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LOS AUSTRIAS

AUSTRIAS MAYORES: CARLOS I, FELIPE II


AUSTRIAS MENORES: FELIPE III, FELIPE IV, CARLOS II
AUTRIAS MAYORES. Carlos I. (1516-1556)
Tras la muerte de Isabel en 1504, su hija Juana es proclamada reina de
Castilla (su padre sigue siendo el rey de Aragón), pero ella es
considerada enferma mentalmente ("la loca”), y es incapacitada para
gobernar.
Así, Fernando asume la regencia hasta que muere en 1516, momento
en el que el primogénito de Juana y Felipe, Carlos I, que había nacido
en Gante, es proclamado rey.
1519
1516
De esta forma comienza una nueva dinastía en España: los Habsburgo
(casa de Austria). La herencia fue tan grande que, durante el S. XVI, la
Monarquía Hispánica se convirtió́ en la potencia hegemónica mundial.
No obstante, este conjunto de territorios heredados era muy
heterogéneo. Carlos I de España y V de Alemania intentó
contrarrestarlo con una política integradora que tenía dos
instrumentos principales: el mantenimiento del Catolicismo en todos
los territorios y la idea de una monarquía universal y autoritaria. Sin
embargo, en Aragón se resistieron y lucharon por mantener sus fueros.

A pesar del intento de controlar un territorio tan extenso y diverso,


esta tarea se complicó porque el rey tuvo que enfrentarse a una serie
de conflictos, que podemos dividir en dos: externos e internos.
CONFLICTOS EXTERNOS:
1. Los protestantes. Tras la ruptura católica iniciada por las reformas
protestantes lideradas por Martín Lutero (sus famosas 95 Tesis) y
confirmada en la Dieta de Worms (Lutero no se retracta de sus
críticas), el Protestantismo comienza a extenderse por Alemania,
Flandes e Inglaterra. El emperador defiende la unidad católica y al
Papa, se enfrenta a los príncipes alemanes protestantes y los derrota,
pero el problema persiste. En 1545, el papa Pablo III convoca el
Concilio de Trento (para reformar las malas prácticas católicas). En
1555 se firma la Paz de Augsburgo (libertad de cada príncipe para elegir
la religión en su Estado).
CONFLICTOS EXTERNOS:
2. Francia. Carlos I y Francisco I, rey de Francia, se enfrentaron en
cuatro guerras distintas por el control de los territorios del Milanesado,
Flandes y Borgoña. En realidad, Francisco I luchó contra Carlos I debido
a que también aspiraba a la corona imperial, y porque le exigía la
devolución de Borgoña.
Las guerras concluyeron debido a la reanudación del conflicto de los
protestantes en Alemania. Agotados, los dos monarcas firmaron la Paz
de Crépy, mediante la cual Carlos I perdió territorios del norte de
Francia —como Verdún, etc.— y cercanos a Flandes; una vez más,
Francia renunciaba a territorios italianos y los Países Bajos, entrando
Milán en la política matrimonial mediante un previsible enlace
hispano-francés.
3. Mediterráneo. Los turcos otomanos aspiraban a conquistar Europa
Central y la totalidad del Mediterráneo, por lo que atacaban la costa
para hacerse con riquezas y esclavos (piratería). Con la ayuda de los
príncipes alemanes protestantes y de buena parte de la nobleza
castellana, Carlos defendió Viena del ataque de Solimán el Magnífico,
pero Francisco I de Francia, quien temía que el emperador derrotara a
los turcos y así se centrara en la guerra contra él, aconsejó al sultán
que no atacara al ejército imperial y este acabó retirándose sin ofrecer
apenas batalla. Las actuaciones de Carlos V, como la conquista de
Túnez (1535), no solucionaron el problema y el enfrentamiento con los
turcos se prolongó durante todo el reinado con altos costes (la mayor
parte del dinero provenía de las arcas de Castilla).
CONFLICTOS INTERNOS:
1. Las Comunidades, Castilla (1520-1521). La llegada de Carlos a Castilla supuso la
llegada de un joven inexperto que desconocía las costumbres e idioma de su
reino. Además, depositó su confianza en sus colaboradores borgoñones que le
habían acompañado desde los Países Bajos, a los que nombró para los más
altos cargos, asegurándoles grandes riquezas. Esto molestó a los castellanos y
así se lo hicieron saber, pero el rey los ignoró y se marchó a Aragón. Esto
molestó a los castellanos, ya que en Castilla había permanecido bastante menos
tiempo y además pagaba sus gastos en el extranjero con las arcas de Castilla
(aumento de la presión fiscal). Las ciudades se opusieron, puesto que no
entendían la preferencia de los intereses en Alemania frente a los castellanos y
requerían su presencia en el reino. Carlos I, ignorando el malestar castellano, se
marchó a Alemania. El malestar se fue extendiendo por Castilla dando origen a
la rebelión comunera, que ofreció la corona a su madre, Juana.
Las revueltas antiseñoriales se extienden por el campo, provocando que la nobleza
apoyara al emperador, por lo que el movimiento fue perdiendo aceptación en las
ciudades. Finalmente, los comuneros fueron vencidos y el rey, a su vuelta, realizó
cambios organizativos en el reino.
2. Las Germanías, Aragón (1520-1523). Se produjo en los territorios del
Reino de Valencia y de Mallorca. Las causas que provocaron esta
revuelta fueron de índole estrictamente social: fue un enfrentamiento
contra la nobleza por parte del pueblo llano. El pueblo (artesanos,
pequeños burgueses y campesinos) estaba armado debido al privilegio
concedido por Fernando el Católico de crear milicias para luchar contra
los piratas berberiscos que atacaban las costas del Levante peninsular.
En 1520, cuando se produjo una epidemia de peste en Valencia y los
nobles abandonaron la zona, la milicias se hicieron con el poder y
desobedecieron la orden de su inmediata disolución. En pocos días el
movimiento se extendió, manteniéndose el conflicto hasta 1523.
Después de la derrota de los comuneros, el ejército, apoyado por los
nobles que temían las consecuencias de esta rebelión, acabó con el
conflicto de las Germanías.
Tras una vida itinerante
y envuelta en continuas
guerras, a los 56 años
abdica en su hijo Felipe
II, retirándose al
Monasterio de
Yuste donde muere en
1558.

