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Sergio Henríquez Galindo

Creative Commons 4.0 International. DOI: 10.5281/zenodo.7218026

¿Qué camino tomar? Protección Judicial y Administrativa en la Ley de Garantías y


Derechos de la Niñez y Adolescencia de Chile
Which way to take? Judicial and Administrative Protection in the Law of Guarantees and
Rights of Children and Adolescents of Chile
Sergio Henríquez Galindo*
I. Separando vías, de nuevo.

Pareciera que hablar de políticas de infancia y adolescencia, implica siempre hablar


de separar caminos. Desde los años 90’, con una Convención recién aprobada por el Decreto
Supremo N° 830 del Ministerio de Relaciones Exteriores, en Chile ya se venía hablando de
la separación de vías1, para distinguir la intervención que debía realizarse respecto de niños
y niñas vulnerados en sus derechos, de aquellos a quienes se les atribuía la infracción de
leyes. Por entonces el Servicio Nacional de Menores (SENAME), sucesor del CONAME y
de la PROTINFA, administraba la implementación de medidas para ambos casos. Una Ley
N° 20.032, por su parte, abrió el espacio financiero y jurídico-político, para que
organizaciones sin fines de lucro, pudiesen brindar las intervenciones que se requerían,
quienes pasaron a llamarse “Organismos Colaboradores Acreditados” (OCAs).
Se afirmaba que era necesaria la separación de vías, pues la intervención no puede ser
la misma para ambos casos, protección e infracción de ley. Ello finalmente se materializó
con la ley N° 20.084 sobre Responsabilidad Penal de los Adolescentes, que fijó un sistema
especializado de persecución penal para jóvenes entre 14 y 18 años de edad, quedando
excluidos los menores de esa edad de cualquier persecución punitiva, aunque de manera
mucho menos intensa, de todas formas quedó el denominado “procedimiento
contravencional” que se podía aplicar para menores de 14 años que cometan hechos que
revistan caracteres de delito, o mayores de 14 que cometan faltas no perseguidas por la ley
20.084. Esto fue ya el año 2007, y pese a que procedimental y jurídicamente se separaron las
vías, por mucho tiempo persistió en un mismo organismo, el SENAME, la prestación de las
ofertas de atención para niños y niñas vulnerados en sus derechos, y para los y las infractores
de ley, aunque ahora ya no los mezclaba a todos, sino que los separaba, dirigidos
orgánicamente por un departamento de protección de derechos (DEPRODE), y uno de
justicia juvenil (UJJ), esta última de creación fáctica, pues la ley orgánica del SENAME no
la consideraba en su normativa.

*
Abogado de la Universidad de Chile; Magíster en Derechos de la Infancia, la Adolescencia y la Familia de la
Universidad Diego Portales; Magíster en Derecho Procesal de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina;
Miembro del Instituto Panamericano de Derecho Procesal, Capítulo Chile, de la Asociación Chilena de Justicia
Terapéutica y de la Asociación Nacional de Magistradas y Magistrados de Chile; Juez de Letras de Quintero.
Correo electrónico: sergiohenriquez@gmail.com; Sitio web: https://sergiohenriquez.academia.edu; Orcid:
https://orcid.org/0000-0002-8182-4735.
1
Contreras Largo, Consuelo. El Sistema de Protección a los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes. Las
Oficinas de Protección de Derechos: un Servicio del Nivel Local, en Revista de Derechos del Niño, Número Dos,
año 2003, Santiago, 2004, p. 163.
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Han pasado más de 15 años desde aquella separación de vías2, y hoy se ha


