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FACULTAD DE EDUCACIÓN Y CIENCIAS SOCIALES


ESCUELA DE PSICOLOGÍA
PSICOANÁLISIS I

PULSIÓN SEGÚN FREUD EN 1915

INTEGRANTES
Armida Ajuria
Danny Álvarez
Karen Fernández
Valeria Valles
Víctor Gajardo
Mayo, 2020
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En la nota introductoria se indica que las pulsiones estaban presentes desde antes de la

publicación de este texto con otros nombres, tales como las “excitaciones”, las

“representaciones afectivas”, las “mociones de deseo”, los “estímulos endógenos”, etc.,

también se indica que Freud distingue entre un “estímulo”, fuerza que opera “de un solo

golpe” y una “pulsión”, que siempre actúa como una fuerza constante. Otro punto interesante

que se menciona es que el organismo primitivo puede eludir los estímulos externos pero no

las necesidades pulsionales y que recién en los “Tres Ensayos” se estableció explícitamente

que la libido era una expresión de la pulsión sexual.

En el texto propiamente tal, queda claro que el estímulo pulsional no proviene del mundo

exterior, sino del interior del propio organismo y que la pulsión, en cambio, no actúa como

una fuerza de choque momentánea, sino siempre como una fuerza constante, puesto que no

ataca desde afuera, sino desde el interior del cuerpo, que una huida de nada puede valer

contra ella y que será mejor llamar “necesidad” al estímulo pulsional, siendo la “satisfacción”

lo que cancela esta necesidad, la que solo puede alcanzarse mediante una modificación

apropiada a la meta de la fuente interior de estímulo.

Para aclarar más el concepto, Freud nos pide que imaginemos un ser vivo que captura

estímulos en su sustancia nerviosa, el que por una parte, registra estímulos de los que puede

sustraerse mediante una acción muscular (huida) y estos los imputa a un mundo exterior;

pero, por otra parte, registra otros estímulos frente a los cuales no puede huir, pues conservan

su carácter de esfuerzo constante; estos estímulos son la marca de un mundo interior, el

testimonio de unas necesidades pulsionales, con esto entendemos que la esencia de la pulsión

es que proviene de fuentes de estímulo situadas en el interior del organismo y que es producto

de una fuerza constante.


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Trata el concepto de tendencia (el de la condición de adecuado a fines), con lo que quiere

decir que el sistema nervioso tiene la función de librarse de los estímulos que le llegan, de

rebajarlos al nivel mínimo posible, es un aparato que, de ser posible, querría conservarse

exento de todo estímulo, tiene la función de dominar los estímulos, pero los estímulos

pulsionales que se generan en el interior del organismo no pueden tramitarse mediante ese

mecanismo. La actividad del aparato psíquico está sometida al principio de placer, es decir,

es regulada de manera automática por sensaciones de la serie placer-displacer y esas

sensaciones reflejan el modo en que se cumple el dominio de los estímulos. El sentimiento de

displacer tiene que ver con un incremento del estímulo y el de placer con su disminución. La

pulsión sería un representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo

y algunos términos que se usan en conexión con el concepto de pulsión son: esfuerzo, meta,

objeto y fuente de la pulsión.

Esfuerzo de una pulsión: Se entiende por su factor motor, la suma de fuerza o la medida de

la exigencia de trabajo que ella representa. Ese carácter de esfuerzo es una propiedad

universal de las pulsiones y su esencia misma.

Meta de una pulsión: Es, en todos los casos, la satisfacción que solo puede alcanzarse

cancelando el estado de estimulación en la fuente de la pulsión, pero si esta meta última

permanece invariable para toda pulsión, los caminos que llevan a ella pueden ser diversos, de

suerte que para una pulsión se presenten múltiples metas más próximas o intermediarias, que

se combinan entre sí o se permutan unas por otras. También podemos hablar de pulsiones de

meta inhibida, en el caso de procesos a los que se permite avanzar un trecho en el sentido de

la satisfacción pulsional, pero después experimentan una inhibición o una desviación,

también con tales procesos va asociada una satisfacción parcial.


