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TRAUMATISMO CRANEO-ENCEFÁLICO
INTRODUCCIÓN
El traumatismo craneoencefálico (TCE) es una de las causas principales de incapacidad
y muerte en la población joven, y genera un elevado coste económico para nuestra sociedad.
En nuestro país el grupo de más riesgo de TCE está comprendido entre los 15-29 años, con los
accidentes de tráfico como la mayor causa de ellos.
En los últimos años se ha incrementado el conocimiento de los mecanismos
etiopatogénicos y fisiopatológicos que intervienen en las lesiones cerebrales traumáticas. De
todos los avances, el más importante ha sido el reconocimiento de que parte de las lesiones
cerebrales traumáticas se establecen ya en el momento del traumatismo (lesiones primarias),
pero un gran número de éstas aparecen de forma diferida, minutos, horas o días después del
traumatismo (lesiones secundarias).
El tratamiento del paciente neurotraumático debe estar dirigido a evitar y tratar, lo
más precoz posible, la lesión secundaria y dotar al encéfalo lesionado de un medio idóneo que
permita, en la medida de lo posible, la recuperación espontánea de las lesiones primarias. La
coordinación de los diferentes equipos que asisten a los pacientes afectos de TCE es
fundamental. La calidad de la asistencia prehospitalaria y la ofrecida en el primer centro que
atiende al paciente neurotraumático es fundamental para minimizar las lesiones secundarias y
mejorar el pronóstico del TCE.
Las lesiones difusas incluyen las alteraciones axonales y/o vasculares difusas, las
lesiones cerebrales hipóxicas y el swelling cerebral (congestión vascular cerebral).
En el contexto de los TCEG (traumatismo cráneo-encefálico grave), debe
sospecharse la existencia de una lesión difusa cuando el paciente presenta un coma
desde el momento del impacto y en la TC cerebral no aparecen lesiones ocupantes
de espacio. Se origina a partir de fenómenos de aceleración y desaceleración.
Dentro de las lesiones secundarias tenemos a las LESIONES INTRACRANEALES, que incluyen:
a) Conmoción cerebral: es una lesión que se caracteriza clínicamente por una breve
pérdida de conciencia con un corto periodo de amnesia, seguida de una recuperación
rápida y total, sin ningún signo neurológico focal. No hay lesión estructural
macroscópica del cerebro, tan solo lesiones por estiramiento de los tractos axonales
de la sustancia blanca, con pérdida reversible de su función, causantes de la pérdida
de conciencia transitoria.
b) Contusión cerebral: es una lesión que se caracteriza clínicamente por alteración del
estado de conciencia, desde confusión, inquietud y delirio, a grados variables de
coma o deficiencia neurológica focal según la zona cerebral contundida. El
mecanismo de la lesión es por trauma directo o por inercia y rebote con grados
variables de afectación del tejido cerebral, por ejemplo una destrucción más intensa
es denominada dislaceración cerebral que incluye ruptura de la piamadre.
Se acompañan de grados variables de hemorragia, edema perilesional y efecto de
masa lo cual hace que la importancia de un foco contusivo dependa de su
localización y expansividad, siendo más letales las contusiones temporales por la
vecindad del uncus al tallo cerebral y estructuras vasculares. Los focos contusivos
pueden pasar desapercibidos en los estudios de TAC muy precoces y manifestarse en
las imágenes obtenidas a las 24 o 48 horas.
2. TCE moderado
Aquel traumatismo craneal en el que el paciente presenta una puntuación entre 13 y 9
puntos en la ECG.
3. TCE grave
Aquel TCE en el que el paciente presenta una puntuación inferior a 9 puntos en la ECG,
con independencia de otros hallazgos clínicos.
En cualquier tipo de TCE hay que tener en cuenta que la presencia de una serie de
síntomas y signos clínicos, como la cefalea holocraneal, vómitos de repetición, agitación,
amnesia postraumática, presencia de hematoma periorbitario y hematoma mastoideo, son
sugestivos de TCE intenso y con riesgo de desarrollar lesiones intracraneales.
