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Organismos Internacionales

Textos clase 9:
La OTAN y la Unión Europea
Uceda Yela, Mercedes (2022) La construcción de muros y blindaje de fronteras de la Unión
Europea ante la crisis de los refugiados. Revista de estudios europeos, 2022 (79), p.210-226.

Resumen: En los últimos tiempos se han producido numerosas llegadas a la Unión Europea en
búsqueda de refugio, especialmente en el año 2015 cuando comienza una crisis humanitaria sin
precedentes y las solicitudes de protección internacional en la UE superan más de un millón. Ante
la llegada masiva de solicitantes de protección a la UE, se apuesta por la creación de
instrumentos normativos destinados al control y bloqueo de las fronteras.
- Como ejemplo de esta ineficaz protección de los derechos de los refugiados podemos
mencionar la creación del Acuerdo de Turquía-UE de 2016, actualmente derogado, que
debía de actuar como Estado- tapón impidiendo alcanzar territorio de la UE. A pesar de la
normativa existente en materia de refugio y del reciente Nuevo Pacto sobre Migración y
Asilo de 23 de septiembre de 2020, determinadas tendencias sociales y políticas olvidan de
forma reiterada la obligación internacional de garantizar los derechos de los refugiados. Por
ello, es necesario un análisis en profundidad sobre la aplicación de políticas restrictivas que
apuestan por un blindaje de fronteras centradas en el control y seguridad y que vulneran
los principios de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951.

INTRODUCCIÓN

La protección internacional → se configura como mecanismo de salvaguarda por el cual un


tercer Estado de acogida ofrece a quienes su país de origen o residencia no puede o no quiere
proteger. En este sentido se configura de forma subsidiaria o supletoria constituyendo en esencia
un compromiso internacional por parte de los Estados y un proceso para salvaguardar bienes
jurídicos y derechos de individuos no nacionales.

ORIGEN DE LA PROTECCIÓN INTERNACIONAL EN LA UNIÓN EUROPEA

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La protección internacional → supone una vinculación directa con los derechos humanos, es por
lo que el Derecho Internacional de los Refugiados se relaciona en dos direcciones; por una parte,
con el Derecho Internacional y por otra, con el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

Como una primera aproximación, debemos de delimitar la figura del inmigrante económico,
entendida como aquel individuo que emigra buscando nuevas oportunidades laborales o un
mejor futuro. El inmigrante económico se diferencia por tanto de otras figuras relativas a la
protección internacional, como el asilo, el refugio y otras formas complementarias.

→ Nuestro objeto de estudio, ¡dentro de la protección internacional! es la institución del refugio y


las vulneraciones de los derechos de los refugiados que se producen en la práctica.

→ revisan de dónde venimos respecto a la crisis de los refugiados


Los años 2015 y 2016, fueron los años más significativos en cuanto al número de llegadas de
personas que solicitaban asilo dentro de la Unión Europea → El creciente número coincide con los
conflictos bélicos que se estaban produciendo en esos años, como la guerra de Siria entre otros y
las situaciones extremas de muchas personas huyendo de peligros y amenazas.
- el número de solicitudes se ha reducido determinándose en 2017 un descenso notable con
un total 677.470 solicitudes, oscilando de forma aproximada sobre estas cifras hasta el año
pasado. El menor número de solicitudes, podría pensarse que alude a una mejora de la
denominada crisis de los refugiados, sin embargo las necesidades no han descendido. En
este sentido siguen produciéndose conflictos bélicos, persecuciones, peligros y amenazas
que obligan a las personas a huir de su Estado de origen.

Para poder explicar el motivo de este descenso de solicitudes debemos de mencionar la


construcción de instrumentos normativos destinados a la creación de obstáculos para impedir
que las personas lleguen al territorio de la UE a solicitar refugio. La formulación de acuerdos
bilaterales de readmisión, para el retorno de no nacionales o por ejemplo la aprobación del
Acuerdo de Turquía-UE de 2016, han provocado el efecto tapón, impidiendo a las personas solicitar
refugio en la UE.

LA INSTITUCIÓN DEL REFUGIO DESDE LA PERSPECTIVA DE LA UE

La institución del refugio → tiene su origen a nivel internacional tras la II Guerra Mundial, los
desplazamientos masivos de la población tras el conflicto de un Estado a otro ponían de
manifiesto la necesidad de protección universal en caso de necesidad de las personas.

el artículo 14 de la DUDH de 1948 → dispone en su primer apartado: "en caso de persecución, toda
persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país” completando dicha

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configuración del asilo como imposibilidad de ser invocado en caso de que el individuo
constituya una amenaza para la seguridad, en concreto su apartado segundo establece “que
este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos
comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas”.
- De dicho artículo 14 extraemos la idea de que a pesar de su conexión con los derechos
humanos, solamente queda garantizado el “derecho a buscar asilo”, es decir, constituye
una obligación negativa, de no hacer, por parte de los Estados, de no impedir que una
persona solicite el asilo.

→ La finalidad común del asilo y el refugio es la protección de las personas que se encuentran
ante un riesgo en un nuevo Estado denominado de acogida.
- No constituye por tanto un sistema de inmigración ni tampoco puede aplicarse a los
desplazamientos internos aunque determinadas personas huyan dentro de un mismo
Estado a causa de un peligro.
Por ello ambas instituciones comparten dicho objetivo de socorrer, prestar auxilio y salvaguarda
de forma supletoria a lo que debería de proporcionar su Estado de origen, por parte de un tercer
Estado en aras del cumplimiento internacional de la protección de los derechos humanos de
forma universal.

Concepto de refugiado y nuevas reinterpretaciones

Nuestro punto de partida es el refugio, como institución diferenciada y más limitada que el asilo,
en cuanto la Convención de 1951 establece una serie de motivos tasados. El artículo 1 A (2) de la
Convención de 1951 configura una definición universal de lo que se considera refugiado
constituyendo un reconocimiento internacional. → Partiendo de la definición del refugiado del
artículo 1 A (2) de la Convención de 1951 encontramos el elemento transnacional generador de la
protección internacional, debe aplicarse a un sujeto extranjero, activando el estatuto del
refugiado. → Como resto de requisitos nos encontramos la presencia de una a menaza o peligro
objetivo y determinado que sea además susceptible de causar un daño para la vida, integridad
o seguridad del ciudadano extranjero o apátrida por una serie de motivos tasados. Estos motivos
que causan el reconocimiento del estatuto de refugiado están recogidos en el artículo 1 A (2)
determinándolos cuando la persecución sea a consecuencia de: la raza, religión, nacionalidad,
grupo social u opinión política.

EL BLINDAJE DE FRONTERAS Y LA MAL LLAMADA CRISIS DE REFUGIADOS

El modelo político criminal desde los últimos tiempos respecto a la inmigración y protección
internacional → apuesta por un blindaje o restricción de fronteras a pesar del desarrollo de la

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globalización. Así, el concepto de ciudadanía universal ha quedado relegado a un plano más bien
teórico y hemos visto que la UE durante la pandemia ha estado marcada por la falta de acuerdos
entre los Estados miembros.

→ Otra materia más donde se pone de manifiesto la falta de acuerdo es la política migratoria y la
protección internacional. A pesar del reconocimiento del asilo en el artículo 18 de la Carta de
Derechos Fundamentales del año 2000, como un derecho que debe quedar garantizado haciendo
alusión así a un verdadero derecho subjetivo del individuo con la finalidad de proteger sus
derechos humanos por encima del principio de soberanía estatal, en la práctica han aflorado las
políticas migratorias restrictivas.

→ Uno de los principales motivos es la sobrecarga de los países que se encuentran situados en las
fronteras exteriores dentro de la UE, como es el caso de Grecia, Italia o España. Esto añadido al
incumplimiento de cuotas, ausencia del principio de solidaridad y la no distribución de un reparto
equitativo entre los Estados miembros por la inexistencia de un acuerdo y un compromiso con la
protección de los derechos de los refugiados, llevan a situaciones de llegadas en masa o colapsos
en frontera.

→ Este sea quizás una de las principales debilidades de la UE en materia de inmigración, la falta
de acuerdo entre los Estados miembros que sería necesario y urgente solucionar y no ofrecer una
solidaridad limitada o a la carta dentro de la protección internacional. El problema de la falta de
acuerdo es el establecimiento de políticas disfuncionales, a través de un reparto flexible, la no
armonización ni un compromiso común de los Estados miembros, lleva a una inseguridad y una
vulneración de los derechos de los solicitantes de protección internacional.
En segundo lugar, se sigue estableciendo un sistema de políticas de inmigración y asilo basado en
la seguridad y en especial en el control de fronteras más que por una apuesta de políticas
migratorias integradoras.

→ una apuesta por unas políticas migratorias centradas en el control de fronteras, la aceleración
de los procedimientos y los acuerdos con terceros países con retornos no seguros, imposibilitan
aún más las vías legales para que las personas puedan solicitar la protección internacional en la
UE y merman las garantías de derechos vulnerando los principios de la Convención de 1951.

EL BLINDAJE DE FRONTERAS Y DESAFÍOS ACTUALES QUE SOSTIENEN UNA POLÍTICA MIGRATORIA


RESTRICTIVA

Como señalábamos, las tendencias políticas y sociales siempre han oscilado entre los extremos
de una apuesta por la abolición de fronteras o bien por una construcción de Europa blindada,

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configurada como una verdadera fortaleza. La supresión de fronteras interiores entre los
nacionales de los Estados miembros provoca un enfoque en el control de las fronteras exteriores.

A pesar de que el número de llegadas a la UE en 2020 se ha visto notablemente reducido por el


COVID-1914, las necesidades no han descendido si no que han aumentado. El bloqueo de fronteras
por el Estado de alarma dirigido a combatir la expansión del virus, ha provocado una paralización
y colapso de los procedimientos. Al mismo tiempo derivado de esta situación se ha producido un
hacinamiento de las personas en los campos de población, superpoblación de los mismos en
unas condiciones insalubres, teniendo que dormir a la intemperie en muchas ocasiones. Cualquier
medida dirigida a preservar la salud de las personas debe respetar los derechos humanos y en
estos momentos de crisis sanitaria, los refugiados seguían llegando a los campos y el bloqueo de
fronteras permanecía.

La instalación de políticas restrictivas alude a diversos motivos, como la economía y el proceso


de criminalización.
● Desde la perspectiva económica, la crisis sanitaria ha acrecentado el desempleo, la
pobreza y las necesidades de la población. Tradicionalmente las políticas migratorias se
han establecido conforme a la necesidad de los países de acogida. Así cuando los Estados
de destino necesitaban mano de obra se producía una cierta flexibilidad de las fronteras,
para cubrir esos puestos de trabajo, dando respuesta de este modo a un modelo utilitario.
No es por tanto la economía ajena al fenómeno de la inmigración, es concebida como
causa efecto de una flexibilidad o endurecimiento de las políticas migratorias en cuanto a
las necesidades del mercado laboral.

● Se une a la cuestión económica el proceso de criminalización del inmigrante para el


enfoque sobre el control de las fronteras. A través de este proceso se identifica
erróneamente al inmigrante como enemigo o amenaza del orden social establecido.
Realmente diversos factores han incidido en dicho proceso de criminalización, el primero de
ellos la seguridad.

Las políticas migratorias han sido y son aún en el presente utilizadas como arma electoral, su
vinculación con la seguridad genera una alarma irracional en la sociedad del riesgo en la que
vivimos. La cuestión clave es que esa sensación de miedo, temor al extranjero es porque
configuramos erróneamente la inmigración como una amenaza a la seguridad ciudadana
(Daunis, 2010). En este sentido el uso del Derecho Penal como herramienta migratoria para el
control de las fronteras, llegando algunos Estados miembros en su ordenamiento jurídico a
considerar delito la propia actuación del inmigrante que accede de forma irregular, vulnera los
principios más esenciales de esta disciplina, como el principio de proporcionalidad o el de ultima
ratio.

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La cuestión económica y el proceso de criminalización también se encuentran interconectados
entre sí, parece que el extranjero que tiene recursos económicos y viene a invertir o crear negocios
no es rechazado por la sociedad.

→ en los últimos años se han aumentado tanto la xenofobia como el racismo, propagados a
través de tendencias políticas y sociales que se basan en discursos de odio lo que sostiene aun
más el proceso de criminalización. Si estas barreras se acrecientan, los refugiados o inmigrantes
tienen más difícil el poder ser parte de una sociedad. En los Estados de acogida podemos apreciar
obstáculos a dicha integración como la identificación del inmigrante como amenaza, el estigma o
el etiquetamiento que nos lleva a situaciones de exclusión social.

Conclusiones
destacamos a pesar de la reticencia de diversos sectores, desde el punto de vista jurídico la
configuración y la defensa del refugio como un derecho subjetivo de los individuos, que puede ser
invocado y debe ser garantizado por los Estados de acogida.
Como defensa del refugio como derecho de los individuos, existe por tanto obligación jurídica, a
nivel internacional los Estados son responsables en su conjunto por las acciones y omisiones
cometidas que causan pérdidas humanas en esta crisis de humanitaria.

La eliminación de vías seguras para evitar que las personas lleguen a Europa, corresponde a una
intención de blindaje de fronteras, a una configuración de Europa como fortaleza y no a un respeto
de los derechos humanos. Los individuos siguen necesitando protección por lo que van a intentar
llegar a Estados de acogida seguros aunque para ello deban de buscar otras rutas alternativas
más peligrosas para su vida. Además, la creación de nuevas rutas y mecanismos de bloqueo de
fronteras provocan un aumento del número de víctimas en cuanto a delitos vinculados a la
inmigración, como el tráfico ilícito de migrantes o la trata de seres humanos.

La mal llamada crisis de refugiados, alude más bien a un problema humanitario que la UE no
está siendo capaz de resolver y al mismo tiempo una crisis de derechos. En particular hablamos
de la vulneración del derecho de asilo, al que se ponen obstáculos como el Acuerdo de Turquía o
los procedimientos de retorno a terceros Estados donde no se puede garantizar la protección de
los derechos humanos y sus bienes jurídicos más esenciales son puestos en peligro.

Uno de los principales obstáculos para comenzar a establecer posibles soluciones futuras es la
falta de acuerdo entre los Estados miembros y un debilitamiento del principio de solidaridad en
materia de inmigración y asilo dentro de la UE que debe ser urgentemente reparado. Cuando
antes se comprenda que los instrumentos de las políticas restrictivas centradas en el control y la
seguridad son contrarios al principio integrador de la Convención de 1951 y que el principio de

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solidaridad de la UE no es una cuestión a la carta, podremos llegar dar una respuesta eficaz a los
derechos de los refugiados.

Fuentes Becerra, Diana Margarita (2021) Las víctimas de conflictos armados como sujetos
desarrollables: políticas de la ayuda humanitaria y cooperación al desarrollo de la Unión
Europea (2010-2014). Desafios, Tomo 33, No 1.

Rodríguez Suárez, Pedro Manuel & López Angel, Gustavo (2018) Las ampliaciones de la Unión
Europea hacia Europa del este: impacto político, económico y social y nuevos nacionalismos.
OASIS (Bogotá, Colombia), (28), p.97-119

Este artículo analiza el impacto que ha tenido la membresía de la UE en los países de Europa del
Este. Las ampliaciones de la UE hacia Europa del Este, han transformado radicalmente a los países
ex socialistas europeos. Asimismo, han contribuido a terminar con el orden europeo que fue
establecido en el viejo continente, después de la segunda guerra mundial.

Por otro lado, este ensayo efectúa un estudio comparativo en relación con el crecimiento y el
desarrollo económico entre los países de Europa del este que actualmente forman parte de la UE y
los países de la “nueva Europa del este”, que no son miembros de dicha organización. Aunado a lo
anterior, evalúa los “nuevos nacionalismos” y el auge de los partidos políticos de ultra derecha en
Europa.

Perspectiva teórica → seguridad compleja que postula Barry Buzan y Ole Waever.

Introducción
Este artículo efectúa un análisis del impacto que ha tenido la membresía de la UE en los países de
Europa del este, particularmente en tres rubros: político, económico y social.

→ se evalúan los nacionalismos y los partidos políticos de ultra derecha que han surgido en los
últimos años en Europa occidental, así como en los nuevos miembros de la UE de Europa del este,
que responsabilizan a Bruselas en relación con las problemáticas que enfrentan sus sociedades,
tales como: el desempleo, la migración indocumentada, la pérdida de soberanía, las crisis
económicas, el arribo masivo de refugiados políticos, así como de la pérdida de la “pureza y de los
valores europeos”. Las políticas y el discurso político racista, xenofóbico y socialmente excluyente
de estos partidos políticos particularmente en Hungría, Polonia, así como en la República Checa,
han llamado la atención de la Comisión Europea, así como de algunos miembros de la UE, que
apelan constantemente en aras de sancionar a estos países por sus políticas ultra nacionalistas
que amenazan los principios y valores esenciales de la UE relativos al respeto por el Estado de
derecho, los derechos humanos y de las minorías.

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Marco teórico: teoría de la seguridad compleja
La teoría de la seguridad compleja interpreta los problemas de seguridad que aparecieron en el
escenario internacional al concluir la guerra fría.

→ para efectos de este artículo dicha teoría se utilizará únicamente para comprender
teóricamente las ampliaciones de la UE hacia Europa del este.
Desde la perspectiva de esta teoría el fin de la guerra fría connotó un cambio radical en torno a los
problemas de seguridad del viejo continente.

en los complejos de seguridad los actores se identifican como “interdependientes”; por lo tanto,
crean una “identidad colectiva” en aras de contrarrestar las amenazas que eventualmente
podrían afectar su seguridad y estabilidad política. En este contexto, los actores que pertenecen a
los complejos de seguridad consideran que los problemas inherentes a su seguridad no pueden
resolverse de manera aislada y la respuesta más efectiva es actuar de manera colectiva. En
Europa, la UE y la Otan representan los complejos de seguridad más importantes.
● La teoría de la seguridad compleja → aborda los estudios de seguridad desde una
perspectiva intersubjetiva, en la cual la opinión pública juega un papel fundamental que
legitimiza que un fenómeno de seguridad sea percibido como un “riesgo” hacia la
seguridad.

Las ampliaciones de la UE hacia Europa del Este:impacto político,económico y social

Las ampliaciones de la UE hacia Europa del este han sido muy positivas debido a que han
contribuido a fortalecer la estabilidad, la paz y la prosperidad in situ. Estas ampliaciones han
transformado radicalmente a países en donde existía hasta hace poco tiempo un sistema político
totalitario y economías centralizadas. Después de la caída del socialismo en este grupo de países
predominaba el poco crecimiento económico, la inestabilidad política, las confrontaciones entre
diferentes grupos étnicos, así como el surgimiento de los nacionalismos radicales. Este fenómeno
tomó efecto con particular atención en las repúblicas bálticas, Ucrania, Moldavia, así como en la
otrora Checoslovaquia y Yugoslavia.

Pocos años después de la caída de la urss y del bloque socialista europeo la UE estableció con los
países de Europa del Este acuerdo de libre comercio, que posteriormente se transformaron en los
Acuerdos Europeos (AE). Los AE incrementaron el nivel de integración y establecieron la posibilidad
en relación con el eventual ingreso de este grupo de países en la UE, debido a que tenían todo el
derecho a integrarse en la UE, tal y como lo establece el artículo 49 del Tratado de la UE (1992). Sin
embargo, su integración fue condicionada a cumplir con los criterios de adhesión que estableció
el Consejo Europeo de Copenhague que tuvo efecto en 1993 → Estos requisitos fueron muy

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difíciles de cumplir para los países ex socialistas de Euro- pa, debido a que no estaban
preparados para adoptarlos, por lo que la UE creó diferentes programas de cooperación en
relación con su pre adhesión.

→ Para los países ex socialistas de Europa del este la membresía en la UE connotaba una quasi
garantía vis-à-vis su crecimiento y desarrollo económico. Aunado a lo anterior, significaba
integrarse al bloque económico más consolidado del mundo, terminar con el pasado totalitario y
con las relaciones tan asimétricas que mantuvieron con Moscú por casi medio siglo. Asimismo,
debido a su ingreso en la UE estos países accedieron de forma inmediata a los Fondos
Estructurales y los Fondos de Cohesión que, sin duda alguna, fortaleció sus reformas estructurales.
Cabe mencionar, que dichos fondos han sido esenciales para consolidar el sistema democrático,
así como, las economías de mercado en los nuevos miembros de la UE.
Los países de Europa del este se han beneficiado considerablemente de su membresía en la UE, lo
que se ve reflejado no solo con su crecimiento y el desarrollo económico, sino que también con el
importante intercambio comercial que mantienen con la UE (...)

Impacto político

Después de la caída del bloque socialista, los países de Europa del este no tuvieron otra opción
más que integrarse en la UE, de lo contrario hubiesen quedado excluidos del desarrollo político,
económico y social, que prevalece en Europa occidental.
Sin duda alguna, uno de los impactos políticos más importantes inherentes a la membresía de la
UE ha sido la consolidación del sistema político democrático y de las instituciones políticas, lo que
ha contribuido a erradicar el sistema político totalitario.

Debido a su pertenencia a la UE los países de Europa del este actualmente están comprometidos
con poseer un sistema político democrático, buena gobernanza, instituciones políticas que
garanticen el respeto al Estado de derecho, así como por los derechos humanos y las minorías.
Este fenómeno ha marcado una gran diferencia entre este grupo de países y los países de la
“nueva Europa del este” y que se encuentra que no son miembros de la UE y están ubicados
geopolíticamente en el “cercano próximo” de Rusia.

Aunque el impacto político ha sido considerablemente exitoso, aún faltan por consolidar los
sistemas políticos democráticos, así como las instituciones políticas, en particular en Bulgaria y
Rumanía. Asimismo, en años recientes los países de Europa del este, miembros de la UE, han
enfrentado crisis políticas y la parálisis electoral.

