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UNIVERSIDAD MICHOACANA DE

SAN NICOLÁS DE HIDALGO.

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS


SOCIALES.

REPORTE DE LECTURA DEL LIBRO


“EL LABERINTO DE LA SOLEDAD”

ALFREDO TOVAR FUENTES

M.D. VICENTE LUIS COCA ÁLVAREZ

DERECHO NOTARIAL

QUINTO AÑO, SECCIÓN 14

14 DE NOVIEMBRE DE 2023.
1. El pachuco y otros extremos.

En la década de 1950, en Los Ángeles, California , existía un grupo cultural


conocido como "pachucos", los cuales eran grupos de jóvenes, casi siempre
mexicanos, con un deseo manifiesto de ser distintos, tanto a su origen como a la
cultura de acogida. Para el autor, el pachuco pretendía infundir miedo en busca de
la autohumillación, su voluntad era la de no ser.
Así, el pachuco resulta ideal para la imagen que acompañará todo el libro: la
soledad mexicana nace del sentimiento de haber sido arrancado, dice Paz. Por
tanto, la tesis fundamental será que la historia de México es la búsqueda de esa
filiación, la búsqueda del vínculo o del origen, de cuya pérdida deriva su soledad
esencial.
Paz se pregunta: ¿qué hace diferentes a los mexicanos? ¿Qué los diferencia de
los estadounidenses? El vecino del norte le resultaba a Octavio Paz confiado en el
futuro; luchaba por sus ideales a través del perfeccionamiento del sistema y no de
la invención; partía de un optimismo que negaba la realidad, gustaba de historias
de policías y de hadas, gustaba comprender y regodearse en el humor. Eran, al
menos hasta la Segunda Guerra Mundial, crédulos.
Para Paz, los mexicanos contemplan el horror en su cultura, le rinden culto a la
muerte; son creyentes, pero no crédulos; no son optimistas, pero creen en los
mitos y las leyendas; contemplan y viven la tristeza como identidad.

2. Máscaras mexicanas.

En este capítulo, se hace una reflexión sobre las actitudes de autodefensa,


resignación e ironía mexicanas que funcionan como máscaras que ocultan la
realidad. Tales como que el mexicano es cerrado. En esta cultura, abrirse,
mostrarse, es percibido como debilidad y traición, pues esto es visible en
expresiones del lenguaje como "no te rajes", una máxima mexicana.
"Rajarse" es 'abrirse', es mostrar lo que se lleva dentro, es estar al alcance de la
penetración, de la invasión, del ultraje, de la violación. Por eso se relaciona el
carácter cerrado del mexicano con el machismo, ya que después de todo la mujer
es la imagen de la raja que nunca se cierra. La mujer es lo abierto por naturaleza.
El pudor es así una máscara que protege la intimidad. Si del hombre se espera la
reserva, de la mujer se espera el recato. El cuerpo muestra el ser. La relación con
el homosexualismo y el machismo en México nos da otra pista, ejercerlo no es
otra cosa que "rajarse”, abrirse, pero, a pesar de ello, resulta válido ser el que
"raja" al otro, el que lo "abre".
Todo son máscaras: la simulación, la disimulación propia y disimulación del otro, el
ninguneo y, finalmente, el silencio. Son mecanismos defensivos, no ofensivos. Esa
es la lucha mexicana.

3. Todos los santos, día de muertos.

Al mexicano le gustan las fiestas públicas. Estas son canales de purificación por
medio del caos, momentos excepcionales en los que la gente puede abrirse,
"rajarse". La fiesta permite la expresión, y el expresarse es romper con uno
mismo. La fiesta permite que por un día sea exhibido aquello que la cultura
cotidiana impide. Ese es el lugar del día de muertos o de la fiesta del grito. La
cultura mexicana de la fiesta es un culto a la muerte que el autor observa como
símbolo de una venganza contra la vida. Las representaciones populares de la
muerte son abordadas por el autor como símbolos de la insignificancia de la vida
humana.

