiciones
progresistas y otras moderadas.

2.2. LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1833-1840)


María Cristina de Borbón, se vio obligada a buscar el apoyo de los liberales para poder defender los
derechos al trono de su hija Isabel frente a los carlistas.
Durante su regencia se produjo una alternancia en el poder de moderados y progresistas.
Comenzó con un gobierno presidido por Cea Bermúdez, un monárquico reformista que sólo llevó a
cabo algunas reformas administrativas. La más importante fue la nueva división provincial del
territorio español (49 provincias) obra del ministro Javier de Burgos (1833), que se ha mantenido
hasta la actualidad, con ligeros cambios.
La guerra carlista y el descontento de los liberales, obligaron a la regente a ampliar las concesiones a
los liberales como única forma de tener los apoyos sufcientes para vencer al carlismo. Nombra Jefe
de Gobierno al moderado Martínez de la Rosa, con el que se inicia el tránsito desde el absolutismo
hacia un liberalismo muy moderado.
Se emprenden una serie de reformas entre las que destaca la promulgación del ESTATUTO REAL DE
1834, que no era realmente una Constitución sino una carta otorgada, es decir una concesión de la
Corona a sus súbditos, de carácter muy conservador.

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Del Estatuto Real cabe destacar:
• No hay soberanía nacional, es el rey quien concede el Estatuto.
• Las Cortes son bicamerales, compuestas por:
◦ Estamento de Procuradores, cuyos representantes eran elegidos mediante sufragio
censitario muy restringido, entre los que tenían altas rentas (0,15 % de la población)
◦ Estamento de Próceres designados por la Corona, con carácter vitalicio, formado por
miembros de la nobleza, alto clero…
• No hay separación de poderes. Las Cortes votaban los impuestos, pero no podían iniciar
ninguna actividad legislativa sin la aprobación real.
• No reconocía derechos individuales.
Generó la división entre los liberales conformes con él (moderados) y los que no lo estaban
(exaltados, o progresistas), porque pretendían imponer la Constitución de 1812.
Los liberales progresistas se movilizaron contra el Estatuto Real, q u e consideraban claramente
insufciente. Ante los desórdenes urbanos y la formación de juntas revolucionarias, junto al temor a
quedarse sin su apoyo, Mª Cristina nombró Jefe de Gobierno al progresista Juan Álvarez Mendizábal.
Su programa ponía todos los esfuerzos en ganar y fnalizar la guerra carlista, para lo cual profundizó
en las reformas liberales: impulsó la Ley de Desamortización y la reforma del ejército.

- LA DESAMORTIZACIÓN ECLESIÁSTICA DE MENDIZÁBAL (1836) Se nacionalizaron y pusieron en


venta bienes pertenecientes a conventos y monasterios (excepto los dedicados a la enseñanza y a la
asistencia hospitalaria), con el fn de sanear la Hacienda pública y costear la guerra contra los
carlistas, así como de crear una capa social de nuevos propietarios rurales comprometidos con la
causa liberal. Este objetivo no se consiguió porque las tierras fueron sacadas a subasta pública y
adquiridas por la aristocracia latifundista y la burguesía urbana, que eran los que tenían dinero para
comprarlas. Los campesinos salieron perjudicados y el conficto con la Iglesia se reactivó.
Estas medidas provocaron el descontento de la Iglesia y del ejército, por lo que Mª Cristina sustituyó
a Mendizábal por el moderado Istúriz.
La oposición de los progresistas a las medidas de Istúriz dio lugar a una extensa protesta que culminó
con un pronunciamiento militar progresista, organizado por subofciales del ejército y conocido
como el Motín de los Sargentos de la Granja (agosto de 1836). Esto obligó a Mª Cristina a restablecer
la Constitución de 1812 y a designar como jefe de gobierno al liberal progresista Calatrava, que
nombró a Mendizábal ministro de Hacienda. Con ellos se inicia realmente la revolución liberal. El
gobierno de Calatrava convocó elecciones a Cortes para elaborar una nueva Constitución.
- LA CONSTITUCIÓN DE 1837 se presenta como una revisión de la de Cádiz, de clara inspiración
progresista, aunque mucho más corta y con concesiones a los moderados. Con ella se implanta
defnitivamente el régimen constitucional en España. La Corona renunció defnitivamente al
absolutismo y, a cambio, se le reconocieron facultades más amplias que en la Constitución de 1812.
De su contenido destaca:
• La proclamación de la soberanía nacional.
• El reforzamiento del poder de la Corona que tiene capacidad legislativa, derecho a convocar
y disolver las Cortes y derecho a vetar las leyes aprobadas; además de ejercer, a través de su
jefe de gobierno, el poder ejecutivo.
• El poder legislativo recae en la Corona junto con las Cortes bicamerales: Congreso de
Diputados, elegido por sufragio censitario, y Senado que combina la elección con el
nombramiento del rey.
• Se reconocen derechos: libertad de imprenta y de expresión, la igualdad jurídica...
• Los ayuntamientos son de nuevo elegidos por los vecinos.