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Aunado a lo anterior, el Muro de Berlín, que antes dividía al viejo continente en “dos Europas” ha
desaparecido para siempre y ha surgido una “nueva Europa”, en donde prevalece la paz, la
estabilidad y la integración política y económica. A pesar del fenómeno Brexit y del surgimiento de
los partidos políticos de ultraderecha y de los nacionalismos de ultranza que claman cada vez
más por una Europa menos integrada y la renegociación de algunos acuerdos cruciales, como el
Acuerdo de Schengen y de la Unión Económica Monetaria, la UE continúa siendo un referente de
integración a nivel mundial, así como uno de los actores políticos más importantes del escenario
internacional.

Impacto económico
El ingreso de los países de Europa del Este en la UE significó un cambio radical en el contexto de su
comercio exterior. El comercio exterior de estos países en la época del socialismo se concentraba
en los mercados del Consejo de Ayuda Mutua Económica (Comecon). En este sentido, hoy en día
las interacciones económicas internacionales de este grupo de países se concentran en el
mercado comunitario. Aunado a lo anterior, todas las barreras arancelarias hacia los mercados
de los miembros de la UE han sido eliminadas.

→ la membresía de la de UE les ha proporcionado la “seguridad económica” que tanto deseaban


obtener al finalizar el sistema socialista, debido a que su incorporación en la UE ha fortalecido, de
manera considerable, el crecimiento y el desarrollo económico de este grupo de países.

La membresía de los países de Europa del este en la UE ha permitido que este grupo de países
obtengan los beneficios que en términos económicos gozan los miembros de la UE; por lo tanto,
sus bienes y servicios hoy en día tienen acceso a un mercado de más de 500 millones de
consumidores. Cabe mencionar que un número considerable de miembros de la UE pertenecen a
las sociedades más ricas y prósperas del mundo

las asimetrías en términos de crecimiento y desarrollo económico, entre este grupo de países y los
países de Europa del este que no forman parte de dicha organización.
El poco desarrollo y crecimiento económico en los países de la “nueva Europa del este”, así como
la ausencia de una real transformación política democrática, han repercutido muy seriamente en
relación con la inestabilidad política, los conflictos étnicos, el incremento de los nacionalismos y
las xenofobias y, en algunos casos, con las confrontaciones militares, tal y como sucedió en
Moldavia en 1990 y en Ucrania en el 2014.

impacto social
La integración de los países de Europa del este en la UE ha enriquecido culturalmente a este
organismo debido a la diversidad cultural que existe entre los países ex socialistas de Europa y los
países de Europa occidental. Resulta importante mencionar que a pesar de que estos países

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nunca fueron imperios de ultramar, como España, Francia, Portugal y el Reino Unido poseen un
acervo cultural milenario. Aunado a lo anterior, las universidades e instituciones de investigación
de los países de Europa del este miembros de la UE figuran entre las más antiguas de Europa.
Asimismo, durante el socialismo existió un gran impulso hacia la música clásica, las artes, el ballet
clásico, la literatura y el deporte, que continúa hasta el día de hoy.
Por otro lado, la transformación social y cultural post-socialista ha sido mucho más rápida y
efectiva en los países de Europa del este que se integraron en la UE, en comparación con los
países de la “nueva Europa del este” que se encuentran fuera de dicha organización.

Partidos políticos de ultra derecha y nacionalismos de ultranza en los nuevos miembros de la UE


de Europa del Este

En palabras de Raúl Araque Bejarano, “la ultraderecha y los nacionalismos radicales comienzan a
hacer un fantasma que recorre a toda Europa” (Bejaron, 2016) En efecto, los partidos políticos de
ultraderecha y las agrupaciones sociales caracterizadas por su nacionalismo de ultranza, han
incrementado su peso político en prácticamente toda Europa occidental, así como en los nuevos
miembros de la UE de Europa del este, a pesar de que como ya se mencionó, este último grupo de
países es el que más se ha beneficiado de las ampliaciones de la UE.

Como partidos políticos de ultra derecha en Europa → se alude científicamente a las


agrupaciones políticas que se encuentran oficialmente institucionalizadas y que se
caracterizan por defender y propagar ideologías de tipo conservador, ultra nacionalistas, y en
ocasiones defienden el sistema político monárquico. Asimismo, no aceptan el principio de
igualdad entre los ciudadanos y desde la perspectiva de algunos especialistas, son severamente
elitistas y excluyentes. En este marco de ideas, su ideología es excluyente en términos sociales,
dicha exclusión la materializan vis-à-vis los migrantes que provienen del mundo no occi- dental, y
cuyo color de piel no es blanca.

→ Por otro lado, valdría la pena preguntarse por qué los partidos políticos de ultra derecha se han
fortalecido tanto en los últimos años, e inclusive han logrado colocarse entre las principales
fuerzas políticas en algunos miembros de la UE muy importantes, tales como: Austria, el Reino
Unido, Dinamarca, Francia, Hungría, Polonia, así como en la República Checa. Sin duda alguna,
estas agrupaciones políticas agrupan entre sus seguidores a personas que rechazan a los
refugiados políticos, la migra- ción indocumentada, las crisis económicas, el terrorismo. Sumado a
esto, están insatisfechos con el desempleo y las desigualdades sociales que crecen cada vez más
en un continente en donde por muchos años las clases medias dominaron el contexto social y
económico (Torrecilla, 2015, p. 57). Asimismo, estos partidos políticos han incrementado el número

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de sus seguidores, debido a la insatisfacción que existe en la opinión pública europea hacia la UE y
sus políticas supranacionales.

Conclusiones
La integración de los países de Europa del este en la UE ha propiciado crecimiento, desarrollo
económico en las naciones ex satélites de la urss. Además, su incorporación en la UE ha
transformado radicalmente el sistema político, económico y social en este grupo de países, en
donde imperó hasta 1991 el totalitarismo y la economía de Estado.
Se puede afirmar la hipótesis que se menciona en la introducción de este artículo, que
hace alusión a que la membresía de la UE ha tenido resultados muy positivos para los países de la
otrora Europa del este, que ingresaron en la UE durante el 2004, 2007 y 2013. Así, las últimas
ampliaciones de la UE han contribuido a reducir los niveles de pobreza en las sociedades ex
socialistas de Europa y han incrementado la calidad de vida de sus ciudadanos, tal y como lo
evidencian los indicadores de la onu en relación con el índice de calidad humana a nivel mundial.

En este sentido, se puede afirmar la siguiente hipótesis. Es decir, que, si estos países no se
hubiesen integrado en la UE, muy probablemente hoy en día predominaría in situ la inestabilidad
política, el poco crecimiento económico, los conflictos étnicos, así como la fragmentación política
de los Estados, tal y como ha sucedido en la mayoría de los países que conforman hoy en día la
“nueva Europa del este”. En suma, Bielorrusia, Moldavia, Ucrania y Rusia.
Por su parte, la UE también se ha beneficiado de las ampliaciones hacia los países ex satélites de
la urss. En este sentido, hoy en día es mucho más grande, más rica en términos económicos y
considerablemente más influyente en el escenario político internacional.

Otro de los grandes beneficios ha sido que Europa occidental es hoy en día mucho más próspera
y estable en términos políticos. En este orden de ideas, se logró consolidar la paz, la estabilidad
política y económica en los nuevos miembros de la UE, lo que ha tenido asimismo, enormes
beneficios para los miembros de la UE de Eu- ropa occidental.

Cabe mencionar que el perfil de los partidos políticos de ultra derecha en Europa no siempre es
igual. Sin embargo, grosso modo comparten características similares y expresan un discurso
político que no siempre es el mismo, pero que comparte variables similares. En este orden de
ideas, en el argot del discurso político de estos partidos resalta el nacionalismo, la xenofobia, el
racismo, la exclusión social y, en algunos casos, como el pis de Polonia, hasta la homofobia, así
como la reafirmación que hace alusión a “Polonia para los polacos”. → los partidos de
ultraderecha más radicales de Europa van más allá de la exclusión social y el discurso político en
contra de la migración y de la UE. En tenor, proponen la construcción de muros para frenar la
migración indocumentada, así como el uso de la fuerza bélica de Europa para enfrentar el
problema de la migración y de la “eventual islamización del continente europeo”.

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→ El auge de los partidos políticos de ultraderecha y del nacionalismo de ultranza en Europa
pone en peligro la estabilidad política de todo el continente europeo. Asimismo, constituyen una
seria amenaza hacia la integración europea, así como a los esfuerzos tan grandes que se han
llevado a cabo en Europa, después de la segunda guerra mundial y de la guerra fría, un continente
en donde predomine la paz, la estabilidad política, la prosperidad económica, así como respeto a
los derechos humanos y a las minorías.

García, Javier (2016) La Unión Europea y la OTAN en el marco de la nueva Estrategia Global de
Seguridad de la Unión Europea. Revista UNISCI. Issue 42.

Resumen
El artículo analiza la relación entre la Unión Europea y la OTAN en cuestiones de defensa, según
se ha reflejado en las estrategias de seguridad de la Unión Europea, con particular atención a la
Estrategia Global de la Unión Europea presentada en 2016. Se estudia la Estrategia de Seguridad
Europea de 2003, el Informe de Implementación de 2008, y las nuevas aproximaciones al contexto
internacional y a la seguridad europea que se reflejan en la Estrategia Global. Se analiza también
el papel de la OTAN, así como la evolución de la política de seguridad de los Estados Unidos hacia
Europa durante la Administración Obama. Finalmente se discute el posible futuro de la Política
Común de Seguridad y Defensa de la UE (PCSD) después del Bréxit, así como las consecuencias
para su relación con la OTAN.

→ La Europa y el mundo que existían en los años 2003/2008 eran muy distintos de los que existen
en 2016, y la Unión Europea precisaba desde hace tiempo de una estrategia que refleje la “visión”
que se tiene del nuevo entorno internacional, ciertas “orientaciones” sobre el papel que se quiere
desempeñar, así como una definición de las aspiraciones de la Unión en el contexto actual. El
ámbito de la defensa es uno de los que ha sufrido transformaciones más importantes y el
documento debía fijar la posición de la Unión en ese nuevo escenario; de forma particular, se
debía plantear hacia dónde debe ir la relación entre la UE y la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN), alianza en la que ha descansado durante décadas la defensa del Viejo
Continente y donde el papel de los Estados Unidos -y sus prioridades en política de seguridad- es
fundamental. La evolución de esta relación, en los documentos estratégicos europeos y en la
práctica entre ambas organizaciones, será el objeto central de este trabajo, con especial
atención al análisis de los nuevos planteamientos propuestos en la EG.
→ El ya conocido como Brexit sacudía los cimientos de la organización y dejaba poco tiempo y
espacio para tratar otros temas. Así, pese a su relevancia, la presentación del texto pasó casi
completamente desapercibida.

13
→ Paradójicamente, la crisis generada por el referéndum está provocando un fuerte efecto de
reacción precisamente en el ámbito de la Estrategia en el que nos centramos aquí, la defensa. Así,
el Brexit ha servido de catalizador para que los principales países restantes de la Unión intenten
poner en marcha una serie de iniciativas para reforzar la cooperación en materia de defensa, algo
a lo que el Reino Unido tradicionalmente se había opuesto y llevaba lustros dificultando.

Notas de clase: 12/05/22

Cuestión identitaria: el dilema de UE con rusia cuando dicen que hay una amenaza global hace
que se construya un “nosotros” que es mas abarcativa que solo los países europeos.

Dilema de seguridad: si me siento amenazado me lleno armas y me consigo aliados.

Es posible ver cómo se conforman identidades que dan sentido a prácticas de securitización. —>
usos legítimos de la violencia (x ej: si la UE usa armas no está “mal”, lo hace Rusia y si está mal, no
se considera legítimo). Hay autoridades políticas que construyen discursos que producen efectos
políticos.

Armonía de intereses: pensamiento de la escuela idealista que planteaban que tanto potencias
como colonias debían tener armonía en cuanto a sus intereses. Esto con la 2GM se demuestra que
es imposible

UE se está tratando de mostrar como proveedora de seguridad para el resto del mundo.

Dimensión de la defensa y la seguridad y sus vínculos con la otan (que es un pacto de seguridad)
se rige por el ppio de que si se ataca a un país que es miembro tienen que salir a defenderlo, se lo
conoce como el principio de seguridad colectiva!!!!!

Kosovo —> la UE se da cuenta que depende mucho de la OTAN y de EEUU. Se dan cuenta que no
estuvieron a la altura de la circunstancia y empiezan a desarrollar una estrategia propia de
seguridad y defensa.

Otros temas:
Se construyen blindajes burocráticos a través de distintas normativas para evitar la entrada de
inmigrantes (refugiados) a la UE.

Derecho de asilo —> derecho por la negativa, no te voy a prohibir el asilo.

14
La UE reconoce al derecho al asilo (tiene muchos compromisos con el derecho al asilo).

Perspectiva antropocéntrica—> xq hay un montón de derechos que afectan en especial a las


mujeres que no están incluidas en las características para poder acceder

Principio de no retorno —> no tiene una sede pero debería respetarse x común acuerdo de los
países. Una persona que solicitó asilo no se lo puede devolver al país de origen.

Textos clase 19/06/22:


Obligatorios:
Ly, B. (2020) “China and global governance: Leadership through BRI”. Cogent Social Sciences.
Págs. 1-22.
Abstract: The present global structure in which an economically unprecedented rise of China is
highly institutionalized, fragmented, issue-specific, and is predominated by the US and its allies.
Beijing pursues greater global governance proactivity with more assertive agendas and a more
realistic and dualistic approach under the current presidencies. As President Xi’s overarching
foreign policy, the Belt and Road Initiative (BRI) mainly seeks to enhance the connectivity of
infrastructure, trade liberalization, and global financial integration. This work attempts to
investigate the efficacy of the BRI in serving Beijing’s quest for leadership in global governance. The
conclusion is that the initiative has been useful, but more work is required. The study found that it is
a crucial stage before rising dominant powers come to assume global leadership.

Introduction

The Belt and Road Initiative (BRI), first suggested by President Xi in 2013, has risen in relevance not
only for China but also for Asian, Europe, and again beyond states.
(...)
China is establishing its realm of control without distancing itself from the foreign regimes in which
they have embedded it since its opening in the last century and gaining influence and sway across
such systems to attain power (Zhang, 2017). Briefly, China has developed from passive to more
active, representing both its rising influence and confidence (Shambaugh, 2013).

→ This restructuring of the role of China in global governance may be attributed to its discomfort in
the framework’s system, even though China still behaves as a status-quo, structure-supporting
force, through the functioning of international organizations (Shambaugh, 2013). The BRI, as the
most critical foreign policy under President Xi, represents China’s position on global politics and
enables Beijing to accomplish the very power it aspires to.

15
→ The BRI, brought out by President Xi, has been preceded by creating innovative multilateral
bodies and new rules and approaches that may contribute to a shift in the framework of
international governance and has drawn a variety of peripheral nations to collaborate with
China on this mission. Compared to this complexity, it becomes the White House more inward-
looking and withdraws from multilateral agreements and global governance. Under the Trump
administration, the US chronologically revoked the Trans-Pacific Partnership (TPP), withdrawn from
the Paris Agreement, accused transatlantic partners of unrestricted retirement, and used trade
strategy pre- datory. Faced with the apparent weakening of US dominance in the developing
markets, with China at its root, the transition of power relations and the seeking of a new framework
for foreign cooperation are the responsibility of the major economic powers (Keohane in Gilpin,
1987).

→ In China’s rise, both in its ability and capacity to seek more significant leadership, with the
decline of US hegemony, an analysis of Beijing’s most significant foreign policy and its related
effect on global governance is essential.

Kanet, R. (2018) “Russia and global governance: the challenge to the existing liberal order”.
International Politics, Issue 55. Págs.177-188.

Abstract
The focus of this article is on global governance in an era in which major new actors join those who
have for the past quarter century, and longer, set the rules for the liberal international order. → That
order has been characterized by Western political and economic dominance, the expansion—one
might even say imposition—of democratic political institutions and ‘open-door’ economic policies.

→ For the past decade, Russia has increasingly challenged the West and the existing international
order across a broad set of fronts. These actions have ranged from rhetorical challenges to the
global system to the use of military intervention meant to impose its policy objectives on other
states, as well as cyber-attacks on national elections and direct support for right-wing political
groups in the West seemingly meant to instill instability within the member states of the Western
community, to support like-minded right-wing political groups, and to challenge the very existence
of that community itself. Russia’s efforts to redefine the existing world order and to reduce the
dominant position of the USA in defining and maintaining that order seem to have gained an
important new ally in Donald Trump and some of his key advisors, who appear to question the very
foundations of that order and to call for the US withdrawal from it.

→ Ever since he came to the presidency in 2000, Putin and those around him have emphasized
the fact that they did not accept the hegemonic position of the USA in a unipolar international
security, political, and economic system. Especially after about 2005, the Russians have worked

16
assiduously—and, largely successfully—to challenge that dominance and to contribute to building
a multipolar system in which Russia plays a role at least equal to that of the USA and the
European Union (Kofman 2014). For Russia, global order should be based on a multipolar system in
which a Westphalian sense of absolute sovereignty prevails; the rules for international economic
intercourse cannot continue to preference the West, and legitimacy must be based on a system
that empowers Russia and other emerging state actors. In other words, Russia continues to
challenge the West-centric order that emerged after the collapse of the former USSR, as its
rhetoric and, especially, its actions over the past decade have increasingly made clear (Bogdanov
2017).

The emergence of the post-Cold War international order

The focus of this paper is on global governance in an era in which major new actors join those
who have for the past quarter century, and longer, set the rules for what is termed the liberal
international order. That order, or international system, has been characterized by Western,
especially US, political and economic dominance, the expansion—one might even say imposition—
of democratic political institutions and ‘open-door’ economic policies (on the assertive aspects of
Western policy, see Sakwa 2015).
● → These new actors—most prominently the Russian Federation and the People’s Republic
of China—have begun to challenge the continuing dominant position of the USA and the
West in determining what is and what is not acceptable behavior both domestically and
internationally.

→ (....) as Michael Boyle emphasizes, the US and Europe have in fact begun to ‘carve out a series of
exceptions to these principles under the banner of the protection of human rights’ (Boyle 2016, p.
50). The concept of responsibility to protect, the use of drones and other sorts of military force
outside the boundaries of international law, and the selective incorporation of international law
have affected the credibility of the West in promoting the liberal order and to some extent have
undermined it.
- The Russians have been quick to point to what they view as Western hypocrisy in these
areas (Snetkov and Lanteigne 2015) and to use Western arguments in support of exceptions
for its own purposes in justifying military interventions in both Ukraine and Syria.

The Russian challenge to the existing international order

The single clearest message presented by Vladimir Putin since his rise to the presidency at the turn
of the century → has concerned the continued greatness of Russia and his commitment to
ensuring that Russia was once again viewed by others as the dominant power in post-Soviet
space, in Eurasia, and an equal to other Great Powers in determining global affairs.

17
(...)
→ These changes in Russian views of the international system and their attitudes toward it are well
documented in the periodic updating of the Russian Foreign Policy Concept, a document that lays
out the basic contours of Russian policy (Krechuniak n.d.). The earliest version of the Concept
focused on the security problems within the Russian Federation; a decade later NATO and the West
were viewed as the primary source of threats to Russian security. More relevant to our interests,
recent editions of the Concept have stated in the strongest of terms that, not only should the world
order be polycentric, but that this situation is occurring. All decision making with global
consequences must be multilateral, collective, and based on international law. Military intervention
on the pretext of the ‘responsibility to protect’ is not admissible (Foreign Policy Concept 2016). The
list of Russian charges against the West and the way in which the latter has established current
rules of global governance is long and has been growing—both at the rhetorical level, as
evidenced in the speeches of Russian leaders, but more importantly in concrete Russian foreign
policy actions.

Russia, the BRICS and the challenge to the existing global order

For the past decade, Russia has increasingly challenged the West and the existing international
order across a broad set of fronts. These actions have ranged from rhetorical challenges to the
global system to the use of military intervention meant to impose its policy objectives on other
states, as well as cyber-attacks on national elections and direct support for right-wing political
groups in the West seemingly meant to instill instability within the member states of the Western
community, to support like-minded right-wing political groups, and to challenge the very existence
of that community itself.
(...)
→ Another more recent effort by Russia to accomplish some of its objectives through institutional
means resulted within the BRICS movement of the call for alternative institutions and programs
aimed at reducing, even avoiding, dependence on Western-dominated institutions such as the
World Bank and the International Monetary Fund.2 This effort has been complemented by the
campaign to create the Eurasian Economic Union, supposedly modeled after the European Union
and meant to forge an economic union in former Soviet space that will strengthen Russia’s
influence within that space.

Russia, regional integration and the challenge to the existing global order

Russia’s major institutional challenge to the existing international order has probably been the
campaign to develop the Eurasian Economic Union. In one major effort beginning during Putin’s
2011 presidential election campaign, this initiative is meant, much as Russian efforts within BRICS, to

18
challenge the applicability of global norms as they might apply to a group of states of which
Russia is but one. In this case, it applies to post-Soviet space, in order to counter what Moscow has
viewed as an ‘assault’ on its interests in that region, especially that east of the Urals. The purpose of
the Union was to integrate the economies of former Soviet states into a Moscow-centered
organization that would supposedly contribute to the modernization and economic expansion of
the member countries. Crucial for the success of the proposal would be the membership of
Ukraine, which has the largest economy by far after Russia’s among the potential members.

→ The relevant point here, in conjunction with the general argument of this paper, is the fact that
for the better part of the past decade Russia has systematically used economic, political, and
security pressures—along with various regional institutional developments—as instruments to
challenge the existing international system and to draw other states away from that system and
closer to itself. Its appeals have been ideological in nature to those who find Western demands to
replicate Western norms and values; they have been based on the attempts to build institutional
ties outside the purview of Western control. They have also involved economic pressures to raise
the costs for those states that decide to ignore Russian policy preferences, as well as military
threats, as we will discuss in the next section of this paper.

