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1) El documento describe cómo las organizaciones son construcciones sociales basadas en las interacciones humanas y los significados compartidos entre sus miembros.
2) Las organizaciones desarrollan culturas únicas definidas por los valores, creencias y modelos mentales de sus integrantes.
3) La realidad social de una organización emerge de las múltiples interacciones entre sus miembros y no es impuesta externamente.
Descripción original:
Título original
ZANELLI, J. C. y SILVA, N. Interacción humana y gestión (capítulo 1)
1) El documento describe cómo las organizaciones son construcciones sociales basadas en las interacciones humanas y los significados compartidos entre sus miembros.
2) Las organizaciones desarrollan culturas únicas definidas por los valores, creencias y modelos mentales de sus integrantes.
3) La realidad social de una organización emerge de las múltiples interacciones entre sus miembros y no es impuesta externamente.
1) El documento describe cómo las organizaciones son construcciones sociales basadas en las interacciones humanas y los significados compartidos entre sus miembros.
2) Las organizaciones desarrollan culturas únicas definidas por los valores, creencias y modelos mentales de sus integrantes.
3) La realidad social de una organización emerge de las múltiples interacciones entre sus miembros y no es impuesta externamente.
1. ¿Según los principios de los abordajes culturalistas, cómo pueden ser
concebidas las organizaciones de trabajo? 2. ¿Qué significa afirmar que las organizaciones de trabajo son formadas por medio de realidades sociales históricamente construidas? 3. ¿Qué son las interacciones humanas o sociales? 4. ¿Cómo el fundador y las coaliciones internas influyen en la construcción organizacional? 5. ¿Qué son los presupuestos culturales? 6. ¿Qué significa afirmar que los individuos son producto y productores del contexto de trabajo? 7. ¿Qué es la identidad personal o identidad organizacional? ~ 26 ~
Los abordajes culturalistas, cuyos orígenes están en la Antropología,
cuando son utilizados para comprender los fenómenos psicosociales en las organizaciones de trabajo, atienden a los elementos simbólicos, los sistemas de significados compartidos y los esquemas interpretativos, entre otros aspectos, considerados esenciales para la comprensión de la realidad social en dichas organizaciones. Más específicamente, en los estudios organizacionales de base culturalista son enfocados los siguientes temas: cultura social y valores organizacionales compartidos; producción de artefactos culturales en las organizaciones de trabajo, como leyendas y ceremonias; construcción de formas simbólicas compartidas, como el lenguaje; producción de sistemas de conocimientos traducidos en significados; y, por último, pero no menos importante, los formatos organizacionales y comportamientos resultantes de la proyección de los procesos mentales. Desde esa perspectiva, agregando también las contribuciones de la Psicología y de la Sociología entre otras áreas del conocimiento, las organizaciones de trabajo se perciben como realidades socialmente construidas. La definición de visión, misión, objetivos, valores, estructura organizacional, políticas, normas, cargos y el establecimiento de procedimientos organizacionales estandarizados son entendidos como funciones interpretativas y, por lo tanto, existentes mucho más en la mente de los integrantes de cada organización de trabajo que en sus elementos formales y objetivos. En qué pueden devenir las organizaciones de trabajo, cómo comprenden la razón de su existencia, los criterios que utilizan en la definición de sus principales políticas referentes a las personas, tecnologías, productos y servicios, cómo construyen estrategias para relacionarse con el ambiente externo y cómo las taras deberán ser formalmente distribuidas, agrupadas y coordinadas resultan de los significados compartidos por sus integrantes. Tales significados constituyen puntos de referencia que los integrantes de las organizaciones de trabajo usan para dar sentido a las tareas que realizan y al contexto organizacional de trabajo donde se encuentran. De otro modo, se puede decir que son artefactos culturales para representar la realidad organizacional. Tales artefactos constituyen expresiones culturales ~ 27 ~
que sirven para reforzar determinados significados y debilitar la influencia
