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Karl Marx (1818-1813)

Nació en Alemania en mayo de 1818. Tuvo que abandonar la religión hebrea para ser
aceptado por la sociedad. Durante sus estudios recibió influencia de la filosofía idealista
alemana. Marx escribió su primer artículo defendiendo a los campesinos y las tierras
comunales debido a la censura de Guillermo. Finalmente, pudo ser director de una revista y
fue donde conoció a Frederic Engels, juntos crearon grandes obras en las que priorizaban la
combinación ideoeconómica liberal con los imperativos morales de una revolución. En
Bruselas, Marx se dio cuenta de que el principal motor de la historia es la lucha de clases. A
medida que evolucionaba, se enteró de que al capitalismo le faltaba madurez para hacer una
revolución socialista exitosa y partiendo de esta idea creó: “El Manifiesto Comunista” y “El
Capital”. Su objetivo era imponer la teoría socialista donde el poder estuviera en manos de la
clase obrera. Marx, en 1848, se refugió en Londres y se dedicó a analizar la vida social según
un método propio para entender la historia. Se dedicó a indagar en sus investigaciones
gracias a la sustentación económica por parte de Engels que se dedicó a editar sus
manuscritos y publicarlos cuando él murió.

Para realizar una crítica a la sociedad utilizó influencias y conocimientos adquiridos en la


juventud. Las influencias son dadas por Von Westhphalen y Hegel. Éste último usa su misma
dialéctica histórica: el futuro debía pasar en un orden diferente. Marx opina que el problema
de los idealistas es pensar que la conciencia lo es todo y que la mente es sólo un espejo de la
realidad. En cuanto a las ideas socialistas, Marx las criticaba apelando a que estaban regidas
por un conjunto de humanitarismo sentimental y que para evolucionar, debía desaparecer.
Lo único que quiere entender, como humanista, es la transformación de lo humano y de la
sociedad para hacerla más habitable.

La ciencia social de Marx va enlazada a la concepción filosófica del mundo. Antes de él, el
materialismo se basaba en el empirismo. Marx aportó que las leyes que rigen el mundo son
sumamente complejas y que éste no es un mecanismo de relojería. Marx y Engels aceptan
que las contradicciones en el mundo son interdependientes mecánicamente. El materialismo
dialéctico afirma que la realidad es cognoscible, ya que nuestra mente es parte de ella y está
sujeta a leyes. La dialéctica es básica por Marx y forma parte de la naturaleza.

La enajenación es la situación de servidumbre ante determinadas fuerzas y estructuras


sociales que nos rodean, pero Marx cree que la podemos superar con el conocimiento. La
idea del concepto parte de una situación en la que el hombre no se posee a sí mismo. Marx se
inspiró en la teoría de la alienación religiosa pero quiso distanciarse de ésta. La enajenación
sólo puede superarse con la crítica y puede tener muchos ámbitos. Marx indica que la
enajenación viene dada por utilizar algo que no es de tu propiedad y que los deseos dependen
de otras personas. Cuando el obrero deja de ser libre se convierte en objeto, esto se conoce
como reificación que surge cuando un objeto producido por alguien es apropiado por otro.
Detrás de la relación entre las personas encontramos la explotación.

Durante una reunión decidieron escribir “Sagrada Família” que cargaba contra los filósofos
alemanes y se centraba en una ideología de izquierdas. Se caracterizaban por un tono crítico.
El “Manifest Comunista” surge por la concepción filosófica y el conocimiento de las
condiciones de vida de los obreros. Fue muy revolucionario y se detalla que la sociedad es
desigual y que no se ha logrado nunca superar la diferencia de clases. Forma parte esencial
de la historia del socialismo.