Russia, coercive diplomacy and the challenge to the existing global order

When Nygren (2008) wrote a decade ago about the increasing pressure that Moscow puts on its
near neighbors to ‘guide’ them toward policies in line with the former’s interests, he focused almost
exclusively on the ‘power of the purse’ and on ‘pipeline politics’—examples of Russia’s use of the
economic dependence of most other post- Soviet states on Russia for their economic well-
being. This was especially true in the case of energy dependence in Belarus, Ukraine, Georgia, and
Armenia.

→ Many other analysts have also tracked the importance of economic instruments and ‘soft
power’ in Russia’s efforts to accomplish its foreign policy objectives, especially those related to
the attempt to hold other CIS states in line in what has become an increasingly competitive
relationship with the West.

→ In the immediate aftermath of the collapse of the USSR the new Russian Federation used its
military capabilities to influence political developments in what became known as ‘frozen conflicts’
across much of the southwestern territory of post-Soviet space. From Kabaragh, South Ossetia, and
Abkhazia to Transnistria, Russia played a role in the ability of secessionist groups in other post-
Soviet states to hold their own and declare their independence from the newly created states
(Kozhemiakin and Kanet 1995). A full quarter century later Russia remains the protector and mentor

19
of most of these secessionist regions and, in fact, has officially recognized several of them as
independent states—a` la the West’s recognition of Kosovo.

→ As Tkachenko (2017) notes, the initial goals of Russia’s coercive diplomacy have been simple
—‘[i]n Syria, the aim is to keep Syrian President Bashar al-Assad in power and to stop the epidemic
of ‘‘the Arab Spring.’’ In Ukraine, Russia is looking for a neutral status of this country as well as for
leaders who will be supportive of the strategic interests of Russia and independent from U.S.
pressure.’ Once these objectives have been met, the goal is to move to the level of negotiating a
longer- term settlement. Such a policy requires that the majority of the population support the
policy and that the risk of failure is low, as was the case in Georgia in 2008 and in Ukraine, Crimea,
and Syria more recently.

President Donald Trump, the Russian Federation and the future of the liberal global order

As we have argued in this essay, Mr. Putin and the Russian leadership around him are fully
committed to undermining and replacing the current liberal world order that has been crafted
by the USA and its major allies in fits and starts over the course of the past several generations—
to meet its own interests and goals.

Russia’s efforts to redefine the existing world order and to reduce the dominant position of the USA
in defining and maintaining that order seem to have gained an important new ally in Donald
Trump and those around him in the White House and in control of the U.S. Congress. The latter
seem to question the very foundations of that order and to call for the US withdrawal from it.
President Trump’s questioning of the continued relevance of NATO, his opposition to multilateral
trade agreements and to multilateral organizations in general, and the ‘costs’ associated with the
leadership role that the USA has undertaken in establishing a global system based on rules and
institutions that the USA itself has found beneficial to its own interests, even if the financial costs
associated with that leadership role are carried disproportionately by the USA (Rubin 2017). Trump
appears to prefer an international system based primarily on bilateral relationships, much as do
Mr. Putin and his associates in Moscow. This, added to the rise of nationalist movements across
much of Europe, does not augur well for the future of the existing international order, or for the
relative stability that that order has brought with it.

Complementarios:
Nieto, María Isabel (2016) Rusia y la estrategia global de seguridad de la Unión Europea. Revista
UNISCI, No 42, 197-216.

El presente artículo hace un recorrido de las relaciones de la UE y Rusia en la última década y


constata el deterioro en las relaciones bilaterales. La Rusia de Putin se ha convertido en un jugador

20
geoestratégico muy activo, con un comportamiento inquietante, rompiendo equilibrios de la
escena internacional que se arrastraban tras el final de la guerra fría. Rusia es una prioridad de la
política exterior y la seguridad europea en la nueva Estrategia Global de Seguridad, pero ha
llegado a ser también un formidable competidor. Este aspecto tendría que haber vertebrado más
esta sección de la Estrategia que no resulta convincente. Simultáneamente, la cuestión que no
queda clara es qué instrumentos tiene la UE para la defensa de sus vecinos cuando pueda
ponerse en cuestión la soberanía o la defensa territorial, cuestión que va más allá del apoyo a la
resiliencia de estos vecinos.

Introducción: Rusia y la UE

La escena internacional de la década de los 90 viene marcada por el desmoronamiento y


desmembración de la URSS y la consiguiente pérdida de influencia en el sistema internacional, el
testigo recogido por la Federación Rusa, que emerge como sucesora del otrora imperio ruso,
degradada ahora a una posición de potencia regional que busca reestructurarse en su identidad
nacional, la guerra de los Balcanes, la guerra de Chechenia y la ampliación de la UE con la
incorporación de Austria, Finlandia y Suecia en el año 1995.

→ Las relaciones de la UE con la Federación Rusa en esta década son de cooperación, pero
también de recelo. Las inversiones económicas y financieras europeas en el estado eslavo, que se
materializan a través del programa TACIS, créditos del FMI y del Banco Mundial, no son nada
desdeñables y vienen a paliar la situación precaria en la que se encuentra Rusia ante el deterioro
político, económico y social que arrastra. Se produce incluso el reconocimiento por parte de
Occidente de un área de influencia rusa sobre la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y se
favorece su incorporación en organismos internacionales destacados como el G-8, primero como
socio en 1997 y posteriormente como miembro de pleno derecho a partir de 2002. A cambio, la
Federación rusa ofrece “seguridad” respecto de las fronteras de sus países vecinos, y no se opone,
en este período, a la ampliación de la UE respecto de los países de Europa Central y Oriental, los
países bálticos y la Europa de los Balcanes. También en 1991 Rusia ingresa en el Consejo de
Cooperación del Atlántico Norte.

El papel de Rusia en la Estrategia de Seguridad de 2003 y su revisión en 2008

La mención a Rusia es muy genérica en la Estrategia Europea de Seguridad (EES) de 2003 – Una
Europa segura en un mundo mejor-, documento redactado bajo la dirección de Javier Solana, Alto
Representante de la Unión para la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC)8. En él se recoge
la tarea de promover relaciones estrechas y de cooperación y de esfuerzos concertados, por
ejemplo, respecto del programa nuclear iraní o, al referirse a los objetivos estratégicos, entre los
que destacan el de crear seguridad en los países vecinos y, de manera expresa, la estabilidad de

21
la región de los Balcanes, -junto con EEUU y la OTAN- así como en la resolución del conflicto
árabe-israelí, todo ello enmarcado en una situación internacional marcada por el todavía reciente
en la memoria ataque del 11-S de 2001, y en un momento en el que Europa se encontraba dividida
por la reciente invasión norteamericana de Irak y el derrocamiento de Sadam Hussein. Además de
trabajar a favor de un orden internacional basado en un multilateralismo eficaz, se facilitará –se
indica- el ingreso de Rusia en la Organización Mundial del Comercio (OMC). En el ámbito de los
grandes retos mundiales, la seguridad energética es otra de las grandes preocupaciones.

→ En mayo de 2003 la EU y Rusia habían acordado reforzar su cooperación con la creación de


cuatro espacios comunes: el espacio económico, el espacio de libertad, seguridad y justicia, el
espacio de seguridad exterior, incluyendo la no proliferación y la gestión de crisis y el espacio de
investigación y educación en el marco de la ACC. La cumbre de la UE y Rusia celebrada en Moscú
en mayo de 2005 estableció los instrumentos para el desarrollo de estos cuatro espacios.10 Pero
en 2007, Rusia suspende la aplicación del tratado fuerzas convencionales en Europa que había
sido considerado el punto de cúpula de la nueva arquitectura de seguridad europea.

Rusia ante un nuevo escenario internacional

Las prioridades de la política exterior rusa en el período 2009-2011 coinciden con la nueva
Estrategia de Seguridad Nacional Rusa hasta el año 2020. En este período se produce un “reinicio”
de las relaciones EEUU-Rusia, que habían quedado muy mermadas con el Presidente saliente
George W. Bush. En estos dos años tiene lugar el acuerdo sobre el Tratado START y EEUU apoya la
adhesión de Rusia a la OMC. Sin embargo, la política de defensa antimisiles norteamericana sigue
levantando ampollas en el Kremlin. En paralelo, se produce un acercamiento de Rusia hacia la UE
con la propuesta del Ministro de Asuntos Exteriores ruso Sergei Lavrov de un nuevo borrador sobre
el Tratado de Seguridad Euroatlántico16.
En el marco de la UE se intentó relanzar las relaciones con el lanzamiento de la Asociación para la
Modernización en la cumbre de Rostov, que tuvo lugar el 31 de mayo y 1 de junio de 2010,
intentando el acercamiento de las economías y los ciudadanos y promoviendo reformas. La
cuestión de la energía dejaba de lado aspectos espinosos sobre las actividades de Gazprom o el
tema del South Stream. Pero el acuerdo significaba un paso delante de importancia

Montoya, Miguel Angel, Lemus Delgado, Daniel & Kaltenecker, Evodio (2019) The Geopolitical
Factor of Belt and Road Initiative in Latin America. Latin American Journal of Trade Policy,Vol.2
(5), p.6-21

Resumen
En el contexto de la creciente influencia china en América Latina, el propósito de este trabajo es
analizar cómo los factores geopolíticos impactan la implementación de la Iniciativa de la Franja

22
y la Ruta (BRI) en la región. Específicamente, este documento ilustra cómo Brasil y México, las dos
economías más grandes de América Latina, tienen diferentes predisposiciones respecto de sus
relaciones con China. A través de la revisión de fuentes secundarias, este artículo establece los
antecedentes para analizar el factor geopolítico de BRI en América Latina. Esto se complementa
con el uso de bases de datos internacionales para contrastar cómo el factor estadounidense ha
moldeado las relaciones entre estos países. Finalmente, se utiliza un método de estudios de caso
comparados para estudiar cómo la geopolítica ha influido en las posibilidades de inversión chinas
en ambas economías. Aunque la presencia de China en América Latina a través de inversiones,
comercio, préstamos y ayuda oficial para el desarrollo ha crecido, concluimos que la influencia de
Estados Unidos sigue siendo un factor relevante para comprender las diferencias entre las
relaciones bilaterales entre Brasil-China y México. China. Este hallazgo enfatiza la importancia de
la geopolítica en la implementación de BRI en América Latina.

Introduction: China, Brazil, and Mexico beyond economic relations


During the Second Ministerial Meeting of China - CELAC Forum, held in Santiago, Chile in 2018,
Chinese Foreign Minister Wang Yi invited the countries of Latin America to participate in the Belt
and Road Initiative (BRI) (Gao, 2018). This initiative has been defined as the most ambitious
geopolitical- economic infrastructure investment strategy in history (Chatzky y McBride, 2019). Also,
BRI is considered one of the most important geopolitical initiatives of our time (Erthal y Gonzalez,
2018, p. 7). Furthermore, the Chinese overseas investments in infrastructural projects and foreign
trade under the proposals of the BRI could be understood as much as the search of the Chinese
government to find an opportunity to employ the enormous overcapacity in industries such as
steel and heavy equipment (Narins, 2016).

While the BRI initiative provides coherence to public and private investment to build an
infrastructure network that facilitates trade with China, it also aims to generate a consistent
discourse that introduces China as a partner that desires to establish a win-win relation.
However, in this region, the geopolitical aspects are deeply influenced by the interests of the
United States. → Latin American foreign policy was largely shaped to avoid confrontation of the US
interests in the region. However, this situation slowly changed since the end of the Cold War. Since
then, the United States has focused its strategic resources on other regions of the world such as the
Middle East, where new risks emerged (Loveman, 2010).

→ we suggest that the US geopolitical factors remain a serious element that limits the expansion
of China in Latin America when the US perceives that its interests in the region can be
threatened.

23
→ while Brazil became part of the BRICS block and strengthened its ties with China in multiple ways
(Tavares and Nedal, 2009), Mexico considers China more as a strategic competitor and aligns its
interests towards the US vision of the world (Guajardo, 2016).

→ Based on the concept of geopolitical codes, we compare the economic relationship between
Brazil, Mexico, and China adopting the comparative method to contrast the main economic trends
of the interrelations between the two nations and China. According to Ragin (2014), we use the
comparative approach to explore similarities and differences across comparable situations by
pooling similar cases and analyzing them as configurations that can assess which ones display
identical configurations of causal conditions and which ones differ in one or more causally relevant
conditions. In this way, we introduce a panoramic view of economic and political relations among
China, Brazil, and Mexico and contrast four specific cases that clarify how the geopolitical factor is
present in the relationship between the three countries.

→ we adopt a comparative case study method to illustrate how geopolitical has influenced the
possibilities of investment in China in both countries. Specifically, the four cases that we choose are
China Molybdenum - Anglo American, State Grid - CPFL, High-speed train between Mexico City and
Queretaro and, Dragon Mart. The sectors selected were mining, energy, transportation, and trade.
China has a vast experience in this type of projects around the world and offers terms of
international competitiveness. We selected these cases because each one received enormous
media attention and the decision of allowing the Chinese investment was beyond economic
rationality. Besides, the debate about the presence of Chinese investment with its risks and
opportunities became a public issue. The cases demonstrated how political factors could affect
Chinese investment in Latin America. In this way, this paper contributes to the understanding of
how geopolitics factors influence China's interactions in Latin America.

The power of the Geopolitics and the limits of the BRI


To understand the Chinese expansion in Latin America under the BRI formula, we propose to
assume a geopolitical perspective. Geopolitics alone is not sufficient to explain the complexity of
relations between China and Latin America, ideational factors are also important. Specifically,
ideological issues can be seen as a backdrop to some of the events in this relationship and in the
foreign policy that Latin American governments assume vis-à-vis the United States and China.

→ we suggest that China's expansion in Latin America is determined not only by economic but
also by geopolitical factors. China's growth and deep relationship with Latin American countries
are due to the boom in commodities and the complementarity of their economies, such as China's
search for natural resources in Latin America, in particular, oil, iron, copper and soybeans, which
account for more than 70% of the country's imports from the region (Freitas da Rocha y
Bielschowsky, 2018). Besides, BRI, similarly to other regions of the world, has provided a solid

24
discourse of interactions between CELAC members and China, based on the rhetoric of a win-win
relationship

Notas de clase: 19/05/22

Concepto de profundidad estratégica: no puedo estar pegado a mi enemigo, necesito una


frontera más alta. —> esto es lo que está en juego en el caso de Rusia (deberíamos hablar de
gobiernos). Es una consideración realista! (Teoría RRII).

BRICS: referentes nuevos de sus respectivas regiones. Hoy prevalecen solo Rusia y China como
potenciales competidores a la crisis del liderazgo norteamericano.
Cuando EEUU deja los espacios que creó y que ayudó a crear nos preguntamos: bueno que queda
de eso? Ahí los actores del BRICS (más que nada rusia y china).

BRI: la nueva ruta de la Seda—> compone una centralidad política cultural económica para China
(x ejemplo acuerdos bilaterales con muchos Estados esto implica que China otorga créditos o
desembolsos de dinero con muy pocas cláusulas normativas y con pocas condiciones, con mayor
facilidad al FMI y el BM, y todo esto para generar infraestructura como rutas autopistas puertos
aeropuertos represas hidroeléctricas campos de energía gasoductos minería etc).
Se genera integración e infraestructura que aceita relaciones comerciales y cuando esto se logra
se introduce la idea de intereses común por encima de intereses egoístas!! (Integración,
cooperación, libre mercado, acuerdos bilaterales —> son todas cosas de índole liberal! China está
solidificando y expandirlo pero a partir de otra iniciativa!).

Textos clase 11: 26/05

Briceño-Ruiz, José (2019) "Del saber a la teorización sobre el regionalismo latinoamericano”.


Iberoamericana. Volume 48. Issue 1. Page 120 - 129.
Se examinan las contribuciones de pensadores y teóricos latinoamericanos que analizan
las diversas iniciativas de cooperación e integración regional desde el siglo XXI. Para ello
se incluyen trabajos que evalúan los aportes latinoamericanos sobre el tema.

Si se quisiera buscar un elemento permanente en la política internacional de América


Latina éste sin duda sería el regionalismo. Los países del nuevo continente han
impulsado desde el siglo XIX diversas iniciativas de cooperación económica, cooperación
política e integración económica regional. La unidad regional ha sido un tema
permanente en América Latina.

25
El “pensamiento latinoamericano” se remonta→ al siglo XIX y precursores como Francisco
de Miranda y Simón Bolívar han sido centrales en la reflexión de lo que en esa época se
denominaba ‘unidad regional’. La Carta de Jamaica de Bolívar (1815) puede sin duda
considerarse un documento fundador del pensamiento propio sobre unidad regional.
Se puede discutir si estas aportaciones constituyen un cuerpo teórico del regionalismo
latinoamericano.

En los debates teóricos recientes se ha discutido mucho si los aportes de América Latina
constituyen teoría. → Se destaca su aparente falta de rigor teórico y la dificultad de
verificar empíricamente algunos supuestos de propuestas latinoamericanas.
Ni la ‘Carta de Jamaica’ de Bolívar o la ‘América en Peligro’ de Bilbao son trabajos que se
pueden definir como teorías. No buscaban explicar un problema con base a
generalización empíricamente demostrables→ trataban de explicar una realidad.
- Ante este escenario, surgieron narrativas que explicaban la cruda realidad
existente y planteaban formas de acción para solucionar o dar respuesta a esos
retos→ eso fue la Carta de Jamaica, una respuesta de Simón Bolívar en 1815 a la
pérdida de la primera república en Venezuela. Eso fue ‘La América en Peligro’, la
respuesta de Bilbao a la anexión por Estados Unidos de buena parte del territorio de
México como consecuencia de la Guerra de 1946–48. Ante una realidad compleja y
en muchos sentidos desconcertante, los latinoamericanos trataron de explicarla
desde una actitud reflexiva acompañada de una receta para la acción.
No son teorías, pero sí es una reflexión que ha sido en términos generales englobada en
la expresión ‘pensamiento latinoamericano’. En otros casos, se anunciaron Doctrinas que
comenzaron a ser parte de las prácticas diplomáticas o del acervo del Derecho
Internacional Público americano:
→Doctrina Calvo (1868)
→Doctrina Drago, formulada por José María Drago en 1902.
→Doctrina Tobar, formulada en 1907 por Carlos Escobar.
→Doctrina Estrada, formulada en 1930 por Genero Estrada.
→ Doctrina Betancourt 1959 por Rómulo Betancourt.
Todas estas Doctrinas ayudaron a configurar un acervo diplomático y jurídico en
América Latina, tenían una connotación práctica y fueron objeto de amplios debates en
sus respectivos períodos históricos.
En realidad las reflexiones latinoamericanas sobre unidad regional fueron parte de un
‘saber’ en términos foucaultianos→ Foucault distingue el ‘saber’ del ‘conocimiento’

26
(connaissance en francés), pues este último es el ‘conocimiento positivo’ (economía o
física, por ejemplo) de un determinado asunto o disciplina. El saber, en cambio, es el
‘ámbito del conocimiento’ o el discurso formativo que puede hacer posible el
‘conocimiento positivo’. Es decir, conocimiento en Foucault es sinónimo de ‘conocimiento
científico’: un proceso de producción y perfeccionamiento de modelos, generalizables y
verificables por la experiencia. ≠ El ‘saber’ para Foucault “es aquel pensamiento
implícito en la sociedad, un pensamiento anónimo configurado a partir de ciertas reglas
de formación y transformación, y que resulta condición de posibilidad tanto de una
teoría como de una práctica o de una ciencia.”

Se puede entonces argumentar que en América Latina en el siglo XIX e inicios del siglo
XX existió un extenso ‘saber’ sobre ‘regionalismo’ que tenía como su centro de atención
las ideas de autonomía y desarrollo.
- Esto se manifestó en una serie de formaciones discursivas que, por un lado,
destacaban la necesidad de complementar la soberanía externa (es decir el
reconocimiento que los nuevos Estados habían recibido como actores de Derecho
Internacional Público), con una ampliación de su capacidad de tomar decisiones en
el sistema internacional, que promovían la autonomía como fuerza motora de los
intentos de unidad regional. También se formularon propuestas para lograr la
unidad económica cuyo objetivo último era la promoción del desarrollo.
Economistas y políticos argentinos como Vicente Fidel López, Lucio. V López,
Aditardo Heredia y Carlos Pelegrino cuestionaron que el libre comercio y la
exportación exclusiva de bienes primarios fueran caminos para el desarrollo
argentino. Se atrevieron a cuestionar el libre comercio y discutir sobre la
conveniencia del proteccionismo. Como señala Ramón Grosfoguel (2000: 350):
“este grupo de diputados liderados por López desarrollaron argumentos
mercantilistas y nacionalistas que anticiparon muchos de los argumentos
desarrollados cien años más tarde por Prebisch y la CEPAL”.

En 1909 el economista argentino Alejandro Bunge, propuso la creación de una unión


aduanera entre los países del Cono Sur→ sería uno de los trabajos iniciales en los que se
vinculó la integración regional al desarrollo industrial, en ese entonces, casi sinónimo
de desarrollo económico. El aporte de Bunge es interesante, porque con él se inicia una
transición del ‘saber’ sobre regionalismo del siglo XIX hacia una formulación teórica
más elaborada, cuya profundización se iniciaría 20 años más tarde con las propuestas de
Raúl Prebisch desde la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas

27
(CEPAL). Este ‘saber’ sobre regionalismo no derivó en un ‘conocimiento positivo’ en los
ámbitos de la sociología o la economía, que a través de conceptos sometidos a
demostración y jerarquización resultara en una teorización sobre el regionalismo
latinoamericano. Son reflexiones, ellas se ubican en lo que Foucault describe como el
‘territorio arqueológico’, es decir, ‘monumentos’ de la existencia de discursos
específicos sobre una integración regional en América Latina que tiene propósitos
autonomistas y desarrollistas.
Esos discursos son cruciales para la posterior teorización latinoamericana sobre
integración regional, puesto que una vez que constituye definitivamente una ciencia, ésta
no asume toda la práctica discursiva en que ella aparece, ni disipa el saber que la rodea
El saber sobre regionalismo que se formó a lo largo del siglo XIX e inicios del siglo XX
permitió construir discursos, narrativas y prácticas sociales. En éstas las nociones de
autonomía y desarrollo eran ejes centrales para entender y explicar porque los países
de América impulsaban proyectos de unidad regional. Estos proyectos se entendían
como mecanismo para enfrentar retos como las amenazas o intervenciones de potencias
extrarregionales o para diversificar su estructura económica más allá de la producción de
materias primas. Esto es crucial para entender los posteriores desarrollos teóricos que se
produjeron en la segunda mitad del siglo XX, cuando se transitó del saber a la
teorización sobre el regionalismo en América Latina.
Este tránsito de alguna manera se inicia en el ámbito de la integración económica.