materializado al fin la separación orgánica de la administración de ambas vías: por un lado,
la protección de los derechos de los niños y niñas queda en manos del Servicio Nacional de
Protección Especializada, supervisada por la Subsecretaría de la Niñez y dependiente del
Ministerio de Desarrollo Social y Familia, y el SENAME que sigue a cargo de la justicia
juvenil, dependiente del Ministerio de Justicia, aunque pronto debiese existir un nuevo
Servicio de Reinserción Social Juvenil, proyecto que se encuentra tramitado en el boletín N°
11174-07, y cuyo oficio para promulgación y publicación ya fue remitido al Ejecutivo el 06
de septiembre de 2022.
Hoy, sin embargo, se avizora una nueva separación de vías, que tiene ya una
definición legal: la separación de las medidas de protección administrativas y las medidas de
protección judiciales. Esta nueva separación de vías, que había sido sugerida ya por expertos
y organismos internacionales como UNICEF3, es algo que avala la experiencia comparada4,
y que tiene numerosas ventajas: desde ya, hace responsable del efectivo goce de los derechos
de los niños, niñas y adolescentes, a todos los organismos de la Administración del Estado,
y no solo a un particular Servicio, como el SENAME, que evidentemente no podía responder
a todas las demandas y necesidades que tienen los niños, niñas y adolescentes. Además,
descongestiona a los tribunales de justicia, que se ocuparían de los casos más graves, y de
aquellos casos que si bien comenzaron en el ámbito de protección administrativo, son
cuestionados por sus intervinientes.
A nivel normativo, esta gran decisión de política pública, se ha concretado de manera
específica en el párrafo 4° del Título III, aunque no de manera exclusiva, pues se interconecta
con otras normas del mismo Título III y otras partes de le Ley N° 21.430. El artículo 57, por
ejemplo, contiene las definiciones que serán esenciales para brindar de contenido a esta
separación de vías, pero veremos que no es suficiente.

II. Todos los caminos deben llevar a Roma.


La separación de vías, las que hemos mencionado y las que vendrán, se sostienen
fundamentalmente en necesidades de gestión, para satisfacer de mejor maneras los fines
propios de cada Servicio, es decir, mejorar la entrega de prestaciones de protección, de
sanciones de responsabilidad penal, protección especializada y administrativa, etc, con miras
a, de esa forma, satisfacer mejor el efectivo goce de los derechos de los niños, niñas y
adolescentes. Pero los niños y niñas son siempre los mismos, no se separan como lo hacen
los Servicios. Esto nos debe llevar a conducir la política pública general de infancia para que
sus derechos sean satisfechos de manera integral, evitando que la separación de vías