de otros. Así, se puede decir que la consolidación de los grupos en las organizaciones de trabajo depende del proceso de comprensión compartida de la realidad. Ese proceso de comprensión de la realidad social en las organizaciones se da por medio de la elaboración de significados compartidos. Los significados y visiones del mundo compartidas están vinculados a mapas o modelos mentales que orientan los pensamientos, sentidos, percepciones y comportamientos en el contexto de trabajo. En la formación y en la construcción de la realidad social en las organizaciones de trabajo, funcionan como “guardianes” de los valores, las creencias atribuidas a individuos y grupos, que definen los comportamientos considerados deseables y que deben ser reforzados en diferentes situaciones de trabajo. Desde la perspectiva psicosocial, la realidad que se constituye es resultado de lo compartido a través de la interacción humana. La realidad de la vida cotidiana es aprehendida en base a esquemas a partir de los cuales los otros son interpretados. Esas categorizaciones están en la base del proceso de interacción humana en organizaciones de trabajo. Del punto de vista individual, el concepto de identidad es un elemento clave de comprensión de la realidad subjetiva y se encuentra en relación dialógica con la sociedad. Por Identidad personal se entiende la comprensión, el sentimiento y la conciencia de poseer un yo, de una realidad exclusiva que convierte a cada uno de nosotros en distinto de los otros con quien nos relacionamos o no. En esta acepción, el individuo es producto y productor del sistema social y, en tanto ambos son reconstruidos cotidianamente en las interacciones interpersonales e intergrupales. La identidad personal, entendida como las características físicas y psicosociales propias de cada ser humano, que lo distinguen de los demás, permanece en un continuo proceso de construcción, por medio de la relación que las personas establecen con el medio social en que están insertos. Ese modo de comprender al ser humano como constructor, al mismo tiempo que también es construido por la realidad social de las organizaciones de tra- ~ 28 ~
bajo, tiene como presupuesto que la construcción de la realidad social
resulta de los múltiples procesos de interacción establecidos entre las personas. Eso significa que el mundo social de las organizaciones de trabajo no existe objetiva e independientemente ni es unilateralmente impuesto a las personas y a los grupos. La comprensión de la realidad socialmente construida tiene origen en el ámbito individual y ocurre por medio de los modelos mentales, el modo por el cual le asignamos sentido y representaciones a los variados contextos sociales en que nos insertamos a lo largo de la vida. Los valores, entendidos como las convicciones fundamentales de que determinada perspectiva o comportamiento es preferible, y las creencias, convicciones no ancladas solamente en conocimientos científicos o algún tipo de comprobación objetiva, de que aquello en que se cree sea verdadero, constituyen elementos centrales de los modelos mentales. Ese tipo de comprensión de la realidad en las organizaciones de trabajo se basa en la suposición de que la existencia de la sociedad y las organizaciones son procesos de interacción humana y que el mundo social no tiene una existencia objetiva, concreta e independiente, impuesta a los individuos y a los grupos humanos. O sea, la realidad social construida en las organizaciones de trabajo es producto del proceso de las múltiples interacciones humanas que se desarrollaron a lo largo de su historia. Se postula que en la esencia de tales interacciones están los presupuestos culturales, elementos que se encuentran en la base de las representaciones y de las acciones de cada individuo. Los presupuestos culturales pueden ser entendidos como aquello que es dado por verdad absoluta e incuestionable en las organizaciones de trabajo, en un nivel que escapa a la conciencia de los actores involucrados. La acción humana individual y en grupo, mediada por los procesos cognitivos, emocionales e interdependientes del contexto, varía según las características del ambiente externo, sus modos de inserción y el tipo específico de organización de trabajo, teniendo en cuenta las especificidades de sus subunidades. Aun dentro de una única organización, considerando sus diferentes unidades, las interacciones hu- ~ 29 ~
manas tenderán a adquirir particularidades, cuyos orígenes, entre otros
factores determinantes, residen en el repertorio ocupacional de los integrantes, en la tecnología utilizada y en los objetivos específicos, propios de cada lugar de trabajo. Las interacciones establecidas determinan, en mayor o menor medida, las representaciones compartidas. A su vez, las interacciones humanas y el aprendizaje son procesos interdependientes implicados en la dinámica de la cultura organizacional. Eso se debe a que la cultura organizacional es un fenómeno resultante del aprendizaje humano, que ocurre por medio de interacciones humanas, de aquello que es considerado relevante para obtener éxito a lo largo del tiempo, de modo de garantizar la supervivencia o sustentabilidad de determinado grupo humano. Esas interacciones están ligadas a los procesos intersubjetivos de construcción de significados y a las formas de interpretación e integración de los esquemas de significado individuales y colectivos. Tales ideas permiten una comprensión particular del concepto de organización, en sus procesos recurrentes de algunos tipos de regularidades comportamentales consideradas esenciales a la vida en grupo, y de cambio, entendido aquí como las alteraciones en el comportamiento humano, en los patrones de trabajo y en los valores organizacionales en respuesta a modificaciones o en anticipación a alteraciones estratégicas, de