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AFECTIVIDAD HUMANA

Conducta práctica.- Las emociones se manifiestan en la conducta. Se


trata de una conducta que se rige básicamente por el esquema
atracción/rechazo con respecto a la realidad exterior, captada por los
sentidos y valorada por la cogitativa.
AFECTIVIDAD Y SU RELEVANCIA ÉTICA:
La afectividad es voluntaria por lo que cada quien es libre de escoger si desea
llevarlo al acto o no, si en todo caso ésta fuera privatizada iría en contra de la
libertad y moralidad, la cual ya no estaría vinculada con la ética.
Para la filosofía moderna y contemporánea, los afectos son parte fundamental
de la ética. Éstas funcionan como indicadores de lo que es bueno y malo
convirtiéndose en fundamento de las virtudes, las normas morales y el juicio
práctico de acciones libres.
Para la estoica y el racionalismo ético (Kant y Hegel), los sentimientos son el
estorbo para la razón, son negativos. La actitud verdadera de la ética es obrar
desinteresadamente sin relación a sentimientos. El hombre es capaz de actuar
libremente cuando las pasiones no hacen su entrada en la subjetividad.
Para la filosofía clásica, la experiencia nos muestra que la relación buena y
gozo o acción mala y tristeza se encuentra muchas veces vividas.
EMOCIONES Y SENTIMIENTOS (Manifestaciones de la afectividad)
Características de las emociones: La emoción se caracteriza por una
perturbación brusca y profunda de la vida psíquica y fisiológica. Va
acompañada de fenómenos fisiológicos los cuales se diferencian en tres
reacciones:
Reacciones viscerales.- Son de tipo respiratorio (aceleración o retardo
del ritmo respiratorio), del aparato circulatorio (aceleración del ritmo
cardiaco), del aparato digestivo (paralización de la digestión) y del
sistema glandular (excitación de las glándulas lagrimales, sudores, fríos).
Reacciones musculares.- Tales como los escalofríos, temblores,
contracción de los músculos torácicos, etc.
Reacciones expresivas.- Como la expresión del rostro y cuerpo, por
ejemplo la risa o llanto.
Todas estas reacciones se encaminan a la acción práctica inmediata y como
consecuencia hacia una conducta exterior determinada.
Características de los sentimientos: Los sentimientos excluyen un desorden
psíquico o corpóreo del hombre ya que las reacciones fisiológicas son mucho
más difíciles de captar, aunque, como en todo fenómeno afectivo, poseen
algunas reacciones corporales como las actitudes y expresiones del rostro y
reacciones cinestésicas.
CLASIFICACIÓN DE LAS EMOCIONES, PASIONES Y SENTIMIENTOS:
Son clasificados desde dos diferentes ámbitos:

Desde la psicología experimental.- se clasifican basados en sus


respuestas fisiológicas ante determinados estímulos, de esta manera se
agrupan las emociones por “familias”, destacando ira (rabia, enojo,
resentimiento, furia), tristeza (pena, desconsuelo, pesimismo), miedo
(ansiedad, aprensión, temor), amor (aceptación, cordialidad, confianza),
sorpresa (sobresalto, asombro), aversión (desprecio, desdén, asco) y
vergüenza (culpa, perplejidad, desazón)

Desde el punto de vista filosófico.- Las emociones no son más que


pasiones. La pasividad que genera una respuesta en el sujeto. Sin
embargo, se corre el riesgo de presentar la afectividad humana bajo un
aspecto excesivamente pasivo, lo que ocultaría el importante aspecto
que tiene.
La clasificación de las pasiones, se basan en dos tendencias básicas que son
el deseo y el impulso.

Pasiones de deseo.- (o apetito concupiscible), son: el amor (tendencia al


bien), odio (tendencia a rechazar el mal), deseo o concupiscencia
(inclinación hacia un bien aún no poseído), la aversión (rechazo de un
mal), gozo (agrado y reposo de la tendencia con respecto a un bien ya
poseído), el dolor (sentimiento correspondiente a la posesión de un bien
sensible (dolor) o de un mal espiritual (tristeza).