2
Ley N° 20.084, publicada el 7 de diciembre de 2005, disponible en https://bit.ly/3RYfSkU. Sitio revisado con
fecha 12 de septiembre de 2022.
3
Unicef. Justicia y Protección. Disponible en https://bit.ly/3RYfSkU, sitio revisado con fecha 12 de septiembre
de 2022.
4
Biblioteca del Congreso Nacional. Legislación comparada de protección integral de la infancia: España,
Francia, Colombia y Argentina. Disponible en https://bit.ly/3L8pZld. Sitio revisado con fecha 12 de septiembre
de 2022.
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entorpezca el acceso a sus derechos. Todos los caminos deben llevar a Roma, es decir a la
protección de los derechos del niño, niña o adolescente.
Respecto de la protección judicial y administrativa, si bien se trata de dos dimensiones
y orgánicas diversas, ambas tienen el mismo fin, en mayor o menor grado, de proteger los
derechos de los niños, niñas y adolescentes, y tienen puentes que las conectan entre sí, aunque
con la actual normativa, no está muy claro cuando debe derivarse en uno u otro sentido. Esto
pasa porque la ley no distingue claramente qué tipo de materias o vulneraciones de derechos
corresponden a cada sede, y por tanto, por no distinguir cosa alguna, queda a criterio de cada
juez o jueza, cuándo derivar un caso a las OLN y viceversa. Este asunto será revisado más
adelante. Por otro lado, ingresando una medida de protección en sede administrativa, y
concurriendo determinadas condiciones, entre las que se encuentran el hecho que los
cuidadores del niño o niña no colaboren e incumplan las medidas, se podrá derivar la causa,
hasta entonces administrativa, a sede judicial, y el tribunal igualmente podría decidir seguir
conociéndolo.
No deja de ser preocupante esta omisión deliberada del legislador, pues como
podremos apreciar, se trata de un asunto discutido y que, erróneamente, quedó a la práctica
del funcionamiento del sistema5. Hay aspectos culturales que no se sopesaron bien en esta
nueva legislación. Existe la idea, bastante extendida en la población, que los problemas de
familia se resuelven ante el juez o jueza de familia. Carabineros, por ejemplo, al recibir una
denuncia que es materia de familia, y ante la duda, enviará probablemente el asunto al
juzgado de familia, y no a la Oficina Local de la Niñez (indistintamente OLN). Las personas,
por su parte, harán sus denuncias en Carabineros o en el Juzgado de Familia, por cuanto
desconocen las Oficinas Locales de la Niñez, que entrarán en vigencia de manera progresiva
en un lapso de cinco años. La tendencia a judicializar los problemas es producto de una
costumbre que le asigna al juzgador o juzgadora, una autoridad reconocida por los
ciudadanos y ciudadanas, reconocimiento que no tienen respecto de la OLN. Incluso si se
hubiese determinado con mayor claridad la competencia de cada sede, habría un trabajo largo
y profundo de educación y difusión, para informar a las personas de este nuevo sistema, pero
careciendo de dicha certeza, el problema se agrava aún más.
III. Un catálogo de derechos y principios, dos caminos para exigir su
cumplimiento.
La Ley de Garantías fija una serie de principios y derechos, que tienen vocación
programática, aunque también sean exigibles mediante el apartado de deberes de la
Administración del Estado. Pero si se vulneran, esta ley ha fijado dos caminos para su
exigibilidad: la vía administrativa, liderada por la Oficina Local de la Niñez, y la vía judicial.

5
Historia de la Ley N° 21.430, p. 2.249 a 2.258, disponible en https://bit.ly/3L8BXeD, sitio revisado con fecha
12 de septiembre de 2022.
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La vía administrativa no exige que todo pase por la Oficina Local de la Niñez6, y en
efecto, los niños, niñas y adolescentes podrán hacer valer sus derechos en todos los órganos
de la administración del Estado, teniendo éstos el deber de atenderlos, y satisfacer sus
necesidades, y en caso de no ser competentes, derivarlos a quien sí lo sea7. Pero el sistema
diseñado por la Ley coloca a las Oficinas Locales de la Niñez en una posición especial, de
coordinadora de la prestación de servicios por parte de la Administración del Estado8, y en
especial por el Servicio Nacional de Protección Especializada de la Niñez, siendo por tanto
su cara más visible desde la vía de la protección administrativa, y la que además interactúa
con la sede judicial en el caso que la vulneración sea muy grave, o cuando las medidas
adoptadas no están dando los resultados esperados, por oposición de los adultos
involucrados9.
La vía judicial, evidentemente es gestionada por los Tribunales de Familia
competentes, quienes conocerán de la vulneración de derechos que no pueda conocer la vía
administrativa. El problema está en fijar el límite entre ambas competencias, pues no lo
establece la ley. Se puede inferir que los tribunales de familia debieran coparse de los casos
más graves, así como aquellos casos que puedan implicar la separación del niño, niña o
adolescente de su familia, o su internación en establecimientos del Estado. Sin embargo, no
hay un catálogo de causas definido, ni criterios de gravedad que sean claros para definir
ambas competencias10. Por lo demás, muchas causas tramitadas por la vía administrativa
podrían terminar siendo conocidas en sede judicial, no por su gravedad o consecuencias, sino
por la resistencia de los adultos involucrados, que exige la intervención de tribunales con
facultad de imperio para hacer cumplir sus resoluciones.
IV. Problemas en el camino.
Si se observan las disposiciones contenidas en la ley, en especial en su Título III,
párrafos 3° y 4°, nos daremos cuenta que las disposiciones que distribuyen la competencia
proteccional por la vía administrativa y judicial, otorgan por regla general el conocimiento
de sus materias a la vía administrativa, y de forma residual, a la vía judicial. Pero el criterio
o función de distinción entre ambos caminos, salvo algunas excepciones, es insuficiente para
discernir un camino de otro: se trata de las medidas que se pueden adoptar. Este criterio

