Está en la página 1de 5

Avicena

Eminente médico árabe del siglo X (980-1037), filósofo, pensador, dotado de un


conocimiento casi enciclopédico de la medicina y de muchas otras disciplinas fue conocido
como príncipe de los médicos por su erudición en múltiples campos del saber. Entre sus
muchos trabajos destacamos la descripción del cuadro de neuralgia del trigémino, la
describió el cuadro como parecía y desviación dolorosa de la boca con todo lujo de detalles
en su tratado: El Canon de la Medicina.

Avicena es uno de los personajes imprescindibles para explicarnos la conservación de la


sabiduría clásica y en la innovación, en un momento tan oscuro de la historia como la Edad
Media en la que la ciencia y el saber se refugiaron en las cortes de los emperadores
abasíes en Bagdad y Córdoba, y en las bibliotecas de los monasterios cristianos.

El progreso de la ciencia suele correr de la mano de la prosperidad económica, aunque


también necesita de la tenacidad en el esfuerzo. Resulta paradójico que muchos
conocimientos se hayan conservado en la historia por causas tan distintas y por personas
tan alejadas en creencias y en distancia, aunque con un afán común, la perpetuación del
conocimiento

En su canon de la medicina, Avicena realiza una descripción minuciosa de múltiples


patologías y plantea la manera de abordar los tratamientos basado en el diagnóstico
certero.

Para él, el fundamento del diagnóstico está en la observación minuciosa y sistemática del
paciente. Aunque no tenemos la certeza de que realizara disección anatómica, aunque la
claridad de sus descripciones de los ojos o del corazón y sus válvulas, nos hacen intuir que
si las realizaba.

Las descripciones de enfermedades como la diabetes, el sarampión o la viruela son


perfectamente superponibles a las actuales en claridad y precisión.

Como médico y filósofo, Avicena no se limitó a una medicina clínica organicista sino que se
planteó la relación entre medicina y filosofía y con la concepción psicológica del hombre.

Para él, la medicina depende del conocimiento de los elementos que componen la materia y
de las leyes de la naturaleza. Es preciso conocer el cuerpo humano, su funcionamiento y las
bases de la salud y de la enfermedad.
En su Canon de medicina se aprecia la idea de una correspondencia entre lo somático y lo
psíquico, hasta el punto de que este último influye más de lo que parece en el estado, sano
o enfermo, de aquél.

Avicena considera la medicina como ciencia racional, recurriendo constantemente a las


reglas de la lógica y aplicando sistemáticamente, sus principios filosóficos. El Canon
contiene consideraciones de orden filosófico sobre la naturaleza del mundo y del hombre; la
medicina debe referirse a la filosofía para establecer sus principios y determinar los
elementos que constituyen al ser humano y regulan su temperamento y la influencia de este
sobre la salud.

Avicena tuvo una vida tormentosa, relacionada con su proximidad al poder, su acierto en la
curación de las enfermedades de reyes y príncipes, y las intrigas palaciegas y conflictos
territoriales de una época convulsa

Durante aquellos años, sirvió para varios príncipes mientras atendía también al pueblo, y
redactó su compendio: El libro de la curación, auténtica enciclopedia de todo el saber.

Fue un maestro, para los médicos de su época y para muchos durante varios siglos y, hoy
en día, sigue vigente su legado como filósofo, erudito y médico para todos nosotros.

El conocimiento integral de la realidad es el primer escalón para el conocimiento de la


medicina y es necesario ampliar el campo de visión cuando nos enfrentamos a las
enfermedades y a los pacientes que las sufren. Como reza la conocida máxima "el médico
que solo sabe de medicina, ni siquiera de medicina sabe".

La importancia de Avicena es en el campo de la medicina, ya que se


considera uno de los grandes médicos de todos los tiempos porque aportó
a la cultura universal textos que ayudaron a la evolución de la medicina
actual en los que explica, por ejemplo, paso a paso la sintomatología del
diabético. Entre otros.

Averroes

Filósofo hispanoárabe. De familia muy distinguida, su padre había sido cadí


de Córdoba durante cierto tiempo. Su abuelo, había desempeñado este cargo
durante largo tiempo, y había sido luego una autoridad en derecho malikita y
consejero de varios soberanos y príncipes

Averroes continuó la tradición jurídica de la familia y alcanzó, siendo muy


joven, fama de gran jurisconsulto, apoyada en el libro Punto de partida del
jurista supremo y de llegada del jurista medio. Estudió al mismo tiempo
teología y materias literarias. Hasta ese momento no había salido de los
programas ordinarios escolares de su tiempo; pero no paró aquí y se dio a
conocer al mismo tiempo como médico de gran valor.

