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Historia de la lengua española

Handout 2ª y 3ª clase docente Jimena Morais


(Material de uso restringido al interior de la cátedra)

Estudios filológicos y lingüísticos del español en España:


cómo se ha mirado y construido una lengua

Recapitulación de los contenidos anteriores:


Hemos realizado una introducción para pensar los aportes de la filología a las disciplinas que,
siglos después, harán de la historia y la comparación de los cambios lingüísticos su objeto de
estudio. Así revisamos las primeras reflexiones en Occidente sobre el lenguaje y también,
haciendo un gran salto temporal, siguiendo a Bahner ─quien revisa los aportes de Dante─
mencionamos el resurgimiento de las prácticas filológicas en el siglo XIV.
Luego avanzamos en el estudio acerca del contexto del Romanticismo, momento histórico en
que se generarán las condiciones de posibilidad de las teorías decimonónicas sobre el cambio
lingüístico. Así llegamos a revisar los aportes de los máximos representantes la Gramática
Histórica y la Gramática Comparada en esa Europa decimonónica: Jones, Schlegel, Schleicher,
Bopp, Grimm, Diez y Jespersen; contrastando y caracterizando las prácticas de ambas
disciplinas. Al revisar brevemente los aportes de Diez, comentamos el surgimiento de la
Lingüística Románica y, en esta línea, es que ahora presentaremos a los dos principales
representantes de la Filología Hispánica: Menéndez Pidal y Lapesa.
Antes de avanzar con los aportes de Menéndez Pidal y Lapesa, es necesario recordar que en la
península Ibérica hubo trabajos muy anteriores que, según qué teórico sigamos, habrían
inaugurado el área de los estudios de las lenguas románicas. Es así que, según Gustav Gröber,
los estudios vinculados con la lingüística románica comenzarían en el siglo XIII con las primeras
preocupaciones por la lírica amorosa, vinculadas al trovar provenzal y las gramáticas del
estudioso catalán Ramón Vidal (Razos de trovar) y de Uc Faidit (también conocido como Hug
Faidit, su tratado se titula Donat proensal). También nos encontramos en España con las ideas
lingüísticas de Antonio de Nebrija, Juan de Valdés y Francisco Sánchez de las Brozas ya en los
siglos XV y XVI. Pero, por un lado, señalamos que en estos estudios sobre la lengua española y
la comparación con otras, no existía aún la preocupación por el origen y la historicidad de las
lenguas ─que es nuestro foco de interés─; y por otro, como también sostiene Bahner, no se
puede hablar de ninguna investigación científicamente exacta en la lingüística románica antes
de Friedrich Diez. Esos desarrollos sobre el lenguaje ─que algunos estudiaremos en la próxima
unidad del Programa de la asignatura─ sí nos permiten observar cómo ya entonces no se ponía
en duda la vinculación del español con el latín y las otras lenguas romances y cómo se empezaba
a manifestar la preocupación por la lengua. De esta manera reconocemos esos trabajos en
España que dieron inicio a lo que luego, y desde una perspectiva científica, Diez daría forma
como lingüística románica, por lo que será considerado el fundador de esa línea de estudios.

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Ramón Menéndez Pidal y Rafael Lapesa, máximos representantes de la Filología Hispánica

Don Ramón Menéndez Pidal (La Coruña, 1869- Madrid, 1968)

Es el creador de lo que se conoce como la escuela filológica española; miembro de la Generación


del ‘98. Alumno de Menéndez Pelayo. Su esposa fue María Goyri (1873-1954), la primera mujer
que hizo estudios oficiales superiores en España1, quien colaboró en la recolección y selección
de la literatura oral del Romancero.
En 1901 fue electo para ingresar a la RAE. Entre 1925 y 1939 fue director de la RAE. Luego volvió
a ejercer la dirección de la RAE entre 1947 hasta su fallecimiento. Fue también (1915) nombrado
como director del Centro de Estudios Históricos. Esto no es menor, ya que vincula
estrechamente el estudio de los hechos históricos con la lengua.
Profesor de la Cátedra de Filología Románica de la Universidad Central desde 1899 hasta su
jubilación, 1939. Impulsó la creación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
fundado en 1939. Dato importante para pensar el carácter con que concebía la historia y la
lingüística.