Marx recapacitó sobre el período revolucionario vivido. Se dedicaba a indagar las leyes de la
historia y le hizo reflexionar sobre la capacidad de resistencia y reacción de la clase burguesa.
Elabora su filosofía de vida que es una teoría sociológica de la evolución histórica de la
humanidad llamada materialismo histórico. Este es congruente con la dialéctica y naturalista
de la historia de la sociedad. Sus raíces provienen de la relación del hombre con la naturaleza
porque todo lo que le pasa al hombre se halla dentro de ella. Esta produce al ser humano y
este para satisfacer sus necesidades entra en una relación dialéctica con la natura cuya
mediante el trabajo como su expresión. Para Marx, la laboral es el pivote sobre el que se
apoya toda la estructura de la sociedad mediante el trabajo porque el hombre se produce a sí
mismo y a su sociedad. Las fuerzas productivas confieren cierta estructura. Las fuerzas
productivas, herramientas, conocimientos y recursos naturales; y las relaciones sociales de
producción, relaciones de subordinación, forman parte de la realidad social. En momentos
históricos pueden encajar y en otros pueden crear tensiones que mueven la sociedad hacia un
nuevo estado superior de organización. Juntas forman el modo de producción.

La totalidad social es la noción que permite concebir el conjunto de la realidad social como
un todo formado por partes interdependientes e inseparables en una interrelación dinámica.
Una sociedad no se puede entender contemplando y aislando sus aspectos. También
encontramos las totalidades históricas que son ciertos modos de producción: en primer lugar
tenemos las sociedades prehistóricas basadas en la relación hombre-naturaleza más simple,
en el estudio de los modos de producción pre-capitalistas mostró que el sentido de la historia
era el progreso de la humanidad, su filosofía de la historia se inserta en la corriente
progresista y en unos rasgos peculiares que lo distinguen de toda concepción anterior: la
interacción hombre y naturaleza que produce una evolución social mediante el trabajo
creando nuevas condiciones que lo transforman. Mediante la división social del trabajo los
hombres se independizan de la naturaleza. Requiere un avance técnico que es la creación de
instrumentos que aumenten la fuerza humana. También se producen cambios en las
relaciones interhumanas.

El humano se universaliza a lo largo de la historia. El ser humano comienza a darse cuenta


de su humanidad, primeramente, por las relaciones eróticas entre mujeres y hombres, luego
por la familia y la tribu y luego descubren la sociedad, bajo el impulso de la división y
cooperación del trabajo, el esfuerzo y labor son comunes. La aparición de los primeros
mercados destruye la armonía. Individuos con una gran cantidad de bienes modifican el
valor de producción y los venden a precios artificiales. La explotación de las posiciones crea
un estado general de enajenación. Surgen los esclavos y la sociedad civilizada y enajenada.
Su base primigenia es material y consiste en la relación hombre-naturaleza.

Las mudanzas se crean dialécticamente. Cada etapa crea situaciones que harán socavar las
bases de su propio orden. La burguesía inspira la expansión y consolidación del proletariado,
que terminará siendo su enemigo. La evolución no es lineal, sino que llega un momento
revolucionario en el que se da un cambio brusco y se hunde y se crean sistemas sociales. La
mudanza social histórica es endógena aunque pueden darse factores exógenos.
La sociedad más civilizada, es decir, la capitalista, es la más enajenada porque es la más
refinada y abstracta de explotación. La opresión no es directa sino que se produce por los
salarios, dinero, inversiones, ideología… La revolución que ha de hundirla no puede crear
algo superior, ya que una vez acabada con ella será para siempre. Este análisis quiso
desentrañar las leyes internas de la producción capitalista.

Si la historia viene determinada por la producción, el consumo y la propiedad será posible


distinguir varias épocas de la humanidad. Toda comprensión debe partir de estas bases que
permitieron describir históricamente la concepción del comunismo primitivo y aventurar
una visión del futuro fundamentada por los principios del materialismo histórico.

Ha sido el constante crecimiento de nuestros conocimientos lo que nos ha enseñado a ser


mucho más cautos en nuestra visión de la historia general de la humanidad. En
“Fundamentos de la Crítica de la Economía Política” se pueden distinguir varios modos de
producción predominantes: el asiático, el antiguo, el feudal y el burgués.

