Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Grupo:MM91
Subtema: Avicena
Calificación:
Avicena
Abū ‘Ali al-Husayn ‘Abd Allah ibn ‘Ali ibn Sinā, conocido en la tradición latina como
Avicena, nació aproximadamente en el año 980, en Afshana, muy cerca de Bujārā,
un sitio ubicado en Turquestán. Murió en el año 1037, en Hamadán. Se cuenta
que desde muy pequeño se interesó en el estudio de la filosofía, la gramática, la
medicina, el derecho, la geometría, la música y la religión. Su padre trabajaba en
la administración pública y falleció cuando Avicena tenía aproximadamente
veintidós años. Entonces él fue el heredero de la familia.
En sus orígenes los chiítas fueron muy conservadores. Sin embargo, en el siglo X
se difundió rápidamente la creencia en que las verdades reveladas debían
comprenderse y defenderse a través de la kalām o teología. Este saber echaba
mano de una rama de la ciencia lógica de los griegos, a saber, la dialéctica. El
padre de Avicena solía discutir con algunos amigos chiítas, específicamente de la
rama ismailí. Las temáticas que abordaban, serían también de sumo interés para
Avicena, especialmente las naturalezas del alma y del intelecto. Avicena será un
personaje indispensable para comprender las relaciones entre fe y razón en el
seno del chiísmo. También será un referente para comprender cómo fue que el
chiísmo asumió diversas teorías neoplatónicas.
Hay quienes han leído a Avicena como si fuese un autor religioso, un místico más
que un filósofo. La razón es que obras como el Libro de las orientaciones y
advertencias, la Epístola del pájaro o el Relato de Salāmān y Absāl, están escritas
con un estilo metafórico que fácilmente hace pensar en lecturas espirituales. Sin
embargo, una buena parte de los especialistas en su filosofía coinciden en que
Avicena está presentando su filosofía con un lenguaje distinto. En su obra
filosófica utiliza un lenguaje literal y, en otros escritos, se toma la libertad de
expresarse con un lenguaje simbólico o metafórico aunque en ambos casos está
hablando de lo mismo
La ciencia más noble se dedica, en efecto, al estudio del ser y, concretamente, del
Ser supremo que es Dios. En este sentido, la Teología tiene un papel definitivo
porque se encarga de estudio al Ser absolutamente necesario, trascendente y
causa de todos los demás seres. Existe en Avicena una distinción entre los seres
necesarios y los seres contingentes. En otras palabras, uno es el Ser que estudia
la Teología (el ser necesario), y otro el que estudia el resto de las ciencias (el ser
contingente o creado). Aún cuando se ve la relevancia que tiene la ciencia
teológica para Avicena, es pertinente distinguir entre Teología y Metafísica. Ambas
forman parte de la Filosofía Primera. Sin embargo, la Metafísica estudia
propiamente a la sustancia inmaterial, los primeros principios y el ser en tanto que
ser. En este último sentido, coincide completamente con el objeto propio de la
Teología que es Dios. Por esta razón, aunque hay cierta diferencia, ambas son
muy cercanas. A fin de cuentas, la metafísica y teología se implican y se
involucran entre sí porque ambas se ocupan del Ser necesario
Para Avicena las ciencias prácticas son igualmente relevantes. El filósofo persa
insiste en la necesidad de comprender la doble dimensión de la filosofía. Ésta no
puede ser exclusivamente teórica, sino también práctica. Por ciencias prácticas
entiende aquellas cuyo fin no se limita a la adquisición del conocimiento, sino que
buscan la obtención una opinión acertada con vistas a una acción.