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TEMA 6: CONDUCTA DE AYUDA

INTRODUCCION

Elementos clave:

Contexto inicial: una niña china fue atropellada , los transeúntes no ofrecieron ayuda, lo
que genera preguntas sobre por qué no se presta ayuda en situaciones de emergencia.

Objetivo del capítulo: analizar tanto la conducta de no ayuda como la conducta de ayuda,
buscando comprender los mecanismos subyacentes detrás de estos comportamientos
sociales.

Enfoque histórico: Se señala que este análisis de la conducta prosocial y antisocial refleja una
tendencia histórica en la Psicología Social que busca abordar problemas sociales como el
racismo, la agresión y la discriminación.

Referencia a actos heroicos: Se mencionan ejemplos de actos heroicos,. Estos actos de


heroísmo se presentan como un contraste con la conducta de no ayuda.

Relación con la Psicología Positiva: Se establece una conexión entre la explicación de conductas
prosociales y la Psicología Positiva, que se centra en los aspectos positivos del comportamiento
social.
Falencias del comportamiento prosocial: Se menciona que, a pesar de los aspectos nobles de la
conducta prosocial, existen falencias, como culpar a las víctimas o actuar con motivaciones
egoístas.

Estructura del capítulo: se enfocará en definir el comportamiento prosocial, explorar por qué
algunas personas ayudan y otras no, analizar los motivos detrás del comportamiento
prosocial, y considerar la perspectiva de la persona que necesita ayuda.

Resumen: La introducción del libro se centra en un incidente impactante que plantea preguntas
sobre la conducta de ayuda y la conducta de no ayuda en la sociedad. El capítulo tiene como
objetivo analizar los mecanismos subyacentes detrás de estos comportamientos sociales,
incluyendo actos heroicos y falencias en la conducta prosocial. Se establece una conexión con la
Psicología Positiva y se adelanta la estructura del capítulo que abordará la definición del
comportamiento prosocial, los factores que influyen en la conducta de ayuda y los motivos
detrás de esta conducta.

1. COMPORTAMIENTO PROSOCIAL, CONDUCTA DE AYUDA, ALTRUISMO Y CORAJE CIVIL

Prosocialidad: La prosocialidad es una característica fundamental de las interacciones


humanas y se refiere a comportamientos destinados a beneficiar a otras personas o a la
sociedad . Estos comportamientos se consideran beneficiosos y se definen según las
normas y valores culturales. A menudo, la prosocialidad es guiada por la preocupación por la
aprobación social más que por un deseo genuino de promover el bienestar de los demás. La
prosocialidad abarca una amplia gama de acciones, desde ayudar a alguien en apuros hasta
contribuir a una causa benéfica o incluso proteger el medio ambiente.

Conducta de Ayuda: La conducta de ayuda es una subcategoría de la prosocialidad que se enfoca


en proporcionar un beneficio específico a otra persona. Para que una acción se considere una
conducta de ayuda, debe cumplir dos condiciones. 1º, debe beneficiar a los demás de
manera intencionada y no casual. El beneficio debe ser el resultado de una acción deliberada.
En 2º lugar, la conducta debe ser voluntaria y no realizada por obligación. Xj, dar dinero a
alguien necesitado se consideraría una conducta de ayuda, ya que se realiza de manera
voluntaria e intencionada.

La conducta de ayuda puede variar en cuanto a la cantidad de recursos y tiempo que requiere.
Puede ser una acción sencilla, como decir la hora a un desconocido, o una acción más
significativa, como rescatar a un niño de la trayectoria de un vehículo en movimiento. Además,
puede ser directa (por ejemplo, ayudar a un amigo con una mudanza) o indirecta (por ejemplo,
donar a una organización benéfica). También puede implicar o no la anticipación de
recompensas externas.

Altruismo: El altruismo es otra subcategoría del comportamiento prosocial que va más allá de
la simple conducta de ayuda. Se caracteriza por la motivación interna del actor, que se basa en
la preocupación desinteresada por el bienestar de los demás. En otras palabras, el altruismo se
define por la intención de aumentar el bienestar de otras personas sin importar las recompensas
personales o los costos involucrados. Ejemplos de comportamiento altruista incluyen donar
sangre, voluntariado en situaciones de crisis o ayudar a extraños sin esperar nada a cambio.
Es importante destacar que identificar las motivaciones internas del actor puede ser un desafío
en algunos casos. Por ejemplo, si alguien corre hacia un edificio en llamas para salvar a personas
atrapadas, no siempre es posible determinar si lo hace por una genuina preocupación por los
demás o por motivos personales, como reducir el propio malestar o aliviar sentimientos de
culpa. Sin embargo, lo esencial es que el altruismo se enfoca en el bienestar de los demás sin
considerar los beneficios personales.

Coraje Moral o Civil: El coraje moral o civil implica la defensa pública de valores y normas
morales, a menudo enfrentando consecuencias negativas. Se necesita coraje moral para
enfrentarse a situaciones en las que se deben denunciar prácticas discriminatorias, intervenir en
defensa de un bien mayor o exponer prácticas ilegales dentro de organizaciones. Esto a menudo
se asocia con riesgos físicos y costos sociales, como la impopularidad, el ostracismo, la
desaprobación o incluso el encarcelamiento.

El coraje moral se diferencia de otros comportamientos prosociales, como la conducta de ayuda


o el altruismo, porque a menudo involucra confrontación y se dirige a corregir transgresiones
contra principios y normas morales. Puede incluir actos como denunciar el acoso sexual,
exponer irregularidades organizacionales o protestar contra regímenes opresivos. A menudo,
quienes muestran coraje moral pueden enfrentar consecuencias sociales negativas, ya que a
veces se perciben como amenazantes para otros.

Cooperación: La cooperación es un tipo específico de comportamiento prosocial que se


diferencia de la conducta de ayuda y el altruismo. En la cooperación, dos o más personas se
unen como socios para trabajar de manera interdependiente hacia un objetivo común que
beneficiará a todos los involucrados. A diferencia de la conducta de ayuda o el altruismo, la
cooperación implica un equilibrio de poder y objetivos compartidos.

En resumen, estos diferentes tipos de comportamientos prosociales destacan la diversidad de


formas en que las personas pueden ayudar a los demás y contribuir al bienestar de la sociedad.
La motivación detrás de estos actos, ya sea el deseo de aprobación social, la preocupación
genuina por los demás o la defensa de valores morales, es un factor crucial que influye en cómo
y por qué las personas realizan conductas prosociales.
2. DETERMINANTES SITUACIONALES VS DISPOSICIONALES DE LA CONDUCTA DE AYUDA

Determinantes Situacionales: Se refieren a los factores que se encuentran en el entorno


o la situación en la que se produce la necesidad de ayuda. Por ejemplo, se mencionan elementos
como el aspecto físico de la víctima, la similitud con la víctima, el número de testigos, el costo
de proporcionar ayuda y otros factores relacionados con la situación en sí. La investigación ha
demostrado que los factores situacionales suelen ser mejores predictores de la conducta
prosocial que las variables disposicionales. Esto sugiere que la decisión de ayudar o no a menudo
depende de cómo se presente la situación.
Determinantes Disposicionales: Estos factores se relacionan con las características de la
personalidad o los rasgos individuales que podrían influir en la tendencia de una persona a
ayudar. Algunos de los rasgos disposicionales analizados incluyen la amabilidad, la honestidad-
humildad, la empatía disposicional y la responsabilidad social. Estos rasgos pueden influir en la
predisposición de una persona para realizar actos de ayuda. Por ejemplo, las personas con alta
simpatía y preocupación por los demás tienden a ser más prosociales.

Interaccionismo: La investigación moderna se inclina hacia una perspectiva interaccionista de


los factores situacionales o disposicionales en relacion asi con más importantes unos que
otros para predecir la conducta de ayuda Esto significa que ambos interactúan y se influyen
mutuamente para determinar si una persona brindará ayuda en una situación dada. En otras
palabras, la conducta de ayuda es el resultado de la interacción entre ambos.

