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TEMA:
ALTRUISMO
CATEDRATICO:
LIC. CAROL CRISTINA DIAZ RAUDA
FECHA DE PRESENTACION:
SABADO 18 DE ABRIL DEL 2020
INTRODUCCION
La falta de esos valores fundamentales puede contribuir, entre otras cosas, a una mayor
frecuencia de comportamientos inadecuados, que no sólo afectan a las relaciones que se
desarrollan en el aula (alumno-alumno, profesor-alumno), sino que se ven directamente
perjudicados el clima escolar y el proceso de enseñanza-aprendizaje que se lleva a cabo
en dicho contexto. Además, las conductas disruptivas (gritar, pelearse, insultar,
agredirse, etc.) suponen, en la mayoría de los casos, el polo opuesto a las conductas de
ayuda o en pro de los intereses de los demás, pues implican molestar, agredir, incordiar,
etc. En este caso, los maestros encargados de forma directa de la educación de los niños
y jóvenes dentro de este contexto, se sienten desbordados y preocupados ante la
incapacidad por resolver dichas situaciones. Y por otro lado, esta falta de clima escolar
dificulta aspectos tan importantes en el alumno, como el rendimiento académico, la
capacidad de concentración, las relaciones interpersonales, etc. Por todo esto, la escuela
y en especial los maestros, necesitan técnicas de intervención en el aula, fáciles de
desarrollar y eficaces en la mejora de ese clima escolar, tan fundamental para llevar a
cabo un correcto proceso de enseñanza aprendizaje con niños y jóvenes. De esta forma,
parece de vital importancia llevar a cabo una tecnología útil que mejore el aprendizaje
de valores positivos y disminuya la influencia de otros aspectos menos deseados. La
promoción de valores altruistas y el manejo de conductas disruptivas parece una
alternativa válida ante esta realidad que se percibe tan frecuente en el aula.
Conceptualización
El altruismo es una conducta voluntaria motivada por el deseo de ayudar a otra persona,
donde no anticipamos ningún beneficio externo y aunque suponga un riesgo para
nosotros mismos. Es decir, es una conducta que sólo beneficia a la otra persona.
Según esta perspectiva, esto sólo ocurriría en los casos en los que hubiera un individuo
que compartiera los mismos genes. Por tanto, el altruismo en la naturaleza vendría a
garantizar la supervivencia de la carga genética del individuo altruista, y por tanto
supondría una ventaja evolutiva.
Se entiende por altruismo, toda aquella diligencia en procurar el bien ajeno aún a costa
del propio. Considerando por diligencia la actividad o trámite que realiza una persona,
es necesario resaltar, en este caso, el concepto de conducta altruista.
Conductas altruistas, entiende que son aquellos comportamientos que benefician a otros,
provocando o manteniendo efectos positivos; quien los lleva a cabo lo hace
voluntariamente, con la intención de ayudar a los demás y sin anticipar recompensas a
corto o largo plazo; y por último, la conducta debe suponer más costes externos que
beneficios externos
Ante estas definiciones, surgen problemas en la práctica científica a la hora de
considerar o no ciertos aspectos, como el beneficio que produce dicha conducta o la
motivación que debe existir o no en la realización de dicho comportamiento. Con
respecto al beneficio, la controversia surge cuando se tiene en cuenta exclusivamente el
bienestar que se produce en la víctima y no se valora el posible beneficio que el
benefactor pueda recibir. la inquietud aparece sobre todo cuando se observan
situaciones de emergencia concretas en las que se da un beneficio mutuo entre el
benefactor y la persona beneficiada.
Entre altruismo y conducta altruista, definiendo el altruismo como una disposición, una
orientación hacia el bien de los otros que se manifiesta en diversas conductas. Y
considerando la conducta altruista, como aquel comportamiento que beneficia a otros,
provocando o manteniendo efectos positivos; quien lo lleva a cabo lo hace
voluntariamente, con la intención de ayudar a los demás, y sin anticipar recompensas a
corto o largo plazo; y por último, la conducta debe suponer más costes externos que
beneficios externos. Es decir, este autor valora aspectos externos y resultados de la
conducta, pero no olvida que es imprescindible tener en cuenta la intención última de la
persona. En segundo lugar, distingue entre conducta altruista y conducta prosocial,
entendiendo esta última como, toda conducta que beneficia a otras personas y se realiza
voluntariamente. De esta forma, se considera ambos comportamientos de forma distinta
y entiende que optar por uno o por otro, cuando se está interviniendo con niños tiene sus
inconvenientes: el concepto de conducta altruista puede ser demasiado restrictivo para
comprobar que dicha definición cumple todos los requisitos que antes se han expuesto,
y el concepto de conducta prosocial puede resultar excesivamente amplio por el número
de comportamientos que abarca, provocando una pérdida de interés para la mayoría de
ellos. Por todas estas razones, López (1994) propone el estudio de este tipo de
comportamientos, sobre todo si se va a trabajar con una población infantil, fusionando
ambos conceptos. Para ello hay que tener en cuenta lo positivo de cada uno. De esta
forma, surge el término conducta prosocial-altruista: aquella conducta que cumple los
requisitos externos de la conducta altruista y algunos aspectos como:
2) Ser voluntaria (que solamente la situación de necesidad del otro sea la que actúe
como estímulo elicitador de la conducta).
