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BLOQUE 6.

LA CONFLICTIVA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833- 1868)

6.1. El reinado de Isabel II (1833-1868): la primera guerra carlista. Evolución política, partidos y conflictos. El
Estatuto Real de 1834 y las Constituciones de 1837 y 1845.
El inicio del reinado de Isabel II se caracterizó por el enfrentamiento entre los defensores del régimen absolutista y
los que querían establecer un sistema liberal. El detonante fue el problema sucesorio que se planteó, a la muerte de
Fernando VII en 1833, entre los partidarios de su hija Isabel, conocidos como isabelinos, y los de su hermano Carlos
María Isidro, denominados carlistas. El conflicto dio lugar a las guerras carlistas que se prolongaron a lo largo del
siglo XIX. Sin embargo, lo que se inició como un problema dinástico se fue convirtiendo en un enfrentamiento
ideológico entre liberales y absolutistas, que se agruparon en uno u otro bando. Los absolutistas más radicales
apoyaban las viejas tradiciones encarnadas por Carlos, el hermano del rey. Por su parte, a los isabelinos no les quedó
más remedio que hacer concesiones a los liberales para conseguir apoyos. Así se fue construyendo y consolidando
un Estado Liberal durante el reinado de Isabel II.

1.-El carlismo
El carlismo apoyaba las pretensiones de Carlos María Isidro al trono español, quien se amparaba en la Ley Sálica.
Pero más allá de la mera cuestión dinástica, el carlismo defendía a ultranza el mantenimiento de las viejas
tradiciones del Antiguo Régimen, en abierta oposición a los liberales.
El ideario del carlismo se basa en los siguientes principios:
-Monarquía absoluta de origen divino y legitimista.
- Mantenimiento de la sociedad estamental y de los privilegios estamentales.
-Defensa de la religión y de la influencia social de la Iglesia.
-Mantenimiento de los fueros frente a las pretensiones liberales de uniformidad política y jurídica.
El carlismo tuvo una gran implantación en las áreas rurales del País Vasco, Navarra, Cataluña y la comarca del
Maestrazgo (en Castellón). Contaba con el apoyo de la nobleza rural; el clero, que percibía el liberalismo como el
gran enemigo de la religión y la Iglesia, y el pequeño campesinado, que veía amenazadas sus tradiciones y su
situación económica por las reformas liberales.
En cambio, los isabelinos contaron con el apoyo de los medios urbanos, la burguesía y amplios sectores de la
nobleza. Los liberales vieron en el apoyo a la reina Isabel el medio para alcanzar sus objetivos y construir un sistema
liberal en España.
A las guerras que enfrentaron a carlistas e isabelinos se las conoce como guerras carlistas. El conflicto se desarrolló a
lo largo del siglo XIX, dando lugar a tres guerras (la primera guerra carlista entre 1833- 1840; la segunda guerra
carlista entre 1846-49 y la tercera guerra carlista entre 1872-76) en las que Carlos María Isidro y sus descendientes
reclamaron su derecho al trono.
2.- La primera guerra carlista (1833-1840)
Fue el conflicto más decisivo entre isabelinos y carlistas:
El conflicto tuvo como principales escenarios País Vasco, Navarra, el interior de Cataluña y El Maestrazgo, territorios
controlados por las fuerzas carlistas al frente de las cuales destacaron los generales Zumalacárregui, Maroto y
Cabrera. Los carlistas trataron de extender el conflicto a otros territorios españoles sin éxito y conquistar Bilbao,
asedio en el que murió Zumalacárregui (1835) y que concluyó tras la victoria de las fuerzas isabelinas lideradas por el
general Espartero en la batalla de Luchana (1836). Estos fracasos carlistas provocaron una división entre sus mandos
en dos tendencias: los transaccionistas, partidarios de pactar una paz honrosa, y los intransigentes, que deseaban
continuar la guerra. La guerra concluyó con la derrota carlista y la capitulación del general carlista Maroto, líder de
los transaccionistas, que llegó a un acuerdo con Espartero y firmó el Convenio de Vergara (conocido también como
el Abrazo de Vergara) (1839). No obstante, el general Cabrera resistió en el Maestrazgo durante un año más.
Durante la guerra ambos bandos contaron con apoyo internacional:
-Los carlistas tuvieron el apoyo de Austria, Rusia y Prusia.
-Los liberales eran apoyados por Inglaterra, Francia y Portugal.
La guerra provocó una fractura social y considerables pérdidas humanas y materiales, sobre todo en el País Vasco y
Navarra. Los gastos de la guerra fueron muy cuantiosos y los gobiernos liberales isabelinos recurrieron a la
desamortización de bienes eclesiásticos para conseguir ingresos.
El Convenio de Vergara, suscrito entre Espartero y Maroto, buscaba la reconciliación entre ambos bandos y
reintegrar a los carlistas en el Régimen Isabelino. Se reconoció el grado de los militares carlistas y se prometió
mantener algunos derechos forales aunque los liberales eran contrarios a los privilegios territoriales y defendían un
Estado fuerte y centralizado. En 1876 tras el fin de la tercera guerra carlista se abolieron los fueros de las provincias
vascas aunque, en contrapartida, en 1878 se aprobaron conciertos económicos para el País Vasco y Navarra.