Alejandro Bunge y su propuesta de una unión aduanera es importante porque incorpora a


la región latinoamericana en un debate que estaba teniendo lugar desde el siglo XIX en el
ámbito de la economía política, entre librecambistas y nacionalistas→ los librecambistas
apoyaban que los países debían especializarse en las exportaciones de bienes en los
cuales disfrutaran de tal ventaja, en el caso de América Latina, en las exportaciones de
materias primas. Eso fue el proyecto de la mayor parte de las élites que gobernaron los
países latinoamericanos y que permitió que se acuñara la categoría de fase ‘primario
exportadora’ para describir esa etapa. Sin embargo, el desarrollo de Estados Unidos y
Alemania, apoyados en las ideas de Alexander Hamilton y Friedrich List→ en estos dos
países se estaba dando un proceso de desarrollo industrial promovido por el Estado, por lo
que un mejor posicionamiento de un país en la economía mundial era resultado de su
industrialización y ésta era sinónimo de desarrollo. Bunge era un seguidor de List y creía
que su país, Argentina, debía diversificar su estructura productiva e industrializarse.
Consideraba que la creación de una unión aduanera era un mecanismo que puede
ayudar a esa industrialización.

28
La propuesta de Bunge era unir los espacios económicos nacionales en uno mayor. Así,
para Bunge la promoción de una unión aduanera con sus vecinos suramericanos
ayudaría a constituir una unidad económica de gran poder y autonomía. Bunge inserta el
regionalismo en el debate que sobre la industrialización que se estaba dando en la
Argentina y al acudir a List incorpora a América Latina en un debate mayor que se
estaba produciendo en la ciencia económica de la época. Bunge, posiblemente sin
hacerlo voluntariamente o sin darse cuenta de ello, estaba relacionando la idea del
desarrollo como requisito para tener una posición más fuerte en la política mundial: los
países de América del Sur (el ámbito geográfico de la propuesta de Bunge) al convertirse
en una gran unidad económica a través de la unión aduanera, tendrían una mayor
fortaleza en el escenario político internacional.

1. Del SABER a la Teoría


El giro del saber a la teoría se inicia con Raúl Prebisch y su explicación del problema del
subdesarrollo latinoamericano. Desde joven Prebisch tuvo contacto con la visión
heterodoxa de la economía de Bunge. Sin embargo, era aún muy apegado a la economía
neoclásica→ habría que esperar un proceso de transformación de las ideas económicas,
que pasaría por su descubrimiento de John Maynard Keynes, y concluiría en el Prebisch
que llega ser el primer Secretario Ejecutivo de la CEPAL.

● Desde la CEPAL, Prebisch, fundó una escuela de pensamiento, que sería


posteriormente descrita como el estructuralismo latinoamericano. El
estructuralismo constituye un Programa de Investigación Científica en el sentido
lakatoniano del término→ un Programa de Investigación es un conjunto formado
por un núcleo duro, una heurística positiva y negativa y un cinturón de protección. El
núcleo duro es el conjunto de supuestos metafísicos que definen el Programa de
Investigación. Participar en un Programa de Investigación implica aceptar las
premisas que constituyen el núcleo duro. La heurística (positiva o negativa) puede
variar, pero no el núcleo duro que es defendido por el cinturón de protección
(Lakatos 1980).
● En Prebisch el núcleo duro de sus propuestas es la división del sistema
internacional en centro y periferia y la necesidad de transformación productiva.
En torno a ese núcleo duro se construyó una heurística con base a conceptos como
deterioro en los términos de intercambio, heterogeneidad estructural, estilos de
desarrollo, el excedente, la brecha comercial, la equidad, que fueron desarrollados
por el mismo Prebisch o por otros estructuralistas.

29
● Se puede afirmar que el estructuralismo es un Programa de Investigación
originado y desarrollado en América Latina para explicar el problema del
desarrollo y el subdesarrollo no sólo de esta región, sino de lo que ahora se
describe como el Sur Global.

-1949, ‘El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales


problemas’, cuyo autor principal fue Prebisch→se presenta el argumento de la división
del sistema internacional en centro y periferia, que se fundamentó en la forma como se
había producido una desigual difusión del progreso técnico. Detrás de esta desigual
distribución del progreso técnico está la división de la economía mundial en centro y
periferia.
● El centro estaba formado por los países desarrollados, estos países habían
desarrollado mecanismos de participación social de los ciudadanos en los procesos
económicos, permitiendo una distribución más equitativa del progreso técnico a lo
largo de la estructura económica de un país.
● En la periferia, conformado por los países subdesarrollados, que se habían
especializado en la producción de bienes primarios que constituían lo sustantivo de
su oferta exportadora.
● El progreso técnico no se había propagado de forma similar en toda la estructura
económica de los países subdesarrollados. Esto se explicaba por la existencia de
una estructura social en la periferia que no favorecía una creciente participación de
actores sociales y, en consecuencia, el progreso técnico no generaba mejores de
condiciones de vida para toda la sociedad.
● La dicotomía centro-periferia evidenciaba que el sistema económico
internacional no era tan armonioso como se planteaba en la narrativa liberal de la
ventaja comparativa. El deterioro en los términos de intercambio provocaba un
estancamiento de las economías latinoamericanas debido a una ‘restricción
externa’ crónica derivada de los déficits permanentes en su comercio exterior y
debido a la capacidad limitada para importar.
● En este marco teórico se dejaba en claro que el sistema económico internacional
era asimétrico y había ganadores y perdedores.
● El argumento, al menos en Prebisch→ el sistema internacional es asimétrico
porque la distinta distribución del progreso técnico ha ayudado a crear
estructuras productivas y patrones de comercio exterior distintos entre el centro y
la periferia.

30
● Esta ausencia de la categoría imperialismo fue una de las mayores críticas de los
dependentistas y marxistas a Prebisch. Por ello, la propuesta de Prebisch es
modificar la estructura productiva de la periferia y hacerla más semejante a la del
centro. Ello se lograría mediante el proceso de industrialización de los países
periféricos. Al incrementar la producción industrial doméstica se reducirían las
importaciones industriales, lo que ayudaría a reducir uso de divisas, ayudando así a
superar el estrangulamiento externo de la región. Se conseguiría incrementar la
participación de las manufacturas en las exportaciones de los países de la periferia.

Este es en síntesis el enfoque prebischiano, que aparecía como la primera contribución


original de América Latina en el ámbito de las ciencias sociales.

La integración regional, que en la mayoría de los documentos de la CEPAL de la década


del cincuenta se refería a la constitución de un mercado común, fue crucial en la
estrategia de desarrollo de la CEPAL→ ésta era un mecanismo para alcanzar el desarrollo
económico. El interés mayor era convertir la integración en un mecanismo para
promover la transformación productiva de América Latina, lo que era sinónimo de
industrialización.
El interés en la construcción de un mercado común derivaba de la visión crítica que
Prebisch tenía sobre la forma como se estaba dando la industrialización en los países
latinoamericanos. Prebisch consideraba que la industrialización se estaba realizando de
forma poco eficiente. Se intentaba reorientar la estrategia de industrialización al plantear
un desarrollo industrial coordinado entre los países de la región.
- Este es el aspecto más original de la teorización prebischiana de la integración
regional, su razón de ser o motivación, enmarcada en la explicación cepalista del
desarrollo y subdesarrollo, era contribuir en la superación de la condición periférica
de América Latina al permitir que el principal mecanismo para alcanzar este
objetivo, la industrialización, se pudiese implementar de forma eficiente en un
mercado regional ampliado.

La teorización prebischiana sobre integración económica regional cuestionó categorías


y conceptos de los enfoques hegemónicos en el mundo desarrollado. La integración fue
funcional a la estrategia de industrialización y al fomento de la transformación
productiva. El desarrollo e integración económica son en Prebisch las dos caras de una
misma moneda.

31
La crisis de la deuda a inicios de la década del ochenta, seguida por la hegemonía
neoliberal en la región en la década del noventa, produjo un descrédito de las
propuestas cepalistas sobre desarrollo e integración.El regionalismo cepalista estaba en
crisis.
Se produjo en el seno de la CEPAL un movimiento de restructuración del pensamiento
cepalista, que posteriormente sería descrito como neo-estructuralismo. El neo-
estructuralismo no cuestionaba de fondo las propuestas originales de la CEPAL sino la
forma como éstas habían sido aplicadas. La cuestión central era que el estructuralismo
clásico había realizado un diagnóstico de largo plazo del problema del desarrollo en
América Latina, pero no se había preocupado por las políticas de corto plazo. La
producción intelectual tiene conexiones directas con el estructuralismo clásico de
Prebisch, por lo cual el neo-estructuralismo es parte del Programa de Investigación que se
inicia en la CEPAL a fines de la década del cuarenta del siglo XX.
–1994, ‘El regionalismo abierto en América Latina y el Caribe: La integración regional al
servicio de la transformación productiva con equidad’, en el cual se destaca una
concepción de la integración como instrumento para insertarse en el mundo y favorecer
una mayor competitividad de las economías latinoamericanas. En esto la CEPAL
coincidía con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) al describir las iniciativas en
marcha (el Mercosur y la Comunidad Andina – CAN-) como ‘nuevo regionalismo’, pero la
CEPAL incluyó en su marco teórico la propuesta de transformación productiva con
equidad, que lo ligaba al neo-estructuralismo y lo distinguía del enfoque neoliberal del
BID.
El segundo aporte teórico de América Latina en el estudio del regionalismo es la
denominada Escuela de la Autonomía. El argentino Juan Carlos Puig y el brasileño Helio
Jaguaribe son las dos figuras centrales del pensamiento autonomista que comparten
una serie de principios en su marco explicativo que permiten definirla como una escuela
con un claro núcleo duro: rechazo a la visión realista de las relaciones internacionales
según la cual el sistema internacional se caracteriza por la anarquía, describen al
sistema internacional como jerárquico.

- Puig→ representa al mundo como un régimen en el que existen repartidores


supremos, repartidores inferiores y recipiendarios. En el sistema internacional que
Puig conoció los repartidores supremos eran las superpotencias (Estados Unidos y
la Unión Soviética), los intermedios eran potencias como Gran Bretaña, Francia,
Alemania y Japón y el entonces llamado Tercer Mundo estaba formado por los
países recipiendarios.

32
- Jaguaribe→ describía el orden imperante como ‘inter-imperial’ en el que se podía
observar una primacía general, una primacía regional, la autonomía y el nivel de
dependencia. La primacía general la ejercían las superpotencias; la primacía
regional las potencias regionales; la autonomía era alcanzada por ciertos países
que reunían determinadas condiciones para ello y la dependencia correspondía al
resto del Tercer Mundo.
Ambos rechazaban el mundo anárquico del realismo y en vez de ello concebían un
mundo con claro orden jerárquico construido por las potencias para defender sus
intereses y mantener el status quo. En consecuencia, y como segundo postulado, ambos
creían en la validez de categoría dependencia. Pero eran críticos de su uso como variable
omnicomprensiva que explicase todos los procesos políticos, externo o internos, de los
países latinoamericanos.
Esta posibilidad de salir de la dependencia se lograría a través de un proceso de
autonomización, en el cual ambos creían→ ciertos países, que reunían ciertas
condiciones materiales e ideacionales podrían superar el estado de dependencia y pasar
a un status de autonomía. No se convertirían en repartidores, o tendrían primacía, pero si
alcanzarían la situación de autonomía. Ambos autores coincidían en que el proceso de
autonomización requería de una serie de condiciones como la ‘viabilidad nacional’ o
‘permisibilidad internacional’.
Otro elemento en común es la importancia de las variables sistémicas en su marco
explicativo. La estructura de poder mundial y las capacidades materiales de los actores
eran determinantes en el posicionamiento de los agentes en el sistema internacional y su
papel (principal o subordinado en éste). Sin embargo, no eran estructuralistas-sistémicos
radicales. Tanto para Puig como para Jaguaribe, las élites nacionales eran actores
claves en el proceso de autonomización.
- Puig→ las diversas formas de inserción de un país en el mundo (dependencia para-
colonial, dependencia racionalizada, autonomía heterodoxa y autonomía
secesionista) estaban fuertemente asociadas a la actuación de las élites y a la
forma como éstas concebían la acción del Estado.
- Jaguaribe→ las élites eran un factor necesario para alcanzar un elemento crucial en
el logro de la autonomía, que el autor describe como ‘viabilidad nacional’.

Ambos enfoques comparten una visión crítica del sistema internacional, pero no
proponen su transformación radical→ los autonomistas proponían un escenario en el

33
cual a través de una estrategia adecuada de ‘autonomización’ algunos países podrían
mejorar su posicionamiento en el sistema internacional.
Desde mediados de la década del noventa se ha producido una nueva oleada de
pensamiento autonomista. Esto se ha acompañado con una renovación de los
postulados autonomistas. Existen aportaciones que desarrollan, amplían, a veces
cuestionan, la visión original puiguiana y jaguaribeana que suponen una ampliación del
paradigma autonomista original.
El otro aporte a la teorización latinoamericana es la Escuela de la dependencia, pero en
ella el tema de la integración fue subalterno y poco tratado.

2. Discutiendo y visibilizando los aportes latinoamericanos


En este número se evidencia que la integración y la cooperación regional han estado
presente en los debates académicos de América Latina desde los mismos años iniciales
de la vida independiente de sus países. Como se señala en esta presentación, esta
reflexión originalmente se presentó en términos de saber, en el sentido foucaultiano del
término, como formaciones discursivas para analizar hechos como la defensa común de
la región. El regionalismo nunca se dejó de pensar en América Latina, incluso en aquellos
momentos en que las tendencias nacionalistas y localistas tenían mayor fuerza. Con base
a ese saber las categorías desarrollo y autonomía se fueron convirtiendo gradualmente
en las razones que explicaban las propuestas de unidad regional. Posteriormente, en el
siglo XX estos dos temas: el desarrollo y la autonomía como motivaciones de la
integración y cooperación regional, se convierten en pilares de dos de las escuelas de
pensamiento social latinoamericano: el estructuralismo y el autonomismo. Lo particular
de estas dos escuelas es que en ambas el regionalismo tuvo un lugar relevante en el
marco explicativo global. No nacen para explicar el regionalismo, pero éste se convierte
en una variable importante en su marco explicativo.

Vadell, Javier (2020) El rol de Brasil en el regionalismo latinoamericano. Foro Internacional.


Volume 60. Issue 3 (241). Page 1041 - 1080 ●

Introducción
Las raíces del regionalismo latinoamericano se confunden con el nacimiento de los
Estados de la región y el ideal integracionista representa la forma más ambiciosa del
sentimiento regional. El rol del Estado brasileño como uno de los principales articuladores
de los proyectos integracionistas de la región, resulta un hecho ineludible.

34
Años cincuenta y sesenta→ los gobiernos de la región, imbuidos del espíritu cepalino,
defendieron una activa intervención estatal para apoyar el desarrollo industrial, las
inversiones en infraestructura de transporte, comunicaciones y energía, reformas
agrarias, redistribución de los ingresos y aumentos de los servicios sociales. En general,
eran “coaliciones amplias y progresivas, del centro a la izquierda, de carácter urbano,
modernizador, nacionalista y populista”. El keynesianismo, el socialismo y las teorías del
desarrollo proporcionaron un respaldo teórico e ideológico para estas iniciativas. Se buscó
crear mercados regionales mayores para aprovechar las ventajas de las economías de
escala y la eficiencia del proceso de sustitución de importaciones.

En Brasil, la integración constituyó uno de los ejes conceptuales constantes de su


política exterior. En la década del cincuenta, el programa de gobierno de Kubitschek
(1956-1961) → industrialización fundamental para el desarrollo económico del país→ se
tradujo además en el entendimiento entre Kubitschek y el resto de los mandatarios de la
región. Ese clima de cooperación fue lo que posibilitó en 1960 el surgimiento de la
Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (alalc), primer proceso de integración de
la región, a partir de la propuesta del denominado abramex (Argentina, Brasil y México).
El desenlace de las dos guerras mundiales y la Gran Depresión de 1930 habían mostrado
los peligros de una dependencia excesiva de la exportación de productos
primarios→alternativa→el desarrollo industrial y la integración económica de la
región→ dieron lugar a lo que los especialistas denominarían “regionalismo cerrado”.

Fines de la década del setenta y durante los años ochenta → el ideario de integración
perdió interés y credibilidad, tanto por sus magros resultados como por el desenlace de
acontecimientos internacionales trascendentales→ “década perdida”.

Intentaron no abandonar intentos integracionistas→ Declaración de Iguazú firmada en


1985 por los presidentes de Brasil y Argentina, Sarney y Alfonsín. Este acto significó el
relanzamiento de las relaciones bilaterales y, sobre todo, el germen que posibilitaría la
reanudación de los esquemas de integración sudamericanos concretados, años más
tarde, en la creación del Mercado Común del Sur (Mercosur).

Años noventa → consolidación de regímenes democráticos en la mayoría de los países


latinoamericanos.
Favoreció relaciones más estrechas, amplias y amistosas entre los gobiernos de la
región, propiciando un resurgimiento del movimiento integracionista. Se buscó hacer

35
frente a los desafíos que generaba la globalización, a partir de políticas de liberalización
económica intrarregional en el marco de los principios impartidos por el Consenso de
Washington. Se sumaron nuevas iniciativas, como la creación del Mercosur, principal
exponente del modelo de “regionalismo abierto”.

Fines de la década de los 90 → Integración latinoamericana en “estancamiento”,


evidenciando ciertas vulnerabilidades con el énfasis puesto en la liberación comercial
intragrupo.
- “Doble crisis”→ MERCOSUR→producto de la devaluación del real en Brasil en 1999 y
de la crisis financiera de Argentina en 2001. Provocaron una primacía de los
intereses domésticos generando nuevos retrocesos en el esquema regional.

El agotamiento de la estrategia de regionalismo abierto dio paso a la llegada al poder


de diversos gobiernos de izquierda que propició el desarrollo de un modelo de
integración “físico-estructural”, “posliberal”, “posneoliberal” o “poshegemónico”.

Brasil –de la mano del gobierno de Lula da Silva– se constituyó en un protagonista


crucial como principal articulador del proyecto integracionista. Al ya existente Mercosur
se le sumó la creación de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) que abarcaba la
totalidad del subcontinente y reafirmaba la construcción de políticas regionales en torno
a la idea de “Sudamérica”.
La dinámica latinoamericana parece hoy en día bifurcarse entre una reedición del
regionalismo abierto –a través de la Alianza del Pacífico– y, un proceso de deconstrucción
de Sudamérica como bloque geopolítico y actor regional en el sistema mundial. Resulta
insoslayable vincular la crisis regional con la crítica coyuntura política y económica que
atraviesa Brasil en tanto líder del proceso sudamericano.

La llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia en Brasil ha profundizado la fragmentación


regional en la medida en que el nuevo gobierno propicia un alejamiento del gigante
sudamericano de su región de pertenencia, apostando por una inserción internacional
unilateral y solitaria.

Objeto del trabajo→analizar las actuales vicisitudes que aquejan al regionalismo


latinoamericano, así como el posible repliegue de Brasil como principal articulador del
proceso.

36
Hipótesis→ la nueva fase en la que están los regionalismos latinoamericanos no puede
entenderse a partir de una supuesta falta de institucionalidad –como se sostiene desde
perspectivas que abogan por explicaciones en “espejo” con el proceso europeo– sino que
responde en mayor medida a un proceso de redefinición propia, en función de
significativas alteraciones ocurridas tanto en las coyunturas globales como nacionales
que han, por tanto, incidido en la lógica regional. Asimismo, creemos que la llegada de
Bolsonaro al gobierno nacional implica un quiebre en la política exterior de Brasil en
relación con su esfera de pertenencia.

ENFOQUES SOBRE REGIONALISMO


Plano teórico→ existen algunos consensos básicos en cuanto al concepto de
regionalismo. Nolte→ la idea de regionalismo como categoría amplia hace referencia al
reconocimiento de la región como un sistema abierto y no cerrado, como sí es estudiado
el sistema internacional. Un sistema regional es un subsistema permeable o poroso
influido por las dinámicas políticas y económicas, locales y nacionales, y por los
constreñimientos sistémicos de la estructura económica global y de la geopolítica de
las grandes potencias. Por esta razón, las regiones pueden ser pensadas como clusters
geográficos, construidos políticamente por las unidades estatales e influidos por actores
económicos y políticos diversos, fuerzas sociales locales, nacionales y transnacionales.
Estas unidades regionales no siempre actúan como actor unitario→ Una región es un
espacio territorial donde confluyen, de manera compleja y contradictoria, aspectos
ideacionales, fuerzas sociales, instituciones políticas y redes de poder global.
El regionalismo presupone un “conjunto de diversos proyectos de cooperación en varias
subregiones”. Sin embargo, es más difícil observar grados de consenso en torno a los
conceptos más específicos, como la idea de integración regional o de cooperación
regional.