El texto sugiere que no existe una respuesta simple a por qué algunas personas ayudan y otras
no. En cambio, la decisión de ayudar a menudo se basa en una combinación de
factores situacionales y disposicionales. La situación en la que se encuentra una persona y
su propia personalidad y rasgos desempeñan un papel clave en la determinación de la
conducta de ayuda en una situación dada. La investigación continúa explorando esta
interacción para comprender mejor por qué las personas toman decisiones prosociales

3. DETERMINANTES DE LA CONDUCTA DE AYUDA

Considerando : las características de la situación y las características de la víctima.

Características de la Situación: Las situaciones en las que ocurren eventos que requieren ayuda
son un factor crítico en la determinación de si una persona ayudará o no. Algunos aspectos clave
de las situaciones que pueden influir en la conducta de ayuda incluyen:

• Nº de Espectadores: El "efecto espectador" se refiere a la tendencia de las


personas a ser menos propensas a ayudar en situaciones de emergencia cuando hay
otras personas presentes. Esto se debe a que las personas a menudo asumen que
alguien más tomará la iniciativa, lo que lleva a la difusión de la responsabilidad.
• Costo de la Ayuda: Si ayudar implica un alto costo en términos de tiempo, dinero o
riesgo personal, es menos probable que las personas brinden ayuda.
• Conexión Personal: Las personas son más propensas a ayudar cuando sienten una
conexión personal con la víctima o cuando creen que la víctima es similar a ellos. La
empatía y la identificación con la víctima pueden aumentar la probabilidad de ayuda.
• Características de la Emergencia: La naturaleza de la emergencia, su gravedad y el grado
de urgencia también influyen en la decisión de ayudar. Las situaciones de alto riesgo o
amenaza para la vida a menudo generan más ayuda.

Características de la Víctima: Las características de la persona que necesita ayuda también son
un factor importante en la determinación de si alguien brindará asistencia. Algunos aspectos
relevantes de las características de la víctima incluyen:
 Apariencia Física: La apariencia física de la víctima, como su género, edad, raza y
atractivo, puede influir en la probabilidad de recibir ayuda. Las investigaciones han
demostrado que las personas son más propensas a ayudar a víctimas que consideran
"más necesitadas" o a personas con las que se identifican.
 Grado de Responsabilidad de la Víctima: Si se percibe que la víctima es parcialmente
responsable de su propia situación de necesidad de ayuda (por ejemplo, debido a sus
acciones o decisiones previas), es posible que las personas sean menos propensas a
ayudar.
 Emotividad de la Víctima: Si la víctima muestra emociones fuertes, como miedo,
angustia o desesperación, es más probable que las personas brinden ayuda.

La decisión de ayudar o no en una situación de emergencia está influenciada por una


interacción compleja de factores situacionales y disposicionales. La presencia de otros
espectadores, el costo percibido de la ayuda, la conexión personal con la víctima y las
características de la situación y la víctima son elementos clave que determinan si una persona
tomará la iniciativa de brindar asistencia. Comprender estos factores es esencial para
promover la conducta de ayuda en la sociedad.

3.1 CARACTERISTICAS DE LA SITUACION

El texto destaca la importancia de las características de la situación en la conducta de ayuda y


hace referencia al famoso caso de Kitty Genovese como un ejemplo de un suceso que generó
interés en la investigación sobre la conducta prosocial. También menciona el efecto espectador,
un fenómeno en el cual la presencia de otras personas puede disminuir la probabilidad de que
los observadores brinden ayuda en situaciones de emergencia.

El modelo de intervención en emergencias propuesto por Latané y Darley se presenta como


una explicación de por qué las personas a veces no ayudan. Según este modelo, durante una
emergencia, las personas deben tomar 5 decisiones fundamentales:

1. Darse cuenta de que el suceso es anómalo (Paso 1): Para que alguien ayude, primero
debe notar que algo inusual o anormal está sucediendo. Si la persona no percibe la
emergencia, es menos probable que ayude.
2. Interpretar el suceso como una emergencia (Paso 2): Una vez que se reconoce la
anormalidad, es necesario interpretarla como una situación de emergencia que requiere
ayuda. Si la persona no percibe la situación como una emergencia, es menos probable
que actúe.
3. Asumir la responsabilidad de ayudar (Paso 3): La persona debe sentir que tiene la
responsabilidad de intervenir. La presencia de otros espectadores puede llevar a una
difusión de la responsabilidad, lo que reduce la probabilidad de que alguien asuma la
responsabilidad.
4. Saber cómo ayudar (Paso 4): La persona debe tener conocimiento sobre cómo brindar
ayuda efectivamente en esa situación. La falta de habilidades o conocimientos
adecuados puede ser un obstáculo para brindar ayuda.
5. Decidir si prestar ayuda o no (Paso 5): Finalmente, la persona debe tomar la decisión
de brindar ayuda. Si alguna de las etapas anteriores no se completa o si la persona
decide no ayudar, la asistencia no se proporcionará.
El texto también señala que la probabilidad de brindar ayuda puede disminuir debido a
condiciones situacionales, como el número de espectadores presentes o la ambigüedad de la
situación. La presencia de otras personas a menudo lleva a la difusión de la responsabilidad, lo
que significa que cada individuo puede sentir menos responsabilidad personal para ayudar, ya
que asume que otros lo harán. Esto puede resultar en que nadie brinde ayuda en una
emergencia, como se observó en el caso de Kitty Genovese.

 FASE 1 ¿ES UN SUCESO ANOMALO?

En la Fase 1 del modelo de intervención en emergencias, se plantea la pregunta de si un


suceso es anómalo. Esta fase se refiere a la capacidad de una persona para percibir una
situación como inusual o anormal y, por lo tanto, como una posible emergencia que
requiere su atención y posiblemente su ayuda. A continuación, se resumen los puntos
clave de esta fase:

 Distracciones y falta de atención: En situaciones cotidianas, las personas a menudo


están absortas en sus preocupaciones y no prestan atención constante a su entorno.
Como resultado, muchos sucesos en el contexto social pueden pasar desapercibidos.
 Salencia de la anormalidad: La probabilidad de que una persona preste atención a un
suceso del contexto social depende de la saliencia o anormalidad de ese suceso. Por
ejemplo, si hay indicadores notables, como luces parpadeantes, explosiones, humo o
olores intensos, es más probable que las personas presten atención a la situación.
 Recursos cognitivos y estado de ánimo: La capacidad de percibir una situación como
anómala también depende de los recursos cognitivos disponibles y del estado de ánimo
de la persona. La presión temporal y la sobrecarga sensorial pueden limitar los recursos
cognitivos, lo que dificulta la percepción de una situación como anormal. El estado de
ánimo negativo puede hacer que las personas estén más centradas en sí mismas y
menos atentas a las necesidades de los demás.
 Presión temporal: La presión temporal puede reducir la probabilidad de que una
situación se perciba como una emergencia. Estudios han demostrado que las personas
bajo presión temporal son menos propensas a prestar ayuda que aquellas que no están
bajo esta presión.
 Sobrecarga sensorial: En áreas urbanas densamente pobladas, la sobrecarga sensorial
puede hacer que las personas se aíslen de los estímulos externos y perciban menos las
situaciones de emergencia en medio de una multitud de estímulos. Esto puede resultar
en una menor probabilidad de ayuda en comparación con áreas rurales donde la
sobrecarga sensorial es menor.
 Estado de ánimo: El estado de ánimo de una persona también puede influir en su
percepción de las situaciones como anómalas. Las personas con estados de ánimo
negativos pueden estar más centradas en sí mismas y menos atentas a las necesidades
de los demás.

