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- Introducción
Aquel contrato en virtud del cual una parte denominada vendedora se obliga a transferir la propiedad de un
bien inmueble a cambio de que la otra parte denominada compradora le de un precio en dinero.
en orden, el siguiente paso es reservarla. La reserva se hace mediante la firma de un precontrato entre
vendedor y comprador, donde pactan la cantidad para reservar y las formas de continuar con el contrato
fraccionados denominados plazos, cuotas o “letras”, de forma total o parcialmente aplazada. Este tipo es
muy utilizado cuando los bienes objeto de la compraventa tienen precios elevados, como viviendas o un
Este aplazamiento en el cobro acordado por las partes se hace por un tiempo superior a tres meses
contados desde la entrega del bien en cuestión y suele ser compensado mediante el pago de
intereses.
Pueden ser vendidos-comprados a plazos bienes que estén dentro de comercio y no sean
consumibles, nuevos o de segunda mano y con naturaleza duradera en el tiempo, pues la idea es
que se puedan ir pagando poco a poco mientras se están usando.
También puede pactarse una condición resolutoria con la que el vendedor recupere la propiedad
en caso de que el comprador no pague los plazos pactados. Los pagos realizados pueden ir
destinados a la indemnización.
En ambos casos el comprador entra en posesión del inmueble inmediatamente desde que se firma
recuperación del inmueble en caso de impago pactando una cláusula con condición resolutoria.
hablaremos de ella:
por lo que solicita un préstamo hipotecario a una sucursal bancaria que garantice el pago , y ésta se
encarga de adelantar el precio al vendedor y cobrar el pago fraccionado del precio al comprador.
consistir en el pago del precio o cualquier otra mientras sea lícita. Hasta que no se cumpla la condición, la
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Aquella forma de adquisición derivada que se traduce en la entrega física de un bien (tradición) para
el caso de los muebles, o en la celebración de un contrato con la obligación de transferir de un bien
(por ejemplo, de compraventa) para el caso de los inmuebles. La tradición, o en su caso la obligación
de transferir la propiedad, se realiza por una parte denominada enajenante o transferente, en favor de
otra persona denominada adquirente.
Contempla la destrucción del bien, sea total o parcial. En esta segunda hipótesis la propiedad desde
luego se conserva sobre lo que no haya quedado destruido. En lo que atañe al consumo, es obvio que
producido el uso de bienes consumibles desaparece el objeto y con ello el dominio. (Arias Schreiber
Pezet, 2014, p. 335)
A veces, luego de la destrucción material quedan restos (residuos o despojos) que pueden ser o no ser
valiosos, v. g., la joya que se funde o el auto que se incendia. Peñailillo afirma que, de resultar
valiosos, se ha estimado —en el común de los casos— que nacería un derecho nuevo de propiedad
sobre ellos para el nuevo dueño; sin embargo, “es preferible concluir que es el mismo derecho que
ahora recae en un objeto reducido o transformado; así, frecuentemente lo que acontece es una
destrucción parcial (o una transformación)” (Varsi Rospigliosi, 2019, p. 218)
En suma, la destrucción del bien es total, cuando este deja de existir, desvaneciéndose con ello
enteramente el derecho de propiedad; es parcial, cuando parte del bien subsiste y sigue siendo valioso
para su propietario y consumible cuando luego de su utilización perece completamente asemejándose
a una destrucción total.
2.3.- Expropiación
2.4.- Abandono del bien durante veinte años, en cuyo caso pasa el predio al dominio del
Estado
El abandono requiere un requisito objetivo, la conducta de aquellos que desprecian lo que es suyo,
sumado a un requisito subjetivo, la intención de abdicar de la cosa: animus abandonandi. (Loureiro,
2010, p. 1276)
Sin embargo, esta causal de extinción de la propiedad colisionaría con una de las características de los
derechos reales, cual es la perpetuidad, por lo que, en principio, el simple no uso no debería
conllevar a la privación del bien del propietario.
Jorge Avendaño opina que si bien por regla, la propiedad no se pierde por el no uso tampoco es dable
que los bienes permanezcan improductivos. Es de interés de la sociedad y de la economía que los
bienes generen riqueza cuestión esta en la que se sustenta el abandono como una sanción al poseedor
negligente. (Varsi Rospigliosi, 2019, p. 220)
Por tanto, el abandono del bien es aquella forma de extinción de la propiedad que requiere: 1)
alejarse del bien (requisito objetivo), 2. Intención expresa de querer renunciar a la propiedad del bien
del cual se aleja o dimite (requisito subjetivo). De esta forma, la coexistencia de estos dos requisitos
no colisionaría con la perpetuidad de los derechos reales ya que es el propio dueño quien, por propia
voluntad, permitiría que la propiedad de su bien sea transferida al Estado tras su no uso por un
periodo de 20 años.