Legler→propone una primera clasificación entre los analistas de la integración y del


regionalismo latinoamericano: las perspectivas optimistas, cuya argumentación sostiene
que los cambios en el regionalismo en los 2000 provocaron transformaciones positivas en
lo que respecta a la soberanía de los países, y las visiones más escépticas del proceso.
Esta división ha tomado la experiencia europea como modelo a seguir y que, por tanto,
desconocen las particularidades propias de distintas realidades políticas, económicas
y culturales→ por lo que en cada oportunidad en que los regionalismos latinoamericanos
se han visto afectados por reveses, disensos entre sus miembros o retrocesos en el
proceso colectivo, la búsqueda de causales que permitan explicar esos períodos críticos

37
ha girado en torno a la falta de institucionalidad de los esquemas latinoamericanos. Las
actuales dificultades que enfrenta Unasur se interpretan, en algunos casos, desde esta
perspectiva.
El caso de Sudamérica y el rol de Brasil en los procesos de integración regional nos
coloca en un desafío interesante que significa realizar un esfuerzo heurístico para abrir
determinadas “jaulas conceptuales”, es decir, herramientas teóricas que fueron útiles
para explicar casos diferentes, pero que se muestran pobres para comprender el
fenómeno del regionalismo sudamericano. Debemos reconocer la existencia de estas
“jaulas conceptuales” y reflexionar sobre su superación.
- El principio central que define la “jaula conceptual” europea sobre lo regional “es la
suposición implícita de que la cesión de soberanía o poder nacional a los
organismos suprarregionales es la condición sine qua non para la existencia de un
proyecto regionalista de integración”.

Este enfoque restrictivo excluye la consideración de otros aspectos que enriquecen el


análisis de un esquema de integración, de forma evolutiva.
Otra línea de investigadores→(con los que los autores coinciden) destacan que los
casos latinoamericanos y caribeños responden a “modelos” y/o visiones de la
integración regional diferentes. Se trata de un conjunto de perspectivas que, sin caer en
un mero parroquialismo, focaliza el análisis en los atributos distintivos del proceso
latinoamericano.
Desde este enfoque, un análisis del actual regionalismo latinoamericano pone de
manifiesto diversas concepciones yuxtapuestas. La Alianza del Pacífico, por un lado, es
una nueva forma de regionalismo abierto, que contrasta con los modelos de regionalismo
posliberal y que además ha habilitado cierto regreso de México a Sudamérica.
Destacamos las experiencias de regionalismo posneoliberal, como Unasur, alba y celac.
El regionalismo posliberal, a diferencia del estructuralismo cepalino tradicional, hace
hincapié en las exportaciones, y así la integración tiene un papel central y no de mero
soporte al desarrollo nacional: el ámbito internacional se torna entonces importante
para la consecución de objetivos nacionales. En sintonía con los cambios en la
orientación de la política externa, el gobierno de Lula buscó profundizar el
estrechamiento de vínculos con los países sudamericanos. En un mundo de bloques,
Brasil llevó a Sudamérica a fortalecerse como entidad político-económica.

-1991→el Mercosur conlleva en sí mismo una contradicción interesante. Su surgimiento se


inspiró en los postulados del regionalismo abierto, como institución para adaptarse a la

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globalización neoliberal. Su propósito normativo fue avanzar hacia una unión aduanera
o un mercado común, inspirándose en el modelo de la Unión Europea. El Mercosur logró
consolidarse como principal esquema de negociación regional de Sudamérica.

El escenario actual está planteando serios desafíos.


- En términos económicos, la reciente firma del tratado Mercosur-Unión Europea
podría interpretarse como un avance para este esquema regional mercosureño.
- En cuanto al aspecto político→ su situación es crítica si tomamos en consideración
la existencia de miembros suspendidos (Venezuela) o con riesgo de suspensión
(Bolivia). Sumado a las inminentes tensiones bilaterales entre el gobierno de
Bolsonaro y el gobierno de Alberto Fernández en Argentina.

La CELAC se presentaba como el interlocutor y la plataforma natural de los países de


ALC, como componente político (y geopolítico) estratégico e intergubernamental del
proceso de integración regional→ es crucial para facilitar la realización de acuerdos
económicos extrarregionales con una orientación más autonomista.

En contrapartida, en marzo de 2019, los gobiernos de Chile, Colombia, Argentina, Brasil,


Ecuador, Paraguay y Perú crearon el Foro para el Progreso de América del Sur (Prosur)→
orientación conservadora, nació bajo las cenizas del Unasur y bajo la promesa de poca
burocracia, una estructura simple, sin secretariado y a bajo costo.
El desorden institucional del regionalismo latinoamericano no debe confundirse con la
ausencia de regímenes regionales→ lo que se observa en la actualidad son esquemas
regionales en pugna con miradas ideológicas divergentes. (crisis en Chile y Bolivia
acentuaron esta polarización).
Destacamos que el proceso colectivo latinoamericano ha evolucionado a partir de dos
fuertes tradiciones históricas y legales que abogan por una férrea defensa de la soberanía
nacional pero que, al mismo tiempo, exhortan a una solución pacífica de las
controversias.
La disruptiva llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia en Brasil podría echar por tierra
los esfuerzos brasileños de conducción sudamericana.

POLÍTICA EXTERIOR BRASILEÑA Y REGIONALISMO: ¿AMÉRICA LATINA O AMÉRICA DEL SUR?

Década del noventa: el liderazgo brasileño en el marco de la globalización

39
La literatura de política exterior brasileña identifica tres patrones de acción de la
política exterior, salvaguardando el interés nacional para ampliar los márgenes de
autonomía y estimular el desarrollo:

→ Décadas 60 Y 70→ “Autonomía por la distancia”→consistió en posiciones críticas en


relación con el statu quo global y se adhirió activamente a las políticas orientadas a la
industrialización. Partiendo del presupuesto de que el sistema internacional es jerárquico
–centro-periferia– y basado en relaciones de poder asimétricas, se proponían diferentes
estrategias para incrementar la autonomía utilizando recursos tangibles e intangibles
de poder. Estas estrategias incluían políticas que fomentaran la integración regional o
subregional, un mayor equilibrio frente a Estados Unidos y un perfil activo en política
exterior. Fue precisamente en este periodo que Brasil y los otros países de ALC intentaron
implementar el proyecto del ALALC como un medio de establecer un gran mercado para
desarrollar las economías de escala y, por lo tanto, fortalecer las economías nacionales.

→ Década de los 90→ “Autonomía por la integración”→favoreció la apertura económica


en curso bajo los postulados del Consenso de Washington. Implicó la búsqueda de una
autonomía vía la integración con los mercados globales. Los responsables de formular
la política exterior de Brasil, y de la mayoría de los países de la región, entendían que el
país debería participar activamente junto a las potencias económicas occidentales,
Estados Unidos en particular. Dicho progreso económico se daría como consecuencia de
una apertura amplia y unilateral del comercio y las finanzas. Esta política exterior
estaba en sintonía con la visión de un regionalismo liberal o regionalismo abierto, como
lo presentaba la CEPAL, y lo recomendaban por ej el FMI y el BM.
Así, Collor de Mello (presidente brasile 1990-1992) junto con Carlos Menem promovieron
la creación de un mecanismo de integración del Cono Sur, es decir, el MERCOSUR. La
evolución económica de Brasil, así como sus políticas internas y su posición negociadora
dentro del bloque, condicionaron notablemente la marcha global del proceso de
integración, su metodología y su agenda de negociaciones.

Los comienzos del siglo xxi estuvieron marcados por cambios en la política exterior
brasileña en respuesta a un contexto internacional crítico→ ataques terroristas donde
América del Sur pasó a ser un segundo plano en las prioridades de EEUU. Esto y la crisis
económica de 2001 colocaron en jaque al modelo de política externa basado en la
“autonomía por la integración”.

40
Inicios del siglo xxi: la búsqueda de un liderazgo sudamericano
La política exterior brasileña, bajo el mandato de Fernando Henrique Crdoso (FHC),
mostró algunas tentativas de distancia sutil en relación con Estados Unidos, en la
intensificación del diálogo entre el Mercosur y la Unión Europea y en la mayor
aproximación con los demás países de Sudamérica, India, la RPC y Sudáfrica.
La elección de Luiz Inácio Lula da Silva como presidente de Brasil significó la
consolidación de esa orientación de cambios. En la práctica no existieron cambios
radicales en la consecución de la política exterior sino modificaciones o ajustes en las
prioridades y en las relevancias otorgadas a las diversas cuestiones. Aun cuando estos
dos gobiernos representaban tradiciones diplomáticas diferentes, ambos persiguieron el
mismo objetivo distintivo de la política exterior brasileña: desarrollar económicamente
al país preservando al mismo tiempo cierta autonomía política. De esta forma Lula
adoptó una estrategia crítica de la agenda de liberalización→ esta estrategia defendía la
inserción mundial de Brasil por medio de un proyecto nacional autónomo, basado en
activas políticas de desarrollo y en la creación de alianzas con países que tuviesen
intereses semejantes, es decir, la cooperación Sur-Sur (css) y la profundización de la
integración de Sudamérica. Se proponía contribuir al surgimiento de un orden
internacional multipolar que contuviese las políticas unilaterales estadounidenses,
distintivas de los primeros años post 11-S.
El gobierno Lula asumió una postura más crítica respecto a los efectos de la globalización,
reafirmando las posiciones tradicionales de Brasil en las negociaciones comerciales para
obtener acceso a los mercados de los países industrializados, defendiendo mecanismos
que favorecieran a las naciones menos desarrolladas y la implementación de políticas de
desarrollo que permitiesen una mayor autonomía tecnológica. Así, aplicando una
estrategia de “autonomía por la diversificación”→ el gobierno de Lula se adhirió a los
principios, normas y reglas internacionales, propiciando mayores niveles de
multilateralismo internacional, enfocándose en las alianzas Sur-Sur, que incluían tanto
a las alianzas regionales estrechas como con Argentina, así como los acuerdos con
socios no tradicionales.
Una vez consolidado el poder del pt a nivel nacional, fue posible diferenciar tres corrientes
principales de pensamiento en materia de política exterior:
→Globalistas→continuaban defendiendo las medidas de liberalización como medio para
insertarse al mundo, creían que Brasil debía seguir fortaleciendo sus vínculos comerciales
con los países desarrollados del norte y que la integración regional debía concentrarse en

41
el comercio, las inversiones y la infraestructura. Sector de los grandes críticos del gobierno
de Lula.
→Posliberales→cuestionaban la actual distribución del poder mundial y, por consiguiente,
privilegiaban la css mediante el establecimiento de alianzas horizontales tanto con los
países sudamericanos como con las potencias emergentes extrarregionales. Sector más
favorable al gobierno de Lula.
→Regionalistas→ énfasis en la integración regional como base para una posterior
integración a la economía mundial. Consideraban que la proyección global brasileña
dependía de la capacidad de poder integrar el continente sudamericano. Este grupo
estimaba que el país no podía conquistar, por sí solo, la proyección deseada en la escena
internacional.
-Mariano, Ramanzini Junior y Ribeiro de Almeida destacan que con el gobierno Lula hubo
un foco en la dimensión política de la política externa brasileña y un énfasis en la
autonomía regional y nacional.
-En cuanto al fortalecimiento del MERCOSUR en octubre de 2003 →Lula y Néstor Kirchner
firmaron el “Consenso de Buenos Aires” comprometiéndose en temas como desarrollo
de tecnología, participación conjunta en diversos foros internacionales, la negociación del
alca, el medio ambiente y la gestión de la deuda pública. Durante este periodo, las
relaciones en el Mercosur se caracterizaron por diversos conflictos sectoriales, disputas
comerciales y discusiones predominantemente bilaterales argentino-brasileñas. Si
bien se registraron ciertos intentos para superar estos problemas y avanzar en la
profundización de la integración, los resultados fueron significativos.
La convergencia política e ideológica de ambos gobiernos sudamericanos no viabilizó la
profundización del Mercosur→ se debió a los desequilibrios comerciales entre Argentina y
Brasil y a las respuestas del gobierno argentino, en algunos casos unilaterales, que
evidenciaron los conflictos de intereses en la dimensión de la economía sectorial. La
rápida recuperación argentina tuvo como consecuencia directa alteraciones sustanciales
en el comercio bilateral con Brasil. Los conflictos bilaterales tenían, por lo menos, un
motivo comercial visible.
Los conflictos entre Argentina y Brasil evidenciaban el carácter comercial e
intergubernamentalista de esa fase del modelo de integración del Mercosur. Desde 2005,
el gobierno argentino presionaba a Brasil para la aplicación de las cláusulas de
salvaguardas para algunos sectores de la industria argentina, hasta que, en febrero de
2006→ acuerdo con la creación de un Mecanismo de Adaptación Competitiva (mac),
cuya función sería evitar la entrada predatoria de productos de uno de los dos países al
mercado vecino. El acuerdo provocó descontento en el sector productivo brasileño y

42
generó discordias incluso en el interior del gobierno”. Los sectores industriales brasileños
también se mostraron contrarios al acuerdo.
De esta manera, se podía observar la división de fuerte carácter antiintegracionista en
importantes sectores de la burguesía empresarial brasileña→ buscaban consolidar
solamente una zona de libre comercio, situación que permitiría a Brasil firmar acuerdos
comerciales bilaterales con otros países. Este repliegue, fundamentan sus defensores,
reforzaría la autonomía del país.
El gobierno brasileño de Lula da Silva efectuó el lanzamiento de una nueva iniciativa en el
marco de los regionalismos latinoamericanos, a partir de la creación de Unasur→ buscó
consolidar el liderazgo brasileño en todo el continente sudamericano. El gobierno
argentino de Néstor Kirchner se mostró reticente.
Las dos primeras décadas del siglo xxi constituyeron una etapa de consolidación del
liderazgo del gigante sudamericano en la región, en la medida en que fue capaz de
neutralizar esquemas integracionistas alternativos –como el alca, propuesto por
Estados Unidos, y el alba, de Hugo Chávez– y de excluir otros posibles liderazgos
regionales como el mexicano, logrando imponer su propio proyecto de una unidad
geopolítica y económica sobre la base de las fronteras sudamericanas. Las asimetrías
existentes con Brasil siguieron siendo el principal factor disruptivo. En la última década
del siglo xx, los dos mercados principales del Mercosur se tornaron muy interdependientes
en términos comerciales y de flujos de capitales, esta dependencia fue mayor para
Argentina.El destino de las ventas externas argentinas iban significativamente a Brasil,
pero esto comenzó a descender debido al incremento de ventas a países como China y
EEUU. China comenzó a tomar importancia como comprador en la región.
Los esfuerzos brasileños de consolidación del esquema regional no lograron sostenerse en
el tiempo y cuando la situación interna comenzó a deteriorarse, ésta tuvo como correlato
el inicio de una fase también crítica para las iniciativas regionales. La actual
vulnerabilidad del principal articulador del proceso regional debilita el esquema
sudamericano en su conjunto.

La crisis brasileña de 2016: preludio de la fragmentación sudamericana


Llegada de Michel Temer→ con una agenda conservadora, coincidió con un movimiento
regional de retroceso de los gobiernos progresistas en la región. Desde el segundo
mandato de Dilma Roussef y con Michel Temer, la política externa brasileña fue reactiva,
contradictoria y confusa. A inicios del gobierno de Temer, se intentó desarticular la idea
de “golpe” frente al proceso de impeachment. En la segunda fase, con José Serra del
partido psdb como Ministro de Relaciones Exteriores, se buscó implementar un

43
programa específico basado en 10 directrices. De estos puntos, dos objetivos se
destacaron en la nueva agenda conservadora y se extendieron hasta la visión de mundo
sostenida por el actual gobierno de Bolsonaro: 1) la entrada de Brasil a la Organización
para la Cooperación y Desarrollo Económico (ocde), y 2) la aceleración de la negociación
de acuerdo Mercosur y Unión Europea. Estos dos focos fueron ganando importancia en la
política doméstica, en especial para legitimar las políticas económicas de austeridad.
La inestabilidad política y la escasa legitimidad del gobierno de Temer hicieron imposible
avanzar con una agenda propositiva.
El foco de preocupación política fue puesto entonces en la consecución de una agenda
“negativa” la cual tuvo continuidad durante los primeros meses del gobierno de
Bolsonaro. La acción más destacada en este sentido fue la declaración conjunta de
Brasil, Argentina, Paraguay, Colombia, Perú y Chile, el 20 de abril de 2018, de suspender,
por tiempo indeterminado la participación de sus gobiernos en Unasur, antesala del
retiro definitivo realizado por Argentina y seguido por el gigante sudamericano bajo la
gestión de Bolsonaro en abril de 2019. De esta manera, se concretó, una virtual extinción
de Unasur.
En materia de política regional, la visión conservadora que comparten los gobiernos de
Temer y Bolsonaro indica un retorno a la idea de regionalismo abierto y el enfoque
subyacente de pensar los procesos de integración regional, no como una herramienta
de autonomía y proyección internacional de Brasil, más o menos institucionalizada,
sino como un estorbo con los objetivos de alineación automática con Estados Unidos y
para integrarse a la economía global de manera unilateral.
La estrategia brasileña de liderazgo sudamericano ha sido dinamitada en menos de un
año. Abandono de UNSAUR, malestar creciente en la relación bilateral con Argentina→
esta tensión en la relación argentino-brasileña, que es clave para el futuro regional, ha
tenido dos manifestaciones. El interés del gobierno bolsonarista de propiciar una
reducción del arancel externo común en el seno del Mercosur, lo cual podría generar
serias consecuencias para la economía argentina y que, por consiguiente, cuenta con el
rechazo del próximo gobierno de Alberto Fernández. En segundo lugar, las reiteradas
fricciones entre Bolsonaro y Fernández han promovido un regreso de México a nuestra
región, de la mano de Argentina, lo cual erosiona la idea de “Sudamérica” y vuelve a
potenciar una visión amplia de “Latinoamérica”.

CONCLUSIONES

44
El regionalismo ha constituido uno de los ejes centrales de las relaciones
internacionales latinoamericanas y caribeñas→ Brasil se constituyó en un protagonista
crucial como principal articulador del proyecto integracionista de Sudamérica.

La comunidad epistémica ha comenzado a hablar de una nueva etapa de “regionalismo


à la carte”--> dicho regionalismo está caracterizado por una desaceleración y
profundización de la bilateralización de la integración en alc, lo cual puede explicarse
tanto por variables exógenas como endógenas.

Variables exógenas a considerar.


- auge internacional de políticas proteccionistas y soberanistas, asociadas con el
Brexit y la llegada de Donald Trump al gobierno de Estados Unidos, así como la
irrefrenable presencia de China en la región.
- La actual guerra comercial sino-norteamericana iniciada en 2019 ha profundizado
la fragilidad del comercio internacional con claras repercusiones para América
Latina.

Variables endogenas:
- Significativa fragmentación política, producto de diversos cambios de gobierno en
la región, profundizado por la presencia de esquemas regionales en pugna, con
miradas ideológicas divergentes. Sumado a una creciente inestabilidad producto
del estallido social en Chile y el debatido golpe de Estado en Bolivia.
- se suma el avance de la Alianza del Pacífico como esquema alternativo que ha
contribuido a reforzar en la región la idea de que es necesaria una flexibilización de
los esquemas existentes.
- “Negociar a velocidades separadas”, así como evitar estar atados a una
negociación conjunta frente a terceros países se han convertido en algunas de las
principales premisas de esta nueva etapa regional.

La llegada del gobierno de Jair Bolsonaro a Brasil ha significado un quiebre en la


tradicional política exterior de este país hacia su esfera de pertenencia, a la vez que busca
propiciar una inserción internacional unilateral con, además, un claro acercamiento a
Estados Unidos.
Este vacío ha facilitado la reaparición de México dentro de este proyecto y ha colaborado
al retorno de la idea de Latinoamérica como centro neurálgico de la definición geopolítica
del “vecindario”,74 en detrimento del concepto de Sudamérica.

45
El inicio de una crisis político institucional en Brasil. en el seno del principal articulador
de las iniciativas regionales de las últimas décadas, provocó un golpe al corazón del
regionalismo sudamericano. El retraimiento del liderazgo brasileño en Sudamérica, junto
con los virajes y desorientaciones ocurridas al interior de Mercosur, la desaparición de
Unasur y la creación de nuevas y frágiles iniciativas como ProSur han dañado la
credibilidad de las iniciativas de la región, así como la posibilidad de identificar una voz
conjunta en Sudamérica, como un todo diferenciado.

Maldonado Bodart, M., & López Leyva, S. (2017). La visión del desarrollo dentro del contexto
global y regional. El regionalismo a través de la Alianza del Pacífico y la Asociación
Latinoamericana de Integración 2005-2014. Desafíos, 29(1), 13-49.

INTRODUCCION
Con el fin de la II Guerra Mundial, se establecieron las bases para la arquitectura actual
de la Cooperación Internacional para el Desarrollo (CID), con el origen de los
organismos internacionales como principales promotores de la búsqueda del desarrollo
a nivel internacional. El surgimiento de nuevos Estados dentro del sistema internacional y
el incremento de la desigualdad entre los países del Norte y los países del Sur, entre otros,
llevó a nuevas problemáticas y retos para enfrentar el desarrollo desde distintas escalas y
niveles. Con el inicio de la globalización surgió un incremento en las interconexiones a
nivel global, principalmente en el aspecto comercial y económico, y con ello una
desterritorialización de la política, lo que impulsó un crecimiento de redes de
interdependencia entre distintos actores, en distintos ámbitos y espacios.
La región de América Latina y el Caribe (ALyC), a pesar de sus múltiples esfuerzos y
esquemas de cooperación económica y comercial para alcanzar un mejor desarrollo
desde 1960, aún cuenta con altos niveles de pobreza.
oBJETIVO PRINCIPAL→ realizar un análisis de la evolución en las perspectivas del
desarrollo, primero desde el ámbito global, para después entender la lógica regional, a
través de los mecanismos de cooperación económica y comercial como lo son la Alianza
del Pacífico (AP) y la Asociaciación Latinoamericana de Integración (ALADI), a través de
sus transacciones comerciales dentro del periodo 2005-2014.