En resumen, para que una persona brinde ayuda, primero debe notar que un suceso es
anómalo o inusual. Sin embargo, el simple hecho de notar una situación anómala no
garantiza que se brinde ayuda. La siguiente fase del modelo de intervención en emergencias
se ocupa de cómo se interpreta la situación como una emergencia y asume la
responsabilidad de ayudar.

 FASE 2 ¿SE TRATA REALMENTE DE UNA EMERGENCIA?

En la Fase 2 del modelo de intervención en emergencias, se plantea la pregunta de si la situación


realmente se trata de una emergencia. La interpretación de una situación como una emergencia
es crucial para determinar si se brindará ayuda. Aquí se resumen los puntos clave de esta fase:
1. Ambigüedad de la situación: La percepción de una situación como una emergencia
depende en parte de la ambigüedad de la misma. Las situaciones que involucran
violencia abierta y peligro suelen reconocerse más claramente como emergencias,
especialmente si van acompañadas de otros indicios como gritos o disparos.
2. Influencia social y efecto del público: Cuando la situación es ambigua, las personas
tienden a buscar fuentes de información para reducir su incertidumbre y decidir cómo
interpretarla. Una fuente importante de información es el comportamiento de las otras
personas presentes en la situación. Si las personas a su alrededor no hacen nada, es más
probable que alguien interprete la situación como no siendo una emergencia y, por lo
tanto, no preste ayuda.
3. Ignorancia pluralista: El fenómeno de la ignorancia pluralista se refiere a la ausencia de
acción como resultado de observar la falta de respuestas de los demás, basándose en la
suposición de que, si los demás no actúan, la situación es inofensiva. Esto puede llevar
a la parálisis en la toma de decisiones y resultar en que nadie preste ayuda a la víctima.
4. Comunicación entre individuos: La tendencia a la ignorancia pluralista es menor en
grupos de amigos que en grupos de extraños. Los grupos de amigos a menudo tienen
un marco cognitivo común para entender la conducta de los demás, basado en la
experiencia previa compartida, lo que facilita la comunicación y la interpretación de la
situación.
5. Comportamiento de la víctima: La forma en que la víctima actúa también puede influir
en la percepción de la situación. Si la víctima muestra claramente signos de estar en
peligro o necesitar ayuda, es más probable que la situación sea interpretada como una
emergencia y que se ofrezca ayuda.

En resumen, la ambigüedad de la situación y la influencia de las acciones de otras personas a


menudo determinan si una persona interpreta una situación como una emergencia y decide
asumir la responsabilidad de ayudar. La comunicación entre individuos y el comportamiento de
la víctima también juegan un papel importante en esta interpretación.

 FASE 3 ¿DEBO ASUMIR LA RESPONSABILIDAD DE AYUDAR?

En la Fase 3 del modelo de intervención en emergencias, la pregunta es si se debe asumir la


responsabilidad de ayudar. Aquí, se discute cómo la presencia de otros observadores en una
situación puede influir en la disposición de una persona para ayudar. A continuación, se resumen
los puntos clave de esta fase:

1. Efecto espectador: El efecto espectador es un fenómeno que se refiere a la disminución


de la probabilidad de que las personas ayuden a una persona en apuros a medida que
aumenta la cantidad de espectadores presentes en la situación. Este fenómeno fue
demostrado por Darley y Latané en un estudio clásico en el que mostraron que los
participantes eran menos propensos a ayudar a una persona que parecía estar sufriendo
un ataque epiléptico cuando creían que otros observadores también podrían prestar
ayuda.
2. Mecanismos explicativos: Se han propuesto varios mecanismos para explicar el efecto
espectador. Estos incluyen:
o Aprensión a la evaluación: El temor de ser juzgado negativamente por los
demás si se interpreta mal la situación y no se brinda ayuda.
o Ignorancia pluralista: La idea de que la presencia de varias personas puede
llevar a una interpretación errónea de que la situación no es una emergencia en
situaciones ambiguas.
o Difusión de la responsabilidad: Las personas se sienten menos responsables de
intervenir en una situación a medida que aumenta el número de personas
presentes.
3. Efecto espectador en entornos virtuales: El efecto espectador también se ha observado
en entornos virtuales y en las redes sociales. Los estudios han demostrado que la
disposición para responder a una solicitud de ayuda disminuye a medida que aumenta
el número de destinatarios de un correo electrónico, lo que plantea preguntas sobre la
estrategia de enviar solicitudes de ayuda a múltiples contactos con la esperanza de
recibir respuestas de todos.
4. El ciberacoso y el efecto espectador: Gran parte de la investigación sobre el efecto
espectador en entornos virtuales se ha centrado en el ciberacoso, donde las personas a
menudo son testigos de comportamientos inapropiados o abusivos en línea. En estos
casos, la presencia de otros observadores puede influir en la decisión de intervenir o no.

En resumen, el efecto espectador es un fenómeno bien documentado en el que la presencia de


otros observadores puede llevar a una disminución en la probabilidad de que alguien asuma la
responsabilidad de ayudar en una situación de emergencia. Los mecanismos explicativos
incluyen la preocupación por la evaluación, la ignorancia pluralista y la difusión de la
responsabilidad. Este efecto también se ha observado en entornos virtuales, lo que plantea
desafíos adicionales en la toma de decisiones sobre la ayuda en línea.

 FACTORES QUE ATENUAN EL EFECTO ESPECTADOR

En cuanto a los factores que pueden atenuar el efecto espectador, aquí se destacan varias
condiciones y características de las situaciones que pueden reducir o eliminar este efecto:

1. Costes extremadamente altos de no ayudar: Cuando los costes de no ayudar son


percibidos como extremadamente altos para la víctima, el efecto espectador tiende a
disminuir o desaparecer. Por ejemplo, si una persona es atacada por alguien
significativamente más fuerte, otros observadores pueden ser más propensos a
intervenir, independientemente de cuántos espectadores haya.
2. Daño relevante para el observador: Si el daño resultante de no ayudar se considera
relevante para el observador, aumenta el sentimiento de responsabilidad personal y
disminuye el efecto espectador. En este caso, si no intervienen, el observador se
perjudicaría a sí mismo.
3. Asignación de responsabilidad personal: Cuando se solicita ayuda directamente al
potencial donante de la ayuda o si no ayudar podría afectar negativamente a la
reputación del observador, el efecto espectador se reduce. La percepción de
responsabilidad personal aumenta cuando el observador se siente directamente
involucrado en la situación.
4. Variables sociodemográficas: Algunas variables sociodemográficas, como el estatus
socioeconómico y el género, también pueden atenuar el efecto espectador:
o Estatus socioeconómico: Estudios sugieren que las personas con menos
recursos económicos pueden ser más generosas y estar dispuestas a ayudar en
mayor medida que aquellas con más recursos económicos. Esto puede deberse
a una mayor empatía y comprensión de las necesidades de otros.
o Género: Las investigaciones han demostrado que no hay diferencias
significativas en la cantidad de ayuda que prestan hombres y mujeres, pero sí
en el tipo de ayuda que ofrecen. Los hombres tienden a intervenir en
situaciones que requieren respuestas rápidas en situaciones físicamente
peligrosas, mientras que las mujeres tienden a proporcionar ayuda a su círculo
cercano, ofreciendo apoyo emocional y asesoramiento. Estas diferencias de
género en la forma de ayudar están influenciadas por los roles de género y las
expectativas sociales.

En resumen, varios factores pueden atenuar el efecto espectador, lo que significa que las
personas son más propensas a asumir la responsabilidad de ayudar en situaciones en las que los
costes de no hacerlo son altos, el daño es relevante para el observador, se solicita ayuda de
manera directa o la reputación está en juego. Además, las variables sociodemográficas como el
estatus socioeconómico y el género también pueden influir en la disposición de una persona
para ayudar. Estos hallazgos resaltan la importancia de considerar una variedad de factores al
estudiar la conducta de ayuda en situaciones de emergencia.