3.- Evolución política del reinado de Isabel II (1833-1868)


La primera guerra carlista condicionó el reinado de Isabel II ya que su madre María Cristina de Borbón, convertida
en regente, tuvo que buscar el apoyo de los liberales para que su hija se consolidara en el trono, por lo que
progresivamente se fue pasando de un régimen absolutista a un régimen liberal y parlamentario. No obstante, el
reinado estuvo caracterizado por la inestabilidad política con cambios de gobierno continuos y la sucesión de
procesos constitucionales (durante el reinado estuvieron vigentes tres constituciones distintas: el Estatuto Real de
1834; la progresista de 1837 y la moderada de 1845, aparte de un proyecto constitucional progresista en 1856)
formulados en función de las tendencias políticas del gobierno en el poder. Además, el protagonismo político de los
militares se convirtió en una constante a lo largo de todo el reinado. Los militares jugaron un papel clave tanto en la
defensa del régimen isabelino como en el arbitraje de la vida política dado que fundaron o lideraron los principales
partidos políticos y recurrieron frecuentemente a los pronunciamientos o levantamientos militares para forzar los
cambios políticos.

Etapas del reinado


1. Regencia de María Cristina de Borbón (1833-1840)
Cuando falleció Fernando VII, su hija Isabel sólo tenía tres años por lo que su madre, María Cristina, se convirtió en
regente. En un principio se mantendrá el régimen absolutista aunque con un carácter más tolerante y nombrará
como Jefe de gobierno a Cea Bermúdez cuyo ministro Javier de Burgos llevará a cabo la actual división provincial de
España. Sin embargo, el inicio del conflicto carlista obligará a la regente a iniciar una tibia apertura del régimen. Para
dirigir esta apertura nombra como nuevo Jefe de gobierno a Martínez de la Rosa (1834-1835), un liberal moderado
que llevará a cabo una reforma del sistema para convertir la monarquía absoluta en una monarquía parlamentaria
moderada. Con ese fin, se promulgó el Estatuto Real, en 1834.

Características del Estatuto Real de 1834:


- No es propiamente una constitución sino más bien una carta otorgada (es una concesión de María Cristina y no
fruto de la voluntad soberana de la nación).
- La reina, mantiene los poderes fundamentales: el ejecutivo, el legislativo y tiene la capacidad de suspender las
Cortes.
- Las Cortes tenían una función más consultiva que legislativa. Eran bicamerales con un Estamento de Próceres
(Senado), designado por el rey y un Estamento de Procuradores elegidos mediante un sistema de sufragio censitario
muy restringido (tanto para votar como para poder ser elegido, se debía tener un alto nivel de renta por lo que el
número de electores se reducía a menos de un 1% de la población)
El Estatuto no dio satisfacción a las aspiraciones de los liberales más progresistas, que deseaban restaurar la
Constitución de 1812. Las protestas obligaron a la Regente a cambiar de Jefe de gobierno nombrando a Juan Álvarez
Mendizábal (1835-1836), un liberal progresista.
Su intención de anular el Estatuto Real y establecer una constitución progresista hace que María Cristina lo
destituya y esto provoca el Motín de la Granja de San Ildefonso (1936). Los progresistas se hacen de nuevo con el
poder y obligan a la Regente a promulgar una nueva constitución, de carácter progresista.