1. PERSPECTIVAS DEL DESARROLLO: EL CONTEXTO GLOBAL


El régimen internacional de la cooperación para el desarrollo, establece sus bases y
dinámicas actuales al finalizar la II Guerra Mundial, a través de los principales organismos
internacionales, que surgieron como resultado de la permanente búsqueda de la paz,

46
seguridad y del desarrollo. La importancia en la búsqueda de la Cooperación para el
Desarrollo es institucionalizada desde sus inicios a través del Sistema de Naciones Unidas
(UN), el Banco Mundial BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)→ en donde la visión del desarrollo es
un eje fundamental para llevar a cabo la cooperación internacional.
Kenneth Dadzie distingue 4 grandes fases, en las que se ha identificado una evolución en
la visión del desarrollo desde el ámbito internacional:
→Fase 1. Estado nacional capitalista (1945-1962). La principal tarea y visión del desarrollo,
desde el Sistema de Naciones Unidas, fue que el Estado consiguiera el crecimiento
económico nacional por medio del clásico capitalismo estatal. Durante los años
cincuenta, los organismos internacionales para el desarrollo se fueron consolidando, a
través del propio Sistema de Naciones Unidas, BM, FMI, la creación de bancos regionales
para el desarrollo, estableciéndose las bases de una infraestructura internacional para
alcanzar el desarrollo. Los procesos de descolonización avanzaban, surgiendo nuevos
Estados independientes que exigían nuevas demandas.
Guerra Fria→Bremer (2010)→ surge el concepto de Tercer Mundo y explica que se inicia
una búsqueda de nuevas opciones políticas y económicas. / 1961→ con el surgimiento de
la OCDE, se crea el Comité de Ayuda para el Desarrollo (CAD): conformado por Estados, se
encarga de gestionar y financiar programas de cooperación para el desarrollo,
dependiendo del nivel de desarrollo en el que se encuentre el Estado receptor de la ayuda.
Weiss, Forsythe y Coate (2004)→en esta fase, el desarrollo fue pensado primordialmente
en términos del crecimiento del Estado nacional. Estaba la visión de la teoría
funcionalista para alcanzar el desarrollo. El interés se centró en las problemáticas del
desarrollo relacionadas con temas como la pobreza, la desnutrición, la expansión
demográfica, etc.
→ Fase 2. Acción afirmativa internacional (1962-1981). Principios de 1962→ Actividad
para el desarrollo enfocada en las desigualdades del ingreso entre los países
desarrollados y los países en desarrollo. Años sesenta, Maira (1997) destaca que surge el
Grupo de los 77, conformado por países en desarrollo que tenían demandas y
problemáticas comunes dentro del seno del Sistema de Naciones Unidas, como una
forma de realizar coaliciones a favor de promover sus intereses comunes.
Weiss et al. (2004) señalan que los movimientos de descolonización dieron origen a una
‘avalancha’ de nuevos Estados independientes. / 1964→Conferencia de Naciones Unidas
para el Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), dando un giro a la
reorientación en la visión para el desarrollo, y en 1966, el Programa de Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD), teniendo como encomienda la reducción de la pobreza, la

47
creación de empleos y la protección del medio ambiente a nivel internacional. / Años
70→ Informe Pearson→ se propone una nueva base para la cooperacion internacional,
una reformulación del concepto de desarrollo y la consideración fundamental de
reforzar la Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD).
El BM comienza a utilizar el Proyect Cycle Management como herramienta de
administración.
Weiss, Forsythe y Coate (2004), señalan que hay una reorientación de la visión del
desarrollo, en donde la naturaleza automática de este, concebida a través de la visión
del liberalismo económico nacional fue repensada tanto dentro del seno de las
Naciones Unidas, como dentro del BM, teniendo como orígenes el pensamiento de Raúl
Prebisch y sus colegas de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
→ Fase 3. Regreso del Neoliberalismo (1981-1989). Década de los 80→ las políticas
comienzan a enfocarse hacia los aspectos macroeconómicos y diferentes temas
sociales y ambientales. El pensamiento económico y el desarrollo político de Occidente,
llevó a cambios en la visión de la política exterior desde la esfera económica. Las
instituciones de Bretton Woods comenzaron a sentir descontento con la visión para el
desarrollo prevaleciente, debido a una ausencia de rápido progreso económico en
muchos de los países en desarrollo. En este sentido, comenzaron a implementar
programas de ajuste estructural condicionando sus préstamos. Con las reformas
estructurales propuestas en 1989, por medio del Consenso de Washington, se inició la
búsqueda de un modelo abierto, de liberalización comercial y de mercado de capitales,
entre otros, dirigido en un principio hacia los países de América Latina. Este condicionó el
financiamiento por parte de los organismos internacionales con el cumplimiento de las
reformas conocidas como programas de ajuste estructural (Observatorio de
Multinacionales en América Latina, 2012). Finalmente, la fase termina con la caída del Muro
de Beríln y el fin de la Guerra Fría.
→Fase 4. Desarrollo Humano Sostenible (1989-2015). Proceso de transición de las
economías del régimen socialista a economías de libre mercado. Inicio de la globalización
y visión más amplia del desarrollo. En dicha vision, se basan en las capacidades y la
evaluación, reflejándose el desarrollo ya sea como una mejora o un buen resultado. Los
enfoques de esta etapa principalmente son: el Índice de Desarrollo Humano (IDH), los
Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM) y los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS),
establecidos en septiembre de 2015.
La visión del desarrollo que establece el enfoque del el Programa de Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD), es el denominado Índice de Desarrollo Humano (IDH), el cual no solo
evalúa el bienestar económico para medir el desarrollo, sino que la salud y la educación

48
son imprescindibles en el proceso,desarrollo hacia las personas y sus capacidades, así
como el uso que hacen de las mismas. Dadzie señala que la cooperación económica
internacional para el desarrollo entra en una fase de madurez.
En 1994, a través del reporte “Una Agenda para el Desarrollo”, el Secretario General del
Sistema de Naciones Unidas, Boutros BoutrosGhali, declara al desarrollo como un derecho
humano fundamental.
Las ventajas de las dinámicas globales se han presentado de forma asimétrica entre los
distintos Estados y regiones. Reconociendo estas asimetrías, en septiembre del 2000 se
celebra la Cumbre del Milenio de Naciones Unidas, en la que aprueban la Declaración del
Milenio, estableciéndose con ello ocho objetivos a nivel global para alcanzar el
desarrollo, conocidos como Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM) y trazándose
como fecha de cumplimiento el año 2015.
En el 2005 durante la Cumbre del Milenio +5, se acordó modificar la cobertura geográfica
de aplicación, para que trascendieran hacia una escala de país por país.
-Nueva a Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030, se adoptan los 17 Objetivos del
Desarrollo Sostenible (ODS) a nivel global, iniciándose una nueva fase de procesos de
transición hacia una redimensión y replanteamiento en las políticas internacionales para
el desarrollo.
En América Latina, tan solo en el periodo de 2000-2014, se identifica una transición en el
nivel de ingreso per cápita, y por lo tanto, en su clasificación→OCDE (2001, 2006, 2011 y
2016)→ los países se pueden clasificar conforme a su nivel de ingreso per cápita como
países menos desarrollados, países de ingreso medio bajo y países de ingreso medio
alto, a fin de establecer parte de los criterios para ser susceptible de ser beneficiados
por algún tipo de AOD.

2. PERSPECTIVAS DEL DESARROLLO: EL CONTEXTO DEL REGIONALISMO


Hettne (2005) señala que el concepto de región es usado o conceptualizado de manera
distinta dependiendo de la disciplina. En las Relaciones Internacionales, estas son
frecuentemente entendidas como subsistemas supranacionales del sistema
internacional. Asimismo, se destaca la importancia, si las regiones son vistas como
subsistemas del sistema internacional o como solo rasgos característicos emergentes
regionales con sus propias dinámicas.
Hurrell (2007), señala cuatro puntos importantes a considerar para entender a las
regiones: como un espacio contenedor de cultura y diversidad; como polos o poderes;
como niveles que están dentro de un sistema multinivel de gobernanza global, y como
precursoras de cambio en el carácter de la sociedad internacional.

49
→ Visión más completa→ Hettne (2005) señala que una región consiste en un conjunto
de Estados que tienen lazos en común, ya sea étnicos, culturales, sociales, históricos o
de idioma. Sin embargo, las regiones, aún más ampliamente, pueden ser diferenciadas
en términos de cohesividad social, es decir, el conocimiento de una propia herencia o
patrimonio, como cultural, de raza, idioma, historia o religión; cohesividad económica,
como patrones comerciales y complementariedad económica; cohesividad política,
como tipo de régimen político, ideología, y cohesividad organizacional, que se refiere a la
existencia de instituciones regionales formales.
La mayoría de las definiciones del regionalismo asumen que los Estados participantes
comparten proximidad geográfica y un grado de interdependencia mutua. En cuanto a
las motivaciones para establecer acuerdos regionales se pueden señalar principalmente
las ganancias económicas y las comerciales, pero también están las políticas, que se
asocian a un conjunto de relaciones e intereses económicos entre países. Asimismo,
también influye la posibilidad de establecer un mecanismo para tratar problemas con
una dimensión regional.
→ A Nivel internacional→Karns y Mingst (2004) identifican dos grandes oleadas del
regionalismo durante los últimos 50 años. La primera, en donde se establecieron las
primeras fases de la integración europea en los años sesenta. En esta oleada, muchos
países en otras partes del mundo intentaron imitar, en muchos casos sin éxito, el
esquema europeo, iniciando esquemas de integración económica.La segunda oleada del
regionalismo comenzó a finales de los años ochenta, acompañada de los esfuerzos
europeos por lograr un mercado único interno y del llamado “Nuevo Regionalismo” en
América del Norte, reflejado en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
→”Regionalismo abierto” de liberalización comercial→Philips (2003), destaca este como
un tipo de regionalismo que prevalece en los años 90. La regionalización, así como la
globalización, representa más bien una combinación de estructuras históricas y
emergentes, que comprenden una compleja articulación entre instituciones y reglas ya
establecidas, con nuevos y distintivos patrones de interacción social entre actores no
estatales.
→Tugores (2005) plantea que existe una dualidad entre el regionalismo abierto frente al
regionalismo estratégico. Esto se debe a que en el primero, se origina principalmente una
integración de forma natural, con bloques regionales que mantienen una política
comercial exterior abierta, mientras que en el segundo, se da para obtener ganancias a
expensas de otros. También se distinguen principalmente dos oleadas de regionalismo. El
primero, denominado “regionalismo de primera generación”, que se consolidó en los
años sesenta, principalmente y de forma significativa en Europa Occidental, mientras que

50
la segunda oleada, que inició en los años noventa, con la principal carácterística de ser
más dinámica, y en la que Estados Unidos se incorpora a los procesos, a través de
diversos acuerdos regionales.
La visión geoeconómica, que inicia principalmente en los años noventa, se relaciona
con estas dinámicas regionales. Existen factores políticos y económicos que conllevan
al desarrollo de las dinámicas del regionalismo.
Desde la perspectiva de los factores económicos del regionalismo, la geoeconomía
analiza los distintos impactos de las políticas económicas de los Estados, y el impacto
de los factores estructurales, cíclicos y situacionales tanto en el nivel regional como
internacional. Se considera una conceptualización sobre desarrollo regional como “un
resultado dinámico de interacciones complejas entre redes relacionales dentro de un
territorio y las redes de producción global, dentro de un contexto de estructuras de
gobernanza regional cambiante”.
Se puede distinguir que no solo la estructura institucional dentro del mismo territorio es
la que impacta en el desarrollo regional de un territorio determinado, sino también una
serie de actores que se relacionan y realizan procesos dinámicos con distintas redes de
producción de alcance global dentro de una región, distinguiendo que la complejidad
reside en el propio dinamismo de las interacciones y procesos como entre las
estructuras institucionales cambiantes.
Se puede identificar que se trata de un ciclo relacional lleno de procesos de cooperación y
colaboración, que impactan y se realizan desde dentro de cada una de las escalas y
actores hacia fuera, creando dinámicas en las que intervienen tres grandes “ejes”, para
dar origen al desarrollo regional: las redes globales de producción, las instituciones
“regionales” y los activos regionales. Es a través de estos tres grandes ejes, que se
pueden dar estas transformaciones y procesos de “adaptación” hacia el territorio,
aportando una creación, mejora y captura del valor, que aportarán un mejor desarrollo
regional.
De ahí que las instituciones regionales sean dimensiones mediante las cuales se procesa
el ciclo para alcanzar un mejor desarrollo regional, estableciendo distintas estrategias
para que fluyan las interacciones y procesos con las otras dimensiones, siendo el
principal reto la creación, mejora y captura del valor dentro de los actores que
interactúan en un territorio de alcance regional.

3. EL REGIONALISMO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE: LA ALIANZA DEL PACÍFICO Y LA ALADI

51
El éxito o el fracaso relativo del regionalismo, como la gobernanza en general, descansa
en la evaluación del grado en el que sus objetivos fueron alcanzados y en el manejo y
solución de sus problemáticas.
En la región de América Latina, la visión del desarrollo regional a través del regionalismo
fue una de las estrategias que sentó sus bases en los años sesenta. Dentro de un mundo
globalizado, el regionalismo fue una estrategia para evitar el aislamiento o
marginalización de los Estados.
América latina y el Caribe, Rojas (2013) distingue cuatro etapas temporales del
regionalismo, en las que se desarrollan procesos económico-comerciales y de
concertación política. Para Prado y Velázquez (2016), son tres las principales etapas de
regionalismo en América Latina y el Caribe.
→Primera etapa. Regionalismo voluntarista (1960-1980). Rojas→ contexto de la Guerra
Fría. Se desarrollaron e implementaron políticas de sustitución de importaciones y de
imposición de barreras proteccionistas y el crecimiento estaba enfocado hacia adentro. El
Estado era considerado el actor preponderante. Los países latinoamericanos promovieron
algunos acuerdos hacia la integración económica, que se distinguían por sus
características restrictivas a ciertos productos. Conforme a Prado y Velázquez (2016), la
primera etapa se denomina “viejo regionalismo”, y comprende el periodo que va desde
años sesenta hasta mediados de los años ochenta.
→ Segunda etapa. Viejo regionalismo. Rojas→periodo entre 1980-1990. El neoliberalismo
cobra importancia. Dentro del contexto político latinoamericano, la mayoría de países se
encontraban bajo gobiernos militares y autoritarios, además, estaba en curso la guerra en
Centroamérica, por lo que los procesos de integración regional decayeron. En contraste,
Prado y Velázquez señalan que la segunda etapa se denominó “nuevo regionalismo” o
“regionalismo abierto”, y comprendió la etapa de mediados de los años ochenta a finales
de los años noventa, basado en postulados del Consenso de Washington y en donde los
Tratados de Libre Comercio son las dinámicas principales en la región.
→Tercera etapa. Nuevo regionalismo. Rojas→ se desarrolla dentro del periodo
comprendido entre 1989 y 2005. Las dinámicas de esta etapa, se caracterizan
principalmente por el fin de la Guerra Fría y el inicio de un periodo de apertura global, en
términos de flujos de mercancías y financieros. Se reconoce la importancia de nuevos
actores, como empresas y organismos de sociedad civil. 2005, con la crisis de la
Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALCA), marcó un cambio en el contexto
político de ALyC, reflejándose en un incremento de autonomía de los países hacia Estados
Unidos, así como un rechazo a las políticas neoliberales. Para Prado y Velázquez el
periodo que inicia a finales de los años noventa hasta la actualidad comprende la tercera

52
fase del regionalismo, denominado como “regionalismo posliberal”-->destacan que el
comercio es importante, ofrece nuevas estrategias al “liberalismo abierto”, promoviendo
en el modelo esquemas de coordinación política novedosos, como la Unión de Naciones
del Sur (UNASUR), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC).
Conforme a las etapas de regionalismo que distingue Rojas para ALyC, la última
corresponde al “regionalismo posliberal, pos-hegemónico”, que comprende del 2005 a
la actualidad.

Desde su conformación en 2011, la Alianza del Pacífico (AP) —conformada por Perú,
México, Chile y Colombia— como mecanismo de cooperación económica regional,
pretende influir a nivel internacional, pero con especial énfasis en la región de Asia-
Pacífico. Además, se perfila como uno de los esquemas más innovadores de integración
comercial y económica debido al tipo de objetivos que persigue→construir un área de
integración profunda de manera progresiva hacia la libre circulación de bienes, servicios,
capitales y personas; impulsar un mayor crecimiento, desarrollo y competitividad de las
economías de las partes; convertirse en una plataforma de articulación política,
integración económica y comercial y proyección al mundo.
La Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) tuvo sus orígenes en 1980 y está
conformada por trece países miembros: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba,
Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. Principios→pluralismo
en materia política y económica; convergencia progresiva de acciones parciales hacia la
formación de un mercado común latinoamericano; flexibilidad; tratamientos diferenciales
en base al nivel de desarrollo de los países miembros, y multiplicidad en las formas de
concertación de instrumentos comerciales. La ALADI propicia la creación de un área de
preferencias económicas en la región, con el objetivo final de lograr un mercado común
latinoamericano.
Hettne identifica 4 dimensiones del regionalismo:
1) Bloques comerciales: las negociaciones comerciales regionales son vistas como la
segunda mejor opción, y por lo tanto son juzgados conforme a lo que contribuyen hacia
un sistema comercial más cerrado o hacia un sistema multilateral abierto.
2) Regionalismo monetario: El regionalismo monetario puede tener muchos objetivos; sin
embargo, el más importante es la estabilidad financiera, que significa una ausencia de
movilidad excesiva.
3) Regionalismo para el desarrollo: comprende el concertar esfuerzos de un grupo de
países dentro de una misma región geográfica para ampliar la complementariedad de
las unidades políticas que lo constituyen, así como las capacidades de la economía

53
regional en su conjunto. El desarrollo es entendido como un fenómeno multidimensional,
que
depende de los efectos positivos y los vínculos entre los diferentes sectores de una
economía y la sociedad.
4) Regionalismo de seguridad:. Desde una perspectiva teórica, las preocupaciones por la
seguridad son interpretadas como factores causales para obligar a los Estados a
cooperar por el riesgo de que el conflicto se regionalice.

Reflexiones Finales este texto es una poronga


se han reflejado los esfuerzos no solo a nivel global, sino en la escala regional, buscando
distintas estrategias para lograr el desarrollo regional, como un espacio más flexible y
dinámico. En cuanto a la región de América latina y el Caribe, considerada como una de
las regiones más dinámicas, los esquemas de cooperación económica no han tenido
éxitos hacia una verdadera integración regional. Parte de esta problemática reside
precisamente en la variación del grado de institucionalización de estos múltiples
mecanismos de cooperación.
La búsqueda de valor es otro gran reto adicional al de la creación, mejora y captura de
valor, pues tiene que ver con cuestiones de innovación. Los mecanismos de cooperación
económica como la AP y la ALADI representan grandes oportunidades para aportar al
desarrollo tanto regional como global. El reto del primero, principalmente, consiste en
establecer estrategias reales para conectarse y adaptarse a los tres grandes ejes del ciclo
del desarrollo en la región de Asia-Pacífico, como dentro de la región de ALyC. En cuanto a
la ALADI, las distintas visiones del contexto de la economía global entre los propios
miembros han llevado a que pierda su dinamismo como mecanismo que conduzca a una
verdadera integración. Lo anterior, aunado a las distintas visiones ideológicas y políticas
entre los miembros de la ALADI, ha conducido a que entre los propios miembros busquen
y den origen a nuevas estrategias de inserción a la cooperación económica y comercial
de las dinámicas globales.

Riggiorozzi, Pía & Grugel, Jean (2015) Regional governance and legitimacy in South America:
the meaning of UNASUR. International affairs (London), Vol.91 (4), p.781-797
GRASSROOTS→ de base

Claims that South American regionalism has failed have been common for a decade or
more→ the result, according to Malamud→ ‘segmented proliferation’ of weak and unstable

54
models of region-building, leading some to conclude that regionalism in South America
should be understood as little more than a series of disappointments.
Contemporary region-building in South America is firmly political and
intergovernmental in character. The key idea underpinning regionalism now is to
provide a space above the state for debate, knowledge-sharing and the promotion of
new practices and methods of regional policy formation, and to provide democratically
elected governments with some external support mechanism to which they can turn
when faced with internal and external critics. In this new register, regional governance is
taking shape in a less spectacular way than in the past and it is proceeding in parts, rather
than in response to a comprehensive road map set out in advance.
As Riggirozzi and Tussie argue, contemporary regionalism in South America is shaped
by the changed geopolitics of the Americas. The relative decline of the United States and
other factors mean that there is no undisputed regional hegemon. UNASUR→ ‘post-
hegemonic’ form of regional governance scheme, was created in 2008. Its Constitutive
Charter establishes as its main goals ‘to address social development, deepen
democracy and establish economic complementarities between the member states for
the purpose of poverty reduction’. Represents twelve countries and unites the southern
hemisphere. UNASUR set aside any attempt at economic integration in order to focus on
developing a deeply political badge of identity.
We explore in this article some key aspects of how UNASUR is seeking to build its legitimacy
as a regional actor through the protection of democracy and the promotion of welfare,
with a focus on the provision and sharing of information in support of rights-based social
policy delivery.

LEGITIMACY AND DEMOCRACY IN REGIONAL GOVERNANCE


The legitimacy of international organizations is questionable precisely because there is
no ‘people’ able to hold them to account and no direct evidence, therefore, that their
actions are supported by a democratic mandate. For this reason there is considerable
debate as to how—indeed whether—international governance can be justified.
→For state-centric International Relations scholars→ democratic states can confer
legitimacy on supranational organizations, especially if those organizations explicitly
‘promote the key values that underlie demands for democracy’.
→Critical theorists→ do not accept either the methodological nationalism implicit in this
view or its elitism. They argue that international governance should be directly
accountable to citizens in some way and point to the range of organizations, from social
movements to transnational non-governmental organizations, that seek to influence the

55
decisions of international bodies. Regional governance institutions can present even more
acute problems of legitimacy since they are sometimes designed to take on day-to-day
regulatory functions and intervene directly in the lives of citizens.
The debate about legitimacy in regional organizations continues, tending to highlight
the constitutional deficit related to legal and procedural aspects of representation,
accountability and democratic allocation of political authority.
If legitimacy through democracy is traditionally regarded as ‘input’ legitimacy,
supranational organizations also justify their existence through ‘output’ or efficiency
legitimacy. Following Majone’s theorizing about European and regional integration more
generally, we propose that regional organizations can significantly address market
failures and produce policy outcomes that are redistributive and efficient, supporting
the identification of policy gaps and suitable decision-making, and improving existing
policies in member states. From this perspective, the discussion of legitimacy moves
away from deliberative issues of democratic input to a focus on efficient responses and
credible policy-making.
Knowledge creation, knowledgesharing and support for welfare delivery are at the heart
of UNASUR’s mission; one measure of UNASUR’s success, therefore, is its capacity to deliver
expertise and support national-level welfare policy-making, working directly with
governments. Another will be its capacity to serve as a regional protector of the transitions
to democracy, which still periodically come under strain and which are vital for the
international reputation and standing of the region as a whole.