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• Se vuelve a establecer la Milicia Nacional o cuerpo de voluntarios defensores del liberalismo
que dependen de los ayuntamientos.
• El Estado deja de ser confesional, pero como la desamortización y la supresión del diezmo
habían dejado al clero sin su fuente de recursos tradicionales, la Constitución recogió el
compromiso de fnanciar el culto y el clero de la religión católica.
Además de la Constitución, este gobierno progresista llevó a cabo una serie de reformas:
– Supresión del régimen señorial, los mayorazgos y el diezmo. Se pretendía convertir la
propiedad vinculada del Antiguo Régimen en propiedad libre que podría venderse.
– Aprobación de medidas encaminadas al libre funcionamiento del mercado para completar la
liberalización de la economía: la supresión de la Mesta, abolición de los privilegios
gremiales, de las aduanas interiores, etc.
– Ley electoral que ampliaba ligeramente el derecho a voto, aunque siguió siendo censitario y
muy reducido (2% de la población).
Sin embargo, la regente desaprobaba las reformas y tras la aprobación de la Constitución, cesó a
Calatrava. Desde fnales de 1837 a 1840 se sucedieron varios gobiernos moderados, que contaron
con el apoyo decidido de la Corona.
La situación política se fue deteriorando y en 1840 los moderados trataron de aprobar una nueva Ley
de Ayuntamientos, que suprimía el derecho de los ciudadanos a elegir a sus alcaldes, que pasaban a
ser de nombramiento gubernativo. Frente a este proyecto de ley, estallaron motines y levantamientos
populares en las principales ciudades. María Cristina renuncia a la regencia y se exilia a Francia.
Isabel II permaneció en España.

2.3. LA REGENCIA DE ESPARTERO (1840-1843)


Baldomero Espartero era un militar progresista que gozaba de una gran popularidad gracias a sus
triunfos en la guerra carlista. Pero su forma de gobernar muy autoritaria y personalista, apoyándose
sólo en su grupo de colaboradores y sin contar con las Cortes, le va a enemistar con gran parte de su
propio partido.
En su corta regencia se continuó con la desamortización de los bienes eclesiásticos, interrumpida por
los moderados. Se aprobó la Ley de modifcación de fueros (1841) por la que Navarra dejaba de ser
un reino y se convertía en una provincia poniendo fn a sus instituciones y exención militar, pero
manteniendo un sistema fscal distinto.
Se adoptaron medidas de carácter librecambista (la aprobación de un arancel que abría el mercado
español a los textiles de algodón ingleses) que le enfrentaron a los industriales y trabajadores textiles
catalanes. Los desórdenes y las protestas se generalizan y Espartero no duda en bombardear
Barcelona en 1842.
Estos sucesos provocan la pérdida del apoyo de los progresistas y el triunfo del levantamiento del
general moderado Narváez, que derrota a las tropas gubernamentales. Espartero se exilia a Londres,
no regresando a España hasta 1849.
Con la marcha de Espartero, la regencia quedaba vacante. Moderados y progresistas se pusieron de
acuerdo en adelantar la mayoría de edad de Isabel II.