Características de la Constitución de 1837


- Se restablece el principio de Soberanía Nacional.
- División de poderes.
- Se limita el poder del rey aunque mantiene el poder ejecutivo y comparte el poder legislativo con las Cortes.
- Las Cortes recuperan el papel legislativo aunque serán bicamerales con un Senado, elegido por el rey y un Congreso
de Diputados elegidos por sufragio censitario o restringido según el nivel de renta, aunque esta se reduce por lo que
los electores aumentan al 5% de la población.
- Se reconocen los derechos individuales.
Durante este gobierno se llevó a cabo también la Desamortización de Mendizábal.
Tras la promulgación de la Constitución de 1837 María Cristina nombró un gobierno moderado que duró hasta 1840,
momento en el que la situación se deterioró al aprobar este una nueva Ley de Ayuntamientos que establecía que los
alcaldes eran elegidos por el gobierno y no por los vecinos. Como respuesta, se produjeron altercados liderados por
los progresistas y María Cristina renunció a su cargo, nombrando a Espartero como presidente de gobierno.
2. La regencia del general Espartero (1840-1843)
El general Baldomero Espartero se convirtió en el nuevo regente al conseguir el apoyo de los liberales progresistas y
por el prestigio ganado en las guerras carlistas. Con él se inicia el protagonismo de los militares o “espadones” en el
gobierno. Durante su regencia se fue consolidando el régimen liberal, sin embargo, su gobierno acabó
convirtiéndose en autoritario y personalista, repartiendo cargos entre sus amigos y beneficiándose económicamente
de su posición. Los moderados conspiraron contra Espartero y su popularidad fue disminuyendo hasta que el general
Narváez encabezó una sublevación (Pronunciamiento de Torrejón de Ardoz, 1843), que obligó a Espartero a exiliarse
en Inglaterra.

3. El reinado efectivo de Isabel II (1843-1868)


Tras la caída de Espartero y para hacer frente a la inestabilidad política se nombró a Isabel II como mayor de edad
(pese a tener trece años).

A) Los partidos políticos:


El reinado efectivo de Isabel II se caracterizó por la alternancia de los partidos políticos en el poder, especialmente
de los moderados y los progresistas, los dos más importantes. Los partidos políticos eran más que partidos de masas,
agrupaciones de notables, encabezadas por militares.
a) Los moderados. Eran partidarios de una soberanía compartida entre el rey y las cortes, dejando al rey amplios
poderes, un sufragio muy restringido, la confesionalidad del Estado y la limitación de los derechos individuales. Sus
apoyos políticos procedían de los grandes terratenientes y de la alta burguesía y su líder más significativo fue el
general Narváez.
b) Los progresistas. Defendían el principio de soberanía nacional y una monarquía con poderes limitados para el
rey, así como un sufragio menos restrictivo, la libertad religiosa y derechos individuales más amplios. Su base social
era la mediana burguesía y las clases medias. Su principal líder era el general Espartero.
c) El Partido Demócrata. Es una escisión del Partido Progresista y era partidario del sufragio universal masculino.
Estuvo completamente excluido del sistema político.
d) La Unión Liberal. Fue fundada y dirigida por el general O´Donnell a partir de 1854 y estaba ideológicamente
situado entre moderados y progresistas.
La reina Isabel II prefirió a los moderados, por lo que hubo predominio de gobiernos moderados durante todo su
reinado. Los progresistas solo pudieron acceder al poder mediante revueltas.

B) La Década Moderada (1844-1854)


Desde el nombramiento de Narváez como Presidente en 1844, los moderados gobernaron ininterrumpidamente
desde 1844 hasta 1854. Narváez presidió la mayoría de estos gobiernos e inspiró su legislación. Durante su mandato
se elaboró la Constitución de 1845, que suprimió los aspectos progresistas de la anterior.
Principales características de la Constitución de 1845:
-La soberanía no es nacional, sino compartida entre la Corona y las Cortes.
-La Reina posee el poder ejecutivo, con capacidad para nombrar o destituir ministros. También podía disolver las
Cortes y promulgar leyes.
-Las Cortes quedan formadas por dos cámaras de igual importancia: el Senado, con miembros de designación regia y
otros en función de su cargo, y el Congreso de los Diputados, elegidos por sufragio censitario (1% de la población).
-Confesionalidad del Estado.

