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AVICENA

Avicena

Información personal

Nombre en
‫ابن سینا‬
persa

Nacimiento 980
Afshona (Bujará, Uzbekistán)

Fallecimiento 18 de junio de 1037jul.


Hamadán (Irán)

Sepultura Avicenna Mausoleum

Residencia Rayy, Bujará, Urgench, Gorgan y Hamadán

Religión Islam
Sus textos más famosos son El libro de la curación y El canon de medicina, también
conocido como Canon de Avicena. Sus discípulos le llamaban Cheikh el-Raïs, es decir
'príncipe de los sabios', el más grande de los médicos, el Maestro por excelencia, o el
tercer Maestro (después de Aristóteles y Al-Farabi).
Es asimismo uno de los más grandes médicos de todos los tiempos y un importante
precursor de la medicina moderna.
Contexto cultural
Avicena creó un extenso corpus de literatura durante el período conocido, en general,
como la Edad de Oro del Islam, en que las traducciones de
textos grecorromanos, persas e hindúes fueron muy estudiadas. Textos grecolatinos de
la escuela neoplatónica y aristotélica y de la escuela Kindi fueron comentados,
nuevamente editados y, de manera sustancial, desarrollados por los intelectuales
islámicos, que también evolucionaron a partir de sistemas matemáticos, astronómicos,
álgebra, trigonometría y medicina hindúes y persas.3 La dinastía samánida en la parte
oriental de Persia, denominada el Gran Jorasán y en la Asia Central, así como la dinastía
búyida en la parte occidental de Persia e Irak, fomentó un clima propicio para el desarrollo
cultural y académico. Bajo los samánidas, Bujará rivalizaba con Bagdad como capital
cultural del mundo islámico.
El estudio del Corán y el hadit prosperó en este ambiente. La filosofía (fiqh) y
la teología (kalam) también se desarrollaron principalmente a manos de Avicena y sus
opositores. Ar-Razí y Al-Farabí proporcionaron la metodología y el conocimiento
necesario sobre la medicina y la filosofía. Avicena tuvo acceso a grandes bibliotecas
de Balkh, Khwarezm, Gorgón, Rayy, Isfahán y Hamadan. Varios textos, como l'Ahd with
Bahmanyar, muestran el debate de los puntos filosóficos de los grandes eruditos de su
tiempo. Nizami Aruzi describe cómo Avicena, antes de salir de Khwarezm, conoció
a Abu-Rayhan al-Biruni (un famoso científico y astrónomo), Abu-Nasr al-Iraqí (un famoso
matemático), Abu Sahl Masihí (un respetado filósofo) y Abu-l-Khary Khammar (un
importante médico).
Biografía
Avicena, o Ibn Siná (como fue en persa), nació el 20 de agosto de 980 en Afshana,
(provincia de Jorasán, Transoxsiana, actualmente en Uzbekistán), cerca de Bujará. Sus
padres eran también musulmanes.
Al parecer, fue precoz en su interés por las ciencias naturales y la medicina; tanto, que
a los catorce años estudiaba solo. Se le envió a estudiar cálculo con un mercader, Al-
Natili. Tenía buena memoria y podía recitar todo el Corán.
Cuando su padre fue nombrado funcionario, lo acompañó a Bujará, entonces capital de
los Samaníes y allí estudió los saberes de la época, tales como física, matemáticas,
filosofía lógica y el Corán. Se vio influido por un tratado de Al-Farabi que le permitió
superar las dificultades que encontró en el estudio de la Metafísica de Aristóteles. Esta
precocidad en los estudios también se reflejó en una precocidad en la carrera, pues a los
dieciséis años ya dirigía a médicos famosos y a los diecisiete gozaba de fama como
médico por haber salvado la vida del emir Nuh ibn Mansur.
Consiguió permiso para acceder a la biblioteca real, donde amplió sus conocimientos
de matemáticas, música y astronomía. Al llegar a la mayoría de edad había estudiado
todas las ciencias conocidas. Se convirtió en médico de la corte y consejero de temas
científicos hasta la caída del reino samaní en 999.
En Hamadán, el emir buyida Shams al-Dawla le eligió como ministro. Se impuso
entonces un programa de trabajo agotador, dedicándose de día al trabajo público y de
noche a la ciencia. Trabajaba y dirigía la composición del Shifa y del Canon médico.