recursos o de tecnología. Las organizaciones de trabajo son predominantemente caracterizadas como sistemas sociales, técnicos y abiertos, construidos para alcanzar objetivos predeterminados. Pueden ser comprendidas como colectividades intencionalmente establecidas, en permanente interacción interna y también con su medio ambiente. Son dirigidas para producir o satisfacer necesidades de bienes o servicios que la sociedad requiere, y su permanencia, o supervivencia, depende de la nitidez de sus objetivos y de la coherencia con que los persiguen. Al establecerse una organización se configura una colectividad que tiende a desarrollar acciones que le garanticen sustentabilidad. Más allá de la estructura y de las reglas prescriptas, la organización comprendida como una comunidad humana, ~ 30 ~
también constituye una organización informal, que se refleja en las
características de sus integrantes y en sus patrones de acción e interacción recurrentes. La organización informal que se refleja en las características de sus integrantes y en sus patrones de acción e interacción recurrentes La organización informal puede ser definida como una red de interacciones humanas, no establecidas o requeridas de modo formal, que tiene su origen en las relaciones espontáneas establecidas entre las personas. En la organización informal, el foco está en las personas y en sus identificaciones o afinidades, En cambio, en la organización formal, el énfasis está en los roles formales prescriptos y su respectiva línea de autoridad y en las responsabilidades previamente establecidas. El desafío de adaptarse y sobrevivir en las organizaciones de trabajo puede ser relacionado a la necesidad de convivencia humana en la formación y en la consolidación de la identidad de los individuos o grupos. El proceso de formación de la identidad personal y organizacional se da fundamentalmente a partir de las relaciones establecidas con los otros entre humanos considerados significativos. Tales relaciones implican necesidades y expectativas que, a lo largo del tiempo, provocan propuestas continuas de transformación y acciones subsecuentes. Lo establecido, o lo que se instituye, representa las preferencias de aquellos que detentan poder. O sea, reproduce las preferencias y las configuraciones de la jerarquía que está al mando. La construcción social de la realidad organizacional –revelada en su cultura- es producto de la estructura de los juegos en los segmentos de poder que componen tal comunidad. Visión, misión, objetivos, estrategias y tareas necesarias para el funcionamiento de la organización de trabajo son definidos y direccionados en base a los valores, creencias, experiencias y conocimientos de los dirigentes. Al comienzo, el grado en que es compartida la visión del mundo del emprendedor o fundador y de sus principales colaboradores puede ser bajo, pero al menos en las áreas bajo su control directo, conduce el funcionamiento organizacional hacia el lugar proyectado. El éxito eventualmente obtenido pasa a servir de punto de referencia para las acciones siguientes. Tales referencias se vuelven progresivamente compartidas por los integrantes de la organización. De este modo, las áreas de ~ 31 ~
Influencia del dirigente principal se expanden, pasando a influenciar la
acción en áreas donde no ejerce directamente el control. A partir de ahí, los nuevos resultados consolidan los valores originados en el emprendedor y alinean los referenciales para la acción. En la misma línea, la utilización e símbolos, asociados a los valores y a la legitimación de las acciones que tienen lugar, arraigan fuertemente dichos valores y reafirman los presupuestos organizacionales. Los símbolos pueden ser entendidos como elementos culturales de representación de sentido, que expresan determinados significados, visibles en el contexto donde se encuentran. Los valores centrales compartidos en una organización de trabajo se expresan a través de símbolos, historias y ceremonias que son utilizados para expresar y transmitir acuerdos culturales. Los valores, creencias e intereses provenientes de la visión del mundo de los fundadores y principales colaboradores, extendidos a los puestos de control y asumidos por los individuos y grupos, refuerzan la realidad social deseada y tienden a revelarse en la práctica en todos los niveles del sistema organizacional. Los presupuestos culturales se expresan en las relaciones de poder o en las convicciones de las coaliciones dominantes, las cuales se encuentran apoyadas por un sistema simbólico que respalda a la autoridad. Teniendo en vista las necesidades de supervivencia y de desarrollo, los sistemas sociales en general cumplen las siguientes funciones básicas, que también pueden ser consideradas esenciales para las organizaciones de trabajo: adaptación (obtener recursos suficientes), consecución de objetivos (formularlos e implementarlos), integración (mantener la solidaridad o cohesión entre los integrantes) y latencia (crear, preservar y transmitir los valores y las creencias arraigadas en las personas insertas en el sistema). El ejercicio de estas funciones es complementado por fuerzas de control que contribuyen de modo significativo a reducir la variabilidad humana en el contexto de trabajo. Dichas fuerzas de control están compuestas por los siguientes tipos de presiones ejercidas sobre la organización: presiones del ambiente (requisitos del ambiente o de tareas en relación a las necesidades y expectativas), valores y expectativas com- ~ 32 ~