4. Los hijos de la Malinche.

En medio de ello, el mexicano se mantiene en la lucha con sus entidades del


pasado, cuyas fuentes se encuentran en la conquista. Será este el lugar de la
expresión lingüística "¡Viva México, hijos de la chingada!"; pero ¿quién es la
Chingada? Será esta una frase usada en contra de los demás: los otros, los
extranjeros, los malos mexicanos. Si bien chingar tiene un significado diferente en
cada región de América Latina, siempre tiene una connotación violenta; siempre
refiere a una forma de agresión.
El autor dice que la chingada es "la madre abierta, violada o burlada por la fuerza".
Es doña Malinche, amante de Cortés, por lo que sus hijos son el engendro de la
violación. Si la Malinche "se ha vendido", ha traicionado a su gente, el mexicano
no la perdona. Ha roto con su madre, ha perdido el vínculo.
Esta frase es la sarcástica humillación de la madre y la afirmación violenta del
padre. Ese es el grito de la revolución. Por eso, la revolución niega lo diverso e
impone al hombre en la cúspide. Cerrados una vez más, los mexicanos viven la
orfandad y la soledad.

5. Conquista y colonia.

Frente a la conquista y la colonización, los aztecas sienten que los dioses los han
abandonado, los han dejado en la orfandad. España, en aquellos años, no es la
España medieval cerrada, sino que está abierta a la universalidad por influencia
del renacimiento. La Iglesia católica, también de pretensión universal, le ofrece a
los indígenas una filiación, un refugio y, en última instancia, un rol o papel, así sea
el último de la sociedad. De allí que la religión católica haya cumplido un papel
cohesionador. De la misma manera que España no inventa, sino que aplica y
adapta, el arte novohispano no pretenderá la originalidad. Pretenderá, sí, la
universalidad.
Sor Juana Inés de la Cruz será ejemplo de ello. Pero ella también, como hija del
orden colonial impuesto en México, vivirá la doble soledad: la soledad de la mujer
y de la intelectualidad. Como es de esperarse en la cultura de la máscara, el
disimulo y el ninguneo, sor Juana acabará por guardar silencio y acatar el rol que
se le ha impuesto.

6. De la independencia a la revolución.

La decadencia del orden colonial trae consigo una imagen de América Latina
como un futuro por realizar y no como una tradición a continuar.
Pero según el autor, los líderes de la independencia anteponen las ideologías
como una máscara, puesto que, de fondo, no plantean un nuevo orden sino la
perpetuación del orden anterior en manos de los herederos. Por eso, dice Paz, la
independencia mexicana será una guerra de clases y no una guerra con la
metrópolis; será una reforma agraria en gestación.
La confusión que se genera en México en aquellos años permite que Estados
Unidos aproveche la situación para robar la mitad de su territorio, lo que hiere de
muerte al caudillismo militar y golpea la moral mexicana. Es una raja, es la tierra
violada, penetrada, rajada.
El porfirismo posterior será heredero del feudalismo colonial. Es la imposición de
una minoría. Aparece así, una vez más en la historia de México, la simulación,
apenas útil para romper con el pasado, pero incapaz de crear un orden real.
La revolución mexicana es la primera y verdadera revelación del ser mexicano,
pues aunque nació sin programa, su proceso fue auténticamente de base y muy
anterior a las revoluciones socialistas del siglo, empezando por la rusa.
Sin embargo, hallaría sus límites al llegar al gobierno. Por ello, atrapada en su
condición orgánica sin programa ideológico, acaba por adoptar un programa
liberal, asimilar un discurso socialista y sufrir las consecuencias del imperialismo.
Lo que nace por primera vez desde una autenticidad se transforma, nuevamente,
en un disfraz, en una máscara; en simulación y disimulo. La revolución quiere
regresar al origen, y esa voluntad de regreso es fruto de la soledad.