También hay que tener en cuenta la presencia de factores que pueden incrementar el
riesgo de los pacientes afectos de TCE hacia una mala evolución clínica. De ellos podemos
destacar los vinculados al traumatismo (impactos de alta energía) y los no vinculados al
traumatismo (como la edad superior a 60 años con posibilidad de incremento de deterioro
neurológico tras TCE leve, alcoholismo, coagulopatías, tratamiento con anticoagulantes y
antiagregantes, neurocirugía previa, etc.).
Basándonos en los mismos criterios, es decir, pronósticos y clínicorradiológicos, tendríamos
otra clasificación consistente en:
TCE de BAJO RIESGO:
- Asintomático
- Cefalea
- Vértigo
- Hematoma, laceración, contusión o abrasión del cuero cabelludo
- Ausencia de criterios de riesgo moderado y/o alto.
TCE de RIESGO MODERADO:
- Historia de cambio del estado de conciencia en el momento del
traumatismo o posteriormente.
- Historia de cefalea progresiva.
- Intoxicación etílica o por drogas.
- Historia clínica del traumatismo imposible de realizar o inadecuada
- Edad < 2 años (excepto traumatismo banales)
- Crisis convulsiva postraumática
- Vómitos
- Amnesia postraumática
- Politraumatismo
- Traumatismo facial grave
- Signos de fractura de la base del cráneo
- Posible herida penetrante o fractura con hundimiento
- Sospecha de maltrato infantil
TCE de ALTA RIESTDO:
- Disminución del estado de conciencia no claramente debida a alcohol,
drogas u otras causas
- Signos de focalidad neurológica
- Disminución progresiva del estado de conciencia
- Lesión craneal penetrante o fractura con hundimiento
- Tratamiento con anticoagulantes o antiagregantes.
PRUEBAS COMPLEMENTARIAS
Las exploraciones complementarias que pueden aplicarse a los pacientes con un TCE son
diversas y cada una de ellas tiene un objetivo, así como un momento óptimo de aplicación:
TC cerebral
Constituye la exploración diagnóstica de elección en los pacientes con un TCE grave y
moderado, aunque se reconoce a la TC cerebral como el gold standard para el
diagnóstico de los pacientes afectos de TCE leve asociado a focalidades neurológicas,
hallazgos en la Rx previa y coexistencia de factores de riesgo. Además, el complemento
de esta técnica con imágenes angiográficas (angio-TC) también permite valorar el estado
de las grandes arterias cervicales e intracraneales.
Resonancia magnética
La resonancia magnética (RM) no se considera una técnica prioritaria en la fase aguda de
los TCE. Sin embargo, esta exploración puede aportar una importante información
pronóstico en fases más avanzadas de la evolución del enfermo, especialmente cuando
existe una disociación clínicoradiológica que sugiere la existencia de una lesión axonal
más severa que la que se intuye a partir de las TC cerebrales practicadas.
Exploraciones alternativas
Las nuevas técnicas funcionales (SPECT cerebral, TC de perfusión) o morfológicas
sofisticadas, como la tractografía por RM, muestran una información muy valiosa para
incrementar el conocimiento de la fisiopatología de las lesiones neurotraumáticas.
Desgraciadamente, su uso está todavía limitado a la investigación y sólo está disponible
en algunos de los grandes centros hospitalarios que tratan a pacientes neurotraumáticos.
El tratamiento del paciente politraumático, y en especial del paciente con TCE, debe
iniciarse ya en el lugar del accidente. El objetivo de la asistencia prehospitalaria y hospitalaria
es la de tratar de forma precoz los factores etiológicos causantes de las lesiones cerebrales
secundarias, fundamentalmente las lesiones de hipoxia y de isquemia cerebral.
Deben evitarse las siguientes alteraciones:
DEFINICIÓN
Las fracturas maxilofaciales son las que afectan a tejidos blandos y planos óseos que implican
la piel, cuero cabelludo, las regiones frontal, orbitaria, geniana, cigomática, labial, nasal y
mandibular. Además hay que tener en cuenta las fracturas del plano óseo y piezas dentales.
ETIOPATOGENIA
• Edad de la víctima: como vimos son las personas jóvenes las más frecuentemente
afectadas.
• Anatomía:
En general los huesos de la cara son frágiles, siendo la región nasal la menos resistente
y, por el contrario, los rebordes supraorbitarios los más resistentes. De los pacientes con
traumatismo facial:
– Heridas inciso-contusas.