Su obra más destacada acerca de la historia del español:

• En 1914 fundó la Revista de Filología española (luego es dirigida por Rafael Lapesa).
• Realizó un estudio, que fue premiado por la RAE, sobre la gramática del Poema del Cid.
• La leyenda de los infantes de Lara (1896), en la que estudia la primitiva épica medieval
castellana. Sostiene que todos sus orígenes son orales, anónimos y fragmentarios.
• Etimologías españolas, en una revista (1902-1904).
• Tesis doctoral Cantar del Mío Cid: texto, gramática y vocabulario (1908-1912), edición
paleográfica.
• Manual elemental de gramática histórica española (1904). Fundamental porque instaura los
métodos científicos de la Filología hispánica. Reediciones: 1905, 1918, 1925, 1941. Dice Alonso
Cortés (2006: 688-689) sobre este manual:
El Manual de gramática histórica española de Ramón Menéndez Pidal, del que en 2004
se cumplió el primer centenario, constituye la inserción de España y los países hispanos
en la lingüística científica del siglo XIX, que, con la excepción de la obra de Rufino José
Cuervo, habían quedado rezagados de la principal corriente científica de la lingüística del
siglo XIX. […]
En la génesis del Manual, la docencia de la filología comparada latín castellano debió de
suponerle un estímulo para salvar el vacío existente en España de una gramática histórica
hecha de acuerdo con el método neogramático, tal como exigía la lingüística científica de
1904. Esta es la gran aportación de Menéndez Pidal a la lingüística hispánica.

• La epopeya castellana a través de la literatura española (1910).


• Romancero hispánico (1953).
• Poesía juglaresca y juglares (1924).
• Orígenes del español (1926).

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Señalamos que “En 1850, un 75% de la población española mayor de diez años no sabía leer ni escribir;
la tasa de analfabetismo entre mujeres era aún mayor, y ello aunque en el siglo XVIII había crecido
tímidamente la alfabetización femenina bajo el reinado de Carlos III y se fomentó en algo la escuela
pública para niñas” (Pons Rodríguez, 2020: 218).

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• Toponimia prerrománica hispana (1953).
• En torno a la lengua vasca (1962).
• La historia de la lengua española, póstuma, publicada en el 2005, al cuidado de su nieto, Diego
Catalán Menéndez Pidal. Comenzó a redactarla cuando estaba exiliado en Burdeos durante la
Guerra Civil.

Ramón Menéndez Pidal en la mirada de Fernández González (1994-1995):

• Fernández Gonzáles sostiene que la filología española no estaba desarrollada, apenas había
algunos escasos trabajos aislados, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta que Menéndez
Pidal comienza su trabajo. Sólo había algún desarrollo comparatista y de la neogramática,
corrientes ya añejas iniciadas por F. Diez y Meyer Lübke.

• Considera que Menéndez Pidal logró poner la filología –lingüística y literatura─ a la altura de
la filología italiana y francesa.

• En sus trabajos lingüísticos abarca: etimología, edición de textos, estilística, toponimia,


gramática histórica y dialectología.

• En sus primeros trabajos se observan restos de una metodología positivista historicista, pero
a partir de 1910 habrá una reorientación metodológica: “es imprescindible formular teorías
que expliquen conjuntamente los hechos documentados y los que, indocumentados, son
exigidos o presupuestos por los documentados” (Catalán, 1974).

• En sus trabajos para la RFE se observa su metodología. Dice Coseriu (1953) al respecto: “en
mantener firmemente –y no sólo en teoría– el principio de la unidad de las ciencias filológicas:
lengua, historia y cultura”.

