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Las
lenguas árabes forman un tronco con entre seis y diez ramas en África del Norte, la parte
oriental del Mediterráneo y la Península Arábiga. Salvo el maltés, ninguna de ellas está
estandarizada y ninguna tiene oficialmente el rango de “lengua”: todas se consideran
“dialectos”.
Sin embargo, las diferencias entre ellas son al menos tan grandes como las que existen entre
el castellano, el portugués, el italiano y el rumano, y sin cierta formación o práctica previa,
la comunicación entre las más alejadas es prácticamente imposible. Incluso un sirio culto
no es capaz de entender los diálogos de un filme rodado en el magrebí de Túnez.
Por otra parte, todas las lenguas árabes -de nuevo, salvo el maltés – mantienen como
referencia culta el árabe clásico o fus·ha, la única variante oficial en los países que se
definen como árabes.
Ramas
No hay consenso sobre el número o la definición de las lenguas árabes, ya que casi todos
los científicos se niegan categóricamente de darles el rango de “lenguas” y prefieren hablar
de muchas decenas de “dialectos” más o menos cercanos. Al no existir una estandarización
de las variantes locales – el fus·ha es demasiado alejado como para tener un efecto
estandarizador – se mantienen vivas numerosas variantes fonéticas incluso entre
poblaciones cercanas: así, sólo en Siria se han documentado “60 dialectos agrupados en 12
ramas”.
Sin embargo, es posible dividir las variantes del árabe hablado en ciertos bloques entre los
que la comunicación es normalmente fluida, mientras que se dificulta frente al conjunto
vecino. Por supuesto, en las zonas fronterizas suele haber una variación gradual, no
abrupta, y características compartidas con ambos lados.
Magrebí: Hablado en casi toda África del Norte, con ciertas variantes, hasta Trípoli, la
capital de Libia.
Maltés: Hablado únicamente en la isla de Malta, es una rama del magrebí, pero alejado de
éste por su incorporación de vocabulario italiano y su estandarización oficial en grafía
latina, rompiendo todo vínculo con el fus·ha.
Hassanía: Hablado en el Sáhara Occidental, casi toda Mauritania y partes de Mali.
Egipcio: Utilizado en todo Egipto y en la Cirenaica, el este de Libia. Fonéticamente se
distingue mucho del fus·ha, pero su enorme difusión como lengua de música y filmes lo ha
convertido en la versión más popular conocido en otros países árabes.
Sudanés: Hablado en todo Sudán y en partes de Chad.
Levantino: Con ciertas variantes se habla en toda Siria, Líbano, Palestina y la mayor parte
de Jordania.
Peninsular: Con diferentes variantes se habla en Iraq, todos los Estados del Golfo –
Kuwait, Qatar, Bahréin, los Emiratos, así como parcialmente en Omán – y en Arabia Saudí.
Yemení: Utilizado en Yemen y en partes de Omán. Una variante se habla en la ciudad de
Harare en Etiopía.
Las diferencias gramaticales, semánticas y de vocabulario entre estas lenguas son grandes.
Así, la comunicación entre un magrebí y un iraquí sólo es posible si ambos conocen
el fus·ha, o si tienen el oído acostumbrado a varias variantes del árabe.
msur.es