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34 Parte I Introducción a la materia y el desarrollo prenatal
2. Etapa preoperacional (de los dos a los siete años, aproximadamente). El niño se forma con-
ceptos y utiliza símbolos como el lenguaje para comunicarse mejor. Los conceptos se limitan a su
experiencia personal inmediata. En esta etapa posee nociones muy estrechas, a veces “mágicas”,
de la causalidad y le es difícil clasificar los objetos o los hechos. No tiene teorías globales y gene-
rales, sino que se sirve de sus experiencias diarias para crear conocimientos específicos. No hace
generalizaciones sobre las clases de objetos (por ejemplo, todas las abuelas) ni percibe las conse-
cuencias de una cadena de eventos.
3. Etapa de las operaciones concretas (de los siete a los 11 o 12 años). El niño comienza a
pensar de manera lógica, a clasificar a partir de varias dimensiones y a entender los conceptos
matemáticos, a condición de que aplique esas operaciones a objetos o hechos concretos o por
lo menos imaginables en forma concreta. Empieza a utilizar la lógica en su pensamiento, pero le
cuesta mucho entender que un animal puede ser al mismo tiempo “perro” y “terrier”; sólo llega a
realizar una clasificación a la vez. Sin embargo, un niño de siete años sabe que los terriers son un
grupo más pequeño dentro del grupo más grande, el de todos los perros. También ve como “perros
pequeños” a otros subgrupos como los terriers y los poodles, y como “perros grandes” a los golden
retrievers y a los San Bernardo. En este tipo de pensamiento se refleja el conocimiento de la jerar-
quía en la clasificación.
4. Etapa de las operaciones formales (de los 11 o 12 años en adelante). El niño puede
analizar las soluciones lógicas a los conceptos concretos y abstractos. También puede pensar en
forma sistemática en todas las posibilidades y encontrar soluciones lógicas; llega a realizar
proyecciones al futuro, recordar el pasado en la solución de problemas y razonar mediante
la analogía y la metáfora. Este tipo de pensamiento no necesita ya estar ligado a objetos ni
a hechos físicos. Permite preguntar y contestar preguntas hipotéticas (“¿Qué sucedería si le
digo esto a esa persona?”); permite además “entrar en la cabeza” de los otros y asumir sus
roles e ideales.
REPASE Y APLIQUE 1. ¿En qué se distinguen la teoría del procesamiento de información y la teoría
cognoscitiva social?
2. ¿En qué se distinguen la teoría de Piaget, la del procesamiento de informa-
ción y la del aprendizaje social?
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Capítulo 4 Desarrollos físico, cognoscitivo y lingüístico en la infancia 145
REPASE Y APLIQUE 1. Resuma las capacidades visuales del recién nacido y sus efectos en la inte-
racción entre progenitor e hijo.
2. Resuma las capacidades auditivas y sus efectos en la interacción entre pro-
genitor e hijo.
3. ¿Cómo aplican los investigadores los paradigmas de la novedad y de la pre-
ferencia al diseñar experimentos para estudiar el desarrollo perceptual del
infante?
4. ¿Por qué los investigadores piensan que los sentidos se integran al nacer o
poco después?
Desarrollo cognoscitivo
La cognición es una serie de procesos interrelacionados mediante los cuales obte-
nemos y utilizamos conocimientos relacionados con el mundo. Abarca el pensa-
miento, el aprendizaje, la percepción, el recuerdo y la comprensión. El desarrollo
cognoscitivo designa el crecimiento y perfeccionamiento de estos procesos. En la
presente sección, examinaremos varios métodos con que se estudia y se describe
el desarrollo cognoscitivo que tiene lugar durante los dos primeros años de vida.
La mente activa
En opinión de muchos teóricos, el infante asume un rol activo en su desarrollo
cognoscitivo. Ésta es la postura fundamental de Jean Piaget. Para él, el hombre es
un ser activo, alerta y creativo que posee estructuras mentales, denominadas es-
quemas, las cuales procesan información y la organizan. Con el tiempo los esque-
mas se convierten en estructuras cognoscitivas más complejas, según señalamos
en el capítulo 1. Este desarrollo se lleva a cabo en una serie de etapas que pueden
comenzar a edades diferentes, pero que siempre siguen la misma secuencia.