• En cuanto a Los orígenes del español: “estudio del castellano y de las demás hablas hispánicas
anteriores a los textos literarios conservados, o sea, el estudio del castellano y de las otras
hablas hispánicas sobre la base de formas romances en documentos latinos, en documentos
antiguos romanceados, en ciertas glosas en vulgar, en los mozarabismos, etc”. Con estos
materiales elaboraría una gramática histórica del castellano primitivo y conseguiría
desenmarañar el complejo panorama lingüístico de la Península Ibérica.

• Antes de las investigaciones de Menéndez Pidal, la historia documentada del castellano


comenzaba en a principios del siglo XII con las primeras formas romances o romanceadas en
documentos latinos. Sin embargo, Menéndez Pidal sostiene que no es posible que el español,
frente al italiano y al francés, no tenga formas documentadas más anteriores. Italia contaba
con formas de su lengua ya documentada en el siglo VIII, mientras que Francia, en el IX.

• En 1913 el español Gómez Moreno estudia las Glosas Emilianenses, que datan de la primera
mitad del siglo X, del Monasterio de San Millán, en Logroño. Así, en 1915, Menéndez Pidal
comienza a investigar los archivos eclesiásticos leoneses de los siglos IX a XI y, como dice Diego
Catalán, “convierte en historia lo que antes era sólo prehistoria del español”.

• “De este modo, junto a lo que ya sabíamos de un romance de finales del siglo XII y de todo el
siglo XIII se descubría ahora que en época muy anterior habían existido ya formas
protorromances, vulgares por respecto al latín, que desaparecieron de la documentación a lo

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largo de los primeros 60 años del s. XI y durante casi todo el siglo XII. El propio Menéndez Pidal
hallaría la causa de esta inmersión del romance durante estos 150 años: habría sido la reforma
cluniacense, restauradora de la cultura latina la que habría operado en la desaparición, en el
destierro de estos testimonios romances de los textos latinos. Y, de nuevo la reaparición, a
fines del siglo XII, habría sido debida, según el propio D. Ramón a: ‘un movimiento general a
toda la Romania que llevaba a secularizar la cultura, y por tanto a entronizar el romance como
lengua oficial ordinaria, dejando el latín solamente como supletorio para los actos más
solemnes’”. (Fernández González, 1994: 257)

• Así, lo que comenzó como una crestomatía de documentos notariales se convirtió en la cumbre
de la lingüística española, tal como lo sostienen Américo Castro, Leo Spitzer, Malkiel, Rafael
Lapesa, Dámaso Alonso, entre otros.

• Los orígenes del español consta de cuatro partes. Luego del estudio fonético, morfosintáctio y
léxico, haciendo una paleo-geografía de los dialectos vernáculos, en la última parte, llamada
Conclusiones, Menéndez Pidal presenta una teoría del cambio lingüístico: “En estas
Conclusiones, Menéndez Pidal, comparando la elaboración de la protohistoria lingüística con
la moderna dialectología, establece cómo a un filólogo serio corresponde realizar el doble
trayecto de la reconstrucción lingüística…. Tras un inicial recorrido por las formas y
documentos preliterarios, estudia D. Ramón algunas de las tendencias que dominan de un
modo especial en las épocas primitivas: el arcaismo fonético y morfológico, el cultismo, la
ultracorrección y sus tipos, pasando seguidamente al análisis sobre el carácter de las épocas
primitivas: la falta de una norma lingüística eficaz, la indecisión y pugna entre formas en el
estado embrionario de la lengua, frente a la lengua adulta, que repugna, que aborrece tales
indecisiones.”

• Otro punto importante de los aportes de este filólogo español es, siguiendo a Fernández
González, que en Los orígenes del español, Menéndez Pidal estudia las leyes fonéticas y el
cambio lingüístico (mutabilidad e inmutabilidad en el lenguaje). En cuanto a las leyes fonéticas,
revisa su concepción cerrada y sostiene que “una ley lingüística –dice– no se establece sobre
hechos naturales, sino sobre hechos históricos, perfectamente individualizados, que no han
ocurrido más que una vez en el curso de los siglos”.