Contó con la ayuda de dos discípulos que se repartían la relectura de los folletos de las
dos obras, siendo uno de ellos Al-Juzjani su secretario y biógrafo.
A los veinte años, y por mediación de Abū Bakr al-Barjuy, escribió diez volúmenes,
llamados El tratado del resultante y del resultado, y un estudio de las costumbres de la
época, conocido como La inocencia y el pecado. Con estos libros su fama como escritor,
filósofo, médico y astrónomo se extendió por toda Persia, por donde se dedicó a viajar.
En 1021, la muerte del príncipe Shams al-Dawla y el comienzo del reinado de su
hijo Sama' al-Dawla cristalizaron las ambiciones y los rencores. Víctima de intrigas
políticas, Avicena fue a la cárcel. Disfrazado de derviche consiguió evadirse y huyó
a Ispahán, al lado del emir kakúyida Ala ad-Dawla Muhammed.
Con treinta y dos años inició su obra maestra, el celebérrimo Canon de
medicina (traducida al latín por Gerardo de Cremona), que contiene la colección
organizada de los conocimientos médicos y farmacéuticos de su época en cinco
volúmenes.
Durante una expedición a Hamadán, en el actual Irán, el filósofo sufrió una crisis
intestinal grave, que padecía desde hacía tiempo y que contrajo, según dijeron, por
exceso de trabajo y de placer. Intentó curarse solo pero su remedio le fue fatal. Murió a
los cincuenta y seis años en el mes de junio de 1037, tras haber llevado una vida muy
ajetreada y llena de vicisitudes, agotado por el exceso de trabajo.
Impacto
Tuvo una influencia de importancia capital, pues supone la presentación del pensamiento
aristotélico ante los pensadores occidentales de la Edad Media. Sus obras se tradujeron
al latín en el siglo xii, reforzando la doctrina aristotélica en Occidente aunque
fuertemente influida por el pensamiento platónico.
Representación renacentista de Da Foligno, Venecia.
Avicena declaró haber leído en más de cuarenta ocasiones la Metafísica sin llegar a
entenderla del todo, pues no expone el origen de las cosas como obra de un Creador
bondadoso. Mezcló la doctrina aristotélica con el pensamiento neoplatónico, adaptando
a su vez el resultado al mundo musulmán. Colocó a la Razón (manifestación objetiva de
la voluntad del propio Dios) por encima de todo ser y explicó que con esto se nos llama
a buscar la perfección.
También distinguió entre la esencia abstracta y el ente concreto que no exige existir, pero
existe por la esencia. Además, el ente está compuesto por una parte necesaria (en este
caso Alá, que existe siempre) y una parte de «lo posible» (el resto de los seres del
mundo, que solo existen por una causa: la voluntad de Dios). Niega también la
inmortalidad del alma como ente individual.
Curó una grave enfermedad al emir de Bajará, quien como recompensa le abrió las
puertas de su gran biblioteca. Además de numerosas obras de medicina escribió también
sobre filosofía, donde conjugaba la tradición aristotélica con elementos neoplatónicos.
Tuvo una gran influencia en pensadores posteriores de la talla de Tomás de
Aquino, Buenaventura de Fidanza o Duns Escoto. También planteó mucho antes
que Descartes un pensamiento similar al de este: el conocimiento indudable de la propia
existencia.
En muchos libros de filosofía se hermana su pensamiento con el del cordobés Averroes,
pues suponen el acercamiento del islam (y del Cercano Oriente en general) a la filosofía
griega.
Aunque muy proclive a la mística, trató el tema de modo objetivo. El ascetismo no le
bastaba; creía que se debía buscar la iluminación como acto final de conocimiento. La
iluminación se obtiene por medio de los ángeles que actúan como unión entre las esferas
celestiales y la terrestre. Podemos por ello decir que Avicena abrió el camino a una nueva
rama de la filosofía islámica, la Sabiduría de la iluminación o lumínica, la llamada Híkmat
al-Ishraq (Metafísica de la Luz), inaugurada por su seguidor Suhrauardi.
Su obra

Avicena en un texto de 1271.