3) Estar bien definida la persona o personas que obtienen los beneficios (para que el
beneficiario sea la persona que verdaderamente necesita la ayuda).
Esta última definición fue inspiración para el filósofo Augusto Comte, padre del
positivismo [Sistema filosófico que admite únicamente el método experimental y
rechaza toda noción a priori y todo concepto universal y absoluto], pues a partir de la
palabra italiana Altrui -el otro-, creó el término altruismo. La idea del filósofo fue
aportar el término opuesto a egoísmo, es decir la palabra generosidad, pues en ella no se
explica que el beneficiario de la misma sea precisamente el otro.
El altruismo, tiene que ver con valores pues un ejemplo de esto es que va de la mano
con la solidaridad. El altruismo y la solidaridad tienen una dimensión claramente
humana y de servicio a la sociedad que se pone a prueba si para prestar ayuda a los
demás tenemos que renunciar a beneficios propios, inmediatos y significativos.
En la actualidad, pocas veces el hombre es más feliz cuando dedica su vida a los otros
en complacida actitud de servicio y de solidaridad.
Por tanto, considero necesario educar a las nuevas generaciones en las bases del
altruismo visto como «valor» y como meta digna de todo esfuerzo, orientándoles a estar
abiertos a la generosidad. Es importante enseñar a nuestros hijos a ser solidarios es decir
capacitarles para la alegría, para la verdadera libertad y para el amor. Educar para el
altruismo implicará enseñarlos en la casa, en las escuelas o en la comunidad a ser
solidarios con sus semejantes es decir poner en práctica los valores.
Los altruistas optan por anteponer su bienestar al de otros. De tal manera que son felices
cuando otros prosperan, y se entristecen cuando otros sufren. El altruismo es también
una fuerza poderosa al establecer lazos cooperativos dentro de una comunidad mayor.
Así mismo, pienso que el altruismo debe ser un pilar de la protección civil, y que
nosotros como profesionistas debemos de fundamentar nuestra labor en el altruismo es
decir velar por el bienestar de nuestros semejantes.
¿Por qué somos altruistas? Algunos investigadores creen que no es la agresión sino el
altruismo lo que está programado en el genoma humano. De hecho, niños muy
pequeños ayudarán a un adulto incluso si no perciben que recibirán una recompensa.
Por tanto, sentir empatía hacia las emociones negativas de los demás llevaría al deseo de
mejorar su situación y ayudarlos.
Cuanta más empatía sintamos, más probable es que ayudemos a los demás. Y es más
probable que empaticemos con personas con las que nos sintamos identificadas, con
apariencia física similar a la nuestra.
Sin embargo, la capacidad para ponerse en el lugar de otro que no estamos viendo,
simplemente sabiendo que está en algún lugar sufriendo va mucho más allá del contagio
emocional y tiene que ver con la compasión.
4- Compasión y altruismo
Por tanto, la compasión podría ser una forma de empatía intrínseca, es decir, la conducta
de ayuda es satisfactoria en sí misma.
Según Batson, este fenómeno se compone de siete etapas: percepción del necesitado,
adopción de la perspectiva del necesitado, apego, empatía, motivación altruista, cálculo
hedónico y conducta de ayuda.
Desde un punto de vista evolutivo, vamos a tender a emitir más conductas altruistas a
personas con las que tengamos algún parentesco, es decir, que compartamos genes. De
esta manera haremos más probable que nuestros genes sobrevivan, aun cuando pueda
costarnos la vida. Esta estrategia nos habría permitido sobrevivir como especie.
Pero también tenderemos a ayudar más con quienes tenemos algún tipo de relación
íntima o de apego, aunque no sean de nuestra familia. Vamos a empatizar más con ellos.
Sin embargo, no en todas las relaciones la conducta de ayuda es bienvenida, sobre todo
cuando no ha sido solicitada. Ya que puede percibirse como una forma de control, de
hacerles estar en deuda o una sutil forma de desprecio.
6- Altruismo recíproco
7- Motivación egoísta
Las normas sociales que influyen en la aparición de conductas de ayuda o altruistas son:
El efecto bystander
En la conducta de ayuda, la presencia de otras personas inhibe el comportamiento
altruista. Esto se denomina el efecto bystander. Cuantas más personas observen una
emergencia, menos probable es que la víctima reciba ayuda. Este fenómeno fue
observado por primera vez por los investigadores Latane y Darley. Pero, ¿por qué
ocurre esto? Por los procesos de difusión de la responsabilidad, de influencia social y de
inhibición por audiencia.
– Difusión de la responsabilidad
– Tener prisa
Según el experimento de Barley y Batson de 1973, tener prisa es un factor clave en que
se desarrolle o no la conducta de ayuda. Y es que, si tenemos prisa o nos están
esperando, ignoraremos a quien necesite ayuda.