Menéndez Pidal en sus textos:

Continuando con la concepción de Menéndez Pidal sobre los cambios fonéticos, en el texto El
idioma español en sus primeros tiempos (1973) Menéndez Pidal sostiene:

La moderna dialectología ha venido a sugerir y propagar la idea de que las leyes fonéticas
regulares sólo existen en el papel: no hay ni hubo jamás una regularidad fonética; sólo
hay la que por espejismo creen ver los filólogos. No puede hacerse la historia general de
un sonido determinado, porque cada palabra en donde tal sonido se produce tiene su
especial historia fonética, y la historia de los sonidos se resuelve en historia especial de
cada una de las palabras. (…)
[Más] el estudio de las largas épocas preliterarias nos eleva por cima del concepto
dilucidado con ayuda de la dialectología moderna, y nos permite ver que cada palabra
que parezca discordante, en fonética, de sus análogas, puede estar sometida a una

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tendencia general que la impulsa en unión con las otras. (…) La dialectología,
mostrándonos una fotografía instantánea de un momento del lenguaje, puede hacernos
pensar que cada palabra tiene su historia fonética y que no hay leyes generales que las
rijan; pero la protohistoria lingüística, observando el curso de varios siglos, nos dice que
cada palabra es un mero episodio en la historia general de cada uno de los elementos
fónicos que la integran. Cada sonido de una lengua es un elemento constructivo de que
dispone el idioma, y como tal tiene una existencia ideal propia; es algo independiente
en cierto modo de las palabras de que forma parte. (1973:140-142)

En este fragmento del texto mencionado sobresale la idea de tendencias generales en la historia
de los sonidos del español, la cual retomaremos en las próximas unidades del Programa. Por
otro lado, cabe señalar que la afirmación inicial de Menéndez Pidal sobre la dialectología
moderna se desprende de la perspectiva de los atlas lingüísticos de entonces, como el de
Guilléron o el de Weingad; tema que también retomaremos más adelante, cuando presentemos
el Atlas lingüístico que realizó la argentina Berta Vidal de Battini.

Para concluir este breve recorrido por la obra de Menéndez Pidal señalamos otro punto
importante abordado por este filólogo en el mencionado El idioma español en sus primeros
tiempos: su apreciación sobre el concepto de cambio lingüístico. Menéndez Pidal plantea que
los cambios lingüísticos son procesos que se desarrollan en un espacio temporal muy
prolongando, de “enorme duración”, en el transcurrir de varias generaciones, dirá él (1973:142):

Hay, evidentemente, en el desarrollo de cada sonido tendencias colectivas que muchas


veces llegan a convertirse en normas generales, en leyes fonéticas regulares. Pero debe
añadirse que la constitución de una de esas leyes no es obra de un momento, sino de
un lapso muy prolongado.
(…) Cualquier cambio en la actividad colectiva tradicional, lo mismo respecto al lenguaje,
que a la canción popular, que a la costumbre jurídica, etc., se funda en el hecho de que
muchas generaciones consecutivas participan de una misma idea innovadora y la van
realizando persistentemente, a pesar de pequeñas variantes en el modo de concebirla;
constituyen una tradición nueva, en pugna con otra tradición más antigua.
La duración del cambio lingüístico suele ser extraordinariamente larga, multisecular, por
lo mismo que la tradición que hay que vencer es la más fuerte de todas, como arraigada
en la inmensa repetición cotidiana del acto colectivo del lenguaje. Los 300 años
señalados por Saussure como caso notable de duración para la propagación de un
cambio lingüístico, son todavía poca cosa en muchos casos. (1973:142-144)

Cabe señalar que su teoría sobre los cambios lingüísticos ha sido cuestionada por lingüistas
posteriores, pero es imposible intentar negar el enorme valor de la obra pidalina, como
muestra José del Valle