De una amplitud variable según las fuentes (276 títulos para G. C. Anawati, 242 para
Yahya Mahdavi), de los que se conservan 200, la obra de Avicena es numerosa y
variada. Avicena ha escrito principalmente en la lengua culta de su tiempo, el árabe
clásico, pero a veces también en la lengua vernácula, el persa.
Uno de sus textos más famosos es Al Qanun, canon de medicina también conocido
como Canon de Avicena, es una enciclopedia médica de 14 volúmenes escrita alrededor
del año 1020. Se basa en una combinación de su propia experiencia personal, de
medicina islámica medieval, de los escritos de Galeno, Sushruta y Charaka, así como de
la antigua medicina persa y árabe. El Canon se considera uno de los libros más famosos
de la historia de la medicina.
La obra filosófica maestra de Avicena es al-Shifá (La Curación), de marcado carácter
enciclopédico. Su compendio es al-Nayat (La Salvación). Por su tamaño y por la
importancia del papel que representó, al-Shifá puede compararse con al-Qanun.
Publicada La Curación en seis volúmenes (El Cairo, 1952-1965), es quizás la obra
filosófica de mayores dimensiones hecha por un hombre solo. Empieza por la lógica e
incluye física y metafísica, botánica y zoología, matemáticas y música, y psicología. 7
En otra gran obra, Kitab al-Isharat wa-l-tanbihat (Libro de las orientaciones y las
advertencias), trata temas de filosofía y mística, y dedicó tres capítulos al sufismo, que
también trató en otros treinta y dos libros sobre el tema. En esta obra aparece su famoso
argumento del Hombre Volante, predecesor del cógito cartesiano, en el que exponía
que un hombre suspendido en el aire aislado, sin ningún contacto con nada, ni siquiera
su propio cuerpo, sin ver ni oír, afirmará sin duda alguna que existe e intuirá su propio
ser.

Ejemplar del Canon de 1597.


Es autor de monumentos, de obras más modestas, pero también de textos cortos. Su
obra cubre toda la extensión del saber de su época:
• Lógica, Lingüística y Poesía.
• Física, Psicología y Medicina, Química.
• Matemáticas, Música y Astronomía.
• Moral y Ciencias Económicas.
• Metafísica.
• Mística y comentarios del Corán.
La finalidad personal del filósofo encontró su acabado en la filosofía oriental (hikmat
mashriqiya), que tomó la forma de la compilación de veintiocho mil temas. Esta obra
desapareció de Ispahán en 1034, y no quedan más que algunos fragmentos.
Durante varios siglos, hasta el siglo xvii, su Qanûn ('Canon') fue la base de la enseñanza
tanto en Europa, donde destronó a Galeno, como en Asia.
A él se debe el uso de la casia, del ruibarbo, del tamarindo, etc.
Publicaciones antiguas[editar]

Ilustración de El canon de medicina.


Las obras de Avicena fueron publicadas en árabe, en Roma, en 1593, in-folio.
Se tradujeron al latín y se publicaron sus Cánones o Preceptos de
medicina, Venecia, 1483, 1564 y 1683; sus Obras filosóficas, Venecia, 1495;
su Metafísica o filosofía primera, Venecia, 1495.
Pierre Vattier había traducido todas sus obras en francés; solo se publicó
la Lógica, París, 1658, en octavo.
Influencia de Avicena
Su Canon tuvo mucho éxito, eclipsando los trabajos anteriores de Al-Razi, Haly-
Abbas, Abulcasis e incluso los posteriores de Ibn-Al-Nafis.
Las cruzadas del siglo xii al siglo xvii trajeron de nuevo a Europa el Canon de la
medicina, que influenció la práctica y la enseñanza de la medicina occidental.
La obra fue traducida al latín por Gerardo de Cremona entre 1150 y 1187, e impresa
en hebreo en Milán en 1473, después en Venecia en 1527 y en Roma en 1593. Su
influencia fue duradera y el Canon solo fue puesto en duda a partir
del Renacimiento: Leonardo da Vinci rechazó la anatomía y Paracelso lo quemó. Fue el
desarrollo de la ciencia europea lo que provocaría su obsolescencia, como en el caso de
la descripción de la circulación de la sangre realizada por William Harvey en 1628. Sin
embargo esta obra marcó durante mucho tiempo el estudio de la medicina e incluso
en 1909, se dio una clase sobre la medicina de Avicena en Bruselas.
Avicena destaca en los ámbitos de la oftalmología, de la gineco-obstetricia y de la
psicología. Se detiene mucho en las características de los síntomas, describiendo todas
las enfermedades catalogadas de la época, incluso aquellas que atañen a la psiquiatría.