Los adolescentes que hacen voluntariado están más saludables que aquellos que
no, incluso 60 años después, según esta investigación.
Las acciones generosas se relacionan con menos mortalidad y depresión, incluso
si empiezas en la madurez.
Según este estudio, ser generoso y ayudar a los demás disminuye los niveles de
estrés y la mortalidad.
También disminuye nuestra soledad y mejora nuestra salud mental según
este estudio.
Nos produce sensaciones placenteras y felicidad según algunas investigaciones
(como este y este estudio)
Las personas altruistas tienen mejores vidas sexuales, posiblemente debido a que
resultan más atractivas para los demás, según este y este estudio.
En el siguiente vídeo se explica cómo podemos hacer para llevar a cabo un altruismo
efectivo y hacer del mundo un lugar mejor.
¿Cómo ser más altruista? No hace falta invertir grandes sumas de dinero o irse de
voluntario a países necesitados.
Sé más generoso con las personas que te rodean: haz cosas por tus seres queridos
que normalmente no harías, ten detalles con ellos.
Busca voluntariados. Hay infinidad de organizaciones que necesitan gente para
ayudar a los demás. No hace falta invertir una enorme cantidad de tiempo para ser
voluntario, pero es ideal para mantenerse ocupado y sentirse útil si estás
desempleado o jubilado.
Dona cosas que no utilizas a quien lo pueda necesitar.
La mejor manera de aprender a ser altruista es, al igual que para cualquier
habilidad, practicando.
Cuando Helena Christensen viajó a Ucrania con ACNUR pudo ver con sus propios ojos
el fiel retrato de la guerra. Lo que antes eran hogares llenos de vida se habían convertido
en un montón de escombros y polvo que Helena Christensen quiso inmortalizar con su
lente.
Allí fue donde conoció a Oleg y se dio cuenta que en él había una historia que debía ser
contada. En un país donde más de 3 años de guerra han obligado a miles de personas a
abandonar sus hogares, con personas como él quedaba esperanza.
Desde que estalló el conflicto en el Donbass, casi dos millones de ucranianos han huido
hacia zonas seguras. Otros, se quedaron allí ante la imposibilidad de resistir tan largo
viaje a la intemperie. La mayoría, ancianos y enfermos. Junto a ellos está hoy Oleg, un
superhéroe de carne y hueso.
La frágil situación en la que se encuentran hoy miles de ancianos empujó a Oleg a dejar
su trabajo y a dedicarse en cuerpo y alma a ayudar a decenas de personas mayores,
arriesgando su propia vida cruzando la línea de combate para conseguir suministros.
Ahora, tiene claro que pase lo que pase no les abandonará, aunque muchos no entienden
que siga ocupándose de ellos. “¿Cómo iba a dormir por las noches?”, les responde.
Helen Christensen decidió plasmar la historia de Oleg con su cámara para hacer que su
voz se escuche más allá de sus fronteras. La solidaridad de este superhéroe de carne y
hueso es un ejemplo para el mundo mientras otros muchos ancianos siguen atrapados en
una guerra que no acaba y necesitan ayuda para recibir comida, agua y medicinas.
#2 La donante anónima que viajó a Etiopía
En febrero de 2017, desde Madrid salía un vuelo hacia Etiopía. En él, una donante que
había hecho posible llevar mucha más ayuda a los niños con desnutrición que han huido
hasta allí, decidió ir a ver el impacto con sus propios ojos.
Una caravana llena de alegría se mueve por todo el mundo de un campo de refugiados a
otro Dentro de ella, un grupo de payasos altruistas ha decidido llevar carcajadas a
muchos niños refugiados mientras les enseñan los derechos de la infancia de una forma
divertida.
Clown Me In es una caravana de payasos solidarios que llegan hasta los campos de
Líbano para llevar a los niños refugiados un poco de esperanza. A través del arte del
clown les enseñan temas tan importantes como los derechos humanos y la justicia
social.
Sus componentes viajan en una caravana llamada “Van 12” en la que los distintos
payasos solidarios que vienen desde Líbano, Siria y otros países se mueven para llevar
un poco de arte callejero y miles de sonrisas.
Bailar puede ser una de las mejores terapias para el cuerpo y la mente. Consciente de
que el baile es capaz de emocionar a cualquiera, sin importar su procedencia o
condición, Fabrice decidió aparcar su carrera como bailarín para ayudar junto a su
compañía a miles de refugiados. Ahora, en los campos de ACNUR, ayudan a que
muchos niños y mayores que viven refugiados recuperen la alegría.
Cada día, cientos de trabajadores humanitarios, donantes y personas solidarias de todo
el mundo deciden hacer sacrificios personales para ayudar a los refugiados que se han
visto forzados a huir.
El altruismo, en un momento en el que sigue habiendo personas que tienen que huir de
guerras y conflictos, es hoy más necesario que nunca.