 FASE 4 ¿TENGO LAS COMPETENCIAS NECESARIAS COMO PARA PRESTA AYUDA?

En esta etapa, lo crucial no es solo la competencia objetiva (saber cómo realizar una acción de
ayuda), sino también la percepción subjetiva de competencia. A continuación, se exploran más
a fondo estos aspectos:

1. Competencia objetiva: La competencia objetiva se refiere al conocimiento y las


habilidades necesarias para proporcionar ayuda efectiva en una situación de
emergencia. Por ejemplo, saber cómo realizar maniobras de reanimación
cardiopulmonar (RCP) o cómo aplicar primeros auxilios a alguien herido. A menudo, las
personas que han recibido capacitación en primeros auxilios o han participado en cursos
de RCP pueden contar con una mayor competencia objetiva en situaciones de
emergencia.
2. Percepción subjetiva de competencia: Además de la competencia objetiva, la
percepción subjetiva de competencia juega un papel importante en la decisión de
prestar ayuda. Esto se refiere a cómo se siente la persona en términos de su capacidad
para ayudar. Incluso si alguien tiene el conocimiento y las habilidades, es posible que no
se sienta seguro para intervenir si no se percibe a sí mismo como competente. Por otro
lado, una alta percepción de competencia puede llevar a una mayor disposición para
ayudar, incluso si la persona no tiene una capacitación formal.

En muchos casos, la percepción de competencia subjetiva puede ser un factor crucial en la


decisión de prestar ayuda. Por ejemplo, en situaciones de RCP, una persona que ha recibido
entrenamiento en RCP puede sentirse más competente y estar más dispuesta a intervenir que
alguien sin capacitación, aunque ambos tengan el mismo conocimiento objetivo.

La percepción de competencia subjetiva también puede influir en la disposición de una persona


para asumir riesgos al prestar ayuda, incluso si esto significa enfrentarse a consecuencias
negativas para sí mismo. Si una persona se siente competente y eficaz, es más probable que esté
dispuesta a ayudar a pesar de los riesgos potenciales.

En resumen, la competencia objetiva y la percepción subjetiva de competencia son aspectos


clave en la fase 4 del proceso de toma de decisiones sobre si prestar ayuda en una situación de
emergencia. Tener el conocimiento y las habilidades necesarias es importante, pero también lo
es sentirse competente y eficaz para intervenir. La combinación de ambas puede influir
significativamente en la disposición de una persona para prestar ayuda en situaciones de
necesidad.

 FASE 5. LA DECISION DE DECIDIR

En esta etapa, el observador considera diversos factores antes de tomar una decisión sobre si
prestará ayuda. Uno de los factores clave es el análisis de costos y beneficios, que implica
sopesar las posibles consecuencias de prestar ayuda en comparación con no hacerlo. A
continuación, se exploran más a fondo estos aspectos:

1. Costos y beneficios para la víctima: El observador evalúa cómo su intervención o falta


de ella afectará a la víctima. Si la ayuda es necesaria y puede marcar la diferencia entre
la vida y la muerte o la gravedad de una lesión, es más probable que el observador se
sienta motivado para intervenir. Por otro lado, si prestar ayuda podría empeorar la
situación de la víctima o causarle daño, el observador podría ser más cauteloso y
reticente a intervenir.
2. Costos y beneficios para el potencial donante de ayuda: El observador también
considera cómo afectará la intervención a su propia situación. Esto puede incluir costos
en términos de tiempo, dinero, recursos, o incluso riesgos personales. Los observadores
pueden preguntarse si están dispuestos a asumir estos costos o si les resultaría más
conveniente no intervenir. Además, pueden considerar posibles consecuencias
negativas, como sentirse culpables por no ayudar.
3. Normas sociales y presiones externas: Las normas sociales y las expectativas sociales
también pueden influir en la decisión de prestar ayuda. El observador puede sentirse
presionado por lo que se espera de él o de la sociedad en general. Por ejemplo, si se
encuentra en un entorno en el que la norma social es ayudar a los demás en situaciones
de emergencia, es más probable que intervenga.
4. Consecuencias personales: La decisión de intervenir o no también puede estar
influenciada por la percepción de las consecuencias personales. El observador puede
temer las posibles repercusiones legales, la desaprobación de los demás o el daño a su
propia reputación. Esto puede llevar a una decisión de no intervenir incluso si la
situación lo requiere.

En resumen, la decisión de intervenir en una situación de emergencia se basa en un análisis de


costos y beneficios tanto para la víctima como para el potencial donante de ayuda. Los
observadores sopesan cuidadosamente estos factores antes de tomar una decisión final. A
menudo, esta fase es compleja y puede verse influenciada por una variedad de factores,
incluyendo las normas sociales, las expectativas personales y las consecuencias percibidas. La
decisión de intervenir o no en una emergencia puede variar de una situación a otra y de una
persona a otra.

3.1.1 MODELO DE ACTIVACION Y COSTE RECOMPENSA

El modelo de activación y coste-recompensa (Piliavin et al., 1981) se basa en la idea de


que las personas están motivadas para maximizar sus recompensas y minimizar sus costos. Esto
significa que, al presenciar una situación de emergencia, las personas pasan por una serie de
pasos antes de decidir si intervendrán para ayudar. A continuación, se explican los conceptos
clave de este modelo:

1. Activación: Cuando una persona presencia una situación de emergencia, experimenta


una activación fisiológica, que generalmente se percibe como desagradable. Esta
activación puede incluir la liberación de hormonas del estrés y un aumento en la
frecuencia cardíaca. Esta activación desencadena una motivación para reducir esta
incomodidad, lo que puede llevar a la disposición para ayudar.
2. Análisis de costes y beneficios: Después de la activación, las personas realizan un
análisis de costes y beneficios para determinar si intervendrán para ayudar o no. Este
análisis implica sopesar los costos asociados con la ayuda (como tiempo, dinero,
esfuerzo) y los costos de no ayudar (como culpa o daño a la víctima) en comparación
con las posibles recompensas.
3. Dirección de la acción: La dirección de la acción se basa en si los beneficios percibidos
superan los costos percibidos. Si los beneficios superan los costos, es más probable que
la persona decida ayudar. Por otro lado, si los costos percibidos son significativamente
más altos que los beneficios percibidos, es menos probable que la persona intervenga.

El modelo de activación y coste-recompensa predice que:

1. Cuando los costos de ayudar son bajos y los costos de no ayudar son altos, la ayuda
directa es más probable. Esto ocurre cuando ayudar puede marcar una gran diferencia
para la víctima y no hacerlo podría tener consecuencias graves.
2. Cuando tanto los costos de ayudar como los de no ayudar son altos, las personas pueden
optar por ayudar de manera indirecta (como llamar a la policía) o reinterpretar la
situación para reducir los costos percibidos de no ayudar (como culpabilizar a la víctima).
3. Cuando los costos de ayudar y los de no ayudar son bajos, la decisión de ayudar o no
dependerá de otros factores, como las normas sociales o las características personales
del observador.

Es importante destacar que este modelo no siempre predice el comportamiento de ayuda de


manera precisa, ya que hay numerosos factores que pueden influir en la toma de decisiones de
ayuda. Además, la percepción subjetiva de costos y beneficios es única para cada individuo y
puede variar según la situación y las circunstancias personales.
3.2 CARACTERISTICAS DE LA VICTIMA

El comportamiento de ayuda está influenciado por una serie de características de la víctima.