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Objeto de la pulsión: Es aquello en, o por lo cual, puede alcanzar su meta. Es lo más

variable en la pulsión; no está enlazado originariamente con ella, sino que se le coordina solo

a consecuencia de su aptitud para posibilitar la satisfacción. No necesariamente es un objeto

ajeno; también puede ser una parte del cuerpo propio. En el curso de los destinos vitales de la

pulsión, puede sufrir un número cualquiera de cambios de vía y puede ocurrir que el mismo

objeto sirva simultáneamente a la satisfacción de varias pulsiones.

Fuente de la pulsión: Se entiende por aquel proceso somático, interior a un órgano o a una

parte del cuerpo, cuyo estímulo es representado en la vida anímica por la pulsión.

En relación a la pregunta ¿Qué pulsiones pueden establecerse y cuántas? Freud indica que

todas las pulsiones son cualitativamente de la misma índole y que deben su efecto solo a las

magnitudes de excitación que conducen o a ciertas funciones de esta cantidad y que puede

usarse el concepto como pulsión de juego, pulsión de destrucción, pulsión de socialidad, etc.,

siempre que el asunto lo exija y la rigurosidad del análisis psicológico lo permita, pero debe

considerarse que solo las pulsiones primordiales, ya no susceptibles de descomposición,

pueden acreditar una significación, por lo que propone distinguir dos grupos de tales

pulsiones primordiales: las pulsiones yoicas o de autoconservación y las pulsiones sexuales,

lo que nace de la génesis misma del psicoanálisis, que tomó como su primer objeto las

psiconeurosis, más precisamente el grupo de las llamadas “neurosis de trasferencia”, la

histeria y la neurosis obsesiva, porque en la raíz de todas esas afecciones se hallaba un

conflicto entre los reclamos de la sexualidad y los del yo.

Por otra parte el psicoanálisis ha podido aportar datos más o menos satisfactorios hasta ahora

con respecto a las pulsiones sexuales, ya que han podido ser observables en la psiconeurosis,

sin embargo cuando el psicoanálisis comprenda otras afecciones neuróticas también será
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posible hablar de pulsiones yoicas. En un aspecto más general se puede decir que las

pulsiones sexuales son numerosas y brotan de distintas fuentes orgánicas, al comienzo actúan

independientes unas de otras, sin embargo tienen como meta el logro del placer del órgano y

una vez alcanzado ese placer, entran al servicio de la reproducción. Por otra parte las

pulsiones yoicas, están asociadas toda la vida a las pulsiones sexuales, a las cuales proveen

un componente libidinoso que pasa fácilmente inadvertido en un estado de funcionamiento

normal y solo sale a la luz cuando sobreviene la enfermedad. Estas pulsiones yoicas en gran

medida pueden sustituir a las pulsiones sexuales y pueden intercambiar con facilidad sus

objetos (cambios de vía), y a partir de esta propiedad las pulsiones yoicas se alejan de sus

acciones-meta originarias (sublimación).

Freud señala que existen diferentes destinos de las pulsiones y los califica de la siguiente

manera: como el trastorno hacia lo contrario, la vuelta hacia la propia persona, la

sublimación y la represión.

En el trastorno hacia lo contrario ocurren dos procesos diversos, por un lado es la vuelta de

una pulsión, de la actividad a la pasividad y por el otro en cuanto al contenido.

Ejemplos del primer proceso brindan los pares de opuestos sadismo-masoquismo y placer de

ver-exhibición. El trastorno sólo atañe a las metas de la pulsión; la meta activa martirizar,

mirar es remplazada por la pasiva ser martirizado, ser mirado. El trastorno en cuanto al

contenido se descubre en este único caso: la mudanza del amor en odio.

La vuelta hacia la persona propia se nos hace más comprensible si pensamos que el

masoquismo es sin duda un sadismo vuelto hacia el yo propio y la exhibición lleva incluido el

mirarse el cuerpo propio. La observación analítica no deja subsistir ninguna duda en cuanto a

que el masoquista goza compartidamente la furia que se abate sobre su persona y el


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exhibicionista, su desnudez. Lo esencial en este proceso es entonces el cambio de vía del

objeto, manteniéndose inalterada la meta.