Los detalles de la visión de los orígenes del español que produjo Pidal han sido
cuestionados en base a la evidencia filológica y la evolución en la teoría del cambio
lingüístico (por ejemplo, Penny 2000); asimismo, se ha señalado la ideología nacionalista
que impregna su obra lingüística (por ejemplo, Del Valle 2002a y García Isasti 2004). Sin
embargo, el hecho es que abrazó con lucidez una perspectiva que, en primer lugar,
reconoce el funcionamiento de la variación lingüística en un sistema complejo de
normas socialmente constituidas y, en segundo lugar, examina los orígenes del español
en el espacio de conexión del lenguaje y la política en la Edad Media: en la lucha entre

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los distintos reinos ibéricos y en las raíces y ramificaciones sociopolíticas de las
decisiones de los escribas. (2015: 9-10)

Rafael Lapesa (Valencia, 1908- Madrid, 2001)

Fue discípulo de Menéndez Pidal, y también miembro de la RAE (desde 1954) y de la Real
Academia de Historia. Estudió en la Complutense de Madrid. Alumno, además, de Américo
Castro, Vicente García de Diego. Su tesis doctoral fue sobre “El dialecto asturiano occidental en
la Edad Media”. Fue presidente y vice en diferentes períodos de la Asociación Internacional de
Hispanistas.
Fue catedrático en las Universidades Complutense de Madrid, Salamanca, Yale, Harvard,
Princeton, Berkeley, Puerto Rico, Buenos Aires y La Plata (1962).
En 1927 se incorporó al Centro de Estudios Históricos, allí profundizó sus estudios e impartió
clases sobre la diferenciación regional del latín vulgar hasta la formación de las lenguas
románicas, siendo la fonética diacrónica uno de sus principales intereses a lo largo de toda su
carrera. Este estudio de la fonética lo ha realizado inseparablemente del análisis de las grafías,
bordando siempre los latinismos. Echenique (1998) sostiene que, más allá de varios estudios
preliminares (que incluyen los apuntes para un Glosario del primitivo léxico ibérico-romano) y
de la primera edición de su Historia de la lengua española, el primer estudio dedicado
estrictamente a la fonética es el que realiza sobre la apócope de la -e. En esta línea, desde 1951
se ocupa de estudiar ese fenómeno en la lengua escrita de los siglos XI a XIV, adjudicando dicho
fenómeno a un factor de orden externo como la influencia franca, pero estudiando estos hechos
según la evolución interna de la propia lengua como hecho relacionado con la caída de vocales
intertónicas, es decir, haciendo un trabajo sobre la estructura silábica. Esto implica que pone en
relación la pérdida de la vocal final con la pérdida de la intertónica. Así como advirtió la influencia
franca, también señaló la árabe en lo que respecta a la apócope de la -e, ya que el árabe es una
lengua que presenta finales consonánticos duros. También se ocupó de estudiar el problema de
la /f-/ inicial latina y añadió nueva perspectiva: constató el proceso de sustitución de /f-/ inicial
por otras labiales (babulose por fabulosae). Además de sus estudios de fonética, fonología y
grafémica medievales, se interesó por los préstamos del español tomados por el francés, el
italiano y las lenguas de América; así como también por el seseo/ceceo y la cuestión del
andalucismo en el español americano. En esta línea de sus trabajos sobre fonética se puede
observar su perspectiva metodológica sobre cómo estudiar los cambios lingüísticos:

una vez establecida la delimitación tajante entre conocimientos cimentados sobre datos
históricos y resultados conseguidos por procedimientos de reconstrucción (fuera del tipo
que fuesen), Lapesa se ha inclinado siempre por los primeros, consciente de que las
conclusiones de la Historia de la lengua tienen prioridad absoluta para el período que
alcanzan sus datos, por encima de cualquier inferencia a que se pueda llegar con el uso
de indirectos, que, sin ser rechazados, resultan claramente auxiliares. El uso del asterisco
es muy limitado en su obra por esta razón; mayor implicación tiene la argumentación
procedente de la rima o las necesidades métricas. (Echenique, 1998: 15-16).