RENEWING SOUTH AMERICAN REGIONALISM: ADDRESSING THE CREDIBILITY GAP


UNASUR is taking shape in a context of scepticism about the value of deep integration, in
sharp contrast to the 1990s. UNASUR follows on from two quite intense decades of region-
building based chiefly on the principles of interregional/interhemispheric trade and market
opening.
The point of new regionalism was to ‘lock in’ neo-liberal economics and trade reforms, like
the Free Trade Area of the Americas (FTAA). By the mid-1990s, then, there were two
distinct integration models in play. The FTAA aimed for hemispheric integration through
the imposition of neo-liberal economic rules, while MERCOSUR sought to build a
common market committed to phased market opening, complemented by a set of
political institutions along the lines of the European model.
→By the early 2000s, it was evident that the FTAA, would prove unacceptable in South
America. Some of the principal difficulties, at least on the South American side, resided in a
widespread belief in state sovereignty (and therefore hostility to what came to be seen as

56
policies leveraged from Washington), combined with hyper-presidential powers that allow
elected heads of state to reverse decisions taken by their predecessors. The return of
grassroots politics to centre stage in South America through the protests against the
FTAA, in fact, marked the beginning of the region’s electoral shift to the left.
→ MERCOSUR was far too ambitious in view of the limited capacity of most member
states and their relatively weak commitment to it. At the same time, MERCOSUR offered
very little to regional electorates whose main concerns lay with domestic politics.
Institutionally, decision-making processes in regional governance have been captured
by a strong form of ‘presidentialism’, reinforcing the power of executives at the expense
of other voices. In terms of delivering social protection, welfare and human development,
these continued to be seen as the subject of (seriously constrained) domestic spending
choices, often to mitigate the effects of market reforms or to secure the political support of
citizens. The fact is that, in the end, regionalism played a much smaller role than had
been imagined in the political economy of South America; in turn, this means that there is
now something of a credibility gap in South America as to the democratic legitimacy and
the worth of regional governance itself. The strong sense of ‘regionness’ within South
America and the longstanding tradition of cooperation among its constituent states
made abandonment an option not to be contemplated.
UNASUR—or the reimagined model of regionalism—has as its chief strength its close fit, or
at least its capacity to engage, with the new architecture of centre-left democracy in
South America. As Acharya notes, changes to the form of national democracies
profoundly affect the nature of regional governance. UNASUR fits the paradigm shift that
began in South America in the early 2000s. Part of the so-called ‘post-neo-liberal’ shift in
South America is a fresh articulation of the nation and a more plural engagement with
ideas about development than neo-liberalism would permit. The new left governments
that took office across the region—in Venezuela (1998), Brazil (2002), Argentina (2003),
Uruguay (2004), Bolivia (2005), Ecuador (2006), Paraguay (2008) and Peru (2011)—promise
mixed economies and a generally pragmatic combination of welfare and populist
policies.
Then, the combined demands that national differences be respected, new forms of
regional cooperation be strictly intergovernmental and responsibility for economic
decision-making be recognized as sitting squarely with national governments have
shaped the debate about the purpose and future of regionalism in South America. The
South American Union of Nations was established in 2004 at Cuzco, Peru, and set out
three principal goals: Two were fairly standard: the promise to reinvigorate interregional
cooperation and the commitment to the creation of physical infrastructure (roads, energy

57
and communications) to support better regional development. But alongside these was a
promise of greater political cooperation in eradicating poverty and, particularly, in
improving health. UNASUR’s Constitutive Treaty explicitly declared the need to foster
integration in ways that would support social inclusion and poverty eradication in ways
that were based on the realization of rights.Supporting rights-based social policy,
delivered through member states, came to be framed as a ‘regional’ responsibility.
Moreover, a democratic clause was added to the Constitutive Treaty in 2010, allowing for
measures to be taken against a member state if the democratic process were put in
danger. In short, UNASUR became a ‘space for political action’, and it moved towards
articulating a programme of action and a claim for legitimacy based on strongly
political terms.

SEEKING LEGITIMACY THROUGH WELFARE POLICY


UNASUR has committed itself to supporting more effective social policy in member states,
and official documents place a strong rhetorical emphasis on ‘rights’. These priorities have
come together, above all, in a commitment to welfare through rights-based health
care→ health has become one of UNASUR’s primary areas in its ‘space for political
action’.
Addressing health deficits through regional cooperation is also a shrewd move in South
America, since this is a policy area where there is considerable expert knowledge and
where local and regional expertise is genuinely valued. The focus on health also means
that there is a potential tangible ‘deliverable’ that can be attached to region-building in
the form of measurably better health outcomes. Finally, better and more effective health
policies feature among the demands of the new left, meaning that UNASUR can act in
concert with national regimes in the region. The shift to the left in South America has put
rights-based ideas about health on the political agenda as part of the concept of buen
vivir (well-being). In short, health is clearly an issue area where UNASUR can make a
difference and connect strongly with current debates in the region. UNASUR has been
careful to link the focus on health to the idea of democratically responsive regionalism:
raising regional health standards is defined as a way to capture ‘the energetic force of
the people in the process for South American integration’ and as a vehicle for inclusion
and citizenship.
Moreover, health has a history of social activism in the region. Decent health care has
been part of the social justice agenda in South America since the mid-1950s, and in
some cases the right to health was embedded within the agenda of democratization. In
Brazil, the movimiento sanitarista (health movement) was part of the social movements

58
that organized to demand democratization in the 1970s and early 1980s. Grassroots social
movements have campaigned in the region around the slogan salud es democracia
(‘health is democracy’), promoting the idea that the right to health care is a central
element of meaningful citizenship. UNASUR’s adoption of health as a key policy area
therefore reflects both the demands of activist health professionals in the region and the
organization’s own wish to be seen as responsive to its societies.
The South American Health Council was created in 2009 to map out the broad
parameters of UNASUR’s health policy and take political responsibility for it. An
intergovernmental body, it is made up of the ministers of health of the twelve member
states. The role of the Council is to set policy priorities, working in conjunction with
technical groups set up around some health themes and networks to help policy delivery.
In taking up health UNASUR is directly connecting itself with the social struggles for
access to health and health equity that have unfolded in the continent over many years.
The region would also have to develop some shared mechanisms to address the fact that
the policy capacity to respond to health emergencies or build primary care was highly
unequal across South America→ UNASUR’s championing of the right to health also
created a need for knowledge-sharing about how this might be delivered through
coordination, technical expertise and standards. This led in turn to the creation of a
regional health think-tank, the South American Institute of Health Governance (Instituto
Sudamericano de Gobierno en Salud or ISAGS), under the auspices of the Health Council
and reporting directly to it. ISAGS’ tasks are to provide policy-oriented and informative
research, training and capacity-building for member states.
ISAGS has emerged as the most active level of health governance within UNASUR and
the key tier of regional health governance. Located in Rio, ISAGS is able to capitalize on
the leadership of Brazilian diplomats and health experts in international negotiations on
the provision of medicines and the right to health and on the historic movimiento
sanitarista, and to draw on other Brazilian health research institutions such as the Oswaldo
Cruz Foundation.
ISAGS is more radical than the Health Council itself. Its core philosophy is that health
provision cannot be left to the market and its position within the governance structure in
UNASUR means that it has been able to infuse policy-making with a rhetoric about rights
and universalism. It not only gives UNASUR an aura of technical know-how and expertise
but conveys the message that health is a matter of politics and rights as well as part of a
more comprehensive approach to social determinants of well-being and democratic
standards. In many ways, being a new institution, tied to the new regional political
economic coordinates in South America and being genuinely South American,

59
UNASUR/ISAGS is in a better position to deliver effective health governance than PAHO, a
Washington-based institution with more than a century of history and with a mandate that
focuses on ‘health coverage’ rather than ‘universal access to health’ as supported by
ISAGS/UNASUR.
ISAGS rapidly became active in strengthening health governance capacity, advocating the
right to health and supporting policy-making and policy reforms towards universalization
of health care across the region. ISAGS is involved in the diffusion of information on
combating HIV/AIDS, influenza and dengue fever across the region, and has developed
mapping techniques to coordinate shared policies for the production of some key
medicines.
ISAGS has begun to scale up its level of activity on behalf of UNASUR, once again with
relatively little attendant publicity. ISAGS has been quietly targeting global health
governance forums and is trying to establish a joint bargaining position for South
American negotiators vis-à-vis pharmaceutical companies and in the World Health
Organization. ISAGS now holds meetings prior to each annual gathering of the WHO, so
that UNASUR is increasingly able to coordinate its actions at the WHO and is beginning to
speak out on behalf of developing countries more widely. UNASUR has begun to
campaign on access to medicine and is keen to coordinate active resistance to the
dominance of pharmaceutical companies as part of its campaign for rights-based
access to health.
UNASUR is acting as a regional space for health policy coordination, innovation and
collective action, allowing practitioners, academics and policy-makers to come
together to collaborate and create a network that encompasses civil society and
member states, in support of better access to health care, services and medicines.
Meanwhile, from the perspective of UNASUR itself, health is part of the process of
legitimacy-building; and its health-related activities stand as evidence of this new
phase of regionalism that is profoundly concerned with the issues faced by ‘ordinary’
people.

UPHOLDING THE DEMOCRATIC NORM IN SOUTH AMERICA


The right to democratic governance in South America has gradually been incorporated
into national regimes across the hemisphere, and is also set out in in South American
regional institutions. As early as 1997, the Organization of American States (OAS) agreed
the Protocol of Washington, which allows for a member state in violation of democracy
to be expelled from the organization. MERCOSUR took up democratization as a theme of

60
integration. MERCOSUR’s capacity as an active pro-democracy actor in the region was
always more limited in practice than the rhetoric promised.
Steps were taken quickly to establish a legal basis for prodemocracy action via a
democracy clause attached to UNASUR’s constitution in 2010. The ‘Additional Protocol on
Commitment to Democracy’ allows for rapid response consultations and the
deployment of diplomatic missions if democracy is thought to be threatened, and the
adoption of sanctions, including suspension from participation in the organization,
trade sanctions and even the closing of borders.
The clause was always intended as a tool to be deployed rather than simply a paper
provision.UNASUR would act robustly where it could to protect democratic institutions in
the region. (Ej de crisis en Paraguay).
UNASUR benefited from the Paraguayan crisis in that it became clear that it was willing not
only to act but also to pursue an independent line from the United States in terms of
democracy protection. Its independence is, in fact, part of why its criticisms carry weight
in the region. UNASUR is evidence that South American countries will police the
preservation of democracy for themselves.
Democratic promotion and protection are generally an elitist affair, carried out by
politicians, diplomats, international bureaucrats and civil servants; and, at the regional
level, can act as a way to shore up presidential authority. But in a region where democracy
is not yet entirely assured, it can play an important role in moments of crisis by signalling
that interrupting the democratic process will carry a heavy diplomatic price. UNASUR is
willing to act to stop elected governments being overthrown, but it is not pushing for
mechanisms to ensure citizen voice or representation. Still, UNASUR is willing to stake out
a firm defence of regional democracy, understood as respect for democratically elected
presidents, even when doing so means some disagreement with the United States. And
this is precisely one of the key characteristics of UNASUR as a regional governance body: it
self-consciously represents a democratic South America. This combination of
inclusiveness (all South American countries can join) along with a firm defence of
minimal democratic standards, even in defiance of the United States, allows it to claim
the right to speak for the region in ways that other regional organizations could not.

CONCLUSION
UNASUR is a new experience for South America. It is a regional governance project based
not on economic integration but on social policies, political cooperation and a defence of
democracy; its aspirations are limited, but there are realistic plans in place for delivery;
and there appears to be a preference within it for creating a team of professional

61
specialists to take charge of a policy area rather than having politicians making grand
(and unrealistic) statements of policy intent. UNASUR is willing to disagree publicly with the
United States. This is neither insulated, sealed-off governance, where decisions that affect
the future development of the region are taken unaccountably, nor citizenship-centred
governance. Instead, it is a hybrid form of politically sensitive governance, in which
technical capacity is mixed with institutional commitment to limited intervention in ways
that respect sovereignty but promote democracy. Its claim to legitimacy rests on a
combination of a commitment to welfare promotion for the poor and the pursuit of
collective public goods, alongside a robust defence of quite minimal but uncontroversial
standards of procedural democracy across the region.
UNASUR has emerged through intergovernmental negotiations between governments all
of which are committed to democratic processes and to strengthening democracy
regionally. For all the member states, UNASUR’s agenda, and in particular its support for a
regional health agenda, is about reducing the social deficit in ways that not only respect
rights but also create conditions for people to act more effectively as citizens.

Notas de clase: 26/05/22


Cepal: sirve para diagnosticar las características de los Estados en América Latina, la
cepal va haciendo evaluaciones de la administración fiscal y va a ir sugiriendo distintos
programas de razonamiento de recursos. La cepal surge en coincidencia con la erosion
del Estado Benefactor para promover la iniciativa privada pero concentrando en lo
público distintas empresas y servicios, se hace un aparato burocrático muy grande y
deficitario —> ese es el problema de AL a fines de los 30 y los 40. Buscan encontrar
soluciones y nacen las corrientes desarrollistas, algunas se inspiran x el lado de la iglesia
católica, otros x el comunismo e izquierda, socialdemócrata, etc.

La autoridad de la cepal viene: x estudiantes profesionales, académicos, etc.

Década del 30: en arg —> golpe de Estado. Internacional —> van surgiendo ideas fascistas,
nazis, ultraconservadores, etc.

Década —> 40 - segunda guerra mundial.


Se empieza a dar cuenta de otra corriente intelectual que es el keynesianismo. —> el
sector privado estaba en crisis debido al efecto dominó global, y empieza a crecer el
sector público.

62
El Estado de bienestar surge para hacer frente q la crisis del modelo agroexportador !!
Para fines de los 40 —> el Estado creció demasiado en AL, se torna deficitario, se crea un
nuevo orden post 2GM (orden bipolar, guerra fría).
La Cepal tiene autoridad x los académicos y se ponen a revisar cuántos empleados
públicos hay, costos-ingresos básicamente.

Industrialización por sustitución de importaciones —> se va a sostener con experiencias


autoritarias.

La teoría de la dependencia de Prebisch es super clave para las RRII.

En oposición a la anarquía—> la cepal plantea que hay una relación jerárquica.

Los beneficios del progreso técnico se distribuyen de manera desigual. —> donde hay
mayor progreso técnico trae como resultado beneficios para la sociedad. (Deterioros
netos en el intercambio). (Yo exporto materia prima y tengo que importar bienes
desarrollados?? Ejemplo: exportó vacas e importó computadoras).

Identidad como algo clave!!

Textos clase 12: 2/06


Género, mujer y feminismo en los OIs

Lenine, Enzo y Pereira, Manuela (2021). “Paridad de género en las organizaciones


internacionales: discurso vs. números”, Relaciones Internacionales, no 48, pp. 101-121.

Aunque el debate sobre la presencia femenina en los espacios políticos haya empezado
antes de los años setenta del siglo veinte, el contexto de las Conferencias Mundiales sobre
la Mujer profundizó las demandas de las mujeres en distintos dominios, entre ellos la
participación en las esferas políticas y de decisión. Las Naciones Unidas han fomentado
discursos sobre el empoderamiento de las mujeres y su participación activa en roles
políticos, reconociendo que la paridad de género en la política es un objetivo esencial
para alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, la propia organización
no cumple su discurso: hasta el presente momento, no hay registros de mujeres que
hayan ocupado el cargo de Secretaria General y pocas ocupan otros cargos en la

63
organización. Un escenario semejante se observa en las demás organizaciones
internacionales, especialmente las que se ocupan de temas económicos, considerados
de alto prestigio en la arena internacional.

En este artículo, nuestro objetivo consiste en investigar la presencia femenina en los


órganos de Naciones Unidas y organizaciones económicas internacionales. Tal
investigación se centra en dos enfoques: por un lado, contabilizamos la presencia
femenina en distintos organismos a lo largo de tres décadas, siguiendo un abordaje
tradicional de los estudios de género: counting women to make women count; por otro
lado, utilizamos los datos recolectados para evaluar cómo las estructuras de género en
los organismos internacionales operan en detrimento de las mujeres. Para esto, iniciamos
con la siguiente cuestión: ¿Cuál es el actual estado de participación de las mujeres en los
más altos cargos de la Organización de las Naciones Unidas y de los organismos del
sistema económico global?

Introducción
(...)
La paridad de género en la política persiste como un reto en la mayoría de los países del
mundo, incluso en aquellos donde las políticas para la promoción de la igualdad entre
hombres y mujeres se encuentran históricamente más avanzadas (por ejemplo, los
países nórdicos).

Sin embargo, estos datos se refieren tan sólo a contextos nacionales, omitiendo datos
sobre la presencia femenina en las Naciones Unidas y en otras organizaciones
internacionales. Aunque el Secretario General reconozca que la representación de las
mujeres en las esferas de decisión de la organización es precaria, él no deja explícito el
déficit de dicha representación. ¿Cuántas mujeres hay en la ONU? ¿Cuáles son los cargos
que ocupan? ¿De qué temas son responsables si llegan a una posición de decisión? ¿La
presencia femenina, cuando existe, es democráticamente representativa de la diversidad
de miembros de las Naciones Unidas o su origen nacional demuestra una prevalencia de
determinadas regiones? Estas son cuestiones urgentes en el contexto de una organización
que impulsa políticas para las mujeres por lo menos desde los años setenta del siglo
veinte. → Responderlas significa comprender si y cómo las mujeres ocupan la arena
internacional, especialmente en el seno de la organización internacional más
importante.

64
→ Nuestra inquietud consiste en la siguiente cuestión: ¿cuál es el actual estado de
participación de las mujeres en los cargos más altos de la ONU y de los organismos del
sistema económico global? Buscamos comprender cómo a lo largo de tres décadas,
durante las cuales se han logrado sustantivos avances en las discusiones acerca de la
igualdad de género y los derechos de las mujeres, las Naciones Unidas han ejecutado sus
propios discursos de empoderamiento político de las mujeres en sus estructuras de
decisión. Si la representación femenina es un objetivo común de los países y de la
organización, y si el empoderamiento presume (o debería presumir) de romper el techo
de cristal que condiciona a las mujeres determinados roles de género, es fundamental
que la ONU produzca avances internos, especialmente en los cargos de mayor visibilidad.
Lo mismo se espera de las instituciones del sistema económico global, algunas de las
cuales han sido conducidas por mujeres en el pasado reciente.

Las mujeres y las Naciones Unidas: rasgos históricos y discursivos


La historia de la presencia femenina en las Naciones Unidas remite, si no al momento
inmediato de su fundación después de la Segunda Guerra Mundial, seguramente a la
generación de una agenda internacional de derechos humanos (Adami, 2019, pp. 2-4, pp.
19-21).

Carta abierta a las mujeres del mundo”:


1. “Primero, reconocer el progreso que las mujeres han logrado durante la guerra y
participar activamente en el esfuerzo para mejorar el nivel de vida en sus propios
países y el apremiante trabajo de reconstrucción, para que haya mujeres
calificadas y listas para aceptar la responsabilidad cuando surgen nuevas
oportunidades;
2. Segundo, capacitar a sus hijos, niños y niñas por igual, para comprender los
problemas mundiales y la necesidad de cooperación internacional, así como los
problemas de sus propios países;
3. Tercero, para no dejarse engañar por movimientos antidemocráticos ahora o en el
futuro;
4. Cuarto, reconocer que el objetivo de una participación plena en la vida y las
responsabilidades de sus países y de la comunidad mundial es un objetivo común
hacia el cual las mujeres del mundo deben ayudarse mutuamente” (Naciones
Unidas, 2020).

65
El tratamiento difuso de cuestiones establecidas en el ámbito de la carta abierta no se
demostró suficiente para atacar una diversidad de desigualdades y violencias que las
mujeres en todas las partes del mundo sufrían de manera rutinaria.

Los años 70 fueron cruciales para que se cementara la demanda por un evento
internacional para congregar a todas las mujeres del globo, lo que resultó en el
establecimiento del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer

En los años 70, el cisma ideológico entre capitalismo y socialismo produjo una división
entre los movimientos feministas que ocurrían en Estados Unidos y Europa Occidental, de
un lado, y en la Unión Soviética y sus aliados, del otro. El feminismo liberal triunfó en el
contexto estadounidense y europeo, mientras que en los países comunistas el feminismo
se ocupó de las desigualdades socioeconómicas que resultan de las jerarquías sexuales
(Bonfiglioli, 2016, p. 525; Ghodsee, 2010, p. 4). Sin embargo, la organización de un palco
amplio y plural de discusiones brindó a una audiencia femenina de centenas de países la
oportunidad única de llevar su voz y sus demandas para la arena internacional.

Los temas del Decenio para la Mujer trataron de una multiplicidad de cuestiones
relacionadas con la igualdad, el desarrollo y la paz. Aunque en cada conferencia se hayan
generado distintos planes de acción y declaraciones, subyacen a ellas los rudimentos de
una justicia de género centrada en tres ejes:
1. corrección de desigualdades socioeconómicas,
2. confrontación de las diversas formas de discriminación y violencia contra las
mujeres, y
3. representación y participación política de las mujeres
(Fraser, 2013, pp. 193-200; Lenine y Oncampo, 2020, p. 3).
Es en parte como resultado de los debates promovidos a lo largo de estas tres décadas
que las Naciones Unidas lanzan, a comienzos del siglo XXI, una amplia agenda de
desarrollo en la cual la igualdad de género y la autonomía de la mujer figuran como
metas fundamentales. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000-2015) y,
posteriormente, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015-2030) amplificaron las
demandas de las mujeres, consolidándolas definitivamente en el tablero internacional.