La Década Moderada se caracterizó por la elaboración de multitud de leyes para establecer un sistema político de
carácter conservador y garantizar el orden público. Dentro de las principales medidas tomadas en esta década
destacan:
-La creación de la Guardia Civil, cuerpo dedicado a mantener el orden público.
-Firma del Concordato de 1851, por el que la Santa Sede reconocía el régimen liberal español. A cambio, el Estado
aseguraba el sostenimiento económico de la Iglesia y su influencia social.
-Control gubernativo sobre la Administración provincial y local. La Corona nombraba al gobernador provincial, quien
dirigía la capital provincial y elegía a los alcaldes de las poblaciones con mayor número de habitantes.
-Reforma de la Hacienda, creando un sistema único de impuestos para toda España.
-Promulgación del Código Penal y del Código Civil, estableciéndose un sistema legal uniforme en todo el territorio.

C) El Bienio Progresista (1854-1856)


El general O´Donnell dio un golpe militar con las tropas acuarteladas en Vicálvaro (Vicalvarada), seguido por el
general Serrano, firmando ambos el Manifiesto de Manzanares, exigiendo la convocatoria a Cortes y la reforma de la
ley electoral. Ante esta situación, la reina nombró como presidente de gobierno a Espartero, quien designó a
O´Donnell como ministro de guerra. El nuevo gobierno proyectó la elaboración de una nueva Constitución en 1856
que no llegó a promulgarse. Durante el Bienio Progresista se llevaron a cabo diversas medidas como la
desamortización civil de Madoz (1855) y la aprobación de la Ley General de Ferrocarriles y la creación del Banco de
España. Sin embargo, una fuerte crisis económica y las diferencias entre Espartero y O´Donnell forzaron la dimisión
de Espartero.

D) La última fase del reinado de Isabel II (1856-1868)


El gobierno de O´Donnell significó el regreso a la política y a las instituciones de la Década Moderada. El mismo
dirigió la primera etapa del gobierno conocido como el Gobierno Largo (1856-1863), que se caracterizó por la
estabilidad social y el crecimiento económico. También se pretendió aumentar el prestigio internacional de España
participando en diversos conflictos y expediciones de carácter colonial en Marruecos, México y Conchinchina
(Vietnam). En clave interna O´Donnell reinstauró la Constitución de 1845 y creó la Unión Liberal.
A partir de 1863 se produjo una alternancia entre la Unión Liberal de O´Donnell y el Partido Moderado.
Sin embargo, el descrédito del régimen de Isabel II alcanzó su clímax en 1866, con una aguda crisis económica y
política, que abrió el camino a la revolución de 1866 y la caída de la monarquía isabelina.
La crisis económica fue de gran intensidad y estuvo motivada por la quiebra de varias compañías ferroviarias y una
serie de malas cosechas, que llevaron a un aumento del precio del trigo.
La situación política se fue deteriorando al encontrarse el régimen en manos de una camarilla de moderados hacia
los cuales la reina no ocultaba su favoritismo. Los progresistas intentaron acceder al poder mediante un
pronunciamiento encabezado por el general Prim, que fracasó.
En el exilio, Prim, como líder de los progresistas, firmó con los demócratas el Pacto de Ostende (1866) con el objetivo
de destronar a Isabel II. A la muerte de O´Donnell, en 1867, el general Serrano, su sucesor al frente de la Unión
Liberal se adhirió al pacto. Debido a ello, Isabel II se quedó con el único apoyo de los moderados.

6.2. El reinado de Isabel II (1833-1868): las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz. De la sociedad estamental
a la sociedad de clases.

1.- Las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz:


La eliminación de las trabas legales heredadas del Antiguo Régimen era una condición necesaria para liberalizar el
mercado de la tierra. En consecuencia, a partir de 1836 se adoptaron tres medidas fundamentales para conseguirla:
a) La supresión de los mayorazgos (1836), que transformó las bienes vinculados a ellas, en poder de la nobleza
e inalienables hasta entonces, en propiedades plenas y libres del titular de la familia correspondiente. A
partir de este momento sus titulares podrían venderlas o donarlas.
b) La abolición del régimen señorial (1837). Supone el final de todos los derechos señoriales de carácter feudal
(prestaciones y obligaciones personales de los campesinos hacia los señores) y la transformación de las
tierras de los señoríos en propiedades plenas y libres de sus dueños.
c) Las desamortizaciones consistieron en la expropiación, por parte del Estado, de las tierras eclesiásticas y
municipales- hasta entonces amortizadas o en manos muertas y que se consideraba que no se aprovechaban
– para su posterior venta a particulares en pública subasta.