En 1947 comenzó a trabajar en el Seminario de Lexicografía de la RAE, con el fin de elaborar el


Diccionario Histórico del español. Fue también quien concibió las orientaciones metodológicas
de este diccionario. De esta manera, podemos observar cuán importante ha sido la labor de este
filólogo español para marcar y orientar los estudios científicos sobre el español.

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Por último, recordamos algo de lo que ha dicho José del Valle (2015: 10) sobre la perspectiva de
estudio de Lapesa siempre cuestionándose sobre lo “interno” y lo “externo” de la historia de la
lengua:

Entre los esfuerzos por unir lo que en un momento se llamaban historia interna y externa
y con ello distanciarse del efecto ‘deshumanizador’ de la gramática histórica destaca el
clásico de Rafael Lapesa Historia de la lengua española, publicado por primera vez en 1942
(Lapesa 1981). A pesar de su extraordinario valor, este género —que aún se practica en
nuestros días (por ejemplo, Pharies 2007, un libro de texto, o la notable e impresionante
Historia de la lengua española (2004), coordinada por Rafael Cano)— no muestra interés
en teorizar la conexión entre aquello que se identifica como interno —formas
gramaticales— y externo —una serie de acontecimientos que definen el relato de la
historia de España y Latinoamérica y que apenas aparecen conectados con las prácticas
lingüísticas— y se mantiene en lo esencial dentro de paradigmas tradicionales.

La obra más destacada de Lapesa en cuanto a la historización del español:

• Historia de la lengua española (1942)


• Estudios de historia lingüística española (1985)
• Léxico e historia (1992)
• El español moderno y contemporáneo (1996)
• Estudios de morfosintaxis histórica del español (2000, editados por Rafael Cano y María Teresa
Echenique)
• Aportes a la estilística con sus estudios sobre Garcilaso, Ayala, Berceo, Guillén, el Marqués de
Santillana, entre otros.

Rafael Lapesa en la mirada de Bustos Tóvar (1998):

Lapesa inició la sintaxis histórica en España, concilia la tradición positivista de la neogramática y


la estilística de Bally con el estructuralismo. Lapesa sigue los aportes de Américo Castro (sintaxis
histórica), Amado Alonso (neoidealismo vossleriano) y Dámaso Alonso (análisis estilístico para
la filología); sin embargo, su gran maestro fue Menéndez Pidal, de quien sigue sus principios
teóricos y metodológicos. De todas formas, Lapesa supo proyectarse más allá de su maestro y
estudió temas no abordados por aquél, como el principio de la apócope de la -e, la confusión
fonológica de las sibilantes a partir del siglo XV, e inició el estudio de la sintaxis histórica, como
hemos dicho antes.

Bustos Tóvar resume sus postulados lingüísticos en tres ideas:

1) La evolución lingüística se explica en primer término por razones internas a la propia lengua,
sin implicar determinismo. (En este punto sigue a RMP, pensando que los cambios lingüísticos
constituyen tendencias evolutivas de carácter general que contienen entre sí y que se
expanden a través de procesos que implican factores del orden social).

2) La escritura (y la literatura) refleja de modo bastante fiel los fenómenos evolutivos, por esto
los textos literarios son una fuente privilegiada para el estudio de la historia lingüística.

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3) La historia de la lengua es una parte de la historia de los pueblos que la hablan, por lo cual
existe una correlación de entre la descripción de la historia de la lengua un pueblo y su historia
general.

Así, podemos afirmar que su concepción de historia implica la interdependencia de los hechos
lingüísticos con los hechos culturales y fenómenos sociales.

