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KARL MARX (s.

XIX)
CRÍTICA HUMANISTA DEL CAPITALISMO
1. Las dos etapas en la filosofía de Marx

Marx fue un filósofo alemán y judío del siglo XIX que, al igual que Platón, reaccionó fuertemente
contra la situación política y social que le tocó vivir. En el siglo XIX tuvo lugar la consolidación del
capitalismo, sistema económico que representa los ideales de la burguesía y cuyo fin último era
obtener el máximo beneficio posible al mínimo coste. La consecuencia inmediata fue la
explotación del proletariado que Marx criticó encarnizadamente de dos formas distintas: la
humanista y la científica.

La crítica humanista tuvo lugar en Paris, donde Marx entró en contacto con movimientos
sociales como el comunismo, el socialismo y el anarquismo. Allí se comprometió socialmente
con este ambiente revolucionario y comenzó a cuestionar el liberalismo y el capitalismo desde
un punto de vista humanista y ético, porque la explotación del proletariado era moralmente
inaceptable. Debido a su activismo político, Marx tuvo que exiliarse a Londres donde, imbuido
del ambiente positivista, sustituyó la filosofía por la sociología y la economía, tratando de
analizar el capitalismo científicamente. A partir de entonces, se esforzó por criticar al capitalismo
no desde una perspectiva moral sino describiéndolo como un científico social: el capitalismo
debía desaparece no por ser moralmente malo sino porque pretendía perpetuarse
artificialmente en el tiempo. Aquí, nos vamos a centrar en la crítica humanista que e resume en
el concepto de alienación.

2. Los supuestos teóricos y el concepto de alienación

Marx realizó la crítica humanista del capitalismo como filósofo, cuando era joven y se acababa
de exiliar a París. Su objetivo, a diferencia del de su etapa científica, no era describir la sociedad
sino criticarla moralmente, denunciar que hay una vida auténticamente humana, una vida digna
distinta de la que el proletariado soporta en el capitalismo.

Esta crítica hecha desde un punto de vista ético solo era posible porque Marx,
inconscientemente, asumió dos supuestos teóricos que parecen contradictorios. De su maestro
Hegel asumió que la sociedad es histórica y cambia, se desenvuelve, evoluciona con el tiempo.
Sin embargo, de Feuerbach, también discípulo alemán de Hegel, asumió un concepto a-histórico
del ser humano. Como si la gente no viviera en sociedad, asumió que el ser humano tiene una
naturaleza fija, que hay una especia de esencia humana permanente que hace a la gente
humana y que no cambia con el tiempo.

Dado el contexto de la revolución industrial, para Marx la característica distintiva que nos hace
humanos no es la razón sino el trabajo. Los seres humanos son esencialmente trabajadores, y el
trabajo es lo que nos diferencia de los animales. Los seres humanos somos capaces de trabajar,
de transformar la realidad para sobrevivir.
Esta combinación de una noción histórica de la sociedad y un concepto a-histórico del ser
humano le permitió a Marx juzgar moralmente al capitalismo: hay un ideal de vida que debería
cumplirse, una vida digna, una vida auténticamente humana diferente de la que el proletariado
está sufriendo en el capitalismo.

El concepto que expresa esta crítica moral es alienación o extrañamiento. Alienación es la


situación in la que existe una enorme contradicción, un abismo entre la vida auténticamente
humana y la vida que el proletariado soporta en el capitalismo. La vida auténticamente humana
es lo que debería ser, pero lo que realmente ocurre en el capitalismo es una deformación de la
vida humana digna. Hay una contradicción entre el deber ser y el ser social.

En el capitalismo, el proletariado está tan esclavizado y explotado que los trabajadores son
extraños, (latín `alienus´), ajenos a lo cómo deberían ser. Están deformados respecto a cómo
debieran vivir. El capitalismo destruye la esencia humana: en lugar de humanizarse trabajando,
el trabajo deshumaniza, esclaviza al hombre. El proletariado está alienado.

3. Tipos de alienación

Según Marx, esta alienación se muestra de diferentes formas, dando lugar a una distinción entre
distintos tipos de alienación, de estar explotado. La alienación política significa que el poder está
injustamente distribuido. Mientras unos pocos capitalistas poseen todo el poder político y
toman las decisiones importantes, el proletariado, la inmensa mayoría, no tiene poder político
para tomar decisiones importantes. Políticamente, el proletariado está alienado porque se le ha
privado, se le ha enajenado del derecho al poder político en favor de una minoría: los
capitalistas. El proletariado no disfruta de ni ejerce el poder político que le correspondería.