6
Definición en contra, Illanes y Contreras, Protección Especializada en el contexto del sistema de Garantías y
Protección Integral de los Derechos de la Niñez y Adolescencia. La protección dentro de la Protección. En
Comentarios a la Ley sobre Garantías y Protección Integral de los Derechos de la Infancia y la Adolescencia,
Tirant Lo Blanch, Utalca, Cedia, Valencia, 2022, p. 331.
7
Ley N° 21.430, art. 62.
8
Ley N° 21.430, art. 70.
9
Ley N° 21.430, art. 71.
10
La Defensora de la Niñez, Patricia Muñoz, argumentó en contra de establecer un catálogo de vulneraciones
graves, medianas o leves, en el debate parlamentario, pues “¡no se debe realizar una distinción entre
vulneraciones graves y no graves! Lo anterior, porque es precisamente eso a lo que se propende con los
sistemas de garantías, (…) pues lo que se pretende con estas causales es seguir manteniendo la lógica en que
todo termina siendo resuelto por el órgano jurisdiccional, aunque esto involucre la remisión del asunto a otra
institución”. En Historia de la Ley N° 21.430, p. 2.249 a 2.258, disponible en https://bit.ly/3L8BXeD, sitio
revisado con fecha 12 de septiembre de 2022.
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equívoco, postula que, dependiendo de la “medida” que se adopte, se define uno u otro
camino. Pero el problema es que las “medidas” a adoptar son el producto, el resultado de un
procedimiento que se abre por una razón que puede estar muy lejos de la medida que
finalmente se adopte. Es decir, se sabe cómo se empieza, mas no cómo se termina. Illanes y
Contreras coinciden en este punto, al preguntarse “¿cómo entender que la competencia pueda
quedar determinada por el tipo de intervención requerida, si la adopción de medidas de
protección -sean administrativas o judiciales- están concebidas por la propia ley como el
resultado de un procedimiento justo y racional?”11.
Examinemos este asunto. Los artículos 68 y 71 de la Ley 21.430 fijan las siguientes
materias de conocimiento de los tribunales de Familia:
• Limitación o suspensión del derecho a mantener relaciones directas y regulares con
sus familiares o cuidadores
• Suspensión de su derecho a vivir con su familia
• Determinación de cuidados alternativos
• Término de la patria potestad
• Adopción
• Aplicación de multas o apremios ante incumplimientos de los progenitores
• Niños, niñas y adolescentes con necesidad de protección internacional
Salvo los tres últimos puntos mencionados, los anteriores no son materias o “asuntos”
a conocer, sino mas bien “medidas” que se pueden decretar. Pero una causa puede iniciarse
con antecedentes muy graves, y no terminar en estas medidas, o bien puede iniciarse con
antecedentes que dan cuenta de una situación menos grave, y acabar terminando con las
medidas más gravosas. El resultado, la medida, no puede servirnos de guía para determinar
qué vía será la más adecuada, la administrativa o la judicial.
El asunto se complica más si examinamos el artículo 71, al establecer la “obligación”
del juez o jueza de familia de derivar a sede administrativa todos los casos que no requieran
de “medidas judiciales”. Esto implica que el tribunal “deja de conocer” un asunto que ha
llegado a su conocimiento, en cumplimiento de un deber legal de remisión de los
antecedentes a la Oficina Local de la Niñez, lo que constituye una verdadera resolución de
incompetencia absoluta, pues ya no se trataría de una cuestión jurisdiccional, sino
administrativa. Pero ¿cómo podría el juez o jueza de familia realizar esta “derivación” sin
violar el artículo 76 de la Constitución Política de la República, si el criterio de remisión es,
nuevamente, la “medida” y no la “materia”? ¿Cómo sabrá el juez o jueza de familia que el
asunto que conoce, terminará con una medida administrativa y no judicial, antes de tramitar
completamente la causa y convencerse de aquello? Pues si no está seguro o segura de ello,
debe seguir conociendo, por mandato constitucional.
Veamos el asunto a la inversa, cuando es la Oficina Local de la Niñez la que debe
remitir los antecedentes al Tribunal de Familia competente.