– Erosiones en traumatismos leves.
– Abrasiones en accidentes de moto, bicicleta, atropello y eyección de la
víctima del vehículo.
– Heridas con avulsiones tisulares suelen afectar a párpados, nariz, labios o
pabellones auriculares.
• El 20% restante presentan fracturas faciales y entre ellas por orden de frecuencia
fracturas nasales, alveolodentales, malares, Lefort, nasoetmoidales, senos frontales y
otras fracturas orbitarias.
FISIOPATOLOGÍA
Para comprender el mecanismo de producción hay que clasificar las fracturas en:
Le-Fort I: fractura horizontal de maxilar superior, que separa alveolos del resto
del maxilar, va desde el tercio inferior del septum, extendiéndose a la pared
lateral del seno maxilar, apófisis pterigoides y hueso palatino.
Le-Fort II: se trata de una fractura piramidal que comienza en hueso nasal
hasta el hueso lagrimal, dirigiéndose a la sutura cigomática maxilar,
continuándose posterior y lateralmente al maxilar y por debajo del malar hasta
la apófisis pterigoides.
Le-Fort III: separación de los huesos faciales de la base del cráneo.
• Fracturas mandibulares: se producen por traumatismo directo, fracturando cualquier
región mandibular, siendo los cóndilos los más afectados.
• Fracturas parciales: que son las que afectan por una fuerza de alta intensidad a tres
tercios faciales.
CLÍNICA
a) Contusiones
Lesiones de las partes blandas que no presentan solución de continuidad. Los síntomas
van desde el dolor, la equimosis, hematomas y necrosis cutánea. En los hematomas se
puede necesitar la evacuación del mismo si se encuentran en pabellones auriculares o
nasales.
b) Heridas
Igual que en el resto de la economía son la solución de continuidad del tejido cutáneo,
al estar en un territorio muy vascularizado son de fácil cicatrización por la
vascularización tan rica del tejido facial, posibilita su cierre primario hasta en 48 horas,
los colgajos no suelen tener problemas para la buena evolución.
Hacer exploración del conducto Stenon y la función del VII par craneal.
Hay que seguir una sistemática a la hora de suturar las heridas, lo primero es una
buena limpieza, y si afectan a piel y tejido subcutáneo hay que suturar por planos,
desde el más profundo hasta el más superficial.
c) Fracturas
Fracturas del arco cigomático: se objetiva, con los movimientos, dolor y limitación de
apertura bucal (trismus), deformidad a la palpación en el arco cigomático. Los
síntomas que se encuentran a la inspección son equimosis, hematoma periorbitario y
subconjuntival.
Afectación del arco cigomático con hundimiento (signo del hachazo), con limitación de
la apertura bucal. Atrapamiento del nervio infraorbitario con parestesia del labio
superior.
Hay que tener en cuenta, en las fracturas faciales, que en la afectación del tercio
medio facial la obstrucción de la vía aérea se agrava si existe hematoma.
Fracturas panfaciales: que son las que afectan por una fuerza de alta intensidad a los
tres tercios faciales.
DIAGNÓSTICO
Radiografías
• Proyección lateral del cráneo: para fracturas de maxilar, frontal, silla turca y
los senos esfenoidales, también nos aporta datos de proceso alveolar inferior y
del paladar duro.
• Proyección de Cadwell: para fracturas del techo orbitario, fractura del borde
orbitario superior, celdillas etmoidales, senos frontales, cavidad nasal.
TC
Presenta la ventaja que nos identifica con gran precisión fragmentos y posición de los
mismos, nos permite observar partes blandas, lesiones oculares y hematomas.
TC helicoidal
TRATAMIENTO
Acciones a realizar:
• Vía aérea definitiva: si una vez retirados los cuerpos extraños la vía
sigue siendo no permeable se debe proceder a la intubación
inmediata. En los traumatismos maxilofaciales graves frecuentemente
es imposible la intubación orotraqueal y nasotraqueal y se debe
proceder a una cricotirotomía o traqueostomía de urgencias (algunos
autores avalan el uso de la intubación submentoniana), todo ello
dependiendo del lugar donde nos encontremos.
Respiración
Déficit neurológico
Evaluación secundaria
Reevaluación continúa
b) Tratamiento definitivo