La alienación económica se refiere al hecho que de que el capital, los bienes materiales y la
riqueza están injustamente distribuidos. Una minoría de capitalistas amasa toda la riqueza y la
gran mayoría es pobre, vive en extrema pobreza y sufre para sobrevivir. El proletariado está
económicamente alienado porque no disfruta de la parte de los bienes materiales que le
corresponderían por derecho; la riqueza está en manos de unos pocos: los capitalistas. Ellos son
cada vez más ricos, y el proletariado cada vez más pobre.

La alienación religiosa es más compleja. Según Marx, la religión es un engaño creado por los
poderos para mantener el poder, para seguir siendo poderosos. Dice que la religión es `el opio
del pueblo´, funciona como una droga. Prometiendo la vida eterna y la felicidad más tarde, en
una falsa vida posterior, hace el sufrimiento tolerable para el proletariado. En vez de realizar la
revolución para cambiar las cosas aquí y ahora, tolera la explotación por una supuesta vida
posterior. Para Marx, la religión mantiene al proletariado adormilado y complaciente.

La única manera por la que el proletariado puede escapar de su condición es reconociendo la


realidad de su situación (que está esclavizado) y liberarse de ella a través de una revolución
violenta. Más que soñar con un imaginario mundo posterior, debería tratar de cambiar este
mundo. Pero para hacerlo, necesita primero desenmascarar la religión.

El último tipo de alienación es la alienación en el trabajo. Marx parte del supuesto (tomado de
Feuerbach) de que existe una naturaleza humana fija, a-histórica, que consiste en trabajar. El
trabajo es una parte integral de la esencia humana y, como tal, humaniza al ser humano.
Trabajando, el ser humano se realiza y perfecciona, se hace más humano.

En el trabajo auténticamente humano, la relación entre el trabajador y el producto de su trabajo


es la siguiente. El trabajador trabaja, produce bienes y se beneficia de ellos. Lo que produce
revierte en su bienestar. De esta manera, cuanta más vida y energía pone en el trabajo, tanto
más se humaniza y mejora su bienestar. Trabajando, el ser humano crece, prospera y progresa.

En el capitalismo, el trabajo está alienado; arruina al ser humano y lo esclaviza, es inhumano. El


producto del trabajo de la inmensa mayoría (el proletariado) es llevado a un mercado sobre el
que no tiene control en absoluto. La relación entre el trabajador, su trabajo y el producto del
mismo cambia completamente. El proletariado es enajenado de los frutos de su esfuerzo y de
su trabajo, que pasan a manos de los grandes burgueses, de los capitalistas.

Cuanta más energía y vida pone el proletariado en el trabajo, tanto más beneficio genera que
debería poseer pero que pasa a manos de los que le están explotando, hasta que muere. El ciclo
que alimenta el trabajo humanizante que hace prosperar y mejorar al ser humano se ha roto,
esclavizándolo y arruinándolo.

4. El comunismo

El propósito de Marx es liberar al proletariado, a la clase trabajadora, de su existencia


esclavizada y alienada. Quiere cambiar su miserable situación, no simplemente describirla o
explicarla. Para él, el ser humano tiene derecho a una vida mejor: el comunismo.

En esta etapa humanista, el comunismo es un sociedad teóricamente más justa y solidaria, la


que debe existir. Una sociedad en la que cada uno aporta según su capacidad y recibe según su
necesidad. Pero el advenimiento del comunismo requiere la abolición de la propiedad privada
porque es la fuente del egoísmo y por lo tanto la causa de la existencia de clases sociales e
injusticia social.

Sin embargo, los capitalistas no están dispuestos a perder poder y riqueza, y es necesaria una
revolución violenta. La revolución del proletariado es una exigencia moral que solo es posible
realizar criticando la religión. Desenmascarar la religión es necesario para que el proletariado
adquiera conciencia de clase y sea consciente de que todos los trabajadores comparten el
mismo interés. Juntos, uniendo fuerzas, son capaces de cambiar las cosas aquí y ahora. El
proletariado es libre para dar sentido a la historia y determinar el futuro. Es tiempo de crear el
movimiento internacional del proletariado.

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