partidas (metas y expectativas comunes sobre cómo actuar en relación a
objetivos comunes) e imposición de reglas (la violación de las reglas requiere algún forma de castigo o sanción negativa). Tradicionalmente, intentando alcanzar determinados fines, sea por medio de una organización pública, privada o sin fines de lucro, toda actividad humana articulada presenta tres niveles interrelacionados: 1. El nivel político o institucional: donde se decide la estrategia de toda la organización, originada generalmente en la cúpula; 2. El nivel intermedio: donde se interpreta la estrategia y se traduce a términos operacionales o tácticas específicas; 3. El nivel operacional: donde las actividades previstas se ejecutan, en la actividad cotidiana. En el nivel político está la dirección central, instancia que reúne a los principales responsables de la toma de decisiones. Es la principal interfase del sistema con el macroambiente. Estando sujetos a los eventos ambientales, exige lidiar con la incertidumbre, al mismo tiempo en que ocurren presiones para prever eventos, tomar decisiones y definir estrategias para implementar acciones teniendo en cuenta la diversidad de intereses y expectativas, sectores externos e internos. Es el sector más directa y frecuentemente responsabilizado por la eficacia del sistema, en tanto o alcanza los resultados prometidos o debe justificar los motivos de su existencia. Se responsabiliza, en el ámbito de una estrategia global consistente con la misión, formato de la estructura, la tecnología, la composición de los recursos financieros, los productos y la prestación de servicios, la política de recursos humanos y de tantos otros aspectos. En el nivel intermedio, el principal esfuerzo está en articular la lógica pretendida por el nivel institucional con las actividades concretas del día a día. Es responsabilidad de los gerentes transformar las decisiones genéricas y abstractas en programas concretos de acción. En el nivel operacional se encuentra la base del sistema, responsable por la continuidad de las rutinas y programas y por la utilización eficiente de los recursos disponibles. Con todo, los modelos considerados contemporáneos de gestión buscan romper con las dicotomías establecidas según niveles de toma de decisión. ~ 33 ~
Ese es el caso de las organizaciones orientadas hacia las prácticas de
aprendizaje colectivo. En ellas, se busca romper, o por lo menos minimizar, las distancias existentes entre el pensar/planificar y el hacer/ejecutar. O sea, quien piensa debe hacer y quien hace también debe reflexionar sobre el hacer. Todos estos niveles de toma e implementación de decisiones en las organizaciones de trabajo se insertan en un contexto, compuesto por el macroambiente y, específicamente, otras organizaciones de su mismo ramo de actuación, lo que implica elementos comunes como los clientes, los proveedores, la comunidad, los competidores, entre otros. Todos son elementos que, operando fuera del territorio de una organización de trabajo, son relevantes y por eso, influyen en sus acciones en el tiempo. Las características de una organización de trabajo y los vínculos mantenidos con el ambiente externo en el tiempo deben ser comprendidos desde una perspectiva histórica, pues es la historia la que permite comprender su estado actual e inferir sus posibilidades a futuro. Las organizaciones de trabajo integran subsistemas que regulan los procesos gerenciales, operaciones e informativos, sobre una estructura organizativa y una estrategia. De este modo, una organización, como cualquier otro sistema abierto, es una conjunto de elementos interrelacionados que, a su vez, se relacionan con el ambiente, mediato e inmediato, presentando fronteras permeables, no siempre claramente delimitadas, cambiantes a través del tiempo en función de múltiples relaciones de influencia. Las coaliciones, comprendidas como acuerdos establecidos entre dos o más personas con el propósito de lograr influencia, constituyen un proceso inestable, que varía según la articulación de intereses diversos. Se presume la estructura y el flujo del poder dentro y en torno a las organizaciones. Se parte de la premisa de que el comportamiento en las organizaciones resulta de juegos de poder en los cuales varios jugadores, denominados influyentes, buscan controlar las decisiones y acciones de la organización. La organización, en tanto un vehículo para satisfacer algunas de sus necesidades, atrae a las influyentes. La organización ~ 34 ~
depende entonces, del tipo de influyentes presentes, de las necesidades