Algunos de los factores clave que pueden afectar la disposición de las personas a ayudar
incluyen:

1. Atractivo físico: Los estudios han demostrado que las personas son más propensas a
ayudar a una víctima atractiva en comparación con una víctima menos atractiva. Esta
preferencia por el atractivo físico se ha observado en situaciones tanto en línea como
fuera de línea.
2. Similitud percibida: La similitud entre el donante de ayuda y la víctima también puede
aumentar la disposición para ayudar. La gente tiende a sentir más empatía y conexión
con aquellos que se perciben como similares en términos de valores, intereses y
creencias.
3. Culpabilización de la víctima: Si las personas perciben que la víctima ha contribuido de
alguna manera a su propia situación o que su comportamiento fue provocativo o
inapropiado, pueden ser menos propensas a ayudar. Este fenómeno está relacionado
con las atribuciones que hacen las personas sobre la causa del sufrimiento de la víctima.
4. Pertenencia a grupos estigmatizados: Las personas pertenecientes a grupos
estigmatizados, como minorías étnicas o personas con orientaciones sexuales no
normativas, pueden recibir menos ayuda debido a prejuicios o estereotipos. La
discriminación y el racismo pueden influir en la disposición de las personas a ayudar a
las víctimas de diferentes grupos.

Es importante destacar que la relación entre estos factores y el comportamiento de ayuda puede
ser compleja y variar según la situación y las circunstancias individuales. Por ejemplo, la similitud
entre el donante de ayuda y la víctima puede aumentar la disposición a ayudar, pero también
puede dar lugar a la culpabilización de la víctima en algunos casos. Además, algunos estudios
sugieren que las personas pueden ayudar a las víctimas de grupos estigmatizados en ciertas
situaciones, mientras que en otras situaciones pueden mostrar prejuicios.

En general, la toma de decisiones relacionadas con el comportamiento de ayuda es influenciada


por una variedad de factores psicológicos, sociales y culturales. La comprensión de estos
factores es importante para promover un comportamiento de ayuda más efectivo y compasivo
en situaciones de emergencia.
4. ¿ PORQUE AYUDAMOS? MOTIVOS DEL COMPORTAMIENTO PROSOCIAL

3 enfoques principales:

1. El afecto: El afecto, o las emociones, desempeña un papel fundamental en la conducta


prosocial. La empatía, en particular, se considera un factor clave en la motivación para
ayudar. La empatía implica la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de
los demás, lo que puede llevar a las personas a sentir simpatía por aquellos que
necesitan ayuda. Cuando las personas experimentan empatía hacia una víctima, es más
probable que se sientan motivadas para ayudar, ya que desean aliviar el sufrimiento de
la persona necesitada.
2. Normas sociales y personales: Las normas sociales son reglas y expectativas de
comportamiento que rigen la interacción en una sociedad. Las personas a menudo
actúan de acuerdo con estas normas para ser aceptadas y apreciadas por otros
miembros de la sociedad. Las normas personales, por otro lado, son estándares
individuales que las personas adoptan y que pueden influir en sus decisiones de
ayudar. La violación de las normas sociales y personales puede llevar a sentimientos
de culpa, lo que puede motivar a las personas a ayudar para alinearse con estas
normas.
3. Aprendizaje social: El aprendizaje social se refiere a cómo las personas aprenden a
través de la observación de otros y la imitación de comportamientos. Las personas
pueden aprender a ser prosociales al observar a modelos de conducta prosocial en su
entorno. Si ven que otros ayudan y son recompensados o elogiados por ello, es más
probable que también adopten comportamientos prosociales. Por otro lado, si observan
comportamientos egoístas o antisociales siendo recompensados, pueden estar menos
motivados para ayudar.

Estos tres mecanismos pueden interactuar de manera compleja en la toma de decisiones


prosociales. Xj, el afecto puede influir en la activación de la empatía, que a su vez puede
ser moldeada por las normas sociales y personales. Las personas pueden aprender a sentir
empatía y a actuar de manera prosocial debido a la influencia de los modelos y las normas
que han observado.

En resumen, las razones por las que las personas ayudan son multifacéticas y pueden ser el
resultado de una combinación de factores emocionales, sociales y de aprendizaje. Comprender
estos mecanismos es esencial para promover y fomentar comportamientos prosociales en la
sociedad.

4.1 EL AFECTO COMO MOTIVACION

La distinción entre el malestar personal y la preocupación empática es fundamental para


comprender las motivaciones subyacentes a la conducta prosocial. Aquí hay una explicación más
detallada de estas dos categorías de motivación:

1. Motivación egoísta (malestar personal): En situaciones en las que las personas ayudan
para reducir su propio malestar emocional, la motivación es egoísta. El malestar
personal se refiere a los sentimientos desagradables que experimentamos al presenciar
el sufrimiento de otra persona. Para aliviar ese malestar, las personas pueden decidir
ayudar a la víctima. Esto significa que la motivación detrás de la ayuda es egoísta, ya que
el objetivo principal es sentirse mejor uno mismo, en lugar de aliviar el sufrimiento de
la víctima. Esencialmente, la ayuda es un medio para un fin personal, en este caso,
reducir el malestar emocional.
2. Motivación altruista (preocupación empática): Cuando las personas ayudan motivadas
por la compasión y la preocupación por el bienestar de la víctima, su motivación es
altruista. La empatía juega un papel central en este tipo de motivación. Las personas
que sienten compasión por el sufrimiento de la víctima se motivan a ayudar para aliviar
ese sufrimiento y mejorar la situación de la persona en apuros. En este caso, el objetivo
principal de la ayuda es el bienestar de la víctima, y no el propio bienestar emocional
del donante de ayuda.

La percepción de la motivación egoísta o altruista puede variar según cómo el potencial


donante de ayuda interprete sus propios sentimientos emocionales. Algunas personas pueden
creer que están ayudando principalmente para reducir su malestar personal, mientras que otras
pueden sentir que su motivación es genuinamente altruista. Además, en la práctica, las
motivaciones pueden ser una combinación de ambas. Por ejemplo, alguien puede sentir
compasión por una persona necesitada (motivación altruista) y, al mismo tiempo, experimentar
alivio personal al ayudar (motivación egoísta).

La distinción entre estas motivaciones es importante porque puede tener implicaciones


para cómo se siente la persona después de ayudar y para su disposición continua a brindar ayuda
en el futuro. Las personas que ayudan por motivos altruistas pueden sentirse más satisfechas y
experimentar una mayor sensación de logro por su contribución, lo que podría motivarlos a
seguir ayudando en el futuro.

En resumen, la motivación para ayudar puede basarse en el deseo de reducir el malestar


personal (egoísta) o en la preocupación empática por el bienestar de la víctima (altruista). La
percepción de la motivación puede variar de una persona a otra y, en la práctica, puede ser una
combinación de ambas. Comprender estas motivaciones es fundamental para comprender por
qué las personas ayudan en situaciones de necesidad.

4.1.1. CUANDO AYUDAMOS PARA SENTIRNOS BIEN

Los modelos que describen la motivación egoísta para ayudar se centran en la idea de
que las personas pueden ayudar principalmente para reducir su malestar personal o mejorar su
propio estado de ánimo. Estos modelos sugieren que la conducta de ayuda puede ser vista como
un medio para un fin egoísta, ya que la motivación detrás de la ayuda es principalmente
beneficiarse a uno mismo. A continuación, se resumen los tres modelos egoístas de motivación
para ayudar:

1. Modelo de la activación y coste-recompensa: Según este modelo, cuando


presenciamos el sufrimiento de otra persona, experimentamos una activación
emocional desagradable, como angustia o tristeza. La activación nos motiva a ayudar,
pero la ayuda se considera principalmente como un medio para reducir nuestra propia
activación emocional. En otras palabras, el objetivo final es aliviar nuestro propio
malestar emocional, lo que hace que la motivación sea egoísta.
2. Hipótesis del alivio del estado negativo: Este modelo se centra en la idea de que
presenciar el sufrimiento de otra persona puede inducir un estado emocional negativo
en el observador, como culpa o tristeza. Ayudar a la víctima puede ser gratificante, ya
que puede mejorar la autoestima y los sentimientos de integridad personal del
observador. La motivación aquí es egoísta porque la ayuda se busca principalmente para
aliviar el propio estado emocional negativo, independientemente de si se atribuye
directamente al sufrimiento de la víctima.
3. Hipótesis del mantenimiento del estado de ánimo: Este modelo sugiere que, cuando
estamos de buen humor, ayudamos a mantener ese estado emocional positivo. En
situaciones en las que nuestro estado de ánimo es positivo, podemos estar más
dispuestos a ayudar a los demás, ya que el acto de ayuda puede mantener o mejorar
aún más nuestro estado de ánimo positivo. La motivación aquí también es egoísta, ya
que la ayuda se ofrece principalmente para mantener o mejorar el propio estado de
ánimo.