Además de medicina, estudió astronomía en el Almagesto, del que hizo un


compendio, y filosofía, en la que le iniciaron, sobre todo, las obras de Ibn
Bayya, el filósofo hispanoárabe muerto en 1139, conocido en Europa con el
nombre de Avempace. Conoció, pues, todo lo conocido en su tiempo y en su
ambiente, y a lo largo de su vida no dejó de profundizar, no sólo con nuevas
lecturas, sino también con reflexiones y observaciones directas; tanto, que
uno de sus biógrafos dice de él que desde la edad de la razón hasta su
muerte no cesó de estudiar, salvo el día de su boda y el de la muerte de su
padre.

El primer califa almohade 'Abd al-Mumin (1130-1163) le confió varias


misiones; su sucesor Yusuf (1163-1184) lo tuvo en gran estima. El soberano
era entendido en filosofía y planteó problemas de esta disciplina a Averroes
cuando le fue presentado por el médico de la corte Ibn Tufayl, otro filósofo
hispanoárabe conocido en Occidente por la novela místico-filosófica Hayy ibn
Yaqzan.

Al principio, Averroes se mostró reticente, porque conocía los riesgos de


profesar la filosofía en un ambiente que tendía a identificarla con la herejía;
pero cuando vio que el mismo califa planteaba un tema arriesgado, ya no
vaciló y conquistó con su doctrina el ánimo de su interlocutor, quien le regaló
una gran suma, un suntuoso abrigo de pieles y una bella cabalgadura. Lo
nombró además médico de corte y le confió, en España y en Marruecos, una
serie de misiones que culminaron en 1182 con el nombramiento de cadí de
los cadíes de Córdoba.
Bajo el reinado del sucesor de Yusuf, Yaqub al-Mansur (1184-1199),
continuaron los honores; pero en 1195, el califa, cediendo a las presiones de
los teólogos y de los canonistas, que veían en las ciencias profanas, y sobre
todo en la filosofía, un peligro para la religión, publicó un decreto contra los
cultivadores de estas disciplinas y confinó en Lucena, arrabal situado a poca
distancia de Córdoba, a su protegido, que había sufrido el disgusto de ver
cómo se quemaban sus obras en la plaza pública y de verse expulsado,
juntamente con su amigo Ibn Zuhr, de la mezquita por la plebe fanatizada.
Tres años después, en 1198, el califa revocó sus edictos y volvió a llamar
junto a sí a Averroes, que murió pocos meses después en Marrakech.

La importancia principal de Averroes es en el área del derecho, la


medicina y la filosofía, ya que aportó a la cultura universal textos base de
los fundamentos del derecho, generalidades de la medicina y una filosofía
estricta de la ciencia griega.

Moises Maimonides

Maimónides nació el 30 de marzo de 1135 en Córdoba, España, en el


seno de una distinguida familia.

Su padre Maimon ben Yossef HaDayan ejercía como letrado y príncipe de


la judería.

En la escuela sinagogal recibió su primera educación. Sus estudios sobre


matemáticas y medicina los realizó en la enseñanza árabe.

Conquistada Córdoba en 1148 por los almohades, impusieron las leyes del
Islam tanto a cristianos como a judíos, la familia de Maimónides se exilió.

Errantes durante años, se radicaron en Egipto, donde Maimónides llegó a


ser rabino principal de El Cairo y médico de Saladino I, sultán de Egipto y
Siria
Fue conocido en el judaísmo por el acrónimo Rambam. Su contribución a
la evolución del judaísmo le dio el sobrenombre de segundo Moisés.

Su gran obra en el campo de la legislación judía es el Mishneh Torah,


desarrollada en 14 libros y escrita en hebreo (1170-1180).

También formuló los Trece artículos de fe.

Está considerado como el filósofo judío más importante de la edad media.

En Guía de perplejos, escrita en árabe (c. 1190), intentó armonizar fe y


razón. La obra tuvo una gran influencia en filósofos cristianos como Santo
Tomás de Aquino.

Su utilización de un método alegórico, aplicable a la interpretación bíblica,


que minimizaba el antropomorfismo, fue condenada durante varios siglos
por muchos rabinos ortodoxos.

Su fama como médico igualaba a la de filósofo y autoridad en la ley judía.


Además escribió sobre astronomía, lógica y matemáticas.

Maimónides y su esposa, tuvieron un hijo llamado Abraham, quien sucedió


a Maimónides como Nagid y como médico de la corte.

Maimónides falleció en El Cairo el 13 de diciembre de 1204.

La importancia de Moisés Maimónides es en el terreno de la medicina, ya


que como aportación universal tiene obras en las que ofrece una
descripción del cuadro clínico de la hepatitis y tratados sobre hemorroides,
el asma, los venenos y sus antídotos, etcétera.

También podría gustarte