Este es un claro ejemplo de como operan los pares de opuestos en la pulsión, Freud lo vuelve

a explicar de la siguiente manera: El sadismo consiste en una acción violenta, en una

afirmación de poder dirigida a otra persona como objeto. Este objeto es resignado y sustituido

por la propia persona, con la vuelta hacia la propia persona se ha consumado también la

mudanza de la meta pulsional activa en una pasiva, y se busca de nuevo como objeto una

persona ajena que, a consecuencia de la mudanza sobrevenida en la meta, tiene que tomar

sobre sí el papel de sujeto. Por otra parte en el masoquismo, como comúnmente se lo llama,

la satisfacción se obtiene, también en él, por el camino del sadismo originario, en cuanto el

yo pasivo se traslada en la fantasía a su puesto anterior, que ahora se deja al sujeto ajeno.

El gozar el dolor en el masoquista seria su meta originaria, pero solo puede devenir meta

pulsional de quien es originalmente sádico.

Freud da cuenta también de otro ejemplo de pares, que es el ver y el mostrarse, al igual que

en el caso anterior, el ver es una actividad dirigida a un objeto ajeno; la resignación del

objeto, la vuelta de la pulsión es ver hacia una parte del propio cuerpo, tiene de forma pasiva

como meta, ser mirado. Y finalmente la inserción de un nuevo sujeto al que uno se muestra a

fin de ser mirado por él. Freud estima que la meta activa aparece antes que la pasiva, el mirar

precede al ser mirado. Freud señala una importante divergencia en este ejemplo en relación al

sadismo, y es que la pulsión de ver ha de reconocerse todavía en una etapa anterior, de dirigir

el deseo a un objeto, ya que inicialmente la pulsión de ver es auto erótica, es decir, el objeto

es el cuerpo propio.
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Para estos dos ejemplos de pulsión, es necesario hacer la siguiente observación: en la

mudanza pulsional mediante trastorno de la actividad en pasividad y mediante vuelta sobre la

propia persona, nunca se ve afectado todo el monto de la moción pulsional. La dirección

pulsional más antigua (activa), subsiste en cierta medida junto a la más reciente (pasiva)

aunque el proceso de la trasmudación pulsional haya sido muy extenso. El único enunciado

correcto acerca de la pulsión de ver sería este: Todas las etapas de desarrollo de la pulsión

(tanto la etapa previa auto erótica y sus conformaciones finales activa y pasiva), subsisten

unas con otras y esta aseveración se hace evidente si en lugar de las acciones pulsionales se

toma como base el mecanismo de la satisfacción. También Freud señala que hay vínculo

entre autoerotismo y narcisismo, y es, en la fase temprana de desarrollo del yo, durante la

cual sus pulsiones sexuales se satisfacen de manera auto erótica, por tanto, decir que la etapa

previa de la pulsión de ver; en que el placer de ver tiene por objeto al cuerpo propio,

pertenece al narcisismo, y a partir de ella se desarrolla la pulsión activa de ver, dejando atrás

al narcisismo, pero la pulsión pasiva de ver retiene el objeto narcisista. De igual modo, la

trasmudación del sadismo al masoquismo implica un retroceso hacia el objeto narcisista, y en

ambos casos, como el del placer pasivo de ver y el del masoquismo, el sujeto narcisista es

permutado por identificación con un yo otro, es decir ajeno. Si se considera en la etapa previa

del sadismo, esa etapa narcisista, se puede entender de la siguiente manera; los destinos de

pulsión que consisten en la vuelta del propio yo y en el trastorno de la actividad en pasividad,

dependen de la organización narcisista del yo y llevan impreso el sello de esta fase.

Corresponden, quizás, a los intentos de defensa que en etapas más elevadas del desarrollo del

yo se ejecutan con otros medios.


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Freud define en cuanto a la mudanza de la pulsión en su contenido como: La trasposición del

amor y el odio, y están dirigidos de manera simultánea al mismo objeto, dicha coexistencia

de sentimientos, también se puede señalar como ambivalencia.

En el caso del amor y odio, en el amor no solo se encuentra una oposición, sino tres: Amar-

Odiar, tomados en conjunto se contraponen a un estado de indiferencia. Amar y Ser-

Amado, se corresponde por entero con la vuelta de la actividad a la pasividad y admite

también la reconducción a una situación básica. Ahora bien, según sea el objeto o el sujeto

los que se permuten por uno ajeno, resultan la aspiración de meta activa, el amar, o la de meta

pasiva, el ser-amado, de las cuales la segunda se mantiene próxima al narcisismo.