Estos modelos egoístas sugieren que la conducta de ayuda se basa en la búsqueda de


beneficios personales, ya sea para aliviar el malestar emocional, mejorar la autoestima o
mantener un estado de ánimo positivo. Sin embargo, es importante destacar que estos modelos
no excluyen la posibilidad de que las personas puedan experimentar motivaciones altruistas en
ciertas situaciones. La motivación para ayudar puede ser una combinación de motivos egoístas
y altruistas, y puede variar de una persona a otra y de una situación a otra. Por lo tanto, no todos
los actos de ayuda son impulsados exclusivamente por motivos egoístas

4.1.2 LA EMPATIA COMO MOTIVO SUBYACENTE DE LA CONDUCTA DE AYUDA

La hipótesis de la empatía-altruismo, propuesta por Batson, sostiene que, a pesar de


que la mayoría de la conducta de ayuda puede estar motivada por el egoísmo, también existe la
motivación altruista para ayudar. El altruismo se define como un estado motivacional cuyo
objetivo final es aumentar el bienestar de otra persona. En esta teoría, la empatía desempeña
un papel central.

Según esta hipótesis, la motivación altruista se origina a partir de la emoción de


preocupación empática. La preocupación empática abarca una amplia gama de sentimientos,
como pena, compasión y angustia, y surge en respuesta al bienestar percibido de una persona
necesitada. En otras palabras, cuando vemos a alguien sufrir, experimentamos sentimientos de
pena y compasión por su infortunio, y esta preocupación empática nos motiva a actuar de
manera altruista. El objetivo de esta motivación altruista es reducir el malestar de la víctima y
mejorar su bienestar.

Diferencias clave de la hipótesis de la empatía-altruismo en comparación con los


modelos egoístas de motivación incluyen:

1. Motivación altruista: Según esta hipótesis, la motivación principal para ayudar es


altruista, ya que el objetivo principal es mejorar el bienestar de la víctima,
independientemente del alivio de la propia angustia o el estado de ánimo del
observador.
2. Ayuda efectiva: Las personas motivadas altruistamente ayudarán incluso si la forma de
ayuda es ineficaz para aliviar su propia angustia o estado de ánimo. El objetivo es ayudar
a la víctima, no solo sentirse mejor.
3. Pena y compasión: La preocupación empática incluye sentimientos de pena y
compasión, lo que impulsa a la persona a actuar para aliviar el sufrimiento de la víctima.
4. Ayuda en situaciones difíciles: Las personas motivadas altruistamente pueden estar
dispuestas a ayudar incluso cuando los costes de no hacerlo son elevados.

La hipótesis de la empatía-altruismo argumenta que el altruismo es una motivación real


en la conducta de ayuda y que puede ser independiente de los motivos egoístas que también
pueden influir en la toma de decisiones. La empatía, en particular la preocupación empática,
desempeña un papel esencial en la motivación altruista para ayudar a otros.

4.2. LAS NORMAS PROSOCIALES COMO MOTIVO. CUANDO AYUDAMOS PORQUE ES


LO CORRECTO

Las normas prosociales desempeñan un papel esencial en la conducta de ayuda. A lo


largo del proceso de socialización, las personas aprenden tanto normas sociales generales como
normas personales que influyen en su comportamiento prosocial. A continuación, se discuten
tres tipos de normas prosociales y su impacto en la toma de decisiones de ayuda:

1. La norma de responsabilidad social: Esta norma se basa en la idea de que debemos


ayudar a personas necesitadas, como ancianos, niños, enfermos o discapacitados,
incluso si no esperamos una recompensa tangible a cambio. Se aplica especialmente en
situaciones en las que la reciprocidad no es probable o incierta. Sin embargo, esta norma
puede dejar de tener efecto si se percibe que la persona que necesita ayuda es
responsable de su propia situación debido a la falta de esfuerzo o conductas inmorales.
2. La norma de reciprocidad: La norma de reciprocidad se basa en motivos egoístas. Según
esta norma, ayudamos a quienes nos han ayudado, con la expectativa de que nos
devolverán el favor en el futuro. La reciprocidad se basa en el principio de que no
queremos sentirnos en deuda con los demás y que devolveremos la ayuda por gratitud
o para evitar sentimientos de culpa. Sin embargo, la reciprocidad también puede tener
riesgos, ya que no siempre se cumple y las personas pueden detectar a quienes se
aprovechan de esta norma.
3. La norma de equidad: La norma de equidad se relaciona con la distribución justa o
equitativa de recursos. Las personas se sienten motivadas para restablecer la equidad
cuando perciben desigualdades en lo que dan y lo que reciben. Sin embargo, esta norma
a menudo se ve influida por la percepción personal de lo que uno merece o ha
contribuido.

Además de estas normas sociales, también existen normas personales. Las normas
personales son obligaciones morales individuales que guían el comportamiento de una persona
en situaciones específicas. El modelo de Schwartz sobre la activación de normas sugiere que la
toma de decisiones para ayudar se basa en cuatro fases: activación, obligación, defensa y
respuesta. Las personas deben ser conscientes de las consecuencias de su comportamiento
antes de sentirse responsables de realizar una conducta de ayuda. Los sentimientos de
responsabilidad aumentan los sentimientos de obligación moral, lo que lleva a la intención de
ayudar.

Es importante destacar que las normas sociales y personales pueden variar según la
cultura y el contexto. La socialización desempeña un papel fundamental en la formación y
adhesión a estas normas. A medida que las personas crecen y se desarrollan, internalizan estas
normas y las aplican a situaciones cotidianas. La interacción entre las normas prosociales, las
normas personales y la toma de decisiones individuales es un componente esencial en la
comprensión de la conducta de ayuda y el comportamiento prosocial.

4.3 IMPORTANCIA DE LAS CONDICIONES DE SOCIALIZACION PARA EL APRENDIZAJE


DEL COMPORTAMIENTO PROSOCIAL

Las condiciones de socialización juegan un papel fundamental en el aprendizaje del


comportamiento prosocial. Estas condiciones influyen en la formación de normas prosociales y
en la adquisición de actitudes y comportamientos altruistas. A continuación, se exploran
algunas de las formas en q las condiciones de socialización afectan al desarrollo del
comportamiento prosocial:

1. Aprendizaje por refuerzo: Se basa en la idea de que las conductas de ayuda se


refuerzan mediante recompensas. Por ejemplo, cuando los padres elogian o
recompensan a un niño por comportarse de manera servicial, el niño aprende que este
tipo de comportamiento es valorado y es más probable que lo repita en el futuro. Del
mismo modo, el castigo por no ayudar puede tener el efecto contrario.
Sin embargo, se debe tener en cuenta que el castigo severo puede generar sentimientos
negativos y no promover la motivación intrínseca para ayudar.
2. Aprendizaje por observación o modelado: Los niños y las personas en general pueden
aprender comportamientos prosociales al observar a modelos que demuestran
conductas altruistas. Los modelos poderosos y las personas con relaciones cariñosas,
como los padres y familiares cercanos, son especialmente influyentes en el aprendizaje.
Además, los modelos en los medios de comunicación, como personajes de dibujos
animados o videojuegos, también pueden desempeñar un papel en la adquisición de
comportamientos prosociales.
3. Diferencias culturales en la socialización: La socialización varía según la cultura y puede
influir en el comportamiento prosocial. Algunas culturas pueden enfatizar la obediencia
como un objetivo importante de socialización, lo que puede estar relacionado con un
mayor comportamiento prosocial. Por otro lado, en algunas culturas, se puede priorizar
la autonomía. Por ejemplo, un estudio comparativo reveló que los niños indios y
alemanes respondían de manera diferente a los modelos generosos y tacaños, y esto se
relacionaba con los objetivos de socialización de sus respectivas culturas.