La intensificación de las demandas feministas y su consecuente ascenso en la agenda


internacional no significó una inmediata transformación de la realidad de exclusión de las
mujeres en prácticamente todas las esferas de la vida social, política y económica. El

66
mismo informe de ONU Mujeres (2016) alerta de las promesas no cumplidas y metas no
alcanzadas, especialmente con respecto a los derechos de las mujeres, y en especial su
protección a través de instrumentos y mecanismos específicos y su realización plena.

→ la presencia femenina en los altos cargos políticos no se acerca a la paridad de género


en la mayoría de los países del mundo. Además, y según los mismos datos de ONU
Mujeres (2020), las pocas mujeres que ocupan ministerios en sus países desempeñan
funciones identificadas con las jerarquías de género: asuntos sociales, familia, infancia,
juventud, tercera edad, medio ambiente, recursos naturales, entre otros que se
reconocen como trabajos del cuidado. Se percibe, por lo tanto, que camina pari passu al
déficit de representación un refuerzo de los roles de género, que atribuyen a las mujeres
determinadas funciones que reflejan el espacio privado y doméstico.

Perspectivas feministas: roles de género y representación política


La historia del feminismo en Occidente está directamente relacionada con la
efervescencia filosófica, política y social de la Ilustración. Mary Wollstonecraft (1792[2018])
y Olympe de Gouges (1791[2017]) figuran como las primeras feministas que han registrado
sus comentarios acerca de los derechos de la mujer en sus respectivas sociedades,
planteando en sus reivindicaciones el reconocimiento de ellos como parte intrínseca de
los movimientos por liberación de su época.

Al reservar espacios sociales específicos para cada sexo, se establece un orden social en
el cual hombres y mujeres tienen papeles determinados para desempeñar. Tal distinción
se establece a partir de un marco concreto: el de la casa o, más generalmente, del
doméstico. La metáfora es simple, pero suficientemente intuitiva: de puertas para
adentro, prevalece el dominio de lo privado y de la domesticidad, donde se concreta la
esfera de la mujer; al otro lado, de puertas para afuera, está la esfera pública y de lo
universal, por donde transitan los hombres.
Subyacentes a esta división de espacios —que contempla una esfera pública destinada al
mundo y otra privada, confinada en sí misma y su domesticidad— están las relaciones de
poder que organizan el orden social (Miguel, 2019, p. 32-37). Evidentemente, tal división de
espacios, que emerge del propio liberalismo, resguarda, en un momento de profundas
intervenciones del poder estatal, una esfera individual que no debería estar bajo los
escrutinios de la sociedad y, más precisamente, del estado.

67
La constitución de un mundo dividido entre dos espacios se sostiene en distintos
argumentos sobre la naturaleza de los sexos, basándose en explicaciones biológicas y
psicológicas que sitúan a las mujeres en un estado de permanente dependencia e
inferioridad en relación a los hombres (Beauvoir, 1949[2019, pp. 21-24]; Hawkesworth, 2019,
pp. 24-29; Pateman, 1988 [1993, pp. 162-163]). → La subordinación establecida en el ámbito
doméstico, donde los jefes de familia tratan a las mujeres y sus hijos como subordinados,
se transpone para el espacio que se encuentra afuera de lo doméstico, totalizando la
experiencia de pertenencia a todas las formas de decisión y liderazgo en la sociedad
(Pateman, 1988 [1993, pp. 137-143]). → Como resultado de este proceso de jerarquización
con base en el sexo, se observa un aislamiento de las mujeres a una condición
permanente de subordinación al hombre (y, más ampliamente, al patriarcado) y de
confinamiento en la esfera privada de lo doméstico. → En esta esfera, las mujeres son
responsables primariamente del cuidado de los miembros de la familia, la maternidad y
todo aquello que se defina como la gestión de la casa. Aquí se establece una división
sexual del trabajo, inherente al contrato sexual redactado y firmado por el patriarcado,
la cual reserva a los hombres el espacio público de la política, la economía y la toma de
decisiones.

→ El cuestionamiento acerca de la división entre lo público y lo privado gana fuerza con la


conocida consigna “lo personal es político”, que pone en el centro de las discusiones las
injusticias y las violencias que ocurren en la esfera privada, pero que se silencian bajo el
contrato sexual del patriarcado.

→ Es precisamente en los roles de género donde se centran los primeros debates sobre la
posición (y la ausencia) de las mujeres en el sistema internacional. La teórica J. Ann
Tickner (1992, 2006) señala que la arena internacional refleja estructuras de género
presentes en el dominio doméstico y que son subyacentes al orden patriarcal más amplio
y transversal a las sociedades. Si en la política nacional el espacio público es ocupado por
hombres, la arena internacional también lo es, caracterizándose como un dominio
masculino y masculinizado.

→ lo que ellas señalan como una característica del sistema internacional (o sea, la
presencia mayoritaria de los hombres en los más altos y prestigiosos cargos políticos) se
confirma ante los persistentes datos de baja presencia femenina como jefas de estado y
gobierno, presidentas y vicepresidentas (y sus análogos) en organizaciones

68
internacionales o jefas de delegación entre tantas otras posiciones en la esfera pública
internacional.

→ Esta ausencia de mujeres se puede remediar a través de los mecanismos propuestos


por la perspectiva de la política de la presencia. Para la politóloga Phillips (1998), la
subrepresentación de grupos excluidos de la esfera política se manifiesta como una
forma de injusticia que consiste en conceder un status de virtud a determinados agentes
dominantes a costa de aquellos a quienes les fue negada la presencia en los espacios de
decisión. Ausentes, los excluidos no pueden llevar importantes contribuciones que
emergen de sus experiencias vividas, lo que disminuye la capacidad del sistema político
de responder a sus demandas. En este sentido, la presencia como instrumento político es
fundamental para el empoderamiento de estos grupos, una vez que les permite vocalizar
sus necesidades, intereses y, sobre todo, cosmovisión en el espacio público desde su
perspectiva existencial.

Es precisamente bajo esta óptica en la que se sitúa el cuestionamiento que anima esta
investigación: si aceptamos que la presencia es importante como valor en sí mismo y
como instrumento para que las mujeres, tradicionalmente excluidas de la esfera política
internacional, puedan vocalizar sus demandas y cosmovisiones; y si la propia ONU, la
organización internacional más importante, lo reconoce a través de sus políticas,
resoluciones y discursos, se espera, por lo tanto, que a lo largo de las últimas décadas la
participación femenina en sus órganos, especialmente en la calidad de jefas, se acerque
de los ideales de una paridad de género.

Metodología
Esto es una paja !!!!!
un abordaje cuantitativo descriptivo basado en los datos de las Naciones Unidas y
organismos del sistema económico global a lo largo de 1990 a 2018.

Estos datos están listados bajo 2 variables: género y origen nacional


2 hipótesis:
1. H1: Existe un déficit de la presencia femenina en los cargos de presidencia y/o
vicepresidencia (y sus análogos) en los órganos y organismos especializados de las
Naciones Unidas y en las instituciones del sistema económico global.

69
2. H2: Los organismos donde más mujeres han ascendido a los cargos de presidencia
y/o vicepresidencia se ocupan de temas que refuerzan los roles y estereotipos de
género.

Resultados y discusión
A lo largo de las tres décadas analizadas en esta investigación, la presencia femenina en
los distintos cargos de Naciones Unidas y de las organizaciones del sistema económico
global sigue bastante limitada. Entre 1990 y 2018, treinta y cinco mujeres ocuparon las
posiciones de mayor destaque en la organización, mientras ciento ochenta y seis
hombres fueron presidentes, vicepresidentes o análogos. Estos números de pronto

70
demuestran que las mujeres, en este ámbito de análisis, fueron el rostro del 18,82% de los
órganos, organismos especializados y programas de las Naciones Unidas, además del FMI,
Banco Mundial y de la OMC.

Al considerar la división entre alta y baja política, como proponen las teorías feministas
tratadas anteriormente (Aggestam y Towns, 2018a, p. 11; Tickner, 2006, p. 278), se verifica
cómo los roles de género se refuerzan. Si consideramos que los temas de seguridad
internacional y economía son típicamente más prestigiosos y considerados de alta
política, y si les añadimos los altos puestos en la Asamblea General, la CIJ y la Secretaría
General, notamos que solamente 33,33% de los cargos de presidencia y vicepresidencia (y
sus análogos) fueron ocupados por mujeres.

La primera hipótesis (H1) propuesta anteriormente se confirma: el déficit de mujeres es un


hecho que se pone en evidencia en el ámbito de esta investigación. El uso de simples
datos cuantitativos permite verificar el estado de la presencia femenina, y aunque el ideal
de paridad de género pueda ser comprendido a través de fórmulas numéricas distintas,
lo que se nota es que las Naciones Unidas y los organismos económicos internacionales
se alejan de cualquier perspectiva mínimamente paritaria. Además, la ausencia
femenina es persistente en el tiempo analizado, de modo que no se trata de un “infeliz
incidente”: en realidad, el problema se revela como una exclusión sistemática,
profundizada por los estereotipos acerca de las mujeres en la esfera política.

En cuanto a la H2, los resultados sugieren que la prevalencia de las (pocas) mujeres en los
altos puestos de organismos refuerzan los estereotipos y roles de género (Aggestam y
Towns, 2018b, pp. 283-288; Tickner, 2006, p. 278, pp. 280-282). La interpretación feminista
de que las mujeres en la política internacional se encargarían de temas de baja política —
porque bien poseen una esencia más cooperativa y pacifista, bien no estarían
capacitadas para lidiar con la agresividad o supuesta complejidad de los temas de
seguridad y economía— parece confirmarse ante los números en los organismos
analizados.

Finalmente, el origen de las mujeres presidentas y vicepresidentas en los organismos


investigados revela una realidad de intersección con el género: las que llegan a ocupar
estos puestos provienen mayoritariamente de los países occidentales, principalmente
de Europa y América del Norte. La ausencia más amplia de las perspectivas del Sur
Global, y más específicamente, de las cosmovisiones y experiencias de las mujeres del

71
mismo sur perjudican la proposición de políticas y acciones alineadas con las realidades
locales.

Conclusión
El activismo feminista se ha profundizado en el nuevo milenio, transformando los debates
acerca de las desigualdades entre los sexos y las jerarquías de género subyacentes.

Investigamos la presencia femenina con datos de las tres últimas décadas, en los altos
puestos de las Naciones Unidas y de las principales instituciones del sistema económico
global. Verificamos que el techo de cristal sigue limitando la trayectoria profesional y
política de las mujeres en la arena internacional, a pesar de los avances observados en
términos de políticas promovidas por esas mismas organizaciones. Las pocas mujeres
que acceden a las altas jerarquías internacionales aún enfrentan la soledad de un
espacio dominado por hombres y por los prejuicios en contra de su capacidad de
instrumentar, negociar y conducir políticas e instituciones. La sombra de la domesticidad
parece seguirlas adónde vayan en la arena internacional.

→ El gran reto que se identifica a la luz de estos hallazgos es cómo desarrollar estrategias
para empoderar políticamente a las mujeres, de modo que puedan acceder a los cargos
de jefas en organismos internacionales, ministerios de relaciones exteriores y hasta
diplomáticas. El simbolismo de la representatividad de ver a un rostro femenino en las
instituciones, aunque pocas, es, seguramente, un paso fundamental en este proceso.

Mahon, Rianne (2021) Las normas globales sobre igualdad de género en disputa: el caso
de la salud sexual y los derechos reproductivos. Revista SAAP, Vol. 15, No 2, 513-523.

Resumen: Desde las primeras cuatro Conferencias de las Naciones Unidas (ONU) sobre la
Mujer (1975-1995), la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres han sido
reconocidas como el resultado de un marco normativo global multifacético, respaldado
por una arquitectura institucional centrada en la ONU. Desde la década de 1980, las
feministas tanto del Norte como del Sur han luchado para que la salud sexual y los
derechos reproductivos sean un componente central de ese marco normativo. → Un
análisis de esas luchas pone de relieve las alianzas complejas que han forjado, los
oponentes que han enfrentado y los entendimientos más ricos que emergen a medida
que las nuevas generaciones ganan voz.

72
Introducción
La igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres se han convertido en un
marco normativo global multifacético establecido, con su propia arquitectura institucional
dedicada a hacer visibles las desigualdades de género y promover políticas para
abordarlas.

→ Este trabajo se centra en la salud sexual y los derechos reproductivos. Desde la década
de 1990, el derecho de las mujeres a controlar su fertilidad, tan fundamental para su
capacidad de disfrutar de otros derechos, ha sido reconocido oficialmente a escala
mundial, sobre todo a través de la Convención Internacional sobre Población y Desarrollo
(CIPD) de 1994, celebrada en El Cairo y la IV Conferencia Mundial de la Mujer de 1995, de la
cual emergió la Plataforma de Acción de Beijing (PAB). En el nuevo milenio, también se ha
avanzado hacia la idea más amplia de la salud sexual y derechos reproductivos, incluidos
los derechos LGBTQI+.

En el nuevo milenio, se les ha unido una nueva generación de cuestiones que pone mayor
énfasis en las sexualidades, las identidades de género, la violencia contra las trabajadoras
sexuales y los derechos de las mujeres indígenas y de diferentes razas o etnias. Sin
embargo, las feministas no fueron las únicas que se movilizaron en dichas conferencias.
También lo hicieron quienes se oponían a las medidas ya que las percibían como una
amenaza a los valores expresados por la familia tradicional. En la década de los noventa,
el Vaticano, que se opuso históricamente al control de la natalidad, y sus aliados, incluidos
los gobiernos conservadores de América Latina, desempeñan un papel clave en la
construcción de estas alianzas que cuestionan los avances feministas en torno a los
derechos reproductivos. Esta oposición se ha vuelto aún más vociferante con la expansión
del concepto de salud sexual y derechos reproductivos al incluir el reconocimiento de las
identidades de género y la orientación sexual.

(...) el argumento de Krook y True (2010) sobre la construcción y difusión de normas


internacionales. Tales normas no surgen en toda su extensión, como si siguiesen una
ordenada cascada de normas, sino que es mejor considerarlas como normas en
desarrollo, ya que, evolucionan con el tiempo en respuesta a nuevos debates y de
acuerdo con un entorno político global cambiante.

De las políticas de control poblacional a los derechos reproductivos de las mujeres

73
Las defensoras de los derechos sexuales de las mujeres no fueron en modo alguno las
únicas, ni siquiera las más poderosas organizaciones que participaron inicialmente en la
promoción del control de la natalidad en el escenario mundial. El impulso principal vino
originalmente en forma de una preocupación neomalthusiana para controlar el aumento
de la población, especialmente en el hemisferio sur, como una forma de promover el
desarrollo de los países más pobres.

Desde un comienzo, los países del hemisferio norte que eran defensores de la
planificación familiar se enfrentaron a la oposición constante del Vaticano y de algunos
países latinoamericanos por motivos religiosos. Sin embargo, varios países del hemisferio
sur comenzaron a desarrollar una contranarrativa al paradigma neomatlthusiano. En 1974
se logró que la Asamblea General de la ONU aprobara la Declaración para el
Establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional. Como reflejo de este
cambio en el equilibrio de fuerzas, en la conferencia de población de ese año, la posición
neomalthusiana enfrentó un rechazo conjunto de los países del hemisferio sur, quienes
argumentaron que el desarrollo es el mejor anticonceptivo.

→ Fundamentalmente, la estrategia del emergente movimiento por la salud reproductiva


de las mujeres “tomó la forma de encargar estratégicamente y utilizar la investigación
para establecer una definición de problema diferente del comportamiento de la
fecundidad, una que enfatizara la importancia de prestar más atención al estatus
socioeconómico, los derechos y necesidades de salud de las mujeres” (Sending, 2004: 64).
En otras palabras, produjeron conocimientos para una comunidad más amplia, los que
reconocían la importancia de la salud reproductiva y los derechos de las mujeres. Esas
investigaciones y el marco más amplio (salud sexual y derechos reproductivos)
contribuyeron a encontrar aliados dentro de los organismos internacionales clave como
la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Población de Naciones Unidas
(UNFPA).

El “nuevo” paradigma sobre el control de la población en disputa

Se considera ampliamente que la CIPD celebrada en El Cairo en 1994 ha producido un


nuevo paradigma de población basado en los derechos sexuales y reproductivos,
incorporando la perspectiva de género. Posteriormente, la PAB se basó en ese paradigma
y fortaleció los logros de las feministas transnacionales en El Cairo.

74
→ Si bien estos pueden verse como avances importantes para los derechos reproductivos
de las mujeres, algunas feministas criticaron la PAB por sus supuestos heteronormativos.

Ampliación de la definición
de los derechos sexuales y reproductivos

Aunque los derechos reproductivos y el aborto siguen siendo polémicos, los defensores de
los derechos sexuales como parte de la política social global han logrado algunos
avances. Los comités de seguimiento de los tratados de la ONU como el Comité de
Derechos Humanos, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la CEDAW y
el Comité de los Derechos del Niño han defendido los derechos LGBTQI+ (Aylward y
Halford, 2020). En 2004, el Relator Especial de Salud de la ONU publicó el Informe El derecho
de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental, cuyo
artículo 55 destacaba claramente la importancia de los derechos sexuales y
reproductivos. En 2006, la OMS, la IPPF y la Asociación Mundial de Salud Sexual respaldaron
una definición similar de derechos sexuales (Dandan y Yiping, 2018: 5).

→ La oposición global a los derechos sexuales y reproductivos puede estar centrada en


el Vaticano y sus aliados motivados por la religión, pero su capacidad para obtener
resultados aumenta y disminuye a medida que la posición de Estados Unidos cambia en
respuesta a su escenario electoral doméstico.

→ Siguiendo los giros y vueltas de la política estadounidense, el Presidente entrante Joe


Biden se apresuró a revertir la situación. Sin embargo, las fuerzas antiaborto en los Estados
Unidos siguen sien- do relativamente fuertes dentro de la política doméstica, tal como se
refleja en la legislación del estado de Texas de 2021 que prohíbe el aborto desde el
momento en que se puede detectar la actividad cardíaca del embrión, gene- ralmente en
la sexta semana de gestación.

Conclusiones

La salud sexual y reproductiva se ha convertido en un componente importante del marco


normativo global más amplio de igualdad de género y empoderamiento de las mujeres.
Está respaldado por órganos de tratados de la ONU como el Consejo de Derechos
Humanos y el Comité de Derechos Económicos y Sociales, que pueden aprovechar un
conjunto cada vez más profundo de conocimientos especializados. Las ONGs

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internacionales como la IWHC, han contribuido a ese conocimiento, mientras que aquellos
que abogan por una noción más amplia e inclusiva de salud sexual y derechos
reproductivos que trascienda la heteronormatividad de los discursos anteriores, también
han hecho oír sus voces a nivel mundial. En el proceso se han enriquecido los conceptos
de género y sexualidad. Al mismo tiempo, la salud sexual y reproductiva sigue siendo un
componente muy controvertido del marco global de igualdad de género.

→ La construcción y transformación de las normas de igualdad de género se mueve en


múltiples direcciones: de lo local a lo global, de lo global a lo local y, en el proceso, se
expanden o contraen y adquieren nuevos significados.

Notas de clase: 2/06/22

La agenda feminista va incorporando nuevos temas pero siempre hay gente que esta en
contra que siemore esta atenta a los avances.

Repaso de los argumentos de los textos:


Dinámicas de expansión y contracción en cuanto a reclamos y accesos a derechos.
Partición de la esfera pública y privada —> esto nos muestra el advenimiento de una
sociedad de clases, de otro tioo de estructura social que no liga a las personas en virtud
de la servidumbre, sinonque hay otras formas de entender el mundo —> horizonte
republicano y democrático donde aparece la figura del individuo, este invidivuo tiene
derechos que puede ejercer en el ámbito público y en el privado, dejo de pertenecerle a
un señor feudal, estos lazos con la modernidad se cortan.

El individuo como sujeto politico es sujeto de derechos —> entre 1700 y 1800 con los
Estados nacientes privilegian al hombre como ciudadano pleno (varón, propietario con
cierto caudal económico y son libres). Sigue existiendo la esclavitud en EEUU y en Brasil,
por ejemplo. Esta nueva sociedad de clases donde existe movilidad social ascendente, el
ciudadano y el invidividuo.

Partición entre esfera pública y privada xq es en la esfera doméstica donde queda


reservado el rol de la mujer. No es q no tengan derechos pero no tienen los mismos
derechos para participar en la vida política. —> surgimiento del Estado nacion (artificio
novedoso) cuando hablamos de ciudadanos libres e individuos.

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Aparece una concepcion malthusiana —> a mediado del siglo XX aparece una dimension
nodal de los gobiernos de tipo benefactor que para controlar el tamaño de la población,
xq se ve un crecimiento y se disgnostica como demasiado grande - demasiados jovenes
- y en el momento de crisis del E. Benefactor (hay muchos jovenes que van a entrar en el
mundo del trabajo y no van a encontrar ). —> esto trae como consecuencia que se lleve a
cabo la práctica de interrupción del embarazo.

En clase vimo:el ejemplo de Tunez x cuestiones económicas, x cuestiones de capacidad


del Estado de dar trabajo.
La coyuntura es una variable clave, el momento histórico.

Notas de clase: 09/06/22

Régimen internacional de fiscalización de sustancias:

Primera etapa —> opio = obtenida de la planta adormidera


1961 a la actualidad

Factores que llevaron a la emergencia sw un régimen internacional de control de


sustancias

Desarrollo de la industria quimica y farmaceutica - disponibilidad para el consumo “no


medico” - reacción de grupos promotores de la sobriedad

Segunda etapa 1961 hasta ahora —> etapa punitivista

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