11
Illanes y Contreras, ibid. p. 334.
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• Si la medida a adoptar es de competencia exclusiva de los tribunales de familia.


• Si hay falta de adherencia al plan de intervención de un caso de protección
administrativa especializada.
• Si hay incumplimiento grave o reiterado de un caso de protección administrativa
universal.
• Cuando aparezcan nuevos antecedentes de vulneración de derechos de igual o mayor
entidad que los que dieron inicio a la intervención en contexto de protección
administrativa universal o especializada, se trate de medidas de exclusivo
conocimiento de tribunales de familia, y que haya existido un incumplimiento grave
y reiterado de la medida administrativa.
Salvo los casos de incumplimiento, en los restantes vuelve a reiterarse el problema ya
referido: la “medida” no sirve para distinguir si la materia es de competencia de protección
judicial o administrativa. Por otra parte, la derivación a sede judicial por incumplimiento,
deja abierta la pregunta si acaso el tribunal de familia debe limitarse a realizar los apremios
por incumplimiento, o debe entrar a conocer sobre el fondo. Y si debe conocer del fondo del
asunto, ¿no asume su conocimiento total?
V. Una propuesta para encontrar el norte y el camino correcto.
Lo ideal por cierto, sería pavimentar el camino de la protección administrativa de
derechos para evitar encontrarnos con tantos baches que hagan preferible la autopista de la
protección judicial de derechos. Quizás dejar como único camino de ingreso el sistema de
protección administrativa, el cual dependiendo de ciertos criterios, pueda derivar los casos a
la sede judicial, lo que haría realidad un sistema de protección administrativo robusto y
principal, dejando sólo los casos más complejos a los tribunales de familia. Pero mientras
ello no ocurra, es necesario presentar alguna alternativa para interpretar de manera adecuada
estas normas, para diferenciar ambos sistemas y darle una aplicación práctica. Este autor es
del parecer que dicho sistema no puede estar entregado a la arbitrariedad ni a la subjetividad,
sino a criterios normativos claros, que le permitan a quien deba tomar la decisión, decidir con
el respaldo del derecho, y por tanto, la mejor solución pasa por una modificación legislativa.
Pero mientras ello no suceda, es necesario usar criterios racionales, apegados a la ley, y lo
que sigue es una propuesta de este autor, que busca cumplir con tales estándares.
El primer criterio consiste en la protección administrativa como regla general, lo que
implica por supuesto, que la protección judicial es la excepción. Esto debido a los factores
que se indican: es toda la Administración del Estado la obligada a garantizar el efectivo goce
de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. En este sentido, son especialmente
relevantes aquí los principios de inexcusabilidad, priorización y prohibición de
discriminación arbitraria12. Siendo los Tribunales dependientes del Poder Judicial solo una
parte de los servicios que presta el Estado, se entiende que por tanto sólo una parte específica