La desamortización eclesiástica de Mendizábal (1837)


La desamortización de Mendizábal se inició en una etapa de gobierno progresista durante la regencia de María
Cristina, y consistió en la venta por subasta de las tierras expropiadas a la Iglesia, por lo que se conoce como
desamortización eclesiástica.
Sus objetivos eran determinados por la crítica situación que atravesaba el país (primera guerra carlista y estado
ruinoso de la Hacienda) y fueron básicamente tres: obtener dinero para financiar la guerra contra los carlistas;
sanear la Hacienda, mediante la amortización parcial de la deuda pública; y crear una clase de pequeños propietarios
rurales adeptos a la causa liberal.

La desamortización general de Madoz (1855)


La desamortización de Pascual Madoz, ministro de Espartero durante el Bienio Progresista, tuvo un mayor alcance.
Afectó al resto de los bienes de la Iglesia y a las propiedades municipales. Los objetivos de esta desamortización eran
reducir la deuda pública y obtener ingresos para financiar la construcción de la red de ferrocarriles, necesaria para la
modernización de la economía española.
Consecuencias de las desamortizaciones:
-La estructura de la propiedad apenas se modificó porque la mayoría de las propiedades pasaron a manos de la
oligarquía, cuyos miembros eran los únicos que podían pagarlas. No hubo reparto de tierras e incluso muchos
campesinos se vieron perjudicados al perder los usos comunales.
-Aumentaron las tierras de cultivo pero no se produjo un aumento significativo de la producción dado que se
mantuvo un sistema tradicional de cultivo y apenas hubo innovaciones técnicas.
-En compensación por el patrimonio confiscado a la Iglesia, el Estado se hacía cargo de los gastos del culto y del
clero.

2.- De la sociedad estamental a la sociedad de clases:


El régimen liberal supuso el paso de la sociedad estamental a la de clases. La sociedad dejó de dividirse en
estamentos cerrados con diferencias jurídicas al imponerse el principio de que todos los ciudadanos eran iguales
ante la ley (teóricamente). El criterio que va a imponer la nueva división social será el económico, que clasificaba la
población por su nivel de renta (alta, media o baja), o por su papel en el sistema productivo (empresarios,
comerciantes, obreros). Nace la sociedad de clases con grandes desigualdades y desequilibrios pero más dinámica y
abierta, en la que el ascenso o el descenso social está determinado por los cambios en la situación económica de los
individuos. Los nuevos grupos sociales son:
a) La clase alta (la oligarquía):
La alta nobleza pierde sus privilegios feudales y sus títulos se convierten en honoríficos. Sin embargo, mantiene sus
propiedades agrícolas y una gran influencia política. La alta burguesía fue la nueva clase que emergió al beneficiarse
con la compra de las tierras desamortizadas y con las inversiones en ferrocarriles e industrias. Nobleza y burguesía
establecerán una alianza, incluso matrimonial. Se constituyó así una oligarquía terrateniente, industrial y financiera,
resultado de esta alianza entre la vieja nobleza y la nueva burguesía propietaria. Esta oligarquía se erigió en clase
dominante del nuevo régimen liberal.
Por su parte, el clero perdió bienes y poder económico con las desamortizaciones y la desaparición del diezmo
aunque siguió teniendo gran influencia social.
b) Clase media:
Muy escasa en el siglo XIX. La formaban la pequeña burguesía (pequeños comerciantes, pequeños empresarios),
funcionarios y profesionales liberales. En España la constituían un grupo menos numeroso que en otros países
europeos más desarrollados.
c) Clase baja:
El campesinado fue el grupo mayoritario en la estructura social puesto que la agricultura siguió siendo la actividad
económica fundamental. Todavía en el año 1900, la agricultura ocupaba a dos terceras partes de la población activa
española. Sus condiciones de vida eran extremadamente duras: largas jornadas de más de doce horas, rendimientos
bajísimos, trabajo infantil… La ansiada reforma agraria que demandaban los campesinos con menos recursos
(reparto de tierras desamortizadas o de latifundios) no se produjo y fue una reivindicación hasta bien entrado el
siglo XX. La falta de tierra propia convirtió a muchos campesinos en obreros o jornaleros agrícolas (braceros,
peones, temporeros), concentrándose la mayoría de ellos en las tierras latifundistas de La Mancha, Extremadura y
Andalucía. Sus condiciones laborales les animaron a buscar mejores condiciones de vida en las ciudades y fueron
causa constante de conflictos.
El proletariado urbano surgió en las zonas industriales, sobre todo en Barcelona y Bilbao. Se convirtió en una nueva
clase social en aumento aunque todavía minoritaria. Sus condiciones de vida eran muy duras en toda Europa:
jornadas laborales muy largas; inseguridad laboral; trabajo infantil; ninguna prestación social (ni descanso semanal,
ni vacaciones, ni baja por enfermedad, ni subsidio de desempleo, ni pensión de jubilación). Su situación les condujo
a asociarse con fines reivindicativos dando lugar al movimiento obrero.