Estatua en Ankara.
• Es el primero en distinguir la pleuresía, la mediastinitis y el absceso subfrénico.
• Describe las dos formas de parálisis faciales (central y periférica)
• Da la sintomatología del diabético.
• Sabe hacer el diagnóstico diferencial entre la estenosis del píloro y la úlcera de
estómago.
• Describe diferentes variantes de ictericias.
• Da una descripción de la catarata, de la meningitis, etc.
• Presiente el papel de las ratas en la propagación de la peste.
• Indica que ciertas infecciones se transmiten por vía placentaria.
• Es el primero en preconizar tratamientos por lavativas rectales.
• Descubre que la sangre parte del corazón para ir a los pulmones, y volver, y
expone con precisión el sistema de ventrículos y de válvula del corazón.
• Es el primero en describir correctamente la anatomía del ojo humano.
• Emite también la hipótesis según la cual el agua y la atmósfera contendrían
minúsculos organismos vectores de algunas enfermedades infecciosas.
Puede ser considerado el inventor de la traqueotomía, cuyo manual operatorio sería
precisado por el célebre cirujano árabe Abulcasis de Córdoba. En el Renacimiento se
encontró información de una intervención semejante, llevada a cabo por el médico
italiano Antonio Musa Brassavola.
Pero ante todo, Avicena se interesa por los medios de conservar la salud. Recomienda
la práctica regular de deporte o la hidroterapia en medicina preventiva y curativa. Insiste
en la importancia de las relaciones humanas en la conservación de una buena salud
mental y somática.
La medicina de Avicena podría resumirse en la frase de introducción de Urdjuza Fi-Tib'
(Poema de medicina): «La medicina es el arte de conservar la salud y eventualmente de
curar la enfermedad ocurrida en el cuerpo».
Doctrina filosófica
Avicena pertenece a la escuela de Bagdad. Su línea principal de actuación se basa en
la conciliación entre el discurso racional y la religión. En parte, adapta los trabajos de Al-
Farabí para hacerlos compatibles con el Corán, y también incorpora elementos
tradicionalmente teológicos a la filosofía, como los ángeles, a los cuales otorga un papel
clave en su relación con los seres humanos, sobre todo con los profetas. A nivel general,
reconoce el Oriente como fuente de luz, e intenta revalorar la filosofía oriental y
transmitirla a Occidente; a pesar de todo, muchas obras sobre este tema se han perdido.
Para explicar la realidad, Avicena adopta un sistema emanatista, propio
del neoplatonismo. Sin embargo, mantiene un esquema de conocimiento que recoge de
la tradición naturalista aristotélica: distingue entre sensación, imaginación, intelecto
posible e intelecto agente, que se corresponde a una gradación desde la primera
abstracción posible, seguida por las ideas particulares no sensibles, y que culmina en las
ideas generales. Esta triple jerarquía también se aplica a los seres. También profundiza
en la relación entre esencia y existencia: una cosa que es sólo existe si su existencia es
necesaria. La creación hecho por Dios correspondería a esta necesidad.
Avicena adapta la separación de Aristóteles entre el intelecto posible (paciente, pasivo),
y el intelecto agente (activo), y hace una interpretación más espiritualista. Así, el intelecto
activo en realidad lo considera como perteneciente a Dios, y que se comunica en el
tiempo al ser humano, mientras que el intelecto pasivo pertenece al ser humano, pero no
muere en el cuerpo, puesto que cree en la inmortalidad del alma. Según la visión de
Avicena, el intelecto paciente no puede hacer nada sin el agente, de forma que el
intelecto humano es tan sólo en potencia. La existencia del intelecto agente se tiene que
hacer por vía espiritual.
Avicena es especialmente relevante en la historia de la filosofía por haber facilitado la
lectura de Aristóteles a los escolásticos.
El Oriente místico