12
Ley N° 21.430, artículos 8, 16 y 62. Para mayor profundidad en el análisis de estos artículos, ver Henríquez
Galindo, Sergio. (2022). Ley de Garantías y protección integral de la niñez y la adolescencia, análisis normativo
crítico. In Ley de Garantías y protección integral de la niñez y la adolescencia, análisis normativo crítico, Tomo
I. (1.0, p. 60) [Computer software]. Sergio Henríquez Galindo. https://doi.org/10.5281/zenodo.6508402.
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le corresponde en la protección de derechos. El segundo criterio dice relación con el alcance


de las medidas que se puedan adoptar, pues la protección administrativa puede realizar
protección universal de derechos, o bien protección especial de derechos, y los tribunales
solo podrán realizar protección especial de derechos. El tercero dice relación con el impacto
de las medidas que se pueden adoptar, pues las más gravosas sólo podrán ser adoptadas por
Tribunales de Familia, comprendiendo entre ellas las que separan a uno de los miembros de
la familia, o implican la internación en residencias o familias de acogida, mientras que las
medidas de protección administrativas a lo sumo implican el ingreso y la intervención de
programas ambulatorios. El cuarto corresponde a la especial naturaleza coordinadora que
tendrán las Oficinas Locales de la Niñez, que les habilitarán para generar redes de protección,
así como vínculos con los diversos Servicios del Estado, cuestión que podrá hacer mucho
mejor que los Tribunales de Familia, cuya única función es ejercer jurisdicción.
De esta manera, quien deba tomar la decisión de derivar un asunto a sede de
protección administrativa o judicial, deberá responder las siguientes preguntas:
1. ¿El derecho vulnerado se satisface con alguna prestación del Estado distinta del
ejercicio de la jurisdicción y la tutela judicial efectiva?
2. ¿La eventual medida de protección excluye la posibilidad de separar a la familia,
internar en una residencia o familia de acogida, adopción o cambio de cuidado
personal?
3. Las medidas a adoptar, ¿implican una coordinación con diversos servicios de la
administración del Estado, además de programas de protección especializada?
4. Las medidas necesarias para proteger el derecho vulnerado, ¿es de carácter
universal?
Si la respuesta a todas estas preguntas es “si”, inequívocamente el competente para
conocer del asunto será la Oficina Local de la Niñez. Si la respuesta a la pregunta 3 es “no”,
pero todas las otras preguntas, 1, 2 y 4 son contestadas con un “si”, el competente es la
Oficina Local de la Niñez. Si la respuesta a la pregunta 4 es “no”, pero las preguntas 1, 2 y 3
se responden afirmativamente, el competente sigue siendo la Oficina Local de la Niñez. Si la
respuesta a cualquiera de las preguntas 1 o 2 es “no”, el competente para conocer es el
Tribunal de Familia.
VI. ¿Quién decide el camino, Carabineros, la Oficina Local de la Niñez, el
Tribunal de Familia o el Programa de Diagnóstico Clínico?

Sin perjuicio de los criterios ofrecidos para distinguir los caminos que se pueden
seguir, alguien debe tomar la decisión. La vía de ingreso al sistema es la denuncia o
requerimiento de medida de protección, las que pueden hacerse en Tribunales de cualquier
competencia, pero especialmente en Tribunales de Familia, también en Carabineros, Policía
de Investigaciones, y Oficinas Locales de la Niñez. También puede iniciarse de oficio por el
Tribunal de Familia respectivo. La experiencia nos indica que son principalmente
Carabineros quienes reciben las mayor parte de las denuncias, aunque crecientemente los
equipos de convivencia escolar asumen un rol en el requerimiento de medidas de protección
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de manera directa a Tribunales de Familia. En el nuevo sistema que se propone, Carabineros