En el consumismo primitivo, las sociedades presentan un estado subdesarrollado de la


producción. La división social del trabajo queda confinado a una extensión de la división
natural impuesta por las diferencias de género y edad. Mera extensión de la familia y la
propiedad comunal es la predominante. En la sociedad asiática, las sociedades tienen una
base hidráulica y dependen del riego de las tierras bajo la supervisión de vigilantes. Los
trabajos de riego con creados por gobiernos fuertes y las comunidades humanas están
dispersas a lo largo de los campos de donde extraen su sustento. Gobierno central despótico
y multitud de poblados pequeños. La sociedad clásica está basada en un sistema esclavista de
producción. El hombre libre aprende a desdeñar el trabajo y aparece el ocio. Desarrollo del
comercio, diferencia entre sociedad urbana y rural y la primera construcción de la
maquinaria estatal occidental. El grado de explotación se agrava. Por último, en la sociedad
feudal, el siervo posee la tierra pero tiene que cederle al amo parte de sus frutos, ejemplo de
la plusvalía, también encontramos usura que es producto de la economía monetaria. En su
seno va surgiendo un estrato social urbano, esta clase acabará con las estructuras políticas,
religiosas y morales que garantizan la permanencia de la forma feudal y, con la introducción
del capitalismo, nos llevarán al mundo moderno.

El capital y el salario se presuponen y condicionan mutuamente. El capital supone una


colectividad de capitalistas que forman una clases social, la burguesía, y un estrato que forma
el proletariado. Las clases sociales poseen una naturaleza económica. Una clase es aquel
conjunto de individuos que ocupan una posición similar dentro del sistema de producción,
consumo y control de bienes. La estructura de la sociedad puede dividirse: si sus elementos
mantengan la producción pertenecerán a la infraestructura y el sistema valorativo de normas
será la superestructura. Las clases sociales serán infraestructurales cuando emergen como
consecuencia de la división del trabajo social y superestructurales cuando participen
desigualmente del sistema de derecho, política y creencias que penetra en toda sociedad. No
obstante, durante el desarrollo capitalista la importancia de otras clases muy grande. Marx
en “El Capital” distingue entre los poseedores de mera fuerza de trabajo, los poseedores de
trabajo y los poseedores de capital.
En “Las luchas de clases en Francia”, Marx establece que en la cumbre del poder social hay
una burguesía financiera, seguida de una burguesía industrial, la pequeña burguesía con
todas sus estratificaciones y, por último, la clase campesina. El Lumpenproletariado es un
subproletariado, un ejército industrial de reserva. Todas estas clases se tienen que tener en
cuenta en cualquier examen de la realidad social.

Frente a las revoluciones parciales, Marx y Engels, se esforzaron en describir la resolución


final: acabar por completo con la burguesía y con su modo particular de producción. Este
será el furo de la dinámica interna del capitalismo con sus crisis y su destrucción paulatina.
La dinámica del capitalismo hace que las fuerzas de producción entren en contradicción con
las relaciones humanas de producción, y, por lo tanto, con la forma de distribución de la
propiedad privada. Cuando estas últimas no fomentan la producción comienza una era
revolucionaria. La contradicción adquirirá proporciones enormes en el momento final.

Durante la época del predominio burgués el proletariado lucha por ocupar el estado. La
comunidad nacional no existe, ya que en el seno de las naciones existen antagonismos
clasistas. El nacionalismo es una quimera burguesa para distraer las clases subordinadas.
Estos antagonismos adoptan formas políticas porque la existencia del estado lo impone. Los
obreros se dan cuenta que habrá un límite a lo que puedan concederles los patronos y es
cuando se lanzan a la conquista del estado. La revolución es un acto político. El socialismo
debe comenzar con el apoderamiento del poder política con el objetivo de llegar al
comunismo. El proletariado ha de detentar todo el poder del estado estableciendo una
dictadura provisional del proletariado. Esta idea pertenece a una prognosis general de la
dinámica histórica abierta a la crítica. Son eventos que ocurrirán apoyándose a su propio
análisis sociológico.