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146 Parte II Niñez
El periodo sensoriomotor
Piaget dio el nombre de periodo sensoriomotor a la primera etapa del desa-
rrollo. El niño llega al mundo preparado, con amplias capacidades sensorio-
perceptuales y motoras para responder al ambiente. Según Piaget, los patrones
conductuales básicos —que comienzan como reflejos— le permiten elaborar
esquemas por asimilación y acomodación. Los esquemas preexistentes como
observar, seguir con la vista, succionar, asir y llorar son las estructuras básicas
del desarrollo cognoscitivo. En los siguientes 24 meses se transforman en los
primeros conceptos de los objetos, de las personas y del yo. En conclusión, la
inteligencia comienza con la conducta sensoriomotora.
Dos 1–4 meses Adaptaciones de los patrones sensoriales y motores básicos (por
ejemplo, succionar diversos objetos)
periodo sensoriomotor Primer periodo Tres 4–8 meses Aprender estrategias para hacer durar los estímulos visuales
de Piaget del desarrollo cognoscitivo (del interesantes
nacimiento a los dos años, aproxima-
damente). Los infantes usan esquemas Cuatro 8–12 meses Las acciones se vuelven más propositivas; búsqueda breve de
de acción —observar, coger, etc.— para los objetos escondidos
conocer su mundo.
Cinco 12–18 meses Exploración activa mediante ensayo y error (el “pequeño cientí-
adaptación En la teoría de Piaget, es el
fico”)
proceso mediante el cual los esquemas
del infante se elaboran, se modifican y se Seis 18–24 meses Pensar antes de hacer, valiéndose de combinaciones mentales
desarrollan.
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Capítulo 4 Desarrollos físico, cognoscitivo y lingüístico en la infancia 147
Juego con objetos Los logros a menudo sutiles en el juego con objetos son im-
portantes para el desarrollo cognoscitivo. Entre los cuatro y cinco meses el niño
suele estirar la mano, asir los objetos y sostenerlos. Estas habilidades aparente-
mente simples, junto con el perfeccionamiento de las habilidades perceptuales,
le permiten jugar con los objetos en una forma cada vez más diversa. Recuerda
los hechos repetidos, adecua sus acciones a varios objetos y comienza a enten-
der el mundo social mediante la simulación y la imitación. En otras palabras, el
juego sienta las bases de un pensamiento y de un lenguaje más complejos.
El juego con objetos pasa por etapas identificables, comenzando por sim-
ples exploraciones hacia los cinco meses (Garvey, 1977). A los nueve meses casi
todos los niños exploran los objetos: los mueven de un lugar a otro, invierten
su posición y los prueban golpeándolos contra otros. Todavía no conocen su
uso ni su función. A los 12 meses los examinan con detenimiento antes de lle-
várselos a la boca. De los 15 a los 18 meses tratan de utilizarlos correctamente.
Por ejemplo, fingen beber de una taza o peinarse el cabello con un cepillo de
juguete. A los 21 meses usan en forma correcta muchos objetos. Tratan de ali-
mentar una muñeca con una cuchara, la ponen en el asiento del conductor en
un camión de juguete o abren con la llave una puerta imaginaria. El juego se
vuelve realista a los 24 meses de edad. Las niñas llevan su muñeca a pasear y
los niños ponen en el orden correcto los camiones y remolques cuando los ali-
nean. Las muñecas son personas imaginarias para la niña de tres años de edad.
La hacen salir de casa, cortar leña, volver al hogar y encender una chimenea
imaginaria (Bornstein & O’Reilly, 1993; Fein, 1981).
Imitación Resulta fácil observar que, a los dos años, abundan las imitacio-
nes del mundo circundante en el juego con objetos. Sin embargo, la imitación
se inicia de manera muy simple en la infancia temprana.
En los dos primeros meses de vida el niño realiza imitaciones esporádicas
mientras juega con quien lo cuida. Como ya apuntamos, el recién nacido puede
imitar las expresiones faciales. Pero estas imitaciones desaparecen entre los dos y
tres meses y reaparecen al cabo de varios meses (Meltzoff y Moore, 1989).
Entre los tres y cuatro meses, el niño comienza a jugar con su madre a “ha-
blarse”, actividad en que parece tratar de reproducir los sonidos de la voz de ella.