Se debe considerar que la vida anímica está gobernada por tres polaridades, las oposiciones

son; Sujeto (yo)-Objeto (mundo exterior), aquí el objeto se impone frente al sujeto, que por

experiencia sabe que puede huir de los estímulos exteriores, sin embargo queda indefenso

frente a los estímulos pulsionales. El yo se comporta pasivamente hacia el mundo exterior, en

la medida en que recibe estímulos de él, y por otra parte activamente cuando reacciona frente

a estos estímulos. Entonces se puede decir que, el yo sujeto es pasivo hacia los estímulos

exteriores, y activo por sus pulsiones propias. Placer-Displacer, Adhiere una serie de

sensaciones y es de vital importancia para la decisión de nuestras acciones. Activo-Pasivo.

Estas polaridades del alma están íntimamente entrelazadas. Existe una situación psíquica

originaria en que dos de ellas coinciden. El yo comienza a desarrollar al principio de la vida

anímica, investido por pulsiones, y es en parte capaz de satisfacer sus pulsiones en sí mismo.

Llamamos narcisismo a ese estado, y auto erótica a la posibilidad de satisfacción.


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El mundo exterior en esa época primaria del yo, no está investido con interés, y es indiferente

para la satisfacción de yo. Por tanto, en ese tiempo el yo-sujeto coincide con lo placentero, ya

que su satisfacción es auto erótica, pero recibe de él a consecuencia de las vivencias

derivadas de las pulsiones de auto conservación del yo, y el mundo exterior, sería lo

displacentero, es decir lo hostil. Si por ahora definimos el amar como la relación del yo con

sus fuentes de placer, entonces la situación en que sólo se ama a sí mismo y es indiferente al

mundo ilustra la primera de las oposiciones en que hemos hallado el amar.

Ahora, con el ingreso del objeto en la etapa del narcisismo primario, encontramos otra

oposición del amar, que sería el odiar.

Como fue señalado anteriormente, el objeto, que es el mundo exterior, va a aportar al yo las

pulsiones de auto conservación y no puede desecharse que también el sentido originario del

odiar signifique la relación hacia el mundo exterior hostil, proveedor de estímulos. La

indiferencia se subordina al odio, a la aversión, como un caso especial, después de haber

emergido, al comienzo, como su precursora. Lo exterior, el objeto, lo odiado, habrían sido

idénticos al principio, sin embargo más tarde el objeto se revela como fuente de placer,

entonces es amado, pero también incorporado al yo, de suerte que para el yo-placer

purificado el objeto coincide nuevamente con lo ajeno y lo odiado.

Queda claro que la polaridad yo-mundo exterior, con su oposición amor-odio, este se traduce

en placer-displacer que está íntimamente relacionada con el yo-mundo exterior, luego que la

etapa en un comienzo es puramente narcisista es relevada por la etapa del objeto, placer y

displacer significan relaciones del yo con el objeto, cuando el objeto es fuente de sensaciones

placenteras, se establece una tendencia motriz que quiere acercarlo al yo, e incorporándolo a

él, entonces hablamos también de la atracción que ejerce el objeto que abastece de placer y
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decimos que amamos al objeto. De manera contraria, cuando el objeto es fuente de

sensaciones de displacer, ocurre la distancia entre el objeto y el yo. Por tanto, vuelve intento

originario de huida frente al mundo exterior emisor de estímulos displacenteros, Se produce

una repulsión del objeto y lo odiamos. Este odio puede después acrecentarse convirtiéndose

en la inclinación a agredir al objeto, con el propósito de aniquilarlo.

En conclusión, se puede establecer que los destinos de la pulsión están sometidos a las

influencias que gobiernan la vida anímica, a través de tres polaridades ya mencionadas, la

media entre la actividad-pasividad, el yo- con el mundo exterior, y el pacer- displacer.

Referencias bibliográficas

Freud, S. (1915). Pulsiones y destinos de pulsión. O.C., Vol. XIV.

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