seguirá recepcionando la mayor parte de las denuncias, y desde esa perspectiva, serán ellos
quienes en principio definan el camino a tomar, aunque como veremos, ese camino puede
cambiar al otro. Teniendo en cuenta que los cambios culturales no son sencillos, y que existe
una suerte de “inercia” que tiende a mantener la forma en que se han materializado la
derivación de casos durante tantos años, lo más probable es que inicialmente Carabineros
seguirá remitiendo las denuncias por vulneración de derechos a Tribunales de Familia, lo que
podrá ser corregido con numerosas capacitaciones y la implementación de medidas de control
administrativo que permita derivar las causas a las Oficinas Locales de la Niñez13. Sin
embargo, y mientras ello no suceda, muchas causas que, en rigor, debieran ser conocidas por
las Oficinas Locales de la Niñez, ingresarán primero a Tribunales de Familia. ¿Podrá el
Tribunal de Familia derivar a las Oficinas Locales de la Niñez? Una forma de verlo es
afirmando que hay un mandato legal expreso que así lo ordena, y por tanto deberá remitirlo14,
y que no será óbice para ello el mandato constitucional que ordena a los Tribunales ordinarios
conocer, juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, bajo el principio de “inexcusabilidad”, por cuanto
la ley en comento, si bien no tiene rango constitucional, si tiene respaldo de la misma
naturaleza, pues ha sido fruto de un proceso de creación legislativa debidamente sancionado
por el Tribunal Constitucional, por tanto se debe aplicar la disposición legal y hacer la
derivación que corresponda a la Oficina Local de la Niñez, aunque sabemos que este asunto
no está claro, pues permanece la duda sobre la aplicación de la norma constitucional que
establece el deber de inexcusabilidad judicial y de pronunciarse sobre los asuntos que lleguen
a su conocimiento conforme al debido proceso15. Pero más allá de este debate, y suponiendo
que de todas formas existirán derivaciones desde la sede judicial a la administrativa, se revela
otro problema complejo: cuál será el criterio que adoptará el Juez o Jueza de Familia para
tomar esta decisión, pues en materia proteccional, se sabe cómo comienza la causa, pero no
como termina. Una causa que inicia con una vulneración leve, puede abrir la puerta a la
develación de vulneraciones más graves. Si bien en el apartado anterior se ofrece una guía,
no hay en rigor el deber de seguir un criterio determinado, lo que puede generar en esta etapa
una alta heterogeneidad de comportamiento judicial, sujeto a las particulares visiones de cada

13
Cuestión anticipada por la Vicepresidenta de la Asociación Nacional de Magistradas y Magistrados, Verónica
Vymazal, en el debate parlamentario, al señalar que “si no existen normas claves que nos permiten determinar
que este asunto no lo podemos conocer, las materias no se desjudicializarán, producto de la cultura chilena
del foro, que abogados y auxiliares de la administración de justicia propiciarán la mantención de la
judicialización”. En Historia de la Ley N° 21.430, p. 2.249 a 2.258, disponible en https://bit.ly/3L8BXeD, sitio
revisado con fecha 12 de septiembre de 2022.
14
Ley N° 21.430, art. 71 inc. 1°
15
Cuestión polémica pues la posición de la Asociación Nacional de Magistradas y Magistrados de Chile en la
historia de la Ley planteaba el problema normativo en los siguientes términos: “La Vicepresidenta de la
Asociación Nacional de Magistrados, señora Vymazal, expresó que (…) no hay ninguna norma que indique que
todo debe iniciarse por las Oficinas Locales de la Niñez, ni otra que diga que, cumplidos tales requisitos, en
asuntos sometidos al conocimiento de los tribunales deba remitirse el caso a la Oficina Local de la Niñez. (…)
las materias no se desjudicializarán, producto de la cultura chilena del foro, que abogados y auxiliares de la
administración de justicia propiciarán la mantención de la judicialización”. En Historia de la Ley N° 21.430, p.
2.249 a 2.258, disponible en https://bit.ly/3L8BXeD, sitio revisado con fecha 12 de septiembre de 2022.
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Juez o Jueza de Familia, el cual no estará mayormente sujeto a revisión de Cortes por vía
recursiva.
Ya en la Oficina Local de la Niñez, o ingresada la denuncia directamente a esa
entidad, ¿es el Coordinador de la OLN quien toma esta decisión? Atendido que la ruta de
ingreso de la causa implica necesariamente una evaluación del Programa de Diagnóstico
Clínico16, el cual puede depender de la misma Municipalidad de la cual depende la Oficina
Local de la Niñez, programa que calificará la gravedad de la vulneración y el tipo de oferta
de protección que requiera el niño, niña o adolescente, podemos afirmar que en verdad será
dicho Programa de Diagnóstico Clínico quien tome la decisión.
Por otra parte, sabemos que el Coordinador, por asesoría de los gestores de caso,
ofrecerán a la familia un plan de intervención al cual se les pedirá que asuman un compromiso
de adhesión. Si dicho compromiso no se verifica, el Coordinador o Coordinadora puede
disponer también la derivación del caso a Tribunal de Familia, para la aplicación de apremios,
o para que derechamente siga conociendo de la medida de protección. Igualmente podrá
hacer dicha derivación en caso de incumplimientos graves o reiterados de las medidas
adoptadas.