Pero casi siempre la madre empieza el juego imitando a su hijo, de modo que no
es fácil saber quién imita a quién (Uzgiris, 1984). Entre los seis y siete meses el
niño sabe imitar gestos y acciones con gran precisión. Los primeros ademanes
imitados son aquéllos para los que ya tiene esquemas de acción como alcanzar y
asir. Para los nueve meses el niño puede imitar gestos nuevos como golpear un
objeto contra otro. En el segundo año comienza a imitar series de acciones o de
gestos. En un principio sólo imita las acciones que él mismo escoge. Más tarde
imita el cepillado de los dientes o el uso de la cuchara y el tenedor. Algunos lo-
gran el control de esfínteres imitando a un niño mayor o a quien los cuida.
¿La imitación exige acaso una representación mental de la acción? ¿Refleja
la acción del pensamiento? Piaget estaba convencido de que hasta una imita-
ción simple constituye una mezcla compleja de esquemas conductuales. Predecía
por eso que los niños no serían capaces de imitar acciones nuevas hasta cum-
plir por lo menos nueve meses de edad. Y pensaba, asimismo, que la imitación Entre los seis y siete meses, el niño ha
diferida —imitar algo que ocurrió horas o hasta días antes— exige habilidades mejorado en forma notable su capacidad
cognoscitivas que no se observan en los primeros 18 meses de vida. de imitar gestos y acciones.
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148 Parte II Niñez
Con todo, al parecer los infantes son capaces de imitar una acción nueva
un poco antes de lo que Piaget anticipaba. Por ejemplo, los hijos de progenito-
res sordos comienzan a aprender el lenguaje de signos a los seis o siete meses
(Mandler, 1988). Los investigadores han demostrado que pueden posponer
la imitación mucho antes de los 18 meses de edad. En un estudio (Meltzoff,
1988a, 1988b) se emplearon juguetes novedosos; por ejemplo: una caja con un
botón escondido que emitía un zumbido y un oso que bailaba cuando lo ha-
cían moverse por medio de cuerdas. Los niños veían estas acciones, pero no
les permitían realizarlas de inmediato. Los investigadores descubrieron que los
de 11 meses podían imitarlas hasta 24 horas más tarde y que los de 14 meses
podían hacerlo hasta una semana después.
A veces quizás agiten la mano en señal de despedida antes que puedan pro-
nunciar las palabras correspondientes. Tales acciones son los precursores más
primitivos de la representación simbólica, o sea, la capacidad de visualizar o,
en todo caso, de pensar en algo que no está físicamente presente.
La simulación es la manifestación de un proceso latente de la representación
simbólica (Mandler, 1983). Entre los seis y los 12 meses el niño comienza a simu-
lar, es decir, a servirse de acciones para representar objetos, hechos o ideas. Esta
conducta también se desarrolla en una secuencia predecible (Fein, 1981; Rubin y
otros, 1983). La primera etapa ocurre hacia los 11 o 12 meses; la mayoría de los
niños de esta edad fingen comer, beber o dormir, acciones muy familiares. En
los siguientes meses aumentan en forma extraordinaria la diversidad y el nivel
de esta actividad. En un principio el niño no necesita objetos para fingir, como
cuando aparenta dormir acurrucándose sobre la alfombra. Pero conforme va cre-
En general, los niños comienzan a simu- ciendo empieza a utilizar también juguetes y otros objetos. Entre los 15 y 18 meses,
lar entre los seis y los 12 meses, sobre alimenta a sus hermanos y hermanas, a sus muñecas y adultos con tazas reales y
todo si reciben ayuda de un hermano
mayor. de juguete, con cucharas y tenedores. De los 20 a los 26 meses finge que un objeto
es otra cosa: una escoba puede convertirse en un caballo, una bolsa de papel en
un sombrero, un piso de madera en una alberca. Estas formas de simulación re-
presentan una etapa más en el desarrollo cognoscitivo. Al advertir las semejanzas
generales entre un caballo y una escoba, los niños combinan un concepto distante
con uno más familiar y establece así una relación simbólica entre ambos.
El lenguaje es, por supuesto, el sistema más perfeccionado de representa-
ción simbólica. Analizaremos el desarrollo del lenguaje en la siguiente sección
del capítulo. Pero antes es importante ver la opinión que se tiene en la actuali-
dad sobre las teorías del desarrollo cognoscitivo propuestas por Piaget.