Pasiones de impulso.- (o apetito irascible), son: la esperanza (tendencia


hacia un bien difícil, pero alcanzable), la desesperanza (inclinación hacia
un bien arduo, pero concebido como inalcanzable), el temor (rechazo
ante un mal ausente pero inevitable), audacia (el rechazo ante un mal
ausente, pero evitable), ira (rechazo del mal presente).
TEMPERAMENTO, CARÁCTER Y PERSONALIDAD
Temperamento: conjunto de inclinaciones innatas propias de un
individuo, resultantes de su constitución psicológica, íntimamente ligadas
a factores bioquímicos, endocrinos y neurovegetativos, que imprimen
unos rasgos distintivos al individuo. En definitiva, es la base genética
heredada, que resulta bastante estable y difícil de variar.
Carácter: sobre el temperamento los factores ambientales, culturales y
educativos van perfilando un modo de ser propio y peculiar. Es más
flexible y fácil que modificar que el temperamento, es aquí donde los
sentimientos juegan una papel importante; de hecho, la emotividad es
uno de los rasgos que definen a los distintos tipos psicológicos.

Personalidad: sobre el carácter y el temperamento la persona se va


configurando a través de sus decisiones libres, adquiriendo unos hábitos
que la definen como esta persona singular. Es un proceso que no
termina nunca, y se le puede denominar proceso de personalización.
VALOR COGNOSCITIVO DE LA AFECTIVIDAD
La mente emocional es mucho más veloz que la mente racional, y se pone en
funcionamiento sin detenerse a considerar qué está haciendo, En efecto, la
afectividad parece proporcionarnos un cierto conocimiento de la realidad, pero
a un nivel pre-racional y pre-reflexivo. Este conocimiento pre racional,

determina el modo en que el hombre está instalado en el mundo, antes de


cualquier valoración racional objetiva sobre éste. A diferencia del conocimiento
intelectual, la afectividad es siempre un punto de vista de la realidad (para mi),
y no un conocimiento objetivo de la realidad (en sí misma).

La pulsión en el Psicoanálisis
Para comprender la pulsión en el Psicoanálisis es imperativo aclarar que la sexualidad. En la
teoría Psicoanalítica, ésta incluye pero no se limita a la genitalidad. Más bien se refiere a la serie
de excitaciones y actividades que producen un placer irreductible a la satisfacción de las
necesidades fisiológicas.
Es pertinente hacer la distinción entre necesidad y deseo. La necesidad es la exigencia de un
órgano cuya satisfacción se cumple realmente con un objeto concreto y no en la fantasía. Por
ejemplo, la sensación fisiológica del hambre que se sacia con el alimento. Luego el deseo, es
una expresión de la pulsión sexual que nace de una zona erógena del cuerpo. El mismo se
satisface sólo parcialmente con un fantasma cuyo objeto es el cuerpo de otro igualmente
deseante. El deseo en Psicoanálisis siempre es sexual, y tiene como condición la prohibición del
incesto, y la falta asumida con la castración.

La pulsión
A lo largo de su obra, Freud sostiene dos planteamientos con respecto a las pulsiones. Estas
teorías pulsionales son complementarias y una no descarta la vigencia de la anterior. En su
artículo “Pulsiones y Destinos Pulsionales” (1915), Freud define la pulsión como:
Un concepto fronterizo entre lo psíquico y lo somático, como un representante psíquico de los
estímulos procedentes del interior del cuerpo, que arriban al alma, y como una magnitud de la
exigencia de trabajo impuesta a lo anímico a consecuencia de su conexión con lo somático.
Esto implica que lo somático imprime una exigencia de trabajo en el aparato psíquico.

Componentes de la pulsión
Ya anteriormente, en sus “Tres Ensayos sobre una Teoría Sexual” (1905) define los
componentes de la pulsión como:
Fuente (quelle), es el órgano en el que se produce la excitación sexual y donde brota la pulsión.
Se denomina zona erógena, siendo orificios del cuerpo básicos para la supervivencia y donde se
apoya la sexualidad. En diferentes momentos del desarrollo psicosexual, cada una de estas
zonas tendrá una prevalencia sobre las demás. La pulsión satisfecha será entonces parcial. Sólo
con el paso del tiempo se agruparán en organizaciones libidinales.
Fuerza (drang), es el factor cuantitativo (económico) de la pulsión. Supone la insistencia y el
empuje como una exigencia de trabajo.
Meta (ziel), que siempre es la satisfacción, es decir, la supresión del estado de estimulación de
la zona erógena. Las pulsiones pueden ser inhibidas o desviadas en su fin. En el primer caso, se
hace un alto en la satisfacción. Por ejemplo, el cariño hacia los amigos. En el segundo caso, se
da el mecanismo de la sublimación. Mediante el cual la pulsión es canalizada para actividades
socialmente valoradas.
Objeto (objekt), es aquello en lo cual o por medio de lo cual la pulsión puede alcanzar la
satisfacción parcial. Freud plantea que el objeto “es lo más variable de la pulsión”. De modo
que no está enlazado a ella originariamente. No obstante, no todas las cosas son susceptibles de
ser un objeto para un determinado individuo. Sino sólo aquellas condicionadas por su propia
historia.