VII. ¿Caminos unidos? Intervención complementaria entre Tribunales de


Familia y Oficina Local de la Niñez
Sin perjuicio de lo anterior, la ley no excluye la intervención conjunta de los
Tribunales de Familia y de las Oficinas Locales de la Niñez. Este escenario ocurrirá cuando
nos encontremos en alguna de las siguientes hipótesis:
• Cuando frente a una grave vulneración de derechos que implique decisión en
sede jurisdiccional, se requiera de manera complementaria de abordaje de
otras vulneraciones de derechos en sede administrativa.
• Cuando frente a casos que se inician en sede administrativa, se requiera de la
intervención judicial para la aplicación de apremios.
El primer caso es sin dudas, el más complejo y difícil de definir, pues volvemos al
problema de delimitar cuándo una vulneración de derechos debe ser conocida por la OLN o
por el Tribunal de Familia. La propuesta de criterios que se ofrece en este trabajo no es
obligatoria, la ley no ofrece límites claros de competencia, y por tanto será un asunto a
resolver soberanamente por los Tribunales de Familia y las OLN. Y aunque respecto de las
OLN la Subsecretaría de la Niñez disponga de criterios claros17, tales orientaciones no son
obligatorias para los jueces y juezas de familia, quienes son independientes de definir sus
propios criterios.

16
Estrada, Francisco. Vino viejo, odre viejo, nueva etiqueta. Una panorámica de la Ley del nuevo Servicio
Nacional de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia. En Comentarios a la Ley sobre Garantías y
Protección Integral de los Derechos de la Infancia y la Adolescencia, Tirant Lo Blanch, Utalca, Cedia, Valencia,
2022, p. 387.
17
Ley N° 21.430, art. 65 inc. 3°.
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VIII. Conclusiones
En la lógica de separar caminos para intervenir con la niñez y la adolescencia, lo
esencial siempre ha sido definir bien los límites de tales caminos. Así se hizo al separar la
intervención penal juvenil de la proteccional, separando incluso programas, tribunales y
centros de internación. Los peores abusos y fracasos en la protección de derechos han
sucedido justamente en esos espacios intermedios, poco claros, donde la arbitrariedad se
impone. Las uniones indefinidas entre los caminos proteccionales administrativos y judicial
sólo pueden conducir a diversidad de criterios, desigualdad ante la ley y, por ende un feble
sistema de protección de derechos, sin claridades para una correcta intervención. Este asunto
sólo puede corregirse de manera rápida mediante una medida legislativa. Mientras tanto, es
importante ir definiendo en la doctrina y jurisprudencia un parámetro común.
IX. Bibliografía

• Biblioteca del Congreso Nacional. Historia de la Ley N° 21.430, p. 2.249 a 2.258,


disponible en https://bit.ly/3L8BXeD, sitio revisado con fecha 12 de septiembre de
2022.
• Biblioteca del Congreso Nacional. Legislación comparada de protección integral de
la infancia: España, Francia, Colombia y Argentina. Disponible en
https://bit.ly/3L8pZld. Sitio revisado con fecha 12 de septiembre de 2022.
• Contreras Largo, Consuelo. El Sistema de Protección a los Derechos de los Niños,
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