7. La inteligencia mexicana.

Octavio Paz aborda en este capítulo el surgimiento y evolución de una nueva


generación de intelectuales que acompañó el proceso revolucionario o que vivió la
transformación, no sin contradicciones. Surgieron toda clase de artistas e
intelectuales al servicio de la revolución, que debieron formarse en áreas ajenas
para desarrollar un papel en la administración del Estado. Algunos, al identificarse
con el gobierno, perdieron el espíritu crítico del oficio.
Paz celebra la política educativa desarrollada por José Vasconcelos, secretario de
educación, quien impulsó importantes reformas y brindó los espacios para el
desarrollo de las artes de inspiración popular y nacional, como el muralismo
mexicano.
Autor de La raza cósmica, Vasconcelos contempla a México y América Latina
como una promesa de futuro para el mundo. Sin embargo, dice Paz que la
pretensión de una educación socialista, progresista y antidogmática se
contradecía con el programa liberal de gobierno.
El autor destaca el valor del aporte de importantes intelectuales de méxico que
marcaron la diferencia y destacaron, por lo que se constituyen en referencias
fundamentales, como José Gaos y Alfonso Reyes, entre muchos otros.

8. Nuestros días.

Al reflexionar sobre su actualidad, Octavio Paz reconoce que la revolución creó a


la nación, le dio cuerpo y nombre, le dio entidad, pero que, a pesar de ello, no fue
capaz de crear un orden vital en el cual pudieran encontrarse las respuestas que
los mexicanos han buscado a lo largo de su historia, especialmente desde el
momento en que comenzaron a tomar consciencia de su especificidad.
Analizar su tiempo histórico lo lleva a escudriñar en los límites y alcances de los
modelos de orden político, económico y social que dominan para entonces el
mundo occidental, y que, de alguna manera, afectan el proyecto de país: el
capitalismo y el socialismo. Ambos sistemas, sea en el discurso o en la praxis, se
muestran insuficientes para dar respuesta a las necesidades mexicanas, lo mismo
que las realidades de otras naciones, como las latinoamericanas, las asiáticas y
las africanas.
Quizá se deje traslucir en este laberinto de Octavio Paz, de algún modo, un
pequeño aliento de esperanza, de posibilidad del ser mexicano, de promesa y de
futuro, que, en este caso, reclama la invención.
La revisión de la historia, los símbolos, el lenguaje y los rituales hechos por el
autor hasta este punto, no son más que un esfuerzo por encontrar los derroteros
que conduzcan a la liberación del hombre que es, al fin y al cabo, el propósito de
toda la historia humana.
CONCLUSIÓN.

Tras el análisis del libro podemos concluir que en el presente libro el autor
reflexiona sobre la identidad de México y los valores culturales que mueven los
hilos de su historia.
En este gran ensayo el autor se pregunta sobre la identidad del ser mexicano
específicamente y nace la interrogatoria "¿qué hace diferentes a los mexicanos?”

En los primeros capítulos del libro, se analizan los movimientos migratorios, los
símbolos, los modales y los rituales de la cultura, todos ellos en el vértice de un
proceso de transformación. Su tesis principal versará sobre la convicción de que el
ser mexicano se funda en la soledad, no como cosa existencial, sino como
imaginario colectivo, como imagen histórica. Para definir al mexicano, debemos
mirar la identidad mexicana fuera de sus fronteras.
Recorrerá los símbolos de las fiestas y del culto a la muerte, percibida como una
venganza de la vida y, finalmente, reflexionará sobre las perspectiva de un
patriarcalismo, fundado en la humillación y violación simbólica de la madre.
Los capítulos siguientes analizan la historia previamente descrita: la conquista y la
colonia, la independencia y la revolución, la inteligencia mexicana y los días
contemporáneos de Paz en aquel momento, darán forma discursiva a la soledad
hecha cuerpo en el imaginario colectivo.

Desde mi punto de vista, puedo decir que El Laberinto de la Soledad es un retrato


de como y porque somos así. Es una descripción muy densa del mexicano, de su
historia, tradiciones, cultura y explicación de nuestros estereotipos y la política;
también se hace un análisis de nuestros símbolos y actitudes a partir de la forma
en la que se “ha dado” la historia de México. Esta historia nos deja con grandes
reflexiones, reflexiones que no se necesita pensarlo dos veces para saber si son
verdad, es un libro que expone y desnuda desde varios aspectos de la mejor
manera la historia, política y la cultura mexicana.

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