Felipe II hereda todo


excepto Austria y el
título de emperador,
que recaen en su tío
Fernando.
AUSTRIAS MAYORES. FELIPE II (1556-1598)
A pesar de haber heredado un imperio más pequeño que el que heredó su
padre, Felipe II consiguió ampliarlo con la herencia de Portugal, que pasó a
formar parte de la Monarquía Hispánica (su madre era Isabel de Portugal,
hermana del rey de Portugal, fallecido sin descendencia).
Sus grandes objetivos fueron:
• la defensa del catolicismo: siguiendo la línea de su padre, Felipe continúa
con la defensa del catolicismo, que lo lleva a ser bastante radical,
persiguiendo a posibles herejes a través de la Santa Inquisición y
prohibiendo libros o estudios hechos en el extranjero.
• el mantenimiento de la hegemonía de su dinastía en Europa y ultramar.
Sin embargo, aconsejado por sus secretarios y para evitar las rebeliones
ocurridas durante el reinado de su padre, Felipe se vuelca personalmente en
su gobierno. Viajó poco y estableció́ Madrid como capital del Imperio, gracias
a lo cual consigue una centralización más efectiva sometiendo a las
instituciones locales al poder real).
A pesar de todo, durante su reinado también se produjeron una serie de
conflictos, que podemos dividir en conflictos internos y conflictos externos.

CONFLICTOS INTERNOS:
• La sublevación de los moriscos de las Alpujarras (1568-1571). La
abundante población morisca del Reino de Granada, que conservaba su
lengua y costumbres, se alzó en armas en protesta contra una ley que
limitaba sus libertades culturales. Esta ley había nacido por la sensación de
peligro que suponía la existencia de musulmanes en la península que
podían ser aliados de los piratas berberiscos que atacaban las costas.
Cuando el poder real consiguió vencer a los sublevados, se decidió
deportar a los moriscos supervivientes a varios puntos de la Corona
de Castilla, cuya población morisca aumentó considerablemente.
Felipe II quedó sobrecogido ante las masacres de sacerdotes
llevadas a cabo por los rebeldes y, como castigo, además de las
muertes y de las expulsiones, miles fueron vendidos como esclavos
dentro de España.
• El caso de Antonio Pérez. Durante el gobierno de Juan de Austria (hijo ilegítimo de Carlos
I, al que reconoció al final de su vida) en los Países Bajos, Antonio Pérez jugó con la
confianza del rey y le advirtió de una posible deslealtad de su hermano, aconsejándole
una invasión de Inglaterra, consejo que el rey ignoró por el momento, pues no se
consideraba preparado para dicha invasión. En realidad, Felipe II ya desconfiaba de su
secretario, por lo que Juan de Escobedo (secretario de Juan de Austria) llegó a la Corte
para explicar la posición de Juan de Austria, lo cual podía dejar al descubierto a Antonio.
Por ello, Antonio culpó a Escobedo por las ambiciones de don Juan y aconsejó al rey
eliminarlo.
El rey parece que accedió a que Escobedo fuese eliminado. Antonio Pérez primero hizo un
intento fallido de envenenamiento y luego contrató a un grupo de asesinos que acabaron
con la vida de Escobedo.
Pronto se esparció un rumor acerca de su implicación en el asesinato de Juan de Escobedo.
Felipe II intentó en un principio proteger a Antonio Pérez, en parte por su propio
sentimiento de culpabilidad y en parte por lo que podía revelar, pero cuando su hermano
don Juan murió y sus documentos llegaron a Madrid, descubrió la trama y mentiras de
Antonio Pérez, dándose cuenta de que don Juan siempre había sido leal. Considerándose
traicionado, Felipe II empezó a desconfiar de la asociación de Antonio Pérez y la princesa de
Éboli, y sospechaba de un tráfico de secretos de Estado.
Antonio Pérez huye a Aragón para acogerse a la protección de sus fueros (los ciudadanos
aragoneses tenían que ser juzgados por un tribunal de ese reino). Pero Felipe II lo acusa de
ser hereje, se hace cargo la Inquisición (tribunal común a todos los reinos). Pero en Aragón
no lo entregan y Felipe II, violando estos fueros, acaba con esta sublevación aunque Pérez
finalmente consigue huir a Francia.

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