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3.- EL REINADO DE ISABEL II (1843-1868)
3.1. LA DÉCADA MODERADA (1844-1854)
Una vez lograda la paz, con los gobiernos moderados comienza un proceso de construcción de la
nueva administración y de su estructura institucional, en el que impusieron su visión doctrinaria.
El protagonista del periodo es el general Narváez, que contribuirá al robustecimiento del poder real,
a la centralización política y a la monopolización del poder gracias a un sistema electoral restringido.
Las bases del nuevo sistema se recogen en la CONSTITUCIÓN DE 1845, que suprimía los aspectos
progresistas de la Constitución de 1837. Sus principales novedades son:
• La soberanía no es nacional, sino compartida entre la Corona y las Cortes, con el
consiguiente aumento de los poderes de la Corona y la pérdida de autonomía de las Cortes.
• El poder legislativo es compartido por la Corona y las Cortes, que son bicamerales, formadas
por el Congreso que es elegido por sufragio censitario muy restringido (menos del 1 % de la
población) y el Senado que se compone de miembros vitalicios elegidos por la Corona. La
reina puede convocarlas, disolverlas y tiene derecho a vetar las leyes.
• Reconocimiento de derechos individuales, pero con la limitación de su ejercicio mediante
leyes ordinarias posteriores.
• Se vuelve al estado confesional donde la religión católica es la ofcial y única permitida.
• Se suprime la Milicia Nacional.
Además de la Constitución, se elaboraron otras muchas leyes dirigidas a reorganizar el Estado, el
objetivo es el centralismo, la uniformidad y el orden público:
- En 1844 se creó la Guardia Civil, un cuerpo armado con fnalidad civil y estructura militar
encargado de mantener del orden público, las propiedades y la seguridad en el medio rural.
- Servicio Militar obligatorio a través de un sistema de quintas por sorteo. Aunque, a cambio de un
pago, un joven podía comprar un sustituto y liberarse del servicio militar.
- Unifcación jurídica. Se aprobó un nuevo Código Penal y quedó pendiente de su aprobación el
Código Civil, que unifcaban la legislación en todo el país.
- Reforma fscal de Alejandro Mon. Se implantó un sistema único de impuestos en el que nadie
estaba exento, basado en unos impuestos directos sobre las propiedades agrarias, las actividades
industriales y comerciales, y unos indirectos (conocidos como consumos) que gravaban productos de
primera necesidad. Este impuesto perjudicaba a las clases populares.
- Se restablecen las relaciones con la Iglesia, q u e se habían deteriorado a causa de las
desamortizaciones, mediante la frma del Concordato de 1851. El Estado se compromete a hacerse
cargo de los gastos del culto y del clero católico, se reconoce el catolicismo como religión ofcial del
país y se concede a la Iglesia amplias competencias en materia de educación, asegurando su
infuencia social, además de suspender la venta de los bienes eclesiásticos desamortizados y el
retorno de los no vendidos.
- Política de obras públicas. El objetivo era facilitar el desarrollo industrial y urbano con la
reparación de los antiguos caminos y la construcción de nuevas comunicaciones e infraestructuras.
Podemos destacar la Ley de Puertos y el Canal de Isabel II que abastecía de agua a Madrid.
- Centralización de la Administración provincial y local. Se creó el cargo de Gobernador Civil. Los
alcaldes de las ciudades eran nombrados por el gobierno y el resto por los gobernadores civiles. La
administración provincial y local quedaba bajo el control del gobierno, con una estructura de poder
centralizada y jerarquizada que permitió controlar el proceso electoral.
Estas medidas centralizadoras, que atentaban contra los privilegios forales, así como el fracaso en las
negociaciones para casar a Carlos VI (hijo de Carlos Mª Isidro) con Isabel II, dieron lugar a la
Segunda guerra carlista (1846-49).