Primera Teoría Pulsional

La primera teoría pulsional fue expuesta en 1910 en su artículo “La Perturbación Psicógena de
la Visión”. La misma consiste en la oposición entre las pulsiones de auto-conservación y
sexuales. Las pulsiones de auto-conservación, tienen como fin la conservación del individuo y
el yo. Mientras que las pulsiones sexuales, están puestas al servicio de la sexualidad y la
consecución del placer sexual. Podría decirse que existe en el psiquismo una oposición entre
necesidad y deseo, o como Freud bien lo dijo, entre hambre y amor.
Las pulsiones en cuanto tal, son pulsiones sexuales, pues están orientadas a la consecución de
un placer. Éste no siempre está ligado a la satisfacción de la necesidad orgánica, que concierne a
las pulsiones de auto-conservación. De acuerdo con Freud en este período de su obra, la vida
psíquica está regida por el Principio del Placer. Según el cual, el aparato psíquico tiende a
buscar el placer y evitar el displacer. Entiéndase este último como un estado de tensión que
puede manar del interior del propio cuerpo o surgir por estímulos externos.
Si bien las pulsiones sexuales se apuntalan en aquellas de auto-conservación. Se diferencian de
ellas pues hay un plus de placer, un resto que queda una vez satisfecha la necesidad. El chupeteo
ejemplifica este fenómeno, pues el lactante succiona incluso después de haber satisfecho su
necesidad de comer. Dicho esto, no hay un objeto predeterminado biológicamente para la
satisfacción de las pulsiones.

Las pulsiones parciales

Las pulsiones (sexuales) se satisfacen localmente en una determinada zona erógena, por lo cual
se consideran pulsiones parciales. Este placer de órgano, va ligado a representaciones
fantasmáticas, que expresan no las necesidades vitales sino los deseos inconscientes. Como se
ha expuesto, Freud consideraba que las pulsiones se apuntalan o apoyan en las funciones vitales,
es decir, en las pulsiones yoicas (de auto-conservación). Luego secundariamente se tornan
independientes.
Freud propone que el desarrollo de la libido sigue una serie de fases, cada una marcada por una
nueva organización de la sexualidad. En cada una de estas etapa, se da la primacía de una zona
erógena, y un modo particular de relación con el objeto. De forma muy general, as fases del
desarrollo psicosexual según Freud son:
La fase oral comprende el primer año de vida, y tiene como zona erógena la boca. De modo que,
apoyada en las necesidades de nutrición, el bebé encuentra un plus de satisfacción en la succión,
lo que constituye la pulsión oral.
Seguida está la fase anal, ocurre entre los dos y cuatro años, coincidiendo con el proceso de
control de esfínteres. La zona erógena predominante es anal, y se vincula con el placer del par
de retención y evacuación de las heces.
Finalmente, la fase fálica entre el quinto y sexto año de vida, se caracteriza por la unificación de
las pulsiones en la primacía de los órganos genitales.
En ese momento, ni el niño ni la niña han descubierto la diferencia anatómica de los sexos, por
lo que para ambos los seres humanos poseen el falo o están castrados. Esta etapa concluye con
el Complejo de Edipo, concepto que hemos explorado en un artículo El Complejo de Edipo y
las Estructuras Psíquicas.