que cada uno de ellos pretende satisfacer y de cómo cada uno de ellos pueda ejercer el poder para satisfacer tales necesidades. Se identifican, por lo tanto, coaliciones externas y coaliciones internas. En las externas existen individuos que no son trabajadores de la organización, pero usan su capacidad de influencia para intentar afectar el comportamiento de la los integrantes. En las internas, participan los trabajadores de la organización con poder formal e informal, y las personas encargadas de tomar decisiones y ejecutar acciones de forma regular y permanente. En fin, la organización, como sistema social, insertada en su contexto, busca preservar su identidad y mantenerse viva. Para eso, desarrolla una estructura normativa (valores, normas y expectativas de roles, patrones esperados de comportamiento e interacción) y una estructura de acción (patrones reales de interacción y comportamiento), surgida especialmente en los cargos directrices. La interacción de sus integrantes, en el campo de acción que se establece y se renueva, sustenta el compartir y se va reafirmando a través del tiempo. Las decisiones, elecciones y preferencias individuales no pueden ser cabalmente comprendidas si son desvinculadas del contexto cultural e histórico en las que están insertas. La perspectiva de análisis aquí adoptada es de visión global o sistémica, dinámica y contextual, asumiendo la indisociabilidad de las dimensiones psicológica, social y cultural. Las organizaciones pueden ser comprendidas, por lo tanto, como procesos de construcción permanente de acciones, reacciones e interacciones humanas. La historia de la organización es fuente de información para comprender su estado actual y los cambios organizaciones, los cuales son analizados siempre desde la perspectiva del desarrollo de los acontecimientos internos y externos en un proceso de cambios continuos. Las reconstrucciones desarrolladas por los integrantes de las organizaciones de trabajo tienden a proteger los intereses de los grupos o individuos, en un proceso continuo de cambio o de mantenimiento de símbolos y de valores para ~ 35 ~
dar legitimidad a las propias acciones o a las de otros. Los rituales se
repiten entre compañeros que desempeñan roles interdependientes y buscan consolidar pactos y reafirmar sus responsabilidades frente al medio. Son por lo tanto, una red de rituales interactivos, realizados en el marco de relaciones simétricas (solidarias) y asimétricas (jerárquicas) y en los significados aceptados socialmente. La constante interacción entre los niveles individual, interpersonal, organizacional y social constituye una red compleja, dinámica e interdependiente. En su inserción en contextos organizacionales y sociales específicos, el individuo se desarrolla y construye su identidad, tan compleja como los contextos donde se inserta. Además del nivel individual, la cultura incluye sistemas de significados compartidos colectivamente, Una organización no surge, desde su origen, como una cultura: asume ese carácter a lo largo del tiempo –de su historia- por medio de las redes complejas de interacciones humanas existentes tanto en el ámbito interno como en el externo. En última instancia, sea individual o colectiva, la acción se fundamenta en valores y creencias que los grupos de interés y de poder asumen como de sentido común y suponen son aceptadas por la comunidad.
Resumen
Basado en los abordajes culturalistas y preservando la indisociabilidad de
las dimensiones psicológica, social y cultural, las organizaciones son analizadas como un conjunto de elementos formales e informales construidos a partir de la interacción humana. Las organizaciones de trabajo son comprendidas como realidades socialmente construidas. En otras palabras, la realidad psicosocial construida en las organizaciones de trabajo es producto de las múltiples interacciones humanas en un proceso de acciones y reacciones Se caracterizan por ser sistemas sociales, técnicos y abiertos o un conjunto de partes interrelacionadas que se relacionan con los ambientes mediatos e inmediatos Resultan de sig- ~ 36 ~
nificados que son compartidos y que tienen origen en la estructura formal y
en la estructura informal y cuyo inicio está en el momento en que comienzan las actividades organizacionales. Para comprender una organización, entre otros aspectos, es necesario conocer su historia, las estructuras, las políticas y reglas, las estrategias y el contexto donde está inserta. Influenciada por el fundador, la organización se va edificando en el tiempo, a partir de los valores y creencias que las coaliciones dominantes buscan difundir y fortalecer. Las coaliciones externas están formadas por personas que trabajan en la organización, pero que tienen poder de influencia, mientras que las coaliciones internas están compuestas por los trabajadores con voz activa y personas encargadas de tomar decisiones y ejecutarlas regularmente. Los presupuestos que se consolidan se revelan en las acciones humanas en todos los niveles y son cruciales para la sustentabilidad organizacional, así como son los fundamentos de la acción individual y colectiva. Las redes de interacción se desarrollan continuamente e influencian la formación de la identidad, tanto organizacional como individual –el individuo es producto y productor del sistema.