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Los gobiernos moderados no consiguieron dar estabilidad política al Estado y se fueron
desprestigiando. Se fueron confgurando opciones políticas más radicales, que recogían las
aspiraciones populares. En 1849, los miembros más radicales del partido progresista se escindieron
formando el Partido Demócrata que defendía, entre otras cosas, la soberanía nacional y el sufragio
universal. Se organizó también el Partido Republicano de ideología federalista y socialista.
El autoritarismo cada vez mayor de los moderados y los escándalos de corrupción relacionados con
miembros del gobierno y la familia real, propiciaron un creciente descontento que culminó con un
nuevo pronunciamiento que dará inicio al llamado Bienio Progresista.

3.2. EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856)


Con el pretexto de la inestabilidad política y de las continuas disputas entre los moderados, un grupo
de militares se pronunció el 28 de junio de 1854, bajo el mando de los generales Dulce y O’Donnell.
Aunque iniciado en Madrid, fue en Vicálvaro donde tuvo lugar un enfrentamiento militar, de ahí el
nombre de Vicalvarada con que se conoce este pronunciamiento.
El resultado de la sublevación fue indeciso y O’Donnell, al no encontrar el apoyo esperado en
Madrid, se retiró hacia el sur. En Manzanares, los sublevados publicaron un manifesto, en el que se
pedía una regeneración liberal con un régimen representativo, mejoras en las leyes, reducción de
impuestos, la restauración de la Milicia Nacional, convocatoria de Cortes Constituyentes…
El Manifesto de Manzanares, le valió para conseguir un amplio respaldo popular y animó a otros
generales a unirse a la rebelión. Finalmente el golpe triunfó y con él se inicia un gobierno progresista
presidido por Espartero, con O’Donnell como ministro de la Guerra.
El nuevo gobierno restableció provisionalmente la Constitución de 1837. Unas Cortes constituyentes
redactaron una constitución progresista, pero no hubo tiempo de aprobarla antes del fn del bienio,
fue la Constitución “non nata” de 1856.
S e aprobaron además, importantes leyes económicas en defensa de los intereses de la burguesía
urbana y de las clases medias, para impulsar el desarrollo económico y la industrialización del país:
- LA DESAMORTIZACIÓN CIVIL DE MADOZ (1855 ). Vino a completar la de Mendizábal y afectó a
todos los bienes de manos muertas, es decir, tanto a los eclesiásticos como a las tierras
municipales,los bienes de propios y comunes. Su fnalidad era reducir la deuda del Estado y fnanciar
las inversiones públicas (especialmente el ferrocarril). La venta de los bienes municipales supuso
privar a los ayuntamientos de recursos y a los campesinos de las tierras y del uso colectivo de esos
bienes. Fueron comprados por latifundistas y burguesía urbana.
- La Ley General de Ferrocarriles (1855). El Estado se convertía en el principal propulsor de la
construcción ferroviaria; se construyeron 5.000 kms. Se ofrecieron incentivos a las empresas que
intervinieran, se facilitó la inversión de capital extranjero y la constitución de compañías ferroviarias.
- Ley de Bancos y Sociedades de Crédito (1856), fundamental para organizar un sistema bancario
moderno y canalizar las grandes inversiones de capital extranjero. Se crea el Banco de España, único
con capacidad para emitir moneda. Surgen también bancos privados.
En 1856 la situación era muy difícil para el gobierno de Espartero por:
- La confictividad social generada por la epidemia de cólera, las malas cosechas y los altos
precios del trigo que provocaron revueltas populares contra los consumos, las quintas, etc., dando
lugar a levantamientos campesinos y huelgas obreras.
- Las discrepancias dentro de la coalición gobernante. Se ahondaron las diferencias entre
Espartero y O’Donnell, quien fundó la Unión Liberal (1856), que ideológicamente se situaba en el
centro, entre los dos partidos liberales tradicionales (moderados y progresistas).
La reina encargó formar gobierno a O´Donnell (1856), que desplaza del poder al general Espartero y
prescinde de los progresistas, asumiendo la presidencia del gobierno con el respaldo de su nuevo
partido, la Unión Liberal. Fue el fn del Bienio Progresista.