Tratado de medicina de Avicena conservado en la Archivo Comarcal del Alt Penedès,


Cataluña, España
La tradición, en la teosofía y el misticismo islámico, considera el mashriq (el Oriente)
como un mundo de luz, y por lo tanto el de las inteligencias de los ángeles, a diferencia
del maghrib (el Occidente), que representa el mundo sublunar, mundo de tinieblas,
donde declinan las almas. Esta concepción es explícita en Avicena (en el relato simbólico
de Hayy ibn Yaqzan), y todavía lo será más en sus comentaristas y críticos, como
en Suhrawardí.
Avicena es el autor de cuatro textos sobre filosofía oriental: Relato de Hayy ibn Yaqzan,
el Relato del pájaro y el Relato de Salâmân y Absâl.
• Relato de Hayy ibn Yaqzan: Hayy ibn Yaqzan es un niño que está aislado en una
isla. Descubre por si suele el universo que lo rodea. Este relato es como una
introducción al Oriente, las formas del arcángel de la iluminación, en oposición
con el Occidente y al extremo oeste (lugar de la materia pura). Hayy ibn Yaqzan
personaliza Avicena en su relación con el ángel.
• Relato del pájaro: este relato responde a la historia de Hayy ibn Yaqzan,
emprende su viaje al Oriente Lejano, en la búsqueda del absoluto para conseguir
la «ciudad del rey». El alma se despierta por sí misma. Al éxtasis de una ascensión
mental, cruza los valles y canales de la montaña cósmica en compañía del ángel.
• Relato de Salâmân y Absâl: esta historia describe el drama de los dos héroes de
la parte final de Kitab al-Isharat wa-l-tanbihat. Estos dos personajes típicos de dos
intelectos contemplativos (o especulativos) se encuentran también
en Prometeo y Epimeteo, en una palabra: el ser humano celeste y el ser humano
de carne y hueso. Así, existe la sincronía entre el alma y su despertar y la
visualización de su guía.
El ángel
La décima inteligencia reviste una importancia singular: también denominado el agente
intelecto o el ángel, se asocia con Gabriel en el Corán, se sitúa desde el principio en que
su emanación se rompió en múltiples trozos. En efecto, desde la contemplación del
mismo ángel, como una emanación de la novena inteligencia, no resulta de un alma
celestial, sino de las almas humanas. Mientras que los ángeles de la magnificencia no
tienen sentido, las almas humanas tienen una imaginación sensual, sensible, dándolos
el poder de mover los cuerpos materiales.
Para Avicena, el intelecto humano no se forja por la abstracción de las formas y de las
ideas. El humano, aun así, es el poder inteligente, pero solamente la iluminación del
ángel la mujer el poder de pasar del conocimiento al poder del conocimiento en activo o
acción. Aun así, la fuerza con la cual el ángel ilumina el intelecto humano varía:
• Los profetas fueron inundados de iluminación hasta el punto que irradiaron no
solamente el intelecto racional, sino también la imaginación, retransmitiendo a
otros humanos esta superabundancia;
• Otros reciben iluminación, aunque menos que los profetas, escriben, enseñan,
legislan, participando así en la redistribución hacia los otros;
• Otros reciben el suficiente para su propia perfección;
• Y otros reciben tan poco, que nunca entran en acción.
De acuerdo con este punto de vista, la humanidad comparte un único intelecto, es decir,
una conciencia colectiva. La etapa final de la vida humana es, entonces, la unión con la
emanación angelical. Por lo tanto, el alma inmortal mujer a todos los que han hecho de
la percepción de la iluminación angélica un hábito, la capacidad de superexistencia, es
decir, la inmortalidad.
Para los neoplatónicos, de los cuales forma parte Avicena, la inmortalidad del alma es
una consecuencia de su naturaleza, y no un fin.

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