El comunismo es el reino de la libertad que empieza cuando el trabajo esclavo puesto por
otros hombres deja de existir. El comunismo cae fuera de la producción de bienes porque la
perfecta racionalización del mundo comunista habrá logrado simplificarla. Los hombres
trabajarán, de forma libre, para realizarse a sí mismos y alcanzar la plenitud. La actividad
humana aumentará pero solo se llevará a cabo a niveles dignos de seres humanos, desarrollo
de las potencialidades humanas por sí mismas. La historia marcha indefectiblemente hacia
esa meta. La sociedad comunista será diferente a la existente porque la lucha de clases
desaparecerá junto con la historia. La sociedad comunista seguirá conociendo la historia
pero será diversa a la nuestra, ya que no estará dotada de opresión sino que de libertad. No
parece que esto sea teoría sociológica sobre todo si le aplicamos criterios estrictos de
refutación y comprobación empírica. La consecuencia lógica de la secuencia de civilizaciones
y modos de producción que habían logrado establecer y las leyes internas de desarrollo
histórico.

Las teorías poseen un notable grado de unidad interna si nos fijamos en el método y los
propósitos. La obra marxista no está librada de ambigüedades obvias con la necesidad de
solventarlas. La preponderancia cultural fue adquiriendo una interpretación marxista y forzó
a una creciente actividad de explicación, puntualización y síntesis de su propia obra. Engels
fue hacia una concepción simplificada, determinista y cientificista, casi positiva, de la
sociedad y su historia. Materialismo excesivamente simplista.
En la docena de años que separan las muertes de Marx y Engels hay una tendencia que ya se
estaba formando en la vida de Marx: promulgación de una doctrina marxista y Engels, junto
con algunos discípulos, fueron la fuente principal de esa actividad promulgadora. Lo esencial
era mostrar que el marxismo era una visión científica del mundo. La ciencia se había
convertido en una fuente principal de legitimación en un mundo secularizado y el soporte
científico podía dar un buen resultado. Su nueva explicitud le dio el impulso decisivo que
había de hacer del marxismo una ideología fundamental para la historia del siglo XX.

Engels criticó el pensamiento de Dühring en “La revolución de la ciencia según el señor


Eugen Dühring”, con el pretexto de combatir el socialismo de Dühring, Engels emprendió
una sistematización sencilla de las ideas marxistas donde afirmaba que el marxismo
avanzaba un conjunto de leyes del desarrollo social muy sólidas y que se trataba de una
teoría verdadera que no admitía tratamiento superficial ni dudas. Solo había un socialismo
científico y era el fundado por Marx.

Las leyes de la evolución histórica expuestas por Marx son leyes objetivas, independientes de
la voluntad y de la razón subjetiva de los hombres. Son las que han llevado del feudalismo a
la sociedad burguesa. Son las que inevitablemente llevarán del capitalismo al socialismo. La
fe en la razón, a través del cual este transforma su realidad para hacerla más adecuada a la
moral, se transfiere de una fe determinista. Se presentó la evolución de la humanidad en
términos de leyes inevitables y fuerzas anónimas. Los escritos adquirieron un peso canónico
en el marco del movimiento obrero socialista.

Engels no podía prever que su labor en la accesibilidad y la correcta interpretación de la obra


podía coadyuvar a que sufriera un grave anquilosamiento por parte de los ideólogos oficiales
de algunos partidos políticos con pretensiones marxistas. El pensamiento marxista no es un
dogma. Marx y Engels no usaron la expresión “sociología” en su obra para que no se les
confundiera con Comte. Ambos lucharon por consolidar una filosofía de la sociedad que
fuera científica y desarrollar una ciencia de la sociedad, la sociología, que fuera más allá de la
economía política.

Durante más de un siglo, el enfoque marxismo generó, al margen de sus ramificaciones


políticas e ideológicas, una de las corrientes más potentes de la ciencia social. Fue
inspiración, estímulo y una perspectiva científica de la que extraer nuevas e interesantes
hipótesis.

NEREA SOLER FUENSALIDA

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