En resumen, las condiciones de socialización, que incluyen el refuerzo, el modelado y los


valores culturales, desempeñan un papel clave en la formación del comportamiento prosocial.
Estas condiciones influyen en cómo las personas internalizan normas sociales y normas
personales que guían sus acciones en situaciones en las que se requiere ayuda. La socialización
temprana y las experiencias de aprendizaje en el entorno familiar y cultural contribuyen al
desarrollo del comportamiento prosocial a lo largo de la vida.

5. LA AYUDA DESDE LA PERSPECTIVA DE LA PERSONA RECEPTORA

En la perspectiva del receptor de la ayuda, el proceso de búsqueda y recepción de ayuda


se ve influenciado por diversas necesidades psicológicas y dinámicas relacionales. A
continuación, se explorarán algunos aspectos clave relacionados con la recepción de ayuda
desde la perspectiva del receptor:

1. Necesidades psicológicas básicas: Dos necesidades psicológicas fundamentales que


influyen en la disposición de las personas para buscar y recibir ayuda son la necesidad
de pertenencia y la necesidad de independencia. La necesidad de pertenencia nos
impulsa a conectarnos con los demás y a ayudar a quienes lo necesitan. Sin embargo,
también valoramos nuestra independencia y resistimos la idea de depender de otros.
Esta tensión entre la necesidad de pertenencia y la necesidad de independencia puede
influir en la dinámica de buscar y recibir ayuda.
2. Gratitud: Cuando las personas reciben ayuda y se sienten agradecidas, se crea un
aspecto "favorable" de la recepción de ayuda. La gratitud es un sentimiento de aprecio
y reconocimiento hacia quienes brindan asistencia. La investigación ha examinado los
antecedentes y las consecuencias de la gratitud. Por ejemplo, la gratitud puede
fortalecer las relaciones, motivar a las personas a ayudar a otros y contribuir a un mayor
bienestar psicológico.
3. Amenaza para la autoestima: Existe una percepción común de que buscar ayuda o
depender de otros puede amenazar la autoestima de las personas. La resistencia a pedir
ayuda puede basarse en la creencia de que ser percibido como necesitado puede llevar
a otros a considerarnos menos competentes. Esta percepción puede llevar a que algunas
personas eviten pedir ayuda.
4. Reacciones negativas: Cuando las personas se ven en una situación de dependencia y
sienten que amenaza su autoestima, pueden experimentar reacciones negativas hacia
quienes les brindan ayuda. Estas reacciones pueden incluir falta de gratitud,
resentimiento o incluso una respuesta hostil. La dinámica entre el donante de ayuda y
el receptor puede volverse tóxica en tales situaciones.
5. Moderadores de la recepción de ayuda: Varias características de las personas y las
situaciones pueden moderar la relación entre la ayuda y sus consecuencias. Esto incluye
factores como la cultura, la personalidad, la calidad de la relación entre el donante y el
receptor y la naturaleza de la ayuda proporcionada.
6. Recepción de ayuda en contextos intergrupales: La recepción de ayuda también puede
tener implicaciones en contextos intergrupales. Las dinámicas de ayuda entre grupos
pueden influir en las percepciones de justicia, equidad y solidaridad entre los grupos, lo
que a su vez puede tener un impacto en las relaciones intergrupales.

En resumen, la recepción de ayuda desde la perspectiva del receptor es un proceso


complejo que involucra la interacción de diversas necesidades psicológicas y dinámicas
relacionales. La gratitud puede ser un aspecto positivo de recibir ayuda, pero la percepción de
amenaza para la autoestima y las reacciones negativas son desafíos que pueden surgir en el
proceso. La comprensión de estos aspectos es importante para promover relaciones de ayuda
saludables y efectivas.

5.1 CONSECUENCIAS POSITIVAS DE RECIBIR AYUDA: LA GRATITUD

La gratitud, tanto como estado en situaciones específicas de ayuda como un rasgo


disposicional o característica de personalidad, desempeña un papel crucial en las dinámicas de
las relaciones de ayuda y tiene una serie de consecuencias positivas:

1. Gratitud como estado (situacional):


o Antecedentes: La investigación sobre la gratitud como estado se ha centrado
en identificar las condiciones que hacen que las personas sean más propensas
a experimentar gratitud. La gratitud como estado surge después de recibir
ayuda y está vinculada a la percepción de que alguien ha brindado asistencia de
manera desinteresada o altruista.
o Consecuencias: Cuando las personas se sienten agradecidas, esto motiva la
reciprocidad y la generosidad. La expresión de gratitud hacia el donante de la
ayuda refuerza las relaciones de ayuda y fomenta la continuación de la
asistencia en el futuro. Esta dinámica contribuye al fortalecimiento de la
solidaridad social en relaciones interpersonales y grupales.
2. Gratitud disposicional (rasgo de personalidad):
o Relación con el bienestar: La gratitud disposicional se refiere a la tendencia
estable de una persona a sentirse agradecida por las cosas positivas que otros
hacen por ella. Existe una sólida relación entre la gratitud disposicional y el
bienestar general. Aunque la dirección de la causalidad no siempre está clara, la
evidencia sugiere que inducir gratitud puede mejorar el bienestar de las
personas.
o Efectos positivos: Las personas con una mayor gratitud disposicional tienden a
experimentar un mayor bienestar subjetivo, como el optimismo y la mejora de
la calidad de vida. También son propensas a brindar apoyo emocional a otras
personas, lo que contribuye a relaciones sociales más saludables y solidarias.
3. Voluntariado y ayuda sostenida en el tiempo:
o Impacto en el bienestar: El voluntariado y la ayuda sostenida en el tiempo han
demostrado tener efectos positivos en la salud psicológica y física de los
voluntarios. Las personas que ayudan a otros, especialmente de manera
continuada, experimentan beneficios en términos de bienestar. Ayudar a otros
puede proporcionar un sentido de utilidad y conexión con los demás, lo que
puede ser particularmente importante en momentos de vulnerabilidad, como
la vejez o después de la pérdida de un ser querido.

En general, la gratitud desempeña un papel fundamental en las dinámicas de ayuda y en


la promoción de relaciones solidarias y saludables. Fomenta la reciprocidad, la generosidad y la
continuidad en la asistencia, lo que a su vez contribuye al bienestar de las personas que brindan
ayuda y de quienes la reciben. La gratitud, ya sea como un estado puntual o como un rasgo de
personalidad, tiene el potencial de fortalecer las conexiones sociales y la solidaridad en la
sociedad.

5.2 LAS CONSECUENCIAS NEGATIVAS DE RECIBIR AYUDA: LA DEPENDENCIA DE OTROS


COMO FUENTE DE AMENAZA

Recibir ayuda puede no ser siempre una experiencia positiva y puede conllevar
consecuencias negativas para el receptor de la ayuda. Estas consecuencias negativas están
relacionadas con la percepción de dependencia de otros y pueden incluir:

1. Amenaza a la autoestima: La ayuda recibida puede amenazar la autoestima del


receptor, ya que puede sentirse como si estuviera admitiendo su propia incompetencia
o falta de habilidades para resolver sus problemas. Esta percepción puede ser
particularmente fuerte si la ayuda proviene de alguien a quien el receptor considera más
competente o poderoso.
2. Reticencia a pedir ayuda: Debido a la preocupación por la autoestima y la imagen
personal, muchas personas son reacias a pedir ayuda. En situaciones académicas,
laborales o personales, algunos individuos evitan pedir ayuda para no parecer
incompetentes. Esta reticencia a pedir ayuda puede llevar a enfrentar dificultades en
solitario, incluso cuando la ayuda podría ser beneficiosa.
3. Disimulación de la búsqueda de ayuda: En algunos casos, las personas pueden disimular
su necesidad de ayuda para evitar exponer su vulnerabilidad. Esto puede manifestarse
en la forma en que presentan sus problemas, como si fueran los de otra persona o como
si no necesitaran asistencia.
4. Estrés y percepción de la ayuda como amenazante: Las personas que dependen de
otros debido a fragilidades físicas o mentales, como las personas mayores, pueden
percibir la ayuda como estresante. Esta percepción puede deberse a la pérdida de
independencia y autonomía.