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3.3. LA ALTERNANCIA DE MODERADOS Y UNIÓN LIBERAL (1856-1868)
Este periodo se caracterizó por la alternancia en el poder del partido moderado de Narváez y la
Unión Liberal de O’Donnell. Este reparto del poder dejaba fuera del juego político a los progresistas
y al Partido Demócrata, lo que provocó su descontento y oposición.
- El primer gobierno de O’Donnell se caracterizó por el retorno a las instituciones de la Década
Moderada. Se suprimió Milicia Nacional y se reimplantó la Constitución de 1845. La promesa de
proseguir la desamortización y la oposición de los moderados provocó su sustitución por Narváez.
- El gobierno moderado de Narváez (1857-1858) supuso el completo restablecimiento del régimen
moderado de 1845. Se llevó a cabo la reforma en Educación (Ley de Moyano), que regulaba el
sistema educativo (primaria, segunda enseñanza y enseñanza superior) y su fnanciación.
- El gobierno largo de O´Donnell (1858-1863) fue el periodo de mayor estabilidad política y
desarrollo económico. Periodo de convivencia pacífca y de prosperidad económica en el interior, y
a una política de prestigio en el exterior.
En política interior impulsó el desarrollo del ferrocarril y de las obras públicas con la construcción de
carreteras, ampliación del telégrafo y el correo y la mejora de la marina mercante y de guerra.
En política exterior destaca la guerra contra Marruecos por sus ataques a Ceuta. Además, se intentó
recuperar Santo Domingo, se intervino en México y se mantuvieron pequeñas operaciones contra
Perú, Ecuador y Chile. También se intervino en la Cochinchina en defensa de los misioneros. Esta
amplia actividad bélica no se tradujo en resultados prácticos para el país.
La Unión Liberal no fue capaz de mantener la paz y la estabilidad social. La oposición de los
moderados y de la reina fuerzan la dimisión de O’Donnell y dan de nuevo el poder a los moderados.
- Entre 1863 y 1868 se sucedieron gobiernos moderados y unionistas, pero ninguno de ellos fueron
capaces de solucionar los problemas de España. La inestabilidad política y la deriva autoritaria de los
gobiernos caracterizaron una etapa en la que la bonanza económica llegó a su fn.
En 1863, asumió de nuevo el poder Narváez, que impuso una línea dura y autoritaria, como se puso
de manifesto en la represión de la Noche de San Daniel, motivada por las protestas de estudiantes
en Madrid. La oposición al régimen se acentuó.
En 1865 la reina llamó otra vez a O’Donnell para que formara gobierno. Ante la imposibilidad de
gobernar por medios legales, ya que la reina sólo admite gobiernos moderados, los progresistas, con
el apoyo de los demócratas, se plantean el acceso al poder por la vía del pronunciamiento. En este
contexto tuvo lugar la Sublevación de los Sargentos del Cuartel de San Gil (1866). La sublevación
fracasó y la represión fue muy dura (fueron fusilados los sublevados), se cerraron periódicos y se
desterró a progresistas y demócratas, lo que desacreditó más al gobierno.
Todo esto ocurría, además, en una etapa de crisis económica (crisis bursátil tras la quiebra de varias
compañías ferroviarias y alza de precios de los productos de primera necesidad) que afectó tanto a
las clases burguesas como a las clases populares. El descontento popular lleva a una crisis social, las
revueltas en las ciudades y en el campo son duramente sofocadas.
Esta situación culmina cuando el partido progresista y el partido demócrata (que había surgido tras
la escisión del ala izquierda de los progresistas) frman en Bélgica el Pacto de Ostende, en 1866, en
el que se acuerda el derrocamiento de Isabel II y el régimen moderado. Se sumarán al pacto los
unionistas, liderados por Serrano tras la muerte de O´Donnell.
La revolución de septiembre de 1868, llamada la Gloriosa, se inició en Cádiz con el
pronunciamiento del almirante Topete que, junto con Prim y Serrano, lanzaron el manifesto “Viva
España con honra”. En Alcolea (Córdoba) las tropas isabelinas fueron derrotadas y muchos de sus
soldados se unieron a los revolucionarios. Isabel II, que se encontraba de veraneo en San Sebastián,
se vio obligada a marchar a Francia el 30 de septiembre de 1868, sin renunciar a la corona.

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