Introducción del Narcisismo

El término narcisismo fue acuñado por Freud por primera vez para referirse a la elección
homosexual de objeto. Poco después, en el caso Schreber lo considera como una fase de la
evolución sexual entre el autoerotismo y la elección de objeto. No obstante, el concepto es
desarrollado por Freud en su obra “Introducción del Narcisismo” en 1914.
Todo el desarrollo de esta metáfora del funcionamiento psíquico se basa en el mito de Narciso:
Éste era un joven de gran hermosura, quien suscitaba el amor de incontables doncellas y ninfas,
Un día, Narciso se acerca a una fuente de agua clara para beber. Pero queda fascinado ante la
belleza de su propio rostro reflejado. Trató de acercarse pero se hundió y muere.
Ya Paul Nacke en 1899 define al narcisismo como la descripción clínica de un individuo que da
a su propio cuerpo un trato parecido al que daría al cuerpo de un objeto sexual. Freud agrega
que rasgos aislados de dicha conducta aparecen en muchas personas aquejadas de otras
perturbaciones. Lo que le lleva a proponer que una parte de la libido, definida como narcisista
se sitúa en el desarrollo sexual regular del ser humano.
El aporte a las teorías de las pulsiones, consiste en el giro cualitativo en la oposición entre
pulsión yoica y pulsión sexual. El yo también es susceptible de convertirse en un objeto de la
pulsión, también se encuentra sexualizado. De esta manera, la libido yoica es aquella que inviste
al yo, mientras la libido objetal inviste los objetos. Mientras más gasta una, más se empobrece la
otra. Un ejemplo de la libido volcada al propio yo son las fantasías del fin del mundo del
paranoico. Mientras que el paradigma de la libido invistiendo el objeto es el enamoramiento.

Segunda Teoría Pulsional


El estudio de la libido narcisista es el preámbulo para el desarrollo de la segunda teoría
pulsional. La cual fue propuesta por Freud en 1920 en su obra “Más Allá del Principio del
Placer”. El nuevo dualismo pulsional se basa en el par de la pulsión de vida por un lado, y la
pulsión de muerte por el otro. Este nuevo planteamiento surge del estudio clínico de la
compulsión a la repetición. Este es un fenómeno que forma parte de muchos cuadros neuróticos
y que contradice el principio del placer.
En el desarrollo, se producen escisiones del yo, cuando ciertas pulsiones parciales se vuelven
incompatibles en su meta. Las mismas quedan relegadas al inconsciente por acción del
mecanismo de la represión. De esta manera no pueden encontrar la satisfacción. En este caso,
donde la satisfacción es indirecta, no contradice el principio del placer. El displacer causado por
el malestar neurótico es sólo para el yo.

Más allá del Principio del Placer

Freud expone la pulsión de muerte en dos situaciones de la vida anímica. La primera de ellas es
la neurosis traumática, en la cual una tensión irrumpe en el psiquismo con una intensidad tan
fuerte que desborda su capacidad de defensa. Por ejemplo: accidentes, guerras o cualquier tipo
de situación traumática. Después de la Primera Guerra Mundial eran muchas las personas
afectadas. Se observaba que en la vigilia el tema se tocaba con naturalidad, o simplemente no se
trataba. Mientras que muchos de estos sujetos tenían sueños recurrentes que reconducían a la
circunstancia traumática. En estos casos, los sueños no cumplen la función de realización de
deseos inconscientes, pues despiertan el terror de la situación temida.
Sumado a esto, Freud observa el juego infantil de uno de sus nietos de año y medio de edad. El
Fort-Da consiste en lanzar un objeto pequeño a un rincón de la habitación, o debajo de la cama.
Al mismo tiempo, el niño producía un sonido, cuyo significado era fort o fuera. En otras
ocasiones, repetía el juego con un carretel de madera, que tenía una cuerda con la que lo lanzaba
y lo hacía volver emitiendo la palabra da o aquí. Después de observarlo durante un tiempo,
Freud concluyó que el pequeño repetía un escenario que no es agradable para él: la partida de la
madre. Empero, ahora el niño tomaba papel activo, en una vivencia donde fue pasivo. Aunque
sea revivir una experiencia dolorosa, va conectada a la ganancia de un placer de otra índole.

Pulsión de Vida vs Pulsión de Muerte


La pulsión de vida entonces incluye tanto las pulsiones sexuales como las yoicas de la primera
teoría pulsional. Es cualquier tendencia libidinal hacia la ligadura del aspecto económico del
quantum de afecto a una representación psíquica. Por medio de este mecanismo, se dirige a la
conservación de la vida, y a generar una mayor ligadura de la energía libidinal con las
representaciones.
En “Más Allá del Principio del Placer” (1920), Freud comenta sobre la pulsión de muerte:
La pulsión de muerte en cambio “trabaja muda dentro del ser vivo en la obra de su disolución”.
Si no está de algún modo ligada a la pulsión de vida se nos escapa. Su propensión es contraria a
la pulsión de vida, pues es lo más pulsional, y menos ligado a representaciones del psiquismo
humano. De hecho, busca romper la conexión entre la pulsión de vida y la representación,
volviendo a la pura cantidad. De acuerdo con el planteamiento freudiano, estas pulsiones se
encuentran en condición de mezcla o desmezcla , y nunca pueden distinguirse independientes
una de otra.

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