6.3. EL Sexenio Democrático (1868-1874): la Constitución de 1869. Evolución política: gobierno provisional,
reinado de Amadeo I y Primera República.
Se denomina Sexenio Democrático al período comprendido entre 1868 y 1874, durante el cual se intentó
democratizar la vida política española, primero mediante una monarquía constitucional, la de Amadeo I y,
posteriormente, con la proclamación de la Primera República. Sin embargo, la agitación social y la inestabilidad
política serán las constantes de esta etapa que comenzó con una revolución en 1868 y acabó con un golpe de Estado
militar en 1874.

1.-La Revolución de 1868 (“La Gloriosa”) y el gobierno provisional


El desprestigio del reinado de Isabel II alcanzó su máximo nivel en 1866. El Partido Moderado monopolizaba el poder
con el apoyo de la reina bajo graves acusaciones de corrupción y de marginación de los partidos opositores. A esta
situación se unió una profunda crisis económica.
Los progresistas y demócratas firmaron en la ciudad belga de Ostende el Pacto de Ostende (1866), que se marcaba
como principal objetivo derrocar a Isabel II y acabar con su régimen. A este pacto se adhirió después la Unión Liberal.
En septiembre de 1868 la revolución (conocida como “La Gloriosa”) se inició con la sublevación del almirante Topete
en Cádiz, apoyado por los generales Prim (progresista) y Serrano (sucesor de O´Donnell al frente de la Unión Liberal).
El manifiesto de la revolución (España con honra) fue ampliamente difundido y el movimiento se extendió por toda
España, con levantamientos populares y la organización de juntas revolucionarias locales. Días después, Serrano
venció al ejército isabelino en Alcolea (Córdoba) e Isabel II abandonó España para exiliarse en Francia.
Tras la constitución de un gobierno provisional, presidido por el general Serrano, las juntas revolucionarias fueron
disueltas y se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes para enero de 1869.

2.- La Constitución de 1869 y la regencia de Serrano:


Fue el texto más progresista de los promulgados en España durante el siglo XIX y la primera constitución
democrática española.
- Establecía el principio de Soberanía Nacional.
- Establecía la Monarquía Constitucional como forma de gobierno, teniendo el rey el poder ejecutivo aunque los
ministros eran responsables ante la Cortes.
-Las Cortes tenían el poder legislativo y estaba divididas en dos cámaras (Congreso de los Diputados y Senado)
elegidas por sufragio universal masculino para los mayores de 25 años.
- El poder judicial recaía en los jueces.
-Establecía una avanzada declaración de derechos individuales como la libertad de imprenta, la libertad de culto
(aunque el Estado seguía manteniendo el culto católico) y el derecho de reunión y de asociación, reconocidos en
España por primera vez.
Debido a que el Estado se definía como una monarquía el general Serrano asumió el papel de regente y se inició una
búsqueda de un nuevo rey para España, dirigida por Prim, que se convirtió en presidente del gobierno. Prim rechazó
la candidatura de Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II, y tras una búsqueda en distintas cortes europeas, eligió a
Amadeo de Saboya, hijo del rey de Italia, Víctor Manuel II.