Es importante destacar que la percepción de amenaza para la autoestima no significa


que la ayuda sea intrínsecamente perjudicial. En muchos casos, la ayuda es esencial y
beneficiosa. Sin embargo, es crucial reconocer que las dinámicas psicológicas pueden hacer que
las personas sientan resistencia a pedir ayuda y experimenten sentimientos negativos cuando la
reciben. En consecuencia, es importante fomentar una cultura en la que se entienda que pedir
y recibir ayuda es una muestra de fortaleza y que la ayuda es un recurso valioso para superar
desafíos y dificultades.
5.3 CARACTERISTICAS DE LAS PERSONAS Y LAS SITUACIONES QUE MODERAN LA
RELACION ENTRE PETICION DE AYUDA Y LAS CONSECUENCIAS.

Las características del donante de la ayuda, la naturaleza de la ayuda misma y las


características de la persona receptora de la ayuda pueden influir en la dinámica de la petición,
recepción y gratitud. Aquí se resumen algunos de los puntos clave:

Características del donante de la ayuda y su relación con el receptor de la ayuda:

1. Familiaridad: Solicitar ayuda a personas conocidas puede ser más amenazante para la
autoestima que pedirla a desconocidos. Por ejemplo, en el ámbito laboral, los
empleados que piden ayuda a sus compañeros pueden experimentar una disminución
en la autoestima en comparación con aquellos que no la solicitan. A pesar de esto, en
situaciones de necesidad significativa que producen estrés psicológico, como problemas
matrimoniales o laborales, las personas suelen buscar ayuda de amigos y familiares
cercanos.

Características de la ayuda:

1. Relevancia para la autoestima: La percepción de amenaza para la autoestima es mayor


cuando la ayuda implica admitir la propia incompetencia o falta de habilidades en áreas
que son relevantes para la autoestima. Las personas pueden ser más reacias a solicitar
ayuda cuando perciben que los donantes de ayuda pueden atribuir sus problemas a
causas internas como la falta de competencia.
2. Ayuda orientada hacia la autonomía vs. dependencia: La forma en que se ofrece la
ayuda puede influir en la autoestima del receptor. La ayuda orientada hacia la
dependencia implica que el receptor carece de la competencia necesaria para resolver
el problema y que el donante de ayuda proporcionará una solución. Por otro lado, la
ayuda orientada hacia la autonomía proporciona herramientas para que el receptor
resuelva el problema por sí mismo. La ayuda orientada hacia la autonomía es menos
amenazante para la autoestima, especialmente cuando los receptores se ven a sí
mismos como competentes y capaces.
3. Ayuda pública y explícita vs. privada e implícita: La forma en que se solicita y recibe
ayuda también afecta la autoestima del receptor. La dependencia es más evidente y
potencialmente amenazante cuando se busca ayuda de manera pública o se admite
abiertamente un fracaso. En comparación, recibir ayuda de manera privada o implícita,
como observar o escuchar consejos útiles para problemas similares, puede ser menos
amenazante para la autoestima.

Características de quien recibe la ayuda:

1. Edad: La edad afecta la receptividad de la ayuda. Los niños pequeños no se sienten


amenazados por la dependencia porque es natural para ellos necesitar ayuda en muchas
actividades. Sin embargo, a medida que los niños crecen y comienzan a enfrentar
presiones para ser autónomos, la ayuda puede volverse amenazante para su
autoestima. Del mismo modo, en la vejez, depender de la ayuda de otros puede ser
especialmente amenazante, ya que las personas han sido autónomas durante la mayor
parte de sus vidas.
2. Género: Existen diferencias de género en la disposición a buscar ayuda.
Tradicionalmente, los hombres tienden a ser menos propensos que las mujeres a buscar
ayuda en una variedad de situaciones. Estas diferencias de género se basan en roles
estereotipados, donde a los hombres se les anima a ser independientes y competitivos,
mientras que a las mujeres se les puede orientar hacia la dependencia.

En resumen, la decisión de buscar y recibir ayuda, así como la gratitud que se siente,
están influenciadas por múltiples factores, incluyendo la relación con el donante de ayuda, la
naturaleza de la ayuda y las características personales del receptor. Estos factores pueden
interactuar de manera compleja en la experiencia de pedir y recibir ayuda.

5.4 LA AYUDA EN CONTECTOS INTERGRUPALES

La teoría de la identidad social y la investigación en psicología social han arrojado luz


sobre cómo se manifiesta la ayuda en contextos intergrupales. Algunos de los hallazgos y
conceptos clave incluyen:

1. Identidad social compartida: Cuando la identidad social es destacada, las personas


muestran una preferencia por ayudar a aquellos que pertenecen a su grupo. Además, el
favoritismo hacia el grupo propio disminuye cuando las personas perciben que su grupo
y otro grupo comparten una identidad común. En este contexto, las motivaciones para
ayudar a miembros del grupo propio y del grupo externo pueden ser diferentes, con la
empatía siendo un motivador clave para la ayuda intragrupal y la atracción del receptor
siendo un factor más importante en la ayuda intergrupal.
2. Ayuda intergrupal y relaciones de estatus: La ayuda entre grupos puede estar motivada
por el deseo de afirmar o preservar el estatus privilegiado del grupo propio. Esta
motivación se intensifica cuando la identidad social del grupo está amenazada. La ayuda
intergrupal puede ser una forma en que los grupos aborden las relaciones de estatus
entre ellos. Cuando las diferencias de estatus intergrupales se perciben como seguras,
legítimas y estables, el grupo de alto estatus tiende a cuidar del grupo de bajo estatus,
manteniendo una dependencia unidireccional. Esto puede llevar al grupo de bajo
estatus a sentir gratitud y aceptar la legitimidad de su desventaja social.
3. Percepción de estatus intergrupal: Las percepciones sobre la estabilidad, legitimidad y
seguridad de las relaciones de estatus intergrupales influyen en cómo se manifiesta la
ayuda intergrupal. Cuando las relaciones de estatus se perciben como seguras y
legítimas, el grupo de alto estatus puede brindar ayuda para mantener la dependencia,
lo que puede llevar a sentimientos de gratitud por parte del grupo de bajo estatus. En
contraste, cuando las relaciones de estatus se perciben como inseguras, ilegítimas o
inestables, los miembros del grupo de bajo estatus pueden estar motivados para buscar
la igualdad y evitar la dependencia.
4. Efectos experimentales: Los estudios experimentales han respaldado estas
predicciones. Por ejemplo, los miembros de grupos desfavorecidos muestran una mayor
disposición a depender del apoyo del grupo de alto estatus cuando perciben que las
relaciones de estatus son estables en comparación con cuando creen que son inestables.
Estos resultados se han observado en investigaciones con el paradigma del grupo
mínimo y en estudios con grupos reales.

En resumen, la teoría de la identidad social y la investigación en psicología social


destacan cómo las relaciones intergrupales y las percepciones sobre el estatus pueden influir en
la dinámica de la ayuda entre grupos. La ayuda intergrupal puede ser utilizada para mantener o
cambiar las relaciones de estatus entre grupos, y las percepciones sobre la seguridad y
legitimidad de estas relaciones juegan un papel importante en la forma en que se manifiesta la
ayuda.

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