Lapesa en sus textos:

Lapesa sostiene, en su Historia de la lengua española (1981 [1942]), que vale destacar que fue
prologada por el mismo Menéndez Pidal, que la historia que él propone “de la constitución y
desarrollo de la lengua española” (p.3) es un reflejo de la evolución cultural.

En este manual Lapesa realiza un recorrido desde la historia de los pueblos prehispánicos hasta
la evolución de la lengua española en el siglo XX. Este manual fue reeditado muchas veces, su
primera publicación data de 1942 y la 9° fue en 1981. En las diferentes reimpresiones Lapesa
realizó cambios y correcciones varias; no es un hecho menor, ya que nos invita a pensar cómo
la mirada sobre un objeto cambia y cómo también los recursos y fuentes históricas que se van
sumando y evolucionando hacen que se la historia que se construyó de una forma deba ser
revisada, de alguna manera cuestionada y, entonces, reescrita.

Para concluir nuestro breve repaso por la labor de Lapesa, citamos el párrafo final de su manual,
en el cual podemos ver su concepción de lengua estándar, de norma y su preocupación por la
unidad lingüística:

La extensión del español en América y sus ulteriores divergencias, tanto internas como
respecto al de España, han hecho pensar repetidamente en un futuro semejante a la
fragmentación del latín vulgar. Pero las circunstancias de nuestro idioma y de nuestro
tiempo no son como las de la Romania en el siglo v. No ha llegado a afectar a la unidad
del sistema lingüístico ninguna de las diferencias existentes entre el habla americana y
la española, ni entre la de unos y otros países hispánicos del Nuevo Mundo. En cuanto
al porvenir, los medios de comunicación actuales aseguran la continuidad e
intensificación de intercambio cultural, tanto dentro de América como con España. Se
han disipado los mutuos recelos que acompañaron y siguieron a la emancipación: las
que fueron colonias reconocen la excelsa labor civilizadora de nuestros antepasados,
también suyos; en España crece la estima por la vigorosa personalidad de las naciones
hermanas; y la conciencia del valor instrumental e histórico de la hermosa lengua común
es la mejor garantía contra el resquebrajamiento de su unidad. No se deben desoír, sin
embargo, las voces de alerta que han advertido peligros de fisura: las divergencias
fonéticas, gramaticales y, sobre todo, léxicas, serían una fuerte amenaza si no se tratase
de contenerlas mediante un esfuerzo de cooperación y buena voluntad. (1981:134-135)

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Bibliografía para estos contenidos
BUSTOS TOVAR, J. J. (1998) “Rafael Lapesa, historiador de la lengua”, en Philologia Hispalensis, XII,
2. Pp. 109-132.
FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, J. R. (1994-1995) “D. Ramón Menéndez Pidal y los orígenes del español”, en
Archivum: Revista de la Facultad de Filología, Tomo 44-45, 2. Pp. 251-270.
DEL VALLE, J. (ed.) (2015). Historia política del español. La creación de una lengua. Madrid.
Aluvión. [Introducción: Pp.3-23.]
LAPESA, R. (1980) Historia de la Lengua Española. Madrid. Gredos. [Prólogo de Menéndez Pidal]
MENÉNDEZ PIDAL, R. (1976) Orígenes del español. Madrid. Espasa-Calpe.

Bibliografía complementaria para estos contenidos


ALONSO- CORTÉS, Á. (2006) “De los neogramáticos al tradicionalismo: evolución del pensamiento
lingüístico de R. Menéndez Pidal”, en Zeitschrift für romanische Philologie, CXXII, 4. Pp. 688-
705.
BAHNER, W. (1966) La lingüística española del siglo de oro. Madrid. Editorial Ciencia nueva.
[Prólogo e introducción]
ECHENIQUE, M. T. (1998) “Fonética y fonología en la obra histórica de Rafael Lapesa”, en M. Ariza
(coord.) Philologia Hispalensis, XII, 2. Pp.: 9-16.
PONS RODRÍGUEZ, L. (2020) El árbol de la lengua. Barcelona. Arpa.

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