3.- El reinado de Amadeo I (Enero 1871- febrero 1873)


El reinado de Amadeo I fue breve y caracterizado por graves problemas políticos y sociales desde su inicio. Poco
antes de su llegada a España Prim, su principal valedor, fue asesinado en un atentado no esclarecido.
Inmediatamente, la coalición de partidos que sostenían el régimen se rompió. En la Unión Liberal algunos de sus más
destacados líderes como Cánovas y Alonso Martínez negaron su apoyo a Amadeo y crearon un partido alfonsino que
defendía el derecho al trono del hijo de Isabel II, el príncipe Alfonso. Por su parte, los progresistas se dividieron en
dos nuevos partidos: el Partido Constitucionalista, dirigido por Sagasta, y el Partido Radical, de Ruiz Zorrilla.
La situación se complicó con dos graves conflictos: la tercera guerra carlista, iniciada en 1872 y que concluyó en
1876, y el recrudecimiento de la guerra de los Diez Años en Cuba (1868-1878), entre España e insurgentes
nacionalistas cubanos.
A todos estos problemas se le unió el aumento de la agitación social como consecuencia del desarrollo del
movimiento obrero y el rechazo de la aristocracia a Amadeo I. Debido a todo ello, Amadeo I, completamente aislado,
abdicó en 1873 y abandonó España.

4.- La Primera República (Febrero 1873- enero 1874)


Tras la abdicación del rey, las Cortes, en reunión conjunta del Congreso y del Senado, proclamaron la República, pero
esta tampoco consiguió estabilizar el sistema democrático, ya que a los problemas heredados – guerra carlista,
guerra de Cuba... – se añadió el conflicto dentro de las filas republicanas entre unitarios o centralistas, partidarios de
una república centralizada, y los federalistas, partidarios de un amplio autogobierno de las distintas regiones de
España.
La inestabilidad política fue elevada, sucediéndose cuatro presidentes en un año (Figueras, Pi y Margall, Salmerón y
Castelar). Durante el gobierno de Figueras se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes, que ganaron los
republicanos federalistas por una aplastante mayoría. Su sucesor fue el republicano federalista Pi y Margall, que
presentó un proyecto de constitución federal (Constitución de 1873). Sin embargo, el nuevo gobierno, se vio
desbordado por la declaración de autonomía de algunas regiones y ciudades que se constituyeron en cantones
semejantes a los suizos y que trataron de impulsar una revolución social a nivel local. Este movimiento, conocido
como la revolución cantonal, comenzó con la proclamación del cantón de Cartagena en julio de 1873 y se extendió
en pocos días a otras regiones, especialmente en Andalucía y en el Levante.
Ante esta situación Pi y Margall, dimitió y se produjo un giro conservador con la llegada al poder de Salmerón. Los
cantonalistas proclamaron en Cartagena un gobierno provisional de la Federación Española y declararon la guerra a
Madrid. Salmerón aplastó militarmente la insurrección en todos los focos, excepto en Cartagena, que logró resistir
hasta enero de 1874, aunque dimitió al negarse a firmar las penas de muerte dictadas por los tribunales militares.
Castelar, republicano unitario, sustituyó a Salmerón en septiembre. Para poder restablecer el orden público, solicitó
a las Cortes poderes especiales para gobernar por decreto durante tres meses.

5.- La dictadura del general Serrano (1874)


Cuando las Cortes se volvieron a reunir en enero de 1874 el gobierno fue sometido a un voto de confianza y lo
perdió. Cuando los diputados deliberaban sobre la situación se produjo un golpe de Estado dirigido por el general
Pavía, quien invadió el hemiciclo del Congreso y lo disolvió.
Tras el golpe de Pavía, la Junta de Capitanes Generales nombró jefe de gobierno al general Serrano, quien estableció
una dictadura aunque manteniendo las formas republicanas.
El año que duró su mandato fue una etapa de transición entre el Sexenio Democrático y la Restauración Borbónica.
Tras la inestabilidad del Sexenio, la burguesía anhelaba el restablecimiento del orden, necesario para la marcha de
sus negocios, que identificaba con la restauración de la monarquía en el hijo de Isabel II, el príncipe Alfonso. En este
contexto, el 29 de diciembre de 1874, tuvo lugar el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto en
favor de la Restauración Borbónica.

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